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¿Es Goldman Sachs "la mano que mece la cuna" del gobierno Trump? (página 3)




Enviado por Ricardo Lomoro



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Sin embargo, pronto quedó en claro que las carteras de activos que sustentaban estas transacciones eran a menudo inestables, ya que contenían, cada vez más, una mayor cantidad de hipotecas de baja calidad. Cuando llegó el año 2009, las empresas estaban en estado de pánico. Rehuían la idea de almacenar su dinero en efectivo durante la noche con el respaldo de carteras hipotecarias. Esto dejó al sistema financiero, que había llegado a depender de ese dinero en efectivo, congelado. El flujo de préstamos se secó, el miedo se intensificó y la economía se sumergió en una recesión.

Esa experiencia motivó esfuerzos para hacer que el sistema financiero sea más seguro. Un objetivo clave es cerciorarse que, con toda seguridad, se reembolsarán los dineros de los prestamistas que aceptan carteras de hipotecas como garantía, disuadiéndolos de esta manera de salir corriendo a la primera señal de problemas. Es probable que este objetivo pueda alcanzarse si uno o dos bancos quiebran. Sin embargo, si un evento que afecta a toda la economía desencadena el colapso simultáneo de múltiples compañías financieras, nadie tendría la seguridad de que sus dineros vayan a ser reembolsados.

Esta es una mala noticia. Al fin y al cabo, el mercado de la vivienda se sobrecalienta cada década o dos. Pero, si el sistema es lo suficientemente estable, se puede enfriar sin necesariamente tener que atravesar por catástrofes. En la actualidad, sin embargo, el mercado de repos a un día, cuyo volumen es de un millón de millones de dólares en hipotecas de viviendas, es tan grande que cuando el mercado de la vivienda retrocede, la estabilidad financiera podría verse amenazada.

Las reformas existentes no mitigan adecuadamente este riesgo, en gran medida porque dependen de las autoridades y los bancos para completar un complejo y no probado proceso de reembolso dentro de las 48 horas del colapso de un banco. Esto sería extremadamente difícil de lograr si varios bancos quiebran simultáneamente.

Frente a una crisis de vivienda, es plausible que los prestamistas entren otra vez en pánico, decidiendo que no pueden depender de procesos no probados para estabilizar a los bancos, y podrían retirar sus préstamos a un día. Los bancos, despojados de su dinero en efectivo, procederían a reducir los préstamos, como lo hicieron en el período 2008 y 2009, lo que llevaría una vez más a una recesión.

La sombría ironía en este punto es que, antes de tal shock, la preparación para la reestructuración alienta a los prestamistas a proporcionar más préstamos a un día. Esto amplía el mercado a un día, hace que los préstamos hipotecarios sean más fáciles de conceder, y aumenta los costos del colapso.

Esto no es mera especulación. La mayoría de los observadores del mercado de hipotecas creen que su crecimiento se aceleró en el año 2005, después de que el Congreso estadounidense eximió a los bonos hipotecarios de la mayoría de los procedimientos de quiebra – una medida que eliminaría el tiempo de espera para el reembolso. Ese cambio convenció a los prestamistas que reciben como garantía carteras de hipotecas que sus actividades eran ultra-seguras: ni siquiera tenían que preocuparse por la calidad de los prestatarios. Cuando se presentó el golpe de la crisis, esa confianza se desvaneció rápidamente, y los inversionistas huyeron.

Hace poco comparé esta situación con la que se vive en una zona de huracanes, por ejemplo la zona de huracanes ubicada en los Cayos de la Florida. Un código de construcción más exigente se traduce en que cuando ocurra una inundación, los edificios tendrán mayores probabilidades de resistir. Pero eso (y la planificación con vistas a futuros huracanes) también atrae a más residentes a la zona. Si un huracán hace blanco en dicha zona, los residentes aún pueden entrar en pánico – especialmente, si los edificios demuestran ser menos fiables de lo previsto. Si una mayor cantidad de residentes huyan simultáneamente, la vía de escape podría congestionarse rápidamente poniendo a todos en peligro.

En el año 2008, fue un error otorgar a las hipotecas de vivienda el mismo trato que a los bonos del Tesoro de Estados Unidos y también es un error hoy. Lo que deberían hacer las autoridades estadounidenses es fortalecer las protecciones del mercado de dinero a un día para los bonos del Tesoro de los Estados Unidos, mismos no están sujetos a eventos de pánico y burbujas, y revertir la mayor parte de las ventajas legales de las que goza la financiación respaldada por hipotecas a corto plazo y a un día.

Con este fin, un proyecto de ley presentado por el Senador Jack Reed en diciembre pasado -que requeriría que los reguladores examinen más cuidadosamente cómo las reglas para la reestructuración podrían desestabilizar al sistema financiero- es un paso positivo. El Congreso también debe revertir su promoción incesante de la propiedad de vivienda, que hizo que se puedan contraer hipotecas inmobiliarias fácilmente y que las carteras de hipotecas sean más fáciles de vender.

La gestión de la deuda pública de Estados Unidos también podría ayudar a que el sistema financiero sea más seguro. El mercado para carteras hipotecarias a un día existe, en parte, porque no hay suficiente disponibilidad de bonos a corto plazo del Tesoro de Estados Unidos para las empresas que quieren tener un fácil acceso a dinero en efectivo sin el riesgo implícito que conllevan los depósitos bancarios no asegurados. Si el Tesoro de Estados Unidos vendiera más obligaciones a corto plazo -en vez de vender una mayor cantidad de bonos a más largo plazo- un menor número de prestamistas recurriría a las carteras hipotecarias. Tales propuestas existen, pero ninguna ha sido implementada.

La crisis financiera mundial que el colapso del mercado de la vivienda en Estados Unidos desencadenó en el año 2008 trajo consigo importantes lecciones acerca de lo frágil que es el sistema financiero frente a un colapso del mercado de la vivienda. Lamentablemente, los responsables de la formulación de políticas aún no han aplicado plenamente dichas lecciones.

(Mark Roe is a professor at Harvard Law School. He is the author of studies of the impact of politics on corporate organization and corporate governance in the United States and around the world)

– El fiscal despedido por Trump perseguía criminales de cuello blanco (CNNMoney – 11/3/17)

(Por Jackie Wattles)

Bharara fue uno de los 46 fiscales generales de Estados Unidos a los que el presidente Donald Trump les pidió la renuncia. Durante la etapa de transición, Trump e había pedido a Bharara que se quedara en el puesto.

(CNNMoney) – Preet Bharara es conocido por su feroz búsqueda de casos de corrupción y uso de información privilegiada. Ahora, él se ha quedado afuera.

El viernes, Bharara fue uno de los 46 fiscales generales de Estados Unidos a los que el presidente Donald Trump les pidió la renuncia. Se trató de una medida regular por parte de un nuevo presidente. Pero Trump, durante la etapa de transición, le había pedido a Bharara que se quedara en el puesto. Después de que Bharara rechazara renunciar, fue despedido por Trump este sábado.

Bharara, de 48 años y nacido en Punjab, India, fue designado como fiscal del distrito sur de Nueva York por el expresidente Barack Obama. Sus padres emigraron a Estados Unidos en 1970, y Bharara cuenta con diplomas de las escuelas de leyes de Harvard y la Universidad de Columbia. Él empezó a trabajar en 2006 con el senador demócrata Charles Schumer.

Luego, durante los momentos más álgidos de la crisis financiera de 2009, Bharara obtuvo el codiciado empleo de fiscal en Nueva York. Dado que se encarga de crímenes federales en Manhattan, la fiscalía del distrito sur tiene una rica historia persiguiendo casos relacionados con Wall Street y la banca.

Y Bharara persiguió a varios financieros, algunos de los cuales se encuentran hoy tras las rejas.

Uno de sus casos más sonados fue el de Raj Rajaratnam, un exadministrador de fondos de riesgo, quien fue sentenciado a 11 de prisión y multado con 93 millones de dólares en 2011 por cargos de uso información privilegiada.

Rajat Gupta, quien fue miembro de la junta de Goldman Sachs y le filtró la información a Rajaratnam, recibió una sentencia de dos años de prisión en 2012.

Pero el objetivo más importante de Bharara fue el multimillonario Steve Cohen. Aunque nunca impulsó un juicio criminal contra Cohen, sí fue tras varios de sus empleados y su compañía recibió una multa de 1.8 mil millones de dólares en 2013.

– Trump despide a fiscal de Nueva York que se negaba a renunciar (HispanTV – 11/3/17)

El fiscal federal de Nueva York, Preet Bharara, ha sido despedido por el Gobierno de Donald Trump después de rechazar una orden de presentar la renuncia.

"No dimití. Fui despedido hace unos instantes. Haber sido fiscal del distrito sur del estado de Nueva York será por siempre el mayor honor de mi carrera profesional", ha anunciado este sábado el propio Bharara en su cuenta de Twitter.

Este fiscal de 48 años nacido en La India, que aparentemente no se dejaba intimidar por las élites de Wall Street, se forjó una reputación de inflexible enemigo de los delitos financieros y de la corrupción.

Bharara, nombrado durante el mandato del anterior presidente, Barack Obama, había sido ratificado por el presidente Trump poco después de su elección como inquilino de la Casa Blanca, pero finalmente se le pidió la dimisión.

El viernes la vicefiscal general en funciones, Dana Boente, pidió la dimisión de 46 fiscales, incluido Bharara, pero este expresó su intención de no renunciar, según informa el diario The New York Times, que cita varias fuentes cercanas al fiscal. Bharara está investigando a uno de los colaboradores del gobernador Andrew M. Cuomo y al entorno del alcalde neoyorquino, Bill de Blasio.

Ya este sábado, el portavoz de los republicanos en la Asamblea Estatal de Nueva York, Brian M. Kolb, ha expresado su apoyo a Bharara. "Bien por Preet. Está haciendo el trabajo para el que fue nombrado", ha apuntado Kolb en Twitter.

Este tipo de petición no es excepcional ya que sigue el procedimiento habitual de otros presidentes en el marco de la transición del poder. Pero, los fiscales lamentaron la manera abrupta con la cual se vieron intimidados para dejar sus funciones en un tiempo muy corto.

– Preet Bharara, el poderoso fiscal de Nueva York que persiguió a los banqueros de Wall Street, es despedido por Donald Trump (BBCMundo – 12/3/17)

"Este hombre está reventando a Wall Street".

Ese fue el gran titular que publicó la revista Time en su edición del 12 de febrero de 2012 y cuya portada era una foto del rostro de Preet Bharara, entonces fiscal federal del Distrito Sur de Nueva York que por aquel tiempo había alcanzado notoriedad por sus investigaciones de alto perfil.

Bharara había ganado 58 casos por uso de información privilegiada por parte de instituciones financieras, a las que además acusaba de ejecutar prácticas de préstamos temerarios y de engordar artificialmente el valor de las hipotecas.

Como fiscal también había sido responsable de la condena por terrorismo contra Faisal Shahzad, un ciudadano paquistaní-estadounidense que intentó atentar con un carro bomba en Times Square.

Además, llevó adelante casos contra las redes internacionales del vendedor de armas ruso Viktor Bout y contra el rumano Virgil Flaviu Georgescu, condenado por intentar vender gran cantidad de armamento a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

Estos elementos sirvieron de argumentos para que la misma revista Time incluyera a Bharara en la lista de los 100 hombres más influyentes del mundo en 2012.

Su carrera como fiscal federal de Nueva York, sin embargo, llegó a su fin este sábado, tras haber sido despedido por el gobierno del presidente de Estados Unidos, Donald Trump.

Una decisión inesperada

El viernes pasado, el departamento de Justicia publicó una lista con los nombres de más de 40 fiscales que habían sido designados por el gobierno del expresidente Barack Obama a los que se les solicitaba la renuncia.

Bharara aparecía en la lista, pese a que en noviembre pasado, tras reunirse con Trump en Nueva York, dijo a los reporteros que el entonces mandatario electo le había solicitado permanecer en el cargo y que él había aceptado.

Sin embargo, este sábado Bharara anunció a través de su cuenta de Twitter: "No renuncié. Hace unos momentos fui despedido".

El anuncio de su salida del cargo generó sorpresas además porque Bharara aún mantenía una carrera de alto perfil, habiendo ganado un caso por uso de información privilegiada por US$1.800 millones (el más grande en la historia de Estados Unidos) y habiendo perseguido a legisladores tanto republicanos como demócratas.

De hecho, entre sus investigaciones actuales tenía un caso sobre recaudación de fondos en contra del alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, así como uno por acoso sexual en contra de la cadena Fox News con la cual simpatiza Trump.

No es inusual, pero…

Los presidentes suelen ordenar a los fiscales designados durante la administración anterior que renuncien, pero la decisión de reemplazar a tantos de una sola vez causó sorpresa.

Este sábado, el fiscal general de Nueva York, Eric Schneiderman, dijo en un comunicado: "La decisión abrupta e inexplicable del presidente Trump de remover sumariamente a más de 40 fiscales estadounidenses ha vuelto a causar caos en el gobierno federal".

"Preet Bharara, como muchos de los fiscales estadounidenses despedidos esta semana, sirvió con honor y distinción", agregó.

Sin embargo, el ex estratega republicano Brian Walsh argumentó que el despido no era "nada nuevo" ya que "los fiscales de Estados Unidos están al servicio del presidente, incluso Preet".

El diario The Washington Post, citando a dos personas cercanas a Trump, aseguró que el consejero del presidente Stephen Bannon y el fiscal general Jeff Sessions querían limpiar las fiscalías federales para reafirmar el poder de la administración.

Trump aún no ha presentado candidatos para las 93 fiscalías de distrito de la nación, incluso cuando su Departamento de Justicia pidió a 46 que aún no han renunciado a entregar sus dimisiones el viernes.

– Por qué la regulación no evita las crisis (El Español13/3/17)

(Por Daniel Lacalle)

Si usted lee artículos y libros sobre la crisis, estoy seguro de que encontrará un denominador común sobre la causa, al menos en términos generales. "Exceso de riesgo". Y no les falta razón. Pero, en muchas ocasiones, se ignora por qué. ¿Por qué se da ese cambio en el chip de nuestro cerebro que pasa de una actitud cautelosa a una de exceso?

La percepción generalizada de que el riesgo no existe.

¿Y cómo puede generarse esa idea absurda en el subconsciente colectivo? No puede hacerse de otra manera que -oh, sorpresa- desde la política monetaria y fiscal del gobierno. "Tome usted riesgo que yo se lo limito". Pero eso es sólo la chispa. Todos los agentes animan el fuego y participan de esa idea, y la acumulación de riesgo se multiplica por sesgo de confirmación. "Lo dice todo el mundo".

Sesudos estudios dedicarán páginas enteras a explicarle por qué la manipulación del coste y cantidad de dinero no es un problema. Familias, empresas, bancos, gobiernos y agencias se convencerán mutuamente de que nada puede fallar, porque "todo el mundo" acepta frases del estilo "estamos ante un nuevo paradigma" que nieguen la evidencia y la lógica. ¿Se bajan los tipos de cinco por ciento a uno y se genera una crisis mundial? Bajémoslos de uno a cero, o mejor, negativos. Seguro que funciona. ¿Se expande de manera desproporcionada el crédito y la masa monetaria? Obviamente, la solución debe ser "que fluya el crédito" y aumentar la masa monetaria, por supuesto.

Si decenas de miles de páginas de regulación las evitasen, las crisis no existirían.

La publicación Ten Thousand Commandments analiza, desde hace veinticinco años, la acumulación de regulación. Según su análisis, se ha producido una nueva medida regulatoria federal cada dos horas y nueve minutos – 24 horas al día, 365 días al año, durante los últimos veinte años. Unas 81.000 páginas anuales, solo en EEUU.

Se estima que la Unión Europea generaba, antes de la crisis, una media de 4.500 normas y reglas regulatorias al sector financiero cada año. Solo la Fédération Européenne des Conseils et Intermédiaires Financiers (FECIF) recibe quinientas páginas al mes.

Estamos intentando compensar desequilibrios básicos con toneladas de papel sin atender a la raíz del problema.

No existe ninguna manera de evitar una crisis añadiendo normas y regulaciones mientras, a la vez, se manipula la cantidad y precio de dinero inyectando enormes cantidades de liquidez y bajando los tipos más de seiscientas veces.

No se evita una crisis poniendo máximos a los sueldos de los banqueros si los incentivos perversos los tienen otros, que imponen las normas y ganan menos sueldo, pero se benefician de un sistema de privilegio en crédito y acceso a liquidez.

Los reguladores y legisladores, por definición, se preparan magníficamente para evitar la crisis que ya ha pasado, no la siguiente. Y en ese error nos encontramos. Porque la regulación, desafortunadamente, no ataca el problema de origen, la represión financiera como instrumento para "forzar el crecimiento".

Los tipos se han bajado más de seiscientas veces en los últimos años. Los tipos cero o negativos no reducen el riesgo, lo aumentan. Si usted de verdad se cree que Alan Greenspan fue muy malo por bajar los tipos a uno por ciento y Bernanke o Yellen son muy buenos por bajarlos a cero, tenemos un problema de diagnóstico.

Si usted se cree que con Greenspan no había regulación, pero ahora sí, le han vendido la moto sin ruedas ni gasolina.

Si usted se cree la milonga de que Trichet "creó" la crisis europea por subir los tipos a -oh, calamidad- 1,5%, tenemos un problema de comportamiento burbujero.

Si usted se cree que hay crisis porque el sistema financiero crea dinero artificialmente, y que la solución es que se cree dinero artificialmente, pero por el gobierno, permítame que le venda la estatua de la libertad de Nueva York a un precio excepcional, por ser usted.

Pero hay riesgos más importantes. No hay ninguna cantidad de leyes o normas que controlen el riesgo que genera la falacia institucionalizada de que "la deuda pública no tiene riesgo". Y esa ridiculez es, por ejemplo, el pilar de la Unión Europea. Y afecta a los balances de los bancos, la composición de planes de pensiones y la percepción de todos los agentes económicos.

Prepararse para evitar la última crisis no soluciona la siguiente. Porque las crisis siempre se gestan en los activos que consideramos de bajo riesgo. Porque es imposible que se dé la acumulación de riesgo desproporcionado a menos que los agentes económicos, gobiernos y bancos centrales piensen que dicho riesgo no existe. De ahí las burbujas inmobiliarias, de bonos de supuesto bajo riesgo, de tecnológicas de crecimiento exponencial "asegurado", de infraestructuras "garantizadas", de activos subvencionados "sin riesgo"…

Por supuesto, usted podrá decir que se crean productos complejos que pueden tener mucho riesgo. Pero la raíz de esas bombas de relojería se encuentra en frases como "las casas nunca bajan", o "a largo plazo todo sube".

La regulación nunca suple la cultura financiera. Y ni siquiera la cultura financiera evita los errores.

La represión financiera está creando las bases de la próxima crisis. ¿No le aterra a usted que gobiernos, empresas y familias estén acostumbrados, como si fuera normal, a tipos negativos o del 1-2%? ¿No le aterra a usted que el mundo considere normal que se aumente la masa monetaria el doble que el crecimiento nominal?

Ningún grupo de miles de páginas ilegibles con miles de normas va a evitar que se cree un problema por exceso de riesgo… ¡cuando los tipos son NEGATIVOS!

¿Significa eso que no debe haber ninguna regulación? Para nada. La regulación debe ser eficaz, sencilla, fácil de implementar, comprensible, directa y -sobre todo- que facilite (FACILITE) la actividad económica sin intentar abarcarlo todo y prevenirlo todo, porque termina abarcando nada y previniendo menos.

En EEUU el partido republicano ya está en proceso de obligar a la Reserva Federal a seguir una ley de Taylor para evitar seguir perpetuando burbujas, pero hace falta mucho más. Dejar de pensar, por parte de gobiernos, bancos centrales, agentes económicos y reguladores, que dos más dos son veintidós y que es así porque lo dicen 80.000 páginas de normas.

Voy a romper una lanza a favor de los reguladores. Trabajan con lo que tienen delante y con lo que se les exige. No son ellos los que dictan la política monetaria o fiscal. Recuerdo una conversación con un buen amigo de un ente regulador que, ante el lanzamiento del último mega estímulo, me dijo "a ver ahora cómo contenemos este maremoto". "No podéis", le dije. No pudieron.

No lo duden, cuando salte el desequilibrio que genera la locura del gas monetario, les dirán -se lo garantizo- que fue un problema de "falta de regulación". Y que la solución es repetir (eso sí, con otro nombre, que suene muy técnico).

La mejor regulación la explicaban nuestros abuelos en dos frases. De donde no hay, no se puede sacar. Nadie da duros por pesetas.

– El CEO de JPMorgan convierte un club de directivos en un fuerte lobby empresarial (El Economista – 15/3/17)

(Por Bloomberg)

El máximo ejecutivo de JP Morgan, Jamie Dimon, está tratando de reconvertir un aburrido club de ejecutivos de alto nivel en un poderoso grupo de presión, aprovechando la agenda económica partidaria de las grandes compañías que mantiene la administración Trump.

Dimon asumió en enero la presidencia de The Business Roundtable, una agrupación de 200 dirigentes de empresa. En menos de tres meses está reorganizando la estructura interna, empezando por contratar como presidente de la mesa redonda a Joshua Bolten, ex jefe de gabinete de la Casa Blanca durante el gobierno del presidente George W. Bush. Dimon también ha fijado una agenda de trabajo centrada en solo tres prioridades: legislación tributaria, reforma de la regulación y gasto en infraestructura.

"Soy un patriota, quiero que a este país le vaya mejor", dijo Dimon en una entrevista. "La política pública es un área en la que no hemos hecho un buen trabajo. En vez de que los republicanos y los demócratas se acusen mutuamente, participemos, hablemos sobre las soluciones".

No es fácil

Esta semana, la mesa redonda tiene previsto celebrar su primera reunión en Washington desde que Dimon asumió su cargo. Los miembros se reunirán con legisladores y funcionarios del gobierno de Trump, incluidos el secretario de Comercio, Wilbur Ross, y el director de la Oficina de Administración y Presupuesto, Mick Mulvaney.

Puede que a Dimon no le resulte fácil revitalizar la mesa redonda, entre cuyos miembros se cuentan los responsables de compañías como 3M, General Electric y Visa.

Pese a que el hecho de que la asociación esté integrada exclusivamente por directores ejecutivos le es favorable, los ejecutivos a menudo han tenido dificultades para llegar a un consenso sobre cuestiones clave. El debate actual sobre si el Congreso debe aplicar un impuesto fronterizo a las importaciones, así como conceder exenciones fiscales a las exportaciones, es un ejemplo pertinente, porque enfrenta a los minoristas con los fabricantes.

Además, en el pasado la mesa redonda no se hizo famosa por participar en peleas legislativas de forma clara. No tiene un comité de acción política para dirigir las contribuciones a los legisladores ni da su apoyo a los candidatos, dos métodos probados para garantizar que la acción de lobby dé resultado y han sido utilizados con gran éxito por otras grandes agrupaciones empresariales como la Cámara de Comercio de los Estados Unidos.

Empresas vilipendiadas

Sin embargo, Dimon dijo que él y los demás ejecutivos ven una oportunidad que difícilmente merecía la pena aprovechar durante la presidencia de Barack Obama. "En los últimos ocho años, no oímos hablar en absoluto de una agenda de crecimiento", aseveró Dimon.

Otros ejecutivos parecen compartir la opinión de que el clima de negocios está mejorando. El martes, la mesa redonda publicó una encuesta económica trimestral a 141 CEOs que mostró que sus expectativas de ventas y contratación en los próximos seis meses han aumentado.

Dimon comparte gran parte del mensaje económico de Donald Trump y es miembro del consejo asesor de negocios del presidente. Este demócrata de toda la vida ha dicho que se sintió frustrado por opiniones que consideraba contrarias a las empresas y Wall Street que comenzaron a imponerse en el partido bajo el gobierno de Obama. Por ello, Dimon ha dicho recientemente que ya apenas puede considerarse a sí mismo un demócrata.

– El retraso en la agenda política de Trump frena la recompra de acciones en Wall Street (El Economista – 22/3/17)

(Por Carlos Simón García / José Luis de Haro)

Poco más de dos meses después de que Donald Trump tomara posesión oficialmente del cargo de Presidente de Estados Unidos, todavía existe una gran incertidumbre con respecto a si va a poder cumplir, o no, sus promesas electorales.

Más allá de las directivas dirigidas a frenar la inmigración, todavía no ha dado ningún paso en su programa económico. Los legisladores no tienen previsto ponerse manos a la obra con la bajada de impuestos hasta que se derogue y reemplace el Obamacare, un proceso que se postula más complicado de lo previsto. La administración Trump hablaba de tener un proyecto de ley sobre la mesa antes de agosto, pero en estos momentos el consenso no considera que esto ocurra hasta finales de este año o comienzos del que viene. De ahí, que Goldman haya rebajado sus perspectivas sobre recompras de acciones este año en EEUU.

Pero incluso si la reforma tributaria llegase a materializarse en los próximos meses y se obligara a las multinacionales a repatriar parte de los 1,2 billones en beneficios fuera del alcance del Tío Sam, el auge en las recompras no estaría garantizado. Savita Subramanian, estratega jefe de Bank of America Merrill Lynch, aclara en un análisis que si la mitad del dinero repatriado se destinase a recompras de acciones, el beneficio por acción del S&P 500 crecería un 3%, aproximadamente 4 dólares más.

En este sentido, la demora del Ejecutivo norteamericano en aplicar medidas concretas puede hacer que se retrasen, o incluso se reduzcan, las recompras de acciones previstas en el mercado americano, según explica Goldman Sachs. "En 2016, la demanda de acciones fue impulsada, sobre todo, por las compañías, que compraron títulos propios por un valor total de 584.000 millones de dólares" -según calcula el banco de inversión-, la segunda mayor cifra anual después de los casi 630.000 millones de dólares utilizados para estas adquisiciones en el año 2007, según datos históricos de Bloomberg -ver gráfico-.

Dicho esto, la tendencia a la baja desde comienzos del año pasado hace pensar que, quizás, muchas entidades no se planteen aumentar sus planes de recompra. "En lo que va de año los precios del S&P 500 han subido un 6% de media, mientras que desde el inicio de 2016 acumulan una revalorización del 19%, lo que significa que el gasto será mayor para evitar una dilución de beneficio por acción" avisa Howard Silverblatt, analista de S&P Dow Jones.

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Se reduce el optimismo

Así, las previsiones que manejaba Goldman Sachs a comienzos de año apuntaban a un total de 800.000 millones de dólares en estas operativas. Ahora, este optimismo se ha frenado hasta los 700.000 millones y, aunque de cumplirse seguiría siendo la mayor cifra de la historia, las estimaciones del banco de inversión en cuanto a demanda neta de acciones (compras y ventas agregadas) se reducirían en 9.000 millones con respecto a 2016 hasta los 200.000 millones de dólares.

Otras gestoras, como Natixis Global Asset Management, también hablaban de un récord en 2017. "La combinación de una rebaja en el impuesto de sociedades y una repatriación de beneficios en el extranjero ha reavivado las proyecciones", indicaban sus expertos en un informe a comienzos de año.

Una caída en las recompras, "podría hacer que Wall Street corrigiera los últimos avances a corto plazo", explica Martyn Hole, especialista de Inversiones de Capital Group, en una entrevista concedida a la revista de elEconomista Inversión a Fondo. "Una de las cosas que han apoyado el rally de EEUU han sido las recompras de acciones. Si esa tasa de recompra de acciones cae sería una mala noticia para el mercado porque guarda una correlación muy alta con el negocio de acciones", concluye el experto.

– Jay Clayton: El abogado de Goldman, a la SEC (Cinco Días – 24/3/17)

El candidato de Trump para presidir la Comisión puede enfrentarse a múltiples conflictos de intereses

(Por Carlos Gómez Abajo)

Dice que aprendió más en Main Street, en el mercado inmobiliario de un pueblo de Pensilvania, junto a su abuelo abogado, que en Wall Street. Pero su amplia experiencia con las empresas más importantes puede complicarle su mandato al frente de la SEC, por conflictos de intereses. A Jay Clayton, el candidato de Donald Trump para presidir la Comisión de Mercados y Valores de EE UU durante los próximos cuatro años, solo le falta el visto bueno del Senado.

Walter J. Jay Clayton III es un abogado especializado en fusiones y adquisiciones y en salidas a Bolsa. Es socio del bufete Sullivan & Cromwell, donde ha representado a firmas prominentes, incluida Goldman Sachs. Entre las OPV en las que ha trabajado, destaca la de Alibaba en 2014, la mayor de la historia (23.000 millones de euros).

Durante la crisis financiera 2007-2008, asesoró a Bear Stearns en su venta de liquidación a JPMorgan Chase, y a Barclays Capital en la compra de activos de Lehman Brothers después de la quiebra de esta. Según él mismo ha revelado a la Oficina de Ética Gubernamental de EEUU, también ha asesorado a Deutsche Bank, UBS, Volkswagen, SoftBank, The Weinstein Company y la farmacéutica Valeant. Varios de sus clientes estaban o están bajo investigación de la SEC.

Su nombramiento corre el riesgo de polarizar aún más la Comisión de Valores, compuesta ahora mismo por un republicano, Michael Piwowar (presidente en funciones) y una demócrata, Kara Stein. El mandato de esta expira en junio, y dado que los otros tres puestos están libres, la SEC podría quedarse pronto con un solo comisionado, lo cual podría facilitar las cosas a Clayton, señala la analista de Reuters Gina Chon.

A falta de que se ocupen todas las vacantes, con el nombramiento de Clayton habrá mayoría republicana de 2 a 1, pero el futuro presidente tendrá que autorecusarse durante un año cuando haya que tomar decisiones sobre sus ex clientes, por lo que habrá votaciones que acaben empatadas y por tanto bloqueadas.

La anterior presidenta, Mary Jo White, tuvo que autorecusarse en 48 ocasiones, lo cual provocó algunos bloqueos que duraron meses. La SEC también ha ido retrasando una revisión de la estructura del mercado para garantizar que el sistema no esté manipulado a favor de los traders de alta frecuencia, y ha sido el regulador más lento en desarrollar la normativa prevista en la ley de estabilidad financiera Dodd-Frank. A White, que igual que Clayton provenía de fuera de Washington, le resultó difícil manejarse con los partidos, incluido el Demócrata, que la nombró.

El nominado compareció el jueves ante la Comisión de Banca, Vivienda y Asuntos Urbanos del Senado. Afirmó que no sería blando con los malos comportamientos financieros. "Estoy comprometido al 100% con erradicar cualquier tipo de fraude y prácticas oscuras de nuestro sistema", dijo. "Reconozco que eso socava la confianza ganada con tanto esfuerzo y que es esencial para el funcionamiento eficiente de nuestros mercados de capital".

Su experiencia en el sector público se reduce al periodo 1993-95, en que trabajó con Marvin Katz, juez del Tribunal del Distrito Este de Pensilvania. La importancia de servir al Estado, dijo, la aprendió a las seis semanas de nacer, cuando su padre partió a la Guerra de Vietnam como subteniente, y él se mudó con su madre al pueblo natal de esta, Lykens (Pensilvania), de 2.000 habitantes. Su abuelo Pat Kerwin era un pequeño abogado local, especializado en el sector inmobiliario.

Hasta ahora su sueldo era de 7 millones de euros anuales, y su patrimonio familiar supera los 46 millones. Conoció muy joven a su esposa, Gretchen, con la que lleva casado 25 años, y con la que tiene tres hijos: Jasper (14 años), Wyatt (13) y Haley (12). Gretchen Clayton renunciará a su puesto de trabajo cuando su marido sea confirmado para la SEC, según ha anunciado él. El motivo: es gestora de patrimonio en Goldman Sachs.

El senador demócrata de la Comisión de Banca Sherrod Brown criticó el jueves que Trump haya elegido a varios ex miembros del banco de inversión para los puestos clave de la gestión económica, como el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin. Asimismo, recordó que en algunos casos los hedge funds, han trasladado puestos de trabajo al extranjero, tras tomar el control de compañías estadounidenses.

Los conflictos de intereses centraron la comparecencia, en la que casi ni se abordaron asuntos clave que tiene pendientes la SEC, como establecer un estándar fiduciario para el asesoramiento a la inversión minorista. También tendrá que decidir si da una moratoria para el cumplimiento de la norma de diferencia salarial, que obliga a las compañías a publicar la ratio de los sueldos entre los ejecutivos y los empleados rasos, y que está en vigor desde enero.

Igual que muchos de los candidatos de Trump, Clayton también tiene vínculos con Rusia, aunque aparentemente pequeños. La senadora demócrata Catherine Cortez Masto, integrante de la Comisión de Banca, ha expresado su preocupación por que el nominado representó a la telefónica sueca TeliaSonera en su acuerdo con el empresario ruso Mikhail Fridman, dueño de la teleco Altimo, para combinar las participaciones de ambas compañías en MegaFon, también rusa.

El aspirante trabajó cinco años en Europa, ocupándose de operaciones que afectaban a una docena de países, entre ellos Francia y Alemania. De eso aprendió, dijo el jueves ante los senadores, que EEUU "es, de hecho, el mejor país de todos".

La Comisión Bancaria del Senado, compuesta por 12 republicanos y 11 demócratas, votará el nombramiento en las próximas semanas (en fecha aún por confirmar). Lo normal es que el resultado sea positivo, pero en caso de que no fuera así, Clayton tendría otra oportunidad en el pleno de la cámara, en el que debería obtener mayoría de síes entre sus 100 senadores, de los cuales 52 son republicanos (el partido del presidente Trump).

Si lo consigue, el nieto del abogado podrá aplicar en la capital de Occidente lo que aprendió en la calle Mayor.

– Trump pone fin a las regulaciones que "matan empleos" y anuncia una "revolución energética" (Gaceta.es – 28/3/17)

El presidente de EEUU, Donald Trump, ha firmado una orden ejecutiva con la que quiere empezar a desmantelar las políticas medioambientales y el legado contra el cambio climático de su predecesor en la Casa Blanca, Barack Obama.

Una pieza clave del decreto de Trump, firmado en la sede de la Agencia de Protección Medioambiental (EPA, en inglés) en Washington, es que elimina el requisito de que las agencias del Gobierno federal consideren el impacto para el cambio climático en su toma de decisiones. La orden de Trump también pide revisar y reescribir las directrices del Plan de Energía Limpia de Obama, lanzado en 2015 con la meta de que Estados Unidos reduzca para 2030 en un 32% las emisiones de carbono de las centrales eléctricas con respecto a los niveles de 2005.

Testigo de cargo (antes de antes: a verlas venir)

Monografias.com

Marx decía que la historia se repite la primera vez como tragedia (2008 y la mayor crisis desde 1929) y la segunda como farsa (2017 y Donald Trump).

En un Paper anterior – "¿Existe alguna terapia de choque contra la crisis? ¿Y para prevenir las futuras? Deconstruyendo los discursos oficiales" (Parte I), publicado el 15/9/09, decía:

Esperando a Godot: El G-20 y los demás… (De la Cumbre al precipicio)

(…)

– ¿Hacia dónde caminan las finanzas de EEUU? (The Wall Street Journal – 6/4/09)

Si el dinero y el crédito son las partes más vitales de la economía, las finanzas son su sistema cardiovascular. Cuando este sistema falla, como lo hizo tras el colapso de Lehman Brothers en septiembre pasado, los resultados pueden ser catastróficos. A fines de marzo, The Wall Street Journal reunió a cerca de 100 de las mentes más brillantes de las finanzas para debatir no sólo cómo reanimar el sistema financiero global, sino cómo se puede reconstruirlo de manera que sea posible evitar los vertiginosos excesos y rotundos fracasos registrados en la década pasada. El grupo consideró decenas de principios con base en los cuales el nuevo sistema financiero podría ser construido y, al final, adoptó 20 que considera más importantes. A continuación, un vistazo a esas recomendaciones y algunos extractos de charlas de la conferencia.

Un llamado a la acción

Veinte principios para reconstruir el sistema financiero desarrollados por los participantes de la conferencia "El Futuro de las Finanzas", de The Wall Street Journal.

1. Fortalecer los estándares de financiación:

Los equipos de gestión de los bancos y los supervisores del sector financiero son los encargados de que los bancos cumplan los estándares mínimos de financiación, basados en la capacidad de los deudores de utilizar sus ingresos para pagar deuda. Hay que extender la autoridad de los supervisores más allá de los bancos para también abarcar a los corredores hipotecarios y otros agentes bancarios.

2. Apuntalar a la FDIC:

El gobierno debe fortalecer las facultades de la Corporación Federal de Seguros de Depósitos (FDIC) y proveerle fondos adicionales y flexibilidad para que pueda manejar el creciente número de quiebras de bancos.

3. Reforma regulatoria:

Hay que racionalizar la arquitectura regulatoria de modo que haya una vigilancia más efectiva y consistente de los servicios financieros y que ponga fin al arbitraje regulatorio. Mejorar la efectividad de las autoridades financieras. Ofrecerles una mejor capacitación, salario, estatus y más recursos. Experiencia específica en la industria es deseable. Se necesita que pasen por pruebas constantes, licenciamiento y perfeccionamiento frecuente.

4. Nueva entidad de compensación:

Es necesario crear una entidad de compensación que mejore la transparencia de los contratos estandarizados de seguros contra cesaciones de pagos, incluyendo los de empresas específicas e índices. La entidad también se extendería al financiamiento a un día y canjes de tasas de interés.

5. Aumentar los requisitos de capital:

Los emisores de seguros contra cesaciones de pago deben hacer frente a requisitos más altos de capital. Los bancos muy involucrados en los seguros contra cesaciones de pagos deberían pagar una comisión adicional por concentración de riesgo.

6. Fortalecer el colateral:

Hay que fortalecer las garantías que se exigen a los derivados que no se negocian en bolsas para proteger el sistema.

7. Titularización más inteligente:

Hay que mejorar la transparencia en la titularización, reforzar los estándares de suscripción, exigir que todas las partes en una transacción arriesguen algo. Hay que crear estándares significativos de transparencia de los flujos financieros en todos los instrumentos y hacer que la información esté disponible y se pueda acceder a ella fácilmente.

8. Reformar las agencias de calificación de riesgo:

Hay que eliminar el estatus especial de las agencias de calificación de riesgo. Reformar la estructura de pagos para alinear mejor los incentivos de modo que sean remuneradas conforme a la precisión de sus calificaciones.

9. Un sistema regulatorio consistente:

Hay que incluir a las entidades no bancarias en la regulación y exigirles que provean información al regulador del sistema. La supervisión debe basarse en el riesgo. La información relacionada a las firmas debe ría ser privada y sólo la información general debería ser pública.

10. Limitar el apalancamiento:

Hay que limitar el endeudamiento de las instituciones financieras grandes e importantes para el sistema y aumentar los requisitos de capital para ciertos productos.

11. Hay que dejar que el capital del TARP sea pagado:

Hay que hacer que los reguladores declaren en forma explícita las condiciones para pagar los fondos provenientes del Programa de Alivio de Activos en Problemas (TARP, por su sigla en inglés).

12. Compensación de los ejecutivos:

Hay que restringir las remuneraciones de los ejecutivos en las empresas donde el gobierno tiene una participación.

13. Transparencia antes de la regulación:

El regulador del riesgo sistémico debe exigir a todas las firmas que primero provean información. La regulación debería limitarse sólo a las empresas que presenten un riesgo sistémico. El regulador debería divulgar públicamente la liquidez y la concentración de riesgo en varias industrias.

14. Transparencia de precios y volúmenes:

La industria financiera debe publicar la información de precios y volúmenes en los derivados que no se transan en bolsa.

15. La Fed debe ser el regulador del riesgo sistémico:

La Reserva Federal de EEUU debería ser el regulador del riesgo sistémico de las entidades no bancarias. Es importante que la agencia de vigilancia sea independiente y apolítica.

16. Velar por el éxito de las sociedades público-privadas:

Para elevar las probabilidades de que el programa de inversión público-privada funcione, el gobierno de EEUU debe reconocer que muchos son renuentes a vender estos activos debido al impacto en sus resultados. Los reguladores deben tener discreción sobre los requisitos de capital y la flexibilidad contable.

17. Normas contables:

Hay que tener un conjunto sensato de reglas que reflejen el valor de la divulgación de datos financieros y los propósitos de capital.

18. Nueva autoridad que administre las entidades no bancarias en quiebra:

Hay que crear un modelo similar a la FDIC para deshacerse de instituciones no bancarias que presenten riesgos al sistema y adoptar estándares globales que determine cómo se debe tratar distintas clases de acreedores.

19. Auditores que exijan parámetros consistentes de valoración de activos:

Hay que estimular la revelación de discrepancias en la valoración de activos. Los auditores podrían supervisar la disparidad de precios entre distintos clientes.

20. Límite a los embargos:

Hay que adoptar medidas más eficientes para limitar las ejecuciones hipotecarias a través de la reducción del principal e intereses. Exigir que los bancos identifiquen potenciales deudores en problemas.

– Los mayores desafíos, según Paul Volcker (The Wall Street Journal – 6/4/09)

Las sugerencias son una cosa. Pero ¿qué piensan de ellas algunas de las personas que en última instancia elaboran las políticas gubernamentales?

Para averiguarlo, consultamos a Paul A. Volcker, presidente de la Junta de Asesores sobre la Recuperación Económica de la Casa Blanca y ex presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos. A continuación, algunos extractos de su relato, en primera persona:

"He estado involucrado y pensando en estos problemas por bastante tiempo, y me ha impactado el grado de acuerdo -o apariencia de acuerdo- entre los distintos comités, privados y del gobierno, que han estudiado la cuestión.

Todo el mundo está preocupado sobre el problema del riesgo sistémico y quién debería ser el regulador del sistema, además de los problemas de transparencia, la contabilidad de los impuestos, las agencias de calificación de riesgo y la infraestructura para liquidar activos. Y parece que estamos listos para redactar la nueva ley de regulación del sistema financiero. Hay un gran impulso para conseguir que esto se realice.

Sin embargo, detrás del supuesto consenso sobre los temas generales de la reforma, hay mucho desacuerdo, sobre los principios e incluso sobre los detalles. Así que existe mucha presión política para conseguir resultados rápidamente, mientras el tema está candente.

Creo que, simplificando, hay dos direcciones generales que se pueden tomar. Una estaba representada por un alto ejecutivo de un gran banco discutiendo la reforma regulatoria. Dijo que debemos encarar el asunto de esta manera: Ahora somos todos fondos de cobertura, así que hay que regular a todo el mundo de manera similar. Hay temas relativos al apalancamiento, al capital, a la liquidez, pero no hay que distinguir las instituciones con nombres propios.

La otra manera de considerar la cuestión, que yo favorezco, es que, sí hay distinciones que legítimamente se deberían hacer, no sólo por razones institucionales sino también históricas, y dado las reglas del sistema que tenemos en la actualidad. Se trata de una visión centrada en los bancos, aceptando que los bancos comerciales van a ser el punto neurálgico de cualquier sistema. Están siendo regulados, vamos a seguir regulándolos. Podemos mejorar esa regulación. Esas instituciones tienen la responsabilidad fiduciaria de servir al público, a sus clientes, a las empresas, a los gobiernos. Esa es su misión, y también son la base de la infraestructura del sistema.

El resto del sistema es lo que llamo un sistema de mercados de capital. No considero que forme parte del núcleo del sistema. Pueden ser importantes, innovadores, flexibles, pero la implicación es que no necesitan ser regulados tanto como el sistema bancario. La transparencia es importante. Si una de esas instituciones crece y pasa a ser importante sistémicamente, tal vez debamos regularlas mediante requisitos de capital. De otra forma, no creo que debiera haber ninguna presunción de que el gobierno las va a rescatar.

Todo el mundo desea un regulador del riesgo sistémico, pero hay muchas preguntas que necesitan respuesta. Espero que nos tomemos el tiempo para generar algún tipo de consenso sobre cuál deber ser el marco regulatorio general del sistema y qué principios individuales deben ser insertados en ese marco".

– Diez mandamientos para evitar otro "cisne negro" Expansión – 7/4/09)

(Por Nicholas Taleb – Financial Times)

Nicholas Taleb, autor del libro "El Cisne Negro" da diez recomendaciones para eliminar el riesgo de que en el futuro que se produzcan crisis financieras y económicas como la actual.

1. Lo que es frágil debe romperse cuando todavía es pequeño. Nada debería convertirse en algo demasiado grande para no poder quebrar. La evolución de la vida económica favorece a aquellos que tienen la máxima cantidad de riesgos ocultos -y en consecuencia, los más frágiles- a convertirse en los más grandes.

2. No se deben socializar las pérdidas y privatizar los beneficios. Cualquier cosa que necesite ser rescatada, debe ser nacionalizada. Cualquier cosa que no necesite un rescate debe ser libre, pequeña y capaz de soportar riesgos. Hemos conseguido combinar lo peor del capitalismo y lo peor del socialismo. En Francia, en los ochenta, los socialistas tomaron los bancos. En EEUU, en la primera década del 2000, los bancos tomaron el Gobierno. Es surrealista.

3. La gente que ha conducido a ciegas un bus escolar (y ha tenido un accidente) nunca debería volver a conducir otro autobús. El establishment económico (universidades, reguladores, banqueros centrales, miembros de gobiernos, varias organizaciones repletas de economistas) han perdido su legitimidad tras el fiasco del sistema. Es irresponsable y estúpido volver a confiar en la habilidad de estos expertos para sacarnos del problema. En su lugar, debemos buscar gente inteligente con las manos limpias.

4. No dejar que alguien que tenga un bonus por incentivos gestione una planta nuclear -o su riesgo financiero. Lo más probable es que elimine cualquier atisbo de seguridad para mostrarle que hay "beneficios", mientras afirma a la vez que su estrategia es "conservadora". Los bonus no incorporan los riesgos ocultos de las grandes quiebras. Es la asimetría del sistema de bonus la que nos lleva ahí. No hay incentivos sin desincentivos: el capitalismo se basa en premios y castigos, no solamente en premios.

5. Contrarrestar la complejidad con simplicidad. La complejidad de la globalización y la interconectada vida económica necesita ser contrarrestada por la simplicidad de los productos financieros. La complejidad económica es en sí misma una forma de apalancamiento: el apalancamiento de la eficiencia. Estos sistemas complejos sobreviven gracias a la indisciplina y la redundancia; añadir deuda genera un peligroso y salvaje giro que no deja ningún margen para el error. El capitalismo no puede evitar las modas pasajeras ni las burbujas: las burbujas de la bolsa (como la de 2000) han resultado ser moderadas; las burbujas de deuda, son viciosas.

6. No des a los niños cartuchos de dinamita, ni siquiera si esos cartuchos llevan advertencias. Los derivados complejos deben ser prohibidos porque nadie los entiende y muy pocos de ellos son suficientemente racionales para conocerlos bien. Los ciudadanos deben protegerse de sí mismos, de los banqueros que les venden productos para cubrirse de riesgos, y de crédulos reguladores que escuchan a economistas teóricos.

7. Sólo los esquemas Ponzi deben depender de la confianza. Los Gobiernos no deberían necesitas nunca "restablecer la confianza". Los rumores que se suceden en cascada son producto de los sistemas complejos. Los Gobiernos no pueden parar los rumores. Simplemente debemos estar en condiciones de desmentir esos rumores y encararlos con solidez.

8. No dar más drogas a un drogadicto si tiene el síndrome de abstinencia. Usar el apalancamiento para curar los problemas de demasiado apalancamiento no es homeopatía, es negación. La crisis crediticia no es un problema temporal. Es estructural. Necesitamos rehabilitaciones.

9. Los ciudadanos no deberían depender de activos financieros o de consejos "potencialmente erróneos" de expertos para su jubilación. La vida económica debería desfinancializarse. Deberíamos aprender a no usar los mercados como almacenes de valor: los mercados no ofrecen las certezas que necesitan los ciudadanos normales. Los ciudadanos deben preocuparse por sus propios negocios (que pueden controlar) y no por sus inversiones (que están fuera de su control).

10. Hacer la tortilla una vez que el huevo esté roto. Finalmente, la crisis no puede arreglarse con pequeñas reparaciones, no más de lo que un barco con el casco roto puede arreglarse con pequeños parches. Necesitamos reconstruir el caco con nuevos y materiales más fuertes; debemos rehacer el sistema antes de que el sistema se rehaga a sí mismo. Debemos ir al capitalismo 2.0 de forma voluntaria, permitiendo que lo que debe romperse se rompa sólo, convirtiendo deuda en acciones, marginando al establishment de la economía y las escuelas de negocios, liquidando el premio Nobel de Economía, prohibiendo las compras apalancadas de compañías (leveraged buy outs), poniendo a los banqueros a hacer lo que debería ser su trabajo, recuperando los bonus de aquellos que nos han llevado donde estamos, y enseñando a la gente a navegar en un mundo con menos certezas.

Entonces veremos que nuestra vida ecológica se acerca a nuestro entorno biológico: compañías más pequeñas, una ecología más diversa y no apalancamiento. Un mundo en el que los emprendedores, no los banqueros, asumen los riesgos y en que las compañías nacen y mueren todos los días sin necesidad de ser noticia.

En otras palabras, un lugar más resistente a los cisnes negros.

En un Paper anterior – "Animal Spirits: "Historias" de ayer… y de hoy. ¿Aprendemos algo de las crisis? ¿Estamos mal, pero vamos mejor? La farsa continúa" (Parte I), publicado el 17/1/11, decía:

(…)

– El factor Volcker entra en escena (El Confidencial – 6/2/10)

Al actual presidente de la Fed le etiquetaron como "helicóptero Bernanke" en 2002 después de afirmar que si fuese necesario echaría dinero a la población desde el cielo con tal de combatir la deflación. Paul Volcker derribaría tal aeronave monetaria si tuviese poder para hacerlo.

El ex presidente de la Reserva Federal en los años 80 y antecesor de Alan Greenspan representa a la mano de hierro de la política monetaria, más cercano a las tesis ortodoxas y restrictivas del Bundesbank, que a la fiesta de tipos bajos y dinero gratis desencadenada por sus sucesores en la última década.

Paul Volcker, de 82 años y dos metros de altura, es el as en la manga de Barack Obama para dominar con mano férrea al Wall Street de la postcrisis. "Si quieren guerra, la tendrán", vino a decir el actual presidente de EEUU a los bancos en fechas recientes.

Un giro populista en su discurso que pretende sembrar el camino para una de las reformas bancarias más ambiciosas de la historia del país. El veterano banquero pretende resucitar la Ley Glass-Steagall, que en los años 30 separó a bancos de inversión y comerciales tras la profunda crisis de 1929.

Se trata de una medida que ya fue activada en pleno maremoto de finales de 2008 para Goldman Sachs y Morgan Stanley, permitiéndoles incorporar depósitos a su balance y reforzar su cartera de depositarios. Volcker es fiel a la ley de lo sencillo en el negocio bancario: las entidades deben intermediar, dar crédito, guardar los depósitos y ayudar a invertir a los clientes. No más.

Y por ello no tardó acusar a la banca de comportamientos poco adecuados. "Los bancos no pueden comportarse como hedge funds", dijo. La denominada ley Volcker pretende impedir, entre otras cosas, que los bancos usen a sus propios clientes como escudo de inversión (proprietary trading) en los mercados, apostando a la contra y logrando beneficios por cuenta propia sin apenas riesgos.

Se trata de una práctica que señala con el dedo, según la prensa estadounidense, a las cinco grandes instituciones financieras que quedan en pie: Goldman Sachs, Morgan Stanley, Bank of America, JPMorgan y Citigroup. Wall Street, al completo. Y la ley Volcker podría dinamitar la capacidad de inversión de los grandes bancos de negocios estadounidenses. Un desafío casi imposible, pero Paul el Alto ya se ha enfrentado a otros molinos en el pasado.

El tipo que detuvo domó a la inflación y generó una recesión

El octogenario asesor de Obama llega a la primera línea de la crisis financiera con una huella tras de sí. Los estadounidenses de más de 40 años recuerdan como los tipos de interés y el coste de financiación se disparó cuando él manejó las riendas de los tipos hasta niveles históricos, desde el 10% al 20%.

Lo hizo para contener la espiral inflacionista generada durante la crisis energética y el boom de los precios del petróleo de los años 70. Se convirtió en el hombre capaz de domar y susurrar a uno de los monstruos económicos más temidos, la inflación.

Ocupó la presidencia de la Reserva Federal bajo los mandatos del demócrata Jimmy Carter y el republicano Ronald Reagan, que confiaron en él para dirigir las riendas de la política monetaria del país entre 1979 y 1987.

Fue un periodo complicado, tanto o más que el actual. Consiguió combatir la estanflación –crecimiento económico cero e inflación por las nubes- que se había apoderado de la economía de los Estados Unidos a finales de los 70.

Limitó el suministro de dinero a los mercados y llevó a cabo una agresiva política de subidas de tipos de interés elevando las tasas hasta niveles históricamente altos. Su mano dura le permitió rebajar la inflación al 3,2% en 1983. El efecto inicial de ese movimiento fue el estrangulamiento económico. Arrastró al país a una recesión, disparó la tasa de desempleo y condenó al fracaso el intento de reelección de Carter.

Fue vilipendiado por haber causado una de las peores recesiones desde la Gran Depresión y posteriormente fue laureado por su espectacular asalto a la escalada de precios. Al mismo tiempo que la economía se resquebrajaba, Volcker allanó el terreno para un amplio periodo alcista en los mercados y pasó a los libros de historia como el tipo grande, de los tipos altos y una dura disciplina. Otro héroe del firmamento económico.

– El mayor defensor de Wall Street (The Wall Street Journal – 8/4/10)

James Dimon, máximo ejecutivo de J.P. Morgan, ataca la reforma financiera y la demonización de la banca

(Por Robin Sidel y Damian Paletta)

En momentos en que la reforma financiera entra en la recta final en el Congreso de Estados Unidos, muchos ejecutivos de la banca, que han sido blanco de los ataques de Washington contra Wall Street, han optado por mantener un perfil bajo.

James Dimon, presidente de J.P. Morgan Chase & Co., no es uno de ellos. Dimon ha emprendido durante el último año una campaña para bloquear las iniciativas orientadas a restringir las ganancias de la banca, reforzar la protección de los consumidores e imponer una serie de nuevos cobros.

El año pasado, J.P. Morgan fue el banco que destinó más dinero a hacer lobby, US$ 6,2 millones, y Dimon ha visitado asiduamente los pasillos del Congreso. El ejecutivo dice que las nuevas regulaciones podrían forzar a J.P. Morgan a otorgar menos tarjetas de crédito y aumentar las tarifas para los usuarios. Incluso tildó una medida dirigida a los bancos de "antiestadounidense".

Su postura representa un vuelco comparado con los primeros días de la crisis, cuando Dimon se transformó en uno de los mayores aliados de Washington. Dimon, que ha sido demócrata toda su vida, persuadió al resto de Wall Street para que respaldaran el rescate del gobierno del presidente George W. Bush y afirmó que aceptar la inyección de US$ 25.000 millones en fondos fiscales, parte del Programa de Alivio de Activos en Problemas (TARP), era un deber patriótico.

Sin embargo, cuando el jefe de gabinete de la Casa Blanca, Rahm Emanuel, llamó a William Daley, un alto ejecutivo de J.P. Morgan y ex secretario de Comercio, para solicitar el respaldo del banco para la creación de una nueva agencia de protección al consumidor, Daley se lo negó, según fuentes al tanto de la conversación. Sería perjudicial para los negocios, dijo a modo de justificación.

En un almuerzo realizado hace poco en la Casa Blanca entre el presidente Barack Obama y un pequeño grupo de ejecutivos, Dimon, de 54 años, se quejó de que la retórica del gobierno contra los bancos no era "útil", porque desmoralizaba a las empresas y los empleados, según una persona al tanto.

El desdén de Dimon hacia el proceso político ha estado creciendo desde hace un tiempo. El año pasado, se mostró irritado por las nuevas reglas del Tesoro que le exigían a los bancos recaudar capital fresco antes de abandonar el TARP. Durante una conferencia en Nueva York en junio, Dimon leyó en voz alta una carta ficticia para el secretario del Tesoro, Timothy Geithner, en el que decía: "Querido Timmy, estamos felices de devolver los US$ 25.000 millones que nos prestaron. Esperamos que hayan disfrutado la experiencia tanto como nosotros".

En una reciente entrevista en el piso 48 de la remodelada sede de J.P. Morgan en Park Avenue, en Manhattan, Dimon mostró pocas señales de dar un paso atrás. "El amplio e incesante envilecimiento de la industria bancaria no es justo y es perjudicial", aseveró. "Castigar a industrias enteras, hayan sido imprudentes o no, simplemente no es la forma de hacer las cosas".

Varios operadores políticos aseguran que están cansados de las críticas de Dimon y lo consideran como otro banquero más de la élite de Nueva York que busca resguardar sus intereses. Algunos recalcan que J.P. Morgan fue uno de los mayores beneficiados de la crisis financiera, cuando compró a precios de liquidación la firma de valores Bear Stearns Cos. Inc. y el banco Washington Mutual Inc.

El representante demócrata de California Brad Sherman, quien integra el Comité de Servicios Financieros de la Cámara de Representantes, recalcó que J.P. Morgan se beneficia de su "capacidad de generar admiración y temor y la creencia de que el mundo se acabará si no se les da el gusto".

A diferencia de la mayoría de los grandes bancos de Wall Street, J.P. Morgan salió de la crisis relativamente ileso, lo que le da a su jefe una especie de plataforma para plantear su postura. El segundo banco de EEUU por activos no necesitó un rescate gubernamental, como Bank of America Corp. o Citigroup Inc., esquivó en gran medida el oprobio dirigido al banco de inversión Goldman Sachs Group Inc. y no estuvo muy involucrado en el negocio de hipotecas de alto riesgo, o subprime.

Dimon insiste que trata de hacer críticas constructivas y espera que sus aportes ayuden a los legisladores. Además, no está en contra de todas las propuestas. Respalda, por ejemplo, la idea de que los reguladores deben tener la capacidad de desmantelar una institución al borde de la bancarrota. Fuentes cercanas indican que Dimon apoya al gobierno de Obama, pero que algunos aspectos de la reforma financiera lo tomaron por sorpresa.

J.P. Morgan, cuyas ganancias del año pasado alcanzaron los US$ 11.730 millones, calcula que la ley de tarjetas de crédito promulgada en febrero le costará hasta US$ 750 millones anuales en ingresos perdidos y costos de implementación. El banco también podría perder US$ 500 millones como consecuencia de las nuevas restricciones sobre las multas por sobregiros de cuentas corrientes.

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De aprobarse, el actual proyecto de ley del Senado le costaría a J.P. Morgan miles de millones de dólares adicionales en comisiones y pérdidas en negocios con altos márgenes de ganancias. El banco tendría que contribuir a un fondo para cubrir futuros colapsos financieros, pagar tarifas más altas a los reguladores bancarios, posiblemente vender o escindir divisiones de corretaje y mantener más reservas de efectivo para respaldar ciertos complejos instrumentos financieros. La legislación también anularía actuales normas y permitiría a los fiscales generales de los estados demandar a los bancos si estiman que se han violado los derechos de los consumidores.

Según fuentes cercanas, Dimon se molesta cuando los legisladores colocan a J.P. Morgan en el mismo saco que los bancos que estuvieron al borde del colapso. Además, detesta ser comparado con el presidente de Goldman Sachs, Lloyd Blankfein, quien ha sido criticado por hacer oídos sordos al sentimiento populista contra los bancos. "Si la gente no está de acuerdo con nosotros o no nos cree en ciertos temas, esa es su prerrogativa", dice Dimon. "Pero el que seamos un banco no quiere decir, por sí solo, que estemos equivocados".

En enero, el presidente Barack Obama propuso gravar a los bancos como una forma de resarcir a los contribuyentes que perdieron dinero con el TARP. Dimon atacó duramente el plan y sugirió que J.P. Morgan traspasaría a los usuarios los costos adicionales. "Utilizar la política tributaria para castigar a las personas es una mala idea", señaló ante un grupo de periodistas.

La semana pasada, Dimon prosiguió su ofensiva cuando envió la carta anual a los accionistas de J.P. Morgan. La misiva, de 36 páginas, elogió la reacción inicial del gobierno frente a la crisis pero, al aludir a la reforma financiera, advirtió que es fundamental "provea resguardos importantes sin alterar innecesariamente la salud de todo el sistema financiero".

Dimon explica que sus escaramuzas con el gobierno y los legisladores son parte de su trabajo. No obstante, al hablar recientemente frente a un grupo de inversionistas de J.P. Morgan reconoció que los conflictos "duelen un poco".

– La regulación financiera según Paul Volcker (The Wall Street Journal – 21/5/10)

El ex presidente de la Fed explica su filosofía sobre cuáles instituciones son demasiado grandes para quebrar y cuáles no

(Por Bob Davis)

Al ex presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos Paul Volcker le gustan las tareas difíciles. Como titular del banco central estadounidense entre 1979 y 1987, controló la inflación al elevar las tasas de interés a 20%, y soportó duras críticas cuando la economía se hundió en una recesión.

Desde entonces, ha investigado sobre corrupción en las Naciones Unidas y el Banco Mundial, y ha descubierto decenas de miles de cuentas bancarias en Suiza que podrían haber pertenecido a víctimas del Holocausto. A los 82 años, este imponente economista asumió otro gran trabajo: reformar la regulación del sistema bancario global, incluida la incorporación de la llamada regla Volcker, que limitaría las capacidades de los bancos de poseer fondos de cobertura y realizar operaciones de corretaje con recursos propios.

Volcker conversó con The Wall Street Journal antes de que la controversia sobre Goldman Sachs dominara los titulares. Esta es una transcripción editada.

WSJ: ¿Por qué es tan importante prohibir que los bancos realicen operaciones de corretaje con sus propios fondos o que posean fondos de cobertura o firmas de inversión de capital privado?

Volcker: El problema subyacente que tenemos es este tema de ser "demasiado grande para quebrar". ¿Cómo lidiamos con eso?

Podemos por lo menos comenzar por decir: "No salvemos a todos". Quiero trazar una distinción entre las (instituciones) que están dentro de la "red de seguridad" y están allí desde hace años -los bancos más grandes- porque la justificación es que proveen funciones esenciales. Pero no quiero extender la red de seguridad -que se traduce en acceso a préstamos de la Reserva Federal y también seguros para los depósitos- como fue extendida en el punto más álgido de la crisis, a bancos de inversión, a AIG y a General Electric. La idea es que si uno se mete en problemas -problemas que significan la quiebra- y no es un banco, no será rescatado.

WSJ: ¿Cómo describiría sus opiniones sobre el sistema bancario frente a las de sus críticos?

Volcker: Los bancos brindan un servicio importante, cuya continuidad debe ser protegida, y los demás deberían estar en el mercado arreglándoselas por su cuenta. La filosofía rival por estos días, para decirlo con simpleza, es que todo el mundo es un fondo de cobertura. De ser así, lo único que importa es cuán grandes son, o cuán interconectados están. Y entonces lo que se hace es regularlos a todos por el tamaño…

WSJ: Entonces, ¿la idea detrás de la filosofía rival es que todas las instituciones financieras son reguladas según su tamaño y su interconexión, sean o no bancos?

Volcker: Sí, aunque quizás no todas sean reguladas porque quizás sean demasiado pequeñas para molestarse.

Pero creo que incluso en ese caso, se vuelve in poco incoherente porque todos los bancos serán regulados. Todos concuerdan en que todos los bancos, sin importar su tamaño, serán regulados.

Pero los defensores de esta filosofía básica no llegan al punto de decir que un pequeño fondo de cobertura será regulado o cada pequeño fondo de inversión será regulado. Dicen que los más grandes son todos tratados por igual y, desde esa perspectiva, los únicos que importan, para ser un poco cínico, son los más grandes.

WSJ: ¿Cuál es el problema en ese caso?

Volcker: El problema es que o protege demasiado o muy poco. Vuelvo a mi primer principio, que los bancos desempeñan una función que históricamente ha sido protegida y que creo que aún necesita ser protegida. Y no quiero extender la protección a quienes no son considerados esenciales para el funcionamiento de la economía.

Ahora, se puede decir eso que Goldman Sachs (que operaba como una casa de inversión antes de solicitar una licencia bancaria durante la crisis financiera) es tan esencial para el funcionamiento de la economía como J.P. Morgan. Yo no lo creo, pero ese es el argumento. Atravesamos un período… en el cual, en el medio de la crisis, por razones que son entendibles bajo las circunstancias, los directores fueron protegidos, los acreedores fueron protegidos y, hasta cierto punto, los accionistas fueron protegidos debido al temor a un contagio. Comprendo ese temor, pero dejó un poco de incertidumbre sobre quién iba a ser protegido y quién no. Así que intento echar un poco de luz sobre eso.

WSJ: ¿Los cambios de regulación financiera global deben ser implementados desde el Grupo de los 20?

Volcker: Creo que se pone más peso sobre el G-20 de lo que quizás pueda soportar. Pero en esta área en particular… creo que es el foro lógico si se busca un acuerdo más amplio.

Y espero que el apoyo trascienda la llamada regla Volcker y abarque una autoridad de resolución más clara [y otras medidas]. El G-20 es sólo un medio para reunir a la gente.

En un Paper anterior – ""Business as usual…" (demasiado grandes para acatar la ley)", publicado el 15/4/11, decía:

El "testamento en vida" de Helicopter Ben: más escándalos a la vuelta de la esquina

Septiembre de 2010. A dos años del colapso de Lehman Brothers, nada ha cambiado en lo fundamental. Los antiguos titanes de la banca siguen haciendo el trabajo de Dios

(…)

EEUU contra Goldman Sachs

– Simon Johnson: Goldman Sachs: Demasiado grande para acatar la ley (El Economista – 22/4/10)

(Por Simon Johnson)

A corto plazo, Goldman Sachs tiene poco que temer. Tiene las espaldas cubiertas y rebatirá las alegaciones sobre Fab con uñas y dientes. Resolver el caso, a través de todas las fases de apelaciones, llevará muchos años.

El anuncio del viernes afectó muy negativamente a la percepción del mercado del valor de franquicia de Goldman, en parte porque lo que se le acusa de hacer a clientes confiados es tan desagradable. Sin embargo, como un analista de Bank of America ha recalcado, el importe en dólares de esta alegación en concreto es pequeño comparado con el negocio global de Goldman y, francamente, su posición de mercado es tan fuerte que la mayoría de los clientes echa en falta alternativas plausibles.

La acción principal, como es obvio, es el posible ensanchamiento de la investigación. Es probable que incluya a más operaciones de Goldman y de otros grandes bancos. Se presume que la mayoría ha participado en actividades al menos vagamente paralelas, aunque el grado exacto de la ocultación de datos materiales adversos se supone haber variado.

Dos congresistas ya han establecido conexiones, con toda la razón, con el rescate de AIG (¿cuánto fue necesario por operaciones fundamentalmente fraudulentas?), Gordon Brown echa más leña (una oveja legisladora tratando de enfundarse el traje de lobo para las elecciones del 6 de mayo) y el Gobierno alemán estaría encantado de culpar a otros de los problemas de gobernancia de sus propios bancos (como IKB).

Bancos demasiado grandes

Sin embargo, mientras la Casa Blanca inspecciona el campo de batalla y considera la opción más ventajosa, un factor impera. Cualquier persecución de Goldman y otros a través de nuestro sistema jurídico aumenta la incertidumbre y podría incluso provocar una campaña política en el banco.

Y, como sin duda Jamie Dimon (el elocuente y muy bien conectado jefe de JP Morgan) habrá explicado al secretario del Tesoro, Tim Geithner, este fin de semana, demonizar a nuestros grandes bancos de esa manera minará la recuperación económica y podría debilitar la estabilidad financiera en todo el mundo.

Los argumentos de Dimon son válidos, dada nuestra estructura financiera y eso es, precisamente, lo que le hace tan peligroso. Nuestros principales bancos, en efecto, han crecido demasiado como para tener que rendir cuentas ante la ley.

En un tono más positivo, el Gobierno sigue despertándose de su profundo sopor en cuestiones bancarias, al menos a cierto nivel. Como Michael Barr contó recientemente, "la intensidad, ferocidad y repugnancia de los grupos de presión en el sector financiero ha empeorado. Es más intensa".

Hay preocupación por la toma de Wall Street. No obstante, en la cima misma de la Casa Blanca sigue existiendo la ilusión, o al menos existía a mediados de la semana pasada, de que los grandes bancos no son demasiado poderosos políticamente. Empresarios inteligentes ha sido la última frase poco afortunada de Obama (se refería a Dimon y Lloyd Blankfein, director de Goldman). Al fin y al cabo, dicen algunos, los concesionarios de coches son tan poderosos por lo menos como los fabricantes, por lo que si desguazamos los grandes bancos, el lobby financiero resultante podría ser aún más fuerte.

Pero eso erra en el punto principal, con el que el senador Kaufman nos machacará sin duda esta semana: hay fraude en el corazón de Wall Street. Y sólo podemos pedir cuentas a las empresas, tanto en términos políticos como jurídicos, si no son demasiado grandes.

Los bancos ante la justicia

Es mucho más difícil demandar a un gran banco y ganar (pregunte a su abogado favorito). Los grandes bancos pueden aferrarse a sus clientes con más facilidad pese a tratarles obviamente como carne de cañón (júntese con la gente que gestiona su pensión). Los grandes bancos gastan cantidades disparatadas en hacer presión política, incluso después de haber sido salvados por el Gobierno.

Cuando queremos de verdad llevar a los mega-bancos a los tribunales, y hemos encontrado la teoría legal correcta y unas líneas de investigación convincentes, ellos amenazarán con hundirse o, simplemente, contraer el crédito.

Ningún concesionario de automóviles tiene ese poder. Ninguna asociación de ahorro y crédito aguantaría en último término contra la fuerza de la ley -casi 2.000 quebraron y unas 1.000 personas acabaron en la cárcel tras el fraude financiero galopante de los 80-. No conviene exagerar de hasta qué punto disponemos de igualdad ante la ley en Estados Unidos porque el comportamiento y la inmunidad de facto de los grandes bancos siguen fuera de control.

Los grandes bancos se comportarían mejor sólo cuando y si sus directivos se enfrentaran a sentencias penales creíbles, y eso no ocurrirá mientras que los bancos mantengan su tamaño actual.

Por fortuna, no hay ninguna evidencia de la necesidad de que los bancos mantengan su tamaño actual. Desguacemos los grandes bancos antes de que hagan más daño.

(Simon Johnson, profesor del Instituto Peterson y de la Escuela de Administración Sloan del MIT, ex director del dpto. de Estudios del FMI)

El Gigantesco Calamar Vampiro tranquiliza al "cardumen" (cadena de favores)

– Goldman lucha por salvar sus vínculos gubernamentales (Expansión – 23/4/10)

(Por Financial Times)

Goldman Sachs ha dado un paso poco usual: escribir a los departamentos de asuntos gubernamentales de los bancos rivales europeos asegurándoles que las acusaciones de fraude presentadas la semana pasada contra ellos por la Comisión del Mercado de Valores estadounidense (SEC) son "completamente infundadas en base tanto a la ley como a los hechos".

No están claras las razones de que precisamente Goldman considerase necesario "contactar" con otros bancos. Pero la carta muestra el interés que tiene la entidad en proteger su franquicia gubernamental en Europa.

Reino Unido

Aunque los vínculos con el Gobierno británico no son tan importantes como en EEUU, sí que existen conexiones significativas. Gavyn Davies, ex economista jefe de Goldman y socio principal, está casado con una de las asesoras de mayor confianza de Gordon Brown, Due Nye. Paul Deighton, ex director de operaciones de Goldman en Europa preside en la actualidad el London Operating Committee of the Olympic Games (LOCOG), el organismo privado que organizará la cita deportiva de 2012.

Sin embargo, en términos de negocio real, Goldman tiene menor presencia que algunos de sus rivales europeos. La última gran operación que asesoró fue el colapso de Northern Rock, que finalmente fue nacionalizado al no encontrarse un comprador.

Fuentes próximas a ese proceso aseguran que hubo más que rencor por el intento del banco de asegurarse unos honorarios multimillonarios por el éxito de la operación, pese al hecho de que el Gobierno se viera obligado a asumir el control total de la entidad hipotecaria. "Fue una borrasca sobre una relación, de lo contrario, buena", explicó una persona familiarizada con la situación.

Tras conocerse las acusaciones de la SEC, Brown, el primer ministro británico, y Alistair Darling, el ministro de Economía, se han apresurado a asegurar que Goldman no asesora en la actualidad al Tesoro. Brown ha llegado incluso al extremo de acusar a Goldman de "quiebra moral", aunque su Administración se ha negado a poner a la firma formalmente en la lista negra gubernamental. Según los datos de Bloomberg, en 2009, Goldman ayudó a gestionar tres ventas de títulos del Estado y trabajó en una operación de bonos por valor de 2.000 millones de dólares (1.498 millones de euros) del Banco de Inglaterra para financiar sus reservas de divisas extranjeras.

Alemania

Desde que Goldman ayudase a privatizar antiguos activos de la Alemania del Este en los años 90, y pese a que Deutsche Bank pueda ser el asesor habitual, el banco ha trabajado con los sucesivos gobiernos de Berlín. Se cree que Alexander Dibelius, el responsable de Goldman en Alemania, tiene excelentes contactos en el ministerio de Finanzas y en la oficina de la canciller, Angela Merkel.

Goldman ha estructurado complejos acuerdos de financiación para ayudar al Gobierno a equilibrar los balances y ha jugado un importante papel asesorando a los bancos alemanes sobre privatizaciones como la venta de acciones de Deutsche Telekom.

Las autoridades alemanas señalan que Goldman también es un socio fundamental tanto para la agencia federal de financiación de la deuda como para el banco estatal KfW. "Sería difícil trabajar de pronto sin ellos", explicó una de ellas.

Sin embargo, las acusaciones contra el banco estadounidense ya le han costado su relación con BayernLB, el banco regional alemán propiedad del gobierno de Bavaria. "En nuestras deliberaciones llegamos a la conclusión de que si las acusaciones del regulador de la bolsa estadounidense son ciertas, el contribuyente alemán habría sido seriamente perjudicado", explicó Gerd Häusler, el consejero delegado de BayernLB.

Italia

En Italia, Goldman cuenta con uno de sus ex alumnos más poderoso de Europa. El gobernador del Banco de Italia, Mario Draghi fue vicepresidente y director gerente de Goldman Sachs en Londres entre 2002 y 2005. También ocupa el cargo de presidente del Consejo de Estabilidad Financiera y es miembro del consejo de gobierno del Banco Central Europeo.

Goldman, que también presume de haber sido ex asesor político de Romano Prodi, fue acusado de "controlar Italia". El escándalo por la investigación de la SEC ha reavivado en parte esas especulaciones. Sin embargo, según señalan importantes banqueros de Milán, el nombramiento de Draghi no ha facilitado necesariamente la relación de Goldman con el Gobierno de Silvio Berlusconi. Su trato público con Giulio Tremonti, el ministro de Economía italiano, ha sido fría.

El banco realizó una operación relativamente reciente para el Gobierno italiano -una emisión de bonos en 2008-. Pero no aparece en la lista de bancos extranjeros implicados en los escándalos de Parmalat y, más recientemente, la venta de derivados a las autoridades locales italianas.

Sin embargo, tras el escándalo por la elaboración de Goldman de swap de crédito para Grecia, el banco fue obligado a decir que Draghi no tenía "responsabilidad alguna" en cualquier operación de swap realizada por Goldman para Grecia.

Grecia

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