la vida derramada Miroslav H

1564 palabras 7 páginas
El ensayo, sin la misteriosa vitalidad que un hombre de letras le comunica, puede llegar a ser inerte como la sangre vertida. Una clave secreta parece anudar vida y lenguaje en
Miroslav Holub, el poeta e investigador en inmunología del Instituto de Medicina Clínica y
Experimental de Praga. Al igual que Kafka, también Holub logra un efecto irreal –otros dirían metafísico- extremando los mecanismos de la realidad. En efecto, que una rata después de muerta corretee en busca de sí misma, entraña un concepto científico, no una ensoñación literaria. Y Holub accede a este prodigio por una vía inesperada.

La vida derramada
Miroslav Holub
Una rata almizclera, Ondatra Zibethica Zibethica (Linneo, 1766), cayó en nuestro estanque.
El pozo estaba
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Entre la maraña de proteínas en desintegración, había glóbulos blancos, vivos, tan vivos como las células que vemos a través de un microscopio, o como el tejido celular obtenido a partir de una morcilla en un laboratorio de Cambridge (y no hay que olvidar que la morcilla ha pasado por un proceso lento y difícil). Millones y millones de glóbulos blancos naufragaban en ese breve océano que se enfriaba, en el cemento, en el trapo, en la

exprimida piel de la rata. Confundidos por la desacostumbrada temperatura y la concentración de sales, carentes de signos adecuados y sin el palpitar del endotelio vascular, permanecían pese a todo vivos y a la búsqueda de lo que estaban destinados a buscar. Los linfocitos T usaban sus receptores para diferenciar los indicadores propios de la rata de los cuerpos ajenos. Los linfocitos B hacían uso de sus moléculas anticuerpos para agarrar aquellos que la rata había aprendido acerca del mundo exterior en el decurso de su evolución. Las células plasmáticas vertían anticuerpos por doquier. Los fagocitos reptaban como amebas en el fondo del estanque y liberaban gránulos digestivos en un intento fallido por devorar esa inabarcable superficie. Y aquí y allá, una célula mustia se dividía para dar origen a dos nuevos células, las últimas a que daría origen.
A pesar de las pérdidas considerables, estas

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