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Juan Peron -Desclasificado- (página 3)




Enviado por Carlos Blanco



Partes: 1, 2, 3

En otras palabras, un conjunto de ramplones.

Pero con la suficiente y férrea ignorancia, como para desbarrancar, a instancias de ese Balbín, todo lo avanzado, particularmente en materia energética, derogando los contratos de exploración y extracción de petróleo, suscriptos por el Frondizismo.

Y con ello, retrasando el desarrollo de toda la Cuenca Patagónica, que volvió a estancarse, indefinidamente y espantando inversiones foráneas, que con tantas dificultades, habíamos logrado seducir.

Transcurren tres años, durante el primero de los cuales, Perón intenta volver desde España, aprovechando la debilidad de un Illia, casi prisionero del titiritero Balbín, pero a instancias del mas cuerdo de todos los ministros -Carlos Alconada Aramburu-, a cargo de la cartera de Justicia, el General es obligado a descender del vuelo que lo trasladaba a Buenos Aires, en Rio de Janeiro.

Pocho al ser rechazado, comienza a percibir que ya no controla a todos sus jugadores.

Y que algunos, sibilinamente ya tenían cierto protagonismo autónomo.

Como Augusto Vandor de la UOM y José Alonso, titular de la CGT y de un desprendimiento de los Textiles.

Los hace espiar, bien de cerca, porque empieza a desconfiar de ambos, aunque más del primero que del segundo. Se acerca junio de 1966, y mientras se llevaba a cabo una reunión de gabinete, ingresa un tanto retrasado, Adolfo Suarez.

Al ocupar su sitial, contiguo al de Interior, le dice a Palmero en voz baja "acaban de confirmar que se está armando un golpe, a lo que Palmero le responde bueno, bueno, pero no se le digas al Presidente, porque si se entera, no va a poder tomar la siesta".

Era la cruda verdad, la Argentina había estado durmiendo, en una especie de limbo.

Que ni por mucho justificaba un pronunciamiento castrense, pero igual lo hicieron.

Ongania, al que el humorista Landru, lo dibujaría como aparentando a una morsa, toma la batuta.

El pobre de Illia, es desalojado de su despacho, como si fuese un "okupa" y es trasladado a su domicilio en el automóvil particular de Alconada Aramburu.

El flamante sucesor, como primera medida de gobierno, convoca a todos los Generales, con mando de tropas, para una breve alocución y les dice sin levantar demasiado la voz "yo conspire, a quien lo haga le deseo suerte, si lo pesco, lo fusilo en el acto".

Mensaje, esclarecedor como pocos.

Pero no deja de ser una bravata, porque no retiene la comandancia del Ejército y con ello su poder seria limitado.

Sin embargo, impone su autoridad, cuando las disputas con Pascual Pistarini crecen y provocan el pase a retiro del último.

Ambiguo, como lo fueron todos sus predecesores y sucesores, de estos gobiernos de facto, establece una política de raigambre corporativista.

Y en idéntica dirección, con el trascurrir de los dos primeros años, comienza a acariciar la idea de convertirse en Presidente constitucional, con el apoyo de sectores gremiales.

Se acerca más a ellos, particularmente al "Lobo".

Que manejaba su Sindicato, desde un stud en San Isidro, del que era propietario.

Quien ya, para la época, les decía a sus amigos más cercanos, que en última instancia "los votos son nuestros y no de ese viejo choto que está en Madrid, rascándose las bolas".

Perón se entera y encoleriza, recordando en ese instante que Vandor, fue el único gremialista que le había armado un paro, por reivindicaciones salariales, y que era un tipo de cuidado.

El "turfista" recibe un guiño de su socio José Alonso- y juntos se acoplan al "calorcito oficial".

Con ese escenario en ciernes, "Pocho" les declara la guerra y jura vengarse.

Sin embargo en el paralelo, y con cierto deleite, recibe noticias de un pedido de acercamiento, por parte del General Aramburu, quien era de la idea, de retornar a la política.

Ongania se entera y encarga el seguimiento a su amigo y ministro del Interior, el General Francisco Imaz.

Le aconseja incluso que entrene a esos pendejos, que había reclutado y prestaban servicio en el Batallón de Inteligencia 601, de Callao y Viamonte.

Se trataba de un puñado de Nacionalistas Católicos, que conjugaban sus ideales con la gestión del gobierno, y sus apellidos eran Firmenich, Vaca Narvaja, Ramus, Abal Medina, Crocco y otros de menor protagonismo, pero todos ex referentes de la agrupación ultra derechista que se conoció como la filo nazi "Tacuara" Pero el asunto pasa a un plano secundario, porque el humor de los cordobeses, hace levantar la temperatura de toda la Provincia peligrosamente, que más se enardece a poco de designarse un Interventor Federal.

Las leyes obreras, por presión del responsable de Economía, Adalberto Krieger Vasena, se habían endurecido notablemente, motivando ello el fervor sindical que no respondía ya a las directivas de la CGT de Buenos Aires.

Rene Salamanca y Agustín Tosco, ambos de raigambre marxista, lideran la protesta en la Mediterránea, que se tiñe de sangre cuando las tropas del V Cuerpo de Ejército, la ponen bajo sitio.

El saldo de muertos, nunca oficializado, fue de casi cuarenta muertos.

A principios de 1970, y pasada la refriega, Imaz, sin embargo, y sin desatender las directivas de Ongania, interviene los teléfonos de Aramburu y de su amigo Aldo Luis Molinari.

Detectan registros, desde ambas líneas con Puerta de Hierro en Madrid.

Y "pinchan" con atención la última, en la que el "vasco", le propone a Perón que se encuentren en Oporto –Portugal-, para mediados de año.

Ongania, sumamente debilitado y habiendo perdido el predominio en la tristemente célebre "trenza de Caballería", se la juega y procura por todos los medios, impedir esa cita.

Piensa en arrestarlo y someterlo a juicio ante el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas.

Un General muy cercano –Osiris Villegas- le indica que sería descabellado, y menos con el gran prestigio de Aramburu, en el Arma de Infantería, lo que le acarrearía, un amotinamiento de sus miembros en actividad.

Vuelve a consultarlo a Imaz, quien le indica que cuenta con un subordinado de toda su confianza, el Mayor Hugo Miori Pereyra, y que está en condiciones que le ordene a esos "asimilados" del 601, que lo "chuparan", para asustarlo un poco y desanimarlo, respecto de su acercamiento con Perón.

Y que era mejor así, para no involucrar a ningún miembro del Ejército, ni activo ni retirado.

En el mientras tanto, Perón, se había fortalecido bastante, luego de ordenar el homicidio de Vandor, el año anterior, por la propia mano de su lugarteniente, Lorenzo Miguel y que también ejecutaría, en 1973 a José Ignacio Rucci, por idéntica orden. Y fue así, que con dos automóviles del batallón, uniformes de Ejército y un plan pre determinado, de meterle el cuco al viejo General, por un rato, se presentan en su domicilio de la calle Montevideo entre Santa Fe y Marcelo T de Alvear, el 28 de junio.

Bajan todos, y la victima con la creencia que se dirigirían al edificio Libertador, para una reunión con el entonces Comandante en Jefe Lanusse, tal como se lo había comentado a su esposa Sara Herrera, antes de salir.

Cuando el "secuestrado" advierte que la ruta no es la habitual, para llegar al lugar de la cita, porque la comitiva, toma rumbo a la Provincia, Aramburu se descompensa y pierde el conocimiento.

Firmenich, desciende de unos de los vehículos, y desde un teléfono público se comunica directamente con Imaz.

Este le ordena, que lo trasladen hasta la guardia del Hospital Militar, en la Av. Luis María Campos.

Cuando la comitiva arriba al lugar, el medico que los atiende, después de auscultarlo les informa que Aramburu, había fallecido de un masivo sincope.

Informado nuevamente Imaz, de la fatal novedad, les ordena que se movilicen hasta un campo de la familia de Ramus, cerca de Carlos Tejedor, en el poblado de Timote, hasta que se les indiquen nuevos instructivos.

Y es a partir de tales eventos que, comienza la "Gran Farsa de Montoneros".

Que simulan su fusilamiento, cuando en realidad, dispararon sobre un inerte cuerpo.

Y Firmenich, acepta "entregar" a Ramus y Abal Medina, que son ultimados por la Bonaerense, cuando son detectados en una pizzería de William Morris, en las adyacencias del partido de Hurlingham.

Todo ello, para darle certidumbre al "apresamiento y ejecución del mayor enemigo del Peronismo".

Ongania, se tambalea, porque no había contemplado, ese fin cruento de su camarada.

Perón, que de inmediato se entera de ese simulacro, sube la apuesta, y para no perder legitimidad, ante esta "nueva rama del Movimiento", ordena que liquiden al secretario general de la Central Obrera José Alonso.

A los efectos de legitimar su autoridad, como líder indiscutido del Justicialismo, y al mismo tiempo, cortar de raíz, los planes presidenciales de sumar al gobierno, a todos los Peronistas, que habían puesto en entredicho su autoridad, con ese acercamiento al Oficialismo.

"Paco" Manrique, quien me develo todos estos secretos tan bien guardados, también me abono sobre los sucesos posteriores.

Personalmente, pone en conocimiento del hecho y sus simulaciones, al "Cano" Lanusse.

Y otra partida de defunción institucional, se labra, en perjuicio esta vez, del propio Ongania.

Le otorga 24 horas, para que abandone la Quinta de Olivos.

Sin el deseo explícito de suplantar al destituido, elige a "un General de bajo costo" -según lo bautizaría Jorge Abelardo Ramos- que había sido el representante de Ejercito en Washington.

El ungido fue Roberto Marcelo Levingston, muy afecto a la botella, como su predecesor Guido y uno de sus futuros sucesores, Roberto Fortunato Galtieri.

Duro lo que un pedo en medio de un vendaval, por una curiosa anécdota.

En una reunión ordinaria de gabinete, presidida por este alcohólico, Lanusse, interrumpiendo bruscamente una alocución del Jefe de Estado, le indica al ministro de Economía Carlos Moyano Llerena, que unos primos suyos y consignatarios de hacienda -Pedro & Antonio Lanusse- necesitaban un crédito a tasa preferencial, del Banco de Desarrollo.

Levingston, lo interrumpe, con el mismo tono que había sido interrumpido y le dice al Comandante en Jefe del Ejército, que tales solicitudes, debían ser cursadas por los canales ordinarios.

Tras lo cual, y para disipar el alto voltaje de ese duro intercambio de palabras, se dirige al baño.

Cuando a los cinco minutos retorna a su asiento, había dejado de ser Presidente.

Y es a partir del incidente que Lanusse toma para sí, la suma del poder público y por esos designios del destino poco a poco, le allanaría el camino a Perón para que cese en su calidad de exiliado. De inmediato le ordena al embajador en España, el Brigadier Jorge Rojas Silveyra, que Indague sobre la salud de "Pocho".

Se reúne con el urólogo que lo trataba, de apellido Puigvert, quien le informa que su paciente, padecía, un cáncer de vejiga y que a esas alturas, estaba comprometiendo seriamente su próstata y que además le otorgaba, escasa sobre vida, sobretodo porque debía añadir que también tenía un avanzado enfisema pulmonar.

¿Cuánta? le inquiere el visitante.

No más de dos años, le responde el Medico.

Enterado el Presidente de ese pronóstico, y siendo de la idea que podía maniobrar con cierta tranquilidad, para apaciguar las cosas, con un "viejo moribundo", ordena que le entreguen el cadáver de Evita, que se encontraba con un nombre supuesto en un cementerio de Italia.

Y en el paralelo, con "el chino" a su lado, hacen planes para levantar la veda electoral, y que su contertulio, esta vez, pudiese alcanzar la Primera Magistratura, ante la inminencia de la desaparición física de ese adversario, común para ambos.

Pero la temperatura política sufre graves oscilaciones, con el asesinato del comandante del II Cuerpo de Ejército en Rosario, el General de División Juan Carlos Sánchez, por partidarios del ERP, quienes en su huida, ciegan la vida de una pobre mujer que atendía un kiosco de periódicos.

Y es más o menos, a partir de esa fecha que Montoneros -Far y Erp-, comienzan a ejecutar secuestros extorsivos y a "pasarse entre ellos a los cautivos".

Sucedería ello, dos años después en un caso muy emblemático como el de Jorge Born, en 1974, cuyo rescate, fue pagado en Irán, por la incapacidad de los primeros de monetizar el monto –unos sesenta millones de dólares, de los que solo recuperarían menos de veinte, quedándose Gorriarán Merlo y sus muchachos con más de cuarenta.

Y de la "poda" ni siquiera los propios "Montos", vieron un centavo, porque ingenuamente los giraron a La Habana, y Fidel, nunca les retorno nada, salvo algo de armas y campos de entrenamiento.

Pero proseguiré con el "Cano" y sus erráticos pronósticos.

En 1972, le dice a los periodistas, acreditados en La Rosada, en una improvisada conferencia de prensa, que según cree "a Perón no le da el cuero para volver", levantándole la prohibición de regresar.

Y "Pocho" que había acusado el "guantazo", retorna, pero al hacerlo, pone en clara evidencia ese "doble discurso" que le había dado a sus alas derecha e izquierda por igual.

El resultado fue que el día de su arribo a Ezeiza -20 de junio-, más de trescientos muertos, en su gran mayoría Montoneros-, quedaron, como mudos testigos de un fratricidio que duraría por el siguiente lustro.

Lanusse, le responde con el veto a su candidatura presidencial.

Y por mera casualidad, o como una contra replica, durante una fuga de extremistas en un Penal de la Armada en Rawson, donde estaban alojados, se llega a ejecutar a varios, pero los más "pesados" como Santucho y Gorriarán Merlo, logran secuestrar un avión de Austral y desembarcan en Santiago de Chile. Y el 11 de marzo de 1973, un poco destacado, Héctor Campora, odontólogo de San Andrés de Giles el mismo que disfrazado de monja, cuando se profugo de la cárcel de Rio Gallegos, le dijo a su compañero de escape -Guillermo Patricio Kelly- "nunca más me meto en política", se convirtió en el Primer Presidente Constitucional en los últimos siete años.

Fue un mero simulacro para abonarle el camino a Perón, para reemplazarlo.

Y en una de sus últimas "putadas", y conteste que tenía los días contados, elige como su vice a su infradotada esposa, que no daba de si, ni para articular una idea culinaria.

Emulando a Louis Le Grand, en ese aforismo "después de mi el diluvio".

Pero también, seguramente para vengarse de la prohibición que los militares, le habían impuesto con Evita en 1951.

En el breve interregno Camporista, todos los detenidos políticos, fueron liberados, al día siguiente de la asunción de Campora.

Incluso en el desbande liberatorio en el Penal de Villa Devoto, pudo "colar", previo pago de un millón de dólares a Esteban Rigui, que era el ministro del Interior, un narcotraficante avezado, apellidado Chiappe y que nada tenía en común, con sus compañeros presidiarios.

Los Montos, que se habían aquerenciado en el poder, comienzan a mostrar las garras y acusar a Perón de contra revolucionario.

Porque advirtieron con suficiente conocimiento que su ex líder, había logrado que los sindicalistas, los exterminaran en los bosques de Ezeiza, un año antes.

Fue por esos días, cuando uno, temprano en la mañana, acompañando al Dr. Frondizi, lo visitamos a Perón, en su casona de la calle Gaspar Campos, en Vicente López.

A pesar de mis amonestaciones biográficas, debo de reconocer que nunca antes ni después, nadie despertó en mí esa fascinación automática, al momento de estrecharle la mano. E inmediatamente después de recibirnos, mientras apagaba un cigarrillo y con la misma colilla encendía el siguiente, comenzó con su anecdotario, lamentándose de los Montos, de quienes nos confió que ninguno de ellos, ni era ni había sido Justicialista; y que solo habían utilizado las banderas del Partido, para conquistar un espacio.

"Lopecito" que entraba y salía del comedor con cualquier excusa, ni siquiera saludo a Don Arturo; mucho menos a mí que era un "colado".

Pocho que, de pronto reparo en mi presencia y sin preguntar mi nombre, me dijo "pibe vos sos muy joven y seguro que esta no la conoces. Resulta que en una cena de Aniversario de La Plata, me tuve que sentar al lado del Mayor Aloe que, era el Gobernador por esos años.

Y de repente, tal vez por la insuficiencia de una cortina de aire, se desmayó por una lipotimia y cayó sobre mi regazo.

Apenas se derrumbó mi edecán de turno, creo que de Marina que, estaba detrás de mi asiento, lo incorporo en su sitial.

¿Sabes que le dije?, -mientras me guiñaba el ojo- en la parte más sobresaliente del relato.

"Gracias Cabral" y estallo en una carcajada.

Así era Juan Perón, el único sujeto que con su sola presencia podía llenar un salón de conferencias.

Contaminaba adhesiones a su paso, como la fragancia de un tenue perfume.

Y debo de confesar que cuando salimos de su casa, con mis apenas dieciocho años, le dije al Doctor: "Este tipo es demasiado extraordinario".

Hoy a la distancia, lo observo como un pecado de juventud, propio de la falta de experiencia que a esa edad se reemplaza por las idealizaciones.

Muy poco tiempo antes de re estrenarse la banda, el General, recibe un informe confidencial, incluso con fotografías, de una reunión que por espacio de tres horas, había mantenido José Ignacio Rucci con Leonardo Bettanin, en un lúgubre bar de la Avenida de Los Corrales, en Mataderos, monitoreada por un Teniente Coronel Osinde.

Y muy a pesar de la versión oficial, el "capo" de la CGT, pasa de inmediato a ser sospechado de una entente, con los "zurdos revoltosos".

Perón, de inmediato y para aventar riesgos innecesarios, ordena su ejecución, y en lo particular a "Lopecito", que la Federal "liberara la zona", el día elegido para "percutarlo".

Sobre todo, porque el lugar del hecho, estaría distante a menos de trescientos metros lineales, de la Seccional 50 de esa Fuerza, de la que ningún numerario salió, porque el Comisario, recibió la orden directa del Jefe de Policía -Alberto "tubito" Villar-, de echarle llave a la puerta, durante los veinte minutos que duró el intenso tiroteo y la enorme alarma de los vecinos.

La "orga" nunca reivindico el hecho, y es comprensible, porque su dirigencia, estaba bastante estropeada, desde que un año antes, la Armada, les aplico la "ley de fuga" a dieciséis de ellos, en lo que ya comenzaba a conocerse como la "Masacre de Trelew".

Y porque rápidamente advirtieron que el asesinato, no era más que una interna de la UOM.

Los matadores de Rucci, fueron liderados por Lorenzo "el tordo" Miguel y Norberto "Beto" Imbelloni, quienes querían desplazar a la víctima y posicionar a su alfil -Adelino Romero-, quien les sería útil por poco tiempo, a juzgar por las extrañas circunstancias de su deceso, un año más tarde.

Eso de "Operación Traviata", por los 38 agujeros que impactaron a Rucci, meras pamplinas.

Nada festejan el 12 de octubre de 1973, cuando el viejo General, asume su tercer mandato, registrándose muchas bancas vacías, pertenecientes a los "Montos", en el acto.

Acentuándose, esas diferencias, cuando el 12 de junio de 1974, y en su póstumo discurso, los hace expulsar de la Plaza de Mayo.

CAPITULO CUARTO

Nace el mito

El 1º de julio de 1974, Perón entrega su espíritu, y con su muerte, nace la leyenda, que ha permanecido vigente, desde entonces.

Con su deceso, la Argentina, por primera vez, empieza a revolcarse y dar tumbos, uno detrás del otro.

Una Presidente inconexa, le entrega la suma del poder a José López Rega.

Y la lidia intestina entre la izquierda Peronista y sus antagonistas gremialistas, explota en mil pedazos.

Se acentúan los atentados terroristas, y la réplica del gobierno, no se hace esperar.

Las dependencias del Ministerio de Bienestar Social, a cargo del "brujo", se convierten en un polvorín y enorme depósito de armas.

Y una ignota, hasta ese momento, Alianza Anticomunista Argentina, salió a destellar con los muchos "ajustes de cuentas" contra el zurdaje.

El país que dejaba Perón, estaba embarcado en una guerra civil a pequeña escala.

Y es aquí donde a partir de ahora, deben asomar mis reflexiones sobre aquellas tres y terribles décadas que fueron de los cincuenta a los setenta.

Esos treinta años, además de marcarnos el pronunciado zipi zape, en el que se vieron involucrados todos sus protagonistas, delinearon un rumbo que se extendería por otros cuarenta años, hasta el presente.

No se puede o quizás no se debe, analizar el contexto de ese reciente pasado, ni las figuras de Menem, Duhalde y los Kirchner, omitiendo un exhaustivo análisis del génesis de ese Justicialismo post Perón.

A partir de su fallecimiento, antes del cual, se encargó de enfatizar que no dejaba ningún heredero legítimo, para sucederlo, ni para presidir su vacancia después que hubiese partido, Perón, no hizo más que profundizar con su ausencia, esa patina de anarquía que lo había caracterizado, por ese hostigamiento al que sometió, principalmente a Arturo Frondizi.

Y sus amañadas costumbres de lubricidad, al concertar acuerdos con sus más irreconciliables enemigos, como Aramburu, de quien sospechaba que deseaba arrebatarle el patronato sobre un Partido que consideraba de su propiedad.

Nunca se destacó en su persona, una pizca de grandeza republicana.

Ni siquiera en su vejez, en la que sus rencores se agudizaron.

Estaba lo suficientemente anoticiado, cuando retorno, que su tiempo era finito, por su avanzado cáncer de próstata y una agudizada dolencia bronquial. Pero contaba con el suficiente, para otorgar una cuota de sosiego a tantos años de absurdos enfrentamientos, que no surgieron por generación espontánea, sino inducidos por él y muy deliberadamente.

Sus dos primeras Presidencias, fueron un fracaso en escala progresiva.

Cuando tuvo que dimitir, contaba con suficiente conciencia de la barbarie de su autoría, que fue muy superior a la de Rosas, porque en sus tiempos, la Nación ni siquiera estaba organizada como tal.

Tenía una inteligencia promedio, mucho mayor que la del resto de sus camaradas.

Pero la utilizo de manera tendenciosa, volcando todo el resentimiento que por un accidente de cuna, consideraba como una humillante macula y vendetta del destino.

Y sus partidarios, a partir de su inmortalidad, copiaron esas enseñanzas doctrinarias de emanar y contagiar con ese odio pestilente, que en resumen es la base del Peronismo.

Que por falta de una mínima doctrina, abreviada por la "Justicia Social", que no tiene una explicación ni didáctica, ni oponible a otras, es la muletilla con la que los Peronistas -todos ellos- han disfrazado sus perpetuas fechorías.

A estas alturas, se torna un tanto ineluctable, determinar ¿para quién trabajo Perón? ¿Para Washington y los grandes intereses fiduciarios, que con un ariete como él, nos dejaron en la bancarrota y nos quitaron todo lo que habíamos ahorrado durante la Segunda Guerra, bajo el velo de un enfrentamiento ficto? ¿Para Moscú, al haberles abonado el camino a los guerrilleros de Montoneros y el Erp, con su exponencial crecimiento, dentro del Movimiento? ¿Para la Masonería, y su extenso brazo que todo lo ha cooptado, por un medio o por otro? ¿Para el mismo, al haber resultado el introductor de la corruptela como una forma de gobierno, por ser portador de un espíritu inferior y contar con la vocación de ser un simple ladrón y estafador del Erario Público? ¿O simplemente para satisfacer sus propias vanidades, el culto a su propia personalidad y su revancha contra el Sistema, que había vomitado a su madre, cuando junto a un cónyuge impostado, cuyos supuestos hijos, no tenían una gota su sangre? En realidad lo ignoro, pero una cosa me consta y es que todas estas hipótesis anudadas o no entre sí, son perfectamente plausibles.

Y ese entramado, estuvo y está muy abigarrado en la cultura popular, que nunca se encargó de decodificar a qué tipo de individuo emularon primero y adoraron después.

Sus partisanos dicen que Perón, se encargó de redistribuir la riqueza entre los más carenciados, pero la realidad es que aumento la pobreza y la multiplico con sus desastrados Planes Quinquenales, impidiendo que la masa obrera, conquistara más optimas posiciones en una Nación industrializada y pujante, a la que hizo desaparecer, cuando aún era incipiente y estaba dando sus primeros pasos.

Para entender este breve precepto, el Lector debe de anoticiarse que en los albores de 1946, la Argentina, poseía y holgadamente, el cincuenta por ciento del PBI de toda Latinoamérica unida, incluyendo a Brasil y México.

Que nuestras posibilidades de un crecimiento y devastador para el resto del continente, nos esperaba a la vuelta de la esquina.

Que las conquistas que les proveyó a los trabajadores, no encontraron en ningún sector de la argentinidad, ni un asomo de resistencia o rechazo.

Con una Nación inmensamente rica, ¿por qué fagocito la idea fuerza de promover la lucha de clases, cuando ninguna de ellas se encontraba enfrentada con la otra? Ni en el proletariado más extremo, ni en el seno de una muy pacifica burguesía, existió un temperamento faccioso contra los ricos.

Porque todos convivían en una lógica armonía, a pesar de los disensos de intereses sectoriales, que se hubieran dirimido, o mejor dicho se hubiesen esfumado, con el fortalecimiento de una política industrialista.

Perón fue el mito y la deidad, más hipócrita de la que se debe tener memoria.

Y lo que ayudo a su gestación primero y su consolidación después, fue la miopía e imbecilidad, de los que poco a poco, se convirtieron en sus adversarios, como estos "gorilas", a los que jamás se les cayó una idea, porque se nutrieron de la visceralidad de un odio primario, sin argumentos defensitas, tan solo emotivos. Pero entonces ¿qué hizo sobrevivir a una orientación política -a fuer de otorgarle algún adjetivo calificativo coherente-, sin su caudillo y sin sucesores de ninguna especie? O desde otra dirección ¿qué impidió su disolución, aunque esta hubiese sido lenta y progresiva, a poco de analizar que tampoco existía una dirigencia que se arrogara esos derechos hereditarios? Ese Peronismo que había sepultado a su héroe en 1974, sobrevivió, muy desgraciadamente, por cuatro razones esenciales y para ellos -sus beneficiarios- en un contexto de fortuna extrema.

La primera estribo en el derrocamiento de su ruinosa e interrumpida presidencia, porque su viuda llevaba su apellido, muy a pesar de su personalidad amebica y que el país, atravesaba por una supina e inédita anarquía institucional.

La segunda, por el sostén del aparato sindical, que a pesar de todo se mantenía incólume. La tercera, acaso la más dantesca, porque los milicos que tomaron las riendas, confiaron la política económica a un "gerente de la Trilateral Comission", en la persona de José Alfredo Martínez de Hoz.

Y la cuarta por la derrota, en la Batalla por Las Malvinas.

Esos cuatro, fueron los más excelsos vasos comunicantes, que envalentonaron a unos millares de perdularios –los políticos de entonces-, en realidad de ahora y de siempre, para reclamar sus fueros, y como infalibles exegetas y a su vez representantes del sentir nacional y popular.

Ese gobierno del Proceso, demostró una vez más, la incapacitación genética que las Fuerzas Armadas, han tenido desde siempre, pero con la piedra angular y fundacional del Gou de 1943, en hacerse del poder.

No resolvieron nuestros intrínsecos y más recónditos flagelos, consistentes en borrar de la memoria colectiva ese ridículo y anatemico proverbio y rito Peronista.

Imperdonablemente, declinaron hacerlo, Aramburu, Ongania, Lanusse y Videla.

Porque muy en el fondo, ninguno de ellos tuvo, la única virtud que Perón aquilato, que era la vocación de la suma del poder individual, exteriorizado a quemarropa.

Ni uno solo de los precitados, tuvo en sus entrañas, la idea de "abulonarse" al sillón de La Rosada, y planificar primero y ejecutar a continuación, una severa política de desperonizacion, como Los Aliados hicieron en Núremberg con la "desnazificacion" del Pueblo Alemán.

No tuvieron la inteligencia emocional, para advertir que el bacilo de nuestra inestabilidad social, provenía de ese germen que no solo seguía activo, sino que había crecido con los años.

En otras palabras, ninguno de estos Presidentes de Facto, conto con un elenco de colaboradores, que les informaran acerca de esa ceguera y orfandad cognitiva.

O de la dialéctica, para al menos, reflotar una política Desarrollista, que estaba más que probado y consensuado que fue la única que había obtenido resultados superadores.

Ahora, en el otoño de mi existencia, advierto que además del Peronismo, quien más contribuyo a la galvanización de ese culto, tan necrológico como retrogrado, como el Peronismo lo fue, lo es y seguramente lo será, el Aparato Militar.

Porque fueron ellos, los que mimetizados con la adquisición de armamento obsoleto y la ausencia de mantenimiento del existente, nos hicieron perder la oportunidad, no solo de recuperar nuestro Archipiélago Insular.

Sino de algo mucho más empírico, como prolongar su estancia en el gobierno, para ejercitar en pleno, la fumigación de una clase dirigente apócrifa y dañosa, que con los años fue reemplazada por tipejos de la misma condición de los que ya han partido.

Que ya nos demostraron su ingente capacidad, de destruir en estos treinta años de democracia, coja y violada, en nombre de la libertad.

La Argentina de este 2015, no tiene sus expectativas cifradas en el próximo periodo presidencial, porque esta inerte y si no alcanza ese estado mortuorio todavía, al menos se encuentra en un estado catatónico.

Y esa radiografía que cualquiera puede sacar, con solo proponérselo, es consecuencia directa de nuestro pasado mediato e inmediato.

No cicatrizamos nuestras heridas, porque no obstinamos en negar que las poseemos.

Ningún político, de esta generación de carroñeros, se aparta un centímetro de la posibilidad de liderar las estandartes peronistas.

Porque se aferran a la idea que ese es nuestro patronímico nacional, y nadie se atreve a cuestionarlo.

Y es por ello que somos peores que los fanáticos; somos los mediocres de José Ingenieros.

Con gran cantidad de talentos individuales, descollantes, pero con idéntica incapacidad colectiva.

Han pasado ya treinta y tres años de la frustrada recuperación de nuestras Malvinas, y también del momento en que un soberano idiota e ignorante como, el General Cristino Nicolaides, amigo y empleado de un bribón que en vida fue Fulvio Pagani -Ceo del Grupo Arcor-, impuso su caprichosa voluntad de designar en el BCRA, a un coterráneo de ambos –Domingo Felipe Cavallo-, tan solo para que decretara la asunción como públicos y no privados, los pasivos de todos los socios de la Fundación Mediterránea y de paso de toda la industria nacional. Y es con ejemplos como este que se deducen dos cosas, a saber:

Que los empresarios argentinos, nunca tuvieron en miras el interés nacional, sino las especulaciones cartelizadas en sus propios intereses.

Y que a la hora de pensar en la Patria, solo proyectan, enviar sus ganancias a sus "canutos" del exterior.

Desde Perón en adelante, esta Argentina, fue y es la del "sálvese quien pueda".

En gran medida atribuible a que jamás existió un plan económico, a años vista, de ningún gobierno, haya sido civil o de facto.

La única trunca experiencia del Desarrollismo, fue nada más que una carrera contra el tiempo, en la que la rueda del progreso nos tocó en suerte, apenas por un breve periodo de cuarenta meses.

El Peronismo estuvo trece años primero, diez después y ahora doce, esto es treinta cinco años, para despedazar a toda una Nación, sin reparar en costos.

Y lo único que edificaron fue la monstruosa aniquilación del deber ser.

Del que trabaja es un "boludo" y el que participa del festival político, es un vivo bárbaro.

Porque lo que experimentamos ha sido que todo tiende a ser más infalible, cuando uno cuenta con un padrinazgo oficialista.

Para lo que no se requiere ser inteligente, sino astuto, tornando al Martin Fierro y al tango Cambalache, en odas más actuales cada día.

Así las cosas, será del todo imposible que arribemos a la expiación de todas nuestras taras, complejos y artimañas.

Porque muy en el fondo, Juan Perón fue el epifenómeno de compatibilidad de un estilo confortable de convivencia social, por más inexplicable que ésta haya sido.

Nos gestamos como un país, en el que la abundancia fue y es genética.

Para quienes lo ignoran, cuando Juan de Garay, desembarco en Buenos Aires, para su re fundación en 1580, las praderas naturales, habían posibilitado que toda la Pampa Húmeda, estuviese plagada de vacunos y yeguarizos. Que fueron los sucedáneos de las cinco vacas, un toro, dos padrillos y diez yeguas que el malogrado de Pedro de Mendoza, abandono cuando su huida en 1536.

Y a partir de allí, con indígenas mansos por el sobrante de alimentos, con excepción de los indómitos Charrúas, nativos del Uruguay, los colonos que se fueron asentando, no requirieron de grandes esfuerzos para prosperar en un edén, como el de la milenaria Mesopotamia.

En otras palabras, a diferencia de los primeros pobladores que descendieron del mítico May Flower en esa hostil y gélida Massachusetts, donde no había nada que comer, los que acompañaron aquí a los Adelantados, hicieron su agosto sin complicaciones de ninguna especie.

Tampoco tuvimos identidad en una Guerra de la Independencia que, para principiar fue fratricida, porque en el bando Realista, predominaban los Criollos.

Y en las Civiles que dividieron a Unitarios y Federales, la pugna fue entre el centralismo porteño, inaugurado por Rosas y un montón de estancieros, buenos para nada que, armaron sus ejércitos privados para proteger sus dominios, como Quiroga, Urquiza, López Jordán, Ramírez, Bustos, López y abigeos como Artigas.

Ganamos la soberanía de la Banda Oriental, y traidores unitarios como Rivadavia y también federales como Dorrego, la entregaron a los intereses británicos que como sucedió con los Piases Bajos, establecieron con el Uruguay, el primer y único "Estado Tapón" en América.

Ahora se sabe que Juan Manuel de Rosas, el campeón de la soberanía nacional, entablo secretas negociaciones con el Foreign Office británico, para entregarles nuestras Malvinas, a cambio del perdón de la Enfiteusis. Y todo fue así, con falsos héroes y con los verdaderos olvidados.

Es imposible analizar ecuanicamente a Perón, sin tomar en consideración nuestro tan turbulento pasado, plagado de contradicciones.

Y al hacerlo, incluso gran parte de sus desaciertos, se le pueden dispensar por esa ausencia de identidad que ya arrastrábamos como una pesada carga antes de su tiempo.

Incluso, si hundimos un poco más la daga en este cuerpo exánime de esta desastrada Argentina, nuestra gran "Vaca Sagrada" José de San Martin, quien siguiendo expresas directivas de Londres, se enderezo a liberar Chile, Bolivia y Perú, para otorgarles su independencia, siendo este precedente, el único conocido a lo largo de toda la Historia Universal.

Que nos ilustra sobradamente, sobre las ambiciones mundanas del hombre y sus imperios.

Que también nos exhibe que por los territorios de Alsacia y Lorena que en conjunto son más pequeños que nuestra Provincia de Jujuy, sumergieron a toda Europa, en una guerra, como la Primera que dejo cincuenta millones de muertos.

Y por eso, fuimos y somos tan afines a tratar nuestras riquezas con desdén, porque nunca fuimos hambreados por ninguna contienda de fuste.

Como tampoco invadidos ni sitiados. Quizás Perón y el Justicialismo, no sean otra cosa que nuestro ADN, aunque no toleremos reconocerlo.

Porque si aún sigue vigente como en el mediodía de 1945 y a nadie se le ocurrió extirparlo, como a todos los milicos que tuvieron la potestad de hacerlo, pues bien, acaso los que nos oponemos a su existencia, estamos equivocados.

Ya que infortunadamente, a muy pocos parece interesarles, las malformaciones que su génesis, provocaron en nuestra sociedad, en su escala de valores y en fin, en su eternización, en los siglos por venir. Pero no descarto que ese desinterés que aun gobierna a la inmensa mayoría de bobos que tenemos por compatriotas, finalmente nos lleve a la desintegración de lo que conocemos como nuestro territorio.

La actualidad nos indica que todo el planeta es un enorme caos y que la corruptela carece de fronteras. La Iglesia Católica, co gobernada por un Pontífice que por desgracia también es Peronista, y que a su vez, está obligado a soportar la influencia de los pedófilos con sotanas, tiene sus días contados.

El Estado Islámico, emergente como consecuencia directa de la inexistencia de la re distribución de la riqueza en el mundo Musulmán, es ni más ni menos que la reencarnación del Imperio Otomano, en el esplendor del siglo XVII, cuando en 1686, el Sultán Mehmed IV, casi parte a Europa por la mitad, con el sitio de Budapest.

Hoy los Húngaros se enfrentan al mismo dilema, sin catapultas ni empalamientos, pero con una marea humana de trashumantes de la misma etnia que los asedio hace poco más de trescientos años. Por todo este paradigma en pleno proceso expansionista, el kirchnerismo, no sea más que otra faceta de la misma iniquidad que flota por el globo terráqueo.

Pero antes de despedirme, quedan aún, ciertas pinceladas; algunos trazos gruesos que no necesariamente se agotan con datas y fechas.

Por lo aburrido y tedioso que ellas implican.

Esta pseudo biografía de Perón, no autorizada, no me he propuesto redactarla, para agregar tan solo aspectos silenciados de sus orígenes.

Sino para escrutar en su personalidad, afectos -de los que tuvo pocos o ninguno-, y sus odios entrañales.

Porque indagando en las viñetas que les he contado, nos será más fácil a todos los presentes, poder desentrañar más quirúrgicamente su figura, pero sobre por ello a las futuras generaciones.

Por cuanto, si las mismas son obligadas a ceñirse a los refrendados y por décadas, datos natales, les será muy traumático, arribar a un juicio de valor equilibrado, sin pasiones absurdas, como por lo que hemos visto, ha cooptado a decenas de millones de Argentinos, que siguen sin interrogarse a sí mismos, por qué han adherido a un sentimiento tan primario de su línea de valores intelectivos. Quizás nunca encontremos una explicación científica, por lo muy complejo que es ese Genoma Argentino, que al parecer, ha navegado en la zozobra perpetua, sin que le afecte demasiado, lo que en su derredor acontezca.

Porque el Peronismo, acogió por igual al fascismo, al marxismo y a la burguesía.

Y es precisamente el resultante de ese caleidoscopio de contradicciones, el que lo alimentado por setenta ininterrumpidos años.

Somos lo que somos, porque al inaugurarse el Justicialismo, el Argentino en general, sin pertenencias partidarias incluso, sufrió una mutación.

Esto es, haber aceptado que avenidas, calles, plazas e incluso territorios nacionales, llevaran esa impronta de una ridícula idolatría, en vida de sus protagonistas.

Pero ¿qué paso con el pueblo en general? ¿Por qué acepto de buena gana, que le trocaran sus valores culturales, cuando el advenimiento del Peronismo? Y ¿cuál es la razón de peso, para que se conjugara el fanatismo de sus seguidores con la desidia de la otra mitad que nunca tomo partido por la causa? Porque si atravesamos las siete décadas de esta suerte de plaga bíblica, la situación de odios y afectos se mantiene aún incólume.

Es por ello que soy de la idea que conociendo más en profundidad a Perón, conoceremos en idéntica proporción al argentino medio.

He de arriesgarme en tratar de resolver este acertijo.

Promediando el fin de los cuarenta, y con Perón, confortablemente apernado en su primer mandato, en el teatro Maipo, se nucleaban lo cómicos más destacados.

Y en esos vodeviles de revista, entre semi desnudos sugerentes y chistes socarrones, es a mi criterio, donde encontraremos la primera pista del interrogante, pendiente de resolver.

Florencio Parravicini, un avezado comediante, culminaba sus representaciones ante el público cada noche, con una frase "¿Por qué Dios no nos enviara otra guerra?".

En obvia alusión a la que todavía se encontraba humeante en Europa y el Japón.

No se requiere ser graduado en Sociología avanzada, para desencriptar ese sentimiento que era compartido en silencio por la ciudadanía de aquellos tiempos.

En otras palabras, la Argentina, se había eyectado como potencia continental, a comienzos de los veinte y en las postrimerías de esa casi mitad del siglo, por obra y gracia de las desgracias ajenas, por fortuna muy lejanas.

La única contienda en la que habíamos participado, se remontaba a la de la Triple Alianza, cuyo directo responsable, había sido Bartolomé Mitre, y sus compromisos con la Masonería Británica de apoyar al Brasil, en desmedro de Solano López, junto con quien, bien podríamos habernos disputado todo el Imperio de la entonces Casa de Braganza.

En resumen, con esa traicionera alianza, perdimos la última oportunidad de iniciarnos en una política expansionista.

Ya habíamos perdido Chile, Bolivia y Perú, por otro falsario como San Martin, quien recibió directivas de los mismos amos del fundador de La Nación.

Sin omitir la entrega de la Banda Oriental, luego de destrozar a la flota y el ejército Brasileños.

Y en el medio, ese conato secreto y entreguista, entre Rosas y Londres, por las Malvinas.

Si en lugar de esa ignominia, hubiésemos imitado a los Gringos que, primero le compraron a Bonaparte la Luisiana, luego arrebatándole a México, Arizona, Texas, California, Nuevo México y la Florida, para culminar su hegemonía, adquiriéndole al Zar, todo Alaska, bien podríamos habernos puesto a su altura.

Pero no sucedió así, porque desde los remotos tiempos de los Adelantados, heredamos lo peor de España, que fue el desatino de sus monarcas, uno tras otro.

Y esa cultura, por desgracia también la importamos.

Roca nos consiguió la Patagonia, también con la anuencia de Inglaterra, para evitarnos el Bioceneanismo.

Pero luego de haber capturado toda la superficie conquistada a los indígenas, termino repartiendo esos flamantes dominios entre sus amigos, por lo que tampoco merece ningún laurel.

Si en vez de ello, hubiese traído agricultores, en la misma proporción que inmigrantes que poco o nada aportaron a nuestro crecimiento, nos hubiésemos nivelado con los Yankees, quienes, también desocuparon a sus etnias nativas, pero las entregaron a los "pioneers", en su mayoría alemanes e irlandeses, nuestra historia, otra muy distinta hubiese resultado nuestra historia redactada y por redactar.

Porque nos hubiéramos provisto de una burguesía agropecuaria, que solo se estableció en las partes más ricas de la bota santafesina y en algunos poblados entrerrianos.

Pero todo el caudal de la Pampa Húmeda –poco más de cincuenta millones de hectáreas-quedaron por desgracia, en manos de cien nuevos latifundistas Roquistas.

Ese fue el germen de nuestra desgracia; campos incultos, sin explotarse al calor de nuevas tecnologías, y con una concentración de la riqueza, demasiado indigesta.

Imaginémonos por unos instantes que hubiese implicado para nuestro desarrollo de ese fin del siglo XIX, si en vez de haber regalado Roca, esas vastas planicies, entre sus cofrades, las hubiese entregado en minifundios de cien hectáreas, a quinientos mil colonos extranjeros, que venían corridos por las hambrunas europeas y con ansias de progresar.

¡Que distinta se hubiese escrito nuestra historia! Y vaya una muestra de ese Ser Nacional y la abundancia con la que fue educado.

El Gaucho, trashumante, como genialmente, la pluma de José Hernández lo describió, era, por lo general, poco afecto al trabajo, porque nuestra superficie era tan amplia, prospera y también prodiga que, se permitía lancear un novillo o una vaca cimarrona, comerse la lengua y seguir su camino sin "cuerarla", para obtener algún beneficio adicional.

Y además se daba el lujo de no montar en yegua.

Para la misma época los tramperos y cazadores de búfalos en las planicies de Montana y Colorado, Utah, Kansas y Ohio, eran capaces de resistir todo un invierno, para aguardar el arribo de las manadas a esos territorios, sin desperdiciar ni los cuernos, que los utilizaban como depósitos ambulatorios de pólvora para sus propios mosquetes.

No existe mejor ejemplo paradigmático para indagar en nuestros orígenes, de esa ausencia de pertenencia que se acrecentaría, conforme transcurrieran los años.

Nadie a lo largo de toda la humanidad y su historia, nos puede mostrar un caso testigo como este, ni siquiera aproximadamente.

No sonaría tan descabellado afirmar que, en esas tan profundas raíces, podríamos comenzar y tibiamente a acercarnos a Perón y la prodigalidad.

Y acaso para ello, debería de retroceder, una vez más en el tiempo, hasta los albores de la conquista.

Luego de esa segunda fundación, la nueva colonia española, se inundó de ganaderos, no de agricultores.

Y la innecesidad de sacrificios de ninguna especie.

Doscientos años después, de la segunda Fundación -1780-, la principal actividad económica del virreinato, era el saladero de cueros y el charque.

No habíamos nacido como nación soberana y sin embargo, seguíamos disfrutando de los beneficios primarios, de ese suelo negro aun en estado de virginidad.

Por eso la Primera Junta de 1810, a poco de gobernar, entrego las finanzas, al manejo de la Baring Brothers del Reino Unido, quienes poco a poco nos esquilmarían, hasta arribar a la Enfiteusis de Rivadavia.

¿Quiénes sino los pródigos, podían permitirse ese lujo? Eso fuimos; eso somos todavía y quien sabe, tal vez lo seremos eternamente.

Pero son indicadores, como otro bastante florido que viene a continuación.

Durante el Virreinato de Vertiz creo, y por cedula real, se designó al Alférez Domingo de Guadarrama, a cargo de la primitiva Aduana Porteña, habiéndosele encomendado la represión del contrabando.

Al poco tiempo de asumir, murió acuchillado de 7 puñaladas en la intersección, de las actuales Piedras y Alsina.

Y ese primer homicidio oficial, se produjo precisamente, porque toda Buenos Aires, vivía de ese tipo de pillerías. Incluyendo a todos los virreyes que tuvimos, devenidos en prósperos ciudadanos al retornar a su España natal, como consecuencia de sus participaciones directas en esas defraudaciones tributarias.

En palabras más simples, el advenimiento de Perón, trajo consigo, una forma muy particular de interpretar el sacrificio personal de los argentinos.

No habíamos padecido pestes, salvo la de Fiebre Amarilla de 1872.

Ni plagas, ni fracasos de cosechas, como la acontecida en Irlanda de papas, en 1890 que dejo más de cien mil muertos, porque no tuvieron que comer, en esa crisis.

Es imperativo, destacar estos antecedentes, porque sin ellos en nuestro haber cognitivo, se torna prácticamente imposible, comprender la mansedumbre del Pueblo Argentino, durante tantos ¿siglos? Juan Perón, no fue el libertador de la opresiva miseria de una nación postergada y famélica.

Porque la Argentina nunca sufrió adversidades alimenticias.

Y ello fue lo que nos previno de los desbordes sociales, propios la escasez.

Cuando Hitler le disputo el predominio político a los Espartaquistas, de la hebrea Rosa de Luxemburgo, lo hizo y a través de un brote ultra nacionalista, porque Alemania se debatía en ese primer lustro de los Treinta, entre permanecer del lado de Occidente o pasarse con armas y bagaje a Moscú.

Lo propio le había sucedido a Mussolini una década antes.

España, antes de la Guerra Civil, con el Frente Popular en el poder, se debatía con idénticas tentaciones y Portugal veía amenazada su territorialidad, si su vecino caía bajo las garras de Stalin. Por ello se torna en un fenómeno sociológico, lo de Perón en Argentina.

Toda vez que en la época de su surgimiento, no teníamos entre nosotros la pugna de una dualidad ideológica, como la comenzaban a experimentar los europeos, con la "cortina de hierro", bautizada así por Winston Churchill.

Ni teníamos como ellos, setenta millones de muertos, y un continente literalmente destruido. Perón, desembarco como he preindicado, en la más absoluta de las bonanzas.

La división de clases que promulgo fácticamente, devenía como temeraria, y peor aun, innecesaria.

Actuó de la manera en que lo hizo, para fagocitar un poder omnímodo.

Y para obtener de tal forma, la primera secuela de ese totalitarismo que es la arbitrariedad.

Ni siquiera tuvo la necesidad de copiar un modelo contemporáneo ni pretérito, porque simplemente no habían existido.

El ascenso de todos los dictadores conocidos, desde Pisistrato en la Magna Grecia, fueron la consecuencia directa e inequívoca de un solo factor concomitante a saber, y este fue, el expansionismo territorial.

El caso Perón, ni siquiera guarda una lejana simetría con ese factor trascendental, desde el comienzo de los tiempos.

Es por ello que su advenimiento ha sido tan curioso, e incluso y hasta cierto punto, todavía inexplicable.

A fuer de intentarlo, por todos los medios que he tenido a mi alcance, todavía no estoy absolutamente seguro y/o persuadido como decía el "tortafrita" de Alfonsín, sobre el detonante que llevo al poder a un sujeto tan contradictorio.

Y que sigue siendo el estandarte y el guía espiritual, para tantos millones de idiotas.

Que han suplido su inexistencia física con seguidores tan repugnantes, como Menem, Duhalde y estos K.

Y que por su amplia predominancia han embrutecido a todo un pueblo, sin destino conocido.

Pero por imperdonable que nos parezca a algunos, es intrascendente lo que suceda.

Ya que la argentinidad, tiene en el Peronismo, su propio gen; su marca de fábrica.

Empero, y antes que me quede sobre el tablero, algo que nada tiene que ver, con el análisis pedagógico de este movimiento de masas.

Y es respecto a su estética.

Si analizamos, incluso en abstracto este ítem, no es difícil, al igual que para este redactor, lo que muchos piensan sobre este aspecto.

Su anatomía, incluyendo a la "marchita", el escudo y las fotos de su líder y Evita, son y han sido tan esquemáticos y lineales que se asimilan a un vulgar anacronismo.

Y fueron y son esos destellos de idolatría, los que han delineado esa esencia anti estética.

Más compatible con el grotesco y el "graserío" que cualquier otra agrupación política de la que tengamos memoria.

Para redimensionarlo, dentro de un contexto más acorde con nuestra fisonomía social, el Peronismo ha cobijado siempre y salvo muy honrosas excepciones, a gente sin principios éticos ni morales.

Porque la pertenencia de todos sus adherentes, fue y es a sabiendas que toda su dirigencia, por meras cuestiones osmóticas, se ha aferrado a lo ilícito, a poco de analizar su desempeño en la función pública, siempre e invariablemente, en un asociativismo directamente conectado a lo doloso. En conclusiones ya finales, bien podríamos secuenciar las distintas etapas del Peronismo en el poder, como una mera crónica policial y judicial, ergo el epifenómeno patibulario que con ese hedor, han contaminado a tanta gente, igualmente inescrupulosa.

Que proseguirá con la misma esencia, cuando todos los kirchneristas, sean indagados por el monstruoso peculado, del que han sido sujetos activos, desde que el "bizco" asumió el poder absoluto en 2003. Pero este no ha sido un trabajo, para la narrativa de crónicas prontuariales ni penitenciarias.

Sino, para trazar algunas misceláneas, sobre lo que el Peronismo, fue, es y será hasta que desaparezca como concepto y denominación política.

No estoy seguro de haber logrado mi propósito.

Algunos amigos que han hojeado el borrador de estas líneas, me han indicado que el texto, es un tanto desordenado, folletinesco, poco académico y tal vez les asista razón en ello.

Pero mis entrañas me indican que de haberme asociado en la línea argumental, de todos los que abordaron a este personaje, hubiese naufragado, en la posibilidad de exhibirle al Lector, precisamente la letra pequeña de este fenómeno social.

No es trascendente cuanto más se puede adicionar sobre Juan Perón, su tiempo y sus circunstancias, porque quienes todavía lo aclaman, haciendo gala de esa necrofilia tan Argentina, es seguro que se sentirán inmutables a estas críticas sobre su figura, admito que un tanto acidas.

Y quienes repudian su trayecto por la historia, lo hicieron y lo hacen, generalmente, con la misma miopía que sus adeptos.

Por eso, he sido de la idea de destacar la línea filiatoria del General, sin la cual, se hubiese tornado muy difícil, arribar a simples conclusiones, que se amortiguan bastante más, si no se prescinde de estas curiosas y poco difundidas datas. Francisco Franco que, nunca se destacó como un intelectual, pero que tenía sobrada idea, acerca del pragmatismo, cuando en una reunión del Consejo de Ministros, todos le impetraban una solución presupuestaria para sus Carteras, les enseño con una breve alocución, toda una catedra de economía política.

Les dijo con esa voz aflautada y paciente "Al Capital nunca se le debe atemorizar, porque si se asusta se esconde y si se va nunca retorna".

Era la reflexión de alguien que solo tuvo a su disposición, una enorme masa de hambreados y con las cicatrices de la peor de las guerras, como la Civil.

Perón malgasto nuestra brutal abundancia, porque la Argentina, nunca conoció de los sinsabores de las desgracias.

Recién ahora, luego de 73 años, el revisionismo ruso, ha dejado trascender que mientras se desarrollaba el sitio de Stalingrado, por parte del Sexto Ejército Alemán, sus habitantes recurrieron al "canibalismo".

Una pequeña muestra de lo que fueron los escenarios europeos, mientras aquí mucho disfrutábamos de esas carencias.

Y una pregunta final, tan lacónica como irrespondible:

Juan Perón ¿Por qué nos hiciste tanto daño, haciéndonos pagar a todos los Argentinos tus complejos por haber nacido bastardo? ¿A cuántos jóvenes idealistas, enviaste a la muerte? ¿Por qué no declaraste abiertamente que siempre fuiste un entusiasta marxista, con un embetunado Nacionalismo para confundir a las masas obreras que creyeron en tu falso proyecto? ¿Por qué no imitaste a tus Grandes Contemporáneos como Hitler, que, le asigno a su única hermana por doble vinculo -Paula-, la cifra de quinientos marcos, desde 1933 y hasta 1945, quien por meros apremios económicos, termino sus días, en un reducido mono ambiente alquilado en su pueblo natal de Braunau.

¿O al mismísimo Stalin que, cuando se le abalanzo el Mariscal Zukov, para estrangularlo en el Kremlin en 1953, le había testado a su única hija -Svetlana-, un poco confortable departa mento de dos ambientes de treinta metros cuadrados, frente a la Plaza Roja? ¿Porque no designaste un Heredero, en vez de haber sumergido con tu deceso, una vacancia que dio inicio a un fratricidio irrefrenable y gratuito? Y es respecto de esto último que, deseo formular otra reseña, no muy trascendente, pero que de alguna manera, hubiese podido torcer el rumboso y ruinoso derrotero Peronista, si por generación espontánea, los dos más sobresalientes, no hubiesen caído en las deidades crematísticas.

Al primero, la fortuna y la estrella, le golpearon tenuemente la espalda. En 1987, cuando lo de los "Carapintadas", un personaje nació con ese bautismo de insurrección militar.

Un ignoto Teniente Coronel, apellidado Rico, veterano aunque ni héroe ni combatiente en el Frente de Malvinas, mostro un estereotipo diferente.

Para principiar, exhibía una férrea dosis de autoritarismo y se erigió como líder indiscutido del amotinamiento en Campo de Mayo. Tiempo después de rendir su posición, se las ingenió para sublevar algunas Unidades en Corrientes.

A todas luces y a pesar de su Grado intermedio, comenzó a iluminarse su figura, no solo en el epicentro castrense, sino a nivel nacional.

Funda un partido -El Modín- y en1991, coloca 16 diputados en la Legislatura Bonaerense.

Su horizonte de crecimiento, lucia como sin fronteras conocidas, pero ante la primera tentación cede, y recibe un millón de dólares, por cada voto de sus Diputados, por parte del "cabezón", para reformar la Constitución provincial y lograr el quorum requirente para su reelección como Gobernador.

Era un paniaguado, habitante de un modesto departamento en un monoblock, reservado para Milicos, en el distrito contiguo al Liceo Militar de San Martin.

El poderoso caballero "Don Dinero", derribo su lúgubre vivienda y no pudo resistir el convite.

Si tan solo se hubiese abstenido de esa "fatal mordida", es probable que para la reelección del "turco", en 1995, de habérselo propuesto, le hubiese ganado cómodamente los comicios.

Porque los Peronistas, habrían advertido en su figura, la imagen de ese Perón autoritario y de uniforme.

Pero no funciono su duende, culminando su efímero vuelo, "apretando por coimas" a los propietarios de cabarets de San Miguel, cuando le tocó en suerte la Intendencia de ese Municipio.

El segundo que podría haber sido ungido no era Militar.

Sino el hijo prodigo de una familia de una larga e impecable trayectoria política.

Felipe Sola.

Sus diez años como Secretario de Agricultura, enturbiaron su proyección, tan meteórica como la del "ñato", pero enderezo sus pasos, a meterse de lleno con el "peaje" de los más que jugosos permisos de pesca de altura, lo cual le genero el muy peyorativo apodo de "Merluza".

Malogrando así, un futuro más que promisorio, por cuanto, de proponérselo, hubiese nucleado tras su entorno, a toda la dirigencia Agropecuaria y con ella a todo el Interior.

Pudiendo así, haber reformulado un Peronismo bobo, en un gran Movimiento Nacional.

Hoy como el anterior, es un desgajado y pálido reflejo de cuanto pudo ser. No incluyo a Seineldin, porque si conto con algún liderazgo, se dio por vencido frente a su paisano Sirio, a pesar de haberse levantado en armas. En resumen y para colectar lo más inmediato, el Peronismo que por vez primera, quizás avizore su extinción por obra y gracia de un Kirchnerismo en fuga, siempre ha concluido sus Presidencias con el mismo tufillo defraudador y protocarcelario.

Y la eterna pregunta sempiterna:

¿Qué diferencias pueden escindir a la saga de Perón, la de Menem, Duhalde, Néstor y Cristina? Nada más que el mero transcurso del tiempo y el agiornamiento en la forma de robar, con la inefable ayuda de las transferencias electrónicas a paraísos fiscales de todos sus botines.

A veces medito acerca del "turco", cuya fortuna personal en 1999, ascendía a la muy atractiva suma de diez mil millones de dólares. Le confirió el manejo de la misma a su amigo, G.W. Bush, quien la giro en casi su totalidad a Lehman Brothers, cuyos ejecutivos, la convirtieron en cenizas, cuando el derrumbe de Wall Street en 2008.

Es a consecuencia de este apretado breviario que soy de la opinión que, no será hasta la completa desaparición del Peronismo, al menos como factor de poder asfixiante, cuando la Argentina pueda volver a caminar sin esas falsas muletas de un Populismo, tan mentiroso como apócrifo. Como señale en la obertura de este modesta entrega, me entrego a la Providencia, para que me siga ayudando a encontrar un camino que todavía no atino a descubrir.

Porque, muy a pesar de los miles de libros que he leído con devoción, en mis últimos cuarenta y cinco años, con más las experiencias que tuve la fortuna de vivir en ese lapso, todavía me abruma una enorme duda existencial.

Y esta es que infiero que desde el comienzo de los tiempos, tal vez hubo una sola Revolución.

El enigma radica en que con todo lo que he podido consultar, aun no distingo quienes fueron los Buenos y quienes los Malos.

Y acaso me toque partir, con ese acertijo irresoluto.

Sí, tal vez eso, sea lo más seguro.

Santiago de Chile, diciembre 11 de 2015.-

 

 

 

 

Autor:

Carlos Gustavo Blanco.

Partes: 1, 2, 3
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