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¿Es Goldman Sachs "la mano que mece la cuna" del gobierno Trump?




Enviado por Ricardo Lomoro



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6

Monografía destacada

  1. Introducción. De esto no se habla
  2. Un recorrido por la "hemeroteca de cabotaje", antes del fin de los "cien días de gracia", que la prensa concede a toda "nueva" administración (Donald Trump)
  3. Testigo de cargo (antes de antes: a verlas venir)
  4. El "testamento en vida" de Helicopter Ben: más escándalos a la vuelta de la esquina
  5. El "vacilón" de Basilea y otras maniobras de distracción (sin ilusión, ni confianza)
  6. Business as usual (tanguedia: "heridas que no cierran y sangran todavía")
  7. El "rostro inaceptable" del capitalismo (de la "relajación cuantitativa" a la "relajación cualitativa")
  8. Y los Reguladores? siguen como Tarzán (en bolas y por las ramas)
  9. Melancólico final (good for nothing)
  10. Un Berlusconi WASP (tranquilos señores, el "casino" sigue abierto): sin pánico
  11. La nueva era Trump: albornoz, Big Mac, mucha tele (y "el casino sigue abierto")
  12. Anexo: La conspiración de los necios (la historia se repite la primera vez como tragedia -2008- y la segunda como farsa -¿2017?-)

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Introducción. De esto no se habla

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Comienzo a escribir este Paper el 25 de marzo de 2017, al día siguiente que Donald Trump sufriera su primera derrota legislativa, a manos (y pies) de los representantes "demócratas" (esperable) y "republicanos" (¿fuego amigo?), con respecto al proyecto de sustitución del "Obamacare". Vuelta al casillero de salida. Trump ¿tirará de nuevo?

Según la prensa y muchos analistas mediáticos, pareciera que la suerte del nuevo gobierno estará en el éxito o fracaso del proyecto sanitario, el muro en la frontera de México, la financiación europea de la OTAN, el fin del multilateralismo, el regreso a casa de la industria deslocalizada, la reforma fiscal, o el plan de infraestructuras.

Hay algo de lo que no se habla (o se habla, sospechosamente, muy poco). Un manto de silencio (¿connivencia, temor reverencial, esclavitud moral, amnesia selectiva, ceguera voluntaria, complicidad necesaria, estómagos agradecidos…?) cubre el tema de la "reforma financiera" (o había que decir, con certeza, de la "des-reforma financiera").

Ni el Obamacare, ni Putin, ni la OTAN, ni Merkel, ni el muro con México, ni el ingreso de los musulmanes, ni las reglas climáticas, ni la política energética, ni el TPP o el TTIP, tienen tanta importancia. Lo que realmente importa es Wall Street y los "amigos" de la banca. Inflar la "próxima" burbuja. Continuar "empujando la soga".

"Washington S.A. en estado puro". Lo demás son "fuegos de artificios". "Peanuts" para la "gilada". Entretenimiento para embobar a la "manada". Cortinas de humo.

¿Trump destroyer? o ¿Trump croupier?

(Croupier o crupier, también llamado tallador o repartidor de casino)

En otras épocas se decía que lo que era bueno para General Motors era bueno para los Estados Unidos, en la nueva era Trump se podrá decir que los que es bueno para Goldman Sachs es bueno para los Estados Unidos.

"Al compás del tuit": Trump revienta el marco de control financiero pactado con la Unión Europea.

"Mnuchin´s misión": Trump vuelve a soltar a los cisnes negros.

"Lobbies aullando": The Business Round Table ¿un Congreso en la sombra? Mientras algunos hacen el trabajo de "Dios" (Lloyd Blankfein), otros son "patriotas" que quieren que al país le vaya mejor (Jamie Dimon). Al final, como siempre. "gana la banca".

Como luego veremos estamos ante un caso evidente de "puertas giratorias" a la inversa.

En septiembre de 2007, la economía global entraba en su peor crisis desde la Gran Depresión. No se trataba simplemente de una crisis financiera; era una crisis moral y una crisis de legitimidad. Surgida en los meandros de Wall Street y de la City, los corazones del capitalismo occidental, la crisis ponía en cuestión gran parte de los fundamentos intelectuales y morales de las finanzas modernas. La confianza en la capacidad de las grandes entidades financieras para medir y gestionar el riesgo mediante las modernas tecnologías se encontró profundamente debilitada ante la quiebra de varias de esas grandes entidades y la cuasi quiebra de otras.

En noviembre de 2009, importantes instituciones en EEUU, el Reino Unido y otros lugares del mundo estaban funcionando bajo la tutela del Estado. Se puso en evidencia que la ideología del libre mercado que había gobernado el mundo desde los años de Reagan/Thatcher era un modelo inadecuado para gobernar la economía mundial.

Desde la nacionalización de facto de grandes bancos como Citigroup, Inc. y Bank of America hasta el aval a AIG y los rescates de Fannie Mae y Freddie Mac, el capitalismo de libre mercado ha pasado a la historia. Francamente, la mera existencia de empresas cuasi gubernamentales como las dos gigantescas entidades hipotecarias debería haber servido de aviso de que los libres mercados estaban completamente podridos mucho antes de que estallara la crisis.

La implicación de la Reserva Federal en políticas monetarias pro cíclicas muy intervencionistas bajo los mandatos tanto de Alan Greenspan, como de Ben Bernanke, también han distorsionado de manera superlativa los mecanismos del libre mercado. Estas políticas han enriquecido a Wall Street a expensas de Main Street (al sector financiero a expensas de la economía real) y a un pequeño grupo de privilegiados a expensas del norteamericano medio.

Además, cuando el sistema se ha visto amenazado por la catástrofe, las mejores soluciones han consistido en socializar aún más los riesgos sin tener en cuenta quiénes se habían llevado los beneficios en el pasado.

El problema es que las medidas adoptadas para restablecer la estabilidad han estado sembrando las semillas de otras burbujas a medio y largo plazo. Estas nuevas burbujas se encuentran en distintas fases y, durante algún tiempo, van a resistir sin estallar, aunque los inversores no se quieran enterar a pesar del riesgo que están corriendo.

Pero éste no es el único problema permanente que nos va a dejar esta crisis. El otro, es la quiebra de valores. Pero no los de las clases trabajadoras, sino los de ciertas élites financieras, corporativas y políticas. La corrupción, fraude, abuso, desigualdad, injusticia, desconfianza es de tal naturaleza que, si queremos mantener la legitimidad social de la economía de mercado y la eficacia de las reformas y las políticas económicas, tendremos que reconstruir una política del bien común. Una política que reduzca las desigualdades, fomente la fraternidad y el sentimiento de justicia, y sirva de cemento entre los que "tienen" y los que "no tienen".

En la crisis de 2001 o en la de 1992 se discutía sobre la orientación ideológica de las políticas macroeconómicas. Ahora lo que está en cuestión son los valores, las reglas y las instituciones que regulan nuestra economía.

La sabiduría popular asocia a Smith con la más célebre metáfora económica, según la cual el mercado libre actúa como una "mano invisible" que maximiza el bienestar general. Esta es una versión parcial de sus teorías. En ocasiones, además, se exagera y pinta a Smith como un economista contemporáneo, o neoclásico, o como un liberal extremo, y ambas imágenes son falsas. Pero la distorsión más grave es creer que Smith fue el profeta del "capitalismo salvaje", entendiendo por talcosa un contexto económico meramente asignificativo, un mercado sin justicia ni valores éticos, y sólo orientado por el egoísmo.

A quien más indignaría esta descripción sería sin duda al propio Smith, que fue ante todo un moralista, un admirador de la severidad estoica que se preocupó siempre por las normas que limitan y constriñen la conducta humana. La preocupación de Smith por las cuestiones morales se refleja no sólo en que consideró que la "Teoría" era un libro superior a la "Riqueza" sino en que siguió trabajando en la primera mientras le quedaron fuerzas, e introdujo abundantes cambios en la sexta edición, publicada poco antes de su muerte.

Smith es evidentemente realista y comprende que así como nuestros sentimientos pueden ser loables sin ser perfectos, el sistema de mercado, la "libertad natural", tampoco funciona a la perfección: está continuamente bloqueado por grupos de presión, políticos y económicos, que impiden que la maximización de los intereses individuales redunde en la maximización del interés común. Estos mismos factores tienen su faceta moral negativa y Smith subraya cómo las luchas facciosas, asimilables a los grupos de presión económica, corrompen nuestros sentimientos morales.

Smith no pudo prever el destino final que iba a tener su pensamiento. Por un lado, la "Riqueza" se iba a convertir en el punto de partida de una ciencia autónoma que iba a reivindicar una absoluta independencia de la moral. Por otro lado, iba a servir como un panfleto del liberalismo sin matices y un canto a la revolución industrial. Nada de esto se tiene en pie, porque Smith jamás concibió la economía separada totalmente de la moral, fue un liberal matizado y de hecho el único sector al que cantó fue a la agricultura.

  • ¡Cuánta gente se arruina por invertir su dinero en chucherías de frívolo propósito!

  • Nuestra conducta es influida por tal principio no sólo en lo tocante a temas tan frívolos: a menudo es el secreto motivo de los empeños más graves e importantes de la vida, tanto pública como privada.

  • Durante toda su vida lucha por la idea de un reposos artificial y elegante que quizá nunca consiga, pero en aras del cual sacrifica una tranquilidad real que está siempre a su alcance, y si finalmente en su extrema vejez lo logra, descubrirá que desde ningún punto de vista es preferible a la modesta seguridad y contento que abandonó por él.

  • Y entonces, en el trance postrero de la vida, ajado su cuerpo por fatigas y enfermedades, amargada y encrespada su mente por el recuerdo de mil injurias de sus enemigos o por la perfidia e ingratitud de sus amigos, entonces es cuando empieza a caer por fin en la cuenta de que riqueza y pompa son meras baratijas de frívola utilidad, que no sirven para procurar el alivio corporal y la paz espiritual más que las cajas de tenazuelas del aficionado a las chucherías, y que al igual que ellas resultan más molestas para la persona que las acarrea que cómodas por las ventajas que pueda proporcionar.

  • Tal el aspecto miserable que la fastuosidad adopta ante cualquier persona forzada por la depresión o la enfermedad a observar su situación atentamente y a considerar qué es lo que en verdad le falta para ser feliz. El poder y la riqueza aparecen entonces como son en realidad: unas máquinas enormes y laboriosas preparadas para producir unas insignificantes conveniencias para el cuerpo, cuyos engranajes son frágiles y delicados, que deben mantenerse en orden con el cuidado más ansioso, y que, a pesar de toda nuestra solicitud, pueden en cualquier momento estallar en mil pedazos y sepultar entre sus ruinas a su infortunado poseedor.

  • De nada le sirve al orgulloso terrateniente contemplar sus vastos campos y, sin pensar en las necesidades de sus semejantes, consumir imaginariamente él solo toda la cosecha que puedan rendir. Nunca como en su caso fue tan cierto el sencillo y vulgar proverbio según el cual los ojos son más grandes que el estómago.

  • En el desahogo del cuerpo y la paz del espíritu todos los rangos de la vida se hallan casi al mismo nivel, y el pordiosero que toma sol a un costado del camino atesora la seguridad la seguridad que los reyes luchan por conseguir.

  • El mismo principio, el mismo amor por lo sistemático, el mismo aprecio por la belleza del orden, el arte y el ingenio, frecuentemente lleva a recomendar las instituciones que tienden a promover el bienestar general…

("La teoría de los sentimientos morales", publicado en 1759. Parte IV – Capítulo I: De la belleza que la apariencia de utilidad confiere a todas las producciones artificiosas, y la amplia influencia de esta especie de belleza)

Un recorrido por la "hemeroteca de cabotaje", antes del fin de los "cien días de gracia", que la prensa concede a toda "nueva" administración (Donald Trump)

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– La herencia económica que recibe Donald Trump en 7 gráficos (Expansión – FT – 29/12/16)

(Por Lauren Leatherby – Financial Times)

Donald Trump accederá a la Casa Blanca con una de las situaciones económicas más sólidas que jamás haya heredado un presidente de EEUU en la historia reciente. El jueves, el Departamento de Comercio anunció que la economía estadounidense creció a un ritmo anual del 3,5%. Desde los ochenta, el único presidente que ha llegado a la Casa Blanca con una herencia más sólida ha sido George HW Bush. Los últimos datos contrastan con la economía en caída libre que heredó Barack Obama en 2009. Aunque durante la campaña electoral Trump insistió en que la gestión económica de Obama había sido desastrosa, los datos dicen lo contrario. El índice de desempleo está en el mínimo de los últimos nueve años, el S&P 500 sigue batiendo récords, y las ventas de viviendas han alcanzado su máximo desde 2007. A continuación se exponen los siete gráficos que muestran la herencia que recibirá Trump comparada con la de otros presidentes de EEUU.

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Según los datos de la historia reciente, sólo Jimmy Carter y George HW Bush han accedido a la Casa Blanca con un índice de crecimiento del PIB más alto que el que heredará en enero el próximo presidente de EEUU, Donald Trump. Además, según los últimos datos publicados por el Departamento de Comercio estadounidense, las previsiones de la economía del país son bastante halagüeñas.

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Tras su recuperación desde la crisis de 2008, el mercado de valores ha ido registrando máximos históricos a partir de 2013. Las acciones también experimentaron un repunte tras conocerse la victoria de Trump, ya que los inversores confían que el presidente electo cumpla las promesas de recortar impuestos y de introducir condiciones favorables para las empresas. No obstante, medidas como los aranceles a las importaciones de China y México no serían tan beneficiosas.

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La tasa de desempleo en EEUU ha caído al 4,6%. Sólo uno de los presidentes de la historia reciente – George W Bush – ha jurado el cargo con un índice más bajo. El índice de desempleo llegó al 10% en octubre de 2009, justo después de que Obama llegara a la Casa Blanca. Ronald Reagan es el único presidente que ha presenciado una caída similar del paro, ya que el índice de desempleo pasó del 10,9% en 1982 al 5,3% en 1988.

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Los detractores de Obama aseguran que, a pesar del bajo índice de desempleo, la tasa de actividad de la población activa es inferior al nivel registrado a finales de los noventa. Muchos empleados fueron excluidos del mercado laboral durante la crisis financiera. Ahora mismo es difícil saber a cuántos de esos empleados les gustaría volver a formar parte de la población activa y cuántos se han jubilado o han dejado el mercado laboral por otros motivos.

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La Reserva Federal estadounidense tiene un objetivo de inflación del 2%. A medida que la inflación se acerca a ese objetivo, la Fed aplicará aumentos de tipos, como hizo en diciembre por primera vez en una década. Sus previsiones apuntan a tres subidas más el próximo año, en respuesta a lo que las autoridades consideran una sólida recuperación de la economía.

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La desigualdad en EEUU ha alcanzado su nivel más alto desde los años 20, antes de la Gran Depresión, Los ciudadanos con ingresos más altos ganan cada vez más, mientras los ingresos medios de los estadounidenses con rentas más bajas no han subido desde los años 70. Este aumento de la desigualdad afecta a la economía del país en su conjunto: la clase media es ahora más pequeña y la calidad de la educación ha empeorado.

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El déficit del país, 19 billones de dólares, es el más alto de su historia, A diferencia de los otros candidatos conservadores, que prometían reducir el gasto público, el equipo de transición de Trump se ha comprometido a invertir 550.000 millones de dólares en infraestructuras y a aumentar el gasto en Defensa. Estas medidas, junto a las bajadas de impuestos, aumentarían la deuda en 7.200 millones de dólares en una década.

(The Financial Times Limited 2016)

– El dilema monetario de Trump (Project Syndicate – 18/11/16)

Nueva York.- Cuando Donald Trump derrotó a Hillary Clinton en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, era de esperarse la respuesta negativa inmediata del mercado. Pero, al día siguiente, la tendencia a la baja del mercado ya se había revertido.

Los rendimientos de las acciones y los bonos de Estados Unidos repuntaron después del discurso de Trump tras la victoria en el que pareció indicar que estaba cambiando de rumbo hacia el centro, algo que los inversores originariamente habían esperado que hiciera este verano (boreal), luego de ganar la nominación republicana y meterse de lleno en la campaña electoral general. En su discurso, Trump prometió ser un presidente para todos los norteamericanos, elogió a Clinton por su gestión pública pasada y se comprometió a implementar importantes políticas de estímulo fiscal centradas en inversión en infraestructura y recortes impositivos para las corporaciones y los ricos.

Los mercados le darán a Trump el beneficio de la duda, por ahora; pero los inversores hoy están analizando a quién va a designar para su administración, que forma adoptarán en realidad sus políticas fiscales y qué curso trazará para la política monetaria.

Tal vez estén observando la política monetaria muy de cerca. Durante su campaña, Trump planteó una amenaza a la independencia de la Reserva Federal de Estados Unidos y criticó a la presidenta de la Fed, Janet Yellen. Pero Trump es un magnate inmobiliario, de modo que no podemos suponer de inmediato que sea un auténtico halcón en materia de política monetaria, y no una paloma. La retórica de su campaña puede haber estado dirigida a la base del Partido Republicano, que está llena de defensores del oro que fustigan a la Fed.

Trump podría designar a halcones para dos bancas de la Junta de la Fed que están actualmente vacantes y, con certeza, reemplazará a Yellen cuando su mandato termine en 2018. Pero es poco probable que la obligue a renunciar antes, porque los mercados castigarían una violación tan obvia de la independencia del banco central.

Aún si Trump efectivamente eligiera a un halcón para reemplazar a Yellen, la persona que designara sólo sería primus inter pares en el Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC por su sigla en inglés). El sucesor de Yellen no podría imponer así nomás su punto de vista a la Junta de Gobernadores de siete miembros del FOMC y a los cinco presidentes de Bancos de la Reserva.

Si bien la Fed se asemejó a una monarquía absoluta bajo la presidencia de Alan Greenspan, se terminó pareciendo más a una monarquía constitucional durante el mandato del sucesor de Greenspan, Ben Bernanke. Con Yellen, se la podría describir mejor como una república democrática. Esta transformación no se puede revertir: cada miembro del FOMC tiene opiniones sólidas sobre qué dirección debería tomar la política monetaria y cada uno de ellos está dispuesto a disentir cuando sea necesario.

Esto significa que un halcón radical designado por Trump podría terminar en la minoría y sería superado en votos de manera consistente por la mayoría moderada del FOMC. Por supuesto, Trump podría cambiar la composición de la Junta de la Reserva con el tiempo, designando nuevos gobernadores cuando terminen los mandatos de Stanley Fischer, Lael Brainard, Daniel K. Tarullo y Jerome H. Powell. Pero si toma ese camino, el mercado seguirá monitoreando las acciones de la Fed. Si un continuo crecimiento bajo y una baja inflación no justificaran los rápidos aumentos de las tasas de interés, una Fed de línea dura que aumente las tasas de todos modos enfrentará una respuesta disciplinaria dura por parte del mercado -y, por extensión, lo mismo le sucederá a Trump.

Es más, una línea dura prematura y excesiva fortalecería el dólar estadounidense y aumentaría marcadamente el déficit comercial de Estados Unidos, minando el objetivo manifestado por Trump de crear empleos y mejorar los ingresos para su base electoral de clase trabajadora y obrera. Si a Trump le importa su base -o si por lo menos quiere evitar una reacción política violenta- debería designar gobernadores de línea blanda en la Fed que favorezcan las políticas de dinero fácil que debiliten el dólar. Irónicamente, las personas nombradas por el presidente Barack Obama, como Brainard y Tarullo, en verdad son ideales para la agenda de Trump.

Si Trump efectivamente elige una estrategia de política monetaria más dura, esto tendrá un impacto ambiguo en el dólar, debido a los efectos futuros de sus otras propuestas. Una política fiscal más relajada y una política monetaria más dura deberían, como en el primer mandato del ex presidente Ronald Reagan, fortalecer el dólar; pero si Trump lleva a Estados Unidos hacia el proteccionismo, generará riesgos económicos y geopolíticos colaterales que debilitarían el dólar y aumentarían el riesgo país de Estados Unidos.

De la misma manera, las políticas fiscales de Trump también debilitarían al dólar con el tiempo -después de una apreciación significativa inicial- ya que el gasto en déficit sustancialmente más elevado estaría financiado por dinero fácil o emisiones de bonos que aumentan el riesgo soberano de Estados Unidos. El impacto neto de todos estos factores en el dólar dependerá de cuán relajada se vuelva la política fiscal y de cuán ajustada se torne la política monetaria.

La combinación de políticas propuesta por Trump también tendría un impacto ambiguo -y modesto- en el crecimiento, si nombra a halcones en la Fed. Una política fiscal más relajada favorecería el crecimiento económico a corto plazo; pero una política monetaria más ajustada perjudicaría esos logros. Del mismo modo, si Trump realmente quiere redistribuir cierto ingreso del capital a la mano de obra, y de las ganancias corporativas a los salarios (francamente un gran "si"), sus políticas podrían impulsar el consumo; pero sus políticas populistas y proteccionistas minarían la confianza de las empresas y así los gastos de capital, reduciendo a la vez el poder de compra de los consumidores debido a una mayor inflación.

Los mercados de valores sin duda favorecerán las propuestas de Trump de relajar la política fiscal, desregular las empresas y las finanzas y recortar los impuestos. Pero los inversores estarán atentos al proteccionismo, las críticas a Wall Street y a los inmigrantes y una política monetaria dura y excesivamente agresiva. Sólo el tiempo -y el mercado- dirán si Trump encontrará el equilibrio adecuado.

(Nouriel Roubini, a professor at NYU"s Stern School of Business and Chairman of Roubini Macro Associates, was Senior Economist for International Affairs in the White House's Council of Economic Advisers during the Clinton Administration. He has worked for the International Monetary Fund, the US Feder…)

– Trump ofrece a Gary Cohn, presidente de Goldman Sachs, un puesto en su equipo de Gobierno (Expansión – 9/12/16)

Trump quiere que Cohn se haga cargo del Consejo Económico Nacional de la Casa Blanca el principal órgano económico del presidente de Estados Unidos.

El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, ofreció al presidente de Goldman Sachs, Gary Cohn, ocupar un puesto en la Casa Blanca, informa hoy el canal de televisión NBC News.

Trump quiere que el veterano directivo de Goldman Sachs, que dirige en la actualidad las operaciones del banco de inversiones, se haga cargo del Consejo Económico Nacional de la Casa Blanca, según fuentes anónimas citadas por el canal de televisión.

La propuesta ya está encima de la mesa pero todavía no está claro que Cohn vaya a aceptarla, según las mismas fuentes, que añadieron que a finales de noviembre pasado el presidente de Goldman Sachs empezó a barajar la posibilidad de abandonar el banco.

De aceptar finalmente la oferta, Cohn se convertiría en otro hombre de Goldman Sachs en entrar en la próxima administración, después de que Trump propusiera a Steven Mnuchin, exdirectivo del banco, para el cargo de secretario del Tesoro.

También trabajó durante años en Goldman Sachs Stephen Bannon, que fue elegido por el presidente electo como estratega jefe y consejero principal de su administración unos días después de su victoria en las elecciones del 8 de noviembre.

El Consejo Económico Nacional es el principal órgano económico del presidente de Estados Unidos que se encarga de coordinar la política económica de la administración, un puesto con gran influencia dentro de la Casa Blanca.

– El Dow Jones no había crecido tanto tras unas elecciones desde el boom de los años 20, la antesala del crack del 29 (El Economista – 9/12/16)

Muchos analistas aventuraban un "trumpazo", una caída de hasta un 5% en Wall Street si Donald Trump ganaba las elecciones presidenciales del pasado 8 de noviembre. En las últimas semanas de campaña, la bolsa estadounidense se estremecía con cada escándalo asociado a Hillary Clinton y celebraba las jugadas de Trump que le alejaban de la Presidencia. Pero el 9 de noviembre todo cambió.

Trump ganó las elecciones con una importante diferencia en voto electoral, pese a la derrota en voto nominal. Y Wall Street no sólo no se ha desplomado sino que empezó a crecer como no ha pasado casi nunca antes en su historia tras unas elecciones presidenciales. Desde la apertura bursátil del 8 de noviembre hasta el cierre del 8 de diciembre, el Dow Jones de Industriales creció un 6,99%, una cifra sólo superada por las victorias de Calvin Coolidge en 1924, cuando sumó un 7,38%, y su sucesor Herbert Hoover cuatro años después, cuando el Dow Jones creció en un mes un 8,62%.

Cabe destacar que estas dos cifras que superan al actual registro de Trump se produjeron bajo circunstancias muy especiales. Por una parte, Coolidge ganaba las presidenciales por vez primera en 1924 pero para entonces llevaba más de un año dirigiendo el país por la muerte de su antecesor, Warren Harding, en 1923. Tras la salida de Coolidge, asumió el poder Hoover, quien llevaba desde 1921 siendo el secretario de Comercio. Y además, ambos gobernaron en la década de 1920, unos años de gran expansión económica fruto del fin de la Primera Guerra Mundial y de la especulación que desembocaría en el crack de 1929.

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El gráfico superior recoge sólo la evolución porcentual del Dow Jones un mes después de las elecciones cuando se ha elegido un nuevo presidente. Pero el registro de Trump sigue siendo el tercero mejor de la historia incluso si se añaden las reelecciones, un terreno aparentemente más seguro para el inversor, que ya conoce las políticas económicas de esa Administración. De hecho, en sólo dos ocasiones en la historia del Dow Jones ha marcado peor registro en el mes posterior a la reelección que en el de la elección previa: Franklin Roosevelt en 1940 con respecto a 1936 (-3,88% frente a 2,62%) por el contexto de la Segunda Guerra Mundial, y Ronald Reagan en 1984 con respecto a 1980 (-5,92% frente a 3,55%), en un mes en el que fueron a la baja diversos indicadores económicos.

Sin embargo, en estos 30 días con Trump como presidente electo, el Dow Jones ha crecido un 6,99%, y se ha anotado 13 máximos históricos al cierre. El último de ellos lo logró este mismo jueves, con 19.614,81 puntos, la misma jornada en la que batió máximos intradía, con 19.664,97 enteros.

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Pero el rally alcista no sólo afecta al Dow Jones. El S&P 500 ha crecido un 4,98% en este mes, mientras el tecnológico Nasdaq ha mejorado un 4,31%. Y lo que es más: este jueves, por primera vez desde marzo de 1998, han marcado récord al cierre los tres índices mencionados además del Russell 2000 y el Dow Jones de Transportes. Queda por ver si nos enfrentamos a una nueva burbuja bursátil o si Trump va a ser capaz de mantener la tendencia positiva una vez asuma la Presidencia el próximo 20 de enero.

– Los 16 consejeros delegados de Trump (Expansión – 10/12/16)

El presidente electo sella su reconciliación con Wall Street con un consejo asesor formado por algunos de los principales ejecutivos de la América corporativa.

Durante la primera semana de febrero, apenas unos días después de que Donald Trump se convierta oficialmente en el nuevo presidente de Estados Unidos, el magnate inmobiliario y dieciséis de los consejeros delegados más representativos del planeta empresarial se reunirán para empezar a hacer que "América vuelva a ser grande de nuevo".

Este grupo de elegidos forma parte del comité asesor que Trump ha puesto en marcha en su afán de crear "miles de nuevos puestos de trabajo", la gran obsesión del presidente electo que contrasta con el ratio de desempleo de apenas el 4,6% que registra la primera economía del mundo.

Trump ha elegido a sus asesores empresariales entre las compañías y sectores más tradicionales de Estados Unidos. En la mesa, que estará presidida por Stephen Schwarzman, consejero delegado del gigante de capital riesgo Blackstone, se sentarán los jefes de grandes corporaciones como BlackRock (Larry Fink), Walt Disney (Bob Iger), Wal-Mart (Doug McMillon), JPMorgan (Jamie Dimon) e IBM (Ginni Rometty).

Además, Trump ha fichado como asesores a ejecutivos históricos como Jack Welch, expresidente de General Electric, y Jim McNerney, antiguo consejero delegado de Boeing. El futuro mandatario también se ha servido de expertos en los entresijos de la Reserva Federal y de la SEC (el regulador de los mercados americanos).

Sin Silicon Valley

Empresas de distribución, firmas financieras y grupos de servicios están representadas en un comité en el que destaca la ausencia de los gigantes de Silicon Valley. IBM es la única empresa tecnológica que forma parte del club de CEO de Trump.

La creación del comité es, en cualquier caso, un reflejo nítido de la dulce relación que existe hoy entre el presidente electo y los reyes de S&P, impensable hace poco más de un mes, cuando Trump sorprendió al mundo y a medio país ganando las elecciones presidenciales.

Durante los largos e intensos meses de campaña, las grandes empresas apostaron de manera unánime por la candidatura de Hillary Clinton, alertadas por el discurso proteccionista de Trump. Así, pese a su condición de millonario y empresario, el candidato republicano no logró demasiado amparo entre sus colegas. Las fortunas del índice de multimillonarios de Bloomberg optaron por la aspirante demócrata, mientras que ninguno de los consejeros delegados de las cien mayores empresas del ranking Fortune destinaron fondos a asegurar el triunfo de Trump. La mayoría de ellos mantuvo sus firmes convicciones republicanas, pero pudo el temor a que se cumplieran los augurios de los analistas, que calculaban una prolongada recesión y la destrucción de millones de empleos en caso de que el millonario de Queens pusiera en marcha los planes prometidos en campaña.

La acogida de Wall Street a un candidato inesperado ha sido, en cambio, insólitamente cálida. Los principales índices bursátiles se sitúan en récords históricos y el cuadro macroeconómico de Estados Unidos presenta los datos más sólidos desde la aguda crisis financiera que se inició en 2008, casi como una premonición de la nueva era de esplendor que se espera con Trump. No hay nada más pragmático que el dinero, y los grandes empresarios también se han apresurado a arropar a un futuro presidente controvertido pero a quien los mercados analizan con optimismo.

El viento de cambio no ha soplado solo desde un flanco. Antes de ganar las elecciones, Trump se presentó como un candidato antisistema e indemne a las presiones de los poderes establecidos. El magnate acusó de manera reiterada a Clinton de rendirse al poder financiero e hizo temblar a los grandes bancos con la ley Glass-Steagall, que separó la banca comercial de la banca de inversión y que fue derogada por Bill Clinton en 1999. Hoy, sin embargo, el sector financiero está siendo uno de los más favorecidos por Trump. Las acciones de JPMorgan, Wells Fargo y Bank of America se han revalorizado más de un 20% en apenas un mes, favorecidas, entre otras razones, por la expectativa de una subida de tipos de interés que defiende el presidente electo.

Los nombramientos de Trump para su equipo de Gobierno son también un reflejo de la luna de miel que vive el futuro presidente con Wall Street. Steve Mnuchin, un antiguo directivo de Goldman Sachs, dirigirá la secretaria del Tesoro, mientras el multimillonario financiero Wilbur Ross será el secretario de Comercio.

– El jefe de ExxonMobil será el secretario de Estado de Trump (Cinco Días – 11/12/16)

El veterano empresario Rex W. Tillerson, principal ejecutivo de la empresa ExxonMobil y con estrechas relaciones con el gobierno ruso es el elegido por el presidente electo Donald Trump para hacerse cargo de la secretaría de Estado de EEUU, según aseguran varios medios estadounidenses como NBC News.

El nombre de Tillerson, de 64 años, fue el último en sumarse a una larga lista de candidatos barajados por Trump y que incluía al excandidato republicano a la presidencia en 2012, Mitt Romney, y al exembajador estadounidense ante la ONU, John Bolton, que según algunos medios podría convertirse en subsecretario de Estado.

En una entrevista hoy con la cadena de televisión Fox News, Trump evitó confirmar que Tillerson sea su elegido para la secretaría de Estado, pero se deshizo en alabanzas al directivo.

"Él es mucho más que un ejecutivo de negocios. Él juega a escala global. Está a cargo de la que supongo que es la mayor compañía del mundo, está a cargo de una compañía petrolera que tiene prácticamente el doble del tamaño de su competidor más cercano, y que se ha gestionado increíblemente bien", aseguró Trump.

"Para mí, una gran ventaja es que conoce a muchos de los jugadores (del escenario global) y los conoce bien. Hace acuerdos a escala masiva en Rusia, y hace esos acuerdos para la compañía, no para él", agregó el presidente electo en el extracto de la entrevista adelantado por Fox, que emitirá el resto este domingo.

El portavoz del equipo de transición de Trump, Jason Miller, tampoco confirmó la información adelantada por la cadena NBC News y los diarios The New York Times y Washington Post, y se limitó a indicar que el anuncio oficial no se hará hasta la próxima semana.

No obstante, según el New York Times, Tillerson sostuvo una reunión hoy con Trump, la segunda después del pasado martes, y que se extendió por más de dos horas.

Tillerson, que comenzó con la Exxon como ingeniero de producción en 1975 y que desde el 2006 es su máximo responsable, cuenta con el apoyo de asesores claves del equipo de Trump: su principal estratega, Stephen K. Bannon, y su yerno, Jared Kushner, quien le ha dicho que el empresario "es de otra liga" cuando se compara con el resto de las opciones para el cargo, señala además el Times.

Horas antes, varios medios de comunicación habían indicado que Tillerson era el favorito para el cargo, y que el equipo de Trump consideraba que aportaría a su papel como diplomático su vasta experiencia como empresario y sus relaciones con líderes de otros países, entre ellos con el presidente ruso, Vladimir Putin.

El ejecutivo de la Exxon conoce a Putin desde que estuvo al frente de las operaciones de esa empresa en Rusia en la década de 1990, una larga relación que beneficiaría la intención de Trump de estrechar relaciones con ese país.

En 2011, Tillerson logró un acuerdo que permitía a Exxon acceder a los valiosos recursos del Ártico en Rusia, además de posibilitar a la petrolera estatal rusa, Rosneft, invertir en concesiones de Exxon en todo el mundo. En 2013, Putin le condecoró con la Orden de la Amistad, uno de los más altos honores de Rusia para los extranjeros.

El nombre de Tillerson ha surgido en momentos en que el directivo estaba cerca de acogerse el próximo año a su retiro de la Exxon.

El nombramiento de secretario de Estado debe ser confirmado por el Senado y, de ser elegido por Trump, se uniría a otros empresarios que ya han sido nominados para conformar su gabinete cuando jure al cargo el próximo 20 de enero.

– Trump, Goldman Sachs, las puertas giratorias e insider trading (Fedea – 16/12/16)

(Por Christian Fons-Rosen y José Luis Peydró)

Trump acaba de nombrar a dos personas de Goldman Sachs para su gobierno en los puestos principales para economía. Goldman, así como otros bancos americanos, tienen una gran tradición de puertas giratorias y tentáculos en Washington, y son los que más donan a las campañas políticas. ¿Implica esto beneficios para los bancos y para sus dirigentes? En un paper que tenemos concluimos que sí, utilizando la mayor ayuda del gobierno americano a los bancos durante esta reciente crisis financiera y analizando el insider trading de los bancos.

Goldman ha tenido la mayor subida en Wall Street desde que Trump ganó las elecciones, ¡más del 30% del subida del precio de sus acciones! Trump tendrá como director del National Economic Council a Gary Cohn (número 2 de Goldman), y a un antiguo socio de Goldman como ministro de economía (Treasury Secretary), Steven Mnuchin. ¿Coincidencia?

La regulación de los bancos ha crecido substancialmente desde la crisis, p.ej. vía la Dodd-Frank en USA, exigiendo mayor capital, liquidez y restricciones para realizar propietary trading. Hay un convencimiento de que los bancos demasiado grandes para quebrar (Too Big to Fail) son peligrosos porque pueden tomar un riesgo excesivo y no ser penalizados porque el gobierno los rescatará. Quizás Goldman, y otros bancos, están experimentando grandes alzas en los mercados bursátiles debido a la expectativa de que la nueva administración Trump será laxa tanto a la hora de evaluar nuevas fusiones y adquisiciones como en lo que concierne a posibles cambios regulatorios en el sector bancario, permitiéndoles con ello adquirir un mayor tamaño y poder de influencia. ¿Qué pasará con la regulación bancaria? ¿Qué beneficios consiguen los bancos?

En la Barcelona GSE/UPF les hacemos leer a nuestros alumnos el libro de Simon Johnson y James Kwak "13 Bankers: The Wall Street Takeover and the Next Financial Meltdown," pero también el artículo de Rolling Stone de Matt Taibbi sobre Goldman Sachs, su poder en Washington, no sólo en Wall Street, y la historia de burbujas financieras. Goldman, por ejemplo, tuvo a su presidente como la persona que condujo el consejo de producción de guerra de Franklin D Roosevelt. Robert Rubin fue el secretario del tesoro con Clinton, Henry Paulson el de Bush, y Gary Genser fue el número 2 con Obama. Todos ellos de Goldman. Además, están en cuatro presidencias regionales de las Fed de ex-Goldman. ¿Quién substituirá a Janet Jellen en la Fed? …

¿Es sólo Goldman? ¡No! El sector financiero americano es, por mucho, el mayor contribuyente de las campañas políticas, p.ej. 260 millones de dólares sólo en 2006, el doble que las contribuciones hechas por el sector sanitario, a lo que hay que añadir otra grande suma en lo relacionado a lobbying y las puertas giratorias. Un reciente episodio subraya los fuertes vínculos entre los reguladores financieros y los principales bancos: el Gobierno de los Estados Unidos anunció el 14 de octubre de 2008 que el Treasury invertiría hasta 700.000 millones de dólares en instituciones financieras a través del Programa de Compra de Capital (CPP). Este rescate bancario, también conocido como TARP, se convirtió en el programa de inversión federal más grande de la historia reciente de Estados Unidos. El rescate no sólo generó indignación social al usar el dinero de los contribuyentes para ayudar a revitalizar las instituciones financieras, sino que además confirma que los bancos (no todos en USA) son, en efecto, demasiado grandes para quebrar.

En un paper reciente con Nicholas Coleman de la Fed y Ozlem Akin, una antigua doctorando de la UPF, utilizamos datos sobre insider trading para explorar si las conexiones políticas conducen a flujos privados de información de los reguladores a los banqueros antes de que las decisiones de rescate de TARP específicas del banco se hicieran públicas (otro paper al mismo tiempo que el nuestro también concluye de forma similar a nuestros resultados). No podemos identificar estos flujos privados de información entre reguladores y banqueros con datos precisos de emails, llamadas de teléfono o evidencia de Wikileaks (no tenemos el programa de big brother que Snowden utilizaba). Por ello, utilizamos datos de cómo y cuánto los banqueros invierten en acciones de su propio banco a lo largo del tiempo. En particular, exploramos el comportamiento inversor de los altos ejecutivos de un banco antes de que el gobierno haga públicas las ayudas a ese mismo banco. Parte de esas compras y ventas no estarán relacionadas con información privilegiada, serán ruido; por ejemplo, venden para comprar una mansión en los Hamptons. Pero, si el gobierno decidiera ayudar a un banco con una cuantía mayor a la esperada por los mercados, ¿veremos que los altos ejecutivos de ese banco compran muchas más acciones antes de la información pública? ¿Y obtendrán un beneficio personal al comprar acciones del banco antes de que se anuncie públicamente esa ayuda estatal que conllevará un aumento en el valor de esas acciones?

Aprovechando los rescates bancarios del TARP en 2008-2010, después de que Lehman quebrara en setiembre 2008, utilizamos el insider trading para testear el political economy entre los reguladores/políticos y los altos ejecutivos de los bancos usando datos precisos de insider trading (para cada ejecutivo de un banco cada día el año) e información sobre conexiones políticas para cada banquero (insiders en bancos como presidente, directores y miembros del board).

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6

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