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Digresiones acerca de la novela de César Brañas: Las guarias de febrero (página 5)




Enviado por Ariel Batres V.



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6

En página 56 Brañas hace recordar al lector que aún
persisten en el medio guatemalteco reminiscencias coloniales, que más
de alguien se siente con el orgullo de casta, inexistente por cierto pero
que prevalece en la mentalidad de quienes piensan que ellos todavía
son los nobles del país y que el resto de la población les debe
pleitesía, sobre todo si se es blanco viviendo en un medio rural. En
efecto, en dicha página el personaje Alfonso llega a la plaza de la
finca y observa a los mozos, indios, que holgazanean en sus alrededores.

"Le molestan en el acto los corrillos de rancheros que se apartan
respetuosos abriéndole sitio para que pase: no es que lo repudien,
hasta eso sería grato porque obligaría a pensar, sino que establecen
con servilismo innata distancia de casta, que Alfonso quisiera ahogar ahora
repentinamente."

Nótese que de hecho, Brañas duda que los indios tengan
claridad de pensamiento, que puedan desdeñar a alguien pues esta acción
mental implica de suyo cierto ejercicio intelectual que ellos no consiguen
realizar.

Si de falso orgullo de casta se trata, en página 80 Brañas
insiste sobre este aspecto, al describir el sinfín de cosas que se
venden en el mercado del pueblo en día domingo, donde a la par de frutas,
verduras, ropa y telas, también se ofrece lo que el denomina como el
ripio o residuos (ñaque) de objetos inservibles o innecesarios, fútiles,
cual espejitos españoles que los indios toman como algo nunca visto,
lo que permite al autor intercalar algunos puntos de la historia de Guatemala:

"peines, tijeras, broches, abigarrado ñaque, evocador de
aquellas páginas candorosas de las Crónicas del Descubrimiento,
en que descubridores y primeros conquistadores se adueñaban de opulentos
tesoros, territorios y mujeres en canje de esas brillantes futesas sin entidad
ninguna, que fascinaban y subyugaban a las aguerridas tribus… ¡Influencia
inextirpable, de tan hondas raigambres en la psicología de las nuevas
nacionalidades de tronco hispanicoindio, que los siglos no logran amenguar!
La patria todavía se da, por unas cuantas baratijas y unas hermosas
palabras elocuentes…"

Sin embargo, pareciera que las inquietudes de César Brañas
a favor de la discusión sobre la situación del indio no se queda
en los planteamientos acotados de su novela de 1921, toda vez que en 1936,
desde las páginas de El Imparcial invita a los escritores
de la Generación del 20 a participar en la discusión, entre
quienes sobresalen: Ramón Aceña Durán, José Arzú,
Epaminondas Quintana, Carlos Wyld Ospina, Antonio Goubaud Carrera y Carlos
Samayoa Chinchilla, éstos dos últimos contrincantes de Aceña
Durán.

Como quien no quiere la cosa y manifestando hasta indiferencia por
la temática indígena, en su correspondencia con Ramón
Aceña Durán sobre el origen de los artículos que cada
uno de los mencionados publicó en el transcurso de 1936 y principios
de 1937, le confiesa que servirán como entretención:

"«Me he prometido escribir acerca de la regeneración del
indio, pues aquí ya hay muchos que discuten el asunto, tal vez alguien
estuviera dispuesto a sostener conmigo, una correspondencia publicable, sobre
tópicos de interés sin interés para el periódico,
que entretendría a la gente». El Imparcial, 4 de octubre de 1936. Col.
César Brañas."169

Así como Brañas manifiesta en su novela ideas que en
el actual siglo XXI se consideran racistas, Wyld Ospina expresa similar forma
de pensamiento; como que el primero le hubiese dictado, no obstante ser nueve
años menor en edad:

"Pero sobre todo, y antes que enseñar al indio, por la
fuerza, el alfabeto castellano, librarlo de sus enfermedades y sus vicios,
y habituarlo a practicar la higiene -esa

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169 Casáus Arzú, Marta; De la incógnita del
indio al indio como sombra: el debate de la antropología guatemalteca
en torno al indio y la nación, 1921-1938
. España: Revista
de Indias, 2005, vol. LXV, núm. 234. Pág. 386.

moderna conquista de las ciencias médicas, mucho más
valiosa que la terapéutica. De otro modo resulta ridículo hablar
de cultura intelectual de masas de población palúdicas, envenenadas
por el alcohol y cubiertas de miseria…"170

Wyld Ospina es muy claro y abierto al expresar su opinión en
cuanto al paternalismo con que se trata a los indios, toda vez que dicho trato
sólo restringe su capacidad para el trabajo, que es lo que realmente
interesa a este autor:

"Hay anomalías irritantes que pasan en Guatemala por hechos
normales. Se vive compadeciendo al indio por sus miserias reales e imaginaria,
y nadie se ha cuidado de comparar el rendimiento de trabajo de cualquier obrero
industrial, que labora de ocho a diez horas diarias, y paga casa, manutención,
trajes de materiales importados, zapatos, etcétera, en resumen que
es un consumidor, y el mozo que no paga nada, que consume en proporción
irrisoria y que trabaja menos de ocho horas al día (y en algunas regiones
solamente seis meses al año), ocupado en menesteres mecánicos,
rutinarios y manuales. Claro está que de todo ello no tiene la culpa
el indio sino nosotros, sus dominadores mestizos."171

Posición similar sostiene Brañas, en cuanto a no sólo
pensar y condolerse de los más pobres, cuando se refiere a la "clase
media", al reclamar en 1946:

"Se duelen todos, sincera o insinceramente, de la suerte del proletario,
y olvidan o ignoran las tragedias, las desventuras, el crujir de dientes,
del hombre medio; empleado, oficinista, profesional o intelectual sin recursos,
atenido a ingresos escatimados o eventuales y con una fe ansiosa, perpetuamente
defraudada, en la maga Lotería."172

  • Sobre las condiciones de vida de los trabajadores en una finca

César Brañas combina el análisis del alcoholismo
como problema, con el examen de las condiciones de vida de los trabajadores
o campesinos en general, no de los indios en particular, de quienes menciona
en páginas 17 a 20 sus costumbres sincréticas y paganas, su
poco interés en el matrimonio civil y eclesiástico, la suciedad
en que viven. En páginas 20 a 23 describe la infraestructura de la
finca "La Perla", irónicamente señalada como en la
que mejor vivía la gente en toda la región de la Costa Sur,
con su ranchería, plaza con edificios principales, mercado dominical,
iglesia y una tienda.

"Luego, filas irregulares de ranchos, de torvos ranchos en que
la vida campesina se envilece y se contrae, se hace miserable y negra! (…)
Las paredes de los ranchos estaban formadas por palos entrejuntos, asegurados
por bejucos, dejando paso libre

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170 Wyld Ospina, Carlos; El autócrata. Ensayo
político-social
. Op. Cit., página 231.

171 Idem., página 233.

172 Aceña Durán, Ramón; Itinerario.
Con Prólogo de César Brañas. Op. Cit. página
82.

a los afilados y malignos aires portadores de la pulmonía,
de la tos ferina, de los lamentos temerosos de las almas en pena." (página
21).

"Las mujeres van vestidas de desechos, de ropas remendadas, haraposas,
enaguas de indiana, blusas de manga corta abullonada, que aún llaman
de güicoy, delantal de hilo negro y rojo o rojo y azul, de los telares
de Antigua y la capital. (…) Cerca de estas mujeres, un rebaño de hijos,
de cuatro, de tres, de dos años, aparte del que cuelga y se agarra
a los pechos magros, succionando leches de desventura; estallan en gritos,
pelean, se arrastran por el suelo, constelados de niguas los dedos de los
pies, comiendo tierra, que les bombea el vientre uncinariácico… Los
hombres, rudos, vestidos de manta o de lona, en calzoncillos y camisa, cuando
no enseñan el lustroso torso de cobre regado de sudor, o con chaquetas
de imitación, decoloradas y cortas, pobre manufactura de chinos (…)
Los pies callosos, de destrozadas uñas, calzan caites o huarachas.
Teces tostadas y atezadas, la mirada perdida y mansa de bueyes resignados,
torva a ratos. Un machete, instrumentos, arma y emblema.

Algunos, naturalmente, no ofrecen todo ese detalle de la miseria; hay
un grupo de rancheros acomodados -relativamente- en toda finca, y en La Perla
no podía faltar; son los rancheros que ganan más, los pocos
que saben leer, los evangelistas que abandonaron vicios y supersticiones,
los vaqueros y caporales, los que hacen pequeños negocios, reventas
de alcohol o de carne, los que poseen algunos terneros y marranos, y, en fin,
los que tienen alguna hija hermosa que haya gustado a un empleado, o al patrón.
Estos viven un poco mejor, visten y se alimentan más decentemente,
presumen de beber mejores licores, arman fiestas en sus ranchos, reciben las
posadas por navidad…" (Páginas 22 y 23).

En página 37 el autor anota el conocimiento que don Ángel
tenía de las miserias y costumbres de las gentes de la finca.

Si las condiciones en la finca "La Perla" son como las describe
Brañas en 1921, cuando el país recién había salido
del tirano Manuel Estrada Cabrera, para 1943 no han cambiado un ápice,
tal como se refleja en la finca "Potomatán" de la novela
Amanecer, escrita por el hondureño Ramón Amaya-Amador,
ambientada en el departamento de San Marcos, en época del dictador
Jorge Ubico:

"En los tugurios de las peonadas las fogatas de ocote daban luz
rojiza. En el ambiente saturado de humo el aire se enrarecía con la
mezcla caótica de los olores de las podredumbres, de los humores de
hombres y mujeres, de perros y "coches", de las suciedades dispersas
en los patios. Menos que viviendas para seres humanos, eran antros pestilentes,
húmedos, donde acechaban los microbios y reinaba impúdica concupiscencia.
En aquella promiscuidad se abrazaban íntimamente la miseria, la ignorancia
y la muerte. Aquellos ranchos, que de lejos daban un tinte pintoresco a los
paisajes de Potomatán, eran en sí antesalas del cementerio,
escenario de la más cruel

tragedia vivida en pleno siglo XX por aquella clase, la más
inferior y numerosa de las clases en que se dividía la sociedad guatemalteca.
Allí agonizaban los subhombres en una noche sin aurora, en una noche
inmisericorde sólo interrumpida por el eco ancho de un silencio de
servidumbre, explotación y abandono."173

"Sobre aquella tierra la iniquidad era pauta de vida; la iniquidad
y el crimen. Tanto más hondos cuanto más civilizados se conceptuaban
los amos de los feudos y latifundios y cuanta más vanidad pavoneaban
en las grandes urbes del país o del extranjero jactándose de
nobles, de cultos y de católicos.

Los campesinos nunca pensaban en estas cosas debido a su ignorancia
estimulada por los patrones; sufrían y morían sin una protesta
y sin un signo de inteligente comprensión de sus destinos humanos en
la sociedad. No pensaban porque, como máquinas, como animales irracionales,
tenían amos que pensaban por ellos. De ahí que fuera extraordinario
que un siervo intentara pensar bajo aquella inicua explotación."174

¿Quién era el dueño de la finca "Potomatán"?
Amaya-Amador describe la situación típica en 1943 y en la actualidad,
donde el dueño es descendiente de algún propietario con fuertes
raíces en su abolengo colonial, el que para mantenerlo no vacila en
coludirse con el poder gobernante y religioso, en este caso representado por
don Leopoldo Fuentesanta (qué apellido tan contradictorio para las
condiciones en qué mantenía a sus mozos indios y ladinos):

"La familia Fuentesanta se enorgullecía de tener pergaminos
amarillentos que acreditaban su aristocracia; por ello en Guatemala eran de
los más encumbrados en el mundo social. Los Fuentesanta contaban con
ilustres personalidades en la política, en el ejército, en el
clero. Obispos, generales y hombres públicos habían llevado
su apellido. Desde los tiempos en que los conservadores armaron al pastor
de "coches" Rafael Carrera para lanzar al general Francisco Morazán
de la presidencia de la Federación de Centroamérica, hasta el
último "hijo predilecto de Guatemala", don Jorge Ubico, pasando
por Estrada Cabrera y similares, los Fuentesanta habían disfrutado
de su aristocrática posición, tomando parte activa en la vida
pública del país y obtenido todos los privilegios que tal condición
requería, aun cuando tuvieran que saltar como saltimbanquis, del cachurequismo
al liberalismo, cuantas veces fuera necesario a sus intereses feudales.

Por eso don Leopoldo era miembro prominente en el gobierno dictatorial
del General, y amigo íntimo que entraba al palacio sin pedir audiencia.
Los burócratas se inclinaban a su paso o al de sus automóviles
que lucían su elegancia por las principales rúas de la capital.
Tuteaba al gobernante, y tanta era la amistad entre ambos, que en todas las
aventuras amorosas del jefe de Estado, su confidente era el amo de Potomatán.
Otra manifestación de los fuertes lazos entre los dos personajes, era,
y el pueblo solía

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173 Amaya-Amador, Ramón; Amanecer. Op. Cit.,
página 23.

174 Idem., página 25.

comentarlo en voz baja para no indisponerse con el régimen,
que cuando don Jorge estaba de mal humor llamaba especialmente a don Leopoldo
para darle de bofetadas y quitarse así la neurastenia y la iracundia."175

Según se aprecia, existen fuertes similitudes entre las dos
fincas de ambas novelas; "La Perla" y "Potomatán".
Las condiciones de los mozos colonos son paupérrimas, las enfermedades
se ceban sobre los mismos y al patrón no le interesa ni se preocupa
por mejorarlas, allá ellos como salen; si mueren, habrán miles
que los sustituyan por un mísero mendrugo. Las familias propietarias
de los latifundios gozan y lucen su abolengo, aunque en el caso de la novela
de Brañas, la madre de los personajes principales e incestuosos – Antonio
y Audelia- es una noble venida a menos, por no decir la pariente pobre del
dueño de la finca, tío de ambos.

Cabrá responderse si en la actualidad las condiciones laborales
continúan igual en las fincas guatemaltecas. Por lo menos en lo que
a las bananeras se refiere, quien esto escribe sí percibió cambios
positivos en un conjunto de 15 fincas visitadas en la Costa Sur de Guatemala,
en diciembre de 2008; como que la Responsabilidad Social Empresarial sí
ha calado un poco, y sirve para limpiar conciencias. Empero, debe reconocerse
que aún se encontraron verdaderas "bestias humanas": jóvenes
de 18 a 25 años, jalando un carromato colocado sobre rieles, de aproximadamente
una tonelada, con su propia fuerza, colocándose un enorme lazo atado
a la frente o en los hombros, para tirar de él y llevar dicho carro
a un lugar distante dos kilómetros. Al preguntar el por qué
no se utilizaban métodos modernos, la respuesta fue simple: así
se ha hecho siempre, para qué gastar en maquinaria motorizada.

Para Brañas, la patria del presente, en su novela escrita en
1921, es una apesadumbrada República donde campean los vicios y la
ignorancia, herencia de empresas ferrocarrileras, bananeras y madereras, de
capital extranjero para más señas, que convinieron con don Manuel
en tristes y mal recordados beneplácitos mutuos:

"¡Triste república temblante de paludismo y robo,
de analfabetismo y alcohol, que siente sobre el corazón la plancha
de plomo de compañías explotadoras que la convirtieron en factoría
y colonia, dejándola exhausta de todo, hasta de dignidad…; que siente
sobre su cabeza perdida en las selvas bajas del Petén el vuelo de pesadilla
de aves voraces, agoreras y agresoras; que se siente circuida por un cinturón
de codicias, de avaricias, de sordideces, de monstruosas gulas, tajada en
concesiones, envilecida en chanchullos, vendida e ignorante, fanfarrona y
vacua, sin un alma firme, desligada de la Tradición y falta de ideales
perdido el pasado ingrato y sin que sus brazos delirantes, flácidos
e inermes pudieran asirse al porvenir! "Memoria

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175 Idem., páginas 34 a 35.

casi olvidada, patria para siempre perdida"… ¡Dulce,
adorable patria!…" (Página 71).

Sin decirlo, Brañas describe la serie de futilezas que se venden
a los indios en un día domingo de mercado en la finca y recordando
la historia de la conquista, sentencia en página 80: "La patria
todavía se da, por unas cuantas baratijas y unas hermosas palabras
elocuentes…" Las baratijas podría ser en referencia a los escasos
beneficios que obtenía el país como producto de las concesiones
y contratos leoninos que las empresas extranjeras, sobre todo norteamericanas,
celebraron en época de don Manuel Estrada Cabrera, y las hermosas palabras
elocuentes, a la demagogia que disfrazada de democracia se vivía en
tiempos del gobierno de don Carlos Herrera, que corresponde al período
en que se insertan los sucesos narrados en la novela.

Interesante resulta acotar que Wyld Ospina, nueve años mayor
que Brañas, introduce en el último capítulo de El
Autócrata
, parte de un texto escrito por el "vigoroso y sutil
escritor, de la nueva generación guatemalteca", así describe
a Brañas, cuando se refiere al aspecto económico del país.
Esto es, da valor a las ideas de un joven, que le sirven para reforzar su
propia opinión acerca no sólo de lo negativo que resultaban
las concesiones de tierras, transportes y ferrocarriles al capital extranjero,
sino para enfatizar acerca de los principales problemas económicos
del país en el período de gobierno del general José María
Orellana, cuyo antecedente inmediato lo sitúa en las graciosas concesiones
otorgadas por Manuel Estrada Cabrera, y los impuestos que no se atrevió
a establecer Carlos Herrera, pues afectaban al capital extranjero.

El texto de un joven y vigoroso Brañas, de quien Wyld no indica
su procedencia, es como sigue (los puntos suspensivos son de Brañas):

"… Conforme este siglo concluye,176 se produce un doble fenómeno
que ha de tener en la vida ulterior de Guatemala, consecuencias imprevisibles
hoy sino oscuramente: la pérdida de la fe -no solo de la fe teológica
que decae en un descreimiento indiferente y en una afectada religiosidad-
sino la fe moral, algo muy hondo del alma del pueblo… por una parte, y por
la otra, la absorción de la propiedad de la tierra por los extranjeros,
fenómeno tan patente y de índole tan realista, generador de
una serie gravísima de problemas, que es de los dos que advertimos,
el único que se ha estudiado con más detenimiento y hondura…

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176 Debiera decir: avanza, puesto que posiblemente fue escrito por
Brañas entre 1926 y 1927, años reportados por Wyld en página
15 de El Autócrata, como constancia del tiempo que invirtió
en componerla.

Como no se tiene a mano el texto completo de Brañas, tomado
por Wyld para transcribir la cita anterior, pudiera considerarse también
que el párrafo se inserta como parte de algún comentario de
Brañas respecto al ocaso del siglo XIX y de la situación económica
que se vivía en tiempos de Estrada Cabrera, que para fines de dicho
siglo recién iniciaba su gobierno que concluyó hasta 1920.

… Por ninguna parte, la preocupación de los problemas primarios,
que otros países resolvieron hace cincuenta años, cuando
se hallaban en condiciones como las nuestras, si no peores
…".177

Al comparar este texto de Brañas, con respecto a lo que escribió
en la novela que aquí se reseña (página 71), se aprecia
que lo apuntado en 1921 y editado en 1926, no difiere en su esencia con el
texto publicado entre 1926 y 1927, transcrito por Wyld. En ambos pasajes Brañas
es consistente con su crítica a las concesiones otorgadas al capital
extranjero; empero, como su novela no es un estudio económico, no podía
extenderse en el asunto. Será Wyld quien sí lo haga en el capítulo
final de El Autócrata, intitulado "El aspecto económico",
de quien se toman algunos párrafos para ubicar al lector en cuanto
a qué pudo haber dicho Brañas, pero que por razones de estructura
de su novela no podía ni siquiera esbozar con detenimiento; tales parágrafos
permiten establecer no sólo algunos antecedentes de dichas concesiones,
sino el estado de situación del país para la época en
que se ubica la trama de la novela de Brañas.

Según Carlos Wyld Ospina en El Autócrata:

"Quien posee la tierra es dueño del país. Esto resulta
particularmente cierto en naciones como las de América Central, donde
la única industria de importancia es la agrícola.

Si nuestros gobiernos hubiesen practicado alguna vez una política
razonable, ella debió ser agraria. El cultivo de la tierra y la defensa
de la propiedad territorial serían los dos términos fundamentales
de esa política, y entre los dos, la preferencia habría de darse
al segundo.

(…)

Enajenar la tierra al capital extraño, radicado fuera del país,
equivale a perderla. Esa pérdida coloca al nativo en calidad de extranjero
en su patria misma.

(…)

La absorción y el monopolio de vías y medios de comunicación
de los organismos bancarios e industriales, etcétera, son un simple
corolario de la posesión de la tierra por el capitalismo extranjero.
Los ferrocarriles centroamericanos son yanquis porque empresas de esta nacionalidad
poseen enormes plantaciones bananeras en todo el istmo, explotan yacimientos
mineros y avizoran la aparición del petróleo en nuestras tierras.
La navegación por los ríos, lagos y mares centroamericanos sufre
el dominio de yanquis y alemanes, porque éstos necesitan de tan importantes
comunicaciones para extraer del país el banano, las maderas, el chicle,
los minerales y el café que, en su mayor parte, es suyo… y que se va
y no vuelve sino convertido en nuevo capital, destinado a ensanchar e intensificar
el predominio económico del hombre extraño, ya sea en forma
de inversiones raíces o en la de mercaderías que su comercio
hará aceptar, al precio que le plazca, a los consumidores guatemaltecos…

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177 Wyld Ospina, Carlos; El autócrata. Ensayo
político-social
. Op. Cit., página 221.

Con arreglo a estos métodos infalibles de la moderna conquista
económica, se exprimen las riquezas del suelo centroamericano (…) sin
que el centroamericano logre más que arañar algunas migajas,
en forma de ridículos impuestos fiscales y compensaciones que son el
plato de lentejas de la imprevisión nacional.

(…)

En tiempos del gobierno de Herrera se habló de crear el impuesto
sobre la renta, el income tax de los anglosajones. No pudo pasarse
a más porque el capitalismo de todos los matices se opuso. Existen
en el país inmensos latifundios, inexplorados en su mayor extensión
(…) Pues bien: se pensó en emitir una ley por la cual aquellas inmensidades
incultas pagasen al fisco un impuesto mínimo. (…) Tampoco fue posible
realizar tan benéfico proyecto: el omnipotente capitalismo, dentro
el cual figuraba el propio presidente Herrera, puso su veto inapelable.

(…)

En resumen, la estadística oficial misma nos entera de que las
tierras cultivadas de Guatemala pertenecen a firmas extranjeras en un 75 a
80 por ciento de su totalidad.

Y quien posee la tierra será dueño del país.
(…)

Nuestros ferrocarriles, es decir, los de una compañía
extranjera que posee la casi totalidad de las vías férreas centroamericanas,
son los más caros del mundo, a no dudarlo, pues con tarifas un poco
más altas, tendrían que hacer el tráfico sin carga, y
únicamente para solaz de turistas millonarios.

(…)

La rapidez de la distribución, que debe aparejar necesariamente
la baratura del transporte, es aquí, como se ve, inútil en lo
tocante a las vías férreas, por la firma de cuyos contratos
de construcción o explotación se han cubierto de gloria nuestros
presidentes, desde el general Barrios hasta don Chema Orellana.

Para hacer execrable la memoria de Estrada Cabrera, como gobernante,
bastaría el contrato que celebró con referencia al ferrocarril
del Atlántico.

(…)

La conclusión resulta negativa: impuestos crecidos; autoridades
poco amigas del agricultor; jornaleros insuficientes; población rural
abatida por los flagelos tropicales; rendimiento mínimo del trabajo
manual; fletes ferroviarios que matan en germen las utilidades del comercio
guatemalteco, y transportes interiores anticuados y escasos; sistemas de cultivar
contraintensivos e ineficaces; y finalmente, descuido,

por parte del Estado, de los intereses generales de la agricultura,
que es lo mismo que decir de la producción, y por tanto, de la riqueza
nacional."178

Interesante resulta comparar lo escrito por Brañas y Wyld acerca
de las concesiones de tierra para la producción de banano y tendido
de línea férrea, y a la vez insertar algunos párrafos
de Virgilio Rodríguez Beteta (1885-1967), historiador, diplomático
y escritor, el que en su estudio y crónica No es guerra de hermanos
sino de bananos
(1969), hace

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178 Idem., extracto de páginas 225 a 237.

referencia al mismo asunto, pero trasladándolo al campo de las
relaciones internacionales, toda vez que por las diferencias y feroz competencia
entre dos empresas bananeras, norteamericanas, la United Fruit Company (UFCO)
que operaba en Guatemala y con extensas tierras en Honduras, y la Cuyamel
Fruit Company (solo en Honduras), se originó un serio asunto relacionado
con los límites territoriales en la frontera de ambos países,
el que en febrero de 1928 estuvo a punto de convertirse en una guerra de hermanos,
siendo que el origen fue por la guerra económica entre las dos empresas.

En su calidad de diplomático y embajador de Guatemala en Honduras
(septiembre de 1927 a mayo de 1928), Virgilio Rodríguez Beteta tuvo
que hacer frente a dicha situación; es más, con tal objeto fue
designado al cargo por el entonces Presidente, general Lázaro Chacón
(26 septiembre 1926 – 12 diciembre 1930). En Honduras existía una fuerte
propaganda en los periódicos, financiada y exacerbada por la Cuyamel,
en contra de Guatemala, señalándose que ésta última
pretendía apropiarse de la franja del río Motagua donde se asentaba
la población de Chachagualilla. En sentido inverso, Guatemala reclamaba
que el territorio en disputa era propio, desde tiempos de la colonia y a raíz
de la independencia de Centroamérica.

El quid del problema residía en que la UFCO poseía
en Guatemala amplias concesiones de tierra para la siembra de banano, mayores
en extensión y calidad que las que tenía la Cuyamel en Honduras,
razón por la cual ésta solicitó al Gobierno de Guatemala
que se le diera una concesión en Chachagualilla; al negársele,
promovió la construcción de una línea férrea sobre
territorio de Guatemala (para un tranvía argumentaba, pero en realidad
era para un ferrocarril), así como la invasión de dicha área
por campesinos hondureños, a quienes después compraría
la tierra. ¿Cómo la compraría si los invasores no podrían
alegar propiedad alguna? Sencillamente promoviendo que el litigio entre ambos
países se dirimiera por medio del arbitraje del Departamento de Estado,
de Estados Unidos, confiando en que los funcionarios de éste emitieran
un laudo favorable a Honduras. En vista que Guatemala promovía el arreglo
directo, la falta de acuerdo fue agravando la situación a tal punto
que el 8 de febrero de 1928, ante noticias falsas recibidas en Guatemala,
en el sentido que Honduras invadiría Chachagualilla, el gobierno de
Lázaro Chacón ordenó a su vez el traslado de tropas a
dicha población, con la consiguiente protesta diplomática de
Honduras.

En cumplimiento de su función como embajador, Virgilio Rodríguez
Beteta pidió al presidente hondureño un compás de espera
de 24 horas, que le fue concedido; telegrafió a Chacón informándole
que todo se debía a falsos informes generados por la Cuyamel y pidiéndole
el retiro de tropas, con la seguridad que Honduras no enviaría las
suyas. Al final se solventó la situación de guerra no declarada
y Rodríguez regresó a Guatemala a informar detalladamente. Empero,
mal paga el amo pues no obstante que el presidente Lázaro Chacón
lo felicitó el 28 de febrero de 1928 por sus esfuerzos, cuando los
periódicos de oposición llamaron a Rodríguez traidor
a Guatemala, ante las declaraciones que vertió al diario El Imparcial
donde saludaba y reconocía el buen tino del presidente hondureño,

Chacón lo destituyó (el 11 de mayo). Además, como
expresó que no se trataba de una guerra de hermanos sino de bananos,
a su vez enfureció a la UFCO, la que exigió y logró no
sólo su destitución sino hasta el exilio. El litigio se resolvió
hasta en 1932, por medio del arbitraje de Estados Unidos.179

Efectuado el resumen anterior, procede citar la opinión de Virgilio
Rodríguez Beteta acerca de las concesiones que lamenta César
Brañas en su novela, y que a su vez comenta Wyld Ospina en El Autócrata.

"Esa prevención contra Guatemala subió de punto
en 1924 y 1927, cuando se concedieron y se ratificaron por la Asamblea, las
concesiones de las márgenes del Motagua en favor de la United Fruit
Company. Añádase a esto la actitud asumida por la Cuyamel Fruit
Company, que con su constante rivalidad y su odio para con la United, sus
intereses opuestos a los de ésta y su intromisión en la política
interna de Honduras (intromisión favorecida por políticos y
por partidos), fue la causa más honda y constante que soplaba las brasas
de aquel insuflar de odios, fácil de convertirse en llamarada y aun
en hoguera centroamericana. Ante un panorama así podrá ya darse
una idea el lector de la gravedad de aquel instante."180

"En tanto que las actividades bananeras y ferroviarias de la United
Fruit Company, se han ido extendiendo en esta región hacia el este
de Guatemala, las actividades análogas de la Cuyamel Fruit Company
se han dirigido hacia el oeste, desde Honduras, entre las montañas
y el mar de Omoa, al oeste del cual Streich arrendó en 1902, cincuenta
mil hectáreas de tierra. Como se ha dicho ya, esas tierras fueron después
cedidas a la Hubbard-Zemurray Company, en 1911, el año de la formación
de la Cuyamel Fruit Company, obtuvo ésta una nueva concesión
que le permitía arrendar otras diez mil hectáreas de tierra
nacional entre sus antiguas propiedades y la "frontera guatemalteca".
Después los ingenieros de la compañía delimitaron lotes
de tierra sobre la orillas del río Motagua. En 1913, un representante
de la Cuyamel Fruit Company buscó la manera de obtener de Guatemala
el derecho de construir treinta millas de ferrocarril. Tras dos años
de negociaciones, el gobierno de Guatemala se negó a hacer la concesión
deseada por la Cuyamel, pero permitió a la compañía continuar
su ferrocarril a una milla más hasta la población de Cuyamelito.

Honduras y Guatemala, en el tratado de 1914 habían convenido
tener en cuenta, al hacer la demarcación de la frontera, la extensión
de las provincias de Guatemala y Honduras en la época en que se declaró
la independencia, en 1821. 181

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179 Cfr. Rodríguez Beteta, Virgilio; No es guerra de hermanos
sino de bananos. Como evité la guerra en Centroamérica en 1928.
Segunda edición. Biblioteca de Cultura Popular "20 de Octubre",
volumen 53. Editorial "José de Pineda Ibarra", Ministerio
de Educación. Guatemala, 1980.

180 Idem., páginas 21 y 22.

181 Idem., páginas 24 y 25.

"En la mañana del 10 de febrero (1928) recibí un
mensaje en clave, como todos, bastante serio. Se decía allí
nada menos que la Cuyamel Fruit Company estaba construyendo una línea
férrea sobre territorio de Guatemala.

Como he explicado ya, en su marcha con viento en popa, la Cuyamel tiene
un enemigo. Siempre el pelo en la comida. Y es un enemigo formidable: la United
Fruit Company. De esta manera es dueña de la vasta extensión
que se extiende en Honduras, desde donde termina la Cuyamel hasta la Mosquitia.
(…) Se dice que en su esfuerzo constante la Cuyamel ha llegado a alcanzar
el poderío y pujanza de la otra hasta en su cuarenta por ciento. Esta
es la actual proporcionalidad.

(…) La concesión dada a la United Fruit Company de las márgenes
del Motagua fue el botafuego para ella: desde ese momento ha buscado que Guatemala
y Honduras entren en un conflicto armado, para que al intervenir el Departamento
de Estado pueda poner la Cuyamel influencias políticas con que cuenta
en Estados Unidos de América en la balanza para decidirla en favor
de Honduras. Así se explica que a raíz de haber la Asamblea
de Guatemala ratificado la concesión a la Frutera (…) la Cuyamel haya
arreglado las cosas de tal modo que el gobierno de Honduras se hizo fuerte
en la posesión de Chachagualilla." 182

El 28 de febrero de 1928, Virgilio Rodríguez Beteta recibe carta
de felicitación del presidente Lázaro Chacón, en la que
le manifiesta:

"Veo con gran satisfacción que el incidente provocado por
los indebidos trabajos de la Cuyamel, se han solucionado satisfactoriamente,
porque a pesar de los informes en contrario que se nos dieron, las autoridades
superiores de Honduras, como usted nos lo aseguró desde un principio,
tomaron empeño en que la expresada compañía no siguiera
adelante los trabajos del ferrocarril.

La Cuyamel ha dicho que se trataba de un tranvía, y según
los últimos informes que he recibido, la vía para ese tranvía
se ha construido con materiales propios para un ferrocarril, con la mira sin
duda de establecerlo en el momento que se crea propicio con solo mover unos
de los rieles y dar a la línea el ancho que se requiera."

183

Para el arbitraje en mención, Estados Unidos designó
al juez Charles Evans Hughes, a quien los Hondureños acusaron después
de haber favorecido a Guatemala por los intereses personales que en ésta
tenía. En entrevista que el costarricense Vicente Sáenz (1896-1963)
sostuvo en 1933 con el Secretario de Relaciones Exteriores de Guatemala, Alfredo
Skinner– Kleé (comparado por algunos con el Fouché francés,
pues se mantuvo en el poder durante 5 gobiernos consecutivos, incluido el
de su primo Jorge Ubico). En dicha entrevista, refiriéndose al juez
norteamericano, Skinner-Kleé y Sáenz discuten, iniciando el
primero:

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182 Idem., páginas 145 y 147.

183 Idem., página 163.

"-Es un juez eminente, incorruptible.

-Pero está muy arraigada la sospecha de que tenía intereses
que defender en Guatemala, por lo que Honduras perdió el litigio de
límites con ustedes.

-Habladurías mi amigo. No hubiera torcido su criterio por cuestión
de intereses políticos o económicos. Guatemala ganó el
pleito porque las pretensiones de Honduras eran fantásticas. Por lo
demás, no propusimos nosotros sino los hondureños el arbitraje
norteamericano. Reiteradamente solicitaron que el árbitro fuera ni
más ni menos que el Presidente de los Estados Unidos, a lo que Guatemala
se opuso. Respecto de que algunas compañías norteamericanas
pretendieran inmiscuirse en este asunto, no lo niego; la Cuyamel Fruit Company
ofreció armas y dinero a Honduras, para que nos hiciera la guerra.
Y el abogado de esta compañía, cáigase de espaldas, no
es otro que Elihu Root.

-De manera que el señor Root, como abogado de la Cuyamel, permitió
que hubiese ofrecimientos para encender la guerra en Centro América.

-Si señor; todos sabemos que esa poderosa empresa tenía
interés en el triunfo de Honduras, para asegurarse grandes extensiones
de tierra que indebidamente estaba ya explotando.

-Pero como los norteamericanos saben lo que hacen en materia de negocios,
la United y la Cuyamel fundieron sus intereses. Esto significa, doctor, que
la nueva corporación fue la única gananciosa, pues se quedó
con las concesiones bananeras del territorio en disputa.

-Efectivamente, las dos compañías se han unido. Pero
aparte de eso, comprenderá usted que la situación era en extremo
delicada. Teníamos que andar con pies de plomo. Así lo manifesté
al licenciado Leonidas Pacheco, Secretario de Relaciones Exteriores de Costa
Rica, quien estuvo de lleno con nuestra tesis. Más de pronto, señor,
la denuncia. En el momento más inoportuno para Guatemala, por estar

pendiente el dichoso fallo de límites."184

  • Sobre mecanismos para obtener votos en elecciones

A Brañas las triquiñuelas de los políticos liberales
no le eran desconocidas, y éstos sabidos del escaso prestigio que le
quedaba al Presidente Carlos Herrera no paraban mientes en recurrir a los
métodos de obtención de votos utilizados en época de
don Manuel.

Quizá por tal razón es que Brañas efectúa
una disquisición relacionada con las elecciones y los procedimientos
aplicados. Resulta que el doctor Alfonso se ve solapadamente increpado por
Adelia, su hermana, por gustar éste de una muchacha de la región
y cuando le pregunta por ella, no sabe qué contestar (página
51):

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184 Sáenz, Vicente; Rompiendo Cadenas. Las del imperialismo
en Centro América y en otras Repúblicas del Continente
.
México: Segunda edición corregida y aumentada con notas adicionales
hasta 1951. Unión Democrática Centroamericana, Departamento
Editorial, 1951. Nota: la primera edición se publicó en 1933.

"Don Ángel, llegado oportunísimo, le salva de la
tortura. Se habla de futilezas. Del día de finados reciente. De las
elecciones de diputados, vecinas ya (los rebaños de mozos irán
disciplinadamente a manifestar su devoción por la causa liberal, conforme
a órdenes expresas de la jefatura política, que ha creído
prudente hacer un llamamiento al patriotismo de los propietarios y administradores
de las fincas

-nacionales, alemanes y españoles- dándoles instrucciones
sobre la forma en que deberían emitirse los votos y no sin hacerles
una oportuna advertencia que, de no cumplir con fidelidad lo que se les indicaba,
podían originarse molestas consecuencias que, desde luego, estaban
muy lejos del ánimo del propio jefe político…)."

Si las elecciones para diputados a que se refiere Brañas estaban
amañadas desde un principio, para lograr el "triunfo" de
los "candidatos" a diputados, que en realidad provenían del
único partido, el Liberal, ello no era más que un reflejo de
las generales para Presidente, donde el infaltable Don Manuel Estrada Cabrera
se reelegía por aclamación de sus mismos corifeos, entre los
cuales muchos intelectuales, algunos de ellos obligados por las circunstancias.

¿Y a quiénes llamaba Brañas liberales? En sus
comentarios acerca la Historia de Guatemala publicada por Clemente
Marroquín Rojas en 1971, expresa sus reminiscencias del Movimiento
Unionista de 1920, que dio al traste con los herederos de la Revolución
de 1871, lamentándose que los antiguos "liberales" de Estrada
hayan retornado al poder, nada menos que de la mano de Carlos Herrera -aunque
él no lo indica así- y de su sucesor, el mismo que le dio el
golpe de estado en diciembre de 1921:

"Guatemala realizó también su revolución,
burguesa, desprovista de un ideario firme que trascendiera los fines inmediatos
del Movimiento Unionista y lo consolidara, justamente en 1920, con hermosuras
viriles, con arrestos que desembocarían -como siempre en Guatemala-
en una tremenda frustración. Se derrumbaban cincuenta años de
liberalismo de despotismos y dictaduras, para dar paso a una esperanza inconcreta
y que nadie supo concretar, para despertar a poco bajo el mismo signo, atenuado
en parte por natural evolución: los cuadros del antiguo régimen
si no estaban intactos, se reconstituyeron con presteza; la jerarquía
castrense, los inconmovibles generales, los viejos diputados, los jefes políticos
y tantos otros altos funcionarios y los demás personajes del tablado
habían sufrido claros en sus filas y sobre ellos pesaban recientes
iracundos anatemas, pero con facilidad se recobraron y tomaron el poder, fortalecidos,
mejor que presionados, por poderosos influjos y circunstancias extranjeros.
Como a la hora de la independencia, como en todas las contradicciones de nuestra
historia, no hubo el caudillo polarizaros de aspiraciones ni
se sospecharon, aunque fueran indicados, los «cambios de estructuras»…"185

Cuestionando el por qué para 1971 no existía una historiografía
nacional, así como al hecho palpable que prácticamente sólo
existían libros de historia de la época liberal, que cargaban
la mano con invectivas e inventivas dirigidas a sus rivales y adversarios,
Brañas aprovecha -por medio de una amplia digresión-
para dar su punto de vista acerca de a quiénes considera liberales
en el estricto sentido de la palabra, y quienes lo son sólo de nombre
como Manuel Estrada Cabrera y Jorge Ubico, aunque no los menciona por su nombre:

"De las épocas no liberales -y recuérdese que el
liberalismo en Guatemala casi siempre fue sólo la vestidura de regímenes
dictatoriales y en pocos momentos obró puro y enérgico el espíritu
del gran liberalismo, confundiendo el juicio de observadores extranjeros y
de extranjeros que se refieren a él de segunda mano y movidos por el
entusiasmo de sus propias ideologías y de lo que en otros países
pudo significar y hacer el «verdadero» liberalismo…- de las épocas
no liberales por que ha pasado Guatemala en su vida republicana, íbamos
a decir, no hay apenas historia, pues esos períodos o fueron muy breves
y turbulentos, o se llenaron con los desahogos de pasión contraria
a la fogosa de los corifeos liberales, o fueron extrañamente indiferentes
a dejar bien sentadas las razones de su acción y sus miras.

Pasado su predominio, incluso en el caso de los «los treinta años»,186
tampoco se ha podido o se ha querido o se ha hecho algo orgánico y
equilibrado para fijar la historia de esa época y la apreciación
justiciera, desde su punto de mira, de sus adversarios."187

De acuerdo con la norteamericana Catherine Rendón desde 1915
el citado Don Manuel organizó lo que sería su tercera y última
reelección; al "ganarla" se aseguraría continuar en
el poder durante el período 1917-1923. En el párrafo transcrito
a continuación, nótese la similitud entre la descripción
que realiza Rendón respecto a las elecciones en la provincia, con respecto
a lo que señala César Brañas en Las Guarias de Febrero,
con respecto a las consecuencias a que se exponían los jefes políticos
(gobernadores actualmente) de los departamentos del interior de la República,
por no acatar las instrucciones referentes a la organización de una
actividad tan democrática:

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185 Brañas, César; Algunas divagaciones alrededor
de una "Historia de Guatemala
". Op. Cit., página 137
a

138. Los puntos suspensivos son de Brañas.

186 Se refiere a la etapa particularmente representada por el Presidente
vitalicio Rafael Carrera y Turcios, el

que desde 1844 desempeñó su primer período como
Presidente; posteriormente volvió a gobernar desde 1851 hasta su muerte
en 1865. Es el mismo general al que Antonio José de Irisarri calificó
en 1840 de traficante en cerdos, hombre vulgarísimo, fanático,
un supersticioso y un bárbaro de los de más grueso calibre.
Según Irisarri, el hombre de los puercos, para 1840 ya era el hombre
más prominente en Centro América. No obstante tales afirmaciones,
no tuvo empacho en servirlo como embajador de Guatemala en Estados Unidos
de 1855 a 1865 y continuar después, hasta 1868, durante el gobierno
de Vicente Cerna.

187 Idem., página 141. Los puntos suspensivos son de Brañas.

"Quien votaba dos veces podía presumir, o, más bien,
protegerse con este emblema de adherencia incondicional. En las provincias
las elecciones dependían de las actividades de los jefes políticos;
el electorado era por lo general analfabeto, la mayoría era indígena
y reclutado forzosamente para multiplicar los votos. El historiador D.G. Munro,188
que estudiaba en Guatemala en ese entonces, fue testigo de que en Alta Verapaz:

Como la mayoría de los votantes eran indígenas vinculados
a las fincas de café, las autoridades llegaron a un acuerdo con cada
finquero que este mandara sus indios en grupo a votar en uno de los tres días
de elecciones. Para hacer que los indios se dieran cuenta de lo afortunados
que eran de pertenecer a un país democrático, cada grupo era
recibido por una banda, o por lo menos por una delegación de niños
escolares cargando banderitas. Cada uno pasaba en fila ante los oficiales
electorales, siguiendo a un indio que hablaba suficiente español para
decir "Manuel Estrada Cabrera" cuando el oficial le preguntara por
quien votaba. Los que le seguían decían "lo mismo".
Luego se les daba guaro…189

Las técnicas usadas variaban, pero el resultado siempre era
el mismo: votos exageradamente altos, a veces superiores a la población
total de la misma región. Se dice que el general José Félix
Flores consiguió 800 mil votos en Sololá.190 Otras autoridades
municipales quizás no eran tan fervorosas como Flores, pero la costumbre
de detener a viajeros en los caminos y forzarlos a votar multiplicaba el número
de votos en cada comunidad, aunque éstos han de haber sido mínimos
en comparación con las elecciones. El Departamento de Estado instruyó
a sus diplomáticos en Centro América para que insistieran en
la importancia de la constitucionalidad en la política local.

(…)

La tercera reelección de Estrada Cabrera se llegó a conocer
como de "la millonada", pues don Manuel recibió unos 10 millones
de votos. Avergonzado por una victoria tan resonante, Estrada Cabrera disminuyó
las cifras con tal de tratar de esconder su descaro, pero no convenció
a nadie. El 15 de marzo de 1916, fue declarado presidente constitucional popularmente
electo con una mayoría de 80 mil votos."191

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188 Se trata de Dana Gardner Munro.

189 Nota número 70 a pié de página,
citada por Rendón: "Munro, D.G. (1983). A student in Central
America, 1914-1916
. New Orleans: p. 48.

190 Curioso el dato para 1915, toda vez que en el Censo
de Población correspondiente a 2002 se determinó una población
total para el departamento de Sololá, de 307,661 habitantes, en tanto
que en la cabecera del mismo nombre la población ascendió
a 63,973.

191 Rendón, Catherine; Minerva y la Palma, el
enigma de don Manuel
. Guatemala, Artemis Edinter, 2000. Págs.
220-222.

Como comparación con la risible cifra de 10 millones en 1915,
se tiene que según el Censo de 1921 la población total del país
alcanzó la suma de 2 004 900. 192

Sobre el norteamericano Dana G. Munro, el costarricense David Díaz
Arias, en su artículo "Entre la guerra de castas y la ladinización.
La imagen del indígena en la Centroamérica liberal, 1870-1944
",
explica:

"Una de las mejores expresiones de la idea costarricense sobre
su comunidad política la expuso Dana Gardner Munro, un joven investigador
norteamericano que escribió cerca de 1918 su tesis doctoral sobre del
desarrollo político y económico de Centroamérica. Así,
en el apartado que incluye sobre Costa Rica, Munro señala que

El desarrollo político de esta comunidad compacta de campesinos
blancos ha sido necesariamente muy diferente al de los países vecinos,
donde una pequeña clase alta de ascendencia española gobernaba
y explotaba a un número de indios y mestizos ignorantes muy superior
al suyo. En Costa Rica, el hecho de que prácticamente todos los habitantes
eran de la misma raza y habían heredado la misma civilización
ha hecho que el país sea más democrático y ha obligado
a la clase que controlaba el gobierno a tomar en cuenta, en cierta forma,
los deseos e intereses de las masas. Por esta razón, el devenir de
la República, a diferencia del de los vecinos, no ha obstaculizado
sino más bien favorecido la realización de los ideales republicanos
que enarbolaban quienes redactaron las primeras constituciones centroamericanas.
Los pequeños propietarios siempre han ejercido una fuerte influencia
a favor de la paz y de un gobierno estable, ya que rara vez han intentado
hacer revoluciones y más bien se han inclinado por tomar el mismo bando
de las autoridades electas cuando los políticos descontentos tratan
de sumir el país en la guerra civil. Costa Rica no ha vivido ninguna
de las luchas prolongadas y sangrientas que han empañado la historia
de las otras naciones, ya que los cambios violentos de gobierno, que se han
dado de vez en cuando, han sido producto de conspiraciones militares en la
capital y no de campañas en el campo de batalla. (Munro, 2003, pp.181-182)"193

En el artículo de Díaz Arias, la obra de Munro aparece
citada así:

Munro D.G. (2003). Las Cinco Repúblicas de Centroamérica.
Desarrollo político y económico y relaciones con Estados Unidos,
estudios introductorios de Fabrice Lehoucq e Iván Molina. San José:
Editorial de la Universidad de Costa Rica, Plumsock Mesoamerican

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192 Dirección General de Estadística de la República
de Guatemala. Censo de la República de Guatemala 1921. Op.
Cit., página 16.

193 Díaz Arias, David. Between Caste War and Mestizaje:
Images of Indigenous People in Liberal Central

America, 1870-1944. rev.estud.soc. [online]. Jan./Apr. 2007,
no.26 [cited 07 September 2008], p.58-72. Available from World Wide Web: http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0123-
885X2007000100005&lng=en&nrm=iso. ISSN 0123-885X.

Studies. Dicho autor también publicó: Munro, D.G. The
Latin American Republics. A history
. New York, Century-Crofts, Inc.,
1950.

César Brañas no era de los que creyera en los milagros
de la medicina alternativa, practicada principalmente por señoras de
edad, sobre todo si de mujeres indígenas se trataba, ya no se diga
por curanderos y brujos reconocidos. En las páginas de su novela deja
traslucir su indiferencia y hasta discriminación por quienes utilizan
hierbas y otros materiales naturales, pues puede más la ciencia infusa,
como se burlaba don Antonio José de Irisarri, quien en letrilla satírica
expresa.

Cuando veo en fin, que nadie de ser crítico se excusa,
creyendo en la ciencia infusa194 que su opacidad irradie,

sin querer aún estudiar lo que estudió el
escritor,

MAL HARÍA YO EN LLORAR, SIENDO LA RISA MEJOR."195

La desconfianza de Brañas por la medicina alternativa, y su
firme creencia en la ciencia, se aprecia en el siguiente párrafo, tomado
de página 37:

"Por las tardes, Alfonso practicaba la profesión en un
corredor de la hacienda, curando o paliando las infinitas dolambres de mozos
y rancheros; ponía sutiles inyecciones en los recios brazos de las
mozas; componía brebajes complejos, que los enfermos tomaban con zafia
desconfianza, habituados a los remedios caseros, a la empírica ciencia
de curanderos, brujos y comadres: yerbajos extraños, aceites de nombres
grotescos, parches absurdos, zurdos ungüentos, polvos misteriosos… que
curan, sin duda, pero que deben influir muy eficazmente en las progresiones
de la mortalidad campesina."

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194 En su Letrilla subtitulada ¿En qué consiste,
mi señora Musa
?, Irisarri también carga contra los escritores
que abusan de la ciencia infusa, oscura y a la vez deslumbrante que no entienden:
"¿En qué consiste, mi señora Musa,/ que todos pueden
hoy ser escritores?/ ¿Será este siglo el de la ciencia infusa?/
¿Será que los talentos son mejores?/ ¿O será que
el orgullo y la ignorancia/ nos dan la presunción y petulancia?"
La Letrilla completa es tomada de: Irisarri, Antonio José
de; Historia del perínclito Epaminondas del Cauca. Con Prólogo
de Manuel Galich. Guatemala: Editorial del Ministerio de Educación
Pública, Biblioteca Guatemalteca de Cultura Popular "20 de octubre",
Volumen 16, 1951. Página 196. NOTA: la edición princeps la publicó
por entregas en 1863.

195 Irisarri, Antonio José de; El Cristiano Errante (novela
que tiene mucho de historia).
publicada en 1847.

Prólogo de Amilcar Echeverría y Proemio
Bibliográfico
de Guillermo Feliú Cruz. Guatemala: Biblioteca
Guatemalteca de Cultura Popular, Volumen 31. Editorial del Ministerio de Educación
Pública, 1960. Páginas 58 a 61.

  • Sobre la invasión evangelista

Para 1920 y 1921, años que marcan el período de tiempo
en que se desarrolla la novela de Brañas, más del 90 de la población
se consideraba creyente y practicante de la religión católica.
Sin embargo, ya desde tiempos de don Manuel Estrada Cabrera vinieron a Guatemala
grupos de evangélicos provenientes de Estados Unidos, instalando carpas
y construyendo iglesias en la capital e interior del país.

Brañas, fiel observador de la realidad, inserta en su novela
los problemas que ocurrieron en el país, en lo que él llama
la invasión evangelista, misma que aunque apartaba a los indios y mozos
colonos del aguardiente (en página 23 indica: "los evangelistas
que abandonaron vicios y supersticiones"), también provocaba disputas
entre vecinos y familias enteras, por asuntos meramente relacionados con los
distintos tipos de creencia religiosa.

Entre páginas 57 a 63 César Brañas describe el
origen de las sectas evangélicas en la región de la Costa Sur,
y se burla de tales conflictos, ocurridos en la misma finca escenario del
incesto, a principios de febrero cuando la guaira florece. En forma satírica
el autor relata las pugnas constantes entre los viejos católicos y
los nuevos evangelistas, ejemplificando cómo el tenedor de libros de
otra finca (San Isidro) se ufana de que en ésta no existen tales conflictos
porque él los cortó de tajo prohibiendo la entrada de los miembros
de la nueva secta, exigiendo a sus trabajadores la prueba de su fe católica,
pues la misma no sólo es buena para el pueblo ignorante sino que así
se evitará que los mozos exijan que les suban el jornal. Como conocedor
del analfabetismo de la población, Brañas también advierte
que aunque dicho tenedor prohíbe la difusión evangélica,
no le preocupa ni molesta la entrada de publicaciones "subversivas"
por una lógica evidente: en San Isidro sólo él lee y
a los pocos que conocen el alfabeto no les interesa perder el tiempo en lecturas.

"En los ceibos corpulentos y copudos y en los airosos y altos
voladores, las primeras matas de flor de Candelaria se anticipaban a sangrar.
A mal traer y peor caminar marchaban las cosas de la grey. La invasión
evangelista tomaba las primeras trincheras de los católicos rancheros
de La Perla. A diario desertaban de las filas apostólicas las mejores
fuerzas de la religión tradicional. Compungíanse por ello las
irreductibles beatas viejas, toda la "aristocracia" de la olocrática
grey. Prendían numerosidad de candelas de sebo ante los cromos litográficos
de santos, inexpresivos en sus amaneramientos, en sus brochazos
de colores chillones, tras cristales grasientos y rajados.196 Repasaban todas
las oraciones de su escaso repertorio para conjurar el azote de irreligiosidad,
azote ni mayor ni menor que el del paso de Atila, y murmuraban a más
y mejor de los que iban a engrosar las filas contrarias, exhibiendo
la más anticristiana de las inmisericordias." (Páginas
57 y 58).

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196 Recuerde el amable lector lo señalado por César Izaguirre
en El Cristo fecundo (1929), cuando se refiere a la quema de santos
e imágenes que efectúa el cura párroco, al darse cuenta
que éstas solo representan una farsa.

"Entre los perleños cundía el desasosiego por la
cizaña que unos y otros sembraban con parejo empeño; los viejos
católicos, apegados a las rutinas dogmáticas que les habían
dejado sus padres y que el transcurso del tiempo había cambiado en
desmañada idolatría; los renovadores, los evangelistas, poseídos
del supereminente sentimiento egoísta de los catecúmenos de
las religiones nuevas, que imaginan siempre que por ser la suya la última
verdad, es la más real y verdadera…

Colose la nueva secta -según recordaba en sus pláticas
el casto sacristán de La Perla-, por reiteradas incursiones de misioneros
portadores de tercios de biblias y evangelios y de diversos volantes con palabras
de la Escritura subrayadas y comentadas, o con historietas persuasivas y sutiles
difamaciones de la curería. Los impresos ostentaban el pie de imprenta
de la Sociedad bíblica de Los Ángeles, Cal. y los misioneros
delataban a la legua por su vestimenta y acento, su procedencia extranjera.
¡Acendrado entonces el fervor de la finca, protegida por Nuestra Señora
de Candelaria! Reconfortante y edificador espectáculo el de entonces,
cuando todas a una, sin que les traicionara la menor curiosidad (debido en
parte a su arraigado y rotundo analfabetismo) rompían o quemaban sin
leerlos, renegando, esos papeles cuya sola presencia en las casas atraía,
según se aseguraba, la sal y el mal sobre sus moradores. Se impedía
también la acción del proselitismo para la nueva secta usando
de un argumento por demás contundente o poco menos, aunque asimismo
poco calificado: las piedras… Pero luego, con la sabida lentitud y elogiada
firmeza del agua que gota a gota taladra la piedra (se dice así) el
veneno fuese infiltrando en las capas más permeables del poblado (…)

Un día de Dios vieron los perleños llegar al lugar, en
sendas cabalgaduras, cuatro evangelizadores, miembros de una misión
de la capital; dos de los huéspedes eran mujeres, solteronas rubias
y enérgicas que hablaban con molesto sonsonete. En la tarde, en casa
del mayordomo se reunieron una o dos docenas de prosélitos a hacer
oraciones y cánticos, atrayendo en torno de la casa todas las curiosidades
y aversiones en acecho. A la salida del culto, cuatro mozallones católicos,
enardecidos por las comadres murmuradoras y por algunos tragos, demostraron
el ardor de su fe y resucitaron un conato de persecución de hugonotes,
arrojando piedras y denuestos contra los pastores, que se concretaban a esquivar
el cuerpo, sonriendo con el semblante iluminado como si gozaran el deleite
morboso del martirio y compadecieran la barbarie de la tribu guatemalteca,
a la que, ya se veía, urgía conquistar y domesticar, por imperativo
de la civilización.

Por la pendiente fatal, de peor en pésimo y por culpa de los
administradores que no han querido intervenir cerrando el paso al avance evangélico,
se ha llegado hasta lo de hoy -declaraba el desolado sacristán- en
que en la pluralidad de los ranchos se encuentran cuadros con sentencias de
la Palabra de Dios, a grandes letras, en rojo y negro, y la secta
espuria se ensancha tanto como la primitiva se deslabaza197 y se disloca…

Los últimos arraigos de la una luchan ahora contra la pujanza
catequizante, arrolladora de la otra, y ya el administrador, quiéralo
o no, ha tenido que zanjar pendencias provocadas por la religión, resolviéndolas
equitativo y conciliador, pero sin atreverse, como le suplican los católicos
más viejos, a tomar medidas drásticas contra los rivales, siguiendo
el ejemplo de don Roderico, el administrador de San Isidro, que ha barrido
con todos los perturbadores, sin dejar rastro de ellos, de modo que San Isidro
es hoy una finca modelo, delicia de los patronos, porque no ocurre conflicto
ninguno entre los mozos, trabajan como negros, quieren al administrador según
dicho del interesado y se pagan los jornales más bajos de toda la zona.
Don Roderico aconseja a sus colegas seguir esos procedimientos, empleando
toda energía, seguro de que hoy freno198 como la religión
para el pueblo ignaro: se puede no creer en Dios y en toda la corte celestial,
pero es inconveniente que los trabajadores dejen de creer, porque sobreviene
la anarquía, y por lo mismo no es prudente que nuestra pasividad deje
extenderse otras religiones desquiciadoras. Y por si acaso, don Roderico les
ha prohibido a sus mozos de manera que no deja lugar a dudas, meterse en las
agitaciones que provoca en la actualidad el cura del pueblo movido por intereses
extraños a cuya sorda propaganda se atribuyen los últimos
levantamientos de mozos en varias fincas reclamando que les suban el jornal,
como si los cafetales segregaran oro y amenazando de paso con prender fuego
a las plantaciones y colgar a unos cuantos empleados abusivos. Otra acertada
prevención del administrador de San Isidro impide la entrada a la finca
de jornaleros que no demuestren su solvencia con la religión católica.
Y no ha prohibido la entrada de publicaciones subversivas por una razón
obvia: en San Isidro sólo él lee el periódico y sólo
saben leer el tenedor de libros, el guardalmacén y algún otro
empleado; pero no les gusta.

En La Perla, donde la situación es otra como se ve por lo dicho,
prudentemente, a despecho de insinuaciones de ambos flancos, a pesar de inacabables
porfías, el tenedor de libros -el buen don Ángel- ha mantenido
incólume su neutralidad, su indiferencia distanciada de los dos bandos,
su independencia: él, socarrón y viejo zorro, sólo se
preocupa de cosechar para su uso y fruición las más lozanas
flores de mocedad de todos los campos, porque, como asegura con muy buen sentido,
poco entiende el sexo en achaques de religión. Indudablemente, con
sus inclinaciones al hedonismo, don Ángel es un filósofo práctico
y un diplomático sagaz." (Páginas 60 y 63).

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197 Esta palabra quizá es un error del editor; el
autor seguramente escribió: desbalanza, en sentido figurado de perder
el equilibrio.

198 Debiera decir: de que no hay freno…

Cabe recordar que la historia del protestantismo en Guatemala deviene
no de los años veinte del siglo XX en que Brañas Guerra sitúa
su novela, sino que inicia en 1841 con el inglés y bautista Federico
Crowe, el que originalmente se estableció en Panzós (Alta Verapaz).
En 1843 llegó a Salamá (Baja Verapaz) para vender Biblias y
literatura cristiana, en una mula y cuatro indios cargadores, con un quintal
de libros cada uno; en dicho año se traslada a la capital, donde intenta
obtener autorización para vender 46 libros, logrando permiso para vender
únicamente 4 pues el resto -incluida la Biblia- es prohibido mediante

edicto del Arzobispo Coadjutor de Guatemala, Francisco de Paula García
Peláez; 199 dicho precepto u orden se lee en iglesias y parroquias,
impidiendo tener relación con Crowe bajo pena de excomunión
para quien incumpliera, pues comprendió a sus descendientes hasta la
sexta generación.

Coincidencia o temor al protestantismo, es un calificativo que puede
darse a la siguiente "curiosidad": si el protestantismo inicia en
1841 con Federico Crowe, resulta que el 11 de julio de ese año Antonio
Larrazábal solicita al gobierno civil del Doctor Mariano Rivera Paz
(1804-1849),200 que prohíba la circulación de libros que atenten
contra la moral y buenas costumbres. El gobierno emite el Decreto No. 135
de fecha 2 de octubre de 1841 otorgándole a la autoridad eclesiástica
la facultad de prohibir bajo penas espirituales la lectura de libros considerados
impíos, inmorales y obscenos. Es así como se vuelve a poner
en vigencia una lista autorizada desde 1828.

El 12 de diciembre de 1843 Antonio Larrazábal emite un Edicto
en contra de la circulación de biblias protestantes. Y es César
Brañas quien se encarga de recordar esta parte de la historia de alguien
que fue calificado como liberal por haber actuado en las Cortes de Cádiz
(1810-1814) exponiendo sus ideas prácticamente en contra de la monarquía,
pero con un aletazo de sombra debido a esta prohibición.

"Bien informado de que en varios lugares de la diócesis
se habían introducido del extranjero y públicamente se expendían,
ejemplares en castellano de la Biblia o parte de ella, de texto más
o menos viciado, para prevenir el mal fijaba su atención en dos decretos
de Concilio de Trento, mandado guardar por cédula de 12 de julio de
1564.

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199 Francisco De Paula García Peláez, (1785-1867), guatemalteco.
Arzobispo de Guatemala entre 1846 y 1867. En 1814, la Universidad de San Carlos
de Guatemala (USAC) lo eligió -por concurso de oposición- para
el curso de Economía Civil y en 1823 éste divulga su ensayo
"Observaciones Rústicas sobre Economía Política".

Valentín Solórzano Fernández se refiere al contenido
del examen sostenido por quien no sólo fue el único opositor
en dicho concurso sino por el mérito de ser Bachiller en Artes y Derecho
Civil, en su ensayo intitulado "García Peláez; cátedra
prima de economía política en el Reino de Guatemala
"
(Anales de la Sociedad de Geografía e Historia de Guatemala. Año
XL, Tomo XL, 1967, página 22).

200 Rivera Paz fue el Primer presidente del Estado de Guatemala; fungió
como Jefe de Estado durante los períodos de 1838 – 1839 y 1842 – 1844.

Declarada en uno de esos decretos auténtica la Vulgata y, señalados
pormenores de la corrección con que debían publicarse las Santas
Escrituras, había que cumplir con los respectivos mandamientos.

(…)

"Entiéndase pues lo que digo. Yo no hablo indistintamente
de las Biblias castellanas, sino de las viciadas y corrompidas." (…)
El cristianismo está lejos de ser enemigo de las luces… pero debe luchar
contra los errores. "Por desgracia, no sólo circulan hoy Biblias
adulteradas. Sin salir de las materias de Religión, únicas a
que me contraigo, (adviértase esta otra interesante salvedad) circulan
también doctrinas o heréticas, o impías, o inmorales;
y con particularidad las que propagan el protestantismo teórico y práctico…"

(…)

Y manda, siempre con sobrados apoyos de textos, que se observe la necesidad
de la licencia del ordinario para imprimir escritos sobre cosas sagradas,
y, más que un mandato, un ruego: "De la piedad de los fieles de
la Diócesis yo espero, que los que tengan tales Biblias, u obras prohibidas,
se prestarán dóciles a ponerlas en manos de los respectivos
párrocos; y de cada uno de estos, que sabrá conciliar el celo
con la prudencia, procurando siempre que obra el convencimiento, pues en una
causa llena de razón, lo que importa es evidenciarla".

(…)

El rescoldo del antiguo liberalismo que pudo quedar en la ilustre persona
del gobernador eclesiástico podría sorprenderse en el escrúpulo
manifiesto y reiterado del intelectual que por inexorable deber tiene que
lastimar y constreñir los fueros de la tolerancia…"201

En abono a la buena imagen que se tiene de Antonio Larrazábal,
cabe referir que Don Antonio José de Irisarri también recuerda
a Antonio Larrazábal y su familia, en razón que en 1808 encontrándose
en Oaxaca, México, es recibido por Francisco de Larrazábal,
hermano del Arzobispo, quien se desempeñaba como Interventor de Correos,
el que lo lleva a casa de don Andrés, primo de ambos y considerado
como el primer magnate de Oaxaca.

"El don Francisco era hermano de aquel don Antonio Larrazábal,
que fue enviado de Guatemala a las cortes de España, en la primera
época de éstas, y las presidió, dando a su patria aquella
gloria que sólo dan los hombres de gran mérito; de aquel liberal
verdadero, ilustrado, impertérrito, que mostró la más
heroica energía, oponiéndose al despotismo de Fernando VII,
cuando este rey volvió de Francia; y debemos decir en honor de esta
familia de Larrazábal, que en ella, tanto los hombres como las mujeres
fueron personas sin excepción ninguna, de mucho mérito, aunque
puede decirse lo mismo de las familias de los aycinenas, de los pavones, de
los

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201 Brañas, César; Antonio Larrazábal,
un guatemalteco en la historia
. Tomo 2. Guatemala: Editorial Universitaria,
1969. Extracto de páginas 393-396.

nájeras, de los batres, de los arrevillagas, de los
beltranenas, de los montúfares, de los juarros, de los llanos, de los
coronados, de los manríquez y de los laras."202

Dada la situación referida en cuanto a la prohibición
de distribuir biblias y libros no autorizados, se comprende entonces por qué
cuando Federico Crowe trató de establecer una escuela de primeras letras,
fue atacado por "los gigantes" Antonio Larrazábal,203 García
Peláez y el canónigo José María Castilla,204 quienes
logran que el General Rafael Carrera y Turcios (1814-1865) firme un cuarto
edicto expulsándolo del país en 1846.205

Además de la escuela de estudios elementales que logró
establecer por poco tiempo, la cual contaba hasta con cien alumnos (hombres
y mujeres), Crowe también impartió cursos de

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202 Irisarri, Antonio José de; El Cristiano Errante
(novela que tiene mucho de historia).
Op. Cit., págs. 208-9. 203
Antonio Larrazábal nació el 8 de agosto de 1769 en Santiago
Guatemala y murió el 2 de diciembre de 1853 en la Ciudad de Guatemala.
La biografía de éste, elaborada por el docto César Brañas,
bajo encargo de la USAC, se publicó en dos tomos. La descripción
crítica de dicha obra puede apreciarse en: Christophe Belaubre; Antonio
Larrazábal, un guatemalteco en la historia.
Véase en portal
de la Asociación para el Fomento de los Estudios Históricos
en Centroamérica (AFEHC), publicado en el Boletín No. 19 de
fecha 01 abril 2006, en http://afehc- historia-centroamericana.org/index.php?action=fi_aff&id=587
Página Web consultada el 11 de agosto de 2009.

204 El mexicano José María Castilla (1785-1848), llegó
a Guatemala en el año de 1811; fue Canónigo, Rector del
Colegio Tridentino de la ciudad de Guatemala. Muy amigo de los poetas guatemaltecos
José Batres Montúfar (1809-1844) y María Josefa García
Granados (1796-1848).

A los dos poetas se les atribuye haber escrito, al alimón, el
poema Sermón para José María Castilla, curiosamente
no incluido en Recinos, Adrián; Poesías de José Batres
Montúfar
. Guatemala: Colección Contemporáneos 62.
Tercera edición con base en la primera publicada en Madrid en 1924.
Centro Editorial "José de Pineda Ibarra", Ministerio de Educación
Pública, 1962. Dicho poema se incluye en Villacorta C., Jorge Luis;
María Josefa García Granados. Con prólogo (El
Autor y su obra
) de Rigoberto Bran Azmitia. Guatemala: Editorial "José
de Pineda Ibarra, Ministerio de Educación, 1971. Páginas 157
ss.

Acerca del poema Mario Alberto Carrera explica: "Los impetuosos
gritos de Voltaire también se escucharon en Guatemala… también
escucharon las impías arengas de Voltaire doña María
Josefa García Granados y don José Mariano Gabriel Lorenzo Batres
Montúfar, que éste es el nombre completo del famoso poeta…

Uno de los mandamientos de la Ley de Dios -en el seno de lo judío
y de lo cristiano- es NO FORNICAR. El sexo fuera del matrimonio ha sido condenado
por la iglesia judía, católica y protestante desde siglos ha.
Y lo continúan condenando quizá inútilmente […]

En impío texto, Pepe y la Pepita, en cambio, recomiendan "joder"
a más y mejor. (Conste que utilizo la palabra que ellos usan, porque
mis artículos siempre son muy recatados). Esta invitación la
hacen por medio del poema escrito entre los dos y que intitulan "El Sermón"
(título doblemente irrespetuoso y volteriano)." Carrera, Mario
Alberto; Crítica. Guatemala: Colección Guatemala, Volumen
XVI. Serie Adrián Recinos, No.

2. Tipografía Nacional, 1984. Página 138.

205 Véase: Sociedades Bíblicas Unidas; Nuestra Historia.
Publicación digital en la página web Sociedad Bíblica
de Guatemala, http://www.sbiblica.org/historia2.php. Búsqueda realizada
el 30 de agosto de 2009.

Crowe, Frederick; La Biblia en Guatemala. Narrativa de Federico
Crowe, 1841-1846.
Traducción del inglés al español
y notas por David Escobar. Aberdeen, Maryland. Printed in the United Stated
of America, 1986. Páginas 28 a 35.

inglés y francés. Uno de sus alumnos de inglés
fue el Dr. Lorenzo Montúfar y Rivera Maestre,206 quien lo recuerda
así:

"Yo quise entonces hablar el inglés y tomé por maestro
a Mr. Federico Crowe, protestante de Inglaterra. El partido servil aristocrático
no podía asustarse del protestantismo porque los señores Pavón207
y Aycinena208 habían estado mucho tiempo en tierra de protestantes,
y era imposible que en ellas no hubieran palpado que sus moradores están
mejor gobernados que nosotros y que en nada son inferiores a
los católicos.

Sin embargo, la extensión del protestantismo en Guatemala podía
disminuir el poderío del arzobispo, de los curas, de los monjes y de
las monjas, y eso no convenía a los que, manejando la política,
querían conservar la dominación teocrática. Una orden
gubernativa fue dictada contra Crowe, quien salió del país dejándome
sin maestro de inglés."209

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