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Poder permanente sionista imperial: ejército, ley, religión




Enviado por rubèn ramos



  1. A modo de
    introducción
  2. El poder permanente
    sionista imperial

A modo de
introducción

¡No nos confundamos! Las guerras, el terrorismo,
los genocidios, los magnicidios, la destrucción, el
hambre, no lo deciden los gobiernos y mucho menos sus parlamentos
o sus congresos. Estas son instancias de la estructura funcional
del Estado al servicio de los intereses
económico-geoestratégicos de las élites
sionista-imperiales del poder mundial. Son estas las que deciden,
y han decidido desde siempre, el destino de la humanidad. Por
eso, la resistencia en Siria connota una significación
histórica, y resulta relevante la posición de Rusia
y China.

La estructura del "poder permanente imperial" no viene
de ayer, ni de la Primera, o Segunda Guerra. Hunde sus
raíces en la historia. La del sionismo, se retrotrae a los
"libros virtuosos" del Torá y de la Biblia, y a la
simbiosis mitológico-esotérica de los rosa y cruz,
los iluministas, los templarios, los masones, entre muchas otras
especies.

Esto vincula a las élites sionista-europeas, como
el cristianismo protestante del Medioevo vincula a los puritanos
y a las otras sectas religiosas de los EEUU. Nacen de las mismas
fuentes. Se funden en la alianza judeo-cristiana para pretender
destruir el Islam e instaurar el Reyno de Israel.

Obama y el congreso norteamericano, Cameron y el
parlamento inglés, la Merkel, el "socialista" Hollande, la
canciller italiana, o el títere de la ONU, son meros
voceros, cuando no, apenas figuretis.

A cada uno de ellos, y a su descendencia, les esperan
cargos fabulosos en las empresas de las élites sionistas
cuando terminen su triste papel de marionetas. Allí
están los casos (por citar sólo algunos), de Tony
Blair, de los dos George Bush, del judío Bill Clinton y de
su "inmaculada" esposa, de Condoleezza Rice, de Sarkozy, de Koffi
Annan (ex secretario de la ONU), del propio Carter ungido como el
defensor de los "derechos humanos" sin conocer su verdadera
historia.

Investigaciones serias advierten que todos y cada uno de
los presidentes, vice presidentes, secretarios (as) de todo tipo,
altos comisionados y funcionarios, pasan a ocupar cargos mejor
remunerados una vez salidos de la administración de sus
Estados. No sólo por el tipo de organizaciones y
fundaciones que los acogen, sino por la corrupción que
implican.

JP Morgan, Rand Corporation, Carlyle Group, Goldman
Sachs, Fundación Rockefeller, Carnegie Corporation,
Carnegie Endowment, Heritage Foundation, Hewlett Packard, y
claro, ¡los poderosos bancos! de la financiarización
de la crisis que viven Europa y EEUU, son algunas de las
instituciones que se hacen cargo del "capital humano" que
previamente "digitaron" para las funciones
públicas.

Los ex-presidentes, ex-primeros ministros,
ex-secretarios de NNUU y la élite de tecnócratas
dorados, asumen los negociados billonarios que mantienen estas
empresas y ONGs con las dinastías monárquicas
árabes, los gobiernos tiránicos de África y
del sudeste asiático, los grupos extremistas del terror en
Oriente Próximo. Obama, no será la
excepción. Está asegurando su futuro y el de su
descendencia.

El poder
permanente sionista imperial

El poder imperial opera y se impone través de una
estructura piramidal en cuyos vértices se ubican el
ejército (el poder militar), la ley, (el poder legal) y la
religión (el poder ideológico).

Ha sido instaurada por el Imperio sionista
judío-norteamericano para afirmar su dominio, sustentar su
expansión. Reproducirse allí donde la
destrucción imperialista impone los "Estados fallidos"
para hacerlos, luego, sus "protectorados".

1 El Ejército está
representado por la OTAN. El poder bélico de este macro
ejército lo constituyen las fuerzas convencionales y
nucleares de marina, aviación y tierra. Estas fuerzas ya
han sido desplazadas hacia las bases militares de EEUU en sus
"protectorados" del Golfo Arábigo (Arabia Saudita, Irak,
Catar, Kuwait, Baréin, Emiratos Árabes), en
Afganistán, en Diego García en el mar de la India,
en Turquía, Jordán, Amán e Israel. Esperan
la decisión que tomen las élites
sionista-imperiales una vez concluido el cálculo
costo/beneficio de su nueva aventura terrorista. En la actual
coyuntura, este cálculo pasa por la crisis
económica norteamericana, su trillonaria deuda
pública, el desplazamiento del dólar como moneda de
cambio. Todo esto desencadenado por el crecimiento de China y
Rusia, la alianza del BRICHS, la realidad multipolar.

Forman parte del "ejército imperial" las fuerzas
militares de la ONU que, al igual que las de la OTAN, se han
desplazado hacia las mismas bases y en la propia Siria. No
precisamente con propósitos humanitarios, sino para
contribuir a hacer más efectiva su destrucción,
como antes ya lo hicieron en Irak, en Libia, en Egipto. Esta
nueva actuación tiene que ver con las "reformas" que los
"compinches" Koffi Annan y Lajthar Brahimi introdujeron a la ONU
en el año 2000, para hacer más expeditivos sus
genocidios por guerra, por desastres naturales, por hambre,
utilizando grupos armados mercenarios.

La ONU dejó de ser el aparato de
burócratas y de fuerzas armadas, de todos los
países miembros, para "verificar" la aplicación de
los acuerdos de paz, los armisticios, las treguas, como las que
se aplicaron en Palestina desde 1947 para favorecer la "limpieza
étnica" de palestinos y el despojo de sus
tierras.

Hoy, la ONU es, además, el aparato que moviliza
cientos de "compañías de mercenarios" para las
"guerra sucias" de "baja intensidad". No "garantiza acuerdos"
entre las partes en conflicto, sino que es parte del conflicto.
(Ver artículo relacionado: ¿Para qué sirve
la ONU y los premios nobel de la paz?)

También la OTAN, como fuerza bélica, se ha
"flexibilizado". Además de convencional, se ha
especializado en tácticas de "guerra de baja intensidad".
Con este propósito entrena ejércitos y grupos
mercenarios de EEUU y de los países europeos,
árabes, africanos, sudamericanos, asiáticos,
australianos.

2. La Ley, está representada por
La Carta de NNUU. Aquí me referiré sólo a
algunos de sus artículos con relación al Consejo de
Seguridad.

Conforme a La Carta, "el Consejo de Seguridad tiene
la responsabilidad primordial de mantener la paz y la seguridad
internacionales
". (Subrayados míos donde
aparezcan).

El Consejo está integrado por 15 miembros, cinco
de éstos "permanentes". Cada uno con derecho a un voto y a
veto. Diez son "no permanentes" y sólo tienen derecho a
voz y su mandato tiene fecha de término. Cinco terminan
este año y cinco el próximo. No son
reelegibles.

Una vez que el Consejo de Seguridad emite una
resolución, esta tiene carácter de ley, y los
Estados miembros tienen que cumplirla, sin dudas ni
murmuraciones.

"De acuerdo con la Carta de la ONU, todos los
países miembros de la ONU convienen en aceptar y cumplir
las decisiones del Consejo de Seguridad. Éste es el
único órgano de la ONU cuyas decisiones los Estados
Miembros están obligados a cumplir"

(http://www.un.org/es/sc/members/.).

Siendo que sus artículos tienen un
carácter punitivo y guerrero, para lo único que
sirve la ONU es precisamente para castigar y matar. De este modo,
la alianza sionista de EEUU, de Europa y de Israel se ha
permitido y permite llevar a cabo los genocidios más
atroces contra pueblos que no se ubican en el modelo de
democracia que instauró esa misma alianza, al
término de la segunda guerra mundial, y que no adhieren a
la moral judeo-cristiana.

Como marco doctrinario, hecho para asegurar la
partición del mundo después de la II Guerra, el
articulado referido al Consejo de Seguridad es un metalenguaje.
Un lenguaje político para la hegemonía sionista
judío norteamericana, que habla de otro lenguaje
político para la sumisión y el
colonialismo.

Sustrayéndose a realidades concretas e
históricas, La Carta "conviene" en la existencia de
Estados "buenos" y Estados "malos". Al término de la II
Guerra identificó como "Estados canallas" a Alemania,
Japón e Italia y a todo aquél que era sindicado
como "enemigo" de cualquiera de los Estados signatarios de La
Carta. Inmediatamente después, los Estados "malos" fueron
los comunistas. (Reagan llamaría a la URSS "imperio del
mal"). Hoy "los malos" son los Estados
Islámicos.

Dentro de La Carta todo está asegurado para que
gane Estados Unidos y sus socios sionistas. Y si de ganar se
trata, éstos pueden "convenir" en hacer de los buenos
malos, y de los malos buenos.

Los "malos" son los que no están en el redil; los
que han perdido "su asiento" en la Asamblea General; los que son
"enemigos" de la democracia modelo USA, del mercantilismo, de la
empresa privada, del terrorismo de Estado; los que pertenecen al
"eje del mal".

Todos los años, desde 1981, la Secretaría
de Estado de los EEUU, hace una lista de los "Estados malos" que
identifica como la "avanzadilla del terrorismo". En el 2002, los
think tank le dijeron al inefable George Bush que
identificara a Irak, Irán y Corea del Norte como Estados
del "eje del mal".

Luego, los think tank agregaron Libia, Siria y
Cuba y, en el 2005, incluyeron a Bielorrusia, Myanmar (Birmania)
y Zimbabue. El anuncio lo hizo Condoleza Rice, que ocupaba el
cargo de Secretaria de Estado de Bush.

Pero como dije anteriormente EEUU y sus socios sionistas
pueden hacer de los malos buenos. Los llaman "Estados fallidos" y
los asumen como "protectorados". Ese es el caso de Birmania,
donde impuso y mantiene una dictadura militar desde 1962, y de
Zimbabue, donde mantiene la dictadura de Robert Mugabe desde los
80. Todo en función de la rentabilidad económica,
geopolítica y militar que representan.

En el caso de Birmania no sólo por el
petróleo, las piedras preciosas, la corrupción y el
mercado de drogas (heroína y anfetaminas), sino por la
posición estratégica de sus Islas Coco para su
dominio y el control del Océano Índico.

Zimbabue por sus diamantes, su comercio ilícito a
través del ejército, el tráfico de armas y
de mercenarios, y por las bases militares para el control del sur
africano junto a Zambia, Sudáfrica, Mozambique,
también "protectorados".

Los otros siguen siendo "malos". Y como no pueden
invadirlos porque las condiciones aún no se dan, entonces,
La Carta establece que el Consejo de Seguridad aplique medidas
que no impliquen el uso de la fuerza armada. Obliga a los
países miembros de la ONU a interrumpir sus relaciones
económicas con el Estado "malo", cortar las comunicaciones
ferroviarias, marítimas, aéreas, postales,
telegráficas, radioeléctricas, y otros medios de
comunicación, y romper relaciones diplomáticas
(Artículo 41).

En algunos casos estas "medidas" son "convenidas" para
negociar en mejores condiciones la corrupción imperante en
los "Estados fallidos" (Zimbabue, es un buen ejemplo) y en los
"protectorados". En otros, las "medidas que no implican el uso de
fuerzas armadas", sirven para destruir gobiernos y
economías, propiciar invasiones. El bloqueo de Cuba desde
hace 50 años, de Corea del Norte, de Libia, de Irán
son ilustrativos. Sirven también para desaparecer pueblos.
Piense usted en Palestina donde el Consejo de Seguridad, desde
1947, avala que Israel imponga las medidas de este Consejo para
lograr el exterminio de la población árabe y
culminar con la usurpación de su territorio. Sin mengua
del "uso de su fuerza armada" para acelerar las
masacres.

"La Carta" es pues un instrumento flexible a los
intereses del imperio norteamericano y de sus socios sionistas.
Pero no sólo esto. Es, además, el instrumento que
viabiliza la mercenerización de la paz y la
seguridad.

Al respecto en su artículo 43 se prevé que
sus miembros se comprometen a poner a disposición del
Consejo de Seguridad, de conformidad con un convenio o convenios
especiales sus fuerzas armadas para el propósito de
mantener la paz y la seguridad internacionales. Dichos "convenio
o convenios" fijan el número y clase de las fuerzas
armadas, su grado de preparación, su ubicación
general, las facilidades y la ayuda que se les
proporcionará (en armas, por supuesto). El "convenio o
convenios" los "negocia" directamente el Consejo de Seguridad con
la prontitud que EEUU determine.

En su artículo 44, La Carta precisa que cuando el
Consejo de Seguridad haya decidido hacer uso de la fuerza,
invitará al proveedor de fuerzas armadas a participar en
las decisiones del Consejo de Seguridad relativas al empleo de
sus contingentes bélicos.

En cuanto al Comando de esas fuerzas armadas el
Artículo 47 establece un Comité de Estado Mayor
encargado de la regulación de los armamentos (léase
compra y venta) y del establecimiento de sub comités
regionales. Estos sub comités se instalan en las bases
militares de EEUU y de sus socios sionistas distribuidos en todo
el mundo. De hecho, ya están instalados de antemano. Para
esto, las bases militares norteamericanas, en todo el mundo, se
han hecho mucho más versátiles y se llaman
"nenúfares".

Con relación a los "arreglos pacíficos" La
Carta afirma que: "Ninguna disposición de esta Carta se
opone a la existencia de acuerdos u organismos regionales cuyo
fin sea entender en los asuntos relativos al mantenimiento de la
paz y la seguridad internacionales y susceptibles de
acción regional, siempre que dichos acuerdos u organismos,
y sus actividades, sean compatibles con los Propósitos y
Principios de las Naciones Unidas" (Artículo
52).

Desde esta perspectiva, La Carta se asume como
trascendente. El Poder que se otorga EEUU y el sionismo en la
ONU, trasciende la realidad. Entonces, La Carta, no es
sólo punitiva y guerrera, ni sólo terrorista y
cínica. Es divina.

3. La Religión, viene con
"vigilias, rezos y ayunos" que ocultan la hipocresía de
las logias que instrumentalizan la fé y el ecumenismo
desde el Vaticano. Si bien las tres religiones monoteístas
se reconocen de un origen común abrahamánico, no
hay que perder de vista que en la judía y la cristiana,
que incluye a los católicos y sus sectas, se solapa el
mito del "Pueblo de Dios". Son por tanto el sustento moral del
sionismo-imperialista. Bien lo decía el
crucificado:

"Vosotros adoráis lo que no sabéis;
nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación
viene de los judíos"
(Evangelio según San Juan
4:22)

Históricamente la religión judeo-cristiana
ha sido el soporte ideológico más importante para
la dominación, el saqueo de territorios del mundo, la
alienación, la enajenación, el desarraigo de
pueblos enteros y el exterminio de su población (como
actualmente en Palestina y en todo Oriente
Próximo).

Hoy, la impronta que lacró la estupidez de
Occidente, pretende imponerse a los pueblos de Oriente. De lo que
se trata es de acompañar al poder de las armas y de la
ley, el control de las mentes y los cuerpos para hacer posible el
"Reyno de Israel", el sionismo del Likud de Netanyahu.

En palabras de Benedicto XVI, este sionismo:

"Ve con tristeza que la Tierra elegida por Dios
(Israel), ha sido hollada (abatida, humillada) por los
patriarcas y los profetas orientales y experimenta hoy profundas
convulsiones humanas. Por esa razón, la Iglesia de Pedro
apoya y anima todo empeño por la paz en Oriente Medio
favoreciendo el marco jurídico internacional que la
consolide".

Y, parafraseando Hechos 3:19-20, el mismo Benedicto,
ordena a los musulmanes, "arrepentirse y convertirse para que
se borren sus pecados; para que vengan tiempos de consuelo de
parte de Dios".
(Cf: Exhortación apostólica
postsinodal, Iglesia en Medio Oriente: 2010).

Benedicto y la iglesia que representaba y que hoy
representa el Papa Francisco, se adhieren a la ley expresada en
La Carta. No podía ser de otro modo: Dios y Ley tienen
carácter divino.

Lo que ocurre en Oriente Próximo es la
versión de una última "cruzada occidental"
judeo-cristiana.

Y lo primero que habría que decir es que esta,
como todas las se hicieron en nombre del Señor, no es una
cruzada de paz sino de guerra.

Lo segundo, es que se trata de una "cruzada sucia" que
encuentra sustento en el fundamentalismo
judeo-cristiano.

Tercero, que se trata de una cruzada de limpieza
étnico-religiosa para hacer del judaísmo la gran
religión universal que propone el sionismo.

Cuarto, que se trata de una cruzada que viene de siglos
de enfrentamiento orientado a fijar en la mente de la humanidad
que "el Islam es la encarnación del mal".

Quinto, que se trata de una cruzada que encuentra
profusa difusión en los Billy Graham, desde el más
longevo hasta el más joven. Fundamentalistas
evangélicos que difunden la cruzada sangrienta del
cristianismo en Oriente, y en el mundo entero, desde Truman hasta
Obama. A ellos se suman otros "pastores" evangélicos como
Pat Robertson, Benny Hinn y el ya desaparecido Jerry Falwell, sin
importar la secta a la que cada uno pertenezca. La cobertura
mediática con la que cuentan, gracias al financiamiento
estatal y a los "diezmos de los hermanos", les permite no
sólo lucrar y corromper la fe, sino también servir
al sionismo imperial.

Pero la creencia de que el cristianismo es "el germen de
la democracia futura y la exaltación de los valores y
derechos del hombre", viene desde Tocqueville que dedicó
su cerebro a elogiar las "virtudes" de la democracia
norteamericana y de la religión cristiana (Cf.
Democracia en América y Sobre las religiones:
cristianismo, hinduismo e islam).
La idea misma sobre el
"poder permanente" les viene a los think tanks sionistas
del pensador francés quien a su vez lo
interpretaría de Constant y de Guizot.

Curiosamente, sin embargo, la realidad resultó
contradiciendo las perspicaces observaciones
tocquevillanas.

En todas las democracias occidentales judeo-cristianas
y, particularmente en la norteamericana, la separación
entre Iglesia y Estado (entre religión y política),
no existe. La religión, contrariamente a lo que opinaba
Tocqueville, ejerce en las "democracias" occidentales, una
influencia directa sobre las leyes y las opiniones
políticas, además de dirigir las costumbres; es un
"instrumento de atropello" no sólo al interior de sus
países, sino en sus relaciones internacionales. La
religión les permite "concebirlo todo y atreverse a
todo".

En este sentido, no cabe hacer distingo alguno respecto
de lo que Tocqueville criticaba en el catolicismo: su injerencia
en los asuntos del Estado y desmedida ambición por el
poder sin importar su origen o procedencia (dictatorial,
totalitario, fascista, terrorista). Judíos, cristianos y
católicos, y sus alianzas, se identifican por lo mismo.
Hacen de la religión un instrumento para la
dominación y la hegemonía. Para el poder
imperial.

La idea de la separación entre religión y
política que supuestamente se atribuye a los "padres
fundadores de la democracia norteamericana" (Jefferson,
Washington, Madison, Benjamin Franklin, todos judíos y
masones), junto a su "doctrina de la muralla" es sólo un
mito.

La religión puesta al servicio de la estructura
del "régimen permanente imperial" resulta de la alianza
del sionismo racista y segregacionista con el fundamentalismo
cristiano protestante y católico (como el de
Bush).

Su expresión concreta y real es la guerra. A Bush
le dijeron que la llamara "Cruzada contra el terror" y a Obama
"Guerra contra el terrorismo". Pero guerra al fin. Y no contra
uno u otro sustantivo, sino contra quienes le dan realidad al
sustantivo: los islamistas árabes, musulmanes y persas.
Sin importar cuál sea su interpretación del
Corán. De lo se trata es de una guerra de limpieza
étnica: racial, cultural, religiosa. De destrucción
física y económica de sus culturas milenarias para
construir "paraísos" exportadores de gas, agua y
petróleo y de corrupción y vicio. No importa
qué sunita o chiíta seas. Más temprano que
tarde te tocará.

Por eso, hay que parar la destrucción de Siria,
la valcanización de Irak, de Afganistán, de Libia,
de Egipto. Hay que parar la guerra, desenmascarar al
cristianismo, desarmar al sionismo. No creo que para esto sirva
la ONU, al menos, no la que actualmente aún controla EEUU
y el sionismo que representa.

Ejército, Ley y Religión son
vértices de la estructura piramidal del poder imperial que
se hizo y hace permanente por una institucionalidad que se basa
en el "consenso" del voto impuesto por EEUU como
democrático. Así, el voto, también se hizo
trascendente. En la ONU como en la OEA no importan la realidad ni
los argumentos. Una institucionalidad que se sustenta en el voto,
en la mayoría nominal, es perversa.

La solución al problema sirio y en general a los
problemas de los pueblos de Oriente Próximo y del mundo,
pasan por su propia realidad, no deben pasar por el voto en una
organización que nació para asegurar el
neocolonialismo. La ONU, la OEA, garantizan la injerencia
norteamericana en los asuntos internos de nuestros pueblos y hace
permanente su poder.

Ya no es ninguna utopía pensar que una nueva
institucionalidad advierte su nacimiento. La unipolaridad cede
camino al avance multipolar. Pero el tránsito será
duro. Las élites sionistas persistirán en su
empeño de querer universalizar el Monte Sión. Y
como es consustancial a su moral, usarán la mentira para
justificar la guerra, la destrucción.

Lo dijo Obama, su vocero de turno, en reciente
entrevista: "el tema nuclear es un asunto mucho más
grande para nosotros que la cuestión de las armas
químicas. La amenaza contra Israel que un Irán
nuclear plantea, es mucho más cercano a nuestros intereses
fundamentales. Los iraníes no deben extraer una
lección del acuerdo que hemos alcanzado en Siria y pensar
que no vamos a atacar a Irán".

Por eso conviene recordar lo decía el Che: "Al
imperialismo, no se le puede creer ni siquiera un tantito". El
Coronel Gadafi, consecuente con su fe, les creyó.
Eliminó su poder bélico. Una vez que lo hizo, no
sólo lo mataron. Destruyeron su pueblo, su cultura, su
riqueza, su niñez, su juventud. Y todo con el "voto" del
Consejo de Seguridad y el amén de los "protegidos" de la
Asamblea General de la ONU.

http://www.alizorojo.com

http://alizorojo.lamula.pe

 

 

Autor:

Rubèn Ramos

 

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