Ensayo: La Muerte Del Delfín –Alphonse Daudet

786 palabras 4 páginas
LA MUERTE DEL DELFÍN

La historia cuenta que un pequeño delfín se encontraba enfermo, pareciera que fuera a morir y en las iglesias de un reino, el reino Santo Sacramento donde se encuentra todo el día y toda la noche. Pobre gran infante al que sus cirios permanecían allí para vigilar su recuperación. En la entrada al palacio Burgués se podía observar que los carruajes iban muy despacio, que las campanas ya no se escuchaban, también las calles vecinas se encontraban tristes y demasiadas silenciosas.
Dentro del palacio los sirvientes estaban des- consternados, los mayordomos subían y bajaban las lujosas escaleras del palacio real, sus cortesanos que se vestían en trajes de seda salían a buscar noticias muy silenciosamente, las bellas
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¿Acaso consideráis seriamente que voy a morir?
La reina deseaba contestarle pero su llanto no se lo permitía.
- ¡Ea pues no lloréis, Señora Reina; olvidáis que soy el Delfín, y que los delfines no pueden morir así…
La reina lloraba en tono muy alto, situación que le preocupó al pequeño.
- ¡venga pues!, no quiero que la muerte venga cogerme, y sabré impedirle que llegue hasta aquí… que se haga venir in demora a cuarenta lanceros muy fuertes, y que monten guardia alrededor de nuestra cama!... ¡que cien gruesos cañones vuelen noche y día, mecha encendida bajo nuestras ventanas!, y… ¡ay de la muerte si osa acercársenos!...
La reina para le dice que enseguida podrá oír los gruesos cañones y los cuarenta grandes lanceros que vendrán a custodiar nuestra cama, además son grandes soldados experimentados, como consecuencia el aplaude su voluntad, llama y reconoce a uno:
- ¡Llorrain!, ¡Llorrain!
El soldado se acerca dando un paso hacia la cama.
- Te quiero mucho, mi viejo Llorrain, déjame ver un poco tu gran sable… si la muerte quisiera llevarme, habríamos de matarla ¿no?
Llorrain le responde mientras dos lágrimas recorren su rostro:
- Sí, mi señor…
Cuando un capellán se a cerca al pequeño delfín hablándole durante mucha tiempo y mostrándole un crucifijo, el pequeño se asombra y le para diciéndole:
- Comprendo bien lo que usted me

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