Las zapatillas rojas
Hubo una vez una niñita que era muy pequeña y delicada. Para el invierno sólo tenía un par de zuecos que le dejaban los tobillos terriblemente lastimados. En el centro de la aldea vivía una anciana zapatera que hizo un par de zapatitos con unos trozos de tela roja para Karen, que así se llamaba la niña. La mujer le regaló el par de zapatos, que Karen estrenó el día en que enterraron a su madre. Precisamente acertó a pasar por el camino de los acompañantes, un grande y viejo coche, en cuyo interior iba sentada una anciana señora. Al ver a la niñita, la señora sintió mucha pena por ella, y dijo al sacerdote: -Deme usted a esa niña para que me la lleve y la cuide con todo cariño.Por ese tiempo la Reina estaba haciendo un …ver más…

-gritó Karen, pero no alcanzó a oír la respuesta del ángel, porque los zapatos la habían llevado ya hacia los campos. Cierta mañana pasó danzando ante una puerta que ella conocía muy bien. Karen supo así que la anciana señora había muerto. Más allá de los matorrales llegó a una casita solitaria, donde ella sabía que vivía el verdugo. -Pero, por favor, ¡córtame los pies, con los zapatos rojos! Luego el verdugo le hizo un par de pies de madera y dos muletas, y le enseñó un himno que solían entonar los criminales arrepentidos. Se dirigió entonces a la casa del párroco y suplicó que la tomaran a su servicio, prometiendo trabajar. Estaba leyendo en su libro de oraciones, con humildad de corazón, cuando oyó las notas del órgano que el viento traía desde la iglesia. Levantó su rostro cubierto de lágrimas y dijo: "¡Oh, Dios, ayúdame!" El ángel que ella vio aquella noche en la puerta del templo se presentó de pie ante sus ojos. Al tocar el ángel las paredes, las paredes se pusieron mas grandes y en su interior resonaron las notas del órgano .Cuando acabó el himno, todos volvieron la vista hacia ella y dijeron: -"¡Qué alegría verte de nuevo en la iglesia, entre nosotros, después de tanto tiempo, pequeña Karen!" -Todo ha sido gracias a Dios -respondió ella. La cálida luz del sol penetró a raudales por las ventanas y el corazón de la niña se lleno tanto de sol, de luz y de alegría, que acabó por romperse. Su alma voló en la luz hacia el cielo, y ninguno de los presentes