El sol en el cielo lucía su imponente gala dorada que lo convertía en la estrella más brillante del día, los vientos del mar se internaban en las tierras donde se podía escuchar el crujir de las ramas y el suave silencio de las hojas al mecerse en la copas de los árboles.
Dos seres descansaban unidos por un contacto de sus labios en una isla, enorme como para disfrazarse tras la palabra ciudad. En su centro un castillo imponente se alzaba mostrando sus mejores caras al mundo exterior y guardando receloso dentro pequeños secretos que solo el dueño poseía, un joven hechicero llamado Haku en ese mundo.
Dentro de esa ciudad se encontraba el castillo y a su alrededor enteramente bosques según se podía observar desde esa playa... pero en ese …ver más…

Yubaba y la abuelita eran de caracteres muy diferentes, una muy ostentosa mientras que la otra muy humilde, una siempre de carácter fuerte y la otra de sonrisa fácil... tan opuesta y a la vez tan parecidas en el exterior, eran como dos gotas de agua que incluso la primera vez que Chihiro las había visto pensaba que se trataban de la misma persona, sin embargo el interior las diferencio.
El castillo de Yubaba libera el siempre presente humo de su chimenea anunciando que su amigo que trabajaba en las calderas estaba despierto, siempre puntual con sus fieles obreras trabajadoras y llevando el habitual carbón para el fuego de las aguas termales.
Miro todo alrededor del castillo y observo complacida que nada había cambiado, nada de nada. Pero luego se pregunto algo... ¿por qué en su viaje antes no había prestado atención a este castillo del cual Haku parecía presentarse tan familiar?
Su sonrisa desapareció y se giro clavando su mirada en Haku con unas facciones dignas de aparecer un diccionario al lado de la palabra intriga. Él sin embargo no se inmuto en lo más mínimo adivinando varias de sus preguntas con una respuesta lista para ser dada a su... ¿cómo la llamaría?... porque el termino de amiga desde hace mucho tiempo había dejado de corresponderle.
Chihiro: - ¿Haku? – preguntó su nombre como si pidiera permiso a preguntar todo aquello que tuviera signos de pregunta en su mente.
Haku: - Dime –