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La guerra de las divisas… (Primera parte) (página 3)




Enviado por Ricardo Lomoro



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11

La publicación el 20 de febrero (2013) de las
minutas de la reunión de enero de la Fed reveló que
las autoridades temen que las políticas actuales de
relajación monetaria puedan desembocar en la toma de
riesgos excesivos y causar inestabilidad en los mercados
financieros.

La Fed está invirtiendo unos US$ 85.000 millones
mensuales en la compra de créditos hipotecarios y valores
del Tesoro con el fin de reducir las tasas de interés de
largo plazo. Ben Bernanke, el presidente del organismo, ha
prometido mantener las tasas de corto plazo en su actual nivel de
casi cero hasta que se normalice la tasa de desempleo. Las
medidas no han provocado los brotes inflacionarios que algunos
vaticinaron y muchos economistas al interior del banco central se
inclinan a seguir apoyándolas.

No obstante, algunos de los participantes en la
reunión de política realizada el 30 y el 31 de
enero (2013) manifestaron su preocupación de que las
políticas de crédito barato desemboquen en una toma
excesiva de riesgos e inestabilidad en los mercados financieros,
según las minutas.

Algunos economistas de la Fed opinan que la entidad
tendrá que moderar o poner fin a sus polémicos
planes de compra de bonos antes de que se recupere el mercado
laboral, según los documentos.

Detrás de las crecientes dudas de la Fed radica
un cambio profundo en el banco central desde la crisis financiera
de 2008. Numerosos economistas consideraban las crisis
financieras como problemas que sólo afectaban a los
países en desarrollo y que la mejor forma de abordar las
burbujas de activos era esperar a que reventaran para
después afrontar las consecuencias.

Ahora, en las palabras del propio Bernanke durante una
aparición en la Universidad de Michigan el mes de enero
(2013), la Fed "necesita pensar acerca de la estabilidad
financiera y monetaria, económica, como, en cierto
sentido, los dos grandes pilares de lo que trata de hacer un
banco central".

Últimamente, la lectura de lo que está
ocurriendo en los mercados financieros ha sido perturbadora. Los
bancos y los inversionistas han asumido deuda de mayor riesgo,
las empresas están emitiendo montos récord de bonos
chatarra y se están expandiendo los rincones más
exóticos de los mercados de valores hipotecarios y de
créditos a empresas.

El banco central no está convencido de que estas
señales apunten a un peligro inminente para el sistema
financiero estadounidense. El debate, más bien, gira en
torno a si los programas de la Fed podrían producir
turbulencias y si, a medida que se expanden, se vuelve más
difícil cerrar las compuertas del crédito
barato.

La Fed ha indicado que las tasas de corto plazo
seguirán bajas hasta que el desempleo caiga desde su
actual nivel de 7,9% a 6,5%, siempre y cuando la inflación
siga siendo moderada. Las compras de bonos continuarán
hasta que se produzca una mejora sustancial del empleo. El
organismo, sin embargo, ha dejado en claro que el actual cuadro
podría cambiar si surgen nuevas amenazas al sistema
financiero.

Las mismas tasas de interés bajas que intentan
estimular el crecimiento y el empleo están creando vastas
sumas de crédito barato y desatando una carrera por parte
de los inversionistas para encontrar retornos más altos
que, por definición, acarrean un mayor riesgo.

"En este momento, tenemos un mercado de bonos bastante
robusto", señaló en una entrevista Richard Fisher,
presidente del Banco de la Reserva Federal de Dallas y un ex
gestor de inversiones. La formación de estos mercados
robustos es precisamente lo que busca la Fed, aclaró, pero
el salto del mercado crediticio lo ha puesto en guardia contra la
aparición de un nuevo auge de crédito.

Jeremy Stein, gobernador de la Reserva Federal,
comparó el desafío de la Fed con el de la
tripulación de un barco que debe distinguir entre los
pedazos sueltos de hielo y los icebergs. Agregó que hay
mucha actividad en los mercados financieros que transcurre sin
que los reguladores se den cuenta. "Tenemos que ser humildes
acerca de nuestra capacidad para ver todo lo que está
pasando y debemos interpretar las claves que observamos de forma
correspondiente", aseguró.

Identificar las amenazas al sistema financiero es
más difícil que en los casos de la inflación
o el empleo, que tienen indicadores más uniformes. Hasta
hace poco, la principal crítica hacia la Fed era que sus
políticas de estímulo iban a generar una
inflación alta, pero los precios al consumidor siguen por
debajo del 2% que el banco central tiene como meta.

El peligro es que las tasas bajas alienten a algunas
personas e instituciones a asumir demasiada deuda o demasiados
activos riesgosos. En el peor de los casos, ese tipo de conducta
del mercado puede arruinar a los bancos e instituciones
financieras con mayor exposición.

Monografias.com

Dos representantes del banco central -la presidenta de
la Fed de Cleveland, Sandra Pianalto, y el presidente de la Fed
de St. Louis, James Bullard- han afirmado en discursos recientes
(febrero 2013) que la institución quizá
debería reducir sus compras de bonos según las
condiciones del momento, aunque ofrecieron razones distintas.
Optimista por la perspectiva económica para este
año y el próximo, Bullard dijo que la Fed
podría desacelerar el ritmo de sus compras de bonos si los
pronósticos aciertan.

Pianalto, por otro lado, expresó inquietudes de
que algunas firmas financieras podrían estar asumiendo
demasiado riesgo.

Las minutas indican que otros representantes de la Fed
temen que las políticas monetarias relajadas del banco
central podrían estar fomentando una excesiva toma de
riesgos en algunos sectores de los mercados crediticios. Mientras
que la mayoría dijo que los programas de compra de bonos
del banco habían ayudado a estimular la actividad
económica, varios "expresaron preocupación sobre el
potencial de una excesiva toma de riesgos y las consecuencias
adversas para la estabilidad financiera", según las
minutas.

La presidenta de la Fed de Kansas City, Esther George,
se mostró disconforme en la reunión de enero
(2013), citando preocupaciones sobre la estabilidad
financiera.

Las minutas también sugirieron que los
representantes de la Fed podrían estar reconsiderando su
estrategia de salida.

"Un número de participantes habló de la
posibilidad de proporcionar una política de relajamiento
monetario al mantener los valores por un periodo más largo
de tiempo que el previsto" por el Comité, "ya sea como
complemento, o reemplazo, de las compras de activos", dicen las
minutas.

La inmediata respuesta de "los mercados" (minuta a
minuto)

Las bolsas de EEUU caen tras las minutas de la
Fed (The Wall Street Journal – 20/2/13)

Nueva York.- Las acciones de Estados Unidos cayeron
luego que las minutas de la Reserva Federal reflejaran una
creciente incomodidad con las medidas del banco central para
estimular la economía, lo que envió al Promedio
Industrial Dow Jones a registrar su segunda mayor caída de
este año.

El Dow declinó 108,13 puntos, o 0,8%, a
13.927,54, su mayor descenso desde el 4 de febrero, cuando el
índice perdió 130 puntos.

El índice Standard & Poor's 500
declinó 18,99 puntos, o 1,2%, a 1.511,95. La caída
del miércoles -la más grande desde noviembre- se
produce luego que el S&P 500 anotara el martes el nivel de
cierre más alto desde 2007. En tanto, el índice
Compuesto Nasdaq retrocedió 49,19 puntos, o 1,5%, a
3.164,41.

Los principales índices referenciales se
desplomaron a mínimos de sesión tras la
publicación de las minutas de la Fed, que reflejaron la
preocupación de los funcionarios el mes pasado porque las
políticas acomodaticias del banco central podrían
conllevar a una inestabilidad en los mercados financieros y
podría ser difícil retirarlas en el
futuro…

Tablero deportivo (anticipando el marcador) (escrito el
22/2/13)

La Reserva Federal sentirá "miedo
escénico" y no se animará a quitar la
"respiración asistida" a Wall Street. Todo quedará
en una "sobrerreacción" de los mercados, en una "lectura
apresurada" de la minuta, en que se trata de "una
corrección y no de un cambio de tendencia" y que "el
entorno actual caracterizado por las tasas bajas y las
políticas de estímulo incluso se puede acentuar",
en que la situación de la economía de Estados
Unidos "no justifica un repliegue" de las políticas de la
Fed…

La razón coyuntural se convierte en norma y lo
excepcional en habitual. La técnica de la patada adelante
-que el tiempo arregla todo- y esta dinámica suicida, no
van a cambiar a corto o medio plazo. Que no caerá esa
breva, que no…

No soy el único que piensa de esta manera, aunque
obviamente y por supuesto, no soy el más relevante.
Partiendo de ese supuesto, "niego la mayor": ¿guerra de
divisas? NO.

– Versión personal breve (lo que los
"presumidos" llamarían: Resumen Ejecutivo)

Para lectores de "alta velocidad" (high frecuency) o
para adictos al "clic informático".

Interpretación reducida, libre y subjetiva (tal
vez), pero no exenta de cierta lógica económica
(eso espero); herramienta de análisis y proyección
muy poco utilizada (así nos va) y menos practicada por los
"decision makers" (así nos va). Los "modelistas"
económicos se niegan a emplearla para no "entristecer" sus
"dibujos animados".

¿Existe una
guerra de divisas? Una respuesta en varios tiempos: creo que
no

1 – La expansión monetaria se realizó (y
continúa) para socorrer a la banca norteamericana ahogada
por los activos tóxicos (subprime lending), las
titulizaciones de deuda (Collaterized Debt Obligation), los
derivados de incumplimiento crediticio (Credit Default Swap) y
otras diversas operaciones especulativas fuera de balance.
Paulson/Bush, Geithner/Obama y Bernanke (siempre Bernanke) fueron
los patrocinadores de la relajación cuantitativa
(quantitative easing), por ahora, "ilimitada".

2 – El auxilio a la banca se transformó en una
manifiesta socialización de las pérdidas que
terminó incrementando (y continúa) el
déficit público del gobierno de los EEUU,
requiriendo un mayor financiamiento, imposible de cubrir
únicamente atrayendo ahorro externo (capitales de terceros
países). Esta situación comprometió a la
Reserva Federal a financiar parte del déficit fiscal hasta
cubrir los requerimientos del programa.

3 – Las sucesivas rebajas de las tasas de interés
(represión financiera) se realizaron con la
intención de incentivar la demanda (ampliar el consumo)
-cosa que no se cumplió-, mejorar la rentabilidad de los
bancos (recomponer los balances) e incrementar la
especulación bursátil (sostener los mercados)
-ambos objetivos se han cumplido-. Las menores tasas de
interés, también disminuyeron el costo fiscal de la
deuda pública.

4 – Las empresas y los particulares continuaron con el
proceso de desapalancamiento, por lo se produjo un excedente de
masa monetaria no aplicada y que a consecuencia de las bajas
tasas de interés, fue orientada a inversiones en el
exterior (materias primas, acciones, bonos…). Esto
originó grandes ingresos de dólares en los mercados
de algunos países emergentes provocando la
revaluación de sus monedas (simple acción de la
oferta -dólares- y la demanda -moneda local- para realizar
las inversiones previstas).

5 – El atractivo del dólar (moneda refugio y
principal medio de pago internacional), hizo que a pesar de las
bajas tasas de interés continuaran ingresando a los EEUU
fondos del exterior (fundamentalmente de China y otros
países excedentarios), que complementaban (completaban)
las operaciones de adquisición de bonos del Tesoro por
parte de la Fed. Además China está obligada a
seguir dando crédito a su principal cliente (EEUU), para
que pueda continuar comprando sus productos.

6 – El "señoreaje" es el ingreso o utilidad que
percibe un gobierno o autoridad monetaria como resultado de su
poder monopólico para la emisión de moneda. La
moneda norteamericana por concepto de señoreaje,
proporciona una gran fuente de ingresos a la Reserva Federal de
los EEUU. Todos los gobiernos de países que tienen la
capacidad de emitir su moneda reciben una utilidad por concepto
de señoreaje, es decir, es una transferencia desde los
tenedores de dinero, al gobierno que emitió la moneda. En
lo que respecta al dólar, esta figura capitalista
contribuye a mejorar el beneficio de la moneda norteamericana,
más fuerte a nivel internacional, dado que casi todos los
países del mundo tienen sus reservas internacionales
representadas en papel moneda dólar. La demanda de
dólares a nivel internacional aumenta el beneficio por
señoreaje de EEUU.

7 – Que las monedas de algunos países
desarrollados (Suiza, Japón, Unión Europea…)
se mantengan con alta cotización respecto del
dólar, permite un aumento del giro de utilidades y
regalías (medidas en dólares) de las empresas
americanas radicadas en ellos. Esta situación se repite en
algunos países emergentes y en las operaciones de
IED.

8 – Estados Unidos lleva tres décadas acumulando
déficits comerciales, y su balanza de pagos refleja una
Posición de Inversión Internacional Neta
fuertemente negativa. Aunque esta situación debería
haberse comenzado a corregir -bajo el riesgo de provocar una
potencial implosión en la confianza y cotización de
los activos estadounidenses-, una misteriosa "Materia Oscura"
mantiene a los mercados en equilibrio: las rentas netas recibidas
por los activos internacionales netos son persistentemente
positivas a pesar de los déficits acumulados. El origen
más plausible de dichas rentas es una gran masa de
ganancias de capital no contabilizadas provenientes de la
inversión exterior de Estados Unidos, cuyo núcleo
se encuentra en el mayor know-how de sus empresas
multinacionales. Aunque Estados Unidos presente un enorme
déficit comercial, este déficit se compensa cada
año con la exportación de enormes cantidades de
dicho capital intangible, un capital acumulado que equivale al
19% de los activos totales de Estados Unidos en el
exterior.

9 – Al modificar los "paradigmas" de la Fed, dando
prioridad al crecimiento de la economía y la
creación de empleo, sobre el control de la
inflación, se facilita la monetización de la deuda
por la vía de la emisión de dinero sin respaldo. El
"deslizamiento" inflacionario acelera la "licuación" de
los pasivos (de los bancos y del gobierno, principalmente), con
alto perjuicio (otra forma de represión financiera) para
los tenedores de deuda (pública o privada), o activos
líquidos (dólares).

10 – Una devaluación del dólar favorece
sus exportaciones y encarece sus importaciones, posibilitando una
mejora de su balanza comercial. También torna más
atractivo para el inversor extranjero adquirir acciones, empresas
e inmuebles en los Estados Unidos. La teoría
económica predice que los déficits comerciales no
pueden ser viables de forma sostenible en el tiempo, y que, de no
corregirse, existe un riesgo de implosión de la moneda que
los soporta. Sin embargo, la economía americana sigue
desafiando año tras año la ley de la gravedad,
añadiendo nueva deuda sin que se corrija la
situación ni se desencadene dicha implosión. Es
más, esta situación, que ya inspiraba temor a
principios del nuevo siglo, ha sobrevivido al cuasi-colapso del
sistema financiero, al salvamento de entidades de la magnitud de
AIG y a las sucesivas rondas de estímulos monetarios (los
famosos QE), que han llevado a que el balance de la FED
prácticamente se multiplique por cuatro.

Como puede observarse, recién en el décimo
puesto del "ranking" de prioridades (e importancia) pongo la
devaluación del dólar como objetivo
estratégico, para mejorar su balanza de pagos. No es que
carezca de interés (a todos los países les interesa
incrementar sus exportaciones), pero estimo que no resulta un fin
prioritario a lo hora de establecer la actual política
monetaria de la Reserva Federal.

¿Existe un riesgo de guerra de divisas? Es
más difícil de contestar: supongo que
no

1 – "Cuando uno no quiere, dos no se pelean". EEUU no
presenta batalla comercial. Hace lo que tiene que hacer (o
considera que tiene que hacer, de acuerdo a sus intereses), y
que… "cada santo aguante su vela". No "consulta" a sus
supuestos socios comerciales (¡que eufemismo!), no "debate"
en ningún foro internacional (¡que sarcasmo!),
actúa según sus necesidades, objetivos y
prioridades, en tiempo y forma. El resto de mundo mundial, se
entera… por los periódicos. Y suben o bajan con la
marea.

2 – Existe una amplia diferencia de "poder de fuego"
entre EEUU y el resto de los "contendientes" (me gusta más
la palabra "dependientes") en la guerra cambiaria. Estados Unidos
invade el mundo con sus dólares (auténticos o
falsos, según las épocas y circunstancias).
Aprovecha la "adicción" al dólar, del resto del
mundo, para extender su ámbito de influencia. Emplea su
"poder blando" (dólar-dependencia), para neutralizar
cualquier intento de reacción internacional. Probablemente
emplearía su "poder duro", en caso de ser necesario, ante
una eventual rebelión regional, en lo que considera (no
sin razón) su "patio trasero" (y no me refiero
únicamente a Latinoamérica, que va de
suyo).

3 – Al final… todos quieren tener dólares.
Casi setenta años de colonización económica
y pedagógica dan para mucho. Hasta los alemanes
están agradecidos -aún- de haber sido derrotados
(los más viejos del lugar recuerdan con melancolía
las chocolatinas que les daban las tropas americanas cuando
llegaban a su ciudad -sic-). El Plan Marshall en Europa
El apoyo americano al "milagro" del Japón… En fin,
la "pax" americana, ha provocado un síndrome de Estocolmo
con visos de esclavitud moral, en gran parte de la comunidad
internacional. Hasta el enemigo comunista se ha transformado
(gracias al fin de la "guerra fría") en socio preferente,
y mayor proveedor de mercancías y capitales.

4 – Si algún país se tomara en serio (no
con proclamas demagógicas de consumo interno y vuelo
gallináceo) el riesgo de devaluaciones competitivas y el
daño que le pudiera provocar el ingreso abrupto de
dólares a su mercado interior (con la consiguiente
distorsión de precios relativos) sería prudente
comenzar por controlar el ingreso de capitales. Eliminar o
limitar el libre movimiento de capitales. Exigir plazo
mínimo a las Inversiones Extranjeras Directas, establecer
qué sectores de la economía pueden recibir
inversiones del exterior, poner tasas o sobre costos fiscales al
ingreso de divisas… ¿A ver quién se anima a
ponerle el cascabel al gato?

5 – Como alternativa menos drástica (valiente) se
podría intentar modificar (reducir) la tasa de
interés para desalentar la apetencia por la moneda local
para realizar operaciones de carry trade. Se le llama "carry
trade" al hecho de financiarse o pedir prestado en activos de
bajo rendimiento para colocar o invertir en instrumentos de alto
rendimiento.

6 – Si se le ocurriera plantar batalla comercial o
cambiaria (cosa poco probable y muy desaconsejable) tal vez
sería prudente comenzar por establecer barreras no
arancelarias, siempre más sutiles y defendibles en los
foros internacionales. Medidas sanitarias, medioambientales, de
etiquetado, pesos y medidas… en fin, "artilugios" que
permitan disminuir, atenuar, o demorar, el ingreso de
mercancías a menores costos.

7 – Luego sería el momento de aplicar barreras
arancelarias (aquí comienza la guerra comercial, dentro
del formato tradicional). Aranceles, tasas, permisos de
importación, depósitos previos… Las barreras
legales que más se utilizan son las arancelarias y tienen
como fin impedir o desalentar el ingreso de determinadas
mercancías y/o servicios a un país, por medio del
establecimiento de derechos a la importación. Cuanto
más alto sea el monto de los aranceles de una
mercancía, más difícil será que
ingresen y compitan contra la producción local en otro
país, ya que ese arancel incidirá en los precios de
los productos importados; elevándolos. Hay dos tipos de
aranceles, los ad-valorem y los específicos, de ellos se
desprenden otras combinaciones: arancel de valor agregado o
ad-valorem es el que se calcula sobre un porcentaje del valor del
producto (CIF), ejemplo: 5% del valor CIF; arancel
específico, se basa en otros criterios como puede ser el
peso, es un pago establecido por cada unidad de medida del bien
importado; arancel anti-dumping es un arancel que se aplica a la
importación de productos que reciben subvenciones de los
países donde se producen, estas subvenciones les permiten
exportar por debajo del costo de producción; arancel mixto
es el que está compuesto por un ad-valorem y un arancel
específico que se gravan simultáneamente a la
importación.

8 – Si hay suficiente capacidad de reserva (bajo riesgo
de inflación) y confianza de los mercados (en el gobierno
y moneda), cosa que dudo, salvo en el caso de Suiza (que lo hizo
con el euro) o Japón (que lo está haciendo con el
dólar, más y con el euro y la libra esterlina,
menos), se puede intentar devaluar su propia moneda para evitar
una demanda desestabilizadora. Poner un límite a la
revalorización de la divisa nacional. En una medida sin
precedentes desde finales de la década de 1970, el Banco
Nacional Suizo (BNS) intervino el 6/9/11 para debilitar el franco
suizo, que se había convertido en el año 2011 en
valor refugio frente a la debilidad del euro y el dólar, y
amenazaba la estabilidad de la economía nacional. En un
comunicado que sorprendió a los mercados, el BNS
anunció que el franco tendrá un tope de cambio
mínimo frente al euro de 1,20 para evitar que el
fortalecimiento de la divisa suiza frente a la moneda
única europea y el dólar continúe en los
próximos meses. "Desde hoy, el BNS no permitirá un
cambio inferior a 1,20 francos por euro en el mercado de
divisas", afirmó el BNS, que expresó su
disposición a hacer valer esta medida "con toda la
determinación requerida", sin descartar la compra
"ilimitada" de divisas. El instituto monetario emisor suizo
subrayó que la apreciación actual del franco suizo
frente al euro es "extrema" y manifestó que constituye
"una grave amenaza para la economía suiza". En noviembre
de 2010, el euro se cambiaba a 1,37 francos suizos, pero ambas
divisas rozaron la paridad a mediados de agosto, lo que
desató todas las alarmas económicas en Suiza. El 9
de agosto de 2011, el euro casi alcanzó la paridad con el
franco, cambiándose al cierre del mercado a 1,0201
francos, lo que constituía un máximo
histórico para la divisa suiza. El Gobierno decidió
entonces emprender un programa de estímulo
económico, con inyecciones de liquidez al sector
turístico y de la exportación, los más
afectados por la revalorización del franco, y el euro
volvió a una horquilla de entre 1,10 y 1,15 francos. Pero
la incertidumbre en la zona euro ante la crisis de la deuda
soberana en varios países, que hacía temer por
nuevas caídas de la moneda única europea, hicieron
reaccionar a las autoridades monetarias suizas con una medida
inédita desde hace décadas.

9 – ¿Soportaría China una guerra
comercial? ¿Le interesa? ¿Le conviene?
¿Quién demandaría sus productos?
¿Qué ocurriría si EEUU le comprara mucho
menos, o dejara de comprarle? ¿Y si le solicitara una
moratoria de la deuda o dejara de pagarle los bonos del Tesoro?
¿Quién tiene agarrado por las "huevos" a
quién? Hoy por hoy, son como dos borrachos condenados a
sostenerse mutuamente para no caerse, y llegar hasta el
próximo bar para continuar bebiendo. Es lo que tiene ser
"bandera de conveniencia". Pura connivencia. El Teatro del Dinero
en cartel. El Casino abierto. Begin the Beguine.

10 – ¿Soportaría alguno de los
países "emergentes" (para el caso, Brasil) una guerra
comercial? ¿Le interesa? ¿Le conviene? Cómo
malquistarse con uno de sus principales clientes, inversores,
valedores del mundo mundial… sería como matar al
padre (o a la madre) y eso se lo podemos dejar a Freud, pero no
al "país del futuro" (y que siempre lo será, y si
no al tiempo). Sería una locura estratégica, un
suicidio económico. ¿Una solución "local"
para un problema "global"? Los "recitados" de Mantega, son eso:
brindis al sol, cantos a los pájaros, proclamas (vacuas)
de cara a la galería… algo hay que decir, para
salir en los telediarios… Son los problemas que trae
bailar (o hacer el amor) con un elefante, cuando se es una
hormiga. ¿Qué ocurre si el elefante en un paso
fervoroso de danza, pisa a la hormiga? ¿Qué ocurre
si en un error de cálculo en elefante se da vuelta en la
cama hacia el lado de la hormiga? Y no digamos si se le da por
bailar hip hop, o practicar sexo sado-maso… En fin, mejor
es quedarse lo más quieta posible, aguantar el dolor y
esperar que "acabe" pronto (en todas sus acepciones). Cosi fan
tutte.

Lo cierto es que resulta difícil identificar
cualquier tipo de correlación entre las estructuras
regulatorias y el éxito en evitar o responder a las crisis
financieras o cambiarias, exógenas. Esto resulta
más complejo (aun si cabe) cuando los países
"afectados" se encuentran incómodamente cerca de los
mercados estadounidenses.

Para aquellos países que se animen a enfrentarse
con la "bestia" (y no repetir "cantos a los pájaros" como
los que entona Mantega, cada dos o tres años… u
otros "artistas" del G-¡Je!-20, antes de la foto de
familia) tal vez les sirva el célebre principio de los
buenos juristas: "Pocas leyes, pero que se cumplan". O como le
aconsejó Don Quijote a Sancho en carta memorable tras ser
coronado gobernador de la ínsula Barataria: "No hagas
muchas pragmáticas, y si las hicieses, procura que sean
buenas, y sobre todo que se cumplan, que las pragmáticas
que no se guardan, lo mismo es que si no fuesen".

Por mi parte, humildemente, no se los aconsejo,
más, creo que es absolutamente inútil (pirotecnia y
balas de fogueo), muy peligroso (por las represalias directas e
indirectas con fuego real) y finalmente, inocuo (no se puede
controlar el tsunami financiero que provoca el poder
económico de los EEUU cuando desplaza sus capas
tectónicas). Así y todo, si lo encaran, les deseo
la mejor de las suertes (tal vez, hasta se la merezcan), pero les
sugiero que se preparen para lo peor. ¿Serán
capaces de vivir con lo vuestro? Cuidado con las "acciones y
reacciones" del "dueño" del maletín nuclear
financiero, una de cuyas armas más poderosas (que
últimamente está utilizando con irresponsable
frivolidad) es la máquina de imprimir dinero y repartir
por el mundo el sida financiero.

Tal vez, sería mejor volcar todas las fuerzas y
entusiasmo en combatir la "globalización económica"
(esa que los ha emborrachado en una "emergencia" que, más
pronto que tarde (ya se están viendo sus externalidades),
los volverá a la "sumergencia" habitual (donde
están convocados a retornar los países que
sirvieron (fugaz y eventualmente) de "banderas de conveniencia" a
las corporaciones multinacionales (para más inri, la
mayoría de ellas norteamericanas), y a terminar con el
librecambio (que es el "conteiner" en el que se transporta la
"droga" comercial con la que las empresas "anestesian" a los
países menos avanzados, a cambio que permitan el libre
movimiento de capitales (que es de lo que se trata). El resto es
seguir jugando al gato y al ratón, es engañar y
engañarse, es ocultar la realidad y vivir en la ignominia.
El desarrollo y prestigio de los países "emergentes" no
puede seguir sustentado en pies de barro.

Los invito a pasar al Anexo, para ver otros "enfoques".
Ustedes separen la paja del trigo.

Anexo: Currency War Drums (la opinión de
algunos "corredores de fondo")

An Era of Currency Wars? (Project Syndicate
– 1/2/13)

(By Paola Subacchi)

London.- Once again, the risk of "currency wars" has
been invoked by a leading policymaker. The term was coined in
2010 by Brazil"s finance minister, Guido Mantega, to criticize
successive rounds of so-called quantitative easing by advanced
countries" central banks, which sent capital fleeing to
developing countries in search of higher yields, driving up these
countries" exchange rates in the process.

This time, Bundesbank President Jens Weidmann is warning
that the erosion of central-bank independence in some countries
-reflected in the Bank of Japan"s recent decision to buy an
unlimited number of government bonds to meet its new inflation
target of 2%- will trigger competitive exchange-rate
devaluations.

Indeed, Weidmann views the BoJ"s decision as an alarming
sign of central banks" growing tendency to bow to political
pressure. He cautions that, if central banks" mandates expanded
to include, implicitly or explicitly, economic growth, they would
move too close to the political sphere, undermining their
independence and credibility.

But, while it is true that central bankers are more
vulnerable to political pressures than they were before the
global financial crisis, Weidmann"s reasoning is faulty. In fact,
severe constraints on economic policy"s potential to support
growth have made political pressure on central banks inevitable.
The austerity measures that many countries have adopted to reduce
public deficits and debt are hampering fiscal policy, while
near-zero policy rates in the largest developed economies have
constrained their scope for monetary-policy
maneuvering.

Economic growth is on everyone"s agenda. Eurozone member
countries, the United States, the United Kingdom, and Japan are
all working toward the same objectives -to boost demand and
support job creation- at the same time, within the limited scope
of conventional monetary and fiscal policies.

Moreover, private-sector growth cannot compensate for
fiscal tightening, and deleveraging continues to hamper demand.
As a result, while growth prospects for this year have improved
modestly, the International Monetary Fund recently warned of
significant downside risks.

When domestic demand is insufficient to support growth,
countries often turn to exports. But if all countries seek
export-led growth, they risk creating a zero-sum situation. In
this context, policymakers may reach for the low-hanging fruit of
competitive devaluations, leading to a series of unilateral
policy measures and retributive responses.

Currency wars and beggar-thy-neighbor policies are
triggered when one country"s policy measures distort the choices
open to others. They have so far been limited to countries that
have been struggling to curb currency appreciation and contain
disruptive capital inflows since 2008. These countries have
flexible exchange rates, relatively open capital accounts, good
fundamentals, and "safe haven" currencies.

For example, the Swiss authorities began in 2009 to
intervene in currency markets in an effort to stem the franc"s
relentless appreciation against the euro, which was threatening
the country"s export-dependent economy. But, despite the central
bank"s attempts to calm the markets -which cost roughly 140
billion francs ($151 billion)- the franc appreciated by more than
20% against the euro. In September 2011, Switzerland"s central
bank surrendered, pegging the franc against the common currency
at a rate of 1.20 francs per euro.

Meanwhile, Brazilian authorities also faced currency
appreciation- the real appreciated by 40% against the dollar in
2009-2011- as well as rising inflation. When the central bank
raised interest rates to calm inflation, foreign investors
flocked to the country. Managing capital inflows -which support
further currency appreciation and inflation- required an increase
in the financial operations tax and other administrative
measures.

Currency policy highlights the limits of financial
globalization by crystallizing the tension between domestic
agendas and global issues – a tension that both shapes and is
shaped by exchange rates. In recent years, much political
activity has been directly or indirectly focused on exchange
rates in ways that imply new economic and political
divisions.

Although countries have not descended fully into
protectionism since the global financial crisis began, difficult
economic and labor-market conditions in key countries may force
politicians to protect domestic markets while trying to gain
external competitiveness. But, while vigilance is in order, the
chance that major countries will embrace competitive devaluations
-initiating genuine currency wars in the process- is
slim.

It is well known that Weidmann does not like it when
central banks, especially the European Central Bank, buy
sovereign bonds. But claiming that unconventional monetary-policy
measures would carry the risk of "much stronger politicizing of
exchange rates" misses the mark.

Weidmann should take a more constructive approach,
encouraging central banks to discuss ways in which monetary
policy can complement fiscal policy to support economic growth
and job creation, and consider those policies" impact on other
countries. After all, the global economy is too complex to be
viewed as a zero-sum game with clear winners and losers. In this
environment, focusing only on domestic interests is a myopic -and
dangerous- approach.

(Paola Subacchi is Research Director of International
Economics, Chatham House, London)

Proteccionismo y devaluación, camino de
depresión (El Confidencial – 16/2/13)

(Por Daniel Lacalle)

"Protectionism teaches us to do to ourselves in time
of peace what enemies seek to do to us in time of war". Henry
George

El G20 se presenta divertido.
Guerra de divisas, proteccionismo, represión financiera y
todos diciendo que la culpa es del otro. Esto en un entorno de
economías en contracción, como mostraron los datos
de Alemania, Francia o Italia, y agotamiento, como vimos con la
producción industrial de Brasil o
México.

¿Las primeras víctimas de la Guerra de
divisas?… Las exportaciones -las que nos iban a sacar de la
crisis- de la zona euro cayeron a los peores niveles de los
últimos cinco meses en diciembre (-1,6%). Alemania -3,4%
en un mes; Francia, -1,7%; Italia y España, en
tablas.

"No escucho nada más que devaluación,
desconfianza e intervencionismo". Estas palabras me las
decía ayer un ex-colega de Citadel que vive en
Moscú y está invitado a la reunión de los
ministros de finanzas de los veinte países más
poderosos del planeta. "Nadie se fía de nadie.
Todos los países quieren que los demás dejen de
intervenir, pero seguir haciéndolo ellos".

Y es que no me creo el espejismo del acuerdo de
"libre comercio" con la UE
que anunció Obama a bombo y
platillo. ¿Por qué?

Monografias.com

– Porque lo que esconde bajo el titular es
proteccionismo bilateral, y los otros estados del mundo,
de los que dependen nuestras exportaciones y la energía
que consumimos, no lo van a consentir
fácilmente.

– Porque empobrece a los países en vías
de desarrollo
, que son el futuro de dichas exportaciones.
Arruinar a tus clientes nunca es una buena
política.

– Porque la historia nos ha demostrado que los
acuerdos bilaterales entre administraciones intervencionistas
nunca fructifican
porque las dos partes quieren lo mismo, pan
para mí, promesas para ti. La administración Obama
y la Unión Europea han multiplicado por cuatro sus medidas
restrictivas al comercio durante los últimos siete
años, y además las dos partes necesitan de la
debilidad del otro para tapar el agujero de
desindustrialización que comentamos aquí. Un
agujero que se agranda precisamente por las medidas
intervencionistas y restrictivas, aunque se nieguen a
admitirlo.

La gente se asusta con la crisis, pone demasiada
fe en unos estados obesos e incompetentes y espera soluciones
milagrosas.

Queremos proteccionismo en casa,
defender nuestros derechos adquiridos y salir de nuestra crisis
exportando a los mismos países a los que les negamos
acceso ("protect at home, stay open abroad", World Trade
Organization). Primero entregamos el futuro de nuestras
economías al crecimiento chino y brasileño,
proteccionistas donde los haya, y ahora estamos en el
callejón sin salida. Hemos caído en la
trampa
, y queremos ser China, pero con sueldos y privilegios
americanos. Y no funcionará.

Según el instituto Nielsen, el
40% de la población europea pide medidas que restrinjan
las importaciones del extranjero. Todos sabemos cómo
termina esta carrera, pero la gente -asustada- pide repetir
los mismos errores del pasado
. Devaluaciones competitivas,
proteccionismo, acusaciones mutuas… 1930.

Monografias.com

Todo esto enmascara un problema de unos países
que van perdiendo competitividad a medida que el peso del estado
fagocita más del 50% de la economía y, consecuencia
de ello, el endeudamiento se dispara. No es casualidad que los
más endeudados y con más gasto público
"exijan" que su modelo se financie gratis, pero "los que
quieren vivir del estado olvidan que éste vive de todos
los demás
", como decía Bastiat.

En vez de entender que creamos
estructuras que consumen más de lo que producen, y cuya
productividad marginal empeora, buscamos proteger el bienestar
del estado -que no el estado del bienestar- poniendo puertas al
campo. Directos a 1930 con el aplauso del pueblo, sin el
pueblo
.

Monografias.com

Verán ustedes como las
conclusiones del G-20 son que no hay guerra de divisas y que no
se deben poner barreras al comercio mundial. Y el lunes
volverán todos a casa intentando devaluar y
restringir.

Proteccionismo es negar la realidad

Una economía de alta
productividad sobrevive un mercado globalizado
y genera
sectores ganadores que venden incluso en países
"proteccionistas". ¿Ven ustedes a las empresas de alta
tecnología y fuerte valor añadido -no dependientes
de subvenciones y favores estatales- preocuparse por
restricciones en algunos países? No. Pero seguimos
empeñados en sacar la última gota de sangre a un
modelo industrial global obsoleto.

Si todos los estados quieren pelearse por defender las
migajas de una tarta decreciente, por fabricar coches baratos,
planchas de aluminio, ladrillos, molinillos o tubos de
plástico, la carrera es hacia cero. Nunca se gana.
Se enmascara la realidad. Pero lo pagan los ciudadanos
empobreciéndose. El que no se empobrece es el monstruo
estatal, que crea más y más comités para
regular.

Intentar proteger industrias y sectores
indefendibles no solo niega la realidad, sino que imposibilita
que los países en vías de desarrollo crezcan
.
Somos tan arrogantes y avariciosos que endeudándonos y
devaluando, o subvencionando a granjeros para que no produzcan,
dejamos que la inflación y la pobreza hundan a nuestros
vecinos. Fastidiar a tus clientes. Luego mandamos unas ONG a
estudiar el problema. Pero eso sí, queremos "exportar para
salir de la crisis".

El proteccionismo y la
intervención son el problema. Gobiernos miopes que solo
saben parar y entorpecer, cobrando, no facilitar.

Guerra de divisas global: cuando todos suspenden, solo
pasa de curso el menos malo

Siempre lo digo, una economía
de alta productividad sobrevive a una moneda fuerte
. Sin
embargo, una economía de baja productividad no sobrevive
ni siquiera con una moneda débil. Los bancos centrales
siempre niegan que haya guerra de divisas, igual que el chaval al
que pillan haciendo una trastada. Siempre dice que no es
culpable.

Si piensan que los otros países
del G-20 se van a quedar tranquilos con el comunicado
vacío de este fin de semana
y no contraatacar haciendo
lo mismo -devaluar y restringir-, piénsenlo de nuevo.
¿Unos países que han aumentado sus medidas
restrictivas en periodos expansivos van a dejar de hacerlo en
periodo de crisis? Sí, todos saben que saldrán
perdiendo a medio plazo, pero a pesar de la evidencia
empírica (lean "This time Is Different", de Ken Rogoff),
prefieren llevar a cabo medidas de "shock" que den la apariencia
de "acción" y "protección".

Monografias.com

Devaluar es una excusa para
sostener un gasto político excesivo y no soluciona un
modelo productivo de bajos márgenes. Es una salvajada que
crea inflación, empobrece a los ciudadanos y
transfiere rentas de los trabajadores y ahorradores al gobierno y
a sectores en decadencia. Se empobrece a los ciudadanos,
enriqueciendo solo a unos pocos porque suben los activos de
riesgo -inflación-… La ilusión de crecimiento
económico falso. Nuestras devaluaciones "competitivas"
de los 90
.

Dónde invertir

Ojo. Cuando todos hacen lo mismo, el efecto
"enriquecimiento falso" bursátil no funciona
y cuando
lo hace, dura poco… Pero cuando añadimos
intervencionismo, los resultados empresariales se desploman
-represión financiera-, bajan los márgenes y se
contraen los múltiplos. Eviten los valores en sectores
"estratégicos", que pasan a ser "cajeros para los
estados". ¿Materias primas? Solo aquellas donde se
controle el suministro –petróleo, por la OPEP– porque
proteccionismo con devaluación implica demanda
decreciente. Y no olvidemos las palabras de Jim Rogers: "Tras
las guerras de divisas vienen las guerras comerciales, y
detrás de ellas las guerras convencionales
". Ojala nos
equivoquemos y paremos esta locura. Pero no olviden el riesgo
geopolítico en esas empresas tan "diversificadas", porque
las valoraciones sufren.

¿Más estado y devaluación? Desastre
seguro

Ante esta situación, el modelo que nos proponen
nuestras "plataformas ciudadanas de prime time TV" está en
Latinoamérica. Gasto público, modelo social y
devaluación. Chávez sin petróleo. Las
devaluaciones como las de Venezuela o Argentina, no son
consecuencia de la guerra de divisas ni de ataques especulativos.
Chávez ha hecho cuatro devaluaciones desde que ha llegado
al poder por el gasto excesivo; ha arrasado la caja de la
petrolera nacional, PdVSA, en "proyectos sociales" (11.000
millones de dólares al año), convirtiéndola
en la petrolera más endeudada del mundo; y vaciando de
dólares sus arcas no ha mejorado la pobreza de un pueblo
devastado por la inflación del 22% y entregado a la
economía sumergida. En Argentina, un empleo subvencionado
y la intervención masiva de la divisa han disparado la
inflación al 27%. En 1997, los empleados del sector
público eran 720.000. En 2011, 1,5 millones, más
del doble (Idesa). Un 5% del PIB son subsidios, con un gasto de
estado hipertrofiado. "Demanda interna" lo llaman. Un
éxito social. Devaluación constante e
inflación desbocada.

…Y esos países tienen
petróleo.

En España, para poder exportar cualquier bien hay
que importar energía y materias primas, y al devaluar,
éstas se encarecen. Correr para quedarse en el mismo
sitio, el cuestionable efecto positivo a corto plazo se disipa
a medio
("Contractionary Effects of Devaluation", Journal of
International Economics).

Si todos los países intervienen, la
economía global se estanca
. La velocidad del dinero,
que ha caído estrepitosamente, se desploma, y la
inversión también. Pocos invierten en proyectos a
largo plazo cuando se manipula las monedas y se introducen
medidas restrictivas. Si devaluar e intervenir fuera la
solución, Venezuela, Argentina o Zimbabwe serían
los reyes del mundo.

De donde no hay no se puede sacar. Tanto que
critican algunos a Reino Unido, aprendamos de sus errores y de la
inutilidad de imprimir moneda. No reduce los recortes, ni mejora
la deuda -porque se sigue generando déficit – ni soluciona
el modelo productivo.

Mientras tanto, la demanda mundial de oro
alcanzó un récord
de 236.000 millones de
dólares en 2012. Los bancos centrales compraron a niveles
no vistos desde 1964. Confianza incuestionable.

Espero ansioso ese comunicado del G-20 diciendo que no
hay guerra de divisas ni proteccionismo y que todo es
mentira
.

El euro fuerte: falsos temores y peligros
reales (El País – 17/2/13)

El alza se explica en parte por la recuperación
de la confianza de la que se beneficia la eurozona

(Por Jean Pisani-Ferry)

Los dirigentes franceses, encabezados por
François Hollande, se alarman por la subida del euro. Sus
homólogos alemanes replican que no está
sobrevalorado. ¿Quién tiene razón? El asunto
es lo bastante complicado como para merecer una respuesta en
varios tiempos.

Primero, ¿qué dicen las
cifras? A 1,35 dólares por euro, la moneda europea
todavía está muy por debajo de los 1,55
dólares de la primavera de 2008. Con respecto a los 20
socios de la eurozona, y una vez corregidas las inflaciones
relativas, el cambio es mucho más bajo que en 1994-1996 o
2006-2008. Berlín tiene razón: no hay por
qué alarmarse.

Segundo, ¿cuál es la
tendencia? Hasta las declaraciones que hizo Mario Draghi el
jueves 7 de febrero, la apreciación era clara: en julio de
2012, el euro estaba a 1,20 dólares. El alza se explica en
parte por la recuperación de la confianza de la que se
beneficia la eurozona y el regreso de los capitales,
especialmente estadounidenses, que habían huido de ella.
La infravaloración reflejaba un indicio de la
escisión de la unión monetaria. No nos lamentemos
de que se corrija.

Tercero, ¿existe un riesgo de
guerra de las monedas? Es verdad que la crisis ha cambiado a los
bancos centrales. En otoño de 2011, el Banco Nacional
suizo fijó un límite en el tipo de cambio frente al
euro. En diciembre de 2012, la Reserva Federal anunció que
mantendría los tipos de interés a cero mientras la
tasa de desempleo siguiese siendo superior al 6,5%. En enero, el
primer ministro Abe conminó al Banco de Japón a
alcanzar el 2% de inflación y pidió al gobernador
que le rindiese cuentas trimestralmente de sus resultados. Y la
semana pasada, Mark Carney, que en julio tomará las
riendas del Banco de Inglaterra, declaró que los conceptos
actuales de política monetaria merecían debatirse.
Ninguna de estas decisiones acaba formalmente con la
primacía de la estabilidad de los precios que predomina
desde la década de 1980, pero todas ellas reflejan el
aumento de otras preocupaciones y la aceptación de un
cierto riesgo de inflación de los precios de los bienes o
de los activos.

Cuarto, ¿va a pagar la eurozona
el precio de la ortodoxia? Frente a la crisis financiera, y luego
frente a la del euro, el Banco Central Europeo (BCE)
desmintió las caricaturas mostrándose atrevido.
Pero aunque no ha dudado en proporcionar liquidez a los bancos y
en luchar contra la fragmentación de la eurozona, se ha
mostrado más tradicionalista en materia de estímulo
macroeconómico. El aumento del tamaño de su balance
no debe llevar a engaño: su objetivo no es, como el de la
Reserva Federal, recuperar la economía, sino paliar los
fallos del mercado interbancario. En términos
técnicos, el BCE lleva a cabo una política de
liquidez heterodoxa, pero su política monetaria sigue
siendo más bien ortodoxa. Además, cuanto más
ponen en tela de juicio los halcones del Bundesbank las acciones
que lleva a cabo para preservar la integridad de la eurozona,
más obligado se ve Mario Draghi a mostrarse estricto en lo
relativo a la inflación. De ahí que exista un
riesgo en el cambio, frente a otros bancos centrales que hoy en
día son menos puntillosos.

Quinto, ¿sería grave un
euro sobrevalorado? Al igual que muchas economías
continentales, la eurozona es relativamente poco abierta: exporta
e importa del orden de una cuarta parte de su PIB. El impacto de
las variaciones del cambio es por tanto limitado. Sin embargo, es
una economía dividida en dos, entre un norte
próspero que roza el pleno empleo y un sur sumido en una
profunda recesión. Esto no puede durar mucho tiempo. Ahora
bien, tanto Zsolt Darvas, de Bruegel, como Gian Maria Milesi
Ferretti, del Fondo Monetario Internacional, han demostrado que
la recuperación del sur no podía producirse solo
con respecto al norte: para enjugar sus déficits y
reconstruir su economía, España o Italia -y Francia
también- tienen que exportar más al exterior. Un
euro a 1,50 dólares pondría en riesgo este
reequilibrio.

Sexto, ¿qué hacer? La idea
de una política de cambio del euro que dominase la
política monetaria es un viejo sueño francés
que Alemania ha truncado desde el primer día: la
primacía del objetivo interno sobre el objetivo externo es
constitutiva del euro. Las declaraciones del G-7 o del G-20, e
incluso las intervenciones concertadas en los mercados, solo
pueden ser eficaces si corrigen unas percepciones equivocadas; no
servirán de nada si las previsiones de divergencias en las
políticas monetarias están justificadas.

La verdadera esperanza pasa primero por
que el BCE tenga en cuenta el cambio en su apreciación de
los riesgos económicos. Todavía puede bajar los
tipos y Mario Draghi no lo ha descartado. A continuación,
los bancos centrales tienen que ponerse de acuerdo sobre el grado
aceptable de diferenciación de sus políticas, pero
tienen que seguir siendo lo suficientemente coherentes entre
ellas para no dar lugar a una guerra de las monedas. Eso es menos
seguro porque, si bien han sabido coordinarse desde hace
más de 20 años, todas estas instituciones
están políticamente debilitadas. Tanto entre ellas
como en el seno de un G-20 en vías de decadencia
acelerada, los cimientos de la cooperación internacional
se resquebrajan. Ahí está el verdadero
peligro.

(Jean Pisani-Ferry is Director of Bruegel, the
Brussels-based economic-policy think tank, and Professor of
Economics at Université Paris-Dauphine. He was an adviser
to the European Commission"s Directorate-General for Economic and
Financial Affairs, and was Director of CEPII, France"s leading
international economics research institute. He has also served as
Senior Economic Adviser to the French finance minister, Executive
President of the French prime minister"s Council of Economic
Analysis, and Senior Adviser to the director of the French
Treasury)

– Guerra de divisas: destrucción
mutua asegurada (Vozpópuli – 18/2/13)

(Por Juan Ramón Rallo)

Depreciar la divisa no sólo es un mecanismo
chapucero, torpe, rapiñador y en muchas ocasiones
contraproducente de solventar una crisis, sino que además
supone trasladarle parte de los problemas internos de un
país al resto del mundo. Los ineficientes productores de
una región que, por cualquier motivo, han perdido parte de
su demanda internacional deberían proceder a readaptarse y
reinventarse de acuerdo con su "ventaja comparativa", es decir,
tratando de buscar sus puntos fuertes dentro del sistema de
complementariedades y sinergias que ofrece una determinada
división internacional del trabajo y del capital; es
decir, aquellos empresarios que han dejado de coordinarse con el
resto (o que jamás lo estuvieron pero que vivían de
la ilusión de estarlo merced al endeudamiento exterior
artificialmente barato) deberían esforzarse por pasar a
estarlo si es que quieren seguir beneficiándose de las
gigantescas ventajas que ofrece esa división internacional
del trabajo.

La depreciación de la divisa, sin embargo, es una
herramienta que, en ocasiones, permite minimizar la
extensión de los reajustes internos a cambio de socavar y
descoordinar al resto de agentes económicos del planeta.
En cierto modo, es una forma de socializar las pérdidas y
de trasladarles nuestros agujeros financieros y económicos
a aquellos que estaban actuando rectamente; en lugar de fomentar
la especialización regional en función de las
ventajas comparativas, los mercantilizados bloques
económicos nacionales pasan a especializarse según
el manipulado valor relativo de sus divisas. Es un ajuste de
brocha gorda efectuado por un pintor con Parkinson, en lugar de
la precisa corrección con bisturí de un
cirujano.

Por ejemplo, supongamos que un país se
especializa, durante una guerra entre sus vecinos, en
abastecerles de armamento: no es el país más
eficiente del mundo en fabricarlo, pero la cercanía de los
contendientes y los correspondientes bajos coste de transporte le
confieren una ventaja transitoria sobre otros productores
más territorialmente alejados. Una vez terminado el
conflicto y una vez minorada la demanda externa sobre su
industria militar, es evidente que ese país debería
proceder a reajustarse y a fabricar otros bienes que posean
demanda internacional y que le permitan, por consiguiente,
reinsertarse dentro de las corrientes globales de flujos
comerciales. Sucede, empero, que tal economía cuenta con
una alternativa a su reajuste interno: hundir el valor de su
divisa para, a efectos prácticos, poner a la venta su
armamento a precios de saldo. En tal caso, probablemente sea
capaz de hacer dumping a los otros más eficientes
productores de armamento, arrebatándoles su demanda
internacional y, por tanto, forzando a que el reajuste interno
deban realizarlo ellos (dejamos fuera los notables perjuicios que
también existirán para aquellos productores
internos del país que deprecia su divisa y que
venían importando parte de sus factores productivos del
extranjero: ellos, que estaban adecuadamente especializados,
también pagarán el pato de una ineficiente e
innecesaria industria militar que se niega a
desaparecer).

Agresión y defensa represiva

Fijémonos, pues, en cuanto
habíamos afirmado acerca de la depreciación: a) los
países no se especializan según sus
auténticas ventajas comparativas sino según
cuánto sean capaces de manipular el valor de sus divisas,
b) los agujeros internos son trasladados al exterior, y c) la
división internacional del trabajo y la cooperación
pacífica entre sociedades se quebranta. Por eso,
precisamente, resulta tan incorrecto hablar, como suelen hacerlo
economistas y periodistas de todo pelaje, de "devaluación
interna": el ajuste productivo interno no tiene nada que ver con
una devaluación, sino con una adaptación correcta a
unas condiciones globales que han cambiado; de hecho, es
más bien al revés: la devaluación o
depreciación de la divisa es una mala, pauperizadora y
descoordinante imitación del mucho más sano y
coordinante proceso de ajuste interno. En lugar de hablar de
"devaluación interna" deberíamos llamar a la
depreciación "chapucero ajuste externo".

Ahora bien, siendo tales las
consecuencias de la depreciación, no es de extrañar
que, con frecuencia, a ésta le sigan medidas comerciales
"defensivas" y represivas entre los países perjudicados
por la misma: por ejemplo, un rearme arancelario que encarezca la
abaratada producción del país que ha optado por la
depreciación o una ronda de depreciaciones de la divisa
propia que compensen los efectos de la foránea; a
este último caso, cuando diversos países inician
una carrera de depreciaciones hacia ninguna parte, se lo
conocerá como guerra de divisas.

Precisamente, las guerras de divisas ilustran a la
perfección por qué la depreciación es una
absoluta chapuza: si bien todos los países del mundo
pueden salir de su crisis corrigiendo sus patrones de
producción y de financiación (los municipios de un
país en crisis nunca deprecian sus tipos de cambio y, sin
embargo, todos ellos pueden superar tal crisis), no todos pueden
salir a la vez depreciando sus divisas (si todos devalúan,
nadie obtiene beneficios de ello). Pero, por el contrario, si es
posible que todos los países pierdan a la vez por recurrir
a tan inadecuado procedimiento. Al cabo, si la manera de lograr
una depreciación de la divisa nacional consiste en llenar
el balance del banco central de basura (por ejemplo, promoviendo
que un gobierno insolvente se siga endeudando recurriendo a la
monetización de sus pasivos), lo que estamos generando y
esparciendo por toda la economía son promesas de pago que
no van a ser cumplidas y que distorsionan los aparatos
productivos internos de un modo insostenible (verbigracia, cuando
la deuda pública va dirigida a sufragar inútiles y
dispendiosos Planes E). Al final, pues, el problema es sencillo:
o avanzamos hacia sistemas productivos y financieros
globales más coordinados, o tratamos de dinamitar
la división internacional del trabajo para ver si nos
quedamos con una mayor porción de sus restos y despojos
que nos permitan ir tirando.

Nuestro papel moneda; nuestra guerra de
divisas

En estos momentos, por desgracia,
estamos inmersos en una guerra de divisas en ciernes. El
Gobierno japonés ya ha anunciado su deseo de depreciar el
yen (como si el problema de Japón fuera que no exporta lo
suficiente y no que tiene una gigantesca losa de deuda sobre sus
espaldas), Bernanke y King llevan frenando la apreciación
del dólar y de la libra desde 2008, y el Banco Nacional de
Suiza ya tuvo que establecer hace dos años un tipo de
cambio fijo con el euro para detener la rapidísima
revalorización de su divisa. De momento, el convidado de
piedra oficial en esta contienda internacional está siendo
la moneda europea
, aunque se hace complicado no ver en la
ventanilla abierta por Draghi de las OMT una vía indirecta
de lograr resultados análogos. Y, desde luego, un
recrudecimiento de estas hostilidades monetarias supone una de
las mayores amenazas contra cualquier conato de
recuperación mundial en tanto en cuanto harían
saltar por los aires gran parte de los patrones de
especialización actuales que sí están bien
asentados y consolidados.

Es en este tipo de casos donde se observan con mayor
claridad los grandes beneficios que poseía el contar con
una divisa mundial fuera de las manazas de los políticos
como era el patrón oro clásico (el previo a la
Primera Guerra Mundial). Las grandes dificultades para devaluar
la divisa, unidas a las restricciones sobre una expansión
persistente del crédito que prolongara innecesariamente
los procesos de ajuste y saneamiento, conducían a una
coordinación en permanente adaptación entre todos
los agentes, incluyendo a aquellos cuya demanda internacional
había desaparecido y debían pasar a reinventarse.
En nuestra era del papel moneda inconvertible, por el contrario,
la carrera no consiste en acelerar el reajuste productivo y
financiero de aquellos empresarios que han dejado de servir a los
consumidores nacionales y extranjeros, sino en retrasarlo todo lo
posible gracias al crédito barato (a ver si escampa
sólo) y en trasladárselo en parte a nuestros
vecinos inocentes. Regresan las supercherías
protokeynesianas del mercantilismo; esperemos que terminen
llegando nuestros Richard Cantillon, Adam Smith o Jean Baptiste
Say para que le den la vuelta a tan caducada tortilla.

(Juan Ramón Rallo es doctor en Economía y
licenciado en Derecho. Actualmente ejerce de director del
Instituto Juan de Mariana y de profesor en la Universidad Rey
Juan Carlos de Madrid y en los centros de estudios OMMA e Isead.
Asimismo, es analista económico de esRadio y autor de
diversos libros)

Los falsos "superpoderes" de la guerra de
divisas (El Confidencial – 18/2/13)

(Por Kike Vázquez)

Un nuevo nombre se ha hecho hueco en las finanzas
globales, Shinzo Abe. Si el 27 de septiembre de 2010 fue
Guido Mantega quien se llevó el protagonismo tras
dar voz a las preocupaciones de miles de personas, "ha estallado
una guerra de divisas" dijo, ahora es el Primer Ministro
japonés quien capta los flashes por la
creación de una nueva forma de hacer política:
"Abenomics". Shinzo Abe es la cara visible del
momentáneo triunfo intelectual de los Bancos Centrales de
Occidente, pero a su vez es el temor de quienes vaticinan una
reedición de "1929" con proteccionismo y drama
económico.

La idea es la siguiente. Las
políticas cuantitativas llevadas a cabo por los Bancos
Centrales occidentales estarían provocando un
debilitamiento de la divisa que influiría en el tipo de
cambio, y por tanto en la competitividad y la balanza comercial.
En otras palabras, el "quantitative easing"
tendría como objetivo lo que los anglosajones definen como
"beggar thy neighbour", es decir, ganar a costa de
empobrecer al vecino. El problema surge cuando en vez de un
"listillo" tenemos a muchos y todos hacen lo mismo, dando lugar a
una "guerra de divisas" y por tanto a un conflicto proteccionista
que amenaza la economía mundial.

Es ahí donde aparece Shinzo Abe con un
discurso "pro-cuantitativo" y favorable a establecer un objetivo
de inflación del 2% evitando la deflación.
Caída del yen, subida superior al 30% en el Nikkei 225 en
menos de 3 meses, y para muchos también la prueba final de
que vivimos en un "mundo de listillos" y de que el resultado de
todo esto será el peor de los posibles. ¡Todo el
mundo está devaluando su divisa, sálvese quien
pueda! La relación entre los acontecimientos parece
bastante directa e intuitiva, a la vez que difícil de
refutar, pero… ¿y si no fuese así?
¿Y si le estuviésemos dando falsos
"superpoderes" a la guerra de divisas que en realidad no
tiene?

Lo único demostrado hasta el momento es que
algunos Bancos Centrales se embarcaron en una política de
estímulo cuantitativo en lugar de bajar los tipos de
interés por debajo de cero, que es lo que la
economía necesitaba por aquel entonces de una forma u
otra. Decía Milton Friedman que muchas personas confunden
los tipos de interés bajos con tener o no una
política monetaria laxa, la "falacia de los tipos de
interés" le llamaba, y aquí ocurre exactamente lo
mismo. Si una política es adecuada o no, no depende del
número o del nombre, depende de si la economía lo
necesita
.

EEUU, por poner un ejemplo, necesitaba tipos por debajo
de cero y la respuesta fue el "QE", por tanto no podemos
acusarlos de buscar una devaluación de su divisa para
mejorar su competitividad cuando su principal objetivo no fue
otro que evitar la depresión
. Japón actualmente
lo único que ha hecho es establecer un objetivo para la
inflación del 2%, ¿es eso tan grave? ¿Va eso
en contra de sus vecinos y del comercio mundial? Teniendo en
cuenta que otros países ya lo han aplicado antes, la
lógica conclusión sería un "¡por fin
se animan a salir de la deflación tras 15 años!".
De hecho según Koo de Nomura, el sacrificio japonés
y un yen fuerte habrían evitado la depresión global
en la presente crisis.

Claro que esto último son opiniones carentes de
todo juicio científico, vamos con los datos que son
quienes tienen que hablar. Capital Economics en uno de sus
últimos informes muestra cómo, a pesar del jaleo,
las principales divisas del mundo se han mantenido estables a lo
largo de los últimos años. Una excepción,
Japón, que ahora vuelve a niveles normalizados (que no a
niveles potenciados para empobrecer al vecino). Segundo ejemplo,
Brasil, podemos comprobar que las críticas de Guido
Mantega tenían su razón de ser por la vertiginosa
subida, pero no si miramos el contexto histórico donde
vemos que el tipo de cambio solo actuaba con normalidad en uno de
sus "vaivenes".

Monografias.com

Vamos más allá, si las políticas
monetarias cuantitativas persiguen reducir el tipo de cambio y
ganar competitividad, ¿cómo es posible que EEUU,
el país que más fuertemente ha intervenido hasta el
momento, no se beneficie de una mejora en la balanza
comercial?
Veamos la siguiente gráfica, podemos ver
perfectamente que la balance comercial de Estados Unidos no se ha
beneficiado de un estímulo millonario por parte de la
Reserva Federal, muy al contrario, desde que el "quantitative
easing" comenzó a aplicarse la realidad es que su balanza
comercial ha ido a peor. ¿"Beggar thy neighbour"?
¿Cómo, importando más?

Monografias.com

Y es que hay un elemento que nunca se tiene en cuenta al
analizar las políticas monetarias y la "guerra de
divisas", si dichas políticas buscan mejorar la salud
del país y lo consiguen, las importaciones aumentan y por
tanto lo que en un principio parecería mayor
competitividad por el menor tipo de cambio es un efecto
neutro
. He aquí una diferencia clave entre las
batallas comerciales y las medidas que tienen como objetivo
mejorar la salud de un país, las primeras tienen como
objetivo principal el tipo de cambio, las segundas mejoran la
economía y obtienen a largo plazo un efecto neutro en el
comercio, e incluso favorable para los vecinos en muchos
casos.

La modificación de un tipo de
cambio "ceteris paribus" modifica la competitividad de un
país, ¡pero no vivimos en un mundo "ceteris
paribus
"! Por ello muchas veces las ideas intuitivas no son
las que mejor sirven para explicar los que vemos. Además,
si el QE consigue su objetivo de evitar la deflación, y
por tanto aumentar la inflación, lo que en un principio es
una mejora en la competitividad por la reducción del tipo
de cambio es en realidad un efecto neutro por el tipo de cambio
real
. Nada por aquí, nada por allá, los efectos
serían mínimos a pesar de lo que en un primer
momento podría parecer.

Es cierto que el sistema
económico actual tiene fallos, es cierto que no sabemos
las contraindicaciones que puede tener este macroestímulo
global que estamos viviendo, pero su objetivo difícilmente
puede ser "la guerra comercial", su objetivo parece más
bien escapar de la deflación provocada por el exceso de
deuda
. Algo radicalmente distinto. No obstante he de indicar
que, a mi juicio, algo que sí puede ser peligroso es la
fluctuación excesivamente rápida en los tipos de
cambio
porque la economía real no puede absorber
dichos cambios con la suficiente diligencia, provocando
alteraciones artificiales.

Pero más allá de eso, por lo que hasta el
momento nadie se ha mostrado preocupado señalando que
quizá no sea tan relevante, los tipos de cambios flexibles
son enormemente más ventajosos que sistemas como el
patrón oro o Bretton Woods. De hecho, existe miedo a una
reedición del proteccionismo de la década de 1930
por la "guerra de divisas", pero hay que señalar que en
dicho momento fueron precisamente los países anclados
los más proteccionistas y los que más potenciaron
la debacle en el comercio mundial
, mientras que aquellos que
se salieron del patrón pudieron estimular su
economía y evitar dicho nivel de intervención.
Famosos son los estudios de Barry Eichengreen y Douglas Irwin al
respecto.

Creo que es normal desconfiar de las medidas que se
están tomando, distorsionan los mercados o aumentan el
precio de las materias primas por ejemplo, y más adelante
podrían provocar efectos perniciosos si los
estímulos no se retiran en el momento adecuado. Pero no
creo que podamos echarles la culpa de una "vuelta a los
años 30" cuando es precisamente este tipo de medidas
las que han posibilitado escapar del proteccionismo por permitir
el estímulo con métodos alternativos
, cuando
vemos que los países que lo aplican no obtienen ventajas
comerciales a largo plazo y cuando vemos que el comercio mundial
se ha recuperado notablemente de la presente crisis con su
aplicación. Distinto es si nos preguntamos si los
resultados positivos superarán a los negativos, eso solo
el tiempo lo dirá.

Guerra de divisas: la Operación Puerto
de los bancos centrales (El Confidencial
19/2/13
)

(Por Antonio España)

Seguramente han leído u oído hablar de la
denominada Operación Puerto, pues no en vano existe gran
expectación mediática por la relevancia de los
implicados en el mayor escándalo de dopaje deportivo en
España -con importantes ramificaciones internacionales-,
cuya vista oral se ha iniciado hace pocas semanas. Como
sabrán, a los encausados se les acusa de haber montado una
red de dopaje que ofrecía a sus clientes, todos ellos
deportistas de élite, mejorar artificialmente su
rendimiento deportivo. De este modo, mediante la
administración de hormonas y medicamentos y la
realización de transfusiones de sangre, los deportistas
habrían obtenido una ventaja ilícita en sus
respectivas disciplinas, distorsionando con estas
prácticas los resultados en un buen número de
competiciones del más alto nivel.

Pues bien, no existe mucha diferencia entre lo que
supuestamente ha venido haciendo a sus clientes la red
presuntamente encabezada por Eufemiano Fuentes y las
prácticas llevadas a cabo por bancos centrales y Gobiernos
a sus respectivos países. Esto es, doparles para
inducir a toda costa un crecimiento artificial, poniendo con ello
en grave riesgo la salud de sus economías
. De
algún modo, podría decirse que Ben Bernanke,
Mario Draghi, Mervyn King, o el recién
elegido primer ministro japonés, Shinzo Abe, son
los Eufemianos Fuentes de las economías
desarrolladas.

En este sentido, destaca el discurso del
nuevo jefe de Gobierno nipón, que plantea un "nuevo
régimen" de dopaje para su país, que ha sido
denominado Abenomics y que está basado en
un paquete de estímulo fiscal del 2% del PIB -es decir,
transfusiones masivas al sector público– y la
imposición al Banco de Japón de una política
monetaria expansiva, monetizando la compra de activos con un
objetivo de inflación del 2% -es decir, inyecciones de la
hormona del crecimiento-.

Como podrán imaginar, estas medidas han sido
aplaudidas por los amantes del intervencionismo, del
estímulo y de la monetización all over the
place
, desde el mismo Paul Krugman (The New York
Times
, "Shinzo and the Helicopters", 18/1/2013), pasando por
Martin Wolf (FT, "The case for helicopter money",
12/2/2013), hasta The Economist, que reclama
abiertamente que "en vez de condenar las acciones de EEUU y
Japón, el resto del mundo debería elogiarlas
y la Eurozona, además, haría bien en seguir
su ejemplo-" (The Economist, "Phoney currency wars",
16/2/2013). Ya se ve que el dopaje tiene más adeptos en
el mundo de la economía que en el deporte.

Sin embargo, la actitud del Gobierno japonés ha
causado alarma en el resto de gobiernos, hasta el punto que
desde hace unas semanas se viene hablando de la posibilidad de
que se desate una destructiva guerra de divisas
.
Cuestión que ha estado sobre la mesa en la reunión
de los ministros de finanzas del G20 este fin de semana en
Moscú y amenaza que, por supuesto, se han apresurado a
conjurar todos ellos (FT, "G20 agrees to avoid currency
wars", 18/2/2013). Al menos en público, porque como
decía Daniel Lacalle, "el lunes volverán
todos a casa intentando devaluar y restringir" (Lleno de
energía, "Proteccionismo y devaluación, camino de
depresión", 16/2/2013).

Una guerra de divisas se desata cuando los Gobiernos
se enzarzan en una dinámica de constantes devaluaciones
competitivas, en un intento por favorecer el crecimiento de su
economía a costa de los demás
. Ya les
hablé por aquí del mito sobre que este tipo de
tácticas proteccionistas supongan un atajo para la
recuperación (Monetae Mutatione, "El mito de la
devaluación competitiva", 29/5/2012), ya que, como el
dopaje, a corto plazo puede constituir una ventaja temporal, pero
a medio plazo es contraproducente para el que lo
practica.

Además, ¿qué ocurre en un
deporte cuando el dopaje es generalizado?
Pues con las
economías ocurre algo similar: que ni siquiera se
obtienen las supuestas ventajas a corto plazo y, sin embargo, los
resultados se tornan impredecibles
. Ludwig von Mises
nos alertó que la generalización de esta, como lo
llaman los ingleses, race to the bottom o carrera hacia
la nada, puede llevarnos a la mismísima destrucción
de los sistemas monetarios de las naciones. Siguiendo la
analogía, miren lo que ha hecho el dopaje con el ciclismo,
por ejemplo.

Puede que, como a Christine
Lagarde
, directora gerente del FMI, les parezca pomposo
llamar "guerra" a lo que no es más que una secuencia de
decisiones tomadas unilateralmente por los bancos centrales de
EEUU, Gran Bretaña, Japón y, en menor medida, la
Eurozona, para "estimular" -léase dopar- sus
respectivas economías
. Pero tengan en cuenta que el
potencial de destrucción económica de una escalada
así no difiere con el de una guerra militar
convencional.

Es más, muchos sostienen, no sin
falta de razón, que las guerras de divisas devienen en
conflictos comerciales -imposición de restricciones a la
importación, incremento de aranceles, etc.- que no pocas
veces terminan en guerras auténticas. No en vano,
Bastiat clamaba en contra del proteccionismo diciendo que
"si las mercancías no cruzan las fronteras, lo
harán los soldados".

No obstante, como explicaba ayer Kike
Vázquez
en una de sus siempre recomendables e
instructivas "perlas", parece ser que el objetivo perseguido
por estas políticas monetarias no es tanto el de obtener
una ventaja competitiva frente a otros países productores,
como estimular internamente la demanda
y, con ello, lograr el
ansiado crecimiento (Las perlas de Kike, "Los falsos
"superpoderes" de la guerra de divisas", 18/2/2013). Es, como si
dijéramos, que el objetivo del dopaje no fuera tanto
vencer al rival como superar la propia marca -o acelerar la
recuperación después de una intensa
competición-. Y en gran medida, puede que así
sea.

Pero, con independencia de los motivos últimos
que llevan a los bancos centrales a intervenir, lo cierto es
que las medidas adoptadas por los gobiernos de medio mundo se
están plasmando en la expansión monetaria, la
reducción artificial de los tipos de interés y la
depreciación de sus monedas
.

No pierdan de vista, además, que
las políticas de manipulación del tipo de cambio,
confesas o no, invariablemente nos introducen en una espiral de
intervencionismo. Como los resultados de la intervención
suelen divergir de los objetivos iniciales, y la arrogancia de
los gobernantes supera cualquier límite, inmediatamente
se achaca el fracaso a que no se intervino lo suficiente y,
casi automáticamente, se procede con una nueva ronda de
intervenciones, igualmente abocadas al fracaso
. Como,
además, los efectos perversos de la intervención se
propagan por toda la economía, el resultado es que cada
vez la situación es más y más
compleja.

En realidad, nos encontramos ante una
etapa más en la sucesión de crisis tras crisis del
sistema monetario moderno
, basado en dinero fiduciario y sin
ningún tipo de anclaje a un bien físico que impida
su multiplicación indiscriminada por parte del poder
político. Desde que se abandonó el patrón
oro, se han ensayado diferentes sistemas monetarios
internacionales de tipo más o menos flexible y todos
ellos, sin excepción, se han visto abocados al
fracaso.

Hasta que no se produzca un cambio fundamental en el
propio sistema monetario que nos permita disfrutar de un dinero
sólido y no manipulable políticamente
, el
sistema monetario internacional permanecerá en un estado
de fragilidad permanente, siempre en la cuerda floja
balanceándose entre la temida deflación y la no
menos terrible, hiperinflación.

Y es que, quizás sin dopaje, esas ascensiones a
los puertos de montaña en pleno mes de julio serían
menos espectaculares pero, seguramente, seguiríamos
disfrutando igual, con más confianza y con menos
víctimas.

Nota: Hasta aquí el "Resumen
Ejecutivo
". Mera "dialéctica" (si ustedes quieren),
aunque no exenta de cierta lógica (eso espero). Pero ahora
viene lo mejor, un recorrido, amplio y diverso, por escritos
anteriores (antecedentes), hemeroteca, informes y comentarios de
autores prestigiosos (y algunos tendenciosos), que abarcan el
período, febrero 2010 – febrero 2013. Un trabajo de
"arqueología" económica, cuyo material seleccionado
(sin censura, ni prejuicios, aunque haya muchas opiniones que no
comparto), debe ser clasificado y valorado por ustedes mismos. A
través de restos materiales distribuidos en el espacio y
contenidos en el tiempo, tendrán que "despertar el pasado"
para "imaginar el futuro". Hay una buena base para el
análisis y debate.

Los lectores interesados en ahondar en el tema quedan
invitados a continuar la lectura. Entramos en el campo de las
especulaciones y no caben interpretaciones causales.

Antecedentes (decíamos
ayer…)

El "factor" Bernanke: otro "Maestro" que se cae del
tabernáculo (Parte III)

(Hagiografíano autorizadadel
heterodoxo "socializador" de las pérdidas del sistema
financiero) –
Publicado en Junio de 2013

(Del Apartado 12) – La guerra de las divisas (y la
batalla de la triple A)
(escrito a principios del año
2012)

FMI: donde dije "digo", digo "Diego"… (y se
quedan tan frescos)

"Economistas del Fondo Monetario Internacional
(FMI), invirtiendo la pasada oposición del fondo a los
controles de capital, exhortaron a las naciones a considerar el
uso de impuestos y regulaciones para moderar las grandes entradas
de capital con el objetivo de que no produzcan burbujas de
activos y otras calamidades financieras. El FMI dijo que los
países con controles en vigencia habían logrado
mejores resultados que otros durante la crisis mundial"…

FMI insta a los países en desarrollo a utilizar controles
de capital (The Wall Street Journal – 19/2/10)

La recomendación es, hasta febrero de 2010, el
apoyo más firme al capital del FMI, y contradice los
consejos que ofreció el fondo a los países en
desarrollo hace sólo tres años. El FMI se ha
mostrado partidario desde hace tiempo del flujo libre de capital,
como corolario al flujo libre del comercio, para ayudar a
prosperar a las naciones en desarrollo. Pero la crisis financiera
global ha llevado al fondo a cuestionarse creencias vigentes
desde hace muchos años. El FMI sugirió
recientemente que al mundo le iría mejor con un nivel de
inflación más alto del objetivo propugnado por los
bancos centrales.

"Hemos intentado mirar a las pruebas e intentado
aprender algo de la crisis actual", dijo Jonathan Ostry,
subdirector de investigación del FMI, quien
escribió junto con otros cinco economistas "Capital
Inflows: The Role of Controls".

El dinero está fluyendo en los mercados
emergentes, alimentando los temores de que se estén
formando burbujas de activos en China, Corea del Sur,
Taiwán y otros países, especialmente en los
mercados de bienes raíces. Este año, se espera que
entren unos US$ 722.000 millones en capital privado a las
naciones en desarrollo, un alza del 66% frente a 2009 pero muy
por debajo del US$ 1,28 billones (millones de millones) que
entraron en los mercados emergentes en 2007 antes de la crisis
económica, según el Instituto de Finanzas
Internacionales, una asociación comercial de
banca.

El FMI afirma que la inversión privada ayuda por
lo general al crecimiento, pero un aumento demasiado
rápido puede llevar primero a un auge y después a
un fracaso. Hace unos seis meses, economistas del FMI comenzaron
a examinar la capacidad de los controles de capital para limitar
el daño financiero. Estos economistas descubrieron que era
mucho menos probable que los países que ya tenían
controles antes de la recesión global hubieran sufrido una
fuerte desaceleración económica. "Cuanta menos
estructura financiera arriesgada, menos posibilidad de atravesar
un ciclo de auge de crédito seguido de un desplome del
crédito", dijo Ostry.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11
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