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Olga y Leticia Cossettini: ¿maestras, mujeres e intelectuales?



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  1. Resumen
  2. Introducción
  3. Olga y Leticia Cossettini, ¿intelectuales?
  4. Magisterio y cultura
  5. El origen del libro El niño y su expresión
  6. A modo de conclusión
  7. Notas
  8. Bibliografía

Resumen

Entre los años 1935 y 1950 las maestras Olga y Leticia Cossettini, hermanas, llevaron adelante una experiencia pedagógica innovadora en la escuela pública "Dr. Gabriel Carrasco" de la ciudad de Rosario, enmarcadas dentro del movimiento denominado de "escuela activa" o "escuela nueva". Si bien ha sido estudiada en el campo de la educación, el vasto archivo que la documenta da cuenta de las estrechas relaciones que estas educadoras mantenían con sectores artísticos, intelectuales y vanguardistas de la región y el país.

Desde la consideración de estas mujeres como pertenecientes a una elite cultural, sostenemos la hipótesis de que la envergadura de esta experiencia no reside sólo en la fuerza innovadora de las ideas. Su posición como intelectuales de la época es un dato clave para entender el desarrollo de esos pensamientos, su puesta en práctica y su difusión.

En el presente trabajo, nos centramos en un acontecimiento histórico particular: la publicación del libro "El niño y su expresión", en el año 1940. Indagamos en qué hace posible esta publicación, qué significa publicar para una mujer, maestra y del interior, en la década del "30, cuáles son los circuitos donde se mueve dicha publicación y qué efectos producen estos movimientos.

Palabras clave: docente mujer, intelectuales, educación alternativa, enseñanza pública

Keywords: woman teacher, intellectuals, alternative education, state school

Introducción

Entre los años 1935 y 1950 las maestras y hermanas,
Olga y Leticia Cossettini, llevaron adelante una experiencia pedagógica
innovadora en la escuela pública "Dr. Gabriel Carrasco" de
la ciudad de Rosario, en el marco del movimiento renovador usualmente denominado
de "escuela activa" o "escuela nueva". Esta experiencia
ha sido estudiada fundamentalmente en el campo de la historia de la educación
y de las ideas pedagógicas. Sin embargo, el vasto archivo que la documenta
la excede notablemente, dando cuenta de las estrechas relaciones que estas mujeres
mantenían con sectores artísticos, intelectuales y vanguardistas
de la ciudad de Rosario y del país, desde la década del '30 en
adelante. Esta pertenencia a círculos intelectuales y culturales, poco
frecuente en el perfil del magisterio de la época, deja entreverse en
toda su obra, desde las visitas que muchos personajes de las artes y las letras
hacían a su escuela hasta los circuitos editoriales donde publicaban
sus obras.

Es desde la consideración de estas mujeres como pertenecientes a una elite cultural,1 a pesar de su lugar marginal de maestras, que sostenemos la hipótesis de que la importancia de la experiencia llevada adelante no reside solo en la fuerza innovadora de las ideas, sino que su posición como intelectuales de la época es un dato clave para entender el desarrollo de esas ideas, su puesta en práctica y su difusión.

En el presente trabajo, nos centraremos en un acontecimiento histórico de envergadura en sus biografías: la publicación del libro El niño y su expresión, en el año 1940, por parte del Ministerio de Instrucción Pública y Fomento de la Provincia de Santa Fe, que lo distribuyó gratuitamente en el país y en el exterior. ¿Cómo es que una directora de escuela, recién instalada en la ciudad de Rosario, proveniente del norte de la provincia, consigue que el Ministerio publique y distribuya este libro? ¿Cuáles son las redes de pertenencia que hacen posible esta publicación? ¿Qué significa publicar para una mujer, maestra y del interior, en la década del '30? ¿Cuáles son las particularidades del libro? ¿Cuáles son los circuitos donde se mueve esta publicación, y qué efectos producen sus movimientos? Es en el intento de responder estas preguntas desde donde ordenaremos la relación de estas maestras con la cultura de su tiempo.

Olga y Leticia Cossettini, ¿intelectuales?

Si bien la autora de este libro, como de otros que presentan su pensamiento y su trabajo, es Olga Cossettini, resulta difícil individualizar el trabajo de Olga del de su hermana Leticia. Y en el caso especial del libro que nos ocupa más todavía, dado que el perfil estético de la experiencia de Escuela Serena llevada adelante en la Escuela Carrasco se debía, en gran parte, a la perspectiva que introduce Leticia, quien poseía una sólida formación en el campo de las artes y, además, se expresaba con la pintura, la escultura y la escritura.2

Indagar en la historia, la experiencia y la pertenencia intelectual de Olga y Leticia Cossettini puede resultar poco útil a los ojos de quien se interesa por la reconstrucción de las elites intelectuales que habita- ron nuestro país en la primera mitad del siglo XX. Las hermanas Cossettini eran mujeres, maestras y del interior, tres rasgos que, ubicados en la década del '30, pueden resultar ajenos a las características más sobresalientes del intelectual moderno latinoamericano de la época. Sin embargo, es posible adivinar en estas mujeres una experiencia vital que se escapa de la experiencia común, tanto en el modo de llevar adelante el magisterio, de habitar el interior del país como en el de ser mujeres. Sus escritos y publicaciones, y la documentación existente de la experiencia pedagógica llevada adelante en Rosario (de 1935 a 1950) muestran importantes desplazamientos e innovaciones en el modo en que educación y cultura se articulan, desplazamientos que son a la vez didácticos, ideológicos y estéticos.

Alrededor de la publicación del libro El niño y su expresión (1940) es posible reconocer una red de adhesiones y presencias que hablan de la producción de un acontecimiento cultural, central para la visibilidad del proyecto pedagógico. Las cartas, las publicaciones, las notas en los diarios y las adhesiones muestran mujeres con ideas y sentimientos que exceden su tarea de maestras, con sueños en relación con el hombre, la nación, la felicidad, el goce estético (Altamirano y Sarlo, 1997) que van más allá de la tarea escolar. Muestran mujeres que se mueven con autonomía y seguridad en un mundo de hombres, de letras, de ideas políticas de donde no solo la mujer, sino también la maestra de la época pareciera "naturalmente" excluida (Sarlo, 2003). Si la mujer estaba llamada a ser maestra por "naturaleza" (Morgade, 1997), esta parecía no incluir otras funciones que las de la sumisión y la reproducción, aunque muchas maestras hicieran caso omiso (Pineau, 2001).

Un estudio sobre la consideración de las figuras de Olga y Leticia Cossettini como "intelectuales" nos obliga necesariamente a detener- nos alrededor de esta categoría. Aun desde sus condiciones de directora de escuela y maestra respectivamente, estas mujeres comparten lo que el término intelectual incluía a principios del siglo XX: "una abigarrada colección de novelistas, poetas y artistas, periodistas, científicos y otras figuras públicas que consideraban como su responsabilidad moral y su derecho colectivo intervenir directamente en el sistema político mediante su influencia sobre las mentes de la nación y la configuración de las acciones de sus dirigentes políticos" (Bauman, 1997, p. 9).

Esta tarea nos remite necesariamente a la pregunta ¿quiénes son intelectuales? Godoy Urzúa (1970, p. 111) lo responde distinguiendo entre los intelectuales tres círculos concéntricos: "los que crean, los que difunden y los que aplican conocimientos y símbolos culturales". Fácil- mente podemos ubicar al maestro común de escuela en los dos últimos círculos, detentando la función reproductora. Sin embargo, en el caso de las figuras que nos ocupan es posible señalar que el magisterio es asumido desde otras posiciones en la cultura: Leticia era artista y Olga escribía y publicaba no solo trabajos referidos a su pensamiento pedagógico, sino también ensayos, artículos sobre la mujer, sobre política, etc. Este "plus" no constituía un anexo al magisterio, sino que se hacía presente en la tarea cotidiana de enseñar.

Será necesario entonces ampliar la mirada sobre estas mujeres
y pensarlas en el interior de un territorio más amplio, en el círculo
de relaciones y posiciones que constituyeron la condición de posibilidad
de su emergencia como intelectuales: su pertenencia a un "campo cultural".
La definición que de él ofrecen Brunner y Flisfisch (1983, p.
97) nos abre el marco donde delimitarlo: "un complejo de prácticas
instituciones y organizaciones donde los intelectuales se insertan como sujetos,
configurando a través de sus actividades ese campo, y a la vez, desplegando
actividades que ese mismo campo determina", o en otras palabras, el conjunto
de condiciones que el intelectual enfrenta o utiliza, con variables grados de
libertad. La pertenencia cultural de las hermanas Cossettini se muestra en esta
doble presencia. Por un lado, en sus vidas cotidianas, en los círculos
y las personalidades que frecuentan, en las discusiones en las que participan,
en el uso que hacen del lenguaje, en la proyección externa que su experiencia
pedagógica ha tenido al pertenecer ellas a un círculo cultural
más amplio. Por otro, el significante cultura se constituye
como central en la experiencia que llevan adelante: la escuela Carrasco, en
el período 1935 a 1950, se distinguió por articular una específica
concepción de cultura con la educación escolar de un modo singular,
articulación que resulta tributaria tanto de las concepciones pedagógicas
que ellas adscribían como de esa ubicación personal a un circuito
cultural. Desde esta particular posición discuten con el normalismo,
modo hegemónico de entender la educación de la época.

Tal como señala Bourdieu (1987), la pertenencia a un campo cultural específico significa la participación en estrategias y luchas de intereses desde el detentamiento de cierto capital cultural, y permite el ejercicio del poder en la búsqueda por discutir sistemas de fuerzas ya establecidos en el plano simbólico. Bourdieu (1987, 2003) invita, a través de su noción de campo, a estudiar no solo las biografías, las obras y las relaciones con el contexto, sino a tener en cuenta cómo se ubica una obra específica entre sus contemporáneos, y las disposiciones y tomas de posición que un personaje asume en un territorio, así como también las relaciones objetivas que definen y determinan esa posición en el espacio de producción. En el caso que nos ocupa, nuestra tarea será la de establecer esta posición, y avanzar respecto de lo que la pertenencia a un campo cultural y el juego dentro de él representan en un determinado espacio como el educativo.

Magisterio y cultura

Para avanzar en la configuración de este campo cultural, nos centra- remos en el ordenamiento del campo desde una triple condición: a) los procesos de formación y expresión; b) las estrategias desplegadas para valorizar y realizar su capital cultural; y c) la conversión del saber en influencia (Brunner y Flisfisch, 1983). La reconstrucción de este campo cultural (especialmente desde los puntos b y c) nos permitirá tomar la necesaria distancia de sus trayectorias individuales para así pensarlas desde la participación en un territorio donde ejercen una función que es claramente intelectual (Bauman, 1997).

  • a) Con relación a la formación (herencia familiar y sistema educacional), si bien no es el objetivo central de este trabajo, cabe señalar que en Olga y Leticia Cossettini herencia familiar y sistema educacional se suman, ya que ambos detentan un importante peso, y que en el caso de la formación educacional la pertenencia a un círculo formativo como el de la Escuela Normal de Rafaela les abre las puertas a la búsqueda y el estudio de cuerpos de ideas no hegemónicos en la educación normalista, de neto corte positivista. Con relación a la expresión, es importante situar el horizonte de escritura que estas maestras, y Olga principalmente, asumen.

  • b) Con relación a las estrategias desplegadas para valorizar y realizar su capital cultural, el estudio de la publicación del libro El niño y su expresión puede aportar muchas pistas. Alrededor de ese acontecimiento es posible reconocer una extensa red de relaciones en la ciudad de Rosario, que funcionarán como piezas claves a la hora de la difusión de sus ideas. El libro en sí constituye un material digno de estudio, ya que es un libro compuesto fundamentalmente por tra- bajos artísticos y poesías de alumnos tomados como obras de arte, lo que pone en evidencia concepciones particulares de infancia, de expresión estética y de intervención pedagógica.

  • c) Con relación a la conversión del saber en influencia, esta publicación dio lugar a una serie de respuestas e interés específico en la obra pedagógica de estas mujeres, que se trasladó a invitaciones a conferencias, jurados, entrevistas, y que le abrió las puertas a Olga para la recepción de una beca Guggeinheim para recorrer distintos estados de los Estados Unidos de América y difundir su obra. Por otra parte, la correspondencia posterior alrededor del libro permite realizar un seguimiento del impacto de la experiencia en las autoridades políticas locales y provinciales, y del posterior movimiento y red de solidaridades generado por las intervenciones y cesantías que sufriera desde el mismo poder político.

La escritura en el horizonte

Cuando Olga Cossettini llega a Rosario para hacerse cargo de la dirección de la Escuela Carrasco, tenía 37 años. En ese entonces ya era autora. Publicaba en ese año Sobre un ensayo de Escuela Serena en la Provincia de Santa Fe,3 editado por el Instituto Social de la Universidad Nacional del Litoral. En aquel momento aún residía en Rafaela, donde el trabajo que realizaba como regente de la escuela "Domingo de Oro" había logrado trascendencia en el nivel pedagógico, habiéndose hecho conocido por pedagogos no solo nacionales, sino también extranjeros. Poseía una impronta local que comenzaba a ser visible con esfuerzo y reconocimiento, sobre todo desde el importante centro pedagógico que significaba la Universidad de Paraná. Ya en este libro Olga Cossettini toma distancia de la escuela clásica, positivista e intelectualista y sos- tiene la necesidad de una reforma. Adhiere explícitamente a la filosofía de Giovanni Gentile y al pensamiento pedagógico de Lombardo Radice, al que le reconoce su intuición didáctica. Menciona que no bastaron sus libros, les llegaron también sus cartas y la publicación de un artículo sobre la experiencia de Rafaela (Cossettini, 1935, p. 17).

En relación con los referentes locales, menciona la experiencia compartida con Celia Ortiz de Montoya. Hace mención a sus visitas, al aliento recibido a través de sus cartas y a la publicación de sus impresiones. "La recibimos con timidez, con temor; pocos nos habían visitado hasta entonces y ninguno con un espíritu tan amplio y una cultura tan vasta". "Ella oyó hablar de nuestra escuela y una mañana llegó acompañada de un grupo de alumnos de filosofía de la escuela de profeso- res de Paraná" (Cossettini, 1935, p. 21). También menciona a Marta Samatán, a quien, según palabras de Olga, le debe la divulgación de la escuela en la provincia de Santa Fe. "Marta Samatán publicó las impresiones recogidas en sus visitas y las divulgó en diarios y revistas del país, imprimiendo en ellas la emoción que le produjo la obra realizada" (Cossettini, 1935, p. 28).

Por otra parte, en ese mismo año, se publicaría Escuela Serena. Apuntes de una maestra. Olga Cossettini retrata en estos apuntes situaciones diarias de clases, desarrollos de temas y escenas contadas con detenimiento, transcribe poemas y expresiones de niños y maestros.

Dialoga con autores como Rousseau, Jullien y Decroly. Relata haber enviado a Lombardo Radice, en el año 1932, apuntes correspondientes a un sexto grado, a cargo de su hermana Leticia, "una serie completa de trabajos didácticos de los alumnos, habiendo tenido como respuesta que esa documentación sería comentada en un próximo libro a publicar". También "enviamos al profesor Ernesto Nelson varios libros de geografía, obra de los alumnos que merecieron del profesor una conceptuosa carta dirigida a la maestra" (Cossettini, 2001, p. 179).

Es en ese año 1935 cuando Olga Cossettini se traslada desde Rafaela a Rosario para hacerse cargo de la Escuela Gabriel Carrasco. En un camino que puede pensarse como de la "periferia" al "centro" de la provincia de Santa Fe o, por qué no, del campo a la ciudad, las hermanas Cossettini ya llegan4 a Rosario como educadoras progresistas para la época, y este reconocimiento se ve en que la escuela consigue, desde 1936, el carácter de Escuela Experimental que les permitiría llevar adelante otro ensayo de Escuela Serena.5

El origen del libro El niño y su expresión

La muestra

El 9 de noviembre de 1939 se inaugura una muestra de trabajos de los alumnos de la Escuela Carrasco en el Museo Castagnino de la ciudad de Rosario. Unos días después, el 24 de noviembre, Olga Cossettini dicta una conferencia en el mismo Museo, en el marco de la muestra, que se titula "El niño y su expresión". En ese momento, el arquitecto Hilarión Hernández Larguía era el director del Museo, y su secretario, el artista Julio Vanzo. La conferencia presenta la muestra, con sus cinco grupos de trabajos realizados por niños:

  • 1- El niño frente al paisaje: serie de composiciones tomadas del barrio Alberdi: el río, árboles, caminos, animales, rincones de la escuela, etc.

  • 2- El niño frente a la música: son impresiones de color, acuarelas y plásticas, que expresan la emoción recogida después de haber escuchado alguna pieza musical, durante los conciertos quincenales que forman parte del programa educativo de la escuela.

  • 3- Grupos de siluetas de personas y de animales, alrededor de los cuales vive el niño.

  • 4- El niño frente al cuento: dibujo realizado después de escuchar la lectura de una leyenda, fábula o narración.

  • 5- El niño frente al teatro: son impresiones de color expresadas en dibujo y en plástica, después de haber asistido a una fiesta de la escuela.

A la conferencia asisten 97 personas, pero el Museo manda 1200 invitaciones impresas, además de 40 invitaciones especiales,6 entre las que se destacan las invitaciones a autoridades militares y políticas (gobernador, ministro y viceministro de educación, presidente del Consejo General de Educación), inspectores, directores de las escuelas Normal de Maestros, presidentes de asociaciones de artistas, periodistas, escritores, etc.7 La muestra es reseñada en La Capital, en la sección "Cinematográficas – espectáculos", reproduciendo tres de las obras que se presentan, informando de la inauguración y dando a conocer la nómina de los treinta y tres "precoces artistas" que participan de la muestra, un "verdadero oasis estético".8

El libro El niño y su expresión

En marzo de 1940, cuatro meses después de la muestra, es publicado el libro El niño y su expresión por el Ministerio de Instrucción Pública y Fomento de la Provincia de Santa Fe. Además de las obras plásticas presentadas en la muestra y del texto de la conferencia de Olga, el libro contiene poemas, composiciones y expresiones de los niños. El prólogo es escrito por el ministro de Instrucción y Fomento de la Provincia de Santa Fe, Juan Mantovani, quien expresa que acogió de inmediato la propuesta de publicación que realizara la Dirección Municipal de Cultura y la Dirección del Museo Municipal de Bellas Artes "Juan B. Castagnino" de Rosario, a partir de "comprobar el amplio interés que en círculos de educadores y de artistas había suscitado una muestra de dibujo, pintura y trabajos prácticos de niños de 9 a 14 años de esa escuela, lo mismo que un concierto notable de coros, en el que se interpretaron canciones y romances antiguos". Para más adelante agregar: "Con esta publicación el Ministerio se propone difundir en medios pedagógicos y artísticos el espíritu y esfuerzo de una escuela primaria de nuestra provincia" (Cossettini, 1940, p. 6).

Juan Mantovani también se refiere a las "preocupaciones" acerca del niño que el Estado y la sociedad no pueden desatender. Reconoce en Olga Cossettini a una experta, "educadora de un don excepcional para la comprensión y tratamiento de los niños, un ensayo del más alto interés pedagógico". Por otra parte, destaca el poder creador que se observa en las láminas del libro, creación ligada especialmente a la libertad. "Libertad que no significa abandono, sino actividad alentada por un ambiente poblado de estímulos decisivos". Y se detiene especialmente en el trabajo de la Escuela Carrasco:

la escuela que facilita y orienta la libre expresión se encuentra con sorpresas como las que registra este libro, verdadero hallazgo psicológico: niños y niñas de 7 a 14 años con una individualidad infantil activa y con un fondo estético no común. […] Para llegar a los resultados que refleja este libro la escuela no ha hecho una selección previa en busca de niños procedentes de hogares en cuyo seno han podido frecuentar formas superiores de cultura. (Cossettini, 1940, p. 9)

En la publicación del libro está directamente implicado
el -en aquel entonces- director del Museo J. B. Castagnino, el arquitecto Hilarión
Hernández Larguía, quien funcionó como un verdadero mecenas
de la experiencia. Es, por otra parte, quien realiza la composición y
dirección del libro. En una reseña realizada por Olga de las personalidades
que visitaron la escuela entre 1937 y 1949, lo presenta como "el primer
hombre de Rosario que descubrió la escuela".

Fue nuestro gran amigo y colaborador ya que muchas de las personalidades que nos visitaron se debieron a él, así como la actuación del teatro de la escuela y la exposición de dibujos y acuarelas que se presentaron en la sala del Museo. También debemos a este gran amigo, que fuera acordada una beca a Ramón Peralta, para la escuela de cerámica de Buenos Aires, y a su influencia directa, la publicación de nuestro libro El niño y su expresión editado por el Ministerio de Educación de la Provincia de Santa Fe por el entonces Ministro Juan Mantovani,9 libro que se distribuyó gratuitamente en el país y en América. Su padrinazgo fue valioso y así lo reconocieron los maestros, padres y alumnos.10

La salida del libro es reseñada en La Prensa y La Nación. El diario La Prensa la incluye en la Sección "Diversas notas y comentarios sobre libros nacionales y extranjeros" del día domingo 16 de junio de 1940. En el diario La Nación, también en esa fecha, se reproducen imágenes del libro, y se hace constar que constituye un documento de "la magnífica obra educativa realizada por la escuela experimental Dr. Gabriel Carrasco que dirige en el barrio rosarino de Alberdi la Srta. Olga Cosssettini" (p. 5).

Relaciones y articulaciones que se despliegan a partir de la publicación del libro

La correspondencia que se despliega alrededor de El niño y su expresión, presente en el archivo, hace suponer una inserción en el campo cultural y político no común para maestras de la época. Por otra parte, la presencia de esta correspondencia en un archivo11 hecho público cuarenta años después de terminada la experiencia de Escuela Serena en Rosario nos habla, por un lado, de una percepción de la tarea realizada como trascendente, y por otro, de una voluntad de conservación y de intención de permanecer en la historia.

El archivo de correspondencia es vasto, y se encuentran cartas de distinta índole, tenor y tono. Por un lado, están las cartas que solicitan ejemplares de libros, al haber trascendido su publicación por los medios de prensa; por otro, están las que agradecen ejemplares recibidos, y las que, además, promueven un contacto a partir de la recepción del libro: una invitación a una conferencia, exposición, etc.

Cabe mencionar aquí que el origen de esta correspondencia casi con certeza puede atribuirse al interés despertado por la recepción de un ejemplar. En el archivo se encuentran una serie de listados para el envío del libro. Uno de ellos es realizado por Susana Larguía, amiga de Olga, quien sugiere contactos personales y de instituciones extranjeras (69 en total), agrupados por país, a los cuales enviar un ejemplar (Colombia, Haití, Canadá, Cuba, México, Estados Unidos, Perú y Ecuador). Otro se incluye en una carta enviada a Olga, en la que su remitente, Pedro Franco, "conforme a su pedido", envía "una lista de educadores y artistas con sus señas correspondientes, a quienes interesa recibir su libro";12 incluye 14 nombres de personas con sus respectivos domicilios, en su mayoría de la ciudad de Buenos Aires. Existe también un listado firmado por Olga, dirigido al "Señor Hernández" (¿Hilarión Hernández Larguía?), que contiene 55 nombres, entre los que se encuentran los de Victoria Ocampo, Leónidas Barletta, Jesualdo, José María Monner Sans, María Rosa Oliver, Rodolfo Puiggrós, Laurenco Filho, Ema de Lombardo Radice, Pierre Bovet, E. Claparède, A. Ferrier, J. Piaget, así como la Dirección General de Enseñanza de Río de Janeiro, la Univer- sidad de Michoacán (México), la Universidad de Bogotá, la Revista Mexicana Educación y Cultura, la Universidad de Columbia [USA], la Revue International de"education Nouvelle; y otro pequeño, también firmado por Olga, donde aparece el nombre de Matilde K. de Sábato. Las instituciones y los nombres aquí consignados hacen pensar en la trascendencia que la misma Olga le daba a la publicación del libro, y las respuestas que estos envíos generaron confirman la envergadura de este acontecimiento.

Un primer acercamiento a las cartas que Olga Cosssettini recibe a partir
de la publicación del libro (alrededor de 188)13 nos permite agruparlas
del siguiente modo:

  • 1- Cartas que se envían agradeciendo un ejemplar, o solicitándolo, que provienen de directores de escuelas, bibliotecas populares, gremios, escuelas de artes, etc., de localidades de todo el país: Capital Federal, Chacabuco, Bahía Blanca, Pilar, Santiago del Estero, Mendoza, Santa Fe, La Plata, Tres Arroyos, Córdoba, Tucumán, y del extranjero: Cuba, Uruguay. Si bien poseen un tono afectuoso, no demuestran una relación previa, sino un especial interés en su trabajo desde el conocimiento del libro. Hay quienes le comentan estar preparando una reseña del libro para publicarla en diferentes medios, quienes solicitan poder hacer una visita a la escuela, o quienes la invitan a dar una conferencia, a escribir un artículo o a montar una muestra, o le solicitan les envíe un artículo para alguna revista. Este tipo de cartas muestra cómo se arma una red de difusión de la experiencia a través de otros maestros y actores de la educación. Creemos que el hecho que haya sido el Ministerio el que enviara los ejemplares a las escuelas abre un circuito de reconocimiento particular en el ámbito público.

  • 2- Cartas en las que puede adivinarse que quienes escriben son sus pares, colegas e "interlocutores": Delia Etcheverry, Celia Ortiz de Montoya, Luz Viera, Francisco Romero. No son cartas que agra- dezcan el libro, sí que cuentan de reseñas que han realizado, sugieren contactos para enviarlo, comentan impresiones recibidas sobre el libro y sobre la experiencia de la escuela Carrasco. Muestran el círculo de colegas del interior donde se movían y con quien articulaban sus posiciones pedagógicas.

  • 3- Cartas de personalidades intelectuales: José Luis Romero, Jorge Romero Brest, Matilde de Sábato, Julio Cortázar,14 Lorenzo Luzuriaga; también de instituciones reconocidas en el campo del pensamiento: Colegio Libre de Estudios Superiores, Universidad Alejandro Korn, Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de Buenos Aires, las que demuestran un especial interés en una experiencia que consideran excepcional.

  • 4- Cartas de instituciones extranjeras que, a partir de la recepción del libro, se muestran interesadas en hacer conocer la obra allí reflejada: Fundación Guggenheim, Universidad de Florida (USA), Universidad de New York, Unión Panamericana (Oficina de Cooperación Intelectual), Bureau Internacional D"Education (Ginebra), University of Puerto Rico, Instituto Internacional Americano de Protección a la Infancia (Uruguay), Public Administration Clearing House (Chicago, Illinois), Liga Internacional Femenina Pro Paz y Libertad (Ginebra), U. S. Department of Labor Children"s Bureau (Washington), Asociación de Escritores y Artistas Americanos (La Habana, Cuba). Muchas de estas instituciones abrieron otros caminos (mues- tras, conferencias, becas, artículos de revistas, etc.) para que la obra de las Cossettini se difundiera en el extranjero.

A modo de conclusión

Hemos presentado el camino recorrido desde la realización de la muestra en noviembre de 1939 hasta la publicación del libro en marzo de 1940 y el viaje a los Estados Unidos sobre fines de 1940, a través de la correspondencia y otros documentos de la época. A partir de esas fuentes es posible inferir la amplia red de sociabilidad donde las hermanas Cossettini se movían. Cabe señalar que en esta red se encuentran y superponen círculos de artistas, de intelectuales locales, provinciales y nacionales, y de contactos políticos. Sobresale entre estos últimos la fuerte presencia del entonces ministro de Educación de la Provincia de Santa Fe, Juan Mantovani. Sin tener en cuenta esta red, es difícil comprender cómo la publicación del libro se hace solo cuatro meses después de la muestra que le diera origen, y cómo, al finalizar ese año, Olga Cossettini resulta invitada por la Fundación Guggenheim para llevar la muestra de los trabajos de los alumnos y dar conferencias por distintos estados de los Estados Unidos de América.

Si la tarea de los maestros ha sido pensada como de reproducción, el trabajo aquí presentado muestra que las hermanas Cossettini asumieron otro papel: más que reproductoras se asumieron en la producción, al interrogar los marcos establecidos para la educación desde una teoría y una práctica diferenciadas, y producir allí nuevos sentidos, básicamente presentes en el modo en que cultura y escuela se entrelazan. Podría decirse que ellas aceptaron la invitación a ubicarse como intelectuaes, al elevarse "por encima de la preocupación parcial de la propia profesión o genre artístico y comprometerse con las cuestiones globales de la verdad, el juicio y el gusto de su tiempo" (Bauman, 1997, p. 10). Y aunque este compromiso lo llevaron adelante desde su trabajo en el interior del sistema educativo como directora y maestra respectivamente, estuvo encuadrado en el arco que, para Bauman, incluye al intelectual moderno:

– la emergencia del poder estatal con recursos y voluntad de configurar y administrar el sistema social a través de un modelo preconcebido de orden, presente en la voluntad expansionista del sistema educativo argentino y su fuerte impronta civilizadora; – la detentación de un discurso relativamente autónomo y automanejable capaz de generar dicho modelo de orden, incluidas las prácticas para su implementación; presente en los rasgos particulares de sus concepciones pedagógicas y la capacidad de ponerlas en acto.

En este sentido, por qué no pensar en las hermanas Cossettini como intelectuales desde la metáfora del "legislador" que Bauman formulara para el intelectual moderno, ya que ellas se hacen cargo de hacer afirmaciones de autoridad, legitimadas en un conocimiento superior al de otros sectores sociales, afirmaciones que parten de la verdad, de un juicio moral válido y de un gusto artístico apropiado. La autoridad particular que en el campo no solo de la educación, sino también de la cultura, consiguen detentar, poco común en la figura del maestro de la época, hace pensar cómo cultura y poder se entrelazan.

Notas

Este trabajo es resultado parcial del proyecto de investigación Las figuras de las maestras Olga y Leticia Cossettini como parte de la historia intelectual del litoral argentino entre 1930 y 1950. Relaciones entre cultura, estética y educación en el campo de las innovaciones pedagógicas. Radicado en el Instituto de Investigaciones de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario.

  • 1 Es por ello que hemos resuelto sostener en el título
    de este trabajo la indagación sobre la pertenencia cultural de las
    dos hermanas, aun cuando solo sea Olga la autora del libro El niño
    y su expresión
    .

  • 2 "Con el Nombre de Escuela Serena se distinguieron en
    Italia las escuelas que siguieron la corriente filosófica de Gen-
    tile y Lombardo Radice, y a nosotros nos inspiró llamarla así
    Celia Ortiz de Montoya" (Cossettini, 1935, p. 21).

  • 3 Leticia se traslada a Rosario en el año 1936, a los
    32 años.En 1935 era gobernador de la Provincia de Santa Fe el demoprogresista
    Luciano Molinas, quien llevaba adelante una gestión de gobierno excepcional
    para la política santafesina (Videla, 2006). El gobierno de Molinas
    se interrumpe en octubre de ese año. La escuela Gabriel Carrasco
    aumenta su visibilidad como institución progresista con la gestión
    de Juan Mantovani en el Ministerio de Educación, en el gobierno de
    Manuel de Iriondo.

  • 4 Dirección Municipal de Cultura de la Municipalidad
    de Rosario (1939). Libro de Actas de las sesiones, Acta 49, p.
    76. Sesión presidida por Manuel Cas- tagnino y de la
    cual Hilarión Hernández Laguía, director del Museo
    Castagnino, era vocal.

  • 5 Museo Castagnino (1939, Noviembre 22). Archivo de correspondencia, Folio 547. Se encuentra la carta tipo de invitación a la conferencia de Olga Cossettini que envía la Dirección de Cultura y el listado de personalidades especiales de Rosario y Santa Fe a quien fuera enviada.

  • 6 La Capital, (1939, 9 de noviembre, p. 15). Sección Cinematrográficas – espectáculos.

  • 7 Dirección de Cultura de la Municipalidad de Rosario. (1940). Libro de actas, Acta Nº 49. En la correspondencia recibida, se deja constancia de una Nota del Excmo. Ministro Don Juan Mantovani, fechada el 15-01-1940 que adjunta copia legalizada de la resolución del I.

P. Nº 702 de fecha 09-01-40, dictada en Expte. Nº 34, letra
M, libro 15, "disponiendo la impresión de un libro con- teniendo
una severa selección de los trabajos realizados por los alumnos de la
Escuela Experimental Dr. Gabriel Carrasco, que asciende a la suma de m$n 1.975,00"
(Archivo del Museo Juan B. Castagnino de Rosario).

  • 8 Archivo Pedagógico Cossettini (S/f). Cossetini, Olga.
    (s/f) Personalidades que visitaron la escuela Gabriel Carrasco entre
    1937-1949
    . (mimeo, Nº 364, caja 23). En el mismo escrito, Olga
    cuenta que Hernández Larguía llevó a la escuela a Ernesto
    Sábato. Y que con él, su hermana Leticia, la profesora Aurelia
    Morillo, Ortiz de Guinea, José Bruera, Cortés Pla y Vila Ortiz
    integraban la comisión directiva de la filial Rosario del Colegio
    Libre de Estudios Superiores.

  • 9 Sobre su tratamiento metodológico, remitimos al trabajo
    de Fernández y Caldo, 2007.

  • 10 Archivo pedagógico Cossettini. Carta de Pedro
    Franco a Olga Cossettini
    , 9 de Julio de 1940. Nº 317, caja 19.

  • 11 Archivo Pedagógico Cossettini.
    317,
    caja 19 y N° 342, caja 22.

  • 12 La carta de Cortázar merece una mención especial, especialmente por el párrafo dedicado a la época: […] "He leído el niño y sentí de inmediato la necesidad de escribirle para que supiera Ud. de mi admirado reconocimiento ante la obra que se lleva a cabo en la escuela de su dirección. Obra que —y es triste tener que afirmarlo en esta tierra joven donde todo parece viejo— se alza como un excepción, como un ejemplo solita- rio que ignoro si será escuchado. Su libro, Srta. Cossettini, donde junto a sus palabras llanas y claras se nos muestra la pura poesía de esos poemas y esos cuadros, duerme acaso ya en anaqueles olvidados". Archivo Pedagógico Cossettini. Carta de J. Cortázar a Olga Cossettini, Agosto de 1940, Nº 308, caja 19.

Bibliografía

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Fuentes documentales

Archivo Pedagógico Cossettini. Instituto Rosario de Investigaciones en Ciencias de la Educación [IRICE], Consejo Nacional de Investigaciones Cien- tíficas y Técnicas [CONICET]/Universidad Nacional de Rosario.

Archivo del Museo de Bellas Artes "Juan B. Castagnino", Rosario, Santa Fe. Hemeroteca del Consejo de Mujeres, Rosario, Santa Fe.

 

 

 

Autor:

Díaz, Javiera

Serra, María Silvia

IRICE / CONICET – Universidad Nacional de Rosario

Enviado por:

César Agustín Flores

 

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