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Látigos y cuchillos: Cuerpo y castigo en “Facundo” de Domingo Faustino Sarmiento



  1. Introducción
  2. Látigos y cuchillos: cuerpo y castigo en Facundo de Domingo Faustino Sarmiento
  3. Análisis histórico
  4. Justicia, cuerpo y castigo
  5. Conclusión
  6. Bibliografía

Introducción

La formación social colonial, que se mantuvo vigente hasta mediados del siglo XIX, se estableció a partir de la "importación" de las relaciones de producción de la metrópoli europea que a su vez se encontraba retrasada con respecto a las otras naciones de ese continente que desarrollaban una estructura económica capitalista. La contradicción entre la formación feudal de España con la incipiente burguesía criolla y como resultado de su maduración llevó a la declaración de independencia aprovechando una coyuntura particular como fue la invasión napoleónica a la misma metrópoli.

Sin embargo, las contradicciones internas entre la burguesía local y las estructuras de tipo feudal vernáculas, no hallarían solución hasta varias décadas después, durante el último cuarto del siglo XIX.

Es dentro de estas contradicciones en las cuales Domingo Faustino Sarmiento publica Facundo o Civilización y Barbarie (1845) describiendo la obsoleta estructura feudal y haciendo centro en Juan Manuel de Rosas tomándolo como el máximo responsable de la misma, o al menos, como la expresión más acabada de este régimen al que el autor propugnaba con terminar.

Teniendo en cuenta los actos de castigo y la impartición de una forma de "justicia privada" sobre el cuerpo varias veces narrados en el texto, el objetivo es trazar una hipótesis de análisis en la que los mismos se daban como una manera de impartición de la ley pertenecientes a un tipo de justicia "pre – judicial" (donde la misma no era producida por la burguesía sino a partir de particulares) propios del feudalismo sobreviviente en esa época.

Látigos y cuchillos: cuerpo y castigo en Facundo de Domingo Faustino Sarmiento

A fines del año 1840, salía de mi patria, desterrado por lástima, estropeado, lleno de cardenales, puntazos y golpes recibidos el día anterior en una de esas bacanales sangrientas de soldadesca y mazorqueros.(Sarmiento: 9)[1]

La cita del epígrafe quizá sea la más representativa del tema que se expone en la presente monografía. El castigo, en este caso, sobre el cuerpo del mismo autor, en el momento de marchar al exilio a Chile.

Los mazorqueros, aquí citados, eran miembros de la Sociedad Popular Restauradora que como grupo parapolicial ejercían una manera de justicia privada, o bien, para ser más precisos una manera "pre- judicial" de ejercer la misma. Esta utilizaba toda una simbología con el fin de ejercer su dominación y opresión por el régimen rosista y es digno de ser mencionado ya que las mismas se ejercían en el cuerpo de los opositores que resultaban víctimas de la misma, como la divisa punzó[2]que en un principio era su emblema, terminó siendo el emblema de toda la Confederación y fue establecida como obligatoria para toda la ciudadanía. El no uso de la misma era severamente penado, llegando incluso a la muerte. El forzamiento de su uso por parte de estos agentes rosistas llegaba incluso a colocarla con brea en el pelo a las mujeres que no la llevaban.

La imposición de esta simbología no establecen, claro está, funciones de pertenencia sino de dominación capilar que se ejerce dentro de distintas formas de dominación que se puede dar entre los distintos sujetos sociales.

En este sentido, Sarmiento sostiene:

La cinta colorada es una materialización del terror que os acompaña a todas partes, en la calle, en el seno de la familia; es preciso pensar en ella al vestirse, al desnudarse, y las ideas se nos graban siempre por asociación. (227)

Y además:

La historia de la cinta colorada es muy curiosa. Al principio, fue una divisa que adoptaron los entusiastas; mandóse después, llevarla a todos, para que probase la uniformidad de la opinión. Se deseaba obedecer, pero al mudar de vestido se olvidaba. La policía vino en auxilio de la memoria: se distribuían mazorqueros por las calles, y sobre todo, en las puertas de los templos, y a la salida de las señoras, se distribuían, sin misericordia, zurriagazos con vergas de toro. Pero aún quedaba mucho por arreglar. ¿Llevaba uno la cinta negligentemente anudada? – ¡Vergazos!, era unitario, – ¿Llevábala chica? – ¡Vergazos!, era unitario. ¿No la llevaba?, ¡degollado por contumaz! No paró ahí ni la solicitud del Gobierno ni la educación pública. No bastaba ser federal ni llevar la cinta, que era preciso, además, que ostentase el retrato del ilustre Restaurador sobre el corazón en señal de amor intenso y los letreros "mueran los salvajes inmundos unitarios". (138)

Otro elemento semiótico de ejercer el poder es de la vestimenta:

El año de 1840, un grupo de mazorqueros rodea en la obscuridad de la noche, a un individuo que iba con levita, por las calles de Buenos Aires. Los cuchillos están a dos dedos de su garganta. "- Soy Simón Pereyra, exclama. – Señor, el que anda vestido así se expone. – Por lo mismo me visto así: ¿quién sino yo anda con levita? Lo hago para que me conozcan desde lejos. (137)

Y establece una asociación de la Mazorca con la Edad Media europea (que lo hace reiteradamente a lo largo del texto):

La Mazorca, con los mismos caracteres, compuesta de los mismos hombres, ha existido en la Edad Media en Francia, en tiempo de las guerras de los partidos de los Armagnac y del duque de Borgoña. (227 – 228)

Análisis histórico

Para poder analizar en primer lugar la base estructural de las relaciones de producción de esta época debemos partir desde el análisis de la etapa colonial, ya que estas relaciones no eran endógenas sino que las mismas fueron impuestas por las fuerzas colonizadoras y donde hubo no solo un mercado de circulación de mercancías sino también un capital que se invertía en el ámbito agropecuario y minero que tenía por objetivo la exportación de estos productos en beneficio de las metrópolis (española y portuguesa) y destruyendo los recursos naturales del continente.

El imperio colonizador, se encontraba en una fase de transición al capitalismo, por lo cual dio origen a una clase dominante que implantó diversas relaciones de producción fundamentalmente de modo pre capitalistas, donde el capital comercial se ocupaba de canalizar tanto la importación como la exportación de las manufacturas de Europa. La explotación minera con desarrollo tecnológico por un lado, y la agraria realizada de manera paupérrima por el otro, generó un desarrollo desigual entre las distintas colonias llevando a las primeras a una más rápida integración a los mercados internacionales.

La maduración de la crisis en estas relaciones de producción fue una de las causas fundamentales de las declaraciones de las distintas independencias. La burguesía criolla aprovechó la invasión napoleónica a España pues controlaba los centros productivos fundamentales entraban en contradicción con la superestructura política, pues el gobierno continuaba en manos de las metrópolis europeas. Poder sostener el libre comercio fue uno de los principales propósitos de la revolución de la independencia debido al interés de los productores criollos de aumentar las exportaciones, como así también la mejora de los precios. Pero considerar las demandas de tipo económico como un único propósito no es suficiente ya que la misma se planteó también como una serie de reivindicaciones que llevan a esta clase a tomar el poder político para poder imponer sus aspiraciones de clase cuya conciencia se fue desarrollando a través de los ideales revolucionarios como los de la Revolución Francesa y la independencia de los Estados Unidos que se reflejan en Facundo como civilización frente a la barbarie feudal desarrollada por los caudillos federales como Quiroga y fundamentalmente Rosas.

A pesar de este cambio de gobierno la independencia no cambió la estructura económica de la colonia ya que no se produjo una reforma agraria ni se afirmaron las bases para una industria nacional y se suscitaron distintos pactos feudales que en La Evolución de las Ideas Argentinas José Ingenieros plantea de la siguiente manera:

Desde la caída de Rivadavia hasta 1853, todos los señores feudales celebraron pactos o alianzas con fines políticos, militares, económicos, procediendo como estados independientes y no como estados confederados; no eran tratados de federación, en ningún sentido, sino convenios entre gobiernos de hecho que habían recuperado su independencia por la disolución de la nacionalidad. (11)

Estos tratados que se llevaban a cabo entre caudillos que consistían en brindarse apoyo entre sí y colaborar en la persecución de los enemigos políticos de los demás.[3]

Justicia, cuerpo y castigo

La forma de establecer justicia, en estas condiciones podemos figurarla como la forma previa al derecho jurídico de las sociedades disciplinarias, donde la justicia se generaba como una reparación a una falta contra el monarca o en el caso vernáculo al caudillo o a la Santa Causa de la Federación. A diferencia de la justicia penal que no fue generada por las clases populares "sino por la burguesía, como un instrumento táctico importante en el juego de las divisiones que ella quería introducir," (64) como señala Foucault en Microfísica del Poder. En este tipo de justicia pre – jurídica se establece una manera de castigo muy distinta que en la manera tribunalicia donde el cuerpo en la misma deja de cumplir la función de instrumento del castigo para ser reemplazado por la suspensión de derechos, el dolor no es el objetivo de la acción punitiva. La penitencia deja de producirse por una falta que era como una afrenta al soberano, sino como un delito; daba el nacimiento a las formas jurídicas modernas.

En La Verdad y las formas Jurídicas Michel Foucault sostiene que estas formas de castigo se presentan como "una especie de exclusión" (84) donde la exposición se basa en la vergüenza pública por la acción cometida

Es la idea de los castigos al nivel de escándalo, la vergüenza, la humillación de quien cometió una infracción. Se publica su falta, se muestra a la persona públicamente, se suscita en el público una reacción de aversión, desprecio, condena. (94)

Analicemos esta situación tomando en cuenta el texto:

Un chacarero se queja a Facundo, en los primeros días, de que sus soldados le han tomado algunas frutas. Hácelos formar, y los culpables son reconocidos. Seiscientos azotes es la pena que cada uno sufre. El vecino, espantado, pide por sus víctimas, y le amenazan con llevar la misma porción. (194 – 195)

El cuerpo está imbuido en relaciones de poder donde la fuerza en este caso lo somete; tanto el denunciado como el denunciante quedan inmersos en la acción punitiva sobre el cuerpo, por el castigo directo en el caso del primero, como bajo la amenaza en el segundo.

En el mismo extenso párrafo, Sarmiento expone:

El coronel del ejército de Chile don Manuel Gregorio Quiroga, ex gobernador federal de San Juan y jefe del Estado Mayor del ejército de Quiroga, convencido de que aquel botín de medio millón es solo para el general, que acaba de dar de bofetadas a un comandante que ha guardado para sí algunos reales de la venta de un pañuelo, concibe el proyecto de sustraer algunas alhajas de valor, de las que están amontonadas en el depósito general, y resarcirse con ellas de sus sueldos. Descúbresele el robo, y el general manda a amarrar contra un poste y exponerlo a la vergüenza pública; y cuando el ejército regresa a San Juan, el coronel del ejército de Chile, ex gobernador de San Juan, el Jefe del Estado Mayor, marcha a pie por caminos apenas practicables, acollarado con un novillo; ¡el compañero del novillo sucumbió en Catamarca, sin que se sepa si el novillo llegó a San Juan! (195)

Una vez más nos encontramos con el suplicio y con la exposición, la barbarie feudal, opuesta a la civilización capitalista, es la gran dicotomía que presenta Sarmiento en Facundo, donde Quiroga, a pesar de ser otro de los símbolos que toma Sarmiento como perteneciente a la barbarie que le imponía el atraso al país no configuraba el símbolo del tirano a derrotar[4]representado por Rosas.

Sarmiento y la sociedad disciplinaria

En el capítulo XV de Facundo, presenta Sarmiento la propuesta "civilizatoria" de un gobierno unitario frente a la barbarie de la campiña federal. Es, en definitiva, la propuesta capitalista con las ideas liberales provenientes de Francia y Estados Unidos. Frente a estos cambios, no dejan de estar exentos las formas jurídicas. De las formas feudales con ejércitos privados que imparten su propia forma de justicia, la barbarie, pasar a las formas de las sociedades disciplinarias, propias del capitalismo, la civilización.

En tal aspecto Sarmiento afirma:

Porque él ha hecho del crimen, del asesinato, de la castración y del degüello, un sistema de gobierno; porque él ha devuelto todos los malos instintos de la naturaleza humana, para crearse cómplices y partidarios, Nuevo Gobierno hará de la Justicia, de las formas recibidas en los pueblos civilizados, el medio de corregir los delitos públicos, y trabajará por estimular las pasiones nobles y virtuosas que ha puesto Dios en el corazón del hombre, para su dicha en la tierra, haciendo de ellas, el escalón para elevarse e influir en los negocios públicos.

Y agrega:

Porque él ha gritado durante quince años "Mueran los salvajes unitarios", haciendo creer que un Gobierno tiene derecho a matar a los que no piensen como él, marcando a toda una nación, con un letrero y una cinta, para que se crea que el que lleva la marca piensa, como le mandan, a azotes, pensar, el Nuevo Gobierno respetará las opiniones diversas, porque las opiniones no son, y porque Dios nos ha dado una razón que nos distingue de las bestias, libre para juzgar a nuestro libre arbitrio. (265)

El paso al capitalismo trae aparejado también el cambio de las formas jurídicas como ya habíamos adelantado, el castigo directo sobre el cuerpo, pasará a una manera indirecta en la sociedad disciplinaria del capitalismo donde según sostiene Foucault en Vigilar y Castigar "El cuerpo se encuentra aquí en situación de instrumento o de intermediario y, si se interviene haciéndolo trabajar es para privar al individuo de una libertad considerada a la vez como un derecho y un bien." (20). Desaparece de esta manera el espectáculo, la exposición del suplicio del condenado. La cárcel y la multa son en esta sociedad el instrumento de sanción (o de recuperación) de aquel que ha cometido una falta; no ya contra el monarca sino contra la sociedad misma. El verdugo, encargado de aplicar el castigo de manera directa es reemplazado por "los vigilantes, los médicos, los capellanes, los psiquiatras, los psicólogos, los educadores." (20) como señala Foucault en este mismo texto.

Claro está, esto no significa que la acción del castigo corporal no desaparece por completo en las sociedades disciplinarias, a pesar de que ya no está centrada en el suplicio de aquellos que sufren la pena sino en la pérdida de un bien o de derechos. Tanto los trabajos forzados, la privación de la vida sexual, los golpes por parte de los carceleros, la reducción alimentaria y el hacinamiento forman parte de los resabios del suplicio pre jurídico de manera disfrazada.

Lo que concibe la ley penal en las sociedades disciplinarias es la reparación del daño social y por lo tanto su espíritu debe ser pensado para reparar el mal causado y para que el mismo no se repita nuevamente.

En el marco del capitalismo, entra en juego la función de la biopolítica. En este ámbito, el cuerpo se halla imbuido en relaciones de poder y de control que lo someten; no solo en el ámbito carcelario sino en la sociedad misma, es una "microfísica del poder" para emplear la expresión de Foucault en Vigilar y Castigar "que los aparatos y las instituciones ponen en juego, aunque su campo de validez se sitúa en cierto modo entre esos grandes funcionamientos y los propios cuerpos con su materialidad y sus fuerzas." (36). De este modo Foucault plantea que al analizar esta microfísica del poder se debe renunciar a la oposición entre la violencia y la ideología y a la "metáfora de la propiedad" (37). Sin embargo, es importante considerar que si bien el análisis de las superestructuras es vital, no se puede prescindir de la estructura económica si queremos llegar a una conclusión correcta en el conocimiento del cuerpo. Tanto las relaciones de producción como la propiedad sobre los medios, forman parte esencial en la misma.

Bajo el capitalismo, la relación primigenia con el cuerpo se produce a partir de la separación del trabajador frente a los medios de producción convirtiéndose en mera fuerza de trabajo, la propiedad en este sentido se reduce al control de los medios de producción separada totalmente del trabajo, "mientras que en el proceso de producción se produce una separación entre el uso (que no tiene pertinencia directa) y el intercambio y la acumulación (que son el objeto directo de la acumulación)." (13 – 14) como señala Eric Hobsbawn en la Introducción que realizara en Formaciones Económicas Precapitalistas de Carlos Marx.

El cuerpo, en el capitalismo, es enajenado para que cumpla su función como instrumento de la fuerza de trabajo que debe ser vendida y por lo tanto debe ser controlado para que dicho proceso se desarrolle. A partir del mismo podemos analizar los mecanismos de control social que se llevan a cabo en la superestructura ideológica.

El progreso planteado por Sarmiento es la emancipación del hombre frente a la naturaleza y su control sobre la misma y donde la propiedad sobre los medios de producción está divorciada del trabajo.

El desarrollo del capitalismo en la región que se mostró de manera incipiente que se basaba en la exportación fundamentalmente agropecuaria. Luis Vitale en Introducción para una teoría de la historia para América Latina plantea:

Durante este período se aceleró el proceso de concentración monopólica de la tierra mediante la conquista de zonas habitadas por comunidades indígenas. Empero, la consolidación de la propiedad latifundaria no significa necesariamente un reforzamiento del feudalismo. El latifundio latinoamericano estaba dedicado no a la pequeña producción agraria y artesanal sino a la exportación en gran escala de productos para el mercado mundial capitalista. (110 – 111)

Conclusión

Las relaciones de producción que fueron transferidas a América Latina de manera exógena por la metrópoli fundamentalmente durante el período colonial, estableció un sistema feudal que duró hasta mediados del siglo XIX. En el caso particular de nuestro territorio se hizo evidente a partir de los distintos caudillos que lideraban sus territorios.

Se generan de esta manera las formas jurídicas propias de esta etapa histórica, donde la justicia se establece de manera particular y llevada a cabo o bien por una disposición directa del líder o por grupos autónomos como la Mazorca durante la segunda gobernación de Rosas; donde el castigo sobre el cuerpo, como la exposición y la humillación frente al mismo se imponían como una afrenta personal de aquel que cometía la falta frente a la autoridad establecida.

En Facundo, Sarmiento plantea la necesidad de un cambio de gobierno que consistía en la instauración de un sistema capitalista, también exógeno, tomando el ideario iluminista y el ejemplo de Francia y Estados Unidos.

Este cambio de sistema trae aparejado también un cambio en las formas jurídicas (dando paso a la tribunalicia) propio de las sociedades disciplinarias, donde no se centra en el suplicio sobre el cuerpo sino en la pérdida de un bien o un derecho, ya que al ser el cuerpo enajenado para ser herramienta de la fuerza de trabajo, es necesario crear un control sobre la misma, a través de esta superestructura.

Otro de los puntos concluyentes en esta monografía es, por lo tanto, que las formas jurídicas que surgen en los distintos momentos históricos de la humanidad no están ajenas a la estructura económica, sino que, por el contrario, son dependientes de la misma.

Notas:
[1] Las citas se presentarán de aquí en más con el número de página correspondiente.

[2] El rojo punzó es una deformación de rouge ponceau y en el Partido Federal. El 3 de febrero de 1832 firmó el decreto que establecía su uso como obligatorio poniendo en consideración que la misma sirviera “a la causa del orden y de la paz”.

[3] Al respecto, señala Ingenieros: El sistema, en general, presentaba algunos rasgos comunes. 1° Todos confiaban a Rosas la representación de Relaciones Exteriores. 2° Rosas subvencionaba a todos, en dinero o en especies. 3° Cada uno era independiente y soberano en su feudo, siempre que marchase de acuerdo con Rosas. 4° El poder era personal, irresponsable y vitalicio, salvo accidentes. 5° Todos podían tener bandera, acumular bandera y establecer aduanas interiores. 6° Rosas garantizaba con su poder militar la estabilidad de sus amigos. (55 – 56)

[4] De hecho, la primera edición aparece diez años después de la muerte del caudillo.

Bibliografía

Focault, Michel, Microfísica del Poder, La Piqueta, Madrid, 1992.

——————-, La verdad y las formas jurídicas, Gedisa, Barcelona, 1996.

——————-, Vigilar y Castigar: Nacimiento de la prisión, Siglo XXI Editores, Buenos Aires, 2014.

Hobsbawm, Eric, Introducción en Formaciones Económicas Precapitalistas, Siglo XXI, México D.F., 2009.

Ingenieros, José, La Evolución de las Ideas Argentinas, vol. 13 (tomo 4), Elmer Editor, Buenos Aires, 1957.

Sarmiento, Domingo Faustino, Facundo o Civilización y barbarie, Centro Editor de Cultura, Buenos Aires, 2012.

Vitale, Luis, Introducción a una Teoría de la Historia para América Latina, Planeta, Buenos Aires, 1992.

 

 

Autor:

Claudio Adrián Ariño.

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