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El triste final de una vieja historia, La Habana




Enviado por Lazaro Numa Aguila




    El triste final de una vieja historiaMonografias.com

    Tiene La Habana muchos lugares significativos de fácil localización e identificación. Otros, aunque nunca se hubiera estado en ellos, no serían complejos de ubicar, unas veces por referencias y otras por inferencias. Pero si por alguna razón se me ocurriera preguntar por el parque Manuel de la Cruz, muchos entrecejos se fruncirían inmediatamente. No piense nadie que el desconcierto solo asomaría en las personas que viven distantes del sitio, sin temor a equívoco alguno, estimo que sucedería igual entre la mayoría de aquellos que día a día interactúan en sus inmediaciones.

    El 7 de abril de 1902, el ayuntamiento de La Habana pidió al párroco de la iglesia de El Buen Pastor de Jesús del Monte, su autorización para construir un parque en la explanada ubicada justo frente a dicho templo. El terreno era propiedad de la parroquia. En fecha 6 de mayo del propio año, las autoridades eclesiásticas competentes autorizaron al párroco a entregar las escrituras correspondientes al espacio, de esta forma fue cedido el terreno para la consolidación de tal finalidad.

    Ya para febrero de 1903 el parque estaba concluido, de esta manera el entorno ganó en esplendor. La zona fue arbolada, se colocaron bancos y pintorescas farolas, en su primera versión – según muestran las imágenes – era pequeño.

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    La iglesia de Jesús del Monte y el parque en 1907.

    Transcurrido un espacio temporal de diez años, en noviembre de 1912, se remodeló y amplió el área del parque, esta vez con la finalidad de rendir el primer homenaje del pueblo de la capital cubana a Manuel de la Cruz y Fernández, periodista, escritor, crítico literario e independentista cubano, fallecido en Nueva York el 19 de febrero de 1896.

    El patriota fue un entrañable amigo de José Martí y de Manuel de Torres y Feria, quién fuera cura beneficiado de Jesús del Monte. No ha sido posible conocer la causa por la que se eligió el lugar para rendir postrer tributo a tan meritoria figura, quizás fuera solo por una cuestión de espacio o porque ya existía un pequeño parque allí. Algunos aseguran que estando en Cuba el patriota, visitaba frecuentemente a su amigo párroco, hombre de Díos y de letras, además de ser también un gran cubano. Otros dicen que lo hacía porque en el sitio se conspiraba a favor de la causa cubana, ciertamente sobre esta cuestión sí existen determinadas evidencias, pero todo en este sentido queda en el terreno de la especulación.

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    Manuel de la Cruz y Fernández

    Todo parece indicar que, a partir de este momento, las festividades más importantes del territorio comenzaron a consolidar su espacio allí, el área era propicia para ello. En el territorio epocal la zona tenía gran importancia, sin dejar de tener en consideración que se constituía como una hermosa antesala para acceder al histórico templo habanero.

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    Tarjeta postal donde se aprecia el parque y la iglesia de Jesús del Monte.

    Llegada la década del treinta del siglo XX, el citado parque fue remodelado otra vez y en su centro se erigió un monumento a Félix Ernesto Alpizar, un luchador contra el gobierno de Geraldo Machado. Alpizar fue ultimado en las faldas del castillo de Atarés en diciembre del 1931. El joven había sido bautizado en la iglesia de Jesús del Monte[1]y residía en la zona parroquial. El parque y sus alrededores fueron sitios de operación del luchador antimachadista.

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    Félix Ernesto Alpizar.

    Los visitantes aprovechaban frecuentemente la oportunidad de estar en el sitio para perpetuar el momento con una foto de familia, lo hacían casi siempre junto al monumento. Las historias de antiguos vecinos afirman que las familias de Jesús del Monte concurrían en las noches calurosas al parque donde hacían agradables tertulias.

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    Dos de las versiones del monumento a Félix Alpizar, las familias se fotografiaban junto a él.

    Cuando cualquier persona llega al sitio, se puede percatar – aún hoy – que es un mirador natural, desde allí se puede contemplar perfectamente a La Habana, el paisaje es único. A pesar de la hostilidad de un amplio sector social con el medio, en el año 2014 realizamos, por iniciativa de la Oficina del Historiador de La Ciudad y el museo Casa de África, un "Rutas y Andares"[2] en el sitio, fue sorprendente el resultado, las expresiones de complacencia de los visitantes demostraron las potencialidades que tiene el lugar para que se desarrollen en él empeños mayores.

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    "Rutas y Andares" frente a la parroquia de Jesús del Monte y al parque Manuel de la Cruz.

    Aquí encontramos un caso algo atípico, el parque fue dedicado a Manuel de la Cruz, pero se le colocó un monumento a Félix Alpizar muchos años después de su inauguración, algo que jamás se hizo con la figura al que fue ofrendado originalmente. Las curiosidades no terminan aquí, en el antiguo cementerio de la parroquia de Jesús del Monte, fueron sepultados ocho de los vegueros ejecutados producto de la sublevación de 1723. Como consecuencia del paso del implacable tiempo, el área se fue deteriorando, hasta llegar casi extinta a nuestros días. El parque desapareció y el monumento, al no quedarle ningún elemento que lo identificara por obra y gracia del vandalismo y la despreocupación, frecuentemente se ha confundido con un tributo a la Sublevación de los Vegueros. Otra cuestión que debe ser señalada, es que oficialmente el área se le sigue conociendo como parque Manuel de la Cruz.

    De todas las alegorías a las que me he referido, solo había logrado llegar – mal herido y agónico – hasta el presente, el pináculo del monumento. La indolencia y el olvido fueron permitiendo que, poco a poco, desapareciera del mapa de la capital un área de vital importancia en el centro histórico del Municipio 10 de Octubre.

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    Del monumento a Félix Ernesto Alpizar solo quedaba el pináculo.

    El día 11 de septiembre, como colofón de la historia que estoy contando, cayó abatido por el tiempo y por las heridas que se le habían propinado, el último testigo de lo que un día fue el parque Manuel de la Cruz.

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    De esta penosa manera terminó la historia del monumento a Félix Ernesto Alpizar y del antiguo parque Manuel de la Cruz en el Municipio 10 de octubre.

    Triste fue llegar al sitio y contemplar la funesta imagen del pináculo partido. Peor me sentí al comprender que a nadie le interesaba lo ocurrido, incluyendo a los que llevan el pan a su familia – supuestamente pagado – con el fruto de velar por el cuidado del patrimonio. Dolorosa mención especial para los jóvenes que miraban distantes y con caras de "yo no fui" – aunque personalmente se bien que sí – con absoluta tranquilidad, mientras tomaba algunas imágenes del hecho.

    La sensibilidad histórica, lamentablemente, no es genética, se adquiere, pero no se logrará nada en este sentido, si no se transmiten adecuadamente los valores que la generan. De no llegarse a entender de forma adecuada esto, entonces estaríamos viviendo "El fin de la historia" ¿Será que ya nos ha llegado el momento presagiado por Francis Fukuyama? Me niego a pensar que así sea, pero lamentablemente siento que se vislumbran pocas esperanzas de que no suceda tal cosa de seguirse caminando por el mismo sendero. ?

     

     

    Autor:

    Lázaro Numa Aguila

     

    [1] Parroquia de El Buen Pastor de Jes?s del Monte, Libro 4 de bautismos, folio 61, No 178.

    [2] ?Rutas y Andares?: Recorridos tur?sticos de car?cter hist?rico organizados por la Oficina del Historiador de la Ciudad.

    Fotos: L?zaro Numa Aguila.
    Archivos: Del autor.
    Rogelio Bombino Gatell.
    Museo Casa de ?frica.

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