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Vacíos desde el nacimiento hasta la muerte (página 6)



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7

El barbero decía; «Me he enzarzado en una discusión tan interesante que me he olvidado completamente de ti. Menos mal que ese hombre se tuvo que ir, sino te habrías quedado aquí sentado todo el día. Y a veces ni siquiera cierro por la noche. Simplemente me voy a casa y me olvido de cerrar, y a veces un cliente se queda esperando en el silla mientras yo estoy durmiendo. Alguien tiene que decirle: "Puedes irte. El barbero no volverá a ser visto por aquí basta mañana por la mañana. Está profundamente dormido en su casa. Se ha olvidado de cerrar su taller y se ha olvidado de ti."»

Y si estabas enfadado… A veces entraba gente nueva en su barbería y se enfadaban. Él les decía: «Cálmate. No tienes que pagarme nada. Te he afeitado la mitad de la barba; te puedes ir. No quiero discutir. No tienes que pagarme; no te pido ni la mitad del precio

Pero nadie podía irse de la silla con media barba afeitada, ¡o con media cabeza afeitada! Le pedías que te afeitara la barba y empezaba a afeitarte la cabeza, y para cuando te dabas cuenta, ya había hecho el trabajo. Por eso te preguntaba: «¿Ahora qué quieres?», porque una cuarta parte del trabajo ya está hecho. Si quieres que lo deje así, lo dejo; si no quieres dejarlo así, puedo terminarlo. Pero no te cobraré, porque si dices que no querías cortártelo, entonces es un error mío y debo asumir el castigo. No te cobraré.»

¡Aquel hombre era peligroso! Pero mi abuelo solía decir: «Es peligroso pero es tan amable, y me he identificado tanto con él que me resulta inconcebible que si muere antes que yo, tendré que ir a otra barbería. No puedo concebirlo…; él ha sido mi barbero toda la vida. La identificación se ha hecho tan profunda que puedo dejar de afeitarme la barba, pero no puedo cambiar de barbero.»

Pero afortunadamente mi abuelo murió antes que el barbero adicto al opio.

Puedes identificarte con cualquier cosa. La gente se identifica con otras personas y eso les crea dolor y miseria. Se identifican con cosas, y después se sienten miserables si esas cosas les faltan.

La identificación es la causa raíz de tu miseria.

Y cada identificación es una identificación con la mente. Quédate a un lado, deja pasar la mente.

Y pronto podrás ver que no hay ningún problema en absoluto: el ganso está fuera. No tienes que romper la botella y tampoco tienes que matar al ganso.

Amado Osho,

¿Cuál es la mejor forma de lidiar con el miedo? Me afecta de diversas formas…, desde una vaga incomodidad o un nudo en el estómago, hasta un pánico mareante, como si el mundo se estuviera acabando.

¿De dónde viene?

¿A dónde va?

Es la misma pregunta que acabo de contestar. Todos los miedos son subproductos de la identificación.

Amas a una mujer y con el amor, en el mismo paquete, viene el miedo: ella puede dejarte; ya ha dejado a alguien para venir a ti. Hay un precedente quizás haga lo mismo contigo. Hay un miedo, sientes un nudo en el estómago. Estás demasiado apegado.

No puedes entender un hecho simple: has venido al mundo solo; ayer ya estabas aquí, sin esa mujer, y estabas perfectamente bien, sin nudos en el estómago. Y mañana, si la mujer se va… ¿Para qué hacen falta los nudos? Sabes estar sin ella y serás perfectamente capaz de estar sin ella.

El miedo de que las cosas puedan cambiar mañana… Alguien puede morir, puedes caer en la bancarrota, puedes perder tu trabajo. Hay mil y una cosas que pueden cambiar. Estás cargado de muchos miedos, y ninguno de ellos es válido; porque ayer también estabas cargado de miedos innecesarios. Las cosas pueden haber cambiado, pero sigues vivo. Y el hombre tiene una inmensa capacidad para adaptarse a cualquier situación.

Dicen que sólo el hombre y las cucarachas tienen está inmensa capacidad de adaptación. Esa es la razón por la que allí donde encuentres a un ser humano, encontrarás cucarachas, y allí donde encuentres cucarachas, encontrarás al ser humano. Van juntos, son similares. Incluso en lugares muy alejados como el polo Norte y el polo Sur… Cuando el hombre viajó a esos lugares, de repente se dio cuenta de que había llevado las cucarachas consigo, y estaban perfectamente vivas, sanas y reproduciéndose.

Basta con mirar alrededor de la Tierra para verlo: el hombre habita en miles de climas, situaciones geográficas, situaciones políticas, situaciones sociológicas, situaciones religiosas, y se las arregla para sobrevivir. Y ha vivido durante siglos… las cosas van cambiando, y él se va ajustando.

No hay nada que temer. El mundo puede acabarse, ¿y qué? Tú acabarás con él. ¿Crees que te quedarás en una isla mientras el resto del mundo se acaba y te deja solo? No te preocupes. ¡Al menos tendrás unas cuantas cucarachas a tu lado!

¿Cuál es el problema si el mundo se acaba? Es algo que me han preguntado muchas veces. Pero, ¿cuál es el problema? Si se acaba, se acaba. Esto no crea ningún problema porque no estaremos aquí; acabaremos con él, y no quedará nadie de quien preocuparse. En realidad esta sería la mayor libertad del miedo.

El fin de mundo significa que todos los problemas se acaban, cada alteración, cada nudo en el estómago. No veo ningún problema. Pero se que todo el mundo está lleno de miedos.

Es la misma pregunta: el miedo es parte de la mente. La mente es cobarde, y tiene que ser cobarde porque no tiene ninguna sustancia: está hueca y vacía, y tiene miedo de todo. Y básicamente tiene miedo de que algún día te des cuenta de ello. ¡Eso realmente seria el fin del mundo!

Su miedo básico no es el fin del mundo, sino el hecho de que te hagas consciente, que entres en un estado de meditación en el que la mente tenga que desaparecer. Debido a ese miedo, la mente mantiene a la gente alejada de la meditación, les hace enemigos de gente como yo que estamos intentando que se extienda la meditación, alguna forma de consciencia y observación. Se convierten en mis antagonistas, y no sin razón; su miedo está bien fundado.

Puede que no sean conscientes de ello, pero su mente realmente tiene miedo de acercarse a algo que pueda producir más consciencia. Eso sería el principio del fin para la mente. Eso sería su muerte.

Pero tú no debes tener miedo. La muerte de la mente será tu renacimiento, el principio de la verdadera vida. Deberías estar contento, deberías alegrarte de que la mente muera, porque nada puede darte más libertad. Ninguna otra cosa puede darte alas para volar en el cielo; ninguna otra cosa puede hacer que todo el cielo sea tuyo.

La mente es una prisión.

La consciencia es salir de la prisión, o darse cuenta de que uno nunca ha estado en prisión; sólo pensaba que era así. Todos los miedos desaparecen.

Yo también estoy viviendo en el mismo mundo que tú, pero no he sentido miedo ni por un momento, porque no se me puede quitar nada. Puedo morir, pero estaré viendo cómo ocurre y lo que muera no seré yo, no será mi consciencia.

El mayor descubrimiento de la vida, el tesoro más precioso, es la conciencia. Sin ella vas a estar en la oscuridad, vas a estar lleno de miedos. Y seguirás creando nuevos miedos, sin fin. Vivirás con miedo, morirás con miedo, y nunca podrás probar el sabor de la libertad. Y habrá sido tu potencial en todo momento; en cualquier momento lo podrías haber reclamado, pero nunca lo hiciste.

Es tu responsabilidad.

Amado Osho,

Cuando fuiste a decir adiós a Dadaji en el podio del Salón del Buda, de repente el área donde estabais tú y el cuerpo de Dadaji parecía una película. Ambos parecíais carecer de sustancia. La otra mitad del podio, donde se sentaba Mataji, y el resto del Salón del Buda, donde estábamos todos sentados, parecían normales. Sólo la parte donde vosotros estabais parecía diferente. ¿Qué ocurrió?

La muerte, si ocurre con iluminación, es una experiencia tremenda. Por un lado el hombre muere; por otro lado alcanza la totalidad de la vida.

Cuando toqué el séptimo chacra de mi padre, en la parte alta de su cabeza, los que estaban perceptivos, silenciosos, meditativos, pueden haber experimentado que estaba ocurriendo algo extraño. Según la ciencia secular de la realidad interna, la energía vital del hombre se libera desde el centro, el chacra, en el que vivía.

La mayoría de la gente muere desde el chacra más bajo, el centro sexual. Hay siete chacras en el cuerpo por los que puede salir la vida. El último está en la parte alta de la cabeza, y a menos que estés iluminado, la vida no puede salir por ese chacra.

Cuando toqué el séptimo chacra de mi padre, aún estaba caliente.

La vida lo había dejado, pero era como si la parte física del chacra aún siguiera latiendo debido al tremendo suceso acaecido.

Fue un suceso extraño. Y en ese momento, a muchos os puede haber parecido que la pequeña sección del podio donde yo estaba junto al cuerpo de mi padre estaba en otro mundo. Y lo estaba, en cierto sentido, porque estaba en otro nivel. Justo a sus pies estaba mi madre… y diez mil sannyasins en el Salón del Buda: ese era el mundo normal.

Pero había ocurrido algo anormal. El chacra aún estaba caliente, el cuerpo parecía estar aún disfrutando del fenómeno. Si tienes ojos para ver, tenías que ver la diferencia.

Es bueno que tu visión haya percibido la diferencia. Es una diferencia de niveles. Todo el mundo vive en el nivel más bajo y aquí, en la escuela de misterios, el esfuerzo se centra en llevar a todo el mundo al más alto.

Poco a poco, avanzando de un centro al otro, tú también irás sintiendo algunas cosas en tu cuerpo. Por ejemplo, si estás existiendo en el centro sexual, descubrirás que hay una división sutil: debajo del centro inferior y encima del centro inferior.

Puedes sentir que hay una división entre la parte inferior del cuerpo y la superior, porque la parte inferior del cuerpo no tiene centros, no tiene chacras. Es así para todos. Donde quiera que esté la persona, la parte del cuerpo debajo del centro sexual se queda igual; son nuestras raíces en la tierra.

Pero si tu centro cambia y pasas a un nivel superior -por ejemplo si tu corazón se convierte en tu vida misma- volverás a ver que el cuerpo queda separado en dos partes: por encima y por debajo del corazón. Donde quiera que esté tu energía, habrá una línea de separación.

Cuando llegas al séptimo chacra, entonces todo el cuerpo queda por debajo de él y ya no hay división. El séptimo chacra sólo es parte del cuerpo en cierto sentido; está por encima del cuerpo, es como una línea pulsante que toca tu cabeza. Todo tu cuerpo se unificará y por primera vez verás que no hay divisiones; es algo que podrás observar.

Con cada chacra que entre en funcionamiento, tus acciones cambiarán, tus respuestas cambiarán, tus sueños cambiarán, tus aspiraciones cambiarán, toda tu personalidad experimentará un cambio. A medida que te traslades hacia arriba, empezarás a percibir nuevas dimensiones a las que antes no tenías acceso.

Por ejemplo, el centro corazón está casi en el medio; hay tres centros por encima de él y otros tres por debajo. El hombre del corazón será el hombre más equilibrado. Sus acciones, sus sentimientos, todo lo que haga estará sutilmente compensado, habrá un equilibrio, Nunca estará agitado; estará en armonía.

En otras palabras, ha encontrado el centro de su vida. exactamente el camino del medio. No verás extremos en él y como todos los extremos han desaparecido de su vida, tendrá una visión equilibrada de todas las cosas. No será de derechas, no será de izquierdas; siempre será justo e imparcial.

Si el mundo funcionara según mi criterio, yo elegiría para magistrados y jueces sólo a personas que estuvieran en su centro cardíaco, porque sólo ellos pueden ser justos e imparciales. No se trata de una cuestión de cualificaciones intelectuales o de experiencia: es una cuestión de equilibrio interno.

La historia sufí dice… Mulla Nasruddin es elegido como magistrado honorario. Aparece el primer caso. Oye a una de las partes y declara al tribunal: «En cinco minutos vuelvo con el veredicto.»

El empleado de los juzgados no podía creérselo: ¡no había oído a la otra parte! El empleado le susurró a la oreja: «¿Qué haces? ¿Es que no ves nada? Sólo has oído a una de las partes, a un lado. El otro está esperando y sin oírlo no puedes emitir ningún veredicto.»

Mulla Nasruddin dijo: «No trates de confundirme. Ahora mismo estoy completamente claro. Si oigo también al otro bando, seguro que me quedo confuso.»

Estas historias sufíes no son historias ordinarias, son extraordinarias. Está diciendo que cada juez sólo escucha a una de las partes porque ya tiene prejuicios mentales; no es capaz de escuchar a los dos lados. Para eso se necesita un tipo de hombre completamente diferente, en el que ningún educador en leyes y jurisprudencia ha pensado siquiera.

Nadie piensa; pides al juez que sea justo, pero tiene prejuicios mentales. Ni siquiera puede escuchar las dos historias con la misma claridad; imposible. Sólo está aparentando. En todos los tribunales del mundo se aparenta.

Y ahora que he estado en los tribunales puedo ver, y decir con absoluta autoridad, que no escuchan a ambos bandos. ¡Simplemente no pueden hacerlo! No me estoy quejando: simplemente estoy afirmando un hecho. Su educación está equivocada.

A medida que empiezas a ascender por encima del centro corazón, comienzan a ocurrirte cosas que nunca antes habían sido parte de tu vida. El segundo chacra por encima del corazón es la garganta. Si ese chacra tiene energía de vida, entonces todo lo que dices tendrá una profunda autoridad. Sin esfuerzo por convertir a nadie, convierte porque convence.

El chacra que queda por encima de éste es el más famoso y conocido: el que está en la frente entre los ojos. El tipo de energía que se mueve a través de agnya chacra, el sexto, tiene una profunda influencia hipnótica. Es dirigida…, la persona no hace nada; simplemente ocurre, sus ojos se llenan de un magnetismo desconocido.

El hombre con el séptimo chacra abierto tiene la capacidad, el florecer intrínseco, y su presencia se vuelve contagiosa. Por debajo del séptimo, la presencia no es contagiosa; con la apertura del séptimo chacra, es como si la consciencia floreciera y hubiera una fragancia, un aura.

Quien esté disponible a esta presencia, a este aura, sentirá la frescura de una brisa, la frescura que sientes después de una ducha. Y muchas cosas podridas –basura con la que has estado mezclado, luchas- simplemente desaparecerán de tu vida. Un simple toque de esta clase de hombre será transformador.

Pero aquella tarde algo se estaba filtrando; y lo que notasteis fue un fenómeno energético; muchos otros deben haber notado lo mismo.

Respondo a este tipo de preguntas para que toméis consciencia de vuestra situación y comencéis a ascender.

Amado Osho,

¿Te sorprendes alguna vez? Y si es así, ¿quién sorprende a quién?

No hay nadie a quien sorprender ni que se sienta sorprendido. Estoy tan ausente como lo estaré cuando me muera, con una pequeña diferencia…, que ahora mismo mi ausencia tiene un cuerpo, y entonces, mi ausencia no tendrá cuerpo.

Capítulo 20

Todo está Ocurriendo Silenciosamente

Amado Osho,

Para mí, estar aquí contigo es como si hubiera llegado al final de un largo viaje, no deseo estar en ninguna otra parte. Mi corazón debería saltar muy alto y debería rebosar de dicha, pero me miro a mí mismo, cómo llevo este gran regalo de estar contigo, y parece que sólo experimento una gran sensación de calma. La felicidad y la tristeza siempre están en mí simultáneamente y es como si se cancelaran mutuamente. Es como si mi llama de vida ardiera constantemente pero a un nivel bajo, y eso me preocupa.

Esta cuestión de si estoy viviendo con la suficiente intensidad siempre está conmigo y consume mi energía todavía más. Por favor destrúyela.

Es bueno que te sientas tranquilo y en calma, en lugar de extático, emocionado, porque cada éxtasis, cada subida anímica acabará bajando; no puede permanecer elevada para siempre. Eso quema tu energía y la quema intensamente. Y no dispones de una fuente inextinguible; como individuo, en el cuerpo, lo que tienes es limitado.

Estar conmigo en silencio y en calma, pacíficamente, es lo correcto; puedes afrontarlo. Incluso con los recursos limitados de los individuos, el estado de calma mental puede permanecer para siempre.

He visto venir a mí a ambos tipos de personas. Los que vienen y se animan en exceso, pronto se agotan, y cuando se agotan se enfadan conmigo; cuando se agotan se convierten en enemigos en lugar de amigos. Obviamente, para ellos soy la causa de su crisis, y no pueden perdonarme. En lo profundo de su mente tienen la idea de que se les dio un éxtasis y ahora se les ha retirado.

Yo no os doy nada y ni retiro nada, Lo que ocurre en vosotros simplemente ocurre en vosotros; yo sólo soy un agente catalizador. Por eso lo mejor que puede ocurrirte es una profunda calma. Es más fiable porque te va a durar toda la vida: quizá incluso más allá de la vida.

En tu pregunta, estás confundiendo lo que ocurre en mi presencia, conmigo, y la intensidad de tu vivir. Yo enseño a la gente a vivir intensamente para que puedan trascender rápidamente sus deseos, su agitación. Si viven miserablemente, como vive mucha gente, entonces no hay esperanza de que puedan experimentar la trascendencia en esta vida.

No mezcles eso con tu estado, porque tu calma es el principio de la trascendencia. Por eso sientes que tu felicidad y tu tristeza suceden simultáneamente. Eso no puede ocurrir: o te sientes feliz o te sientes triste. No puedes estar tristemente feliz ni felizmente triste. ¡Sería una situación muy extraña!

Lo que ocurre es que tu calma te da esa impresión, porque en ella sientes algo que pertenece a la felicidad y algo que pertenece a la tristeza. La tristeza no está totalmente equivocada; la felicidad no está completamente acertada.

La parte esencial de la felicidad es un sentimiento de bienestar, que sientes en la calma, por eso piensas que eres feliz. Y la parte esencial de la tristeza es el silencio, que también sientes en la calma, Estas dos cosas pueden existir juntas, de hecho, sólo pueden existir juntas.

Un sentimiento silencioso de bienestar…, cualquier cosa que pase, está perfectamente bien. No me pidas que lo destruya, pídeme que lo potencie. ¡No hagas de ello un problema! No lo es. Es un tremendo regalo que el maestro nunca da y el discípulo siempre recibe.

Hay cosas que el maestro nunca dice y el discípulo siempre oye. Es uno de esos fenómenos misteriosos que el maestro no te transmite; pero tú lo recibes, surge dentro de ti.

Es como el amanecer, cuando millones de pájaros empiezan a cantar. Ni siquiera son conscientes del amanecer, pero la presencia del sol activa algo en sus corazones; el sol no es consciente de todos los pájaros. Millones de flores abren sus pétalos de repente. El sol no va a cada una de las flores a decirle: «¡Despierta! Ya es la hora, he venido.» Y las flores tampoco son conscientes de por qué abren sus pétalos, de por qué liberan su perfume. Todo sucede en silencio. Es necesaria la presencia del sol, pero esa presencia no hace nada. Basta con que esté allí.

Gurdjieff solía decir que la situación de la mente humana es como la de una clase de párvulos. Cuando el maestro sale, todos los niños comienzan a gritar, a berrear y a dar saltos, y ocurren todo tipo de cosas, se tiran libros unos a otros… Y entonces aparece el maestro y se vuelve a hacer un completo silencio. Dejan de gritar, de saltar, de tirar libros…, todo eso se detiene. Todos se inclinan sobre los libros y aunque no estén leyendo, lo aparentan.

Hay una cosa cierta, que la presencia misma del maestro marca la diferencia. No hace nada, no dice nada. Si tiene que decir algo, si tiene que hacer algo, no es un maestro; no es respetado, no es amado. Los niños no sienten que valga lo suficiente como para comportarse de manera diferente en su presencia de lo que se compartan en su ausencia.

En las antiguas escrituras orientales se comenta esta cuestión una y otra vez, porque ha sido una de las preguntas eternas: ¿Debe el discípulo respetar al maestro o no? Todas las religiones organizadas han decidido que debería respetarlo.

Yo he hablado con distintos líderes religiosos y les he dicho: «Eso es erróneo. El discípulo no debe respetar. El maestro debe ser respetable.» Es algo completamente distinto. El maestro debe llevar el peso; debe ser amable, debe ser respetable. No pongas la responsabilidad en el discípulo, que después de todo es un discípulo, un alumno. Le resulta fácil errar.

En la universidad, durante el discurso de apertura de curso, uno de mis vicecancilleres dijo que el respeto por el profesor está desapareciendo del mundo estudiantil y eso es peligroso. Ordinariamente nadie se levanta en un discurso de apertura, porque no es el lugar adecuado para tener un debate, pero yo me puse de pie y dije: «Antes de que diga nada más, permítame corregirle. Tiene razón en el hecho de que el respeto está desapareciendo entre la comunidad estudiantil, pero su conclusión es desacertada. La responsabilidad no es de los estudiantes sino de los profesores. ¿Puede decir con certeza que los profesores se merecen el respeto? ¿Y si no puede decir con certeza que los profesores merecen respeto, por qué hacer al estudiante responsable de toda la situación? Si el profesor se merece el respeto, la cuestión del respeto por parte del estudiante no surgirá en absoluto.»

Y le dije: «Se lo digo por propia experiencia.» En aquel momento había sido profesor de aquella universidad durante cinco años y no me había encontrado ni un sólo estudiante que no fuera respetuoso. «Y si se encuentra con estudiantes que no sean respetuosos con usted, debería ir a casa y pensar en ello. Usted debe haberse equivocado en algo. En algún lugar debe haber perdido su valía.»

Hubo un gran silencio en todo el auditorio. Los profesores estaban consternados, los estudiantes conmocionados, el canciller se quedó congelado como una estatua, y el vicecanciller, canciller no sabía qué decir. Yo dije: «Puede ver el silencio; yo no he dicho a nadie que se quede en silencio, pero la mayoría de ellos son estudiantes míos o lo han sido, y saben a qué me refiero.»

Y el vicecanciller tuvo que retirar sus palabras. Dijo: «Puedo entenderlo. La responsabilidad siempre debe estar de lado de la persona más fuerte, no de la más débil. El estudiante es débil, es un alumno, no tiene poder; el profesor tiene todos los poderes, toda la formación, toda la autoridad…" Y si no puede granjearse el respeto, él es el responsable. Tienes razón.»

Pero uso la palabra «granjearse.», Yo no dije nada, aunque esa era una palabra equivocada. «Granjearse» algo significa que piensas en ello, que usas ciertas tácticas, ciertas estrategias para conseguirlo. Un verdadero maestro simplemente llega ante sus discípulos y ocurre el silencio, ocurre la calma.

Y lo mismo pasa con vosotros. No tenéis que preocuparos de vivir intensamente. Si puedes vivir esta calma, si esta calma puede convertirse en tu vida misma, a la que la felicidad y la tristeza contribuyan con su belleza esencial, entonces no te hace falta pensar en la gente que habla de éxtasis. Su éxtasis desaparecerá en dos días; tu calma estará contigo más allá de la tumba.

Amado Osho,

Sólo en momentos de amor siento mi cuerpo bailar, con alegre dulzura, y sólo en momentos de amor es cuando los músicos crean la música que toca el corazón. Sentir la música moviendo mi cuerpo y la danza moviendo los dedos de los músicos es para mí la más hermosa de las experiencias.

¿Puedes decir algo al respecto, por favor?

Es un momento precioso y una preciosa experiencia; pero en la vida hay mucho más. Hay mucho más que la música, porque después de todo la música es sonido, y también está el silencio. La música es muy hermosa, pero no deberías olvidar el silencio. La danza es muy hermosa, pera hay algo más allá: un estado de consciencia absolutamente inmóvil… sin danza.

Hay bellezas y bellezas… y hay categorías. La música y el baile son muy físicos. Son muy bellos en sí mismos, pero uno no debería quedarse estancado en ellos, uno no debería detenerse por ellos, Deberían abrir la puerta del reino superior. Por ejemplo, si realmente eres amante de la música, pronto olvidarás la música y entrarás en el silencio. Si realmente estás muy apegado a la danza, pronto desaparecerá y podrás estar es un estado de ser inmóvil.

En China hay una antigua historia. Un hombre declaró que era el mejor arquero, fue al rey y le dijo: «Estoy dispuesto a aceptar cualquier desafío. He practicado el tiro al arco durante treinta años y se que no hay nadie en todo el imperio que pueda competir conmigo. Se debería declarar…, se debe conceder un tiempo, y si alguien quiere competir conmigo, estoy preparado; si nadie se presenta tienes que declararme campeón de todo el imperio, el maestro arquero.»

El rey sabía que era el mejor arquero que había visto y que lo que decía no era fanfarronería, sino que era verdad. En todo el imperio no había nadie que se le acercara siquiera; así de profundamente había entrado en su arte. Pero había un anciano que era el constante compañero del rey…; era su sirviente, pero el rey le respetaba mucho porque su padre había muerto pronto y este sirviente casi había sido un padre para él; le había protegido, le había disciplinado, le había educado para ser rey, y se las había arreglado para ponerle en el trono, para hacerle emperador. Este hombre estaba sentado en el suelo junto al trono y se puso a reír.

El rey dijo: «¿Por qué te ríes? Lo que dice es verdad. Conozco a este hombre y conozco su habilidad con el arco. No falla la diana ni con los ojos cerrados; puede matar un pájaro en pleno vuelo con los ojos cerrados. No hay nadie que pueda compararse a él.»

El anciano dijo: «Eres demasiado joven. Yo conozco a otro hombre ante el que éste sólo es un aficionado. Es muy anciano, es muy mayor; mayor que yo. Vive en lo profundo de las montañas. Antes de declarar campeón a este hombre, debe encontrarse con el anciano. Encontrarse con él será suficiente; no hará falta ni competir.»

Éste era un gran reto… con encontrarse será suficiente, no hará falta ni competir. No puedes competir con ese hombre. Es un maestro. Y le mostró el camino hasta el lugar donde se encontraba, la cueva donde vivía. El arquero se introdujo muchos kilómetros dentro de las montañas, hasta que finalmente encontró la cueva y después de echar una ojeada se echó a reír: en la cueva no había ni arco ni flechas; ¿qué clase de maestro era aquel? y era tan viejo, quizá noventa o noventa y cinco años o más. No podría dar en la diana, Sus manos temblarían; ¡era tan anciano! Pero el hombre dijo: «He sido enviado por el rey para encontrarme contigo.»

El anciano dijo: "He recibido el mensaje del rey, pero antes de tener el encuentro contigo quiero hacerte una pequeña prueba. ¡Yo no acepto cualquier encuentro! Como mínimo debes ser capaz de ser un arquero. Tendrás que superar una pequeña prueba.» Ni siquiera le planteaba que fuera maestro arquero…; quería probar si tenía alguna capacidad como arquero, algún talento, algo de genio.

El anciano salió de su cueva, se dirigió al joven y le dijo: «En el momento que te vi venir con tu arco y tus flechas, supe que eras un aficionado, porque el verdadero maestro no necesita hacer estas cosas. No has oído nunca un antiguo proverbio que dice: cuando un maestro alcanza la genialidad última, si es un arquero tira lejos de sí el arco y las flechas; si es músico, tira lejos de sí su instrumento musical; si es pintor, tira lejos de sí sus pinceles y lienzos.»

El arquero de respondió: «Lo he oído pero nunca lo he comprendido.»

El anciano dijo: «Pues ahora has llegado al lugar donde lo entenderás. Ven conmigo.» Había una roca prominente colgando sobre el valle, que tenía cientos de metros de profundidad. Si te caías de la roca no había posibilidad de salir vivo; de hecho, sería imposible hallar tu cuerpo completo, quedarías desparramado. Aquél era un valle peligroso.

El anciano se puso a caminar sobre la roca prominente mientras el joven se quedó allí al lado, temblando, sin avanzar sobre la roca. El anciano avanzaba y el joven estaba temblando. El anciano le dijo: «Deja de temblar. Esa no es la marca de un maestro arquero.» El andana llegó hasta el extremo de la roca: la mitad de sus pies pendían sobre el vacío. Mientras estaba allí de pie le dijo al joven: "Ven y ponte a mi lado."

El joven dio un paso, dio dos pasos, y después cayó al suelo, temblando, todo le daba vueltas. Dijo: «tendrás que perdonarme. No puedo llegar hasta donde tú estás. ¡Sólo un pequeño error, un poco de brisa, un despiste, y me caería para siempre! He venido aquí a tener un encuentro contigo, no a suicidarme. Me resulta increíble que estés ahí de pie.»

El anciano le dijo: «Esto es lo que el arte del arco proporciona al hombre: un corazón firme, una mente inmóvil. Ya no necesito el arco y las flechas. Se que has echado una mirada por mi cueva y he podido ver tu sonrisa sutil: "¿Cómo puede este hombre ser un arquero?". Ahora te mostraré mi arte con el arco.»

Miró hacia arriba y en ese momento pasaban nueve pájaros volando; y mientras miraba, los nueve pájaros fueron cayendo al suelo. Él dijo: «Si estás absolutamente inmóvil por dentro, basta con los ojos; no hacen falta flechas. Así es que vuelve y practica. Aún estás lejos de ser un campeón, aunque no soy tu competidor. Si te hubieran declarado campeón, yo no lo habría impedido, ¿a quién le importa? Tus campeonatos y tus títulos son juegos de niños.

«Pero el anciano del palacio me conoce. Mientras yo viva, no puedes ser un campeón; podrás ser un campeón si realmente entras a fondo en el arte del arco, practica. Y sólo yo puedo hacerte campeón, no el rey. ¿Qué sabe él del tiro con arco? Por eso debes decirle: "No tienes ninguna autoridad." Si estoy vivo iré a verte en el momento apropiado. O enviaré a alguien; dejaré hechos los preparativos aunque me haya muerto.»

Pasaron diez años y el anciano se estaba muriendo. Llamó a su hijo que vivía en un pueblo del valle -que también era muy viejo- y le dijo: «Vete a ver a este arquero y coméntame su situación.»

Se presentó allí. El arquero fue muy amable, estaba muy feliz de que el anciano se hubiera acordado de él y hubiera enviado a su hijo. El hijo vio un gran arco colgando de la pared y preguntó: ¿Qué es esto?».

Y el arquero dijo: «Antes sabía lo que era…, ahora no lo sé. Tendré que preguntar; alguien debe saberlo.»

Pero el hijo añadió: «He oído que eres un arquero.»

Él dijo: «Solía serlo en mi juventud, y en la juventud todo el mundo es un poco alocado. Solía serlo, pero tu padre me hizo recuperar el sentido.»

Ésta es la información que le llegó al anciano: aquel hombre había olvidado el nombre del arco. El anciano le dijo: «Eso significa que ha dado la prueba de su valor. Tendré que bajar antes de morir y declararle campeón, maestro arquero.»

Ahora él también podía hacerlo: con sólo mirar a un pájaro le bastaba para matarlo. Bastaba con los dos rayos que le salían de los ojos, porque su ser interno estaba tan sólidamente inmóvil que esos dos rayos eran como flechas. Él dijo: «Ahora comprendo el significado del viejo proverbio: El músico rompe su instrumento cuando realmente se convierte en un maestro. ¿Entonces, para qué sirven los instrumentos? Aún siguen siendo parte del mundo del sonido y la música real es el silencio.»

Cuando escuchas la música, lo que realmente te toca el corazón no es el sonido, sino la apertura entre dos sonidos. Todo el arte de la música consiste en llevar esa apertura a tu corazón. Pero si un hombre puede incorporar esa apertura en su presencia y te hace entrar en un profundo silencio, conocerás la verdadera música. Entonces sabrás que lo que pensabas que era la música sólo era el entrenamiento preliminar. Y lo mismo es verdad para la danza, lo mismo es verdad para cualquier arte creativo. La apariencia no es la realidad; sólo es un disposit¡vo para que puedas tomar consciencia de algo intangible, oculto, más allá.

Es bueno amar la música, es bueno amar la danza, es bueno tocar música, es bueno bailar; pero recuerda, eso no es el final. Tienes que ir muy lejos -lejos de la música, lejos de la danza- para comprender la verdadera belleza de cualquier arte creativo. Todos los artes creativos te traen a tu ser interno en el que sólo hay calma, completa quietud, absoluto silencio.

Entonces puedes decir: «He oído lo que no puede ser oído. Y he visto lo que no puede ser visto.»

Amado Osho,

Hasta ahora no he tenido muchas experiencias sexuales, pero últimamente estoy más activa sexualmente. Parece que evito a los hombres, heterosexuales y deseo a los homosexuales.

No se si me estoy alejando del sexo porque tengo miedo, o si estoy yendo hacia la gente que realmente me gusta y necesito. ¿Podrías poner alguna luz en esto?

Es posible que si has estado evitando el sexo durante algún tiempo y ahora te estás volviendo a interesar en él, tengas que ir despacio.

Sentirte atraída hacia los homosexuales es un paso. Finalmente te sentirás atraída por los heterosexuales. El homosexual está a mitad de camino. No tiene nada de malo, es bueno ir poco a poco, madurar gradualmente.

Y también es posible que la person homosexual sea una persona que te guste, que ames, que merezca tu amor. Su homosexualidad puede ser algo secundario. Si es algo secundario, entonces quizá te puedas quedar con esa persona el tiempo suficiente; pasar de no tener contacto sexual o tener muy poco, a un hombre heterosexual, un salto directo, será demasiado para ti y puede ser peligroso. Puede que te devuelva a la evitación.

Está perfectamente bien que ames a un homosexual. Si es una persona que merece amor, aún mejor; en cualquier caso su homosexualidad te va a ayudar tremendamente para llegar a la persona heterosexual.

Estos son los cuatro estadios: la persona autosexual evita la sexualidad. Quiere contener la sexualidad dentro de sí misma, es una especie de persona tacaña, y este tipo de gente suele sufrir de estreñimiento.

Actualmente esto es un hecho psicológico bien establecido. No hay forma médica de librarles del estreñimiento; su estreñimiento no tiene una causa corporal, sino mental.

Debes recordar que el centro sexual está en la mente, no en los genitales. Y, a propósito, es muy curioso que el centro sexual y el centro de la alimentación están muy cerca uno del otro; demasiado cerca. Por eso una persona que detiene su actividad sexual comienza a comer demasiado. La energía del centro sexual comienza a rebosar al centro siguiente, que es el de la alimentación. Se hace adicta a la comida; mira al alimento de la misma forma que un amante mira a su amada.

El segundo estadio es la homosexualidad. Es un poco mejor que ser autosexual, que estar confinado en ti mismo; ahora al menos conectas con tu mismo sexo. Pero sigue habiendo un confinamiento

-aunque sea un confinamiento menor- el hombre al hombre, la mujer a la mujer.

El tercer estadio es el heterosexual, la madurez sexual, cuando vas más allá de tu feminidad o de tu masculinidad, cuando trasciendes tu clase y vas hacía la opuesta. Y como la tensión entre opuestos es muy grande, el amor florece a gran escala.

Existe el amor entre homosexuales, pero no hay tensión en él. No deja de haber una razón por la que los homosexuales son llamados gays, porque no hay tensión, no hay lucha; siempre están sonriendo, siempre parecen felices. Es una felicidad superficial.

Los heterosexuales están enamorados y están en conflicto. Se ríen profundamente, lloran profundamente, luchan profundamente, sienten mucho el uno por el otro; todo es profundo debido a la tensión. Se les conoce como los enemigos íntimos. La intimidad es profunda y la enemistad también es profunda.

El cuarto estadio es el asexual, cuando estás harto y has visto todo lo que el sexo puede proporcionarte -sus miserias, sus placeres, sus luchas, sus amistades- y poco a poco vas viendo la rutina, la misma rueda en movimiento. Para acabar con el aburrimiento de ver que es la misma rueda la que se mueve, puede que cambies de compañero; eso te da energía para unos días más, pero después vuelve el aburrimiento.

Cuando estás completamente aburrido del sexo, entonces viene el cuarto estadio que es asexual. Por primera vez eres completamente libre.

En el primer estadio estabas muy confinado en ti mismo; en el segundo estabas confinado a los de tu clase: el hombre al hombre, la mujer a la mujer. En el tercero era mejor, pero seguías estando confinado: el hombre a la mujer y viceversa, la misma especie.

El cuarto estadio está completamente libre de sexo: ¡ya lo has conocido, ya lo has comprendido. Su trabajo se ha acabado. Ya no es una carga para ti, ya no es un deseo para ti, ya no es una tensión. Te sientes ligero, y por primera vez disfrutas de estar solo.

Para mí éste es el verdadero celibato, no el celibato que tiene que practicarse. Llegas al verdadero celibato pasando por todas estas experiencias, y el verdadero celibato tiene que ser comprendido: no es antisexual, sólo es asexual. No manifiesta un antagonismo, no tiene actitudes "anti". En el cuarto estadio puedes disfrutar del sexo como diversión, como un simple juego biológico.

Por eso no tienes que abandonar el sexo; puedes dejarlo…, puedes dejarlo o puedes mantenerlo. Pero ha perdido todos los antiguos significados y las antiguas implicaciones, todas las viejas ataduras, las viejas luchas, los celos; todo eso se pierde. Si se acaba, se acaba; si continúa, entonces sólo es una amistad casual, ya no supone ataduras, ya no hay condiciones.

* Gay = alegre. (N. del T.)

Amado Osho,

Ha habido pocas mujeres iluminadas en el mundo, y ninguna, que yo sepa, en este siglo. ¿Hay esperanza para nosotras las mujeres?

No es difícil; pero el hombre no lo ha permitido. El hombre sufre de un profundo complejo de inferioridad, y para reprimirlo, mantiene a la mujer en una posición inferior de todas las formas posibles; si se le permitiera ser libre, si se le permitiera usar sus talentos, su genio; el gran miedo del hombre es que ella pueda demostrar que es superior en muchas dimensiones. Ella tiene muchas cosas que al hombre le faltan.

Naturalmente el único camino simple era cortar a la mujer todas las vías posibles de crecimiento. Por eso todas las mujeres se han quedado retrasadas. Sus raíces han quedado cortadas: no se les ha dado educación, no se les ha permitido moverse libremente en la sociedad, no se les ha dejado tener amigos del otro sexo.

Esto ha sucedido durante miles de años. Naturalmente si la mujer no puede convertirse en científica, si la mujer no puede convertirse en poeta, si la mujer no puede convertirse en una gran arquitecta, en una gran escultora, entonces el tema de la iluminación femenina se hace muy difícil. Hay muchos pasos intermedios que han sido retenidos completamente. Toda mi visión consiste en volver a poner esos pasos.

Y estoy tratando de volver a poner esos pasos, de forma que cualquier mujer, sean cuales sean sus cualidades, tenga todas las posibilidades, libertad y apoyo para crecer. Algunas mujeres crecerán y se iluminarán, pero esta posibilidad no ha existido anteriormente.

Por eso es verdad que no has oído hablar de mujeres iluminadas, en particular en este siglo, aunque ha habido unas cuantas mujeres que, a pesar del gran aprisionamiento de su ser, se iluminaron. Pero no son la regla, son excepciones. Simplemente prueban una cosa: que el hecho de ser mujer no te cierra el camino de la iluminación.

Una mujer fue Rabiya al-Adabiya, en Arabia, otra fue Meera, en India, otra mujer existió hace muchísimo tiempo, en los tiempos del Rig Veda; eso puede haber sido hace cinco mil años, o noventa mil años, los eruditos aún no lo han decidido…; pero estas mujeres se pueden contar con menos de diez dedos.

Pero son prueba suficiente de que el hecho de ser una mujer no significa que la iluminación no sea para ti. En lo que me concierne, siento que como se os ha impedido iluminaros, e incluso avanzar en esa dirección, ahora tenéis más posibilidades que los hombres por la simple razón de que la tierra que no ha sido usada durante años es más fértil, sólo necesita semillas… Eso significa: «¡De acuerdo, Maneesha!»

Capítulo 21

El momento más dichoso: cuando no puedes encontrarte a ti mismo

Amado Osho,

Cuando me siento ante ti y te oigo hablar, siento como si ocurriera un proceso de ósmosis. Siento que no escucho de una manera intelectual. ¿Es la forma correcta de hacerlo o me estoy perdiendo algo?

Esa es la forma correcta.

Si me escuchas intelectualmente te estás perdiendo, no algo, sino todo. La escucha intelectual es una especie de sordera. Cuando digo algo, puedes escuchar la palabra. Tienes una mente, y en tu mente una biblioteca con todos los prejuicios, filosofías, ideologías. La palabra tiene que pasar a través de todos esos patrones preconcebidos, y para cuando llega a ti ya no es la misma.

Pasando por el proceso de escucha intelectual ha cambiado tantas veces que cuando llega es absolutamente otra cosa. Y sin embargo racionalmente parece ser lo correcto; encaja en tu mente. El proceso de escucha se las ha arreglado para cortado aquí y allá, cambiarlo aquí y allá; coloreado aquí y allá; para hacer de ello lo que tú quieres que sea no lo que es. Y estarás de acuerdo en que se convierte en tu propia idea: no tiene nada que ver conmigo.

Escuchar intelectualmente es no escuchar en absoluto. Es una forma de evitación. La forma correcta es que no pongas tu mente en medio y me dejes llegar hasta tu ser más interno sin barreras. Entonces habrá un entendimiento. Entonces habrá una comunión, una escucha real. porque has cambiado en el proceso mismo de escucha.

El acuerdo que surge en tu ser no es un acuerdo mental, es un acuerdo con otra cosa, de la que tu mente no sabe nada. La mente siempre es vieja y la verdad siempre es nueva; nunca se encuentran, nunca coexisten.

Tienes mucha suerte de poder escuchar de la forma correcta, poniendo la mente a un lado y dejando que yo me sumerja profundamente en ti. Entonces, aunque se usen palabras, lo que se ha transmitido es el silencio. Aunque se hayan usado palabras, lo que no puede ser dicho ha sido dicho; al menos se ha oído.

Y lo importante no es decir; lo importante es oír.

La escucha correcta implica que nunca preguntarás cómo hacerlo.

Por ejemplo, si hablo del silencio y escuchas de la forma correcta, nunca preguntarás cómo estar en silencio porque lo habrás saboreado en la escucha misma. Lo habrás experimentado en la escucha misma: la ventana se ha abierto.

La gente que escucha intelectualmente a continuación preguntará cómo hacerlo. Esa pregunta sobre cómo hacerlo indica que no han captado lo que se les estaba transmitiendo.

No son sólo palabras lo que os estoy diciendo: os estoy transmitiendo mi corazón mismo. Las palabras sólo son vehículos. Los vehículos llegarán a través del intelecto, pero yo me quedaré atrás. Cuando escuchas sin mente, el vehículo no es lo importante; su única utilidad es la de ayudarme a llegar hasta ti. Es la mano que tiendo para poder tocar tu corazón.

Amado Osho,

Recuerdo lo que decías de los ojos, de mirar a la gente a los ojos y lo de que uno se oculta cuando no mira a los ojos. Después de ese discurso me quité las gafas, que había estado llevando desde que tenía un año de edad. Al no llevarlas, me di cuenta de que estaba más abierto a mirar a los ojos de los demás y sentí un gran poder en mis ojos. ¿Hablarías, por favor, de la necesidad psicológica de llevar gafas?

Esto es algo a entender, algo verdaderamente significativo. Ningún animal necesita gafas. Es muy extraño que el hombre necesite gafas.

Existen dos razones: la primera es la razón fisiológica y la segunda es la psicológica.

La fisiológica es que nuestra forma de ayudar a las madres durante el parto es básicamente errónea. Por ejemplo, el niño ha estado en una profunda oscuridad durante nueve meses; sus ojos son muy delicados, frágiles. En cualquier hospital que nazca, se encontrará inmediatamente después de nacer con luces muy brillantes a su alrededor. Éste es el primer shock para todo su delicado sistema ocular. Y los ojos son la parte más delicada del cuerpo: más suaves que los pétalos de rosa, son muy frágiles y muy importantes, porque el ochenta por ciento de tu experiencia de vida depende de ellos. Los otros sentidos sólo contribuyen con el veinte por ciento.

Esa es la razón por la que un ciego de repente suscita una profunda compasión en ti. El sordo no suscita la misma compasión. A él también le falta algo: no puede oír. El mudo no puede hablar… El cuerpo puede estar lisiado de la forma que sea, pero nada suscitará en ti más compasión que el ciego. Inconscientemente, sin razonarlo, comprendes que el ciego es el más pobre de ellos.

El ochenta por ciento de su experiencia de vida está cortada; está viviendo sólo un veinte por ciento. Su vida no tiene color, en su vida no existe una experiencia de la belleza, en su vida no hay una experiencia de la proporción. Su vida ha perdido los preciosos atardeceres y las noches estrelladas. Sus ojos se han perdido millones de otros ojos que están cargados de experiencias; y entrar en contacto con ellos es entrar en contacto con distintos mundos.

Pero la forma que tienen los hospitales de atender a los recién nacidos es peligrosa. En primer lugar estropean los ojos. En segundo lugar destruyen la confianza del niño. El niño ha vivido durante nueve meses en el útero de la madre con una confianza tremenda: no tiene ninguna duda. Tiene todo lo que puede desear; de hecho, lo tiene antes de desearlo. Ninguna responsabilidad, ninguna preocupación, ninguna cuestión en relación al tiempo. No piensa en el mañana y no tiene recuerdos del ayer. Vive momento a momento, en completa alegría. No hay nada que le ponga triste, nada que le haga miserable.

Pero en el momento de nacer, toda su vida sufre un gran cambio, muy trágico. Los doctores van a toda prisa; no pueden esperar ni dos minutos. Quieren cortar el cordón que une al niño con la madre inmediatamente; y lo cortan inmediatamente, sin preocuparse de que el niño aún no ha respirado por sí mismo, de que su propio sistema no ha empezado a funcionar. Han cortado la conexión con la fuerza de vida de la madre. Ésta es una de las heridas profundas que la persona arrastrará durante toda su vida.

Y para hacer que el niño respire lo ponen cabeza abajo y le golpean el trasero: iun gran recibimiento! El niño empieza a respirar tras el golpe recibido, pero esta respiración no es natural ni espontánea. Si hubieran esperado dos o tres minutos y hubieran dejado al niño sobre el vientre de su madre… Estuvo dentro nueve meses; con sólo tres minutos encima del vientre -la misma calidez, la misma mujer, la misma energía- hubiera empezado a respirar por sí mismo. Y entonces cortar el cordón hubiera sido absolutamente lógico, racional, científico.

Y todo lo demás que se hace tampoco tiene en cuenta las consecuencias. El niño ha recibido cierta calidez en el útero materno. Ha estado flotando. Lo mejor para él será que, una vez que empiece a respirar por sí mismo, se le ponga en una pequeña bañera de agua caliente que contenga los mismos productos químicos que el útero materno; exactamente la misma agua marina. Eso es lo que hace que los evolucionistas den por seguro que el hombre nació en el agua.

Os sorprenderá saber que la primera encarnación de Dios en el hinduismo es un pez. Es muy extraño, la sola idea…, pero para ellos Dios es la vida, y hace falta una pequeña traducción: en lugar de decir que un pez era la encarnación de Dios, lo que hay que decir es que el primer ser vivo fue un pez.

Permite al niño ese mismo ambiente para que no tenga miedo ni se sienta en un mundo extraño desde el primer momento. Nosotros le damos miedo: destruimos sus delicados ojos, destruimos su espontaneidad, incluso forzamos su respiración. No le damos un entorno natural, el entorno al que está acostumbrado.

Todas estas pequeñas cosas le afectarán durante toda su vida. Por ejemplo, cuando sienta ansiedad, su respiración será errática. Cuando tenga miedo, su respiración se verá inmediatamente afectada. Y antes o después -dado que sólo el hombre usa los ojos para leer y ya no son tan fuertes como la naturaleza los hizo-, el niño descubre que sus ojos se debilitan. No puede ver las letras pequeñas, las figuras pequeñas, o no puede ver de lejos, y entonces necesita gafas. Si evita usar gafas, sus ojos seguirán deteriorándose. Las gafas simplemente sirven para ayudarle, para compensarle por el deterioro sufrido.

Pero las gafas tienen su propia psicología. Con las gafas siempre estás detrás de una cortina, ocultándote de alguna forma; no te enfrentas con la vida tal como es, intentas evitar esto o aquello, sin ser nunca directo, sincero. Las gafas ayudan a proteger los ojos, pero aportan sus propios problemas, que son los que he descrito. Se interponen entre tú y el mundo, entre tú y la persona que amas, entre tú y la persona con la que comunicas.

A causa de las gafas nunca entras en contacto con los ojos de los demás. Y eso es perderse una gran experiencia, porque la gente es básicamente sus ojos.

Si puedes ver los ojos de otra persona, su profundidad es la profundidad de la persona. Una persona astuta no te permitirá que le mires directamente a los ojos, porque los ojos revelan su astucia.

Los ojos son simplemente una apertura, la persona astuta tiene miedo; siempre mirará de lado. Estará hablando contigo pero mirando a otro lugar; su conversación y su visión no seguirán la misma dirección. Te escuchará pero sus ojos no estarán concentrados en ti. El hombre que quiere engañarte no puede confrontarte directamente. Sólo una persona simple, una persona sincera, una persona con un corazón amoroso y sin deseos ocultos te permitirá mirarle a los ojos porque sabe que encontrarás su verdad. No tiene nada que ocultar.

Por eso, si estás usando gafas, úsalas sólo para determinados fines. Si las necesitas para leer, úsalas para leer. Usadas de manera continuada es peligroso; no para tus ojos, sino para todo tu ser. Si las necesitas para ver de lejos, puedes utilizarlas; pero no las hagas parte de tu ser.

Las gafas nunca deberían convertirse en parte de tu ser. Úsalas sólo cuando sea necesario. Cuando sientas que no son necesarias, quítatelas; de esta forma, al menos durante ciertos períodos, estarás disponible al mundo en tu autenticidad y el mundo estará disponible a ti, sin barreras.

No puedes hacer nada respecto al sufrimiento básico que supone nacer, pero si vas a dar a luz un niño, es mejor que des a luz entre amigos amorosos, con velas, quemando incienso, con flores alrededor. Al menos dale al niño una buena bienvenida al mundo.

Y no seas técnico -el hombre no es una máquina-, se humano. Déjale respirar primero y después córtale la conexión con la madre. Sin prisa. Debe tener la posibilidad de ser espontáneo; de otro modo sufrirá problemas respiratorios durante toda su vida.

Las luces brillantes no son necesarias, así no empiezas a destruir sus ojos. Pronto necesitará gafas. Si tú las has estado usando desde que tenías un año, es una demostración de lo que hemos estado haciendo con los niños. Y nadie te dice que sólo las uses cuando las necesitas para que no se conviertan en un hábito esencial.

Se sabe que Mulla Nasruddin se despertó una noche y preguntó a

su esposa: «¿Dónde están mis gafas?».

Ella dijo: «¿Para qué necesitas las gafas a media noche?».

Él respondió: «No, quiero discutir -ahora mismo no tengo esa disposición-; ya te lo explicaré todo más tarde. ¡Primero quiero las gafas!». Ya con las gafas puestas estuvo intentando ver algo durante cinco minutos y luego dijo: «Lo has destruido. Si me las hubieras dado inmediatamente, quizá no me lo hubiera perdido. Estaba teniendo un sueño tan hermoso; y en ese mismo momento recordé: "No puedo ver sin gafas." Un sueño tan hermoso; he debido de perderme mucho. Y tú eres tan estúpida que te pusiste a discutir conmigo.

»Cuando te pedí las gafas, deberías haber entendido que las necesitaba urgentemente para algo; después podríamos haberlo discutido. Pero en el momento mismo… y el retraso era tan grande que cuando volví a intentarlo con las gafas el sueño ya estaba roto. Y una vez roto no pude arreglármelas para volver a atraparlo.

Además de ser un sueño precioso, tenía algo que ver con las finanzas. Un hombre prometía darme dinero, estábamos regateando. Quería comprar algo y yo le había hecho llegar hasta las noventa y nueve rupias.

Pero era muy obstinado -yo intentaba hacerle pagar cien-, ya sólo era cuestión de una rupia. Y la cosa que iba a venderle no valía ni veinte rupias. Se la hubiera dado por noventa y nueve, pero quería ver al hombre con precisión y quería contar el dinero con precisión. Necesitaba las gafas.

Después de ponerme las gafas, le he dicho al hombre: "iEstés donde estés, vuelve! De acuerdo: aceptaré noventa y nueve, aceptaré noventa y ocho. Incluso lo daría por noventa." Pero nadie respondió. Todo el beneficio se ha perdido por culpa de las gafas. Y no se si volveré a encontrarme nunca más con este hombre, porque, para empezar, no puedo reconocerlo sin gafas. Aunque me lo encontrara mañana por la calle no sería capaz de reconocerlo, porque no se si lo que estaba viendo era verdad o no.»

La gente se acostumbra tanto a las gafas que casi se convierten en un sustituto de los ojos. Entonces la situación es peligrosa. Tus ojos necesitan un poco de libertad: quítate las gafas de vez en cuando. Y hay ciertos ejercicios que puedes hacer. Haz esos ejercicios para que tus ojos estén más fuertes y sanos, y quizá llegues a no necesitar más las gafas.

Amado Osho,

He estado luchando durante toda mi vida con dos grandes deseos: el deseo de amar y ser amado, y el deseo de entender y ser entendido. Cuando veo lo poco que te entiende el mundo y tus propios amigos, me quedo asombrado, y el hecho de que no te afecte me asombra todavía más. Durante los últimos diez años me ha consumido; el deseo de comprenderte cada minuto de cada día. Hoy siento que no comprendo nada, y sin embargo mi deseo de ser comprendido ha disminuido. Cuando hablas, la alegría de estar más allá de estas dos dualidades es el cielo.

El deseo de amar y de ser amado, el deseo de comprender y ser comprendido son muy instintivos, muy naturales; pero también muy vinculantes, aprisionantes. Por eso, aunque sólo me escuches unos minutos, si puedes olvidar esos dos deseos, en esa trascendencia encontrarás la alegría última.

Quizá yo haya sido malinterpretado más que ninguna otra persona anteriormente, pero eso no me afecta porque simplemente no tengo el deseo de ser entendido. Si no me entienden es su problema, no el mío. Si me malinterpretan es su problema y su desgracia. Yo no voy a perder el sueño porque millones de personas no me entiendan. Si me importara, ya me habría vuelto loco. Pero no han podido arañar ni un poquito.

Todo lo que tiene que ver con la incomprensión es su problema. Sufren por ello y pagan por ello. ¿Por qué habría de importarme? He dicho lo que siento que es verdad. Y lo he dicho, no para ser entendido, sino porque quiero compartirlo. Si no están dispuestos, depende de ellos; no puedo forzarlos.

Pero estos dos deseos, entender y ser entendido, van juntos. A menos que comprendas, no puedes abandonar el deseo de ser comprendido. Una vez que entiendes la simple existencia de tu ser, ambos desaparecen. No hay nada más que entender, y no hay una demanda de que alguien te entienda.

Y lo mismo es verdad para el amor.

En el momento en que entiendes lo que es el amor, tu experiencia

de lo que es el amor, te conviertes en amor. Entonces no queda en ti la necesidad de ser amado y tampoco hay necesidad en ti de amar. Amar será para ti una experiencia simple y espontánea, como respirar. No puedes hacer nada más; simplemente amas.

Si el amor no viene de vuelta a ti, no te sentirás herido, porque sólo una persona que se ha convertido en amor puede amar. Sólo puedes dar lo que tienes. Pedir a la gente que te quiera, a gente que no tiene amor en su vida, a gente que no ha llegado al origen de su ser donde el amor tiene su altar, ¿cómo pueden amarte? Pueden aparentar. Pueden decirlo, pueden incluso creerlo, pero antes o después estas cosas van a…; se va a saber que sólo es una apariencia, que sólo es una actuación, que es hipocresía.

Puede que no haya intención de engañarte, pero ¿qué puede hacer la persona? Tú pides amor y la otra persona también quiere amar. Ambos comprendéis que se espera que tú ames, que sólo entonces puedes recibir amor; por eso intentas de todas las formas posibles tomar la postura del amor. Pero la postura está vacía. Ambos lo vais a comprobar y ambos os vais a quejar al otro de que eso no está bien. Desde el principio habéis sido dos mendigos mendigando uno al otro, y lo único que ambos tenéis son cuencos de mendigar vacíos.

Ambos aparentan que pueden dar, pero su deseo básico es recibir.

No puedes dar lo que no tienes.

Y los que lo tienen -esto hay que comprenderlo muy claramente-, los que han encontrado la fuente del amor dentro de sí mismos ya no necesitan ser amados. Sin embargo serán amados.

Amarán por la simple razón de que tienen demasiado; de la misma forma que una nube de lluvia quiere llover, de la misma forma que una flor quiere liberar su fragancia, sin deseo de conseguir nada. La recompensa del amor está en amar, no en recibir amor.

Y estos son los misterios de la vida: si una persona se siente compensada sólo con amar a los demás, los demás le amarán. Porque estando en contacto con ella, poco a poco empezarán a encontrar la fuente del amor dentro de sí mismos. Ahora conocen al menos a una persona que derrama amor y ese amor no surge de la necesidad. Y cuanto más comparte y derrama su amor, más crece la otra persona.

Lo mismo ocurre con la comprensión. Si estás cerca de un persona que comprende, verás que comparte; compartir es su alegría, no es un negocio para ella. Da de todo corazón, sabiendo perfectamente bien que muchas veces le cerrarán la puerta ante su cara, pero su comprensión es lo suficientemente profunda para entender a la gente que no le entiende a él.

Son miserables. Temen dejar que su comprensión les alcance, temen su luz. Empiezan a cerrar sus puertas y ventanas. Tienen miedo de su presencia. Condenarán, crearán confusión, crearán rumores, crearán mentiras; lo harán todo para impedir la luz de ese hombre, su comprensión, para impedir que se extienda su discernimiento. Y la razón es que tienen miedo.

La presencia de este hombre les da mucho miedo. En su presencia se sienten repentinamente desnudos: con todos sus celos, con todas sus miserias, con todo su dolor, con todas sus heridas. En su presencia no pueden ocultarse. Ante sus ojos están como ante rayos-X que les penetran hasta el núcleo más profundo y revelan todo lo que han estado ocultando de alguna forma a la sociedad para crear una buena imagen. Por dentro son justo lo opuesto.

Nunca me he sentido herido por ninguna incomprensión. Parte de mi comprensión es que iba a ser así, y una vez que estés libre del deseo de amar y de ser amado, amarás; pero no será un deseo, será un rebosar de energía. Y serás amado, pero no será una expectativa, será una sorpresa.

Una vez que te entiendes a ti mismo y has ido más allá de todo tipo de incomprensiones, tu luz es tan clara y brillante, tu certeza es tan absoluta que, aunque todo el mundo te condene, eso no te hará ningún daño. Simplemente creará más compasión y más esfuerzo por hacer que esta gente salga de alguna manera de su oscuridad y pueda ver la luz.

Y hay una cosa cierta en lo que dices: una vez que estos dos deseos se han calmado, uno se siente en el cielo. Uno está realmente en el cielo. Siempre lo ha estado; simplemente había pequeñas cosas que le molestaban y le hacían olvidar la inmensa belleza y alegría que toda la existencia está dispuesta a darte, y además gratuitamente. Es tuya con sólo pedirla.

Amado Osho,

Tengo demasiadas preguntas sobre Ti, porque en Ti veo una parte de mi mismo, y en esa parte veo a todo el mundo. Por favor, dame un aviso si estoy en una vía equivocada.

Estás en el espacio equivocado.

Ves una parte de ti en mí. Eso te va a crear muchos problemas, porque yo no tengo ninguna parte de mí en ti. Y éste es el principio de un largo viaje; a continuación, en esa parte ves a todo el mundo y todos sus problemas. Entonces la pequeña parte que habías visto de mí se hace tan grande -porque en esa parte ves a todo el mundo- que te vas a olvidar de mí completamente. Yo estaré completamente cubierto por partes de los demás: será algo denso, no sólo una capa, porque si son partes de todo el mundo…

Inténtalo de otro modo: mírame como sólo una pequeña esquina de ti. Dámela, veme allí, y ve también a Chuang Tzu, a Gautama Buda, a Sócrates. Ve a todas las flores que la humanidad ha producido y te convertirás en una persona completamente nueva. Por el simple hecho de verme, como yo llevo en mí a todos los que están conectados conmigo de alguna manera; te verás rodeado por la sal de la tierra, por todo lo que es glorioso. Y desaparecerás en ello: no podrás encontrarte, no sabrás dónde has ido.

Te encontrarás con Sócrates, con Pitágoras, con Heráclito, te encontrarás con seres extraños pero preciosos -Bodhidharma o Diógenes o Dionisio-, pero no te encontrarás a ti mismo. De hecho no existes. Y el encuentro de todos estos seres dentro de ti hará de ti un paraíso.

Por tanto, por favor dale un pequeño giro: en lugar de verte en mí -si puedes hacerlo en un sentido, ¿por qué no vas a poder hacerlo en el otro? Es lo mismo-, contémplame en ti. Y no te pido todo tu ser, porque quiero que lo dejes para otros visitantes. Sólo déjame una pequeña esquina, sólo un centro de contacto por el que los budas puedan entrar en ti.

Pero estamos tan acostumbrados a la miseria que podemos hacer cualquier cosa, para ser miserables. Hemos olvidado el lenguaje de la dicha, por eso; cualquier pequeño esfuerzo parece muy arduo. Os pido que hagáis lo mismo; simplemente dad un pequeño giro. Será mucho más fácil, y la recompensa será enorme. Te perderás y no volverás a ser hallada.

Y ese es el momento más dichoso: cuando no puedes encontrarte a ti misma y sólo queda un silencio total.

Capítulo 22

La Libertad no Escoge; Descubre

Amado Osho,

¿Qué significa cuando dices, «simplemente sé tu mismo»? ¿Cómo puedo ser yo mismo cuando no se quién soy? Conozco muchas de mis preferencias, gustos, disgustos y tendencias, que parecen ser el resultado de un bioordenador programado llamado mente. ¿Ser uno mismo significa que uno viva todo el contenido de su mente de la forma menos implicada posible?

Si, significa eso exactamente, vivir como una consciencia: consciencia de todos los programas para los que la mente ha sido programada, consciencia de todos los impulsos, deseos, recuerdos, imaginaciones…, todo lo que la mente puede hacer. Uno no tiene que ser parte de ello sino separarse -tiene que verlo pero sin ser parte de ello-, observarlo.

Y ésta es una de las cosas más esenciales a recordar, que no puedes observar tu capacidad de observación. Si observas tu capacidad de observar, entonces tú eres el observador, no lo observado. Por eso no puedes ir más allá de la observación. El punto que no puedes trascender es tu ser. El punto del que no puedes ir más allá eres tú. Puedes observar fácilmente cualquier pensamiento, cualquier emoción, cualquier sentimiento. Sólo hay una cosa que no puedes observar: tu capacidad de observación. Y si te las arreglas para observarla, eso significa que has hecho un cambio: la primera observación se ha convertido en un pensamiento y ahora eres el segundo observador.

Puedes seguir yendo hacia atrás, pero no puedes salir de la observación, porque eso eres tú: no puedes ser de otra forma.

Por eso cuando digo: «Simplemente se tú mismo», te estoy diciendo: «Simplemente se consciencia no condicionada, no programada.» Así es como viniste al mundo y así es como la persona iluminada deja el mundo. Vive en el mundo pero permanece totalmente separada.

Uno de los grandes místicos, Kabir, tiene un poema muy hermoso al respecto. Todos sus poemas son simplemente perfectos: nada puede mejorar. Uno de sus poemas dice: «Yo devolveré el alma que se me dio en el momento de nacer tan pura, tan limpia, como me fue dada. Yo la devolveré así cuando muera.» Está hablando de la consciencia, que ha permanecido impoluta. Todo el mundo estaba allí para polucionarla, pero él ha permanecido en la observación.

Todo lo que necesitas es simplemente observar, y nada te afectará. El hecho de que nada te afecte mantendrá tu pureza y la pureza ciertamente tiene la frescura de la vida, la alegría de la existencia; todos los tesoros de los que estás dotado.

Pero te apegas a las pequeñas cosas que te rodean y olvidas lo que eres. Es el mayor descubrimiento de la vida y la peregrinación más extática hacia la verdad.

Y no te hace falta ser un asceta, no tienes que ser anti-vida; no tienes que renunciar al mundo e irte a las montañas. Puedes estar donde estás, puedes seguir haciendo lo que haces.

Sólo hace falta añadir una cosa más: hagas lo que hagas, hazlo con consciencia -incluso el más pequeño acto del cuerpo o de la mente- y con cada acto de consciencia te harás consciente de la belleza y del tesoro y de la gloria y de la eternidad de tu ser.

Amado Osho,

Dices que la libertad es el mayor valor para Ti. También dices que

Tu actitud ante la vida es el abandono. Me parece que has usado tu libertad para escoger renunciar a la libertad de elegir y dejar que la existencia se haga cargo de Ti.

¿Es la libertad última en realidad una esclavitud total?

No yo no he elegido nada. Yo no he elegido -desde mi libertad- permitir que la existencia se haga cargo de mí. La libertad es sin elección. En libertad, yo he descubierto, no he elegido.

Con los ojos libres, con la consciencia libre, he descubierto que la forma de funcionar que tiene la existencia es abandonarse. No ha sido una cuestión de elección, de si estar en la existencia o no. No fue una disyuntiva entre una cosa y otra, sino la toma de consciencia de que ésta es la única forma de funcionar que tiene la existencia. Yo me relajé en ello.

Las personas que no viven una vida de abandono son electores porque van contra la naturaleza, contra la existencia; tienen que elegir. El ego es el elector. Cuando estás completamente libre del ego, del yo, cuando simplemente eres libertad, compruebas que lo que ocurre es que la lucha desaparece y el abandono toma su lugar. No eres más que un observador. Si lo eliges, entonces no te estás abandonando. ¿Cómo puede ser un abandono si lo estás eligiendo?

Ocurrió que un hombre vino a Gautama Buda y quería rendirse a

sus pies. Buda le miró y le dijo; «no puedes rendirte.»

Él preguntó: «¿Por qué? Se le permite a todo el mundo menos a mi, ¿por qué me descalificas?».

Buda se rió y dijo: «No se trata de una descalificación. La naturaleza de la rendición es tal que tú no puedes hacerlo; es algo que ocurre. Si lo haces, es un hacer; no es una rendición. Y si lo haces, lo puedes retirar. Nunca es total; no estás fuera de ello. Fue tu acción, y puedes decidir lo contrario en cualquier momento: ¡no más rendición! Pero si ocurre, entonces se lleva la totalidad de ti, todo tú, sin dejar nada atrás que pueda hacer algo contra ello.»

Cosas simples…, pero se complican porque nuestra mente está acostumbrada únicamente a hacer. Y éstas no son cosas de la mente. Rendición, abandono: no son cosas de la mente. Para la mente es imposible pensar en ellas. Puede estar de acuerdo en rendirse, puede estar de acuerdo en soltar, pero tiene que ser la maestra, la que lo hace, y tiene que ser un acto; y ahí es donde todo va mal.

La rendición se hace de una vez y para siempre; soltar es de una vez para siempre, de la misma forma que la muerte es de una vez para siempre, porque no queda nada que pueda cambiar el curso de las cosas. Todo ha quedado incluido. ya no estás allí para cambiar de opinión.

El otro día me mostraron una afirmación de Rajen, uno de mis terapeutas, que está haciendo todo el daño que puede. Su afirmación era: «Hasta ahora estaba ayudando a Osho en su trabajo por medio de la rendición; ahora él me ha dado la libertad. Seguiré haciendo su trabajo, pero mi labor será diferente. Mi trabajo será ayudar a la gente a liberarse de Osho.»

Para empezar, si realmente se hubiera rendido, no habría vuelta atrás: ya no puedes hacer nada al respecto. Ha ocurrido, te has disuelto.

En segundo lugar, yo no puedo darte la libertad, porque si pudiera dártela, también podría quitártela. La libertad tiene que ser un logro tuyo; y tiene que llegar por sí misma, a través de la rendición.

La rendición florece en la libertad, porque en la rendición el yo se va, y todo el infierno que el yo crea desaparece. Entonces toda tu energía está disponible para florecer.

Yo no puedo darle la libertad a nadie.

La libertad no es un bien que yo pueda hacerte llegar; tiene que

ocurrir en el núcleo más interno de tu ser. La rendición sólo aparta los impedimentos. Sólo rindes aquello que bloquea el camino e impide que la libertad llegue hasta ti.

Por eso, también se equivoca en el segundo punto. Y en el tercero se muestra muy estúpido, diciendo que ahora su trabajo será ayudar a la gente a liberarse de Osho.

Todo el mundo está libre de mí, ¡eso no es ayudarles!

Pero lo que quiere decir… Él ahora persuade a los sannyasins de que no sean sannyasins. Y cree que ayuda a la gente a conseguir un estado de libertad.

Hay cosas que sencillamente ocurren.

– Soltar no es una acción de tu parte, sino sólo una comprensión del hecho de que el Universo sólo funciona de esta forma, y si tú no funcionas así, te vas a sentir miserable. No estás siendo castigado, simplemente estás siendo estúpido. Las viejas religiones han transmitido a la gente la idea de que si haces algo equivocado, serás castigado, y si haces lo correcto, serás recompensado; porque dependen del hacer, esa es su falacia básica.

La religión empieza cuando cruzas la frontera del hacer y entras en el mundo del ocurrir. Entonces ocurre el abandono, porque ves que es así como funcionan las cosas. Si vas en contra de ello, te sentirás miserable.

Nadie te está castigando; simplemente estás siendo estúpido. Si intentas salir por la pared y te das un golpe en la cabeza, ¿crees que ha sido un castigo? La puerta está ahí, siempre disponible para que puedas salir por ella. Sabiendo que hay una puerta, intentas salir por la pared y te rompes la cara. Las antiguas religiones lo llaman castigo. No es un castigo, es simple estupidez. Y la persona que sale por la puerta al jardín, al sol, al aire, no está siendo premiada; simplemente está siendo inteligente.

Por eso, si me preguntas a mí, te diré que la recompensa es la inteligencia; la falta de inteligencia es el castigo. En su forma última, la falta de inteligencia es el infierno, la inteligencia es el cielo.

Amado Osho,

Parece fácil vivir con decisión y saber lo que uno quiere. Sin embargo, mi realidad es que nunca puedo tomar ninguna decisión respecto a nada. Siempre puedo ver los dos lados en una discusión y nunca puedo decidir cuál es el correcto. Por eso me quedo a medias entre ambos. Una parte de mí, al escucl1arte, se siente bien, pero me hace sentirme estático, como si sólo estuviera parcialmente vivo. Por favor comenta.

La mente nunca es decidida. La cuestión no reside en si es tu mente o de la de cualquier otra persona; la mente es indecisión. El funcionamiento mental es vacilar entre dos opuestos polares y tratar de encontrar cuál de ellos tiene razón.

La mente es la cosa equivocada, y a través de la cosa equivocada estás tratando de encontrar el camino correcto. Es como si estuvieras intentando encontrar la puerta cerrando los ojos. Ciertamente te sentirás suspendido entre los dos: entre ir por un camino o por el otro; siempre estarás en la situación de elegir entre una cosa o la otra. Esa es la naturaleza de la mente.

Soren Kierkegaard fue un gran filósofo danés. Escribió un libro, Either/Or. Era su propia experiencia: nunca podía tomar una decisión respecto a nada. Las cosas eran de tal manera que si tomaba una decisión en un sentido, lo otro parecía ser lo correcto. Y si se decidía por lo otro, entonces era lo primero lo que parecía ser correcto. Permanecía indeciso.

Aunque había una mujer que estaba muy enamorada de él y quería casarse con él, se quedó soltero. Dijo: «Tendré que pensármelo; el matrimonio es algo importante y no puedo decir sí o no inmediatamente.» Y murió con la duda, sin casarse. Vivió mucho tiempo -unos setenta años- y siempre estaba discutiendo, argumentando. Pero no encontró una respuesta que pudiera ser la definitiva, que no tuviera una opuesta igual a ella.

Nunca pudo llegar a ser profesor universitario. Había rellenado los impresos, tenía todas las cualificaciones necesarias -las mejores posibles-, tenía muchos libros que le avalaban, libros de tanta importancia que siguen siendo contemporáneos un siglo después, aún no se han quedado viejos ni desfasados. Rellenó el impreso pero no pudo firmarlo, debido a la «duda»…, ¿unirse al cuerpo docente o no? Cuando murió, se encontró el impreso en la pequeña habitación donde vivía.

Su padre vio la situación -era hijo único-, vio que incluso cuando estaba yendo a algún sitio se paraba en un cruce para decidir si tomar un camino u otro, ¡y se pasaba dos horas decidiendo…! Todo Copenhague se dio cuenta de lo extraño que era este hombre, y los pilluelos le pusieron el apodo de «o… o», y se lo gritaban cuando le seguían por la calle. ..

Antes de morir, su padre liquidó todos sus negocios, reunió el dinero, lo depositó en una cuenta bancaria y dispuso que cada primero de mes Kierkegaard recibiera cierta cantidad, así al menos podría sobrevivir el resto de su vida. Y te vas a quedar sorprendido: cuando volvía a casa un primero de mes, después de llevarse la última asignación de dinero -ya se le había acabado todo-, se cayó muerto en la calle. ¡Con la última asignación! Era lo que tenía que hacer. ¿Qué otra cosa podía haber hecho? ¿Qué haría después de ese mes?

Y como los chiquillos y otra gente le acosaban y le insultaban, sólo salía una vez al mes, el primero de cada mes, para ir a la oficina de correos. Pero ahora que no le quedaba nada, el mes siguiente no habría tenido dónde ir.

Escribía libros pero no tenía la decisión necesaria para publicarlos; dejó todos sus libros sin publicar. Son de un valor tremendo. Cada libro demuestra su profunda penetración intelectual en las cosas. Ha ido a la raíz, a cada pequeño detalle de cada tema sobre el que ha escrito…; un genio, pero un genio de la mente.

Éste es el problema que presenta la mente: que no es tu problema, y cuanto mejor sea tu mente, mayor será tu problema. Las mentes menores no se encuentran con tantos problemas. La mente del genio es la que descubre los polos opuestos y no puede elegir. Se siente en un limbo.

Lo que yo os he estado diciendo es que la naturaleza de la mente es estar en un limbo. La naturaleza de la mente es estar en medio de los opuestos polares. A menos que te alejes de la mente y te hagas testigo de todos sus juegos, nunca serás una persona decidida. Incluso si a veces decides -a pesar de la mente-, te arrepentirás, porque la mitad por la que no te hayas decidido te perseguirá: quizá aquello estaba bien y lo que has elegido está equivocado. Ahora no hay forma de saberlo. Quizá la opción que dejaste de lado era mejor.

Pero aunque la hubieras elegido, la situación no habría sido diferente; entonces te inquietaría la otra mitad.

La mente es básicamente el principio de la locura.

Y si estás demasiado en ella, te volverá loco.

Os he contado que en mi pueblo solía vivir junto a un orfebre. Yo

me di cuenta primero y poco a poco toda la ciudad se dio cuenta…, y su vida se convirtió en un infierno. Yo solía sentarme frente a su casa y me di cuenta de que tenía un hábito curioso: cerraba la puerta de su taller con pestillo y después comprobaba dos o tres veces que estaba bien cerrado.

Un día yo venía del río y él acababa de cerrar el taller y se iba a casa.

Le dije: «¡Pero no lo has comprobado!»

Él dijo: «¿El qué?»

Yo añadí: «¡No has echado el pestillo!» Lo había comprobado, yo le había visto hacerlo varias veces, pero ahora había creado la sospecha en él, y la mente siempre está dispuesta…

Por eso me dijo; «Quizá lo haya olvidado, debo volver.» Volvió y lo comprobó de nuevo. Esto se convirtió en una alegría para mí: allí donde iba…

Podía estar comprando verduras en el mercado, entonces yo me acercaba y le decía: «¿Qué haces aquí? ¡Te has olvidado de echar el cerrojo!»

Soltaba las verduras y decía: «Luego vuelvo; primero tengo que

comprobar el cerrojo.»

Incluso estando en la estación de tren… Estaba comprando un billete para desplazarse a alguna parte; entonces me acerqué a él y le dije: «¿Qué estás haciendo? ¡El cerrojo!»

Él dijo: «Por Dios, ¿no lo he comprobado?»

Yo le dije: «¡No!»

Y él dijo: «Ya no puedo ir a la boda.» Devolvió el billete, fue a casa, y comprobó el cerrojo. Pero ya era demasiado tarde para volver a la estación, el tren se había ido. Y confiaba en mí porque yo siempre estaba sentado frente a su casa. Poco a poco se fue enterando todo el mundo, y allí donde iba, la gente le decía: «¿Dónde vas? ¿Has comprobado el cerrojo?»

Finalmente se enfadó conmigo. Dijo: «Debes estar extendiéndolo porque, vaya donde vaya, la gente me habla del cerrojo y cada vez tengo que volver a casa, ¡en ocasiones tengo que volver tantas veces que me olvido de para qué había ido al mercado! ¡He estado todo el día comprobando el cerrojo!»

Yo le dije: «No les escuches. Déjales…»

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