El periodismo, polarización de las ideas
(1878-1902) – Monografias.com
El periodismo, polarización de
las ideas (1878-1902)
La prensa cubana vive durante este período un
momento de auge y desarrollo, tanto por el número de
imprentas, como de publicaciones, cuya calidad y tirada fue
aumentando gradualmente. Es notable la introducción en
estos finales del siglo XIX de toda una serie de adelantos
técnicos que hacen mucho mejor la impresión y mayor
la tirada de los periódicos y revistas más
importantes.
Más de mil trescientas publicaciones vieron la
luz en el país: revistas, anuarios, boletines y
periódicos, cumplieron un importante rol cultural al
convertirse en vehículo del pensamiento cubano, de la
literatura y de las nuevas ideas llegadas de todas partes del
mundo.
El peso mayoritario de estas publicaciones se editaba en
La Habana, una de las ciudades más importante de
Iberoamérica que tenía en 1881 cuarenta y cinco
imprentas, doce talleres litográficos y de grabado, ocho
encuadernadoras y veintiuna
librerías.[1]
Muchas de estas publicaciones no tenían una
sistematicidad de publicación, motivado por problemas
económicos o políticos, lo que hacía que
salieran algunos números y desaparecen, sustituidas por
otras que cumplían el mismo ciclo.
También es característica del
período la modernización de las grandes imprentas,
con equipos que elevan la tirada y hacen más rentable la
publicación. Esto favoreció a los grandes
periódicos habaneros como "El Diario de la Marina",
el más poderoso e influyente, fundado en 1844 y que adopta
sistemáticamente los avances técnicos que se
producen en los Estados Unidos y Europa, consolidándose
como un periódico de empresa, en su caso al servicio del
conservadurismo colonial y de la oligarquía
dominante.
Se introduce la prensa de alta velocidad alimentada con
papel continuo, el linotipo, recién creado y
revolucionador de la impresión; el fotograbado, la
técnica de la tricromía[2]y la
plancha metálica para la litografía, todo lo que
hace posible la producción de periódicos y revistas
de alta calidad, a nivel de los mejores del
mundo.[3]
Entre los periódicos fundados en el
período se destaca "El Triunfo" (1878-1898) creado por
Manuel Pérez Molina a quien sucede como director Ricardo
del Monte, quien acentúa la línea ideológica
del diario como autonomista. Contó entre sus editores y
colaboradores a figuras intelectuales de la talla de Rafael
Montoro, Giberga, Govín y Cortina, entre otros. El
periodismo desarrollado en esta publicación mantuvo un
tono de buen gusto, con ensayos y crítica de gran calidad.
Por la persecución de las autoridades coloniales este
diario tuvo que cambiar varias veces de nombre, en 1884 aparece
como "El País" y en 1898 adopta el título de "El
Nuevo País".
Los integristas crearon "La Voz del Pueblo" (1878) y
más tarde "La Unión Constitucional" (1882), ambos
de un periodismo político apasionado si llegar a la
calidad del periódico autonomista.
Juan Martínez Villerga continúa su
recalcitrante lucha contra la sociedad cubana desde los
periódicos satíricos que dirige. Después del
cese de la guerra funda, "Don Circunstancias" (1878), desde el
que combate toda idea que fuese cubana, bien sea independentista
o reformista.
Adolfo Márquez Sterling (1827-1883), uno de los
grandes periodistas cubanos del entresiglo, crea el semanario "La
Discusión" (1879) cuyas simpatías políticas
se inclinan al autonomismo, aunque da cabida en sus
páginas al pensamiento separatista, lo que provoca
constantes enfrentamientos con el tribunal de imprenta que lo
clausuró varias veces hasta reaparecer como, "La Lucha"
(1885). La calidad de sus colaboradores y el trabajo
periodístico de Sterling hacen de esta publicación
una de las más importantes de la época.
La prensa política en Cuba completa su perfil con
publicaciones como, "El Amigo del País" (1882) y "La
Semana" (1887), que junto a otros de corte satírico, "El
Tábano" (1882), "Las Avispas" (1892), "La Linterna de
Diógenes"(1893), "La Comedia Política" (1894), y
"La Política Cómica" (1894), bosquejan las
inquietudes políticas del momento, con una tibia
oposición permitida y algunos valientes defensores de la
independencia frente a unos furibundos defensores de la colonia y
su estatus permanente.
La prensa satírica que había nacido en
Cuba como arma contra las aspiraciones de independencia, teniendo
en Martínez Villerga y Landaluce a sus dos principales
figuras, es asumida por los cubanos que con estas mismas armas
defienden su derecho a ser libres. "La Política
Cómica" devino en la más importante
publicación satírica de las aspiraciones cubanas,
acentuando su criollismo y defensa identitaria a partir de la
ocupación norteamericana y los primeros años de la
república.
En este periódico publicaba el dibujante Ricardo
de la Torriente, quien colaboró en otras publicaciones,
como el suplemento humorísticos del periódico
"Patria", "Cacarajícara" (1896), editado en Nueva York. El
tomó un personaje del reaccionario Landaluce, el "Liborio"
y lo convirtió en el símbolo del pueblo cubano
frustrado por la ocupación y la Ley Platt.
Surgen en La Habana dos publicaciones sociales de mucha
influencia en el momento, los semanarios, "La Habana Elegante"
(1883) y "El Fígaro" (1895), ambas dedicadas a la
divulgación de temas deportivos, sociales,
artísticos y literarios y convertidas en las más
leídas revistas cubanas de finales del
decimonónico. En ambas colaboraron las principales figuras
del modernismo en Cuba e Hispanoamérica.
Las publicaciones culturales son una importante tribuna
para la expresión de las ideas de la intelectualidad
cubana y los anhelos de quienes querían la independencia.
Entre ellas resalta la "Revista de Cuba" (1877-1884) dirigida por
José Manuel Cortina y dedicada a la divulgación
científica, del arte y la literatura, con una notable
influencia de las ideas positivistas. Colaboraron en ella,
Enrique José Varona, Antonio Govín, Manuel
Sanguily, Antonio Bachiller y Morales, Ricardo del Monte, Vidal
Morales y otros muchos intelectuales que se acogieron a la
revista y a la tertulia que organizaba su director.
La muerte de Cortina trae la desaparición de la
revista y la fundación de "Revista Cubana" (1885-1895),
dirigida por Varona y continuadora de la revista de Cortina,
incluyendo a los anteriores colaboradores, los nombres de
José de Armas, Enrique Piñeyro, Aurelio Mitjans,
Cirilo Villaverde, José Martí, Manuel de la Cruz,
Rafael Montoro, Julián del Casal, Rafael Mª
Merchán, Aurelia del Castillo y Ramón Meza, entre
otros.
Aparecen además, "Gaceta Musical" (1889) dirigida
por Serafín Ramírez, la mejor publicación
musical de la isla; "Cuba intelectual" (1885), de José
Antonio Rodríguez García; "La Habana Literaria"
(1891) de Enrique Hernández Millares y Alfredo Zayas;
"Hojas Literarias" (1893-94) dirigida y escrita por Manuel
Sanguily y "Revista Habanera" (1883) dirigida por Diego Vicente
Tejera.
Completan este panorama de publicaciones culturales del
período, las revista, "La Familia" (1878) dirigida por
Domingo Figarola e impresa en Barcelona; "Ensayo" (1883), "El
Hogar" (1883), revista ilustrada, "Revista Musical,
artística y literaria de La Habana" (1883), dirigida por
el pianista Pablo Devernine; "El Mundo Artístico" (1884) y
"La Ilustración de Cuba" (1892-97).
En las ciudades del interior de la isla se observa una
animación en cuanto a la salida de publicaciones, la
mayoría política siguiendo las tendencias de los
autonomistas o los integristas, bajo estos patrones se muestran
las inquietudes de las sociedades locales. Es muy animado el
ritmo de publicaciones culturales y de recreo que aparecen
principalmente en las ciudades de Cárdenas, Matanzas,
Cienfuegos, Santiago de Cuba y Guantánamo, centros de
reanimación económica en este
período.
En Nueva York José Martí publica la
revista para niños, "La Edad de Oro" (1889) de la que
salieron cuatro número, considerada la mejor de su tipo en
América Latina y parte de la concepción martiana
sobre la educación de las nuevas generaciones, sobre todo
en los países hispanohablante de
América.
Otras interesante publicación cultural inicia su
salida en Nueva York, la revista "Cuba y América" (1892)
de Raymundo cabrera, de muy buena factura y gran calidad
estética, tendrá una continuidad en los primeros
años de la Cuba republicana.
La prensa obrera tiene un lugar importante en este
período, orientada a la propaganda ideológica y la
demanda de sus reivindicaciones sectoriales. Las organizaciones
obreras se reorganizaron en el período de entreguerras y
crearon asociaciones y órganos de prensa. El más
importante fue el periódico "El Productor" (1887) editado
por el líder obrero Emilio Roig de San Martín. El
Cienfuegos aparece "El Obrero", órgano del gremio de los
tipográficos, toneleros y de la sociedad de artesanos. "El
Boletín Tipográfico Mensual" (1878) de la Sociedad
de Tipógrafos de La Habana; "Alerta" (1899), de la Liga
General de Trabajadores dirigido por José F.
Hernández y "El Nuevo Ideal" (1899) de orientación
socialista, todos de La Habana. "El Acicate" (1891), semanario
socialista y librepensador de Santiago de Cuba, director Rafael
Gutiérrez.
En la emigración cubana resurge un rebrote de la
prensa cubana insurgente y política asentada
principalmente en los Estados Unidos. El periódico
"Patria" fundado por José Martí en marzo de 1892
constituye el mejor ejemplo de esta prensa independentista.
Creado un mes antes que el PRC tenía como objetivo
reagrupar a los cubanos en torno a la idea de la independencia y
la unidad nacional. Redactado casi íntegramente por
José Martí contó con otros valiosos
colaboradores: Manuel Sanguily, Tomás Estrada Palma,
Francisco Coronado, Francisco Chacón, Estaban Borrero y
Manuel de la Cruz, entre otros. Salió semanalmente en
principio para luego hacer dos tiradas semanales. A la muerte de
José Martí en 1895 se hizo cargo del
periódico Enrique José Varona hasta el
término de la ocupación española en que deja
de publicarse.
En Cayo Hueso, José Dolores Poyo edita, "El
Yara", que junto a "El Intransigente" y "La revista de Cayo
Hueso", constituyeron los órganos más
representativos de la prensa de esa pequeña ciudad
floridana. En Tampa los emigrados editan, "El Expedicionario" y
en Nueva York "El Porvenir" de Enrique Trujillo y "La Doctrina
Martiana", junto a otras publicaciones de menos
repercusión en estos círculos. En México
aparece "El Imparcial" (1895) dirigido por Aniceto Valdivia y "La
Libertad" dirigida por Manuel Márquez Sterling. En
Santiago de Chile se publica "El Americano" (1895) órgano
de propaganda y defensa de la independencia de Cuba dirigido por
Nicolás Tanco.
Con el inicio de la guerra se imprimen en territorio
liberado muchas y efímeras publicaciones, siendo la
más estable, "Boletín de la Guerra", dirigido por
Melchor Loret de Mola y era órgano del gobierno de la
República en Armas. "El Cubano Libre" editado en
Mayarí en 1895, reinicia su publicación bajo la
dirección de Mariano Coronado y con el apoyo de Antonio
Maceo. Al termino de la ocupación española se
editó desde Santiago de Cuba manteniendo una actitud
independentista y beligerante que lo enfrentó a las
autoridades de ocupación yanqui. Esta es prensa de
combate, donde abunda la arenga patriótica, además
de publicar las disposiciones legales para los territorios
mambises, noticias de guerra e información de
interés para los combatientes.
Al término de la guerra y con la ocupación
continúan imprimiéndose los diarios habaneros de
mayor tirada: "Diario de la Marina", "El Comercio" (1886) y "La
Lucha" (1882). Desde 1901 comenzó a circular el
periódico "El Mundo" que circuló hasta 1963.
Reanudaron su publicación en 1899, "La Discusión"
fundado en 1879 y suspendido por el gobierno colonial durante la
guerra; "El Reconcentrado" fundado en 1897 y clausurado por
motivos políticos, y dirigido por Ricardo Arnauto, quien
mantuvo una beligerante actitud ante la ocupación
norteamericana y lo que el consideró pasividad de los
cubanos, por lo que el gobierno interventor lo clausuró
ese mismo año.
En las provincias surgen algunos nuevos diarios, "La
Estrella Solitaria" y "Las Dos Repúblicas", en Camaguey;
"La Correspondencia" de Cienfuegos, "La Nación" de
Sancti-Spíritu y "La Independencia" de Santiago de Cuba,
todos fundados en 1898 y "La Voz del Pueblo" de Guantánamo
en 1899.
Como expresión de las intensiones anexionistas
del gobierno interventor surgen algunos diarios en inglés,
"The Havana Journal", "Havana Everning Telegram", "The Havana
Sun", ·The Daily Tlegragraph" y "The Havana Post", este
último se editó hasta 1960. En Isla de Pinos
ambicionada por los Estados Unidos, que no la reconocía
como territorio de Cuba y con una fuerte colonia americana, se
crean la revista, "Isle of Pines Appeal" y el periódico,
"The Isle of Pines News", con un propósito anexionista que
no ocultaban.
Los cuatro años de ocupación yanqui se
caracterizaron por una tolerancia relativa en la difusión
de ideas y la contemporanización con los que fueron los
enemigos de la independencia, pero casos hubo en que se
consideraban injuriosas las duras críticas que algunos
independentistas hacían desde la prensa.
Ya mencionamos el caso del "Reconcentrado" considerado
extremista, pero no fue el único, en Santiago de Cuba,
Mariano coronado comenzó a publicar en la legalidad el
periódico "El Cubano Libre" (1899) desde el que mantuvo un
actitud vertical en defensa de la independencia, que
provocó el cierre de el periódico en 1901. Otro
caso fue el de Enrique Collazo, director fundador de "El Cubano"
(1899) en La Habana, presentado en varias ocasiones ante los
tribunales por los señalamientos críticos
aparecidos en su periódico. Eran ejemplos de
rebeldía mambisa frente a la frustración general
imperante en la isla por la ocupación de los Estados
Unidos.
En cuanto a los periodistas de relevante trabajo en esta
etapa es de destacar en primer lugar a José Martí
fecundo escritor y colaborador de la prensa latinoamericana desde
Nueva York durante sus largos años de exilio. En los
Estados Unidos colabora con los periódicos "The Sun", "The
Hour", "El Economista Americano", "El Avisador Hispanoamericano y
la revista "La América", todas publicaciones newyorkinas
tanto en español como en inglés.
Colabora además con los diarios "Revista
Universal", de México (1875-1876), "El Opinión
Nacional", de Caracas, "La Nación", de Buenos Aires y "El
Liberal" de México. Los tres últimos diarios de
gran circulación y para los cuales hizo un periodismo
fundacional y maduro desde la ciudad de Nueva York, comentando
los acontecimientos políticos, sociales, económicos
y culturales de ese período que abarca 1881 a
1891.
Fundó el periódico "Patria" y otras
publicaciones corta vida en el que hizo un periodismo
caracterizado por una prosa que eleva a categoría
artística cada trabajo suyo, desde la simple reseña
hasta el ensayo, tanto político como literario. Como en
todos los géneros en que incursionó, es innovador
en un periodismo que los especialistas consideran impresionista y
modernista y sobre todo vigente por su capacidad de
observación y análisis.
Juan Gualberto Gómez (1854-1933), es un
intelectual negro formado en el adverso ambiente social cubano de
estos años, nacido libre de padres esclavos pudo estudiar
con el mejor maestro negro de La Habana y luego enviado a
estudiar a París, Francia, donde descubre su
vocación por el periodismo que comenzó a ejercer en
ese país. A su regreso a Cuba en 1878 se une activamente a
las luchas por la abolición de la esclavitud, la igualdad
racial y la independencia de Cuba, conoce a José
Martí y junto a él colabora en los esfuerzo por la
libertad de la isla, al tiempo que es un activo defensor de los
derechos de los hombres de su raza.
Fundó su primer periódico, "La
Fraternidad" (1878) en el que desarrollaba una activa labor de
orientación y educación a los negros a quienes
exhortaba a educarse y adquirir los conocimientos que hicieran
posible ser respetados por la sociedad de su época. El
compromiso político con la isla irredenta los
llevará a conspirar y apoyar los levantamientos que se
producen en 1879 en el oriente del país y que hoy
conocemos como la Guerra Chiquita, por lo que es deportado a
España.
En Madrid fue jefe de redacción de El
Abolicionista y luego de La Tribuna, en cuya
dirección reemplazó a su amigo Rafael María
de Labras; fue también editorialista y cronista de los
diarios El Progreso y El Pueblo, además
de corresponsal de varios diarios españoles y europeos.
Compartió con los más destacados periodistas y
escritores españoles de su época, sobresaliendo
como polemista formidable y temible al decir de los que cruzaron
palabras desde la prensa con Juan Gualberto.
Fue muy apreciado en los corrillos intelectuales por su
gran cultura, su calidad periodística y por la firmeza de
sus convicciones ideológicas, que incluía como
elementos fundamentales, sus ideas abolicionistas y su
independentismo. Por estas razones y por su calidad humana
contó con la estimación de Ramón y Cajal,
Castelar, Salmerón, Pi y Margall, Maura y Cánovas
del Castillo, entre otros. Todos ellos políticos e
intelectuales con quien no siempre estuvo de acuerdo pero que
admiraron su cultura y valentía para defender sus
criterios. A pesar de este bien ganado prestigio intelectual en
la península, Juan Gualberto Gómez quiere regresar
a Cuba y por ello gestiona su autorización para volver a
La Habana, permiso que obtiene en 1890.
Ya en Cuba Juan Gualberto reanuda la publicación
de su periódico La Fraternidad, que reaparece el
30 de agosto de 1890, esta vez con un decidido objetivo de hacer
valer el derecho de los cubanos de expresar libremente sus ideas
separatistas, para ello quiere hacer valida en Cuba la
decisión del Tribunal Supremo de España que ha
declarado lícita la propaganda carlista y republicana, por
lo que el valiente mulato considera lógico que dicha
sentencia ampare igualmente al separatismo.
Desde el primer número en La Fraternidad
expone los objetivos que lo animan en un artículo titulado
"Nuestros propósitos", en el que hace un recuento
de su labor a favor de la causa separatista y un reto a los que
esperan las reformas prometidas por España y nunca
cumplidas, en alusión a la estéril política
de los autonomistas. Manteniendo esta peligrosa posición
de combate contra el colonialismo Juan Gualberto Gómez
terminó enfrentado directamente con las autoridades
españolas de la isla. Pesa sobre él una condena de
dos años impuesta por la Audiencia de La Habana, por el
artículo, "Por qué somos separatistas",
aparecido en el número 14 de La Fraternidad del 23 de
septiembre de 1890. Interpuesto recurso ante el Tribunal Supremo
de España por Rafael María de Labras a nombre de
Juan Gualberto Gómez, dicho tribunal falló a favor
del mismo el 25 de noviembre de 1891.
El triunfo legal de Juan Gualberto Gómez en los
tribunales de la metrópoli tuvo una gran trascendencia
para el movimiento separatista cubano, se adquiría el
derecho de hacer propaganda por la separación de la isla
de España, propaganda que no podía ser una
incitación a la rebelión y la lucha armada, pero
que permitía hacer público los puntos de vistas de
los que creían era posible la soberanía de la isla.
Tal fue la repercusión de esta decisión judicial
que el Capitán General de la Isla Camilo Polavieja lo
consideró un golpe mortal para el poder colonial y
así lo consigna en sus Memorias: "El día que
firmó tal sentencia abandonamos los medios para sostener
nuestra soberanía en la Isla de Cuba"
Junto a estos esfuerzos Juan Gualberto activa desde su
periódico la promoción de los derechos de las
personas de su raza en cuya defensa ya trabaja el Directorio
Central de las Sociedades de la Raza de Color en
Cuba[4]cuya directiva lo elige como presidente el
21 de agosto de 1891.
Esta fue la tónica del periodismo que hizo Juan
Gualberto Gómez desde La Fraternidad, en los
escasos don años en que este circuló en Cuba,
defendiendo el derecho de los cubanos a una aspiración de
independencia, al tiempo que sostenía la promoción
de las aspiraciones de las masas de "color" en el logro de una
plena igualdad tras la abolición de la esclavitud en la
isla.
Es esa la razón para sostener que la
aparición del periódico La Igualdad, el 7
de abril de 1892, es una continuidad del trabajo iniciado en
La Fraternidad, aunque ahora el énfasis
estaría dado en lo que él consideraba era muy
importante en aquellos momentos y expresado con toda claridad en
el artículo "Lo que somos", de la edición
inaugural de La Igualdad, y en el que expresa que su
propósito era unir a los cubanos sin distingos de color de
la piel, así como de hallar una solución justa a
los problemas socioeconómicos de la colonia:
"Vamos en busca de la igualdad: blancos, negros y
mulatos, todos son iguales para nosotros; y nuestra
aspiración consiste en que todos así lo sientan;
para que llegue un día en que los habitantes de Cuba se
dividan, no por el color de la piel, sino por el concepto que
abriguen de las soluciones que se presenten a los problemas
políticos, sociales y económicos, que se disputan
el predominio en el mundo
culto"[5]
Desde La Igualdad se defendían los
derechos de la raza de color, porque al decir del propio Juan
Gualberto Gómez, esta igualdad no sería posible, si
al negro no se le concedían primero los mismos derechos
que a los blancos, sino desaparecían primero toda una
serie de leyes y ordenanzas racistas que las costumbres
habían arraigado en la población.
Los estudiosos cubanos de hoy hacen mucho énfasis
en el valor del periódico La Igualdad para la
difusión de las ideas martianas, en la preparación
de los cubanos para la lucha por la independencia, pero casi no
se habla de la titánica labor de Juan Gualberto desde sus
páginas en favor de las reivindicaciones de los
negros.
Raquel Mendieta en su ensayo "Agitación
política y reivindicación socio-racial: El
Directorio Central de las Sociedades de la raza de Color en
Cuba" resume esta labor:
"La escuela mixta, como forma de integrar desde la
niñez a blancos y negros; la necesidad de una activa
participación de los sectores negros en la vida
política a través del voto que se le quiere negar;
la crisis política de los partidos coloniales
-Unión Constitucional y Liberal Autonomista-,
incapacitados para dar soluciones a los problemas
económicos, políticos y sociales que aquejan al
país; el derecho de los negros a entrar en los lugares
públicos; la necesidad de eliminar los libros
diferenciados en el Registro Civil, así como las
fórmulas de cortesía en las células
personales, o cualquier otro elemento que tienda a diferenciar,
con carácter peyorativo para los negros, a ambas razas; el
derecho de existencia de los cabildos de africanos, son algunos
de los temas fundamentales que sacará a la palestra
pública Juan Gualberto
Gómez"[6]
El periodismo que desarrolla Juan Gualberto Gómez
entre 1890 y 1895 se desarrolla básicamente en los
periódicos La Fraternidad y La Igualdad,
convertidos por él en tribuna de divulgación de las
mejores causas de la sociedad cubana: la lucha por la
independencia y la reivindicación de los derechos de la
raza negra, su palabra apasionada y convincente toma fuerza para
luchar desde dentro contra los males de la sociedad colonial y
desbrozar el camino a la sociedad cubana soñada por los
mejores hijos de este país.
Durante la intervención norteamericana Juan
Gualberto Gómez fue uno de los defensores más
apasionados de la independencia de Cuba, se opuso a la Enmienda
Platt, decepcionado y beligerante acudió a la virtud del
cubano para impedir la intervención del yanqui.
"…Pero más que nunca hay que persistir en
la reclamación de nuestra soberanía mutilada: y
para alcanzarla, es fuerza adoptar de nuevo en las evaluaciones
de nuestra vida pública las ideas directoras y los
métodos que preconizara Martí, cuando su genio
previsor dio forma al sublime pensamiento de la
revolución…"[7]
Adolfo Márquez Esterlina (1827-1883), maestro del
periodismo elegante, utiliza de forma moderada la sátira y
mantiene una alta calidad en los periódicos que
fundó y dirigió. Fundo el diario, "La
Discusión" y fue redactor de "La Libertad" y de la
"Revista Semanal", desde cuyas páginas mantuvo una
posición independentista frente al reformismo y el
integrismo reinante en la isla.
Gabriel Zendegui (1851-1922), destacado cronista que
figuró entre los redactores del afamado periódico
argentino "La Nación" de Buenos Aires, y colaborador de
otros periódicos de Hispanoamérica.
Otros sobresalientes periodista cubanos del
período fueron: Antonio Escobar (1854-1933), periodista de
brillante carrera en "La Discusión"; Alfredo Martín
Morales (1875- 1921), trabajó en "La Lucha", "Diario de la
Marina" y colaboró con "El Figaro"; Gabriel Millet
(1823-1899) periodista de la "Unión", Eduardo Varela
(1860-1919) y Gastón Mora Varón
(1863-1938).
Publicistas destacados fueron, Ricardo del Monte, Justo
de Lara, Domitila García Coronado (1847-1937), fundadora
de varias revistas entre ellas, "La Crónica Habanera";
Ramón A. Catalá, director de "El Fígaro",
Rafael Gutiérrez y otros muchos que animaron este
período aprovechando cada espacio que le brindara el
gobierno colonial para exponer y divulgar, no solo sus criterios
políticos, sino promover otras esferas de la vida
social.
El periodismo cubano de finales del siglo XIX
había alcanzado su madurez estética y polarizado
sus intereses en los problemas que interesaban a la sociedad
cubana, todo esto en un momento en que la modernización
del equipamiento tipográfico abarataba los costos para
publicar, en tanto ya se tenía en La Habana y en las
principales ciudades de la isla, al menos un periódico de
empresa, donde los anunciantes y las informaciones de
interés social se alternaban con la crónica, el
ensayo y el artículo. La libertad de imprenta decretada
después de finalizada la guerra de los diez años
permitió la reflexión y discusión de los
problemas de Cuba y con ello la maduración de una
conciencia nacional, polarizada en el dilema de independencia o
mantenimiento del estatus colonial, más o menos maquillado
y que con la intervención norteamericana hizo que
alternativa fuera entre la república o la anexión a
los Estados Unidos. La frustración de los ideales
independentistas dejó su huella en el periodismo de entre
siglos como símbolo de la crisis social a la que estaba
abocada la nación cubana.
Autor:
Ramón Guerra Díaz
[1] José G. Ricardo. “La
Imprenta en Cuba”. La Habana, 1989.
[2] Tres colores para la impresión
[3] José G. Ricardo. “La
Imprenta en Cuba”. La Habana, 1989.
[4] Fundado el 2 de junio de 1887 en La
Habana
[5] Citado por Raquel Mendieta en “La
Cultura: Lucha de clases y conflicto racial.
1878-1895”
[6] Mendieta, Raquel: Cultura lucha de clases
y conflicto racial 1878-1895. Pág. 4. La Habana,
1989
[7] Juan Gualberto Gómez. El Figaro,
20 de mayo de 1902