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Abogado de Testamento (Novela)




Enviado por Mauricio Uribe



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11

  1. Prólogo
  2. Cuerpo de
    Amatista
  3. Angustia de
    Amanecer
  4. Dinastía de
    amor
  5. Apariencia
    Celestial

Prólogo

Este "texto" es de una singular evasión. Sus
protagonistas son abstractos pero reales. Dios procede de esta
manera.

El protagonista vive, agónicamente, pero es
abogado de élite. ¿De qué manera
podría explicar yo el "texto"? La respuesta es sencilla:
¡novelando!

"Abogado de Testamento" es Liturgia de Dios en
sacramento de las clases benefactoras de Chile.

Este "texto" es circular pero culmina
paradójicamente. ¿Qué es la Vida?, me he
pregunto: ¡La Vida es "Abogado de
Testamento…"!

"Esperanza, fe, amor", son los condimentos del drama
narrativo de este "texto".

¿Habrá formar de evitar pensar en Dios
leyéndome?; pues bien: no lo habrá.

Mauricio Uribe

Abogado de Testamento

Primer Libro

Cuerpo de
Amatista

Capítulo Uno

Cristian Undurraga conversa animadamente. Su
interlocutor es funcionario de fiscalía. No reproduciremos
su diálogo. Por tanto: habremos de utilizar la
imaginación. Cristian Undurraga bebe café. Aroma a
cafeína esparciéndose por la oficina de abogados en
un céntrico edificio de Vitacura. Me cuesta concentrarme:
la luz es opaca y se propaga a una velocidad celestial. La luz es
diáfana y nos cubre con sutilezas que sorprenden al
narrador: la luz es carisma, la luz es un ángel que
custodia nuestras vidas, la luz es un lapicero a tinta sobre un
escritorio elegantísimo, la luz es Dios. Me sobrecoge
pensar en Undurraga. Me sobrecoge el funcionario de
fiscalía; hombre sin destino, opaco, apagado, comprando a
crédito todo lo que su vida puede comprar: un auto, un
televisor último modelo, un refrigerador de dos cuerpos,
una cama acogedora, una esposa, tres hijos estudiando en colegios
subvencionados. El funcionario de fiscalía no tiene nombre
ya que no es un individuo, es un funcionario del Estado.
Undurraga le sirve un café: se apaga la sed de
clarividencia del narrador. Su vida (la vida del narrador)
culmina en la garganta del funcionario de fiscalía
qué eructa sin poder evitarlo. Undurraga sonríe.
Qué mal educado este tipo… La secretaria
es prontamente llamada. "Su secretaria". Hembra táctil de
treinta años. Buen aspecto, dactilógrafa, excelente
remuneración, casada, sin hijos. La habitación es
amplia, decorada sutilmente. Aire acondicionado. El funcionario
fiscal se sorprende de la belleza de la secretaria. En su mente
un piroto: Qué linda esta mujer Undurraga
está acostumbrado a las mujeres guapas. Toda su vida ha
vivido rodeado de féminas. Undurraga es soltero, treinta
años. Es abogado. Buen pasar. El narrador impela las
palabras para describir lo inenarrable. El narrador se esfuerza
hasta límites indescifrables. Undurraga bebe su
café. Tiene tanto trabajo. El fiscal se atormenta. Lleva
años trabajando para el Estado y su pobreza es
franciscana. No tiene envidia. Sólo cierta avaricia de
poseer al menos una secretaria, bella, bien formada. Las
secretarias de fiscalías son morochas, bajitas y gordas.
No cuidan la estilística. Las secretarias estatales son
mal pagadas. Un correo de texto impresiona a Cristian. Son malas
noticias, no podrá almorzar. Deberá asistir a
tribunales. Causa perdida, según él. Pero Undurraga
es un abogado experto. Se excusa por un momento. Responde el
correo electrónico. "Querido, la coima es cosa de
gasto fatuo. Un narcotraficante de cuantía es costoso. Le
darán al menos dos años de cárcel. Pero no
remitida. Se despide. Víctor Hugo".
El ordenador de
Undurraga no puede ser cifrado por policía internacional.
Ya que Undurraga ha contratado a un experto en la materia.
Undurraga borra los mensajes. Realiza un drenaje de su ip. Nadie
jamás sabrá lo que ha escrito. Cristian enciende el
televisor, que, en la pared, alumbra. Es un plasma de gran
dimensión. Están dando las noticias. Me tengo
qué marchar. Unos y minutos y basta…
El
pensamiento de Undurraga es abarcador. Un delincuente de poca
monta le necesita. Fernando Morales. Le han descubierto
delinquiendo en Paseo Ahumada. El negocio de vender armamento
ruso; es buen negocio pero peligroso. Fernando Morales, por
consejo de su madre, ha decidido congelar sus activos pero
sólo por dos meses. Las pandillas necesitan balas y
Morales entrega calidad rusa. Un tonto, dejarse atrapar
cartereando. ¿No tendrá acaso ahorros en el banco?
Todo se lo gastan, estos traficantes "picantes" de la Pincoya.
Undurraga está enojado. Ha cobrado cinco millones por
defenderlo. Celestina González ha discutido con Undurraga
pero Cristian es categórico. "Una estupidez se paga caro".
El funcionario de fiscalía espera coima mientras la
secretaria espera una orden.

-Puede retirarse, señorita…

-Gracias, don Cristian.

Mi jefe es un triunfador… me agradaría
acostarme con él… pero… yo estudié en
un instituto profesional, gano buen dinero… ¿Le
gustaré? Yo creo que no… jamás me ha mirado
de modo coqueto… debería buscarme un amante pero,
¿dónde? Gano bastante, estoy casada con un hombre
aburrido… en un barrio pobre de la periferia de Santiago.
Soy joven… intentaré seducirlo… no puedo
quedar embarazada. Mi marido es infértil. Estoy aburrida
de estar casada. Sí. Merezco algo mejor. Merezco a mi
jefe…

Cristian se levanta de su sillón acolchado de
color negro. Le entrega un cheque por cien mil pesos al
funcionario. ¿Tan poco dinero…? El
funcionario no protesta, es coima. La vitalidad de la vida nos
hace estremecer. La vitalidad del ordenador que, nuevamente,
envía un mensaje cifrado. "Evo Morales atacará
Chile esta semana
". La causa de los indios y el litigio
ancestral por la salida del mar de Bolivia. Undurraga no trafica
cocaína, tampoco la ha probado, Undurraga busca
éxito laboral, vivir en una casona con empleada
doméstica y chofer. Casi todo lo ha conseguido, menos el
chofer.

-Puedes retirarte…

El fiscal piensa pero su pensamiento no es
coherente.

Quinientos mil es lo qué
merezco…

-¿Qué te sucede? Estoy ocupado.

El funcionario intuye. Pedir es muerte para
él.

Se despiden.

Undurraga se sienta a escribir en su ordenador. Escribe
durante quince minutos una extensa carta. Los narcotraficantes de
Iquique le necesitan. Buscan a Cristian con simpatía. Pero
Undurraga intuye que Evo Morales es un árbitro mal pagado
de la mafia mexicana. Evo Morales no tiene ejército.
Undurraga piensa. Está absolutamente seguro: es una trampa
de policía internacional. Evo Morales es un indio y
Presidente izquierdista indigenista. Evo Morales provoca a Chile.
Evo Morales provoca pero no es tonto. Undurraga descifra el
código. Escribe mentalmente. "Les voy a meter bala a
estos cholos de policía internacional".
El trabajo de
Cristian es peligroso. Acecha la maldad. ¿Dónde
comienza el límite? ¿Dónde termina la
frontera de la realidad? Despacha el correo electrónico.
"No me interesa la política exterior de Bolivia".
Escueta renuncia a una supuesta ganancia de cien millones de
dólares. Undurraga no es tonto. Tiene sus contactos. Toma
su teléfono satelital. Llama a Bolivia. Cuelga tres veces
desbloqueando su sistema de entrega. Nadie podrá
escucharlo, ni grabarlo. "Intentaron ponerme una trampa. Son los
polis de tu país. Buscan entregarme… Los quiero
muertos…" Nadie responde. Ya que todo es sueño.
Tres negros cholos bolivianos vestidos de travestis aparecen
degollados: son policías antinarcóticos. Evo
Morales no investiga. Evo Morales fanfarronea con quitarle
Antofagasta a Chile. Undurraga guarda su "equipo" en una caja
fuerte. Desconecta su buscador de personas. En quince minutos ha
decretado la muerte a tres funcionarios internacionales. Nadie
investigará (ya que la luz aún no colma el
espíritu de Undurraga. Pero la luz le persigue). Arregla
su corbata. El traje en su lugar. Toma las llaves del auto. Es
temprano pero le ha dado hambre. Llama a su secretaria. Le pide
un "hot dog". Lo mastica, lo saborea, lo deglute. Undurraga se
lava los dientes. Orina. Un mundo pletórico de
éxito a sus treinta años. Embriaga su Mercedes
Benz. En tribunales lo espera un juez bastante eficiente, un
fiscal anómalo y un estúpido traficante de armas
rusas, que, por torpezas ha cartereado a una dama de ochenta
años. Dama que lo ha denunciado. Undurraga llega
adelantado: un fósil inscrito en tribunales de
Chile ostenta la entrada del recinto. Nadie sabe, nadie lee,
nadie se acoge a las reglas. Todos pagan coima en este
país. Fernando Morales está nervioso. Lleva dos
días bajo arresto. Es un "capo". Nadie le ha molestado.
Pero se dice que el juez sospecha de él. Que tiene pruebas
y que le inculpará de asesinato si es necesario pero que
de la cárcel no se salvará. La dama de ochenta
años respira quejosamente. Viste un abrigo de piel en
pleno verano. El calor es sofocante pero la dama es
arrítmica. No tiene sensación térmica. El
juez le mira piadosamente. Undurraga se da cuenta. Pedirá
cárcel remitida. Dos meses. Pero, seguramente, el juez se
vengará de tantos casos perdidos. Seguramente Fernando
Morales dormirá un año bajo la protección de
gendarmería. Qué contradicción tan
vital.

El juez comienza la sesión. Todos muy serios. El
juez habla, no escucha. El juez quiere castigar.

Undurraga se declara culpable. Una indemnización
podrían pagar.

-¿De cuánto estamos hablando? -pregunta la
señora.

-Cien mil pesos.

Extrañamente la dama acepta. El juez protesta
pero la octogenaria no acusa. Más bien desconoce a
Fernando Morales.

-Es que soy tan vieja…

Undurraga se acerca al juez.

-Ha perdido nuevamente.

El juez se irrita pero calla.

Fernando Morales es retirado por gendarmes. Su madre lo
abraza. Ha gastado una fortuna por defender a su hijo.

¿De qué modo funciona la justicia?
¿De qué manera hay paz? Yo dudo: por tanto
existo.

Un juez que intenta incriminar. Un juez que vive
alegremente decretando. "¡Cárcel para el
delincuente!" Yo vivo feliz esperando el porvenir. Undurraga se
acerca a la dama en cuestión. Un cheque al portador. La
dama sonríe. "Usted sí qué es caballero". La
dama se retira feliz de haber convivido con maleantes. Undurraga
vuelve a la oficina. Le ha dado hambre. Un individuo de
extraña apariencia le espera. Pero Cristian no quiere
atender a más traficantes. Está hastiado. La
secretaria insiste. El hombre es un santo, ha dicho Marisol Vera,
no come, no duerme, no ve televisión. Undurraga se ha
sorprendido de las tontas palabras. Pero, efectivamente, el
hombre es un santo: ¡Es un bombero! Undurraga no coopera
con la Comandancia. El hombre tiene un problema. Han chocado a un
civil mientras conducían a extrema velocidad en busca de
un incendio. Undurraga está cansado. Cristian cobra muy
caro como para atender a gente que no recibe estipendio por su
trabajo. Los bomberos en Chile trabajan gratis. Un instinto de
supervivencia atosiga a Undurraga. Le pide a Marisol que baje la
temperatura. Hace tanto calor. La secretaria obedece. Hay tres
mafiosos esperando a Cristian. Pero el bombero ha llegado
primero. Undurraga está cansado. Debería
"jalopearse" pero no es adicto a la cocaína. Sólo
cerveza. Desea mantenerse cuerdo en la vida y en la muerte. El
bombero tiene unos ojos magnéticos. Los mafiosos le
quieren asesinar (por costumbre nada más). La secretaria,
qué es cándida, nada sospecha. Para ella
sólo son hombres mal agestados. Marisol Vera habla con su
jefe. Sus entrepiernas se humedecen. Se da cuenta y se
avergüenza de su intimidad. Realmente está loca por
su jefe. Lleva casada varios años pero su marido,
qué es chofer de taxis, es trabajólico. Pocas veces
hacen el amor. Menos llegar al éxtasis. Su marido es un
fiasco. Undurraga bebe agua mineral. Su oficina está
impecablemente. Lo siento se dice. El bombero deberá
esperar…

Los mafiosos se burlan del hombre.

-¿Qué desean?

Los mafiosos hablan en jerga:

-Ya supimos de los travestis y buscamos a un abogado que
tenga cojones. Tú los tienes y nos agradaría que
nos protegieras. Siempre es bueno contar con un jurisprudente que
tenga coimeado a jueces, letrados, abogados penalistas,
¡qué sé yo!, queremos inmunidad… somos
obreros de la construcción y podríamos pagarte cien
mil pesos diarios por tus servicios. No importando si nos
enredamos plantando ladrillo o enterrando cemento. Nos dedicamos
al rubro de las exportaciones. Vendemos plátanos.
¿Comprendes?

-Es muy poco lo que ustedes me ofrecen. El triple o
nada.

El bombero se impacienta. La necesidad de luz es enorme.
El bombero se precipita, se incomoda, detesta esperar, el bombero
no apaga incendios, el bombero en finisecular.

La secretaria le ofrece un café.

-Sólo déme agua.

La intensidad de la vida nos sofoca el alma. Los
mafiosos aceptan. Firman un pagaré. Los mafiosos son
horrendos de cutis. Viven en casas "callampas" pero tienen
parcelas de agrado en Villa Alegre. Sus autos son blindados y de
niños sufrieron hambre y persecución durante la
dictadura. Fabricaban armas hechizas y las vendían entre
los izquierdistas. Los hermanos "Cara de Puta" hicieron una
fortuna. Ahora se dedican al rubro de la construcción,
según ellos. Pero no viven como obreros. Viven como
gerentes.

Los "Cara de Puta" son feroces. Han matado a muchas
personas. Ahora buscan tranquilidad. Buscan vivir
pacíficamente en el rubro de la extorsión.
Pagarán trescientos mil pesos diarios por
protección. Undurraga es un buen médico para palear
el frío de las cárceles. ¡Viva la vida!, en
circunstancias en que en el mundo hay millares de niños
que son asesinados por las mafias que revenden órganos.
Mafias Occidentales, mafias Orientales, mafias
inmundas.

El bombero se ha puesto nervioso. Dios le
habla:

-Sé prudente, no te
reveles…

La secretaria está alistando sus cosas. Le ha
dado pena. El hombre alado no podrá ser atendido. Los
mafiosos están cerrando trato, firmando y pagando un mes
por adelantado. El hombre alado escucha las conversaciones ya que
es omnisciente.

Hay duras realidades en el mundo: la luz es tenue, la
caja fuerte se abre, los mafiosos intentan mirar, un atraco no
sería nada de malo. Undurraga se da cuenta. Les advierte
que no hay vandalismo sin consecuencias. Los "Cara de Puta"
están intrigados. Cómo es que un niño de
"bien" es tan ¿corajudo? Vestirse de corbata, vestirse de
terno. Ellos deberían andar bien vestidos y dejar las
pocilgas de población Pincoya. Deberían casarse
nuevamente pero con rubias no oxigenadas. Rubias de nacimiento.
Todas sus mujeres son gordas o golfas. Los "Cara de Puta" quieren
blanquearse, vivir la vida a lo magnate. Ya tienen mucho dinero
como para estar acorralados en el fango. No se van a retirar.
Pero… ¿levantarían sospechas si se comprar
una casa en Lo Curro? La verdad es que sí. Y ellos lo
saben perfectamente. Para los polis; los "Cara de Puta" son ex
combatientes de la dictadura. Pero en el mundo real
son…

El bombero se pone bastante inquieto. El bombero estira
sus alas. La secretaria se mira al espejo y no se sorprende ya
que se vislumbra bella. Marisol Vera llegará a casa, se
bañará, se cortará las uñas de los
pies, se dará un masaje y encenderá el televisor.
El marido llegará tarde, tipín once de la noche. El
marido dormirá mientras ella necesita sexo.
¿Qué hacer?, es la pregunta. Undurraga es un buen
partido pero ni se fija en ella. Undurraga es ¿gay?
Marisol se cuestiona. Muchos hombres la desean pero hasta el
momento se ha mantenido fiel. Le tiene miedo a su marido. Los
taxistas son decididos.

Muerta y sepultada. Dos tiros en la sien. De ese modo
moriría…

Los mafiosos se despiden del bombero.

-Hasta luego, señor.

Se ríen burlescamente.

Marisol Vera habla con el ángel:

-No podrá atenderlo hoy. Es hora de
irnos…

-¿Y dónde se irán?

-A nuestras casas.

El bombero piensa: Yo soy un ángel y he
venido a prevenir a Cristian. Prevenirle del infierno. Soy un
ángel mensajero. Y trabajo de bombero para ganarme la
vida. Soy trabajólico ya que poco duermo. Este Undurraga
debe atenderme. Pediré a Dios por su alma. Qué nos
cooperé. La Compañía lo necesita. Dinero.
Unos quinientos pesos diarios. Con eso nos bastará. Pero
el "Jefe" quiere salvarle del infierno. El "Jefe" parece que le
necesita. Voy a intentar hablar con este bandido de corbata. Le
mostraré mis alas. Tengo que ser cuidadoso. Puede morirse
de un ataque al corazón. Le hablaré de Dios. Eso
haré. No le mostraré mi naturaleza divina. Soy un
bombero y punto; y necesito ayuda. Más bien él
necesita. ¡Pobre hombre! Podrido en riqueza pero apunto de
morir y ser flagelado por siempre. ¡El infierno! Digno
lugar para un…

El bombero deja de pensar. El bombero está
impaciente.

El ángel bombero llega a su
Compañía. Hay amago de incendio. El ángel
bombero está cabizbajo. No pudo concretar el decreto del
Padre. Tocan la sirena y los voluntarios suben al carrobomba. El
ángel bombero se viste de etiqueta: sus alas son enormes,
sus alas tropiezan con las mangueras, los compañeros de
labor le gritan improperios jocosos, el ángel bombero no
ríe, está triste. ¿Qué hacer?, es la
pregunta. El incendio es en un décimo piso. Llevan una
escalera que tiene sólo capacidad hasta el quinto.
¿Qué hacer? Hay gentes quemándose, gentes
muriendo y el ángel bombero pensando en Undurraga. Dios le
murmura:

-Ayuda, para eso te pago…

El ángel bombero corre desesperado. Da
respiración boca a boca a un moribundo. Se trepa a la
escalera y, sofisticadamente, logra llegar hasta el décimo
piso. Nadie se cuestiona. El ángel bombero apaga el amago
de incendio. Hay dos personas que yacen en el suelo. Los
paramédicos las auxilian pero la muerte es poderosa. El
incendio ha sido controlado. El ángel bombero ha titubeado
y dos personas están por morir. El ángel bombero
reza al Padre y el Padre hace el milagro. Los paramédicos
se sorprenden. La caída desde el tercer piso de un
desesperado ha sido tremenda pero no se ha partido el
cráneo. La caída no ha sido mortal. La otra persona
respira quejosamente. El ángel bombero le da una friega en
el corazón: la reanimación es perfecta. Nadie ha
muerto pero el edificio está humeando. Desde la distancia
Undurraga observa, paralizado. Le tiene pavor al fuego.
Paralizado está de tanto observar. Ha reconocido al
bombero. Se golpea la frente. "Debí atenderlo". Undurraga
se baja del auto. Lo aparca de mala manera. Un inspector grita a
Cristian. Le muestra, Undurraga, una tifa (que por su puesto es
falsa). El inspector se queda tranquilo. No le multarán.
Corre hasta el edificio siniestrado. El ángel bombero le
mira.

-Usted quería hablar conmigo y no le
atendí. Usted es un héroe.

Varias personas aplauden.

Undurraga le entrega su tarjeta.

-Mañana a las doce lo espero en mi
oficina.

El ángel bombero extiende las alas. Undurraga se
sorprende. Pero calla.

Un ángel ha bajado a la tierra. Un ángel
con rostro humano, con zapatos de goma, con traje de hule. Con
casco. Con guantes. Con mangueras. Un ángel (qué no
es tan bello), ya que es un ángel obrero. Un ángel
de izquierda.

Me estoy volviendo loco. Juraría qué
el héroe… qué el bombero…
extendió una alas… ¿un ángel…?
De niño yo era creyente. Estudié en el Saint
George"s College… provengo de una familia muy
Católica… yo soy creyente… (¿O lo
fui?) Pero… mi trabajo… Tengo que ganar
dinero… pero, ¿cómo hacerlo sin venderme?
Tengo treinta años. Soy buen abogado… Mi secretaria
es bella, me agrada, lástima que sea casada,
habríamos podido tener un "affaire". Le habría
besado el cuello, le habría mamado los senos, le
habría tocado la vulva pero… mientras pienso en
cochinadas: el bombero se me viene a la cabeza… realmente
estoy extasiado: ¡Un ángel! Y en mi oficina. Esto
hay qué celebrarlo. Voy a invitar a unas amigas a mi
departamento.

El ángel bombero se acerca a
Undurraga.

-Señor, le necesitamos…

-Ya le dije… mañana…

El ángel bombero no sabe cómo hablarle.
¿Serán putas las amigas?

Dios murmura:

-Manteneos a distancia… pronto todo
culminará…

Hay defectos en la vida. Undurraga no es putero,
sólo coimero, tiene sus valores. Llama por teléfono
a tres "nenas". Son bellezas. Las invita a su departamento. Las
tres están prendadas. Undurraga es bello. Aceptan. El
Mercedes Benz arremete por la ciudad, arremete con tanta fuerza
que el pavimento extraordinariamente asfaltado rechina, el
Mercedes Benz respeta la luz amarilla, el Mercedes Benz se
detiene, nadie se le acerca, chocar a un Mercedes Benz es costo
altísimo. Undurraga se mira por el espejo retrovisor.
Aún no es tiempo de vacaciones pero las féminas ya
andan semi desnudas por la ciudad. Undurraga es
carismático pero no tiene dama. Es un solitario. En su
departamento sus amigas beben coñac. Se embriagan. Las
tres quieren sexo. Cristian se deja querer. Las féminas se
pelean pero Undurraga no confía en sus "amigas". Le tiene
miedo al matrimonio. Tampoco tiene deseo. Quiere festejar. Las
amigas están ebrias. El departamento de Cristian es
amplio. Llama al conserje. Buscan tres taxis para las damas. A
casa con taxis pagado. Linda, una muchachita de quince
años, es llevada por el marido de Marisol Vera. Linda
tiene unos senos enormes. Dice que tiene veinte pero realmente es
una púber de quince.

Undurraga se ha excitado con la quinceañera. Le
toca un seno y le besa.

-¿Quieres acostarte conmigo?

-No puedo, estoy con la regla.

Cristian ignora la verdadera edad de Linda.

-¿Mañana entonces?

-Sí, mañana.

Undurraga se soba las manos. Linda es la más
cándida de sus "amigas".

El ángel bombero se agita. El comandante le da
las gracias públicamente. El bombero capitán le da
un abrazo. Todos están contentos. El secretario general de
la Comandancia, que es un aguafiestas, pregunta:
"¿Cómo te ha ido con el millonario?" El
ángel bombero no responde ya que se siente un miserable.
Todos callan. El teléfono entonces avisa de un posible
incendio. ¡Dios!, qué cruel es la vida de un bombero
no remunerado. Todos están cansados. Como bombillas
eléctricas sobrecargadas se visten raudamente. El
teléfono ha paralizado el tiempo, el teléfono
golpetea los tímpanos, el teléfono es bizarro a la
hora de anunciar desgracias.

-Aló.

-¿Comandancia?

-Sí.

-Necesito hablar con el señor bombero…
héroe.

-No hay nadie con ese apellido.

Undurraga se moleste.

-¿Usted es tonto?

-Preguntan por un héroe.

Todos ríen.

-Es por mí. Debe ser el millonario…
Pásame el teléfono. Aló…
¿Señor Undurraga?

-Podría venir a mi departamento hoy
mismo.

-Sí, voy para allá…

-Le doy las coordenadas y nos vemos…

-Allí estaré en diez minutos.

Undurraga limpia la alfombra. Los platos al fregadero.
Tiene deseos sexuales. Linda será suya pero mañana
sin falta. ¿Qué edad tendrá? Unos veinte,
según ella. Pero parece de quince. Tengo que asegurarme.
Pedirle el carné de identidad. Undurraga se coloca zapatos
cómodos. Se siente tranquilo. Ha bebido un vaso. Decide
lavarse los dientes. Está seguro: aquel bombero alado es
un ángel. Pero, ¿cómo? Esa es la pregunta.
¿Cómo aceptar la realidad de una entidad deidad? En
su colegio le enseñaron pero en la universidad
olvidó. ¿Un ángel? Estoy seguro, le vi
las alas…
Las enseñanzas nos motivan: dar luz,
dar esperanza, dar cotidianamente fe. Cristian ha perdido la
razón humana por el dinero. Su cuenta bancaria es
abultadísima. A Cristian le agradaría un año
sabático pero su deber es con la "delincuencia". Abogado
criminal. Undurraga se siente cómodo. Apuesto mi vida por
los labios sensuales de Linda. Quince años. Cárcel.
Quince delicados años. Cárcel. Pero Cristian lo
ignora. La bebida lo ha entonado. No saber de qué hablar
con el bombero. Sólo la necesidad de agradecerle su
valentía. Salvar vidas es bello. Yo de niño
quería convertirme en médico. Pero de ambulancia.
Poner oxígeno a un atropellado, arreglarle el
corazón al moribundo pero todo en una ambulancia.
¿Habrá médicos en ambulancias? Yo creo que
no. Tal vez éste es el motivo de mi decisión de
dedicarme a la abogacía: ganar dinero en vez de salvar
vidas. Pero de niño…
Linda ha olvidado su
cartera. Se baja del taxis. "¿A dónde vas?,
preguntan las amigas. Linda corriendo sube las escaleras. Toca el
timbre. ¿Es el bombero? Linda quiere
sexo.

-Hola…

-Linda, ¿qué haces aquí?

-Quiero ser tuya…

Undurraga se frota las manos. Realmente Linda es
bella.

-¿Qué edad tienes?

-Quince pero no me importa, soy virgen, quiero ser tuya,
ya te lo dije.

-¡Quince años! Un infierno para
mí…
Acuéstate en la recámara, ya
voy, tengo un asunto.

Linda se duerme profundamente, tan desnuda, tan sensual,
tan tonta.

Realmente tengo suerte. Esta muchacha vive sola. Sus
padres están en Nueva York. Llamaré a su casa. Le
preguntaré… oh, Dios mío, está
completamente desnuda sobre la cama… qué senos tan
hermosos… me acerco y se los besos… Linda no
despierta… hurgo en su sexo… está
húmeda… Y este bombero desgraciado qué no
llega. En su cartera busco el celular. Encuentro el fono de su
casa… llamo a la nana… "Linda no irá a
casa… se ha emborrachado… yo la cuidaré".
"Señor, ella tiene quince años". "Sí, ya lo
sé, no se preocupe, soy abogado". La nana se
tranquiliza… "No le diga nada a sus padres por favor".
"Esto será un secreto entre usted y yo". Beso el cuerpo de
Linda, me excito violentamente. Me desnudo. El bombero toca el
timbre mientras penetro a la virgen qué gime. "Has
despertado, mi amor". "¡No acabes, no acabes, ponte un
preservativo"! "No tengo". "En mi cartera hay". La cópula
es suave. La virgen se queja amorosamente. El ángel
bombero espera pacientemente durante quince
minutos.

-Estoy aburrido, estoy por irme…

Tocan el timbre insistentemente. Cristian se despide de
Linda con un beso.

-Qué esto sea un secreto…

-Sí, lo será… ¿Me
amas?

-Te adoro, eres preciosa.

Undurraga se viste con un pantaloncillo y una camiseta.
Sin corbata. Está contentísimo. Una virgen es cosa
difícil de encontrar. ¡Una quinceañera! Bota
el condón por el escusado. ¿Pude haberla
embarazado? No me aguanté… debo comprar
preservativos… tendré mil…

Undurraga abre la puerta. Su impresión es
abismal. Un hombre bastante alto. Un metro noventa y cinco.
Corpulento. De alas enormes le mira con expresión
enrabiada. El ángel bombero oculta sus alas. Sólo
un instante de visión. Un segundo, una milésima.
Undurraga se sorprende. Undurraga ha pecado pero su pecado es
dulce como hiel. ¿Qué pensar? ¿Cómo
sonreír? Se escucha la voz de Linda… "Querido, ven
a hacerme tuya otra vez…" El ángel bombero se
percata del aullido. Una voz dulce, de niña, voz que ha
perdido contacto con la virginidad. Ha perdido lo más
sagrado que puede entregar una mujer: "su himen". El ángel
bombero le da la mano a Cristian. Es una mano enorme. Dura como
roca. Undurraga se siente intimidado. Undurraga es bastante alto,
moreno, ojos negros, le agrada el ciclismo pero el ángel
bombero es una bestia. Cristian titubea. Calcula la edad del
bombero pero no puede hacerlo. ¿Unos treinta como
él? ¿O cuarenta? La edad del ángel bombero
es indefinida. Realmente tiene un millón de años.
Es joven. El ángel bombero está paralizado. Tiene
los ojos enmarañados. Desearía amonestar a
Undurraga, desearía advertirle del peligro de mantener
sexo con una menor de edad pero se contiene. Dios le habla:
"Acata mis órdenes, nada más…"
Undurraga se disculpa:

-Pase… estaba por acostarme.

El ángel bombero no habla, se siente
incómodo.

-¿Bebe coñac?

El ángel no responde.

-Usted me llamó, ¿para
qué?

Undurraga se sorprende. El hombre es
decidido.

-Es que… yo le vi salvar vidas, le vida
arriesgarse, le vi trepar aquella escalera, le vi apagar el
incendio y estoy impresionado… Usted es tan alto que me
intimida. No tiene cabello, es calvo. Tiene pero
cortísimo. ¿De qué color tendrá los
ojos? No puedo observarlo. Se mantiene erguido. Le he pedido que
se siente pero no desea. ¿Se sentirá
incómodo? Advierto qué sabe que he fornicado con
Linda. Su expresión, su frente amplísima. Estoy
cierto: me denunciará… El bombero me escucha pero
no me juzga. Estoy como una polea loca escupiendo cobre. Me pongo
muy nervioso. Enciendo el televisor. Columnas de adolescentes
protestan por una educación de calidad. Yo estudié
en un excelente colegio, soy de sepa. De rancia aristocracias.
Vivo en el mejor barrio del gran Santiago. ¿Qué
más quiero? ¿Qué hago con un bombero
conversando? ¡Dios!, me estoy volviendo loco.

Undurraga se sirve un coñac.

-Bueno, usted fue a mi oficina.

-Sí, pero no me quiso atender.

-¿En qué puedo servirle?

-¿Puede cooperar en nuestra
Compañía?

-¿De qué modo? ¿Con
dinero?

-No necesariamente. Con alimentos, con frazadas, con un
mínimo de aporte. Quinientos peso diarios, por
ejemplo.

-¡Quinientos pesos diarios! No es mucho para la
gran labor que realizan… ¿Si me quemo
apagará el fuego?

El ángel bombero ríe.

-Si no puede decidirse ahora podría ir yo
mañana a su oficina. Dígame usted la
hora.

-Sí, sí, mejor mañana… tengo
compañía. Usted sabe, soy joven… mi
novia…

-No me diga nada… ¿a qué hora puede
atenderme?

-A las nueve. ¿Le parece?

El ángel extiende las alas y
desaparece.

Undurraga duerme con Linda. No siente culpabilidad pero
un poco de miedo. Al amanecer, la muchacha despierta. No recuerda
mucho. Toca su vulva. Tiene un poco de sangre. "Oh, qué me
ha pasado". La muchacha está desnuda. "Oh, qué he
hecho". Undurraga duerme. Linda se acurruca. He perdido la
virginidad…
Se sonríe, cierra los ojos y
sueña con ángeles. Su sueño es espeso. Un
girasol en el Paraíso emite rayos cósmicos. El
girasol es pureza, el girasol habla: "Vos eres una virgen que un
atontado ha desposado. Ya no eres por tanto digna del
Paraíso. Hay que casarse pura para ascender. Este es el
decreto de Dios". Los ángeles se burlan de Linda, que
estudia en colegio Católico, pero que está de
vacaciones. Pronto cumplirá dieciséis en el mes de
marzo. Ya es toda una mujer. Sus padres confían en ella.
Linda no es tonta. Siempre lleva a los "carretes"
preservativos de última generación. La madre es
beata, el padre un santurrón; pero Linda es distinta, le
agrada el misticismo, pero el misticismo carnal. Busca un monje
pero uno con verga potente. No recuerda mucho pero huele olor
extraño en sus pechos. Se toca y la sangre coagulada le da
la expresión extraña de felicidad. Le agrada ya no
pertenecer al grupo de las "tontas". Ahora tiene experiencia y
puede darse el lujo de vivir con un millonario. Está
acostada. La cama es exquisita, la cama está sudada.
Debieron fornicar durante toda la noche. Pero Linda no recuerda.
Qué mala "pata". No recordar su desfloramiento…
¿Y si lo denuncio…? Estos pensamientos tan
malignos de Linda. Jamás ha tocado un sexo masculino. De
espaldas duerme Undurraga. Linda lo palpa tan pequeño e
indefenso. De este modo se duerme: con las manos en el sexo de
Undurraga.

A las siete de la mañana, el despertador. Linda
continúa durmiendo. Undurraga no sabe a qué
atenerse. Está descompuesto. Destapa la cama. La muchacha
en su desnudez despierta.

-¿Qué haces?

-Te quería observar.

-¿Hicimos el amor?

-Sí.

-¿Con preservativos?

-Por supuesto. ¿Quieres hacerlo de
nuevo?

-Sí, me gustaría.

-Ven, vamos a la ducha. Te voy a enseñar…
pero, qué edad tienes…

-Veinte…

-Por qué me mientes. Tienes quince.

Linda se queda callada.

-No te voy a denunciar.

-Eso espero.

Undurraga toca la espalda a Linda. Un espléndido
baño y tina para dos personas. Juguetean, se tocan, se
besan. Linda quiere sexo pero Undurraga no. Es más viejo,
menos potente. Tiene una sita además con el ángel
bombero. Linda quiere observar un sexo ardiendo, tiene deseos de
estar en vivo. "¿Cómo puedo excitar a un hombre?",
se pregunta. Toma sus caderas y se cimbra, el agua es tibia y
golpea las partes íntimas. Linda es bellísima.
Nunca me lo he metido en la boca. La verdad es que nunca me
lo he metido en ninguna parte, que yo recuerde.
"¿Es
verdad qué hicimos el amor?" Undurraga no responde.
Realmente está muy excitado pero la espuma de la
bañera esconde su sexo. Linda se sienta suavemente y el
toque del pene entre las piernas la enloquece. Quiero tener
sexo pero sin condón.
Linda pierda la noción
del tiempo. Saca cuentas. ¿Podré quedar
embarazada?
Al parecer no. Undurraga no piensa sólo
actúa. Linda abre las piernas, la penetración es
perfecta, cuerpo, mente y alma en un solo acto sensual. Linda
menea la pelvis, Linda se excita, se curva, se toca los pechos,
Undurraga intenta no colmarse pero a los diez minutos en un
abrazo cósmico acaban. "Ahora sí que he perdido la
virginidad". Undurraga no responde. Destapa la tina mientras
Linda piensa en sus padres. Soy una niña pero con
cuerpo de mujer.
Linda no sabe qué decir, ha gozado y
mucho.

-¿Te gusto?

-Eres lo más hermosa del mundo.

El ángel bombero está esperando a
Cristian. La secretaria le ofrece café. El ángel
bombero no bebe café. Bate las alas, el traje de goma le
molesta, se saca el casco, se detiene a pensar pero su
pensamiento no es captado por el narrador. El ángel
bombero espera latamente, Undurraga no aparece. Bastante tarde y
con el cabello mojado el abogado ingresa a su despacho. Tiene
tanto trabajo pero ha valido la pena la quinceañera.
¿Se habrán de encontrar nuevamente? Sólo el
destino lo dirá. La secretaria entra en la oficina. El
aspecto de Cristian es aún más atractivo. La
secretaria se humedece. Se da cuenta. Se pone colorada.
"¿Qué le sucede, señorita?" La secretaria no
responde. Apenas habla. Eso de las feromonas. El ángel
bombero, qué es vidente, ríe de las torpezas
humanas; el ángel es compasivo. Habla a la
secretaria:

-¿Usted es casada?

-Sí, lo soy…

-Respete a su marido entonces.

La secretaria entra al baño para orinar. Las
palabras pedantes del miserable hacen mella en su enhorabuena. Le
ha dado pirria observar el casco del ángel. Le ha dado
tanta rabia. ¿Sabrá? ¿Se habrá
dado cuenta?
La secretaria no piensa, sólo
actúa. Tiene todas las intenciones pero se contiene. Se
seca. Se sube las bragas. Hoy no por favor. Hoy estoy en mi
periodo más fértil…
Undurraga responde
varios telegramas. "Fármacos en mal estado han llevado
a prisión a hermanos mexicanos. Salvadlos. Un
millón de dólares por proeza. Viajar esta semana a
Guadalajara para los preparativos. Tuyo… Felipe
Guzmán".
Undurraga sabe. Deliberadamente responde. La
jerga la domina. "No viajo a México. Tengo novia.
Tuyo. Víctor Hugo".
Undurraga se recuesta en su
sillón giratorio. Llama insistentemente a su secretaria
que aún no culmina en su vicio solitario. El ángel
bombero se aburre. "¿Cómo es que los hombres no se
exterminan? ¡Qué comportamiento tan vil!" El
ángel bombero se levanta. Toca la puerta del
sanitario.

-Señorita, usted tiene marido…

La secretaria acaba por fin. Se lava. Se siente viva.
Está realmente cansada.

Ha escuchado con claridad las palabras del bombero.
¿Y éste será clarividente? La
secretaria habré la puerta. Escucha el teléfono.
Corre. "Aló". "Marisol, ¿aún me espera el
bombero?" La respuesta es positiva. "No podré atenderlo
hoy. El próximo lunes si quiere…" El ángel
bombero cuenta los días mentalmente. Son muchos. El
ángel bombero recibe la noticia malencarado. No habla. No
piensa. Con su espada fulminaría a la parejita de
tórtolos. El ángel bombero extiende las alas.
Marisol Vera se sorprende.

-Qué lindo traje tiene usted…

-¿Coopera con bomberos?

-No.

-Debería hacerlo.

El ángel bombero recibe una llamada de alerta. Se
disuelve y aparece en el lugar del siniestro. Un carro volcado.
El ángel bombero ha llegado raudamente. Un herido.
Necesita urgentemente un tanque de oxígeno. Ha llegado la
televisión. El auto estalla. No hay muertos pero la
colisión es grande. Llegan los restantes bomberos.
Extinguen el fuego pero el herido está entre un
montón de fierros retorcidos. La televisión enfoca
al ángel bombero. En su oficina Undurraga observa.
¿Cómo hizo para llegar tan
rápido…?
El ángel bombero saca al
agónico. Es un hombre obeso de unos doscientos kilos.
Todos le dan por muerto. El ángel bombero le toma en
brazos y camina cien metros. No está cansado ya que es un
ángel. Todos están admirados pero nadie se
cuestiona. Llegan los paramédicos. El ángel bombero
da instrucciones. Un tubo a la nariz, un pinchazo y masajes
cardiacos y mucho oxígeno. No pueden subirlo a la camilla,
menos llevárselo al hospital. Lo estabilizan allí
mismo. Un periodista consulta al héroe. El ángel
bombero intenta escabullirse pero le es completamente
imposible.

-¿Cómo es que hizo para salvar al
hombre?

-Soy bombero y ejerzo mi oficio…

-Pero a ustedes no les pagan.

-No tenemos dinero ni para comprar
café.

El comentarista se sorprende. Pero desde la central le
cortan el reportaje. El periodista está pasmado. El
ángel bombero es alto, macizo pero no un atleta. Fuera de
cámara le consulta:

-¿Cómo es que lo hizo?

-¿Hacer qué?

-Salvarlo. El hombre es un obeso.

-Creo en Dios…

-¿Con eso le bastó?

-Sí.

El reportero se sorprende. Pero nada puede
hacer.

Marisol Vera llama a su madre. Le comenta lo sucedido en
el sanitario. Marisol Vera llora. "Es que ya no puedo vivir con
mi marido. Me quiero divorciar". La madre le aconseja. "Es que
tienes niños…" "Madre, soy Marisol, mi marido es
estéril". La secretaria cuelga violentamente. Llora en
descontrol. Va al sanitario y se sacude la blusa. Está
decidida. Hoy mismo le pedirá a su "taxista" el cobro de
una multa de separación. Ya no resiste. Está
enamorada; y su jefe es su vínculo con el amor. Llama por
celular al taxista. Le explica la situación. El taxista se
violenta.

-¿Te quieres separar de mí?
¡Entonces te mato!

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11

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