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La semiología: ojos para leer el libro del mundo




Enviado por Luis Ángel Rios



Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. El hombre, como ser
    social, necesita comunicarse
  3. El hombre, como ser
    sígnico, es un intérprete de
    signos
  4. La
    semiología como herramienta fundamental en los
    procesos comunicativos
  5. La
    semiología, ciencia en búsqueda de los
    significados de los signos
  6. Relaciones de la
    semiología con la semántica y la
    lingüística
  7. La
    semiología, una ciencia muy
    útil
  8. La
    semiología en la educación
  9. El lenguaje de las
    relaciones sociales
  10. La
    semiología en el análisis de los
    relatos
  11. La búsqueda
    de las relaciones de sentido de nuestra cultura implica
    interpretar los signos y lo
    símbolos
  12. Bibliografía

Introducción

Desde el nacimiento hasta la muerte vivimos rodeados de
signos que simbolizan. Lo signos nos acechan, nos informan, nos
orientan y hasta nos confunden. Nuestro quehacer es
interpretarlos en búsqueda de su significado con el aporte
de la ciencia de los signos, es decir, con la semiología.
Gracias a ésta, en nuestra interrelación con los
signos podremos interpretarlos y comprenderlos. En la
dinámica comunicativa necesitamos interpretar y comprender
los signos que comunican múltiples significados. Lo que
vemos y oímos nos "habla" constantemente en los
códigos que nos rodean. La semiología nos sirve
como instrumento teórico que facilita la
interpretación de los objetos culturales y sociales. Se
nos convierte en un aparato analítico, riguroso y eficaz
para la interpretación de los discursos sociales. La
semiología es la ciencia de los signos y la ciencia de la
comunicación.

En el presente texto me dispongo a disertar, con el
aporte de especialistas, sobre este saber tan complejo, pero de
palpitante actualidad y capital importancia. Sin entrar en
honduras semiológicas –que es tarea de los
teóricos de la semiología-, pretendo embarcarme en
la difícil aventura de elaborar un escrito que les sirva a
los lectores –profanos en este apasionante universo– para
aproximarse al conocimiento de los signos a través de la
ciencia que se encarga de su estudio. Como en la Red existen
diversos trabajos sobre el particular –algunos con cierta
profundidad-, solamente procuro escribir sobre el tema de manera
sucinta mediante un lenguaje comprensible, de un diletante en
semiología y no de un semiólogo.

Exploro someramente la comunicación y los signos,
enfoco el quehacer semiológico en los procesos
comunicativos, en la búsqueda de significados, en sus
relaciones con la semántica y la lingüística;
destaco su importancia en la interpretación y
comprensión de los signos en nuestra cotidianidad; la
abordo con respecto a la educación; diserto sobre el
lenguaje de las relaciones sociales y sobre la semiología
en el análisis de los relatos (lenguaje textual y lenguaje
cinematográfico); y, finalmente, me sumerjo en las
relaciones de sentido en nuestra cultura saturada de signos y de
símbolos.

Es importante destacar y agradecer el aporte de los
textos consultados, en especial el de "Introducción a
la semiología",
de Alberto Cárdenas y
Héctor Beltrán, el cual orientó y
facilitó mi labor.

El hombre, como
ser social, necesita comunicarse

El hombre, el individuo, el sujeto o la persona humana,
en su quehacer cultural, en aras de poder comunicarse con los
demás hombres, ha tenido que crear o inventar signos y
aprender a "leerlos", interpretarlos o descodificarlos con el fin
de comprender sus significados, tanto de los artificiales como de
los naturales. Como ser social, el hombre necesita comunicarse,
porque quien no se comunica se aliena y se neurotiza. La
comunicación es un presupuesto de su ser personal y una de
sus dimensiones de su ser multidimensional.

La comunicación humana, que es mucho más
que sólo hablar y escuchar palabras, se considera como un
intercambio de signos que contienen un significado. En la praxis
comunicativa se realiza la codificación y la
descodificación de los diversos conjuntos de
códigos, que son sistemas de signos que tienen relaciones
directas e indirectas con los significantes y con los
significados. Los signos tienen una intención
simbólica, es decir, los signos simbolizan. Un
código es un sistema de signos, cada uno con su propio
significado. En ejemplo es el semáforo o la vestimenta.
Como la semiología hace posible la comprensión del
contexto, los códigos (sistemas de signos) son los medios
para poder rescatar el contenido del mensaje.

En la comunicación humana el hombre interpreta
símbolos, porque su mundo es el mundo del símbolo.
"La palabra y, concretamente, el símbolo, se convierten en
el medio que permite comprender y entender la realidad
abstrayéndola, la cual llega a ser el objeto de la
comunicación"[1]. Su mundo es el mundo de
la interpretación de los signos y de los símbolos.
Como los símbolos no tienen un solo sentido, el hombre los
interpreta en función del contexto social, ya que es
éste quien determina los significados. Una bombilla roja,
por ejemplo, de suyo no tiene una significación
determinada; es en un contexto social donde adquiere su
significación particular: un estudio fotográfico,
alarma o situación de peligro, un prostíbulo, una
luz navideña, una señal intermitente en una torre,
un destello utilizado por los automotores para indicar "pare",
freno o anunciar una desviación, etc. "Es, pues, en
función de la realidad como se construyen y se interpretan
los símbolos de la comunicación
humana"[2].

El hombre, como
ser sígnico, es un intérprete de
signos

Como ser o animal sígnico, el hombre vive en un
universo complejo de signos. Además de ser sígnico,
el hombre también es simbólico. El hombre, a
diferencia del animal –que conoce su medio sólo a
través de la experiencia directa-, cristaliza su saber y
sus sentimientos en representaciones simbólicas. El animal
sólo tiene mundo extensional, mientras que el hombre
cuenta con un mundo simbólico. "En cambio, el hombre vive
en el plano extensional y habla de su vida consigo mismo en el
símbolo, bien con palabras, bien con símbolos
carentes de valor verbal, como la pintura, la música y la
danza. El ser humano no se contenta con un conocimiento
extensional, sino que casi no puede prescindir de hablar consigo
mismo sobre lo que ha visto, sentido y
hecho"[3].

Dentro de sus entornos (social, ecológico y
tecnológico) vive rodeado y, en cierta manera,
condicionado y manipulado por signos y símbolos; su mundo
es un universo sígnico y simbólico. En su
cotidianidad se encuentra con diversos signos: verbales,
gráficos, icónicos y gestuales, entre otros. Los
hombres, como seres culturales, somos seres semiológicos.
Nuestro mundo es un rompecabezas gigantesco, una colección
de signos y claves que hay que interpretar porque tienen un
sentido. El semiólogo traduce los mensajes que se
transmiten dentro de una cultura; es como un investigador que
sigue las pistas y llega hasta los signos que nos "hablan"
subrepticiamente. El mundo es una colección de signos y
claves que hay que interpretar en búsqueda de
significados. Como los signos transmiten significados e
informaciones de maneras complejas están en la base del
simbolismo y del estilo personal. Es por eso que un sobrero puede
tener un significado general socialmente, pero también
podría tener asociaciones personales sólo para su
dueño, usuario o poseedor. Pero, ¿qué es un
signo?

La definición de signo es problemática
toda vez que es un concepto polisémico. El Diccionario
de la lengua española
lo define como: "Objeto,
fenómeno o acción material que, natural o
convencionalmente, representa o sustituye a otro objeto,
fenómeno o acción".
El signo es algo que
utilizamos para manifestar otra cosa. Es un objeto material o
imagen psíquica que interviene en el proceso comunicativo,
representando o sustituyendo otro objeto o imagen, para percibir,
conservar, transformar y retransmitir una información
relativa al objeto o imagen representado o sustituido. El signo
es una entidad síquica compuesta por significante o
contenido y significado o expresión. "El significante
(imagen acústica) es la huella síquica que produce
en la mente el estímulo de un signo. El significado es el
concepto que nos formamos después del estímulo de
un significante"[4].

La función de los signos es comunicar. Los signos
son creaciones culturales como instrumentos comunicativos. El
hombre, para expresar pensamientos, acude al lenguaje, es decir,
emplea formas verbales y formas no verbales. "El papel que
desempeñan los signos no verbales aumenta
considerablemente día a día. Carteles, anuncios,
diagramas, mapas, planos, imágenes y multiplicidad de
formas enriquecen los medios que emplea el hombre para establecer
comunicación"[5].

El signo se caracteriza por ser una cosa natural,
convencional, arbitraria y material. La relación entre
signo y referente o significado es indirecta, debido a que
ésta es arbitraria por cuanto no hay vínculo
necesario entre ellos. Entre el signo y el significante hay una
relación causal o natural porque los dos son correlativos.
Entre el significante y el significado existe una relación
de adecuación. "La constitución de un signo exige
ciertos requisitos: la convención o acuerdo de los
usuarios para que tales signos funcionen; el carácter
síquico que involucra sonidos en el cerebro; y una imagen
conceptual que es el reflejo de las abstracciones que hacemos de
la realidad"[6]. Si el signo evoca o representa la
idea de otra cosa, es convencional, "y tiene un carácter
abierto e ilimitado porque siempre se pueden crear nuevos signos
o códigos; de ahí que exista una amplísima
variedad de códigos, de cuyo estudio también se
encarga la semiótica, entre otros: olfativo,
táctil, proxénico, cinésico,
pictórico, musical, paralingüístico y
lingüístico"[7].

La
semiología como herramienta fundamental en los procesos
comunicativos

Toda comunicación o información, emitida a
través de signos verbales y no verbales, requiere de
diversas herramientas metodológicas para comprender sus
significados. Es así que el hombre en sus múltiples
faenas culturales ha creado y recreado, inventado y reinventado
artes o ciencias, como la lingüística, la
filología, la gramática, la hermenéutica, la
exégesis, la lógica, la retórica y la
semiología, entre otras, para comprender el significado de
la infinidad de signos que lo circundan en su universo
sígnico y simbólico. En el campo de la
comunicación, terreno fértil para el trabajo
semiológico, la semiología aparece como una
disciplina que nos permite dar cuenta de la construcción
de los fenómenos sociales, entendiéndolos como
configuraciones significativas. "Es una mirada que permite dar
cuenta de los mecanismos con los cuales, sobre materialidades
diversas, damos sentido a nuestra
realidad"[8].

Para poder comprender esos signos y esos símbolos
o desentrañar el lenguaje y la comunicación que
éstos contienen se requiere, además de las
anteriores, del aporte específico de la semiología
o semiótica, tanto en su aspecto teórico como
práctico. Semiología y semiótica son una
misma ciencia. La primera, que tiene sus orígenes en
Europa, se constituyó sobre el estructuralismo,
que es la teoría y el método científico que
considera un conjunto de datos como una estructura o sistema de
interrelaciones. La segunda, teorizada en los Estados Unidos, se
planteó con fundamento en el positivismo,
conocido como el sistema filosófico que admite
únicamente el método experimental y rechaza toda
noción a priori y todo concepto universal y absoluto, y el
pragmatismo, método filosófico
según el cual el único criterio válido para
juzgar de la verdad de toda doctrina científica, moral o
religiosa, se ha de fundar en sus efectos prácticos. La
semiótica, como herramienta metodológica que sirve
para dar cuenta de los sentidos que construye una sociedad y para
democratizarla, se erige sobre las bases de factores
esencialmente sicológicos y sociológicos, y nos
presta su auxilio en la interpretación crítica de
la significación de los fenómenos sociales. Desde
la semiología se ubica el texto como sistema de
comunicación y se explica la forma de construcción
del mensaje.

Etimológicamente, semiología procede del
griego semeion (signo) y logos (estudio), que
sería estudio del signo; semiótica, del griego
semeion (signo) e ykos (relativo a), es lo
relativo al signo. Entonces semiología o semiótica
es la ciencia, el estudio, la teoría, la disciplina o la
reflexión sobre el signo (códigos, lenguas,
señalizaciones, símbolos, síntomas,
lenguajes, ritos, ceremonias, artes, vestidos, fiestas, emblemas,
escudos, banderas, protocolos, propagandas, juegos, saludos,
ideologías, tradiciones, costumbres, convencionalismos,
espectáculos deportivos, celebraciones religiosas,
construcciones arquitectónicas, culinaria, insignias
militares, alfabeto de sordomudos, formas de cortesía,
títulos nobiliarios, cargos públicos, etc.) en el
seno de la vida social, debido a que el mundo del hombre es un
universo complejo de signos. Semiología es la ciencia que
estudia la naturaleza, la clasificación, la
interpretación y la producción de los signos. La
semiología aborda el problema del significado en su
raíz, descubriendo los elementos y las relaciones que
tienen el significante y el significado. "La semiótica se
ocupa de cualquier cosa que pueda considerarse como signo. Signo
es cualquier cosa que pueda considerarse como sustituto
significante de cualquier cosa"[9].

La semiología es la disciplina dedicada a
estudiar los signos no verbales, es decir, los signos
pictóricos, visuales, cinéticos, escritos, etc. Con
respecto a los signos, ésta se encarga de definirlos,
clasificarlos, dividirlos, caracterizarlos y determinar su
naturaleza, su objeto, su estructura, sus funciones, sus alcances
y sus límites, entre otras actividades que realiza esta
ciencia. "En términos generales, la semiología
tiene por objeto todos los sistemas de signos, cualquiera que
fuere la sustancia y los límites de estos sistemas
–que pueden encontrarse en ritos, protocolos o
espectáculos- constituyen, si no "lenguajes", al menos
sistemas de significación"[10]. En sus
investigaciones semiológicas, Umberto Eco plantea la
existencia de la semiótica general y la semiótica
aplicada. La primera diseña e interpreta las condiciones
de producción de sentido y los modos de obtención
de significación de los fenómenos sociales. La
segunda es la descripción de una gramática de
producción de sentido o de una manera de funcionamiento
textual.

La semiótica se enfoca en la comunicación
humana, y por eso tiene implicaciones sociales. En presencia del
hombre, el signo deja de ser señal porque al ser el
significado del significante se carga inmediatamente de
connotaciones sociales. "Toda señal, en cuanto es
interpretada por el hombre, se convierte en
símbolo"[11]. Eco atribuye a la
semiótica el estudio de los procesos culturales como
procesos de comunicación.

La
semiología, ciencia en búsqueda de los significados
de los signos

La semántica se ocupa de orientarnos en el
esclarecimiento de los problemas del significado. La
semántica, objetivo del hermeneuta o del descodificador,
es la ciencia de los significados.

Entre el signo y el referente no existe una
relación directa, sino que se relaciona por el sentido.
"El sentido es un proceso semiótico fundamental en el
análisis. El sentido, en tanto dirección,
finalidad, o intención, se encuentra, en el nivel de la
enunciación, en el plano del contenido: el significado de
las palabras en una cadena de relaciones de significado entre
varios códigos"[12]. El significado es la
información de una realidad expresada por el signo. "El
significado de un signo es la relación recíproca
entre el signo material y el objeto al cual
presenta"[13].

Entre los modos de significación encontramos la
relación directa entre signo (realidad material) y sentido
(significante); la motivación: relación natural
(analógica o metafórica) entre significante y
significado; la arbitrariedad: no hay relación entre
significante y significado; la monosemia: un solo significado del
signo; la polisemia: varios significados del signo; la
denotación: significado primario u objetivo del signo; y
la connotación: significado secundario o subjetivo del
signo. La denotación supone siempre un primer lenguaje con
sus significantes y sus significados. La connotación es un
segundo lenguaje que engloba al primero, pero con un significado
simbólico. La connotación no es más que la
forma de la denotación. "Tanto en el lenguaje articulado
como en el cinematográfico se puede hablar de un primer
sentido (el sentido literal) que se comunica inmediatamente a
través del signo, y de un segundo sentido (el sentido
profundo) que se expresa a través de la manera se organiza
y presenta el primero"[14]. Todo mensaje tiene una
jerarquía de intencionalidad con varias escalas y
posibilidades de interpretación que van desde niveles
superficiales a ni niveles profundos.

Un signo es algo que transmite un significado. En el
ejemplo del fuego se aprecia cómo funcionan los signos. El
humo es un indicio del fuego, la fotografía del fuego es
el ícono del fuego y la palabra fuego es un signo del
fuego. Un signo es cualquier cosa que evoca o representa la idea
de otra. Es cualquiera de los caracteres usados en la escritura.
Es la asociación de un significado, o un contenido
semántico, y de un significante, o expresión. El
signo lingüístico, uno de los muchos signos, es una
entidad psíquica de dos caras, formada por la unión
de significante (imagen acústica) o contenido y
significado (concepto) o expresión. El significante del
signo lingüístico es el conjunto de los elementos
fonológicos de la serie de sonidos que lo forman, por
ejemplo, el significante de la palabra niño sería
n+i+ñ+o. El significado del signo lingüístico
es el concepto o idea que evoca en la mente el significante.
"Pues bien, el signo, en cuanto signo, es correlativo, paralelo y
eco de la cosa significada, la fotografía de lo
fotografiado, la imagen de la realidad imaginada, la semejanza de
lo semejante, el indicador de la cosa indicada, la señal
de lo señalado. Por ello, conocer en su totalidad un signo
no es conocerlo solamente en sí mismo sino además
conocer la cosa significada. El conocimiento de una
fotografía no se limita a los elementos físicos,
químicos, visuales y demás, sino que nos traslada
al paisaje o persona
fotografiados"[15].

Relaciones de la
semiología con la semántica y la
lingüística

La semiología, en su estudio del signo, se
relaciona con otras ciencias como la sicología, la
sociología, la sociolingüística, la
filosofía, la antropología, la
fenomenología, la etnología, la
epistemología, la semántica y la
lingüística, entre otras. En este documento solamente
reseño su vínculo con las dos últimas, sin
desconocer que también comporta profunda relación
con otros saberes como la sintáctica y la
pragmática.

El signo, cuyas finalidades es manifestar otra cosa, ser
vehículo del pensamiento y la realidad y ser un elemento
del proceso de significación, es tridimensional, y por eso
se relaciona con la semántica, la sintáctica y la
pragmática. "Texto es un artificio sintáctico
– semántico – pragmático cuya
interpretación está prevista en su propio proyecto
generativo, sistema de nudos o amalgamas donde se articula y
manifiesta todo el tejido de marcas, rasgos o prioridades que lo
explicitan"[16]. En concepto de Rosario
Moñalich Suárez, "cada texto constituye una unidad
organizada en partes dotadas de sentido e intención
comunicativa que se caracteriza por su cierre semántico y
para su comprensión se acude a pistas gráficas,
sonoras, icónicas y otras"[17]. La
semiótica o la semiología consideran el signo desde
tres puntos de vista o tres direcciones, es decir, desde la
tridimensionalidad. La dimensión semántica o
referencial se ocupa de asociar un significante con un
significado; es la resultante de la dimensión
sintáctica. La dimensión semántica logra su
profundidad en sus funciones emotiva, connotativa y
poética gracias a la dimensión pragmática.
La pragmática (o los actos del habla o los actos
lingüísticos) es el estudio de los signos en
relación con los usuarios de éstos. La
pragmática es la ciencia que analiza los contextos
significativos y las acciones del emisor y del receptor. La
dimensión sintáctica tiene que ver con la
relación formal entre los signos con independencia de las
personas que hablan y las relaciones con las cosas significadas.
La dimensión pragmática o relación con los
contextos tiene su íntima relación con la
producción y uso de los signos. En concepto de Charles
Morris, la pragmática, en el universo semiológico,
"trata del origen, usos y efectos producidos por los signos en la
conducta dentro de la cual aparecen"[18]. La
semiótica, que habla de índices, símbolos e
iconos, orienta su interés en la triada
semántica-sintáctica-pragmática: con la
semántica estudia la relación entre los signos o
los objetos a los que se refiere; con la sintaxis estudia las
relaciones de los signos entre sí; y con la
pragmática toma en consideración los nexos entre el
signo y quien lo interpreta o descodifica.

La semántica es la ciencia de los significados.
Es el estudio del significado de los signos
lingüísticos: palabras, expresiones y oraciones. La
palabra semántica procede del griego semaino
(significar) e icos (relativo a). "El término
semántica (del griego semantikos, "lo que tiene
significado") se refiere a los aspectos del significado, sentido
o interpretación de signos lingüísticos como
símbolos, palabras, expresiones o representaciones
formales"[19]. Según Jakobson, la
semántica es el estudio de la significación y la
investigación de los diferentes tipos de significados. "La
poesía se basa en el signo verbal como tal. Esta
característica de la poesía está centrada en
el sonido, el significado y su interrelación. La
semántica es un constituyente vital de la poesía y,
por lo tanto, de su análisis científico, que se
denomina poética… La visión semántica
debe ser cuidadosamente considerada en lo que atañe a los
componentes fonémicos, morfemas, palabras, estructuras
sintácticas, frases y, por último, en la
segmentación del discurso"[20]. El
significado es siempre algo más amplio que lo que se
muestra en la apariencia inmediata.

La semántica, que interpreta signos como figuras,
símbolos, códigos alfabéticos,
numéricos, alfanuméricos, colores, entre otros,
proviene del griego, nos brinda su valioso aporte en la
obtención del significado de los signos. La
semántica, la ciencia del contenido del mensaje, es
componente importante en la lingüística, y por tanto
de la semiología. La semántica se relaciona con lo
epistemológico, lo sintáctico con lo lógico
y lo pragmático con el uso y la acción. Como la
relación o dimensión semántica se relaciona
con el objeto, la sintáctica con otros signos y la
pragmática con los usuarios, es necesario interpretar los
signos desde esta trilogía o triada, de manera
interdependientes, para evitar significados encubridores o
enmascaradores de la realidad que nos impiden interpretar las
motivaciones, las convenciones, los intereses ocultos en los
mensajes, las informaciones o significados de los signos, de
acuerdo con la potestad de quien los crea o manipula. "Al
interpretar un complejo sígnico no es suficiente averiguar
qué dice (enfoque semántico-sintáctico),
sino también qué no dice, qué hubiera podido
decir, qué quiso decir en las circunstancias en que los
signos fueron emitidos"[21]. Para que los signos
sean comprendidos tiene que existir una relación entre la
semántica, la sintaxis y la pragmática, debido a
que la finalidad de acercarnos a cualquier signo es la
comprensión. "Comprender es descubrir el sentido de un
objeto cultural; y descubrir su sentido es hallar la
relación de los signos que constituyen dicho objeto con
los propósitos del hombre. La comprensión es lo
mismo que el análisis pragmático de los signos; y
análisis pragmático es lo mismo que
interpretación teleológica".[22] Los
lenguajes o sistemas sígnicos del saber o
epistemológicos representan las relaciones entre los
elementos del mundo objetivo, y pretenden la
representación de la estructura de la realidad, al margen
de la sensibilidad. "Todo discurso científico es un cuerpo
de signos, que, como todo sistema sígnico, posee una
sintáctica, una semántica y una pragmática.
Del aspecto sintáctico de la ciencia se ocupa
especialmente la lógica; del semántico, la
epistemología; y del pragmático, la
sociología de la ciencia. En cuanto a la
semiología, aun cuando está en capacidad de
integrar los tres tipos de relaciones, se ha especializado hasta
ahora en el estudio de las relaciones entre significantes y
significados de los lenguajes
científicos"[23].

Con respecto a su relación con la
lingüística, que es la ciencia encargada del estudio
científico del lenguaje como medio de comunicación
y como sistema de signos, con el fin de conocer su naturaleza y
su estructura, encontramos que tienen profunda implicación
y no se ha determinado con precisión si la
semiología es parte de la lingüística o
ésta es parte de la semiología. Lo cierto es que la
semiología estudia el singo en general y la
lingüística el signo lingüístico; es
decir, las se ocupan del signo. El objeto de la semiología
es el estudio general de todos los sistemas de signos; como tal,
engloba a la lingüística, según la propuesta
de Ferdinand Saussure. "La tarea del lingüista es definir lo
que hace de la lengua un sistema especial en el conjunto de los
hechos semiológicos"[24]. Éste
señala que el problema lingüístico es ante
todo semiológico. En opinión de Roland Barthes es
una la parte de la lingüística que tiene por objeto
del estudio de las grandes unidades significantes del
discurso.

La semiótica, tal como lo propuso Pierce, es la
ciencia encargada de del estudio de los signos, similar a la
semiología propuesta por Saussure. La semiología
estudia el signo, y éste es un concepto de la
lingüística, que también es una ciencia
relacionada con el análisis de la actividad humana. La
lingüística, cuya tarea fundamental consiste en el
esclarecimiento de la relación entre significado general
de un signo verbal y su contexto, se relaciona con la
semiología porque el problema lingüístico es
fundamentalmente semiológico, y todo sistema
semiológico se coimplica con el lenguaje, que es el
conjunto de signos para representar el universo. Las reglas
establecidas por la semiología se podrán aplicar a
la lingüística, según el proyecto de
Saussure.

Se encontrarían más relaciones en que la
semiología estudia todos los posibles sentidos
transmitidos a través del lenguaje, a nivel de las
estructuras profunda y superficial. También porque la
semiología ayuda a estudiar los signos a nivel
lingüístico; teniendo implicaciones evidentes con la
gramática, especialmente con la sintaxis, la
semántica, la fonética, la morfosintaxis,
etc.

Su relación es evidente en el análisis
literario porque nos ayuda a encontrar el sentido profundo de las
lecturas. Igualmente, se patentiza como complemento o auxiliar
para entender el uso del lenguaje; y al profesor le sirve en la
enseñanza de la escritura y la comprensión e
interpretación de textos.

La
semiología, una ciencia muy útil

Como nuestra sociedad capitalista, pragmática,
utilitaria y consumista –donde impera la racionalidad
instrumental- exige que los saberes sean prácticos, en
función de los resultados para satisfacer la demanda de la
competitividad, es pertinente tratar de demostrar la utilidad de
las ciencias y de otros saberes, so pena de pasar como
conocimientos inútiles. La semiología
también debe demostrarle a los "utilitarios" que es
útil.

La semiología, indiscutiblemente tiene profusa
importancia. Estamos rodeados de todo tipo de signos que nos
están "diciendo" infinidad de cosas que es necesario
interpretar para un mejor existir; signos que podemos comprender
con el valioso aporte de la semiología o semiótica
(estudio de los signos), que es una ciencia de los modos de
producción, funcionamiento y recepción de los
diferentes sistemas de signos de comunicación entre
individuos y colectividades.

Nuestro mundo está rodeado de signos que, de una
u otra manera, nos afectan, nos impresionan y nos comunican,
difunden o trasmiten informaciones evidentes o tácitas. La
realidad es un "texto" que hay que interpretarlo y comprenderlo
para no "perdernos" en ella. Cada signo impreso en ésta
nos brinda diversas informaciones para orientarnos o
desorientarnos; haciendo que siempre estemos expectantes para que
no nos engañen los sentidos y el entendimiento y las
percibamos equívocamente, convirtiéndonos en
instrumentos u en objetos de esa realidad hábilmente
manejada por quienes tienen interés de manipularla y, de
paso, manipularnos. Gracias a la ayuda de la ciencia de los
signos interpretamos éstos y evitamos la
instrumentalización y la manipulación. "El sabio
deberá someter a crítica, con la mirada puesta en
la realidad, su propio lenguaje y el de los demás, pues la
duplicidad encubridora, el equívoco, etc. se agazapan de
continuo en las palabras"[25].

La semiología nos permite una correcta
interpretación objetiva de la realidad, no del sujeto;
interpretación a partir de sus manifestaciones objetivas y
no como nosotros queremos acomodarla; porque no vemos las cosas
como son en realidad sino como somos nosotros o como los
demás quieren que las veamos. Así mismo,
identificar, interpretar y analizar los signos de nuestro entorno
para ubicarnos en nuestra realidad, comprometiéndonos con
la transformación y mejoramiento de
ésta.

La semiología, como disciplina que se ocupa del
estudio comparativo de los sistemas de signos, desde los sistemas
de señalización más sencillos hasta los
lenguajes naturales y los lenguajes formalizados de la ciencia,
puede transmitir una comunicación o la expresión de
un sentido; hacer posible que el "oyente" o el lector comprenda
una comunicación transmitida, e inducir a una
acción, influir emotivamente, etc. La semiología
facilitará hacer correcto uso de las señales de
tránsito, por ejemplo, en nuestras agitadas ciudades
"grises", para acatarlas cómo debe ser y no como queremos
que sea; de lo contrario, las consecuencias son apenas obvias. Si
bien es cierto que no se necesita ser un "semiólogo" para
entenderlas, sí es innegable que el concurso de la
semiótica es una herramienta valiosa para su mejor y
adecuada comprensión. Un ejemplo práctico de la
actividad semiológica la encontramos en el tradicional
semáforo, por cuanto la trilogía de luces son
señales que "tienen significaciones diferentes y son
sustitutivas, dentro del tránsito, de las funciones que un
fiscal cumple en una comunidad"[26].

La capacidad de comprender los signos es una herramienta
útil, por ejemplo, para las personas que trabajan en
publicidad, que utilizan la semiología para crear sus
mensajes; también para el público, que debe
aprender a resistirse a los mensajes ocultos del anunciante, que
de no estar verdaderamente alerta podrán alienarlos y
manipularlos con sus fútiles anuncios que pretenden
decirles qué comer, qué vestir, qué pensar,
cómo actuar y cómo ser.

Aquí es importantísima la ayuda de la
semiología para evitar que el consumismo nos envuelva en
su amplio manto y nos deshumanice, perdiendo nuestra
autonomía y autenticidad, y de paso encontrar
lógica la inversión de valores que nos hacen ver y
apreciar a las personas por lo que tienen o por lo que se ponen,
por sus apariencias, y no como en realidad son ellas. Es
fundamental la semiología, en ésta y muchas
circunstancias, para ser uno mismo, una de las más
difíciles tareas del ser humano.

La semiología responde en nuestro tiempo a una
necesidad precisa: la propia historia del mundo
contemporáneo. El hombre necesita acudir a la
semiología porque en nuestro "espacio estimúlico" o
entorno (conjunto de las cosas que nos rodean y percibimos
sensorialmente) nos encontramos con múltiples y
complejísimos signos y símbolos –de manera
evidente o tácita- y todo tipo de significados (muchas
veces "indetectables" a pesar de ingentes esfuerzos). La
semiología, además de ser una forma de analizar la
lengua y una manera de leer textos, es una invitación a
"leer el mundo" como si fuera un texto. "Aunque no este escrito
en ningún lado que la finalidad práctica de la
semiótica sea transformar el mundo, el pensamiento
crítico acerca de la realidad que implica la mirada
semiológica es un modo de cambiar actitudes pasivas y de
forzar, desde esa nueva mirada, una duda permanente sobre todos
los valores heredados"[27]. Ella nos enseña
en qué consisten los signos y cuáles son sus leyes.
Su palpitante interés es tanto que algunos afirman que nos
sirve para "movernos en el mundo". Nos sirve para descubrir lo
que las cosas significan e interpretar el mundo. La finalidad
última de la semiología es la búsqueda de
significados para comprender el mundo que nos rodea. Significado
es, según el diccionario, el concepto que, como tal, o
asociado con determinadas connotaciones, se une al significante
para constituir un signo lingüístico. En aquella
asociación, pueden dominar los factores emotivos, hasta
hacerse casi exclusivos como en el caso de la
interjección.

Es importante para el examen de las obras literarias,
musicales y artísticas, por ejemplo, como sistemas de
significado que hay que descifrar y con los cuales hay que
experimentar, en lugar de como obras del genio creativo que hay
que valorar.

Como el significado del libro depende de los
códigos, más que del autor, independiente de las
intenciones de éste, es necesaria la semiología. Es
así como podemos percibir que la novela "En nombre de la
rosa", de Humberto Eco, nos muestra cómo su personaje
principal (un monje) emplea métodos semiológicos
para investigar una serie de asesinatos espeluznantes y
desconcertantes ocurridos en un monasterio. En el cine,
igualmente, se ha hecho sentir mucho la influencia de los
conceptos semiológicos, como en el caso de "La Guerra de
las galaxias", por ejemplo.

Charles Morris, estudioso de la semiótica, a
continuación nos muestra cómo es de importante
ésta en los diversos momentos de la vida
social:

Todo individuo que haya considerado los fenómenos
de signo desde el punto de vista de la semiótica
debería haber tomado conciencia de lo importante que
resulta distinguir los diversos modos de significar y los varios
empleos a que pueden sujetarse los signos. Todo aumento en tal
conciencia debiera ampliar la capacidad individual para utilizar
los recursos de signo que la cultura pone a nuestra
disposición. Se aprecia así la importancia crucial
de la ciencia, al proveer información fidedigna sobre uno
mismo y sobre el mundo, una información en interés
propio y un factor poderoso para originar y rectificar
apreciaciones y prescripciones. Al mismo tiempo, estará
capacitado para moverse entre tipos de discurso que no sean el
científico para utilizar los recursos de la
ficción, la poesía, la mitología, la
religión y la filosofía en la dirección y
orientación de su vida. Porque la vida como actividad no
puede contentarse con mera información; necesita elegir
los objetos con los cuales ha de entrar en contacto y requiere la
elaboración de técnicas adecuadas para entrar en
relación con dichos objetos. Únicamente el
individuo que aprovecha los signos de los artistas, los profetas
y los filósofos, tanto como la información que le
suministran los hechos de ciencia, se encuentra viviendo al nivel
de una individualidad compleja. Quizá la tarea más
importante que pueda hoy realizar la semiótica consista en
demostrar el papel fundamental que desempeñan en la vida
los signos no científicos, pero haciéndolo de tal
manera que no reduzca en lo más mínimo la capital
importancia de la ciencia.

EI conocimiento de los signos también puede
servir para que el individuo no permita que lo exploten los
demás. Desde la cuna hasta la tumba, desde que se levanta
hasta que se acuesta, el individuo de hoy se halla rodeado por
una interminable red de signos, mediante los cuales procuran los
demás adelantar sus propios objetivos. Se indica lo que ha
de creer, lo que debe aprobar o desaprobar, lo que debe hacer o
evitar. Si no se pone en guardia se transforma en un verdadero
robot manipulado por signos, pasivo en sus creencias, sus
valoraciones, sus actividades. El desarrollo de la radio, la
prensa y el cine permite la enorme extensión de una
influencia que en lo esencial no difiere de la hipnosis. La
conducta se torna así estereotipada, monótona,
compulsiva y patológica. La semiótica puede servir
como antídoto contra esta explotación de la vida
individual. Cuando el individuo hace frente a los signos que se
le presentan con un conocimiento de cómo operan los
signos, le es más fácil defenderse contra la
explotación por parte de los demás, así como
está mejor capacitado para colaborar con ellos, cuando tal
cooperación se justifica. Si se pregunta qué
especie de signo le sale al paso, con qué propósito
se lo emplea, qué pruebas hay de su verdad y
adecuación, su actuación se transformará de
respuesta automática en conducta crítica e
inteligente.

Por idéntico camino, el individuo puede hallar en
la semiótica una defensa contra su propia
auto-explotación por signos inadecuados y
patológicos (…) Hay mecanismos poderosos que
impiden que el individuo descubra en sí mismo la
existencia de tales signos, si no lo hacen imposible, pero la
comprensión de cómo y por qué se hacen
inflexibles los signos es por lo menos un arma para combatir
dicha inflexibilidad. EI individuo que se problematiza la verdad
y la adecuación de sus signos, los fines a que lo
guían sus signos favoritos, y las zonas de su vocabulario
de signo, que se resisten especialmente a dejarse explotar,
está al menos mejor capacitado para señalarse sus
propias técnicas de auto-explotación, con lo que
hasta cierto punto logra infundir a sus procesos una flexibilidad
que refleja la salud individual y la promueve.

(…) La semiótica puede facultar al
individuo para que juegue su papel en su manera irremplazable
dentro de la transmisión y transformación de la
estructura de los signos de la que dependen el individuo y la
sociedad complejos para su existencia y su continua
evolución (…)[28].

Como se puede apreciar, la importancia y ámbito
de aplicación de la semiología es sumamente amplio,
porque nos facilita la búsqueda de la verdad, esa verdad
tan ansiosamente buscada y a veces tan esquiva, que es necesario
hacerla brillar en este oscuro limbo para que nos ilumine el
camino que nos conduce a ser nosotros mismos, a ser
auténticos, a ser personas en todo el amplio sentido y
connotación profunda del término, y no instrumentos
u objetos de nadie, porque el hombre es demasiado grande para ser
pequeño.

La
semiología en la educación

En el sistema educativo de una sociedad
democrática (cuya finalidad es –para muchos-
trasmitir la cultura para perpetuarla) es imperativo cultivar la
semiología para conocer el amplio y complejo universo
sígnico y simbólico, desarrollar habilidades
interpretativas de los signos que operan en nuestra vida social,
y evitar la manipulación de quienes crean, poseen y
manipulan los signos.

El docente de lengua materna o nacional, mediante un
lenguaje no técnico, puede enseñar cómo se
deben estudiar los diferentes signos presentes en los lenguajes
verbales y no verbales. Como las informaciones que captamos con
los sentidos nos llegan a través de las palabras, las
imágenes, los símbolos, las señales y
demás convenciones sígnicas los estudiantes
necesitan cultivar ciertas habilidades en el reconocimiento y
manejo de los signos, determinando sus propósitos,
funciones y finalidades. Los discentes, si quieren aprender a
interpretar, desinterpretar y reinterpretar los signos para no
dejarse manipular por el poder de éstos, necesitan
adentrarse en el problema general del signo, estudiarlo y conocer
su doctrina.

El profesor que se interesa por la educación
semiológica toma conciencia de la importancia del lenguaje
en la interacción entre los estudiantes, debido a que su
quehacer docente se desarrolla a través del lenguaje
verbal y no verbal, es decir, de los signos. "En medio de dicha
interacción se originan los signos (íconos,
índices y símbolos) los cuales se forman, se usan,
se reforman, se modifican y consumen permitiendo la
representación de ideas, la explicación de
conceptos, la comunicación de fenómenos y,
consecuentemente, la construcción del
conocimiento"[29].

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