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Werner Heisenberg y Moe Berg, dos vidas cruzadas por la incertidumbre



Partes: 1, 2

  1. La
    vida de Werner Heisenberg
  2. La
    Alemania nazi
  3. La
    Segunda Guerra Mundial
  4. Visita
    a Bohr en Copenhague
  5. Pasajes de Copenhagen, de Michael
    Frayn
  6. La
    vida de Moe Berg
  7. La
    bomba atómica
  8. Objetivo Heisenberg
  9. Internamiento de los físicos alemanes en
    Farm Hall
  10. Moe
    Berg, después de la guerra
  11. Bibliografía

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J. C. Ruiz Franco

http://www.jcruizfranco.es

(Este trabajo puede copiarse y difundirse
libremente, siempre que se incluya referencia a su origen y a su
autor)

Es difícil que un físico
teórico alemán y un jugador de béisbol
estadounidense de origen judío puedan tener alguna
relación, pero las vidas de estos dos hombres que ya
forman parte de la historia se cruzaron casualmente cuando
sólo quedaban unos meses para el final de la Segunda
Guerra Mundial. Uno de ellos lo sabía absolutamente todo
sobre el otro; el segundo no sabía nada sobre el primero,
ni siquiera su identidad. Heisenberg, quien junto a Niels Bohr
fue el máximo exponente de la mecánica
cuántica, participó durante la contienda en el
intento de fabricación de una bomba atómica para la
Alemania nazi. Berg, un jugador de béisbol que se
convirtió en espía, recibió la orden de
matarle si descubría que se encontraba próximo a la
consecución del citado objetivo bélico. Todo
dependía de las palabras que pronunciara en una
conferencia que iba a ofrecer en Zurich, en la neutral Suiza, en
diciembre de 1944.

Este escrito trata este histórico episodio,
además de la biografía de los dos hombres; y se
detiene especialmente en la relación de Heisenberg con los
nazis, haciendo alusión a la conocida visita que hizo a
Bohr en Copenhague, en septiembre de 1941, cuando parecía
que Alemania iba a ganar la guerra y había invadido
Dinamarca, además de gran parte de Europa.

La vida de Werner
Heisenberg

Werner Karl Heisenberg nació el 5 de diciembre de
1901 en Würzburgo, Alemania. Su padre era profesor de
lenguas clásicas en un centro de enseñanza
secundaria, y unos días antes, el 11 de noviembre,
había ofrecido una conferencia en la universidad de su
ciudad, el paso final para poder dar clase en ella. En menos de
diez años llegaría a ser catedrático de
estudios griegos medievales y modernos.

Werner nació en el hogar de los Heisenberg, en el
número 10 de la Heidingsfelderstrasse, en el elegante
barrio de Sanderau. El estatus de su padre era prueba del alto
nivel cultural de su familia, así como del ascenso en la
escala social. August procedía de una familia de
comerciantes de clase media. Su padre, Wilhelm August, fue quien
consiguió que la familia alcanzara esta posición,
tanto por sus propios méritos como por casarse con la hija
de un próspero granjero. Se decía que era tranquilo
y cerebral, y su mujer, Anne Marie, tenía una fuerte
voluntad y una buena inteligencia. Era católica, pero
cambió de religión, a la luterana, para casarse con
August. Una mujer alemana de aquella época tenía
que ser una esposa obediente y una madre sacrificada, y Annie sin
duda lo fue.

En la fuertemente estratificada sociedad alemana de
aquella época, un profesor tenía mucho más
prestigio y poder que en cualquier otro país, aunque el
sueldo no fuera especialmente alto. Cuando comenzó a dar
clase era el doble que un trabajador experto. Cuando
consiguió ascender en el escalafón y llegó a
la universidad, subió al triple.

August llegó a la madurez en plena era de
Bismarck, después de la unificación alemana, y el
canciller de hierro era para él, como para muchos alemanes
de su tiempo, una especie de ídolo. Dejó el
recuerdo de ser una persona controladora y autoritaria. De su
mujer, Annie, la madre de nuestro protagonista, se sabe poco. No
recibió formación superior, ya que las
universidades alemanas estuvieron cerradas para las mujeres hasta
1895, y la de Munich, la más cercana, no las
admitió hasta 1903. Lo mismo sucedía con las
carreras profesionales. De todas formas, es evidente que
recibió educación avanzada, si bien no oficial, a
través de su padre, director de un gymnasium.
Incluso aprendió ruso para traducir artículos
escritos en ese idioma y que los utilizara su marido.

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August Heisenberg

Antes de llegar a catedrático de universidad,
August impartió clase en el gymnasium de su
suegro, además de seis horas semanales en la universidad,
en la disciplina de filología bizantina. Su capacidad para
enseñar e investigar fue siempre ensalzada por todos. No
obstante, su temperamento oscilaba entre una tremenda fuerza y la
depresión, debido a la gran tensión que conllevaba
su trabajo y a lo competitivo que era. Su mujer le servía
de consuelo en los momentos difíciles.

Werner tenía un hermano dos años mayor.
Erwin era el favorito del padre, y el tímido y
retraído Werner el de la madre. Con cinco años
estuvo a punto de morir por una infección pulmonar, lo que
debió aumentar la protección materna.
Padecía de alergias que llegaban al extremo de ser
graves.

A pesar del fuerte ambiente ético que se
respiraba en su familia, no se les inculcó ningún
dogmatismo religioso, y mientras que Werner fue toda su vida
propenso a la reflexión filosófica, su hermano
Erwin abrazó la antroposofía, muy en boga en
aquella época, discutía con su hermano sobre el
tema y le intentaba atraer a su causa. Desde pequeño, los
dos hermanos estaban siempre compitiendo para ganarse la
atención de su ocupado padre, y para hacerlo sabían
que tenían que destacar en el plano académico y
cultural, lo cual incluía tocar algún instrumento
musical; Werner se dedicó al piano. Esa competitividad que
asimiló en el ambiente familiar formó parte del
carácter de Heisenberg durante toda su vida, y le indujo a
tener que destacar en todo lo que hizo. Sin embargo, esa misma
competitividad fue enrareciendo la relación entre los
hermanos. Cuando eran niños discutían mucho, y ya a
cierta edad tuvieron una fuerte pelea en la que utilizaron sillas
de madera para golpearse. Decidieron no seguir peleando, pero
desde ese momento cada uno siguió su camino y en todos los
años posteriores sólo se vieron en ocasionales
visitas. Además, Werner nunca mencionó el nombre de
su hermano a sus compañeros de movimiento juvenil. Erwin
se hizo químico y no aparece en los escritos de su
hermano. Cuando Werner sentía que alguien había
traicionado su confianza, en lugar de enfrentarse a él
cortaba las relaciones de forma irrevocable.

En diciembre de 1909 falleció Karl Krumbacher,
catedrático y maestro de August, tras lo cual August fue
nombrado su sucesor, y en menos de un mes comenzó a dar
clase en la Universidad de Munich, en la cátedra de
filología bizantina. La mujer y los tres hijos
permanecieron en Würzburgo hasta que terminó el curso
académico, y al año siguiente se mudaron a un gran
apartamento situado en el último piso del número
110 de la Hohenzollernstrasse, en el distrito de
Schwabing.

Con August en la universidad y el doctor Wecklein (el
padre de Annie, su mujer) dirigiendo el gymnasium
Maximiliam, los Heisenberg se codearon con la clase alta de su
nueva ciudad. Erwin, al ser mayor que Werner, comenzó
antes la asistencia al gymnasium, pero sólo con
una diferencia de un año. Además, ocupaba la
sección B de su clase, mientras que Werner siempre se
encontraba en la A. Esto sólo sirvió para
incrementar la rivalidad de los hermanos. Entre los alumnos
ilustres del gymnasium había estado Max Planck,
quien también fue profesor durante algún
tiempo.

Pero llegó la Gran Guerra, y August tuvo que
servir a su país. Mientras duró la contienda, a los
alumnos del gymnasium les administraban fuertes dosis de
patriotismo. Werner perteneció durante dos años
(1916-1918) a la asociación paramilitar
Wehrkraftverein. El 11 de noviembre de 1918 se
firmó el armisticio que puso fin a la guerra, con la
subsiguiente humillación para Alemania y la
proclamación de la débil República de
Weimar, que años después Hitler haría saltar
por los aires.

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August Heisenberg, vestido de oficial,
con sus hijos Erwin y Werner a su lado

Heisenberg impresionó enormemente a los
profesores del gymnasium. En matemáticas y
física era excelente. Sólo en lengua alemana obtuvo
una nota por debajo del sobresaliente. Aunque la mayor parte de
la carga lectiva consistía en lenguas clásicas y
literatura alemana, el joven Werner, igual que muchos
jóvenes de su época, se interesó por la
ciencia y la tecnología, rama que iba creciendo en
importancia en Alemania. En el curso 1917-1918 estudió
trigonometría elemental y una introducción a la
física con un libro que, aunque bastante bueno y de un
nivel universitario para el sistema educativo de cualquier otro
país, no trataba en absoluto la física moderna. En
1920 hizo el Abitur, o examen para ingresar en la
universidad, en el cual rindió casi a la
perfección.

Juventud

A pesar del cambio que conllevó la
República de Weimar, el ámbito académico
intentó en su mayoría seguir manteniendo su
carácter apolítico (Sommerfeld, Born, Planck, von
Laue), con la notable excepción de Einstein, que
defendía abiertamente la democracia que trajo consigo el
nuevo sistema. Heisenberg ya había hecho suyas las ideas
políticas de su familia, con una clara oposición al
federalismo y al comunismo (si bien se consideraba
apolítico), así como el afán de conservar el
estatus social mediante los logros académicos. Durante el
período de Weimer, se identificó con la
élite académica de clase media-alta. Por otro lado,
durante toda su vida conservó los ideales del movimiento
juvenil al que perteneció. Fundó un grupo propio,
el llamado Grupo Heisenberg, próximo a los llamados
Pathfinders, que tenían una ideología
antiburguesa y propugnaban una vuelta a la vida en la naturaleza.
Para ellos, la sociedad alemana estaba en clara decadencia por
culpa del capitalismo, el anonimato propio de la ciudad y la
hipocresía moral; los jóvenes debían acabar
con esta decadencia moral. Durante sus excursiones, los miembros
del grupo cantaban, recitaban, entablaban debates
filosóficos y jugaban al ajedrez. El joven Werner era
bastante bueno en este juego, solía ganar y podía
jugar a ciegas, sin mirar el tablero. Cuando entró en la
universidad ya se había convertido en una especie de
obsesión, y el profesor Sommerfeld tuvo que prohibirle
jugar después de decirle que suponía una
pérdida de tiempo y de talento. Pero tal vez le
resultó útil para visualizar el resultado final
después de una larga serie de pasos intermedios, una
habilidad muy útil para un físico a la que pudo
contribuir su afición al ajedrez.

La creencia de los Pathfinders en un
nacionalismo, con un führer o guía que guiara al
país para llevar a cabo los ideales del Sacro Imperio
Romano-Germánico, les hizo propensos a ingresar en las
filas del partido nazi, años después. Sin embargo,
sólo un miembro del Grupo Heisenberg se hizo
nazi.

Heisenberg comenzó los estudios universitarios en
otoño de 1920, y siete años después ya era
profesor de física teórica de la Universidad de
Leipzig. Con veintiséis años fue el
catedrático alemán más joven. Su talento le
convertía en la persona adecuada para trabajar en el nuevo
campo de la física teórica. En aquellos años
la teoría cuántica experimentó una profunda
transformación, desde un estado de desorden hasta el
sistema ordenado de la mecánica cuántica que Born y
el mismo Heisenberg crearon en 1927.

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Werner Heisenberg

Estudió con tres de los más importantes
teóricos del momento: Sommerfeld, Born y Bohr, y
compartió clase con los más brillantes de su misma
generación: Pauli, Jordan y Dirac. Heisenberg pronto
conoció los problemas de la antigua teoría
cuántica para resolver los problemas planteados. Esto le
aportó la base para sus propias contribuciones en los
años posteriores: su participación en la
formalización de la mecánica cuántica y el
principio de incertidumbre, que formaba parte de la llamada
interpretación de Copenhague. Planck, Einstein y Bohr eran
quienes habían puesto las bases en los veinte primeros
años del siglo.

En 1920, los adversarios de Einstein comenzaron a lanzar
sus ataques contra éste, dado que era judío,
defensor del sistema de Weimar e internacionalista. Como era
representante de la física teórica, quienes le
atacaron eran principalmente físicos experimentales,
encarnados en la persona de Philipp Lenard, Johannes Stark y sus
colegas. Además de un odio por su posición
política, había en el trasfondo una envidia
profesional porque su prestigio como físico teórico
hacía que la física experimental se quedara
atrás en cuanto a fama se refiere. Hay que tener en cuenta
que los físicos alemanes habían sido en su
mayoría experimentales, y precisamente eso fue lo que
defendieron los que se proclamaron representantes de la
física nazi: un apoyo a la física experimental y un
rechazo de la física teórica, a la que acusaron de
ser cosa de judíos. Por eso llegaron a llamar a Heisenberg
"judío blanco". En realidad, los físicos
judíos se habían dedicado a la física
teórica porque los puestos de física experimental
habían siempre estado ocupados por alemanes "puros" y a
ellos se les había negado el acceso.

La universidad y la gloria
científica

Werner estudió en la Universidad de
Múnich. Dado que desde joven se sentía inclinado
por las matemáticas, quiso cursar esa carrera, pero von
Lindemann le rechazó como alumno porque estaba a punto de
jubilarse y le recomendó que hiciera el doctorado con el
físico Arnold Sommerfeld. Así las cosas, en su
primer año estudia principalmente matemáticas, pero
poco a poco se va pasando a la física teórica. En
un principio desea trabajar en la teoría de la relatividad
de Einstein, pero su compañero Wolfgang Pauli le aconseja
que se dedique a la física atómica. Se doctora en
1923 y acude a Gotinga, donde trabaja como asistente de Max Born.
Como ya hemos dicho, la física aún se consideraba
una ciencia experimental, y su falta de habilidad para el
laboratorio hizo que tuviera ciertos problemas para
doctorarse.

En 1924 viaja a Copenhague y conoce a Niels Bohr, a
quien acoge como maestro. En este momento comienza la
meteórica carrera que le llevaría a la
creación de la mecánica matricial, que sería
el motivo de que le concedieran el Premio Nobel de Física
en 1932. La mecánica matricial está impregnada de
una filosofía pragmática: lo importante es obtener
información conociendo el estado inicial y el estado final
del sistema, sin importar lo que ocurra en los procesos
intermedios. Su teoría cuántica matricial logra
explicar casi todo el mundo atómico mediante un enfoque
corpuscular. Casi simultáneamente, el vienés Erwin
Schrödinger logra explicar los mismos fenómenos
mediante su mecánica ondulatoria, más simple e
intuitiva. Según pudo demostrar Bohr, ambas son
equivalentes, y como tal se incorporaron a la nueva
mecánica cuántica que estaba creando aquel
sorprendente grupo de físicos.

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Niels Bohr

Aparte de la mecánica matricial, la otra gran
aportación de Heisenberg a la cuántica es el famoso
principio de indeterminación, por el cual no es posible
conocer con exactitud a la vez la posición y la velocidad
de una partícula: cuando una de las dos mediciones se va
haciendo más precisa, la otra se va haciendo más
vaga. De hecho, la llamada interpretación de Copenhague de
la mecánica cuántica se basa en la mecánica
matricial de Heisenberg, la mecánica ondulatoria de
Schrödinger, el principio de indeterminación de
Heisenberg y el principio de complementariedad de Bohr, que
permite integrar las descripciones aparentemente opuestas de
Heisenberg y Schrödinger. Según la
interpretación de Copenhague de los fenómenos
subatómicos, toda la información consiste en lo que
nos ofrecen los resultados de los experimentos. Podemos observar
un átomo en dos ocasiones y ver cómo un
electrón ha cambiado de estado de energía; este
salto puede deberse a la misma observación, no podemos
asegurar que se trata del mismo electrón y no podemos
plantear ninguna hipótesis sobre lo que ocurrió
cuando no estábamos observando. De los experimentos,
gracias a las ecuaciones de la mecánica cuántica,
podemos deducir la probabilidad de que, al observar el
átomo y obtener el resultado A, otra observación
posterior ofrezca el resultado B. No se puede afirmar nada sobre
cuando no se está observando ni de cómo pasa el
sistema del estado A al estado B. Esta explicación
atómica probabilística e indeterminista no fue
aceptada por físicos como Einstein, Planck y De Broglie,
que preferían no desechar ciertos componentes de la
física clásica y, sobre todo, el principio de
causalidad.

Heisenberg, además de profesor de la Universidad
de Leipzig, lo fue también de las de Berlín
(1941-1945), Gotinga (1946-1958) y Munich (1958-1976).

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Heisenberg, dando clase

Sus relaciones personales

Durante toda su vida, su confianza en sus conocimientos
científicos contrastó con su falta de confianza en
temas personales. Su única relación premarital
conocida, con la hermana menor de Carl von Weizsäcker,
acabó mal por decisión de los padres de ella. No se
conocen los motivos, pero seguramente fueron la diferencia de
edad (Adelheid acababa de terminar la escuela secundaria y
él ya tenía treinta y cuatro) y que, al ser de
clase noble, preferían a un aristócrata antes que a
un profesor, a pesar del prestigio de Heisenberg. Dos años
después de la ruptura, ella se casó con un
capitán del ejército con título nobiliario,
que durante la Segunda Guerra Mundial murió en el frente
ruso, lo que dejó a Adelheid sola con dos niños
pequeños.

Tres meses después de la ruptura sentimental,
Werner se prometió con una mujer trece años menor.
Sentía que necesitaba una mujer mucho más joven
para mantenerse en contacto con el mundo exterior y con su propia
juventud. Ocurrió a finales de enero de 1937, mientras
tocaba el piano en la casa de los Bücking, una familia
amiga. Entre los invitados estaba una joven alta y delgada, con
una sonrisa cálida y una bonita figura, que acababa de
llegar a Leipzig. Su mirada se encontró con la de
Heisenberg mientras éste tocaba el piano. Después
conversó con la joven, llamada Elisabeth Schumacher, ante
la atenta mirada de la anfitriona, la señora Bücking.
Cuando los invitados ya se marchaban, pidió a Heisenberg
que acompañara a la señorita Schumacher a casa. Dos
semanas después ya estaban prometidos y menos de tres
meses después, el 29 de abril de 1937, se casaron en
Berlín. Heisenberg tenía treinta y cinco y su mujer
veintidós. Elisabeth era la menor de los cinco hijos de
Hermann y Edith Schumacher. Su padre era profesor de
economía política y uno de sus hermanos era
también economista. Su vida familiar era muy parecida a la
de la familia de Heisenberg: padre autoritario y madre dedicada a
las tareas domésticas y el cuidado de los hijos.
Elisabeth, buscando algo de libertad, se había mudado a
Freiburgo para estudiar en la universidad literatura alemana,
carrera de la que se graduó en 1936. Después de
vivir en Freiburgo se trasladó a Leipzig, el centro del
mundo editorial alemán, ámbito en el que trabajaba
cuando conoció a Heisenberg.

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El matrimonio
Heisenberg

Con la estabilidad emocional que le aportaría el
matrimonio, sabía que conseguiría nuevos logros en
física. Se casaron el 29 de abril y marcharon hacia una
luna de miel en el sur de Alemania y Austria, en los Alpes.
Exactamente nueve meses después tuvieron gemelos, Wolfgang
y María. La pareja tendría cinco hijos más
en los doce años siguientes. El matrimonio estuvo marcado
más por las necesidades personales que por el amor o la
pasión. A pesar de necesitar estabilidad, Heisenberg pocas
veces compartió con su esposa sus problemas, y tampoco
dejó que la familia robara tiempo a su carrera como
científico.

Pocas veces ejerció como padre, y sólo
cuando hacia 1960 todos los hijos habían abandonado el
hogar paterno y Heisenberg ya trabajaba menos, empezó a
viajar junto con su esposa. La misma Elisabeth, en su vejez, se
lamentaba de que los dos no se hubieran conocido
demasiado.

La Alemania
nazi

Todo parecía marchar bien, pero la época
nazi que sufrió Alemania le pasó factura en muchos
aspectos a lo largo de su vida. Nunca fue miembro del partido ni
aprobó sus acciones extremas, pero tampoco opuso excesiva
resistencia, más allá de defender sus propios
intereses y de defender en varias ocasiones a algunos
compañeros judíos. En este sentido, sufrió
los ataques de Lenard y Stark acusándole de judío
blanco y de defender a Einstein.

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Johannes Stark

El 15 de julio de 1937, el periódico de las SS,
Das Schwarze Korps, publicó un artículo de
Stark en el que se le acusaba formalmente, la Gestapo
empezó a espiar sus actividades y sus clases, y se
examinó su ascendencia en cinco generaciones en busca de
familiares judíos. Aprovechando la relación de su
madre con la madre de Himmler, apeló a éste, quien
le recomendó que redactara una respuesta a los ataques,
tras lo cual su nombre quedó límpio de acusaciones
y sospechas, gracias a la intercesión del jefe de las SS.
Eso le libró de la persecución en su país,
pero precisamente significó el comienzo de las posteriores
acusaciones de colaboración con el régimen. Lo
cierto es que Heisenberg amaba a su país y se declaraba
nacionalista, pero no era nazi.

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Otto Hahn

La energía atómica

Otto Hahn llevaba tiempo bombardeando los átomos
de uranio con neutrones y observó que como resultado se
formaba bario, un elemento con un peso atómico de
aproximadamente la mitad que el del uranio. Hahn no
entendía cómo era posible este resultado y se lo
comunicó a Lise Meitner, su antigua colaboradora, una
judía austríaca que acababa de huir a Suecia. Ella,
con ayuda de su sobrino, Otto Frisch, comprendió que los
neutrones penetraban en el núcleo de uranio y lo
partían en dos fragmentos de tamaño similar. Esto
demostraba que era posible la fisión nuclear. Hahn
prosiguió sus estudios y demostró las grandes
cantidades de energía que se podían liberar, la
cual se podía utilizar con fines pacíficos o con
propósitos bélicos.

Frisch, que se encontraba en Dinamarca, escribió
un artículo sobre el tema que pasó a Niels Bohr y a
William Arnold, que fue quien realmente creó el
término "fisión" para describir esa
fragmentación del núcleo de uranio en dos mitades
cuando se bombardeaba con neutrones. En enero de 1939 se
publicó el artículo de Meitner y Frisch en la
revista Die Naturwissenschaften, y poco después
Bohr acudió a Estados Unidos para asistir a un congreso en
el que explicó las importantes noticias sobre el uranio.
Los físicos estadounidenses se mostraron sorprendidos y se
dispusieron a comprobarlo, lo cual lograron en poco tiempo. Fermi
demostró que al fisionarse el núcleo de uranio
también se producían dos o tres neutrones, y
enseguida Szilard entendió que esos neutrones
podían producir una reacción en cadena,
precisamente lo que hacía falta para que la energía
nuclear pudiera utilizarse en un reactor o en una bomba.
Posteriormente, Bohr y Wheeler demostraron que sólo eran
fisionables los núcleos del uranio 235, mientras que los
del uranio 238 se limitaban a absorber los neutrones. El problema
era que el uranio 235 constituía sólo
aproximadamente el 1% del uranio disponible en todo el mundo, y
en consecuencia era muy complicado conseguir la cantidad
necesaria para construir una bomba. Había que calcular la
masa crítica, la cantidad de uranio para que tuviera lugar
una reacción en cadena autosostenida.

La Segunda Guerra
Mundial

Antes incluso de iniciarse la guerra, Fermi había
comunicado a la armada estadounidense la posibilidad de utilizar
el uranio como explosivo, pero aún se mostraba
escéptico sobre la tarea de conseguir la necesaria
reacción en cadena. En cuanto comenzó la guerra,
Einstein, que residía en Estados Unidos desde que Hitler
llegara al poder en 1933, escribió al presidente Roosevelt
que Alemania podía utilizar la energía nuclear con
propósitos bélicos y que los aliados
deberían ponerse a la labor. Varios meses después,
Frisch y Peierls, refugiados alemanes, hicieron lo mismo con el
gobierno británico.

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Enrico Fermi

Había que calcular la masa crítica, la
masa mínima necesaria. Perrin, en un artículo de
1939, estimaba que sería necesario contar con 44 toneladas
de uranio 235. Frisch y Peierls obtuvieron en 1940 el valor de 2
kilogramos, lo que supuso una inyección de optimismo, y en
1941 obtuvieron el valor de 8 kilogramos. Sólo
posteriormente se dio con el valor de unos 50 kilogramos, la
cantidad realmente necesaria. Independientemente del valor
exacto, el hecho de que no se tratara de toneladas, sino de
kilogramos, dio alas al proyecto aliado de construir la bomba.
Los proyectos estadounidense y británico se unieron para
dar lugar al Proyecto Manhattan, el gran esfuerzo aliado por
construir una bomba atómica.

La Alemania nazi también trabajó en el
uranio, el proyecto Uranverein, pero a menor escala, con
un presupuesto mucho menor, con menos científicos
implicados y con la labor dividida en tres proyectos
independientes: el considerado oficial, financiado por el
ministro Albert Speer, bajo la dirección de Walter Gerlach
y que incluía la participación de Heisenberg y
Hahn; el del físico barón Von Ardenne, dirigido por
el ministro de telecomunicaciones, Wilhelm Ohnesorge, en
colaboración con la Wehrmacht; y el del general Kammler,
controlado por las SS y con la colaboración de la
Lufwaffe.

Los alemanes controlaban las minas de uranio más
importantes del mundo, situadas en Checoslovaquia. En cuanto al
interés público y político, Siegfried
Flügge, antiguo alumno de Heisenberg, lo despertó con
un artículo muy difundido, titulado "¿Puede el
contenido energético del núcleo ser
técnicamente útil?". Mientras tanto, los aliados,
al comienzo de la guerra, pensaban que los alemanes les llevaban
ventaja en la carrera por el aprovechamiento del potencial del
uranio, gracias a la investigación pionera de Hahn que
hemos mencionado.

Heisenberg, después de todos los ataques sufridos
durante años por parte de los físicos nazis, vio en
la dedicación a la tarea, aparte de una lucha por la
victoria de su país (la cual deseaba, a pesar de no ser
nazi), una forma de recuperar su buena reputación, por no
hablar de su curiosidad científica respecto al
tema.

Los alemanes en un principio no disponían de
ciclotrón para bombardear los núcleos de uranio,
pero gracias a sus conquistas al principio de la guerra
tenían a su disposición el del Instituto Niels Bohr
y el del laboratorio de Frederic Joliot, en París. En
cuanto al agua pesada que necesitaban para moderar el bombardeo
de neutrones, la obtuvieron del centro noruego de Vemork,
después de ocupar también aquel
país.

Heisenberg y su equipo intentaron construir un reactor
nuclear en el que la reacción en cadena se llevara a cabo
con tanta rapidez que produjera una explosión, pero no
tuvieron éxito. No se sabe la causa real por la que no lo
lograron; tal vez porque no contaban con recursos suficientes,
quizá porque no fueron lo bastante expertos; puede que tan
sólo intentaran construir un reactor y no una bomba
atómica; o puede que retrasaran voluntariamente los
trabajos para no dar a Hitler la bomba.

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Karl Weizsäcker

Visita a Bohr en
Copenhague

En septiembre de 1941, en plena guerra, Heisenberg
visitó a Niels Bohr en Copenhague, en la Dinamarca ocupada
por el ejército alemán. Con ello corrió un
grave peligro porque hablar sobre el tema de la bomba
atómica constituía traición, y además
hizo a su antiguo maestro un dibujo de un reactor nuclear. No se
sabe exactamente qué le dijo ni qué le
contestó Bohr; el tema ha dado mucho que hablar e incluso
se ha escrito una obra de teatro sobre él. Hay distintas
posibilidades sobre lo que pudieron decirse en ese encuentro. Lo
que sí sabemos es que Bohr acabó sumamente enfadado
y que sus relaciones con Heisenberg ya nunca volvieron a ser lo
que habían sido unos años atrás.

Oficialmente, Heisenberg viajaba para dar una
conferencia en el Instituto Científico Alemán, pero
su verdadera intención era hablar con Niels Bohr, su
antiguo maestro. Fue acompañado de su amigo y
compañero Weizsäcker, y ambos no podían
ocultar su entusiasmo ante la buena situación de Alemania
en la guerra hasta ese momento; parece que no eran conscientes de
que Dinamarca era un país ocupado y de que sus ciudadanos
difícilmente podían sentir simpatía por
ellos. Durante una comida, Heisenberg declaró que era muy
importante que Alemania ganara la guerra, que lamentaba la
ocupación de países como Dinamarca, Noruega,
Bélgica y Holanda, pero que se alegraba de la
invasión de los países del este, ya que,
según él, no eran capaces de gobernarse a sí
mismos. Antes de la conversación que tuvo con Bohr,
éste se enteró de todas estas declaraciones de su
viejo amigo y discípulo. Cuando por fin pudo estar a solas
con él, en un paseo que le sugirió dar
después de cenar, entablaron esa famosa
conversación de la que después nadie ha podido
determinar qué dijeron sus protagonistas; la
reconstrucción se ha realizado a partir de lo que ellos
mismos comentaron años después. Parece ser que
Heisenberg comenzó lamentando la invasión y
destrucción de Polonia, pero añadió que
Alemania se había portado mucho mejor con Francia y que la
probable victoria sobre Rusia sería muy beneficiosa. Bohr
ya se encontraba furioso en este momento, cuando Heisenberg
abordó el tema que había ido a tratar con
él: la utilización de la energía
atómica. Preguntó a Bohr si era moralmente correcto
para un físico investigar sobre el potencial del uranio en
tiempos de guerra. Su interlocutor le contestó con una
pregunta: ¿de verdad creía que podía
utilizarse la fisión del uranio para la
construcción de armas? Heisenberg le dijo que sí, y
que los físicos alemanes estaban trabajando en el
proyecto. Añadió que la tarea implicaba un esfuerzo
técnico enorme y que los científicos podían
decidir no trabajar en un proyecto así, lo cual
evitaría que sus países pudieran utilizar armas
atómicas. Heisenberg le pidió que le ayudara y Bohr
entendió que lo que estaba sugiriendo era que los
científicos aliados no construyeran bombas atómicas
para usarlas contra Hitler, así que puso fin a la
conversación. Por supuesto, todo esto no es más que
una posible reconstrucción de los hechos; tal como hemos
dicho, hay distintas versiones sobre lo sucedido y los
protagonistas nunca se pusieron de acuerdo cuando lo discutieron,
años después.

Una de las posibilidades es que Heisenberg, al saber que
Bohr tenía contactos con los aliados, le propusiera un
esfuerzo conjunto para que los científicos de ambos bandos
no hicieran esfuerzos por conseguir la bomba y retrasaran la
investigación nuclear hasta que la guerra acabara, es
decir, que fueran los científicos quienes decidieran el
futuro de la investigación atómica. Según
algunos comentaristas, acudió a Bohr para obtener
información sobre el programa atómico de los
aliados, es decir, en funciones de espía. Otra
hipótesis es que simplemente quería saber la
opinión de Bohr sobre la responsabilidad moral de un
físico al trabajar en un proyecto atómico que
podía llevar a la construcción de armas muy
destructivas. Unos meses después, Heisenber y
Weizsäcker enviaron a Jensen para hablar de nuevo con Bohr,
pero tampoco consiguieron lo que se proponían ni lograron
que Bohr les hiciera caso.

Siguiendo con el tema de lo que pudo hablarse en
Copenhague, Heisenberg y otros como von Laue posteriormente
afirmaron que por razones morales no intentaron construir una
bomba atómica. Los científicos aliados contestaron
que lo que sucedió es que Heisenberg no había
sabido calcular la cantidad necesaria de uranio 235, la masa
crítica, para sostener la reacción. Esa fue la
tesis que el físico y espía Samuel Goudsmit sostuvo
al principio, en su libro Alsos, pero rectificó
después, al saber que Heisenberg podía haber
calculado la masa crítica si se lo hubiera propuesto.
Así lo demuestran las conversaciones grabadas secretamente
en Farm Hall, de las que hablaremos después.

El tema de la visita de Heisenberg a Copenhague para
entrevistarse con Bohr ha sido objeto de mucho debate, ya que
está relacionado con el papel que desempeñó
el primero en el proyecto atómico alemán durante la
guerra. Se ha escrito mucho y se han defendido tesis muy
distintas; incluso se ha escrito una obra de teatro,
Copenhague, cuyo autor es Michael Frayn, de la cual
ofrecemos algunos fragmentos. En ella, Heisenberg, Bohr y su
esposa Margarita, ya fallecidos, rememoran aquel controvertido
episodio.

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Portada de
Copenhagen

Pasajes de
Copenhagen, de Michael Frayn

HEISENBERG

Nadie entiende por qué fui a Copenhague. Lo he
explicado una y otra vez. A los interrogadores, a los oficiales
de inteligencia, a periodistas, a historiadores. Cuanto
más lo explicaba, más incierto resultaba. Bien, con
mucho gusto haré un nuevo intento

(…)

La memoria es tan curiosa, en la cabeza el pasado se
vuelve presente. Septiembre de 1941, Copenhague. Aquí
estoy, bajándome del tren nocturno que viene de
Berlín, con mi colega Weizsäcker. Dos trajes civiles
entre todos los uniformes grises del ejército
alemán y los elegantes uniformes negros de la SS que
venían con nosotros. En mi portafolio están los
papeles de la conferencia que voy a dar. En mi cabeza hay otro
mensaje que debo comunicar. La conferencia trata sobre
astrofísica. El asunto dentro de mi cabeza es más
difícil. Mi colega Weizsäcker ha sido mi Juan
Bautista; le ha escrito a Bohr para avisarle de mi
llegada

(…)

BOHR

Tú no lo puedes decir, pero yo sí puedo.
Es porque los alemanes sistemáticamente se opusieron a la
física teórica. ¿Por qué? Porque la
mayoría de los que trabajaban en ese campo eran
judíos. ¿Y por qué tantos de ellos eran
judíos? Porque la física teórica, la
física que interesaba a Einstein, a Schrödinger, a
Pauli y a nosotros dos, siempre fue considerada en Alemania
inferior a la física experimental, y las cátedras
teóricas eran las únicas a las que podían
acceder los judíos

(…)

MARGARITA

Pero, ¿qué dijo Heisenberg exactamente?
Eso es lo que todos querían saber.

BOHR

Es lo que quisieron saber los ingleses en cuanto
Chadwick se puso en contacto conmigo. ¿Qué dijo
exactamente Heisenberg?

HEISENBERG

¿Y qué, exactamente, contestó Bohr?
Eso fue lo primero que me preguntaron mis colegas cuando
regresé a Alemania.

MARGARITA

¿Qué le contó Heisenberg a Niels?
¿Qué le respondió Niels? La persona que
más lo quería saber era Heisenberg
mismo.

BOHR

Por eso volvió a Copenhague dos años
después de terminada la guerra, en 1947.

MARGARITA

Esta vez escoltado por un visible acompañante de
la inteligencia británica y no por agentes invisibles de
la Gestapo.

MARGARITA

¿Y qué fue esa cosa misteriosa que
dijiste?

HEISENBERG

No tiene misterio. Nunca hubo misterio. Lo recuerdo
perfectamente porque mi vida estaba en juego, y elegí mis
palabras con mucho cuidado. Simplemente te pregunté si,
como físico, uno tenía el derecho moral de trabajar
en la explotación de la energía atómica.
¿Sí?

BOHR

No me acuerdo.

HEISENBERG

No te acuerdas, no, porque casi inmediatamente te
alarmaste. Te detuviste en seco.

BOHR

Porque estaba horrorizado.

HEISENBERG

Horrorizado. Bien, te acuerdas de eso. Te quedaste
ahí parado, mirándome, horrorizado.

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BOHR

Porque la deducción era obvia. Estabas trabajando
en eso.

HEISENBERG

Y te apresuraste a concluir que yo estaba tratando de
darle a Hitler armas nucleares.

BOHR

¡Y era lo que estabas haciendo!

HEISENBERG

¡No! ¡Un reactor! ¡Eso era lo que
intentábamos construir! ¡Una máquina para
producir energía! ¡Para generar electricidad, para
impulsar barcos!

BOHR

¡No dijiste nada sobre un reactor!

HEISENBERG

¡No dije nada sobre nada! No con claridad. No
podía. No sabía en qué medida podían
oírnos, ni qué le repetirías después
a otras personas.

BOHR

Pero te pregunté si realmente pensabas que la
fisión de uranio se podría usar para construir
armas.

HEISENBERG

¡Ah! ¡Ahora te acuerdas!

BOHR

Sí. Y claramente recuerdo lo que me
contestaste.

HEISENBERG

Te dije que ya sabía que sí.

BOHR

Y eso es lo que realmente me
horrorizó.

HEISENBERG

Porque confiabas en que para producir armas se
necesitaría 235 y que nunca íbamos a poder producir
suficiente.

HEISENBERG

Si lográbamos construir un reactor íbamos
a poder construir bombas. Eso es lo que me llevó a
Copenhague. Pero no podía decirlo. Y en ese momento
dejaste de escucharme. La bomba ya había explotado dentro
de tu cabeza. La conversación estaba terminada. Nuestra
única oportunidad de hablar se había ido para
siempre.

BOHR

Porque ya había comprendido el punto central. Que
por un camino u otro veías la posibilidad de darle a
Hitler armas nucleares.

HEISENBERG

Comprendiste por lo menos cuatro puntos centrales, todos
erróneos. Le dijiste a Rozental que yo había
intentado sonsacarte lo que sabías sobre la fisión.
Le dijiste a Weisskopf que yo te había preguntado
qué sabías del programa nuclear aliado. Chadwick
entendió que yo intentaba persuadirte de que no
existía un programa alemán. ¡Pero
también parece que le contaste a otros que yo
quería reclutarte para trabajar para nosotros!

(…)

HEISENBERG

Yo dirijo el programa de investigación nuclear
para el Instituto de Ciencias. Pero hay otro programa del
ejército, dirigido por Kurt Diebner y él es del
partido nazi. Si yo no estoy, simplemente harán que
Diebner se haga cargo del mío también. Mi
única esperanza es seguir yo a cargo del
programa.

(…)

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HEISENBERG

Tarde o temprano, los gobiernos tendrán que
preguntarles a los científicos si vale la pena comprometer
esos recursos; si existe la esperanza de producir esas armas a
tiempo para que ellos las usen.

BOHR

Por supuesto, pero…

HEISENBERG

Partes: 1, 2

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