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La Inteligencia emocional para disminuir la delincuencia en Azogues, Ecuador



Partes: 1, 2

  1. Planteamiento y delimitación del problema
  2. La justificación
  3. Objetivo general
  4. Marco teórico conceptual
  5. Propuesta de intervención
  6. Modelo basado en la inteligencia emocional
  7. Del modelo de inteligencia emocional a la práctica
  8. ¿Cómo enseñar en el modelo de la inteligencia emocional?
  9. La mediación pedagógica
  10. Estrategias, técnicas y actividades
  11. Referencias bibliográficas

Planteamiento y delimitación del problema

En los años recientes, la delincuencia se ha convertido en uno de los principales problemas del Ecuador. En repetidas encuestas de opinión se concluye que en el ámbito social se cree que el principal problema es la falta de empleo. Pero a nivel individual la inseguridad relacionada con el auge del fenómeno delincuencial es la preocupación mayor de las personas.

Si bien la violencia no es un fenómeno nuevo en el Ecuador, se ha incrementado en la última década, su frecuencia estadística; se ha urbanizado y diversificado sus expresiones. Todo esto genera impactos sociales, culturales, políticos y económicos de relevancia, de los cuales uno de los más sobresalientes es la generalizada percepción de haber sido víctima de un hecho de violencia, percepción que es mayor al índice real de victimización.

Los medios de indagación empírica y registro estadístico de este fenómeno son poco homogéneos y aún no han sido sistematizados. Recién en los últimos años se organizan en el Ecuador metodologías de recolección de datos sobre la violencia y las distintas manifestaciones de inseguridad, en ciertos ámbitos académicos y unos pocos observatorios ciudadanos, sin embargo de lo cual, persisten cifras diferentes sobre los mismos hechos violentos, que provienen de fuentes directas (las denuncias de las víctimas) e indirectas (encuestas y sondeos de opinión), cuyos resultados cuantitativos no pueden ser homologados dado su origen metodológico distinto, Esto determina la necesidad de organizar en un solo sistema de información los modos y mecanismos de registro estadístico del fenómeno de la violencia, y de construir indicadores e índices convalidados para el conjunto de la sociedad nacional.

Estadísticas revelan que en nuestro país, en el año 2009, hubo más de 250 mil denuncias de violencia. También se ha reportado 10 600 delitos sexuales y solo 300 han tenido una sentencia.

Nuestro país enfrenta un incremento de la delincuencia que la sociedad ecuatoriana nunca ha experimentado.. Entre los crímenes se encuentran el secuestro exprés y el sicariato que representa el 11%de los crímenes cometidos. Asimismo, apreciamos también varios robos por medio de la escopolamina, atracos en de agencias bancarias, asaltos a las gasolineras, ajustes de cuentas etc. A esto se suma, que todos los días los medios de comunicación reseñan estos casos y que no existe algún ecuatoriano que no tenga un familiar o un amigo que no esté afectado por la delincuencia.

En respuesta a la ineficiencia y falta de oportunidad de las instituciones de seguridad pública y administración de justicia, la sociedad pretende convertir la autodefensa como el mecanismo de solución de los conflictos. Esta pretendida solución es, en realidad, peor que el mal que se intenta remediar.

Muchos conflictos interpersonales y sociales se procesan ahora fuera de las instituciones respectivas, generando más y peores hechos violentos que van desde la agresión inrerpersonal hasta los linchamientos colectivos. el ajuste de cuentas, el sicariato, la amenaza, etc. en una especie de poder para aplicar justicia de modo paralelo al poder legal del Estado. Lo más preocupante es que por ese camino se llegue a implantar como fenómeno otro tipo de impunidad, una subcultura de hacer justicia por mano propia a lo Fuenteovejuna de Lope de Vega, cuya raíz está en la desconfianza de la sociedad en las instancias de prevención, control y administración de justicia.

Sincrónicamente a la pérdida de los valores cívicos ya mencionados se implanta en la sociedad, una subcultura de resolución no pacífica de los conflictos.

Falta promover una cultura de convivencia pacífica de las personas en el contexto de una sociedad que disponga de instituciones que no judicialicen necesariamente la resolución de los conflictos, sino que los canalicen por medios de la negociación, el arbitraje, la conciliación y la práctica de formas alternativas de convivencia pacífica con prevalencia de la justicia y la equidad. El sistema

educacional, los medios de comunicación social, las organizaciones de la sociedad civil y el Estado en su conjunto no han tomado aún en sus manos esta responsabilidad.

De este andamiaje de recursos proponemos a la Inteligencia Emocional que es uno de los conceptos claves que comienzan a utilizarse y tenerse en cuenta en todos los ámbitos organizacionales y educativos. Para identificar y expresar sanamente las emociones es quizá uno de los mayores retos en nuestra tarea educativa en la solución de conflictos y por ende disminuir la delincuencia. Es necesario hacer sitio a las emociones en nuestra realidad educativa y pedagógica, si queremos educar a nuestros alumnos como seres humanos completos. Esta es una materia imprescindible para la gestión del estrés que a menudo conduce a conductas agresivas y violentas que se manifiestan contra los otros (peleas, agresiones) o contra uno mismo (depresión, anorexia, drogas)

La inteligencia emocional es muy importante para nuestra vida y la manera en la que podamos conseguir una mayor empatía, saber controlar y entender nuestros sentimientos, aumentar nuestra capacidad para resolver los problemas nos dará una mejor calidad de vida.

Las personas que saben gobernar sus sentimientos saben interpretar y relacionarse efectivamente con los demás, disfrutan de todos los dominios de la vida. Además son más eficaces y se suelen sentir más satisfechas

Para cualquier actividad son importantes las habilidades sociales destacaría las relaciones personales. Se pueden considerar conductas necesarias para interactuar y relacionarse con los iguales y adultos de forma efectiva y satisfactoria.

El conflicto suele ser considerado como algo negativo y no deseable. Ahora sabemos que el conflicto es inherente al ser humano surge de la incompatibilidad en intereses, valores, aspiraciones…. Hasta hace poco la escuela ha educado en

conceptos y procedimientos pero no insistiendo en actitudes ni en los valores. Para resolver conflictos en el aula hay que trabajar en valores para conseguir una buena cohesión grupal.

Azogues, ciudad franciscana otrora ciudad de paz y armonía en los últimos días se ha convertido en escenario de brutales golpes de la delincuencia, según informa los medios comunicación como la radio, la televisión y los medios impresos. Los delitos sexuales, los delitos contra la persona, el robo, etc. Son muy frecuentes en el medio, convirtiendo a la ciudad en un sitio peligrosos para propios y extraños.

La justificación

La educación para la paz no es una opción más sino una necesidad que toda institución educativa debe asumir. Los principios para una convivencia pacífica entre pueblos y grupos sociales se han convertido en un imperativo legal. Ahora se trata de conseguir que el derecho formal de la paz se convierta en un derecho real.

Educar para la paz es una forma de educar en adquirir una buena inteligencia emocional. La educación para la paz lleva implícitos el desarrollo de una inteligencia interpersonal, interpersonal y transpersonal La educación con una buena inteligencia emocional es un factor importantísimo para conseguir la calidad que propone nuestro sistema educativo.

La educación emocional pretende dar respuesta a un conjunto de necesidades sociales que no quedan suficientemente atendidas en la educación formal

La moderna educación para la paz asume creativamente el conflicto como un proceso natural y consustancial a la existencia humana. La educación para la paz ayuda a la persona a desvelar críticamente la realidad compleja y conflictiva para poder situarse en ella y actuar en consecuencia. Educar para la paz en base al

desarrollo de la inteligencia emocional es invitar a actuar en el microcosmos escolar y en el macronivel de las estructuras sociales.

Una educación para la paz, la no violencia y la convivencia es la apología que tiene que asumir sistemáticamente la tarea de analizar el currículo oculto, procurando que afloren aspectos la inteligencia emocional De esta forma se podrá diagnosticar el modelo educativo subyacente y buscar soluciones correctas, analizando y resolviendo conflictos. Es preciso enfrentarse con buen ánimo a situaciones nuevas y desconocidas, favoreciendo la autoafirmación y la creatividad. Es fundamental educar en el respeto a las normas cuando son justas y en la desobediencia cuando son injustas. Todos somos responsables de la educación para la paz, tanto a nivel personal como social, local e internacional. La educación para la paz supera el marco de lo extracurricular o complementario y, a través de los distintos niveles del sistema educativo, se va identificando con el mismo concepto de la educación como tal.

Objetivo general

Diseñar un modelo psicopedagógico en base a la inteligencia emocional para disminuir la delincuencia en el Cantón Azogues 2010.

Objetivos específicos:

  • a) Describir el marco conceptual de inteligencia emocional y delincuencia.

  • b) Establecer índices estadísticos de la delincuencia en el Cantón Azogues 2010

  • c) Relacionar las emociones con delincuencia.

  • d) Determinar la relación emoción delincuencia en los Institutos superiores del Cantón Azogues.

  • e) Proponer un del modelo psicopedagógico en base la inteligencia emocional en el aula.

  • f) Procurar la implementación y/o incrementación de la Educación para la Paz en los Educandos del Cantón Azogues.

Marco teórico conceptual

El concepto inteligencia emocional (IE) apareció por primera vez desarrollado en 1990 en un artículo publicado por Peter Salovey y John Mayer. No obstante, quedó relegado al olvido durante cinco años hasta que Daniel Goleman, psicólogo y periodista americano con una indudable visión comercial y gran capacidad de seducción y de sentido común, convirtió estas dos palabras en términos de moda al publicar su libro Inteligencia Emocional (1995). La tesis primordial de este libro se resume en que necesitamos una nueva perspectiva del estudio de la inteligencia humana más allá de los aspectos cognitivos e intelectuales, que resalte la importancia del uso y gestión del mundo emocional y social para comprender el curso de la vida de las personas. Goleman afirma que existen habilidades más importantes que la inteligencia académica a la hora de alcanzar un mayor bienestar laboral, personal, académico y social. Esta idea tuvo una gran resonancia en la opinión pública y, a juicio de autores como Epstein (1998), parte de la aceptación social y de la popularidad del término se debió principalmente a tres factores:

  • 1. El cansancio provocado por la sobrevaloración del cociente intelectual (CI) a lo largo de todo el siglo XX, ya que había sido el indicador más utilizado para la selección de personal y recursos humanos.

  • 2. La antipatía generalizada en la sociedad ante las personas que poseen un alto nivel intelectual, pero que carecen de habilidades sociales y emocionales.

  • 3. El mal uso en el ámbito educativo de los resultados en los tests y evaluaciones de CI que pocas veces pronostican el éxito real que los alumnos tendrán una vez incorporados al mundo laboral, y que tampoco ayudan a predecir el bienestar y la felicidad a lo largo de sus vidas.

Como consecuencia de este conjunto de eventos y tras el best-seller de Goleman, fuimos invadidos por una oleada de información mediática de todo tipo (prensa, libros de autoayuda, páginas web, etc.). Por otra parte, diferentes autores, como Bar-On (1997), Cooper y Sawaf (1997), Shapiro (1997), Goleman (1998) y Gottman (1997) publicaron aproximaciones al concepto, de lo más diversas; propusieron sus propios componentes de la Inteligencia Emocional y elaboraron herramientas para evaluar el concepto. Aunque la mayoría de ellos discrepa en las habilidades que debe poseer una persona emocionalmente inteligente, todos están de acuerdo en que estos componentes, le hacen más fácil y feliz su vida. Lamentablemente, desde estas aproximaciones se han realizado multitud de afirmaciones sobre la influencia positiva de la IE, que no han sido contrastadas de forma empírica. Las aseveraciones más usuales se han relacionado con el efecto y la influencia de la IE en nuestras vidas, o bien, con las distintas áreas en las que la IE podía influir. Así, el fomento de la IE ayudaría a potenciar las relaciones con nuestros hijos (Shapiro, 1997; Gottman, 1997; Elías, Tobías y Friedlander, 1999), ayudaría a mejorar nuestro trabajo (Weisinger, 1997; Cooper y Sawaf, 1997) o tendrían efectos beneficiosos en el contexto educativo (Steiner y Perry, 1997), entre otros. El único inconveniente fue que todas estas afirmaciones no fueron avaladas por datos empíricos contrastados, que sistemática y rigurosamente demostrasen, por un lado, el grado explicativo de la IE; y, por otro, el papel real de ésta en las distintas áreas de nuestra vida, en comparación con otras dimensiones del ser humano (p.e., inteligencia general, personalidad, características sociodemográficas, redes sociales, etc.).

Hasta finales de la década pasada y comienzos de la actual se empezaron a dar los primeros pasos firmes en la constatación empírica de los efectos que una buena IE puede ejercer sobre las personas. En general, los primeros trabajos se encaminaron a examinar el constructo de IE, se centraron en el desarrollo teórico de modelos y la creación de instrumentos de evaluación rigurosos (Mayer, Caruso y Salovey, 2000; Salovey, Woolery y Mayer, 2001). En la actualidad, existe suficiente base teórica y se han desarrollado las herramientas necesarias para examinar de forma fiable la relación de este concepto con otras variables relevantes, tanto en experimentos de laboratorio como en estudios de campo. De hecho, la línea de investigación vigente se centra en establecer la utilidad de este nuevo constructo en diversas áreas vitales de las personas, con el objetivo de demostrar cómo la IE determina nuestros comportamientos y en qué áreas de nuestra vida influye más significativamente.

Entre los diferentes acercamientos a la IE, la teoría desarrollada por los creadores del concepto, John Mayer y Peter Salovey (1990) –a nuestro juicio–, sigue siendo la más defendida y avalada empíricamente (Fernández-Berrocal y Extremera, 2002; Extremera y Fernández-Berrocal, 2003b). Desde esta perspectiva, la IE engloba un conjunto de habilidades relacionadas con el procesamiento emocional de la información. En concreto, la definición más concisa delimita la IE como "la habilidad para percibir, asimilar, comprender y regular las propias emociones y las de los demás, promoviendo un crecimiento emocional e intelectual" (Mayer y Salovey, 1997, p.10).

El propósito de la escuela, es contribuir a la educación integral de los niños y de las niñas que a ella les son confiados por sus padres, su comunidad y su país, pero para que dicha educación o formación se dé, la condición o requisito fundamental, real y no retórica o solamente conceptual, es que los docentes y las docentes, indefectiblemente, tengan también formación integral. (Maya, 2003, Pág. 99).

Pero para que haya formación integral se debe además, tener una concepción epistemológica, no derivada o afianzada por el Positivismo y el Racionalismo, sino por una concepción holística de la vida, del saber humano, de la naturaleza, de la sociedad y del universo, la cual determina, como lo afirma millar, "…que el ser humano esté innata y totalmente conectado al desarrollo del universo"; además, que: "…somos parte del mismo proceso que creó a las estrellas, y estamos hechos de la misma materia", igualmente que: "Todas las facetas de la experiencia

humana –intuitiva, imaginativa, estética, emocional y espiritual, así como el intelecto racional- son necesarios para captar completamente la profundidad imponente de nuestra existencia". Pero, la educación en las sociedades modernas, según los educadores "holísticos", ha descuidado esta unión orgánica y vital entre nosotros y la naturaleza y ha olvidado que el aprendizaje real implica no solo la disciplina académica, sino también la admiración y el acto de maravillarse, la espontaneidad y la alegría. Sin embargo, esta es una opinión minoritaria, y los educadores "holísticos" siempre se han encontrado en la periferia romántica y mística de la civilización industrial occidental". (Millar, 1989, pág. 32)

Si se tiene y reivindica estos puntos de vista, mal se puede afirmar que en la escuela se orienta o se construye una educación o formación integral, si además y como consecuencia, sólo se atiende la inteligencia tradicional o cognitiva y la mayor parte del esfuerzo de ésta se centra en el conocimiento racional de las ciencias o disciplinas positivas y en donde se ignoran las dimensiones afectivas en que se enmarcan y expresan las emociones, así como la rica subjetividad total del ser humano, que es débilmente tenida en cuenta o estimulada por el currículo, ya que su máxima fuerza se centra en aquellas.

Para este contexto de la educación, lo que tiene que ver con el "cerebro derecho", regulador de las funciones imaginativas, emocionales, metafóricas, creativas, musicales etc., está poco presente y menos la inteligencia emocional.

A este respecto Kasuga, Gutiérrez y otros afirman: "en nuestra cultura a la educación de la inteligencia emocional tradicionalmente se le ha dejado fuera del currículum de estudios escolares; pero una salud emocional deficiente lleva a un fracaso académico, entorpece el pensamiento, la concentración, la memoria, la paz interior, las relaciones interpersonales, el manejo integral del cerebro derecho- izquierdo y la armonía del balance sentimiento-razonamiento". (Kasuga, Linda; Gutiérrez, Carolina y otros. Pág.101)

La inteligencia emocional, es un factor fundamental, que debe hacer decidida presencia en el currículo, antes que planificado, actuado y en la práctica educativa cotidiana del aula y de la escuela, si queremos formar realmente el ser humano integral que requieren nuestros países, y máxime cuando se viene dando tanto deterioro en la educación que se construye en las familias y en las comunidades de su propio entorno.

Consideramos por otra parte, que antes que en la inteligencia emocional, los esfuerzos curriculares y de acción educativa en la escuela y en sus aulas, deben centrarse en la educación emocional y de la cual obviamente, uno de sus resultados, será la inteligencia emocional.

La educación emocional es entonces, según Steiner y Perry y nosotros, de mayor dimensión, cobertura o comprensión que la inteligencia emocional. Un reconocimiento de esto se identifica, cuando los mismos elaboran expresiones como la siguiente: "Enseñando educación emocional he ayudado a cientos de personas a incrementar su inteligencia emocional". (Maya, 2003, Pág. 103).

Pero: ¿cómo hacer o conducir la educación emocional en la escuela? Y, ¿cómo trabajar o buscar la inteligencia emocional como una de sus probables consecuencias?, es la que quizás usted se pregunte ahora, y a lo que nosotros quisiéramos responder con algunas sugerencias.

La tarea de la educación emocional, como usted lo habrá pensado, no es fácil y máxime, si no se tiene los fundamentos conceptuales, técnico-pedagógicos, axiológicos para ello, y especialmente, los fundamentos actitudinales y la experiencia

Cuando se ha transmitido solamente en el quehacer mecánico y domesticante de la educación cognitiva y racionalista, que ve en el niño o en la niña, ante todo, una pequeña máquina de fabricar o construir pensamientos, dar el paso hacia

descubrir en él, el ser humano integral, afectivo y emocional, sujeto no sólo, pero también de pensamientos y conocimiento, al igual que de sentimientos, sueños, imaginación, intereses, creatividad, ansiedades, frustraciones etc., no es asunto tan sencillo, como a primera instancia pueda parecer

A este respecto Freire expresó alguna vez: "siendo una práctica estrictamente humana, jamás pude entender la educación como una experiencia fría, sin alma, en la cual los sentimientos y las emociones, los deseos, los sueños, debieran ser reprimidos por una especie de dictadura racionalista". (Maya, 2003, Pág. 103).

Avanzar, entonces, a la educación emocional y transitar a la inteligencia emocional, pero no coyuntural ni contingencialmente, sino para hacerlas cultura, organización, en la escuela supone, primero que todo, una plena mentalización o concienciación y una actualización, permítasenos esta expresión, sobre lo que son, lo que significa y la importancia de que la escuela como organización, cambie su paradigma, de casi absoluto racionalismo o de búsqueda permanente de la inteligencia tradicional cognitiva, para acoger el nuevo paradigma de la educación y la inteligencia emocionales.

Como se sabe también que los niños y las niñas cuando llegan a la escuela, traen el sello de una educación que han recibido en sus hogares, en la más tiernísima infancia, este aspecto es necesario considerarlo, porque como lo afirman los mismos Steiner y Perry: "La educación emocional se desarrolla mejor durante la infancia, época en la cual la información se aprende a través de ejemplo…" (Maya, 2003, Pág. 104).

Esto último es una referencia importante, para que el paso al nuevo paradigma sea decir, al de la educación emocional, por parte de la escuela, como organización, se dé en plenas decisión y cogestión, con los padres y madres de familia.

Para que luego de lo anterior, la educación emocional en primera instancia, llegue a la escuela y al aula, nos parece adecuado el modelo de los mismos Steiner y Perry, el cual estructuraron en tres etapas, con cuatro pasos de entrenamiento cada una, conducentes al entrenamiento en habilidades emocionales y luego doce pasos más, orientados al entrenamiento para una educación emocional propiamente dicha.

Steiner y Perry, advierten, por otra parte, que: "este conjunto de transacciones emocionales está ordenado según el grado de dificultad" y que: "es posible que usted considere que ya posee alguna de las habilidades que se desarrollan en los tres y cuatro primeros pasos y que desee comenzar, por ejemplo, en el paso número cinco. También puede ser que usted se encuentre en el paso doce, pero que desee perfeccionar sus habilidades, está bien" (Maya, 2003, Pág. 105).

La inteligencia emocional, por lo demás, que vemos inmersa en la acción educativa, no independientemente de la educación emocional, como ya lo dijimos, sino atada e integrada a ella en el proceso educativo, o como una consecuencia de la misma, exige también otras perspectivas y consideraciones para centrar su atención en ella, por parte de las educadoras y de los educadores.

Para su orientación y desarrollo,

Como usted, se podrá dar cuenta, amable lector y lectora, llevar la educación y la inteligencia emocional a la escuela, no es un ejercicio pedagógico mecánico o de simples técnicas, sino fundamentalmente de conocimiento, actividad y sincero compromiso profesional y educativo por la educación. Las técnicas, que obviamente las hay y son importantes, son solamente instrumentos mediales para afianzar el logro de aquellas y por sí solas, no van a llevar a la obtención de lo propuesto, como es la educación integral de niños y niñas integrales, con visión y esperanza concreta de futuro. (Kasuga, Linda; Gutiérrez, Carolina y otros. Pág. 102-107, 108-111)

Propuesta de intervención

En el diseño que planteamos, donde los paradigmas de la inteligencia y las emociones se juntan el siguiente: Albert Ellis (2004), creador de la conocida TCER. Afirma que la cognición, la emoción y el comportamiento no son funciones humanas aisladas sino que, por el contrario, están integradas y son holísticas. "Cuando sentimos, pensamos y actuamos; cuando actuamos, sentimos y pensamos; y cuando pensamos, sentimos y actuamos. ¿Por qué? Porque los humanos raramente sólo sentimos, sólo pensamos o sólo actuamos" (Ellis, 2004: 11).

Partimos de un axioma claro: una educación válida y eficaz debe consistir en ofrecer respuestas a todas las dimensiones del ser humano para ayudarle a desarrollar todas sus capacidades o lo que es igual, debe enseñar a dar respuestas eficaces y humanamente productivas a las tres dimensiones básicas y estructuralmente inseparables de las personas: pensar (respuestas cognitivas), hacer (respuestas conductuales) y sentir (respuestas emocionales y afectivas) y, a su vez, cada una de ellas exigirá la puesta en práctica de diferentes habilidades y también, en el plano axiológico, convencer al sujeto que son por igual necesarias para un correcto y armónico equilibrio vital y que todas ellas, cada una en su justa dimensión y medida y relativizadas por las circunstancias, configurarán las herramientas o instrumentos de que va a disponer para tratar de lograr una vida digna y, dentro de los límites de la felicidad humana, aprender a poseer recursos no sólo técnicos e instrumentales sino también emocionales. Si hasta hoy, o hasta no hace mucho, hemos puesto más el acento en los elementos cognitivos y observamos que se ha producido una doble brecha, la del canon y la el sujeto educador reducido, en una buena medida, como dispensador de información y ello la provocado la deserción virtual del educando debemos tomar conciencia de que alguna dimensión básica de nuestros escolares ha sido abandonada o no se le ha prestado, a nivel instructivo, la suficiente atención. A nuestro juicio esta no es otra que la dimensión afectiva o emocional que, con toda seguridad, también puede (y debe) ser objeto de aprendizaje. Ahora bien, para ello será necesario por parte del profesorado y de los agentes educativos, en general, tomar conciencia de que la dimensión emocional, al igual que cualquier otra materia instrumental de los currícula habituales o al uso, exige un completo proceso de aprendizaje, es decir: una formación teórica y la correcta utilización de una metodología aplicada con sus correspondientes técnicas y estrategias de enseñanza-aprendizaje. Y también de una convicción moral que no es otra sino la de creer que en la profesión de enseñarte –quiérase o no— interviene algo más que la simple especialización en una determinada materia y que deben procurar que sus alumnos se perciban a sí mismo como ciudadanos y personas en desarrollo y no solamente en su dimensión cognitiva de alumnos.

El diseño estrategias que impulsen el desarrollo de la Inteligencia Emocional que proponemos se encuentra inmerso en la razón de ser de nuestros conocimientos en la enseñanza en la universidad, en las prácticas de aprendizaje; y es en los Saberes donde se encaja aquellos. Bien lo dice Prieto Castillo que en algunos países incluidos el nuestro se ha generalizado a través de la reforma educativa la terminología "contenido" a otros ámbitos. Nos referimos al esquema de:

  • Contenidos conceptuales.

  • Contenidos procedimentales.

  • Contenidos actitudinales.

Prieto Castillo prefiere otra línea terminológica, a su entender justa en relación con lo que se busca expresar. En argumento que la anterior cae en la tradición de enseñanza por transmisión de información. (Prieto. 2004, Pág. 131 – 135)

  • Saber.

  • Saber hacer.

  • Saber ser.

El saber se conforma por conceptos, metodologías, reflexiones, informaciones, discursos a través de los que se los aprende y expresa.

El saber hacer consiste en la aplicación del saber, en cualquier ámbito de la cultura y de la relación social.

El saber ser consiste en los valores que sostiene sobre todo el hacer, porque en éste tomamos decisiones y comprometemos a menudo a otras personas.

Lo más común como manifiesta Prieto es que las prácticas se queden en el primer punto: conceptos que van, respuestas que vienen, suelen ser todavía una constante en no pocos espacios universitarios.

Para el segundo hay sin duda experiencias en determinadas carreras. El trabajo en laboratorios, la necesidad de salir al contexto, son alternativas valiosas para fortalecer el hacer.

El tercero aparece bien como una prédica en los objetivos y en los perfiles ideales que encabezan los planes de estudio: "el estudiante será solidario, respetuoso de la cultura ajena, sostendrá su labor profesional en tales y cuales valores, será crítico, responsable…" (Prieto, 2004. Pág.134-135)

El nuevo diseño plantea un nuevo saber, que es el saber de la inteligencia emocional que lo denominaremos el "saber emocional" el mismo que se encuentra ligado íntimamente con los demás saberes, puesto que el saber emocional tiene influencia suprema, por muchos argumentos ya esgrimidos con anterioridad. Pero recalcaremos nuevamente uno importantísimo: "Las emociones preceden al pensamiento" (Martín. 2001, Pág.209)

El modelo pedagógico de Inteligencia Emocional tiene además fortalezas sustentadas en lo que manifiesta Flores Ochoa: "Un campo de investigación se

convierte en disciplina científica cuando se orienta por una teoría y una metodología propias. La pedagogía tiene cuatro elementos esenciales en su objeto de estudios: la enseñanza, el aprendizaje, el currículo y la gestión educativa (en el medio socio-histórico-cultural). Los métodos de investigación son múltiples y se originan en el campo de la investigación sociohumanística." (Flóres Ochoa, 1994, p.233)

Modelo basado en la Inteligencia Emocional

La parte teórica, sicológica, filosófica, sociológica, etc., revisamos anteriormente en los otros capítulos, procedemos a definir el modelo como lo plantea Rafael Flórez Ochoa (2005) con los cinco criterios de elegibilidad para distinguir un Modelo Pedagógico.

  • ¿Qué tipo de persona queremos educar?

El propósito de desarrollar mentes emocionales, es el formar amigos amorosos, con talentos intelectuales y competentes expresivamente.

  • ¿Cómo crecen y se desarrollan las personas?

Desarrollar la mente o intelecto psicológico del amigo (hemos escogido esta palabra para designar a las personas, alumnos, docentes, etc.) con el fin de formar seres humanos amorosos consigo mismos, capaces de comprenderse, autoconociéndose, autovalorándose y autoadministrándose. Además de formar seres humanos amorosos con los otros comprendiéndoles a través de conocerlos, valorarlos e interactuar con ellos.

  • ¿Con qué experiencias?

Con los conocimientos del yo y del otro que equivale a formular pensamientos, ideas y explicaciones racionales sobre el objeto, es decir poner a funcionar operaciones e instrumentos del sistema cognitivo a favor del sistema afectivo.

Poder expresar a través de nociones, proposiciones y conceptos, creencias, afectos y conductas, comportamientos, hobbies y oficio macroactos a profesión del objeto de conocimiento, que en el caso que nos ocupa es el yo y el otro.

Valoraciones y afectos hacia el yo y hacia el otro con aprendizajes que lleva al individuo a realizar ponderaciones de los desempeños propios frente a los demás, a definir un status para el sí mismo (autoestima) y a tener una actitud optimista frente a los grandes y pequeños problemas cotidianos y a disponer del sentir requerido para apreciar, estimar, valorar y encontrar en los otros sus virtudes y cualidades y verlos como seres humanos valiosos.

Administrarse que significa canalizar o inhibir las propias fuerzas motivacionales para lograr MANTENER EL CONTROL DEL YO, persistir ante los obstáculos y las frustraciones y alcanzar las metas propuestas.

Compartir con los otros expresivamente, utilizando lenguajes que lleguen a tocar el sentir del otro y que permitan al individuo interacciones asertivas en las cuatro situaciones a las que se enfrentará socialmente por siempre en su vida (Iniciar, mantener, profundizar y concluir relaciones).

  • ¿Quién lleva adelante el proceso: el maestro o el alumno?

Este es un modelo con una visión emocional donde están involucrados todos estudiantes, trabajadores, amigos, esposos, padres, docentes, instituciones, etc. Proveerles experiencias cruciales, despertarles utopías, llevarlos de la mano al

encuentro consigo mismos y con los otros para que en condiciones reales se alcancen propósitos también reales que se traduzcan en expresiones tangibles: con actos de generosidad, autocontrol, reflexión. Con manifestaciones de empatía, autoconciencia, de afecto, con una clara expresión que revele un juicio de valor, una meta o un propósito…

Planteamos a la mediación pedagógica término acuñado hacia 1990 por los educadores Daniel Prieto Castillo, argentino, y Francisco Gutiérrez Pérez, español-costarricense.

La mediación surgió principalmente de dos fuentes: la mediación vigotskiana y la mediación comunicacional. La primera, entendida como el aporte o ayuda del adulto para la consecución de logros para los niños. El segundo es un término utilizado en comunicación, para hacer referencia al carácter indirecto con que recibimos la información de la realidad a través de los medios de comunicación. La realidad se encuentra mediada ya que son los medios los que se encargan de seleccionar qué noticia y con qué enfoque transmiten.

Los dos educadores se plantearon que la vida de las personas, dentro de una sociedad, se encuentra permanentemente mediada: cuando bebés, por los adultos (para poder sobrevivir), por la cultura, el lenguaje, los objetos, etc. También determinaron que dentro de la sociedad existen instituciones mediadoras por excelencia, como la familia, el Estado, la escuela, los partidos políticos, las iglesias.

Las instituciones educativas son las encargadas principales de realizar la mediación con fines educativos, aunque no siempre se da esta mediación con carácter pedagógico. Entonces acuñaron el concepto de "mediación pedagógica".

"Llamamos pedagógica a una mediación capaz de promover y acompañar el aprendizaje de nuestros interlocutores, entendido el aprendizaje como la tarea de éstos de construirse y apropiarse del mundo y de sí mismo" (Prieto C., 1998)

Como podemos observar, la importancia está puesta en el aprendizaje, entendiéndolo de la manera más humana: construirse y apropiarse del mundo y de sí mismo. Como una metodología, un camino, un puente entre el ser, saber ser, y saber hacer con el saber emocional.

He aquí el principal sentido de la educación emocional y del aprendizaje: aprender a ser humanos emocionales, humanizar a las personas, permitirles conocer su entorno y conocerse a sí mismo (inteligencia intrapersonal), y poder desarrollarse en armonía con los otros (inteligencia interpersonal), de manera solidaria y consciente.

Del Modelo de Inteligencia Emocional a la práctica

En Ecuador, como en el resto de Latinoamérica, cada vez que aparecía una nueva corriente, un nuevo modelo o simplemente una nueva moda nos vemos corriendo detrás para "modernizarnos", y antes de poder comprenderlos ya teníamos que aplicarlos en las aulas de clase.

J. Martín López Calva nos dice al respecto: "Modelos que llegan, se reproducen, se generalizan, se ostentan como la solución para la educación, descalifican a toda otra perspectiva educativa, se adoptan ciegamente sin una comprensión inteligente ni una asimilación crítica, y se ejercitan en el aula de forma irresponsable e indiscriminada, hasta que empiezan a cansar, a aburrir y, finalmente, mueren en manos de una nueva moda que comienza a seguir la misma ruta." (Martín López Calva, 2003, p. 97)

Toda nueva propuesta, y especialmente si es pedagógica, debe ser analizada crítica y reflexivamente; esto implica comprender todos los supuestos ontológicos, epistemológicos, metodológicos y sociales antes de asimilarse. También debería realizarse una valoración responsable, que permita anticipar los efectos y repercusiones de su aplicación.

Ejecutar un modelo pedagógico no es simplemente apropiarse de algunos términos, cambiar los verbos en los objetivos o ampliar las esferas de evaluación a los campos cognoscitivo, procedimental y actitudinal. Adoptar un modelo pedagógico implica una particular manera de ver a las personas y al mundo, y por lo tanto nos sitúa en una perspectiva frente al quehacer docente. Cada modelo supone una especial ubicación frente a o con nuestros estudiantes.

Promover el aprendizaje de determinada manera y con ciertas herramientas (¿recuerde las cinco preguntas que definían un modelo?). Y, principalmente, los frutos o repercusiones del modelo deben llegar a las aulas, en beneficio de los estudiantes.

Por cierto que no es una decisión para tomar a la ligera, como si se tratara de una prenda de vestir ("de modas y colores no opinan los doctores"), o con razones de poco peso ("porque a mí me educaron así…")

Se trata de una decisión pensada, reflexionada, conformada con su propia realidad, con sus expectativas (personales, para el país, para sus hijos y nietos), con su cultura e idiosincrasia, con su historia. Es una decisión que nos obliga, primero que nada, a saber cómo somos como seres humanos y como educadores En educación pasa lo mismo, lo importante es elegir cuidar o no cuidar, pensando en los y las estudiantes, al identificarnos con los modelos endógenos o exógenos. En definitiva, debemos decidir si nuestra función docente consiste en embutir información o promover el desarrollo, con todas las implicaciones correspondientes.

Inferimos que vosotros habéis elegido por trascendental, los modelos endógenos, como el camino a seguir; si no fuera así, no tendría sentido que intente aprender algo más sobre educación.

Por lo tanto, dentro del marco de los modelos endógenos, existen tantas prácticas como realidades diferentes, incluso hay cabida para la tradicional clase magistral; pero, es imprescindible que estemos seguros de que el objetivo primordial de nuestro ser educador sea promover aprendizajes. Y se está proponiendo que la inteligencia emocional sea un modelo pedagógico y sirva como una estrategia para mejorar los aprendizajes.

¿Cómo enseñar en el modelo de la inteligencia emocional?

Creo que está bastante explícito lo que debemos conseguir; ahora, la pregunta que seguramente se está haciendo es: ¿CÓMO LOGRARLO?

El diccionario de Ciencias de la Educación de la Editorial Santillana define metodología de esta forma: "La metodología, más que exponer y sistematizar métodos, se esfuerza en proporcionar al profesor los criterios que le permiten justificar y construir el método que bajo razones pedagógicas responde a las expectativas educativas de cada situación didáctica que se le plantea"

Esta cita es de un artículo de Lars Bonell García (2003 a), que tituló: Método: cómo conseguimos que las personas aprendan, en el cual plantea que la construcción de un método personal es factible y hasta razonablemente fácil, siempre y cuando:

  • Que nos brinde los principios metodológicos básicos, y

  • Logremos combinar la eficacia y la coherencia.

Aunque seamos los mejores teóricos, implementemos las mejores metodologías, diseñemos las planificaciones más impresionantes, si no logramos que nuestros amigos aprendan en toda la extensión del término y si nuestro quehacer no ayuda a que los mismos crezcan, se desarrollen, piensen, sean críticos, aprendan a aprender, no deberíamos llamarnos educadores, pero educadores emocionales.

"El acto educativo tiene sentido por los aprendizajes que se logren a partir de él. Y para ellos se requiere de una adecuada mediación pedagógica." (Prieto C., 2003b, p.9)

La mediación pedagógica

Ya hablamos algo al respecto al justificar qué metodología a seguir en el Modelo de la Inteligencia Emocional que pueden ser muchos pero intencionalmente lo incorporamos porque creemos que viene a constituirse en un engranaje en lo cognitivo, afectivo, y expresivo.

Conocerse uno mismo implica saber quiénes somos, cómo sentimos, qué pensamos y opinamos; tomar decisiones, participar, ser responsables de nuestros actos, saber qué es lo que queremos para nosotros mismos y para los demás. En definitiva, vincularse con el propio ser y con los demás seres. (Inteligencias Intrapersonal e interpersonal)

Todo esto no lo lograríamos repitiendo lo que alguien nos dijo alguna vez; son posiciones vitales que vamos edificando a lo largo de nuestra vida y con el aporte de infinidad de personas.

Cierre los ojos y piense en la mejor maestra o el mejor maestro que tuvo en su vida. Recuerde, busque, piense. ¿Por qué eligió a esa persona como la mejor?

Seguramente, además de promover los aprendizajes que le correspondían al grado o año que compartió con él o ella, seguramente le dio mucho más. Le ayudó a conocerse, le motivó a realizar cosas importantes o a superar metas, le ayudó a saber cómo era usted, cuáles sus habilidades, sus potencialidades. Le brindó el

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