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Fisonomía del español: Razones de su configuración (página 2)




Enviado por Gerardo Roa



Partes: 1, 2

Al mismo tiempo, la pregunta ¿por qué
el español cuenta con preposiciones, tales como: a, ante,
bajo, con contra, de, desde, en, entre, hacia, hasta, para, por,
según, sin, so, sobre y tras?
encuentra respuesta en
este estadio evolutivo. Las preposiciones españolas
actuales fueron el resultado de la sustitución de las
desinencias, por ellas. Y, aunque el latín clásico
no usaba el artículo, pues es de procedencia griega, el
vulgar fue incorporándolo poco a poco, usando
demostrativos con valor de éste.

Aspecto sintáctico del latín
hispánico

En este aspecto, los lingüistas consultados
coinciden en afirmar que el orden rectilíneo se impuso al
curvilíneo, respecto a los miembros de la oración.
Esto sucedió como consecuencia de la pérdida de la
desinencia, el uso de las preposiciones y el empleo del
artículo indicador de la función nominativa. Estos
cambios morfológicos afectaron la estructura de la
oración. Valga decir, que este orden rectilíneo es
el que prevalece aún en la sintaxis actual de la lengua
hispana. El orden curvilíneo, propio del latín
clásico, es muy escaso en la sintaxis del español
actual. Por ello, la pregunta ¿a qué se debe que
el orden sintáctico de la oración en lengua
española sea rectilíneo, esencialmente?
queda
respondida en el intervalo de 625 años que produjo el
llamado latín hispánico.

A continuación, presento los resultados
fonéticos que se produjo con la
romanización.

Aspecto fonético: En este tenor, los
estudios más antiguos, también los actuales,
indican que el acento de cantidad, predominante en el
latín clásico, fue sustituido por el de intensidad,
trayendo las siguientes consecuencias:

  • Las vocales largas se convirtieron en cerradas y las
    breves en abiertas.

  • Las vocales postónicas se sincoparon,
    convirtiéndose el acento esdrújulo en
    grave.

  • Las dos "aes" (breve y larga) se redujeron a una
    sola;

  • La "u" breve y la larga, la "i" breve y la larga,
    igualmente, se confundieron debido a la contigüidad de
    sus timbres respectivos. Por tanto, la "i" breve y la "e"
    larga se fundieron en "e"; la "u" breve y la "o" larga se
    fundieron en "o", con lo que las diez vocales quedaron
    reducidas a siete.

  • La "i" larga y la "u" larga, átonas, se
    transformaron en semiconsonantes y dieron origen a la J, yod,
    sonido que hacen surgir las consonantes palatales "y" y
    "ñ".

  • Se simplificaron las consonantes dobles se redujeron
    las consonantes agrupadas.

Como es evidente, aunque este estadio no responde el
porqué de las cinco vocales en el español actual,
ya nos indica el proceso en que fueron reduciéndose de
diez a siete. Probablemente, el siguiente estadio de mezcolanza
lingüística pueda aportar respuesta a esta
interesante pregunta.

Una pregunta que halla respuesta en este aspecto es
¿Por qué las palabras graves o llanas son las
más abundantes en el idioma español?
La
respuesta se hace ver, en el hecho de que las vocales
postónicas se hayan sincopado en este estadio de
evolución de la lengua, convirtiéndose, la gran
cantidad de palabras esdrújulas, en llanas.

Corriendo el tiempo, el estadio de evolución de
la lengua hispana, que se extiende del 409 hasta el 711 d. C.
produjo grandes transformaciones a lo interno de la lengua. Por
ejemplo, en el aspecto fónico tuvo como consecuencia el
que las vocales se redujeran de siete a cinco. Habíamos
señalado como en la mezcla del latín vulgar con las
lenguas vernáculas de la Península redujo las diez
vocales del latín clásico a siete del latín
hispánico. También, las consonantes sordas se
sonorizaron.

En cuanto al aspecto lexical, la fusión del
latín hispánico con la lengua germana produjo 4,
000 palabras con sus derivados, aunque los historiadores
lingüistas no logran ponerse de acuerdo respecto a este
dato. Estas palabras fueron adoptadas en las diversas
áreas del saber. Como ejemplo de ello, Benavides (2006, p.
102) cita las siguientes:

"a) Matemáticas: algoritmo, álgebra,
cifra, b) Medicina: jaqueca, alquimia, alcohol, elixir, jarabe,
alambique. c) Astronomía: cenit, nadir, almanaque, auge.
d) Botánica: aceituna, acelga, algarroba, azafrán,
azúcar, berenjena, albahaca, azahar,
etc…"

Además de Benavides (2006), otros autores, como
Antonio Quilis (1976) y Rafael Lapesa (1981) apuntan en el
aspecto léxico, la siguiente lista de palabras como una de
las características léxicas del romance
hispánico:

Relativo a la guerra: guerra, espía,
espuela, tregua, guardián, guarnecer, arenga, guardia,
bregar, amagar, botín, Burgos…

Relativo a la agricultura: res, pastoril, zagal,
noria, albufera…

Relativo a la fauna: jabalí,
alacrán, alondra…

Relativo a la justicia: alguacil, alcalde,
albacea, alcabala, alcaide…

Relativo al Comercio: quintal, arroba, fanega,
aduana, almacén, almonedas…

Relativo a la milicia: alférez, adarga,
algara, alcaide…

Relativos a otras diversas áreas: sastre,
alfayate, alfarero, albañil, ajuar, alfombra, babuchas,
arrabal, aldea, alcázar, atalaya, trompeta, tambor,
rebato, algorada, alarde, adal, alforjas, talegas,
acémila, aljabar, alhajas, albóndigas,
Benacosín, Manzil, Guadalquivir, Guadalajara, Arrabida,
Almade, Almadena; estos últimos siete son topónimos
provenientes del árabe.

En el plano morfológico, tenemos los
siguientes rasgos:

Prefijos provenientes del árabe "ibn": benin,
bene, bena, con significado de "hijo de", en español. Para
cuando inició el período conocido como
español preliteraririo (711-1140, d. C), ya el castellano
había completado todos sus aspectos, según lo que
indica el mismo Benavides (2006, p. 53) en la siguiente
cita:

Las lenguas que participaron en el primer estadio
[el de formación, 218, a. C.- 711, d. C] son las lenguas
prerromanas, que se hablaban en la Península antes de que
los romanos la invadieran en el 218 a C; el latín, que
hablaban los conquistadores; las lenguas germánicas, de
los invasores bárbaros que diezmaron el imperio romano, y
el árabe, la lengua de los invasores musulmanes. En este
estadio, el idioma alcanza su formación primaria,
expresión del romance castellano, primitivo o
antiguo".

Pues, como señala Benavides, si para el 711 d. C.
ya el castellano había completado su formación, el
siguiente estadio exigiría su imposición y
modernización sobre otras lenguas. Concentremos nuestra
atención en las características fisonómicas
del español durante el período del español
preliterario que ofrecen los tratadistas del tema
contemporáneos:

  • Vacilación en el uso de los verbos:
    haber/tener, ser/estar, salir/exiir, cabeza/tiesta,
    fiestra/penetra/ventana…

  • Empleo de galicismo: palafrenero, vergel,
    vianda…

  • Vacilación vocálica: e/i, o/u
    (menguar/minguar, mejor/mijor, soltura/sultura, por
    ejemplo)

  • Apoce de la vocal final: noch (cost,
    mont)

  • Variedad de formas para flexión verbal:
    cenir, cingo, cinxe, cinto…

  • Uso de los demostrativos como artículos: este
    por él, estos por los, esos por los…

  • Iniciaron las formas enclíticas con
    supresión de algunos elementos, como en: lo
    hirió, se levantó, lo que
    dijo…

  • En el aspecto sintáctico la pérdida de
    la desinencia hizo que predominara la yuxtaposición en
    la producción oracional.

A las etapas de desarrollo de la fisonomía de la
lengua hispana que a la sazón he mencionado, le suceden
otras etapas, con el denominador común de modernizar e
internacionalizar el español, como lengua oficial de la
península. Esta etapa inicia con la publicación del
Cantar del Mio Cid, en 1140, d. C. obra con la que se inicia la
práctica de la escritura en lengua hispana. Ya para este
período, los tratadistas Díaz Plaja (1955),
(Bolaños (1956), Qulis (1976), Lapesa (1981) y Benavides
(2006), coinciden en señalar las siguientes
características lingüísticas para el
español medieval.

  • Aparecen en la sintaxis algunas subordinantes: como
    así, como, que, por que…

  • También en la sintaxis prevalece la
    repetición de la conjunción et/o/e.

  • Se usa el artículo delante del posesivo: "la
    mi casa".

  • Perdura el uso de los pronombres enclícticos:
    quandol, membros…

  • El verbo ser conserva el valor de
    existir.

  • Un verbo haber conserva el valor de tener: "una
    niña que avié"

  • Conservación de la "d" intervocálica
    en los morfemas verbales de la segunda persona: sabedes, por
    sabéis; amades, por amáis.

  • Conservación del sufijo "iello" frente a
    "illo": castiello.

  • Conservación de la "f" inicial: facer,
    fijo.

  • Vacilación vocálica: o/u, e/i:
    hobe/hube, mesmo/mismo, sope/supe.

  • Vacilación entre el perfecto simple y el
    compuesto: ha venido/vino; ha querido/ quiso.

  • El participio pasado concuerda con el objeto
    directo: tenía un camión
    dañado.

  • Empleo de las formas sincopadas en futuro:
    recibrá/recibirá,
    vivré/viviré.

  • El participio pasado de la segunda
    conjugación terminaba en "undo" en vez de "ido":
    sabudo, tenudo, vendudo.

  • Se siguen usando los perfectos fuertes: apriso,
    aprendió, fuxo, huyó.

  • El tiempo imperfecto termina en ié,
    iá: tenié, habiá.

  • Apocope de la "e": adelant, pued, etc.

  • Disminuyen los llamados cultismos y en su lugar
    prevalecen las formas corrientes.

  • Y, finalmente, el arcaísmo es
    escaso.

Este período denominado Español Medieval,
culmina en el 1384, cuando el condado de Castilla se deslinda de
Portugal y, a través del reino navarroaragonés,
llegan las ideas del Renacimiento. El estadio de lengua que
inicia a partir de este año es conocido como el
período del Español Preclásico, que culmina
en el 1517 cuando se corona a Carlos V de Alemana, como rey de
España. Esta coronación resultó ser un hecho
relevante en la difusión internacional de la lengua
hispana.

Las características lingüísticas
principales de este período son citadas por Quilis (1980)
y, ulteriormente, asumidas por Lapesa (1981) y por Benavides
(2006). Los tres autores coinciden en presentar las siguientes
características:

  • 1. "Continuaban las vacilaciones
    vocálicas: murciélago/murciélago,
    inefable/inefable, pelligeros/pellejeros,
    encomparable/incomparable…

  • 2. Habían desaparecido las vacilaciones
    en "d" y en "t" finales, afianzándose las formas con
    "d": merced, ceguedad, piedad.

  • 3. La "f" se mantenía en Aragón
    (fazer, farina, fambre…); en Toledo y Andalucía
    se mantenía la "h" (asirada faríngea): hacer,
    harina, hambre; mientras que en Castilla la Vieja
    había desaparecido completamente de la
    pronunciación: azér, arina,
    hambre…

  • 4. En Castilla se confundían en una
    misma pronunciación los grafemas b y v,
    confusión que había empezado mucho antes en
    Aragón.

  • 5. Las consonantes: dz, z y y g, j,
    habían empezado su proceso de ensordecimiento, en
    Castilla, ya estaba avanzado en Aragón.

  • 6. Las africadas dentoalveolares /ts/, c y /dz/
    z habían perdido su momento oclusivo, conservando el
    lugar dental de articulación; las fricativas dentales
    así resultantes comenzaron a confundirse con /s/ ss y
    /z/ -s-, en Sevilla, mientras que Toledo permanecía al
    margen de todas estas innovaciones.

  • 7. La inestabilidad en la realización de
    los grupos consonánticos cultos se va resolviendo en
    el sentido de perder la consonante implosiva o postnuclear:
    perfeta/perfecta, dino/digno, mano/magno…

En lo relativo a la morfosintaxis, los autores citados,
muestran cómo se usaban indistintamente los pronombres
"os, y vos, antepuestos o pospuestos al verbo. Algunos ejemplos,
son: darvos, daros, os despierta, y vos
envidia…

En el mismo orden, el paradigma verbal ades, edes, ides
fueron sustituidas por áis, ás, éis,
ís, aunque en algunas obras de la época aparecen
algunos de estos usos.

Otras características gramaticales de este
estadio son las siguientes: a) El uso del artículo
antepuesto al posesivo quedó relegado a los usos
populares. Ya no aparecían en esta época,
expresiones como: "la mi casa". b) Continúa el uso de
oraciones de infinitivo: "ir conmigo/que vaya conmigo.

El siguiente estadio de desarrollo de la lengua, es el
denominado como Español Clásico, el mismo se
extiende desde 1517, hasta el 1700. Este período tuvo
mucha importancia en la conformación de la lengua
española actual, pues como indican los tratadistas
consultados, en él se estabiliza el aspecto
fonológico del español. Veamos algunas de las
principales características de este período,
según la cuenta Benavides (2006, p. 151) parafraseando a
Lapesa (1981):

Aspecto fónico:

1. Los viejos grupos consonánticos romanos /p, t
/, b, d/ , /v, t/ que habían pasado a realizarse como
/bd/ o /vd/ pasaron a /ud/: Cabdal/caudal,
debda/deuda, rabdo/daudo…

2. Pervivió por algún tiempo el uso de la
grafía X en posición final de sílaba, en
lugar de "s": moxca, en vez de mosca; cáxcara, en vez de
cáscara…

3. Existía confusión o intercambios entre
los fonemas /g/, /j/ y /s/, debido a su naturaleza palatal, lo
que hacía posible expresiones como las siguientes: cogecha
por cosecha, tiseras por tijeras, relisión por
religión, vigitar por visitar, colesio por colegio, etc.
Debido a esa confusión, el pronombre /ge/ pasó a
ser /se/: "ge lo dije"/"se lo dije".

4. Desaparece por completo la aspirada laríngea
"h" proveniente de la "f" latina.

Desaparece definitivamente la diferencia de
pronunciación entre la oclusiva labiodental "v" y oclusiva
labial "b", que a partir de ese momento se unifican como
"b".

  • 5. Las velares sordas y sonoras que se
    presentaban con diferentes grafías se reducen de la
    siguiente manera: g/j sorda y /x/ sonora se convierten en /j/
    o /g/ delante de i-e.

  • 6. Se reducen las parejas sorda/sonora de las
    sibilantes: la s sorda (ss) y la (s) sonora se convierten en
    la "s" sorda actual. La c sorda y la z sonora se convierten
    en la /z/ sorda actual.

  • 7. Se redujo considerablemente la
    vacilación vocálica en el timbre.

  • 8. Se perdió la fricativa lateral en ll,
    en consecuencia, se neutralizó en "Y", fenómeno
    común en el español de América, con el
    nombre de yeísmo.

  • 9. Se produjo la confusión entre l y r,
    al final de sílabas, dando como resultado:
    corral/corrar, carrascar/carrascal,
    señal/señar. Este es un fenómeno que se
    da, de igual forma en sílabas trabadas y que pervive
    en el habla popular de algunas regiones hispanas.

En el campo fono sintáctico Benavides (2006)
alista algunas características del español, que
tuvieron su origen durante la época del español
clásico. Algunas de ellas son las siguientes:

  • 1. El infinitivo y las formas pronominales
    proclíticas se fundieron, dando una sola unidad
    significativa besar te he paso a /"te
    besaré"…

  • 2. Se usaban indistintamente las expresiones:
    porné/pondré, verné/vendré,
    terné/tendré; al final prevalecieron las
    últimas y las primeras dejaron de usarse.

  • 3. Alternaban el condicional futuro medieval:
    debría/debería, valdrá/valerá,
    saldré/saliré…

  • 4. Señor, como adjetivo o como
    título, generó seo > so. Se usaba en la
    lengua popular, en expresiones como: so pícaro,o so
    guandul.

  • 5. La fórmula vuestra merced pasa
    sucesivamente a vuesarced>
    vesaced>voace>vucé>vusted>usted.

  • 6. El artículo /la/ sustituye a /el/
    como determinante del género femenino y solo se
    conserva /el/ en las palabras que comienzan con a acentuada:
    el agua, el águila…

En el aspecto morfológico los autores
señalan las siguientes características:

  • 1. En el imperativo las formas terminaban en
    "d": comprad, caminad…

  • 2. La desaparición en España de
    las formas cantás, cantabas, tenés/tuvieras,
    impuso el uso del pronombre "tú".

  • 3. Entre nos/nosotros, se imponen las formas
    nosotros y vosotros…

  • 4. Existían formas duples en los
    demostrativos. Por ejemplo: aqueste/este, aquese/ese,
    esotro/ese otro.

En el aspecto sintáctico, las
características marcadas son las siguientes:

  • 1. Se definen las funciones de los verbos
    haber, tener, ser, estar, los cuales se usaban de manera
    indistinta.

  • 2. El verbo haber consolida su función
    como auxiliar, pues dejó de emplearse con sentido de
    posesión.

  • 3. Los verbos ser y estar se alternan, para
    algunos usos.

  • 4. Se hace común el uso de las oraciones
    pasivas iniciadas en "se".

  • 5. La forma terminada en –ra de los
    verbos (llorara) pierde su valor de pluscuamperfecto y adopta
    la función de imperfecto del subjuntivo, para la
    terminación –ra, cambia con
    –se.

  • 6. Se extiende el uso de la preposición
    "a", como encabezadota de los objetos directos de personas o
    cosas personificadas.

  • 7. Se producen los fenómenos de
    leísmo y loísmo, por el empleo de: /le, les/ y
    /lo, los/ en lugar del objeto indirecto y el objeto directo,
    respectivamente.

  • 8. Algunos adverbios como: luego, significaba
    en seguida. Al momento y a la hora, tenían igual
    valor…

  • 9. Se usaba el empleo del infinitivo, gerundio
    y participio con el pronombre antepuesto: me descansar, no le
    prometiendo…

En el aspecto lexical, Lapesa (1981, p. 413),
citado, también, por Benavides (2006), indica que las
principales expresiones de este período son las
siguientes:

a)- Latinismos: repulsa, idóneo, ilustre,
prole, posteridad, astro, metódico, proyecto, erudito,
fecundo, invicto, hiperbólico, fino, sazón, emular,
truculento, palestra, estupor, estratagema, privilegio,
exención, argumento, implicar, humor…

b)- Italianismo: parapeto, esbozo, fachada,
bisoño, cortejar, mesana, esbelto, condensar, equiparar,
retroceder, novela, asunto, madrigal, pedante, estancia,
bagatela, terceto, balcón, cuartero, cornisa, modelo, y
otros.

c)- Galicismos: manteo, trinchera, chapeo,
servilleta, batallón, sumiler, hujier, furiel, madame,
damisela, rendibú, frenesí, piquete,
batería, coronel, bayoneta, jefe, etc.

d)- Portuguesismos: payo, mermelada,
brinquiño, sarao, menina, saudade, echar de
menos…

e)- Germanismos: bigote, trincar, brindis,
chambergo, lansquenete, escaparate, kermesse, etc.

f)- De las lenguas aborígenes de
América
: canoa, huracán, cacique, nagua o
enagua, tabaco, tomate, patata, vicuña, chocolate,
etc.

Como es evidente hasta este punto, la fisonomía
que conserva la lengua hispana hasta nuestros días,
obedece a razones diacrónicas que merecen ser estudiadas
por investigadores y maestros, pues su reconocimiento y
apropiación es capaz de repercutir determinantemente en el
tipo de lingüística y maestro de lengua que demanda
el objeto de estudio de la ciencia en cuestión: la
lingüística. Verbigracia de estas ideas, el maestro,
y el investigador, que indaga en las causas, en los
porqués de las realidades lingüísticas para
lograr que sus estudiantes aprendan a usar la lengua para lo que
verdaderamente sirve, es capaz, al mismo tiempo, y como corolario
de lo anterior, de producir un discurso docente idóneo,
para responder a las carencias académicas que se observan
en los estudiantes de los diversos niveles de la
enseñanza.

Sin embargo, según un estudio que hemos realizado
para describir el perfil académico del maestro de lengua,
nos ha revelado que el 98% de los profesores no conocen las
razones epistemológicas por que el español presenta
ciertas fisonomías. Lo que es más grave, el 95% de
los profesores no supieron responder si la lengua es oral o
escrita, si el texto es oral o escrito, ni establecer diferencias
entre discurso y texto. Obviamente, toda la culpa no es del
maestro. Ya dijimos, desde la primera oración de este
texto, que los lingüistas han desbordado su empeño en
describir las características lingüísticas del
español, sin indagar en las causas que han motivado tal
fisonomía. Sin lugar a dudas, la estrechez de mira, o tal
vez dejadez, de los investigadores ha repercutido
desfavorablemente en la enseñanza de la lengua.

Conclusiones

Resulta ser un verdadero reto dar por concluido una
investigación que pretende ser científica,
especialmente, porque las realidades, como en el caso que me
ocupa, la lengua, cambian. Esta realidad muestra lo
difícil que es ofrecer una conclusión que desde el
punto de vista de la semántica del término, lo sea.
Sin embargo, el compromiso de la disertación me mueve a
presentar algunos resultados a los que he llegado después
de indagar satisfactoriamente en las fuentes que se desarrollan a
lo largo del trabajo.

En un primer momento, indico que la revisión de
una amplia bibliografía sobre el tema, reforzó mis
competencias fisonómicas sobre la lengua; amén de
que me brindó la oportunidad de descubrir obras y autores,
que de otro modo hubiese ignorado durante larga
posteridad.

El recorrido por las obras que describen la
fisonomía de la lengua me hizo refrescar las
características de la lengua que hace muchos años,
cuando realizaba estudios de grados, estudiaba en la universidad.
El soslayo de los aspectos: léxico semántico de la
lengua, el morfológico y el aspecto fonetológico,
me permitieron perpetuar aún más los conocimientos
que como acervo lingüístico debe conocer todo maestro
de lengua.

Con el soslayo de las obras en que se basa este texto,
comprobé que todas estaban desprovistas de reflexiones
epistemológicas con las que maestros e investigadores
pudieran hallar una respuesta racional a la enseñanza de
la lengua, como realmente es en su fisonomía. Tal
inquietud, me hizo seguir revisando texto, hasta encontrarme con
la obra de Celso Benavides (2006): "Fundamentos de historia de la
lengua española". Esta obra es la historia razonada de
XXIV siglos de historia de evolución de la lengua
española, pero no se trata sencillamente de una historia
superficial ni lineal, no. Más bien, el autor ofrece
explicaciones apoyando en hechos sociales, históricos,
sociológicos, etnográficos y culturales, los cuales
suma al espacio y al tiempo para ofrecer una respuesta
convincente de la formación y modernización de la
lengua española. Aunque el propósito de esta obra
no es describir la fisonomía de la lengua española
en un único estadio de la misma, me sirvió de mucho
para, desde ella, llegar a autores como Antonio Quilis (1976),
Rafael Lapesa (1981) entre otros que ya había estudiado.
Todos ellos, me permitieron inferir respuestas a la
fisonomía de la lengua. Preguntas que mucho tiempo me
había formulado, como: ¿Por qué cinco
vocales?, ¿Por qué una sintaxis rectilínea?
¿A qué se debe la terminación del
infinitivo: ar, er, ir? y otras, quedan respondidas en este
interesante ensayo.

Recomendaciones

Si no incluyo el presente acápite,
sentiría que mi trabajo no ha valido la pena, pues se
perdería en el anonimato. Por ello, las siguientes
sugerencias tienen a bien motivar a las siguientes instituciones
para que den buen uso a este, mi ensayo.

A Atlantic International University, AIU y a otras
universidades: Recomiendo leer y usar este texto como una de las
fuentes bibliográficas que se ofrecen a estudiantes de
Lingüística Hispánica y de Educación,
sea en el grado, maestrías o doctorados.

A la Escuela de Letras de la Universidad Autónoma
de Santo Domingo, UASD, recomiendo leer mi texto y asumirlo como
bibliografía base en los programas de educación
continuada, con la finalidad de que los maestros de lengua
española conozcan y se motiven a conocer las razones
epistemológicas que han configurado la fisonomía de
la lengua hispana.

Recomiendo, igualmente, al Ministerio de
Educación Dominicano, formar talleres de
capacitación, en los que se pueda formar a maestros de
lengua en fisonomía de la lengua española, a partir
de los planteamientos que aquí presento.

Bibliografía

Alvar, Manuel. 2009. "Manual de Dialectología
Hispánica". Madrid. España.

Benavides, Celso. 2006. "Fundamentos de historia de la
lengua española". UASD. Santo Domingo, República
Dominicana.

Criado de Val, Manuel. 1972. "Fisonomía del
español y de las lenguas modernas". Editorial Saeta.
Madrid, España.

.De Saussure, Ferdinand. 1995. "Curso de
lingüística General" (libro de bolsillo). Madrid,
España.

De los Santos, Julio. 2006. "Manual de
Transcripción Fonética". Editora Centenario, S. A.
Santo Domingo, RD.

González Tapia, Carlisle. 2002.
"Fonetología general e hispánica". UASD. Santo
Domingo, República Dominicana.

______________ 2008. "Metodología para la
enseñanza de la Morfosintaxis Hispánica". UASD.
Santo Domingo, RD.

Lapesa, Rafael. 1981. "Historia de la Lengua
Española". Gredos. Madrid.

Lope Blanch, Juan Manuel. 1967. "El español de
América". Alcalá. Madrid.

Mateos, Agustín. 1978. "Etimologías
Griegas del Español". Esfinge. México.

Quilis, Antonio. 1976. "Historia de la lengua
española". Grefol. Madrid.

Zamora Vicente, Alonso. 1970. "Dialectología
Española". Gredos, S. A. Madrid, España.

 

 

Autor:

Dr. Gerardo A. Roa Ogando

Docente e Investigador, Universidad
Autónoma de Santo Domingo, UASD

[1] Amén de estas, y para una mejor
comprensión, pueden verse las taxonomías que
presentan González (2002); García Molina (2005) y
De los Santos (2005), en la República Dominicana.

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