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El periodismo, polarización de las ideas (1878-1902)




Enviado por Ramón Guerra Díaz




    El periodismo, polarización de las ideas
    (1878-1902) – Monografias.com

    El periodismo, polarización de
    las ideas (1878-1902)

    La prensa cubana vive durante este período un
    momento de auge y desarrollo, tanto por el número de
    imprentas, como de publicaciones, cuya calidad y tirada fue
    aumentando gradualmente. Es notable la introducción en
    estos finales del siglo XIX de toda una serie de adelantos
    técnicos que hacen mucho mejor la impresión y mayor
    la tirada de los periódicos y revistas más
    importantes.

    Más de mil trescientas publicaciones vieron la
    luz en el país: revistas, anuarios, boletines y
    periódicos, cumplieron un importante rol cultural al
    convertirse en vehículo del pensamiento cubano, de la
    literatura y de las nuevas ideas llegadas de todas partes del
    mundo.

    El peso mayoritario de estas publicaciones se editaba en
    La Habana, una de las ciudades más importante de
    Iberoamérica que tenía en 1881 cuarenta y cinco
    imprentas, doce talleres litográficos y de grabado, ocho
    encuadernadoras y veintiuna
    librerías.[1]

    Muchas de estas publicaciones no tenían una
    sistematicidad de publicación, motivado por problemas
    económicos o políticos, lo que hacía que
    salieran algunos números y desaparecen, sustituidas por
    otras que cumplían el mismo ciclo.

    También es característica del
    período la modernización de las grandes imprentas,
    con equipos que elevan la tirada y hacen más rentable la
    publicación. Esto favoreció a los grandes
    periódicos habaneros como "El Diario de la Marina",
    el más poderoso e influyente, fundado en 1844 y que adopta
    sistemáticamente los avances técnicos que se
    producen en los Estados Unidos y Europa, consolidándose
    como un periódico de empresa, en su caso al servicio del
    conservadurismo colonial y de la oligarquía
    dominante.

    Se introduce la prensa de alta velocidad alimentada con
    papel continuo, el linotipo, recién creado y
    revolucionador de la impresión; el fotograbado, la
    técnica de la tricromía[2]y la
    plancha metálica para la litografía, todo lo que
    hace posible la producción de periódicos y revistas
    de alta calidad, a nivel de los mejores del
    mundo.[3]

    Entre los periódicos fundados en el
    período se destaca "El Triunfo" (1878-1898) creado por
    Manuel Pérez Molina a quien sucede como director Ricardo
    del Monte, quien acentúa la línea ideológica
    del diario como autonomista. Contó entre sus editores y
    colaboradores a figuras intelectuales de la talla de Rafael
    Montoro, Giberga, Govín y Cortina, entre otros. El
    periodismo desarrollado en esta publicación mantuvo un
    tono de buen gusto, con ensayos y crítica de gran calidad.
    Por la persecución de las autoridades coloniales este
    diario tuvo que cambiar varias veces de nombre, en 1884 aparece
    como "El País" y en 1898 adopta el título de "El
    Nuevo País".

    Los integristas crearon "La Voz del Pueblo" (1878) y
    más tarde "La Unión Constitucional" (1882), ambos
    de un periodismo político apasionado si llegar a la
    calidad del periódico autonomista.

    Juan Martínez Villerga continúa su
    recalcitrante lucha contra la sociedad cubana desde los
    periódicos satíricos que dirige. Después del
    cese de la guerra funda, "Don Circunstancias" (1878), desde el
    que combate toda idea que fuese cubana, bien sea independentista
    o reformista.

    Adolfo Márquez Sterling (1827-1883), uno de los
    grandes periodistas cubanos del entresiglo, crea el semanario "La
    Discusión" (1879) cuyas simpatías políticas
    se inclinan al autonomismo, aunque da cabida en sus
    páginas al pensamiento separatista, lo que provoca
    constantes enfrentamientos con el tribunal de imprenta que lo
    clausuró varias veces hasta reaparecer como, "La Lucha"
    (1885). La calidad de sus colaboradores y el trabajo
    periodístico de Sterling hacen de esta publicación
    una de las más importantes de la época.

    La prensa política en Cuba completa su perfil con
    publicaciones como, "El Amigo del País" (1882) y "La
    Semana" (1887), que junto a otros de corte satírico, "El
    Tábano" (1882), "Las Avispas" (1892), "La Linterna de
    Diógenes"(1893), "La Comedia Política" (1894), y
    "La Política Cómica" (1894), bosquejan las
    inquietudes políticas del momento, con una tibia
    oposición permitida y algunos valientes defensores de la
    independencia frente a unos furibundos defensores de la colonia y
    su estatus permanente.

    La prensa satírica que había nacido en
    Cuba como arma contra las aspiraciones de independencia, teniendo
    en Martínez Villerga y Landaluce a sus dos principales
    figuras, es asumida por los cubanos que con estas mismas armas
    defienden su derecho a ser libres. "La Política
    Cómica" devino en la más importante
    publicación satírica de las aspiraciones cubanas,
    acentuando su criollismo y defensa identitaria a partir de la
    ocupación norteamericana y los primeros años de la
    república.

    En este periódico publicaba el dibujante Ricardo
    de la Torriente, quien colaboró en otras publicaciones,
    como el suplemento humorísticos del periódico
    "Patria", "Cacarajícara" (1896), editado en Nueva York. El
    tomó un personaje del reaccionario Landaluce, el "Liborio"
    y lo convirtió en el símbolo del pueblo cubano
    frustrado por la ocupación y la Ley Platt.

    Surgen en La Habana dos publicaciones sociales de mucha
    influencia en el momento, los semanarios, "La Habana Elegante"
    (1883) y "El Fígaro" (1895), ambas dedicadas a la
    divulgación de temas deportivos, sociales,
    artísticos y literarios y convertidas en las más
    leídas revistas cubanas de finales del
    decimonónico. En ambas colaboraron las principales figuras
    del modernismo en Cuba e Hispanoamérica.

    Las publicaciones culturales son una importante tribuna
    para la expresión de las ideas de la intelectualidad
    cubana y los anhelos de quienes querían la independencia.
    Entre ellas resalta la "Revista de Cuba" (1877-1884) dirigida por
    José Manuel Cortina y dedicada a la divulgación
    científica, del arte y la literatura, con una notable
    influencia de las ideas positivistas. Colaboraron en ella,
    Enrique José Varona, Antonio Govín, Manuel
    Sanguily, Antonio Bachiller y Morales, Ricardo del Monte, Vidal
    Morales y otros muchos intelectuales que se acogieron a la
    revista y a la tertulia que organizaba su director.

    La muerte de Cortina trae la desaparición de la
    revista y la fundación de "Revista Cubana" (1885-1895),
    dirigida por Varona y continuadora de la revista de Cortina,
    incluyendo a los anteriores colaboradores, los nombres de
    José de Armas, Enrique Piñeyro, Aurelio Mitjans,
    Cirilo Villaverde, José Martí, Manuel de la Cruz,
    Rafael Montoro, Julián del Casal, Rafael Mª
    Merchán, Aurelia del Castillo y Ramón Meza, entre
    otros.

    Aparecen además, "Gaceta Musical" (1889) dirigida
    por Serafín Ramírez, la mejor publicación
    musical de la isla; "Cuba intelectual" (1885), de José
    Antonio Rodríguez García; "La Habana Literaria"
    (1891) de Enrique Hernández Millares y Alfredo Zayas;
    "Hojas Literarias" (1893-94) dirigida y escrita por Manuel
    Sanguily y "Revista Habanera" (1883) dirigida por Diego Vicente
    Tejera.

    Completan este panorama de publicaciones culturales del
    período, las revista, "La Familia" (1878) dirigida por
    Domingo Figarola e impresa en Barcelona; "Ensayo" (1883), "El
    Hogar" (1883), revista ilustrada, "Revista Musical,
    artística y literaria de La Habana" (1883), dirigida por
    el pianista Pablo Devernine; "El Mundo Artístico" (1884) y
    "La Ilustración de Cuba" (1892-97).

    En las ciudades del interior de la isla se observa una
    animación en cuanto a la salida de publicaciones, la
    mayoría política siguiendo las tendencias de los
    autonomistas o los integristas, bajo estos patrones se muestran
    las inquietudes de las sociedades locales. Es muy animado el
    ritmo de publicaciones culturales y de recreo que aparecen
    principalmente en las ciudades de Cárdenas, Matanzas,
    Cienfuegos, Santiago de Cuba y Guantánamo, centros de
    reanimación económica en este
    período.

    En Nueva York José Martí publica la
    revista para niños, "La Edad de Oro" (1889) de la que
    salieron cuatro número, considerada la mejor de su tipo en
    América Latina y parte de la concepción martiana
    sobre la educación de las nuevas generaciones, sobre todo
    en los países hispanohablante de
    América.

    Otras interesante publicación cultural inicia su
    salida en Nueva York, la revista "Cuba y América" (1892)
    de Raymundo cabrera, de muy buena factura y gran calidad
    estética, tendrá una continuidad en los primeros
    años de la Cuba republicana.

    La prensa obrera tiene un lugar importante en este
    período, orientada a la propaganda ideológica y la
    demanda de sus reivindicaciones sectoriales. Las organizaciones
    obreras se reorganizaron en el período de entreguerras y
    crearon asociaciones y órganos de prensa. El más
    importante fue el periódico "El Productor" (1887) editado
    por el líder obrero Emilio Roig de San Martín. El
    Cienfuegos aparece "El Obrero", órgano del gremio de los
    tipográficos, toneleros y de la sociedad de artesanos. "El
    Boletín Tipográfico Mensual" (1878) de la Sociedad
    de Tipógrafos de La Habana; "Alerta" (1899), de la Liga
    General de Trabajadores dirigido por José F.
    Hernández y "El Nuevo Ideal" (1899) de orientación
    socialista, todos de La Habana. "El Acicate" (1891), semanario
    socialista y librepensador de Santiago de Cuba, director Rafael
    Gutiérrez.

    En la emigración cubana resurge un rebrote de la
    prensa cubana insurgente y política asentada
    principalmente en los Estados Unidos. El periódico
    "Patria" fundado por José Martí en marzo de 1892
    constituye el mejor ejemplo de esta prensa independentista.
    Creado un mes antes que el PRC tenía como objetivo
    reagrupar a los cubanos en torno a la idea de la independencia y
    la unidad nacional. Redactado casi íntegramente por
    José Martí contó con otros valiosos
    colaboradores: Manuel Sanguily, Tomás Estrada Palma,
    Francisco Coronado, Francisco Chacón, Estaban Borrero y
    Manuel de la Cruz, entre otros. Salió semanalmente en
    principio para luego hacer dos tiradas semanales. A la muerte de
    José Martí en 1895 se hizo cargo del
    periódico Enrique José Varona hasta el
    término de la ocupación española en que deja
    de publicarse.

    En Cayo Hueso, José Dolores Poyo edita, "El
    Yara", que junto a "El Intransigente" y "La revista de Cayo
    Hueso", constituyeron los órganos más
    representativos de la prensa de esa pequeña ciudad
    floridana. En Tampa los emigrados editan, "El Expedicionario" y
    en Nueva York "El Porvenir" de Enrique Trujillo y "La Doctrina
    Martiana", junto a otras publicaciones de menos
    repercusión en estos círculos. En México
    aparece "El Imparcial" (1895) dirigido por Aniceto Valdivia y "La
    Libertad" dirigida por Manuel Márquez Sterling. En
    Santiago de Chile se publica "El Americano" (1895) órgano
    de propaganda y defensa de la independencia de Cuba dirigido por
    Nicolás Tanco.

    Con el inicio de la guerra se imprimen en territorio
    liberado muchas y efímeras publicaciones, siendo la
    más estable, "Boletín de la Guerra", dirigido por
    Melchor Loret de Mola y era órgano del gobierno de la
    República en Armas. "El Cubano Libre" editado en
    Mayarí en 1895, reinicia su publicación bajo la
    dirección de Mariano Coronado y con el apoyo de Antonio
    Maceo. Al termino de la ocupación española se
    editó desde Santiago de Cuba manteniendo una actitud
    independentista y beligerante que lo enfrentó a las
    autoridades de ocupación yanqui. Esta es prensa de
    combate, donde abunda la arenga patriótica, además
    de publicar las disposiciones legales para los territorios
    mambises, noticias de guerra e información de
    interés para los combatientes.

    Al término de la guerra y con la ocupación
    continúan imprimiéndose los diarios habaneros de
    mayor tirada: "Diario de la Marina", "El Comercio" (1886) y "La
    Lucha" (1882). Desde 1901 comenzó a circular el
    periódico "El Mundo" que circuló hasta 1963.
    Reanudaron su publicación en 1899, "La Discusión"
    fundado en 1879 y suspendido por el gobierno colonial durante la
    guerra; "El Reconcentrado" fundado en 1897 y clausurado por
    motivos políticos, y dirigido por Ricardo Arnauto, quien
    mantuvo una beligerante actitud ante la ocupación
    norteamericana y lo que el consideró pasividad de los
    cubanos, por lo que el gobierno interventor lo clausuró
    ese mismo año.

    En las provincias surgen algunos nuevos diarios, "La
    Estrella Solitaria" y "Las Dos Repúblicas", en Camaguey;
    "La Correspondencia" de Cienfuegos, "La Nación" de
    Sancti-Spíritu y "La Independencia" de Santiago de Cuba,
    todos fundados en 1898 y "La Voz del Pueblo" de Guantánamo
    en 1899.

    Como expresión de las intensiones anexionistas
    del gobierno interventor surgen algunos diarios en inglés,
    "The Havana Journal", "Havana Everning Telegram", "The Havana
    Sun", ·The Daily Tlegragraph" y "The Havana Post", este
    último se editó hasta 1960. En Isla de Pinos
    ambicionada por los Estados Unidos, que no la reconocía
    como territorio de Cuba y con una fuerte colonia americana, se
    crean la revista, "Isle of Pines Appeal" y el periódico,
    "The Isle of Pines News", con un propósito anexionista que
    no ocultaban.

    Los cuatro años de ocupación yanqui se
    caracterizaron por una tolerancia relativa en la difusión
    de ideas y la contemporanización con los que fueron los
    enemigos de la independencia, pero casos hubo en que se
    consideraban injuriosas las duras críticas que algunos
    independentistas hacían desde la prensa.

    Ya mencionamos el caso del "Reconcentrado" considerado
    extremista, pero no fue el único, en Santiago de Cuba,
    Mariano coronado comenzó a publicar en la legalidad el
    periódico "El Cubano Libre" (1899) desde el que mantuvo un
    actitud vertical en defensa de la independencia, que
    provocó el cierre de el periódico en 1901. Otro
    caso fue el de Enrique Collazo, director fundador de "El Cubano"
    (1899) en La Habana, presentado en varias ocasiones ante los
    tribunales por los señalamientos críticos
    aparecidos en su periódico. Eran ejemplos de
    rebeldía mambisa frente a la frustración general
    imperante en la isla por la ocupación de los Estados
    Unidos.

    En cuanto a los periodistas de relevante trabajo en esta
    etapa es de destacar en primer lugar a José Martí
    fecundo escritor y colaborador de la prensa latinoamericana desde
    Nueva York durante sus largos años de exilio. En los
    Estados Unidos colabora con los periódicos "The Sun", "The
    Hour", "El Economista Americano", "El Avisador Hispanoamericano y
    la revista "La América", todas publicaciones newyorkinas
    tanto en español como en inglés.

    Colabora además con los diarios "Revista
    Universal", de México (1875-1876), "El Opinión
    Nacional", de Caracas, "La Nación", de Buenos Aires y "El
    Liberal" de México. Los tres últimos diarios de
    gran circulación y para los cuales hizo un periodismo
    fundacional y maduro desde la ciudad de Nueva York, comentando
    los acontecimientos políticos, sociales, económicos
    y culturales de ese período que abarca 1881 a
    1891.

    Fundó el periódico "Patria" y otras
    publicaciones corta vida en el que hizo un periodismo
    caracterizado por una prosa que eleva a categoría
    artística cada trabajo suyo, desde la simple reseña
    hasta el ensayo, tanto político como literario. Como en
    todos los géneros en que incursionó, es innovador
    en un periodismo que los especialistas consideran impresionista y
    modernista y sobre todo vigente por su capacidad de
    observación y análisis.

    Juan Gualberto Gómez (1854-1933), es un
    intelectual negro formado en el adverso ambiente social cubano de
    estos años, nacido libre de padres esclavos pudo estudiar
    con el mejor maestro negro de La Habana y luego enviado a
    estudiar a París, Francia, donde descubre su
    vocación por el periodismo que comenzó a ejercer en
    ese país. A su regreso a Cuba en 1878 se une activamente a
    las luchas por la abolición de la esclavitud, la igualdad
    racial y la independencia de Cuba, conoce a José
    Martí y junto a él colabora en los esfuerzo por la
    libertad de la isla, al tiempo que es un activo defensor de los
    derechos de los hombres de su raza.

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    Fundó su primer periódico, "La
    Fraternidad" (1878) en el que desarrollaba una activa labor de
    orientación y educación a los negros a quienes
    exhortaba a educarse y adquirir los conocimientos que hicieran
    posible ser respetados por la sociedad de su época. El
    compromiso político con la isla irredenta los
    llevará a conspirar y apoyar los levantamientos que se
    producen en 1879 en el oriente del país y que hoy
    conocemos como la Guerra Chiquita, por lo que es deportado a
    España.

    En Madrid fue jefe de redacción de El
    Abolicionista
    y luego de La Tribuna, en cuya
    dirección reemplazó a su amigo Rafael María
    de Labras; fue también editorialista y cronista de los
    diarios El Progreso y El Pueblo, además
    de corresponsal de varios diarios españoles y europeos.
    Compartió con los más destacados periodistas y
    escritores españoles de su época, sobresaliendo
    como polemista formidable y temible al decir de los que cruzaron
    palabras desde la prensa con Juan Gualberto.

    Fue muy apreciado en los corrillos intelectuales por su
    gran cultura, su calidad periodística y por la firmeza de
    sus convicciones ideológicas, que incluía como
    elementos fundamentales, sus ideas abolicionistas y su
    independentismo. Por estas razones y por su calidad humana
    contó con la estimación de Ramón y Cajal,
    Castelar, Salmerón, Pi y Margall, Maura y Cánovas
    del Castillo, entre otros. Todos ellos políticos e
    intelectuales con quien no siempre estuvo de acuerdo pero que
    admiraron su cultura y valentía para defender sus
    criterios. A pesar de este bien ganado prestigio intelectual en
    la península, Juan Gualberto Gómez quiere regresar
    a Cuba y por ello gestiona su autorización para volver a
    La Habana, permiso que obtiene en 1890.

    Ya en Cuba Juan Gualberto reanuda la publicación
    de su periódico La Fraternidad, que reaparece el
    30 de agosto de 1890, esta vez con un decidido objetivo de hacer
    valer el derecho de los cubanos de expresar libremente sus ideas
    separatistas, para ello quiere hacer valida en Cuba la
    decisión del Tribunal Supremo de España que ha
    declarado lícita la propaganda carlista y republicana, por
    lo que el valiente mulato considera lógico que dicha
    sentencia ampare igualmente al separatismo.

    Desde el primer número en La Fraternidad
    expone los objetivos que lo animan en un artículo titulado
    "Nuestros propósitos", en el que hace un recuento
    de su labor a favor de la causa separatista y un reto a los que
    esperan las reformas prometidas por España y nunca
    cumplidas, en alusión a la estéril política
    de los autonomistas. Manteniendo esta peligrosa posición
    de combate contra el colonialismo Juan Gualberto Gómez
    terminó enfrentado directamente con las autoridades
    españolas de la isla. Pesa sobre él una condena de
    dos años impuesta por la Audiencia de La Habana, por el
    artículo, "Por qué somos separatistas",
    aparecido en el número 14 de La Fraternidad del 23 de
    septiembre de 1890. Interpuesto recurso ante el Tribunal Supremo
    de España por Rafael María de Labras a nombre de
    Juan Gualberto Gómez, dicho tribunal falló a favor
    del mismo el 25 de noviembre de 1891.

    El triunfo legal de Juan Gualberto Gómez en los
    tribunales de la metrópoli tuvo una gran trascendencia
    para el movimiento separatista cubano, se adquiría el
    derecho de hacer propaganda por la separación de la isla
    de España, propaganda que no podía ser una
    incitación a la rebelión y la lucha armada, pero
    que permitía hacer público los puntos de vistas de
    los que creían era posible la soberanía de la isla.
    Tal fue la repercusión de esta decisión judicial
    que el Capitán General de la Isla Camilo Polavieja lo
    consideró un golpe mortal para el poder colonial y
    así lo consigna en sus Memorias: "El día que
    firmó tal sentencia abandonamos los medios para sostener
    nuestra soberanía en la Isla de Cuba"

    Junto a estos esfuerzos Juan Gualberto activa desde su
    periódico la promoción de los derechos de las
    personas de su raza en cuya defensa ya trabaja el Directorio
    Central de las Sociedades de la Raza de Color en
    Cuba[4]cuya directiva lo elige como presidente el
    21 de agosto de 1891.

    Esta fue la tónica del periodismo que hizo Juan
    Gualberto Gómez desde La Fraternidad, en los
    escasos don años en que este circuló en Cuba,
    defendiendo el derecho de los cubanos a una aspiración de
    independencia, al tiempo que sostenía la promoción
    de las aspiraciones de las masas de "color" en el logro de una
    plena igualdad tras la abolición de la esclavitud en la
    isla.

    Es esa la razón para sostener que la
    aparición del periódico La Igualdad, el 7
    de abril de 1892, es una continuidad del trabajo iniciado en
    La Fraternidad, aunque ahora el énfasis
    estaría dado en lo que él consideraba era muy
    importante en aquellos momentos y expresado con toda claridad en
    el artículo "Lo que somos", de la edición
    inaugural de La Igualdad, y en el que expresa que su
    propósito era unir a los cubanos sin distingos de color de
    la piel, así como de hallar una solución justa a
    los problemas socioeconómicos de la colonia:

    "Vamos en busca de la igualdad: blancos, negros y
    mulatos, todos son iguales para nosotros; y nuestra
    aspiración consiste en que todos así lo sientan;
    para que llegue un día en que los habitantes de Cuba se
    dividan, no por el color de la piel, sino por el concepto que
    abriguen de las soluciones que se presenten a los problemas
    políticos, sociales y económicos, que se disputan
    el predominio en el mundo
    culto"[5]

    Desde La Igualdad se defendían los
    derechos de la raza de color, porque al decir del propio Juan
    Gualberto Gómez, esta igualdad no sería posible, si
    al negro no se le concedían primero los mismos derechos
    que a los blancos, sino desaparecían primero toda una
    serie de leyes y ordenanzas racistas que las costumbres
    habían arraigado en la población.

    Los estudiosos cubanos de hoy hacen mucho énfasis
    en el valor del periódico La Igualdad para la
    difusión de las ideas martianas, en la preparación
    de los cubanos para la lucha por la independencia, pero casi no
    se habla de la titánica labor de Juan Gualberto desde sus
    páginas en favor de las reivindicaciones de los
    negros.

    Raquel Mendieta en su ensayo "Agitación
    política y reivindicación socio-racial
    : El
    Directorio Central de las Sociedades de la raza de Color en
    Cuba
    " resume esta labor:

    "La escuela mixta, como forma de integrar desde la
    niñez a blancos y negros; la necesidad de una activa
    participación de los sectores negros en la vida
    política a través del voto que se le quiere negar;
    la crisis política de los partidos coloniales
    -Unión Constitucional y Liberal Autonomista-,
    incapacitados para dar soluciones a los problemas
    económicos, políticos y sociales que aquejan al
    país; el derecho de los negros a entrar en los lugares
    públicos; la necesidad de eliminar los libros
    diferenciados en el Registro Civil, así como las
    fórmulas de cortesía en las células
    personales, o cualquier otro elemento que tienda a diferenciar,
    con carácter peyorativo para los negros, a ambas razas; el
    derecho de existencia de los cabildos de africanos, son algunos
    de los temas fundamentales que sacará a la palestra
    pública Juan Gualberto
    Gómez
    "[6]

    El periodismo que desarrolla Juan Gualberto Gómez
    entre 1890 y 1895 se desarrolla básicamente en los
    periódicos La Fraternidad y La Igualdad,
    convertidos por él en tribuna de divulgación de las
    mejores causas de la sociedad cubana: la lucha por la
    independencia y la reivindicación de los derechos de la
    raza negra, su palabra apasionada y convincente toma fuerza para
    luchar desde dentro contra los males de la sociedad colonial y
    desbrozar el camino a la sociedad cubana soñada por los
    mejores hijos de este país.

    Durante la intervención norteamericana Juan
    Gualberto Gómez fue uno de los defensores más
    apasionados de la independencia de Cuba, se opuso a la Enmienda
    Platt, decepcionado y beligerante acudió a la virtud del
    cubano para impedir la intervención del yanqui.

    "…Pero más que nunca hay que persistir en
    la reclamación de nuestra soberanía mutilada: y
    para alcanzarla, es fuerza adoptar de nuevo en las evaluaciones
    de nuestra vida pública las ideas directoras y los
    métodos que preconizara Martí, cuando su genio
    previsor dio forma al sublime pensamiento de la
    revolución…"[7]

    Adolfo Márquez Esterlina (1827-1883), maestro del
    periodismo elegante, utiliza de forma moderada la sátira y
    mantiene una alta calidad en los periódicos que
    fundó y dirigió. Fundo el diario, "La
    Discusión" y fue redactor de "La Libertad" y de la
    "Revista Semanal", desde cuyas páginas mantuvo una
    posición independentista frente al reformismo y el
    integrismo reinante en la isla.

    Gabriel Zendegui (1851-1922), destacado cronista que
    figuró entre los redactores del afamado periódico
    argentino "La Nación" de Buenos Aires, y colaborador de
    otros periódicos de Hispanoamérica.

    Otros sobresalientes periodista cubanos del
    período fueron: Antonio Escobar (1854-1933), periodista de
    brillante carrera en "La Discusión"; Alfredo Martín
    Morales (1875- 1921), trabajó en "La Lucha", "Diario de la
    Marina" y colaboró con "El Figaro"; Gabriel Millet
    (1823-1899) periodista de la "Unión", Eduardo Varela
    (1860-1919) y Gastón Mora Varón
    (1863-1938).

    Publicistas destacados fueron, Ricardo del Monte, Justo
    de Lara, Domitila García Coronado (1847-1937), fundadora
    de varias revistas entre ellas, "La Crónica Habanera";
    Ramón A. Catalá, director de "El Fígaro",
    Rafael Gutiérrez y otros muchos que animaron este
    período aprovechando cada espacio que le brindara el
    gobierno colonial para exponer y divulgar, no solo sus criterios
    políticos, sino promover otras esferas de la vida
    social.

    El periodismo cubano de finales del siglo XIX
    había alcanzado su madurez estética y polarizado
    sus intereses en los problemas que interesaban a la sociedad
    cubana, todo esto en un momento en que la modernización
    del equipamiento tipográfico abarataba los costos para
    publicar, en tanto ya se tenía en La Habana y en las
    principales ciudades de la isla, al menos un periódico de
    empresa, donde los anunciantes y las informaciones de
    interés social se alternaban con la crónica, el
    ensayo y el artículo. La libertad de imprenta decretada
    después de finalizada la guerra de los diez años
    permitió la reflexión y discusión de los
    problemas de Cuba y con ello la maduración de una
    conciencia nacional, polarizada en el dilema de independencia o
    mantenimiento del estatus colonial, más o menos maquillado
    y que con la intervención norteamericana hizo que
    alternativa fuera entre la república o la anexión a
    los Estados Unidos. La frustración de los ideales
    independentistas dejó su huella en el periodismo de entre
    siglos como símbolo de la crisis social a la que estaba
    abocada la nación cubana.

     

     

    Autor:

    Ramón Guerra Díaz

     

    [1] José G. Ricardo. “La
    Imprenta en Cuba”. La Habana, 1989.

    [2] Tres colores para la impresión

    [3] José G. Ricardo. “La
    Imprenta en Cuba”. La Habana, 1989.

    [4] Fundado el 2 de junio de 1887 en La
    Habana

    [5] Citado por Raquel Mendieta en “La
    Cultura: Lucha de clases y conflicto racial.
    1878-1895”

    [6] Mendieta, Raquel: Cultura lucha de clases
    y conflicto racial 1878-1895. Pág. 4. La Habana,
    1989

    [7] Juan Gualberto Gómez. El Figaro,
    20 de mayo de 1902

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