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La universidad popular de La Vigil, Rosario. Argentina (1964-1977)



Partes: 1, 2

  1. Resumen
  2. Génesis institucional
  3. La historia "contada". Universidad y académicos populares
  4. El mural de Naranjo, las "Pitman" y la Escuela de Artes Visuales
  5. Cursos y Escuelas oficializadas
  6. A modo de cierre
  7. Notas Biblográficas

Resumen

El presente artículo tiene por objeto describir y analizar la
experiencia de la Universidad Popular de la Biblioteca "Constancio C. Vigil"
instituida en 1964 y clausurada en 1977 por la última dictaduravico-militar
argentina (1976-1983). En rigor de una investigación concluida sobre
la historia de la organización en su conjunto, se considera significativo
presentar los principales datos cuantitativos y cualitativos que abonan a una
comprensión de los proyectos pedagógicos de "la Vigil"
en su trama educativa no formal. Al respecto, se advierten dos problemas. En
términos generales, se atiende al vacío historiográfico
en esta área de conocimiento: por fuera de publicaciones de corto alcance,
no se cuenta con trabajos que recopilen, evalúen y analicen estas experiencias
desde una perspectiva político-pedagógica. Para el caso indagado,
a lo dicho se acopla la presencia de significaciones histórico-pedagógicas
equívocas y/o inferencias conceptuales que contradicen sus principales
rasgos, según puede seguir- se en las fuentes rastreadas, principalmente
aquellas de orden documental. Con lo dicho, se busca visibilizar las condiciones
históricas que posibilitaron su emergencia desde finales de 1950; trazar
sus coordenadas curriculares generales, y recepción sociocultural a los
efectos de profundizar los conocimientos del particular y campo histórico
en el cual se inscribe.

Palabras clave

Educación no formal – Universidad Popular – Biblioteca
Vigil de Rosario.

Abstract

This article aims to describe and discuss the experience of the Popular University ("Library Vigil") established in 1964 and closed in 1977 by the civilian-military dictatorship in Argentina. Completed the investigation about the history of the entire organization, it is considered important to present the main (quantitative and qualitative) characteristics in order to understand historically its non-formal educational projects. In this regard, two problems are noted. Historiographically considered, this area of knowledge presents a significant void: except for short-range publications, there are no reviews and analysis that systematize these educational experiences from a political and pedagogical view. In the case inquired, also warned the presence of mistaken historical-pedagogical significations, and / or conceptual hypotheses that contradict their principal features, as can be followed on the traced sources; mainly written sources. As such, it seeks to make visible the historical conditions that enabled its emergence from late 1950; follow their curricular designs, describe the social and cultural reception to further the knowledge of the case and historical field.

Key words

Non-formal Education – Popular University – "Library Vigil", Rosario.

Génesis institucional

Los inicios de la Biblioteca Popular "Constancio C. Vigil" se remontan al año 1944 cuando se crea una pequeña biblioteca en la Asociación Vecinal del barrio "Tablada y Villa Manuelita" (Rosario), previamente inaugurada en 1933 al calor del movimiento asociaciacionista en marcha desde la década del "20 y hasta mediados de los "40. Combatidas y replegadas las acciones a-sistémicas y contestarias de principios de siglo (fundamentalmente de las tendencias anarquistas), estas organizaciones barriales fueron expresiones de una sociedad de entreguerras orientada a la negociación para el progreso de las capas bajas de la urbe; mejor decir, adquirieron mayor visibilidad a los efectos de negociar sus intereses fomentistas con la administración del poder. En dicho proceso, se tornaron verdaderos agentes de socialización en su contexto inmediato; no obstante la diversidad de actividades y objetivos particulares, vecinales y bibliotecas en su conjunto respondieron a un significante de época que cobró intensidad y estabilidad: "elevar la cultura" (1). Esta expresión tomó formatos y prácticas materiales precisas: ciclos de conferencias a cargo de especialistas en amplios y diversos temas de actualidad, lecturas colectivas, concursos de poesía, dibujo y pintura; entre otros. La moderación, la prudencia y la buena voluntad fueron por entonces las notas (espiritualistas) dominantes, asimismo desprendidas de las formas "cultas" del entretenimiento que también dejaron su huella en el ámbito privado, forjando un espacio doméstico para los libros "serios" y revistas pasatistas.

En particular, el barrio "Tablada" se pobló de las típicas entidades populares construidas para la participación popular, la ayuda mutua y la socialización cultural urbana. Vecinales, clubes y bibliotecas, ganaron lugar en el paisaje chato y rutinario del sur rosarino. Para el caso que se sigue, entre los años 1953 y hasta 1959, un entusiasta grupo de adolescentes y jóvenes se sumó al ámbito vecinalista conformando una Sub-comisión de biblioteca (S.C.). Ciertamente, su presencia revigorizó el espacio con prácticas y saberes que continuaban la línea sociocultural del asociacionismo barrial (2), al tiempo que también evidenciaron acciones comunitarias que se ya desviaban de la matriz fomentista (3) y/o articulando su quehacer con la vida escolar de la aledaña escuela "República del Perú".

Ahora bien, en torno de indicadores que prefiguraron la génesis de Biblioteca Vigil, resulta prioritario subrayar el inicio de la exitosa rifa lanzada por el grupo juvenil en 1956, y más aun, su modalidad de financiamiento "en cuotas" desde 1958. Al respecto, los testimonios coinciden al señalar que el joven Augusto Duri (4) ideó este particular (y por entonces inédito) mecanismo, pues, según recuerda el ex tesorero Tomás Pedrido: "Hablar en esa época de una rifa en cuotas…y era una cosa de locos" (5). Efectivamente lo era por su modalidad de pago pero también por su articulación simbólica: el mundo pagano de la apuesta – el negocio del juego – acoplado a la sagrada esfera de la cultura (6). La rifa fue exitosa desde su implementación; en pocos años su crecimiento fue sostenido y exponencial (7). Pero incluso antes de generar ingresos millonarios, "la-rifa-de-la-Vigil" posibilitó definitivamente la institucionalización de "la Vigil". Ella no sólo resultó un sólido y potente motor financiero sino que sobrevino desde intereses generacionales, políticos y pedagógicos que ya se desanudaban y autonomizaban del ámbito vecinalista. En este sentido, condensa lo intrínsecamente popular de la organización en ciernes: lo impuro cultural (8); la combinatoria de unos horizontes espiritualistas encarnados en inéditos dispositivos materiales que sin pausa se volcaron a los sectores menos favorecidos (9). En suma, encontrados los recursos financieros e identificados los (propios) objetivos organizacionales, en 1959 la Sub-Comisión se separa de la vecinal y nace como asociación civil "Constancio C. Vigil". En adelante, sus proyectos crecieron y desarrollaron de forma embrionaria; esto es, la génesis de cada ámbito fue fruto del cruce de un específico interés grupal y/o particular y las reales posibilidades de efectivizarlo de forma autogestionaria, racional y participativa (10). Desde unas prácticas altruistas del tiempo libre, la humilde biblioteca se fue transformando en una institución de sólido capital financiero y patrimonial que entonces demandó su dedicación completa, finalmente plas- mada en una comisión directiva (C.D.) estable cuyos miembros continuaron en igual funciones hasta 1977 por vía del voto mayoritario de la masa societaria. Llegada la década del "70, resultó un complejo social, cultural, educativo y mutual sostenido por 19.639 socios, con 647 empleados y con 2.956 alumnos en sus escuelas primaria, secundaria, jardín de infantes y universidad popular.

La historia "contada". Universidad y académicos populares

Aunque las Universidades Populares tienen una vasta trayectoria en la historia educativa no formal en nuestro país, dicha impronta no se exhibe historiográficamente. Por fuera de publicaciones de corto alcance limitados a breves datos de rigor (ubicación, período, autoridades, etc.), no se cuenta con trabajos que recopilen, evalúen y analicen estas experiencias desde una perspectiva político-pedagógica. Desde ya, este vacío no habilita presentar a la U.P. de Biblioteca Vigil como un caso desarticulado de referencias anteriores y/o contemporáneas (11). Asimismo, la misma exhibe una génesis anterior a su oficialización en el año 1964, pues cronológicamente acompaña los pri- meros años de la organización (1959-1963) cuando en su seno se gestaron cursos de enseñanza informal: folklore, ajedrez, títeres, teatro, cine y charlas de divulgación astronómica. Ciertamente, conviene detenerse en ese período atendiendo a la observación de A. Duri: "…la historia "historia", no está bien contada". Argumenta entonces que:

(…) se han tomado algunos personajes como… hay un montón de compañeros que han iniciado todo esto y son los que realmente es- tuvieron de los comienzos, y los comienzos… no estamos hablando ni del "70 ni del "60, sino que estamos hablando de la década del "50.

Se coincide con la mirada del ex dirigente al advertir que algunas publicaciones arrojan datos imprecisos y/o conceptos erróneos o atemporales al caso. Por citar dos ejemplos: por un lado, Alderete (2010) describe "El concepto de enseñanza que circulaba en la institución tenía fuertes connotaciones políticas e ideológicas críticas" (2010, p. 96). Aun cuando esta descripción resulta políticamente nebulosa y epistemológicamente polisémica, se destaca en tanto se trata de una afirmación que se contextualiza explicitando: "Durante el período de Lanusse (1971-73), las experiencias de educación popular, originadas en los

´60 revivieron, configurándose una pedagogía sintetizada de las experiencias de la Escuela Nueva, de Paulo Freire y de la izquierda" (2010, p. 74). Por otro lado, puede seguirse el trabajo de Tavella (2007); allí se define a la entidad como "una organización civil liderada por intelectuales en su mayoría de fuera del barrio (…) apoyado por gente de muy diversas procedencias políticas y geo- gráficas" (2007, p. 123). Sobre lo último, es importante subrayar que el corpus analizado en la investigación desde la cual este artículo se desprende, arroja un dato contrario e inequívoco: Biblioteca Vigil y esta Universidad en particular fue liderada por gente del barrio y apoyada (y en menor medida gestionada) por intelectuales de muy diversas procedencias políticas y geográficas. Respecto de las descripciones de Alderete (2010), precisamente, las expresiones de A. Duri buscan desanudar esos significantes políticos de finales de los "60, y más aun de la década del "70 homologados bajo inferencias automáticas. Si se prefiere, y siguiendo la expresión del ex dirigente institucional, "no estamos hablando" de pretensiones político-pedagógicas de corte revolucionario ni de proyectos informales de carácter a-sistémico en un sentido ideológico radicalizado, pues (aun) "estamos hablando" de la potente idea del bien común continuada desde el apogeo asociacionista y resignificada en la trama de una organización que adquiere una capacidad de financiamiento sin igual, asimismo enmarcada en un contexto barrial filo-peronista que no debe relegarse en el análisis. Puede decirse que las aclaratoria de A. Duri interpela un relato que ha olvidado esta prehistoria (que no es tal) entronando unos actores y perspectivas políticas que en rigor emergen en una etapa ulterior de la organización, y que incluso tampoco serán dominantes sino que empalmarán con la cultura institucional (Bertranou, 2004) bajo una relativa estabilidad, sin exclusión de tensiones y fricciones ideológicas particulares. Sin más, se alude a los años de construcción de la entidad en general y la U.P. en particular, antes de la llegada de Rubén Naranjo (12), ubicándolo aquí como figura referencial del campo académico; extra-barrial; cercano a la izquierda antiliberal post peronismo, y representante de la vanguardia artística local y nacional (13). En síntesis, "la historia "historia" de "la Vigil" y su U.P., es anterior al aporte de la intelectualidad universitaria y vanguardia artística rosarinas que a posteriori imprimieron sobre ella sus propias inquietudes y aspiraciones para la transformación social durante la efervescente década del "60 y turbulentos"70.

En virtud de lo dicho, cabe iluminar la (olvidada) presencia del Prof. Rubén Martiniano Rodríguez, primer Director de los nacientes cursos y escuelas de la U.P. Por aquellos años, Rodríguez regenteaba el nivel primario de la Escuela Nº 615 "República del Perú", aledaña a la asociación vecinal desde la cual surge Biblioteca Vigil.

En dicho rol, el profesor abrió las puertas a la joven S.C.; al decir de A. Duri: "la escuela de enfrente y la biblioteca Vigil, eran la misma cosa". Dicha plasticidad tomaba cuerpo en el gran salón escolar depositario entonces de las actividades matrices de los cursos y Escuelas no formales. Desde "la primera hora" y hasta sus últimos días, Rodríguez apoyó con entusiasmo la tarea en marcha que incluía la participación de muchos de sus alumnos. Ciertamente, ello habría proseguido de no ser por una enfermedad que ya lo aquejaba; en palabras de Tomás Pedrido: "¡Era un tipazo!, luego tuvo algunos inconvenientes, era hermano de un cantor muy importante que tenía D"Arienzo, era bárbaro, pero… por ahí le faltaban fuerzas para manejar todo eso". Llegado el año 1963, no estaba prevista la selección de otro director para organizar las actividades en franco crecimiento. Claramente, Rodríguez comulgaba en muchos aspectos con la cultura institucional en ciernes, dato que el ex tesorero construye con las variables: vasta trayectoria de organización escolar, enclave barrial e incluso, simbólicamente, en la referencia a la orquesta de Juan D"Arienzo que interviene en el recuerdo de Pedrido (14). Desde ya, las razones de su renuncia quedan esclarecidas en la expresión "todo eso", refiriendo un trabajo por venir que demandaba no sólo experiencia de gestión, sino tiempo y energías significativas. Bajo estas circunstancias, y ya incorporado al staff organizacional, Rubén Naranjo sugerirá el nombre de Teresa Martí, cuya trayectoria abrevaba a las últimas corrientes escolanovistas, pero, todavía más, en tanto la docente acompañaba las características de la obra institucional en su conjunto. Así, la U.P. se configuró durante la etapa de Martiniano Rodríguez y se institucionalizó con la llegada de Rubén Naranjo en 1963 y bajo la dirección de Martí desde 1964.

El mural de Naranjo, las "Pitman" y la Escuela de Artes Visuales

A mediados del año 1963 el primer edificio construido por la entidad estaba prácticamente terminado. En tanto se culminaban aulas y espacios destinados a la Biblioteca Central y Jardín de Infantes, inmediatamente comenzaba el traslado del material, personal y actividades sociales, culturales y educativas; restaba tan sólo embellecer su fachada. Los arquitectos Liberatore y Aguirre convocaron entonces a Rubén Naranjo. El proyecto estipulado en no más de treinta días consistía en la incorporación de una serie de murales externos e internos. No obstante, el trabajó se extendió por tres meses; algunos materiales fallaron demandando el ensayo de diversas pruebas.

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Izq. Osvaldo Boglione. Der. Rubén Naranjo trabajando
sobre los murales de la fachada del edificio inaugurado en 1963
(15)

Como lo deja ver la fotografía, y como bien supo decir el propio Naranjo, los días transcurrieron y la vista "desde los andamios" resultó privilegiada para observar una escena novedosa; siguiendo a Ares (2008), el artista relata un pasaje subjetivo que se sitúa "en ese borde paradójico que separa pero también une y atraviesa vida empírica y obra" (2008, p. 21). Específicamente, se define como "(…) un tipo de izquierda, con un gran respeto por la revolución cubana (…) y antiperonista por experiencia de vida" (citado en Longoni, 2008, p. 362), al tiempo que describe a la entidad expresando: "La Vigil era una institución de barrio, y por lo tanto, netamente peronista; del presidente al telefonista todos eran peronistas, sus mujeres, sus hijos. Yo venía de un espacio netamente antiperonista, tenía otra formación, tenía otra visión" (citado en Longoni, 2008,

  • 363). Esta "visión" comienza a ser interpelada cuando Naranjo bajaba de los andamios para: "charlar con ellos (…); tomábamos unos mates" (citado en Oliva, 2004, p. 12). Con entusiasmo y asombro indagaba en las actividades y modos de funcionamiento organizacional: "fui viendo cómo vivía la gente de esta biblioteca, cómo trataban a los chicos, cómo trataban a sus padres" (Ibídem). Sus palabras referirían puntualmente al Jardín de infantes en plena mudanza hacia los nuevos locales bajo la dirección de la Prof. Antonia Frutos. De forma curiosa, ella también se sorprendía del artista a quien confundió con un obrero de entre tantos que levantaban el edificio. Entre risas, en la entrevista la docente comenta que recuerda decir: "¡que nivel cultural tiene ese albañil; que bien se expresa!". En suma, la sensibilidad y el cuidado apreciados pusieron en tensión preconceptos y legados: "(…) descubrí otro peronismo, lo fui viviendo y me fui descubriendo en un mundo distinto a mí mismo. Descubrí que había un espacio del peronismo profundamente compatible con cosas que yo creía" (Ibídem).

Entre tanto se gestaba esa huella silenciosa, Naranjo y Boglione finalmente culminaron la obra. Llegada esa instancia, Augusto Duri lo sorprendió con una invitación: "Quédese. Vamos a hacer una Escuela de Arte. Ésto es lo suyo" (Ibídem). Contrariado, Naranjo respondió: "Pero yo ¿qué puedo hacer aqui? (…) Tal vez sí… se pueda hacer, pero yo me pregunto si es lícito hacerla en el barrio. Si para esta realidad, tiene sentido crear una Escuela de Arte" (Ibídem). En este pensamiento desnudo, la articulación de los conceptos "lícito", "realidad", "sentido" y "arte" dan cuenta de unos supuestos estético-políticos prescriptivos para los sectores populares. En este sentido, si al decir de Frigerio (2007) la educación estética puede operar a modo de fetiche; como una ideología [siguiendo a Eagleton] o ser un anuncio emancipador (2007, p. 26), cabe preguntar ¿Cómo se tramaba aqui? ¿Cómo lo suponía el universitario convocado? El punto es que siquiera aun lo suponía en tanto él mismo, ex- ponente del campo, parecía no tener cabida en el espacio barrial; en rigor, el barrio no tendría cabida en el campo artístico "mayor". Y no acaso por razones ideológico-partidarias en franco proceso de interpelación, sino en rigor de un reparto del saber condicionado por necesidades materiales (supuestamente)

anteriores. Si allí se ubicaba la inquietud del universitario, precisamente, ¿por qué la vanguardia de aquellos años podía "denunciar" la pobreza pero acaso no intervenir subjetivamente en ella?; mejor interrogar, ¿qué desanuda (en el caso) ese hipotético obstáculo? En este punto, R. Naranjo explicita que A. Duri le brindó una respuesta decisiva; ésta fue: "Mire, a nosotros nos importa crear cosas para que la gente crezca, y si alguien quiere hacer usos prácticos que vaya a las "Pitman" [16] (citado en Oliva, 2004, p. 12). En la entrevista que le realizara Longoni (2008), Rubén modifica levemente las palabras del presidente de "la Vigil": "Nosotros tenemos que hacer lo que haga crecer a la gente, no lo que le haga ganar un mango. En vez de cursos de taquigrafía hagamos cursos de arte" (citado en Longoni, 2008, p. 367). Como fuera, concluye que los dichos de A. Duri "le quedaron grabados" y agrega: "(…) era una reflexión excepcional" (Ibídem).

A todas luces, la comparación entre el proyecto de la U.P. y las afamadas "Academias Pitman" guarda consigo un tono de desprecio. A nuestro entender, el rechazo se orientaba a la mercantilización de las fantasías y necesidades populares y al descrédito de otras inventivas y potencialidades de los vecinos de "Tablada" en particular. Sin embargo, es dable relativizar estas percepciones si se considera la posterior incorporación de cursos de Dactilografía, Mecano- grafía e Inglés. En una lectura superficial, ello puede interpretarse como una contradicción y/o desvío de sus objetivos espiritualistas; sin embargo, se trata de una negociación que evidencia el "impuro" carácter popular de la institución. Dicho de otro modo, al tiempo que se crean las condiciones que permiten con- tinuar y robustecer la heredada y abrazada oración cívica del asociacionismo ("elevar la cultura de la barrio"), igualmente se atienden y respetan necesidades y aspiraciones materiales y simbólicas que advienen en formatos similares al modelo "Pitman", pero que sin dudas resultan diferenciales en virtud de su ingreso libre y gratuito; mejor decir, en virtud de otras variables curriculares que se expondrán en el siguiente apartado.

Una fuente documental en particular colabora en la perspectiva arriba señalada. Se trata de la encuesta elaborada por los sociólogos Hilda Habichayn y Héctor Bonaparte de la Universidad Nacional de Rosario fechada el 12 de diciembre de 1969. Por entonces, los mencionados profesionales fueron contratados para monitorear la opinión de los asociados en torno de una serie de proyectos institucionales para el año 1970; entre otros: "la ampliación de los Cursos de la Universidad Popular" (1969, p. 9). Para ello, se formularon dos preguntas sencillas; a saber: "¿Qué cursos de la Universidad Popular les interesan? ¿Qué otros cursos harían falta?" (Ibídem). El informe explicita entonces que: "de entre una larga lista de cursos enumerados, los que cuentan con mayor preferencia son" (Ibídem):

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Por su parte: "los cursos solicitados son muchos y diversos. Los más mencionados son" (Ibídem):

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Los pedidos de la masa societaria resultan un universo de prácticas, saberes y oficios largamente ensayados en la historia de la educación popular; algunas guardan variados vestigios conservadores y otros expresan novedades tecnológicas que ya no lo son tanto hacia 1969. Ahora bien, entre las demandas pragmático-populares del espacio barrial y las ansias superadoras de la organización, se cuajaba una batalla cultural que los universitarios observaban en un segundo plano. Desde ya, esta lucha simbólica por el "crecimiento de la gente" resultaría una negociación asimétrica si se apunta que la decisión final respecto de los cursos efectivizados se alojaba en el núcleo dirigencial; en su carácter aduanero. Sin embargo, dicha asimetría no acababa siendo ficcional; vale decir, se registraba una atenta escucha institucional que tomaba nota de un estado de la cuestión; desde allí se intentaba jalonar "hacia arriba" o hacia lo que se considera "arriba" en el desarrollo cultural de los sectores humildes. Pues bien, he allí un poco de Mecanografía, otro tanto de Taquigrafía e Inglés; pero, he allí de forma desproporcionada, la música, la poesía, el arte y el cosmos para abrir y conmover el pequeño mundo de los habitantes del barrio "Tablada". Posiblemente, ésta fuera la "excepcional reflexión" a la que aludiera Rubén Naranjo; quizá comprendiera entonces lo lícito y necesario de esta "cruzada" no limitada ni a la maquinaria fomentista ni la pedagogía lucrativa y expeditiva "para pobres" en plan de integrar, oficio mediante, la ensanchada clase media argentina. Entre una y otra (legítima) aspiración social y cultural, la U.P. de Biblioteca Vigil devino una propuesta orientada a la conmoción de los mezquinos imaginarios introyectados para sí y para el otro.

Por fuera de estas hipótesis, lo cierto es que Naranjo aceptó la apuesta de

  • Duri organizando y dirigiendo la flamante "Escuela de Artes Visuales". Desde entonces, sobre ella imprimió su capital cultural: una disciplina del conocimiento, un saber organizacional; una trayectoria, y un conjunto de relaciones personales y laborales. En palabras del artista plástico: "Se incorporaron docentes como Albarello, Rippa, el "negro" Boglione (…) todos íbamos pasando por la escuela de "la Vigil", éramos toda gente de izquierda. Hacíamos nuestro trabajo con gran respeto hacia la gente de la Biblioteca" (citado en Oliva, 2004, p. 7). Asimismo, a raíz de la experiencia "Tucumán Arde" (1968) Naranjo se relacionó con otros exponentes del campo; algunas de esas nuevas amistades también se incorporaron a la Escuela: "(…) se desempeñaban en otras áreas de la biblioteca Raúl Pérez Cantón y Sara López Dubuy. Hacíamos nuestro trabajo con mucha seriedad y ello produjo un efectivo acercamiento con los directivos de la institución". Finalmente, las dudas que pesaban sobre la factibilidad y legitimidad ética y sociocultural del proyecto, se despejaron tempranamente: "Fue una sorpresa para mí. Se inscribió mucha gente (…) gente grande, obreros, laburantes" (citado en Oliva, 2004, p. 10).

Cursos y Escuelas oficializadas

En adhesión al principio de la educación permanente, la Universidad enriquecida por los académicos "populares" tuvo una mirada o propósito social amplio: "Esta forma de educación permanente no sólo cumple con la premisa de encauzar el tiempo libre, sino que a nivel de la problemática juvenil logra sacar a los adolescentes del peligro de la calle, orientándolos hacia una mejor convivencia" (1975, p. 4). Los diseños curriculares efectivizados fueron coherentes al respecto; sus contenidos, criterios metodológicos y evaluaciones, condensaron las ansias de dar una tregua a la alienación del espíritu y al cuerpo agotado tras las rutinarias jornadas en la fábrica, en el puerto, en el cercano frigorífico Swift, en la oficina o tras las mecánicas e inexpresivas tareas domésticas (17). Al respecto, el ex bibliotecario lo apunta con detalles singulares:

(…) no había una promoción por puntaje, por calificación. A la es- cuela de Bellas Artes ibas tres años, bueno, y hacías primer año todo lo que tenías que hacer, llegabas hasta donde podías llegar, y asi el segundo, y llegabas hasta donde podía llegar cada uno, algunos más, otros menos. Y hacías el tercer año de la misma manera, y se le daba un certificado de que había cursado, simplemente.

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Clase de Dibujo. Escuela de Artes Visuales (Foto: Biblioteca Vigil)

El ex bibliotecario refiere en sus dichos a la Escuela de Artes Visuales dirigida por R. Naranjo e integrada por los cursos de: "Pintura", "Grabado", "Dibujo", "Escultura", "Cerámica" e "Historia del arte". Dependiendo del caso, los cursos tuvieron una duración de tres o cuatro años. Dada la población que asistía y a la cual se orientaba, funcionaron en horario nocturno (desde las 20.00 y hasta las 23.00 horas) todos los días hábiles a excepción de "Cerámica" que también se dictaba los sábados por la tarde y domingos por la mañana. Para esta Escuela en particular se requirió una edad mínima de 16 años y 6to grado aprobado. A posteriori, la apertura del taller "Expresión creadora infantil" y "Taller experimental", compensó el desfasaje etario en tanto allí asistieron niños desde los 6 años de edad. Hacia el ciclo lectivo 1975, 145 niños se inscribieron en ellos (sólo para dicho año).

Por otro lado, y como todos los emprendimientos culturales, educativos, sociales y económicos forjados por la entidad, las condiciones edilicias, disponi- bilidad y calidad de los dispositivos didácticos necesarios, fueron especialmente atendidos y provistos, superando en algunos casos la media que por entonces existía en otras instituciones públicas o privadas con fuertes aranceles de ingreso y permanencia. Entre otros ejemplos, Raúl Frutos describe que "(…) [las escuelas] tenían las mejores condiciones, dábamos Cerámica y por ahí pusimos un horno como no había otro en Rosario. La capacidad, la calidad… se hacía todo el material necesario para trabajar". Asi, la provisión de espacios ventajosos provistos de una alta calidad tecnológica (18), sumados al ingre- so gratuito e irrestricto y la flexibilidad del diseño del cursado, promovió un encuentro sociocultural y etario diverso e inclusivo. Niños, adultos, ancianos, profesionales, estudiantes y amas de casa concurrieron diariamente a los cursos para "que hagan lo que le gusta, un lugar para que la gente pueda dedicar sus esfuerzos, sus ganas, sus inquietudes. (…) juntamos a chicos de quince años con jubilados de setenta" (R. Frutos).

Otro efecto auspicioso se vio proyectado en términos vocacionales e incluso ocupacionales, por cuanto muchos vecinos pudieron des-cubrir el goce de un saber o encauzar otros añorados pero inalcanzables materialmente, volviéndose en el tiempo una herramienta de trabajo. Nuevamente el ex bibliotecario apunta:

(…) otro caso típico era la enseñanza de la música; había cursos del más alto nivel por ejemplo de flauta traversa, tal es asi que ahora hay un alumno que estudió flauta traversa en "la Vigil", que hace años que está en Alemania y vive de la música, vive de la flauta traversa (…) si se daba guitarra se daba un curso teórico con todas las especificaciones de la enseñanza clásica de la música, y se daba también un curso para el que quería "rascar" la guitarra, para acompañarse a cantar. No era un criterio escolástico sino que la gente hiciera lo que le gustara en el mejor ámbito posible, para que pudiera desarrollar sus habilidades, sus conocimientos, sus inquietudes.

Esta Escuela de Música abrió sus puertas en abril de 1963; de forma paulatina se fueron integrando la enseñanza de diversas disciplinas hasta alcanzar una currícula comprendida por: "Piano", "Guitarra", "Guitarra acompañante", "Armónica", "Flauta dulce", "Flauta traversa", "Música de cámara con ensambles musicales", "Armonía" y "Educación musical", que asimismo comprendía: "Fundamentación teórica", "Análisis", "Solfeo" e "Historia de la música".

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Clase de flauta dulce. Escuela de Música (Foto: Biblioteca Vigil)

Su concreción sobrevino a un ritmo vertiginoso hasta alcanzar una organización y ordenación estable en términos de estructura y variable en contenidos. Específicamente, el primer año comenzó con el dictado de un "Curso Preparatorio" en el cual se inscribieron 42 niños y 16 adultos, y un 1º año con 10 alumnos entre jóvenes y adultos. Siguiendo las fuentes documentales (Memoria Institucional, 1972), los ciclos lectivos 1964 y 1965 pueden desgranarse y volcarse en el gráfico confeccionado:

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Hacia 1967 "se duplican aproximadamente los alumnos" (1972, p. 7). En 1969, "se agrega la cátedra de piano", y el ciclo lectivo se cierra con: Guitarra (128 alumnos y 3 profesores); Piano (36 alumnos y 1 profesor); Historia de la música y Fundamentación teórica (164 alumnos y 1 profesor). En 1969 se agrega "Flauta traversa", y en 1972 todo lo dicho continúa al tiempo que "se agregan como alumnos en Fundamentación teórica los integrantes del Coro Mixto Rosario Juan Untersander" (1972, p. 8). Hacia 1975, la Escuela de música funcionará con los cursos de: Guitarra (260 alumnos); Piano (120 alumnos); Flauta traversa (16 alumnos) y Armonía (6 alumnos).

Ahora bien, en tanto algunas actividades tomaron el formato de Escuelas, otras se organizaron a modo de áreas de conocimiento. Sumado a las mencionadas (Escuela de Artes Visuales y Música), se abrió también la Escuela de Teatro y Escuela de Astronomía; esta última incluía el dictado de: "Mate- mática", "Física", "Química", "Cosmografía", "Biología", "Astronomía práctica", "Trigonometría esférica", "Electricidad" y "Electrónica". Por su parte, la totalidad de las actividades se completó con los cursos de Idiomas, Mecanografía, Dactilografía, Educación Física, Artesanía, Ajedrez, Expresión literaria, Coros y Folclore.

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Cursos y Escuelas Universidad Popular (Foto: Biblioteca Vigil)

La única estadística que reúne los datos generales refiere al año 1975. De forma textual (y ello incluye las omisiones observadas), se transcribe el cuadro confeccionado según las fuentes primarias.

Actividad

Alumnos

Duración

Categoría

Artes Visuales

44

3

Adultos

Cerámica

46

2

Adultos

Música (Piano; Guitarra; Armónica; Flauta dulce; Flauta traversa)

168

4

Niños y adultos

Armonía

15

2 años

Adultos

Ed. Musical

41

3 años

Niños

Flauta dulce

23

2 años

Adultos

Armónica

17

1 año

Adolescentes

Guitarra acompañante

30

1 año

Adultos

Educación física

206

1 año

Niños y adultos

Artesanía

70

1 año

Adultos

Expresión Creadora Infantil

145

1 año

Niños

Ajedrez

20

1 año

Niños

Inglés

150

5 años

Niños y adultos

Teatro para niños

Mecanografía

117

1 año

Adolescentes y adultos

El mismo se completa con el detalle del personal y autoridades a cargo: 1 director (Prof. Teresa Martí), 3 auxiliares de secretaría y 34 profesores especializados. Promediando la década del "70, su estructura y dinámica se volvió estable y aceitada escapando anchamente a los iniciales límites barriales, pues de todos los puntos de la ciudad y sectores sociales llegaban alumnos a la popular Universidad; en 1973 fueron 1.112; en 1974, 1.500; y aun en el turbulento contexto político y crisis financiera nacional y particular de "la Vigil" de 1975, fueron 800 alumnos.

A modo de cierre

La educación popular gestada por esta U.P. se tramó como una pedagogía orientada al goce estético y la exploración creativa. Los esfuerzos materiales y los objetivos espiritualistas devinieron en un quiebre de los circuitos culturales y educativos locales hasta entonces segmentados entre un mundo popular y elitista. Hacia mediados de la década del "60, la novedad de su experiencia llegó urgente a las zonas céntricas de Rosario compuestas por la vanguardia artística "en llamas", por los académicos militantes, denunciantes y/o renunciantes de la Universidad del gobierno autoritario de J.C. Onganía (1966-1970), y el ancho espectro de lo que suele llamarse clase media. Bajo estas circunstancias, "la Vigil" conquistó y apropió un corpus de saber, profesiones, técnicas y posicionamientos político-ideológicos, pero nunca cesó de resignificar, y en ello bien vale decir: controlar, sopesar, decidir y consensuar puertas adentro; esto es: "barrio adentro"; esto es: para el barrio. La muy difundida idea de una entidad ideológicamente polarizada tras la llegada de actores y sectores del campo académico, artístico y/o inscriptos en las miradas escolanovistas de finales de los "60, resulta altamente cuestionada si se sigue las fuentes documentales primarias, e incluso las memorias de sus actores clave. Ciertamente, ninguno de sus proyectos educativos, incluidas las actividades no formales, persiguió un orden sociocultural disruptor; la orientación dominante fue la complementariedad, el suplemento, el aditamento y el apuntalamiento, ofreciendo un corpus de saber y saber-hacer no utilitarista y/o mercantilista, e insistiendo en un tipo de formación humana, integral y de carácter permanente guiado por disciplinas artísticas y científicas mayoritariamente. Todo ello partió del supuesto de una faltante, escasez y/o imposibilidad material del sistema educativo formal y del reparto del capital cultural en general, gestando una pedagogía ligada a la oportunidad de la (re)creación, la creatividad, y la férrea convicción del carácter democratizador de la educación, por vía de unos diseños curriculares coherentes a dichos objetivos. Biblioteca Vigil no intentó ser vanguardia política ni experiencia radicalizada. Fue audaz en términos de su cultura material per se y más aun al disponerla sobre el campo popular. El rol aduanero de su cultural institucional dejó pasar la técnica organizacional y puso reparos a las tendencias rupturistas de las corrientes pedagógicas que deambulaban fuera e intramuros, aspirando a la apertura de nuevos mundos cognitivos sin olvido de los legítimos intereses de los habitantes del barrio "Tablada", por momentos reñidos con los enclaves que suponían el "crecimiento de la gente".

Partes: 1, 2

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