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La guerra de las divisas… (Primera parte) (página 9)




Enviado por Ricardo Lomoro



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11

Un tercer suceso ocurrió en
Japón, donde el gobierno liberal demócrata
recientemente elegido de Shinzo Abe, con una mayoría de
dos tercios en el parlamento, está presionando al Banco de
Japón para que estimule el crecimiento -una
"discusión" que parece encaminada hacia algo mucho
más agresivo.

En resumen, esperen que los bancos
centrales dediquen mayor atención al desempleo. Y es bueno
que el sector oficial preste más atención a la
falta de empleo, algo muy bueno. Sin embargo, desafortunadamente,
este cambio no solucionará un problema que carcome la
trama social en todas las sociedades.

No importa cuánto Bernanke y otros deseen lo
contrario -y no importa cuánto busquen los
políticos enredados en discusiones descargar sus
responsabilidades en otros- los bancos centrales no cuentan
con las herramientas adecuadas para ocuparse del componente de la
crisis de desempleo consecuencia de la insuficiente
inversión en educación, capacitación y
capital físico
. De igual manera, no pueden solucionar
por su cuenta los excesos de deuda, reparar el dañado
financiamiento para viviendas, ni ocuparse de los desafíos
de la reforma fiscal de mediano plazo.

Lo máximo que pueden hacer los
bancos centrales es ganar tiempo, pero a un costo cada vez mayor,
para que otras entidades responsables de política pueden
intervenir. Si esta ventana se cierra, el cambio de paradigma de
la política monetaria que actualmente se percibe en EEUU,
Gran Bretaña y Japón enfrentaría una
perjudicial pérdida de credibilidad e independencia
política de las instituciones que son fundamentales para
las economías bien administradas.

(Mohamed A. El-Erian is CEO and co-Chief Investment
Officer of the global investment company PIMCO, with
approximately $1.8 trillion in assets under management. He
previously worked at the IMF)

Hastings (sospechoso habitual), "escriba" del WSJ,
apoya el QE Global ¿dónde ha quedado la ortodoxia
monetaria? ¿y la independencia de los bancos
centrales?

Shinzo Abe debe demostrarle al Banco de
Japón quién manda (The Wall Street Journal
21/12/12
)

(Por Nicholas Hastings) Lectura recomendada

El recientemente electo primer ministro japonés,
Shinzo Abe, quizá haya ganado las elecciones del domingo,
pero aún tiene que reinar sobre el Banco de
Japón.

Sin eso, la recuperación de la
economía japonesa se demorará aún más
y la caída del yen desde sus recientes máximos
será incluso más lenta.

El problema de Abe es el gobernador del
Banco de Japón, Masaaki Shirakawa, quien desde hace tiempo
ha estado interesado no solo en preservar la independencia del
banco central, sino también en demostrar esa
independencia.

El resultado final es que, en los
últimos años, Shirakawa frecuentemente ha sido
reticente a lanzar las agresivas políticas de
expansionismo monetario que reclamaban los
políticos.

En resumen, Japón ha estado
tambaleando, cayendo repetidamente en recesión pese a una
serie de esfuerzos por sacarla de allí.

Ciertamente, la ausencia de un consenso político
en Tokio y los insustentables altos niveles de deuda no han
ayudado, y las últimas cifras muestran que la
economía se contrajo casi 1% más en el tercer
trimestre de este año.

Después de basar su campaña
política sobre una plataforma que pedía esfuerzos
más agresivos para volver a estabilizar la
economía, Abe llegó al poder con una de las
mayorías más poderosas logradas por un gobierno
japonés en años.

Los mercados financieros japoneses asumieron
inmediatamente que esto aseguraría una mayor influencia
política sobre el Banco de Japón, aunque se debiera
solo a que Abe tiene la libertad para nombrar un nuevo gobernador
para reemplazar a Shirakawa.

No obstante, existen pocas
señales -tras la reunión del Banco de Japón
que finalizó el jueves- que la autoridad monetaria
esté preparada para ser ahora más agresiva de lo
que fue en el pasado.

Pese a las últimas cifras del PIB, y pese a que
el propio sondeo Tankan del banco central ilustró la
semana pasada la debilidad de las empresas japonesas, el banco
central lanzó otra dosis de compras de activos por apenas
10 billones de yenes, como lo ha hecho en cuatro oportunidades
este año, con un éxito limitado.

Lee Hardman, estratega jefe de divisas de Bank of
Tokio-Mitsubishi UFJ, pone en perspectiva los esfuerzos
expansionistas del banco durante este año.

"La Fed planea comprar poco
más de US$ 1 billón en activos en 2013, comparado
con los cerca de US$ 430.000 millones planeados por el Banco de
Japón a través del programa de compras de activos.
En términos relativos, comparando el tamaño de sus
respectivos balances, la planeada compra de activos de la Fed
equivale a una expansión de alrededor un tercio de su hoja
de balance, frente a un quinto para al Banco de Japón",
dijo Hardman.

La promesa del banco central
japonés de elevar la meta de inflación desde 1% a
2%, como ha sugerido Abe en el pasado, también
generó poco entusiasmo en la comunidad de
inversionistas.

El debate sobre la meta no tendrá lugar hasta la
próxima reunión de política el 21 y 22 de
enero, y no hay certezas de que incluso si se adopta una meta de
inflación más alta, el banco central será
más agresivo de lo que ha sido en el pasado.

Entonces enfrentémoslo. La meta
de 1% no ha evitado que el país sufra deflación en
los últimos 15 años.

Por lo que, mientras Abe reflexiona sobre sus opciones
después de los últimos cambios de política
del Banco de Japón, bien podría intentar aumentar
la presión sobre el banco antes de lo previsto para
obtener sus resultados.

Ciertamente, el repunte que protagonizó el yen
frente al dólar después de la reunión
sugiere que los inversionistas están decepcionados de que
el banco central no fuera más agresivo.

Esto significa que una caída a más largo
plazo del yen, lo cual sería importante para la
recuperación económica de Japón,
podría ser elusiva hasta que Abe pueda convencer a los
mercados financieros que tiene bajo su control al Banco de
Japón.

Un artículo definitorio y definitivo del
"sabio" alemán (uno de los cinco del Ifo)

Una segunda oportunidad para la reforma europea
(Project Syndicate – 27/12/12)

(Por Hans-Werner Sinn) Lectura recomendada

Múnich.- El Banco Central Europeo logró
tranquilizar a los mercados con su promesa de compras ilimitadas
de bonos de gobiernos de la eurozona, porque efectivamente
aseguró a los tenedores de bonos que los contribuyentes y
los pensionados de las economías todavía
sólidas de la eurozona asumirían la carga del
reembolso si fuera necesario. Aunque el BCE no especificó
cómo es que esto se llevaría a cabo, su compromiso
despertó el apetito de los inversores, redujo los
diferenciales de las tasas de interés en la eurozona y
permitió reducir el financiamiento de las economías
afectadas por la crisis a través de la
imprenta.

Este respiro ofrece una oportunidad
ideal para impulsar las reformas. El primer ministro griego,
Antonis Samaras, debe convencer a sus compatriotas de que tiene
serias intenciones de ponerlas en práctica. El primer
ministro español, Mariano Rajoy, y el ministro de Finanzas
portugués, Vitor Gaspar, merecen más respaldo para
sus planes. Y es de esperarse que el primer ministro interino de
Italia, Mario Monti, dispute la próxima elección
general. Todos estos líderes entienden qué es lo
que se debe hacer.

Francia, en cambio, no parece haber entendido lo que
sucede. El presidente François Hollande quiere resolver
los problemas de su país con programas de crecimiento.
Pero cuando los políticos dicen "crecimiento" están
hablando de "endeudamiento". Eso es lo último que necesita
Francia.

El ratio deuda/PBI de Francia ya está cerca del
90%; aún si su déficit presupuestario de 2013 no
supera el 3,5% del PBI, su ratio deuda/PBI habrá trepado
al 93% para fin del año. La participación del
gobierno en el PBI, 56%, es la más alta en la eurozona y
la segunda más alta entre todos los países
desarrollados.

No son sólo los actores cinematográficos
como Gérard Depardieu los que se van del país para
huir de sus impuestos elevados; la industria también se
va. Los fabricantes de autos alguna vez orgullosos de Francia
luchan por sobrevivir.

De hecho, la industria manufacturera de Francia se ha
reducido a apenas el 9% del PBI, por debajo que en Gran
Bretaña (10%) y menos de la mitad que en Alemania (20%).
Su cuenta corriente está cayendo en un agujero de
déficit cada vez más profundo. El desempleo
está alcanzando niveles sin precedentes.

El problema esencial de Francia, como el
de los países más afectados por la crisis, es que
la ola de crédito barato que hizo posible la
introducción del euro alimentó una burbuja
inflacionaria que la privó de su competitividad. Goldman
Sachs ha calculado que Francia debe volverse 20% más
barata para cumplir con su deuda sobre una base
sustentable.

Lo mismo es válido para
España, mientras que Italia tendría que volverse
entre 10% y 15% más barata, y Grecia y Portugal
necesitarían que los precios domésticos cayeran 30%
y 35%, respectivamente. Las estadísticas de poder
adquisitivo de la OCDE pintan un panorama similar, en el que
Grecia necesita una depreciación del 39% y Portugal del
32%, sólo para alcanzar el nivel de precios que
prevalece en Turquía
. Pero, hasta el momento,
prácticamente no se hizo nada al respecto. Peor
aún, las tasas de inflación de algunos de los
países en problemas todavía son superiores a las de
sus socios comerciales.

Los políticos de la eurozona
tienden a creer que es posible recuperar la competitividad si se
llevan a cabo reformas, si se emprenden proyectos de
infraestructura y si se mejora la productividad, pero sin reducir
los precios domésticos. Esa es una falacia, porque estas
medidas mejoran la competitividad sólo en la medida que
reducen los precios internos con respecto a los competidores de
la eurozona. Es imposible que haya una reducción en los
precios domésticos relativos mientras estos países
permanezcan en la unión monetaria: o deflacionan, o sus
socios comerciales inflacionan más
rápido.

No existe una manera fácil o socialmente
agradable de lograrlo. En algunos casos, este tipo de
acción puede ser tan peligrosa que no se la debería
desear a ninguna sociedad. La brecha es decididamente demasiado
grande entre lo que se necesita para restablecer la
competitividad y lo que los ciudadanos pueden tolerar si siguen
formando parte de la unión monetaria.

Para volverse más barato, la
tasa de inflación de un país debe permanecer por
debajo de la de sus competidores, pero eso sólo se puede
lograr mediante un desplome económico. Cuanto más
defienden los sindicatos las estructuras salariales existentes, y
cuanto menor es el crecimiento de la productividad, mayor
será la caída económica. España y
Francia necesitarían un desplome de diez años, con
una inflación anual 2% por debajo de la de sus
competidores, para recuperar su competitividad. En el caso de
Italia, el camino hacia la competitividad es más corto,
pero para Portugal y Grecia es sustancialmente más largo
-tal vez demasiado largo.

Italia, Francia y España
deberían poder recuperar la competitividad en la eurozona
en un período predecible de tiempo. Después de
todo, Alemania recortó sus precios en relación a
sus socios comerciales de la eurozona un 22% entre 1995, cuando
se anunció definitivamente el euro, y 2008, cuando
estalló la crisis financiera global.

Hace diez años, Alemania era como Francia hoy
-el enfermo de Europa-. Sufría un creciente desempleo y
una falta de inversión. La mayor parte de sus ahorros se
invertían en el extranjero y su porcentaje de
inversión doméstica neta estaba entre los
más bajos de todos los países de la OCDE. Bajo una
presión cada vez más fuerte, el gobierno
socialdemócrata de Gerhard Schroeder en 2003
decidió privar a millones de alemanes de su seguro de
desempleo, abriendo así el camino para la creación
de un sector de bajos salarios, reduciendo a su vez la tasa de
inflación.

Desafortunadamente, hasta el momento, no existe ninguna
señal de que los países en crisis, sobre todo
Francia, estén dispuestos a morder el polvo. Cuanto
más tiempo sigan creyendo obstinadamente en
fórmulas mágicas, más tiempo la crisis del
euro se quedará entre nosotros.

(Hans-Werner Sinn, Professor of Economics at the
University of Munich, is President of the Ifo Institute for
Economic Research and serves on the German economy ministry"s
Advisory Council…)

Uno que sabe de bancos y de Asia, le anuncia a
"Abe", que su "vuelo" será corto

Las falsas ilusiones de la política
monetaria de Shinzo Abe (Project Syndicate
28/12/12
)

(Por Stephen S. Roach) Lectura recomendada

New Haven.- La politización de los bancos
centrales continúa sin cesar. La resurrección de
Shinzo Abe y del Partido Liberal Democrático, pilares del
sistema político que ha dejado la economía japonesa
atrapada en dos decenios perdidos y lo que seguirá, es tan
sólo el último ejemplo.

Las recientes elecciones en el
Japón versaron decisivamente sobre las opiniones de Abe
acerca de la política monetaria del Banco del Japón
(BdJ). Sostuvo que un tímido BdJ debía aprender de
sus homólogos más resueltos, la Reserva Federal de
los EEUU y el Banco Central Europeo. El argumento es el de que,
así como estos últimos han salvado la
situación, al parecer, mediante su heterodoxa y atrevida
relajación cuantitativa (RC), Abe cree que ha llegado el
momento de que el BdJ haga lo propio.

Desde luego, parece que se saldrá con la suya.
Como el mandato del Gobernador del BdJ, Masaaki Shirakawa, acaba
en abril, Abe podrá seleccionar a un sucesor -y dos
gobernadores adjuntos, además- para llevar a cabo su
propósito.

Pero, ¿dará resultado?
Si bien, ahora se acepta de forma generalizada la
política monetaria experimental como procedimiento
operativo habitual en la actual época posterior a la
crisis, su eficacia es dudosa. Casi cuatro años
después de que el mundo tocara fondo a raíz de la
crisis financiera mundial, los efectos de la RC han sido
sorprendentemente asimétricos. Aunque las inyecciones de
liquidez en gran escala fueron eficaces para acabar con la
paralización de los mercados crediticios y detener las
peores consecuencias de la crisis, como lo demuestra el papel
desempeñado al respecto por la primera ronda de RC de la
Reserva Federal en el período 2009-2010, las medidas
posteriores no han logrado nada parecido a una
recuperación cíclica normal.

La razón no es difícil
de entender. Entorpecidas por los graves daños causados a
los balances del sector privado y del público y con unos
tipos de interés de cero o casi, las economías
posteriores a la burbuja han estado empantanadas en una
clásica "trampa de liquidez". Están más
centradas en saldar el excesivo endeudamiento acumulado antes de
la crisis que en cargar con nueva deuda e impulsar la demanda
agregada.

El triste caso del consumidor americano es un ejemplo
clásico de cómo se desarrolla semejante proceso. En
los años anteriores a la crisis, dos burbujas
-inmobiliaria y crediticia- alimentaron una orgía de
consumo personal sin precedentes. Cuando las burbujas estallaron,
las familias se centraron, comprensiblemente, en la
reparación de sus balances: a saber, saldar la deuda y
constituir de nuevo ahorros personales, en lugar de volver a los
hábitos de gasto excesivo.

De hecho, pese a una
triplicación sin precedentes de los activos de la Reserva
Federal hasta los tres billones, aproximadamente, de
dólares -y probablemente camino de los cuatro billones en
el año próximo-, los consumidores de los EEUU se
han echado atrás como nunca. En los 19 trimestres desde el
comienzo de 2008, el aumento anualizado del gasto de los
consumidores ajustado para tener en cuenta la inflación ha
sido de tan sólo 0,7 por ciento por término medio,
casi tres puntos porcentuales inferior a los aumentos
tendenciales de 3,6 por ciento registrados en el período
de once años que concluyó en 2006.

Tampoco el BCE tiene razones para
estar satisfecho con su variedad de relajación
cuantitativa. Pese a la duplicación de su balance, hasta
poco más de tres billones de euros (cuatro billones de
dólares), Europa ha vuelto a caer en la recesión
por segunda vez en cuatro años.

No sólo es limitada la capacidad de la RC para
hacer arrancar unas economías constreñidas por sus
balances y destrozadas por la crisis, sino que, además,
corre el grave riesgo de desdibujar la distinción entre
política monetaria y política fiscal. Los bancos
centrales que compran deuda soberana emitida por las autoridades
fiscales anulan la disciplina impuesta por los mercados con los
costos del endeudamiento, con lo que en realidad subvencionan el
derroche del sector público.

Lamentablemente, parece que el Japón ha olvidado
muchas de las enseñanzas que se desprenden de su propio
caso, en particular la decepcionante experiencia del BdJ con los
tipos de interés cero y la RC a comienzos del decenio de
2000, pero también ha perdido de vista el decenio de 1990,
el primero de sus denominados decenios perdidos, cuando las
autoridades hicieron todo lo posible para prolongar la vida de
los bancos insolventes y de muchas grandes empresas no
financieras. Se mantuvieron con vida artificialmente unas
empresas semejantes a zombis con la falsa esperanza de que el
tiempo por sí solo las resucitara. Hasta el final del
decenio, cuando se reorganizó el sector bancario y se
alentó la reestructuración empresarial, no
logró el Japón avances en el largo y arduo camino
de reparación de los balances y transformación
estructural.

Las autoridades de los EEUU han sucumbido a las mismas
tentaciones de estilo japonés. De la relajación
cuantitativa a unos déficits presupuestarios federales sin
precedentes, pasando por rescates sin precedentes, han hecho todo
lo que estaba en su poder para enmascarar la dureza de la
reparación de los balances y el ajuste estructural. A
consecuencia de ello, los Estados Unidos han creado su propia
generación de zombis: en este caso, consumidores
zombis.

Como en el caso del Japón, la curación de
los Estados Unidos posterior a la burbuja ha sido limitada, aun
con las desmesuradas inyecciones de liquidez de la Reserva
Federal. En el tercer trimestre de 2012, la deuda de las familias
representaba el 112 por ciento de los ingresos: inferior a los
niveles sin precedentes de 2006, pero aún casi 40 puntos
porcentuales superior al 75 por ciento de lo normal en los tres
últimos decenios del siglo XX. De forma semejante, la tasa
de ahorro personal, que ascendió a tan sólo 3,5 por
ciento en el período de cuatro meses que concluyó
en noviembre de 2012, ascendió a menos de la mitad del 7,9
por ciento, por término medio, del período
1970-1999.

Lo mismo es aplicable a Europa. Las medidas
extraordinariamente atrevidas del BCE han logrado poca cosa con
miras a la transformación, esperada durante tanto tiempo,
en esa región. Las economías periféricas
europeas, destrozadas por la crisis, siguen padeciendo cargas de
deuda insostenibles y graves problemas de productividad y
competitividad. Y un sistema bancario europeo fragmentado sigue
siendo uno de los eslabones más débiles de la
cadena regional.

¿Es ésa la "cura" que Abe
quiere de verdad para el Japón? Lo último que la
economía japonesa necesita en este momento es retroceder
en materia de reformas estructurales. Sin embargo, al forzar al
BdJ a seguir los extraviados pasos de la Reserva Federal y del
BCE, ése es precisamente el riesgo que Abe y el
Japón van a afrontar.

Las inyecciones de liquidez en gran
escala aplicadas por los mayores bancos centrales del mundo -la
Reserva Federal, el BCE y el BdJ- no están logrando
impulsar sus respectivas economías reales ni facilitando
la reparación de los balances y el cambio estructural. Eso
hace que haya por ahí una enorme suma de exceso de
liquidez en los mercados de valores mundiales. Adonde vaya la
seguirá inevitablemente la próxima
crisis.

(Stephen S. Roach was Chairman of Morgan Stanley Asia
and the firm's Chief Economist, and currently is a senior fellow
at Yale University"s Jackson Institute of Global Affairs and a
senior lecturer …)

La importancia de llamarse Bernanke (Barley es uno
de los "submarinos" del WSJ en Europa, así y todo, su
artículo puede resultar de interés)

Los bancos centrales compiten por debilitar sus
divisas (Expansión WSJ Europe
30/12/12
)

(Por Richard Barley) Lectura recomendada

¿Cómo representar la gran
reflación? Ante la debilidad de la recuperación, la
Reserva Federal de EEUU está comprando aún
más bonos y se está centrando en reducir el
desempleo; el Banco de Japón sufre presiones
políticas para actuar de forma más radical; y el
designado gobernador del Banco de Inglaterra ha planteado la idea
de una política monetaria más flexible. El
resultado podría ser una competición de
devaluaciones de divisas -pero no todas pueden ganar-.

El epicentro más inmediato en 2013 probablemente
sea el yen. El Gobierno recién electo de Shinzo Abe ha
exigido al Banco de Japón que se esfuerce más para
sacar al país de la crisis: un objetivo de
inflación más alto es una posibilidad. Las
expectativas de un BOJ más activista ya han debilitado el
yen, que en la actualidad opera en torno a 86 yenes el
dólar, frente a alrededor de 78 yenes entre julio y
octubre del año pasado. Según los cálculos
de Goldman Sachs, el valor razonable de la moneda es 104,65 yenes
el dólar.

Pero la pregunta es si el BOJ asumirá esta labor
sin reservas. Algunos analistas sospechan que las
políticas monetarias experimentales de la Fed
seguirán imponiéndose al BOJ, limitando
potencialmente la debilidad del yen.

Por su parte, la libra empieza a parecer más
vulnerable. Reino Unido está perdiendo su condición
de refugio.

El crecimiento es débil, los planes de
reducción de déficit del Gobierno no se
están cumpliendo y el rating AAA de Reino Unido puede caer
el año que viene; existe el riesgo de que las reflexiones
del futuro gobernador del BOE, Mark Carney, sobre un cambio en el
objetivo de inflación de Reino Unido pudieran
desestabilizar los mercados.

Teniendo en cuenta que la libra esterlina representa
sólo el 5% de las reservas de divisas extranjeras y que el
mercado de deuda está enormemente distorsionado por las
políticas de expansión cuantitativa, la libra
podría sufrir presiones. La divisa puede caer a un
mínimo de 1,50 dólares desde los 1,61
dólares actuales, según RBS.

Con respecto al euro, su principal logro en 2012 fue
sobrevivir pese a las predicciones de su desaparición,
subiendo a 1,32 dólares desde un mínimo de 1,21
dólares con la disminución de la prima de riesgo
relacionada a la crisis de la eurozona. Si el euro alcanza entre
1,35 y 1,40 dólares, podría perjudicar a
exportadores y políticos, según cree
ING.

El Banco Central Europeo podría hacer uso de una
herramienta poco convencional para contrarrestarlo: obligar a los
bancos a pagar por el privilegio de depositar fondos en el banco
central introduciendo una tasa de depósito negativa. Hasta
el momento, el BCE no ha parecido dispuesto a dar ese paso a la
ligera, temiendo consecuencias imprevistas.

Con tanta liquidez en circulación en los mercados
globales, es probable que las divisas de los países
emergentes donde las perspectivas de crecimiento puedan ser
más brillantes sigan fortaleciéndose. Esto
podría derivar en más intervenciones y en esfuerzos
para contener los flujos de capital. Nos aguardan guerras de
divisas.

Hay algo que podría cambiar esta
carrera de devaluaciones: un repunte del crecimiento de EEUU.
Aunque es poco probable que la propia Fed abandone su
política, esto podría llevar a que el mercado
contemple al menos un ajuste de la Fed. En última
instancia, esto inclinaría la balanza hacia un
dólar más fuerte, abriendo el camino al
debilitamiento de otras divisas.

Rusia se suma a la guerra ("de
declaraciones")

"El mundo está al borde de una nueva "guerra
de divisas". Rusia ha lanzado hoy su advertencia como ya hizo
Brasil en 2010, después de que algunos responsables
políticos de Europa se hayan unido a Japón al
quejarse del coste de un aumento de los tipos de cambio"…

¿Guerra de divisas? Advertencia de Rusia (El Economista
– 16/1/13)

"Japón interviene para debilitar al yen y otros
podrían sumarse", ha declarado hoy el primer
vicepresidente del banco central ruso, Alexei Ulyukayev, en una
conferencia en Moscú.

La alerta de Rusia, de la que se hace eco
Bloomberg, surge también después de que el
presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, haya lamentado que
el euro está "a un nivel peligrosamente alto".
También el ministro de Finanzas noruego, Sigbjoern
Johnsen, ha señalado que una corona fuerte desafía
la economía.

Si Japón continúa buscando una moneda
más débil, las devaluaciones recíprocas
perjudicarán a la economía global, añade
Ulyukayev. De esta forma se hace eco de la preocupación
reciente de otros jefes de política
internacional.

James Bullard, de la Reserva Federal de St. Louis
aseguró el 10 de enero (2012) que está "un poco
preocupado" por la postura de Japón y el riesgo de
"empobrecer al vecino". También el gobernador del banco
central de Australia, Glenn Stevens, dijo el 12 de diciembre que
existe un cierto "grado de inquietud en la formulación de
políticas mundiales", mientras que su homólogo en
el Banco de Inglaterra, Mervyn King, dijo el 10 de diciembre que
estaba preocupado porque "vamos a ver el crecimiento de una
gestión más activa de los tipos de
cambio".

El intento por tener monedas más débiles
está siendo impulsado por la necesidad de encontrar nuevas
fuentes de crecimiento en la medida en que la política
monetaria y fiscal se quedan sin margen. El riesgo, señala
Bloomberg, es que si un país trata de impulsar sus
exportaciones, daña la competitividad de otras
economías y provoca represalias.

Esta escaramuza podría dar lugar a un choque
mayor de los ministros de finanzas y los bancos centrales del
G-20 cuando se reúnan el próximo mes en
Moscú, después de reiterar su compromiso de 2009 de
"abstenerse de toda devaluación competitiva de las
monedas".

Después de que Suiza bloqueara la
apreciación del franco frente al euro desde septiembre de
2011, Japón ha vuelto a encender la mecha después
de que el recién elegido primer ministro Shinzo Abe haya
lanzado una campaña para impulsar el crecimiento a
través de un banco central más agresivo. El yen ha
caído un 11% frente al dólar desde diciembre y a
mediados de enero (2012) ha tocado su nivel más bajo en
dos años.

Las advertencias, sin embargo, llegan desde todos los
puntos. El presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, ha
manifestado su preocupación por una nueva amenaza para la
estabilidad de la región comunitaria: el elevado precio
del euro. En los últimos seis meses la divisa comunitaria
se anota una ganancia del 8% en su cambio con el billete verde.
El lunes, la cautela del BCE para bajar tipos junto con la
presentación de un nuevo plan de estímulo
económico en Japón por parte del nuevo Gobierno de
Shinzo Abe, llevaron al euro a máximos de once meses
frente al dólar y de 21 meses frente al yen.

Y el ritmo de subida podría seguir, en
atención a las estimaciones de los analistas de Deutsche
Bank, que califican la compra del euro, con un objetivo de 1,40
dólares, como una de las mejores operaciones de divisas
este año, una vez que el riesgo de ruptura de la zona euro
se ha disipado.

El presidente del BCE, Mario Draghi, dijo en la segunda
semana de enero (2012) que no se plantea ninguna meta para el
tipo de cambio, aunque señaló que el euro se
negocia a su media a largo plazo.

El tipo de cambio del euro "no es una gran
preocupación", ha señalado hoy el miembro del
consejo del BCE Ewald Nowotny a la prensa en Viena.

"Para nosotros, el tipo de cambio del euro es una
variable que se tiene en cuenta, pero no es un fin en sí
mismo", ha declarado por su parte el miembro del Consejo
Ejecutivo del BCE Peter Praet al periódico La Libre
Belgique en una entrevista publicada el 16/1.

Antón Pirulero: cada cual, cada cual,
atienda su juego… y el que no… (se
jode)

"El reciente repunte de las monedas latinoamericanas
llevó a los exportadores de la región a renovar los
llamados para que los bancos centrales y los gobiernos adopten
medidas para contener una apreciación que, según
temen, les resta competitividad en momentos en que se
enfría la demanda de sus productos"…
El tipo de
cambio inquieta a América Latina (The Wall Street Journal
– 23/1/13)

Ahora que se han calmado los nervios acerca de la salud
de la economía mundial, los dólares han vuelto a
entrar a raudales a países como Chile, Colombia y
Perú, algunos de los destinos elegidos por los
inversionistas estadounidenses que buscan los mayores retornos
que ofrecen los mercados emergentes.

Monografias.com

La fortaleza de la moneda local y los altos costos
laborales y energéticos están creando "una tormenta
perfecta" para los exportadores, afirmó Wilfred Leigh,
gerente general de la empresa chilena de vinos Bethwines. "Si
subes los precios en Europa, no compran los vinos. Si Europa
estuviera bien, sería distinto", observó
Leigh.

Los exportadores brasileños atribuyeron a la
fortaleza del real la caída del superávit comercial
del país el año pasado, cuando las exportaciones
descendieron 5% y las importaciones sólo 1%. "Enfrentamos
una competencia de precios no sólo en los mercados de
exportación, sino también en el mercado interno",
sostuvo Flavio Castelo Branco, economista jefe de la
Confederación Nacional de Industria del
país.

Los llamados de los exportadores chilenos para una
intervención se han intensificado en las últimas
semanas, cuando la moneda local alcanzó un máximo
de tres meses frente al dólar y cerró dos veces en
alrededor de 470 pesos, una barrera psicológica que,
según los inversionistas, podría gatillar la
intervención del banco central. El tipo de cambio estaba
en torno a ese nivel cuando la entidad lanzó un programa
de intervención de un año en enero de
2011.

Otros consideran que una nueva intervención es
improbable puesto que la causa de la apreciación actual es
la debilidad del dólar, que está parcialmente
relacionada a la política expansiva que la Reserva Federal
lleva adelante para apuntalar la economía de Estados
Unidos. "A 470, la gente compra dólares y el peso se
deprecia", afirmó Sergio Tricio, jefe de estudios de la
firma de intermediación financiera Forex Chile.

Rodrigo Vergara, presidente del Banco Central de Chile,
no dio indicios en una reciente entrevista de si el organismo
intervendrá para frenar la apreciación del peso.
"Hay sectores que se han beneficiado mucho de los aumentos en
precios externos", observó. "Otros, están
más complicados. Naturalmente, los sectores manufactureros
y agrícolas están siendo más afectados que
otros y se manifiestan al respecto".

La intervención en los mercados de divisas de
América Latina ha variado de país en país.
Brasil ha sido es el más activo y México ha sido
uno de los más pasivos.

Benito Berber, estratega de Nomura para América
Latina, sostuvo que la apreciación del tipo de cambio
será probablemente un problema en la región en 2013
y resaltó recientes declaraciones de funcionarios
colombianos sobre un debilitamiento del peso
colombiano.

El peso mexicano es una de las monedas más
transadas de los mercados emergentes y, por ende, una de las
más vulnerables a los cambios de ánimo de los
inversionistas frente al riesgo. La semana pasada, el peso
mexicano alcanzó su mayor nivel desde septiembre de 2011,
al quedar por debajo de 12,60 unidades por
dólar.

El secretario de Hacienda de México, Luis
Videgaray, indicó el martes que el gobierno y el banco
central mantendrán la política de acumular reservas
extranjeras como una "medida prudencial" para protegerse contra
los brotes de volatilidad en los mercados
internacionales.

A su vez, el ministro de Hacienda colombiano, Mauricio
Cárdenas, desestimó los pedidos de mayores medidas
para limitar el fortalecimiento del peso colombiano, al decir que
la apreciación es "transitoria". Augusto Solano, director
de una asociación de exportadores colombianos de flores,
insiste en que el problema va más allá de comprar
dólares y exige medidas más enérgicas y
audaces, como posibles controles de capital.

Costa Rica planea hacer justamente eso. Esta semana el
gobierno presentó medidas temporales que incluyen altos
impuestos para desalentar las inversiones a corto plazo que la
presidenta Laura Chinchilla describió como verdaderas
"armas de destrucción masiva".

Guido Mantega, finalmente tiene
compañía (aunque con "amigos"
así…)

"En septiembre de 2010, el ministro de Hacienda de
Brasil provocó una pequeña conmoción cuando
declaró que el mundo era presa de una "guerra de divisas".
Mantega sostenía que las políticas monetarias
hiperexpansivas que perseguían los países
avanzados, junto a la manipulación del tipo de cambio para
respaldar a los exportadores en China, estaban desviando
capitales especulativos indeseados hacia las naciones de mercados
emergentes y forzándolas a tomar sus propias medidas para
debilitar sus divisas como represalia"…
Mientras se
intensifica el debate, aumenta el riesgo de una guerra cambiaria
(The Wall Street Journal – 25/1/13)

Esos comentarios, que evocaron el espectro de un
círculo vicioso de políticas de "empobrecer al
vecino" que exacerbaron la Gran Depresión, desencadenaron
un gran debate e incluso dieron el título a un libro
éxito de ventas del banquero de inversión James G.
Rickards. Pero en ese momento, los expertos económicos
desestimaron en su mayoría esos comentarios,
tachándolos de una lectura alarmista de lo que sólo
era un realineamiento de la política después de la
crisis.

Dos años y medio más tarde, Mantega ha
encontrado algunos seguidores. Debido a que el yen ha perdido 13%
de su valor frente al dólar en cuatro meses luego que el
Banco de Japón accediera a las demandas del nuevo primer
ministro Shinzo Abe de una política monetaria más
expansiva, y con la Reserva Federal de Estados Unidos inmersa en
una nueva ronda de "relajación cuantitativa" indefinida,
las advertencias sobre una guerra de divisas están
apareciendo cada vez con mayor frecuencia. Y vienen de figuras
que se esperaría tuvieran una visión más
moderada del mundo.

En discursos separados pronunciados el 22/1, el saliente
gobernador del Banco de Inglaterra, Mervyn King, expresó
sus temores de que el sistema financiero mundial esté
enfrentando una ola de depreciaciones competitivas de las
monedas, mientras que el presidente del Bundesbank alemán,
Jens Weidmann, reprendió al Banco de Japón por las
políticas que "podrían llevar a un tipo de cambio
cada vez más politizado". Los comentarios surgieron tras
advertencias similares sobre las medidas de Japón
realizadas este mes por el presidente de la Fed de St. Louis,
James Bullard, y el miembro del directorio del Banco Central
Europeo, Benoit Coeure, y al reclamo de Jean-Claude Juncker,
primer ministro de Luxemburgo, quien encabeza el Eurogrupo de
ministros de finanzas, acerca de que el euro estaba
"peligrosamente alto".

Los gobiernos de los mercados emergentes también
están empezando a manifestarse. Entre otros, funcionarios
de los bancos centrales de Rusia y Corea del Sur han advertido
que otros países podrían imitar a Japón y
debilitar sus divisas.

De acuerdo al equipo de estrategia de moneda extranjera
de Royal Bank of Scotland, 2013 podría ver como la actual
ronda de "riñas de divisas se transforma en algo que
podría arder a un nivel más internacional". Por lo
que, preparándose para una guerra mundial de divisas,
diseñaron una matriz que muestra qué bancos
centrales tienen mayor "intención" y/o "capacidad" de
intervenir. En los primeros lugares en ambos frentes están
los bancos de Chile, Tailandia, Malasia y, lo que fue una
sorpresa, Suecia.

Podría ser tentador desestimar todo esto y
calificarlo de una mera hipérbole. La situación es
mucho menos grave que las brutales guerras de monedas de los
años treinta, las cuales estaban vinculadas
intrínsecamente a las restricciones comerciales que usaban
los gobiernos para proteger sus industrias nacionales, y que
causaron una contracción del comercio mundial. Por ahora,
al menos, los gobiernos son muy respetuosos de la
Organización Mundial de Comercio como para seguir ese
camino.

Sin embargo, existe una visión muy arraigada de
que un expansionismo monetario extremo y estrategias cambiarias
proactivas, las cuales escapan a la competencia de la OMC,
representan un proteccionismo con otro nombre. De un modo o de
otro, estamos en riesgo de que una serie de medidas de "ojo por
ojo, diente por diente" perjudiquen fuertemente la
economía mundial. El resultado final podría ser una
guerra comercial o una pérdida generalizada de la
confianza en el papel moneda, junto a un repunte de la
inflación.

Al referirse a esta amenaza, los encargados de
política frecuentemente justifican sus propias malas
conductas. Puede que Mantega haya adoptado una posición
"más papista que el papa" cuando atacó a la Fed y
al Banco Popular de China, pero le dio una excusa para lanzar su
propia estrategia de intervención, incluido un impuesto al
ingreso de capitales, para debilitar su moneda, el
real.

De manera similar, King del Banco de Inglaterra
acompañó el 22/1 sus comentarios de advertencia con
afirmaciones de que la libra necesitaba una depreciación
de 25% para reequilibrar la atribulada economía del Reino
Unido, y que su banco central recurriría a una mayor
flexibilización cuantitativa si fuera
necesario.

Dichas afirmaciones no ayudan a alimentar la confianza
mutua entre las naciones. Los países necesitan reconocer
el impacto negativo de sus políticas a nivel internacional
y, donde sea posible, renegar de las medidas que socavan el
comercio mundial. (La Fed, por ejemplo, podría simplemente
reconocer la verdad evidente de que la flexibilización
cuantitativa debilita al dólar y crea desequilibrios en la
economía mundial, aunque su intención sea impulsar
la demanda interna más que la externa). Solo entonces los
países pueden aunarse en el interés mutuo de un
sistema de divisas de libre flotación que fomente el
comercio mundial y promueva la prosperidad
común.

"Happy Hour", la "barra libre" de Ben: "uno de los
nuestros" (nice job Bernie)

"El Promedio Industrial Dow Jones se disparaba el
miércoles, para superar brevemente los 14.000 puntos,
luego que las lecturas de empleo correspondientes al
término del año pasado fueran revisadas al alza y
la actividad fabril se expandiera en enero"…
El Dow Jones
toca la barrera de los 14.000 puntos (The Wall Street Journal
– 1/2/13)

El Promedio Industrial Dow Jones avanzaba 141 puntos, o
1,01%, a 14.000 a media mañana. El índice no ha
cerrado sobre ese nivel desde 2007.

El índice Standard & Poor's 500 agregaba 11
puntos, o 0,8%, a 1510, mientras que el índice Compuesto
Nasdaq escalaba 23 puntos, o 0,7%, a 3166.

"Cualquier noticia que no sea negativa es de ayuda para
este mercado", dijo Jonathan Corpina, socio gerente senior de
Meridian Equity Partners. "Si recibimos noticias excelentes,
buenas o regulares, las pantallas de todos modos se
colocarán verdes".

El índice de gerentes de compra del sector
manufacturero que elabora el Instituto de Gestión de
Suministros ascendió a 53,1 en enero, frente a la lectura
de 50,2 de diciembre. Una lectura superior a 50 denota
expansión de la actividad. Los economistas encuestados por
Dow Jones Newswires esperaban que el índice subiera a
51,0.

En tanto, la lectura preliminar para enero del
índice sobre la percepción del consumidor que
compilan la Universidad de Michigan y Thomson Reuters, se
elevó más de lo que esperaban los economistas. El
gasto de construcción para diciembre habría
aumentado 0,6% frente al mes previo.

"Bansai": ¿podrá el BOJ hacer de Fed?
To be, or not to be: that is the question…

"Estaba llamado a ser uno de los protagonistas de
2013. Y no ha tardado mucho en confirmarlo. La "guerra de las
divisas", el nombre que recibe el conflicto abierto por los
países que instigan la depreciación de sus monedas
para estimular sus exportaciones, resurge con fuerza de la mano
de las autoridades niponas. Pero no son las únicas. Las
devaluaciones competitivas son siempre tentadoras"…

Japón reaviva la "guerra de las monedas" (El Economista
– 2/2/13)

Nunca se declaró la paz. Simplemente es que las
hostilidades se habían dado una tregua. Pero esta ha
finalizado. Japón se ha encargado de ello. De resucitar la
guerra de las divisas, bautizada así por el Ministro de
Finanzas de Brasil, Guido Mantega, en septiembre de 2010 para
referirse a las artimañas cambiarias a las que estaban
recurriendo varios países para abaratar sus monedas y
estimular así sus exportaciones como antídoto a la
crisis. La denuncia no era menor, porque no se trataba de unas
naciones cualquiera. En su mente, la mayor potencia
económica, Estados Unidos, aunque sus sospechas se
dirigían también a otros representantes del
G-7.

Más de dos años después,
Japón vuelve a la carga, dispuesto a disparar toda la
munición precisa para debilitar al yen. Ya lo
anticipó su nuevo primer ministro, Shinzo Abe, durante la
campaña electoral, en la que mencionó
explícitamente que entre sus metas figuraba reducir la
fortaleza de la moneda. Siguiendo sus indicaciones -y
comprometiendo así su independencia-, el Banco de
Japón (BdJ) anunció una nueva batería de
estímulos monetarios en su primera reunión de 2013.
Es decir, puso más carne en el asador para forzar la
depreciación de la moneda nipona. Por si quedaban dudas,
el viceministro de Economía, Yasutoshi Nishimura,
reconoció que no sería un problema que el yen
llegara hasta las 100 unidades por dólar.

Poco le queda para lograrlo. El dólar ya ha
superado los 90 yenes, mientras que el euro compra 126 yenes. En
ambos casos, se trata del cambio más bajo del yen desde
2010. Otro dato: desde julio, la divisa europea se aprecia un
32,6 por ciento contra la japonesa.

Los cañonazos de Japón -que se suman a los
de otros países activos como Suiza o China- resuenan por
tanto en los mercados, pero también lo hacen -y de forma
creciente- en los tímpanos de las autoridades
internacionales. En un discurso pronunciado el 22 de enero
(2012), el gobernador del Banco de Inglaterra, Mervyn King,
aludió al conflicto. "Un número creciente de
países está asumiendo la idea de que
únicamente un tipo de cambio real más bajo
proporcionará el estímulo de la demanda que sus
economías requieren. Muchos han tomado acciones para
conseguir ese fin. Esa es una fórmula para las
depreciaciones competitivas y lo que algunos han llamado guerra
de las divisas", expresó.

Lo curioso es que durante esa misma intervención
sugirió que la entidad británica está
preparada para enviar más estímulos si resulta
necesario y subrayó que, precisamente, la debilidad de la
libra esterlina desde 2007 -desde entonces se ha depreciado un 30
por ciento contra el euro- ha ayudado a reequilibrar la
economía británica. O lo que es lo mismo, un
mensaje combinado que fue interpretado por el mercado como una
señal de que no vería con malos ojos una
caída adicional de la libra. Este mensaje, mezclado con la
debilidad económica británica -entre octubre y
diciembre se contrajo un 0,3 por ciento-, también
está dejando rastro en la marcha de la libra. En 2013 cede
un 6,5 por ciento contra el euro y se cambia a 0,864 unidades por
euro, su cambio más bajo desde noviembre de
2011.

Reino Unido, por tanto, se suma al bando de los
países que, sin exponerlo explícitamente, sí
induce la caída de su moneda. Aunque, en este bloque, el
principal contendiente es EEUU. Oficialmente no apoya la
caída del dólar, pero las extraordinarias medidas
anticrisis de la Reserva Federal, con su billonaria
impresión de dólares, presionan a la baja sobre el
dólar. Con el malestar consiguiente en los restantes
países -como demostró Brasil-, que ven cómo
la mayor potencia mundial también recurre a este
truco.

Lógicamente, si unas divisas se debilitan se debe
a que otras se fortalecen. Y entre ellas, por encima incluso de
otros clásicos como el dólar neozelandés o
las coronas sueca y noruega, sobresale el euro. La ausencia de
una queja contundente por parte de las autoridades europeas y los
planes del Banco Central Europeo (BCE) de no bajar más los
tipos de interés están provocando que la divisa
europea sea la más fuerte entre las principales del mundo
en lo que va de 2013. De momento, va como un tiro… en la guerra
de las divisas.

El porvenir de una
ilusión ("fue bonito mientras duró" ¿o
convino, a los "amos del
universo"?)

Adiós a la independencia de los bancos
centrales (BBCMundo – 3/2/13)

(Por Marcelo Justo) Lectura recomendada

La independencia de los bancos centrales fue uno de los
ejes del Consenso de Washington, artículo de fe de la
ortodoxia neoliberal, máxima inviolable de una responsable
gestión de la economía.

La teoría era transparente. Los bancos centrales
tenían que manejar la política monetaria nacional
libre de la presión del gobierno de turno, siempre
proclive a buscar votos con medidas populistas y de corto
plazo.

En términos técnicos, el gasto del dinero
-política fiscal a cargo del gobierno- debía estar
totalmente separada de la emisión del dinero,
política monetaria a cargo del Banco Central. El objetivo
principal era controlar la inflación, definida como el
aumento de precios al consumidor.

Las cosas están cambiando. Con
una deuda descomunal en Estados Unidos, Japón y muchos
países de la Unión Europea (UE), con tasas de
interés en niveles históricamente bajos, con
inyecciones de dinero electrónico para sanear el sistema
financiero, los Bancos Centrales están teniendo una
actitud intervencionista cada vez más teñida por
necesidades políticas.

El último caso de este nuevo intervencionismo es
Japón. Con un fuerte respaldo democrático de las
elecciones de diciembre, el flamante mandatario japonés
Shinzo Abe, está modificando la tradicional independencia
del Banco de Japón, comprometiéndolo con su
gigantesco programa de estímulo fiscal.

En defensa de la ortodoxia, el presidente del Banco
Central de Alemania, Jens Weidmann criticó duramente esa
injerencia política.

"Se ven claras violaciones de la independencia que debe
regir a los bancos centrales como en los casos de Japón y
Hungría, donde los gobiernos están interfiriendo
con la política del banco central y amenazando su
autonomía. Esto está llevando a una creciente
politización de su conducta", indicó
Weidmann.

Al son de la recesión

Desde la contracción crediticia de 2007, la
Reserva Federal en Estados Unidos y el Banco de Inglaterra se han
lanzado a estimular la economía y apuntalar a los bancos
con diversas medidas, entre ellas la aceleración
cuantitativa, una emisión electrónica de dinero que
procura expandir el crédito para estimular el sector
productivo y el consumo doméstico.

Según Ismail Erturk, catedrático de
sistemas bancarios de la Universidad de Negocios de Manchester,
estas medidas marcan el fracaso del modelo autonómico
bancario.

"En un sentido funcional había una relativa
autonomía en el manejo institucional. En un sentido
ideológico, no. Había monetaristas y no
keynesianos. La inflación se definía como control
de precios al consumidor y se ignoraban burbujas especulativas
bursátiles o inmobiliarias. El resultado fue desastroso",
señaló Erturk a BBC Mundo.

No solo desastroso: sigue presente hoy.

Los gobiernos desarrollados se vieron
obligados a intervenir ante la caída del Lehman Brothers
en septiembre de 2008 para impedir una corrida bancaria y una
depresión mundial: el endeudamiento actual viene de ese
momento.

Pero ni con aquella intervención
fiscal masiva se curó la enfermedad financiera.

El Banco Central Europeo (BCE) ha prestado más de
un billón de euros a los bancos amenazados por deudas
impagables incurridas en la época del dinero fácil
a las que están fuertemente expuestos instituciones
financieras de los países del norte, desde Alemania al
Reino Unido.

Según analistas del banco suizo UBS, es
perfectamente factible que una serie de cese de pagos de los
países o de sus bancos "erosione la posición del
Banco Central Europeo y la de sus accionistas, los bancos
centrales nacionales".

El porvenir de una ilusión

Una importante corriente de
opinión económica considera que la idea misma de
independencia o autonomía era una
ilusión.

"No hay realmente instituciones independientes. Todas
tienen que rendir cuentas. La cuestión es ante
quién", señaló en una reciente conferencia
en India el Premio Nobel de Economía Joseph
Stiglitz.

En un artículo publicado en el Financial Times,
sugestivamente titulado "La era de los bancos centrales
independientes está tocando su fin", el economista jefe
del HSBC Stephen King apunta en la misma dirección al
decir que "no se puede seguir hablando de independencia de los
bancos porque estos crean ganadores y perdedores".

Por su parte, en un trabajo sobre la emisión de
dinero electrónico o aceleración cuantitativa, el
exasesor de la Reserva Federal de Nueva York Zoltan Pozsar y el
economista que acuñó el término "banca en
las sombras", Paul Mc Culley, directamente sugieren que los
bancos centrales trabajen a las órdenes de los ministerios
de finanzas para coordinar medidas fiscales y monetarias que
ayuden a lidiar con la actual crisis.

¿Y América Latina?

El debate sobre la independencia de los bancos centrales
también ha estado a la orden del día en
América Latina.

El año pasado Argentina y Bolivia modificaron la
ley que gobierna a sus bancos centrales manteniendo el principio
de preservación del valor de la moneda -es decir, de la
necesidad de evitar episodios inflacionarios que erosionen su
valor-, pero añadiendo a su mandato la necesidad de
desarrollar políticas que contribuyan al desarrollo
económico y social del país.

Estos objetivos tienen distintas realizaciones en los
países que han experimentado con un cambio de modelo del
banco central desde Ecuador a Venezuela y Brasil.

"En los países emergentes ha habido siempre una
actitud mucho más intervencionista que en los
países centrales. En América Latina en particular
un objetivo esencial de los bancos centrales es la
cuestión cambiaria ante las fluctuaciones que sufren sus
monedas. La redefinición de los objetivos que se
está ensayando va por el buen camino, pero tiene
límites respecto a lo que el Banco Central puede realmente
llegar a hacer", indicó Erturk a BBC Mundo.

Estas experiencias fueron duramente criticadas en el
primer mundo, tanto por políticos como por los medios, que
las tildaron de populismo.

Nadie repite el epíteto ahora que se sugiere
abiertamente la necesidad de un cambio de modelo en el mundo
desarrollado.

¿Por qué esta vez será
distinto? (si siguen los mismos "conductores
kamikazes")

Échale la culpa a la Fed (Project
Syndicate – 4/2/13)

(Por Kenneth Rogoff) Lectura recomendada

Frankfurt.- Los críticos de la Reserva Federal de
EEUU están dándose un festín con las
embarazosas revelaciones de sus evaluaciones de riesgo en las
vísperas de la crisis financiera. Por ley, la Fed debe
publicar las transcripciones de su Comité Federal de
Mercado Abierto (FOMC) pasados cinco años de las
reuniones.

Si bien la crisis completa no
estalló hasta el colapso de Lehman Brothers en septiembre
de 2008, ya en el verano de 2007 estaba claro que algo andaba muy
mal en los mercados de crédito, que habían
comenzado a comportarse en formas muy extrañas. Sin
embargo, muchos funcionarios de la Fed claramente fueron
incapaces de reconocer la relevancia de lo que ocurría.
Uno de los gobernadores opinó que la Fed debía
considerar positivo que los mercados comenzaran a preocuparse por
las hipotecas de alto riesgo. Otro argumentó que el
estrés del verano en el mercado probablemente fuese un
pequeño contratiempo.

Varios críticos están tomando esas
afirmaciones como evidencia de que la Fed es incompetente y que
su independencia debe ser restringida, o algo peor. Son
disparates. Sí, se podría y debería haber
actuado mejor, pero criticar a los gobernadores de la Fed por no
detectar la catástrofe es absurdo.

La Fed no estaba para nada sola. En
agosto de 2007 pocos participantes en los mercados, incluso
quienes contaban con montañas de información y una
gran cantidad de opiniones de expertos, tenían idea de lo
que sucedía. Ciertamente el Congreso estadounidense no
tenía noción; sus miembros aún se ocupaban
de cabildear en favor de las agencias de hipotecas respaldadas
por el gobierno Fannie Mae y Freddie Mac, empeorando aún
más la situación.

Tampoco el Fondo Monetario Internacional
demostró brillantez. En abril de 2007 el FMI
publicó sus famosas Perspectivas de la economía
mundial del "Día de San Valentín", donde
declaró que todos los problemas en Estados Unidos y otras
economías avanzadas por los cuales se había estado
preocupando eran exagerados.

Además, es engañoso criticar los
comentarios más equivocados de algunos gobernadores en el
contexto de un activo debate intelectual sobre las
políticas. Es legítimo criticar la pobreza de
criterio de algunos, sus expedientes debieran registrarlo. Pero
eso no impugna a la totalidad del FOMC, y mucho menos a toda la
institución.

Los modelos macroeconómicos
más avanzados de los bancos centrales también
fallaron miserablemente -en forma tal que recién ahora los
economistas han comenzado a reconocer completamente. Si bien la
Fed evalúa muchos enfoques e indicadores al tomar sus
decisiones, no hay duda de que se vio fuertemente influida por el
pensamiento académico dominante -incluidos los llamados
modelos de ciclos económicos reales y los modelos del
nuevo keynesianismo- que suponían que los mercados
financieros funcionan perfectamente. De hecho, los bancos
centrales más importantes del mundo y la profesión
económica publicitaron la idea de la "gran
moderación": el silenciamiento de la volatilidad
macroeconómica, en parte por el enfoque de las autoridades
monetarias, basado en modelos y supuestamente más
científico, para el desarrollo de
políticas.

Ahora sabemos que los modelos
macroeconómicos canónicos no incluyen adecuadamente
las fragilidades de los mercados financieros y que corregir los
modelos y mantener su flexibilidad es una tarea formidable.
Francamente, si los modelos hubiesen permitido al menos la
posibilidad de imperfecciones en el mercado de crédito, la
Fed podría haber prestado más atención a los
indicadores de ese mercado en tanto reflejo de las condiciones
generales en los mercados financieros, como lo hacen los bancos
centrales en los mercados emergentes.

En último lugar, pero no por ello menos
importante, incluso si la Fed hubiese entendido mejor los
riesgos, no le hubiera sido fácil evitar la crisis por
sí sola. La eficacia de las políticas de tasas de
interés es limitada y muchos de los mayores problemas
radicaban en los aspectos regulatorios.

Y calibrar una respuesta no era fácil. Para fines
de 2007, por ejemplo, la Fed y el Tesoro de EEUU muy
probablemente ya habían visto al menos un informe que
afirmaba que solo una intervención masiva para apoyar los
créditos de alto riesgo podría impedir una
catástrofe. La idea era evitar que el sistema financiero
tuviese que desmantelar en forma segura los edificios
contractuales tremendamente complejos -que no permitían la
posibilidad de colapsos sistémicos- que había
construido.

Un rescate de esa naturaleza hubiera costado
aproximadamente $ 500 mil millones o más, y entre los
principales beneficiarios hubieran estado las grandes empresas
financieras. ¿Hubo alguna posibilidad realista de que una
medida de ese tipo fuera aprobada por el Congreso antes de que la
sangre llegase a las calles?

De hecho, fue precisamente esta lógica que me
llevó a un pronóstico muy sombrío en un
discurso con amplia cobertura en Singapur, el 19 de agosto de
2008, un mes antes de la caída de Lehman Brothers. Sostuve
que la situación no mejoraría hasta después
de empeorar mucho, y que el colapso de una de las mayores
empresas financieras del mundo era inminente. Mi argumento se
apoyó en mi percepción de que la economía
mundial ingresaba en una gran recesión y tuve el beneficio
de los trabajos cuantitativos que hicimos junto con Carmen
Reinhart sobre la historia de las crisis financieras.

No estaba buscando sensacionalismo en Singapur.
Pensé que lo que decía era totalmente obvio. Sin
embargo, mi predicción saltó a las primeras
páginas de muchos importantes periódicos en el
mundo. Llegó a los titulares, evidentemente, porque
aún distaba de ser una visión consensuada, aunque
las preocupaciones iban en aumento.

¿Aumentaban también las preocupaciones en
la Fed en el verano de 2008? Tendremos que esperar hasta el
año que viene para averiguarlo. Pero, cuando lo hagamos,
recordemos que cualquiera puede predecir el pasado.

(Kenneth Rogoff, Professor of Economics and Public
Policy at Harvard University and recipient of the 2011 Deutsche
Bank Prize in Financial Economics, was the chief economist of the
IMF…)

Más "deposiciones" del "plumilla" Hastings
(el 21/12/12, escribía lo contrario; ¿en qué
quedamos?) Juzguen ustedes mismos

Cuidado con el repunte del yen (The Wall Street
Journal – 6/2/13)

(Por Nicholas Hastings) Lectura recomendada

El nuevo gobernador del Banco de
Japón, quienquiera que sea, tendrá un arduo
trabajo. Tendrá que aplicar políticas para terminar
con años de deflación.

Tendrá que asegurar que los
rendimientos de los bonos japoneses permanezcan bajos.

Y tendrá que convencer a sus
socios del G20 que este no es un nuevo período de
manipulación cambiaria.

Si no lo logra, podría tener un
gran problema en sus manos. El yen repuntaría tras casi
cinco meses de descenso sostenido.

Y dado que el yen ya ha perdido casi 20% de su valor
contra el dólar desde septiembre, hay bastante espacio
para un repunte si fracasa.

Aunque el banco central ya
confirmó los planes de terminar con la deflación
estableciendo una meta de inflación de 2%, aún
tiene que explicar cómo lo hará.

Esa será responsabilidad del gobernador que el
nuevo primer ministro, Shinzo Abe, nombre en las próximas
semanas.

Comentaristas en Tokio sugieren que el mejor candidato
para lograrlo es Kazumasa Iwata, ex vicegobernador del banco,
quien cree en la compra de bonos extranjeros como una forma de
aumentar las compras de activos e inyectar más liquidez a
la economía japonesa.

Las esperanzas son que si Iwata reemplaza a Masaaki
Shirakawa el 19 de marzo, podría presidir su primera
reunión de política y comenzar con los cambios tan
pronto como el 4 de abril.

Sin embargo, Iwata también tendría que
convencer a los inversionistas que cualquier estrategia no solo
estimularía la economía japonesa sino que
empezaría a aumentar las expectativas
inflacionarias.

Por el momento, hay pocas señales de que se
esperen estos cambios en el mercado de bonos del gobierno
japonés, donde los rendimientos han permanecido
prácticamente estáticos pese al descenso del yen.
El bono del gobierno japonés a 10 años rinde
actualmente 0,77%, casi sin variación frente a 0,80% a
fines de agosto pasado.

Durante el mismo período, los rendimientos de los
títulos del Tesoro de Estados Unidos han subido a 2%,
desde 1,54% a fines de agosto, lo que sugiere que al menos parte
del alza del dólar frente al yen ha sido impulsada por los
rendimientos de los bonos de EE.UU. más que por los de
Japón.

Por lo tanto, aunque la moneda japonesa pueda haber
descontado los cambios de política, los bonos japoneses no
parecen haber hecho lo mismo.

Además, está el tema de la influencia
externa.

Aunque Japón ha intentado justificar los cambios
como una forma de combatir la inflación y no de debilitar
el yen, el país está atrayendo un nivel
considerable de críticas, directa e indirectamente de sus
principales socios comerciales.

Incluso Alemania, que normalmente es considerada una
economía resistente a las fluctuaciones cambiarias, ha
estado rechazando el reciente descenso del yen frente al
euro.

Ahora que el yen ha caído a nuevos mínimos
de varios años frente al dólar y el euro, la
presión para que Tokio adopte una estrategia algo menos
agresiva probablemente aumentará en una reunión de
ministros de finanzas del G20 que se celebrará la
próxima semana.

Por lo tanto, mientras el dólar sube a 95 yenes y
el euro ronda 128 yenes, es probable que el reciente impulso que
ha mantenido el yen a la baja pronto podría
atenuarse.

Como de costumbre, la UE llega, tarde y mal, al
debate cambiario (esclava moral)

"El Gobierno de la canciller alemana, Angela Merkel,
ha advertido contra los intentos de modificar la tasa de cambio
del euro. En su opinión, la actual apreciación de
la moneda única compensa la "masiva caída" durante
la crisis de deuda"…
Alemania asegura que "el euro no
está sobrevalorado en estos momentos" (El Economista
6/2/13
)

"La subida del euro deja claro que estos niveles, en
torno a 1,35 dólares, muestran que la confianza
está volviendo a la Eurozona", según ha
señalado el portavoz de Merkel, Steffen Seibert, a los
periodistas. El aumento "no es tan malo", ha
añadido.

En su opinión, el euro no está
sobrevalorado en la actualidad si se tienen en cuenta las
tendencias a largo plazo. "Si miras el contexto histórico,
el gobierno alemán tiene la opinión de que el euro
no está sobrevalorado en estos momentos", ha expresado
Seibert en rueda de prensa.

El 5/2, el presidente de Francia, François
Hollande, dijo que la zona euro debe acordar un tipo de cambio a
medio plazo para el euro y actuar en los mercados globales para
proteger sus intereses. También el ministro de Finanzas
galo, Pierre Moscovici, se ha referido el 6/2 a la fortaleza del
euro.

En el mes de enero (2012) se ha hablado mucho de la
posibilidad de una guerra de divisas, especialmente tras la
advertencia de Rusia.

Todas las miradas se dirigen hacia Japón debido a
su campaña para debilitar el yen a través de un
banco central más agresivo. Y mientras, en Europa, crecen
las voces de alerta ante la fortaleza inusitada del euro y los
peligros que ello supone para la economía de la
Eurozona.

El presidente (en ejercicio) del Eurogrupo, Jean-Claude
Juncker, lamentó que el euro está "a un nivel
peligrosamente alto".

¿Qué piensa el
BCE?

No obstante, el propio presidente del BCE, Mario Draghi,
dijo en la reunión de enero (2012) de la
institución que no se plantea ninguna meta para el tipo de
cambio, aunque señaló que el euro se negocia a su
media a largo plazo.

Mañana vuelve a reunirse otra vez y los mercados
prestarán atención a los comentarios del presidente
del BCE sobre el reciente endurecimiento de las condiciones
financieras por la apreciación del euro, según el
economista jefe para la zona del euro de UniCredit Marco Valli,
en declaraciones que recoge EFE.

Generalmente, el BCE rehúsa comentar los tipos de
cambio, se limita a decir que la entidad no persigue un tipo de
cambio objetivo y sólo responde a las fluctuaciones de los
mercados de divisas si pueden crear riesgos a medio plazo para la
estabilidad de precios.

La apreciación del euro en los últimos
seis meses, que se intensificó la semana pasada, refleja
la disminución de los riesgos en la zona del euro, la
mejora de la confianza en los mercados financieros y, más
recientemente, de la confianza empresarial, señala
UniCredit.

Draghi rompe el silencio: ¿facta non
verba?

""El BCE va a controlar muy de cerca la
evolución del mercado de divisas". Estas palabras de Mario
Draghi han sido suficientes para que el euro pierda parte del
terreno ganado. La divisa europea ha bajado de golpe un 1%, hasta
los 1,339 dólares. El Ibex se ha dejado un 0,5%"…

Draghi frena al euro (Cinco Días
7/2/13
)

La reunión de política monetaria del Banco
Central Europea ha traído consigo una noticia que ha
puesto nervioso al euro. Su presidente, Mario Draghi, ha
asegurado que la institución que preside se
mantendrá "muy vigilante" ante la apreciación del
euro, pese a que el tipo de cambio no es competencia del banco.
Además, el presidente del BCE ha apuntado que las
perspectivas inflacionistas están equilibradas (dando a
entender que no prevé mover tipos) y ha asegurado que la
devolución de dinero por parte de la banca europea a la
institución refleja la mayor confianza del sistema
financiero. El consejo de gobierno, como se esperaba, ha decidido
mantener sin cambios los tipos de interés en el
mínimo histórico del 0,75%.

Con este telón de fondo, la divisa se ha
derrumbado un 1%, hasta cotizar por la tarde a 1,339
dólares.

Así relataba la "jugada" de Draghi, el
"ínclito" Hastings (¿con las mejores
intenciones?)

Mario Draghi sitúa al euro justo donde
quería (The Wall Street Journal – 8/2/13)

(Por Nicholas Hastings) Lectura recomendada

Como cualquier buen jinete que siente
que su caballo se le escapa, Mario Draghi afirmó las
riendas y recuperó el control.

Y ahora el presidente del Banco Central
Europeo probablemente tiene al euro justo donde lo
quería.

En una actuación magistral en la
conferencia de prensa que dio el jueves, Draghi dio
señales de una postura de política levemente
más expansiva, dado que la economía de la eurozona
está lejos de crecer a altas tasas y la reciente
apreciación del euro habrá suprimido las presiones
de precios.

Sus comentarios contribuyeron a
desencadenar la mayor depreciación en una sesión
que ha registrado la moneda única en los últimos
seis meses.

Sin embargo, al mismo tiempo Draghi logró
mantener un tono moderado, se mostró altamente sensible a
la inflación y sugirió que la política
monetaria más relajada ha llegado para
quedarse.

Luego, algo que pareció ser el último
tirón al ajuste de riendas, el presidente del BCE
señaló que tanto en términos nominales como
reales, el euro se encuentra "en o cerca de" sus promedios de
largo plazo.

Entonces ¿dónde deja eso ahora a la moneda
única?

Los alcistas dirían que poco ha
cambiado.

La economía global aún está
mejorando gradualmente, y los últimos datos de comercio
exterior en China mostraron otro fuerte incremento tanto en las
importaciones como en las exportaciones.

En tanto, pese al giro levemente más expansivo
que adoptó el BCE, la política monetaria de la
eurozona aún está fijada en un nivel más
restrictivo que en la mayoría de las principales
economías. Estados Unidos, el Reino Unido, Japón y
ahora incluso Australia aún están comprometidos con
seguir, ya sea una relajación de la política desde
los niveles actuales, o preservar las políticas expansivas
por un tiempo considerable.

Todo esto sugiere que el euro debería atraer el
interés de los inversionistas.

¿Pero lo hará?

En su conferencia de prensa, Draghi pareció hacer
una evaluación levemente más prudente de la
economía. Aunque aún prevé una
recuperación más adelante este año,
siguió destacando los riesgos a la baja.

Esto no es sorprendente si se considera la
acumulación de decepcionantes datos de los miembros
deudores, lo que sugiere que siguen alejándose de Alemania
y el BCE quedará con la difícil tarea de conducir
la política en una Europa que avanza a dos
velocidades.

Luego tenemos los problemas políticos.

Un escándalo en España
podría obligar al presidente del Gobierno de
España, Mariano Rajoy, a convocar a elecciones
anticipadas. Mientras en Italia, se ve cada vez más
probable que las elecciones a fin de mes terminarán con un
parlamento sin mayoría clara.

En ambos casos, los programas de reforma estructural
podrían peligrar y la amenaza de una crisis de deuda
aún mayor que involucre al euro podría
retornar.

Esto es lo que probablemente se verá reflejado en
el euro, particularmente considerando que hay pocas
señales de una recuperación en los flujos de los
inversionistas hacia la moneda a los niveles que se registraron
previamente en el año.

Los rendimientos de la deuda soberana de España,
Italia y Portugal han subido marginalmente últimamente, lo
que sugiere que las incertidumbres políticas y
económicas están teniendo consecuencias.

Y si persisten, es poco probable que el
euro registre alguna apreciación significativa.

En lo que respecta a Draghi, esto es probablemente justo
lo que desea.

En busca del arca
perdida (¿para continuar empujando la soga?)

Bretton Woods III (Project Syndicate
7/2/13
)

(Por Sanjeev Sanyal) Lectura recomendada

Singapur.- Muchos analistas y observadores creen que los
desequilibrios globales que caracterizaron a la economía
mundial en los años anteriores a la crisis de 2008
esencialmente se disiparon. Pero, si bien es cierto que los
excedentes de cuenta corriente de China y los déficits de
Estados Unidos de alguna manera se moderaron desde entonces,
¿los desequilibrios realmente se corrigieron? Más
importante aún, ¿la economía global
post-crisis puede experimentar crecimiento y equilibrio a la
vez?

Para responder estos interrogantes, es
importante entender la dinámica subyacente de los
desequilibrios. La cuenta corriente de un país es la
diferencia entre su tasa de inversión y su tasa de ahorro.
En 2007, Estados Unidos tenía una tasa de ahorro del 14,6%
del PBI, pero una tasa de inversión del 19,6%, lo que
generó un déficit de cuenta corriente. Por el
contrario, China tenía una tasa de inversión fija
del 41,7% del PBI y una tasa de ahorro del 51,9%, lo que se
tradujo en un gran excedente.

Desde 2007, el déficit de cuenta corriente de
Estados Unidos se achicó, pero no por una tasa de ahorro
más elevada. Más bien, el déficit externo se
vio restringido por un colapso de la actividad de
inversión, mientras que la tasa de ahorro general de
Estados Unidos cayó por debajo del 13% del PBI, debido a
un empeoramiento de las finanzas gubernamentales. Mientras tanto,
la tasa de ahorro de China sigue estancada en un nivel alto. El
excedente se redujo porque la inversión subió
incluso más, a aproximadamente al 49% del PBI. En otras
palabras, los norteamericanos ahorran menos hoy que antes de que
estallara la crisis, y los chinos invierten aún
más.

Cualquier recuperación futura de la
economía de Estados Unidos casi con seguridad
reanimará la actividad de inversión. Las empresas
estadounidenses pospusieron el gasto de capital tan necesario y,
en un país donde los aeropuertos y los puentes
están en un estado deplorable según los
estándares de un país desarrollado, la
inversión en infraestructura también es crucial. De
hecho, es muy probable que una reanimación del crecimiento
derive en mayores déficits de cuenta corriente, incluso si
mejora la tasa de ahorro y la producción doméstica
de energía recorta las importaciones de petróleo y
gas.

China tiene el problema opuesto. Para sostener el
crecimiento, necesita seguir invirtiendo la mitad de su PBI anual
de 9 billones de dólares -una tarea para nada fácil
tratándose de un país que ya tiene autopistas y
aeropuertos novísimos-. De hecho, en los próximos
diez años, conforme China intente llevar la cadena de
valor a los servicios y se adapte a una fuerza laboral que se
contrae, sus requisitos de inversión se reducirán
-y su tasa de inversión caerá
marcadamente.

Por supuesto, la tasa de ahorro de China también
decaerá, pero la experiencia de Japón desde los
años 1980 demuestra que una caída pronunciada en la
inversión puede generar excedentes de cuenta corriente
importantes, y persistentes, incluso cuando la tasa de ahorro cae
y la moneda se aprecia. De hecho, una moneda más fuerte
paradójicamente puede alimentar excedentes externos, a la
vez que desalienta la inversión en industrias orientadas a
las exportaciones.

La implicancia es que la economía
global post-crisis no se caracterizará por el equilibrio,
sino por un retorno a desequilibrios macroeconómicos
importantes. Sin embargo, si bien muchos economistas
considerarán esto problemático, la historia
demuestra que los desequilibrios simbióticos fueron una
característica prácticamente de todos los
períodos de expansión económica
global.

El Imperio Romano tuvo un déficit comercial
persistente con India durante siglos. Aunque la resultante salida
de oro causó una degradación monetaria en el
Imperio Romano, el comercio indo-romano siguió siendo la
columna vertebral de la economía global.

De la misma manera, España tuvo déficits
persistentes en los siglos XVI y XVII, pagados por la plata
proveniente de los Andes. La resultante ola de liquidez
causó un apogeo global que benefició a las
economías desde la Inglaterra isabelina hasta la India de
Mughal. Y 1870-1913, otro período de rápido
crecimiento y globalización, no se caracterizó por
el desequilibrio; estuvo financiado por el Reino Unido, que
actuaba como el "banco" del mundo.

En los últimos 60 años,
Estados Unidos apuntaló el crecimiento global con
déficits de cuenta corriente persistentes. Según el
sistema de Bretton Woods, Estados Unidos tuvo déficits que
permitieron la reconstrucción de Europa y Japón,
arrasados por la guerra. A cambio, Europa financió los
déficits de Estados Unidos.

El sistema estalló cuando los
países europeos, particularmente Francia, decidieron dejar
de financiar esos déficits. Pero el modelo
económico persistió: las economías
asiáticas se pusieron a financiar los déficits de
Estados Unidos, a la vez que usaron el mercado estadounidense
para crecer rápidamente. China es el último y mayor
beneficiario del modelo económico conocido como "Bretton
Woods II".

Claramente, los períodos de
crecimiento global están casi siempre caracterizados por
desequilibrios simbióticos. Pero, si bien cada uno de
estos episodios se caracterizó por distorsiones
macroeconómicas causadas por los desequilibrios, duraron
años, o incluso décadas. De modo que el verdadero
interrogante es cómo será la próxima
generación de desequilibrios
simbióticos.

Es probable que China pronto vuelva a
tener excedentes de cuenta corriente muy grandes -potencialmente,
lo suficientemente grandes como para financiar a Estados Unidos y
para que todavía quede mucho para el resto del mundo-. A
medida que este capital empiece a fluir por el sistema financiero
global, volverá a inflar la economía.

En el sistema de "Bretton Woods III",
China dejará de ser "la fábrica del mundo" para
convertirse en "el inversor del mundo". Al igual que todos los
sistemas desequilibrados, tendrá sus distorsiones, pero el
acuerdo podría durar muchos años.

(Sanjeev Sanyal is Deutsche Bank's Global Strategist.
Named "Young Global Leader 2010" by the World Economic Forum, he
is the author of The Indian Renaissance: India's Rise After a
Thousand Years…)

Sigan con atención al "sinuoso" telonero:
"Hastings y el yen" (por quién doblan las
campanas)

El yen recién comienza a depreciarse
(The Wall Street Journal – 11/2/13)

(Por Nicholas Hastings) Lectura recomendada

Hay que tener fe en la
depreciación del yen.

Los políticos japoneses tomaron en cuenta las
preocupaciones de los competidores de Japón y en efecto
han detenido la depreciación de su moneda antes de la
reunión de ministros de Finanzas y funcionarios de bancos
centrales del Grupo de las 20 economías desarrolladas y en
desarrollo, G20, que comienza el jueves en
Moscú.

Pero hay demasiado en juego como para
que Japón detenga la caída del yen ahora.
Además del impacto directo que la debilidad de la moneda
tendrá sobre las exportaciones japonesas, también
hay que tener en cuenta el importante efecto que está
surtiendo sobre las acciones del país.

El ministro de Economía japonés, Akira
Amari, remarcó ese punto durante el fin de semana cuando
prometió que el gobierno tomará medidas para que el
índice Nikkei repunte otro 17% a 13.000 puntos para fines
de marzo. Esto se sumaría al avance de 16% que
registró el índice en los últimos seis
meses.

Algunos argumentan que el alza del Nikkei es casi tan
importante como la política fiscal para impulsar la
recuperación económica de Japón.

"Enfatizamos el Nikkei tanto por su efecto sobre la
riqueza y porque los efectos de conversión para las firmas
japonesas las vuelve mucho más rentables y en el margen
son tan buenos como la política fiscal a la hora de
incentivarlas a invertir", dijo Steven Englander, de Citibank.
"La relación Nikkei-yen es demasiado buena como para ser
abandonada por los legisladores japoneses".

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11
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