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La Justicia, piedra angular de la felicidad



Partes: 1, 2

  1. Resumen
  2. Introducción
  3. Platón, filósofo de la
    justicia
  4. Aristóteles, filósofo de la
    equidad
  5. Santo
    Tomás de Aquino, teólogo de la
    justicia
  6. Conclusiones
  7. Referencias
    biblográficas

Resumen

La calidad de la vida personal y social se mide por el
grado de la praxis de la justicia y la felicidad, valores
buscados asiduamente por las personas en el tiempo y espacio. La
justicia y la felicidad son parte medular de la meditación
filosófica y del quehacer jurídico.

Platón, en diversos escritos se
empeña por descubrir el sentido del hacerse justo para ser
feliz, del vivir en la sabiduría y no en la banalidad que
deshumaniza, como lo expresa: El alma justa y el hombre justo
vivirán bien; el hombre injusto, mal; el que vive bien es
feliz y dichoso; el que vive mal, es infeliz y desgraciado (Rep.
L. I: XXIV 354 e)

Desde la perspectiva de Aristóteles, la
justicia es la virtud completa, es más
importante de las virtudes y más admirable que la estrella
de la tarde y de la mañana
(Et. Nic. L. I: 1, 1130 a).
La justicia es el vértice de todas las virtudes naturales
(prudencia, fortaleza y temperancia).

Santo Tomás de Aquino considera que la
justicia es el quicio de las virtudes en todas las circunstancias
de la existencia, porque los justos son tales: en tiempos de la
guerra y en la paz (S. Th. II, II, q. 58, c. 12). Las acciones
humanas se hacen buenas por la justicia.

La justicia es la base de la felicidad, sin ella toda es
infelicidad. La comunidad jurídica que práctica la
justicia es feliz, los que hacen la injusticia aparentemente son
felices, es el inicio de la deshumanización de la
existencia personal y social; razón por la cual, es
imperativo de toda persona hacerse justo para ser
feliz.

Palabras claves: justicia, injusticia, felicidad,
infelicidad, equidad, el alma y Dios.

COMPTE RENDU

La qualité de la vie personnelle et sociale se
mesure par le degré de la praxis de la justice et la
félicité, valeurs cherchées asiduamente par
les personnes en le temps et espace. La justice et la
félicité sont part medular de la méditation
philosophique et du quehacer juridique.

Platon, en des divers écrits s'empeña
par découvrir le sens du se faire juste pour être
heureuse, de l'habiter dans la sagesse et ne dans la
banalité que deshumaniza, comme l'exprime: L'âme
juste et l'homme ils juste habiteront bien; l'homme injuste,
mauvais; celui qui habite il bien est heureuse et dichoso; celui
qui habite mal, il est infeliz et malheureux (Rep. L. I: XXIV 354
e)

Depuis la perspective d'Aristote, la justice est la
vertu complète, est plus importante des vertus et plus
admirable que l'étoile du soir et du matin (Et. Nic. L. I:
1, 1130 à). La justice est le vértice de toutes les
vertus naturelles (prudence, forteresse et
temperancia).

Saint Thomas d'Aquin envisage que la justice est le
gond des vertus en toutes les circonstances de l'existence, parce
que les justes sont tels: au temps de la guerre et dans la paix
(S. Th. II, II, q. 58, c. 12). Les actions humaines se font
bonnes par la justice.

La justice est la base de la félicité,
sans elle toute est infelicidad. La communauté juridique
que pratique la justice est heureuse, ceux qui ils font
l'injustice ils apparemment sont heureuses, il est le
début de la deshumanización de l'existence
personnelle et sociale; raison par laquelle, est impératif
de toute présente se faire juste pour être
heureuse.

Mots clefs: justice, injustice,
félicité, infelicidad, équité,
l'âme et Dieu.

Introducción

La justicia y la felicidad son dos realidades constantes
del quehacer filosófico y jurídico, son como las
dos alas de las aves que permiten ascender en la escala de la
dignificación humana; cuando se acentúa en una de
ellas y se olvida la otra, la consecuencia es la crisis de la
persona humana en su individualidad y sociabilidad que se traduce
en la deshumanización singular y colectiva, haciendo
realidad la tesis de Thomas Hobbes: homo homini lupus
est.

Para elaborar la tesis: la justicia, piedra angular
de la felicidad
, se ha revisado los escritos de Platón
como la República, Critón, y Gorgias.
Los temas sustantivos son: vivir justa y santamente, la justicia
social y la felicidad. La justicia es como la brújula que
orienta la existencia para lograr ser feliz, vivir virtuosa y
sabiamente es asemejarse a los dioses, es decir, realizarse
dignamente. Igualmente se ha examinado la Ética a
Nicómaco
, la Retórica y la
Política de Aristóteles, los puntos clave que
resumen son: La justicia es más admirable que la estrella
de la tarde y de la mañana, formas de la justicia, la
equidad y la felicidad. Finalmente, se ha evaluado los escritos
de Santo Tomás de Aquino, la Suma Teológica
referente al tratado de la justicia y de las bienaventuranzas del
hombre.

La justicia nos lleva a ser felices, por cierto, la
justicia y la felicidad son valores que se deben conquistarse
todos los días y durante toda la existencia. La justicia y
la felicidad son paradigmas perennes de la humanidad, que se
inicia en el ahora y aquí, aunque en el presente no
se agota, sino que es una anticipación de lo que debe ser.
Espero que la lectura sea una motivación para hacer una
existencia digna.

Platón,
filósofo de la justicia

Han pasado más dos milenios, hoy vivimos en la
globalización neoliberal y en la sociedad del
conocimiento, ¿todavía tiene sentido reflexionar
sobre la Justicia y la felicidad? Más estrictamente,
¿los gobernantes y gobernados son justos en sus acciones
humanas y muy felices en sus existencias? Si no lo son,
¿qué razones tenemos para meditar sobre Justicia y
la felicidad?

  • a) Vivir justa y santamente

Lo humano, en su radicalidad es él mismo, aunque
no lo mismo. Algunas personas, como en los tiempos de
Platón, optar por vivir sabiamente, aunque son muy pocos
y, la gran mayoría, como en Atenas, vive en la banalidad,
es decir, injustamente, sin justicia: haciendo daño a los
terceros, mintiendo sistemáticamente, abandonando a la
divinidad, negándose a pagar las deudas
contraídas.

La justicia consiste en decir la verdad y en devolver a
cada uno lo que de él se ha recibido (L. I: V 331 d), en
dar a cada uno lo que le conviene. La justicia es como la
medicina, los alimentos, las bebidas y los condimentos para el
cuerpo social. El Filósofo de Atenas lo compara con la
brújula que orienta al piloto y a los tripulantes de la
nave social, de tal manera que es imposible la vida social sin la
justicia (L.I: VII 33 a – 334 b).

Es justo dar a cada uno lo que le es debido (L. I: IX
336 e) ¿Qué es lo debido para el ciudadano
ateniense de la post modernidad? Dar las oportunidades y
posibilidades para realizar sus derechos de primera, segunda y
tercera generación. Si es así, la justicia vale
más que el oro porque no se refiere a las cosas, sino
sustancialmente al hombre que se sirve de ella para realizar la
existencia jurídica.

El maestro Sócrates pregunta:
¿qué es lo justo? El eximio jurista
Trasímaco respondió: "lo justo no es otra cosa
que lo que conviene al más fuerte
". Exagerando el
Filósofo de la ironía, replica: "es justo para los
gobernados lo que solo a los que mandan conviene, y al que de
esto se aparta lo castigan como contraventor de las leyes de la
justicia". (L. I: XII 338 c/ 339 e).

Los que controlan el poder en el Estado, como se observa
en derroto humano, poseen todos los beneficios porque las
decisiones políticas están a su beneficio,
indirectamente a los que no participan del poder. Se dan cuenta
que la tesis de Trasímaco sigue vigente, los que controlan
y disfrutan del poder político tiene derecho a darse el
aumento para vivir justa y santamente. ¿El postulado de
Trasímaco es verdadero y los dueños del poder viven
justa y santamente? ¿Los congresistas peruanos son
paradigmas de la existencia jurídica? ¿Es justo lo
que conviene al gobernante y gobernado? "¿Ningún
médico, como tal médico, examina ni ordena lo que
conviene al médico, sino lo que conviene al enfermo?
Porque hemos llegado a la conclusión de que el verdadero
médico es gobernante de los cuerpos, pero no negociante,
¿no es así?" (L. I: XV 342 e)

Por tanto, "cualquiera que ejerce una función de
gobierno, en cuanto tal gobernante, nunca examina ni ordena lo
que a él mismo conviene, sino lo que conviene al gobernado
y súbdito suyo. Y dice lo que dice y hace lo que hace
mirando a este y considerando lo que le conviene y le resulta
apropiado" (L.I: XV 342 e) Si es así, realizando los
derechos de la primera, segunda y tercera generación se
vive justa y santamente, tanto gobernantes y gobernados. El justo
es bueno y sabio, el injusto es ignorante y malo (L. I: XXI 350
c); la justicia es virtud y sabiduría; la injusticia
maldad e ignorancia. El justo es amigo de la divinidad y el
injusto es enemigo de la divinidad (L. I: XXIII 351 e). El alma
justa y el hombre justo vivirán bien; el hombre injusto,
mal; el que vive bien es feliz y dichoso; el que vive mal, es
infeliz y desgraciado (L. I: XXIV 354 e) El justo hace la
existencia fundado y promoviendo los derechos humanos; el injusto
se realiza haciendo tabula rasa de los derechos humanos,
transformando la comunidad humana en un infierno.

  • b) La justicia social

La crisis y la violencia colectiva son promovidas por
los desaciertos y los menosprecios sistemáticos de la
justicia por parte de los gobernantes: "pero que los guardianes
de las leyes y de la ciudad no lo sean verdaderamente, sino solo
en apariencia, puedes comprender que traería de arriba
abajo la ruina completa de la ciudad, ya que esos guardianes son
los únicos a quienes compete procurar la felicidad de
todos" (L. IV: I 414 a/421 d)

La proliferación de la pobreza y la
concentración de la riqueza en pocos ciudadanos son las
que generan los cataclismos sociales, los primeros aspiran poseer
lo que les conviene para realizarse y no lo tienen; los segundos
acumulan mucha fortuna, se vuelve egoístas y mezquinos;
ambos estrujan y producen el eclipse de la justicia social,
aunque los últimos son responsables de la
deshumanización de los ciudadanos. La riqueza "procura la
molicie, la pobreza y el amor a la novedad"; la pobreza causa la
"bajeza y la malicia" (L. IV: II 421 d/ 423 a) La consecuencia,
se constituyen "la ciudad de los pobres y la ciudad de los ricos"
(L. IV: II 421 d/ 423 a), ya están dadas las condiciones
para la guerra civil, en la que se eliminan unos a otros con
crueldad y odio infinito, principio de la ruina
nacional.

Desde la óptica del Filósofo de Atenas, la
piedra angular de la justicia social, es decir, de la felicidad
de los ciudadanos es la educación. Educar a los ciudadanos
desde la niñez, por cierto, buscando el bien de todos y
para todos (L. IV: IV 424 d/ 426 d). La educación, como
manifestaba Heráclito de Éfeso, es otro para los
educandos. Educarse para vivir justa y santamente en la praxis de
las leyes justas, de aquellas leyes que convienen y benefician a
todos, como son la Constitución y las demás leyes
que se derivan de ella. "Las leyes más grandes, las
más hermosas y las primeras de todas son patrimonio de
Apolo, el dios de Delfos" (L. IV: V 427 e)

Las disciplinas científicas en la que fueron
formados los griegos, según la República, fueron:
Gimnasia y la música, Ciencia del Cálculo,
Aritmética, Geometría Plana, Estereometría
(desarrollo de un plano que forma un sólido en
movimiento), Astronomía y Dialéctica (L. II:XVII
376 c; L. VII: VI 520 d, VII 523 c¸ IX 526 e521.522, XIII
533 a), disciplinas eminentemente teóricas y que deben
estar atadas a las ciencias de la felicidad, es decir, el vivir
bien con los demás en la comunidad humana como son la
prudencia, el valor, la temperancia y la justicia (L. IV:VI 427
e)

La prudencia, es la virtud propia del alma
racional, que es lo divino en el hombre, principio divino y
racional (L. VII: XII 589 b / 591 a) que ayuda regular y orientar
las acciones humanas; es el fundamento de la vida
teorética porque nos permite conocer el Sumo Bien;
conociendo al Sumo Bien nos vemos impulsados realizar acciones
buenas que nos hacen mejores y óptimos, es decir, vivir
con sabiduría como los dioses, a ser semejantes y amigos
con los demás.

El valor, es la garantía de la
conservación, "tanto entre los dolores como entre los
placeres, entre deseos como entre temores" (L. IV: VII 429 a), es
indispensable para el cumplimiento de nuestras obligaciones. Ser
valioso es asumir con alegría y majestad nuestro deber, en
otras palabras obrar conforme a las leyes justas y la
convicción inteligente.

La temperancia, "es como un cierto orden y
continencia de los placeres y de los deseos… se trata del
dominio de sí mismo" (L. IV: VIII 430 d), el mismo
Filósofo Ateniense explica el significado del DOMINIO
DE SÍ MISMO
: "Lo que constituye una alabanza, pero
cuando por su mala educación o compañía, lo
mejor resulta dominado por la multitud de lo peor, esto se
considera como un deshonor, diciéndose del hombre
así que es esclavo de sí mismo y modelo de la
intemperancia" (L. IV: VIII 430 d). Si no te gobiernas a
sí mismo, jamás podrás gobernar a los
demás; si no posee ciencia de sí mismo, nunca
tendrás ciencia de los demás y de lo que te rodea.
El que es esclavo de sí mismo, ha perdido el sentido
divino y la racionalidad, es un homo habilis.

La justicia social, con facilidad se olvida y con
ella los derechos de la primera, segunda y tercera
generación. La globalización y la sociedad del
conocimiento que se viene implementando la mentalidad consumista
y crematista, deja de lado a la justicia social, pilar de la
armonía y del equilibrio humano, similar a los tiempos de
Platón: "la justicia se halla ante nuestros pies sin que
seamos capaces de verla. Merecemos que se rían a
carcajadas de nosotros, ya que al igual que aquellos que buscan
lo que se encuentra en sus manos, así nosotros ni
mirábamos a la justicia
, con lo cual quizá no
hacíamos otra cosa que ocultarla" (L. IV: IX 433
c).

La justicia social no es otra cosa que dar a cada uno lo
suyo, es decir, la praxis de los derechos y el cumplimiento de
los deberes por parte de los gobernantes y gobernados. La
justicia general es la piedra angular de la felicidad social, es
como el oxígeno para vivir en la comunidad
política.

  • c) La felicidad

La persona humana, por su constitución
ontológica, anhela infinitamente ser feliz. Nadie, en su
situación normal, quiere ser infeliz. Platón en sus
diversos escritos busca encontrar las vetas de la felicidad, que
se hace y se vive en la sociedad. Es imposible ser feliz
encerrado en sí y por sí mismo, el hombre es feliz
con los demás y los demás con el hombre. La
injusticia es la negación y destrucción de la
felicidad, la justicia es la afirmación y
construcción de la felicidad, Platón escribe: no
es obra del justo hacer daño ni a un amigo ni a
ningún otro, sino de su contrario, del injusto

(República I, 35). Recalca el Filósofo ateniense:
de manera, pues, que no se debe devolver a nadie injusticia por
injusticia, mal por mal, cualquiera que sea la injuria que hayas
recibido (Critón, X, 49).

El que práctica la injusticia, hace infeliz al
otro y al mismo tiempo es infeliz, por ello es el más feo
y malvado: cualquier acto injusto dirigido en contra mío y
en contra de las cosas que yo poseo, es más feo y malvado
para quien comete la injusticia, que para mí que soy su
víctima (Gorgias, 508). Todas las personas tienen que
hacer el esfuerzo gozoso de contribuir a la vida feliz en
comunidad, en caso contrario, se deshumanizan y se degradan,
involucionando cada vez a la escala de homo habilis.

Con mucha inteligencia y fineza Platón, a
través del maestro Sócrates, nos recomienda a ser
coherente en la vida, no basta parecerlo, sino que
sustantivamente debemos serlo en la realidad, opción que
hay que ratificarlo todos los instantes y los días de la
vida, vivir con dignidad: busco la verdad, y de este modo
procuraré vivir siendo lo mejor que pueda y morir en las
misas circunstancias cuando llegue mi hora (Gorgias, 527 c)
solemne y majestuoso de partir al más allá; si es
así, sin estar, estaré con ustedes. Por tanto, es
necesario guardarse más de cometer injusticias que de ser
víctima de ella, y que todo hombre debe extremar sus
cuidados,
no en lo referente a parecer bueno, sino a
serlo
, tanto en lo privado como en lo público
(Gorgias, 527 c). Con mucha delicadeza y firmeza, Platón
nos aconseja: hazme caso y sigue conmigo el camino que te ha de
dar la felicidad tanto en la vida como después de la
muerte, según la razón nos indica (Gorgias, 527 c).
Por tanto, el mejor modo de vivir es el que consiste en pasar la
vida practicando la justicia y la restante virtud hasta el
último momento (Gorgias, 527 c) de nuestra existencia
auténtica.

Aristóteles, filósofo de la
equidad

Ética a Nicómaco fue escrito por
Aristóteles hace más de 2456 años, han
pasado más de dos milenios, sin embargo las personas
humanas siguen adoleciendo de la praxis de la justicia y de la
felicidad. Ser justo es complicado y sumamente difícil, no
es únicamente colectivo sino que eminentemente personal,
si eres justo consigo mismo entonces tus acciones y tus
relaciones en la sociedad han de ser justas, la consecuencia es
la felicidad personal y colectiva.

  • a) La justicia es más admirable que
    la estrella de la tarde y de la mañana

Definir es una forma de distinguir para no vivir en el
eclipse mental ni involucionar a la escala del homo habilis.
"Todos están en perfecto acuerdo en llamar justicia
a la disposición que nos hace capaces de realizar actos
justos, que nos lo hace realizar en efecto y que nos hace desear
realizarlos. … la injusticia, nos hace cometer y
querer actos injustos" (L. V: 1, 1128 b)

La persona humana como las sociedades son injustas en la
medida que obran contra las leyes justas; es injusto aquel que
desea "lo que no se le debe o más de lo que se le debe, e
incluso a expensas de otro". El justo es el que vive conforme a
leyes justas y a la equidad; el injusto nos lleva a la
ilegalidad, a la desigualdad, a la avidez, carece del calor
equitativo y está dado a la concupiscencia.

Las leyes son dadas por los legisladores en perspectiva
del bien común: "llamamos con una sola palabra, lo justo,
a todo aquello que es capaz de crear o de salvaguardar, en su
totalidad o en parte, la felicidad de la comunidad
política" (L.V: 1, 1129 b/ 1130 a). La ley prescribe
incluso a cada uno el portarse como hombre valiente y fuerte; no
rehuir ni huir de nuestras responsabilidades; prescribe ser
sobrio, respetuoso de los demás. Por la justicia nos
hacemos mejores ciudadanos. La justicia es la virtud
completa
, es más importante de las virtudes y
más admirable que la estrella de la tarde y de la
mañana
(L. I: 1, 1130 a). La justicia es el
vértice de todas las virtudes naturales (prudencia,
fortaleza y temperancia)

Vivir en la injusticia es nadar en la maldad, es
deshumanizar la dignidad de ser persona humana, razón por
la cual Aristóteles expresa: "El peor de los hombres
es, pues, el que da muestras de maldad para consigo mismo y para
con sus amigos
". La praxis de la justicia nos hace
óptimos en forma singular y socialmente: "el mejor no es
el que solo practica la virtud para consigo mismo, sino el que la
observa respecto de los demás" (L. V: 1, 1130 a) Lo
injusto es ilegal, lo que es contrario a la equidad; lo justo es
lo que está prescrito por ley y está en conformidad
con la equidad (L. V: 2, 1130 d) La virtud de la justicia es
plenitud, la injusticia es el vicio completo; el primero nos
permite realizarnos y ser felices, el segundo nos impide ser
personas con dignidad, nos impulsa a la nihilidad. Siendo justos
nos hacemos buenos y ciudadanos honrados, laboriosos y creativos,
reflexivos y libres.

  • a) Formas de la justicia

  • Justicia legal

Monografias.com[1]: justicia
legal
, lo justo es lo conforme a la ley; lo injusto, lo
disconforme. Las leyes ordenan acciones justas y buenas, conforme
a todas las virtudes. El que vive conforme a la ley, se hace
hombre justo y práctica todas las virtudes, se realiza con
medida (Ética a Nicómaco V: 3, 1129 b), entonces es
un buen ciudadano de la polis.

La justicia legal ordena los actos y demandas de las
personas para tender al bien común, es el cumplimiento de
los deberes y práctica de los derechos constitucionales.
En la IX Conferencia Internacional Americana de la OEA, se
aprobó la Declaración Americana de los Derechos
y Deberes del Hombre
[2]para que los Estados
firmantes promocionen y realicen en la comunidad americana los
derechos y deberes; exigencia vinculante y de cumplimiento
obligatorio para los gobernantes y gobernados; en breve, vivir
conforme a la justicia legal, es realizar la existencia
jurídica.

  • Justicia distributiva

Es la que relaciona el todo con las partes, es decir, la
sociedad con las personas, del Estado con los ciudadanos.
Según Aristóteles la justicia distributiva tiene
dos funciones:

  • Reparto de los bienes (honores, riquezas,
    etc.,)

  • Reparto de la carga y obligaciones entre los
    integrantes de la sociedad y del Estado.

El principio: igualdad en la desigualdad, es decir, dar
a cada uno lo que se le debe, pero teniendo en presente sus dotes
naturales, su dignidad, las funciones que desempeña y el
grado jerárquico que ocupa en la sociedad. Por
Aristóteles insiste en definir a la justicia como el justo
medio, faena que le compete estrictamente al Juez. "El Juez
mantiene la balanza equilibrada entre las dos
partes…

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La justicia es proporcionalidad, equilibrio,
armonía, igualdad en dignidad.

Por tanto, "cada uno tiene lo que le corresponde y que
no hay allí ni pérdida ni provecho… Lo justo
se halla a igual distancia del provecho y de la
pérdida… cada uno tiene tanto antes como
después" (L. V: 4 1132 b), por cierto, no deciden los
ciudadanos ordinarios, es competencia exclusivo y propio del
Juez, porque él es el científico de la
proporcionalidad, del antes y del después, del mucho y del
menos, del equilibrio y de la igualdad, en la que "cada uno tiene
tanto antes como después" (L.V: 5, 1132 b)

  • Justicia conmutativa

Aristóteles lo denomina justicia
correctiva
, ulteriormente es conocido como conmutativa.
Regula las relaciones de los ciudadanos entre sí. Son de
dos estilos:

  • Civiles voluntarios, son los contratos (la
    venta, la compra, el préstamo a interés, la
    garantía, el alquiler, el depósito, el salario,
    préstamo, etc.,), se hace plenamente con
    propósito deliberado y con agrado (L. V: 8, 1135
    b)

  • Civiles involuntarios, se hacen contra la
    voluntad del injuriado
    y sin su conocimiento
    (hurto, adulterio, envenenamiento, la prostitución, la
    sustracción fraudulenta de esclavos, la muerte a
    traición ,el falso testimonio); igualmente, se hace
    con el conocimiento del injuriado
    , pero con violencia
    (los golpes, las heridas, la prisión, el asesinato, el
    pillaje, la mutilación, la difamación, el
    ultraje) (L. V, 2, 1131 a), razón por la cual son
    reprobables (L. V: 8, 1135 a) porque los realiza
    conscientemente: "sin la ignorancia de la persona a quien la
    acción afecta, de los medios que emplea y del fin de
    la acción" (L. V: 8, 1131 a), con elección
    deliberada, por ello sus actos son injustos y perversos, es
    maldad (L. V: 11, 1138 b)

La justicia conmutativa busca el equilibrio
imparcial entre las demandas de los ciudadanos formuladas ante la
autoridad competente, en la que cada uno posee, en principio, los
mismos derechos y el magistrado determina lo que es justo para
cada uno, razón por la cual, el Juez es la justicia
encarnada
, su sentencia es el justo medio entre la
pérdida del uno y la ganancia del otro (L. V, 4, 1132 a),
así realiza la reparación de la injusticia
()[3] Por la tanto, la justicia correctiva es
intercambio de bienes con alto sentido de
proporcionalidad.

En la persona del Juez se busca una tercera persona
imparcial, por ello es el mediador, el árbitro, es el
hombre del justo medio (L. V, 4, 1132 a/ 1132 b). Razón
por la cual, la mentalidad y la praxis justa es contraria a la
Ley de Talión, a la injusticia no se debe devolverle por
la injusticia, degrada y es contraria a la racionalidad
jurídica: "si un magistrado ha golpeado a otro, este no
otro no debe golpearle" (L. V: 5, 1132 b). El Juez, como la
encarnación de la justicia, como el médico de la
conciencia jurídica, determinará lo que es
más conviene a las relaciones sociales y las transacciones
económicas, base de la subsistencia de la ciudad porque se
busca dar bien por bien, de lo contrario no hay intercambio de
servicios. Ahora bien: gracias a este tipo de intercambios se
salvaguarda la unión de los ciudadanos. Esta es la
razón por la que se eleva un templo a las Gracias, un
templo accesible a todos (L. V: 5, 1133 a)

En la vida social, cada uno de los integrantes posee una
responsabilidad, una vocación, un destino que cumplir;
aportar al bienestar de todos y la justicia es el cumplimiento
del deber ser, dar a cada uno lo suyo y recibir lo que a uno le
corresponde, la justicia se traduce en reciprocidad, en gratitud.
Por ejemplo: el zapatero agradece al arquitecto por el
diseño de la casa, del templo y, el arquitecto agradece al
zapatero por los zapatos; hay que ser agradecido de los
médicos y de los maestros, los médicos y los
maestros tienen que ser agradecidos por los comerciantes y
éstos por los productores. Por tanto: "no puede haber
comunidad de relaciones entre dos médicos; en cambio, si
es posible entre un médico y un labrador y, de una manera
general, entre gentes distintas y de una situación
semejante" (L.V: 5, 1133 a)

Las relaciones sociales se dinamizan por las relaciones
económicas, ambas deben ser equilibradas, como instrumento
de medición y mediación es la moneda: "ella mide
todo, el valor superior de un objeto y el valor inferior de
otro", así por ejemplo debe haber un equilibrio entre el
valor de una vivienda con la alimentación de la
población, entre en el valor de un submarino y la salud de
la población.

c) La equidad

Lo equitativo no es conforme a ley, es mejoramiento de
lo que es justo según la ley (L. V: 10, 1137b), corrige a
la ley porque es específico, mientras que la ley es
universal; es la adaptación a los casos concretos de la
vida en devenir.

Por tanto, el Juez de equidad es el hombre que,
deliberadamente, se decide y obra prácticamente, es
flexible porque es experto en humanidad. El magistrado que ejerce
el poder es el guardián de la justicia y de la igualdad
(L.V: 6, 1134 b), no se daña a sí mismo ni destruye
a los demás. Ser justo es quererse a sí mismo y a
los demás, como entre el esposo y la esposa, entre el
padre y el hijo, en la que se hace vivencia la equidad. Lo justo
y lo equitativo es idéntico, los dos son deseables, aunque
la equidad es preferible. El legislador da las leyes generales,
nunca legisla para los casos particulares o los detalles, estas
lagunas deben ser subsanadas por el Juez de la equidad. Los
atributos del Juez de equidad: "Es el hombre que,
deliberadamente, se decide y prácticamente; no es un
hombre que aplique a raja tabla la justicia, inclinando a adoptar
la solución menos favorable para los demás;
está siempre dispuesto a dejar o ceder algo de lo que se
le debe, aunque pueda pedir la ayuda de la ley; su
disposición ordinaria es la equidad, que es una variedad
de la justicia y una disposición que en realidad no
difiere de ella" (L. V: 10, 1138 a)

Aristóteles en la Retórica señala
las características de lo equitativo: "Lo justo es
equitativo más allá de la ley… Ser
indulgente o comprensivo con las cosas humanas es equitativo. Y
también lo es mirar no a la ley, sino al legislador; y no
al texto, sino a la mentalidad del legislador; y no a la obra,
sino a la intención; y no a la parte, sino al todo; ni
qué tal es el acusado ahora, sino cómo era siempre
o de ordinario. También es equitativo el acordarse
más de los bienes recibidos que de los males, y más
de los bienes que ha recibido uno que de aquellos que hizo. Y es
equitativo el haber soportado la injusticia recibida. Y el
preferir resolver un litigio de palabra, que por la obra. Y es
también equitativo el querer recurrir mejor a un arbitraje
que a un juicio; porque el árbitro atiende a lo
equitativo, el juez, en cambio, mira a la ley; y con este fin
precisamente se inventó el árbitro, para que domine
la equidad" (Retórica. L. I: 13, 1374 a/ 1374
b)

La vida humana desborda los parámetros impuestos
por las leyes temporales-espaciales, razón por la cual, el
Juez, desde la óptica de Aristóteles, es lo
más humano y comprende la problemática humana y
resuelve los múltiples escollos con equidad para
enriquecer la dignidad humana.

d) La felicidad

La persona humana por naturaleza es inteligente y
sociable, no solamente es, sino que se afianza y se realiza
haciéndose inteligente y sociable, requisitos
indispensables para hacerse virtuoso y ser feliz. Cuando el
hombre vive conforme a la razón (Ética a
Nicómaco I, 8, 1098), realiza su ser ontológico, en
la praxis de la realización de sí con los
demás es feliz. La felicidad es una realidad que imanta al
hombre a su búsqueda asidua y constante, aunque nunca
logra asirlo definitivamente, sino que es una energía que
lo lleva a la perfección, el placer hace perfecto toda
actividad (Ética a Nicómaco X, 4, 1175) ¿Por
qué el placer hacer perfecto toda actividad? En la
perspectiva de Aristóteles, como señala Xavier
Zubiri
en Cinco lecciones de filosofía, la
actividad es el modo de saber eficiente y con excelencia:
tékhne, phrónesis, episteme, nous y sophia
(1994:18). Aquello que está a tono con tu vocación,
lo que está en armonía con tus inteligencias
múltiples lo realizas con fruición y la obra
está bien acabada, perfecta para el momento
histórico.

El hombre es feliz cuando vive y obra conforme a su
por qué y para qué, sin imposiciones
ni presiones, sino con plena libertad, voluntad y conciencia. El
Filósofo afirma: la vida feliz parece ser la conforme a la
virtud; pero ésta es una vida de serio esfuerzo y no de
diversión (Ética a Nicómaco, X, 6, 1176).
Nadie es virtuoso por naturaleza, sino que con inteligencia y
esfuerzo se hace virtuoso, tampoco es feliz por nacimiento sino
que con su talento y su opción se va haciendo feliz, cada
obrando mejor, perfeccionándose y eligiendo aquello que es
más óptimo para ser feliz, es decir, vivir bien
para ser inmortal en el bien y por el bien.

La existencia virtuosa se realiza en la sociedad
perfecta, es decir, en el Estado. El Estado es la creación
majestuosa para la felicidad de los buenos ciudadanos, de
aquellos que hilvanan la comunidad humana y perfeccionan
asiduamente al Estado para ascender en calidad de vida para todos
y de todos. El Filósofo, recalca: la bondad de un
ciudadano debe necesariamente decir relación a la
constitución del Estado (…); todos, en efecto,
deben poseer la bondad de un buen ciudadano – esta es una
condición necesaria para que el Estado sea lo mejor
posible- (Política III, c. 2, 1277 a). La felicidad
consiste en la praxis de la virtud, en la que el eje principal es
la justicia, razón por la cual, todos los gobernados y
gobernantes deben ser virtuosos, excelentes ciudadanos: la bondad
de un ciudadano consiste en la capacidad de gobernar bien y de
ser bien gobernado (Política III, c. 2, 1277 a). Si es
así, el gobernante es la persona que trabaja para la dicha
de todos sus gobernados, entonces los gobernados son felices y,
el ciudadano feliz elige al hombre más feliz para
incrementar su felicidad, pero a condición que sea
sabio.

Santo
Tomás de Aquino, teólogo de la
justicia

La filosofía como la teología nos
enseñan adquirir visiones múltiples de la realidad.
Aprehender a teorizar sobre una sola faceta del ser nos conduce a
la unilateralidad y al eclipse de la racionalidad humana,
razón por la cual santo Tomás de Aquino inculcaba a
sus estudiantes "temed al hombre de una sola idea", de un
solo ideal porque lleva a la irracionalidad. A finales de 1266 en
Viterbo redacta la primera parte de la Suma Teológica, la
segunda lo hace en París entre los años 1268-9 y la
tercera parte lo realiza en Nápoles; el suplemento fue
redactado por su discípulo Reginaldo de
Piperno
[4]El teólogo de la Justicia,
examina diversos escollos existenciales, los reelabora y postula
soluciones en el proceso de la dignificación de las
personas humanas, como lo hace en la segunda parte reflexionando
sobre la Justicia, otro Sol que permite dar calor diáfano
a las relaciones interhumanas de la comunidad de las personas que
van construyendo sus delicias para todos los
terrícolas.

  • a) La justicia

Santo Tomás de Aquino (STA) posee ante sus
miradas los textos del Jurisconsulto Cayo, Aristóteles,
San Agustín, Isidoro de Sevilla y de Anselmo de
Canterbury, apoyado en los textos de los clásicos, hace
una síntesis y precisa: "La justicia es un hábito
según el cual uno da al otro lo que es suyo según
derecho, permaneciendo en ello con una voluntad constante y
perpetua" (S. Th. II, II, q. 58, c. 2, art. 1, 6), añade,
"según se le debe en una proporción de equidad" (S.
Th. II, II, q. 58, c. 2, art. 11), al igual que
Aristóteles (Ética a Nicómaco. L. I: 1, 1130
a) considera a la Justicia como la más preclara de las
virtudes, "y ni la alborada ni el crepúsculo son
más luminosos que ella" (S. Th. II, II, q. 58, c. 12). La
justicia es el quicio de las virtudes en todas las circunstancias
de la existencia, porque los justos son tales: en tiempos de la
guerra y en la paz (S. Th. II, II, q. 58, c. 12). Las acciones
humanas se hacen buenas por la justicia.

Nadie arriba a la comunidad jurídica como justo,
sino que se va haciendo justo a través de la
formación y el esfuerzo asiduo, una vez internalizado,
constituido en parte indispensable de la vida se convierte en un
hábito (segunda naturaleza) que impulsa realizar acciones
responsablemente con los próximos, reconoce sus derechos
fundamentales y les asigna aquello que es de suyo, lo que les
pertenece por ser persona humana, en la que debe perseverar firme
y con voluntad perpetua.

¿Qué difícil es formarse y hacerse
justo en la sociedad del conocimiento y de la
globalización? ¿Qué tormentoso es ser feliz
en la comunidad terrícola? El reto es encontrar las
vías de la felicidad para que todos, por medio de la
justicia, sean felices. Las personas que deben ayudarnos a ser
felices en la sociedad post moderna, deberían ser, los
juristas, los fiscales, los magistrados y los gobernantes: "el
Juez da a cada uno lo suyo en el sentido de que tiene autoridad y
le corresponde la guía, puesto que el Juez es "el
derecho viviente", y el gobernante es "el custodio del
derecho
" (S. Th. II, II, q. 58, c. 2, art. 1, 6). Si te
encuentras con un magistrado, ten por seguro, que es el derecho
viviente, es la voz y la mirada penetrante de la justicia
preclara, es el ministro de Dios (S. Th. II, II, q. 60, art. 2),
el juicio de Dios se hace vida por las sentencias que dan reposo,
paz y alegría a la conciencia, presupuesto de la
felicidad.

  • b) La injusticia

La injusticia es un vicio según el cual uno no da
al otro lo que suyo, permaneciendo en ello con voluntad constante
y perpetua: "sabiendo y eligiendo tal acto, o sea cuando alguien
busca hacer algo injusto porque le agrada" (S. Th. II, II, q. 59,
c. 2, 1). El vicio es un hábito adquirido, unas veces por
sí mismo y, otras veces por el ambiente social en la que
se hilvana la existencia.

La injusticia se da de dos maneras, precisa
STA:

  • La injusticia es contraria a la ley vigente,
    por ello es ilegal. El paradigma de la legalidad positiva
    está determinado por el espacio y el tiempo, y,
    ésta a su vez está atada al estigma de la
    ilegalidad, condicionada por la mentalidad temporal. La
    ilegalidad es contrario a la legalidad. Con una
    intuición meridiana STA señala las notas de la
    legalidad: "debe ser una ley honesta, justa, conforme a la
    naturaleza, de acuerdo a las costumbres patrias, conveniente,
    necesaria y bien clara, para que no vaya a contener algo
    capcioso por su oscuridad; escrita no para el provecho del
    algún particular, sino para el bien común" (S.
    Th. I, II, q. 95, art. 3).

Si es así, la ilegalidad es contraria a la
dignidad humana, porque la ley es expresión de la
razón y es para la salud pública de todos. "Todo
aquello que se aparta de la razón, se convierte en ley
inicua,
y entonces ya no tiene característica de ley,
sino más bien de cierta violencia" (S. Th. I, II, q. 93,
art. 3). Al examinar las legislaciones positivas en el devenir
histórico nos damos cuenta que muchas de las leyes fueron
contrarias a la majestad de la persona humana, por ello la
ilegalidad como la legalidad tiene que ser evaluado en base a la
visión del hombre que se posee.

  • La injusticia es contrario al bien
    común
    , es el desprecio del bienestar de todos, en
    la que se prefiere el interés y el beneficio privado.
    Es una falta de equidad con el otro, como por ejemplo: cuando
    un hombre quiere tener más bienes, honores y riquezas,
    menos males, menos trabajo y sufrimientos; el injusto es el
    que obra la injusticia intencional, libre y voluntariamente
    (S. Th. II, II, q. 59, art. 2). Hace una equivalencia de la
    justicia con la caridad, la injusticia con la negación
    de la caridad. "La caridad es madre de todas las virtudes, y
    sólo es mortal lo que a ella se opone" (S. Th. II, II,
    q. 59, art. 4). El injusto se destruye a sí mismo, al
    prójimo, a la comunidad humana y atenta contra Dios
    (S. Th. II, II, q. 59, art. 3). No se quiere a sí
    mismo, ni ama al prójimo, ni a la comunidad humana,
    mucho menos a Dios, se deshumaniza, desfigura la imagen y
    semejanza de Dios que posee, lo hace con los demás y
    niega la presencia viva de Dios en el hombre, por ello lo
    elimina al hombre, como lo hacen los tiranos según los
    tiempos y circunstancias.

  • c) Formas de la justicia

  • La justicia conmutativa, está ordenada
    al bien común y los bienes comunes hay que
    distribuirlas con moderación (S. Th. II, II, q. 61,
    art. 1), aquello que pertenece a todos los presentes y a las
    generaciones venideras. Poseer la mentalidad jurídica
    justa: es asegurar el bienestar de las generaciones actuales
    e ulteriores. La felicidad actual es presupuesto de la dicha
    posterior.

Las relaciones privadas entre las personas son justas en
la medida que concretan el bienestar de todos y para todos. Cada
uno posee lo suyo, porque el todo pertenece a la parte (S. Th.
II, II, q. 61, art. 1). La justicia conmutativa se mide en
proporción aritmética, precisa STA citando a
Aristóteles (Ética a Nicómaco L. V: 3).
Razón por la cual, hay igualdad, en caso de exceso se
tiene que restituirlo al otro. Ejemplo: la concentración
de los bienes económicos en pocos –
oligarquía-, hay que retribuirlos, devolverlos a sus
dueños: "es necesario que cuando uno tiene más de
lo que le corresponde, y ese exceso pertenece a otro, tenga que
restituirlo a su dueño… Así en
aritmética cinco es medio entre cuatro y seis, porque
excede a cuatro en uno, y es excedido en uno por seis. Por tanto,
si al principio de la conmutación ambos tenían
cinco, y como resultado de la conmutación el uno se queda
con cuatro y el otro con seis, la justicia exige que vuelvan a
reducirse al medio, de manera que quien tiene seis ha de dar uno
al que tiene cuatro; de esta manera ambos tendrán cinco,
lo que constituye el medio" (S. Th. II, II, q. 61, art. 2) La
concentración de los bienes económicos en pocos es
el principio de los males y de las ruinas de las naciones, porque
se les niega el derecho a vivir con dignidad y, se les priva de
la felicidad colectiva. En consecuencia, los gobernantes y
gobernados debemos vivir en y por la justicia, requisito
indispensable para la realización social y la
fruición colectiva.

Partes: 1, 2

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