Capacitación para el uso de la tecnología educativa: la clase satelital (página 2)

Enviado por Yunior Andrés Castillo Silverio

Partes: 1, 2

Esquemas: es importante que se mantenga un balance visual. De esta forma la mirada del alumno no se desvía hacia puntos innecesarios y la atención se mantiene en los aspectos que el docente señale.
Dibujos: si se utiliza solo un dibujo o fotografía, sin texto, se puede abarcar la totalidad de la pantalla. Es importante que tanto dibujos como fotos sean de buena calidad.

Una experiencia práctica en la clase satelital

La información recibida no distaba mucho de mi trabajo regular como docente. Había que seleccionar ciertos contenidos para ofrecer tres clases a distancia. Todo se resolvería naturalmente a no ser por un solo detalle. Se trataba de una clase satelital. Así como podrían recibir hoy ustedes esta noticia, la recibí yo en esa oportunidad. Una mezcla de novedad e incertidumbre implicaba este nuevo desafío. Como todo lo desconocido, para algunos puede despertar temor o resistencia; en mi caso particular, el tema se solucionaba preparando "bien" los materiales y presentándome en el "telepuerto" el día 5 de mayo a la 15:30hs. Totalmente ajena a lo que vendría me encamino hacia esta nueva experiencia: la clase satelital.

Ya en el estudio de televisión, me brindan una cálida bienvenida y comienzan los rituales de prueba. De sonido, de sistema, adecuación de la altura de la silla y del respaldo, ubicación de los elementos sobre el escritorio, re-ubicación de las cámaras, foco y otros menesteres. A estas alturas del docente queda muy poco, la realidad esta muy lejos de la rutina habitual, ingresar a un aula, encontrase con los alumnos, saludar, colocar los útiles sobre el escritorio, borrar el pizarrón, preparar el retroproyector, observar el rostro de los alumnos y efectuar algún comentario formal o informal como para iniciar el proceso de comunicación.

Los alumnos no están presentes físicamente, en su lugar me piden que mire un lente y que imagine al alumno allí. Desconozco tal poder de imaginación que pueda comparar a un alumno con una diminuta luz roja. De todas formas, ofrezco mi mejor voluntad para adaptarme a este nuevo ambiente. Me siento en el escritorio, coloco los antebrazos levemente sobre el mismo, cruzo mis manos y espero la señal que indica el comienzo de la clase. Hasta aquí , solo se trataba de recibir instrucciones y alistarse para dar una clase bajo una nueva tecnología.

La señal no se hace esperar, 5,4,3,2,1 y a comenzar. Primero la tensión de presentarse ante "nadie", físicamente hablando. Las señas en el estudio que indican no dejar de observar la lente, ¿ y el alumno donde está?. Las manifestaciones de lo que se conoce como el pánico escénico son muchas, nerviosismo, movimientos involuntarios, voz temblorosa, transpiración, articulación dificultosa, palidez, tensión corporal general, opresión del tórax, disfonía y a veces afonía. Hay que asumir que el alumno ya no interrumpe, al menos tan naturalmente como en la clase presencial. Aunque tenga posibilidad para comunicarse, seguramente enfrenta el mismo temor que nosotros. Ya no se puede caminar de un lado al otro. Al menos no tan fácilmente como en el aula. El cómodo pizarrón ha sido reemplazado por un nuevo aparato que no nos resulta nada familiar. Ni que hablar de ir al fondo del aula para intercambiar algunas palabras con los "que se sientan atrás para no comprometerse".

A estas alturas del relato, se preguntarán qué hacemos entonces los docentes sentados frente a una cámara apareciendo en una pantalla de televisión. La respuesta es para mí, contundente. Se trata de un medio con múltiples beneficios, pero, quizás el más importante es la posibilidad de llegar a ese lugar donde vive "el alumno fulano de tal" que tal vez, ni siquiera imagino. La sola idea de pensar que ese alumno con el cual estuve intercambiando correos electrónicos o chateando ahora puede estar observando una clase en tiempo real y compartiendo el proceso de enseñanza–aprendizaje es el móvil que lleva a seguir adelante con esta experiencia.

Cinco clases tuvieron que pasar para lograr que un alumno se comunicara. Para ellos también se trata de una nueva tecnología. Saben que lo que dicen sale por televisión y lo escuchan los otros alumnos y esto resulta suficiente para desmotivar a la mayoría. Así como el docente debe tener un real deseo de comunicarse, el alumno también debe encontrar la motivación suficiente para contactarse con el docente e intercambiar información.

Todos los docentes involucrados en esta experiencia reconocíamos las mismas limitaciones. Pero, al mismo tiempo, comenzamos a darnos cuenta que solo el conocimiento podía vencer el temor a lo desconocido. La capacitación para la utilización de esta nueva tecnología educativa, convierte la tensión en la posibilidad de aprovechar esta herramienta en toda su extensión. Tal como el navegante necesita conocer su nave para darle un rumbo, el docente necesita aprender el manejo de las nuevas tecnologías para darles el mejor uso acorde con el objetivo buscado.

Dejo como reflexión final una breve extracción del texto
de Richard Bach "Juan Salvador Gaviota" :

-Sí que puedes, Juan. Porque has aprendido. Una etapa ha terminado, y ha llegado la hora de que empiece otra.

Tal como le había iluminado toda su vida, también ahora el entendimiento iluminó ese instante de la existencia de Juan Salvador Gaviota. Tenían razón. El era capaz de volar más alto.

Conclusión

Si bien el papel que cumplen las nuevas tecnologías es fundamental, las técnicas están al servicio del docente y no a la inversa. Por lo tanto, el profesor debe conocer los diferentes aspectos que definen el alcance y las limitaciones en la utilización de cada una de las nuevas herramientas puestas a su servicio.

La humanización del proceso de enseñanza es hoy nuestro mayor requerimiento. Compatibilizar la utilización de los nuevos medios con una formación integral de la persona, es el nuevo desafío para el cual debemos prepararnos y de modo alguno ausentarnos.

Bibliografía

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