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La pulsión de la guerra y el instinto de la muerte




Enviado por Felix Larocca



  1. La
    pulsión de la muerte
  2. La
    Guerra justa
  3. Los
    famosos yanomami de Chagnon
  4. La
    sublimación de los instintos
  5. La
    influencia de Obama y los ataques por aviones sin
    pilotos
  6. En
    resumen
  7. Bibliografía

"… y la vida del hombre,
solitaria, pobre, desagradable, brutal y corta…
"
Thomas Hobbes (Leviatán)

 "…lo que nuestros hijos
aprenden en la escuela como historia de la humanidad es, en
esencia, una serie de homicidios
colectivos"
(Freud).

"Desde que viviéramos en las noches tenebrosas del
neolítico, la muerte y el sueño, su
homólogo aparente, nos han cautivado, a la vez que nos han
aterrorizado con sus inefables 
misterios". FEFL
(Elisabeth Kübler-Ross: La mujer que exorcizó de
entre los seres humanos la sombra de la muerte
)".

Esta es una lección acerca de luchar
por la vida y su auto-preservación y de la
imposición a otros de la muerte, ambas como pulsiones
innatas en la naturaleza de nuestra especie. Fuerzas
avasalladoras que, se postula, nos impelen por igual, tanto como
a guerrear en defensa y salvaguardia de nuestras existencias como
asimismo a matar y destruir — para defendernos, o rectificar
entuertos a menudo sin reflexionar o — sin evaluar la moralidad
final de nuestras acciones.

La defensa de, y garantía de
nuestras vidas como instinto, es fácil de aceptar; pero,
¿una pulsión por morir o guerrear?, no lo es
tanto.

La pulsión
de la muerte

En la mitología griega,
Tánatos era el demonio de la muerte, el poeta
Hesíodo escribió que este demonio, como fuerza
biológica de procurar la muerte, era el hijo de Nyx (la
noche) y Erebo (la oscuridad), procreado con un hermano gemelo,
Hypnos (sueño), que le era muy similar en su
comportamiento

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Una pintura renacentista de Hypnos
(sueño) y Tánatos hermano gemelo
(Muerte)

El concepto de que dormir está
relacionado con la muerte no es poco común, Shakespeare lo
alude en la famosa línea 'Ser o no ser' en
Hamlet, donde asimismo hace una comparación directa:
"Morir, dormir, dormir, tal vez
soñar…"

O, de nuestra acepción de que la
muerte representa el sueño eterno, como si morir fuera un
alivio final de las realidades desagradables de la
vida.

Tánatos, por su parte, se
asoció con una variedad de otros símbolos
personificados, como el castigo, el engaño y el
sufrimiento. Ya que no era simplemente un mensajero de la
muerte — porque, en algunas versiones, se considera que
encarnaba una guía a los muertos, a quienes conduce a
Hades. Esta última es la característica de
Tánatos que Freud y otros psicoanalistas esposaron en sus
especulaciones.

Según Freud todos los
seres humanos tienen un instinto de vida, Eros, que los lleva a
procrear, dotándolos con destrezas para sobrevivir y una
pulsión de la muerte por él descrito como
Tánatos. 

La pulsión de muerte obliga a los
seres humanos a participar en actos arriesgados y
autodestructivos que podrían conducir a su propia
aniquilación (como expresión de un deseo de volver
al estado inorgánico del que proceden).

Pero, ¿existe en nosotros un
instinto de guerra?

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Guerra en la Biblia

Como la guerra es tan ubicua en tantas
sociedades humanas, en esta presentación pretendemos
contestar la siguiente pregunta:

¿Existe, en nuestra especie un
instinto de la guerra, con la muerte como acompañante
fortuito y corolario final?

Muchos, aunque no todos los pensadores
modernos, piensan así. Mientras que otros
no…

El destacado psicólogo evolucionista
David P. Barash, rompiendo rangos con un sinnúmero de sus
colegas, nos afirma que esta creencia, en su opinión, es
patentemente falsa amén de ser peligrosa.

¿Por qué algunos permanecen
convencidos de que biológicamente estamos programados para
guerrear y morir?

El antecedente histórico de esta
creencia parece haberse originado cuando el antropólogo
australiano Raymond Dart, descubrió el primer fósil
de australopitecinos en el 1924; prosiguiendo a describir esos
primitivos homínidos como:

Asesinos consumados, criaturas
carnívoras que atacaban seres vivos con violencia, los
agarrotaban hasta la muerte, desmembraban sus cuerpos
sistemáticamente, deleitándose en saciar su sed con
la sangre manando de sus víctimas y devorando la carne aun
caliente de quienes habían ultimado
.

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Guerra justa…

Esta perspectiva de nuestros semejantes no
es única, ya que sus antecedentes se encuentran muy
fácilmente en las representaciones de muchas prominentes
figuras históricas que conciben la humanidad como
profundamente sumergida en el pecado como, entre tantos lo
advirtieran, el teólogo francés del S. XVI, Juan
Calvino y, antes que él San Agustín:

La Guerra
justa

Agustín aseveró que los
cristianos deben de ser pacifistas como una postura
filosófica personal.

Sin embargo, afirmó que la pasividad
frente a la posibilidad de una acción lesiva que
sólo pudiera ser detenida por la violencia sería un
pecado.

Y, como coincidencia circunstancial, fue
Agustín el arquitecto del concepto del pecado original.
Pecado que era castigado con la condenación
eterna.

Prosiguió en sus reflexiones
recalcando que la autodefensa y la defensa de otros puede ser una
necesidad, especialmente cuando está permitida por una
autoridad legítima
.

En su obra La Ciudad de Dios
afirma que la búsqueda de la paz debe incluir la
opción de ir a la guerra para salvaguardarla a largo
plazo.

Tal guerra no podría ser preventiva,
sino defensiva y únicamente para restablecer la
paz.

Tomás de Aquino, siglos
después, utilizó los argumentos agustinianos para
definir las condiciones bajo las cuales una guerra puede ser
considerada justa.

Entonces, la guerra tanto como dar muerte a
un enemigo que nos amenaza la vida, es una opción
filosóficamente legítima.

Interpolando nuestro comportamiento con el
de otros animales que van a la guerra con otros miembros de sus
propias y contra otras especies, podemos concebir que — como
ellos carecen de una conciencia moral — para ellos la guerra
entre enemigos es un proceso instintivo.

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Guerra civil norteamericana

En la conclusión de mi tesis El Quinto Mandamiento:
No Matarás: La ética aplicada y cuándo se
justifica violarlo
expreso esta opinión:

En esta lección hemos emprendido
la exploración del significado de dar muerte (por
cualquier razón) a otro ser humano.

La tarea se dificultó porque, de
acuerdo a los intereses creados y de acuerdo a los vientos
políticos prevalentes, el significado y el impacto
nomotético del acto de dar muerte a un ser humano
permanece oscuro e indeterminado por razones que más
adelante veremos.

Es un hecho incontrovertible que
vivimos en una época durante la cual la muerte violenta y
la falta de respeto por la vida son tan universales como
generalizadas y una época en la cual la muerte resultado
de la violencia es ubicua, siendo reportada en todos
los medios de noticias con frecuencia
alarmantes.

Seguir, para un niño
norteamericano, el ejemplo de sus mayores,
significa poder acariciar el deseo de ser dueño
o de tener acceso a un arsenal impresionante
de armas de fuego, cuya
única misión posible es la de eliminar
otros seres vivientes — sean éstos humanos o
no.

La posesión de armas
semiautomáticas, capaces de disparar cientos de
proyectiles en sucesión rápida no puede excusarse
con la noción de que estos instrumentos de guerra
serán destinados a la procuración de
alimento.

Sin embargo, la mayoría de los
países del mundo mantienen ejércitos que consumen
más dinero en equiparlos que
los recursos que dedican a la enseñanza, la
salud y la alimentación de sus
pueblos.

En ese sentido, puede decirse que matar
— aunque no parezca ser éticamente justificable — es
parte intrínseca de ser humano
.

Leer
más: http://www.monografias.com/trabajos94/quinto-mandamiento-no-mataras-etica-aplicada-y-cuando-se-justifica-violarlo/quinto-mandamiento-no-mataras-etica-aplicada-y-cuando-se-justifica-violarlo

La realidad histórica es que las guerras las
desencadenan hombres que nunca antes habían ido a la
guerra y que no entienden que una vez comenzada una beligerancia,
esta casi nunca termina.

La famosa frase propagandista de la I Guerra Mundial, "la
guerra para terminar toda las guerras" resultó siendo: "la
guerra para comenzar todas las guerras", ya que desde entonces,
no ha existido paz duradera entre las naciones que se clasifican
a sí mismas como perteneciendo al llamado "Mundo
Civilizado".

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Yanomamis

El 11 de noviembre de 2013 señaló que en la
undécima hora del undécimo día del
undécimo mes del 1918 fue la fecha cuando se firmó
el Armisticio que suspendió las hostilidades de la Primera
Guerra Mundial — eventos que precedieron por unos escasos 20
años a otra guerra mundial más terrible aún
que la primera, cuando estallara.

Desde entonces hemos tenido la Guerra en Corea, en Vietnam,
Afganistán, los conflictos locales en África,
Pakistán, Somalia, Israel, Bosnia y por todas partes, sin
olvidar la Crisis Cubana que augurara el comienzo de otra posible
conflagración mundial. Esta vez una guerra entre titanes
armados con proyectiles termonucleares.

Si no la guerra para terminar todas las guerras, la guerra
para reducir este mundo a cenizas radioactivas por generaciones
futuras.

Otros perciben nuestra tendencia a
lanzarnos a los campos de batalla como siendo potencialmente
beneficiosa.

El dramaturgo norteamericano Robert Ardrey
en su influyente libro Africa Genesis (1961) describe
los seres humanos como los hijos de
Caín
:

El hombre es un predador cuyo instinto
natural es matar con un arma. Es la pulsión de la guerra y
su imperativo territorial que han conducido a los grandes logros
de nuestro mundo.

Sueños pueden haber inspirado
nuestro amor por la libertad, pero solamente la guerra y las
armas las han hecho nuestra.

Los famosos
yanomami de Chagnon

Uno de los antropólogos más
prominentes de nuestra generación es, sin dudas,
Napoleón Chagnon quien ha dedicado décadas al
estudio de los yanomami residentes del Amazonas
venezolano/brasileño.

En su famoso libro The Fierce
People
, Chagnon los representa como un segmento de la
humanidad que vive en un estado de "guerra
crónico".

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Gas venenoso

Entre estas tribus, no sólo existe
guerra entre villas, frecuente y letal; sino que sus tendencias
confieren ventajas adaptativas que son soportadas por los que
promueven las ideas de la evolución.

Entre los yanomami, hombres que han matado
otros hombres gozan de mayor éxito reproductivo lo que los
hacen más idóneos de acuerdo a la teoría
aludida.

Para muchos que disputan estas inferencias
todo se resume de esta manera:

La violencia está, casi por seguro,
afianzada de manera firme en nuestra naturaleza; pero la guerra,
no tanto.

Para muchos la antedicha proposición
refuta el altruismo que, no sólo se observa en el ser
humano, si no que asimismo se comprueba en otras especies, como
el mismo Darwin observara.

El valor determinante de las
noticias

Muy poco se lee acerca de actos de piedad y
desprendimiento como tampoco leemos tanto acerca de
períodos en la historia cuando la paz existiera por mucho
tiempo.

Sin embargo se lee sobre La Guerra de los
Treinta Años, de los Cien Años, de los Seis
Días, la guerra de Vietnam, y otras.

La paz, en las noticias parece tener un
valor disminuido.

La
sublimación de los instintos

Si llegamos a concluir que la guerra, para
el ser humano, es pulsión instintiva. Entonces sigue que
nuestra afinidad por deportes violentos, juegos de
galerías y electrónicos donde se representan la
mutilación y estragos inconcebibles pueden ser
considerados pasatiempos sublimados.

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Mensajero silencioso de la muerte de
inocentes víctimas cortesía, de "nobelista" de la
paz B. Obama

He aquí una definición de
este mecanismo de defensa

La sublimación es un mecanismo de
defensa que nos permite actuar impulsos inaceptables mediante la
conversión de estos comportamientos en una forma
más aceptable.

Por ejemplo, una persona que experimenta la
ira extrema puede asistir a un espectáculo de boxeo como
medio de aliviar sus frustraciones vicariamente.

Freud creía que la
sublimación es un signo de madurez que permite a las
personas funcionar normalmente en formas socialmente
admisibles.

Barash, por su parte, critica los
científicos que basan sus conclusiones en datos que
él mismo admite que son "robustos", pero, que considera no
son representativos de toda la humanidad, por él
conceptualizada.

El científico concede que así
como los yanomamis pueden ser legítimamente creídos
estar predispuestos a la violencia a niveles individuales y de
grupo, otras tribus comparables a ellos no practican algo que ni
remotamente se parezca a la guerra.

Entre los mencionados se encuentran los
Batek de Malasia, los Hazda de Tanzania, los Martu de Australia y
"numerosos otros".

Es cierto que cuando éramos
cazadores/recolectores nómadas nuestras tribus eran menos
organizadas y nuestras pertenencias tan exiguas que
dependíamos en la cohesión grupal — otra
pulsión de nuestra especie — y que nuestros instintos
agresivos permanecían dormidos debido a que no eran
estimulados por la necesidad de ser expresados
abiertamente.

Lo que aparece ser irrefutable, aún
en esas sociedades del neolítico, era que la violencia
tribal era presente, aunque la guerra organizada era desconocida,
del modo como hoy la concebimos.

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Masada Israel

La violencia entre grupos surgió
cuando nos volviéramos dependientes en la posesión
de bienes, de la agricultura de la cría de animales para
proporcionar las proteínas de alta calidad y
calorías requeridas para nutrir nuestro hambriento
cerebro.

Para Barash otros pensadores que no
comparten sus ideas han sido engañados en sus creencias de
que la nuestra es una especie que no sólo tiene la
tendencia a la intoxicación como pulsión, sino que
marcha a la guerra, a menudo, sin tener razones válidas
para hacerlo moralmente, en la misma forma como combaten hasta la
muerte los gallos de pelea.

Veamos entonces, qué conocimientos
derivan del estudio de simios que nos son cercanos
genéticamente.

Los gorilas, los bonobos (chimpancé
enano), los orangutanes y los gibones comparten con nosotros un
antepasado común sin embargo su comportamiento social
difiere dramáticamente entre ellos y con
nosotros.

Mientras que los bonobos y los
chimpancés, genéticamente muy cercanos, en su
comportamiento, son diametralmente opuestos entre
sí.

Los chimpancés se ha establecido que
entablan combate violento a niveles grupales, completos con
misiones de busca-y-destruye; evocando imágenes de
escaramuzas y guerras sin reservas al estilo humano.

Los bonobos, por su parte —
genéticamente — no más distantes que Homo
sapiens
no hacen nada parecido, siendo conocidos por
dedicarse al contacto amatorio y nunca a la guerra o la violencia
entre ellos y otras tribus.

Pero cuando viene a la agresión
humana — la violencia y la guerra — somos una especie de
contrastes marcados.

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Banda de chimpancés al
ataque

Nuestros genes egoístas pueden
generar un surtido de actos de la más horripilante
violencia, mientras que permanecemos capaces del sacrificio y la
abnegación a causas nobles.

Lo que indica que estamos
genéticamente dotados con genes malignos y benignos que
garantizan nuestra supervivencia final.

Genes que nos predispongan a ambas formas
de comportamiento asegurarán que nuestros chances
serán mayores en la lucha por la vida.

Pensar que estas predisposiciones tan
arraigadas y tan poderosas son adaptaciones nuevas nos parece
inverosímil.

Siguiendo el pensamiento que caracteriza la
actitud hacia la guerra como programa ingénito en el ser
humano como siendo opuesto al que representa Barash y pensadores
de su índole, nosotros proponemos que ellos basan sus
especulaciones en observaciones gratuitas y sesgadas por ideas
preconcebidas.

La idea de que, más a menudo que no,
las naciones y los individuos resuelven sus diferencias por medio
del compromiso pacífico, parecería absurdo, en
tiempos cuando la mayoría de las naciones del mundo — no
importa que estén sumidas en la pobreza más abyecta
— mantienen ejércitos en pie de guerra y agotan el fisco
en producir y comprar más armas sofisticadas, letales y
destructivas.

La influencia de
Obama y los ataques por aviones sin pilotos

Con un ataque de avión sin piloto se
eliminan enemigos amén de niños, hombres, mujeres y
ancianos no-combatientes.

Solamente trocar en alimento uno de esos
ataques tan frecuentes que ordena la Casa Blanca desde
Washington, mucha hambre pudiera ser saciada.

Nos repugna pensar que el hombre
detrás de esos y otros crímenes y desmanes
similares ostenta un Premio Nobel de la Paz, otorgado
precipitosamente, antes de haberlo merecido.

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Guerra entre hormigas

Los psicólogos evolucionistas son
conocidos por su tendencia a "nominar" un gene para explicar
todos nuestros comportamientos, o por lo opuesto, negar la
tendencia genética cuando la evidencia de su existencia
nos mira directamente en la cara.

De la psicología evolucionista
expreso lo siguiente en mi artículo La Ciencia Mutante
de la Psicología Evolucionista y sus
Alcances
:

Entre todas las herencias que Darwin
nos legara, es el conocimiento que la mente humana
evolucionó por medio de algún proceso adaptativo.
Esto es muy fácil de aceptar si pensamos en que el cerebro
nuestro consume el 18% de toda la energía que entra en el
cuerpo, mientras que sólo representa un 2% de su peso
total.

Lógicamente un órgano tan
costoso debe de representar
una función adaptativa extremadamente
importante, durante la evolución total de nuestra
especie.

Pero eso no exonera la condición
confusa en que existe la nueva ciencia, recién llegada, al
vecindario del conocimiento.

El reto para la psicología
evolutiva es moverse de un pasado muy especulativo a un presente
que fundamente sus teorías en hechos que puedan ser
documentados con la mayor certidumbre.

Puede que lleguemos a un punto en el
cual no nos quede más nada que teorías para
guiarnos. Entonces, cuando lleguemos a este non possumus,
admitir que es así, y empezaremos a discurrir como de
costumbre hemos hecho.

Por supuesto, algunas especulaciones
son mejores que las otras. Pero, debemos de admitir que muy poco
podemos esperar si continuamos en la ruta de la disección
de partículas de nuestra vida en el pleistoceno para
explicar el origen y la evolución de nuestras
características psicológicas.

Por ahora, convenga decir que el campo
de la psicología evolutiva tiene que adaptarse a las
realidades que limitan y constriñen las investigaciones
científicas en las ciencias del
comportamiento.

Así fue el caso con
el psicoanálisis, cuya validación progresiva
aumenta cada día.

Leer
más: http://www.monografias.com/trabajos66/psicologia-evolucionista/psicologia-evolucionista2#enresumena#ixzz2kLji6zSI

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Terrorismo suicida

Barash, para fortalecer sus especulaciones
acerca de este asunto, nos muestra la distinción
semántica que existe entre adaptaciones evolucionadas y
capacidades.

He aquí la distinción como el
notable científico las simplifica.

El lenguaje es sin dudas una
adaptación, algo que todo ser humano puede adquirir
universalmente.

Mientras que, por contraste, leer y
escribir son capacidades. Rasgos derivativos que es dudoso que
fueran productos de la selección natural si no que fueran
resultado del proceso cultural.

Por ello, en su manera de pensar, la
violencia interpersonal es algo que vemos en toda sociedad
humana.

Mientras que la guerra — siendo
históricamente más reciente — es lo que él
considera una capacidad.

Y, las capacidades (en su propio lenguaje)
no son ni universales ni obligatorias.

Lo que tratando de mucho explicar logra
explicar nada.

Para Barash la violencia interpersonal es
una adaptación humana, no distinta del cuido de los hijos,
comunicación y cosas por el estilo.

Mientras que la guerra, por ser más
reciente históricamente, y errática en su
distribución mundial en variación y detalle es
"definitivamente" una capacidad, y las capacidades no son ni
universales ni inevitables.

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Bonobos y joie de
vivre

Parece ser que ciertos investigadores y
campeones del campo darvinista siguen la reciente ruta trazada
por Steven Pinker quienes insisten en argumentar que la violencia
en nuestro género ha disminuido en lugar de haber
aumentado de manera ostensible.

Es como si dijésemos que los cambios
climáticos no afectan al calentamiento global, que la
disminución de la capa de ozono y que la
deforestación del Amazonas son productos extraños
de nuestra imaginación.

Todo lo antedicho se expresa a pesar de que
la evidencia es clara que la violencia, el infanticidio, el
uxoricidio, y, aún el suicidio terrorista son eventos
recurrentes que suceden a diario con frecuencia
extraordinarias.

En
resumen

Si es necesario que aceptemos la parte
oscura de nuestra constitución emocional, es ineludible
que existan factores que no pueden ser ignorados y agrupados
entre capacidades y adaptaciones como intenta hacerlo
Barash.

Las religiones, el arte, forjar
herramientas, hacer música y otras capacidades
filosóficas son consideradas partes inmanentes de nuestras
constituciones básicas.

No todas las religiones, incluyendo las
ateístas son iguales, pero no obstante, en su misma
naturaleza esencialmente lo son.

Que la guerra es un instinto, por la misma
naturaleza de sus fines, su ubicuidad y su universalidad asimismo
lo es.

Que la guerra como pulsión
instintiva es concepto que desde la antigüedad ha sido parte
de nuestro patrimonio, modificado por sesgos proporcionados por
diferentes sociedades y grupos culturales.

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La solución última y
final

"Si vis pacem, para bellum" es un
antiguo adagio latino traducido como: "Si quieres paz,
prepárate para la
guerra". (Publio Flavio Vegecio
Renatus IV ó V Siglo).

Fin de la lección

Bibliografía

  • Larocca, FEF: El Quinto
    Mandamiento: No Matarás y cuando se Justifica
    Violarlo
    en monografías.com, academia.edu y
    researchgate.net

  • Larocca, FEF: Música
    Evolución y Destino: "Yo sé porqué el
    pájaro canta en su Jaula…"
    en
    monografías.com, academia.edu y
    researchgate.net

  • Larocca, FEF: Sexualidad,
    Instintos, Hormonas y Neurotransmisores
    en
    monografías.com, academia.edu y
    researchgate.net

  • Larocca, FEF: La Neurociencia del
    Ego
    en monografías.com, academia.edu y
    researchgate.net

  • Damasio, A: (2003) Looking for
    Spinoza: Joy, Sorrow and the Feeling
    Brain 
    Harcourt

  • Damasio, A: (1994) Descartes"
    Error: Emotion, Reason, and the
    Human Brain 
    Grosset/Putnam

  • Freud, S: (1953) Project for a
    Scientific Psychology. SE

  • Lewis-Williams, D: (2002) The Mind
    in the Cave
    Thames & Hudson

  • Wucker, M: (1999) Why the Cocks
    Fight
    Hill and Wang

  • Para una lección importante
    aquí se encuentra una revisión histórica
    de una de las guerras más devastadoras en las
    Américas: La Guerra Civil Norteamericana:
    http://learning.blogs.nytimes.com/2013/11/12/text-to-text-the-gettysburg-address-and-why-the-civil-war-still-matters/?nl=learning&emc=edit_ln_20131114&_r=0

 

 

Autor:

Dr. Félix E. F.
Larocca

 

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