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Hitos de la cultura española hasta el siglo XVIII



  1. Introducción
  2. Desarrollo
  3. Conclusión
  4. Bibliografía

Introducción.

La cultura española es el resultado de un largo
proceso sociocultural que encontró orígenes desde
las primeras poblaciones que en la Península
Ibérica se asentaron. La variedad étnica y cultural
produjo, junto al tiempo y las circunstancias históricas,
lo que hoy conocemos como la cultura española, extendida y
consolidada no solo en la región de España, sino en
otras de Iberoamérica y el Caribe como ingrediente
inseparable a sus culturas. Por ello, es preciso entender que
como en otras latitudes, la formación cultural de la
Península Ibérica necesitó la
consolidación de sus raíces, para luego encontrar
la identidad que la sostiene viva.

Desarrollo.

Sucesos
histórico-culturales.

Desde la etapa prehistórica, España,
también conocida desde la antigüedad (según
manuscritos griegos) como Iberia, fue una región sometida
tanto a las invasiones como a las migraciones humanas, lo cual
permitió la entrada de varios grupos étnicos. De
tal modo, los diferentes pueblos o razas que se dieron cita en
esta península contribuyeron en diversa escala a forjar el
carácter y la civilización española que hoy
estudiamos.

Así se puede referir a los celtas (por el norte),
los iberos (por el sur), los fenicios (desde el medio oriente),
cartagineses (norte de África), griegos, romanos, germanos
(godos, visigodos, vándalos) y árabes,
también conocidos como moros o musulmanes. Todos dejaron
huellas importantes que más allá de su existencia,
fueron relevantes por su permanencia en la sociedad y
según el criterio de historiadores, una gran parte de las
contribuciones de esos grupos se debe más bien al elemento
nativo, que con frecuencia convivió o se incorporó
al elemento invasor.

Los íberos fueron los primeros habitantes del
territorio español, tenían poblados amurallados,
construidos en zonas elevadas, cuyas casas eran rectangulares y
se alineaban formando calles. Se organizaban en tribus que
generalmente eran gobernadas por un rey, la mayoría de sus
pobladores eran agricultores, ganaderos y también
artesanos. Fabricaban espadas de hierro como instrumento para las
constantes guerras, así como recipientes de
cerámica o tejidos de lana y lino para su uso
doméstico. En las actividades comerciales con las colonias
fenicias y griegas, utilizaban su propia moneda para los
intercambios, hecho que los hizo avanzados en el orden
económico.

Por otro lado, los celtas vivían en poblados
amurallados y elevados aunque sus casas, llamadas castros, eran
de planta circular y estaban distribuidas de manera desordenada.
Se organizaban en tribus y se abastecían entre ellos, por
ello eran poco comerciantes y se dedicaban, sobre todo, al
trabajo de los metales, a la ganadería y un poco al
cultivo de cereales. Dejaron huellas culturales en la
música y en los bailes, uno de ellos es la gaita gallega,
conocido instrumento musical, así como el baile de la jota
gallega, de identidad crucial en el folclor
español.

Las hullas culturales de los fenicios fueron
primordiales dentro del proceso de formativo, cuyos pobladores
fundaron Gádir y Málaka, difundiendo el alfabeto
fonético, el urbanismo, la religión y el comercio.
Entre sus aportes se identifica el trabajo artístico con
la escultura, la moneda, la cerámica y la
introducción de la vid y el olivo.

Los cartagineses fueron herederos de los fenicios.
Dominaron toda la costa sur tras derrotar a los griegos y
tartesios, quienes acabaron enfrentándose a los romanos
por el control peninsular.

La cultura romana fue una de las piezas fundamentales en
la formación de la cultura española ya que sus
costumbres y en general su forma de vida fue ingrediente para las
civilizaciones posteriores. Durante más de 600 años
la península formó parte del imperio romano, en
él los pueblos peninsulares acabaron asimilando su lengua,
su organización social, política y cultural, a este
proceso se le denominó romanización. El proceso se
inició con los legionarios (los soldados romanos)
quienes transformaron los poblados de los celtas e íberos
en ciudades romanas, y además, impusieron como idioma el
latín, reemplazando a las lenguas que se hablaban
en España, excepto el euskera que se
mantuvo.

También, la mayor parte de la población de
dicha región adoraba a los dioses romanos,
hasta que en el año 380 d.C. el cristianismo
se convirtió en la religión oficial del
imperio.

En cuanto al arte, se debe acotar que  los
romanos eran excelentes constructores. Sus construcciones
eran muy sólidas ya que utilizaban el cemento y el
hormigón (mezcla de piedras, cemento y arena).
Además, decoraban los suelos y paredes con pinturas o
mosaicos realizados con pequeñas piezas de piedras o
cristales de colores.

En referencia a su legado, se puede constatar que fue
amplio en planos sociales y culturales: se conservan en la
actualidad arquitecturas y obras públicas (el acueducto de
Segovia), así como aportes cruciales en las leyes (derecho
romano), es considerable su contribución en el idioma
(Latín) como base del castellano y otros elementos que hoy
son cruciales para la cultura hispánica.

Es necesario conocer que los visigodos dominaron en
España durante tres siglos, desde el año 410 hasta
el año 711. Aunque los reyes y la mayoría de los
nobles trazaban sus linajes a los invasores del norte, la clase
administrativa y la intelectualidad provenían de la
cantera nacional: el hispano-romanismo, manifiesto con el gran
florecimiento filosófico y teológico de la
época, cultivado en las "academias
eclesiásticas"[1] de San Isidoro de
Sevilla, San Leandro, San Ildefonso, San Julián y los
Concilios de Toledo, apoyado por la población
indígena en su totalidad. Cabría afirmar entonces
que la raza visigoda gobernaba y luchaba, pero no controlaban a
través de sus ideas.

Es imposible escribir la historia de España sin
reconocer la influencia de la cultura árabe, así
como aquellos sucesos que la llevaron a las tierras de Iberia.
Eran llamados moros o musulmanes (término que
respondía al nombre de la religión a la que eran
devotos: el islam) y su presencia sobre estas tierras se
debió a las prácticas de invasiones. Los invasores
venían en números bastante bajos, por ello, en
años y siglos siguientes se mezclaron con los habitantes
de la Península.

Una gran parte de la producción intelectual y
artística de la zona musulmana debe ser atribuida sin
lugar a dudas al elemento étnico local, que con frecuencia
abrazó lalengua y la religión de los invasores por
pura conveniencia. Por esta razónno es correcto hablar de
civilización o cultura árabe, sino más
bienmusulmana.La conquista del país en este sentido se
desarrolló con una rapidez increíble, sin
oposición. Una tras otra las ciudades más
importantes fueron cayendo tras la complicidad de las comunidades
judías, al abrir las puertas de las fortalezas y
ciudades.

Los musulmanes en un principio no fueron con intenciones
de quedarse, sinocon el propósito de saquear el
país. Y quizá fuera esta la razón por la que
no hubo una gran oposición popular. Simplemente, se
esperaba que una vez obtenido el botín, las hordas
conquistadoras regresarían al África. No obstante,
los planes cambiaron rápidamente y los musulmanes llegaron
a permanecer en España durante siete siglos, tras lo cual
floreció el arte mozárabe, que dio lugar a la
convivencia de elementos latino-góticos y
arábigo-orientales, que en pintura, tanto en fresco como
en miniatura, se caracterizó por utilizar elementos
formales del arte musulmán, como los detalles
arquitectónicos y las plantas y animales africanos, hasta
el punto de representar a personajes de la iconografía
cristiana con atuendos de corte oriental.

Las continuas tensiones entre musulmanes y cristianos
tuvieron como consecuencia la reconquista comenzada ya en el
siglo VIII con la resistencia cristiana en el norte de
España y a través de los siglos con el avance de
los reinos cristianos hacia el sur al culminar con la conquista
de Granada y con la expulsión de los últimos moros
en 1492. Durante este periodo los reinos y principados cristianos
se desarrollaron notablemente, incluyen los más
importantes, el Reino de Castilla y el Reino de Aragón. La
unión de estos dos reinos a través del matrimonio
en 1469 de la Reina Isabel I de Castilla y el Rey Fernando II de
Aragón condujo a la creación del Reino de
España.

El conflicto judío en la España medieval
ha sido estudiado por incontables historiadores. En decenas de
publicaciones se ha tratado de profundizar sobre las razones por
las que los "Reyes Católicos"[2]
promulgaron en 1492 su expulsión.

Toda circunstancia histórica y más de esta
trascendencia, es fruto de múltiples matices y en
ocasiones de secretas causas. De forma simplificada, se puede
decir que "la Corona española"[3]
tomó la decisión de expulsar a los judíos no
convertidos con motivo de evitar las disensiones y odios internos
que estos condicionaban.

Tras las revueltas populares contra los judíos
durante el siglo XIV y XV se habían saldado un tanto las
contradicciones con el bautizo de muchos de los judíos de
la época, pasando a ser lo que se denominó
judío – conversos. Pero los recelos no cesaron, pues
muchos de ellos, convertidos por presión y no por
elección sincera, seguían realizando
prácticas y ritos no cristianos. Si la inquisición
se ocupó de "enmendar"[4] a los
judíos conversos, los judíos no convertidos
también tenían problemas de aceptación que
generaban agitación y malestar social, por lo que el
destino que se les supo dar fue el destierro.

El descubrimiento de América, constituye una
página fundamental para la historia universal y en ella el
papel de España como Metrópoli colonizadora fue
primordial.

Tras haber errado por varias cortes europeas tratando de
conseguir apoyo financiero para su proyecto, el de encontrar una
ruta hacia Oriente por Occidente, Cristóbal Colón
había ofrecido sus servicios a los reyes de Castilla. De
ese modo podrían adelantar a los portugueses en la carrera
hacia las Indias sin quebrantar los compromisos que les
impedían navegar allende de las islas Canarias. El
dictamen de un grupo de expertos fue adverso, pese a lo cual
Colón buscó apoyos en los círculos
más allegados a la reina Isabel que le permitieron llegar
a lo que equivocadamente tomó por el extremo oriental de
Asia.

Aunque la decepción debió de ser enorme
cuando al averiguar que, en lugar de las opulentas islas de las
especias, lo que se había descubierto eran unas tierras
salvajes, pronto se comprendió la oportunidad de colonizar
y explotar económicamente todo un nuevo
continente.

Durante los siguientes siglos, España como una
potencia colonial se alza como la más importante
nación europea en la escena mundial. De tal modo, la
literatura y las bellas artes florecieron de manera muy
significativa durante este periodo.

El siglo XVII fue, en el ámbito español,
de un esplendor sin parangón, debido a que permitió
este tiempo el alejamiento de las ataduras provenientes de la
Edad Media. El Renacimiento del siglo XVI fue la puerta de
entrada para que en los 100 años que corrieron de 1600 a
1700, la sociedad pudiese zafarse del viejo molde que implantaba
métodos rígidos de comportamiento y
actuación, especialmente impuestos por la
Iglesia.

Al romper estos viejos moldes se permitió salirse
de la rigidez de las estructuras lineales e imprimir nuevas
formas de movimiento especialmente en el campo de las artes,
donde podrían ser la pintura, escultura y arquitectura.
Este adelanto de imprimir movimiento, rescatar las formas
celestiales por medio de la ornamentación, y el paso de lo
estático a lo dinámico se contempla como el estilo
barroco, que es un estilo moderno que deja atrás al
manierismo del siglo precedente.

El Barroco que se presenta en diferentes manifestaciones
artísticas incluida la literatura en sus dos vertientes
culteranismo y conceptismo, permite arraigar a la sociedad de
entonces a un nuevo estilo de vida, en el que se adapta y acepta
vivir bajo situaciones en constante cambio.

El gran florecimiento literario español del siglo
XVI fue medular y estuvo representado por el desarrollo de la
novela; entre la cual se destacan las de caballería, la
picaresca y la pastoril, aunque al parecer la temática
morisca incorporó junto a elementos puramente
históricos algunos componentes de
ficción.

En parte, como una prolongación de la
épica del Romancero de los siglos XIV y XV, las novelas de
"caballerías"[5] tuvieron en el siglo XVI,
– a partir del desarrollo de la imprenta – una importante
difusión; y en cierto modo inauguraron una modalidad
novelística, consistente en la llamada "novela por
entregas" en que la publicación separada de sus
capítulos y consiguiente creación de la intriga
acerca de la continuación, ha llegado hasta nuestros
tiempos bajo la forma de los teleteatros.

La picaresca[6]fue, en buena medida, una
respuesta literaria a las novelas de caballerías; a partir
de los antecedentes medievales, especialmente La vida del
lazarillo de Tormes
de autor anónimo, publicado
hacia 1554.

La literatura española del Renacimiento y Barroco
fue crucial para el desarrollo artístico de la
región. En este período se desarrollaron artistas y
obras medulares para la literatura no solo española sino
internacional ya que fue un periodo de creación literaria
que abarcó aproximadamente desde las obras iniciales de
Góngora y Lope de Vega, en la década de 1580, hasta
bien entrado el siglo XVIII. El siglo más
característico del barroco literario español fue el
XVII, en el que alcanzan primacías prosistas como Baltasar
Gracián y Francisco de Quevedo, dramaturgos como Lope de
Vega, Tirso de Molina, Calderón de la Barca y Juan Ruiz de
Alarcón o la producción poética de los
citados Quevedo, Lope de Vega y Góngora. El lugar
más destacado de este período literario
español lo ocupó El ingenioso hidalgo Don
Quijote de la Mancha
de Miguel de Cervantes y Saavedra,
obra cumbre denotada cual una consagración de la
novelística del Siglo de Oro y que constituye para el
idioma castellano –más allá de su aspecto
literal- la culminación literaria de su identidad
idiomática.

Conclusión.

La variedad cultural que caracterizó el proceso
formativo de dicha sociedad es el único argumento que
permite comprender la dimensión pluricultural de la cual
fue objeto la región ibérica española. El
asentamiento en ella de disímiles sociedades, cada una
dueña de sus raíces y bienes entrañables,
consolidó este mosaico cultural que no por variado en su
conformación dejó de tener su propia
identidad.

Cuando se habla hoy día de una cultura
hispánica, se aborda uno de los más sólidos
e indelebles paradigmas de la historia universal. Es la cultura
hispánica, en su conformación histórica y
cultural, tan rica como su idioma: el español o
castellano.

BIBLIOGRAFÍA

COLECTIVO DE AUTORES: Selección de
Lecturas de Arte General
. Editorial Félix Varela,
La Habana, 2010.

El mundo hispano. Disponible en:
http://www.espanolsinfronteras.com (Consultado: 15 de marzo de
2012).

GUERRA VILABOY, Sergio. Historia mínima de
América
. Editorial Félix Varela, La
Habana, 2001.

Grandes Hitos Culturales de la Historia de la
Humanidad.
Disponible en: http://www.slideshare.net,
Consultado el 12 de febrero de 2012.

La descolonización.
Disponible en: http://www.portalplanetasedna.com.ar/sucesos02.htm
(Consultado en: septiembre de 2011).

 

 

Autor:

Santiago Guerra
Rodríguez

[1] Academias eclesiásticas: Centros
encargados de formar a los que poseen vocación
cristiana, sobre todo al sacerdocio. En ellas se desarrollaban
las ciencias, el arte y el pensamiento filosófico,
aunque mantenían los principios religiosos.

[2] Reyes Católicos: La Reina Isabel I
de Castilla y el Rey Fernando II de Aragón.

[3] La Corona española: Hace
referencia al reinado formado por los reyes católicos
Isabel I de Castilla y el Rey Fernando II de Aragón.

[4] Se utiliza el término
“enmendar” para referir el perdón y la
aceptación hacia los judíos convertidos al
cristianismo.

[5] Novelas de caballerías: es
un género literario en prosa que en su
argumento narra las hazañas o proezas de un
caballero.

[6] La novela picaresca es un
género literario en prosa, muy
característico de la literatura española que
surgió en los años de transición entre
el Renacimiento y el Barroco durante el
llamado Siglo de Oro de las letras españolas.
Nació en contraposición a las narraciones
idealizadoras como las epopeyas, los libros de
caballerías, la novela sentimental o
la novela pastoril.

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