Monografias.com > Religión
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Ausencia lunar




Enviado por Jesús Castro



  1. Posibles soluciones
    técnicas
  2. Limitaciones fundamentales
  3. Conclusión

Este artículo pretende contestar la siguiente
pregunta, basada en los estudios del Génesis:
¿Cómo sería nuestro planeta si no
tuviéramos Luna?

Los científicos creen que nuestra Tierra es un
planeta afortunado, ya que si no tuviéramos la Luna
entonces la situación sería peyorativamente muy
diferente a la que conocemos hoy día. Al parecer, el
modelo de prototierra (tierra primitiva) que los
astrónomos asignan a nuestro planeta antes de la
incorporación de la Luna es inclemente para el desarrollo
de la biosfera: un mundo hostil para la vida, especialmente para
los organismos superiores y el hombre.

Monografias.com

Imagen de una prototierra sin Luna, en la que prevalece
una superficie oceánica salpicada de escasas y diminutas
islas volcánicas, con un Sol difuso, velado por una
atmósfera brumosa y rica en vapores y cenizas procedentes
de la actividad de los volcanes.

Hasta hace poco, los científicos no se
habían planteado una pregunta tan aparentemente sencilla
como ésta: ¿Qué pasaría si no
tuviéramos la Luna, desde el punto de vista del ser humano
sobre la Tierra?

Si no tuviéramos el Sol, no
habría vida sobre nuestro planeta; incluso no
existiría la Tierra misma.

Pero sin la Luna, algún tipo de planeta terrestre
existiría de todas formas, aunque éste se
encontraría privado de vida. Los demás planetas del
Sistema Solar no tienen la suerte de disponer de alguna luna como
la nuestra, de cara a sostener una biosfera. Desde el punto de
vista de la Teoría del Gran Impacto (ver G039: Gran
impacto), el cuerpo planetario (de aproximadamente el
tamaño de Marte, denominado Orfeo y con una órbita
regular localizada teóricamente entre las de la
Prototierra y Marte) que chocó contra nuestro planeta
primitivo debió hacerlo a una velocidad precisa y
según una trayectoria determinada, pues de otro modo
jamás se hubiera producido una Luna tal como hoy la
conocemos y tal como era necesario que llegara a existir para el
beneficio de la vida terrestre. Los científicos
materialistas conceden al azar esta jugada de billar
cósmica, pero en todo caso admiten que la probabilidad de
obtener una carambola aleatoria de esta clase en el Sistema Solar
es extremadamente mínima.

La fuerza gravitatoria lunar mantiene a la Tierra en un
equilibrio estable con una inclinación rotacional media de
23º. En contraste, Marte carece de una luna comparativamente
grande que lo equilibre, por eso, a lo largo de millones de
años, fluctúa sobre su eje de rotación entre
0º y 90º, desestabilizando por completo su
clima.

En París, el astrónomo francés
Jacques Laskar lleva algún tiempo estudiando el efecto que
tendría sobre el clima terrestre la ausencia de Luna. Los
cálculos de Laskar indican un caos climático total,
por lo que no cabe duda de que dependemos totalmente de nuestra
compañera del espacio: "Si no tuviéramos a la Luna,
el eje de rotación de la Tierra variaría de forma
caótica entre 0 y 90º. Los cambios climáticos
resultantes serían totalmente drásticos. Por eso
puede decirse que la Luna es el regulador climático de la
Tierra" (Laskar).

Incluso con la Luna, la Tierra experimenta fluctuaciones
en su eje rotacional. La doctora Lynn Rothschild comenta: "Existe
un equipo investigador en Alemania que opina que la razón
de que las primeras civilizaciones humanas surgieran en el Delta
del Nilo y no en el Sáhara, donde se cree que había
grupos humanos más numerosos, se debió a que la
inclinación del eje rotacional terrestre era de menos de
1º". El antaño frondoso Sáhara, de
África del Norte, parece que se convirtió en un
terreno marrón y yermo como resultado de una
fluctuación del eje rotacional planetario. Aún hoy
es el desierto más extenso de la Tierra. "Sin la Luna
tendríamos cambios en la inclinación del eje
rotacional de 20, 30, 40, 50 grados y más. Así que
compárese esto con ese cambio de inclinación de
menos de 1 grado que aparentemente provocó las migraciones
humanas en masa de la antigüedad y podremos hacernos una
idea de lo importante que este fenómeno es para la
existencia de la vida en la Tierra" (Lynn Rothschild).

Monografias.com

Por lo tanto, el que estemos perdiendo la Luna puede ser
motivo de preocupación. Se teme que nuestro planeta
empiece a bambolearse, ocasionando desastres climáticos
tales como la conversión de la Antártida en un
desierto abrasado por el Sol, o el Sáhara quedando
sepultado bajo témpanos de nieve. "Ocurrirían
veranos extremadamente calurosos, con temperaturas de hasta
100ºC en tierra firme y por encima de la temperatura de
ebullición del agua. Por otra parte, los inviernos
sufrirían temperaturas muy por debajo de los niveles de
congelación e incluso más fríos que el hielo
seco; temperaturas increíblemente bajas" (Lynn
Rothschild).

Las placas de hielo avanzarían y se
retirarían por el ecuador. Aún peor, a medida que
la Tierra se bamboleara caóticamente se
descongelarían los casquetes polares y crecería el
nivel de los océanos, desapareciendo las islas y todas
nuestras ciudades costeras, las cuales quedarían bajo las
aguas. Los científicos ven en estas cosas un hecho real,
más o menos próximo en el futuro. Ellos,
después de cálculos teóricos y mediciones
precisas, advierten que nuestra Luna nos está abandonando.
Cuanto más se aleje, menor será su influencia
estabalizadora sobre nuestro planeta y más lenta
será la rotación terrestre. Los días se
harán más y más largos.

Es evidente que el ser humano se encuentra
amenazado por diversas causas, además del peligro
que ha generado él mismo. Para algunos el
fenómeno de alejamiento lunar es secundario, pues opinan
que existe una amenaza mucho más inmediata. Se trata del
arruinamiento de la biosfera de la Tierra: el complejo y delicado
soporte de la vida en nuestro planeta.

Posibles
soluciones técnicas.

Los investigadores han estimado que una manera de paliar
el efecto del alejamiento de la Luna podría ser la
construcción de presas oceánicas. Actualmente se
trata de una ficción científica, pero los expertos
creen que aún tenemos millones de años por delante
para desarrollar ésta u otra tecnología.

En la figura de la derecha se ha enmarcado, en rojo, la
ubicación ideal de las "presas
oceánicas".

Monografias.com

En la figura de la izquierda se presenta un
diseño donde se aprecia algunas de las moles que integran
una "presa oceánica".

Monografias.com

El difunto Alexander Eivian, de la Universidad de Iowa,
en EEUU, ha aportado una solución más aparatosa. Su
idea consistía en secuestrar una de las lunas de
Júpiter, cuando la pericia espacial humana hubiera
avanzado un poco más, y aparcarla en la órbita de
la Tierra. Esta luna, llamada Europa, sería lo
suficientemente grande como para realizar el trabajo a la
perfección. No reemplazaría a nuestra Luna, sino
solamente ayudaría a nuestro planeta a mantenerse erguido
a medida que la influencia de nuestro satélite natural
disminuyera. Al ritmo actual del progreso tecnológico, es
posible que en uno o dos siglos se alcanzara el nivel adecuado
para acometer la tarea.

El problema de esta predicción es
que el progreso científico humano está creciendo
hoy día en proporción directa a su mala
utilización, según las estadísticas. Por lo
tanto, habría que invertir dicha proporción y
hacerlo rápidamente debido al riesgo de alcanzar un punto
sin retorno. Sin una tal inversión, el problema de la Luna
palidece en extremo frente al mayor protagonismo amenazante de
otro problema muchísimo peor: el arruinamiento completo de
nuestro mundo causado por una civilización
cancerígena que invade y destruye su entorno
natural.

Llamando P al progreso científico y
tecnológico y M al mal uso general que se hace del mismo,
la ecuación superior muestra el desafortunado estado
actual de la sociedad humana en este asunto; siendo K un factor
que simplemente marcaría la diferencia de los incrementos
(de P y M) en un instante dado. Se teme que K se haga cada vez
más grande, superando notoriamente a la unidad, con lo que
el estado de desahucie quedaría en breve garantizado. Lo
deseable sería encontrarse en el estado que expresa la
ecuación inferior, con un K tendente de cero si cabe; esto
haría que un moderado aumento de P supusiera un casi nulo
aumento de M.

Limitaciones
fundamentales.

Si bien la Biología se encarga del estudio de los
fenómenos naturales que tienen que ver con la vida o los
seres vivos y la Medicina se preocupa de usar dichos
conocimientos en beneficio de la calidad y cantidad de la vida
humana, la Sociología vendría a ser una
biología de la sociedad antrópica y la
Política una especie de pretenciosa medicina social. Estas
comparaciones son, evidentemente, aproximativas. Sin embargo, un
hecho destaca notablemente en la base de todas estas disciplinas
y de muchas otras más. Se trata de la limitación
que tiene el hombre para alcanzar un estado de reposo intelectual
que le permita guiarse y orientarse eficazmente en el terreno de
las ciencias antropológicas, conductistas, naturales,
sociales y similares.

Desde que comenzó su andadura académica,
el ser humano ha ido adentrándose más y más
en un laberinto cognoscitivo del que no puede salir ni al que
puede recurrir por ayuda para paliar su angustia existencial. Los
graves problemas de índole ético y moral son, a fin
de cuentas, la polilla consumidora que amenaza con arruinar el
edificio social entero. Dentro de este laberinto, el hombre ha
conseguido formidables logros tecnológicos y esta victoria
aparente sobre el medio natural lo ha confundido. Pero el
resultado global, de cara a evitar el naufragio, no es, ni mucho
menos, halagüeño. Semejante desenlace nos trae a la
memoria unas palabras del profeta Jeremías, del siglo VI
antes de la EC: "Al hombre terrestre no le pertenece su camino.
No pertenece al hombre que está andando siquiera dirigir
su paso" (libro de Jeremías, capítulo 10,
versículo 23).

La moderna TEORÍA DE SISTEMAS es, a
los ojos de sus exponentes, aplicable a todas las ciencias
sociales y conductistas, y ofrece un vocabulario que las
unifica. Incluye varios niveles de análisis y puede
aplicarse igualmente a los aspectos macroscópicos
más objetivos y a los aspectos microscópicos
más subjetivos de la vida social, según muchos
expertos. Como es una disciplina que requiere el estudio
multidisciplinar de los fenómenos, al objeto de encontrar
isomorfismos o nexos comunes en distintos niveles de la realidad,
su ubicación debería estar en el terreno de las
ciencias fundamentales o metaciencias (ciencias que supuestamente
servirían para comprender y guiar a las demás
ciencias).

La matematización de la teoría de sistemas
es imprescindible para alcanzar resultados, y, como se trata de
una rama eminentemente abstracta, su vinculación con
conceptos algebraicos, aritméticos y lógicos
debería ser fuerte. Esto supone, aparentemente, entrar
dentro del área de influencia del famoso "teorema de
incompletitud" de Gödel, según el cual existen
limitaciones insalvables en la base de los conocimientos
matemáticos y colocan la certidumbre de los principios
fundamentales de toda la ciencia (se sobreentiende: la ciencia
matematizada, que es prácticamente toda) sobre pilares
suspendidos en el aire. Para algunos pensadores, este resultado
vendría a ser la confirmación matemática de
las palabras de Jeremías citadas anteriormente.

Por consiguiente, la postura asumida hasta
mediados del siglo XX por los científicos racionalistas,
en el sentido de que a través del
método racional se puede obtener la clave para afianzar el
rumbo de la humanidad y conducirla a buenos puertos, ha quedado
desmentida. La mente del hombre ha encontrado limitaciones
intrínsecas importantes de última hora, las cuales
lo devuelven de algún modo al estado de incertidumbre e
indefensión frente al universo que ya tenía cuando
comenzó su carrera científica. Irónicamente,
por un tiempo, el racionalista se sintió seguro y
avanzó a pasos agigantados en su tarea intelectual,
ilusionado con alcanzar lo más pronto posible la
cúspide de la sabiduría absoluta; pero ese
frenesí lo ha conducido con lamentable rapidez al
desahucie. Para algunos, sólo queda ahora un camino
sensato que recorrer: buscar al Creador del universo, humillarse
delante de Él y aceptar su guía. Precisamente, el
Génesis puede ayudar bastante en este sentido.

Téngase presente que, tal como
señala el Génesis, el ser humano fue creado con
unas características mentales semejantes o
similares (no iguales) a las de su Creador. Por consiguiente, su
impulso creativo y racional es natural y apropiado. El problema
es que el hombre no es autosuficiente en sí mismo y
siempre dependerá de la guía de su Creador, quien
sí es autosuficiente. Al menos, esto es lo que parece
poner de relieve el teorema de Gödel. Es permisible pensar
que dicho teorema también pueda afectar a la
creación angélica, pues la Sagrada Escritura apunta
a que los hijos celestiales de Dios no fueron creados
autosuficientes en sentido mental.

Conclusión.

¿Cómo sería nuestro planeta si no
tuviéramos Luna? Queda claro que sería un planeta
no apto para la vida humana. Ahora bien, como parece que nuestro
satélite tiende a emanciparse progresivamente de nosotros,
es comprensible que esta situación haya generado cierta
clase de preocupación en los astrónomos.

Se cree que el ser humano estaría en buena
posición tecnológica para hacer frente con
éxito a este reto mucho antes de que cundiera la alarma,
pero hay escollos. Se trata de la incapacidad del hombre para
objetivizar la ética y la moral mediante reglas no
arbitrarias, las cuales debería obtener a partir de
algún sistema informatizado superior (o de alta
tecnología) basado en el razonamiento, producto del
esfuerzo de todo el colectivo académico y cuyos resultados
fueran incontestables, como son los teoremas demostrados. Pero el
argumento de Gödel arruina toda tentativa en esa
dirección. Una ética y una moral, así
obtenidas, tendrían sus cimientos en el aire; y peor
aún es la situación con una moral subjetiva,
impuesta por arbitrio y sin garantía de validez en el
futuro inmediato.

Así las cosas, nos encontramos en un momento
histórico donde los criterios para consensuar al mundo son
un puro juego de palabras sin ningún valor. Cada
país, cada empresa y cada individuo influyente tiene su
propio código moral y no hay armonía.
¿Qué clase de interés verdadero va a haber
por parte de los gobiernos actuales en promover un plan de
"rescate" para nuestra Luna? ¿Dónde existen, para
ellos, unas leyes morales universales que los
obliguen?

Monografias.com

 

 

Autor:

Jesús Castro

Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

Categorias
Newsletter