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Batalla de Tucumán: Intimidades y Testimonios (Argentina)




Enviado por Alberto Pereira Rios



Partes: 1, 2

Monografía destacada

  1. Introducción
  2. Situación del gobierno revolucionario de Buenos Aires hacia agosto de 1812
  3. Diversos motivos para invadir las provincias "de abajo"
  4. Éxodo Jujeño
  5. Implacable persecución de la vanguardia realista
  6. Combate de Las Piedras
  7. La desobediencia
  8. Recelos e Incertidumbres
  9. Movimientos Preliminares
  10. La Batalla
  11. Referencias
  12. Repercusión de la victoria en Buenos Aires
  13. Vicisitudes del teniente Paz
  14. Epílogo
  15. Obras Consultadas

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Ver plano y referencias en páginas 26/27

Decía el por entonces teniente José María
Paz: "Al general Tristán no se le había pasado por la
imaginación que nuestro pequeño ejército, le planteara
una batalla
campal; solo creía que íbamos a encerrarnos en
la ciudad en actitud defensiva"

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En la imagen se puede apreciar la caballería gaucha que destaca sus guardamontes

lberto Pereira Ríos

Introducción

En esta monografía se hace referencia a la campaña abierta por la vanguardia del ejército realista sobre las provincias del norte del actual territorio argentino (1) entre agosto a septiembre de 1812.

La misma estuvo al mando del mayor general José Pío de Tristán y Moscoso (2) Su incontenible avance, conmocionó al país, poniendo en grave riesgo al gobierno revolucionado de Buenos Aires.

Para dar cumplimiento a dicha tarea se han transcripto los testimonios de algunos de sus protagonistas y de reconocidos historiadores del siglo XIX.

Del ejército de Buenos Aires contamos con la del general Belgrano, los tenientes José María Paz, Gregorio Aráoz de La Madrid, la del cadete Lorenzo Lugones y la del ciudadano porteño Juan Manuel Berutti (3) Tampoco se ha soslayado la visión y el análisis de los prestigiosos y documentados analistas españoles don Mariano Torrente y la del general Andrés García Camba, quienes nos enfocan, y dan realce, a través de sus ineludibles memorias, a los apasionantes episodios que configuran nuestro tema.

En el decurso de su trajín, veremos que Belgrano, contó con el providencial apoyo de un pueblo, que optó por el riesgo que suponía una derrota. Y lo eligió sin hesitar, sin margen para el sometimiento; depositando su esperanzada determinación, en aquel pequeño ejército de la Patria Nueva.

Decidieron hacer frente al enemigo, pese a órdenes en contrario del gobierno de Buenos Aires, y a la arrogante suficiencia del enemigo.

En estas páginas, el lector podrá apreciar uno de los episodios más significativos que contribuyeron a cimentarlas bases de la Patria Nueva; y del cual, se infiere un claro mensaje de sacrificio y entrega, que tal vez sirva como hito de inestimable valía, para los que comprendan el valor simbólico del glorioso suceso.

1)Formaban parte del Virreynato de Río de la Plata con el nombre de Intendencia de Salta del Tucumán que comprendía a Tarija, (Hoy República de Bolivia) y las actuales provincias argentinas de Jujuy, Salta, Tucumán y parte de Catamarca y Santiago del Estero)

2) Tristán y Belgrano, fueron condiscípulos durante sus estudios en la Universidad de Salamanca, España. Posteriormente en Buenos Aires, se hallar como funcionarios en la administración del virrey Pedro de Melo y Portugal, entre 1795/97.

3) Da cuenta de los festejos en Buenos Aires al recibir la noticia del triunfo patriota.

-I-

El gobierno de Buenos Aires nombra a Belgrano comandante
del ejército del Norte. (27/2/1812)

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Gral. Manuel Belgrano

Se produjo a causa de la renuncia del general Juan Martín de Pueyrredón, su antecesor en el mando.

Al recibir los despachos de comandante en jefe de la división (1) se dirigió al gobierno, declarando no conocer el país adonde se le enviaba y haciendo notar con suma honestidad que le fueran perdonados su impericia y los errores que pudiera cometer en el ejercicio de tal comisión, pues decía, "en mí no hay los conocimientos que se suponen, solo tengo voluntad para hacer por la libertad de la Patria cuanto me sea posible" Rosario 29 de febrero de 1812.

Las órdenes adjuntas (reservadas), eran análogas a las
que en su momento se impartieron a su predecesor: "Retirada estratégica
en el Norte, para facilitar la ofensiva en el Este"

Hacia marzo de 1812, el gobierno aseguraba que Buenos Aires, no estaba en condiciones materiales de soportar dos frentes de guerra, dedicado a abatir a Montevideo (Plaza fuerte ocupada por los realistas) Por tanto, decidió nombrar a nuestro hombre para tal cargo, aunque, dejándolo librado a su suerte, imposibilitado de enviarle los suministros necesarios, para aportar un mínimo de operatividad a su meguada división. Y, a fin de ganar tiempo, se le ordenó replegarse al centro del país (Córdoba)

Como era ya costumbre, el gobierno recurría a Belgrano para misiones complicadas, (Antes al Paraguay) las que, en teoría, no era un camino florido que le allanara la obtención de gloria y honores, muy por el contrario, se lo dejaba librado "a la buena de Dios", esto es, con lo mínimo imprescindible.

No obstante encontrarse enfermo, nuestro hombre parte inmediatamente el 1 ó el 2 de marzo (Desde Rosario) para hacerse cargo de su nuevo destino. llega a Tucumán el día 19 de marzo, y el 26 a la posta de Yatasto, (ubicada a 30 kilómetros al norte de esa ciudad) Allí se encontraba Pueyrredón, su antecesor en el mando, quien estaba ya en franca retirada, y de regreso a Buenos Aires.

Sin embargo, Paz en sus Memorias Póstumas T.I, p.63, asegura que: "Hasta que él tomó el mando del ejército, se puede asegurar que la revolución, propiamente hablando, no había prendido en esas mismas provincias que eran el teatro de la guerra.

Cuando a principios de ese mismo año (1812), emprendió el general Pueyrredón su retirada hacia el actual territorio argentino, luego de la derrota en Nazareno (Alto Perú) con las reliquias de su división, nadie, con muy raras excepciones, se movió de su casa, y esos salteños y jujeños tan obstinados y patriotas como valientes guerreros después, se quedaban muy pacíficamente para esperar al enemigo y someterse a su autoridad, sin excluir a muchos empleados y militares que no estaban en servicio activo …"

"El general Belgrano, sin embargo, de su mucha aplicación, no tenía, como él mismo lo dice, grandes conocimientos militares, pero poseía un juicio recto, una honradez a toda prueba, un patriotismo, el más puro y desinteresado, el más esquicito amor al orden, un entusiasmo decidido por la disciplina y un valor moral que jamás se ha desmentido. T.I.P.26 ídem.

"¡Honor al general Belgrano! él supo conservar el orden tanto en las victorias como en los reveses. Cuando mandó en esos días de luto y de desgracias, los paisanos y los indios venían pasiblemente a traer las provisiones al pequeño cuerpo que se retiraba; tan lejos de manifestarnos aversión, solo se dejaba percibir en lo general, un sentimiento de simpática tristeza. No hubo entonces riñas fratricidas, ni pueblos sublevados para acabar con los restos del ejército de la independencia" (2)

  • La diminuta división comandada por Belgrano, se dio en llamar "Ejército auxiliar del Alto Perú"

  • Alude al escandaloso enfrentamiento en 1815, entre el ejército comandado por Rondeau, y las milicias de Güemes, cuando aquel se retiraba con lo poco que quedaba de su ejército, después del desastre de Viluma (Sipe Sipe).

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Cabildo e iglesia de San Francisco

Tucumán 1812

-II-

Situación del gobierno revolucionario de Buenos Aires hacia agosto de 1812

En el momento que se producía la invasión realista, sobre las nacientes Provincia Unidas del Río de la Plata, su Gobierno estaba a cargo de un Triunvirato (Poder Ejecutivo) integrado por Bernardino González Rivadavia; Feliciano Chiclana y Juan Martín de Pueyrredón. No se ocultaban ciertas desinteligencias entre sus integrantes y entre éstos, y el sector más radicalizado de la revolución. (1) distantes, por principios y miras políticas. Fueron éstos últimos, los que, al tiempo, aportaron contenidos ideológicos, a la Asamblea General del año XIII, preludio de la Independencia.

La complicada situación del "Ejército del Norte", contribuyó en parte a preparar su advenimiento. Tal era el estado político de la capital en esos días, cuando los realistas, en número de 3.000 hombres de línea, y diez cañones de montaña, se ponía en marcha para invadir "las provincias abajeñas"

La primera fase del plan realista consistía en apoderarse de Tarija, Jujuy y Salta, establecer puestos fortificados en esos puntos, y asentar su vanguardia en el río Juramento, amagando el centro del país. Con lo cual se adueñaban de los recursos de un amplio territorio, del cual podían proveerse con la recluta de hombres y caballerías, en especial mulas, medios fundamentales para el transporte de los convoyes de su ejército. (El Alto Perú fue siempre dependiente de las provincias de "Abajo", para aprovisionarse de tales équidos) de manera que, para el bando realista, la ocupación de la región, contribuía entre otros objetivos, al equipamiento de su fuerza. Factor esencial, y de tanto valor para su ejército, como la plata del Potosí, ya que con ello afianzaría la segunda fase del proyecto, que consistía en preparar el asalto final a Buenos Aires, último bastión revolucionario que quedaba en ese tiempo, sin someterse a su influjo en Sudamérica.

Lima y Montevideo eran los baluartes reaccionarios más dinámicos. La primera, porque representaba el mayor poder económico y militar, que habría de sustentar durante catorce años el mantenimiento de los ejércitos del rey; y el segundo, porque garantizaba para su bando, una segura cabecera de desembarco de fuerzas procedentes de la península, y de ser base estratégica de su flota, la cual bloqueaba a Buenos Aires, y depredaba su litoral fluvial. Y, para completar dicha maniobra, contaban con el implícito apoyo de la corona portuguesa con asiento por entonces en Río de Janeiro (2)

Ante tales presagios, el gobierno de Buenos Aires había asumido el incuestionable peso de tales asechanzas, y se preparaba para afrontar, horas inciertas.

Torrente: "El general Goyeneche (José Manuel) comandante en jefe del ejército realista, hallábase a la sazón en Potosí, con un brillante ejército que había desbaratado poco tiempo antes, la sublevación de algunos pueblos del Alto Perú; Cochabamba entre ellos, la cual, no dejó de prestar en el futuro inmediato, su decidido apoyo a los ejércitos insurgentes de Buenos Aires.

Nuestro ejército, era muy superior en número y disciplina
a las pocas y desalentadas tropas de Buenos Aires, que ocupaban las ciudades
de Jujuy y Salta. Al tiempo, éstas, fueron evacuadas, consecuencia de
los exitosos triunfos de nuestro ejército en Suipacha y Nazareno"
Historia de la Revolución Hispano-Americana P. 266

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Notas I

"Predominaba en el gobierno un personalismo demasiado acentuado,
que rayaba con frecuencia en un verdadero absolutismo y todos acusaban a don
Bernardino González Rivadavia de ser él, quien al poder ejecutivo,
ese carácter imperioso y exagerado"

Carlota Joaquina de Borbón (Hija de Carlos IV rey de España)
por entonces, influyente esposa de Joao de Braganza regente de Brasil, trató
de representar los intereses de la corona española en América
durante la crisis dinástica, originada por la invasión napoleónica,
tal apoyo lo demostró con su apoyo a Elío y Vigodet (plaza de
Montevideo)

-III-

Diversos motivos para invadir las provincias "de abajo"

"Los apuros en que se veía envuelta en aquellos días la Junta de Buenos Aires …"

El Alto Perú, parte integrante del Virreynato del Río de la Plata se había declarado abiertamente por la revolución en 1811. Tal como ya fuera comentado, el general Goyeneche, (José Manuel) había logrado acallar a sangre y fuego, los movimientos revolucionarios que estallaron en la región. A partir de lo cual, surgió nuevamente la idea de emprender una campaña para ocupar las provincias insurgentes del sur del virreinato.

García Camba: "Este movimiento tenía entre otros objetos pacificar aquella extensión del territorio conmovido por la subversión, distraer poderosamnente a la Junta (1er. Triunvirato) de Buenos Aires y privar a los enemigos de los cuantiosos recursos que sacaban de las remesas de mulas al Perú, utilizándolos en provecho del ejército real. Pero es preciso anticipar, que esta expedición, más atrevida que bien calculada, tuvo un desenlace de funestas y muy trascendentales consecuencias".

El comandante general de nuestra vanguardia, para realizar el pensamiento de proveer al ejército de mulas, caballos y ganado vacuno, tomó por sí, la resolución de adelantar al coronel Huici con un fuerte destacamento, quien, sin mucha dificultad, penetró en Jujuy y Salta y aún avanzó hasta el río Pasaje, porque, sobre haber entonces poca gente de armas por esta parte, los hombres que se presentaban a hostilizar huían a la aproximación de nuestros soldados, circunstancia que deslumbró al jefe expedicionario al punto de escribir a Tristán a quien aseguró que con solo su columna, esperaba apoderarse de Tucumán.

Las fáciles correrías de Huici, sin que apenas encontrase enemigos que le disputaran el paso en muchas leguas de extensión, enardecieron la acreditada bizarría del comandante de la división de vanguardia, quien, resolvió moverse con todas sus fuerzas, sin contar con la aprobación previa del general en jefe como entonces se dijo, añadiéndose también que su opinión era contraria a tal operativo. A ser así, tocaba e importaba mucho a la bien adquirida reputación del general, reprimir la fogosa arbitrariedad de su primo el brigadier Tristán, para evitar de este modo, la justa censura que, en otro caso, merecería de la imparcial historia. Como quiera, si Goyeneche entonces toma la resolución de mover las tropas disponibles hasta llevar su cuartel general al río del Pasaje, como pensaba antes, de la expedición de Cochabamba, previo el asentimiento del virrey, de quien dependía, es probable que, dirigidas de cerca por él las operaciones, hubiese alcanzado muy distintos resultados.

Torrente: Las garantías que daba el general Goyeneche, la bizarría de aquel respetable ejército, el buen espíritu que reinaba en las ciudades de Jujuy y Salta entre los habitantes del tránsito, la debilidad de las tropas enemigas , los apuros en que se veía envuelta a aquella sazón la suprema Junta argentina, y las promesas que había hecho al jefe realista la Serenísima señora infanta regenta del Brasil, de que las tropas portuguesas acantonadas en la frontera de Montevideo tomarían una actitud hostil para secundar los heroicos esfuerzos que él hiciera a fin de reconquistar la capital de Buenos Aires, lo determinaron a mandar a su mayor general, que avanzase sobre Tucumán y Santiago del Estero, para formar desde aquellos puntos, un plan combinado de ataque, que derrocase al gobierno insurgente y restableciese sólidamente la autoridad del monarca español. La situación de los rebeldes era la más apurada: ya las tropas del rey eran saludadas como restauradoras de la paz y felicidad. Ya el comandante en jefe Tristán, suponiéndose dueño de Tucumán y Santiago, habría de arbitrar los medios de entablar activa relación con el capitán general Vigodet (Montevideo) para dar a su empresa un carácter mayor de seguridad y consistencia, saboreaba ya el placer de que volviese a tremolar sobre aquella inquieta población (Bs. As.) el pendón de Castilla.

García Camba: "Vigodet nombrado por el Consejo de Regencia virrey de Buenos Aires, en remplazo del general Elio, manifestaba sus deseos de hostilizar a la Junta de Buenos Aires para lo cual indicaba la conveniencia de que el ejército real del Perú coadyuvase por su frente al mismo fin, y manifestaba contar por su parte con 2.000 hombres escogidos en la banda oriental, 8.000 portugueses en la costa de Maldonado y Pando, y, en las riberas del Uruguay, cerca del arroyo de la China 1.000 españoles; todo con el auxilio de una respetable marina, además con los socorros que aún se podía recibir de la Península y de Portugal. La ocasión parecía indudablemente favorable para un movimiento sobre Salta"

Los apuros de Buenos Aires no disminuían, y las tropas que mantenía la Junta en el norte, experimentaban grandes necesidades. Cuando el brigadier D. Pío Tristán, mayor general y jefe de la división de vanguardia, cumpliendo con las instrucciones del general en jefe, intimó a los rebeldes a que evacuaran Jujuy y Salta, lo que seguidamente verificaron, trasladándose al pueblo de Yatasto, 50 leguas más a retaguardia"

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José Pío de Tristán y Moscoso

1773/1860

-IV-

Éxodo Jujeño

"Al que intentase pasar sin mi pasaporte, será pasado por las armas inmediatamente" …"

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Torrente: "El comandante Belgrano dio orden para que todos los habitantes evacuasen aquel territorio (Jujuy) llevándose los archivos y aún los armamentos y vasos sagrados de las iglesias …"

(¡¡Don Mariano …!!, con el mayor respeto, sentimos que
Ud. lamente que el general Belgrano no haya olvidado tan insignificante detalle,
En cuanto a los vasos …seamos honestos … el "alto clero" y un sector
del "bajo" era "realista de corazón", y también
… pudiente!, por tanto, no le iba a resultar carga muy pesada reponerlos)

Ante el avance realista, la división patriota se aprestó a retroceder conforme a sus instrucciones. Entre otras disposiciones, se le ordenaba no dejar nada que pudiera resultar de utilidad al enemigo. En cumplimiento de tales órdenes, demostró firmeza y resolución. Hizo publicar un manifiesto dirigido a la población, especialmente dirigido a sus sectores más notorios: Hacendados; labradores, comerciantes, en el cual, se los conminaba a evacuar la ciudad con sus pertenencias; (dejando campo arrasado), y advirtiendo que, "Al que se encontrase fuera de las guardias avanzadas del ejército en todos los puntos en que las hay, o que intentase pasar sin mi pasaporte, será pasado por las armas inmediatamente, sin forma alguna de proceso. Igual pena sufrirá aquel que por sus conversaciones o por hechos que alentase contra la causa sagrada de la Patria, sea de la clase, estado o condición que fuese; igualmente a los que inspiren desaliento o estén revestidos del carácter que estuviesen (apuntaba a los sacerdotes sin disimulo) serán igualmente pasados por las armas".

Durante su paso por la ciudad, organizó un cuerpo de caballería bajo la denominación de "Decididos". sumándolo a su fuerza. Culminó su tarea preparando el convoy en que iban a viajar las familias que debían seguir su retirada. Llevo consigo los archivos, y, por ese tiempo, se logró culminar la fundición de "culebrinas" (1) bajo la dirección del barón Holmberg. Reunió ganados y caballerías, y levantó de tal modo el espíritu abatido de la población, que hasta las mujeres se ocupaban en construir cartuchos y animar a los hombres.

"Preparado todo para la retirada, esperó hasta último momento para emprenderla, con lo cual se proponía un doble objeto: primero no dar muestras de debilidad a su tropa, y, segundo, aprovecharse en el transcurso de su retirada, de algún error del enemigo.

El 23 de agosto, a las cinco de la tarde, se movió de Jujuy
el grueso de su columna en dirección a Tucumán". Mitre Ob.
Cit. P. 146.

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Culebrina Modelo tipo

Notas IV

  • Culebrinas: Pieza de artillería más liviana, que
    se caracteriza por tener un largo tubo

-V-

Implacable persecución de la vanguardia realista

"La retirada se hacía más difícil ante una implacable tenaz y persecución"

Nos decía Mitre que el 23 de agosto, se movió de Jujuy el grueso de la columna patriota en dirección a Tucumán, tomando el camino de "Las Postas" (existía otro llamado "De las carretas". Siguió, más tarde, la división antes de Vanguardia, compuesta de 200 hombres, destinada ahora a cubrir la retaguardia. A las doce y media de la noche, salió el general de la ciudad, y alcanzó al ejército, que, aunque marchaba a pie, hizo una jornada de diez leguas, (si leyeron bien, diez leguas a pie y descalzos en su gran mayoría) continuando su retirada a la noche. A esa distancia, reforzó la retaguardia con dos piezas de artillería y alguna caballería, pues "los godos" (1) ese mismo día (24 de agosto), había ocupado Jujuy y le picaban la retaguardia con fuerzas muy superiores.

"Así perdiendo las plumas de sus alas", y combatiendo día y noche sin tener un momento de descanso, siguió sosteniendo Díaz Vélez la retaguardia. A la altura de Cabeza de Buey, la retaguardia patriota fue vigorosamente atacada por la vanguardia realista, y la obligó a cederle el terreno, solo pudieron salvarse bajo la protección del cuerpo de reserva, el cual, desplegado en batalla, contuvo el ímpetu de los perseguidores. La retirada se hacía cada vez más difícil y la persecución más enérgica. (Se perdieron muchos hombres en esos choques, a punto que la retaguardia estaba en esqueleto) Desmoralizados una gran parte de los oficiales, poseída la tropa de vagos temores. Se llegó al extremo en que faltaba de todo: agua, sueño, alimento, forrajes para la caballada, aunque, sobraba fortaleza de alma en el general patriota, que no desmintió un solo instante. Velando continuamente, ocupando el puesto de más peligro, alentaba a los que flaqueaban, y a los que suponía pusilánimes, aunque usando a veces de una causticidad ofensiva; jamás desesperó de la salud de la patria, mirando con la más marcada aversión a los que opinaban tristemente. Dije antes que estaba dotado de un gran valor moral, porque, efectivamente, no poseía el valor de un brioso granadero que lo hace muchas veces a un jefe ponerse al frente de una columna y precipitarse sobre el enemigo. Su valor era más bien cívico que guerrero. Eran como él, aquellos senadores romanos que parecían impávidos sentados en sus sillas curiales. En los contrastes que sufrieron nuestras armas bajo las órdenes del general Belgrano, fue siempre de los últimos, que se retiraron del campo de batalla, dando el ejemplo y haciendo menos graves nuestras pérdidas."

"En lo crítico del combate su actitud era concentrada, silenciosa, pero cuando hablaba, era siempre en el sentido de avanzar sobre el enemigo "Después de lo que acabo de exponer, será fácil explicarse como el ejército, después de una retirada de ciento treinta leguas, nada había sufrido en su moral, por el contrario, recibió con gusto el anuncio que, en Tucumán, haríamos frente al enemigo" Paz, p. 34/35

Notas V

  • Palabra con que se señalaba a los realistas. Según cuenta el general español García Camba en sus "Memorias", también eran llamados "blanquillos" por el color de su uniforme.

-VI-

Combate de Las Piedras

Arengó a su tropa imponiendo pena de vida al que diera un paso atrás

Torrente: "Goyeneche dispuso que el general Pío Tristán avanzase con 3.500 hombres en persecución de aquellos prófugos (Los patriotas) Sin la menor oposición, continuó su marcha el referido Tristán, hasta apoderarse a fines de agosto de las mencionadas ciudades de Jujuy y Salta, que habían sido evacuadas por los enemigos cuando supieron la proximidad de las tropas del rey. Así fue organizando Tristán aquellos ayuntamientos, arreglando su gobierno, para continuar sus marchas en apoyo de los coroneles Llano y Huici, que, continuaban su marcha en persecución de los rebeldes. Habían logrado sorprender una avanzada y una porción considerable de su pesado convoy. Aunque a principios de septiembre, dieron con una emboscada compuesta de más de 400 insurgentes, que ocupaban los pasos de un camino áspero y montuoso, y defendido por dos piezas en buena posición, nuestros hombres lograron sin embargo desbaratarla completamente, y tomarle 50 prisioneros, entre ellos 3 oficiales, 40 fusiles, y muchos equipajes.

Nuestro inefable amigo don Mariano, omite, la segunda parte de tales enfrentamientos librado en las márgenes del arroyo Las Piedras, donde la vanguardia realista, fue escarmentada, dejando en el campo, un tendal de muertos y prisioneros.

Muy confiada la vanguardia realista se obstinaba en hostigar a la retaguardia patriota y resuelta a provocar un choque decisivo, cruzó el río Pasaje y marchó con determinación sobre sus huellas del enemigo, decidida a consumar definitivamente su derrota

El 3 de septiembre se hallaba Belgrano al sur del río Las Piedras.
Dos leguas atrás, marchaba el general Díaz Vélez, con la
retaguardia reforzada con dos piezas de artillería. A las dos de la tarde,
el enemigo, reconcentrando rápidamente su línea de avanzadas,
cargó impetuosamente sobre la de los patriotas poniéndola en fuga.
Díaz Vélez mandó desmontar a los granaderos y los dragones
quienes abrieron fuego sobre el enemigo, favorecidos por el bosque que cubría
el camino por ambos costados, y gracias a este accidente del terreno, logró
rechazar a las avanzadas triunfantes del enemigo que se pusieron en fuga, sin
advertir que el grueso de la vanguardia (600 hombres) avanzaba en su protección.
Los dispersos, alentados con tamaño refuerzo, volvieron caras sobre la
retaguardia patriota y la pusieron en fuga. Inútiles fueron los esfuerzos
de Díaz Vélez, quien se vio obligado a ceder el campo, dejando
en poder del enemigo sus dos piezas de artillería, dos oficiales y como
50 de sus soldados prisioneros. El mismo Díaz Vélez retrocedió
largo trecho confundido con los vencedores, que, entusiasmados con esta fácil
victoria, no dudaron que en aquel día iban a dar cuenta del resto del
ejército patriota. ¡Pero …! allí los esperaba Belgrano,
que, desde el principio de la retirada, aguardaba una oportunidad de levantar
la moral de la tropa; finalmente ésta se presentó. Al conocer
la derrota de su vanguardia, desplegó su línea en una posición
ventajosa, cubriéndose con el río y utilizando prudentemente los
accidentes del terreno. En tal posición, percibió al rato, la
algazara de perseguidos y perseguidores quienes venían envueltos en completo
desorden. A la vista de éstos, arengó a su tropa imponiendo pena
de muerte al que diese un paso atrás; y, notando que corría peligro
de verse envuelto con los dispersos, hizo jugar su artillería. Renovado
el combate, el triunfo favoreció ahora a las armas patriotas. La vanguardia
realista fue sableada por largo trecho y perfectamente escarmentada, dejando
en el campo 20 muertos y otros tantos prisioneros.

Tal suceso es narrado con precisión por el general Paz en sus Memorias Póstumas: "Visto que el enemigo no avanzaba hizo el general Belgrano salir dos fuertes guerrillas de cien hombres cada una por los costados, por donde el terreno era quebrado, y desplegó un poco de caballería por el camino que quedaba al centro. Visto lo cual, el enemigo se puso en retirada y fue perseguido, tomándole quince o veinte prisioneros y matándole otros cuantos" "Como el desenlace había sido la retirada del enemigo y la captura de algunos prisioneros, que fueron los primeros que veíamos después de mucho tiempo, se celebró el combate como una importante victoria, que contribuyó a alentar al ejército"

El general realista Andrés García Camba se refiere a tal suceso en su muy detallado tomo primero de sus Memorias para la Historia de las Armas Españolas en el Perú "En lo mejor de su edad Pio de Tristán justamente engreído con el mando de una división hasta entonces vencedora, y lleno de las lisonjeras esperanzas, que habían de inspirarle su conocido valor y su confianza, salió de Suipacha el 1° de agosto con cuatro batallones, sobre 1200 caballos y diez piezas de artillería. Cruzó con rapidez y sin oposición los pueblos de Jujuy y Salta, poblaciones que los insurrectos abandonaron después de haberlas maltratado mucho, y hasta incendiado sus archivos públicos, y continuó internándose hacia el Tucumán, con total desprecio del enemigo, al que consideraba muy inferior. Tan fácil le resultaba, que un destacamento de 500 hombres avanzado hasta el río de Las Piedras, cayó en una celada que le armaron los contrarios, el cual, aunque se desembarazó con brío, tuvo que retroceder primero al río Blanco y luego al del Pasaje, volviéndose los enemigos también al Tucumán.

-VII-

La desobediencia

Belgrano al gobierno: "Cuanto más nos alejemos, más difícil será recuperar lo perdido"

Se decidió a desobedecer luego de una larga lucha interna. Por un lado, veía con claridad su inferioridad militar respecto al ejército realista. Pero a su vez, comprendía que una retirada más allá de Tucumán era imposible, hostigado de cerca por el enemigo. No se ocultaba, además, que la estricta obediencia importaba la pérdida de las provincias del norte, y, sobre todo, no podía contar con las tropas de esos territorios, fuera del territorio que pisaba.

"Cuanto más nos alejemos, más difícil ha de ser recuperar lo perdido, y también más trabajoso contener la tropa para sostener la retirada con honor (1) y no exponernos a una total dispersión, de esto que se llama ejército, pues deben saber; cuánto cuesta y debe costar, hacer una retirada con gente bisoña (2) permanentemente hostilizada por el enemigo …"

Vicente Fidel López: "Pero el Poder Ejecutivo, opinaba que, en esos momentos, no era prudente deshacerse de los cuerpos sólidos sobre que reposaba la defensa de la capital, y que debían ser la base sobre los cuales estaban formándose nuevos cuerpos para defender la provincia de Buenos Aires, si llegara el caso extremo de que fuese atacada"

"Claro era que, de hallarse el país y el ejército
en la situación en que el general los presentaba, ese "miserable
contingente" carecía de valor para remediarla. Así es que
el gobierno le ordenó no aventurarse en un encuentro que pudiera poner
en riesgo sus tropas, y que, siguiese retirándose a Córdoba hasta
que, llegado el momento, en que, internados los realistas en el corazón
del país, pudiesen concentrarse las tropas de la capital con las que
él traía y formar una fuerza capaz de asegurar la victoria. Esto
era lo más prudente y lo mejor pensado, dada la situación en que
el general decía hallarse (3); y aún después de los sucesos,
si algo prueba la "feliz casualidad" que le dio la victoria, que el
general José María Paz llama "incomprensible y rara"
es que el general Belgrano, desobedeciendo al gobierno, había corrido
una aventura peligrosísima, sin conocimiento militar de lo que hacía,
y sin tener base alguna estratégica para contar con un resultado que
fue uno de esos acasos de la guerra ajenos a todo cálculo y premeditación.
(4)

¡Sí, sí! todo visto desde la perspectiva de una fría y descarnada lógica, sin embargo, no siempre suelen ser la solución adecuada ante circunstancias límites, en cuyo caso lo ponderable será siempre la audacia, la determinación y el engaño ("Audaces fortuna juvat") Como ejemplo, me remito al ataque nocturno realizado por el general José Ordoñez en la acción de Cancha Rayada, quien, a punto de ser aniquilado, decidió, atacar a las tropas sitiadoras comandadas por el general José de San Martín, dispersándolas y abriendo un compás de espera en los objetivos patriotas. Ver en www.monografías.com.ar ¿Qué pasó en Cancha Rayada?

Además, no comparto las afirmaciones del señor Vicente F. López, cuando afirma que hubo una "feliz casualidad". Yo diría que claramente, hubo causalidad. En torno a lo cual, dejo al lector, en libertad de sacar sus propias conclusiones.

Belgrano: "Retirarme más, e ir a perecer es lo mismo, y poner a la Patria en el mayor apuro, a más perderemos para siempre esta provincia, incrementando la fuerza del enemigo (5) con buenos soldados, y seremos el objeto eterno de la execración. El único medio que me queda es hacer el último esfuerzo, presentando batalla fuera del pueblo, y en caso desgraciado, encerrarme en la plaza para concluir con honor. Esta es mi resolución, que espero tenga buena ventura, más cuando veo que la tropa está llena de entusiasmo con la victoria del 3 (se refiere al combate del río Las Piedras) y que mi caballería se ha aumentado con hijos de este suelo que están llenos de ánimo para defenderlo. Cuanto menos, espero lograr que se salve todo lo perteneciente al Estado, dando lugar a que avancen las carretas, mientras contengo al enemigo."

"Algo es preciso aventurar, y esta la ocasión de hacerlo, felices nosotros si podemos conseguir nuestro justo fin, y dar a la Patria un día de satisfacción, después de los muchos amargos que estamos pasando." Carta del general Belgrano al gobierno de Buenos Aires. 14 de septiembre de 1812. (6)

Rivadavia contestó inquieto ante la firme determinación del jefe patriota, e insistiendo sobre la necesidad de cumplir las órdenes, anteriormente comunicadas y acababa por decirle: "Una vez que la retirada de V.E. no está en la posibilidad de que sea salvado el tráfago tal como se había dispuesto, es preciso pasar por el amargo sentimiento de abandonar unos útiles, cuya falta no nos pondría de tan mala condición, como si le añadiéramos la de perder la división a su mando de V.E. con el armamento que conduce. Bajo este concepto, desde luego, emprenda usted su retirada dejando inútil enteramente cuanto lleva, y pueda aprovechar el enemigo, o quemando todo en último caso. Así lo ordena y manda este gobierno por última vez. La falta de cumplimiento de ella deberá producir a V.E. los más graves cargos de responsabilidad.

No siendo hora de despacho, Rivadavia mandó esta orden a la casa de cada uno de los triunviros que componían el gobierno para que pusieran su firma al pie, Pueyrredón la firmó sin trepidar; no así Chiclana que contestó por escrito que, ordenar la retirada en las circunstancias que se encontraba Belgrano, era lo mismo que mandarle entregar todo al enemigo. Rivadavia lleno de indignación, arrojó la carta de Chiclana al suelo, y la orden de retirada se despachó solo con dos firmas" Mitre, ob. cit. T.II, p. 158

Ante la proximidad de los realistas se despertó en los tucumanos un fervoroso entusiasmo, poderosamente estimulado por el influjo de la familia Aráoz, una de las más respetables y conocidas de la provincia. con tal que no abandonara su territorio.

Los nuevos reclutas se hallaban regimentados bajo las órdenes de Balcarce (Juan Ramón González Balcarce, en el ejército revistaba su hermano menor Diego, que ostentaba el rango de sargento mayor, el cual formando parte del regimiento de Dragones (caballería).

A su arribo a la ciudad, Belgrano se adelantó a saludar a sus nuevos soldados que encontró reunidos en número de 400 hombres, aún faltaban llegar otros contingentes que se esperaban de Catamarca y Santiago del Estero. Esta tropa cuyo aspecto prometía muy poco bajo el punto de vista militar, representaba la típica caballería gaucha que en tal ocasión hacía su estreno en la escena revolucionaria, y que más tarde, al decir de Mitre, debía inmortalizarse con hechos memorables.

Era tal el entusiasmo que, hasta los residentes españoles, habían prestado juramento de fidelidad a la revolución. Todos se ofrecieron a sacrificarse, rogando a Belgrano que se quedase en Tucumán. Era la primera vez en la campaña que Belgrano encontraba tanta gente dispuesta por la causa patriota. Por eso resolvió desobedecer y quedarse en Tucumán.

En tanto en Buenos Aires, los hombres del gobierno, gastaban estérilmente su energía pretendiendo dirigir desde el gabinete los sucesos de la guerra, sin embargo, la suerte de la revolución se iba a decidir en el campo de batalla.

Notas VII

  • 1-Buena parte de su fuerza (milicias) estaba integrada por hombres
    reclutados en la región, por lo tanto, Belgrano sabía que,
    alejándose de allí, inevitablemente se iba a pronunciar la
    deserción de aquellos reclutas. Dato relevante, que no entendían
    en su verdadera magnitud los responsables de la dirección de la guerra.
    Tal cosa ocurre cuando el "cuartel general" se halla
    a tan larga distancia de la línea de fuego.

  • 2-Tal era el peligro, que Belgrano vislumbraba, inevitable, que tuvo
    efecto en los numerosos contingentes de milicias, con los cuales, nutrian
    sus cuadros ambos ejércitos, durante todo el transcurso de la guerra.
    Afirma el general Paz, que cuando Belgrano emprendió la retirada
    desde Yatasto a Tucumán, la hizo preceder de un bando fulminante,
    en el cual se implantaba la pena de muerte al desertor y se ordenaba el
    completo abandono de los pueblos y lugares que debía ocupar el enemigo

  • 3-No había ningún tipo de especulación en sus
    intenciones cuando remitía al gobierno sus opiniones, todo en él,
    rezumaba honestidad, decisión y fervor patriótico. Noto un
    tono discriminatorio en la expresión "miserable contingente"
    como que el resultado de la batalla, debe haber contrariado seriamente,
    pre-juicios u opiniones de personas cuyas opiniones previas a la misma,
    estaban penetradas de sensatez y sentido común.

  • 4-Por más que me he empeñado en localizar
    en las "Memorias Póstumas" del general Paz, tales
    dichos, (Una batalla Incomprensible y rara) no he hallado tal expresión.
    Afirmó si, que la batalla de Tucumán fue uno de los combates
    más difícil de describirse, lo cual suscribo, aunque entre
    ambas definiciones, existe una clara diferencia. Seguidamente atribuye la
    causa del triunfo, a una "Feliz casualidad" o, a "los
    acasos de la guerra".
    Desdeñosa actitud que supone su contrariedad,
    como si el resultado de la misma hubiera desairado sus elaborados razonamientos
    penetrados de sentido común, por lo demás coincidentes con
    los del gobierno de Buenos Aires.

  • 5-La actitud indiferente del pueblo humilde de la región,
    comenzó a cambiar según el general Paz, a partir del
    éxodo jujeño. No así, la sociedad de recursos y
    el alto clero que siguió siendo hostil a la revolución, aún
    en tiempos de Guemes) tal actitud se hizo más evidente,
    a partir
    de la orden dada por Belgrano, de abandonar el pueblo de Jujuy, y destruir
    todo lo que pudiera resultar de utilidad al enemigo. Tal extrema decisión
    afectaba especialmente, a los sectores pudientes de aquella sociedad. En
    consecuencia, la misma, (4) "hirió la imaginación
    de aquellas masas para entonces indolentes, las que, a partir de entonces,
    las predispuso a desplegar esa fuerza gigantesca, que ellas mismas ignoraban,
    y que después, ha convertido al norte argentino, un baluarte incontrastable
    de fe patriótica". Paz. Memorias Póstumas P.63

  • 6-Epistolario Belgraniano. P. 180. Dimensión Argentina 2001

Partes: 1, 2

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