Francisco López Leiva: un santaclareño
preocupado por el acueducto local * – Monografias.com
Doscientos cinco años habían transcurrido
a partir del año fundacional de la villa de Santa Clara y
aun sus habitantes carecían de un acueducto que
garantizara el líquido vital para la subsistencia humana a
pesar de las ansias, aspiraciones y reclamos de sus habitantes
por la tenencia de tan preciada construcción. Muchos
fueron los intentos por reclamar o exigir la solución,
mientras tanto, las autoridades coloniales respondían con
evasivas, o lamentaban su precaria existencia económica.
Francisco López Leiva fue uno de los cronistas más
exigentes en reclamar la solución del
conflicto.
En crónica publicada en El Mosaico, el 24 de
junio de 1894, por la encuadernación Lubián, el
patriota inicia su arremetida:…"Como pedrada en ojo de
boticario ha venido el proyecto de construcción del
acueducto…Necesitamos para vivir tener cada día una
nueva pelota en el tejado… Ahora la pelota en el tejado es
el Acueducto. ¿Se hará?, ¿No se
hará?…"[1]
El patriota periodista cuestiona la actitud asumida por
el Ayuntamiento local y la carencia de dinero para acometer la
obra.
Seguidamente expresa:…"Todo el mundo grita que el
agua de Los pocitos tiene bacterias Patógenas pues que
están saturadas del lavado de los piés de los
aguadores; que la de Los Molinos es otro criadero de microbios,
etc, etc; pero á pesar de que todo el mundo habla del
agua, nadie se moja, quiero decir, que á ningún
burgués se le ocurre constituir una compañía
anónima y encabezarse con ocho ó diez mil pesos en
acciones…"[2]
López Leiva al valorar la situación de
otros poblados de Cuba en relación con la necesidad del
agua enfatiza:…"En otros pueblos, las casas marchan de
distinto modo. La Habana tiene dos abastecimientos de agua,
Cienfuegos dos y pronto tendrá tres Cuba, Cárdenas,
Matanzas., Sancti Spiritus, Sagua y Baracoa, uno. Hasta
Camajuaní, considerado por muchos todavía como
pueblo de monte, está construyendo su acueducto: y
nosotros nos vamos poco a poco quedando á la zaga,
discutiendo mucho, desbarrando un poco y "mondongueándolos
todo…"[3]
En crónica correspondiente al 5 de agosto de 1894
divulgada en El Mosaico, vuelve a reiterar: "…Sin embargo,
acerca de la fuente de los Pocitos que tiene como afluente el
caño de la Tenería, ni sobre la situación
del hospital de Caridad, enclavado en el centro de un barrio
pobladísimo, se le ha ocurrido á la Junta decir
nada…[4]
En la propia crónica, refiriéndose a la
conservación de la salud pública afirma: …"La
mayoría de las gentes tiene la completa convicción
que en el agua de Los Pocitos y en los víveres y
béberes que expenden las bodegas,, es donde están
los microbios de todas clases. Desde las garrapatas que llevaba
el cuero del buey llevado á curtir hasta el ala de
cucaracha y la palomilla que como mascabado ó arroz se
vende el parroquiano…"
En la referida Crónica satiriza a dos lecheros
por vender el líquido "bautizado" para complacer la
"usura", para satisfacer las leyes de la oferta y la demanda. En
relación con los lecheros ambulantes expresó:
…"No es extraño, por consiguiente, que traten de
aumentar su mercancía artificialmente haciendo de cada dos
botellas, tres; lo único nocivo que tiene el procedimiento
de amplificación, es la clase de agua que emplean, agua
procedente de arroyos y lagunas"…
Al parecer, la preocupación por la pureza del
agua en Santa Clara fue una constante generalizada, cuando
satiriza a instituciones científicas donde se exagera y se
hiperboliza el problema higiénico derivado de la carencia
de acueducto. El simpático periodista expone que en un
centro pogonotómico de la ciudad, un funcionario "asegura
haber visto en cierta ocasión un CATIVO dentro de una
botija de leche que compró para su casa". Cuenta el
cronista, que el público presente se miró azorado.
Y uno de los presentes dijo con socarronería:
_ ¡Un cativo, chico! …. ¿No
podrías rebajarlo a guayacón? Teniendo en cuenta
que el Ayuntamiento Municipal dilataba el proyecto de construir
el acueducto local y carecer de los fondos requeridos para acatar
el proyecto local de contrato, propuso con fecha 20 de marzo de
1889 un documento que contiene tres medidas encaminadas a hacer
realidad el acueducto para la ciudad, hecho que se pudo valorar
en el seno del Cabildo el 3 de junio del propio año,
según consta en Acta Capitular donde se expone:
Primero: Que tomado en consideración lo expuesto,
el Consejo Municipal, si lo cree oportuno, redacte las bases
preliminares para llevar a cabo la obra, comprendiendo en ellas,
las condiciones facultativas y económicas que estimen
necesarias,
Segundo: Que una vez redactadas estas, se le comunique
ya directamente, ya por medio del Boletín Oficial de la
Provincia, a fin de ajustar a él sus futuras
proporciones.
Tercero: Que dispuesto como está á
afianzar con las garantías que la Corporación exige
la seriedad y formalidad del proyecto, pidiendo también
que si este llegase á sacarse a licitación
pública se tenga en cuenta el derecho de prelación
y tanteo que por la presente iniciativa de una obra de utilidad
pública le otorga la Ley de
Corporación…"[5]
El Ayuntamiento Municipal, tan ágil,
mísero y depauperado como siempre respondió, como
tradicionalmente hacía desde el siglo anterior su
correspondiente y archiconocida respuesta _ "No hay fondos"_; que
no teniendo el Ayuntamiento fondos para afrontar los gastos que
origina el estudio técnico para la traída de las
aguas y formación de presupuestos, plano y memoria, etc.,
puede él o la casa que representa realizar dichos trabajos
y presentarlos para en su vista estudiar el caso dándole,
la prelación y tanteo que pide en la subasta, debiendo
además, fijar el plazo para el comienzo de las
obras"[6]
Resulta risible, y también ridículo, que
una institución administrativa como el Ayuntamiento
Municipal de Santa Clara, fundado en pleno siglo XVII respondiera
en esos términos al Coronel Francisco López Leiva,
periodista de la ciudad y acabado de regresar de la contienda
emancipadora de 1895-98, cuando en realidad conocían
perfectamente, que sus propósitos solo respondían a
resolver y garantizar un viejo anhelo de sus coterráneos y
suyo en particular.
Cuatro años más tarde la "Ilustre
Corporación", como asi se autonombraban los funcionarios
del Ayuntamiento local, el 10 de diciembre de 1903, la
Cámara promulgó una ley donde se aprobó el
presupuesto para la construcción del acueducto
santaclareño por valor de $72,000.00, pero del dicho al
hecho, transcurre un trecho.
El periódico local La Publicidad con fecha 13 de
enero de 1908, es decir, nueve años después de la
"célebre" respuesta a López Leiva, evocando lo
dispuesto por la Cámara, divulgó: "Pero no se
concreta nada en realidad, deseándose el Acueducto desde
1689. Otros amantes de las tradiciones dirán que nos basta
y sobre con el agua de "Los Pocitos" del padre
Conyedo".
El artículo concluye con la siguiente
interrogante: ¿ Hasta cuándo seguiremos con esas
músicas"… [7]
"Las músicas" de la Ilustre corporación
santaclareña se fueron dilatando entre el fluir de las
ondas hasta que el 2 de septiembre de 1914, quince años
posteriores a lo acordado con respecto a la preocupación
del periodista, cuando se deciden cerrar el contrato con los
ingenieros Torrance y Portal para, al fin, construir el
acueducto.
La obra se dilató entre 1914 y 1918. Primero se
previó crear condiciones para almacenar el agua necesaria
en el rio Alabama; luego se determinó crear las
condiciones en el rio Gramal, a unos 20 kilómetros al
sudoeste de Santa Clara. La Secretaría de Obras
públicas aprueba el proyecto en agosto de 1915, pero la
construcción concluye el 3 de julio de 1919. En los
primeros días de noviembre de 1919, el preciado
líquido fue puesto al servicio del público. La
dilatada obra costó $800,000.00.
El periódico La Publicidad de Santa Clara a
partir del 5 de marzo de 1906 hasta diciembre de 1909
divulgó sistemáticamente criterios, aspiraciones,
sueños, proyectos, ilusiones y acuerdos relacionados con
las ansias de poseer un acueducto local; en sus páginas
abunda referencia que puede ser de interés de los lectores
e investigadores, y hasta servir de soporte para investigaciones
pormenorizadas sobre esa temática.
La Revolución de enero de 1959 garantizó
definitivamente el acueducto de Santa Clara, el cual se
amplía y moderniza sistemáticamente en
correspondencia con las necesidades sociales y el desarrollo
tecnológico que la praxis impone.
Bibliografía consultada
Revista El Mosaico. Año II, 24 de junio de 1894,
sin paginar
Revista El Mosaico. Año II, 5 de agosto de 1894,
sin paginar
Acta Capitular del Ayuntamiento Municipal
santaclareño. Tomo LII, folios 85-88 vto, 3 de junio de
1899. Archivo Histórico Provincial de Villa
Clara
La Publicidad, desde 1906 a 1909, Años III, IV,
V, VI. De enero a diciembre. Sala de Fondos Raros y Valiosos.
Biblioteca Marti. Santa Clara, Villa Clara
Vidaurreta Casanova, Antonio J. El Acueducto de Santa
Clara. Ediciones Culturales "Publicidad", pp 5-6, 1944
Autor:
Lic. Marino Froilán García
Machado
(Santa Clara, Villa Clara, Cuba)
Licenciado en Educación especialidad
Español-Literatura. Profesor de Español-Literatura
de la Escuela Provincial de Arte Samuel Feijó, Santa
Clara. Investigador de historia y cultura de la localidad de
Santa Clara desde el año de 1999.
Enviado por:
Adela Alamo
[1] Francisco López Leiva (1857-1940).
Nació en Santa Clara, poeta, periodista, cronista,
cuentista, novelista, ensayista, historiador, invasor hasta
Mantua y Representante a las asambleas de Guáimaro y
Jimaguayú, Santa Cruz del Sur y El Cerro,
Habana.Murió en su ciudad natal, el 4 de diciembre de
1940. Revista El Mosaico, Año II, 24 de junio de 1894,
s/p
[2] En 1894 solo existían cuatro pozos
públicos en la ciudad: Los Pocitos, La Vigia, Los
Molinos y El Chamberí
[3] Idem
[4] Revista El Mosaico, Año II, 5 de
agosto de 1894, s/p
[5] Acta Capitular del Ayuntamiento Municipal
santaclareño, Tomo 52, folio 85-88 vto, 3 de junio de
1899. Archivo Histórico Provincial de Villa Clara.
[6] Idem
[7] La Publicidad. Año V. Santa Clara,
8 de enero de 1908, p 2, col 1. Sala de Fondos raros y
valiosos.Biblioteca Martí, Santa Clara, Villa Clara