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El frustrado regreso de San Martín y su despedida de su patria




    El frustrado regreso de San Martín y su
    último adiós a su patria – Monografias.com

    El frustrado regreso de San
    Martín y su último adiós a su
    patria

    Las lamentables circunstancias que rodearon el regreso a
    su patria de nuestro héroe máximo, fueron realmente
    lastimosas y deplorables.

    El 6 de febrero de 1829, anclaba en las balizas frente
    al puerto de Buenos Aires, el buque artillado inglés
    "Countess of Chichester". Entre su pasaje figuraba el
    héroe de Chacabuco y de Maipú.

    El libertador de Argentina, de Chile y del Perú.
    Nuestro padre de la patria, que regresaba con el único
    deseo de terminar sus días y morir en ella.

    Pero si observamos detenidamente dos detalles de ese
    regreso, podemos deducir el estado de ánimo y la
    preocupación que lo embargaba  al interiorizarse en
    detalle de la realidad con que se encontró. Primero San
    Martín viajó de incógnito. Lo hizo bajo el
    nombre de José Matorras.

    El argumento de la seguridad personal del pasajero queda
    absolutamente descartado. Primero por que en 1829 no había
    fuerza marítima en el mundo que se atreviese atacar una
    fragata de guerra inglesa y además para esa fecha,
    España que podría haber intentado alguna
    acción,  ya había firmado con Inglaterra un
    tratado de paz y cooperación comercial.

    Por otra parte Inglaterra hacía años que
    ya había reconocido a las Provincias del  Río
    de la Plata,  como nación independiente.

    Los únicos potenciales enemigos de San
    Martín no se hallaban dispersos por el mundo, estaban en
    un solo lugar. Estaban  aquí. Cuando él decide
    el regreso el gobierno era federal y cuando arriba, el gobierno
    era unitario y había ejecutado al  gobernador
    anterior.

     ¿Por qué razón sino
    debería haber utilizado un seudónimo para
    desplazarse? Dicho sea de paso es la única oportunidad en
    su vida que se encuentra documentado -y que el suscripto tenga
    conocimiento– que haya ocurrido tal cosa. ¿San
    Martín viajando de incógnito y usando
    seudónimo? No concuerda con su personalidad.

    El otro detalle sintomático y que
    determinó su regreso sin siquiera desembarcar es
    más extenso e intentaré argumentar brevemente. El
    "Countess of Chichester" atracó para
    abastecerse  en Río de Janeiro, donde
    Inglaterra  tenía la base marítima que
    controlaba el Atlántico Sur, casi todo el mes de diciembre
    de 1828. Para el 15 de enero de 1829, estaba en Montevideo. En
    ambas estadías toma conciencia de las novedades que
    muestran la  verdadera dimensión del drama
    argentino.

    San Martín había programado su regreso
    convencido que tras la paz con Brasil, encontraría a la
    patria en orden y libre, sobre todo considerando que Rivadavia ya
    había caído, quien junto con sus partidarios no
    perdieron la oportunidad de calumniarlo y difamarlo, inclusive en
    Europa en cada representación diplomática que
    contábamos y que hubiese ocasión.

    Cuando arriba al Río de la Plata, se encuentra
    que el gobierno está nuevamente  en manos de
    rivadavianos, sus enemigos declarados, en plena guerra civil, y
    con el jefe de uno de los bandos fusilado por el otro.

    Decide tomar distancia del conflicto y regresar a
    Montevideo en la misma fragata para evaluar más
    tranquilamente la decisión final.  Le envía
    una carta a José Miguel Díaz Vélez, de quien
    era amigo personal. Recordemos que Díaz Vélez era
    el Ministro General del Gobernador Lavalle. San Martín le
    informa que su proyecto había sido regresar para concluir
    sus días en el retiro de una vida privada, para la que
    había contado con la tranquilidad completa en que supuso
    se encontraba el país. "pues sin este requisito
    sabía muy bien que todo hombre que ha figurado en
    revolución, no podría prometérsela, por
    estricta que sea la neutralidad que quiera seguir en el choque de
    las opiniones.

    Así es que en vista del estado en que
    encuentro nuestro país, y por otra parte no perteneciendo
    ni debiendo pertenecer a ninguno de los partidos en
    cuestión, he resuelto para conseguir este objeto pasar a
    Montevideo, desde cuyo punto dirigiré mis votos por el
    pronto restablecimiento de la concordia".

    Díaz Vélez le contestó
    inmediatamente, adjuntándole un pasaporte para poder
    instalarse en Montevideo, y se permite contradecirlo a San
    Martín en relación a la mención que
    él hace sobre los dos partidos políticos en pugna,
    dando muestra de una absoluta falta de criterio, fundamentado
    seguramente en el momentáneo éxito que les dio el
    fusilamiento de Dorrego.

    En la nota enviándole el pasaporte, menciona:
    "Por lo demás, aquí no hay partidos, si no se
    quiere ennoblecer con ese nombre a esa chusma y a las hordas
    salvajes de los federales."

    Ya instalado en Montevideo, San Martín se puso en
    contacto con algunos expatriados (en esta ocasión los
    expatriados eran los de la chusma y las hordas salvajes compuesta
    por  los federales) y siguió con preocupación
    y dolor las violentas alternativas de la situación
    argentina.

    A los pocos días su cuñado Manuel
    Escalada, sirviendo de intermediario, le anunció la
    inmediata visita del coronel Eduardo Trolé y Juan
    Andrés Gelly (unitarios) quienes portaban una carta
    firmada por Lavalle en Saladillo el 4 de abril de 1829. que
    decía: "Señor General José de San
    Martín: Mi estimado general: los señores coronel
    Trolé y don Juan Andrés Nelly salen en este momento
    de mi cuartel general para Montevideo y los he autorizado para
    que hablen con Vd. A mi nombre. Quiera V. dignarse oírlos,
    general y admitir los sentimientos de admiración y respeto
    de su muy atento y obediente servidor q.b.s.m. Juan
    Lavalle."

    Lavalle creyó poder sumar a San Martín a
    su empresa política, suponiendo que su prestigio
    sería suficiente para evitar el fracaso que se acercaba
    rápidamente. Puente Márquez quedaba solamente a
    pocos días, y ocurriría el 26 de abril de
    1829.

    San Martin entrega a los comisionados  Trolé
    y Gelly una carta para Lavalle  que el Libertador les
    había encomendado y que en sus términos más
    relevantes menciona lo siguiente: "… por mi parte,
    siento decir a usted que los medios que me han propuesto no me
    parecen tendrán las consecuencias que usted se propone
    para terminar los males que afligen a nuestra patria
    (1).
    Sin otro derecho que el haber ido su compañero de
    armas,  permítame usted, General, le haga una sola
    reflexión, a saber:

    Que aunque los hombres en general juzgan de lo
    pasado según su verdadera justicia, y de lo presente
    según sus intereses, en la situación que usted se
    halla, una sola víctima que pueda economizar el
    país, le servirá de consuelo inalterable, sea cual
    fuere el resultado de la contienda en que se halla usted
    empeñado, porque esta satisfacción no depende de
    los demás sino de uno mismo."

    Algunos autores especializados en el aspecto
    biográfico de San Martín, argumentan que ya desde
    la información que recibe en Río de Janeiro y la
    que luego le alcanzan en Montevideo, donde tampoco
    desembarcó; y donde se entera los pormenores de la
    ejecución de Dorrego (13 de diciembre de 1828), adopta la
    decisión de no tomar partido por ninguno de los bandos y
    alejarse para siempre de esta tierra. Deja varias cartas, algunas
    con una extensión y con argumentaciones que denotan que
    fueron redactadas en varias jornadas y que no fue una
    decisión apresurada adoptada cuando atraca en Buenos
    Aires.

    De esas varias cartas, solamente me referiré
    sobre algunas de ellas. Las que considero más ilustrativas
    sobre la decisión que adopta. Irse para
    siempre.

    Una carta a O"Higgins donde le manifiesta su
    opinión terminante sobre Rivadavia y su política; y
    argumenta el motivo de su regreso y otra carta al General
    Tomás Guido, que las reservo para el final del comentario
    por que considero que son la síntesis de su
    preocupación y de sus desvelos.

    Lo irónico es que a los pocos días en
    Puente de Márquez, toda la aventura liberal rivadaviana
    que Lavalle pretende llevar a cabo,  finaliza de la peor
    manera y da comienzo a cuatro décadas de enfrentamientos
    fraticidas.  Pero para San Martín y para nuestra
    patria ya era tarde. Ya había decidido regresar a Europa
    para nunca más volver.

    Carta a O"Higgins. El 13 de abril de 1829, le
    escribe este documento, que debería ser de estudio
    obligatorio en los institutos especializados en la materia, para
    desenmascarar de una vez por todas a los que mienten respecto del
    ideario del Libertador.

    "El objeto de Lavalle era el que yo me encargara del
    mando del ejército y de la provincia de Buenos Aires y
    transase con las demás provincias a fin de garantizar, por
    mi parte y la de los demás gobernadores, a los autores del
    movimiento del 1º de diciembre; pero usted conocerá
    que en estado de exaltación a que han llegado las
    pasiones, era absolutamente imposible reunir los partidos en
    cuestión, sin que quede otro arbitrio que el extermino de
    uno de ellos. Por otra parte, los autores del movimiento del
    1º SON RIVADAVIA Y SUS SATÉLITES, Y A USTED LE CONSTA
    LOS INMENSOS MALES QUE ESTOS HOMBRES HAN HECHO. NO SOLO A ESTE
    PAÍS, SINO AL RESTO DE LA AMÉRICA, CON SU INFERNAL
    CONDUCTA; SI MI ALMA FUESE TAN DESPRECIABLE COMO LAS SUYAS, YO
    APROVECHARÍA ESTA OCASIÓN PARA VENGARME DE LAS
    PERSECUCIONES QUE MI HONOR HA SUFRIDO DE ESTOS HOMBRES; PERO ES
    NECESARIO ENSEÑARLES LA DIFERENCIA QUE HAY DE UN HOMBRE DE
    BIEN A UN MALVADO."
    El subrayado es del original hecho de
    puño y letra del Libertador.

    Carta al General Tomás Guido
    Desde Montevideo y ya con un pié a bordo escribe la
    última nota de este frustrado retorno.

    "La Historia  y más que todo la
    experiencia de nuestra revolución, me ha demostrado que
    nunca se puede mandar con más seguridad a los pueblos que
    los dos primeros años de una crisis. Tal es la
    situación en que quedará Buenos Aires, que
    él no exigirá del que lo mande, después de
    la presente lucha, sino tranquilidad. Si sentimientos menos
    nobles de los que poseo a favor de nuestro suelo, fuesen el norte
    que me dirigiese, aprovecharía de esta coyuntura para
    engañar a ese heroico pero desgraciado pueblo, como lo han
    hecho cuatro demagogos, que con sus locas teorías
    (2)
    lo han precipitado en los males que lo afligen, y
    dándole el pernicioso ejemplo de calumniar y perseguir a
    los hombres de bien con el innoble objeto de inutilizarlos para
    su país. No se borrarán de mi memoria los
    epítetos de ladrón y mentiroso con que
    gratuitamente me favorecieron. Pues si no hay arbitrio de olvidar
    las injurias, porque en este acto pende de mi memoria, a lo menos
    he aprendido a perdonarlas, porque este acto depende de mi
    corazón. Me voy de mi país no para poner a cubierto
    mi vida sino para evitarle nuevos ultrajes."

    (1) Es evidente que el proyecto de Lavalle presentado a
    San Martín, es simplemente eliminar al bando opuesto. Ya
    se había comenzado con Dorrego y si nos atenemos a la
    propuesta de Florencio Varela, que está escrita,
     incluía la eliminación de Quiroga, Bustos,
    López, y otra chusma de hordas salvajes por el
    estilo.

    (2) ¿A esta altura de las circunstancias alguien
    puede tener alguna duda de quienes son los cuatro locos
    demagogos
    y a que partido pertenecían los  que
    difamaban y perseguían a nuestro Libertador?

    Bibliografía General

    • Ricardo Levene. "La sublevación del 1º
      de diciembre de 1828 y los gobiernos de Lavalle y Viamonte.
      En Historia de la Nación Argentina, de la Academia
      Nacional de la Historia, Tomo VII, Buenos Aires,
      1950.

    • Dardo Corvalán Mendilaharzu. Influencia de
      San Martín, Rosas y Guido en la revolución del
      1º de diciembre de 1828. Buenos Aires, 1948.

    • Atilio García Mellid. Proceso al liberalismo
      argentino. Buenos Aires, 1957.

     

     

    Autor:

    Roberto Antonio Lizarazu

     

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