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Intelecto, tiempo y devaluación del ser (página 4)




Enviado por Claudio Salomon



Partes: 1, 2, 3, 4

Los flamantes instrumentos técnicos
nos permiten redimensionarnos ópticamente en las
realidades copiadas que enfocamos de nuestros entornos. Ubicarnos
geográficamente por los sistemas androides
computarísticos satelitales ya es una necesidad en las
megalópolis, pero no así podremos encontrar los
derroteros de nuestras personales existencias en los monitores de
los teléfonos celulares. Las probabilidades se dimensionan
funcionalmente sobre todas las actividades humanas y de la
naturaleza en todas sus proyecciones y determinismos. El ser de
cada individuo con sus intimidades existenciales no puede
encontrar los cuadrantes y los meridianos entre su vida para
sí mismo y para con los demás en los que se
dimensiona afectiva y socioculturalmente. El sentido existencial
de cientos de millones de individuos ya se encuadra en el "ser en
el mundo" heideggeriano a través de las plantillas
prediseñadas y difundidas globalmente. El ser de cada
individuo contemporáneo no puede abstraerse de la
infinidad de condicionamientos que debe cumplir ó
respetar. Los complejos sistemas sociales multiplicados por
estructuras y subestructuras impiden poder realizar los
íntimos deseos existenciales de cada gris y disimulado
individuo. La máxima lathe biosas epicuriana, o sea la
idea de vivir sin ser advertido que heredamos de los antiguos
griegos ya no funciona con las interconexiones interactivas
programísticas y computarísticas
internéticas, los mapas iluminados de las rutas de las
conexiones de facebook de alguna forma lo demuestran. Las rutas
comunicativas internéticas se contradicen con los
necesarios ensimismamientos para alcanzar un sentido existencial
de la vida de cada individuo en particular relacionado
volutariamente con el mundo moderno.

Las geométricas aceleraciones de los
procesos sociales por sus interactivos lazos modificaron casi
todas las concepciones de pensamientos creadas en los
últimos dos siglos. Las nivelaciones causadas por las
extensiones de los mismos modelos político
económicos sobre dimensiones sociogeográficas
globales, invalidan a los conceptos de las infraestructuras y las
supraestructuras socioeconómicas y crean una nueva
conciencia masificada sin coordenadas definidas en el nuevo mundo
en el que nos toca vivir. Los flamantes procesos comunicativos no
produjeron ningún giro copernicano en la mente de las
masas interconectadas. Se borran y las históricas
dicotomías entre el catolicismo y el protestantismo
descubiertas por M. Weber. Entre el espíritu del
catolicismo y la razón del protestantismo en la nueva
conciencia de las masas trazada por el Theatrum Orbis
internético donde no prevalece ni el espíritu ni la
razón. Entre las clasificaciones y estratificaciones de la
vida mundana de los católicos y la nivelación
religiosa de las actividades mundanas en profesiones de los
protestantes, ya se sombrearon por un nuevo espíritu de
colectivismo moldeado y estadísticamente masificado de
todas las actividades mundanas. En nuestros nuevos horizontes no
reciben evaluaciones ni la vida contemplativa ni el trabajo y se
magnifican el hedonismo y el utilitarismo en todas sus
aplicaciones cifradas y procesadas computarísticamente .
Los conceptos marxistas de trabajo abstracto y trabajo concreto o
útil por completo ya no encajan dentro las bases de datos
cifrados mundiales. Develar la existencia de un ente como lo hizo
J. P. Sartre (una mesa), y crear la idea de la cosa en la mente
de un individuo, sólo la idea del objeto tanto útil
como inútil puede sin diferencias ser guardada por la
memoria electrónica global. La inteligencia global
registrada en forma de ciframientos electrónicos no tiene
ni esencias ni sentidos existenciales, se guardan fantomas
virtualizables de abstracción e
idealización.

Un individuo coloca una videomáscara
delante de sus ojos y guantes para poder ver sus manos y comienza
a examinar su entorno tridimensional copiado virtualmente,
cifrado y procesado por un ordenador. Lo que el individuo
vé es una copia geométrica, trigonométrica
cibernetizada de los entornos lineales en los que el individuo en
ese momento se encuentra. R. Decartes como representante de la
corriente racionalista escribió su más conocida
frase "yo pienso, entonces yo existo" (cogito ergo sum). En el S.
XX, J. P. Sartre escribió su más famosa
oración- primero la existencia, luego la esencia de las
personas y de las cosas. Si un niño interactúa con
un ordenador y un juego computarístico, nos corresponde
preguntarnos en dónde se ubica su esencia y sentido
existencial. Si un adulto se coloca las videogafas y comienza a
mirar el mundo virtualizado que procesa un ordenador, hacia
dónde se traslada su esencia y existencia?. El individuo
conectado con el mundo virtual se desconecta de su existencia y
esencia. Yo le pregunto a mi nieto qué es una cosa que
él mismo alcanza a ver. Con los que no alcanzan a
comprender qué es la existencia humana no nos corresponde
preguntarle lo que no pueden entender, yo me autocuestiono
conmigo mismo y mis anticuados pensamientos. Si me coloco las
videogafas yo primero existo y cuando me las saco veo la realidad
real de mi entorno primero pienso y luego existo. Sartre
probablemente consumió demasiada cofeína en su
cafetería de Saint Michel Notre Dame. Donde se ubica el
supuesto mundo de Sartre?, en su entorno de la cafetería o
en su mente abstraída por completo de las realidades que
su mente alcanza a analizar especulativamente ? Yo veo lo que veo
y luego existo, yo existo en correlación a lo que veo y
analizo primariamente en función a mi propia e individual
existencia. Mi esencia es una exclusiva particularidad de lo que
piensan las personas que conmigo interactúan en
múltiples formas en todos los planos de mi entorno
social.

La autodevaluación existencial puede
originarse al margen de la esencia previamente valorada de cada
individuo por otros, o los demás que circundan a tal
individuo. Sísifo en función a su inútil
trabajo fue valorado en sus tiempos como un personaje
mitológico positivo ajustada a la personificación
mentalizada y colectiva que en su momento sociohistórico
desempeñó. Sísifo cumplió la
función de enbanderado de lo que el mito para el pueblo
representó. La esencia sin existencia de Sísifo fue
un arquetipo colectivo y su sentido y valor existencial fueron
nulas representaciones del folclore de los griegos que lo crearon
en sus mentes. De los miles de millones de personas que
cohabitamos el planeta, pocos son los que son valorados en
función de lo que representan por su esencialidad y
sentidos existenciales abstraídos y analizados desde las
perspectivas de las corrientes de la filosofía. Narciso
frente a su espejeada apariencia recibe de sí mismo
más autovaloración esencial y existencial que la
mayor parte de todos individuos que muestran sus decoradas
biografías en las redes sociales. El narcisismo virtual no
tiene el mismo valor existencial en las páginas
internéticas que mostrarse uno mismo ante nuestros espejos
sociales. La figura simbólica de Ernesto Che Guevara es
usada en las campañas publicitarias por companías
privadas. Los millones de individuos que captan los atributos
externos del médico guerrilero, no alcanzan a asociarlos
con la idea de que Guevara dió su vida por sus ideales. La
esencia del ser de Guevara, ocultado por su barba y boina
estrellada que entregó su vida como Cristo, ahora es
copiada y reproducida en botellas de bebidas alcohólicas y
desde tal trivialidad no puede ser advertida por las masas
coetáneas. Nos aproximamos al meollo de la cuestión
sobre la devaluación existencial, la devaluación es
en principio colectiva y estadísticamente masiva, y se
corresponde vertical y horizontalmente con directas referencias
hacia los grupos sociales previamente catalogados y
minuciosamente estudiados.

La vida de cada individuo alcanza a tener
un sentido cuando él mismo esculpe su propia existencia.
Los miserables se hacen miserables, los filántropos, los
suicidas, los cardenales le dan cierto sentido a su existencia
con sus particulares valores y significados. Ni el humanismo
sartreriano ni el compromiso y acción heideggerianos no
pueden predecir los destinos existenciales ni esenciales de los
individuos. Las ideas de existencia y la esencia de cada
individuo pueden llegar a ser intervaladas por los cuadros
analíticos de la psicología, la sociología,
la genética, si lo quisiéramos por las
teorías de Lombroso y por sus individuales probabilidades
procesadas computarísticamente. Para Heidegger el Hombre
en su esencia es "Ser en el mundo" y es ahí en donde tiene
la oportunidad de ser develado, actuar y mostrarse. Heidegger
magistralmente vió en la tecnología un peligro de
fijar al Ser en su develamiento. La espira dialéctica del
desarrollo de la tecnología desde mediados del S. XX
efectivamente se adelantó al pensamiento de M. Heidegger.
El sentido del Ser de cada individuo a principios del S. XXI no
se orienta hacia sus develamientos a través de la
tecnología, es la tecnología la que directa o
indirectamente encarrila al hombre en múltiples formas
develar su sentido existencial. El Hombre en una zona
desértica se ensimisma en sus pensamientos y su inmediata
soledad lo aproxima a su propio sentido existencial y su esencia
de vida quedó distanciada tanto como de su entorno social.
Las masas sociales modernas ya no pueden por su propia voluntad
cambiar las reglas de juego colectivas al igual que no pueden
cambiar las reglas universales de la lógica. Encontramos
en la metafísica de Platón y Sócrates que
pensar no es más que un téchne en calidad de
mecanismo reflectivo del hombre y en nuestros tiempos
innumerables esquemas tecnoexistencialistas deslidan al Ser de
sus auténticos valores y significados existenciales. Los
teatros de la humanidad ahora pueden llegar a ser programados por
control remoto.

Los proyectos hermenéuticos del
último gran filósofo del S. XX, H. G. Gadamer
(1900-2000), autor del original concepto de "la fusión de
horizontes" contenidos en los textos, ya alcanzó a
metamorfosearse en los puntos cardinales geográficos
abarcados interactivamente por las constelaciones informativas
internéticas. Las "predicciones del arrojamiento del ente
en su ahí" fundadas por quien fuera el guía de
Gadamer, M. Heidegger, desvían al hombre de su
auténtica existencia y le muestran escenas y plantillas
videovirtualizadas que lo llevan a convencerse que él
aparentemente no se encuentra desamparado del mundo. Las
decodificaciones discursivas visuales y textuales son realizadas
y difundidas por los medios comunicativos masivos y por ser
decodificaciones pueden transformarse automáticamente en
proyectos de vida de cada individuo en particular. La
"fusión de horizontes" ahora podemos catalogarla como
horizontes fusionados comunicativamente los que son
abstraídos y analizados mentalmente por las masas globales
sin aclaraciones discursivas. Cada individuo puede dirigirse
racional y emocionalmente hacia doquier en los planos
espacios-temporales cifrados y procesados, y estas
configuraciones visuales y formales de idealización
difunden y proponen modelos existencialistas ficticios carentes
de elementos discursivos sobre la vida y el ser. Los proyectos de
vida de las masas ahora es ser para sí mismos en su
privacidad y para los demás en sus entornos y
circunstancias sociales, los que son referencialmente catalogados
por modelos previamente configurados y escenografiados. Las masas
pierden los ya milenarios autónomos sentidos y valores de
autenticidad de la existencia humana. Nuestro mundo actualmente
no tiene precisas ordenadas y abscisas para la formación
de valores existenciales. La frase "Dios ha muerto" le pertenece
a F. Nietzsche, y nosotros desde nuestras perpectivas podemos
confirmar que a Dios lo eclipsaron la intrínseca
ética concominante con la eficiencia y la praxis, el
escepticismo entretejido con los determinismos técnicos y
el disimulado ateísmo en las corrientes
informativas.

Hasta mediados del siglo pasado las masas
sociales tuvieron una conciencia moldeada históricamente e
hilvanada dentro de sus esferas culturales particulares sin poder
llegar a desbordar sus propias cronologías temporales y
espacios geográficos. A partir de que la Biblia comenzara
a ser estudiada en función a sus circunstancias
sociohistóricas, las interpretaciones racionales de lo que
la fe debería abarcar se satelizó en sus puntuales
detalles semánticos y textuales a modo de la guía
de Isaac Asimov. Los hábitos mentales diluyeron las
interpretaciones de las realidades desde los contextos
históricos. Las significaciones existenciales enmarcadas
en las dimensiones de lo presente devaluaron por completo el
valor de las espirales del desarrollo sociohistórico. Si
pensamos y actuamos con referencia a nuestro presente en tiempo y
espacio real, pero en común acuerdo a esquematizaciones
mentales y existenciales colectivas tomadas en préstamo,
no puede existir cierta metodología que le otorge cierto
valor a nuestra propia existencia. Las verdades
contemporáneas se encuentran ligadas de alguna forma u
otra a las metodologías cognoscitivas
programísticas e internéticas. En nudo de la
cuestión es que los hechos al ser descritos y comentados
formalmente por estándares informativos deslindan al
entendimiento de las masas de los hechos desenfocando las sendas
hacia la verdad. Los hábitos mentales de las masas
sociales sombrean y borronean los cuestionamientos del
significado y el valor existencial de cada individuo en
particular, relacionado y conectado con los pensamientos
colectivos interactivo-comunicativos en cualquiera de sus formas.
Los proyectos de vida de cada individuo se ajustan a las
articulaciones sociales de las medianas estadísticas en
general.

Centrar la mirada en los textos es un
previlegio de pocos y las metodologías que nos proponen
las constelaciones informativas pueden no conducirnos hacia la
verdad. Busquemos certezas gnoseológicas en las
constelaciones de las redes internéticas y encontraremos
miles de respuestas alejadas de la verdad y desubicadas de las
metodologías para poder develarlas. Sin la verdad y sin
una metodología esclarecedora podremos solamente encontrar
ilusorias pancartas de orientación para nuestra propia
existencia. Podemos buscar sentidos existenciales sin textos en
el ocultismo, en los horóscopos, en los rayos
cósmicos, teosofía, cábala, shamanismo o en
los karmas y las enseñanzas de todos los magos
pseudoreligiosos de la modernidad. Cristo para los judíos
fue un escándalo y para los griegos una locura. Demonios
instructores podemos encontrar incluso en los videojuegos para
niños. En su momento en la historia del cristianismo se
llegó a especular que uno de los objetivos de las
creaciones iconográficas era simplificar en forma de
estampas los símbolos religiosos para que los musulmanes
puedan comprenderlo. También en su momento los
protestantes censuraron los comentarios sobre el Evangelio. En
nuestros tiempos entre la Biblia y las constelaciones
internéticas no existen diferenciaciones cognoscitivas ni
lingüísticas, el latín es un idioma
exánime. El hombre moderno puede creer en alguna
religión sin censuras sociales y la gran dificultad de los
creyentes es el vacío espiritual masificado de su entorno
social. Los individuos no perdieron a su Dios, perdieron la
posibilidad de establecer lazos socioculturales para fomentar y
cultivar su fe. El escepticismo religioso de las masas sociales
contemporáneas es un rumbo interactivo que fomenta la
desorientación intelectual en las búsquedas del
valor y el significado existencial del hombre.

El desarrollo intelectual y gran parte de
las instrumentaciones técnicas aplicadas fomentan la
devaluación existencial de las masas sociales modernas. Si
a la altura de nuestros tiempos releemos la obra de H. Marcuse
(1898-1979), encontramos que la sociedad unidimensional que
describió ya fue superada sin una dialéctica
histórica por los espectros de otra sociedad, imprevisible
por completo a mediados del siglo pasado. La sociedad
unidimensional detallada por Marcuse ahora funciona
simultáneamente junto a otra dimensión paralela,
consecutivamente estructurada, dimensionada y retroalimentada en
forma de objetos de idealización desde y hacia las
actividades y los pensamientos de las masas sociales. La segunda
dimensión paralela y global la conforman y representan las
constelaciones informativas e interactivas de las redes
internéticas. En esa segunda dimensión se
desgastaron y vulgarizaron las conceptualizaciones que deben
abarcar cognoscitivamente a los hechos y por lo que la
razón se eclipsa del verdadero análisis de los
hechos espejeados, y a su vez el análisis de las cosas se
desplazan hacia las formas y funcionalidades de las mismas. La
ontología y la metafísica de los entes que nos
rodean e idealizamos de las realidades de nuestro entorno y
circunstancias se desplazaron hacia inválidas
especulaciones nominativas, descriptivas y factológicas.
La existencia y la esencia de los individuos ya se
metamorfosearon en registros prototípicos de
demostración pública o masiva. A la existencia
humana se la representa en esta segunda dimensión en forma
de copias fotográficas, registros audiovisuales y
resúmenes biográficos, despojados de las
descripciones básicas de lo que se entiende como esencia
humana. La Madre Teresa de Calcuta, Nelson Mandela, M. Jackson,
M. Jagger por ejemplo, se unen en las mismas tablas de los
escalfones y diagramas existenciales en las dimensiones
informativas difundidas en calidad de personajes públicos,
olvidando los detalles valorativos de la esencia de vida de cada
uno de ellos como personas en relación a la
sociedad.

Con relación a uno de los conceptos
centrales de los autores existencialistas, la angustia, en
calidad de un sentimiento existencial humano, en mi
opinión ya fue desbordada brillantemente por la
psicología. La angustia filosófica es una postura
demasiado anticuada en el sentido que en nuestros tiempos los
ancianos pueden ser medicados con anestésicos del alma. La
angustia perfilada con la noción cronológica del
tiempo puede agudizarse o redondearse. Las crisis existenciales
son frecuentes cuando una persona intuitivamente percibe su
aproximación a su punto final. La angustia
psicológica es una antípoda mental con
relación a la angustia filosófica. Son dos
panoramas inversos hacia un mismo punto concéntrico, la
mente y el alma de cada individuo. Uno se angustia ensimismado en
su propio ser con respecto al círculo de sus problemas y
dolencias espirituales y el otro se angustia por sus
cuestionamientos metafísicos. La metafísica del
sentimiento de angustia ya no se correlaciona con la angustia de
los filósofos de la antigua Grecia. Busquemos alguna forma
de angustia expresada en las redes internéticas y podremos
encontrar analgésicos espirituales virtuales de todos los
calibres. Las masas globales entraron en un camino sin salidas
laterales de emergencia y mientras lo transcurrimos no podemos
permitirnos demostrar públicamente algún tipo de
angustia espiritual. La salud física y mental de miles de
millones de individuos ya intenta acomodarse a patrones de
simulación sin sufrimientos espirituales y existenciales.
Los paradigmas del pseudobienestar espiritual son falsas
escenografías preestablecidas que las masas deben en sus
entornos sociales demostrar. Los modelos de rejuvenecimiento
externos estéticos y cosméticos de alguna u otra
forma son un rechazo a los cuestionamientos existenciales del
hombre moderno. Intentar prolongar el éxtasis vital
estimulando artificialmente la libido humana es una forma de
autonegación de los cuestionamientos existenciales. El
temor que causa la conciencia de la finitud de la vida desdibuja
y penumbra los discursos y los cuestionamientos sobre el sentido
y el valor de la existencia humana.

El personaje que juega el rol de pintor en
la película antieclesial Decameron de P. Pasolini, basada
en el libro de Boccaccio, acudía al mercado para
inspirarse y poder retratar las facciones de los rostros de los
parroquianos en los frescos de una iglesia. Su última
frase en la obra cinematográfica fue ¿para que
retrarar lo que vemos si es mejor soñarlo? Si escuchamos
música electrónica y observamos a quienes acuden a
las discotecas a escucharla, es muy complejo comprender las
posturas, vestimentas y posicionamientos psicológicos de
los jóvenes asistentes. En Holanda en su momento
pensé que era una moda local y luego de escuchar y ver los
modelos representativos de sus seguidores creo que llegué
a comprenderlos superficialmente. Los frecuentadores de las
discotecas amantes de la música electrónica se
transforman en activos maniquíes humanos vestidos al igual
que en las vidrieras de los grandes negocios pero con expresiones
de sentimientos arrebatados. El dinamismo formal y existencial
que expresan externamente los seguidores de la música
trance es una de las más depuradas formas de
catársis tecnoexistencialista sin hybris y descolgada de
todos los recuerdos de cada individuo. Estos modelos perceptivos
permiten alcanzar un estado de éxtasis de la conciencia
grupal semejante a la de los magos drogados. Yo no me imagino a
I. Kant y G. F. Hegel con un ordenador consultando las
páginas de Wikipedia, o a M. Heidegger mirando una serie
televisiva. Las percepciones audiovisuales sublimadas en agudas
purgas de borroneo mentales modernas no coinciden con el
entendimento filosófico ni mucho menos con los
desmenuzamientos de las corrientes existencialistas. Los
movimientos fisicos proyectados desde los acordes musicales y
lumínicos computarizados son antiexistenciales por su
falta de significados. Diría que son acordes coordinados
hacia la mente humana y que en realidad sirven para desconectar
temporalmente el entendimiento de los individuos hacia los
presuntos significados reales de la existencia particular de cada
individuo .

Desconectarse de las realidades del mundo
puede cualquier individuo consumiendo alcohol o drogas.
Paradójicamente la fisiología cerebral puede
funcionar en dos dimensiones, una real y sobria y la otra bajo
los efectos de los anestésicos del alma. Los especialistas
comentan que los heroinómanos se trasladan hacia otra
dimension espacio temporal con plena consciencia real de lo que
sucede en su mente y su entorno. La fisiología cerebral
entonces permite al individuo analizar su existencia en dos
dimensiones, una la real y sobria de su entorno y la otra
extásica. Una es existencialista y la otra es una
película que proyecta el propio cerebro del individuo
drogado o alcoholizado. En mi vida he podido observar a personas
que viven en los marcos de un espíritu místico,
rezando oraciones diariamente por horas. Tales personas entran en
autocatársis espiritual cuando toman la hostia o
participan de la ceremonia de hunción. Sin
anestésicos estos individuos viven en otra dimension
mental y espiritual y su existencia terrestre se proyecta hacia
el más allá. Volar mentalmente es una forma de
devaluación existencial que ahora puede ser alentada y
multiplicada informativamente por las intercomunicaciones
globales. La devaluación existencial reside en vivir
artificialmente en otra dimensión mental solipsista y
engañosa de una realidad autoescenografiada y decorada sin
censuras. Si confrontamos los efectos de las dependencias
químicas con los autoengaños y negaciones de la
mente humana, entramos en una zona de contradictorias evidencias
sin antagonismos formales. Los antiguos griegos entraban en
estados de purificación catársica cuando eran
espectadores de dramas teatralizados, los jóvenes de la
electronificada modernidad entran en estados de éxtasis
sin detalles lingüísticos y al unísono de
acordes procesados computarísticamente.

Si algunos métodos vitales
existencialistas son una moda social absurda, algunos arquetipos
estéticos femeninos son un camino hacia la anorexia y la
bulimia. El imperativo de la delgadéz es una herida en la
mente femenina que probablemente tarda en cicatrizar. La
estética coetánea las lleva a no comer y vomitar.
Sigmund Freud murió sin saber qué es lo que desean
las mujeres. El problema del psicólogo teorético
fue que su inconsciente no amaba al sexo bello, es más
siendo viejo se enamoró de los hombres. Excelentes clases
recibieron sus seguidores que tiraron por la borda a toda la
cultura y la filosofía occidental reemplazándolas
por esquemas del subconsciente. Los modelos de existencialidad
supermodernos exigen dietas para poder satisfacer el ego
inexplicable de las mujeres. Con mi poca experiencia creo que no
pude aproximarme a poder llegar a conocer lo que desea el
subconsciente femenino. Las mujeres que en la cárceles
rusas ejecutan a los condenados a muerte no sufren
remordimientos, los verdugos hombres beben por semanas. Una
estudiante rusa en Odessa ocultó su embarazo por meses,
dió a luz en una bañadera y tiró a su hijo
azabache recién nacido en un contenedor de basura. El
sentido y el valor existencial de las personas puede ser captado,
analizado y desarrolado por hombres. Las mujeres son la
incubadora de la vida y frecuentemente son el epílogo
existencial del entendimiento filosófico. El inconsciente
femenino no puede sanear el sentido existencial del hombre y
paradógicamente los vientres femeninos son los que incuban
a la raza humana. Las hormonas femeninas dimensionadas sobre la
filosofía existencialista nos encaminan hacia la
más cruda necesidad, causalidad y fatalidad de la vida. La
esfera inconsciente humana no puede reconocer el sentido
existencial del hombre. Todas las esferas de la psicología
relacionadas con el ego y la libido humana no pueden alcanzar a
desmenuzar el sentido y valor existencial del hombre.

Bibliografía

"Expansión cultural y
globalización económica". Revista del Instituto de
Economía Mundial y Relaciones Internacionales de la
Academia de Ciencias de Rusia. Moscú. Número 1;
2000.

"Los Algoritmos de Tecnoexistencialismo".
Ed. Suárez. Mar del Plata. 2007.

"El Tecnoexistencialismo". Ed.
Suárez. Mar del Plata. 2010.

A mi nieto Roman Salomon.

 

 

Autor:

© Claudio Salomon

I Titulo.

Filosofía-Posmodernismo-Ontología.

Moscú. 2013.

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