La Religión Crística a la luz de las enseñanzas originales de Jesús El Cristo (Parte VI)
- La luz del amor en los labios del maestro Jesús el Cristo
- El significado de la religión crística
- Los doce aposentos
- Los cuatro componentes del ser humano (físico, mental, emocional y espiritual) y la visión holística
- Las cuatro leyes fundamentales del ser humano
- Bibliografia
AL FINAL ¿QUE SIGNIFICA RELIGIÓN CRÍSTICA?
La luz del amor en los labios del maestro Jesús el Cristo
El lenguaje utilizado en los Evangelios corresponde a una época antigua, casi dos mil años atrás. Lógicamente, existía un estilo para hablar y ciertas palabras tenían un significado específico. Además, el Maestro utilizaba con frecuencia, metáforas y parábolas. Todo esto facilitó la deformación posterior de mucha cosa contenida en aquellos escritos sagrados. Pero su mensaje continuará vivo por los milenios futuros, venciendo todo lo que pueda oponerse al mismo, porque este mensaje es la expresión del Verbo Divino, del Amor Universal. Veamos ahora algunos de los versículos más importantes:
1. "No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen y donde los ladrones minan y hurtan, sino haceos tesoros en el cielo donde ni las polillas ni el orín corrompen y donde los ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté nuestro tesoro, allí también estará nuestro corazón. La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz". (Mateo 6:19-22).
Algunas personas interpretaron esto como una necesidad de abandonar la vida material y dedicarse exclusivamente a un supuesto nirvana espiritual. Eremitas, ascetas y fanáticos varios pulularan durante la Edad Media y aún en épocas posteriores, no surgiendo de ellos, sin embargo, contribuciones importantes para la Humanidad. Lo que el Maestro quiere decir en sus palabras especialmente elaboradas, dirigidas a un mundo tan materialista como el actual, es que el énfasis de la vida debe ser dada al aspecto espiritual, único baluarte inexpugnable del hombre. En efecto, el dinero, el poder, la fama, pueden desaparecer en cualquier momento porque viven en el agitado y variable mar de la vida material, sujeta a un caleidoscopio de circunstancias, acontecimientos y cambios, muchas veces imprevisibles, y que son simbólicamente representados por polillas, orín y ladrones.
Él nos enseña que el verdadero tesoro se encuentra en nuestro corazón, que simboliza nuestra Alma. En ella no penetran las fuerzas exteriores, pues el Alma sobrevuela sobre la turbulencia del mundo exterior. Los ojos representan nuestra actitud frente al mundo, si ellos "fueran buenos", la lámpara darán luz para todo el cuerpo. O sea, si fuésemos capaces de reflejar la prístina pureza del Ser Crístico a través de nuestra manera de pensar, sentir y actuar, los rayos divinos del Amor se irradiarán de nuestro cuerpo, iluminando y bendiciendo el medio ambiente que nos rodea.
Por lo tanto, manteniendo una atención razonablemente normal de nuestros quehaceres cotidianos y necesidades materiales (los cuales sin duda deberán ser satisfechos), deberemos dedicar lo mejor de nuestros esfuerzos a perfeccionar el mundo interno, abriendo ventanas cada vez más anchas, más amplias, más grandes para que nuestra Alma, aquel Ser Crístico que habita en nuestro corazón, pueda derramar gradualmente su luz bienhechora que emana de la Central Cósmica, de la médula central del Ser Supremo. Y aquellas ventanas se irán expandiendo en la medida en que nuestros "ojos" fueren cada vez mejores, o sea en la medida en que nuestro corazón se muestre capaz de enviar a los otros, refulgentes mensajes de paz, amor y armonía.
De esta manera, el desarrollo del amor abre las puertas a la entrada del Amor. Por lo tanto, ame, en toda la plenitud de esta palabra, y su Alma le agradecerá, porque usted habrá permitido su expansión, y la expansión de su Alma es el único camino que lo lleva a la Felicidad. Este es, exactamente, el significado de los siguientes versículos:
2) "Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida y pocos son los que la hallan" (Mateo 7:13-14).
El camino que conduce a la perdición (o sea, al sufrimiento y a la infelicidad en esta vida y no a un supuesto castigo infernal después de la muerte) es espacioso porque él fue construido por la Mente Colectiva de una Humanidad aún en una fase atrasada de su desarrollo espiritual. La puerta que conduce a la Vida es estrecha, y pocos la encuentran porque está escondida bajo las apariencias, y sólo será descubierta por aquel que, como el lector, está en su búsqueda, impregnado de fe, confianza, perseverancia y coraje, porque sabe que la puerta existe.
¿Percibe ahora, en las palabras del Maestro, que no pueden esperarse resultados inmediatos, mágicos, fantásticos, en la tentativa de solucionar los grandes problemas que habitan en el corazón humano? "Puerta estrecha" y "camino apretado" simbolizan esfuerzo, dedicación y persistencia en dirección al objetivo: y el objetivo es una vida impregnada de plenitud, armonía y auto-realización. Por lo tanto, continúe en su senda maravillosa, teniendo como destino el portal sagrado. Ciertamente, ya está muy cerca de él, persevere y será uno de los pocos que lo encontrarán.
Y este hallazgo será completamente justo porque usted lo merece. Y merece porque "dio" y ahora "recibirá". Irradió alegría, coraje, buena voluntad, armonía y amor. Y el Ser Supremo, a través de un sublime influjo, tendrá estampado en su frente la resplandeciente marca del Amor. Usted dio un paso y el Creador lo multiplicó por 10, mostrándole el acceso a la puerta estrecha. Atravesándola, podrá alcanzar la maravillosa meta por la cual tanto luchó (con sus fantasmas internos).
3) "Maestro: ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el primer y gran mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo" (Mateo 22: 36-39).
En estas pocas líneas, el Cristo define toda una filosofía de vida. En primer lugar, coloca el Amor como la obligación, el deber, la responsabilidad fundamental del hombre. Inmediatamente, desdobla este Amor en dos fases: el amor a Dios y el amor a los seres humanos.
Es esta, exacta y precisamente, la filosofía propuesta por el presente texto. Amar a Dios significa abrir nuestro corazón para lo Alto, tentar ligarnos con el Océano Cósmico, abrir las compuertas al Ser Crístico, chispa divina anidada en nuestro interior. Amar a los seres humanos y a nosotros mismos, significa irradiar nuestros pensamientos más constructivos, nuestros sentimientos más altruistas, nuestras actitudes más virtuosas, para la corriente de la Vida, donde todos beben; en otras palabras, significa manifestarnos como magníficos canales cósmicos, en auxiliares del Señor, en canales del Padre Eterno.
¿Comprende ahora, en las palabras del Redentor, que sólo el Amor construye, que sólo el Amor justifica la vida humana, que sólo el Amor puede mudar el mundo? No se preocupe con aquellos que tentan contaminar el manantial divino; él es invulnerable. Los residuos sólo afectan al agua física, tangible, material. Pero la Fuente Sagrada es intocable, sutil, etérea; su agua está siempre absolutamente pura y cristalina. Sumerja en ella su Alma y participe con el mundo de su frescor. La Humanidad precisa de usted, de su contribución, de su amor. Los Maestros Cósmicos, los Seres de la Luz y el propio Dios Supremo también precisan de su colaboración, pues son necesarios cada vez más y más, trabajadores para el telar divino.
Únase, júntese a la Verdad, a la Luz, libertando el amor que surge de la inmensa potencialidad de Amor que se esconde en su corazón. Ilumine su ambiente con una bellísima y suave irradiación. Actuando de esta manera, estará sembrando en los jardines del Señor, el glorioso árbol con el cual hace tanto tiempo sueña. Cuide de él, vigílelo, ámelo, y a su debido tiempo, sus ramos estarán cargados de un fruto sabroso y delicioso, impregnado del aroma suave como el de la manzana. Y será su derecho divino comer el fruto del árbol sagrado, sin que la serpiente entre en el medio. Un ángel dejará caer en sus manos la fruta exactamente a punto, y usted sólo deberá morder la piel suave e insinuante para entrar en el Paraíso: en el paraíso del ideal manifestado, sea amor, suceso, prosperidad o paz de espíritu.
4) "Porque al que tiene le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aún lo que tiene le será quitado" (Mateo 25:29).
¿Tener o no tener lo que? Algunos predicadores quieren interpretar esto como justificación para los lucros materiales: quien ya es rico, quedará más rico; quien es pobre, quedará más pobre. Esto hasta parece comprobarse en la realidad cotidiana de nuestro mundo actual, pero lo que el Cristo quiso decir fue otra cosa. Él enseña que a cualquiera que tenga fe, comprensión, perseverancia, confianza, coraje, paz, armonía, amor "le será dado más", o sea tendrá en abundancia todo lo que el ser humano necesita física, emocional, mental y espiritualmente.
Se trata de un lenguaje especial para formular la Ley de Causa y Efecto: (ver ítem 10.2.3.3 de este Capítulo) quien da, recibe; quien tiene cosas buenas dentro de sí, recibirá y hasta en abundancia, cosas mejores aún; quien da un paso en dirección a la Luz comienza a recibirla con plenitud, quien eleva su pensamiento hasta el Ser Supremo, recibirá su influjo divino, y con esto, un auténtico poder de realización; quien amar con autenticidad, será amado. (Ver Bonilla, 1).
En compensación, quien "no tiene" cosas buenas, positivas y constructivas en la médula de su corazón, quedando por lo tanto sumergido en las tinieblas del egoísmo, del resentimiento, del pesimismo, de la pereza, de la codicia y de la envidia, perderá lo poco de bueno que aún pueda estar a su alcance.
Como el lector podrá apreciar a través de estos ejemplos, se puede explorar, analizar y profundizar los grandes asuntos de la vida humana, a través de diversos ángulos, consultando diferentes autores inspirados, interpretando los estilos de lenguaje de los diversos pueblos, llevando en cuenta las distintas épocas, pero finalmente se llega a las mismas conclusiones, cuya base fundamental – la Sabiduría Eterna ( Religión Cósmica según Einstein (2) , que en este texto es llamada de Religión Crística) – descansa en unas pocas leyes universales, como la ya mencionada de Causa y Efecto.
Y esto es absolutamente lógico, porque a partir de ellas, el Padre Eterno creó el mundo y la vida como la conocemos Bebamos, pues, en las fuentes sagradas y descubramos que, a pesar de las constantes y pesadas complicaciones del sofisticado mundo moderno, hay una pradera verde y calma en nuestro interior; lo que debemos aprender es que sólo cuando nos instalamos completamente en ella, es que recibiremos en abundancia las magníficas dádivas del Señor.
5) "Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed y me visitasteis; en la cárcel y vinisteis a mi" (Mateo 25: 34-36). "Entonces, también dirá a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado por el diablo y sus ángeles; porque tuve hambre y no me disteis de comer; tuve sed y no me disteis de beber; fui forastero y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis" (Mateo 25: 41-43).
Interpretaciones muy fantasiosas han sido hechas de estos versículos, pero quien pueda leer las entrelíneas del texto con un mínimo de comprensión, percibirá con bastante claridad el significado básico allí contenido.
Este significado básico tiene que ver con Amor y con ausencia del mismo. El Rey es el Ser Interior, clasificando los pensamientos, sentimientos y actitudes en dos grupos: uno impregnado de Amor y otro lleno de hostilidad, por lo tanto impregnado de cosas negativas. Al grupo positivo, saturado de Amor, el Ser Crístico ofrece "el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo", o sea el reino de la felicidad, de la "plenitud, armonía y auto-realización" ya está preparado para cada uno de nosotros desde antes, mucho antes del nacimiento en esta encarnación. Con todo, será necesaria una buena cantidad de éstas para que la luz que surge del foco incandescente del Amor pueda ser absorbida y comprendida por nosotros, permitiéndole que nos ilumine y nos guíe para encontrar "el camino".
El segundo grupo, negativo, constituido por sentimientos, pensamientos y actitudes hostiles, odiosas y destructivas, no podrá llegar nunca al "Reino". A ellos les está destinado otro lugar: "el fuego eterno", o sea, de forma concreta: los pesares, sufrimientos y tristezas del mundo, en resumen, la infelicidad. Algunos han adulterado estos conceptos imaginando que el "fuego eterno" implica en un mundo de suplicios, con el demonio quemando los pecadores en espantosos calderones mal oliendo a azufre.
Mientras tanto, el "fuego eterno" siempre simbolizó místicamente el proceso de purificación que la Personalidad debe sufrir a través de sus experiencias terrenas; en ese sentido aquel "calderón" se transforma en un crisol, donde las escorias van siendo depositadas y eliminadas, dejando en su fondo el mineral puro, en el cual va siendo tallada nuestra Personalidad, a través de su recorrido por los moldes didácticos del tiempo, el espacio y la materia, hasta transformarse en el magnífico objetivo final: una verdadera duplicata del Ser Crístico que habita en nuestro interior.
Entonces y de acuerdo con aquellos versículos, el Maestro Jesús El Cristo, refuerza sus enseñanzas fundamentales: las actitudes amorosas, los sentimientos armoniosos, los pensamientos altruistas están armonizados con la Energía Divina. Por lo tanto, según la Ley Básica de Causa y Efecto, quien esté en condiciones de actuar en esos niveles elevados, tiene abiertas las puertas para el Reino de la Felicidad. De esta forma, las actitudes negativas, los sentimientos conflictivos y agresivos, los pensamientos egoístas, llevan a quien opere en niveles tan densos, a estar lejos de la faja correspondiente a las irradiaciones superiores; de este modo, sólo tendrá abierta la puerta de oscuras "tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes" (Mateo 25:30)
¿Percibe entonces como siempre se acaba tocando en la misma tecla? Quien irradia amor humano recibe Amor (Divino); quien irradia odio, recibe odio (de la Mente Colectiva). Parece demasiado fácil, pero esa es la gran lección que todos debemos aprender (pero que generalmente nos negamos a hacerlo). Cuando la aprendamos, la fascinante sonrisa de la Felicidad será nuestra compañera constante y por lo tanto el constructivo ideal que es nuestra deseada meta, tendrá condiciones de transformarse en una vibrante realidad.
Otros versículos interesantes son los siguientes:
6) "Esto os mando: que os améis unos a otros. Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero como no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece" (Juan 15: 17-19).
Aquí, el Maestro nos da – una vez más – una vibrante lección de Amor. Ella es aparentemente dirigida a sus discípulos, pero en verdad se dirige al apostolado interno de cada ser humano. Él predica el amor y la solidaridad dentro de nosotros mismos, así como la independencia y la autonomía en relación a la Mente Colectiva, que él denomina de "mundo". Esta Mente Colectiva aborreció la idea del Dios Vivo; por lo tanto, aborrecerá la idea del Ser Crístico dentro de nosotros ("antes que a vosotros, aborreció a mí"). Pero el Ser Crístico no pertenece a la Mente Colectiva (de lo contrario ésta, o sea, "el mundo", lo amaría).
En estos versículos, el Maestro nos coloca en guardia contra la Mente Colectiva, contra el mundo exterior y con nuestro propio Yo Exterior, o sea los aspectos pocos desarrollados de la Personalidad. E indica el camino claro y único: el Amor conducido por el Ser Crístico, independiente de los aborrecimientos que acontezcan, generados por aquellos que aún no descubrieron tan simple y maravillosa verdad. No nos preocupemos entonces con las incomprensiones, críticas y desprecios del "mundo"; pasemos por encima de ellos en el leve vehículo del Amor y aterricemos en el fulgurante aeropuerto del ideal manifestado.
Finalmente, vamos a comentar rápidamente unos versículos relativos al amor hombre – mujer, según el Evangelio de Marcos.
7) "Al principio de la creación, varón y hembra los hizo Dios. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer. Y los dos serán una sola carne; así que ya no son más dos, sino uno. Por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre" (Marcos 10:6-9).
Este pasaje ha sido muy discutido, pero generalmente es interpretado – sobre todo por los religiosos – como prohibición al divorcio, pues se supone que "lo que Dios juntó" queda consagrado a través de la ceremonia del casamiento religioso. Y este no deberá ser después violado por el hombre.
Pero como siempre que la interpretación se hace con base en la letra y no en el espíritu de la enseñanza, acaban aconteciendo fallas. Porque ¿qué es – realmente – "lo que Dios juntó"? Sí Dios es un Dios de Amor, sí Él es el magnífico faro que ilumina el ser humano, haciendo brotar en su corazón los cálidos rayos de los sentimientos amorosos, parece claro que el Maestro se refiere al centro, a la médula, al espíritu del asunto y no a su ceremonia exterior. Y el centro, la médula y el espíritu del asunto son la existencia o no de amor en los corazones de la pareja.
Si el amor reina como un capullo de rosa primaveral en el corazón de ambos compañeros, Dios estará presente y "los juntará" y ligará para toda la vida. Ningún ser humano podrá después – sea del modo que sea – separar aquello que el Ser Supremo unió con su excelso cemento, pues el Amor es la fuerza suprema del Universo. Y en estos casos – es claro – el divorcio o la separación son asuntos en los cuales ni siquiera se piensa.
Ya en el caso contrario, cuando no hubo amor auténtico, genuino y sí apenas ceremonia exterior en el casamiento, Dios no "juntó" nada. Y lo que no está junto, está esencialmente separado. Por lo tanto, aquellos dos corazones estuvieron siempre – desde un punto de vista espiritual – desunidos.
El divorcio o la separación legal pasan entonces a ser un instrumento humano para regularizar una situación cósmica carente de armonía(*).
En resumen: el mensaje del Maestro es cristalino: desarrollando la capacidad de amar, conquistaremos la Felicidad; debilitando la capacidad de amar, conquistaremos la infelicidad. Es nada más que eso y nada menos que eso.
Con todo, los versículos antemencionados tienen una segunda lectura, más profunda. En efecto, "hombre" y "mujer", en lenguaje místico significan los dos polos característicos de la Energía Universal: positivo y negativo; Yang e Yin; principio auto-afirmativo y principio integrativo, (ver Bonilla, 3)
"Los dos serán una sola carne" se refiere al Principio Creativo, a la ley del Triángulo, a la Generación del Hijo (en todos los planos y niveles).
El Maestro responde así a los fariseos de una cierta forma (relacionada con el problema específico que fue planteado), pero aprovecha la oportunidad, cosa que él hace repetidamente en el transcurso de los Evangelios, para también expresarse a un nivel más profundo, dirigido a los apóstoles y otros discípulos que permanentemente lo acompañaban. A este nivel, Él está enseñando que cuando aquellos Principios, se "juntan" dentro de nosotros y se transforman en una sola carne (o sea dos vértices del triángulo juntándose con el tercero) esto tiene "hechura" divina y el hombre no lo podrá separar porque no tiene poder para tanto.
Desde un punto de vista práctico, esto significa la omnipotencia de nuestros procesos mentales interiores cuando ellos son correctamente organizados. Así si el hombre (Voluntad) se une a la mujer (Armonización Cósmica), ambos se transformarán en una sola carne, en una Unidad bendecida por Dios, inseparable por el ser humano; en cambio si la Voluntad actúa sola sin la femineidad de la Armonización Cósmica, Dios no participa del proceso y los resultados obtenidos serán estrictamente humanos, sujetos así a la variabilidad del mundo terreno. (Ver Bonilla, 3).
Este mismo concepto aparece expresado en forma ligeramente diferente en el Evangelio de Mateo:
8) "Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquier cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los Cielos; porque donde están congregados dos o tres en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos" (Mateo 18: 19-20).
Véase que en la primera frase se habla de "dos de vosotros en la tierra", después se habla de "dos o tres". Se trata precisamente de los dos elementos mencionados anteriormente (Voluntad y Armonización Cósmica), vinculados a un tercero "en la tierra" o sea a un nivel inferior: se trata de la Acción. Esto significa, en términos prácticos, que cuando el hombre junta en su interior una voluntad firme, la armoniza con las leyes universales y le agrega acción específica, están todos los ingredientes prontos para que aquel pueda actuar como un Co-Creador Divino junto al Ser Supremo, que así proporcionará los elementos necesarios para que la misión cósmica individual se cumpla, a través del Ser Crístico.
La expresión "cualquier cosa que pidieren" es engañosa al lector no preparado, pues "dos de vosotros" no son dos personas o dos atributos humanos indiscriminados: ellos son Voluntad y Armonización y si entramos en proceso de Armonización Cósmica, obviamente no pediremos "cualquier cosa" y sí algo que se refiera a nuestro trabajo dentro del Plan Divino.
En resumen, esos versículos confirman lo ya expresado en este texto: las potencialidades internas del hombre son magníficas, pero él las debe desarrollar poco a poco, pues una explosión de Luz lo cegaría y fulminaría. Debemos ir paso a paso y para esto precisamos de tiempo terreno. Siendo mucho lo que debemos recorrer para levantar totalmente el velo opaco que esconde nuestro Ser Crístico, precisaríamos multiplicar violentamente el número de años que es posible vivir normalmente. De aquí surge la imperiosa necesidad de reencarnarnos.
El significado de la religión crística
. INTRODUCCIÓN
Denominamos Religión Crística a la "modernización" de la Religión Cósmica (Bonilla, 4), así bautizada por Einstein (2), actualizada y enriquecida con las enseñanzas de Jesús El Cristo, las cuales agregan a la Sabiduría Antigua, el concepto de Amor, tan mal comprendido durante los dos últimos milenios y aún hoy, ya alboreando el Tercer Milenio.
La Religión Crística involucra un "nuevo"(*) modo de vivir, o sea de pensar, sentir y actuar, completamente diferente al que hoy prevalece.
Ella está apoyada en una visión holística (ver Bonilla, 3), que reconoce dos principios: el auto-afirmativo, (que se ocupa del crecimiento individual) y el integrativo (que se ocupa del crecimiento colectivo). Ambos deben ser unificados por el ser humano, porque él posee dos aspectos: el divino o espiritual ("sois dioses…") y el físico o material ("pero como hombres moriréis", Salmos 82:67).
Ambos componentes deben ser atendidos como corresponde, porque no son enemigos y opositores y sí parte del Todo: cuerpo y mente por un lado; corazón y alma, por otro.
De la misma forma que Jesús El Cristo tenía 12 Apóstoles, la estructura de la Religión Crística puede ser desarrollada como si fuera una casa, con cimientos sólidos y doce aposentos. Ella no incluye, necesariamente, ceremoniales, rituales y cosas de ese tipo. Lo esencial es lo que circula en los corazones de aquellos que la profesan.
El Cimiento Básico es la existencia de un Dios Único, el Creador del Universo, que el ser humano lo ha identificado a través del tiempo y el espacio con diferentes nombres y características (Jehová, Ra, Ahura-Mazda, Brahma, Señor, Alá…). Tal vez para simplificar, podemos llamarlo del "Dios de nuestro corazón"(**)
El Creador, desde tiempos inmemoriales, cuando nos creó con "su soplo divino y polvo de la tierra", dejó en nuestro interior una partícula divina, que debió quedar escondida durante mucho tiempo para que el hombre (ahora material y mortal) pudiera controlar el mundo físico que lo rodeaba. Así desarrolló la Inteligencia. Paralelamente. El Creador envió mensajeros(***) en diferentes épocas a los distintos pueblos, para que aquella "partícula divina" no se apagase.
Estos mensajeros (Krishna, Zoroastro, Moisés, Buda, etc.) mantuvieron la brasa, iniciando algunos pocos seguidores y así el hombre fue desarrollando la Inteligencia con algunas chispas de Sabiduría. Sin embargo, el Universo no es estático; él está en evolución continua y así el "Proyecto Ser Humano" precisó subir un escalón más, representado por el Amor.
Ese escalón sublime, no podía ser difundido por un hombre; se precisaba un Principio Cósmico, un Ser Espiritual que encarnase en un ser humano (el más desarrollado espiritualmente), para que las altísimas frecuencias vibratorias de Aquel, pudieron ser absorbidas por éste. Es así que el Ser Espiritual conocido como El Cristo, desciende sobre el hombre Jesús. Este hecho impar ocurrió hace 2000 años.
La vida de ese ser es extraordinario. Jesús El Cristo, nos trajo una dádiva que hasta hoy no conseguimos valorizar adecuadamente: aquel Cimiento Básico, el Dios Único, el Dios de nuestro corazón, energizó el circuito de la partícula divina. ¿Cómo? Jesús El Cristo, a través de sus enseñanzas, vivificó esa partícula (nuestra Alma), que ahora llamamos de Ser Crístico. Esto significa que El Cristo nos dio el control, nos dio la llave de nuestro circuito espiritual. Entonces no precisamos verlo apenas afuera, como un Ser Todopoderoso; también debemos sentirlo dentro, precisamos activar Su Energía, que palpita dentro de nosotros. Naturalmente que esto no puede ser hecho en un instante; necesitamos tiempo, pasando de la comprensión racional para un profundo sentimiento interno. Y para este proceso, no precisamos de "intérpretes" de lo divino, de lo sagrado. Ahora, que tenemos el circuito instalado, toda la responsabilidad es nuestra. Esto es la esencia de la Religión Crística.
Una vez colocado con firmeza el Cimiento Básico en nuestro corazón, tenemos que considerar "los aposentos" (los apóstoles), donde transcurrirá la historia de nuestra vida.
Los 12 Apóstoles (o 12 aposentos), son agrupados – procurando una visión más comprensible en 3 grupos de 4 unidades cada uno, a saber:
Los cuatro atributos básicos de la Religión Crística: Autenticidad, Ecumenismo, Visión Macrocósmica, Visión Microcósmica.
Los cuatro componentes del ser humano y la visión Holística: Cuerpo, mente, corazón, Alma.
Las cuatro leyes fundamentales del ser humano: Ley de Causa y Efecto (compensación); Ley del Sacrificio; Regla Áurea o Ley del Amor; Ley de Acción.
CIMIENTOS BÁSICOS
Dios Único ("Dios de mi corazón", El Creador, Ser Supremo).
Las religiones antiguas, por lo menos para sus círculos externos eran politeístas, con un dios principal (Zeus, en Grecia, Júpiter en Roma, Ra en Egipto, etc.) y una pléyade de dioses menores, representando diferentes atributos de la Naturaleza o del propio ser humano (Venus, diosa del Amor; Marte, dios de la Guerra; Poseidón, dios del Mar, etc., etc.)
Otras religiones aparecían a sus seguidores con tres Dioses, como la hindú, con Brahma, Visnú y Shiva. Ya en los círculos internos de los sabios espirituales de esos pueblos , se tenía conocimiento del Dios Único.
En cierto momento de la historia humana (1350 A.C.) surge por primera vez, la proclamación del concepto del Dios Único, por parte del faraón, Aquenaton, discípulo del gran sabio llamado Hermes Trismegisto, abierto para todos. Aquenaton, el primer pacifista de la Humanidad, para no masacrar al clero egipcio, prefirió dejar la capital de Egipto, Tebas y crear una ciudad entera, que llamó de Tell-el-Amarna, donde instaló los nuevos templos.
Aquenaton llamó al Dios Único de Aton, y tal vez fue el nombre Divino que menos sobrevivió, pues a su muerte, la nueva ciudad fue arrasada.
Un poco más de un siglo después, un egipcio, Hosarship, rebautizado de Moisés por los hebreos, lleva aquel grandioso concepto para la Palestina. Pero las masas no estaban preparadas para la novedad y Moisés presenta a su Dios, que llamó de Jehová como el Todopoderoso Dios de aquel pueblo. Eso, según Schuré (5), no puede llamarse de monoteísmo y sí de monolatría, pues no se negaba la existencia de los dioses de otros pueblos; la diferencia era que Jehová era imbatible por ellos.
Con el pasar del tiempo, los profetas hebreos fueron puliendo ese concepto hasta transformarlo en el Dios Único de la Humanidad. En la misma época, Zoroastro, proclama Ahura-Mazda como el Dios Único y bien más tarde, ya en el Siglo VII d.C. Mahoma lo proclama, con el nombre de Alá.
De este modo, cuando Jesús El Cristo aparece en la Galilea el concepto de Dios Único ya estaba bien afirmado en varios pueblos (aunque en el imperio romano, el politeísmo era la creencia religiosa prevaleciente).
Con la llegada de la religión musulmana y con el reconocimiento de la religión cristiana por Roma, el concepto de Dios Único se expande para todo el mundo civilizado, de modo que desde hace 14 ó 15 siglos él se torna indiscutible.
En ese punto – por lo tanto – hay total coincidencia entre la Religión Cristiana y la Crística (así como con la Cósmica).
El Cristo Cósmico y el Ser Crístico o Presencia Divina
La Religión Cristiana considera que Jesús El Cristo, se encarnó en la Tierra con el propósito fundamental, de calmar "la ira divina" oriunda de la pecaminosidad humana. Así, Él se sacrificó en la cruz, purificando con su sangre nuestros pecados (hasta llegar al de Adán, responsable por el pecado original) y dejarnos totalmente limpios para comenzar nueva vida.
Fuera del hecho de que esta doctrina es incomprensible para un raciocinio humano libre, o sea no condicionado por creencias religiosas que aplastan con el peso de siglos como "verdades divinas", resta comprobar que, si fueran verdaderas, tendrían que tener consecuencias específicas en el transcurso de los últimos 2000 años.
O sea, concretamente: Si el "Hijo de Dios" vino hace dos milenios a ofrecerse en holocausto como Salvador, para cancelar todos los pecados cometidos por el ser humano ¿por qué aquel continúa no sólo pecando en la cama, en los negocios y en otras cosas, y sí en cosas absurdas: crímenes, guerras, torturas, etc., con énfasis para las realizadas por la "Santa" Inquisición", autorizada expresamente por el "máximo representante de Dios" (El Papa), que justamente comanda la religión que lleva el nombre del Maestro?
La única respuesta que hemos encontrado a esta dilacerante pregunta es: no es eso lo que Jesús El Cristo vino a hacer; lo que sucedió es que sus enseñanzas fueron deformadas para que el ser humano continuase siendo un niño, dependiente de un padre severo.
Como ya fue explicado en capítulos anteriores: Jesús El Cristo, entre otras cosas, vino a enseñarnos que el ser humano tiene tres componentes: el Ser Externo, aquel que lidia con el mundo exterior, con la supervivencia, sujeto a interacciones, presiones e imposiciones de otras personas, lo que lo fragiliza, en mayor o en menor grado, el Ser Crístico o partícula divina, que el Maestro nos mostró que estaba dentro de nosotros, a la cual podíamos acudir siempre que fuera necesario; y la Personalidad, aquella potencialidad interior que espejándose en el Ser Crístico es capaz de conducirnos al Reino de los Cielos, no sin gran esfuerzo de parte nuestra.
En otras palabras, Jesús El Cristo no vino para que lo adoráramos y sí para enseñarnos que hay una réplica de Él dentro de nosotros y que su mayor felicidad sería que la descubriéramos en nuestro interior. Así haciendo nos transformaremos en Auxiliares de Él y del "Padre", dejando de actuar como simples autómatas. (Nada de esto impide invocarlo a Él, al Reino Angélico o al mismo Creador, cuando nuestras fuerzas estén debilitadas).
El perdón de los "pecados" que podamos haber cometido no puede ocurrir a través de meros seres humanos (sacerdotes), que se inmiscuyen (si los dejamos) en nuestro sagrado interior. El único perdón posible es a través de nuestro Ser Crístico, cuando la Personalidad desarrolle las respectivas acciones reparadoras. Este es el único modo de crecer espiritualmente.
Por lo expuesto, en este punto, hay aquí una gran diferencia
entre la Religión Crística y la Religión Cristiana.
Los doce aposentos
LOS CUATRO ATRIBUTOS DE LA RELIGIÓN CRÍSTICA
Autenticidad
A diferencia de la Ciencia, que es objetiva y cuenta con aparatos e instrumentos de gran precisión para medir sus resultados, la Espiritualidad es eminentemente subjetiva, por lo que el problema de la autenticidad es relevante.
Wilber (6), desarrolla una idea muy interesante (un resumen de la misma puede ser consultada en Bonilla, 3). Esta idea puede ser así presentada: tanto el conocimiento científico como el espiritual, se validan a través de un proceso epistemológico(*) que aquel autor denomina "las tres líneas válidas de conocimiento", a saber:
a) Adquisición de conocimiento sobre el asunto específico. Así en la Ciencia, si queremos detectar bacterias que producen enfermedades, tendremos que estudiar Microbiología, incluyendo dominio adecuado de los diferentes tipos de microscopios, así como materias relacionadas. De la misma manera, si deseamos tener comprensión espiritual, tendremos que leer libros reconocidos en esa área (Aquí ya se registra una diferencia entre la Religión Cristiana, que sólo reconoce la Biblia, y la Religión Crística, que también estudia este libro sagrado (con especial foco en los Evangelios), así como el Zend Avesta, los Upanishads y otros libros sagrados de diversas religiones, como también las contribuciones de los sabios espirituales e inclusive de filósofos reconocidos, que generalmente no se amarran a las "interpretaciones oficiales" de la Biblia.
b) Aprehensión de la situación. A partir del paso anterior, disponemos de conocimientos variados sobre el asunto que nos interesa. Ahora precisamos formular una hipótesis: por ejemplo, en la Ciencia, postulamos que la bacteria vista en el microscopio es el Bacillus thuringiensis, o en la Espiritualidad, que El Cristo es un Principio Cósmico y Jesús fue un hombre. En la Ciencia esa hipótesis es formulada a partir de datos cualitativos y/o cuantitativos observados en el microscopio: en la Espiritualidad, los procesos involucrados son subjetivos, tales como meditación, armonización y visualización, acompañadas del ejercicio de nuestra racionalidad.
c) Verificación. La hipótesis hecha anteriormente precisa ser verificada (esto es el corazón del método científico, pero también puede- y debe – ser aplicado a lo espiritual). Esa verificación debe ser hecha a través de un experimento, de naturaleza física (Ciencia) o mental (Espiritualidad).
Lo importante es que cualquiera sea el resultado de nuestro experimento, él no es todavía válido para aceptar o rechazar la hipótesis hecha. Él representa apenas una presunción al respecto. Para que la verificación realizada por nosotros sea reconocida como válida, precisa ser coherente con el conocimiento existente. En la Ciencia esta comprobación final surge de los resultados obtenidos anteriormente por otros investigadores.
¿Y en la Espiritualidad, quienes serían esos "investigadores"? Todos los grandes sabios y filósofos, antiguos y modernos. La extraordinaria riqueza de detalles que son posibles de evaluar en asuntos espirituales, donde aparecen diferencias notables, no puede esconder el hecho crucial de que la esencia de aquel conocimiento no varía significativamente entre los grandes libros sagrados, porque sus autores pertenecían a una Unidad, La Gran Fraternidad Blanca (desde el legendario Melquisedec hasta Jesús El Cristo, pasando por Krishna, Buda, Lao-Tsé, Hermes Trismegisto, Zoroastro, Moisés y Orfeo, entre otros).
Las grandes diferencias están entre los "intérpretes" que desposeídos del nivel espiritual de los Avatares, acabaron distorsionando las enseñanzas originales en su beneficio, porque percibieron que manipulándolas, podrían ejercer gran dominio sobre las personas, lo que representaba grandes ventajas para ellos.
Aquí hay una gran diferencia en cuanto a autenticidad entre la Religión Cristiana (cuya deformación de las enseñanzas del Maestro Jesús El Cristo ya fueron detalladamente descritas en Capítulos anteriores) y la Crística. La Religión Crística no impone, no amenaza con castigos, no dogmatiza; ella, simplemente ofrece alimento espiritual, respetando el libre albedrío que nos dio El Creador como un privilegio especial.
Ecumenismo
Esta palabra significa, según el diccionario "tendencia o movimiento que intenta la restauración de la unidad de todas las iglesias cristianas", pero su raíz: ecuménico, significa "que se extiende a todo el orbe". Por lo tanto, el sentido que en este texto le damos es "Proceso de busca de unidad entre todas las religiones". Es a esto que Einstein (2) llamaba de Religión Cósmica (Ver Bonilla, 4).
Hay aquí una enorme diferencia entre la Religión Cristiana y la Crística. En la primera, existen numerosas Iglesias: Católica, Ortodoxa Griega, Adventistas, Bautistas, Pentecostales, etc., cada una – en general – considerando que es la única intérprete válida de las enseñanzas del Maestro. Sólo algunos pequeños grupos son realmente "ecuménicos", tentando la unificación de las diferentes corrientes.
Históricamente, las tendencias evangélicas o protestantes, ha sido consideradas como heréticas por la doctrina ortodoxa (Religión Católica Apostólica Romana). De aquellas filas surgieron gran parte de los mártires quemados por las hogueras de la Santa Inquisición u otras formas de persecución religiosa durante más de mil años.
Si los propios seguidores de Cristo, apenas diferenciados por interpretaciones diferentes de sus enseñanzas, generalmente más cercanas a las originales, eran exterminados de esa manera, se puede imaginar lo que pensaban de otras religiones como la persa, la egipcia o la griega, que ya habían declinado, pero que tenían aspectos de refinada espiritualidad. Cuando Mahoma crea (en el siglo VII d.C.), la religión musulmana, ellos son calificados de "infieles" y objeto de guerras terribles, maquilladas con el nombre atractivo de "Cruzadas".
Ya la Religión Crística es ecuménica, pues entiende que hay un Único Dios y un Único Jesús El Cristo, así como un Ser Crístico en el corazón de cada ser humano. Schure (5), un sabio investigador de la doctrina espiritual cuyo inicio se pierde en la noche de los tiempos(*) dice:
"Al considerar las grandes religiones de la India, del Egipto, de la Grecia y de la Judea, por el lado exterior, no se ve otra cosa que discordia, superstición y caos. Pero sondead los símbolos, interrogad a los misterios, buscad la doctrina madre de los fundadores y de los profetas y la armonía se hará en la luz. Por diversos caminos, con frecuencia tortuosos, se llegará al mismo punto; de suerte que penetrar en el arcano de una de esas religiones, es también penetrar en el de las otras.
Entonces se produce un fenómeno extraño. Poco a poco, pero en una esfera creciente, se ve brillar la Doctrina de los Iniciados en el centro de las religiones, como un sol que disipa su nebulosa. Cada religión aparece como un planeta distinto. Con cada una de ellas cambiamos de atmósfera y de orientación celeste, pero siempre el mismo Sol nos ilumina."
Esto es verdadero ecumenismo y precisamos trabajar con él de todo corazón si es que queremos construir un mundo mejor.
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