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Proceso de cambio curricular en educación media (Venezuela) (página 3)




Enviado por roselys rojas



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La mayoría de las veces, el profesor y la profesora enfrentan la situación de "ejecutar" el programa oficial contrastando con la realidad de su contexto e inclusive, la mayoría de las veces cuestionan lo estudiado en las universidades al evidenciar "que una cosa es lo que vemos en la universidad y otra es la realidad donde vamos a trabajar". Cada profesor o profesora tiene que decidir entre lo escrito en un programa, lo visto en la universidad y el contexto donde labora (tres dimensiones que pueden ser altamente disímiles) y termina haciendo "lo mejor que puede" para responder, la mayoría de las veces, a las exigencias administrativas de los distintos períodos escolares.

Por otro lado, cuando se plantea al profesorado la posibilidad de "elaborar el currículo", se inicia un proceso de incertidumbre y miedo a lo desconocido que termina, muchas veces, por paralizarlo o paralizarla. Es por esto, que la propuesta de cambio curricular que se plantea para el nivel de educación media es un proceso en el cual el Estado propone al profesorado referentes éticos, procesos y temas indispensables (con temas generadores y referentes teórico-prácticos) que permitan el logro de las finalidades del nivel en la formación integral de sus adolescentes y son los profesores y profesoras, individual y colectivamente, quienes construyen el currículo haciendo uso de estrategias, lógicas, actividades, recursos y apoyos para garantizarlo en cada uno de sus contextos.

Por supuesto que este planteamiento implica un cambio de cultura curricular por lo que es necesario la formación, el acompañamiento, el seguimiento, el apoyo y la evaluación (auto-co- heteroevaluación) para sistematizar logros, avances, dificultades, distorsiones e innovaciones que permitan en su conjunto mejorar la práctica y revisar de manera permanente el proceso curricular. Desde esta lógica, se considera la enseñanza como un acto singular y creativo, comprometido éticamente, más que una ejecución técnica neutra. Profesores y profesoras se comprenden como profesionales reflexivos, con conocimientos propios y que, en consecuencia, analizan las situaciones, deliberan y deciden de acuerdo con sus pensamientos y sus experiencias.

El documento que ponemos en manos de profesores y profesoras debe ser útil para esta construcción. Evitamos la tentación de entregar un programa con objetivos o intencionalidades curriculares cerrados, con contenidos, actividades, recursos, lecciones, previamente determinadas. Se pretende que el diseño curricular sea un material orientador, que problematice la práctica, que nos ponga a estudiar a todos y a todas. Los temas generadores no son materias vistas en la universidad que ahora van a repetirse como lo dice el libro, son temas problematizadores, sin respuesta única, que exigen que docentes y estudiantes investiguen juntos, que la profesora y el profesor dirijan con base a su conocimiento y experiencia, pero que no sean los que tiene la última palabra. Por ejemplo, "dinámica y distribución poblacional" puede ser un tema generador, y no se pretende que la profesora de matemática ya lo sepa para exponerlo, sino que haga uso de su experiencia y conocimiento para dirigir la indagación, ordenar los datos, entender las formas de representación usadas en la demografía. Es otro enfoque y es una invitación a superar el fraccionamiento del conocimiento, a reflexionar acerca de los propósitos del área que enseña y a construir el currículo.

Es necesario resaltar que el Estado, en todas sus escalas de acción, rige, orienta, supervisa y evalúa la educación. Es por esto que, en el marco de la unidad de la diversidad, enfatizamos en que invitar y propiciar que el profesorado construya el currículo desde los planes, orientaciones, planteamientos y recursos (Canaima educativa, Colección Bicentenario, laboratorios, entre otros) que el Ministerio del Poder Popular para la Educación brinda para garantizar los fines educativos, lejos de generar dispersión, genera, desde el reconocimiento de la práctica honesta, idónea y ética, mayor coherencia, cohesión, pertinencia, concurrencia y direccionalidad en el proceso educativo bajo una supervisión signada por la orientación, seguimiento, apoyo y acompañamiento permanente. El sistema nacional de evaluación de la calidad educativa implica, a su vez, sistemas de formación y supervisión que van de la mano para garantizar los fines de la educación.

Por último, queremos compartir las reflexiones de Stenhouse en lo que implica esta construcción curricular por parte del profesor y la profesora: "el currículo como medio de aprender el arte de enseñar, además de reconocer que las ideas y la acción se funden en la práctica, el profesor aprende no sólo su arte de enseñar, sino que a través de su arte aprende conocimiento y naturaleza del conocimiento, entonces el currículo se convierte en el mejor medio que le permite al profesorado poner a prueba ideas por su obra práctica y basada en su juicio más que en el juicio de otros".

  • LA ESCUELA COMO REFERENTE SOCIAL Y CULTURAL DE LA SOCIEDAD

"La escuela no puede ser reflejo de la sociedad que tenemos, la escuela debe ser reflejo de la sociedad que queremos" Luís Beltrán Prieto Figueroa Tomando como referencia las reflexiones del maestro Luis Beltrán, el cual fue uno de los más grandes luchadores por la obligatoriedad de la educación del pueblo en tanto crea ciudadanía, así como uno de los promotores de la importancia del Estado Docente como garante de esta obligatoriedad, es necesario enfatizar en EL DEBER INDECLINABLE que tiene el Estado en la formación integral de sus ciudadanos y ciudadanas (art. 102, CRBV). El estado venezolano a través del Ministerio del Poder Popular para la Educación y todas las instituciones educativas, tanto públicas como privadas (no existe en nuestra CRBV la educación privada, la educación es una sola y lo que existen son instituciones educativas privadas que ofrecen este servicio público), deben ser garantes de una educación integral, obligatoria y de calidad (art. 103, CRBV), es decir que, LAS ESCUELAS Y SUS DOCENTES SON ESTADO, por lo tanto deben asumir, junto a las familias y la sociedad, este deber indeclinable, es más, si la sociedad y las familias no están cumpliendo con el deber de la Educación de sus niños, niñas, adolescentes y jóvenes como sujetos en formación, LAS ESCUELAS DEBEN SER REFERENTES DE ESTA FORMACIÓN. Por ejemplo, si unas familias se caracterizan por un clima agresivo, de desprecio y abandono de sus hijos e hijas y de violencia verbal y física; estos niños y niñas, adolescentes y jóvenes, deben encontrar en la escuela un espacio de convivencia, de solidaridad, de amor y respeto, es decir, que las experiencias de vida que tengan en la escuela sean distintas, que experimenten que el mundo puede ser completamente diferente al que viven en estas familias. Los maestros y las maestras no pueden tener ni indiferencia ni indolencia ante estas situaciones, sino que, al contrario, deben HACER LA DIFERENCIA para que nuestros niños, niñas, adolescentes y jóvenes encuentren en la escuela UN ESPACIO DE REFERENCIA SOCIAL Y CULTURAL para crear desde nuestras instituciones educativas: ciudadanía, cultura de convivencia, solidaridad, bien común y compromiso social. respeto a la vida y al ambiente; amor y estima a sí mismos, a sí mismas y a los y las demás; valoración y disfrute por la vida y por el aprendizaje; respeto al trabajo en colectivo, al ejercicio de una comunicación permanente y una escuela como referente social y político de democracia participativa y protagónica y de construcción colectiva. Por otro lado, si nuestros niños, niñas, adolescentes y jóvenes viven en hogares de mucho amor, respeto y comunicación, deben encontrar en la escuela la continuidad, la coherencia y la complementariedad para su formación integral.

Es conclusión, los adultos y las adultas de nuestras escuelas no pueden permitir que éstas se conviertan en espacios de egoísmo, indiferencia, intolerancia, individualismo, de pugnas personales, de desidia y estropicio, del "sálvese quien pueda", de violencia verbal y física, de indolencia y discriminación, sino que, al contrario, la escuela emane hacia la sociedad alternativas societarias de convivencia en familia y en comunidad. El currículo, su enfoque, sus lógicas, sus métodos, sus contenidos, estrategias, experiencias y actividades debe estar impregnado totalmente de estos principios y preceptos en los cuales la escuela se convierte en referencia política (democracia participativa y protagónica), social (inclusión en el goce y ejercicio de los derechos, igualdad en condiciones y oportunidades y justicia), cultural (respeto a la diversidad y a las diferencias, crear una nueva cultura de convivencia y solidaridad), ambiental (cultura ecológica de preservación del ambiente, de sustentabilidad y de respeto a la madre Tierra) y económica (nuevo modelo económico-social, una cultura de la satisfacción de las necesidades humanas y del sustento, superando el sálvese quien pueda, las relaciones económicas mercantilistas y el consumismo desmedido producto de la alienación).

LOS COMPONENTES CURRICULARES

  • EL CURRÍCULO ES TODO

Tal como está planteado en la presentación, el currículo abarca mucho más que los planes de estudio y los programas de las unidades curriculares. Están involucrados los propósitos, conceptos y enfoques de la educación, las maneras de entender y valorar las prácticas educativas, los materiales y recursos para los aprendizajes, las relaciones y las experiencias vividas entre los distintos participantes en la vida escolar, la formación y las condiciones de trabajo de las y los docentes, la organización de la escuela, el clima escolar, la organización de las rutinas de trabajo dentro de los planteles según las distintas intencionalidades pedagógicas, sus relaciones con la comunidad, las propias condiciones físicas de la escuela e inclusive el consejo que un buen docente pudiese dar. Es necesario partir de que los contenidos van más allá de los referentes teórico-prácticos de las disciplinas o áreas de formación, e inclusive, en el proceso de cambio curricular, es necesario superar el enfoque que reduce el currículo a contenidos de la llamada "malla" curricular, dejando saberes y experiencias esenciales como actividades complementarias o extracurriculares.

A partir de estos planteamientos y reflexiones iniciales, se proponen REFERENTES ÉTICOS, PROCESOS Y TEMAS INDISPENSABLES, así como las ÁREAS DE FORMACIÓN que se necesitan para el logro de estos temas y vivencias. Estos temas y procesos indispensables se proponen entonces como la esencia del currículo y de los cuales se derivan el resto de los contenidos a abordar con un enfoque humanístico, integral y ecológico tal como lo plantea el Plan de la Patria 2013-2019.

La manera como a continuación se presenta el abordaje de los contenidos tiene la intencionalidad de que sea el equipo docente quien combine, agrupe, integre, asocie, utilice, seleccione, aplique y construya de manera consciente y planificada según sus propósitos pedagógicos QUÉ, POR QUÉ, PARA QUÉ, CÓMO Y CON QUIÉNES va a organizar los contenidos, basados en las orientaciones establecidas en este documento. Dada la importancia de crear las condiciones para esta nueva cultura de planificación que rompe con la vieja lógica y método de que los y las docentes solo "ejecutan tal cual lo que está plasmado en el plan de estudio", estaremos enfatizando e insistiendo en torno a esto en el transcurso de todo el documento, con la finalidad de crear esta nueva cultura de planificación en el profesorado de nuestros liceos y escuelas técnicas como profesionales de la educación con mayor soberanía cognitiva, orientados y acompañados por el Estado en su deber indeclinable. Es un encuentro entre lo que el Estado docente demanda para garantizar los fines de la educación y lo que el educador y la educadora conocen, indagan, investigan, organizan, planifican, construyen y concretan desde su práctica educativa real en su contexto. Por otra parte, se busca igualmente favorecer la profundización en la enseñanza de los contenidos para el mayor aprendizaje por parte de los y las estudiantes. El y la docente pueden REVISITAR distintos temas generadores y referentes teórico-prácticos cada vez que lo consideren necesario. "El currículo debe organizarse de forma espiral, es decir, trabajando periódicamente los mismos contenidos, cada vez con mayor profundidad, esto para que el estudiante continuamente modifique las representaciones mentales que ha venido construyendo" (Bruner).

En el marco de las exigencias necesarias para lograr una verdadera ruptura paradigmática con el enfoque curricular existente, cargado de contenidos poco atractivos, muchas veces sin sentido de vida y que no cubren expectativas que tienen los y las adolescentes, vamos a preguntarnos ¿Cómo aprenden nuestros estudiantes adolescentes en este siglo?, ¿Qué temas que explicamos en nuestros salones de clase tienen sentido para sus vidas?, ¿Se forman como ciudadanos y ciudadanas a través de nuestras enseñanzas y sus experiencias en el liceo?. Para seleccionar los temas indispensables en conjunción con temas generadores que favorecen e integran los procesos de enseñanza y de aprendizaje, se tiene que conocer con mucha pertinencia el contexto sociocultural de los y las estudiantes, conocer sus entornos, la diversidad cultural que circula en las aulas y en el liceo, la pertinencia con sus saberes previos para la selección de los métodos y estrategias de enseñanza, que favorezca la reflexión, la crítica, autocrítica permanente y conocimientos compartidos, una comprensión conjunta de la temática trabajada y del contexto en que se elabora la temática. Comprendiendo el profesor y la profesora que el aprendizaje se construye en el intercambio de información entre los compañeros y las compañeras de curso y en la construcción colectiva de los significados, de manera que es en esa relacionalidad que se construye aprendizaje. También es importante que al usar la Canaima Educativa, los libros de la Colección Bicentenario y Laboratorios de Ciencias, el profesorado conozca a profundidad las diversas temáticas y tecnologías adecuadas a las capacidades de sus estudiantes; de allí la necesidad de la formación permanente y continua de los educadores y las educadoras y en su formación inicial, gozar de las bondades pedagógicas que le faciliten y brinden espacios para el conocimiento práctico y emancipador, que favorezca actitudes de curiosidad, que tenga potencialidad para desencadenar procesos con significado pertinente, para poder comprender, interpretar y reflexionar sus prácticas educativas de modo permanente tanto individual como en colectivo, que al llegar al encuentro pedagógico con sus estudiantes y los diversos entornos, tenga conciencia de su hacer pedagógico, con responsabilidad y compromiso, reconociendo las inclinaciones, virtudes y capacidades de cada estudiante, aprender a construir su mundo pedagógico desde un mundo multilineal y complejo.

  • COMPONENTES DEL DISEÑO CURRICULAR

En el siguiente esquema puede visualizarse el conjunto de los elementos (o componentes) del diseño curricular propuesto y las relaciones entre estos elementos.

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A continuación describimos cada uno de los componentes. Subrayando antes que:

  • Las finalidades educativas forman parte del currículo, si se nos pierden por el camino, si se nos olvidan o no aparecen en la vida real, la educación pierde su rumbo y se vuelve puro mecanismo, se deshumaniza.

  • El currículo no se reduce a las Áreas de Formación, no se trata sólo de que cada quien de su clase, sino de que todas y todos JUNTOS trabajemos para la formación integral de nuestras y nuestros adolescentes.

  • Para que todo esto salga bien hay que esforzarse y estudiar. No para "actualizarse" o adquirir más información o aprenderse nuevas maneras de llamar a las mismas cosas, sino para transformar, para hacerse sujeto, cada vez más consciente y sensible, de la acción educativa que, como no se cansaba de señalar Simón Rodríguez, no es solamente instrucción.

  • FINALIDADES EDUCATIVAS

Como acabamos de indicar, éstas son la guía fundamental de toda la acción y no meras palabras. Copiamos aquí de nuevo las finalidades educativas que plantea la Ley Orgánica de Educación y los puntos que resaltamos en la exposición de los referentes jurídicos.

Finalidades de la educación, planteadas en el artículo 15 de la LOE:

  • Desarrollar el potencial creativo de cada ser humano para el pleno ejercicio de su personalidad y ciudadanía, en una sociedad democrática basada en la valoración ética y social del trabajo liberador y en la participación activa, consciente, protagónica, responsable y solidaria, comprometida con los procesos de transformación social y consustanciada con los principios de soberanía y autodeterminación de los pueblos, con los valores de la identidad local, regional, nacional, con una visión indígena, afrodescendiente, latinoamericana, caribeña y universal.

  • Desarrollar una nueva cultura política fundamentada en la participación protagónica y el fortalecimiento del Poder Popular, en la democratización del saber y en la promoción de la escuela como espacio de formación de ciudadanía y de participación comunitaria, para la reconstrucción del espíritu público en los nuevos republicanos y en las nuevas republicanas con profunda conciencia del deber social.

  • Formar ciudadanos y ciudadanas a partir del enfoque geohistórico con conciencia de nacionalidad y soberanía, aprecio por los valores patrios, valorización de los espacios geográficos y de las tradiciones, saberes populares, ancestrales, artesanales y particularidades culturales de las diversas regiones del país y desarrollar en los ciudadanos y las ciudadanas la conciencia de Venezuela como país energético y especialmente hidrocarburífero, en el marco de la conformación de un nuevo modelo productivo endógeno.

  • Fomentar el respeto a la dignidad de las personas y la formación transversalizada por valores éticos de tolerancia, justicia, solidaridad, paz, respeto a los derechos humanos y la no discriminación.

  • Impulsar la formación de una conciencia ecológica para preservar la biodiversidad y la sociodiversidad, las condiciones ambientales y el aprovechamiento racional de los recursos naturales.

  • Formar en, por y para el trabajo social liberador, dentro de una perspectiva integral, mediante políticas de desarrollo humanístico, científico y tecnológico, vinculadas al desarrollo endógeno productivo y sustentable.

  • Impulsar la integración latinoamericana y caribeña bajo la perspectiva multipolar orientada por el impulso de la democracia participativa, por la lucha contra la exclusión, el racismo y toda forma de discriminación, por la promoción del desarme nuclear y la búsqueda del equilibrio ecológico en el mundo.

  • Desarrollar la capacidad de abstracción y el pensamiento crítico mediante la formación en filosofía, lógica y matemáticas, con métodos innovadores que privilegien el aprendizaje desde la cotidianidad y la experiencia.

  • Desarrollar un proceso educativo que eleve la conciencia para alcanzar la suprema felicidad social a través de una estructura socioeconómica incluyente y un nuevo modelo productivo social, humanista y endógeno.

Aspectos que se resaltan en esta propuesta curricular: PRIMERO:

La educación media es educación obligatoria, para todas y todos. No sólo para aquellos que puedan o quieran. Es la educación mínima que aspiramos para toda ciudadana y todo ciudadano. Este carácter replantea lo que ha sido históricamente la educación media o secundaria, como preparación para algunos y, especialmente para quienes aspiran estudiar en la Universidad. Hoy, la educación media universal tiene como finalidades centrales: el desarrollo de las potencialidades humanas y la formación de una ciudadanía protagónica, crítica, informada, comprometida con los valores de justicia, libertad, igualdad, solidaridad, capaz de asegurar la soberanía efectiva del pueblo.

SEGUNDO:

El desarrollo de las potencialidades humanas es un proceso abierto, no tiene límites. Refiere a nuestras capacidades para vivir, pensar, sentir, percibir, actuar, transformar, disfrutar, crear, construir… Supone entonces la creación de un conjunto de experiencias, aprendizajes, acciones, situaciones educativas que permitan el desarrollo de estas potencialidades. Precisamente porque la educación se concibe como un proceso de ejercicio de nuestra humanidad, es un derecho inalienable.

TERCERO:

Conforme a la conocida sentencia de Simón Rodríguez es necesario formar republicanos para tener República. La República, la cosa pública, la soberanía que reside en el pueblo, es necesario formarla para que no se conforme con los hábitos de la dominación, la opresión, la injusticia, el egoísmo, para que pueda forjarse su propia Patria. Este es el sentido que damos a la formación de ciudadanía. Unida indisolublemente a los valores y principios de la República Bolivariana de Venezuela: libertad, independencia, paz, solidaridad, bien común, integridad territorial, convivencia, imperio de la ley para esta y las futuras generaciones, valoración, respeto y preservación de la vida en su formidable diversidad. El ejercicio pleno de la ciudadanía exige educación y trabajo, vivencia de la participación, desarrollo de capacidades, apreciación de lo que tenemos, visión de futuro, comprensión crítica del mundo, aprendizajes múltiples.

CUARTO:

La orientación del proceso de cambio curricular privilegia estos aprendizajes para la vida y la ciudadanía por sobre la preparación para estudios posteriores. No obstante, en la perspectiva de la educación a lo largo de toda la vida, se valoran también aquellos aprendizajes y experiencias que puedan facilitar estudios posteriores, conscientes de que a partir de la finalización de los niveles obligatorios de la educación, se abren caminos diversos a nuestras y nuestros jóvenes. En cada uno de estos caminos deben estar formados para la construcción social de conocimiento, como dimensión inseparable de la construcción de la Patria buena, con visión latinoamericana, caribeña y planetaria.

  • REFERENTES ÉTICOS Y PROCESOS INDISPENSABLES

La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela afirma como valores superiores del Estado, determinantes de su ordenamiento jurídico y su actuación: la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la democracia, la responsabilidad social y, en general, la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el pluralismo político. Estos valores se traducen en fines esenciales: la defensa y el desarrollo de la persona y el respeto a su dignidad, el ejercicio democrático de la voluntad popular, la construcción de una sociedad justa y amante de la paz, la promoción de la prosperidad y el bienestar del pueblo. Tales valores y fines refieren a lo que somos, pero sobre todo a lo que queremos ser como sociedad; no en balde, se plantean como procesos fundamentales para alcanzar estos fines a la educación y el trabajo.

Toca entonces a la educación la inmensa responsabilidad de construir y prefigurar la sociedad que queremos ser. Pero esa construcción colectiva no puede ser resultado de una mera prédica, pues "… somos en razón de nuestra historia y nuestros productos, pero especialmente del sentido colectivo que éstos tienen para sus creadores. Es decir, somos en función de nuestras prácticas y del significado colectivo que ellas adquieren" (Portal y Aguado, 1991:32). El cambio en nuestras maneras de vivir en común, la garantía de prácticas sociales de respeto, libertad, igualdad, justicia y convivencia, debe partir de la vivencia consciente de nuevas relaciones.

No puede aprenderse a participar sino es participando, a convivir sino es conviviendo. Para prefigurar una sociedad justa y amante de la paz, necesitamos una escuela justa y amante la paz en todas sus dimensiones: en la clase, los recesos, la organización, las rutinas, así como en las relaciones entre estudiantes y docentes, entre docentes, con el personal directivo, con las familias y la comunidad.

Este punto de vista es ampliamente compartido, como se desprende de la Consulta Nacional por la Calidad Educativa, cuyo informe señala que: "… todos los sectores de la sociedad reconocen que la escuela pudiera ser un lugar agradable y tranquilo, donde los y las estudiantes se sientan cómodos y queridos, donde aprendan valores para la vida", aunque como también recoge el informe: "las personas encuestadas señalan que muchas veces no es así". La Consulta indica el reconocimiento del esfuerzo de muchos y muchas docentes por hacer de la escuela una experiencia gratificante y formadora, sin embargo se plantea la preocupación de familias y consejos educativos ante la actitud pasiva e indiferente de muchas escuelas y docentes que parecen ignorar los problemas de las y los estudiantes, sus familias y su entorno.

Las propuestas de la Consulta coinciden en la necesidad de aprender desde la ternura, aprender desde el ejemplo, aprender desde la curiosidad, aprender desde el amor, aprender desde la convivencia, la participación, el ejercicio de la ciudadanía, los derechos humanos, el diálogo, el respeto por la diferencia. Coinciden también en aprender a valorar el trabajo y la necesidad de que niños, niñas y jóvenes experimenten la actividad manual, el compromiso y la responsabilidad, así como en la necesidad de fomentar el amor a la patria y que las y los estudiantes puedan asumir como propias las virtudes republicanas.

Esta idea de "aprender desde…" apunta a que las y los estudiantes tengan en la escuela la oportunidad de estar inmersos en los principios y valores, a que tengan la oportunidad de experimentarlos, de vivirlos y reflexionar sobre ellos. Se trata más, por ejemplo, de vivir y aprender en un ambiente de respeto y aceptación mutua, que de dar una clase o impartir una lección sobre el respeto y la aceptación mutua.

Dicho de otra manera, el tratamiento que se plantea en esta propuesta de cambio curricular es que los principios y referentes de vida sean integrados como experiencias indispensables que contribuyan a la construcción reflexiva de un sistema de valores asumido como guía para la acción en las diversas facetas de la vida.

Sobre los referentes éticos y procesos indispensables es necesario apuntar que:

  • Abarcan todos los aspectos de la vida del plantel, deben estar integradas a la organización y el funcionamiento, a la forma en que se trabajan las áreas, a las rutinas, a las actividades comunes y a las relaciones entre todos los que participan en la vida escolar: docentes, directivos, estudiantes, trabajadores administrativos y obreros, familias, comunidad.

  • Deben integrarse como dimensiones permanentes, prolongadas en el tiempo. No es que a veces seamos solidarios o que esta semana apreciaremos la diversidad humana, sino que la cultura escolar esté impregnada de práctica solidaria y de aprecio a la diversidad humana.

  • Deben ser evaluadas en el conjunto de los procesos escolares y las prácticas pedagógicas y no sólo en el comportamiento de las y los estudiantes. El liceo y la escuela técnica (y en general todos los centros educativos de todos los niveles y modalidades) deben preguntarse continuamente si las actividades escolares son o no (o hasta qué punto son) coherentes con los referentes éticos y los procesos indispensables.

  • Tienen que ser objeto de reflexión de todos quienes participan en la vida escolar y, por tanto, tienen que propiciarse las oportunidades para que individual y colectivamente todas y todos tengan la oportunidad de elaborar y compartir sus propias aproximaciones sobre estos referentes, ampliándolos e interpretándolos, para que puedan servir de guía ética efectiva para pensar y autoevaluar sus acciones.

  • Deben tener una traducción en cada área de formación, tanto en forma de recomendaciones metodológicas como en los contenidos. En este sentido son transversales a todo el currículo.

Para la selección de los referentes éticos y procesos indispensables, tomamos como base los principios constitucionales (la prefiguración de la sociedad que queremos ser), enfatizando los elementos educativos implícitos en ellos:

  • Educar con, por y para todas y todos

  • Educar en, por y para la ciudadanía participativa y protagónica

  • Educar en, por y para el amor a la Patria, la soberanía y la autodeterminación

  • Educar en, por y para el amor, el respeto y la afirmación de la condición humana

  • Educar en, por y para la interculturalidad y la valoración de la diversidad

  • Educar en, por y para el trabajo productivo y la transformación social

  • Educar en, por y para la preservación de la vida en el planeta

  • Educar en, por y para la libertad y una visión crítica del mundo

  • Educar en, por y para la curiosidad y la investigación

  • Educar con, por y para todas y todos

Una educación que nos incluya a todas y todos es el primer consenso de la Consulta Nacional por la Calidad Educativa. Nuestra Constitución establece que la educación media completa es parte de la educación obligatoria, así que es nuestro deber (el de todas y todos) garantizar que sea una educación con todas y todos, que nadie se nos quede afuera. Es inmensa la diferencia para la vida de un o una adolescente y para la sociedad toda, entre un joven o una joven dentro o fuera del liceo o de la escuela técnica.

No se trata de garantizar solamente el acceso a la educación media, es necesario desarrollar prácticas educativas y condiciones para que el o la estudiante permanezca y aprenda.

Una educación inclusiva no discrimina a ningún estudiante ni lo etiqueta.

A ninguno de nosotros o nosotras le puede ser indiferente que un estudiante no asista a clase. La práctica solidaria y afectuosa requiere que cada ausencia genere inmediatamente la pregunta y ¿por qué no vino?, que entre estudiantes, docentes y familias ayudemos a poner al día al que se enfermó, a reconectarse con el liceo al que decayó en su interés, a buscar al que "anda perdío por ahí", "Vamos por ellos y por ellas", expresó siempre el Presidente Hugo Chávez.

El liceo excluye cuando "no enseña nada" o lo que enseña no tiene sentido o cuando la dejadez permite que haya estudiantes sin clases o corriendo por el pasillo a la hora del laboratorio. Esto nos obliga a que la educación tenga sentido para el joven y la joven, a buscar activamente sus intereses y explorar en ellos y en ellas la curiosidad, la necesidad de aprender que portan como condición humana.

Es para todas y todos y eso exige atender más al que amenaza con descolgarse, a la que no entendemos por qué está cada vez más desinteresada. La escuela o el liceo excluyente parecen estar hechos para unos pocos o pocas, para los que aprenden rápido, para los y las que están familiarizados con la cultura escolar, para los y las que cuentan con apoyo familiar para hacer las tareas. La paradoja es que precisamente los y las que no "sirven para estudiar", los que prefieren otras cosas y son más atraídos por la calle, esos son los que reclaman y ameritan mayor atención y cuidado.

En la tradición del sistema educativo están las calificaciones, no solo las que sirven para raspar o pasar, sino aquellas que hacen de uno el "inteligente" o de otro "el bruto", las que inventan al buen y al mal estudiante, a la seria y a la rochelera. Humberto Maturana, filósofo y biólogo chileno, nos recuerda que:

"Todo sistema es conservador en lo que le es constitutivo o se desintegra. Si decimos que un niño es de una cierta manera: bueno, malo, inteligente o tonto, estabilizamos nuestra relación con ese niño de acuerdo a lo que decimos, y el niño, a menos que se acepte y respete a sí mismo, no tendrá escapatoria y caerá en la trampa de la no aceptación y el no respeto a sí mismo porque sólo podrá ser algo dependiente de lo que surja como niño bueno, o malo, o inteligente, o tonto, en su relación con nosotros. Y si el niño no puede aceptarse y respetarse a sí mismo, no puede aceptar y respetar al otro. Temerá, envidiará o despreciará al otro, pero no lo aceptará ni respetará; y sin aceptación y respeto por el otro como un legítimo otro en la convivencia, no hay fenómeno social". (Maturana, 2001:19)

A los condenados a ser malos o torpes, a los maleducados (como los llamó Arnaldo Esté) no les tocará más que sobrevivir hasta que puedan. Los remoquetes que inconscientemente (y a veces sin decirlos, solo haciéndolos sentir) impone la escuela, se encuentran con la descalificación a la que empuja una sociedad que históricamente ha estado signada por la discriminación, acompañada por la prédica implícita de la sociedad de la sobrevivencia o consumo, del tener y no del ser, que dibujan a diario los medios de comunicación. Y estos remoquetes se convierten fácilmente en empujones y puños. Los hechos de violencia intraescolar más reportados por las y los adolescentes en un estudio realizado en la República Bolivariana de Venezuela por UNICEF y el MPPE en 2010, son precisamente las burlas, exclusiones y las peleas entre estudiantes y con estudiantes de otros liceos.

Las y los estudiantes de primer año son de los más sensibles a las posibilidades de exclusión. En ellos y ellas se combinan los retos y traumas de la pubertad con el cambio de la escuela de una sola maestra o de un solo maestro al liceo con varios profesores y profesoras (hasta el cambio de denominación de maestro a profesor les afecta) y materias, de ser los más grandes de la escuela a convertirse en los más pequeños del liceo. Esto los y las convierte en fáciles blancos y por tanto requerimos de un esfuerzo por integrarlos e integrarlas y para que los y las grandes se conviertan más bien en protectores de los más pequeños y las más pequeñas, este es uno de los sentidos de la recién estrenada figura del preparador y la preparadora estudiantil. Reservamos el primer mes del primer año a la atención a los nuevos y nuevas estudiantes, a repasar conocimientos de primaria, a conversar y conocer sus expectativas, levantar la ficha familiar y conocer también a sus familias, a que conozcan a sus profesores y profesoras, a que conformen grupos de estudio, a familiarizarse con las características del liceo, es decir, a darles la bienvenida.

La repitencia es uno de los caminos de la exclusión. No podemos esperar a que los promedios no den. Desde el principio del año hay que brindar apoyo especial a quienes pudieran reprobar asignaturas, atenderlos, comprometerlos, estimularlos. La Batalla contra la Repitencia y la Deserción debe ser asunto de todo el año y preocupación de todas y todos.

  • Educar en, por y para la ciudadanía participativa y protagónica

Conforme a su Exposición de Motivos, nuestra Constitución establece "… la consagración amplia del derecho a la participación en los asuntos públicos de todos los ciudadanos y ciudadanas, (…). Este derecho no queda circunscrito al derecho al sufragio, ya que es entendido en un sentido amplio, abarcando la participación en el proceso de formación, ejecución y control de la gestión pública (…). Concebir la gestión pública como un proceso en el cual se establece una comunicación fluida entre gobernantes y pueblo, implica modificar la orientación de las relaciones entre el Estado y la sociedad, para devolverle a esta última su legítimo protagonismo. Es precisamente este principio consagrado como derecho, el que orienta el Capítulo referido a los derechos políticos".

La democracia participativa y protagónica es el corazón del nuevo ordenamiento político venezolano, que no solamente plantea la participación como derecho sino también como deber. La conocida sentencia de Simón Rodríguez: Formar republicanos para tener República, se puede traducir hoy en formar una ciudadanía participativa y protagónica para tener una auténtica democracia en la que el pueblo sea el soberano.

La participación, que es un componente indispensable de la ciudadanía efectiva, se confronta con las prácticas instituidas durante años que reducen la democracia al sufragio y dejan a los gobernantes electos y electas la conducción de la sociedad, desprendiéndose de sus electores y electoras y respondiendo a los intereses de las minorías que detentan el poder económico. La construcción de ciudadanía tiene que ser asunto de todos los días y la educación juega un papel crucial en este proceso de tránsito de la cultura de la representatividad hacia la del protagonismo verdadero.

La participación no está libre de conflictos pues está precisamente dirigida a hacer valer las voces de todas y todos y, por tanto, a la confrontación de opiniones y de intereses. No es ejercida si no se expresan los puntos de vista distintos y estos son escuchados. Requiere aceptar y valorar la diferencia. Implica la confrontación de opiniones, formas de ver la vida y entender los problemas.

No todos o todas han tenido los mismos derechos a participar históricamente. Las voces de los poderosos han tenido tradicionalmente mucho más peso en las decisiones públicas que las voces de los pobres, de los trabajadores y trabajadoras, de las y los campesinos, de los pueblos y comunidades indígenas, de los que precisamente por ser oprimidos y oprimidas, han visto reducida su participación y precisamente por no haber tenido participación y poder, han sido relegados política, social, económica y culturalmente.

Pero tener una voz que sea escuchada y efectivamente incida en las decisiones públicas es de lo que se trata la ciudadanía participativa y protagónica. De que las decisiones no estén concentradas en unos pocos que, acostumbrados a imponer sus decisiones, han diseñado y conocen las formas de incidir sobre la vida de los y las demás.

El proceso de que el pueblo gane su propia voz ha sido difícil y conflictivo en la República Bolivariana de Venezuela, pero ha avanzado significativamente. La organización es indispensable para la participación colectiva, tanto como la creación de mecanismos y condiciones para que esta voz se exprese y pueda generar proyectos, realizarlos y ejercer contraloría social. Cuando los y las que han permanecido relegados de las decisiones irrumpen con voz propia, reivindican también sus formas de expresión, sus visiones de la vida, sus tradiciones, sus formas de pensar. Y todos estos elementos se reconstruyen cuando los relegados y relegadas empiezan a dejar de serlo.

Como todos los demás referentes éticos y procesos indispensables, la educación en, por y para la ciudadanía participativa y protagónica debe expresarse en todos los ámbitos de la vida del liceo o escuela técnica: En la toma de decisiones consensuadas y consultadas, en la definición del proyecto educativo integral comunitario, en las aulas, en la preparación de actividades comunes, en la organización de los diferentes grupos que integran la comunidad educativa, en la formulación, ejecución y evaluación de proyectos.

Las formas de participación en las escuelas técnicas y liceos deben multiplicarse pues todos no están dispuestos o no les es posible participar de la misma manera. Unos o unas preferirán integrarse a actividades deportivas, artísticas, ambientales o comunitarias, otros u otras preferirán integrarse a las comisiones del Consejo Educativo, al mantenimiento de las edificaciones o a la realización de actividades especiales como visitas a un museo, excursiones o celebraciones. Por ejemplo, los grupos estables pueden integrar a las y los estudiantes, a sus familiares, personal administrativo, obrero, docentes y otros integrantes de la comunidad.

Es de primordial importancia constituir los Consejos Estudiantiles y que estos sean vistos en su tremendo valor de escenarios para aprender a participar participando. El aula tiene que ser un espacio privilegiado de participación.

Que las instituciones educativas sean espacios de formación de una ciudadanía participativa y protagónica, exige el desarrollo de una cultura de la participación, que a su vez implica una identificación ética con la necesidad de que existan decisiones compartidas, la práctica del diálogo permanente, la valoración de la diversidad humana y de la pluralidad de perspectivas, la receptividad y la aceptación de los y las demás, la multiplicación de los espacios y formas de participación, la naturalidad de los conflictos y el cultivo de formas apropiadas de procesarlos y resolverlos.

Rosa María Torres, analizando distintas experiencias en América Latina constata que "…tradicionalmente la noción y la práctica de la participación en educación han sido muy limitadas, persistiendo una fuerte delimitación de ámbitos, relaciones y roles" (Torres, s/f) y además que "… la participación ciudadana entendida como toma de decisiones o control es más bien excepcional (…). La noción más extendida de participación es la que la asocia a acceso, asistencia o uso del servicio educativo (…). Priman las comprensiones instrumentales (participar como ejecutar o gestionar un plan o una acción definidos por terceros) y contributivas (participar como dar: dinero, trabajo, tiempo, respuestas correctas, etc.) del término. A nivel de la institución escolar, predomina la participación nominal…" (idem).

Nos toca entonces repensar para transformar estas situaciones, entendiendo que se trata de un proceso con idas y venidas. Torres también nos plantea un conjunto de condiciones necesarias para una participación efectiva y auténtica: empatía y credibilidad básicas (quienes participan requieren confiar en la honestidad de quien convoca a la participación, comprender y valorar el sentido y el impacto de su participación, y ver los resultados); información (para participar se requiere información básica de aquello que es tema u objeto de la participación, así como de los mecanismos y reglas del juego de dicha participación); comunicación (la participación requiere diálogo, capacidad de todos y todas para escuchar y aprender); condiciones, reglas y mecanismos claros (no bastan las buenas intenciones, es indispensable asegurar las condiciones materiales, institucionales, de tiempo y espacio para facilitar la participación); asociatividad (la participación debe tener en cuenta y potenciar, antes que negar, la experiencia asociativa de las personas y los grupos involucrados).

Sobre la participación en el aula venezolana, Aurora Lacueva escribía hace ya algún tiempo:

"La vida en el aula de hoy prepara mucho más para la dictadura que para la democracia. No es sólo en los momentos de regaños o sanciones que vemos el carácter dictatorial de nuestra escuela. Es el mundo todo de la actividad escolar el que enseña a ser pasivo, a obedecer sin más, a estar aislado esperando órdenes. Se trata de un mundo donde todo está ya dispuesto para el alumno: sus movimientos, la distribución de su tiempo, sus lecturas, sus escritos. Todo está señalado y cada alumno no tiene sino que seguir aquello rígidamente establecido. No tendrá oportunidad en sus años escolares de aprender a organizarse junto a otros, de aprender a planificar, a tomar decisiones, a asignarse actividades en el tiempo, a escoger labores, a plantear intereses…" (Lacueva, 1985)

Abrir el aula a la participación es una tarea ardua, aunque contemos con montones de experiencias valiosas de participación en el aula y de aulas y escuelas participativas. La educación en, por y para la ciudadanía participativa y protagónica exige que todos y todas conversemos acerca de ella y vayamos llenándola de significado y de práctica real, ser receptivos a la pregunta impertinente, preferir combinar el trabajo en grupos y la reflexión individual más que el discurso del o la docente, generar e invitar al debate y la curiosidad, diseñar para que las y los estudiantes propongan y dirijan actividades y proyectos, aceptar que la educación no consiste en presentar y aprenderse respuestas únicas, hacer que el aula crezca y se desborde en la actividad comunitaria y en contacto con otros paisajes y personajes más allá de la escuela.

  • Educar en, por y para el amor a la Patria, la soberanía y la autodeterminación

Nuestra Constitución cuando abre un capítulo sobre los deberes es muy concisa, establece sólo 6 artículos y el primero de ellos, el artículo 130, señala que: "Los venezolanos y venezolanas tienen el deber de honrar y defender la patria, sus símbolos y valores culturales; resguardar y proteger la soberanía, la nacionalidad, la integridad territorial, la autodeterminación y los intereses de la nación".

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