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Vacíos desde el nacimiento hasta la muerte (página 4)



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En China se han encontrado cuerpos congelados en el hielo que tienen noventa mil años. Cuando todos estos datos les llegaron a los teólogos cristianos hubo un gran revuelo: ¿Qué hacer?, porque Dios creó el mundo hace seis mil años.

Te doy este ejemplo para que veas como funciona un creyente desesperado.

A un teólogo se le ocurrió una idea que llegó a ser aceptada por toda la cristiandad: que Dios había creado el mundo exactamente como lo dice la Biblia, hace seis mil años, con ciudades bajo tierra, con instalaciones de fontanería, con amplios caminos, con cuerpo de hace noventa mil años… ¡sólo para probar tu fe! «Dios puede hacer cualquier cosa. ¿Si puede crear el mundo, no crees que puede crear algo que a los científicos les parezca que tiene noventa mil años? Pero el mundo fue creado hace seis mil años.»

iUn esfuerzo desesperado para aferrarse a las supersticiones! Pero llega un momento en que se prueba que todas tus supersticiones son supersticiones. Entonces surge la situación en que empiezas a decir: «Todo son supersticiones; las podemos abandonar y aún salvar la cristiandad.»

No puedes. Esas supersticiones han sido la columna vertebral de la cristiandad. Sin ellas la cristiandad perderá la vida. Y será aún más absurdo creer en una cristiandad vacía de todas sus supersticiones, milagros, Dios; vacía incluso de religión.

Ahora dicen que sólo se trata de ética, no de doctrina. Pero la ética no tiene por qué ser cristiana; no tiene nada que ver con el cristianismo. La ética es una ciencia en sí misma. Yo he sido profesor de ética y nunca he pensado que la ética pudiera ser cristiana. La ética pregunta ¿qué es verdad?; ¿qué es bueno?; ¿qué es malo? No tiene nada que ver con la religión; tiene que ver con tus propias acciones. Y es la misma para todos. Es indiferente estar en Tíbet, en China o en América, la norma ética es la misma. La ética es una ciencia completa en sí misma.

Como ahora no encuentran nada en las doctrinas, están volviendo a la ética, diciendo que lo esencial no es la doctrina; tal vez sea porque se ha demostrado que todas las doctrinas están equivocadas. Hasta ahora era un doctrina; ahora, como todas las doctrinas han demostrado estar equivocadas, o al menos ser cuestionables, y ellos no han sido capaces de sustentar claramente la verdad de las doctrinas…

Éste es el último esfuerzo de una religión que se muere. Abandonas esas doctrinas -son peligrosas, te están matando- y saltas a otra cosa que pueda resucitarte. Pero la ética es un ciencia en sí misma: reflexiona sobre los valores, que no tienen nada que ver con ser hindú, musulmán o cristiano. La ética no va a salvar a la cristiandad; no la va a resucitar.

La cristiandad no tiene ninguna posibilidad; sería bueno que lo aceptaran y abandonaran el cadáver. Es una gran carga y estás perdiendo tu vida llevándola inútilmente. Si vives con una religión muerta acabarás muriendo tú también. Tus iglesias son tumbas. No hay una canción de la vida, no hay un baile de la existencia.

Es mejor salir del viejo hábito. No son más que viejos hábitos. No sé por qué a las vestimentas de los sacerdotes, monjas, y obispos cristianos se les llama hábitos; no lo sé. Pero hay una cosa que sí sé: ¡sencillamente abandona el hábito!, sea cual sea el significado de esa palabra. Simplemente sé natural y humano.

Ésta no es únicamente una cuestión que atañe a la cristiandad. Me has preguntado por la cristiandad, pero la situación es la misma en las demás religiones.

El hombre ha madurado y ya no necesita las viejas religiones supersticiosas; necesita un planteamiento más científico para explorar su ser. Y eso sólo será posible si se libera de los viejos hábitos. Y están muy sucios, porque la gente ha estado usando los mismos hábitos durante miles de años. ¡Apestan! Sal de esos hábitos lo más rápido que puedas.

Amado Osho,

Esta mañana, mientras hablabas de la «pregunta sin respuesta», he observado cómo mis preguntas se disolvían en el silencio que he compartido durante un momento contigo. Pero una pregunta ha sobrevivido, y es: ¿Si no te hacemos preguntas, cómo vamos a jugar contigo?

Esa es una ¡verdadera pregunta!

Sería muy difícil, por eso, tengas preguntas o no, puedes seguir preguntando igualmente. No hace falta que la pregunta sea tuya, pero debe ser de alguien, debe venir de alguna parte, Y mi respuesta puede ayudar a alguien, en alguna parte, en algún momento. Por eso, continuemos con el juego.

Yo no puedo decir nada por mí mismo. A menos que haya una pregunta estoy en silencio. Gracias a la pregunta puedo responder. Por eso no importa si la pregunta es tuya, lo importante es que la pregunta tiene que ser de alguien, tiene que venir de alguna parte.

Y no sólo te estoy contestando a ti. A través de ti estoy contestando a toda la humanidad…; no sólo a la humanidad contemporánea, sino también a la humanidad que vendrá cuando yo no esté aquí para responder.

Por eso, averigua todos los ángulos y preguntas posibles, para que, incluso en el futuro, cuando yo no esté aquí, cualquiera que tenga preguntas pueda encontrar una respuesta en mis palabras.

Para nosotros es un juego. Para alguien puede convertirse en un asunto de vida; o muerte.

Amado Osho,

Las preguntas parecen ser hijas de la capacidad de dudar; y la

duda, la chispa de una inteligencia viva y activa.

Sin preguntas -y por tanto sin dudas- ¿cómo puede seguir floreciendo la inteligencia?

Y sin embargo dentro de Ti están el silencio último y la inteligencia última.

Es verdad; al principio. La duda ayuda a tu inteligencia, la agudiza.

Cuestionar te hace consciente de muchas posibilidades de las que puedes no haber sido consciente anteriormente.

Pero esto sólo es el principio del viaje. Al final, cuando todas las preguntas han desaparecido… y el maestro real nunca te da la respuesta.

Déjame repetirlo: el maestro real nunca da la respuesta, así nunca puedes dudar de ella. Te lleva al punto en el que todas las preguntas desaparecen. Sus respuestas son asesinas, matan tus preguntas, las destruyen sin piedad, para llevarte al punto en el que no haya preguntas en tu consciencia.

El maestro nunca te da una respuesta que puedas poner en duda. La consciencia que no cuestiona es la respuesta. Y es una experiencia, está ahí, no puedes dudar de ella.

Desde este punto de vista, el silencio y la inteligencia son sólo dos aspectos de la misma cosa. Desde este punto, el desconocimiento, la inocencia, y el conocimiento son dos aspectos de lo mismo. Éste es el mundo misterioso que sólo esta a tu disposición si puedes atravesar la jungla de preguntas y dudas, y alcanzar el claro donde no hay preguntas ni dudas, ni tampoco respuestas.

Simplemente eres, en completo silencio, con una inmensa claridad, tremendamente afilado.

Por eso estoy en contra de las creencias, porque nunca te permitirán alcanzar tal estado. Te detendrán al principio mismo del viaje. No te ayudarán a ser más inteligente; te harán menos inteligente. Te harán más fanático, supersticioso, pero no te permitirán alcanzar la claridad que puede ser considerada el objetivo mismo de lo que sucede entre maestro y discípulo: el momento de silencio total, el momento en el que todo es claro como el cristal.

Pero tiene que ser ganado. La creencia es barata. Esto es algo completamente diferente, lo que yo denomino confianza en la existencia. Confianza, creencia y fe son sinónimos en los diccionarios, pero no en la realidad.

La creencia es el opuesto de la confianza. Crees porque tienes dudas; la creencia es un antídoto de la duda, es la necesidad de encubrir la duda. La confianza se da cuando no tienes dudas, por eso la confianza no es una creencia. La creencia siempre supone creer en algo: en alguna doctrina, en algún principio, en alguna filosofía.

Confianza es confiar en la totalidad del cosmos. No tiene nada que ver con libros -Sagradas Biblias, Gitas, Coranes-, no. Sólo hay una escritura que se extiende a tu alrededor por todas partes: en los árboles, en los ríos, en el mar, en las estrellas. Y no tienes que leerla; sólo tienes que estar en silencio y comienza a derramar sobre ti toda su sabiduría, que es eterna.

Yo estoy en contra de las creencias porque quiero que llegues al punto de la confianza.

Capítulo 14

Deja que se Empape Dentro de tu Corazón

Amado Osho,

Recientemente te he oído decir que se puede trascender la desgracia y la confusión de la vida bien luchando o bien soltando, siempre que ambos se hagan con totalidad. El camino de Mahavira era la lucha y el tuyo es el abandono.

¿Podrías hablar un poco más del abandono y de su relación con la inteligencia y la responsabilidad? No llego a entenderlo y mi vida parece una extraña mezcla de lucha y abandono. Abandonarse parece más natural y la lucha parece más responsable.

No es únicamente una pregunta tuya, es una pregunta que atañe a todo el mundo: una mezcla de abandonarse y luchar. Pero el abandono del que tu hablas no es el mismo del que hablo yo; el tuyo simplemente es una actitud derrotista. Básicamente quieres luchar, pero hay situaciones en las que no puedes luchar, o quizá hayas llegado al final de tu energía de lucha. Entonces, para encubrir tu derrota, comienzas a abandonarte. Tu abandonarte no es verdad, es falso.

El verdadero abandonarse no va en contra de la lucha. El verdadero abandonarse es una ausencia de lucha.

Y no puedes mezclar el verdadero abandono con las actitudes de

lucha, por la simple razón de que la presencia del abandono implica una ausencia de la actitud de lucha. ¿Cómo puedes mezclar algo que está presente con algo que está ausente? De la misma forma que no puedes mezclar la luz y la oscuridad, aunque seas un gran artista, no puedes mezclar la luz y la oscuridad por la simple razón de que la oscuridad sólo es la ausencia de luz. No puedes ponerlas juntas; sólo una de ellas puede estar presente.

Así, lo primero que hay que recordar es que la actitud básica de todo ser humano es la lucha. Por eso no piensas en ella como si fuera un problema personal. Te ayudará mucho comprender que es un problema humano. Entonces puedes mantenerte desimplicado y verla, observarla, comprenderla.

La lucha es la actitud básica porque alimenta el ego. Cuanto más luchas, más fuerte se hace tu ego. Si sales victorioso, el ego tiene una gran alegría. El ego se revitaliza con tus victorias. Pero por otro lado, a medida que el ego se fortalece, tu ser recede cada vez más.

A medida que el ego se fortalece, te vas perdiendo a ti mismo. Puede que estés luchando y que consigas la victoria sin saber que no es una ganancia sino una pérdida. A cada niño se le enseña a luchar de diversas formas. Competir es una lucha, ser el primero de la clase es una lucha, ganar un trofeo deportivo es una lucha. Son preparativos que haces para tu vida. Después viene la lucha en las elecciones, la lucha por el dinero, la lucha por el prestigio. Toda la sociedad está basada en la lucha, en la competición, en el forcejeo, en poner a cada individuo en contra de la totalidad.

Por eso estás en la misma situación que casi todo el mundo. Y después me escuchas hablar de abandono.

Abandono significa no competición, no forcejeo, no lucha…; simplemente relajarse en la existencia, lleve donde lleve. No intentar controlar el futuro, no intentar controlar las consecuencias, sino permitir que ocurran…, sin pensar en ellas siquiera. El abandono ocurre en el presente; las consecuencias vendrán mañana. Y abandonarse es una experiencia tan deliciosa, una relajación total, una profunda sincronicidad con la existencia.

Recuerdo una parábola. La llamo parábola porque es tan hermosa que tal vez no sea verdad. En Oriente, el nombre de Majnu es muy famoso. Es una historia sufí; quizá no haya existido nadie con ese nombre, pero que haya existido o no es irrelevante. Se ha convertido en el símbolo del amante.

Majnu era un joven pobre, con mucho amor y un gran corazón, y se enamoró de la hija del hombre más rico. El matrimonio era imposible; ni siquiera podía tener un encuentro con ella. Sólo podía ver a su amada, Laila, de vez en cuando y desde lejos. Pero el rumor sobre su amor comenzó a extenderse, y el hombre rico, el padre de Laila, temía que manchara el nombre de la familia y que él no pudiera encontrar al hombre adecuado para su hija. Por eso dejó atrás su pueblo para irse a un lejano país en el que nadie hubiera oído hablar de Majnu.

El día en que iban a partir, una gran caravana…, porque tenía mucho dinero y muchas cosas que llevarse, cientos de camellos llevándose cosas. Majnu estaba al lado del camino, junto a un árbol, oculto entre el follaje; el padre de Laila estaba tan enfadado con él que estaba dispuesto incluso a dispararle, a pesar de que no había hecho nada. Ni siquiera había hablado con Laila.

Estaba allí de pie porque quería verla por última vez. Le bastaba con saber que ella estaría bien y sería feliz; él esperaría. Si su amor tenía algún poder, ella volvería. Tenía una enorme confianza. Había visto el amor; la misma llama que ardía en su corazón, también estaba presente en los ojos de Laila. Laila también buscaba y miraba por todas partes desde el camello en el que estaba montada. Sabía que Majnu estaría esperando en algún lugar del camino, y entonces le vio bajo el árbol, oculto entre el denso follaje. Por un momento, sin palabras ni gestos, fueron uno; y a continuación la caravana partió.

Pero para Majnu el tiempo se detuvo en aquel momento y lugar. Se quedó de pie junto al camino esperando y esperando. Se dice que pasaron años. Laila vino, pero llegó un poco tarde. Fue preguntando y la gente le decía: «Nunca hemos oído hablar de él. Desde que te fuiste no ha vuelto a la ciudad.»

Ella corrió al árbol donde le había dejado. Estaba todavía allí, pero le había ocurrido algo raro: se había hecho uno con el árbol. Por eso digo que es una parábola: es demasiado hermosa para ser verdad. Se relajó completamente porque no había nada más que hacer que esperar. Se relajó con el árbol y, poco a poco, comenzaron a entremezclarse. El árbol se convirtió en su alimento; ya no estaban separados, se hicieron uno. Le salieron ramas del cuerpo.

Ya no estaba escondido en el follaje; el follaje era su propio cuerpo: hermosas hojas, bellas y fragantes flores.

Laila no pudo reconocerlo. Pero todo el árbol sólo decía una cosa: «Laila… Laila.» Ella se fue enfadando y preguntaba: «¿Dónde te ocultas?». Y el árbol dijo: «No me oculto. He estado esperando tanto tiempo, sin hacer nada, simplemente permaneciendo relajado, que me he hecho uno con el árbol. Has llegado un poco tarde.

»Lo que iba a ocurrir entre nosotros ha ocurrido entre el árbol y yo. Íbamos a hacernos uno; quizás eso era algo que el destino no podía aceptar. Pero yo ya estaba dispuesto a relajarme en el momento, sin pensar en las consecuencias. Y me siento feliz de que estés viva, de que todavía seas joven y estés aún más bella. Pero yo me he ido muy lejos. Soy inmensamente feliz… solo, relajado, en el abandono.»

Para mí, abandonarse significa que no estás luchando por nada, sino dejándolo todo en manos de la vida. Dices que «abandonarse parece natural.» Sólo lo «parece» porque todo tu condicionamiento va en su contra. Durante miles de años has sido educado para luchar. Si luchas, o bien eres derrotado -lo que creará una herida, lo que creará un deseo de revancha- o bien sales victorioso -lo que a su vez creará otro tipo de herida. Eso es el ego. En cualquier caso sales perdiendo. Si eres derrotado, sales perdiendo; si logras la victoria, también sales perdiendo. En cualquier caso te alejas más de ti mismo.

El abandono no ha sido enseñado a la gente porque iría en contra de toda la estructura social, que está basada en la competición y en una lucha en la que todo el mundo es tu enemigo. Incluso tu amigo es un enemigo, incluso tu esposa es un enemigo, incluso tus hijos son tus enemigos, porque todo el mundo está tratando de arrebatarte todo lo que puede.

Y tú estás tratando de hacer lo mismo. El mundo de la miseria se crea porque todo el mundo está intentando arrebatar cosas de todos los demás. No es una existencia pacífica, silenciosa, amorosa; todavía somos bárbaros y animales.

El abandono es un planteamiento totalmente diferente. Su primer paso es abandonar el ego, recordar que no estás separado de la existencia: ¿Con quién estás luchando? No estás separado de la gente: ¿Con quién estás luchando? Contigo mismo…, y esa es la raíz de la miseria. Luches con quien luches, estás luchando contigo mismo, porque no hay nadie más.

Abandonarse es comprender profundamente el fenómeno de que somos parte de la existencia una. No podemos permitirnos tener egos separados; somos uno con todo. Y el todo es vasto, inmenso. Tu comprensión te ayudará a ir con la totalidad, vaya donde vaya. No tienes un objetivo aparte de la totalidad, y la totalidad no tiene objetivos. No va a ninguna parte. Simplemente está aquí.

Comprender el abandono te ayuda a estar simplemente aquí, sin objetivos, sin la intención de lograr nada, sin ningún conflicto, forcejeo, ni lucha, sabiendo que sería luchar contigo mismo; y eso sería simplemente estúpido.

Abandonarse es una comprensión profunda.

No es un acto que tengas que hacer.

Cada acto es parte del mundo de la lucha. Cualquier cosa que tengas que hacer va a ser una lucha. Abandonarse es simplemente comprender.

Y después, una relajación silenciosa- fluyendo con el río, despreocupado de a dónde vaya, despreocupado de que puedas perderte…, sin ansiedad, sin angustia, porque no estás separado de la totalidad; por eso, cualquier cosa que pase, va a ser buena.

Al comprender esto descubrirás que no hay mezcla posible: la comprensión no puede mezclarse con la ignorancia; la percepción de la existencia no puede mezclarse con la ceguera; la consciencia no puede mezclarse con la inconsciencia.

Y el abandono no puede mezclarse con los distintos tipos de lucha; es una imposibilidad.

Simplemente deja que penetre dentro de tu corazón, y descubrirás una nueva dimensión de apertura, en la que cada momento es una alegría, en la que cada momento es la eternidad misma.

Amado Osho,

Te he oído decir, en conexión con Martin Heidegger, que el trabajo de un filósofo es orientar a los líderes de la nación, no seguirlos. En este momento, tu trabajo parece ir en esa dirección. Tu trabajo es más global, implica a las naciones y a sus gentes, e incluso las trasciende. Diógenes estaba desnudo -y en gran medida era un desconocido-, sostenía una lámpara a plena luz del día y repetía la frase: «Busco a un hombre.» ¿Es tu trabajo diferente del de Diógenes o sólo lo parece? ¿Estás tú también buscando a un hombre?

Para mí, Diógenes es uno de los seres humanos más amados.

Respecto al mundo, él es uno de esos seres destinados a ser condenados por su comportamiento, por sus ideas. Y Diógenes en particular, porque es muy especial.

Su forma de actuar habría sido comprendida en el extremo Oriente, en Japón; habría sido un gran maestro Zen. En Grecia simplemente fue condenado. No estaba en el lugar adecuado. En primer lugar, estaba desnudo; y por una cierta razón: venimos al mundo desnudos, todos los animales están desnudos, ¿por qué debería el ser humano ocultar su cuerpo salvaje detrás de la ropa?

Su peculiar intuición le decía que no es el clima, el frío o el calor, lo que ha hecho que el ser humano utilice la ropa; como todos los animales pueden vivir sin ropa, esa no es la razón. Y tu cara está desnuda, pero se vuelve inmune. Así es como vive todo el reino animal. Los pajarillos son mas poderosos que tú: son inmunes al calor y al frío. No necesitan ropa. ¿Por qué la necesita el ser humano? No para proteger su cuerpo, sino para ocultarlo, porque él es el único animal que no ha sido natural, y su cuerpo se ha hecho feo. Diógenes tuvo un intuición muy peculiar.

Estoy de acuerdo con él, la ropa te ayuda enormemente a ocultar tu cuerpo. El ser humano ha perdido su belleza natural, su agilidad, y por eso tuvo que descubrir la ropa. Es muy extraño: si ponen delante de ti tu cuerpo desnudo, o si ponen delante de ti una fotografía de tu cuerpo desnudo, no podrás reconocerlo. La gente sólo es reconocible por su cara; el resto del cuerpo se ignora. Y gracias a la ropa puedes crear una ilusión de belleza. Puedes ocultar las partes feas y exponer las partes hermosas; puedes resaltar las partes hermosas.

A Diógenes le disgustaba todo este planteamiento. Eso es exhibicionismo, y no lo que Sigmund Freud llamaba exhibicionismo. Yo estoy de acuerdo con Diógenes y no con Sigmund Freud.

Sigmund Freud llama exhibicionista al hombre que trata de enseñar su cuerpo desnudo a alguien. Diógenes llama exhibicionistas a todos los que han sido obligados por lo que llaman civilización a llevar ropa. Éste es el principio del engaño, de la hipocresía Siento que algún día el hombre volverá a estar desnudo y sólo entonces volverá a recuperar su salud, por la simple razón de que entonces tendrá que estar sano, si no es así sentirá vergüenza. Entonces tendrá que hacer ejercicio, entonces tendrá que ir al gimnasio y mantener su cuerpo y su belleza, porque entonces su identidad no residirá únicamente en su cara; su identidad residirá en todo el cuerpo. Y no se sentirá avergonzado; es su cuerpo y la naturaleza se lo ha dado. Se sentirá orgulloso de él.

Diógenes era un hombre muy hermoso, como Mahavira -ambos vivieron desnudos- tan proporcionados, tan bellos. En India, el desnudo de Mahavira se convirtió en algo espiritual; en Grecia Diógenes se convirtió en un loco. Solía llevar consigo una lámpara y cuando se encontraba con alguien -aunque fuera a plena luz del día- levantaba la lámpara y le miraba. Y la gente le preguntaba: «¿Qué estás haciendo?, estamos a plena luz del día, el sol brilla; ¿por qué llevas una lámpara? ¿Y por qué miras a la cara de la gente?».

Él solía decir: «Estoy buscando un hombre real, auténtico.»

Mi búsqueda, en cierto sentido, es similar: yo también estoy buscando al hombre auténtico, al hombre real. Pero al hombre real, auténtico no se le puede buscar con una lámpara.

La lámpara de Diógenes sólo es un símbolo. Simplemente significa que está enfocando todo su ser encendido en la persona, como los rayos-X, para ver que si queda algo de ella o si todo es hipocresía. El día que murió tenía la lámpara consigo, en su mano. Un hombre, en broma, le preguntó: «Ahora te estás muriendo. Pero antes de morir, por favor, respóndeme a una pregunta. Durante toda tu vida has estado buscando con tu lámpara al hombre real, al hombre auténtico. ¿Lo has encontrado o no?».

Diógenes era verdaderamente un hombre muy bello. Se rió y dijo: «No lo he encontrado, pero agradezco a toda la humanidad que no me hayan robado la lámpara, porque me he encontrado con todo tipo de ladrones. No me he podido cruzar con ningún hombre auténtico, pero me basta con que me hayan dejado la lámpara; cuando miraba a esta gente veía que eran criminales, asesinos, ladrones, y me preocupaba la lámpara, que es lo único que tengo. Por eso puedo decir una cosa antes de morir -una cosa buena respecto a la humanidad- y es que no me robaron la lámpara.»

Podía reírse y hacer chistes incluso en el momento de la muerte. En Grecia no fue comprendido en absoluto. Pertenece a la categoría de personas como Bodhidharma, Chuang Tzu, Hotei. Esa era su categoría, pero estaba con la gente equivocada. Aristóteles había definido al hombre -Diógenes era contemporáneo de Aristóteles- como un «animal de dos piernas sin plumas.» Eso muestra la profundidad de la lógica y la penetración intelectual de Aristóteles. Cuando Diógenes lo oyó, cogió un animal de dos piernas, le quitó las plumas y se lo regaló, diciéndole: «Éste es tu hombre: un animal de dos piernas sin plumas.»

Aristóteles se enfadó mucho: «¡Esto no es un chiste y Diógenes nunca se toma nada en serio!» Pero yo os digo que era muy serio. Le estaba diciendo a Aristóteles: «Ésta no es forma de definir al hombre: con dos piernas y sin plumas. Estás degradando a los hombres al nivel de los animales; sólo son una variedad diferente, que no tiene plumas. Esa es toda la diferencia: Hay muchos animales con dos piernas.»

Diógenes no estaba de broma; iba en serio. Y también era serio en su búsqueda de un hombre auténtico. No se trata de definirlo; es una cuestión de encontrarlo. Sólo puedes definirlo después de haberlo encontrado.

El hombre que existe no es auténtico.

Sí, mi trabajo en cierta forma es muy similar: yo también estoy buscando al hombre auténtico, destruyendo todo lo que no es auténtico en ti, a riesgo de ser condenado en todo el mundo. Pero no llevo una lámpara en la mano porque se que eso sólo era un gesto.

Estoy trabajando realmente con cada individuo que ha entrado en contacto conmigo para ayudarle a dejar todos sus condicionamientos innecesarios y entrar en comunión con la naturaleza.

Para ser natural serás auténtico.

Para ser natural serás humano.

Y para ser natural serás un ser lleno de alegrías.

Es tu falta de naturalidad lo que está creando todas tus miserias, y de la misma forma que el dinero llama al dinero, la miseria llama a más miseria. Tengas lo que tengas, atrae a lo de su clase. Si tienes un poco de alegría, atraerás mucha alegría; si tienes un poco de silencio, entonces atraerás silencio incluso de las estrellas lejanas, entonces incluso en medio de la multitud, en el mercado, estarás atrayendo el silencio.

Depende de lo que tengas dentro de ti; eso crea una gravitación que atrae lo que es de su misma clase. Bastará con un poco de experiencia y ya no habrá necesidad de empujarte; irás en esa dirección por ti mismo.

Todo mi esfuerzo sólo es para daros un pequeño vislumbre, sólo abrir una ventana que te permita ver el cielo con todos los colores del crepúsculo.

Se que saldrás del agujero para ver la totalidad del cielo, para ver los pájaros regresar a casa, para ver los árboles echarse a dormir, prepararse la cama…Pero ahora mismo sólo tienes miseria, y esa miseria atrae más miseria.

Mi trabajo es crear de alguna forma una grieta en tu miserable existencia… una pequeña ventana.

Amado Osho,

¿La muerte natural transciende la naturaleza?

Nada transciende la naturaleza. Todo se va haciendo más y más natural -una naturaleza cada vez más profunda, una naturaleza cada vez más alta- pero nada transciende la naturaleza porque no hay nada más que naturaleza.

Tienes que abandonar las viejas categorías: está por un lado lo natural y por otro lo sobrenatural. Lo que se ha llamado sobrenatural no es más que el pico más alto del ser natural. ¿Por qué crear categorías cuando la naturaleza sola es capaz de contenerlo todo?

El punto más alto y el punto más bajo de la vida, ambos son naturales. El asesino y el hombre iluminado, ambos son naturales. El asesino está en el punto más bajo, el hombre iluminado está en el punto más alto. Pero como hombres son parte de la misma naturaleza, y siendo naturales, son similares. Y esto abre una nueva posibilidad: el asesino puede iluminarse. No se lo estamos impidiendo, no le estamos poniendo en una categoría aparte. Puede iluminarse porque es parte de la naturaleza. Quizá estaba cabeza abajo, simplemente tiene que cambiar de postura.

Pero la naturaleza es profunda. Lo contiene todo -lo bueno, lo malo, lo malvado, lo divino- y yo quiero que todos ellos sean parte de la misma naturaleza, para que la transformación no sea imposible. Las viejas religiones han creado categorías y saltos que hacen imposible…

Por ejemplo, la cristiandad cree en el infierno eterno, lo que es absolutamente absurdo. No puedes cometer tantos pecados en una corta vida de setenta años. Una tercera parte de ella se pierde durmiendo; buena parte de ella se pierde en la infancia, en las enfermedades, en ganarse el pan, en pelear con tus maridos, con tus esposas, con tus vecinos. No te queda mucho tiempo para cometer pecados. E incluso si estuvieras pecando sin parar, desde el nacimiento hasta tu último aliento, sin tomarte ningún descanso para el café -sólo pecar y pecar- tampoco se justifica el infierno eterno. En ese caso con setenta años cuanto mucho debería haber bastante. Pero el infierno eterno, sin fin, para siempre jamás… La cristiandad no le deja al pecador ninguna posibilidad de cambiar. Le corta todo el futuro.

Mi planteamiento es simple: lo peor y lo mejor son parte de la misma naturaleza. Uno puede estar en el punto más bajo, el otro puede estar en el punto más alto, pero pertenecen a la misma naturaleza, y por tanto tienen una posibilidad de transformación. La persona más baja puede empezar a escalar al pico más alto, y eso es algo que ha ocurrido muchas veces.

En la India hay una historia hindú… El libro más antiguo sobre la vida de Rama fue escrito por Balmik. Balmik era un ladrón, saqueador, asesino; había hecho todo lo que puedas concebir. Esa era su única profesión. No tenía educación pero era un hombre tremendamente poderoso; esperaba a la gente en los caminos y a cualquiera que pillaba le obligaba a darle todo o acababa con él. La familia de Balmik vivía en medio del lujo; él les llevaba muchas cosas cada día.

Un día pasó por allí un santo muy hermoso, Nardar, que siempre llevaba consigo su ektara: un instrumento musical muy simple, con una única cuerda, que se había convertido en su símbolo; pasó cantando y tocando su ektara y Balmik lo atrapó. Pero él siguió cantando y tocando su ektara.

Balmik dijo: «¿Estás loco o qué? ¿No me ves, no ves mi espada?

iDame todo lo que tengas!».

Nardar dijo: «Has atrapado a un mendigo; sólo tengo esta duma. Y no te la voy a dar fácilmente porque, ¿para qué la quieres? Pero si la quieres, te la doy. Y si quieres mi vida, también te la puedo dar. Pero antes de darte nada, quiero hacerte una pregunta.»

Balmik dijo: «¿Pregunta? ¿Qué pregunta?».

Y Nardar dijo: «Ve a tu casa y plantéale una pregunta a tu esposa tú has estado matando a gente, robándole… ¿Está dispuesta a compartir la responsabilidad contigo? Pregúntales a tu padre, a tu madre, a tu hijo, a tu hija. ¿Están dispuestos a compartir la responsabilidad de lo que estás haciendo?».

Balmik nunca había pensado en nada semejante; era un hombre sin educación. Y dijo: «Nunca lo he pensado. Ellos deben compartir la responsabilidad. Yo la estoy haciendo por ellos.»

Nardar dijo: «Yo estaré aquí. No te preocupes, puedes dejarme atado a un árbol para que no escape.» Lo dejó atado al árbol y Balmik corrió a su casa a preguntar a su esposa. Su esposa dijo: «No tengo nada que ver con tus responsabilidades. Alimentar a tu esposa es tu responsabilidad; no me importa en absoluto cómo lo hagas.» Y obtuvo la misma respuesta de todos los demás.

Hasta su propia madre le dijo: «Es tu responsabilidad cuidar de tus ancianos padres. La forma de hacerla depende de ti. Nosotros no te hemos dicho que mates ni que robes a la gente; lo estás haciendo por propia iniciativa. Nosotros no somos responsables de ninguno de tus actos.»

Ni una sola persona de su hogar estaba dispuesta a compartir la responsabilidad. ¡Se quedó conmocionado! Volvió, desató a Nardar, le tocó los pies y le dijo: «Toda mi vida he sido una mala persona. ¿Existe alguna posibilidad de que me libere de todo lo que he hecho?».

Nardar dijo: «No hay problema. Deja de hacerlo porque la gente por la que lo estás haciendo no está dispuesta siquiera a hacerse responsable de ello. Y yo te enseñaré mi canción. Mi canción es muy simple; simplemente repite el nombre de Rama. Es tan simple que no se requiere ninguna educación. Te sientas debajo de un árbol y repites: "Rama, Rama…" mientras puedas, y te transformarás; porque, intrínsecamente, tu núcleo central siempre permanece puro. Sólo se trata de quitarle las capas de fuera.»

A los pocos meses Nardar volvió y se quedó sorprendido: Balmik estaba sentado debajo de un árbol. Nardar había estado toda su vida

repitiendo el nombre de Rama, el dios hindú, pero no le había pasado nada parecido. Balmik estaba rodeado por un aura de luz. Al acercarte a él sentías un tremendo silencio, una gran alegría.

Él dijo: «Dios mío, he estado repitiendo el nombre de Dios toda mi vida, y este hombre que es un ladrón y un asesino, que ha cometido todos los crímenes posibles y que es mi estudiante -yo mismo le he enseñado a repetir el nombre de Rama- ¡parece transformado, transmutado!».

Nardar tuvo que esperar. No se atrevía a tocarle o molestarle; su presencia era muy sagrada. Cuando Balmik abrió los ojos, tocó los pies de Nardar. Nardar dijo: «No tienes que tocarme los pies; yo tengo que tocártelos a ti. ¿Qué ha ocurrido? ¡En unos meses eres un hombre nuevo! ¿Has encontrado algo más de lo que yo te di? porque yo he estado usando el mantra "Rama, Rama…" durante toda mi vida. Y ahora me siento como un estúpido; en unos pocos meses…; ¡Debes haber hecho alguna otra cosa!».

Él dijo: «Dios mío, ¿es Rama? Lo había olvidado.» Porque al repetirlo continuamente…; si repites, «Rama, Rama, Rama…» Y como no tenía educación -era un ladrón y un asesino- no lo había hecho así. Repetir «Rama» continuamente y sin espacios…; lo olvidó y comenzó a repetir «Mara, Mara…» En lugar de repetir «Rama», unió dos «Ramas» y se olvidó de lo que era, por eso empezó a repetir «Mara, Mara…» Mara significa muerto.

Balmik dijo: «iEsto es otro milagro! Has estado repitiendo "Mara", que significa "muerto"; no es el nombre de Dios. Pero tu sinceridad, tu inocencia, tu totalidad lo ha cambiado. Estás muy por delante de mí.

¡No vuelvas a tocar mis pies!».

Lo más bajo puede cambiar hacia lo más alto.

No hay barrera, no hay muro.

La naturaleza es todo lo que hay.

Por eso, ni siquiera una muerte natural la transciende; simplemente realiza la naturaleza en su totalidad.

Osho,

No tenemos más preguntas.

No tenéis ninguna más?

Anando, ¿alguna pregunta sobre el pobre Avesh? ¿No? ¡Vale!

Capítulo 15

He Mantenido Vivos mis Ojos Maravillados

Amado Osho,

Pronto estaré pasando unos días con mis dos hijas adolescentes.

Ellas quieren una madre con una dedicación plena y están enfadadas porque he elegido estar contigo en lugar de estar con ellas. Yo estoy desgarrada, porque aunque se me ha dicho que mi mayor regalo hacia ellas es ser libre, sólo es una idea. Por otro lado, mi deseo de aprobación por ser una buena madre es muy fuerte y me siento culpable por estar contigo mientras ellas sufren solas.

¿Podrías hablar, por favor, de cómo romper el condicionamiento social respecto a la maternidad?

Todo depende de una comprensión muy simple. La idea de que los niños son una posesión tuya es errónea. Nacen a través de ti pero no te pertenecen. Tú tienes un pasado; ellos sólo tienen futuro. Ellos no van a vivir de acuerdo a ti. Vivir de acuerdo a ti casi equivaldría a no vivir en absoluto. Tienen que vivir de acuerdo a sí mismos: en libertad, en responsabilidad, en el peligro, en el desafío. Así es como uno se hace fuerte.

Los padres, a lo largo de siglos, han tenido la idea de que los niños les pertenecían y de que tenían que ser sus copias de calco. Una copia de calco no es algo hermoso, y la existencia no cree en las copias de calco; la existencia disfruta de la originalidad.

Una vez que te das cuenta de que tus hijos no te pertenecen -pertenecen a la existencia, tú sólo has sido un pasaje- tienes que agradecer a la existencia que te haya elegido a ti para ser el pasaje para unos cuantos niños preciosos. Pero no tienes que interferir en su crecimiento, en su potencial. No tienes que imponerte sobre ellos. No van a vivir los mismos tiempos, no van a enfrentar los mismos problemas; serán parte de otro mundo. No los prepares para este mundo, esta sociedad, este tiempo, porque entonces les estarás creando problemas. Se sentirán desencajados, sin la formación adecuada.

Tienes que ayudarles a crecer más allá de ti; tienes que ayudarles a que no te imiten. Ese es realmente el deber de los padres: ayudar a que sus hijos no caigan en la imitación. Los niños son imitativos, y naturalmente, ¿a quién van a imitar? Los padres son los que están más cerca. Y hasta ahora los padres han disfrutado mucho de que los hijos sean como ellos. El padre se siente orgulloso de que su hijo sea como él; debería sentir vergüenza de que su hijo sea como él. Entonces una vida está echada a perder; el hijo no es necesario, con el padre habría sido suficiente. Debido a este concepto equivocado de sentirnos orgullos de que los niños nos imiten, hemos creado una sociedad de imitadores.

Uno de los más famosos entre los libros cristianos fue escrito por Kempis: Imitación de Cristo. Casi es el segundo libro después de la Sagrada Biblia. Stanley Jones, un gran teólogo cristiano y autor de muchos, muchos tratados, solía quedarse en mi casa cuando pasaba por mi ciudad. Viajaba por todo el mundo continuamente y siempre llevaba consigo el libro, Imitación de Cristo. En una ocasión de dije: «Si realmente entiendes, entonces deberías quemar este libro.»

Enseñar a alguien a imitar a Cristo es destruir a esa persona. Un Cristo es suficiente, más que suficiente. Muchos, muchos Cristos llevando sus cruces a hombros harían una escena muy cómica… ¡y cada uno de ellos proclamando que era el unigénito de Dios!

La palabra «imitación» nunca ha sido condenada, pero debería serlo. Los fundadores de las religiones han querido que la gente les imite, los padres han querido que sus hijos les imiten; los profesores, los catedráticos, los sacerdotes; todo el mundo quiere que los niños le imiten. Los niños se convierten en un fenómeno de masas; copias de calco de mucha gente…, ¡mucho ruido y pocas nueces!

Recuerdo, debía tener unos siete años cuando un amigo de mi padre que no me había visto, que no había venido en siete años…, había ido a hacer una larga peregrinación por el Ganges. Los hindús hace este tipo de cosas: dar la vuelta al Ganges por ambos márgenes. Eso significa miles de kilómetros, entrar en lo profundo de los Himalayas, valles peligrosos, montañas. Después de siete años volvió y quería verme. Y le dijo a mi padre: «Sus ojos se parecen a los tuyos», y a mi abuelo, «su nariz es como la tuya», y a mi tío, «su cara se parece a la tuya.»

Yo dije: «iEspera! ¿Hay algo que se parezca a mí? ¿Estoy aquí o no? Estás siendo muy poco respetuoso conmigo.» Se sintió conmocionado. No podía concebir que aquello fuera una falta de respeto porque se hace habitualmente, cada día, en cada casa: los ojos del niño se parecen a los de la madre, su cara se parece a la del padre. Y todos se sienten muy orgullosos; y a nadie le importa el niño, a nadie le importa si hay algo que se parezca a él o no.

Pero yo lo dejé muy claro: «Retoma tus palabras, porque yo puedo decirte que mis ojos no son como los de mi padre. Tienen otro aspecto. Y mi cara no es como la de mi tío, ¿cómo va a serlo…? Tengo mis propios ojos y mi propia cara, y voy a ir al mundo con mi cara y con mis ojos.»

Pidió perdon. Después le dijo a mi padre: «Tu hijo parece peligroso. Nunca he visto a nadie tan asertivo; ¡y a su edad!».

Mi padre le dijo: «Al principio solíamos sentimos muy avergonzados por las cosas que decía o hacía, pero ahora estamos empezando a sentimos orgullosos, porque parece tener razón. No eres la primera persona que ha comparado mis ojos con los suyos, otros muchos lo han hecho. Y me ha llevado al espejo para decirme: "Mira, no son iguales." Y tengo que decirte que no son iguales; tiene razón.»

Toda la humanidad ha vivido de una manera tan equivocada, y durante tanto tiempo, que hemos olvidado completamente que puede haber otra forma, que puede haber una alternativa.

Tú estás aquí conmigo. De hecho, deberías hacer entender a tus hijas que para ti esto es una gran oportunidad de ser tú misma: «Si estuviera con vosotras es muy posible que, a sabiendas o no, os trataría de la manera habitual -los viejos hábitos, me comportaría como mis padres se comportaron conmigo- y eso sería feo.»

Y diles que no se sientan mal conmigo; en lugar de eso, tráelas a mí algunas veces. De vez en cuando, cuando tengan vacaciones, haz que vengan a mí. Ellas me entenderán más claramente que tú, porque son más jóvenes, están más frescas, más cerca de la naturaleza, aún no se han echado a perder. No se van a sentir enfadadas conmigo.

Cuando empiecen a entenderme, se sentirán orgullosas de ti; no se sentirán abandonadas, sino que sentirán que les has dado libertad, que es el mayor regalo del mundo. Y las niñas comenzarán a sentirse orgullosas de ti, porque eres una de las escasas madres que les puede dar libertad y acercarles al hombre que puede ayudarles a ser libres y responsables…, a ser ellas mismas.

En este mundo de imitadores, ¿cómo ser original y auténtico?; porque sólo los pocos individuos que son ellos mismos se sienten plenos. Los demás viven miserablemente, esperando que mañana mejoren las cosas; pero ese mañana nunca llega.

Una vez que tus hijas comiencen a entender algo de lo que estoy haciendo aquí y de por qué estás aquí, se sentirán orgullosas de ti. Y el hecho de que se sientan orgullosas de ti borrará inmediatamente tus sentimientos de culpabilidad.

Te sientes culpable de haber dejado a tus hijas solas; de que quizá eso no esté bien. Según la vieja mentalidad no está bien. De acuerdo a la vieja mentalidad, todo tiene que ser enseñado: no se les debe permitir ser ellas mismas; tienen que ser moldeadas por un ideal. Este mismo proceso de moldearlas va a matarlas. Y hay cadáveres por todas partes -moviéndose, haciendo cosas-, pero yo digo que son cadáveres porque no son ellos mismos. Si se les hubiera dado la libertad, si se les hubiera dado la oportunidad de crecer de manera natural, de ser ellos mismos, nunca habrían sido la persona que son. Y sólo entonces habrían sido capaces de encontrar cierta satisfacción y contento.

No tienes por qué sentirte culpable. Los que están destruyendo a sus hijos: ellos son los que deberían sentirse culpables. Dar libertad a los niños… Y de vez en cuando irás a verlas, de vez en cuando estarás con ellas y eso será un puro regalo, estar con ellas de vez en cuando, porque entonces puedes ser amorosa. Has reunido tanto amor, has estado tantos días alejada. Hay tanta añoranza. Les ducharás con tu amor. Ellas sólo verán tu ser amoroso.

Estar con ellas veinticuatro horas al día, cada día, año tras año; no puedes seguir siendo amorosa. Tendrás que enfadarte, que ponerte celosa; tendrás que ser todo lo que no debes ser delante de tus hijas, y ellas aprenderán todo eso de ti.

Mi idea es que los padres deberían encontrarse con sus hijos sólo de vez en cuando, para poder derramar en ellos todo su corazón, y que los niños conozcan a sus padres y a sus madres sólo como puro amor. Ellos no saben que estas dos personas están luchando continuamente, que discuten, que se tiran cosas.

Yo solía vivir en un lugar en el que todo el mundo se quedaba sorprendido. Era un gran edificio de apartamentos con paredes muy finas, modernas. Se podía oír todo lo que estaba pasando al otro lado. No hacía falta ir al cine ni acudir a ningún otro espectáculo; el espectáculo siempre estaba servido, gratuitamente y sin esfuerzo; estabas tumbado en la cama y ocurrían cosas por todas partes.

Lo más sorprendente era que de todos los apartamentos siempre salían gritos, chillidos, peleas, golpes, se tiraban cosas, se rompían platos. Sólo había una casa en la que siempre se oían carcajadas de risa. Toda el vecindario se quedaba sorprendido; parecían ser la pareja ideal; nunca se oía nada más que grandes risotadas.

Una mañana, al salir de paseo, me encontré con el hombre y le dije: «Sois la pareja ideal, no sólo de este edificio, sino quizá de todo el mundo. Nunca se oye nada más que risas. ¿Puedes contarme vuestro secreto?».

Él dijo: «No me lo preguntes. Es mejor no preguntar, no decir nada al respecto, porque me dan ganas de llorar.»

Yo le dije: «¿Te estoy elogiando y tienes ganas de llorar?».

Él dijo: «No entiendes nada en absoluto. La realidad es que ella me tira cosas. Cuando me pega, se ríe; cuando falla, me río yo. Pero no se lo digas a nadie. Este arreglo está funcionando bien.» Aunque el mismo hombre, cinco años después, fue a los tribunales porque quería el divorcio.

Todo el vecindario se quedó sorprendido. Yo nunca le había dicho nada a nadie, porque era algo muy privado. Todo el mundo estaba sorprendido: «¿Qué les ha ocurrido para ir a los tribunales? ¡Y hemos oído que es para divorciarse!». Yo me dirigía hacia la universidad pero pensé que antes podía pasar a visitarles; y como el tribunal estaba de camino, paré y entré.

El juez les estaba preguntando: «¿Cuánto tiempo lleváis casados?» Ellos dijeron: «Seis años.»

«¿Y por qué queréis el divorcio? ¿Qué ha pasado?».

Él dijo: «¿Qué ha pasado? Ella me tira cosas.»

El juez dijo: «¿Ha empezado a tirarte cosas recientemente?».

El dijo: «No, me las ha estado tirando desde la primera noche.»

Y el juez añadió: «Me dejas sorprendido. Si ella te ha estado tirando cosas desde la primera noche, ¿qué habéis estado haciendo durante seis años? ¿Por qué no habéis venido antes a divorciaros?»

El dijo: «No lo entiendes. Ahora ella ya tiene tanta práctica que no falla nunca. Siempre es ella la que se ríe. No me he podido reír durante meses; ya no puedo tolerarlo. Al principio solía ser casi mitad y mitad: una vez reía ella, otra vez reía yo. Estaba bien, los dos estábamos a la par. Ahora es intolerable: sólo se ríe ella y yo me quedo allí de pie como un idiota, nunca tengo oportunidad de reírme.»

Es mejor que los niños no vean vuestras caras más feas. Si el niño nunca llega a conocer estas caras amargas, su vida será totalmente diferente. Será un vida de amor, sin celos, sin discusiones, sin tirarse cosas, porque no habrá tenido la oportunidad de aprender estas cosas.

No tienes que sentirte culpable; los padres que nunca dejan a sus hijos en paz son los que deberían sentirse culpables. Ve de vez en cuando a estar con ellas y entonces puedes hacerlo tan totalmente como te sea posible. Y de vez en cuando tráelas aquí.

Tienes que compartirme con tus hijas.

Si me amas, también querrás que tus hijas me amen. No dejes que estén enfadadas conmigo; eso no está bien.

Y su amor hacia mí te ayudará inmensamente a no sentirte culpable. También ayudará a las niñas a sentir que está bien que tú estés aquí. A ellas también les gustará estar aquí en algún momento: cuando hayan completado su educación, cuando hayan crecido y estén preparadas para entrar en la vida. Les gustará aprender más de las complejidades de la existencia, de lo intrincado de la vida, de sus deleites y del arte de alcanzarlos.

Amado Osho,

Esta mañana, cuando hablabas, me di cuenta de que soy un luchador, sólo conozco la lucha y desgraciadamente soy un luchador orgulloso; aún peor, me encanta luchar. Me encanta estar delante de la mayor tormenta y reírme. Es una gran alegría. No me gusta tomar el sol y fundirme. Y sin embargo, detrás de mi mente, mi corazón añora fundirse. Lo añora, pero parece que nunca tengo la oportunidad de luchar. ¿Cómo puedo salvar mi ser?

No hay problema en ello.

Si sientes que eres un luchador, si disfrutas luchando, no sólo eso, si te sientes orgulloso de ser un luchador, entonces relájate. ¡Lucha totalmente! Entonces no luches contra tu naturaleza luchadora. Eso será el abandono para ti.

Es perfectamente bello ponerse ante la mayor tormenta y reírse. No te sientas culpable. Simplemente intenta comprender una cosa: cuando hablo de abandonarse, no quiere decir que tengas que cambiar nada. Simplemente quiero decir: permítete ser totalmente cualquier cosa que sientas que eres.

Se un luchador con todo tu ser, y en esa totalidad encontrarás que tu corazón se funde. Esa será tu recompensa por ser total. No tienes que hacer nada para ello; las recompensan vendrán por sí mismas. Simplemente se total en cualquier cosa por la que sientas amor, de la que te sientas orgulloso: simplemente se total en ello. No crees una división.

No seas mitad y mitad; no seas parcial.

Si eres total, un día -cuando estés ante la mayor tormenta, riéndote- repentinamente sentirás que tu corazón se funde al sol. Esa será tu recompensa.

El hombre crea problemas innecesariamente. Quiero que entiendas que en la vida no hay otros problemas que los que tú te creas. Intenta verlo: cualquier cosa que te haga sentirte bien es buena. ¡Entonces recorre todo su camino. Aunque todo el mundo está en contra de ello, no importa. Y la recompensa decidirá si lo has hecho de manera total y completa!

Si en un momento dado empiezas a sentir que te fundes de repente, entonces sabrás que no te has engañado a ti mismo, que has sido sincero, verdadero. Ese es realmente el momento en el que te puedes sentir orgulloso.

Amado Osho,

¿Cuál crees que será la próxima fase de tu trabajo, una vez que hayas encontrado una residencia estable? ¿Y qué piensas que harán tus sannyasins?

Eso es realmente un problema; un problema al que no puedo responder porque nunca pienso en el mañana, y no se lo que va a pasar mañana. ¡Eso se lo dejo al mañana! No me cargo demasiado. Hoy es suficiente en sí mismo.

Mañana yo estaré allí, los problemas estarán allí, los desafíos estarán allí; y yo estaré disponible para esos desafíos, para esos problemas.

He vivido así durante toda mi vida: sin decisiones previas, sin compromisos de futuro, sin ninguna promesa ni para mí mismo ni para los demás respecto al momento siguiente. Y eso me ha dado el regalo más precioso de la vida. Estoy sintonizado con la existencia; sin saber a dónde voy, voy alegremente.

Hay una cosa que se: la existencia no tiene objetivos y, como parte de la existencia, yo tampoco puedo tener objetivos. En el momento en que tienes un objetivo, te cortas de la existencia. Entonces la pequeña gota de gota intenta luchar contra el océano. Innecesario es el problema, carente de significado la lucha.

Yo nunca pienso en los ayeres.

Yo nunca pienso en los mañanas.

Eso sólo me deja un breve momento, el momento presente: descargado, sin atropellos, limpio, libre.

Por eso no se la respuesta a tu pregunta. Todo lo que ha ocurrido en mi vida…, si intentas recapitularlo, descubrirás que ciertamente ha habido un gran programa tremendamente sistemático; como si hubiera planeado cada cosa desde el principio, hasta el menor detalle. Pero esa es un idea absolutamente equivocada.

En lo que a mí respecta, yo nunca he planeado nada; simplemente he vivido, preguntándome qué va a ocurrir a continuación. He mantenido vivos mis ojos maravillados, como un niño pequeño.

Hasya tiene que planear, Jayesh tiene que planear, John tiene que

planear: todos ellos tienen fiebre, están cansados. . ¡Mira a Jayesh!

Pero yo sólo me pregunto qué va a ocurrir.

Amado Osho,

Estás dando tu vida para ayudar a la gente a encontrar la libertad

interna, y todo el mundo está tratando de quitarte la libertad: es decir, tu libertad de discurso, de movimiento, y así sucesivamente. ¿Cómo es posible que no te rindas? ¿Qué es la compasión?' ¿La compasión te posee como el amor, o puedes elegir tener compasión o no?

Esta pregunta tiene muchas preguntas en ella.

En primer lugar, yo no estoy haciendo ningún esfuerzo por liberar a la gente de la ligazón con su podrido pasado. No es un esfuerzo para mí, sino una alegría. Me gusta hacerlo; de ahí que, lo consiga o no, no supone una tensión. No estoy serio, sólo son ganas de jugar. Soy libre, lo disfruto, y de esa alegría surge un desbordamiento de energía que se extiende espontáneamente.

Sólo soy un observador, no un actor.

En segundo lugar, el mundo no puede llevarse mi libertad. Puede intentarlo, pero es absolutamente cierto que va a fracasar por la simple razón que para mí la libertad es más valiosa que la vida. Prefiero arriesgar mi vida que elegir perder la libertad; de ahí que nadie pueda llevársela. Pueden matarme, pero no pueden matar mi espíritu, no pueden matar mi libertad. Hacen todo lo que está en su mano, parecen estar desesperados. Y yo trato alegremente de encontrar nuevas formas de llegar a la gente. Y lo más que pueden arrebatarme es la vida, pero no pueden llevarse mi libertad.

Sólo pueden quitarte la libertad cuando valoras la vida más que la libertad; entonces pueden llevarse tu libertad muy fácilmente: Con una simple amenaza a tu vida pueden llevarse tu libertad. Pero no pueden llevarse mi libertad porque para mí la vida no vale nada y la libertad lo vale todo.

Para mí, la libertad es la vida.

Pueden destruir mi cuerpo pero no pueden destruir mi consciencia. Por eso la cuestión no es que se lleven mi libertad. Pueden ser poderosos; de hecho lo son. Todos los Gobiernos del mundo unidos contra un solo individuo, y aún así no pueden quitarle su libertad. Y puedo decir con toda certeza que no pueden quitarme la libertad porque estoy dispuesto a ofrecer mi vida en cualquier momento.

En tercer lugar, preguntas: ¿puede la compasión poseerte como el amor? No, la compasión no es posesiva. El amor es algo que te sobreviene, de ahí la frase «caer enamorado o enamorarse». ¿Has oído decir de alguien que «cae en la compasión»? Ese tipo de frase no existe en ningún lenguaje. Te elevas a la compasión.

Ni posees la compasión ni la compasión te posee a ti.

Esto es algo sutil que tiene que entenderse. Es fácil comprender si te posee o no, pero mi respuesta es: la compasión no me posee, ni yo la poseo a ella.

La compasión se ha convertido en mi naturaleza. No hay dualidad entre el poseedor y lo poseído. Por eso es una situación muy diferente al amor.

No está en mi mano dejar de ser compasivo, porque no estoy separado de ello. En cualquier caso, poseas algo o te posea a ti, la dualidad permanece.

Pero en la compasión la dualidad desaparece.

Eres compasión, no hay nada más; por eso puedes simplemente ser ella.

No hay ninguna otra forma de ser.

Amado Osho,

Tener una oportunidad tan increíble de hacerte una pregunta, y tener tanto miedo de plantearla, muestra cuán poca confianza tengo. ¿Puedo aún seguir siendo tu sannyasin?

La cuestión no está en ser mi sannyasin, sino en ser un sannyasin. Ser mi sannyasin significa cierto compromiso, cierta rendición. Y yo no quiero que te rindas a mí, o que te comprometas conmigo. Quiero que te rindas a la naturaleza, que te comprometas con la existencia. No tienes que ser mi sannyasin, sólo tienes que ser un sannyasin; y esa es la única forma de ser mi sannyasin.

No es un fenómeno directo, no te comprometes directamente y te rindes a la existencia. Pero cuanto más te rindas a la existencia, a la vida, a la naturaleza, más amoroso, más intuitivo, más comprensivo te haces; y esa comprensión te traerá más cerca de mí. Encontrarás en mí, indirectamente, el estado de rendición total, de total confianza.

No te preocupes por no tener esa confianza total ahora. Con tener un poco de confianza es suficiente para empezar. Simplemente es como abrir una cuenta bancaria; no tienes que tener millones para abrir la cuenta. La más mínima confianza te sirve para empezar el viaje, y a medida que se profundiza en el viaje, la confianza también se hace más profunda. Pronto te darás cuenta de que lo único que te rodea es la confianza.

En ese momento te darás cuenta de que eres un sannyasin.

Los que han venido directamente a mí pueden ser traidores. Los que han venido indirectamente no pueden traicionarme, porque antes de venir a mí ya habían saboreado algo del más allá y la traición es imposible. Pero hay muchos sannyasins que han venido directamente a mí. Para empezar, comenzaron con su compromiso, con su confianza hacia mí. .Éste no es el principio correcto, porque eso significa que hay cierta creencia. No me conocen, no pueden conocerme; pero sin embargo han creído.

Existe un peligro porque hay una duda; cualquier día, la duda puede desbancar su creencia. Pero los auténticos sannyasins, los sannyasins reales, han llegado a mí de manera muy indirecta. Te será muy difícil saber cómo ha llegado cada cual porque es algo interno que no puedes ver. Pero la gente que ha venido lentamente, tratando de entenderme, paso a paso, la gente que empieza a ser natural, auténtica, sincera…, de repente un día se dan cuenta de que están en relación conmigo. Extraño; nunca lo habían intentado, nunca habían hecho ningún esfuerzo. Es un descubrimiento.

Por eso, sannyas para mí tiene que ser un descubrimiento.

Entonces no puedes perderlo; es tu propio descubrimiento.

No te preocupes porque tu confianza sea parcial; eso es suficiente, eso bastará. Quieres aprender a nadar… no tienes porque saltar a las aguas profundas inmediatamente; si lo haces cabe la posibilidad de que te quedes aterrado para toda la vida. Nunca querrás volver al agua.

Hay una historia sufí en la que Mulla Nasruddin quería aprender a

nadar. Pero al acercarse al río con el profesor que le iba a enseñar, se resbaló y cayó al agua; y era un río profundo. El profesor le salvó, pero estuvo varias veces hundido debajo del agua; por eso, cuando lo sacaron, se quitó los zapatos y salió corriendo.

El profesor le preguntó: «¿Dónde vas? Has venido para aprender a nadar.»

Él respondió: «Lo que voy a hacer es: primero aprenderé a nadar y después me acercaré al agua; es demasiado peligroso. Primero aprenderé a nadar.» ¿Pero dónde vas a ir para aprender a nadar? No puedes aprender a nadar en tu habitación.

No hay otra forma… pero desgraciadamente entró en el río por el extremo equivocado. El profesor le habría llevado donde el agua era poco profunda, y le habría ido animando lentamente a entrar en aguas cada vez más profundas. A medida que fuera adquiriendo más destreza, el profesor le habría animado a entrar cada vez más adentro.

Con un poco de confianza es bastante.

Al principio no puedes esperar que la confianza sea total. Así es como empezamos a exigirnos cosas imposibles y después no podemos realizarlas. Surge la culpa, surge la condena hacia uno mismo, surge el rechazo: «no merezco…». Pero todas esas cosas son innecesarias.

Y esto ha ocurrido en todo el mundo. Todos se sienten indignos porque aspiran a encontrar el final en el principio mismo.

Naturalmente era imposible -no podía alcanzarlo- y eso le impidió volver a intentarlo otra vez.

Solía vivir con uno de mis profesores universitarios, en la misma casa. Yo estaba viviendo solo y él sintió que, viendo las condiciones en que estaba mi apartamento… me dijo: «Es mejor que te vengas a vivir conmigo», porque tenía la cama junto a la puerta para poder saltar dentro y fuera de ella… Nunca entraba en casa porque ¿quién limpiaría todo?

Cuando vio la situación me dijo: «Nunca he visto semejante manera de vivir.» Justo frente a mí estaba el baño; ese era todo el espacio que empleaba: iba de la cama al baño. Todos mis libros estaban alrededor de la cama para poder tomar el que necesitaba, y cuando la cama se ensuciaba demasiado, simplemente apagaba la luz: ¡así todo tenía el mismo aspecto!

Él dijo: «Esto no está bien. Mi esposa cuidará de ti, ven conmigo. y además no tenemos hijos.» Era un anciano, era casi como un padre para mí. Me dijo: «No voy a permitir que vivas aquí. Nunca hubiera pensado que estabas viviendo así. Has inventado una forma de vivir completamente nueva: apagas la luz cuando ves que todo está demasiado sucio.»

Así que fui a vivir a su casa. Era ateo; no creía en Dios. Y estaba interesado en mí porque creía que yo también era ateo: me había oído decir en la universidad y en otros lugares que Dios no existe. Pensó que ambos éramos ateos.

Pero mientras íbamos de camino se lo dejé muy claro: «Creo que

tienes una impresión equivocada, no soy ateo.»

Él dijo: «¿Qué? ¡Pero si vas declarando por todas partes que Dios

no existe!

Yo dije: «Sí, declaro que Dios no existe. Por eso no puedo ser teísta; para ser teísta hace falta que haya Dios, hay que creer en él. Pero también hace falta Dios para ser ateo, para no creer en él. Y como Dios no existe, yo no caigo en ninguna de las dos categorías.»

Él dijo: «¡Dios mío! ¿O sea, que no entras en ninguna de las dos categorías?». Yo dije: «No.»

Estuve viviendo unos meses con él y cuanto más trataba de entenderle, más llegaba a la conclusión -a una conclusión muy extraña que resultó ser cierta para muchos otros ateos con los que me encontré en mi vida- de que este hombre había sido un gran teísta en una vida anterior y como no pudo encontrar a Dios, cambió su posición hacia el otro extremo. De otro modo es inexplicable que los ateos pierdan tanto tiempo negando a Dios. Si Dios no existe, ¿por qué molestarse por él? Los ateos escriben libros y panfletos, y crean asociaciones. Tienen su propia filosofía y son más discutidores que los teístas. Casi constantemente, en todo momento, con cualquiera que estén, antes o después la conversación se dirige hacia el ateísmo, hacia el hecho de que Dios no existe.

Semejante insistencia, tal pérdida de tiempo en algo negativo simplemente significa que se están tomando la revancha contra sí mismos.

Han sido teístas.

Llegué a esta conclusión porque comencé a hipnotizar al anciano. Le dije: «He llegado a esta conclusión lógica, pero quiero saber exactamente dónde estabas en tu vida anterior, en qué creencia, en qué religión.» Estaba apasionado por saberlo y por eso se mostró muy dispuesto.

No puedes hipnotizar a una persona a menos que esté dispuesta a ello. El arte de la hipnosis requiere de una persona muy inteligente y dispuesta. No puedes hipnotizar a un idiota; eso es imposible. Sólo se puede hipnotizar a unas pocas personas muy inteligentes, muy agudas, y además tienen que estar dispuestas a hacer el viaje interior. No puedes forzarlo simplemente, tienen que seguirte la corriente.

Viviendo con él fui persuadiéndole poco a poco. Y se convirtió en un buen médium para la hipnosis. Su esposa hacía de juez, solía pedirle que se sentara allí y observara la situación, porque el hombre no recordaría nada al despertar y negaría haber dicho lo que había dicho. Ella tenía que ser mi testigo. El hombre había sido un gran teísta, había pasado toda su vida adorando a Dios, había renunciado a su familia y había hecho todo tipo de disciplinas ascéticas. Y fracasó, tenía que hacerlo, ya que no hay un Dios que alcanzar. Tal fracaso hizo que el péndulo de su consciencia se moviera hacia el otro extremo: ahora tenía ganas de venganza, sin saberlo, inconscientemente. Y cuando le desperté y se lo dije, lo negó: «No, nunca he sido teísta y no creo en las vidas pasadas.»

Yo dije: «Tengo una testigo -tu esposa- de que puedes regresar, bajo hipnosis, a tus vidas pasadas.» Repetí el experimento docenas de veces siempre con el mismo resultado: había sido un gran teísta, sin excepción. Se había revelado contra sí mismo por haber perdido una vida.

Yo le dije: «Ahora estás perdiendo otra vida. Por eso te digo que yo no pertenezco a ninguna categoría. No quiero perder mi vida por Dios, de un modo o del otro.»

Para mí, el hombre tiene dentro de sí el potencial más alto de existencia y consciencia. Si lo explora llegará a un estado divino: no a ser Dios, sino a un estado divino.

Pero no debe preocuparte empezar con sólo un poco de confianza; es suficiente. Cualquier cosa es suficiente para empezar; el simple deseo de hacer una peregrinación es suficiente. Y no te preocupes por tener que ser mi sannyasin; simplemente se un sannyasin. Simplemente se un buscador de la verdad. Y quizá en algún momento del camino me encuentre contigo.

Te contaré una historia sufí: «Un hombre parte en busca de la verdad. A la salida de la ciudad, encuentra a un hombre sentado bajo un árbol. El joven no sabe dónde ir en busca de la verdad. Ha oído que tiene que ir a alguna parte, tiene que hacer una peregrinación en busca de la verdad, pero ¿a dónde? Los caminos van en todas las direcciones. ¿Qué camino es el camino?

"Al ver al hombre sentado debajo del árbol pensó: quizá este hombre sea lo suficientemente viejo para saber qué camino conduce a la verdad. Y se lo preguntó. El hombre le respondió: "Sí, conozco el camino. Sigue a la derecha y continúa hasta que encuentres un árbol-y le describió el árbol con todo detalle, las hojas, los frutos-, y debajo de él encontrarás a un anciano… (para que te hagas una idea, es alguien como yo pero con treinta años más). Ese hombre será tu guía."

»El hombre se sintió muy feliz. Dio las gracias al anciano y se apresuró camino adelante por donde el anciano le había mostrado. Durante treinta años estuvo peregrinando y peregrinando, y nunca encontró el árbol ni al anciano. Se fue cansando, ya se estaba haciendo viejo y dijo: " iQué tontería!

»Finalmente decidió: "Es mejor volver a casa… ¡Ya basta! He perdido treinta años yendo en busca de la verdad y ni siquiera he encontrado al anciano que tiene que ser mi guía. Y sabe Dios qué tipo de guía me dará cuando me encuentre con él y cuánto tiempo necesitaré. Parece demasiado complicado; más me vale regresar a casa. Tenía mi propio negocio. Lo destruí y me metí en problemas innecesarios por haber oído la palabra 'verdad' una y otra vez."

»Volvió. Pasó de nuevo junto al árbol y se quedó atónito: era el árbol que le había descrito el anciano. Miró bajo el árbol y vio al anciano; era el mismo hombre con treinta años más y estaba exactamente como él mismo se había descrito. Dijo: "¡Dios mío! ¿Por qué me has hecho perder treinta años?".

»El anciano dijo: " ¿Yo te he hecho perder treinta años o tú me los has hecho perder a mí? En aquel momento no estabas maduro para ser guiado porque te di todas las claves y ni siquiera miraste al árbol, y eso que te lo describí con todo detalle. Describí a tu guía con todo detalle y ni siquiera me miraste un momento para comprobar que me estaba describiendo a mí mismo. Tenías tanta prisa; eras demasiado joven. Pero nada se ha perdido. He estado esperando, sabiendo que volverías algún día, que reconocerías el árbol, que reconocerías al anciano: ¡yo soy tu guía!".

»El joven dijo: "Este parece un asunto muy extraño."»

Esta historia es muy significativa. Tienes poca confianza. No te preocupes, tuerce hacia la derecha… Pero esta vez no bajo un árbol, sino sobre una hermosa silla, encontrarás a un anciano, alguien que se parece a mí.

Ese será el momento adecuado para ti de convertirte en mi sannyasin. Ahora mismo, se sólo un sannyasin; ¡no seas codicioso!

Capítulo 16

El Vacío Tiene su Propia Plenitud

Amado Osho,

Durante años he estado observando el que me parece ser el mensaje básico para el bienestar: ámate a ti mismo. Cuando era terapeuta, estaba oyendo durante todo el día «me detesto; siento pena de mí mismo; me siento orgulloso; quiero destruirme; me siento bien conmigo mismo», y empecé a preguntarme: ¿Quién es este yo al que se refieren?

Me encanta cuando dices que no hay un yo. Parece muy liberador. ¿Podrías, por favor, añadir algo más?

Todo el movimiento terapéutico se ha equivocado en ese punto: Ámate a ti mismo. Sócrates solía decir: «Conócete a ti mismo.» Y ha habido maestros, sufíes en particular, que decían: «Se tú mismo.» Pero sólo hay una persona en toda la historia humana, Gautama Buda, que dijo: «No hay un yo. Eres un vacío, completo silencio, un no-ser.»

Su mensaje encontró una fuerte oposición en todas las tradiciones, porque todas dependían de una u otra forma de la idea del yo. Pueden haber existido diferencias respecto a otros puntos, pero había un punto en el que todos estaban de acuerdo; y ese punto era la existencia del yo. Incluso gente como Georges Gurdjieff, que planteaba una idea muy innovadora -no naces con un yo, tienes que ganártelo: «Merécete a ti mismo»- finalmente, acaba también con un yo.

El Buda Gautama no hace ninguna diferencia entre el yo y el ego; y no la hay. Hacer tales distinciones sólo es sofisticación, gimnasia lingüística; entonces puedes descartar el ego y quedarte con el yo. Pero el yo es simplemente otro nombre para el ego. Sólo estás cambiando de nombre, no está ocurriendo ninguna transformación en el ser.

El mensaje de Buda es tremendamente significativo: eres un vacío; no hay ningún punto en el que puedas decir «yo».

Si se mira desde mi visión, cuando os digo: «Fundíos, disolveos en la existencia», simplemente estoy diciendo lo mismo con términos más positivos.

Buda lo decía de tal forma que mucha gente se detenía, porque naturalmente surgía la siguiente pregunta: Si no hay un yo, ¿para qué preocuparse? ¿Qué hay que alcanzar? ¿Se trata solamente de saber que no eres?

Toda una vida de disciplina, un gran esfuerzo de meditación, ¿y el

resultado es que no eres? ¡Ese resultado no parece merecer la pena! Al menos sin meditación, sin disciplina, tienes la sensación de ser. Puede estar equivocada, pero al menos no te sientes hueco y vacío. ¿Cómo vas a vivir sabiendo que no eres? De la nada no pueden provenir el amor, la compasión, no hay posibilidad de ninguna cosa. De la nada sólo proviene la nada.

Por eso los oponentes de Buda describieron su método como un tipo de suicidio espiritual; mucho más peligroso que el suicidio ordinario, porque con el suicidio ordinario sobrevivirás, tomarás una nueva forma, un nuevo nacimiento. Pero con Buda cometerás un suicidio total, la aniquilación. Ya no quedará nada de ti, y nunca se volverá a oír hablar de ti, nunca se te volverá a encontrar.

En primer lugar nunca fuiste.

El budismo murió en la India, y una de las principales razones fue la formulación que Buda hizo de su filosofía. Puedo entender por qué insistía tanto en las negaciones, porque todas las demás filosofías eran positivistas y su positivismo fortalecía los egos cada vez más. Viendo que el positivismo te va a dar ideas egoístas y que son un obstáculo entre tú y la existencia; se fue al otro extremo.

Para impedir esta posibilidad se hizo completamente negativo.

No puedes quejarte de ello, porque las ideologías positivistas te ponían en una situación extraña: tienes que dejar el ego para encontrarte a ti mismo, tienes que dejar el ego para encontrar a Dios, tienes que dejar el ego para convertirte en Dios, tienes que dejar el ego para encontrar la liberación última: ¿la liberación de quién? La liberación de ti mismo.

Por tanto, se trataba de lograr algo y los logros siempre son del ego.

Hay un objetivo y el objetivo siempre es del ego. Viendo todo esto, Buda dijo: «No existe el yo. No hay nada que alcanzar y no hay objetivo que conseguir. Nunca has existido, no existes y no existirás. Sólo puedes imaginar, sólo puedes soñar que eres.»

La historia de Chuang Tzu es famosa. Nunca me canso de Chuang Tzu porque sus pequeñas y absurdas historias tienen muchos aspectos que explorar, cada vez puedo relatarlas bajo una nueva luz, con un nuevo significado, desde una nueva perspectiva.

Una mañana se despertó, llamó a sus discípulos y dijo: «Estoy en un grave problema y tenéis que ayudarme.»

Los discípulos dijeron: «¿Hemos venido para que tu nos ayudes y necesitas nuestra ayuda?». Chuang Tzu respondió: «Todo estaba en su sitio, pero esta noche todo se ha alterado: soñé que me había convertido en una mariposa.»

Todos se rieron. Dijeron: «¡Qué tontería! Los sueños no crean ningún lío.»

Chuang Tzu dijo: «Pues este lo ha creado, porque estoy pensando que quizá soy una mariposa pensando, soñando que soy Chuang Tzu. Entonces, ¿quién soy? Quiero aclararlo para poder seguir con mi vida, quiero saber si soy Chuang Tzu o una mariposa.»

Él parece absurdo, pero en realidad está trayendo a la superficie el absurdo de la lógica. Si una mariposa no puede soñar que es Chuang Tzu, ¿entonces cómo puede Chuang Tzu soñar que es una mariposa? Y si Chuang Tzu puede soñar que es una mariposa, entonces no hay objeción lógica a que la mariposa se quede dormida al sol sobre una flor preciosa y sueñe que es Chuang Tzu.

Ninguno de sus discípulos podía ayudarle. Los taoítas han estado usando esta historia como koan durante siglos porque es irresoluble; pero para Buda no lo era.

Chuang Tzu y Gautama Buda fueron contemporáneos, pero estaban muy alejados uno del otro; uno estaba en China y el otro en India. Estaban separados por los grandes Himalayas, por lo que no había comunicación posible; de otro modo Buda habría resuelto el problema de Chuang Tzu, porque él dice: «Ambos son sueños. No importa si Chuang Tzu sueña que es una mariposa o si la mariposa sueña que es Chuang Tzu: ambos son sueños. Simplemente no existes.»

Muchos vinieron a Buda y se volvieron a ir, porque nadie puede hacer de la nada el objetivo de su vida; ¿para qué? Tanta disciplina y tantos problemas para entrar en meditación sólo para descubrir que no eres…; un tipo extraño este Gautama Buda. Somos buenos tal como somos, ¿para qué cavar tan hondo que descubras que no hay nada? Aunque estemos soñando, al menos hay algo.

Mi planteamiento es el mismo, pero desde otro ángulo diferente. Yo os digo que no tenéis un yo, porque sois parte del Universo; no sois una nada. Sólo el Universo puede tener un yo, sólo el Universo puede tener un centro, sólo el Universo puede tener un alma. Mi mano no puede tener alma, mis dedos no pueden tener alma; sólo la unidad orgánica puede tener alma. Y nosotros sólo somos partes. Somos, pero sólo somos partes; por eso no podemos pretender tener un yo.

Por eso Buda tenía razón -no existe un yo-, pero así no ayuda a la gente, a la gente iletrada, porque no pueden descifrar las implicaciones de esa afirmación.

Yo os digo: No tenéis un yo porque sois parte de un gran yo, de la totalidad. No podéis tener un yo propio y separado. Esto aleja la negatividad y no te da el deseo de ser cada vez más egoísta. Así se evitan ambos extremos y se encuentra un nuevo planteamiento: El Universo es, yo no soy. Y cualquier cosa que pase y que parezca estar en mí, ser yo, sencillamente es universal.

Llamarle «yo» es hacerla demasiado pequeña. Eso es lo que la hace falsa; no corresponde a la realidad. Llamarle «yo» la hace irreal, porque el yo sólo es posible si eres totalmente independiente; y no lo eres. No eres independiente ni durante una sola respiración. No eres independiente ni por un momento del sol, de la luna, de las estrellas. La totalidad está contribuyendo en todo momento. Por eso eres.

Reconocerlo no es una pérdida, es una ganancia; y sin embargo no es una ganancia egoísta. Si puedes ver lo sutil que es…, es un tremendo logro entender que eres parte de la totalidad, que la totalidad te pertenece y tú le perteneces a ella. Y sin embargo, a pesar de semejante logro, no hay ni rastro del yo.

Ésta es una de las comprensiones más hermosas, que no estamos separados: no estamos separados de la montañas, no estamos separados de los árboles, no estamos separados del océano, no estamos separados de nadie. Todos estamos conectados, entretejidos en una unidad. La ganancia es inmensa, pero no hay una sensación de yo, de mí, de mío. En lo relativo a estos aspectos, hay un completo silencio y vaciedad. Pero esta vaciedad no está únicamente vacía.

Podemos vaciar esta habitación -podemos sacar todos los muebles, todo lo que hay en la habitación-, y cualquiera que entre dirá: «La habitación está vacía.» Esto es una forma de verlo, pero no es la forma correcta.

La forma correcta es ver que ahora la habitación está llena de vaciedad. Antes existían impedimentos a la vaciedad, estaba cortada en trozos porque había tantos muebles y tantas cosas que no le permitían ser una: ahora es una.

La vaciedad también es. Es existencial; eso no significa que no sea.

Alguien vacío de celos estará lleno de amor, alguien vacío de estupidez estará lleno de inteligencia. Cada vaciedad tiene su propia plenitud. Y si no llegas a ver la plenitud que viene con la vaciedad de manera cierta y absoluta, entonces estás ciego.

No hay yo.

Y eso es un gran alivio.

No tienes que amarlo, no tienes que detestarlo; no tienes que aceptarlo, no tienes que rechazarlo; no tienes que hacer nada, simplemente no está allí. Puedes relajarte, y en esa relajación reside el fundirse en el Universo.

Entonces la nada se convierte en la totalidad.

Buda era muy mísero; nunca diría que la nada es la totalidad. Lo sabía; es imposible que un hombre que conocía la nada hasta ese grado de profundidad no conociera el otro lado de la moneda: la totalidad. Pero era mísero; y lo era por una razón, porque en el momento en que dices «totalidad», el ego se tranquiliza.

El ego dice: «Ningún miedo. Tienes que alcanzar la totalidad. No hay ningún peligro; la totalidad permite la esperanza.» Por eso Buda negaba persistentemente algo que en último término es real. Estaba llevando a la gente hacia ello, pero lo negaba porque en el momento en que lo afirmas, la gente empieza a equivocarse.

Pero me gustaría contároslo todo.

Un día Buda estaba paseando por un bosque. Era otoño, y todo el

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