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Aprendizaje/evaluación y responsabilidad social universitaria



  1. Educación y procesos de
    aprendizaje
  2. ¿Qué es el
    aprendizaje/servicio?
  3. Aprendizaje y universidad
  4. Prosocialidad
  5. Mundo
    y formación universitaria
  6. Evaluación y Responsabilidad social
    universitaria

Una educación de buena calidad es aquella que
cumple con los dos pilares fundamentales que definen la
educación del siglo XXI: aprender a aprender y aprender a
vivir juntos. Esto quiere decir que la educación debe
formar la capacidad para aprender a lo largo de toda la vida y
que debe formar en actitudes, valores y competencias que
promuevan la solidaridad, la democracia, la responsabilidad por
el destino de los otros…. Juan Carlos Tedesco

0. Hipótesis. Dados los procesos
polifacéticos y multicambiantes que rodean a las
instituciones educativas, es posible que el binomio
aprendizaje/evaluación aún no sea incorporado en el
concepto de responsabilidad social universitaria.

Educación
y procesos de aprendizaje

La educación y la formación son
fundamentales para el desarrollo económico y social. La
flexibilidad y seguridad necesarias para crear más y
mejores empleos dependen de que todos los ciudadanos puedan
adquirir competencias clave y actualizar sus capacidades mediante
un aprendizaje permanente que fomente la creatividad, la
innovación y la plena participación
económica y social[1]

En este proceso están los espacios curriculares y
las materias o asignaturas que dan la oportunidad para
reflexionar sobre elementos que motivan la convivencia
democrática, los espacios curriculares transversales como
eje fundamental para el entrenamiento de competencias, y el
ámbito de intervención con proyectos de
convivencia, que orienten las actuaciones con valores.
Además, el entorno supone el ámbito de
intervención para reconocer la función educativa no
formal o educación informal, y los mass media.

Así, una de las metodologías educativas,
para la ciudadanía, son las prácticas o
experiencias de aprendizaje/servicio; propuesta que persigue tres
funciones:

  • a. Formar, en el entorno real, mediante la
    educación en valores y la reflexión sobre la
    practica

  • b. Promover la conexión de los centros
    educativos con el entorno y propiciar la filosofía del
    learning by doing

  • c. Obtener los mayores resultados
    académicos, cognitivos, cívicos, vocacionales,
    profesionales, personales, sociales y
    ético/morales.

En tal contexto, la programación curricular y el
sentido pedagógico de las prácticas deben ser ejes
fundamentales; pues los proyectos de aprendizaje/servicio son
importantes para el nacimiento y la ejecución de un
proyecto, teniendo en cuenta las siguientes
peculiaridades:

  • a. Preparación del proyecto: los
    proyectos de aprendizaje/servicio acentúan la
    formación, sensibilización y toma de
    consciencia sobre las necesidades.

  • b. Diagnóstico: analizar y
    explorar la comunidad, sumergirse en ella y descifrar las
    necesidades sociales que se descubren.

  • c. Planificación de la
    acción
    : esbozar el proyecto, pensando cómo
    se llevará a cabo, con la ayuda que la
    institución necesite para avanzar el
    proyecto.

  • d. Establecer relaciones con las entidades
    seleccionadas
    : fase de negociación del proyecto y
    momento de encontrar los puntos fuertes de las instituciones
    colaboradoras.

  • e. Realización,
    ejecución/acción
    : momento clave; se pone en
    funcionamiento el proyecto y acción en el territorio.
    Se prueba si los anclajes funcionan.

  • f. Reconocimiento:
    reflexión crítica sobre el proceso y espacio de
    reflexión.

  • g. Evaluación: la fase más
    importante para la mejora de proyectos de
    aprendizaje/servicio. Se analiza cómo se estaba antes
    y qué se ha ganado tras la implementación del
    proyecto[2]

¿Qué es el
aprendizaje/servicio?

Siguiendo a Quintiliano (se aprende haciendo) es un
método para unir el aprendizaje con el compromiso social;
es decir, integrar el servicio comunitario con el desarrollo
educativo, ganando aceptación como parte integral del
proceso educativo[3]

El aprendizaje/servicio tiene sus raíces en la
práctica de la educación experiencial. Su
fundamento conceptual se apoya en el trabajo de William James,
quien manifestó que el conocimiento adquirido en los
libros y las clases es frágil; pero puede ser fortificado
a través de la experiencia.

El Antioch College, de los Estados Unidos, fue
líder en extender la práctica de trabajar fuera de
la institución educativa, a través del área
del servicio comunitario. Más de la mitad de sus
estudiantes del programa de "estudio/trabajo", que comenzó
en 1921, sirvieron a la comunidad en las áreas de salud y
educación.

La expresión "aprendizaje/servicio"
emergió hacia finales de los sesenta en el trabajo de
William Ramsay, Robert Sigmon y Michael Hart en las Universidades
Asociadas de Oak Ridge, en Tennessee[4]Una
asociación cívica de la zona necesitaba más
trabajo comunitario del que estaba recibiendo por parte de
voluntarios no remunerados. Ramsay y sus colegas aplicaron el
programa interno de ciencia nuclear de la Comisión de
Energía Atómica para solucionar el problema,
ubicando estudiantes universitarios en puestos de servicio
público a tiempo completo durante los meses de verano. El
dinero para financiar el salario de los estudiantes fue obtenido
de diversas fuentes. Cada interno preparaba un proyecto con ayuda
de su supervisor diario y su consejero universitario, y
recibía su cheque de sueldo solamente después de
presentar sus reportes quincenales. Estos reportes reflejaban los
aprendizajes del estudiante, y sus logros en el
trabajo.

Mudaron las operaciones del Consejo Educativo Regional
del Sur, en Atlanta. En 1969 convocaron a una conferencia
nacional sobre aprendizaje/servicio y emitieron una
declaración, que sirvió como guía para el
desarrollo del aprendizaje/servicio en las décadas
siguientes.

La tensión entre la práctica de las
demandas de la comunidad y los requerimientos formales del
pensamiento académico pueden ser una fuerza productiva
para el desarrollo de la sociedad y para el aprendizaje y el
desarrollo del conocimiento.

Esta combinación de acción y
reflexión, de experiencia y análisis, y la
integración del servicio y aprendizaje pueden promover un
estilo de vida donde educación y vocación sean
parte del mismo tejido, y la brecha entre comunidad y
educación se acorte. Entonces, el aprendizaje/servicio es
la integración del logro, la realización de una
tarea necesaria en el crecimiento
educativo[5]

Con el Centro Latinoamericano de Aprendizaje y Servicio
Solidario (CLAYSS), cuyo lema es: "Aprender sirve, servir
enseña", conceptualizamos el aprendizaje/servicio como una
metodología que combina, en una sola actividad, el
aprendizaje de contenidos, competencias y valores en la
realización de tareas de servicio a la
comunidad[6]Para el aprendizaje/servicio, la ayuda
mutua es un mecanismo de progreso personal, económico y
social, mejor que la persecución obsesiva del provecho
individual; éste se enmarca en el seno de las principales
tradiciones de la pedagogía contemporánea y aborda
los elementos que lo caracterizan: las necesidades que atiende,
la idea de servicio que propone y los aprendizajes que
proporciona.

El aprendizaje/servicio, como buena pedagogía
experiencial, fomenta la participación ciudadana
propulsando la responsabilidad social, la ayuda a los
demás con el compromiso y la acción solidaria. Por
ello, destacamos que proyectos de aprendizaje/servicio
serían muy difíciles de llevar a cabo si no se
contara con el soporte y colaboración entre
instituciones.

Es necesario disponer de políticas e instancias
territoriales para conducir una organización basada en la
cooperación y el trabajo en equipo. La universidad, es
cada vez más consciente de la función social que
desarrolla, más allá de la docencia y la
investigación, implementando diversos proyectos de
aprendizaje/ servicio, como vía para vincular los
conocimientos académicos y la intervención
práctica[7]

Para la población de Huaraz (Perú), el
aprendizaje/servicio comprende actividades de interés
general, tales como asistenciales, de servicio social, de
actualización, culturales, deportivas, de
cooperación al desarrollo y de investigación
tendientes al bien común[8]

La gente poco cualificada corre un riesgo de
exclusión económica y social y la mayoría de
países se preocupan por los niveles altos y continuos de
abandono de los estudios, la baja participación en
actividades de aprendizaje permanente por parte de trabajadores
mayores y personas poco cualificadas, y la escasa
cualificación de los inmigrantes. Además, los
futuros laborales de las economías basadas en el
conocimiento exigirán niveles de cualificación cada
vez más elevados. Las bajas cualificaciones constituyen un
desafío cada vez mayor[9]

En consecuencia, plantar un árbol donde se
necesita, es un gesto solidario; hacer la germinación es
una actividad de aprendizaje; investigar sobre el
ecosistema local y diseñar, a partir de lo aprendido,
una campaña de forestación en colaboración
con las autoridades y organizaciones locales, es
aprendizaje/servicio.

Aprendizaje y
universidad

El aprendizaje, la creación de conocimiento y el
servicio a la sociedad son las tres funciones básicas que
la universidad debe realizar.

Un análisis histórico de la
situación actual (Manzano & Torrego, 2009 y Manzano,
2010) muestra el rostro de tres fuerzas muy claras en las
universidades:

  • a. Cientifismo: la institución
    debe dedicarse a la ciencia, es decir, a la
    construcción de conocimiento y a la formación
    de gente de ciencia. Se da forma a disciplinas
    tradicionalmente aisladas y a un proceso de
    construcción de microespecialidades. La sociedad no
    está presente.

  • b. Politicismo: la institución
    sirve a los procesos revolucionarios de transformación
    social o alimenta espíritus nacionalistas. Es un foro
    de discusión política que participa en las
    trincheras de las luchas sociales de arriba a abajo o en
    sentido opuesto. Las disciplinas se desdibujan orientadas a
    un objetivo común.

  • c. Mercantilismo: la institución
    debe trabajar para procurar competitividad a través de
    una investigación orientada a dar respuesta a las
    necesidades industriales y financieras, y formar la mano de
    obra cualificada y versátil que requieren los
    mercados. Las disciplinas se mantienen y alimentan porque se
    requiere una alta especialización, al tiempo que se
    potencia el trabajo en equipo interdisciplinar que dé
    respuestas a problemas reales de producción,
    gestión, etc[10]

En este contexto, las universidades se van haciendo
conscientes de que su función no puede realizarse con
calidad al margen de la responsabilidad social. Y no solo porque
las universidades, públicas o privadas, son posibles,
gracias a la financiación de la sociedad, a través
del Estado o de sus estudiantes y familias, sino, porque los
estudiantes que acogen deben ser formados y preparados para
ejercer sus profesiones en un contexto social, tecnológico
y cultural cada vez más complejo. La sostenibilidad
necesaria, en todos los niveles, solo será posible si los
profesionales y los ciudadanos (también los
universitarios) saben integrar adecuadamente la práctica
profesional y el ejercicio de responsabilidad social.

Para llegar a esta integración, es necesario que
el modelo formativo de cada universidad promueva, en su
práctica (docencia, aprendizaje e investigación) y
en sus espacios de convivencia de trabajo, situaciones que
supongan implicación con la comunidad y que posibiliten la
mejora de las condiciones de vida[11]

Ello exige que rescatemos la precisa
conceptualización de aprendizaje/ evaluación y
responsabilidad social universitaria:

  • a. Dakar decía: beneficiarse de una
    educación que satisfaga sus necesidades básicas
    de aprendizaje en la acepción más noble y
    más plena del término, una educación que
    comprenda aprender a asimilar conocimientos, a hacer,
    a vivir con los demás y a ser. Una educación
    orientada a explotar los talentos y capacidades de cada
    persona y desarrollar la personalidad del educando que mejore
    su vida y transforme la sociedad[12]Pero,
    ¿ponemos en práctica tal recomendación?
    O, simplemente la dejamos de lado y seguimos con el
    verticalismo y la memorización?

  • b. La evaluación, como proceso continuo,
    valora la planificación, ejecución y resultados
    alcanzados, monitoreando las
    actividades[13]¿Cómo procesamos
    la evaluación?; olvidamos las llamadas pruebas
    objetivas, que solo alimentan la sumisión e impiden la
    creatividad?

  • c. La expresión "Responsabilidad Social
    Universitaria", acuñada por la red de universidades
    chilenas, es conceptuada como "la capacidad que tiene la
    Universidad de difundir y poner en práctica un
    conjunto de principios y valores generales y
    específicos, por medio de cuatro procesos claves:
    gestión, docencia, investigación y
    extensión universitaria. Nuestras instituciones
    universitarias han llegado a comprender los alcances que
    dichas palabras conllevan?

Según Martínez, M. (2010) hay tres
vías fundamentales de aprendizaje ético: mediante
el ejercicio, por observación y por construcción
autónoma y personal de matrices de valores. Aprendemos
éticamente a través de la práctica y del
ejercicio; por ello es importante el contexto en el que vivimos y
en el que nos formamos, porque es en el que realmente aprendemos.
La cultura y el contexto no sólo tienen influencia en
nosotros, sino que determinan las respuestas ante determinados
estímulos, y obviamente nos hacen hacer, sentir y valorar
de una manera determinada. Los contextos de aprendizaje y
convivencia en la universidad son espacios de transmisión
informal de valores entre iguales y entre estudiantes y
profesorado[14]

A pesar de todo, se percibe intentos de cómo
conseguir alianzas con organizaciones, instituciones y con la
sociedad civil para posibilitar la prestación de servicios
y la mejora de la calidad de vida de la población.
Igualmente, se busca cómo evaluar, con rigor, el
aprendizaje de conocimientos y competencias, por parte de los
estudiantes, y cómo implicar, en esta evaluación, a
la comunidad y a los agentes sociales participantes.

Prosocialidad

La prosocialidad, que favorece generar relaciones
recíprocas positivas en otras personas, está
siguiendo su curso en Europa continental. La integración
del aprendizaje/servicio con la prosocialidad puede producir una
fuerte sinergia para el logro de objetivos
compartidos[15]

La prosocialidad propicia relaciones que enriquecen la
identidad, creatividad e iniciativa de las personas y grupos
involucrados. Pues, en el comportamiento interpersonal existen
muchas acciones que podríamos definir como prosociales:
ayudar a otras personas, darles apoyo, brindarse a ellas,
compartir, valorar a los demás e interesarse y apreciar a
los otros.

A partir de las categorías de Strayer,
Wareing-Rushton (1979) y Zahn-Waxler, Radke-Yarrow, King (1979),
correspondientes a una elaboración más amplia,
concordando con Roche (1991)[16], se propone las
siguientes:

  • a. Ayuda física: Procura
    asistencia física a otras personas para cumplir un
    determinado objetivo, contando con la aprobación de
    las mismas.

  • b. Servicio físico: Acción
    de intervenir físicamente en el cumplimiento de una
    tarea o cometido, y que concluye con la aprobación o
    satisfacción de éstos; incluyen servicios
    indirectos, como, por ejemplo, acciones
    ambientales.

  • c. Dar y Compartir: Dar objetos, ideas,
    experiencias vitales, alimentos o posesiones a otros,
    perdiendo todos o parte de los derechos de propiedad sobre
    tales bienes.

  • d. Ayuda verbal: Una explicación
    o el proceso de compartir ideas y experiencias útiles
    y deseables para otras personas o grupos en la
    consecución de un objetivo.

  • e. Consuelo verbal: Expresiones amicales
    para reducir la tristeza de personas apenadas o en
    apuros.

  • f. Confirmación y valorización
    positiva del otro:
    Expresiones confirmando el valor de
    otras personas o acentuando la autoestima de las mismas,
    incluso ante terceros

  • g. Escucha profunda: Conductas y
    actitudes que expresan acogida paciente, pero activamente
    interesada en los contenidos y objetivos del
    interlocutor.

  • h. Empatía: Conductas verbales
    que expresan comprensión cognitiva de los pensamientos
    del interlocutor o emoción de estar experimentando
    sentimientos similares a los de éste.

  • i. Solidaridad: Conductas que expresan
    aceptación voluntaria para compartir las
    consecuencias, especialmente penosas, de la condición,
    status, situación no grata de otras personas, un grupo
    o un país.

  • j. Presencia positiva y unidad: Expresa
    en actitudes de proximidad psicológica,
    atención, escucha profunda, empatía,
    disponibilidad para el servicio, la ayuda y la solidaridad
    para con otras personas, contribuyendo al bienestar
    psicológico, concordia, reciprocidad, unidad y paz en
    un grupo o reunión.

Obviamente, será difícil la
transformación si la educación (en sus diferentes
etapas y en la universidad) no se plantea, con el mismo
interés de avanzar hacia un sistema formativo de calidad
que garantice, en función de las posibilidades de cada
persona más inclusión y equidad y la excelencia en
los aprendizajes y competencias, al más alto nivel. La
preparación para el mundo del trabajo y de una
ciudadanía activa deberían convertirse en los dos
objetivos más relevantes de la educación para las
próximas décadas y en objetivos clave para la
formación universitaria, tal y como, de hecho, figuran en
los documentos programáticos y estratégicos de
algunas universidades[17]

Mundo y
formación universitaria

Vivimos en un mundo global en el que la
información, las tecnologías y la diversidad hacen,
de él, un mundo complejo que no puede abordarse de forma
satisfactoria. Es un mundo que requiere más
formación para poder participar en los asuntos
públicos, propios de una ciudadanía
activa.

El mundo plural en el que vivimos, es complejo de
comprender y requiere transformaciones en aras de una mayor
justicia y equidad. Por ello, hoy, la educación, en
general, y la formación universitaria adquieren una
relevancia especial para quienes creemos que mediante ella es
posible la transformación de nuestra sociedad en una
sociedad más digna, inclusiva, cohesionada y
equitativa.

La preparación para el mundo del trabajo y el
ejercicio de una ciudadanía activa deberían ser los
objetivos más relevantes de la educación en las
próximas décadas y objetivos clave de la
formación tal y como de hecho figuran en los documentos
programáticos y estratégicos de las universidades.
La educación debe orientar todos sus esfuerzos hacia la
creación de condiciones que permitan, a las generaciones
más jóvenes, adquirir las competencias necesarias
para vivir de manera sostenible y sustentable a nivel personal,
laboral y comunitario, como ciudadanos activos.

Pero, ¿qué se entiende por
ciudadanía y, concretamente, por ciudadanía activa?
Desde los años 50, las ciencias sociales han encontrado,
en la ciudadanía, uno de sus conceptos centrales al tratar
de entender los principios que rigen el funcionamiento de la vida
social en las democracias.

Esta centralidad encuentra su razón de ser en la
idea de ciudadanía que resume y condensa muchas de las
discusiones mantenidas en la concepción social y
política sobre los vínculos que mantienen las
personas con el Estado, los derechos y obligaciones de aquellos a
cambio de ser reconocidos como miembros de una comunidad
determinada, la naturaleza de los actores que intervienen en la
vida política de las sociedades modernas, etc. Con todo,
la mayoría de los debates suscitados, alrededor de la
noción de ciudadanía, han permanecido, durante
mucho tiempo, encerrados en los estrechos márgenes de la
discusión académica e
ideológica[18]

Desde la mirada de una ciudadanía activa, no
basta comprender a los ciudadanos como sujetos de derechos
sociales, políticos o económicos, sino, comprender
al sujeto como un agente en la construcción de la
democracia, que interviene activamente en las decisiones
públicas y entiende la responsabilidad no sólo a
nivel individual sino social, permitiendo que cada cual se sienta
responsable no sólo de asegurar el cumplimiento de sus
propios derechos, sino de aquellos que no están
capacitados para asegurarlos por sí mismos (Cerda, 2004).
El eje fundamental está en la perspectiva y
responsabilidad del sujeto, constructor activo del tejido
social[19]

Ello nos exige cambiar nuestros modelos mentales para
hacer frente a los cambios que se van dando y que vendrán;
aunque esto es difícil, porque es, precisamente, en
nuestros modelos mentales, donde reside nuestra experiencia
personal, núcleo de nuestras competencias, como
líderes operativos y, en definitiva, nuestra confianza y
autoestima. Por tanto, si queremos ser y promover los
líderes para el futuro, debemos renunciar a lo que hasta
ahora hemos hecho.

La esencia de la nueva era es
la colaboración masiva. La interacción
constante de los usuarios a través de una plataforma
tecnológica que está disponible y que nos permite
alcanzar un nivel de conocimiento inimaginable en toda la
historia de la Humanidad. Y esto es sólo el principio. El
avance de la era de la colaboración resulta imparable;
propulsado por la inteligencia virtual, por la
creación de nuevas estructuras sociales que
superan en complejidad a todas las anteriores, y por nuevos
modelos de creación de valor basados en la
colaboración abierta entre comunidades globales.
Aquí, la universidad debe estar presente.

Contribuir a la formación de las nuevas
generaciones en habilidades para una ciudadanía activa,
parece, hoy, más que nunca, de carácter apremiante.
El sistema que hoy está mostrando signos de agotamiento,
debe ajustarse a las necesidades sociales, debe ser cuestionado,
discutido y reformulado de acuerdo a las voluntades de los
actores políticos de turno y la ciudadanía
completa, proceso de características altamente
complejas.

La ciudadanía activa, entre los jóvenes,
es un reto a enfrentar dentro de un entorno contradictorio que
alienta su desarrollo, pero, al mismo tiempo, establece barreras
y límites porque el protagonismo público y eficaz
de los jóvenes enfrenta, a nuestra sociedad
política y capitalista, con sus propias contradicciones, y
más, en la universidad. Pues para aplicar una
educación constructiva, en las universidades, es necesario
desarrollar una gestión de conocimiento que cobije e
integre la investigación, el aprendizaje y los servicios
que ofrece la institución

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Evaluación
y Responsabilidad social universitaria

La evaluación involucra: valoración de los
resultados en sí (cumplimiento de las metas y objetivos),
por un lado, y, por otro, valoración del impacto personal
en cada persona, incluyendo la autoevaluación de los
logros alcanzados.

La evaluación exterioriza la necesidad de
reflexionar sobre la calidad de la educación y sobre la
responsabilidad social universitaria. Ambos presupuestos se
cristalizan en la autoevaluación institucional a
través de la presentación de una propuesta
relevante de mejora, relacionada con el aprendizaje/servicio.
Estos presupuestos deben analizarse luego de presentar una breve
síntesis del impacto en la comunidad, objeto de estudio, y
en la universidad[20]

La evaluación tradicional mide la cantidad de
conocimientos u objetivos logrados, representados como la
frecuencia de respuestas correctas en los instrumentos de
calificación. Las técnicas tradicionales se
dirigen, principalmente, a calificar el presente del
estudiante y, en el mejor de los casos, el pasado reciente
(evaluación acumulativa). Las técnicas
constructivistas enfatizan la evaluación del
desarrollo porque ésta mide:

  • a. Los conocimientos adquiridos y la capacidad
    de los estudiantes para aplicarlos en situaciones
    variadas.

  • b. El desarrollo de destreza, habilidades y
    cambio de actitudes.

  • c. Si los estudiantes son competentes para
    establecer una relación con el conocimiento que
    difiere del que demanda el profesor.

  • d. Si los estudiantes contribuyen a aportar un
    nuevo significado al conocimiento, alterando incluso la
    dinámica de la interacción establecida en el
    aula por el docente.

  • e. La validez de construcción debe
    verificar si se está evaluando cuanto realmente se
    espera que los estudiantes construyan, lo que implica una
    clara definición de competencias; una
    declaración explícita de las normas, que deben
    ser justas para los estudiantes; una clara definición
    de criterios de evaluación, cuando se considera una
    construcción lograda o en proceso; e instrucciones
    comprensibles para la comunicación de los
    aprendizajes.

La evaluación institucional, con responsabilidad
social, acompaña la necesidad de mejorar y garantizar la
calidad universitaria ampliando las políticas destinadas a
la mejora; retomando las reflexiones sobre la evaluación
del impacto personal y social; incluyendo la
autoevaluación de los logros alcanzados; y exteriorizando
la necesidad de reflexionar sobre el presupuesto de calidad
educativa.

Cuando los destinatarios y los participantes de la
evaluación son externos a la institución, se
asegura la objetividad, por ser elaborada según normas
previamente establecidas y la evaluación adquiere una
dimensión técnica importante; pero la calidad suele
ajustarse a las exigencias del mercado y se reduce la
autonomía universitaria. Cuando las fuentes internas son
las que adquieren la titularidad de la evaluación, es la
comunidad académica e institucional la que diseña
los perfiles de calidad, según los valores
intrínsecos de la institución, despojados de toda
concepción económica/utilitaria, pero sin
conseguir, en ciertos casos, eficiencia.

En la historia, la responsabilidad social ha sido
conceptuada por autores, institutos y organismos, coincidiendo en
considerarla como una filosofía para la gestión,
basada en los valores morales y en la ética, según
la cual deben actuar el Estado, las empresas y las
organizaciones.

Los problemas afrontados por la humanidad propiciaron el
establecimiento de un marco legal para institucionalizar la
responsabilidad social a través de pactos y declaraciones,
entre los cuales, por su relevancia, puede citarse:

  • a. En 1919 se funda la Organización
    Internacional del Trabajo (OIT), dedicada a la
    promoción de oportunidades de trabajo decente y
    productivo, en condiciones de libertad, igualdad, seguridad y
    dignidad humana.

  • b. El 10 de diciembre de 1948, la Asamblea
    General de las Naciones Unidas aprobó y
    proclamó la Declaración Universal de Derechos
    Humanos.

  • c. En junio de 1992, los países de las
    Naciones Unidas, en la Cumbre de Río, firmaron la
    Declaración de Río de Janeiro a fin de proteger
    la integridad del sistema ambiental y del desarrollo
    mundial.

  • d. En julio de 2000, la ONU inauguró el
    Pacto Global, impulsando 10 principios para fomentar el
    crecimiento sustentable y la responsabilidad civil de las
    empresas y la lucha contra la
    corrupción[21]

  • e. En septiembre del 2000 los miembros de la
    ONU se comprometieron a crear "un mundo más
    pacífico, próspero y justo", a "liberar a los
    hombres, mujeres y niños de las condiciones
    lamentables e inhumanas de la extrema pobreza", a que "el
    derecho al desarrollo sea una realidad para todos" y a
    "liberar a toda la raza humana de
    carencia"[22].

La responsabilidad social universitaria (Arana et al,
2008) debe ser entendida como "el compromiso que tiene la
institución de difundir y poner en práctica un
conjunto de conocimientos y valores en la formación
profesional, en los procesos de investigación,
innovación y proyección social, funciones que deben
estar enfocadas a la solución de problemas sociales". Ello
permite señalar algunos elementos que deben constituir la
cultura de responsabilidad social de las
universidades:

  • a. Formar profesionales con sólidos
    conocimientos científico/tecnológicos y
    comprometidos con valores y principios de sensibilidad
    humana, social y ecológica.

  • b. Fomentar actividades de responsabilidad
    social en la comunidad.

  • c. Formar egresados con conciencia social sobre
    su profesión, como compromiso de servicio hacia el
    desarrollo humano.

  • d. Contribuir a la solución de problemas
    de la comunidad y del medio ambiente.

  • e. Desarrollar espacios y grupos de
    investigación e innovación, hacia el avance del
    conocimiento y competencias con responsabilidad social, con
    sólidos fundamentos científicos y valores, que
    permitan valorar y transformar dinámicas sociales y
    ambientales para el desarrollo humano. Las universidades
    asumen este compromiso? [23]

La responsabilidad social universitaria exige, desde una
visión holística, articular las diversas partes de
la institución en un proyecto de promoción social
con principios éticos y con desarrollo social equitativo y
sostenible, para la producción y difusión de
saberes responsables y la formación de profesionales
ciudadanos igualmente responsables.

Concordamos con Vallaeys (2008) que existen tres
estrategias que permiten a una universidad alcanzar la
mejora:

  • a. La participación integrada de los
    grupos de interés internos y externos en el quehacer
    de la universidad.

  • b. La articulación de los planes de
    estudios, la investigación, la extensión y los
    métodos de aprendizaje con la solución de los
    problemas de la sociedad.

  • c. El autodiagnóstico regular de la
    institución con herramientas apropiadas de
    medición para la rendición de cuentas hacia los
    grupos de interés.

Por tanto, con el autor citado, sostenemos que la
responsabilidad social empresarial es un conjunto de
prácticas de la organización que forman parte de su
estrategia corporativa, y que tienen como fin evitar daños
y/o producir beneficios para todas las partes interesadas en la
actividad de la entidad (clientes, empleados, accionistas,
comunidad, entorno, etc.), siguiendo fines racionales y que deben
redundar en un beneficio tanto para la organización como
para la sociedad[24]

Consecuentemente, no puede darse evaluación
alguna sin responsabilidad social.

Considerando que "formarse en la docencia es reflexionar
para sí (Ferry, 1990), para un trabajo sobre sí
mismo, sobre situaciones, sobre sucesos, sobre ideas", concluimos
ratificando nuestra hipótesis y afirmando que los procesos
de aprendizaje/evaluación aún no son incorporados
integralmente en el concepto de responsabilidad social
universitaria, expresión que parece quedarse solo palabras
sin alcanzar su contenido

 

 

Autor:

Ramón R. Abarca
Fernández

 

[1] Comisión de las Comunidades
Europeas, Bruselas, 12.11.2007, comunicación de la
comisión al consejo, al Parlamento Europeo, al
Comité Económico y Social Europeo y al
Comité de las Regiones,
http://eur-lex.europa.eu/LexUriServ/LexUriServ.do?uri=COM:2007:0703:FIN:ES:PDF

[2] López Margall, A., Responsabilidad
social y aprendizaje servicio, XII Congreso internacional de
teoría de la educación, 2011,
http://www.cite2011.com/Comunicaciones/A+R/090.pdf

[3] experiencia particular en Gran
Bretaña y en los Estados Unidos

[4] V Eberly, D. J., “Service
Experience and Educational Growth”, Educational Record,
Spring 1968. Southern Regional Education Board, Service
Learning in the South: Higher Education and Public Service,
1967-1972, Souther Regional Education Board, Atlanta, Georgia,
1973

[5] Donald J. E. y Roche-Olivar, R., 2002,
Aprendizaje-servicio y prosocialidad,
http://www.clayss.org.ar/clayss_digital/12-01/EBERLY-ROCHE.pdf

[6] .Mendia Gallardo, R., Aprendizaje y
servicio solidario. Una propuesta educativa para el desarrollo
de la competencia ciudadana,
http://www.documentacion.edex.es/docs/0405MENapr.pdf

[7] López Margall, A., Responsabilidad
social y aprendizaje servicio, XII Congreso internacional de
teoría de la educación, 2011,
http://www.cite2011.com/Comunicaciones/A+R/090.pdf

[8] Cerna, L. P. y y Taramona, L. A., Impacto
del programa de aprendizaje/servicio “universitarios en
acción” en la formacion de liderazgo en los
estudiantes de la carrera profesional de educación de la
universidad nacional “Santiago Antúnez de
Mayolo”. Huaraz – Perú,
http://www.clayss.org/06_investigacion/jornadas/Libro_II-Jornada-Investigadores-Aprendizaje-Servicio/CIII-05_Cerna-Taramona.pdf

[9] Comisión de las Comunidades
Europeas, Bruselas, 12.11.2007,
http://eur-lex.europa.eu/LexUriServ/LexUriServ.do?uri=COM:2007:0703:FIN:ES:PDF

[10] Manzano Arrondo, V., El modelo de
aprendizaje-servicio y su potencial para la educación
superior,
http://personal.us.es/vmanzano/distribuye/conf/AprendizajeServicioUniversidad.pdf

[11] Martínez, M., Educación
universitaria. Octaedro/ICE-UB, Aprendizaje servicio y
responsabilidad social de las universidades, 2008,
http://www.octaedrotextos.com/pdf/110173.pdf

[12] Educación para Todos: cumplir
nuestros compromisos comunes, Dakar, 2000,
http://www.unesco.org/education/efa/fr/ed_for_all/dakfram_spa

[13] Abarca Fernández, R. R.,
Calificación o ¿Evaluación integrativa?
Ramón R. Calificación o ¿Evaluación
integrativa?, IV Congreso CREAD ANDES,
http://www.ucsm.edu.pe/rabarcaf/documentos/2013/CalifEvalInteg.pdf

[14] Martínez, M., 2010, Aprendizaje/
servicio y responsabilidad social de las universidades,
www.octaedrotextos.com/pdf/110173.pdf

[15] Eberly, D.l J. y Roche-Olivar, R.,
Aprendizaje-servicio y prosocialidad, Artículo publicado
originalmente en: CLAYSS. Aprender sirve, servir enseña.
Buenos Aires, 2002,
http://www.clayss.org.ar/clayss_digital/12-01/EBERLY-ROCHE.pdf

[16] González, A. 2008,
Antología 1997-2007. Seminarios Internacionales
“Aprendizaje y Servicio Solidario”,
http://www.me.gov.ar/edusol/archivos/2007_antologia_10.pdf

[17] Martínez, M. y otros, Aprendizaje
servicio y responsabilidad social de las universidades, 2008,
http://www.octaedrotextos.com/pdf/110173.pdf

[18] Benedicto, J. y Morán, M.
L.,2002, La construcción de una ciudadanía activa
entre los jóvenes,
http://www.documentacion.edex.es/docs/1601BENcon.pdf

[19] Contreras Mundaca, M. A., Desarrollo de
la ciudadanía activa a través del Aprendizaje.
Servicio en la Universidad Católica de Chile,
http://www.ruef.net.br/uploads/biblioteca/2205b0fe349b69dea68abf9310fc839f.pdf

[20] González, A. y Montes, R., El
Aprendizaje-Servicio en la Educación Superior. una
mirada analítica desde los protagonistas,
http://www.me.gov.ar/edusol/archivos/2008_as_edu_sup.pdf

[21] Naciones Unidas, ¿Qué es
el Pacto Global?,
http://www.pactoglobal.org.ar/content.asp?id=8

[22] La Asociación Niños del
tambo, suscribe  la declaración del milenio
que de inmediato transcribimos,
pero  manifiesta  su preocupación en
el sentido que  vemos muy lejanas  las
actuaciones de la ONU del contenido de sus
manifestaciones, acuerdos y declaraciones, 2000, La
Declaración del Milenio,
http://www.maria-garcia.com/tambo-Milenio.htm

[23] Gaete Quezada, R., Responsabilidad
social universitaria: una nueva mirada a la relación de
la universidad con la sociedad desde la perspectiva de las
partes interesadas. Partes interesadas. Un estudio de caso. Un
estudio de caso. Un estudio de caso,
http://uvadoc.uva.es/bitstream/10324/923/1/TESIS148-120417.pdf

[24] Vallaeys, F., ¿Qué es la
Responsabilidad Social Universitaria?,
http://www.cedus.cl/files/RSUusb.pdf

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