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Mi Manifiesto (Cuento)




Enviado por carlos magana




    Mi Manifiesto – Monografias.com

    Mi Manifiesto

    Monografias.com

    Pot ser

    6 de julio de 2018, sábado, luna mora.
    España no juega los mundiales de Rusia. En su lugar,
    Iberia, luciendo camiseta negra, símbolo de la
    absorción y comunión de todo un conjunto de
    pueblos: colores, ideas y valores bajo una misma especie de
    agujero negro como la noche más negra sin más
    adornos que el contorno de toda la península
    ibérica grabado en blanco en un brazo representando el
    enfoque único en el bienestar del ciudadano, que no desea
    más Estado que el estrictamente necesario para ofrecer las
    condiciones básicas en las que empresas y emprendedores
    crezcan y las familias puedan trabajar, alimentar y educar a los
    suyos, y vivir en paz. 

    Iberia, digo, está jugando la final del mundial
    de Rusia contra la mismísima Brasil, repitiendo la final
    de aquel inolvidable verano de 2014 donde se impuso
    España, en la que sería su última
    aparición con este nombre.

    Vaya noche de fiesta para celebrar además la
    última de las fusiones, la más esperada, entre el
    sector 1-A, correspondiente a Gallaecia1 y los sectores 1-B y
    1-C, es decir, gran parte de la Lusitania1, y de la antigua
    Tarraconensis1. Una fusión preciosa entre lo que
    habían sido hasta ahora Galicia, Portugal, Asturias y
    Cantabria.

    Ello implicaba definitivamente el triunfo del sentido
    común de unos pocos, apoyados por la inmensa
    mayoría de los ciudadanos de España y Portugal (89%
    y del 87% respectivamente) y, por fin, de las 17 comunidades
    autónomas, más Portugal, se pasaba a 5
    únicas entidades, que llamaré Entes a partir de
    ahora, (aunque cómo se les llame carece de importancia),
    mediante pactos de FUSION entre ellas que, desde el punto de
    vista de la Administración de los impuestos y los
    servicios básicos (Sanidad, Pensiones, Servicios Sociales
    y Empleo), habían logrado  desde abril de 2015 y
    hasta este momento unos ahorros de más de 150.000 millones
    de euros.

    La administración tras esta última
    fusión2, se reducía ya en un 75%, y hasta ahora, la
    eficiencia en la gestión había arrojado unos datos
    muy alentadores.

    Por ejemplo más del 70% de los "necesarios"
    desempleados públicos, (personas  cuya
    aportación de valor al ciudadano era nula y cuyos puestos
    de trabajo había que amortizar), había conseguido
    un nuevo empleo lejos de las ubres del
    Estado/Autonomías/Ayuntamientos/Empresas Públicas,
    etc.

    El resto probablemente, tendría que reciclarse. Y
    es que, no todo el que cree que vale para la política,
    consigue trabajo en la vida privada, sobre todo aquellas personas
    que desde que tienen uso de razón, mediante el
    adoctrinamiento sectario, o por voluntad propia, se han
    convertido en profesionales de la misma, sin experiencia previa
    alguna en gestión de empresas, sin siquiera saber lo que
    es un presupuesto, ni cómo se lee, y sin por supuesto,
    tener algo básico grabado a fuego en el cerebro: Que los
    dineros recaudados a los ciudadanos son sagrados y que no se
    puede meter la mano en la caja ni que sea para pillar un
    céntimo de euro. ¿Era tan dificil aprender eso?.
    Todas las familias lo saben, y lo sufren cada día.
    ¿Por qué ellos no?

    En junio de 2018, hacía tan solo un mes, el paro
    se había reducido ya al 7%, muy por debajo de las tasas
    medias de la UE. La competitividad empresarial nos situaba como
    el segundo exportador europeo tras Alemania. Habíamos
    entendido de verdad el significado del turismo como negocio de
    servicios, el de las energías renovables, el de la I+D, el
    de la construcción, tan importante para mover a otros
    muchos sectores, semejante a su motor de arranque.

    Imprimimos toda nuestra pasión en conseguir ser
    el país con los mejores servicios del mundo sin
    excepción, tanto en la gestión como en la
    diversidad y el trato exquisito al cliente. Se consiguió,
    por ejemplo, este mismo año un incremento del gasto medio
    por turista superando por primera vez a Francia e
    Italia.

    Costó casi una revolución pero no
    había otra salida: 1 millón de familias (de los
    casi 6 millones de parados) sin ningún tipo de recurso
    económico para vivir dignamente por falta de trabajo y de
    prestaciones en la primavera de 2015, era el colmo, algo
    insostenible.

    Sobre todo mientras los políticos seguían
    apoltronados en el poder, sin hacer absolutamente nada, entre
    otras razones porque, o no tenían ni idea de cómo
    hacerlo, o porque realmente su poder, excepto para aparentar,
    estaba vacío de contenido, de instrumentos y capacidades
    de control monetario o de endeudamiento, aunque eso sí,
    habían logrado mantener una encomiable habilidad para
    recaudar impuestos, un mimo exarcebado para multar sin
    ningún criterio y una tremenda imaginación para
    seguir generando nuevas tasas indiscriminadamente tanto a
    empresas como a familias. Pero esto debía acabarse y se
    acabó.

    Algunos hombres preclaros llegados de la política
    activa los menos, de las universidades, de las empresas, del
    mundo de la ciencia y de la cultura, en su mayoría
    ingenieros, que son los que se supone que se las ingenian mejor,
    pero también escritores, biólogos, físicos,
    hombres hechos así mismos, pero con una
    característica esencial: Su pasión por servir al
    país, su contrastada trayectoria de éxitos en sus
    quehaceres privados y su capacidad de gestión de los
    recursos ajenos, sin interés alguno en meter la mano en la
    caja, (bajo pena de corte de ambas manos, a cargo eso sí,
    de la seguridad social), se pusieron manos a la obra.

    Aquellos, junto a expertos en áreas tan diversas
    como el deporte, el coaching, las ciencias del mar o el
    periodismo, consiguieron decir por fin las cosas claras, lograron
    hacernos perder el miedo al verdadero cambio, pese a los augurios
    de ciertos personajes hoy olvidados, y autores cuyas tesis daban
    por sentado que las cosas no cambiarían jamás, que
    el poder de unos pocos sobre la mayoria ha ocurrido siempre, que
    la historia nos muestra que en todo momento de lo que se trata es
    de que unos pocos vivan a costa del trabajo, las penurias y el
    pago de  impuestos de una inmensa mayoría,
    concediéndonos de vez en cuando alguna pretensión
    nímia en nombre de una pretendida libertad para acallar
    sus verdaderos motivos: mantenerse en el poder pase lo que pase,
    cueste lo que cueste, caiga quien caiga.

    Sin embargo apelando a los grandes maestros, Kant,
    Hobbes, Locke, Rousseau, César, Churchill, y tantos otros,
    demostraron la capacidad del hombre para cambiar su destino y el
    de sus pueblos, y ¡vaya si lo consiguieron!.

    Probablemente, de la única manera en que
    podía hacerse: con una revolución,
    brevísima, pero revolución al fin (sin muertos,
    solo 6 suicidios de políticos ya encausados o a punto de
    estarlo) y sobre todo con palabras sencillas, comprensibles para
    todo el mundo.

    Los ciudadanos por fin confiamos en textos y arengas
    como algunas que conservo, sacadas de twiter y del resto de redes
    sociales y que pululaban por internet desde hacía ya 10
    años. Se consiguió el cambio desde dentro,
    ¿les suena?, aprovechando los modos legales de
    actuación que nos dimos el 86% de los españoles al
    aprobar nuestra Constitución allá por el
    78.

    A estas personas se les dieron poderes absolutos aunque
    limitados en el tiempo y formaron un Consejo de Servidores
    Expertos, (CES) al servicio de la coalición mayoritaria
    que gobernaba en cada momento.

    La idea básica era aplicar los mismos conceptos
    que funcionaban en el mercado, porque éramos una
    economía de mercado; Y esos mismos síntomas de
    inoperancia, inefectividad, falta de recursos, despilfarro,
    ineficiencia, descontrol, incapacidad para competir en entornos
    abiertos y globales, equivocación total en las prioridades
    y desenfoque en el diagnóstico de la situación a
    reparar, el mercado los resolvía entre otras cosas con
    cierres de empresas, despidos masivos, búsqueda de capital
    si es que se convencía alguien de que el proyecto
    seguía siendo viable, y también con FUSIONES y
    adquisiciones, para conseguir el tamaño necesario, la masa
    crítica mínima para competir con éxito en un
    mundo global.

    Estos hombres preclaros, se centraron en el concepto de
    FUSION y sobre todo pusieron el foco en la parte de los
    presupuestos correspondiente al gasto. Analizaron con lupa cada
    partida de gasto, todas ellas, de todas las administraciones de
    todo el país, una por una, euro a euro.

    El concepto de FUSION, fue elegido como paso previo y
    necesario en la contención del gasto y para mejorar la
    competitividad. Ello se traduciría en mejores prestaciones
    y servicios al ciudadano, rebajando fuertemente la presión
    fiscal porque, con muchos menos recursos, se hacía
    innecesario afán recaudatorio alguno.

    No se perdió la identidad propia de cada
    comunidad, o si se prefiere, el carácter identitario al
    que ciertas comunidades solían apelar, porque éstas
    no desaparecieron como tales sino que se reforzaron entre si. A
    tan importante concepto para algunos, éste del
    carácter identitario, (sobre todo como vehículo
    atractivísimo para conseguir el poder, echando las culpas
    de todos los males al otro y atribuyéndose no pocas dosis
    de endiosamiento y caudillismo casi), se le dio una vuelta de
    tuerca incorporándolo todo en un proyecto más
    ambicioso y con enfoque único en el ciudadano y sus
    necesidades básicas: Trabajo y salud, que el resto se lo
    curraba él solo según su buen hacer de padre/madre
    de familia, incluyendo sus necesidades de pertenencia a su
    comunidad, región, creencia, ciudad o barrio, según
    le viniera en gana.

    La primera de las fusiones tuvo lugar ya en la primavera
    de 20152 mediante la unión administrativa de Castilla-La
    Mancha, Murcia y Extremadura, consiguiendo, por cierto, que 2 de
    esas 3 comunidades tuvieran, de nuevo, acceso al mar.

    Esa fusión provocó de inmediato la
    eliminación del 55% de los políticos y la
    reducción del tamaño de la administración
    pública en un 79%, tras un descenso brutal del
    número de funcionarios, entidades y empresas que no
    servían absolutamente para nada puesto que no aportaban
    valor alguno al ciudadano.

    En solo 2 meses este nuevo Ente consiguió
    superavit financiero; las agencias internacionales mejoraron su
    rating a niveles del de Japón; Hubo unidad  total de
    mercado, total empatía con el resto de Europa. Se
    escribieron tesis acerca de semejante milagro; venían de
    todas partes políticos, empresarios, investigadores y
    curiosos para aprender lo que ya se denominaba "el segundo
    milagro español", (¡qué milagro ni que
    gaitas!: sentido común) y lo clave: El paro se redujo
    desde el 30% al que se había llegado tan solo 2
    años antes a solo el 8%, y continuaba descendiendo cada
    semana.

    Se redujeron brutalmente todos los impuestos a las
    personas y a las empresas; se redujeron a CERO las necesidades de
    subvencionar nada. Se tuvo acceso privilegiado al crédito
    aunque su uso no era necesario en absoluto.

    La mala noticia era que el 70% del paro que quedaba en
    ese recién nacido Ente, estaba constituido por los propios
    políticos cesados, a los que por su escasa
    formación, educación mínima, falta de
    idiomas y de reciclaje profesional, les estaba costando
    más incorporarse a la vida laboral, como a todo hijo de
    vecino le había costado también, dicho sea de
    paso.

    La aplicación del concepto de FUSION acababa
    además con términos casi fascistoides como los de
    adoctrinamiento, propaganda, sectarismo, o victimismo
    reivindicativo, todos ellos elementos típicos de otras
    épocas, felizmente superadas, que perseguían
    siempre los mismos objetivos: mantenerse unos pocos, los de
    siempre, en la casta del poder y hacer que la mayoría
    siguiera trabajando y pagando impuestos para ellos: los mismos
    siempre también. Conceptos que no creaban puestos de
    trabajo, ni daban de comer a nadie porque no aportaban valor
    alguno al ciudadano.

    Se habían reducido sustancialmente las
    estructuras del Estado y de las administraciones (todas y a todos
    los niveles). De hecho Iberia era ya en el otoño de 2017
    el país de la comunidad europea con mejores índices
    de eficiencia y racionalidad administrativa, así como con
    el menor coste medio de administración pública por
    habitante y año.

    Al fusionarnos con Portugal, aunque ya fuimos Uno en el
    pasado3, la renta teórica por habitante descendió,
    con lo que Iberia, accedió a  más recursos e
    inversiones  procedentes de la UE. Se convirtió de
    nuevo en receptora neta de fondos de la Comunidad
    Europea.

    ¿Y quienes se habían negado, con todas sus
    fuerzas, y con toda la propaganda, (pagada, por cierto, con
    nuestros impuestos, ¡cómo si no!, para ponerla a su
    servicio), ¿quienes se habían opuesto, digo, a dar
    este paso?: Los políticos, y justo ahí es cuando se
    les vio el plumero, y todos comenzamos a darnos cuenta del
    percal.

    Ellos no querían cambios sustanciales, radicales,
    sino solo un poco de maquillaje, el mínimo necesario para
    salir del paso y acallar consciencias, por el miedo terrible a
    perder sus prebendas, fantásticos viajes, puestazos,
    cochazos, persecución continua pero consentida de los
    medios (luces y cámaras) como si fueran estrellas de cine.
    Pero francamente, eso era lo de menos y fue perfectamente
    asumible el coste de acallarlos y apartarlos de la
    política.

    Solo hubo que apagarles los micrófonos y prohibir
    que pagaran medios de comunicación con nuestros impuestos
    (para que les hiceran el paseillo dia sí y otro
    también), para que sus falsas arengas no llegaran ni a sus
    vecinos.

    El sistema administrativo vigente hasta Abril de 2015,
    no ponía el énfasis en el ciudadano. Por tanto no
    nos valía como sistema organizativo. Así de simple.
    Había que romper moldes:

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    Estos 9 puntos forman parte de un ejercicio muy conocido
    para la creación de nuevos contextos. Se trata de unirlos
    trazando un máximo de 4 líneas rectas sin levantar
    el lápiz del papel. La clave del rompecabezas está
    en nuestra capacidad para redefinir el contexto en el que vemos
    los 9 puntos.

    La cuestión es ésta: si aceptamos el
    límite exterior que implican los 9 puntos, no resolveremos
    nunca el problema.

    De igual forma, si aceptamos como dogma de fe que la
    estructura organizativa actual compuesta por 17 comunidades
    autónomas no se puede cambiar, jamás resolveremos
    los problemas de los ciudadanos.

    Necesitábamos crear un concepto nuevo: un nuevo
    paradigma y, a través de él, encontrar nuevas
    soluciones.

    La gran noticia detrás de esta simple idea era
    que no hacía falta reformar la Carta Magna en absoluto. Se
    trataba de FUSIONES de Comunidades ya instauradas, para crear
    Entes más competitivos y racionales. Si a ello
    añadíamos tecnología y capacidades
    organizativas, de gestión y de control, verdaderamente
    contrastadas, dejándolo todo en manos de los mejores
    técnicos, lo habríamos conseguido sin desvirtuar lo
    más mínimo las necesidades identitarias de unos
    pocos. ¡Era genial!.

    Sobre todo, se creyó en esta idea, cuando el
    paro, verdadera caja de pandora, problema único en el que
    había que poner todos los esfuerzos, génesis de la
    situación desesperanzada en la que se encontraba la gran
    mayoría de ambos países, comenzó a descender
    a pasos de gigante, semana tras semana, con la
    implantación de este nuevo paradigma.

    Por extensión, llegó inmediatamente como
    se ha mencionado antes, la reducción de impuestos y tasas
    a todos los niveles, la más importante de los
    últimos 50 años. Y también de las
    cotizaciones sociales de trabajadores y empresas, y un mimetismo
    casi enfermizo se extendió por el resto de comunidades, e
    incluso por Europa entera.

    Más aún, e insistiendo en este punto,
    técnicamente hablando al fusionarse Portugal y
    España, la renta per capita teórica del conjunto se
    redujo en unos 3.000 euros, entrando otra vez este nuevo
    país en el grupo de la UE merecedor de ser receptor neto
    de recursos, que esta vez sí, fueron invertidos de un modo
    racional y efectivo, realimentando la rueda del crecimiento, del
    empleo, del consumo, de las exportaciones, y finalmente mejorando
    la salud mental del país entero, que comenzó de
    nuevo a creer en sí mismo, en su pasión por el
    servicio, en la pura vida, en el respeto absoluto a la diversidad
    y a lo distinto como verdaderos signos de nuestra identidad y de
    nuestras profundas raíces ibéricas.

    Y es que los nacionalismos no saciaban el hambre de
    nuestros hijos, y poco a poco, habían dejado de alimentar
    también nuestras ansias de libertad porque tampoco
    suponían la libertad en absoluto sino un simple cambio de
    cromos, de papeles y de nombres, para que todo siguiera igual:
    Era, sencillamente, un engaño que suponía  el
    cambio de unos políticos por otros, (eso sí de
    nuestra tierra eh!, que ya que me roban, que sean de los
    míos) para hacer lo mismo y esquilmarnos de igual o
    mejores maneras, en nombre de nuestra identidad milenaria como
    pueblo distinto y superior al tuyo.

    La aplicación de las enormes aportaciones que nos
    permitían las nuevas tecnologías y la
    contratación de las personas con mejor formación
    técnica, claves para cuadrar presupuestos complejos y dar
    respuesta a las necesidades básicas de los ciudadanos, no
    se conseguirían nunca con el sistema politico y
    administrativo que teníamos. Por eso había que
    cambiarlo todo.

    Nacía entonces la República Federal de
    Iberia: el país más eficiente y enfocado al
    ciudadano que había existido jamás, superando en
    calidad de vida y servicio a toda Europa y al mundo entero, con
    permiso de Singapur. ¡Pero quién demonios
    quería parecerse a Singapur!, donde estaba prohibido hasta
    mascar chicle en la vía pública.

    ¿Y qué nos diferenciaba realmente de
    nuestros amigos los portugueses, dentro de la UE?. ¿No
    seríamos mucho más eficaces y competitivos juntos
    de nuevo? Era así de sencillo. Era la apuesta
    ganadora.

    Las pretendidas diferencias entre comunidades y
    países habían sido acrecentadas y exageradas
    artificalmente para crear cotos de poder, no para servir
    más eficientemente al ciudadado.  Eran una mala copia
    de los extintos Reinos de Taifas4.

    La búsqueda enfermiza de acólitos a
    través del control de los medios de comunicación
    públicos y las escuelas tenía que acabarse. Se
    persiguieron por ley las arengas o intentos de proselitismo desde
    foros públicos del odio a lo ajeno, a lo diverso, a los
    que no piensan como yo, a los que no han nacido, ¡Dios
    cómo si pudiera elegirse!, en la tierra en la que yo
    nací y que considero mía y no tuya, oh vil
    extranjero.

    Si un político, elegido en las urnas,
    metía la mano en la caja de todos, se le debían
    cortar ambas manos. El estado le garantizaba, no obstante, la
    curación de sus heridas y una prestación de
    invalidez de por vida, con cargo a la seguridad social. Hasta la
    fecha, solo en una ocasión, no hubo más remedio que
    hacerlo. Pero, ¡caray, es que no había dudas
    razonables que lo impidieran!

    Hacer campañas institucionales en medios
    masivos  no aportaba valor al ciudadano, o le aportaba menos
    valor que hacer lo mismo vía internet. Fuera del
    presupuesto entonces. Prohibido gastar dinero en decirme lo bien
    que lo haces. Si lo haces bien, quizá te vote de nuevo,
    pero ya lo veré cuando echemos cuentas tú y
    yo.

    Se acabaron las subvenciones. No vamos a recaudar de
    más para crear fondos a repartir después
    según el cumplimiento de no se qué condiciones.
    ¿Por qué?, porque preferimos que sea el mercado el
    que se encargue de eso, mediante la reducción real de
    todos los impuestos. Así evitamos la corrupción
    agazapada en toda la cadena de pretendido valor de esas
    subvenciones desde su gestación, hasta su control y
    seguimiento. Subvenciones que además siempre llegaban a
    los mismas multinacionales dejando las migajas para pymes y
    emprendedores. Y algún que otro cacho para los
    sindicatos.

    Se elevó a Dogma de fe el concepto de que un
    político es un servidor del estado, y no al revés y
    se mostró a ese servidor del estado el verdadero valor de
    ese servicio a la comunidad, que le premiaría si lo
    hacía bien, otorgándole más poder. He
    aquí la gracia de la aparente paradoja: Cuanto más
    y mejor sirves a los demás más poderoso eres pues
    más poder se te concede.

    Las lenguas no servían realmente para definir
    entidades separadas como nos habían hecho creer, (en
    beneficio solo de los pocos que dominaban el poder), sino para
    comunicarse y enriquecerse mutuamente. La india, por poner un
    ejemplo, tiene 30 idiomas y más de 2.000 dialectos. En
    China existen al menos ocho grupos lingüísticos
    distintos, que suman varios cientos de dialectos y variantes, que
    en la mayoría de las veces no son comprensibles entre
    sí. Y no pasa nada. Y a nadie se le ocurre desgajar esos
    países.

    El idioma que había que potenciar, nos doliera lo
    que nos doliera, era el inglés, que era el idioma del
    último imperio conocido; era el idioma de la
    tecnología, de la ciencia, y el idioma en fín, sin
    el cual nuestros hijos no encontrarían trabajo cuando les
    tocara buscarlo.

    Por tanto, y sabido esto, se potenció la libertad
    absoluta idiomática, y se dejó al ciudadado que
    decidiera lo mejor para él y los suyos, entre las muchas
    opciones que encontraría en el mercado porque al final, la
    libertad de elección es una farsa si no tengo al menos 2
    opciones de igual coste donde elegir.

    La TV pública, deficitaria sistémica, no
    tenía sentido en la era de Internet. Se acabó con
    todas ellas en un santiamén. ¡Y es que llegaron a
    ser más de 100!, contando no ya las autonómicas o
    locales sino las comarcales, que llegaron a tener una audicencia
    media de ¡12 personas/día!, pero que
    consumían recursos públicos suficientes como para
    dar de comer a 200 veces ese número.

    Lo público no esencial debía dejarse en
    manos privadas. Si la iniciativa privada le sacaba rentabilidad,
    bendito fuera quien sea, y si no, francamente estaba de
    más ese pretendido servicio y mucho menos si
    consumía recursos pagados con nuestros
    impuestos.

    ¿Embajadas?, las mínimas para dar los
    servicios básicos. Anquilosadas en el pasado,
    tenían que evolucionar hacia conceptos casi de Lobby, tan
    denostados, pero tan necesarios y presentes en el mundo entero,
    incluso en la UE. Y así estaba siendo.

    Gastos suntuarios o de exaltación nacionalista,
    como subvenciones de conciertos, oscuras inversiones en actos
    discutibles, vehículos oficiales, viajes de
    políticos a vender Dios sabe qué cosas, etc.
    Eliminado todo de un plumazo, sin que nada pasara sino el cabreo,
    por otra parte entendible, pero olvidado en unos días, de
    los políticos de turno.

    ¿Y olvidado por qué?, porque cada euro
    ahorrado en ello era puesto automáticamente en la caja, a
    disposición de lo esencial: Generar el caldo de cultivo
    necesario para permitir la creación, el desarrollo y la
    consolidación de las empresas y emprendedores, para que se
    crearan puestos de trabajo masivos. Ese era el problema a
    resolver. Y así se estaba resolviendo por fin.

    Se acabaron pues, las prebendas, los coches oficiales,
    las pensiones vitalicias y cualquier otra "dádiva
    graciosa" de las que no disfrutaran de igual modo los
    ciudadanos.

    ¿Seguridad Social pública, seguro?. Se
    estudiaron muchas alternativas para racionalizar laseguridad
    social como se entendía hasta entonces. Se dejaron de
    poner parches, de modo distinto además según la
    comunidad autónoma de turno y se tomó conciencia
    real de la necesidad de apoyar sistemas privados. Al incentivarse
    éstos, nacieron nuevas empresas en el sector salud, que al
    competir entre sí, redujeron los precios a sus asociados,
    que se incrementaron en número ampliando el sector y sus
    capacidades de investigación, contratación de
    mejores medios y profesionales, etc. El pasado mes de enero de
    este mismo año 2018, la seguridad social había
    logrado un superavit histórico.

    La Casa Real había aportado mucho valor al
    ciudadano pero ya no. No bajo este nuevo paradigma. Debía
    desaparecer de los presupuestos generales totalmente, eso
    sí, con honores de Estado por el trabajo realizado desde
    la transición,  y quedar, con todos los respetos,
    fuera de los sistemas de gobierno reales o aparentes. ¿Y
    como embajadores dentro del sistema de embajadas que se estaba
    creando, como algún experto sugirió?,
    ¡fantástico!, y probablemente más efectivas y
    comprensibles sus atribuciones y viajes. Era una opción
    perfectamente plausible. Sus contactos podrían ser muy
    útiles a Iberia. Sea.

    La universidad pública debía reformarse
    para ser rentable o desaparecer tal y como estaba planteada.
    Debía apostarse por su reducción en tamaño y
    buscar la excelencia a través de la especialización
    para poder competir con la privada. Incrementar la libre
    competencia en la privada era vital. Para conseguir atraer
    alumnos las claves eran sencillas: Un buen claustro de
    profesores, una buena bolsa de empleo e instalaciones y medios
    técnicos de calidad.

    La ley de unidad de mercado en el marco de la UE se hizo
    realidad muy pronto. Ya no tenía sentido legislar cada uno
    lo que le viniera en gana, saliera el sol por Antequera, sin
    ningún criterio y solo para dificultar la libre
    competencia e igualdad de oportunidades de empresas y personas de
    fuera de mi comunidad. ¡Pero esto qué es!. Se
    acabó con ello de la noche a la mañana.

    Se potenció el Tribunal de cuentas, con poderes y
    recursos casi omnímodos, suficientes como para tener
    acceso a cualquier movimiento bancario o no, donde estuviera
    implicado un solo céntimo del contribuyente, fiscalizarlo,
    y tomar en el acto las medidas oportunas, si había
    sospechas de su legalidad.

    Se fusionaron por absorciones masivas todas las
    policías locales y autonómicas creándose un
    solo cuerpo ibérico de policia junto a la
    Benemérita que seguiría siendo como hasta ahora:
    incólume. Esa fusión trajo enormes ventajas no solo
    económicas sino en la gestión de la
    información, que se pudo por fin compartir siendo el
    trabajo de la policía mucho más eficaz en beneficio
    del ciudadano. La UE estaba estudiando en estos momentos nuestro
    nuevo sistema para sugerir sus bondades en otros países
    que comenzaban a caer en el mismo error.

    La cultura debía de ser privada o  no ser.
    El estado debía eliminar su presencia, borrarse de
    cualquier intento de subvencionar o pagar directamente cualquier
    iniciativa cultural, ni siquiera con premios. Volvieron los
    mecenas a escena: particulares y empresas que apostaron por el
    mecenazgo de museos, por ejemplo, que ya eran gratis total en la
    mayoría de las ciudades de Iberia, al estilo de otros
    países y ciudades como Londres.

    En fin, Las universidades, la sanidad y los servicios de
    empleo debían avanzar en su privatización, no
    porque fueran insostenibles tal y como estaban ahora, aplicando
    un poco de buena gestión y control presupuestario, sino
    porque sería mucho más eficiente, se pongan como se
    pongan, tender a que la gente pague menos impuestos y se espabile
    buscándose alternativas privadas, que se
    incrementarán en cuanto a opciones y precios,
    mejorarán servicios, y serán más
    competitivas porque serán rentables y podrán
    adquirir mejores equipos y profesionales más
    hábiles.

    El calendario de fiestas de Iberia se racionalizó
    colocándose todas, sin ningún tipo de
    excepción, (religiosa, histórica o local) en lunes
    o en viernes, consiguiéndose con ello, que de cada 5
    semanas, los Iberos disfrutáramos de 3 días
    seguidos libres, (a veces 4!) y mejorando la productividad del
    país en su conjunto y la imagen de Iberia como pais serio
    y confiable.

    Los pocos ministerios necesarios (solo por el momento,
    porque puede que sobren más en el futuro), salieron de la
    antigua capital, (que ya no era Madrid sino Valladolid, como lo
    fue en tiempos de Carlos I5), y se repartieron entre las
    distintas ciudades por tiempo limitado y rotatorio para evitar
    dar "argumentos al enemigo" sobre posibles amiguismos y
    yernocracias.

    El Estado, en fin, o más concretamente la
    administración de la cosa pública, debía
    entenderse como una organización eficientísima y
    eficacísima cuyo único objetivo y razón de
    ser fuera conseguir el máximo de bienestar con el
    mínimo de recaudación posible. Y el Estado, con el
    anterior sistema, solo había conseguido la excelencia en
    la recaudación de impuestos. ¡Para ésto eran
    los mejores del mundo!

    El sector público, mucho más
    pequeño, pero también el privado, ha comenzado ya,
    tras las fusiones de comunidades, a mejorar sus servicios, a
    eliminar duplicidades, a controlar el gasto y a rendir cuentas de
    en qué se gastan cada centimo de euro de lo que recaudan,
    igual que en las familias se hace, exactamente con el mismo
    criterio, así de sencillo.

    Las sedes parlamentarias se han reducido  a 5,
    desde las 18 que había. Los edificios públicos
    reconvierten poco a poco sus actividades o se venden
    directamente.

    El senado consta ahora solo de 5 miembros, 1 por ente, y
    se reunen en hoteles de lujo con su equipo de técnicos 1
    vez al mes, ahorrando el 90% del coste que suponía
    antes.

    Al eliminarse la centralidad de un modo tan evidente y
    plástico, mejoró la calidad de vida en Madrid y se
    vaciaba de contenido el pretendido centralismo al que apelaban
    erroneamente los nacionalismos cuando, por cierto, todo el mundo
    sabía que un nuevo centralismo, la UE, había nacido
    ya en enero de 1986, mucho más sibilino, exigente y
    controlador final de los bolsillos de toda Iberia y de toda
    Europa, rompiendo con el axioma de que se gestionan mejor los
    recursos cuanto más cerca del ciudadano. Menuda
    estupidez!!. En realidad se roba más impunemente de esa
    manera.

    Se prohibieron expresamente las donaciones,
    anónimas o no, a los partidos políticos y a los
    sindicatos, los cuales deberían tirar de
    imaginación, (como hizo la mayoría de los
    ciudadanos para salir adelante durante los peores años de
    la crisis), para conseguir los recursos que necesiten. Y como
    deberán hacer también fundaciones de cualquier
    signo, político o no, sin excepción
    alguna.

    El sector de las telecomunciaciones, energías y
    banca, eran más rentables que sus homologos europeos
    atrayendo capital e inversiones rapidamente.

    Los precios de la vivienda se mantenían estables
    o con leves subidas a causa de las políticas recien
    implantadas como las de derribos selectivos para descremar
    oferta, la puesta en valor de los alquileres, etc. Colgamos, en
    fin, un cartel bien grande, donde podía leerse en 100
    idiomas, desde todos los lugares: Iberia, recién
    pintado.

    Cuando por fin desperté de mi sueño,
    comenzaba a clarear en mi habitación y a través de
    las persianas medio echadas, los primeros rayos del sol de julio,
    hacían brillar motas de polvo a modo de finísima
    niebla, sugiriéndome que ya iba siendo hora de limpiar un
    poco.

    Se oían voces de niños en el parque. No
    fui capaz de asomarme a las ventanas como cada mañana al
    despertar camino de la ducha, no fuera que los viejos de siempre
    y algunos ejecutivos con corbata aún deambularan como
    siempre por entre las flores. Todos escucharían tristes la
    radio: Brasil 1; Iberia 0. Final del partido.

               
     
              
    Barcelona a 06 de Julio de 2013

     

     

    Autor:

    Carlos Magana

     

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