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Freud: el pensamiento estoico




Enviado por José Gonález



Monografía destacada

  1. El
    autoanálisis
  2. Hacia la cima y la
    enfermedad
  3. Exilio y
    muerte

Flectere si nequeo superos, acheronta
movebo

La Eneida de Virgilio

Pocos hombres en la historia de la humanidad nos han
enseñado que la razón principal de nuestra
existencia solo la podemos encontrar a través del
autoconocimiento y el desprendimiento de nuestras ataduras
materiales. La mayoría de las personas encuentra la
razón de su existencia en el confort y el despliegue del
placer en todas las dimensiones humanas ya conocidas. Y es que,
es mucho más apremiante la búsqueda de la
satisfacción, que el encuentro consigo mismo a
través de de la propia experiencia personal.

La búsqueda personal pone al individuo en un
plano de total desconexión con la realidad, un alejamiento
con su mundo, lo transporta a otras dimensiones por completo
desconocidas por él. Esta condición supranormal,
por definirlo de alguna manera, coloca al ser humano en un lugar
de privilegio, porque al abandonar todo aquello que representa la
búsqueda del placer, lo aleja de todo lo que se encuentra
alrededor de él. Esto trae como ganancia, el rechazo, la
indiferencia y por tanto el aislamiento del mundo
sensible.

El privilegio, tal como se conoce en la cotidianidad,
representa el grado de gracia que goza una persona, ya sea por
ocupar alguna posición muy especial, en un puesto
importante, o por poseer un estatus económicamente
elevado. Sin embargo, esta no es la definición a la que
nos apegaremos cuando decimos que un individuo, es especial o
privilegiado, no por contar con estos atributos mencionados, sino
más bien, pensamos que esta definición
correspondería aquellos sujetos que por su
condición de sacrificar precisamente todo aquello que
represente la materialidad, el goce, el éxito, el poder,
incluso hasta la vida misma, pueden trascender en el tiempo y en
el espacio, dejando de ser sujetos para conviertirse en
ideas.

Cuál es nuestro propósito al tratar de
invertir las cosas ya establecidas por los hombres? ¿Por
qué precisamente todo lo contrario puede ser cierto y por
qué todo lo cierto puede estar equivocado? ¿Por que
tememos a equivocarnos, o tratar de que todo lo que hagamos salga
bien, ¿bien, para quien? ¿Para nosotros? O para los
otros. Día y noche, durante toda nuestra vida, no se
cansan de repetirnos, tienes que hacer bien las cosas, porque si
no, vas a ser un fracasado, un inútil, un bueno para nada.
Y que pasa con aquellos que no lo hacen, aquellos que
desobedecen, que rompen con lo establecido; La cárcel, el
manicomio, la miseria y el olvido.

Por eso, pocos hombres realmente logran romper esos
esquemas, y surgen desde los escombros para erigirse como
héroes, lideres, genios y hasta santos. Son esos
personajes que en sus tiempos fueron criticados, humillados,
satanizados y criminalizados por la misma sociedad que
después de años de ostracismo logran resurgir y
brillar

Ya desde la antigua Grecia, podemos encontrarnos con
estas dos posturas antagónicas, que dan pie a preguntarse
¿Cuál es el verdadero objetivo de la vida?
¿Disfrutar o sufrir?

¿Qué es lo que realmente nos conduce a la
felicidad? ¿Disfrutar de todos los bienes mundanos, que
tienen como propósito recrearnos y producirnos momentos de
éxtasis y felicidad, o la búsqueda de toda forma de
aislamiento con los demás, como instrumento esencial para
el conocimiento de sí mismo y por ende la felicidad plena?
El hedonismo es la doctrina filosófica basada en la
búsqueda del placer y la supresión del dolor como
objetivo o razón de ser de la vida. Es la doctrina que
considera el placer como el fin de la vida, por lo que se deduce
que los seres humanos deberíamos dedicarnos exclusivamente
a vivir en su eterna búsqueda. Cabe aclarar que el
hedonismo no consiste en afirmar que el placer es un bien, ya que
dicha afirmación ha sido admitida por otras muchas
doctrinas éticas muy alejadas del hedonismo, sino en
considerar que el placer es el único y supremo
bien.

El referente más importante de esta doctrina
filosófica es Epicuro, y sus discípulos más
destacados fueron Polieno, Leonteo, Colotes, Idomeneo, Hermaco,
Metrodoro de Lampsaco.

El estoicismo, por su parte, proclama que se puede
alcanzar la libertad y la tranquilidad tan sólo siendo
ajeno a las comodidades materiales, la fortuna externa,
dedicándose a una vida guiada por los principios de la
razón y la virtud. La esencia del Estoicismo, es la
subordinación de las pasiones a una conducta de
desprendimiento, en la que no se valora lo "primordial y lo
superfluo". La moral estoica, es principalmente una
filosofía que se funda en una metafísica de un
panteísmo naturalista, es decir: Según el
"Estoicismo", el fin supremo de la sabiduría es la virtud,
la cual consiste en vivir de acuerdo con las leyes que la
naturaleza nos impone, cumpliendo el Orden Universal Impuesto por
la Naturaleza, mediante la adaptación a las leyes que la
misma ha establecido. La virtud, consiste en vivir de acuerdo con
estas leyes, aprovechando de la vida tal como es, soportando los
inconvenientes contra los que nada podemos y abstenernos de
contradecirlos. El ideal de la moral Estoica, está en
dominar las pasiones y los sentimientos y seguir los dictados de
la razón hasta llegar a la indiferencia absoluta. Lo que
representa el dominio y el control absoluto de sí mismo y
de su propia personalidad.

El estoicismo fue fundado por Zenón
de Citio (340–260 a. C.) —a veces llamado
Zenón el estoico para distinguirlo de origen
chipriota y posiblemente de ascendencia mixta, griega y oriental.
Se trasladó a Atenas en el 311 a. C.
después de una vida agitada. Por aquel entonces Atenas era
el centro cultural del mundo griego, donde se congregaban las
principales escuelas de filosofía. Durante su estancia,
tomó contacto con la filosofía socrática, en
especial la de la escuela cínica, y la megárica.
Según Diógenes Laercio, inicialmente se
inclinó por el cinismo, siendo alguien especialmente
cercano a Crates, pero pronto abandonó esta escuela al
rechazar las numerosas «exageraciones» en que estos
incurrían, porque no podían ofrecerle ningún
programa de vida válido. Tras este abandono del cinismo,
estudió con otros filósofos de las escuelas
académica, aristotélica y megárica pero,
insatisfecho con ellas, acabó creando su propia escuela,
en la que combinaba múltiples aspectos cínicos con
los de otros filósofos como Heráclito. Desde la
antigüedad, se estudió la posible influencia sobre
Zenón de doctrinas semíticas tales como el
judaísmo o las filosofías del oriente medio; el
considerable parecido entre el estoicismo y el cristianismo en
algunas doctrinas, sobre todo en la ética y en la
cosmología, sugirieron a panegiristas cristianos como
Quintiliano y Tertuliano que Zenón estaba familiarizado,
por su origen semita, con el judaísmo.

El término estoicismo proviene del
lugar en el que Zenón comenzó a dar sus lecciones
en el año 301 a. C., a saber, la Stóa
poikilé
(en griego St?a, stoa,
'pórtico'), que era el Pórtico pintado del
ágora de Atenas. Pronto atrajo a numerosos seguidores
quienes, tras la muerte de Zenón, continuarían y
expandirían su filosofía. El estoicismo fue la
última gran escuela de filosofía del mundo griego
en ser fundada, y continuó existiendo hasta que en el
año 529 d. C. el emperador Justiniano clausuró la
Escuela de Atenas.

No es tan difícil mencionar la lista
de personajes que han tratado de seguir este estilo de vida. Los
más representantes de esta corriente filosófica
datan desde su fundador, Zenón, pasando por Aristo de
Quios, Crisipo, Diodoto y Séneca en la antigua
Grecia,

Podemos mencionar algunos personajes que
sí bien no siguieron al pie de la letra el pensamiento
estoico de los filósofos griegos, sí se observa que
retomaron algunos conceptos importantes de esta doctrina. Cristo
y Buda como figuras emblemáticas de la virtud y el despojo
de las cosas materiales, así como en la India a Mahatma
Gandhi y la Madre de Teresa de Kalkuta.

También encontramos algunos pensadores
contemporáneos de esta corriente filosófica tales
como; Spinoza, Nietzsche, Shopenhauer, y Freud. Estos
últimos resumen el pensamiento actual del ideal estoico;
El conocimiento y la razón como el único
instrumento para alcanzar la libertad, el valor para afrontar
todas las adversidades, la justicia que resalta los valores de
honestidad y verdad, y por último la templanza que le da
al hombre firmeza en sus convicciones y estructura.

Se puede alcanzar la libertad y la tranquilidad tan
sólo siendo ajeno a las comodidades materiales y la
fortuna externa, y dedicándose a una vida guiada por los
principios de la razón y la virtud (tal es la idea de la
imperturbabilidad o ataraxia).

A la luz del análisis filosófico, la
Teoría del complejo de Edipo aparece, principalmente y
ante todo, como un modelo o paradigma del que Freud se
sirvió para ilustrar el nacimiento de la conciencia moral.
Porque dicha teoría contiene, en efecto, un ingenioso
replanteamiento del problema del delito primigenio, es decir, una
nueva versión del mito del pecado original y, por tanto,
una reinterpretación de la culpa, el remordimiento y el
castigo.

Este hecho cultural, propio de la especie humana, pone
en relieve las infinitas formas de goce. Negando cualquier tipo
de recuerdos que hagan despertar este acontecimiento ancestral
presente en la psique del hombre. Re-conocer y re-conocerse como
ese eslabón que une la parte instintiva del animal con la
del hombre implica aceptar un pasado inmerso en el dolor, el asco
y la vergüenza.

Sin duda el pensamiento estoico no solo busca el
aislamiento físico o material de las cosas o rodearse de
una atmosfera de austeridad y sacrificio, es algo más; es
la de regresar a ese estado primordial, donde todo empezó
a convertirse en lo humano, en lo perverso, ahí donde lo
natural no reina, ni se siguen las leyes de lo biológico;
la culpa, la vergüenza y el dolor.

Los placeres de las cosas, lo mundano y el
goce son verdaderas mascaradas que sirven de velo para cubrir o
esconder todo aquello que al hombre le recuerda ese estado de
dolor y sufrimiento. Ocupa ese lugar de cuerpo gozante, negando
su esencia. Es ahí, en ese estado de virtud a la que el
hombre se resiste y busca incesantemente aferrarse a los bienes
materiales y enajenarse a ellos.

Seguramente el grueso de la
población ha de pensar que los hombres ilustres han
llevado una vida de comodidades y privilegios, además de
su ya reconocida capacidad para hacer las cosas, pero, solo
conocemos sus logros, más no sus vidas. Decía
Shopenhauer, todo genio tiene un mal genio. Quizá nos
quiso decir con esta frase de lo tormentosa que ha de ser la vida
de estos grandes, más allá de sus momentos
gloriosos. Al final, muchos de ellos como todos sabemos no logran
terminar con un final feliz, sino todo lo contrario; se suicidan,
son marginados, acaban en la pobreza o en la
enfermedad.

El
autoanálisis

En el verano de 1897, Freud emprendió la mayor de
las empresas de su vida, la exploración de los
sentimientos más profundos de su mente. Nadie se
había propuesto semejante hazaña, saber qué
secretos depara esa parte obscura y misteriosa, como caja de
pandora dispuesta a ser develada pero que, puede ser peligroso
conocer la verdad que esconde. El inconsciente como el
después lo llamó y que representa el eje principal
en donde gira toda su teoría.

Muchos son los hombres que han tratado de sumergirse en
las profundidades del alma, desde Heráclito que
decía "El alma del hombre es un país lejano, al que
no es posible aproximarse y que no podemos explorar"
Schopenhauer, Nietzsche y Shakespeare. Todos ellos intentaron
pero no lo consiguieron, En sus obras encontramos sorprendentes
revelaciones que nos dan destellos de algunas manifestaciones del
inconsciente, pero no lo explican del todo. En cambio Freud
encontró el método para el acceso a su
interpretación.

Descifrar el oráculo no era tarea
fácil, en especial cuando no se contaba con ningún
punto de apoyo para iniciar cuando menos esta ambiciosa odisea.
¿Qué fuerza tan poderosa impulso a Freud a tratar
de conocerse a sí mismo, sin buscar recompensa alguna,
salvo la satisfacción personal de saber sí todas
esas angustias que padecía tenían que ver con hilos
que las movían a su antojo y capricho? Solo a la
distancia, podemos observar la dramática situación.
En ese momento, sólo podría tratarse de una
situación harto penosa, que como a un ciego tendría
que buscarse camino por sus propios medios. La necesidad
imperiosa de la verdad era la razón fundamental de tal
hecho, "conocerse a sí mismo representaba un camino
hacia el dolor y sufrimiento
".
Sabía de antemano
que tenía que sacrificar todas las comodidades que da la
vida a costa de saber la verdad. Y para decirlo con palabras
más precisas nos referimos a su amado Goethe "La
condición primera y última de un genio es el amor a
la verdad

El trabajo del autoanálisis
duró cuatro años, removiendo todo lo que adentro de
sí existía pero que no era comprendido. Tal
circunstancia no era de esperarse que alguien se lo gratificara o
reconociera. Sin embargo, Freud como Odiseo, pasó todas
las desventuras y peligros que representa ese viaje peligroso a
las entrañas de la psique. Pero al final como todo buen
guerrero encontró la luz, tras cruentas batallas. Al
respecto Freud decía. "Soportar las verdades
totalmente desnudas, y enfrentar con toda calma las
circunstancias, he aquí la cumbre de la
soberanía.

Hacia la cima y
la enfermedad

El nombre de Freud y su obra se difundían ahora
con más éxito que nunca. En toda Europa eran
buscados los libros sobre psicoanálisis y traducidos a
diferentes idiomas. En Francia, por ejemplo, André Gide,
uno de los directores de la Nouvelle Revue Française
solicitó permiso a Freud para publicar sus obras.
Así mismo en otros países hacían lo
propio.

Desde el punto de vista profesional, Freud se
convirtió en un hombre de éxito, reduciendo
considerablemente el número de pacientes de todas partes
del mundo, que atendía, (ocho pacientes al día), a
cambio, empezó a dedicarle más tiempo al
adiestramiento de personajes que lo visitaban y que deseaban
conocer su nueva ciencia, el psicoanálisis.

Freud estaba viviendo un idilio con su movimiento que
revolucionó toda una época de oscurantismo y
cerrazón. El éxito y el reconocimiento
internacional no se hicieron esperar y el psicoanálisis
empezó a constituirse en el capitulo principal de todos
los estudios sobre psicología y psiquiatría en el
mundo.

El cáncer hizo su aparición en febrero de
1922, sin que Freud le haya dado una importancia relevante,
incluso nunca hizo mención del mismo a sus familiares,
sino al cabo de dos meses después.

En Abril de 1923, Freud llamó al doctor
Félix Deutsch para que examinara en su boca ¨ algo que
sospechaba."A la primera mirada – Deutsch no tuvo dudas de
que se trataba de un cáncer avanzado. Pero al hacer una
segunda revisión le comunicó a Freud que
simplemente era un caso de leucoplasia ¨. Deutsch se
sintió especialmente desazonado cuando Freud le
solicitó que ¨ le ayudara a abandonar este mundo en
actitud digna (mit Anstand) si estaba condenado en vivir en
sufrimiento. De inmediato Freud lo comprometió a que le
informara exactamente la verdad acerca del resultado de la
biopsia y pidió que se dieran la mano para cerrar este
compromiso.

Si para Deutsch la verdad podía matar, para Freud
el ocultamiento y la mentira lo rebajaban en su dignidad
última de ser humano. Fue un golpe muy doloroso, incluso
mayor que su enfermedad cuando supo que sus discípulos
resolvieron no hacerle partícipe de la gravedad de su
situación en Lavarone: mit welchem recht? (¿Con que
derecho?) la indignación por no haber sido considerado un
sujeto responsable de si mismo, capaz de enfrentar su propia
existencia finita.

Superó con mucho, el resto de las quejas que
formuló en las distintas cartas que intercambiaron en el
periodo de máxima tensión: haber escogido a Hajek
como su primer cirujano a pesar de saber que no era el más
diestro, haber estimulado el viaje a Roma después de sus
vacaciones de Lavarone en lugar de acelerar sus operación
con Pichler tomando en consideración su gravedad, y haber
permitido en su juicio médico, se alterara por su
análisis con Sigfried Bernfeld. (Según Freud,
Bernfeld había notificado los detalles íntimos de
su enfermedad con otros colegas basándose en lo que
había oído como analista personal de Deustch ya que
este se estaba sometiendo a un psicoanálisis
didáctico).

En una carta empero se confesó como nunca ante
él: "Siempre pude adaptarme a todo tipo de realidad e
incluso soportar la incertidumbre debida a mi realidad, pero al
ser dejado a solas con mi inseguridad subjetiva, sin el
sostén o pilar de Ananké – la inevitable e
inexorable necesidad – tuve que caer presa de la miserable
cobardía del ser humano y convertirme en un
espectáculo indigno para los demás". En otras
palabras, al optar por sus valores propios e intransferibles
Freud descartó a la salud (orgánica o
psicológica) como determinante último o premisa
definitoria de su persona: en toda circunstancia la vida vale la
pena de ser vivida pero solo cuando se adscribe y profesa
siguiendo un cierto ideal de sí- de "vida feliz"
(eudaimonía), de acuerdo a Aristóteles.

La ética de la veracidad. Frente a la
ética de la beneficencia y la ética de la
autonomía, el caso Freud-Deutsch nos permite postular una
ética de la veracidad. En lugar de preguntar por
"¿Qué quiso el médico (Deutsch)?" o
"¿Qué quiso el paciente (Freud)?" lo que interesa
es "¿Cuál fue la autenticidad de las elecciones y
decepciones de Freud?" y" ¿Cuál fue la autenticidad
de las decisiones de Deutsch?". La auto-comprensión
ética recién se inicia después de aceptar la
humillación narcisista que implica conocernos en las
insinceridades, simulaciones, falsedades y mascaras que nos
constituyen. Esto lo sabía bien Freud cuando
aseguró que el hombre había experimentado tres
tipos de heridas narcisistas siendo la tercera la más
dolorosa: no ser el amo y señor de su propio yo. La
veracidad es tanto el valor más básico en el juego
en referencia a las otras dos éticas como también
una técnica de auto-develación: procedimiento
doloroso, una lucha atormentada contra las resistencias y
disimulos. O lo que es lo mismo, el conocimiento
ético se gana al final y no al comienzo del encuentro
médico.

El fundamento de la bioética de la veracidad esta
cercano al coro de Agamenón de Esquilo:
pathei-mathos, "la sabiduría (sinceridad)
sólo se alcanza a través del
sufrimiento.

Exilio y
muerte

Las condiciones anímicas de Freud empezaron a
convertirse en un verdadero calvario muy cerca de su aniversario
setenta. Su principal preocupación no era que los
años se le estaban viniendo encima, sino más bien
que él no estaba en condiciones de salud para soportar los
reconocimientos y festejos que año tras año ya era
una costumbre.

Más de alguna vez pensó en recluirse en
algún sanatorio donde poder recibir la atención que
un convaleciente requería. Pero finalmente
consideró que no sería una salida digna en su
condición de patriarca.

Una vez llegado su onomástico 70, no se hicieron
esperar el torrente de cartas y telegramas procedentes de todas
partes del mundo. Dentro de las más importantes estaban
las de Brandes, Einstein, Ybette Guilbert, Romain Rolland y la
Universidad Hebrea de Jerusalén, además de una
carta de felicitación de la viuda de Breuer.

La masiva emigración de judíos en Alemania
estaba en un estado de ebullición y la perspectiva de los
analistas era bastante desesperanzadora. Freud no se mostraba
pesimista en relación a la suerte que guardaba a los
ciudadanos en Austria.

En 1933 se presentó una de las situaciones
más complicadas para Freud aunado con el estado grave que
guardaba su salud. El había abrigado la posibilidad de que
el interés por el psicoanálisis se iba a debilitar
significativamente, e incluso hasta desaparecer tal como
ocurrió durante la primera guerra mundial. Ahora con la
persecución nazi encabezada por Hitler, estos mismos
sentimientos de rechazo podrían de nuevo despertar. Y
efectivamente como sucedió después, los
países que más acogieron al psicoanálisis
fueron los más golpeados por la persecución
antisemita.

Para Freud esa situación cada vez la veía
más peligrosa. Sin embargo, nunca mostró signos de
debilidad o temor ante el holocausto que estaba por venir. En una
carta a Marie Bonaparte así lo refleja. "! Cuan dichosa es
usted al verse enfrascada en su trabajo sin tener que enterarse
de las cosas horribles que suceden alrededor de uno. La gente
teme que las extravagancias nacionalistas de Alemania puedan
extenderse a nuestro pequeño país. Se me ha
aconsejado incluso que huya de inmediato a Suiza o Francia. Esto
no tiene sentido; no creo que exista peligro alguno aquí y
sí tal cosa llega estoy firmemente resuelto a esperarla
aquí. Si me matan, bueno. Es una suerte como cualquier
otra. Pero probablemente esto no es otra cosa que una bravata de
poca monta".

Tres meses después de esta misiva dirigida a una
de sus discípulas más fieles, inició la
ominosa persecución nazi. Ferenczi en una carta a Freud le
pide fervorosamente que salga del país, que todavía
era tiempo. Le sugirió que se fuera a Inglaterra, junto
con su hija Anna y rescatar los objetos más personales.
Sin embargo, Freud nunca atendió las recomendaciones
hechas por Ferenczi, que en ese momento se encontraba delicado de
salud.

Veamos un fragmento de la última carta que Freud
le escribió a su amigo. "En cuanto al motivo de su carta,
lo que se refiere a huir, me siento contento de poder decirle que
no pienso abandonar Viena. No estoy en buenas condiciones de
movilidad y dependo demasiado de mi tratamiento, de ciertas cosas
que me pueden traer alguna mejoría y comodidad.
Además, no quiero dejar lo que poseo aquí. De todos
modos, probablemente me quedaría aún si estuviera
en pleno goce de mi salud y mi juventud. Hay detrás de
eso, por supuesto, una actitud emocional, pero también
algunas racionalizaciones. O hay seguridad que el régimen
de Hitler se imponga en Austria. Ello es posible, ciertamente,
pero todo el mundo cree que no alcanzará la crueldad y la
brutalidad que ha llegado a Alemania. No hay peligro personal
alguno en cuanto a mí, y cuando usted se imagina que la
opresión de nosotros, los judíos, nos depara una
vida desagradable, piense también cuan incómoda
sería la vida en el extranjero, ya sea en Suiza o en
Inglaterra, que son los países que acogen a los
refugiados. En mí opinión la fuga se
justificaría solamente por una amenaza directa de muerte;
además sí lo llegan a matar a uno, esto
sería simplemente una forma de morir, como cualquier
otra".

Tan pronto como Hitler llega al poder, Eitingon fue a
Viena a discutir la situación de Freud. Su
preocupación era cual iba a ser el destino del Instituto
Psicoanalítico de Berlín, por el que tanto
había hecho por él. Freud instó a Eitingon a
que resistiera todo cuanto fuera posible. Pero que si la
situación se volviera muy apremiante que tomara la
decisión correcta. Que por su parte el haría lo
propio si las circunstancias así lo ameritaban.

En mayo de 1933 Freud se enteró de que en
Alemania sus libros junto con los de otros escritores
Judíos habían sido quemados. Haciendo este jocoso
comentario: "Cuánto hemos progresado. En la Edad Media
me hubieran quemado a mí; ahora se conforman con quemar
mis libros".

En enero de 1935 hizo a Lou Salomé una extensa
descripción– de varias páginas- de sus ideas sobre
Moisés y la Religión. Concluía con el
siguiente aforismo: "la religión no debe a su fuerza
verdad alguna, entendida esta al pie de la letra, sino a la
verdad histórica que contiene. Y continua diciendo:
"Ahora, Lou, ve usted que uno no puede publicar esta
fórmula, que me ha fascinado a mí, en la Austria de
hoy sin correr el riesgo de que las autoridades católicas
prohíban oficialmente la práctica
psicoanalítica. Y a pesar mío este catolicismo es
el que nos protege del nazismo.

En 1938 llegó la fecha menos esperada por Freud.
La invasión Nazi a Austria puso a Freud en un verdadero
predicamento y todas sus más firmes convicciones de
permanecer en Viena se desvanecían. El exilio a otro
país cada vez estaba más cercano.La sugerencia de
familiares, amigos y colegas coincidían que el destino a
Inglaterra pareciera que fuera el nuevo lugar de residencia para
Freud. Pero había en lo más profundo de su alma el
deseo de seguir permaneciendo y esperar ahí lo que el
destino le tuviera deparado.

Ernest Jones intentó en reiteradas ocasiones
persuadirlo de que desistiera de la idea de quedarse en Viena,
pero Freud se mantuvo firme en su actitud de esperar hasta lo
último.

Ana Freud le pidió a Jones que fuera a las
instalaciones de la Verlag para apoyar a Martín Freud. Al
llegar Jones se encontró con que todo el edificio estaba
tomado por personal de la Gestapo, Martin estaba arrestado y los
nazis hicieron todo tipo de tropelías y saqueos en las
oficinas de la editorial. Posteriormente liberaron a Martin y a
Jones.

De regreso a la casa de Freud, Jones se encuentra con
otra desagradable situación. La casa de Freud fue
literalmente invadida por personal de la Gestapo. Martha Freud
salió a enfrentarlos y sacando fuerzas de flaqueza y en
una actitud casi amable invitó a los nazis a que tomaran
asiento.

Enseguida se dirigió a la caja fuerte y
reunió todo el dinero que tenia para ofrecérselos a
los agentes, estos sin más empacho, recogieron el dinero y
continuaron la búsqueda de documentos que pudieran
incriminar a la familia. Dado el alboroto que no dejo de
escucharse, se abrió la puerta del pasillo de fondo y con
voz entrecortada, pero firme a la vez Freud les reclamó
por semejante atropello. Los nazis con actitud retadora le
contestaron que ya habían revisado, pero que
volverían más tarde.

A esas alturas de la situación todavía se
estaba especulando los posibles lugares a los que Freud
tendría que emigrar. Las opciones más probables
eran Francia e Inglaterra.

La decisión final fue Inglaterra, puesto que
reunía en gran parte las condiciones necesarias para la
residencia de Freud. Ahí estaba viviendo desde hace varios
años Ernst y su hijo, además, Jones era ciudadano
inglés y seria el anfitrión. Las relaciones
diplomáticas con Austria eran buenas y facilitaban los
trámites.

Marie Bonaparte jugaría un papel importante en
esta gestión, ya que por conducto de ella se pagó
una cantidad a la SS para permitirle la salida de Austria y
además estuvo en contacto por la vía
diplomática con William Bullit embajador de los Estados
Unidos en Francia, este a su vez le solicitó al Presidente
Roosevelt que eran muy amigos que intercediera por Freud para
facilitar su extradición.

Marie Bonaparte y Ana Freud revisaron todos los
documentos de Freud algunos los quemaron por considerar que no
tenían ninguna trascendencia, y también para no
llevar demasiado equipaje ya que todo esto causaría mucha
suspicacia en el momento de la revisión.

Pero mientras todo esto ocurría, regresaron los
agentes de la SS y se llevaron a Ana para interrogarla. Fue el
día más largo que haya sufrido Freud en su vida.
Tan solo pensar que fuera torturada o enviada a los campos de
exterminio nazi, como solía ocurrir con los judíos,
representaba para Freud una verdadera tortura. Pero
afortunadamente ese mismo día a las siete de la tarde Ana
regresó sana y salva a casa.

La larga espero al fin llegó, Freud se
presentó a las oficinas de la Gestapo para firmar un
documento que le permitía obtener la visa hacia el
extranjero. Dicho documento expresaba tácitamente las
excelentes condiciones a las que Freud fue tratado por la SS y
que esta misma agencia le proporcionó todas las
facilidades que a su estatus de científico
correspondía. En el momento de la firma de dicho documento
Freud le comentó al oficial nazi sí podría
agregar un comentario a un costado de su firma, por lo que el
alemán asintió afirmativamente: "De todo
corazón puedo recomendar la Gestapo a
cualquiera".

El 4 de Julio de 1938 Freud dirigió la
última mirada a esa ciudad que fue testigo de tantos
momentos de éxito y momentos difíciles en su vida y
trayectoria profesional.

Al día siguiente Freud su esposa y Ana ya
habían cruzado la frontera y se encontraban en Francia
disfrutando aires de libertad y paz. Ya en París Marie
Bonaparte, Harry Freud, Ernst Freud y W. Bullit los estaban
esperando con alegría. Pasaron casi todo el día en
casa de Marie y disfrutaron momentos inolvidables.

A su llegada a Londres, los Freud fueron recibidos por
una multitud de personas muchas de ellas desconocidas pero que
seguramente conocían de sus trabajos difundidos
mundialmente. Ahí también los aguardaban sus hijos
Mathilde y Martín junto con Jones y su esposa.
Definitivamente fue un recibimiento cálido y
emotivo.

Durante varios días los periódicos
estuvieron dando la nota con fotografías y comentarios
halagüeños hacia Freud. Del mismo modo no se hicieron
esperar las publicaciones especializadas donde escribían
breves editoriales sobre el arribo de Freud a Londres. Por
ejemplo el British Medical Journal hizo la siguiente
declaración. "La profesión médica de la
Gran Bretaña se sentirá orgullosa de que su
país haya ofrecido asilo al profesor Freud y de que
él haya escogido este país como su nueva
patria
".

Una vez establecidos en su nueva casa ubicada en
Hamstead (en 20 Maresfield Garden, hoy museo). A Freud le
gustó mucho y dijo que era demasiado linda para alguien
que no la habitaría mucho tiempo, pero que la encontraba
realmente hermosa. El bonito jardín era el lugar donde
más solía estar en esos breves instantes del
día donde salía el sol. El jardín
verdaderamente era un lugar muy preciado para él. Su
consultorio que tenía acceso directo al jardín a
través de una puerta con un amplio ventanal, estaba
perfectamente bien acondicionada. Los cuadros, los libros y las
figurillas egipcias fueron colocados en la misma posición
que guardaba su consultorio en la Bergasse.

El 19 de julio de 1938, Salvador Dalí se
encontró con Sigmund Freud en Elsworthy Road de Londres.
Tres días antes el creador del psicoanálisis
había concluido el último capítulo del
Moisés y el monoteísmo. Tres días más
tarde comenzó a escribir "Esquema del psicoanálisis
"trabajo que dejaría inconcluso. Según cuenta
Dalí en un libro Diario de un genio (Memorias, 1952-1964),
El escritor Estefan Zweig- quien habría de ser él
quien posibilitó al pintor de la vista anhelada. Parece
que Salvador Dalí se esforzó enormemente por
impresionar al gran psicoanalista Freud, sin inmutarse, lo
observaba en silencio. Al despedirse, Sigmund Freud
pronunció una sola frase que quedó grabada para
siempre en la mente de Dalí: "Nunca había conocido
a tan perfecto prototipo de español. ¡Qué
fanático!".

Esa visita tuvo como producto un dibujo de Dalí,
hecho al carbón: "Retrato de Freud". Dalí cuenta
que la cabeza de Freud le evocaba la forma de un caracol de
Borgoña, y así intentó manifestarlo en su
retrato. Cuenta Dalí que se sintió muy ansioso por
conocer la reacción y la opinión de Freud sobre el
dibujo de su rosto.

Parece que Dalí insistió ante Stefan Zweig
para que le transmitiera algún comentario de Freud cuando
viera su retrato. Sólo cuatro meses después, al
encontrarse con Zweig en Nueva York, recibió una respuesta
escueta, casi evasiva: "Le gustó mucho", sin abundar en
mayores detalles y pasando en seguida a otro tema.

Cuenta Dalí que sólo tiempo
después, cuando Stefan Zweig se suicidó en Brasil,
y al leer el final de su obra póstuma que el pintor nombra
como "El mundo del mañana" (pero el libro de Zweig se
llama en realidad El mundo del ayer), pudo comprender lo ocurrido
con el retrato

Freud jamás había llegado a verlo. Stefan
Zweig había mentido en Nueva York. Según
Dalí relata, Stefan Zweig nunca se atrevió a
mostrarle el retrato a Freud por temor a sobresaltarlo, por
comprender que ese dibujo "presagiaba de manera clara la
inminente muerte de Freud". Según dice Dalí en su
diario íntimo, "sin darme cuenta dibujé la muerte
terrestre de Freud, en ese retrato al carbón que hice un
año antes de que muriera".

En Julio de 1939 Freud recibió una de las
últimas visitas de sus discípulos. Hans Sachs que
por su apariencia anticipaba con esto la despedida final de su
maestro, no sin antes percatarse de dos hechos trascendentes en
el ocaso de la vida de Freud. Sach lo encontró lucido y
dispuesto a pesar de los malestares que le ocasionaba su
prolongada y cruel enfermedad, y la otra es que aún en el
estado en que se encontraba se le veía con ánimo de
comentar todo lo relacionado con la evolución del
psicoanálisis en Norteamérica.

Freud era reacio a tomar drogas. Como le dijo una vez a
Zweig. "Prefiero pensar en medio del tormento a no estar en
condiciones de pensar con claridad
". No obstante solo
aceptaba administrarse algunas dosis de aspirina, el único
calmante antes de morir.

En agosto de ese mismo año apareció otra
noticia que desalentaba a un más las esperanzas de la
evolución de su enfermedad. Un olor desagradable que
provenía de la boca producto de la infección. Le
trajeron la perrita pero está en lugar de acercarse a
él como era de costumbre, se dirigió hacia el
rincón de la habitación sin mostrar ningún
signo de afecto como era su costumbre. Fue esto el presagio de
que la hora estaba más cerca que nunca. Freud recostado en
su sillón observaba con detalle y cuidado sus libros, los
cuadros y las figuras que escrupulosamente habían sido
colocadas en su estudio. Escuchaba la radio informando que la
guerra de los nazis iba a ser la última, y Shur le
preguntó, que si eso era cierto, Freud sólo pudo
responder los siguiente." De cualquier manera es la última
guerra para mí". El último libro que leyó
fue la piel de zapa de Balzac.

El cáncer se abrió paso hasta la mejilla y
la cara y el estado de putrefacción aumentó. El
agotamiento llegó hasta sus límites y el
sufrimiento era ya intolerable. En seguida le hablaron a Jones
para que lo acompañara en sus últimos
momentos.

El 21 de septiembre de 1939 Freud le dijo a su
médico: "Querido Shur, usted recordará nuestra
primera conversación. Usted me prometió que me
ayudaría cuando yo ya no podría soportar
más. Ahora es sólo una tortura y ya no tiene
ningún sentido". Shur le apretó la mano y le
prometió que le daría sedantes adecuados; Freud le
agradeció, diciéndole: "Cuéntele a Ana
nuestra conversación" A pesar de esa penosa
situación Freud nunca mostró autocompasión
ni lástima, solo la realidad
.

El 23 de septiembre de 1939 Freud recostado en su cama
le pidió a Shur que cumpliera lo prometido. En seguida
tomó la decisión y procedió a administrarle
una pequeña dosis de morfina suficiente para un cuerpo que
mostraba ya claros signos de abatimiento total. Freud
murió ese día antes de la media noche. Todos sus
sufrimientos al fin habían terminado.

 

 

Autor:

José Gonález

 

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