Abstracción – Monografias.com
Abstracción
Yo soy un pintor abstracto.
Tan abstracto,
Pero tan abstracto, que mis obras son hermosos lienzos
blancos fina mente enmarcados.
Me explico, en verdad me explico.
Descubrí mi inigualable talento el mismo
día que decidí ser pintor, luego de dos semanas de
vagancia obligada y en procura de olvidar mi fracaso como
psicoterapeuta, pues me habían echado de una de las
principales clínicas de reposo de la ciudad, aduciendo las
directivas, que al pasar por mis manos los pacientes quedaban
más locos que cuando habían ingresado.
Sandeces, esos mentecatos no saben lo que es talento,
eso de que llegué alguien piando como un pollito y en
menos de una semana, oigan bien, en menos de una semana lo
tenía cantando como el mejor gallo de
pelea…
¡Que van a saber!
Decidí pues olvidar mis innatas dotes de
psiquiatra, compré todo lo necesario para iniciar mi nueva
carrera y a las seis en punto de una fría mañana,
ya me encontraba ante un blanco lienzo paleta en la mano
siniestra y pincel a la diestra, a la espera de alguna musa
inspiradora que me llevara por los mismos caminos de Paul
Cézanne o Picasso.
A las doce meridiano heme allí, un cenicero
repleto de colillas, un último tinto a medio consumir, la
cafetera vacía y el lienzo más blanco y virginal
que al inicio de mi carrera, pero no soy de aquellos que tiran la
toalla ante la primera dificultad, es la perseverancia, la
constancia duradera la que logra los grandes triunfos del
espíritu sobre la materia, ni tan siquiera el hambre
podría doblegarme. Engullí rápidamente una
manzana que había preparado para el evento, con el
ánimo de no ir a perder algún lapsus de
inspiración y…
A las tres de la tarde heme allí, los ojos casi
blancos de ver fijamente el lienzo blanco, un sudor frío
recorriendo mi columna vertebral y aquella insoportable goterita
resbalando y resbalando entre…
Y seguía resbalando y no sé si fue por el
desespero de sentirla, el hecho es que de un momento a otro mi
mano elevose ante mis ojos, había algo, quizás
aún difuso, pero algo quería surgir de mi interior,
e iba a violentar lo blanco y virginal con un placer inusitado
cuando…
¡Riiiiiiing! El timbre.
El resultado fue devastador y me maldije interiormente
por no haber comido algo más que aquella fruta, caí
de rodillas y sobre mí el desestabilizado pincel,
pintó mi boina y frente, y di de frente contra el
piso.
¡Marcos!… ¡Marcos!- La voz de mi
mamá.Estoy pintando ma"… ¡no estoy para
nadie!¡Es una señorita que dice que es tu
paciente!
Paciente… Paciente… Poco a poco
recordé mi antigua profesión.
¡Está bien, ya bajo!
¡Ya está subiendo…!
Sin previo aviso abrió la puerta y me vi ante una
completa desconocida.
Era Susie. Pero no era Susie.
Seguro que si era Susie; pero la veía tan
distinta, no tenía el cabello recogido en una moña
sobre la cabeza, ni usaba esos lentes culo de botella, tampoco
vestía uno de esos trajes que acostumbraba, largos y dos o
tres tallas más allá para ocultar sus redondeces
¡Y vaya redondeces! Tampoco le notaba esa actitud de
vencida, con los hombros hacía adentro, no. Sus senos
enhiestos y un par de pezones que se notaban por encima del
strapless me apuntaban como lanzas retadoras. El hombre
elástico no habría sido más ágil, me
puse de pie para no ver mi perdición antes de tiempo, que
muslos… ¡Qué mini!
Ho… Ho…La…
La…Susie, le recuerdo – Y se paró ante el blanco
lienzo – además de a usted, ¿Qué
está pintando? – su voz, ya no era esa voz
quebrada y temerosa y al mirar, lo hacía directamente
a mis ojos, tanto así que preferí apartar la
mirada y dirigirla a sus zonas erróneas… Digo,
erógenas.Bueno, no es gran cosa, apenas empezaba…
¿Y a qué debo el honor de su visita? – La
invité a sentarse, pero permanecía de pie y no
apartaba la mirada del blanco lienzo.Sólo quería agradecerle todo lo que ha
hecho por mí. Creo que he recuperado mi verdadera
identidad, se fueron los miedos y de seguro es por haber
seguido sus recomendaciones al pie de la letra: "No basta
sentir que se es, hay que serlo"- remedó mi
voz-… Guardando las proporciones, claro
está.
Sonrió y ese par de hoyuelos en sus mejillas, de
los cuales había dicho que tenía que sacarles
provecho, se hicieron manifiestos. Era hermosa, en verdad muy
hermosa, recordé que cuando se lo decía en el
inmediato pasado, era lo que menos pensaba, pero ahora la mentira
resulta que no era mentira. Calé que la divertida sonrisa,
también era por el que se creía "pollito" y
después empozó a comportarse como un "gallo de
pelea", y es que había entendido lo que le dije
literalmente. Ella, en cambio, como se debía entender, en
forma figurada, alegórica, metafórica y a tal
aplicación, dicho resultado. Hasta su peinado era leonino,
sus rasgos, supongo que acentuados por el maquillaje y su caminar
pausado como cuando la leona acecha a su presa. No pude evitar
sentirme orgulloso.
Pues me alegra mucho que al menos uno de mis
pacientes se haya beneficiado con mis métodos y
terapia – Bueno, en realidad sólo había
tenidos dos pacientes y un trabajo, era recién
egresado de la facultad, pero que va, me sentía
invariablemente orgulloso. Y dale que no dejaba de mirar el
blanco lienzo e iba a interpelarla al respecto, pero se
adelantó y dijo.¿Qué piensa pintar?…
¿Qué quiere pintar?
Ni idea. Me paré tras ella y por encima de su
hombre también centré mi atención en el
blanco lienzo. Sin siquiera darme cuenta, le empecé a
hablar acerca de lo que quería plasmar en la pintura y lo
que resultó fue una especie de relato, que ni de fundas
sabría explicar de dónde salió en ese
momento, simplemente fue brotando:
Una caverna en la inmensidad del desierto. Un sol
abrazador despliega todo su poderío en un manto azul
celeste que se pierde hacia el norte, el sur, el oriente y el
occidente, arena y más arena. El único vestigio
de agua es un constante goteo en el interior de la caverna,
milenario milagro entre las rocosas superficie, sabría
el tiempo que extraño dios habría bendecido el
recinto, gloria y gracia para el sediento caminante. En la
lejanía se advierte un par de formas. La leona lleva
sobre su lomo a su agonizante cría, pero en verdad
ella no menos agonizante, ni menos lacerada por la larga
marcha. Otea en el horizonte la esperanza, la vida. Respira
con dificultad el caldeado ambiente, mira a las alturas como
en busca de una ayuda, tan cerca y al mismo tiempo tan lejos.
No más de 50 metros la separan de su
salvación.
"El cachorro cae sin fuerzas en la arena, desesperada
ella lo mueve, lo acaricia, lo lame y un desgarrante gemido,
más que rugido, logra alejar por un instante la sombra de
la muerte. El pequeño león abre los ojos, un amor
inusitado parece amainar la sevicia de los rayos solares y ella
hala y hala el moribundo haciendo surcos en la arena, hasta que
la sombra los cobija a la entrada de la caverna. Descansa un poco
mientras toman aliento y luego lo arrastra aún más
hacia el interior, hasta ubicarlo bajo las gotas de agua y el
cachorro se atraganta de aguas de la vida. Entonces muere la
madre, la herida que le infringiera el cazador logra su
cometido".
Susie lloraba y casi tocaba el blanco lienzo con sus
dedos.
Lo veo… Lo veo… – Pensé que
hablaba de su interior, su mente, pero más que eso,
daba la impresión de que lo estaba visualizando en el
blanco lienzo. Secó sus lágrimas y sonriendo
dijo- Aquí la madre… Aquí el
pequeño…- Tocaba el lienzo- …Me lo
llevo…
¿Y qué puede hacer un don Juan ante tal
portento de mujer?
Está bien… Está bien… Me
visto y por mí, puedes llevarme a donde
quieras…No hablo de usted- Aclaró-, hablo de la
pintura… ¡Me la llevo!
¿Cuál pintura? Iba a reputar en su
beneficio, pero con la velocidad del rayo abrió su
cartera, puso unos billetes sobre la paleta, agarró el
lienzo y se fue.
Sé que la mayoría de mis compañeros
de estudio estaban locos, también muchos de mis profesores
y puedo asegurar que algunos de los enfermos que me tocaron en
las prácticas, acusados de esquizofrenia, también
estaban locos. Pero que aquella mujer, tan perfectamente redimida
por mí, de un momento a otro volviera a presentar visos de
locura, era el colmo.
No manches… – Entonces conté los
billetes, cuarenta de cincuenta mil, esto es, dos millones de
pesos – … ¡Mi madre! –
Grité.¿Qué? …¡Bajá a
comer alguna cosa, ni que estuviera muy gordo!¡Ya voy ma"… Ya voy!.
Y si señor, me puse la mejor pinta,
recuperé el ánimo desocupando la nevera y le di un
infierno de plata a mi mamá, la cual casi se va de
espaldas. Cincuenta mil pesos. Entonces me miró con esos
ojos negros, un par de puñaladas dolerían
menos.
…La comida… La dormida… La
estadía… El jabón… El
agua… La luz… El teléfono…
¿Y?…- Mantenía el papelillo en vilo y lo
sacudía.
Esa mirada penetrante, ese extraño don de las
madres, que logran llegar hasta los más profundos
recovecos del corazón de sus hijos, le tuve que decir la
verdad. Bueno, la mitad de la verdad, que a partes iguales era
quinientos mil pesos para ella y supuestamente quinientos mil
para mí. Y dale a la rumba y en realidad, no sabía
que todo intempestivamente se había vuelto tan caro, en
tres días no tenía ni forro y eso que por
ética y moral no paso de la morfina… Esa "Paty", la
de la 33, mete que da miedo.
Pasada la resaca, decidido a la reforma y a reemprender
mi interrumpida carrera como pintor abstracto, dispuse un nuevo
lienzo en el caballete y un día entero estuve concentrado
en tal hacer. Otra vez, alrededor de las tres de la tarde, sin
desayunar ni almorzar y con la desconcertante gritería de
mi madre para que comiera algo, ya casi al límite de la
resistencia, los ojos hundidos, pálido como la anemia, con
taquicardia, las rodillas temblando como un par de gelatinas, los
pies adoloridos de tanto estar parado ante el invencible lienzo
blanco,
Blanco lienzo,
Me puse a llorar por mi ineptitud, ¿Acaso no
había visto la caverna, los leones…?
Riiiiiiiiing. El timbre.
¡Marcos, un señor quiere
verte!
¿Y ahora qué?
Ya bajo mamita… – Dije más para
mí que para ella y por ello la puerta se abrió
mientras secaba mis lágrimas y me ponía de
pie.
"Un patrón", me dije. O un mafioso, que viene a
ser lo mismo o quizá me había equivocado y era
simplemente un gentleman. En todo caso imponente, de sombrero,
traje sastre, bastón coronado por algo que supuse un
diamante, anillos y cadenas, que supuse de oro. Algo agallinado,
pues no he sido una perita en dulce, increpé:
¿Qué se le ofrece?
Sus servicios – Dijo seco y dale que sus
verdes ojos no se apartaban del blanco lienzo. Lienzo blanco.
Se acercó hasta el mismo, mientras seguía
diciendo – Susie me hablo de lo que logró con ella y
quiero que me ayude.¿A qué? …También le
habrá dicho de mi fracaso como
psicoterapeuta…No me interesan sus fracasos, tan solo sus logros,
ella está muy bien… Sólo mira ese lienzo
y… Es admirable… ¡Admirable!
Sin saber de qué diablos hablaba o qué
diablos le había contado Susie, me ubiqué a sus
espaldas y quizás empecé a comprender. El blanco
lienzo ante ambos y sin siquiera concentrarme empecé a
ver, a sentir e inclusive a escuchar y si hubiera querido
saborear o tocar, lo habría hecho. Miré la pared,
otros lienzos en la habitación, pero no, lo que fuere se
daba solo en el que relativamente se miraba el hombre. Era como
el reflejo de otra realidad y que supuse, pertenecía al
susodicho. Y sentí que debía hablar.
Un lago azul, que a espacios se vuelve violeta por
la acción del sol. Mas no debe engañarnos su
aparente calma, bajo la superficie hay terribles turbulencias
en rojo sangre, sangre y rojo cubre un niño que se
cree hombre, pero que en realidad no es más que un
pobre diablo falto de cariño y que está seguro,
que cubriendo sus falencias materiales a como dé
lugar, escapará a la miseria y el dolor que oprime su
corazón repleto de abandono y odio hacia la humanidad
toda…
"Veo la demencia de la luz aprisionada entre las
tinieblas de la sinrazón, la brutalidad, la ignorancia y
la muerte cabalgando sobre un hombre queriendo escapar de su
destino grita ¡Basta!… Y la mano rompe la quieta
superficie del lago y como una flor de loto se abre al alimento
que procede del cielo espera… Espera…
La Veo… – Interrumpió emocionado,
luego doblose sollozando cual cíclope derribado ante
el lienzo blanco, pulcro color de la sencillez y cuando
expulsó por su boca la verduzca y maloliente flema que
oprimía su corazón, su alma y su
espíritu, pareció descansar. Ya no había
prepotencia, ni me pareció extraño cuando
despojándose de sus alhajas y el elaborado
bastón, solo se llevó el cuadro.
Luego hablé con Susie y a pesar de que asegurara
que seguía percibiendo las imágenes cada que miraba
el cuadro, por mucho que me esforzara no veía más
que nada, como que en cuanto a mí, solo funcionaba en el
primer contacto con el paciente, eso pude constatar con otros.
También me contó, que el criminal había
desaparecido misteriosamente, como casi desaparece
misteriosamente la fortuna que me dejó, entre las piernas
de susie y su adorable boca experta en la fellatio y otros
menesteres. Pero madre, dulce madre logró salvar algo, me
exprimió y me exprimió la verdad hasta que le di un
cuarto de ella y compró casa, carro y hasta beca me dio
para que hiciera un curso de pintura.
Pero lo mío no era eso, lo mío era eso
otro. O si era eso, el arte abstracto llevado al extremo de no
pintar nada, pero pintarlo todo con palabras y la posibilidad de
que cada uno comprendiera y pudiera variar la realidad de la obra
cuando le viniera en gana, solo con mirar el cuadro. Mami y yo
ganamos mucho dinero con esas terapias de choque, o
mejor dicho, de cheque.
Pero a toda expansión le sigue una
recesión y "todo tiene su final"[1], como
dice la canción. Resulta que en una de mis inolvidables
faenas con Susie, me sugirió que presentara una de mis
obras a una exposición de arte abstracto, y a sabiendas de
que los únicos capaces de ver formas y figuras en un
lienzo totalmente en blanco son los locos, accedí a su
deseo… ¡Tan loco estaba por ella!.
Heme pues ahí, llevando una obra de arte que no
era obra de arte, una pintura que no era pintura, a una de las
más prestigiosas exposiciones de arte abstracto. Cuando
caí en cuenta de mi error, ya era demasiado tarde, la
multitud se agolpaba ante mi cuadro, las demás pinturas no
parecían despertar el más mínimo
interés y es que mami, en un impulso travieso,
quizás poseída por ese extraño y
pequeño demonio de la perversidad (Poe, 1845) o
quizás por simples celos hacia Susie, había
maculado mi virginal lienzo con un punto negro.
Un punto negro en esa blanca inmensidad, no más
grande que lo que se logra con un lápiz bien afilado, pero
irremediablemente estaba allí, lo habían notado y
opinaban. Unos decían: "Es el punto focal que define todos
los principios de Allah". Otros: "No es más que la
definición absoluta del Alpha y La Omega y El Principio de
todos los Principios". Otros: "Es el acabose, aquí
están develados los más entrañables secretos
de la creación y la ciencia amangualados en el origen de
todo big bang, el eslabón perdido entre lo que es y no es
más que un punto y… Punto". Este último se
desmayó. Finalmente escuché que otro decía:
"El punto es el axioma más incontestable de todos los
axiomas matemáticos, eje fundamental de toda
construcción científica…" y Bla…
Bla…Bla… Bla…
Sabiendo que mami, luego me lo dijo, solo quería
expresarme que le importaba un culo lo que hiciera con mi vida,
con tal que nunca la dejara sola y abandonada en un ancianato,
por irme tras la cola de cualquier perra. Parece que amaba
entrañablemente a mi dulce loca, a Susie.
Todo tiene su final.
Fue tanto el éxito que tuve en la
exposición, que decidí abandonar por completo mi
carrera de psiquiatra y dedicarme de lleno al arte.
Abstracto.
Al fin y al cabo no dice nada.
O lo dice todo, vos verás.
Autor:
Armando de Jesús
Castañeda
[1] Canción de Willie Colón y
Héctor Lavoe