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Aumento poblacional y control demográfico entre los cazadores-recolectores tardíos del centro-sur pampeano



Partes: 1, 2

  1. Resumen
  2. Introducción
  3. Marco teórico
  4. Materiales y método
  5. Caracterización del perfil de mortalidad del Sitio Chenque I
  6. Discusión
  7. Conclusiones
  8. Bibliografía

Resumen

Las investigaciones arqueológicas desarrolladas en los últimos veinte años en el centrosur de la Pampa Occidental han permitido establecer que durante la última etapa del Holoceno tardío se produjo una disminución de la movilidad logística y un aumento de la densidad poblacional entre los grupos cazadores-recolectores que habitaron el área, lo que permitió generar un modelo que focaliza en un proceso de complejización social a nivel regional. Este trabajo aporta información bioarqueológica como una vía de análisis que ofrece herramientas adicionales para la identificación de ese proceso de cambio. También se desarrolla una propuesta que puntualiza en la interrelación de variables demográficas para contribuir a la comprensión de los procesos de aumento y control poblacional. Para ello se analiza el perfil de mortalidad generado con una muestra de restos humanos procedentes del sitio Chenque I, el cual es a su vez discutido teniendo en cuenta la información arqueológica disponible para el área y datos de crónicas de viajeros que describieron las sociedades indígenas de Pampa y Norpatagonia.

Palabras claves: Pampa Occidental, sitio Chenque I, control demográfico, arqueología, cronistas.

Abstract

Archaeological research conducted for the last twenty years in central-south Western La Pampa has allowed to establish that during the last stage of the late Holocene there was a logistical mobility diminishment and an increase in population density among the hunter-gatherer groups that inhabited the area, a fact that generated a model that focuses on a growing social complexity process on a regional level. This paper provides bioarchaeological information as a means of analysis that offers aditional tools for the identification of this process of change. A proposal that focuses on the demographic variables interelationship is also developed so as to contribute to the comprehension of population control and increase process. Therefore the mortality profile obtained from a human remains sample obtained from the site Chenque I is analised and discussed taking into account the available archaeological information from the area and data provided by travelling chroniclers who have described the Pampa and Northpatagonia Native American societies.

Key words: Western Pampa, Chenque I site, demographic contro, archaeology, chroniclers.

Recibido 14 de diciembre de 2008.

CAZADORES-RECOLECTORES DEL CONO SUR. Revista de Arqueología. Vol. 3 | 2008/09 | Mar del Plata, ARGENTINA; pp. 29 50

Introducción

Desde fines de la década de 1980 se han desarrollado numerosas investigaciones arqueológicas en el sector centrosur de la Pampa Occidental, generándose un conjunto de datos que permitió conocer las estrategias de movilidad-asentamiento, patrones de subsistencia e interacción social de las sociedades cazadoras-recolectoras del área (Berón 1995, 1997, 1998, 1999, 2004, 2007a; Berón et al. 1995, entre otros). Un modelo que explica las características de esos procesos culturales propone que las estrategias de uso del espacio se basaron en la presencia de asentamientos clave y en un sistema de movilidad logística y de fuertes alianzas sociales con grupos humanos de otras áreas. La presencia de artefactos exóticos permitió inferir la existencia de movimientos extra-regionales. Los contactos sociales habrían promovido la circulación, control e intercambio de gente, bienes, información y conocimiento, permitiendo el acceso a recursos lejanos (Berón 2004).

Desde el análisis del comportamiento mortuorio, Berón (2004) y Berón y Baffi (2003) propusieron un proceso de complejidad creciente durante el Holoceno tardío, inferido por evidencias que indican un aumento del sedentarismo en el área y la aparición de áreas formales de entierro. También plantearon un aumento de la densidad demográfica a partir de un notable incremento de la cantidad y variedad artefactual en los sitios del área, una especialización artesanal en la elaboración de alfarería y el aumento en la utilización de la tecnología lítica bipolar. A su vez, la intensificación en el uso de artefactos de molienda estaría vinculada a una diversificación de la dieta mediante la incorporación de nuevos productos alimenticios (Berón y Baffi 2003; Berón 2004).

Teniendo en cuenta este marco de análisis, se evalúa el perfil de mortalidad generado para el sitio Chenque I con el objetivo de discutir algunos patrones que permiten proponer una serie de procesos sociales derivados de la saturación del espacio (en el sentido de Borrero 1994-95) en el área de estudio. El aumento en la presión poblacional habría desencadenado diferentes comportamientos culturales, entre los que se destacan variadas formas de control de la natalidad y una valoración especial de niños y hombres, tendientes a solucionar el problema derivado de un desfasaje entre la cantidad de gente y la disponibilidad de recursos, relación atravesada por conductas de control territorial que devinieron en la emergencia de situaciones de violencia intergrupal. La propuesta desarrollada se sostiene también en el análisis de fuentes de cronistas y viajeros de Pampa y Norpatagonia, las cuales ofrecen información adicional que le otorga mayor solidez.

Marco teórico

El marco teórico que dirige este trabajo se enmarca dentro de las propuestas del materialismo cultural. Esta aproximación teórica ha permitido explicar diversos aspectos de las sociedades humanas desde la antropología y resulta adecuada para caracterizar la dinámica social y demográfica inferida a partir del estudio de los restos del sitio Chenque I, y proponer la existencia de algunas prácticas sociales que contribuyeron a delinear el perfil demográfico identificado.

El materialismo cultural propone que las condiciones materiales de existencia suelen ser el principal factor estructurador de la organización social y de los procesos socioculturales de cambio. Sugiere que la dinámica social es principalmente generada como reacción frente a los problemas prácticos de la vida cotidiana (Harris 1985). Divide esa dinámica social en un esquema tripartito, a partir del cual es posible explicar las causas de la diversidad de las prácticas sociales: la infraestructura, la estructura y la superestructura. La primera es especialmente importante en este trabajo ya que incluye los modos de reproducción y producción. Los modos de reproducción abarcan todas las prácticas que afectan los procesos reproductivos y que pueden modificar las tasas de fecundidad y mortalidad. Incluyen las tecnologías y prácticas empleadas para aumentar, limitar o mantener el tamaño de la población, las cuales impactan específicamente en la demografía. Dado que los modos de producción comprenden la tecnología y las prácticas empleadas en la obtención de alimentos y energía, la infraestructura combina una serie de variables demográficas, tecnológicas, económicas y ambientales, cuya contribución relativa establece un patrón determinado en la dinámica social que impacta en la configuración de los restantes aspectos, incluidos en la estructura (economía doméstica y política, intercambio y consumo doméstico y social) y la superestructura (arte, música, rituales, religión, etc.) (Harris 1985; Harris y Ross 1987).

El principio fundamental del razonamiento materialista cultural establece que si bien los tres sectores están vinculados causalmente entre sí, existe una primacía de la infraestructura, de manera que las innovaciones que surgen en ella se preservarán y propagarán en mayor proporción cuanto mayor sea la eficiencia de los procesos productivos y reproductivos que sustentan la salud y satisfacen las necesidades individuales y sociales básicas. De esta manera, se subraya la importancia de las prácticas sociales relacionadas con la dinámica reproductiva, ya que es un aspecto que tiende a determinar, en última instancia, el resto de las características de las sociedades (Harris 1985; Harris y Ross 1987).

Materiales y método

Las investigaciones desarrolladas en este trabajo se focalizan en el análisis bioarqueológico de los restos humanos del sitio Chenque I, cementerio de cazadoresrecolectores ubicado en el Parque Nacional Lihué Calel, provincia de La Pampa (Figura 1), que ha sido utilizado durante el Holoceno tardío final entre 1050 y 320 años AP. Una descripción pormenorizada de sus características puede consultarse en Berón (2004), Luna et al. (2004) y Berón y Luna (2007), entre otros. La información paleodemográfica fue obtenida mediante el análisis conjunto de los restos incluidos en la Unidad Superior, la cual contiene numerosos huesos y dientes fragmentados y removidos, y de varias de las inhumaciones detectadas en la Unidad Inferior (Luna 2008). En total se relevaron 59.726 especimenes, principalmente provenientes de la Unidad Superior1, y 42 unidades de entierro de la Unidad Inferior. Mediante la implementación de un protocolo de trabajo que se propuso obtener la mayor cantidad posible de información, pudo constatarse que esta muestra contiene individuos de ambos sexos y de todas las edades y están representados al menos 216 individuos (Luna 2008).

La metodología implementada para estimar la edad de muerte y determinar el sexo probable de los individuos se describe detalladamente en Luna (2006, 2008) y Luna y Aranda (2005). Para las estructuras de entierro se aplicaron múltiples métodos usualmente utilizados en las investigaciones bioarqueológicas: para la estimación de la edad de los subadultos, el desarrollo dental (Ubelaker 1982) y la longitud dia-

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Figura 1. Ubicación del sitio Chenque I, en el sur de la Pampa Occidental.

fisiaria (Scheuer y Black 2000); para los adultos, las modificaciones de la sínfisis púbica (Todd 1921 a y b; Brooks y Suchey 1990) y de la superficie auricular (Lovejoy et al. 1985); para la determinación del sexo de subadultos, la morfología del ilion y la mandíbula (Fazekas y Kósa 1978; Weaver 1980; Schutkowski 1993; Holcolm y

Konigsberg 1995; Molleson et al. 1998; Loth y Henneberg 2001) y la del coxal y el cráneo para los adultos (Phenice 1969; Ferembach et al. 1980). Para obtener datos de los restos fragmentados y removidos se desarrolló un protocolo que contempló la puesta a prueba de numerosas propuestas metodológicas que se basan en la evaluación de forma y tamaño de elementos óseos y dentales diversos (ver Luna 2008 para una descripción de esas técnicas).

Además de la información bioarqueológica, otras dos fuentes complementarias de información fueron utilizadas. Por un lado, se consideraron las propuestas previamente generadas desde el registro arqueológico sobre la dinámica de las sociedades del área, y por otro se realizó un relevamiento de crónicas de viajeros comprendidas entre los siglos XVI a XIX, focalizando en aquellas que dan cuenta de la dinámica social de las sociedades indígenas que habitaron Pampa y Norpatagonia.

Caracterización del perfil de mortalidad del Sitio Chenque I

En general, los perfiles obtenidos de cementerios de cazadores-recolectores muestran una alta mortalidad infantil entre el nacimiento y los cinco años, pero principalmente hasta el año de vida, con una disminución paulatina posterior de la cantidad de individuos hasta los inicios de la adolescencia. Es usual que la mortalidad total durante la subadultez alcance el 40%. Entre los adultos, suelen identificarse altas tasas de muerte entre los 20 y los 35 años, con una declinación pronunciada en los rangos de edad posteriores (v.g. Blakely 1971; Lovejoy et al. 1977; Ubelaker 1982; Benfer 1984; Cohen 1984; Smith et

al. 1984; Mensforth 1990). Como muestran la Figura 2 y la Tabla 1, el perfil de mortalidad del sitio Chenque I se adecua a estas características, con altas tasas de mortalidad antes del año de vida y entre los 20 y los 40 años. Alrededor del 40 % de los individuos no llegaron a la etapa adulta, indicando una muy alta mortalidad infantil. Autores como Blurton Jones et al. (1992), Keckler (1997) y Wood (1990) documentaron altas frecuencias de muertes durante los primeros años de vida en cazadores-recolectores contemporáneos y proponen que ello podría indicar elevados niveles de fertilidad, y por lo tanto, un probable aumento poblacional.

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Figura 2. Perfil de mortalidad por sexos del sitio Chenque I.

Masculinos

Femeninos

Total

Edad (años)

N

%

N

%

N

%

No nato

0

0

1

1,31

1

0,61

0-1

6

6,83

14

18,45

20

12,19

1,1-3

7

7,95

4

5,26

11

6,70

3,1-5

3

3,41

4

5,26

7

4,27

5,1-7

6

6,81

2

2,63

8

4,88

7,1-10

5

5,68

3

3,94

8

4,88

10,1-13

3

3,41

2

2,63

5

3,05

13,1-16

0

0

2

2,63

2

1,22

16,1-20

4

4,54

1

1,31

5

3,05

Total Subad.

34

38,63

33

43,42

67

40,85

20,1-30

25

28,41

12

15,79

37

22,55

30,1-40

14

15,91

20

26,32

34

20,73

40,1-50

10

11,37

7

9,21

17

10,36

50,1-60

3

3,41

2

2,63

5

3,05

60 +

2

2,27

2

2,63

4

2,44

Total Ad.

54

61,36

43

56,58

97

59,15

Total

88

100

76

100

164

100

Tabla 1. Cantidad de individuos identificados en el sitio Chenque I, según sexo y edad.

El perfil de mortalidad del sitio Chenque I presenta un patrón claramen te atricional (Margerison y Knusel 2002; Figura 2), el cual presenta una distribución bimodal en forma de U y es característico de situaciones de susceptibilidad diferencial a la mortalidad. En este caso particular, es consistente con el proceso sistemático de depositación de cuerpos en este cementerio por varias generaciones, y no por uno o varios eventos catastróficos (Luna 2008).

Un primer aspecto llamativo identificado en el perfil es la disparidad sexual identificada entre el nacimiento y el año de vida (masculinos: N: 6 (6,83 %); femeninos: N: 14 (18,45 %); Figura 2 y Tabla 1). Esta diferencia podría estar relacionada con la existencia de preferencias por parte de los adultos hacia los subadultos masculinos en detrimento de los femeninos. Como han analizado numerosos autores (v.g. Sieff 1990; Pennington 1996), un aspecto fundamental que afecta la supervivencia de los subadultos es la atención dispensada por los padres, conducta que

suele estar culturalmente condicionada. Dado que en esa etapa de la vida el sistema inmunodepresor está inmaduro, los niños demandan de un cuidado constante y especial (Stinson 2000), por lo que una actitud de atención diferencial según el sexo puede haber producido un impacto importante en la dinámica demográfica. Diversas prácticas culturales pueden haberse realizado para controlar el crecimiento poblacional, como diferentes formas de abstinencia sexual, contracepción, prolongación del período de amamantamiento y pautas alimenticias en las mujeres para mantener bajos niveles de grasas corporales y así inhibir la ovulación (Saucier 1972; Sussman 1972; Lee 1982; Cohen 1984; Engelbrecht 1987; Harris 1992, 1993). Otras fomentan una exposición diferencial de los individuos según el sexo y por lo tanto producen diferencias apreciables de mortalidad (Stinson 1985). Dado que el poten-

cial reproductivo está determinado por la tasa de supervivencia femenina, Harris y Ross (1987) sugieren que el método más eficaz de control poblacional en cazadores-recolectores era el infanticidio directo o indirecto de las niñas (Harris 1993; Mays 1995). De esta manera, se sugiere que la sobrerepresentación de individuos femeninos menores al año puede ser consecuencia de un comportamiento preferencial hacia los varones (Harris 1985), sobre todo teniendo en cuenta que en general las tasas de nacimientos masculinos son un 5 % superiores a los femeninos en las poblaciones humanas (Divale y Harris 1976; Stinson 1985; James 1990; Sieff 1990). Por otra parte, también está documentado que los individuos masculinos menores al año de edad son más susceptibles a morir que las mujeres (Ulizzi y Zonta 2002; Lewis 2007).

Los rangos de edad mayores a los 3 años muestran frecuencias inferiores a los 10 individuos y una tendencia hacia la disminución de la cantidad de individuos al aumentar la edad (Figura 2; Tabla 1). Este perfil coincide con las características de otros identificados para grupos cazadoresrecolectores (i.e. Blakely 1971; Lovejoy et al. 1977; Mensforth 1990). Las bajas frecuencias entre los 10 y 20 años estarían indicando que en general los individuos no habrían realizado actividades que los pondrían en riesgo de morir, las cuales serían llevadas a cabo sólo por aquellos jóvenes que se incorporaron al proceso productivo de la sociedad y por los adultos, como por ejemplo actividades guerreras o de caza. La juventud y adolescencia son etapas en las que, si bien los individuos pueden llevar a cabo algunas actividades típicas de los adultos, suele priorizarse el aprendizaje biosocial necesario para cumplir con los requerimientos posteriores de una vida adulta.

En los adultos, una alta mortalidad entre 20 y 40 años es característica de los perfiles cazadores-recolectores (Lovejoy et al. 1977; Cohen 1984; Smith et al. 1984; Mensforth 1990). En este caso, el porcentaje de individuos supera el 43 % (Tabla 1). Este rango de edad corresponde a las etapas de la vida durante las cuales los individuos ocupan plenamente los roles sociales de reproducción y subsistencia del grupo, lo que los expone a mayores riesgos de sufrir situaciones de estrés. Para edades posteriores las frecuencias son mucho menores, lo que en parte puede estar influido por las características de los métodos disponibles para estimar la edad. De todas formas, se identificaron cuatro individuos que sobrepasan los 60 años, coincidiendo con numerosas observaciones que refieren que era normal que parte de la población alcanzara esa edad (Luna 2006, 2008).

Dos situaciones opuestas surgen cuando se compara el rango 20,1-30 años con el de 30,1-40 años. En el primero, el porcentaje de masculinos prácticamente duplica el de los femeninos, mientras que en el segundo la situación es la opuesta. Una posible explicación a esta disparidad podría tener que ver con la existencia de situaciones de violencia interpersonal, de las cuales se tienen claras y abundantes evidencias en el sitio (Berón 2007b). Es probable que además de los casos documentados, un porcentaje no conocido de individuos haya muerto por las mismas causas pero sin que ello pueda ser inferido a partir del análisis osteológico y contextual. Ante esta posible explicación, es esperable que los individuos masculinos sean más susceptibles a morir por su mayor exposición a situaciones de agresión directa. También deben considerarse que otras actividades realizadas mayoritariamente por los varones, como la caza, seguramente han contribuido en esta alta frecuencia de individuos.

Respecto de las mujeres, es usual que la mayor cantidad de muertes se produzcan entre los 20 y los 40 años (Benfer 1984), ya que al encontrarse en la etapa reproductiva, presentan mayores riesgos de morbilidad y mortalidad, debido a los requerimientos exigidos por el embarazo, parto y lactancia y la relación sinérgica que puede generarse entre ellos, la malnutrición y la infección (Hassan 1973; Boserup 1984; Grauer 1991). Probablemente la disparidad identificada entre las mujeres de 20-30 años y las de 30-40 años esté relacionada con el sucesivo deterioro en la salud derivado de los costos corporales por embarazos a repetición, y con las enfermedades asociadas a embarazos en mayores de 30 años, lo que repercute directamente en una mayor tasa de muerte ese grupo de edad. Además, si se comparan los porcentajes acumulados de individuos según el sexo (Figura 3; Tabla 2), puede observarse que las mujeres presentan valores mayores en prácticamente toda la secuencia, con excepción del rango 20,1-30 años. De esta manera, la tendencia general identificada sería compatible con mayores tasas de mortalidad para las mujeres en todas las etapas de vida.

Discusión

Las características del perfil de mortalidad del sitio Chenque I permiten discutir varias particularidades que tienen repercusiones directas en aspectos demográficos de las sociedades que inhumaron allí a sus difuntos. Por un lado, en individuos menores al año de vida se documentaron diferencias importantes entre sexos (Figura 2), lo que puede ser interpretado como un derivado de la preferencia cultural hacia los subadultos masculinos. Por otro, se registró una tendencia general que sugiere una mayor mortalidad de las mujeres (Figura 3). Todo ello indicaría diferencias en los niveles de estrés socioambiental según el sexo. A continuación se describe

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Figura 3: Porcentajes acumulados de los individuos del sitio Chenque I, para cada sexo.

un modelo que tiene en cuenta aspectos demográficos y que se ajusta a las características de la información arqueológica, bioarqueológica y de crónicas disponible para el área de estudio.

Modelo de dinámica poblacional ante situaciones de presión demográfica entre los cazadores-recolectores.

Ante una situación de presión demográfica, es esperable la implementación de estrategias de control para disminuir el proceso de aumento poblacional identificado arqueológicamente para la zona de estudio durante el Holoceno tardío. Para un modelo con estas características, Keckler (1997) propone que la presencia de uno o varios eventos catastróficos puntuales pueden producir altas tasas de mortalidad en adultos jóvenes en un perfil atricional. Entre los procesos que pueden asemejarse a eventos catastróficos menciona la competición intraespecífica y una baja en la abundancia de recursos, lo cual puede ser a su vez consecuencia, entre otros factores, de un aumento poblacional.

A partir del análisis de la diferencia en la representación de individuos menores al año de vida según el sexo es posible inferir la existencia de una conducta de infanticidio indirecto que privilegiaba a los niños varones. Este dato, asociado con otros previamente conocidos para el área durante el Holoceno tardío (Berón y Baffi 2003; Berón 2004, 2007b y c) como el aumento de la densidad poblacional, la disminución de la movilidad residencial y la aparición de situaciones de violencia, es compatible con las propuestas del materialismo cultural sobre la dinámica de aquellos grupos cazadores-recolectores cuyos patrones demográficos presionaron sobre los recursos. Según esta propuesta teórica, sus mecanismos siguen un patrón diferente respecto de los de las jefaturas y estados agrícolas:

"(…) en teoría, cuanto mas abundante sea la caza y mayor la efectividad de la lactancia prolongada como método de control de la fecundidad, menos comunes serán las vías alternativas de control como el aborto y el infanticidio. Asimismo, la abundancia de caza tendrá un efecto amortiguador sobre la hostilidad intergrupal, con lo cual la guerra será menos frecuente; esto a su vez apagará cualquier tendencia a sobrevalorar a los hombres e infravalorar a las mujeres. No se utilizará a las mujeres como recompensa a la valentía demostrada por los hombres en el combate, y la proporción de sexos estará equilibrada y prevalecerá la monogamia (…) cuando las fuentes de proteínas animales son menos abundantes, la lactancia prolongada tendrá que ser complementada con tasas mas elevadas de aborto e infanticidio, especialmente el infanticidio femenino. Los intervalos entre nacimientos se acortan, las mujeres quedan embarazadas con mayor frecuencia y su movilidad disminuye. Al propio tiempo, surgen tensiones intergrupales, aumenta la frecuencia de la guerra, se premia la crianza de varones prestos a combatir y se devalúa a las mujeres, educándolas para ser recompensas pasivas a machos agresivos. El matrimonio tiende a la poliginia, los territorios de las bandas se definen con mayor precisión (…)" (Harris 1985: 100-101).

Los componentes principales de regulación del sistema son la limitación de la cantidad de mujeres que alcanzan la edad reproductiva y el tratamiento preferencial de los varones. También las mujeres adultas tienden a ser tratadas socialmente de diferente forma respecto de los hombres, hecho derivado principalmente de un control sociopolítico reglado y monopolizado por estos últimos (Divale y Harris 1976; Harris 1992; Gat 2000).

El supuesto básico que sostiene este modelo es la existencia de un defasaje entre la capacidad reproductiva del ser humano y la de obtener energía para su subsistencia. Por este motivo, se sugiere la tendencia hacia un aumento poblacional, con tasas variables dependiendo de la dinámica interna de cada grupo y de las condiciones ecológicas, asociado en ocasiones a un proceso de presión poblacional sobre los recursos. Otros aspectos medioambientales y sociales, como posibles disminuciones en la disponibilidad de recursos y/o en la cantidad de territorio potencialmente utilizable para obtenerlos, pueden también colaborar en ese proceso. Por otra parte, el aumento de la densidad poblacional puede producirse tanto por un desarrollo interno (mayor cantidad de nacimientos en relación a la cantidad de muertes) como por la ampliación de los procesos migratorios hacia el área. La presión demográfica se produce entonces por el desfasaje entre la cantidad de gente que habita un área y la capacidad del medioambiente para darle sustento (Harris 1992).

Existen cuatro tipos de respuestas ante una situación de aumento de la presión poblacional: 1) fisión del grupo y migración hacia áreas disponibles; 2) limitación o control demográfico (restricción de la fertilidad y/o aumento de la mortalidad); 3) intensificación de la explotación de recursos; y 4) empeoramiento de las condiciones de vida (Boserup 1984; Hammel y Howell 1987). Teniendo en cuenta las características medioambientales del área (ambiente semidesértico con extensas áreas de escasos recursos y zonas acotadas con altas concentraciones de recursos asociadas a agua potable) y la tendencia identificada regionalmente hacia un aumento de la densidad poblacional y una disminución de la movilidad residencial durante el Holoceno tardío (Berón y Baffi 2003; Berón 2004, 2007b y c), una solución como la fisión de los grupos locales y la migración hacia zonas alternativas no parece una situación plausible en este caso, ya que el proceso inferido daría cuenta de una saturación de las áreas de mayor concentración de recursos. A su vez, se planteó la probable expansión de una población humana desde el área Nordpatagónica durante el Holoceno tardío para sudeste de la región pampeana, asociada a un proceso similar de reducción de la movilidad e intensificación en el consumo de algunos recursos (Barrientos 2001; Pérez 2003; Barrientos y Pérez 2004, 2005). Si bien las dinámicas migratorias específicas de ambas áreas son diferentes, parece probable que todo el sur pampeano puede haber funcionado como un área de atracción de poblaciones humanas, con un consecuente aumento demográfico. Probablemente las tres respuestas restantes propuestas por Hammel y Howell (1987) hayan estado presentes dentro de la dinámica poblacional del área: control demográfico, intensificación en la explotación de los recursos y malas condiciones de vida en determinados momentos del año o ciclos climáticos.

La información bioarqueológica generada permite discutir las probables incidencias de las prácticas de control demográfico en la dinámica social y en la calidad de vida de los grupos nativos del área. Algunos aspectos del control demográfico pueden ser inferidos a partir de las particularidades del perfil de mortalidad subadulto para cada sexo, mientras que una alta mortalidad infantil, con casi la mitad de los individuos muriendo antes de llegar a la etapa adulta, es un indicador claro de eventuales situaciones críticas en las condiciones de vida. Autores como Birdsell (1968), Divale (1972), Hayden (1972), Hassan (1973), Boserup (1984) y Cohen (1984) y proponen que los cazadores-recolectores limitaron el crecimiento poblacional en situaciones de presión demográfica fundamentalmente a través de medios culturales, entre ellos el aborto, el infanticidio femenino y prolongación de la lactancia.

Las prácticas de infanticidio han sido documentadas en todo el mundo y en diversos tipos de sociedades (v.g. Balikci 1967; Sussman 1972; Dickeman 1975; Huss-Ashmore y Johnston 1985; Green 1999; Gat 2000; Linzer Schwarcz e Isser 2000; Dube Bhatnagar et al. 2005; Spinelli 2005; Lewis 2007). Esta forma de control demográfico abarca una amplia gama de prácticas sociales, desde la muerte violenta por inanición, deshidratación, abandono a la intemperie, asfixia y golpes, hasta negligencia en el cuidado del niño. En este caso, la madre cuida al niño menos de lo necesario cuando se enferma, lo amamanta con menos frecuencia, no trata de buscar alimentos complementarios, etc. De esta manera, el infanticidio indirec to implica aspectos tan variados como la mala alimentación, el destete prematuro, la exposición a temperaturas extremas y la crianza descuidada (Huss-Ashmore y Johnston 1985; Harris y Ross 1987; Harris 1993).

En las sociedades cazadoras-recolectoras el infanticidio es en general el método preferido para la planificación familiar. Cualquier práctica abortiva podría provocar la muerte de la madre, por lo que es probable que sólo un grupo sometido a presiones económicas y demográficas muy fuertes recurriera a él como método habitual de control demográfico. Por otro lado, la prolongación de la lactancia no permite un control directo de la anticoncepción. El crecimiento demográfico bajo o nulo no puede lograrse, ni siquiera combinando los efectos producidos por todos esos métodos. Por el contrario, mediante la práctica del infanticidio es posible elegir el sexo del niño y no se involucra la salud de la madre (Divale y Harris 1976; Sauer 1978; Faerman et al. 1998).

En la mayoría de los casos etnográficos las víctimas pertenecen al sexo femenino, las cuales son expuestas a mayores situaciones de estrés por un tratamiento cultural preferencial de los varones (Balikci 1967; Freeman 1971; Helm 1980; Nordborg 1992; Mays 1995; Gat 2000; Mays y Faerman 2001; Dube Bhatnagar et al. 2005). Los casos documentados en los cuales la proporción de masculinos iguala o excede la de los femeninos no están relacionados con situaciones de presión demográfica (v.g. Dickeman 1975; Smith y Kahila 1992; Harris 1994; Faerman et al. 1998; Lewis 2007). Desde una perspectiva arqueológica, Cassidy (1984) sugirió una posible práctica de infanticidio para disminuir la presión poblacional en sitios del valle central del río Ohio (Estados Unidos), en conjunción con otras estrategias como la disminución en la calidad y la cantidad de alimentos para las mujeres en etapas reproductivas y de amamantamiento. Esto potencia la malnutrición de los lactantes y disminuye la eficiencia reproductiva de la mujer. También Benfer (1984) propuso la práctica de infanticidio para la aldea precerámica de La Paloma (Perú) al comparar la disparidad sexual alrededor de los 20 años (18 masculinos y 10 femeninos) y en menores de un año (7 masculinos y 18 femeninos).

Comportamientos como éste también han sido identificados en contextos etnográficos caracterizados por el aumento de la densidad poblacional con la consecuente presión sobre los recursos y/o de los conflictos entre grupos, en cuyo caso se valoraban especialmente las aptitudes masculinas en actividades de caza y guerreras. Esta práctica se convirtió en una forma de control de la fecundidad/mortalidad (Hassan 1973; Lee 1982; Boserup 1984; Cohen 1984; Harris 1985, 1992, 1993; Harris y Ross 1987; Saunders 2000). También debe tenerse en cuenta la diversidad de las definiciones culturales acerca del momento en que un ser humano pasa a formar parte constitutiva de la sociedad como individuo, ya que algunos grupos entienden que la vida social comienza recién varios días después del parto, mientras que en otros los niños no son considerados completamente incluidos hasta varios meses después. Así, la muerte provocada suele ocurrir antes de que se produzcan los rituales que señalan el inicio de la vida social (Harris y Ross 1987; Faerman et al. 1998). Es posible pensar que estos preconceptos culturales pueden haber variado según el sexo e incidido en la representación según el sexo (Mays 1995; Saunders 2000).

El modelo original indica que el desarrollo de la guerra en sociedades cazadoras-recolectoras es otro mecanismo que conduce a una reducción de la población, pero no debido a las muertes durante los eventos de violencia, ya que la fecundidad está determinada exclusivamente por la cantidad de mujeres. La guerra no regula la población a través de las muertes en combate sino mediante sus efectos indirectos sobre la proporción sexual, ya que estimula a criar la mayor cantidad de varones (Harris 1985). El materialismo cultural plantea que la guerra suele fundarse en una causa practica, aún cuando sus participantes la desconozcan y actúen movidos por motivaciones emocionales. Aparece cuando no es posible mantener estable la cantidad de individuos que viven en un área en relación con los ofrecimientos medioambientales de su entorno. Sin la presión reproductora, la práctica de la guerra y el infanticidio no son prácticas sociales usuales (Gat 2000; Harris 1992, 1993; Dube Bhatnagar et al. 2005). Divale y Harris (1976) sostienen que entre los cazadores-recolectores existe una tendencia hacia la supremacía y control del poder por los hombres, de lo cual deriva directamente la preferencia por los niños varones (ver también Gat 2000). Los perfiles demográficos están generalmente muy desbalanceados en favor de estos últimos. Los autores presentan datos etnográficos de numerosos grupos que apoyan la idea de que cuanto más usual es la práctica del infanticidio, mayor es la razón sexual en subadultos, con 117 niños por cada 100 niñas (179 poblaciones censadas) en los casos en que se realizaba el infanticidio, comparado con los 108 varones por cada 100 mujeres identificados en los casos en que no se practicaba (91 poblaciones censadas). También documentan una situación similar al evaluar en conjunto la presencia de eventos de violencia intergrupal y la recurrencia en la práctica del infanticidio: las sociedades que practicaban tanto la guerra como el infanticidio presentaron una razón sexual de 133:100 en individuos menores de 14 años y de 96:100 en mayores (110 poblaciones relevadas), mientras que aquellas en las cuales la guerra había terminado varios años antes de la toma de datos y no se practicaba el infanticidio, la razón era de 104:100 en menores de 14 años y 92:100 en mayores de esa edad. En el primer caso, la baja frecuencia de los varones mayores de 14 años se debe al aumento de la mortalidad durante actos de guerra. En ambos análisis, la proporción perteneciente a las sociedades que no practicaban el infanticidio no son muy diferentes de las observadas al nacimiento (Divale y Harris 1976).

Partes: 1, 2

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