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Teorías del cambio psíquico (página 2)




Enviado por Dr Jose Cukier



Partes: 1, 2

a) ADOLESCENCIA TEMPRANA 1. Prepubertad: 8 – 10 años 2. Pubertad: 10 – 14 años 3. Adolescencia temprana propiamente dicha: 13 – 15 años Durante todo este período son esperables los cambios físicos y de conducta, el momento en que estos ocurran depende de factores genéticos pero existe una influencia recíproca entre lo psíquico, lo biológico y lo social que puede a su vez inhibir o apresurar los procesos fisiológicos.1- La prepubertad incluye el crecimiento corporal y la puesta en marcha de las glándulas sexuales. 2 -Durante la pubertad los cambios corporales comienzan a hacerse visibles, aquí se produce el desarrollo de las características sexuales primarias (órganos sexuales masculinos y femeninos relacionados con la reproducción), y secundarias (aquello que da apariencia masculina o femenina. b) ADOLESCENCIA MEDIA. Transcurre desde los 15 y 16 años hasta los 18 años. Si bien el primer tiempo de la adolescencia media opera como bisagra, donde es esperable el desafío a la autoridad de los adultos, el hacer lo contrario de lo que se les dice o enseña y el deseo de independencia de los padres a través de una conducta negativista; pronto la conducta comienza a ser más ordenada en relación a las normas, pero mientras eso no sucede son habituales manifestaciones que comprometen seriamente la integridad psíquica y física, por ejemplo: actuaciones sexuales prematuras, fugas del hogar, transgresión de pautas familiares, acciones riesgosas para demostrar poder, etc. Luego el adolescente medio se caracterizará por terminar de estabilizar el proceso de crecimiento lo cual le permitirá salir en busca del otro mediante un proceso de desplazamientos de investiduras libidinales desde el propio cuerpo hacia el objeto, un objeto en el que se busca un vínculo de intimidad, al mismo tiempo que se auspician los vínculos de masa donde priman el amor, la identificación fraterna y la fidelidad a un líder idealizado.

c) ADOLESCENCIA TARDIA Se extiende desde los 18 hasta los 28 años aproximadamente, aquí las problemáticas a resolver serán la inserción en el mundo vocacional y laboral y el encuentro con una pareja estable. Las manifestaciones más frecuentes son: 1.- Delimitación de subjetividades parentales y de «quién soy yo» como consecuencia del desasimiento de la autoridad de los padres, más que como lucha generacional. 2.- Deseo de vivienda independiente. 3.- Deseo de independencia económica. 4.- Deseo de constituir una pareja estable. 5.- Logro de la orientación vocacional y/o laboral. Teniendo en cuenta las categorías psicoanalíticas, la adolescencia incluye el pasaje desde la endogamia, es decir desde los códigos de la intimidad familiar, hasta la exogamia o sea los códigos de la cultura; el logro de la madurez sexual, es decir la asimilación psíquica de los cambios morfológicos y fisiológicos que ocurren en el cuerpo y que incluye la madurez sexual genital y el estar apto para la conservación de la especie, el encuentro con el objeto heterosexual.

Freud en «Metamorfosis de la pubertad» afirma que el trabajo psíquico central de este momento es el desasimiento de la autoridad de los progenitores, es decir, de los sistemas de identificaciones y de vinculaciones con los objetos primarios, y por lo tanto el hallazgo de objeto exogámico; pero esto no es sin un complejo trabajo de desarmado de la organización psíquica infantil. Peter Blos entiende a la adolescencia como un segundo proceso de «individuación», consistente en lograr la independencia de los objetos internalizados y de su temprana influencia formativa sobre el yo y el Super yo. La primera individuación, dice Blos, habría facilitado la existencia del niño como entidad psicológica diferenciada gracias a la internalización y adquisición de representaciones de objeto, ganando espacio así la autonomía del yo, al mismo tiempo que disminuye la dependencia del medio, se convierten en guardianes del sí mismo y protectores contra la angustia de abandono.

El adolescente se verá inmerso en tres duelos. 1) Duelo por el cuerpo infantil; 2) el duelo por los padres infantiles; 3) el duelo por la identidad (bisexualidad). En este proceso habría tres momentos 1 – Un pronunciamiento por parte de la realidad, un juicio de existencia que dice que el objeto se ha perdido, seguido de un corte con la realidad de carácter defensivo que trae como consecuencia la escisión del yo como forma de mantener la ilusión de la presencia de objeto. 2 – Una sobreinvestidura de los recuerdos, de las representaciones y, por lo tanto, nostalgia y anhelo por los objetos perdidos. 3 – Proceso de desasimiento propiamente dicho que alude a este trabajo de elaboración que implica la desinvestidura de una historia inscripta en el inconciente del sujeto teniendo en cuenta que la historia de la constitución de ese objeto y de ese yo, se realizó a través de sucesivas inscripciones.

La oleada de lo biológico es arrasadora y el yo conmovido no logra ligar la pulsión con nuevas representaciones lo cual genera temor al aniquilamiento y a la caída en aquella situación traumática. La imposibilidad de integración entre pulsiones es característica de esta etapa lo cual se manifiesta por ejemplo: en la acción antisocial del adolescente (producto de transformaciones de la pulsión anal); las adicciones frecuentes (transformaciones de la pulsión oral); el «mal gusto» en las vestimentas, en la desorganización del deseo de exhibicionismo; en descargas afectivas, como el asco y la repugnancia (transformaciones de la pulsión oral y anal); en la furia (transformación anal); en la etapa fálica); al mismo tiempo que las pulsiones sexuales parciales tienden a satisfacerse autónomamente (sadismo – masoquismo, exhibicionismo – voyeurismo, etc.) lo que demuestra el no encuentro del objeto exogámico a través del cual pueda acceder a un placer más integrado, pero el encuentro con el objeto comienza a tener resolución en la adolescencia media.

Existen dos dolores psíquicos en juego: el primero se debe a que la realidad no consiente en satisfacer los anhelos que el yo desearía, el segundo está determinado por el desasimiento libidinal. Con respecto al retiro de investidura que supone el desasimiento, requerirá tanto tiempo y energía como huellas mnémicas se hallen registradas en la historia de la constitución del objeto y del yo, debido a que la representación cosa inconciente se forma por las huellas mnémicas derivadas de la percepción del objeto… y de cada huella se deberá desanudar la líbido.

Por otro lado, si entendemos junto a Freud que un sujeto coloca al otro en diferentes posiciones, de modelo, de ayudante, objeto y rival, de las que derivan diversos vínculos forjados en distintos momentos de la constitución de lo anímico, rescatamos que al duelo por los padres infantiles lo podemos leer como el duelo por las distintas posiciones en que el adolescente coloca a sus padres y de los cuales derivan diversas representaciones que aparece o como recuerdos, o como productos de la fantasía; por ende, en lo que se refiere a la función paterna y materna, el desasimiento implica un duelo por el modelo, por el rival, por el objeto y por el doble o ayudante que cada uno fue y es en distintos momentos. A esto hay que agregar dos nuevos trabajos: el duelo por la representación – yo y el duelo por el vínculo fraterno, que por desplazamiento pudo adquirir alguna posición que ocupaban los padres, además de las propias de la posición de hermano (rivalidad, identidad especular, celos, envidia, etc.)

Las posiciones que fueron ocupando tanto el sujeto como el objeto en esta historia entramada de los vínculos están ligadas con diferentes deseos. La relación del yo con el modelo tiene que ver con el deseo de ser, y en consecuencia, con la líbido narcisista y el acceso a la posición de sujeto, mediante la identificación. La relación del yo con el ayudante tiene que ver con el deseo de perder y aniquilar. Toma al otro como un medio para un fin, no se le concede derecho al deseo, y suele relacionarse con aquel que el yo fue o lo que ha salido de sí. La relación del yo con el rival tiene que ver con la pulsión de apoderamiento, con el deseo hostil de tener y dominar. En cambio, en la relación del yo con el objeto predomina el amor, corresponde a la fase fálica y tiene que ver con el deseo libidinal de hacer, sobre todo de hacer un hijo a la madre para ambos sexos, aquí el sujeto se define por su actividad frente al objeto y por la identificación primaria con el modelo ideal.

A partir de aquí se discriminarán entonces dos tipos de desasimientos, de los vínculos de ser, de los vínculos de tener. El duelo por los vínculos de ser llevará a nuevas identificaciones e investiduras narcisistas; en el duelo por la erogeneidad parcial, la representación yo – corporal y la identificación con una nueva imagen de sí, las identificaciones se apoyarán en la mirada. Desde el duelo por el complejo fraterno, las investiduras se dirigirán hacia la formación de vínculos grupales y sociales. Desde el duelo por la autoridad paterna infantil se transformará el Superyo arcaico en Superyo social y desde el duelo por el ideal paterno se forjarán nuevos ideales y valores culturales. El duelo por los vínculos de tener incluye el duelo por los derivados del Complejo de Edipo, es decir, vínculos de amor y odio que se reeditan en la adolescencia, a los cuales el yo regresa y sobreinviste para propiciar el proceso de desprendimiento.

En este proceso, a diferencia del anterior, las investiduras se dirigen hacia el objeto, no hacia el yo, lo cual conduce al hallazgo de objeto heterosexual exogámico, luego de pasar por vínculos mediatizadores, de tipo narcisista y de investidura homosexual, que aparecen como precursores del hallazgo y que dan paso a transformaciones en los diferentes tipos de vínculos heterosexuales en la adolescencia media. De este modo, el duelo por el cuerpo queda transformado en un proceso de identificación con una nueva imagen de sí .

El duelo por los padres infantiles conduce a un proceso de desasimiento que incluye: el desasimiento de la autoridad y del ideal parental, y el desasimiento de los vínculos objetales incestuosos de amor y odio de la fase edípica que incluye vínculos parentales y fraternos. La primer vertiente conduce al aparato psíquico a transformaciones en el yo, el Super yo y el Ideal del yo del adolescente, y la segunda, dirige el proceso de transformación al hallazgo de objeto heterosexual externo. Y el duelo por la identidad infantil se liga al anterior debido a que acercarse a un objeto heterosexual externo implica haber realizado un duelo por la bisexualidad.

Desde aquí, y a modo de conclusión, se infiere que el trabajo de duelo propio de la adolescencia conducirá a: – Diferentes procesos identificatorios que permitirán construir una nueva imagen de sí, formar grupos sociales y forjar ideales y valores. – Procesos de investidura de objeto heterosexual que concluirán en la elección de pareja, lo cual se consolida en la adolescencia tardía. La inserción laboral, que será la resultante de diferentes vínculos y fuentes pulsionales; una transformación de las pulsiones de autoconservación, de los vínculos homosexuales fraternos, especulares y de rivalidad, más un pasaje de la pasividad infantil dependiente de los padres, a la actividad, mediante una identificación con las figuras parentales. Procesamientos que concluyen recién en la adolescencia tardía; momento en el que se consolida el pasaje del jugar al trabajar que no supone un simple desplazamiento, sino una lucha por conservar las raíces deseantes del jugar.

El entrecruzamiento de la conflictiva adolescente con la edad media vivida por los padres empuja por un lado a los hijos a la necesidad de construir un futuro exogámico y al duelo por la dependencia y la protección parental, y por el otro, a los padres a enfrentar un duelo donde se pone en juego la renuncia de las propias ilusiones, el inevitable pasaje del tiempo, la angustia por lo vivido, lo vivido e imposible de realizar, lo muerto, lo imposible de recuperar. Esta situación se procesará de acuerdo a las posibilidades psíquicas de salud – enfermedad y de elaboración de duelos y cambios que la familia haya construido en un pasado común.

El adolescente buscará, como recurso inevitable, el "no" como rebelión ante los progenitores, movimiento necesario para posibilitar la elaboración de este momento que está sujeto también al tipo de elaboración que los padres realicen, lo cual dará lugar a una mejor o peor configuración psíquica definitiva de ese futuro adulto. La adolescencia de los hijos pone al descubierto las viejas fisuras del grupo familiar y trae consecuencias diversas, tales como la separación de la pareja, la aparición de enfermedades psíquicas o físicas graves y hasta la muerte de algún miembro. Intentos de suicidio, suicidios encubiertos, como los accidentes o traumatofilia, el abuso de drogas, son formas fallidas de manifestar la imposibilidad de elaborar el desprendimiento. Lo mismo puede decirse de la integración del adolescente a nuevos grupos exogámicos. El tipo de ideales del yo en los grupos que selecciona, nos orientan acerca de sus vínculos primarios.

Por otro lado, la adolescencia despierta ciertas fantasías en los padres que hacen al hijo adolescente depositario de afectos negativos, poco discriminados, conflictivos, segregativos. Esto constituiría la contrapartida de los juicios y afectos experimentados por los hijos acerca de la desidealización de los padres de la infancia.

Las fantasías más frecuentes son: 1. El hijo peligroso o en peligro. 2. El hijo sexuado. 3. El hijo envidiado, salvador o rival. 4. El hijo que abandona. El hijo se puede tornar peligroso por ejemplo cuando comienza a querer opinar acerca de algunas actitudes o valores de los padres. Algunas veces, la adolescencia de los hijos suele desencadenar depresiones en los padres, esto se debe a que hay un progresivo retiro de la investidura de los hijos de los objetos incestuosos, y se manifiesta a través de enfermedades psicosomáticas, quiebras económicas, etc. pero siempre el hijo es el culposo. Otros padres intentan retener al hijo a través de una oferta seductora de toda clase de concesiones, lo cual anula la rebelión necesaria para el desprendimiento, estos cuadros suelen conformar la llamada «adolescencia prolongada». Una función que deben cumplir los padres como forma transicional entre «largar» y «retener» es la de ofrecer iniciadores que de alguna manera son programados por los padres, pero ofrecidos como fuentes de diálogo, orientadores, etc., por ejemplo grupos de deportes, religiosos, etc., donde funcione un líder (iniciador) que pueda cumplir con ese rol.

Cambio psíquico en el climaterio y en el envejecimiento

Presentación. Según el diccionario enciclopédico Espasa-Calpe las palabras climaterio y climatérico, derivan del griego Klimakterikós, de klimaktér, que significa escalón. El climaterio comprende el período de la vida que se inicia en la sexta década de la vida. Es una época de síntesis y creatividad, con realizaciones sociales y personales,  producción científica, política, intelectual, industrial o militar; con puestos de poder, influencia y responsabilidad de decisión.

Suele observarse un conjunto de rasgos psicológicos que configuran una época de crisis. Sólo nombraré algunos de los más destacados. Se ponen en evidencia, entre otros, los problemas con el poder y la herencia,  modificaciones en el dormir y una sensación subjetiva de aceleración en el paso del tiempo. Cierta desexualización sustituida por trabajo (generalmente no remunerado). Cambio en la cualidad del vínculo amoroso preexistente que se puede sustituir a veces por vínculos pasionales (como por ejemplo la pasión amorosa, la pasión política, la pasión creadora, la pasión por el juego, la pasión intelectual, la pasión deportiva, la pasión mística entre otros).

Es frecuente el vínculo pasional con los hijos o con los nietos, expresión de que si bien hay cierto desapego de la pulsión, quedan restos que denuncian remanentes de amarre a la misma. Coincide con los momentos de emigración de los hijos y la incorporación de nuevos miembros, (yernos y nueras), con quienes se suelen dar vínculos desbordantes. Y por fin, la idea de la muerte, que comienza a avizorarse como espacio mental posible.

Los problemas con el sueño pueden devenir en vínculo pasional (con hijos, yernos, nueras o socios), que «quitan el sueño».Asimismo, el  dormir puede  ligarse a la muerte.

Freud, (1928b), decía que Dostojevsky solía dejar notitas diciendo que temía dormirse de noche y caer en un estado de muerte aparente.

En el climaterio la caída de la energía pulsional se disfraza como pasión. La captación de una menor vitalidad, intenta ser restituída con una revitalización espuria. Hay una proyección ilusoria, con la creencia de que la energía de reserva la tiene otro y que se recibe de éste.

La hipertrofia del sentir pretende encubrir el agotamiento de Eros. Suele mostrase con una fachada inversa, y desde ahí refutar el agotamiento o aún promoverlo, pretendiendo en apariencia restablecer el circuito energético, cuando en verdad se está drenando, con la salvedad de las pasiones ligadas a la sublimación (como la pasión creadora. Mientras la pasión subsiste, hay un matiz afectivo y conciente, cuando se intensifica surge la intoxicación sin cualidad, hasta el estallido  catártico. Este puede intercalarse con la pasión, y así alternarse pasión, intoxicación y descarga.

En la intoxicación, se interfiere la capacidad de producir por proyección, un espacio sensorial sobre el cual podría recaer la investidura pulsional. Al no constituirse el universo sensorial, surge un conglomerado sin proyectos alternativos.

Un estado de embotamiento en que ya ni el objeto de la pasión es suficiente para satisfacer y ligar las exigencias libidinales. Entonces la desestimación sustituye a la desmentida. Surgen los celos delirantes, los amores tempestuosos como esfuerzo para sustraerse del riesgo de intoxicación libidinal. Puede seguirse de una manifestación orgánica, con un vínculo esclavizante con otra persona, aparentemente violenta y posesiva. Esta persona es alimentada por proyección del sujeto apasionado. En la tercera posibilidad de organización que describe Freud, (1940a), agrega que las investiduras libidinales « […]  experimentan una aplicación diversa dentro del yo, forman rasgos de carácter, padecen sublimaciones con desplazamiento de meta […]». (S.E, 23. p.155). Así nos encontramos en el capítulo vinculado con la aparición de los hobbies, o de otros intereses que fueron desarrollados anteriormente durante la vida, y que van cobrando valor diferente según el punto de fijación de que se trate..En cuanto a los rasgos de carácter, los conflictos con la propia erogeneidad y con un superyó sádico pueden culminar en una creciente caracteropatización.

El rasgo de carácter patológico se vuelve hegemónico y para sostenerse se puede apelar a algún tipo de poder económico, político o cognitivo que permite imponer el criterio. .Se inicia, en la época de la sexta década de la vida, el contacto del yo con su núcleo en el ello, el acceso al componente letal, a la pulsión de muerte .De igual manera que en la mística, se progresa en el encuentro con esa nada .Freud afirma que en el origen, el yo aún no se halla separado del ello, (1923b), y en ese momento el yo solo tiene conciencia del ello.

El mundo de las percepciones aún no está investido y no se han constituído las huellas mnémicas. Para que el yo, tenga conciencia del ello, necesita de un contexto empático para que la magnitud pulsional no resulte aniquilante para lo anímico .Se inicia una posición, en la cual en lugar de privilegiarse lo del mundo, se exalta el enlace con los procesos pulsionales, con el núcleo de lo vital .Los vínculos mundanos con el mundo se procesan según el sentimiento oceánico Freud, (1930a), con una sensación de «ser-uno-con-el-todo», semejante a una fase temprana del sentimiento yoico, del restablecimiento del narcisismo ilimitado. La unión con el ello es proyectada en el exterior. Se genera una exterioridad temporo- espacial por proyección, un espacio anímicamente habitable, nuevo, pero que siempre estuvo, que va preparando el camino hacia momento final de la vida. Al abrigo de un superyo amparador, heredero de los primeros vínculos, se va transformando el territorio ajeno en familiar. Este camino  se acerca asombrosamente a los comienzos.

La capacidad para reconocer la finitud de la existencia, y aceptando la pena que este descubrimiento produce, es quizá, el logro psicológico más grande .Cuando se alcanza la certeza de la muerte, el sentimiento oceánico inicial, que se experimenta de manera pasiva y transitoria, se trasmuda en un sentimiento cósmico, Kohut, (op.cit).Este es perdurable, creativo y resultado de una actividad del yo. Finalmente, y solo a veces, se atisba el camino de la sabiduría. Esta implica la aceptación de los límites de las capacidades físicas, intelectuales y emocionales, en una síntesis. Una amalgama de adquisiciones cognitivas, con el enriquecimiento que acompaña a la renuncia de los ideales narcisistas, apoyado en la firme convicción de un sistema de ideales Es el momento en que se puede vislumbrar el resultado victorioso de la personalidad total, durante la vida

Cambio psíquico en el envejecimiento

El envejecimiento es un proceso dinámico que concierne al individuo en todas las etapas de la vida. No tiene necesariamente relación con el concepto de trastorno o de enfermedad. Asocia una multiplicidad de planos teóricos y de experiencias que en psicoanálisis se relacionan de manera diferente, cambiante, y a veces contradictoria .-Es una fatalidad del desarrollo temporal, Freud, (1905d).-Se vincula con el progresivo retiro de la libido de los objetos de amor, Freud, (1914).-En las «Conferencias…(1916-17), dice que con el correr de los años -«influencia crónica»-, se intensifica una falencia de lo que actualmente llamamos sistema inmunitario. Defectos en éste para destruir fragmentos tóxicos generados por el propio organismo.-Es la adherencia libidinal a objetos perdidos, inferencia lícita a partir de lo dicho en «La transitoriedad», (1916), p. 311; « […] todavía somos jóvenes y capaces de vida cuando se sustituyen los objetos perdidos por otros nuevos, […].»-Es un agotamiento de la fuente pulsional. Freud, (1923), compara al Yo en su relación con el Ello como al jinete que rige y refrena la fuerza de su cabalgadura superior a la suya, y que, al igual que el jinete, se ve obligado alguna vez a dejarse conducir a donde su cabalgadura quiere.-Max Schur, (1972) p. 568, cuenta la carta que Freud le envió a Lou Andreas Salomé en Mayo de 1925, refiriéndose a las sensaciones que aquel registraba en su ancianidad. Le escribe a su amiga «[…] A mi alrededor se va formando lentamente una costra de indiferencia […] Constituye un desarrollo natural, una forma de comenzar a ser inorgánico.

Creo que le llaman «indiferencia de la ancianidad«» […] falta una especie de resonancia […]».-Es la sustitución de la represión de las representaciones por un juicio, Freud, (1925b).-Es la liberación y transporte del pasado a un presente esperando el porvenir, Freud, (1937).-Una acumulación de pérdidas con la edad y al «[…] agotamiento de la capacidad receptiva -una suerte de entropía psíquica- […]», Freud, (1937), p.244.- Es un destino del apego, Bowlby, J. (1969).-Una etapa del desarrollo (¿post-genital?). Un enriquecimiento de la personalidad con la maduración, (como los quesos y los vinos). Es no disponer de viejos ante sí, solo de su memoria; tener jóvenes que tienen proyectos de los cuales no disponemos y cuya realización será una incógnita para nosotros. El concepto, como un pájaro revolotea por la fronda del psicoanálisis de una figura a otra. Recala en todas las problemáticas, su materia se dispersa y se va transformando, sostenido por la idea del tiempo. Otro de los caminos a trabajar en la metapsicología del envejecimiento, se relaciona con las transformaciones en el ello, que es el sustrato mismo de lo que sucede en el psiquismo. La modificación pulsional está ligada a cambios en las fuentes, Freud, (1915b), unida a cambios químicos, que junto con las tramitaciones orgánicas y de vínculo con el medio, van dejando marca. Heinz Kohut, (1969, T. 26, N2, p.398.), nos dice que; «[…] el control final del jinete sobre su montura, quizás haya contado con la ayuda decisiva de que también el caballo ha envejecido […], en lo relativo a los poderes supremos de la naturaleza, todos somos 'jinetes domingueros', […]». Se refiere a lo dicho por Freud, (1923), donde el compara al Yo en su relación con el Ello como al jinete que rige y refrena la fuerza de su cabalgadura superior a la suya, y que, al igual que el jinete, se ve obligado alguna vez a dejarse conducir a donde su cabalgadura quiere. Envejecer se vincula con la acumulación de material en la línea de marcas erógenas difíciles de procesar, particularmente de cicatrices originadas en heridas narcisistas. La viscosidad de la libido (1905c, p.221-2; 1915c, p.259; 1916-17, p.310; 1918b, p.105; 1937, p.243; 1926. p.149-50; 1930, p.105.; 1940a, p.182;) designa un carácter pegajoso, pastoso, adhesivo (Haftbarkeit), con capacidad de fijación (Fahhigkeit zu fixierung), inerte (Tragkeit). Freud, (1920), sostiene que la pérdida del amor y el fracaso dejan como secuela una cicatriz narcisista, que es el más poderoso aporte al frecuentemente «sentimiento de inferioridad». El envejecimiento desde la perspectiva tópica. La libido despliega un movimiento signado por la creación de agregados de complejización creciente que Thanatos desorganiza. Lo singular de una fase del desarrollo no es solo la investidura de una zona, sino también el despliegue de una organización mental. La estructuración del psiquismo tiene, clásicamente, su colofón en la genitalidad. Culminaría con la carga pulsional de la función genital y la elección de objetos no narcisistas. Quiere la teoría clásica que más allá de ésta organización pulsional no exista otra que ofrezca apoyatura en un salto progresivo. La vida psíquica se construye con una progresiva apertura hacia los otros. Para ello la genitalidad ofrece un apuntalamiento privilegiado. No obstante, la alteridad así descubierta, se continúa más allá de la genitalidad con el intercambio de palabras que van anudando relaciones distintas. Así como la estructuración mental se apuntala en relación con el cuerpo y sus funciones, las representaciones mentales creadas y catectizadas en el curso de la mentalización, con capacidad de dar apoyatura y producir efectos específicos, es por lo menos concebible. Sustenta la posibilidad de una fase más allá de la genital, ¿la postgenital?, que deviene con el envejecimiento; Paul Laurent Assoun, (1983), p. 172). Ninguna otra técnica de conducción de la vida liga al individuo tanto a la realidad como la insistencia en el trabajo, Freud, (1911, 1930). Cuando el contexto social va impidiendo la tramitación de la violencia mediante la inserción laboral, y éste no deviene de una forma genuina de tramitación pulsional, la imposibilidad de ligar la pulsión deviene en degradación y retorno al sadomasoquismo intrasomático. Este es un determinante capital en el envejecimiento.

El fin se preanuncia con una suerte de «agonía libidinal», M. Dacher y M. Weinstein, (1979).Ciertamente que la observación corriente de la economía psíquica subraya una retracción libidinal de los objetos, con pérdida de interés por el mundo y movilización sobre el Yo y el cuerpo. Pero cabría plantearse si tal agotamiento no es solo aparente. Es decir, no es que se trata de una cantidad estática que nos es dada, sino un producto renovable en los redes de intercambios (apegos) que plantea la vida. La posibilidad de intercambios tiene una vulnerabilidad dependiente de las series complementarias de cada quién y de las servidumbres del yo. Es tentador y explicativo sustentar que el debilitamiento psíquico sigue el camino de lo somático. Pierde la capacidad de sistema abierto y reduce sus intercambios, se cierra y se destruye en un autoconsumo de recursos internos; a partir de éste momento necesariamente agotables, Freud, (1916-17, 1920). Pero si pensamos que somos esencialmente deseantes y anhelantes, Freud, (1910), la reducción de los intercambios no es de orden económico sino de sentido. Entonces la decadencia de los intercambios en el envejecimiento no es una necesidad; en todo caso la estructura subyacente va a regir la forma del esquema de intercambio con los objetos. La única necesidad es la de la muerte.

Conclusiones

El autor aborda el tema del cambio psíquico para lo cual en primer término define el concepto de cambio y sostiene que estos pueden ser o no de naturaleza evolutiva o por efecto de la actividad terapéutica, psíquicos o biológicos, definitivos o transitorios. Anticipa las ideas del iniciador y lo nuevo. Luego aborda las diversas teorías del tema comenzando por Freud, hacer conciente lo inconciente, El modelo kleiniano de cambio psíquico deseable, tanto en análisis de niños como de adultos está ligado a sus hipótesis de las posiciones esquizoparanoide y depresiva. El modelo de cambio psíquico en la obra de Bion es equiparado a crecimiento o decrecimiento mental. Considera el crecimiento mental como un proceso que progresa espiraladamente, de «ser-devenir» aspectos no conocidos de la propia realidad a conocer estos aspectos y elaborarlos con mayor capacidad de abstracción, sin perder el contacto con su origen emocional. Se logra a través de momentos tolerados de «cambios catastróficos». El modelo de cambio psíquico deseable para Meltzer se nutre de hipótesis freudianas, kleinianas y de las ideas de Bion. A modo de conclusión. Se advierte a partir de la breve exposición realizada, que la concepción de cambio psíquico y el estatuto de las emociones varían en función del modelo de la mente que sustentan Freud, Klein, Bion y Meltzer. Winnicott, desarrolló una concepción sobre el proceso de maduración y la tarea de la madre, dando cuenta de un espacio intermedio entre los mundos interno y externo.

EN NUESTRO MEDIO Bleger, Liberman y Maldavsky desarrollan el tema de «cambio psíquico» y éste puede ser enfocado desde diferentes vértices, como así también a partir de distintas teorías. La postura de Bleger al respecto resulta muy interesante, por un lado por la distinción que hace entre objetivos de curación y objetivos mayéuticos, y por otro, por los aportes en relación a la parte neurótica (P.N.P) y la parte psicótica (P.P.P.) de la personalidad. Revisando lo aportes freudianos, más la teoría de los «estilos comunicacionales» de Liberman y – las contribuciones del David Maldavsky en el campo psicoanalítico con el instrumento A.D.L. (Algoritmo David Liberman) para el análisis del lenguaje, se puede articular y crear un acercamiento científico al diagnóstico más certero de quién era nuestro interlocutor y como debíamos acercarnos a él de manera complementaria interdictan el desarrollo yoico, al imponer lógicas arcaicas en la vida anímica .

EN CUANTO A LOS CAMBIOS PSIQUICOS EVOLUTIVOS desarrolla infancia, latencia, adolescencia, climaterio y envejecimiento .En la infancia (Freud 1918b) se trata de hacer, conciente lo inconciente, llenar lagunas mnémicas). El modelo kleiniano de cambio psíquico tanto en análisis de niños como de adultos está ligado a sus hipótesis de las posiciones esquizoparanoide y depresiva. A través de su obra, Winnicott (1991) desarrolla el concepto de fenómenos transicionales observando el uso de los primeros objetos en el bebé .lA modo de síntesis, y citando a Peter Blos, mencionaremos sintéticamente los principales logros del período de latencia. La inteligencia debe desarrollarse a través de una franca diferenciación entre el proceso primario y el secundario del pensamiento, y a través del empleo del juicio, la generalización y la lógica. La comprensión social, la empatía y los sentimientos de altruismo deben de haber adquirido una estabilidad considerable. Generalmente la adolescencia es definida como una crisis vital, un momento de pasaje y de reorganización, que si bien comienza siendo un hecho biológico, se imbrinca con un tiempo de estructuración del aparato psíquico con la misma valía de la infancia. El climaterio comprende el período de la vida que se inicia en la sexta década de la vida. Se ponen en evidencia, entre otros, los problemas con el poder y la herencia,  modificaciones en el dormir y una sensación subjetiva de aceleración en el paso del tiempo. Cierta desexualización sustituida por trabajo  (generalmente no remunerado). Cambio en la cualidad del vínculo amoroso preexistente que se puede sustituir a veces por vínculos pasionales. Y por fin, la idea de la muerte, que comienza a avizorarse como espacio mental posible.Cambio psíquico en el envejecimiento. Edad avanzada y vejez no significan necesariamente lo mismo. Dentro de un mismo país, la salud, la situación económica, social y familiar y sus implicaciones para el bienestar de los ancianos son claramente diferenciales según clase socioeconómica, género, etnia y lugar de residencia. En las edades avanzadas, los tiempos y causas de muerte y la presencia de enfermedades, sus formas y efectos, variarán según la clase social y el género de la comunidad o de las familias. No existe un paradigma único que dé cuenta del significado preciso de la vejez.

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Volume IV Group Methods of Treatment (1948) Experiences in Groups and Other Papers (1961) Learning from Experience (1962)

Volume V Elements of Psycho-Analysis (1963) Transformations (1965)

Volume VI Attention and Interpretation (1970) Second Thoughts: Selected Papers on Psycho-Analysis (1967)

Volume VII Interview with Anthony Banet Jnr (1976) Interview with Dr Peck (April 1977) 1973 Sao Paulo Lectures 1974 Sao Paulo Lectures 1974 Rio de Janeiro Lectures

Volume VIII 1975 Brasilia Seminars 1977 New York Seminars (April 1977)

Volume IX 1978 Sao Paulo Seminars (April 1978) The Tavistock Seminars (June 1976 – March 1979)

Volume X The Italian Seminars (1977) Paris Seminar (July 1978) Discussions and later papers Four Discussions (April 1976) Emotional Turbulence (1976) On a quotation from Freud (1976) Evidence (1976)

Making the best of a bad job (1979)

Volume XI A Memoir of the Future (I)

Volume XII A Memoir of the Future (II)

Volume XIII A Memoir of the Future (III) and expanded Key

Volume XIV Cogitations

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Autor:

Dr Jose Cukier

Partes: 1, 2
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