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Capitalismo, socialismo y comunismo (página 2)




Enviado por José López



Partes: 1, 2

Al hacerse más inteligente, más social, el
ser humano aumentaba considerablemente el tamaño de sus
sociedades, hasta alcanzar la escala planetaria, donde por
necesidad de supervivencia, una vez más (la materia es la
que manda en última instancia), no tuvo más remedio
que evolucionar hacia una sociedad todavía más
solidaria, donde no tuvo más remedio que sintetizar
dialécticamente egoísmo y solidaridad, donde dichas
contradicciones se resuelven en el sentido de que prevalezca la
solidaridad, pues sólo ella podrá salvar a una
especie tan numerosa y que altera tanto su entorno. El individuo
egoísta que busca su supervivencia como
individuo no tiene más remedio que hacerse solidario
para sobrevivir junto al resto de sus congéneres.
Al hacerse suficientemente social, el antaño
egoísmo se transforma en solidaridad. O lo que es lo
mismo, el individuo se hace solidario por egoísmo, no
tanto como una elección ética, sino que sobre todo
por pura necesidad de supervivencia. El egoísmo era la
supervivencia del individuo aislado, o poco social. La
solidaridad es la supervivencia del individuo social, muy social.
Podríamos incluso decir que la solidaridad es el
egoísmo social, el egoísmo inteligente. Y todo esto
ocurre de manera inconsciente al principio, durante mucho tiempo,
hasta que por fin el ser humano toma consciencia de sí
mismo y del Universo, hasta que descubre la ley de leyes que lo
rige y la utiliza a su favor. Así pues, podemos decir que
el comunismo es el "triunfo" de la solidaridad sobre el
egoísmo, así como del lado positivo de la
inteligencia sobre su lado negativo, la estupidez (a medida que
el ser humano se hace más inteligente también se
vuelve más estúpido, si consideramos a la estupidez
como la mala utilización de la inteligencia potencial).
El comunismo es la cumbre evolutiva de toda sociedad, de
todo ser social, es decir, de todo ser, pues todo ser es siempre
social, más o menos social. Pero, insisto, la
evolución no es lineal, ni predeterminada. Al comunismo,
probablemente, no llegan todas las especies inteligentes, muchas
de ellas se quedan en el camino, se autoextinguen. El día
que conozcamos otros casos, otras especies inteligentes, podremos
confirmar o refutar todas estas teorías.

La humanidad sólo está empezando a
intuir, por primera vez en su historia, su posible
futuro. Cuando tome las riendas de sí misma esa
intuición se transformará en
construcción consciente, en verdadero
conocimiento. ¿Podemos imaginarnos siquiera, en
los albores del siglo XXI, lo que esto significa? El socialismo
científico nos permite prever, hasta cierto
punto, y construir, hasta cierto punto, el futuro y no
sólo adivinarlo como se hacía hasta hace poco. El
futuro ya no pertenece a cuatro iluminados, a los brujos o a los
profetas, sino que a toda la humanidad. ¿Nos damos cuenta
de lo que nos legó el marxismo?

La sociedad comunista es una sociedad más
cohesionada, más armónica, más
pacífica, más libre, más justa, más
próspera, más segura, más estable (por tanto
más duradera) porque es realmente la sociedad,
porque supone el fin del camino del primitivismo a la
civilización, es decir, a la vida en sociedad, en una
sociedad inteligente, en grandes sociedades. Con el comunismo la
sociedad de clases desaparecerá, pero no la
propia sociedad que, por fin, merecerá tal nombre. El
Estado clasista desaparecerá, pero no
necesariamente el propio Estado (el cual, indudablemente,
adoptará otras formas), pues la sociedad necesitará
seguir organizándose. En esto discrepo de ciertas visiones
del comunismo que afirman que el Estado se extinguirá, en
verdad esta aseveración tiene que ver con lo que
entendamos por Estado. La explotación dará
paso a la verdadera organización. El
dominio a la colaboración. La
competencia, es decir, el egoísmo, a la
solidaridad. El egoísmo será reducido a la
mínima expresión, pues ya no será necesaria
la lucha individual por la supervivencia. Pues la
solidaridad tomará el relevo del egoísmo. O dicho
de otra manera, el exceso de egoísmo se
transformará en solidaridad, por mor de la
conversión de la cantidad en calidad. El exceso de
egoísmo llevará a la humanidad a resolver el dilema
socialismo o barbarie. El egoísmo, el motor de la
supervivencia en la vida animal, y en su transición a la
vida civilizada, dará paso a la solidaridad, el motor de
la supervivencia en la vida civilizada, es decir, social. La
guerra, sustentada en el egoísmo, dará paso a la
paz, sustentada en la solidaridad. No es muy
difícil imaginarnos que en tal sociedad los
individuos podrán intercomunicarse a un nivel jamás
realizado, pues la solidaridad aumentará la
empatía. Ni tampoco es muy difícil imaginarnos que
en tal sociedad el desarrollo de la inteligencia se
disparará, causando en el tiempo un notable aumento del
cerebro.

En el comunismo existe tal abundancia de bienes que
el concepto de propiedad pierde todo su sentido
, pues la
propiedad surge de la necesidad de acceder a lo que no es
abundante, a lo que no es fácilmente accesible. Nadie
aspira a poseer lo que es abundante, lo que es accesible a todos.
A nadie se le pasa por la cabeza poseer el aire. Sin embargo, en
el capitalismo, se aspira incluso a poseer lo que en principio es
abundante, ya sea haciéndolo escaso, ya sea dificultando
su acceso. Cuando surgió el excedente de producción
en la sociedad humana apareció la propiedad privada. Dicho
excedente, al no ser abundante, fue acaparado por ciertas
minorías, que lo hicieron, además, inaccesible. En
la sociedad primitiva la única riqueza disponible era la
propia naturaleza, y al ser esta riqueza abundante y
fácilmente accesible, el ser humano no sentía la
necesidad de poseer nada. El comunismo primitivo fue el sistema
mediante el cual la humanidad vivió durante milenios.
Cuando dicho excedente de la riqueza producida por la humanidad
supere cierto umbral, cuando se alcance la abundancia, y cuando
ésta sea accesible a toda la sociedad, para lo cual
deberá ser controlada por toda ella, la propiedad
se extinguirá. ¡Pero siempre que la sociedad
sobreviva y sea en conjunto dueña de sí
misma! Actualmente estamos cada vez más cerca de cumplir
la primera condición: somos ya capaces de generar mucha
riqueza. Pero aún estamos lejos de la segunda
condición: la gran riqueza generada es acaparada por unos
pocos, no es puesta a disposición de toda la
sociedad, no es accesible a toda ella. Sin propiedad
privada no hay propiedad. Sólo puede uno poseer
cuando otro no lo hace, cuando simultáneamente se desposee
a otro. Las comunidades primitivas no conocían lo que era
la propiedad, más allá quizás de unos pocos
bienes muy personales, por razones sentimentales, tal vez ni
siquiera eso. Por consiguiente, dichas sociedades primitivas no
conocían el dinero. El comunismo del futuro abolirá
el dinero. El mercado desaparecerá. El comunismo es el
reino de la abundancia. Quien dice abundancia dice libertad.
Cuando la riqueza es abundante y accesible a todos, entonces
tenemos comunismo, entonces surge el reino de la libertad. Cuando
uno es más libre es más feliz. Las tribus
primitivas que han sobrevivido hasta nuestros días se han
caracterizado (y esto es algo que ha sorprendido a los
antropólogos) por ser más felices, precisamente,
porque se sentían libres, porque vivían en un
régimen comunista (que por supuesto no tiene nada que ver
con el estalinismo). El comunismo es el reino de lo
común, donde todo lo necesario es accesible a todos.

Lo que es común no puede ser poseído. El comunismo
es el fin de toda propiedad privada, es decir, el fin de
la misma propiedad. El comunismo "civilizado" se
diferenciará del comunismo primitivo en cuanto a que
será el resultado de la abundancia de excedente
productivo, y no de su ausencia. O bien, dicho de otra
manera, la abundancia en la que se sustentaba el comunismo
primitivo provenía directamente de la naturaleza,
la propia naturaleza virgen era la única fuente de
abundante riqueza. La abundancia en la que se sustentará
el comunismo del futuro será la obtenida
indirectamente de la naturaleza, será la
naturaleza manufacturada y no la propia naturaleza. Y esa
abundancia de la riqueza, obtenida a partir de la naturaleza
"procesada", se alcanzará cuando procesemos mejor, cuando
el desarrollo científico y tecnológico se
corresponda con el desarrollo social, es decir, político
y económico, en vez de oponerse a él,
cuando tengamos una tecnología puesta al servicio de toda
la sociedad, cuando seamos capaces de organizarnos mejor. El
desarrollo social realimentará al tecnológico, y
viceversa, tal como nos dice la dialéctica. No por
casualidad el socialismo científico surgió en plena
Revolución industrial. El horizonte del comunismo se
aclarará a medida que la tecnología se vaya
desarrollando todavía más, una vez que dicho
horizonte se despeje de espejismos, de falsas imágenes. El
comunismo es el triunfo de la razón y, al mismo tiempo, de
la fe. De la razón puesto que la sociedad se vuelve
lógica, puesto que todo vuelve a su lugar natural, puesto
del revés en la sociedad capitalista. De la fe puesto que
la humanidad vuelve a soñar y porque sus sueños se
convierten en realidad. De ambas puesto que el materialismo
dialéctico las integra, las complementa. Su
síntesis teórica, en la filosofía de la
praxis, conduce a su síntesis
práctica.

El comunismo supone una etapa histórica que se
alcanzará (mejor dicho, que podría alcanzarse) en
determinado momento, no puntual desde luego, como resultado de
una evolución a partir del capitalismo, mediante
una transición más o menos larga llamada
socialismo. El comunismo no llegará de repente un
día, no se decretará. Irá poco a poco
constituyéndose, ¡pero no por sí solo! El
comunismo será una construcción consciente de la
propia humanidad.
El comunismo supondrá la
"abolición" de los pilares de la sociedad capitalista: el
cambio y el trabajo asalariado. Y, como consecuencia de esto, la
desaparición del Estado, por lo menos del Estado clasista.
El comunismo, a diferencia del socialismo, destruye la
lógica mercantil del capitalismo. Supone el
establecimiento de una nueva lógica en la economía
y por tanto una reorganización y transformación
radical de toda la sociedad. Una lógica más
coherente y racional. Según Anton Pannekoek, el
capitalismo es producción para la acumulación de
valor, mientras que el comunismo es producción para el
valor de uso, para la satisfacción de las necesidades
sociales. Con el comunismo el ser humano vuelve a vivir en
comunidad.
El comunismo primitivo, como ya dije, era la vida
en comunidad cuando no había excedente de
producción (porque prácticamente no había
producción), cuando la abundancia provenía de la
propia naturaleza virgen. El comunismo de la civilización
futura es la vida en comunidad de sociedades avanzadas, cuya
tecnología y organización social han alcanzado tal
nivel de desarrollo, que es posible generar y gestionar la
riqueza (abundante, obtenida mediante la transformación de
la riqueza ofrecida por la propia naturaleza), sin el mercado,
sin la propiedad (y por tanto sin la propiedad de la fuerza de
trabajo ni de los medios de producción, es decir, sin la
explotación del hombre por el hombre). Para Marx la
explotación sólo puede abolirse mediante la
abolición del trabajo asalariado, la cual es una
consecuencia de la división del trabajo.

El comunismo del futuro se alcanzará, si es que
nuestra especie sobrevive a sí misma, cuando la
producción llegue a cierto estadio y cuando su
organización sea la adecuada y permita llegar a dicho
estadio productivo, cuando el ser humano libere a la
producción capitalista de las fuerzas que se oponen a
ella, de aquellas fuerzas que la posibilitaron, que permitieron
su crecimiento pero que ahora la obstaculizan. Cuando la
producción se haga totalmente social y se libere
de la rémora privada. En el comunismo del futuro
la economía vuelve a su lugar lógico y natural.
¡El comunismo sí es natural, y no el capitalismo! Lo
único que tiene de natural el capitalismo es que es una
etapa necesaria en la evolución de la propia naturaleza
para llegar a una sociedad inteligente que pueda sobrevivir, para
pasar de un estado natural a otro. El comunismo es
más natural porque perdurará más en el
tiempo, porque supone un estado más estable de la
naturaleza (la civilización inteligente es un estadio
evolutivo de la propia naturaleza). Como proclaman muchos
comunistas, el comunismo es la reconciliación del hombre y
la naturaleza, más aún la reconciliación del
ser humano con sí mismo. El comunismo es la
síntesis dialéctica (materialista) de las
contradicciones de toda sociedad que está a mitad de
camino entre el primitivismo y la civilización. Con el
comunismo, la sociedad humana, toda sociedad inteligente
podríamos incluso decir, alcanza el equilibrio. Un
equilibrio estable y no inestable, un equilibrio sólido
que le permite sobrevivir a sí misma e iniciar su
verdadera historia.

¿Palabrería simplemente, por muy bella y
coherente que pudiera parecer? El tiempo dirá. Sobre todo
la práctica dirá. Siempre que la práctica
pueda hablar. Siempre que existan condiciones para que
pueda hablar libremente. Esas condiciones constituyen el
método científico. El método
científico aplicado a la sociedad humana, a las ciencias
sociales (economía, política,…) se llama
democracia.
¿Es el comunismo un sueño?
Tal vez. ¡Pero qué hermoso sueño!
¡Qué necesario sueño! El socialismo
científico, sustentado en el materialismo
dialéctico, por primera vez en la historia de la
humanidad, nos posibilita la realización de dicho
sueño. El capitalismo, por el contrario, nos conduce a una
pesadilla. ¡Es ya una pesadilla! El socialismo, con destino
al comunismo, nos libera de dicha pesadilla capitalista. Ese
sueño se alcanzará, si es que se alcanza, en no
poco tiempo. Probablemente en siglos. Todo sistema necesita
siglos para desarrollarse. El capitalismo ha necesitado
también unos cuantos. Ese sueño no se
alcanzará al primer intento. Todo experimento necesita
varios intentos. La verdad no se alcanza sin numerosos errores en
el camino. Sólo podremos saber si ese sueño del
comunismo es realizable si lo intentamos realizar, si la sociedad
es capaz, toda ella, en conjunto, de tomar las riendas de su
propio destino.
El comunismo aspira a un nuevo ser humano.
Pero, siendo fiel al materialismo dialéctico, sin el cual
toda comprensión de la realidad se hace imposible o
insuficiente, sin el cual, por consiguiente, toda
transformación de dicha realidad es sólo
utopía, el comunismo postulado por el marxismo sienta
primero las bases de un desarrollo material suficiente,
aunque a su vez realimentado, dialécticamente, por un
desarrollo intelectual. Si la sociedad no está
materialmente preparada para el comunismo, será
imposible el paso del reino de la capacidad al de la
satisfacción de las necesidades, será imposible la
liberación del ser humano. El ser humano se
liberará mentalmente si primero se libera
físicamente, para lo cual también
deberá empezar liberándose mínimamente
también intelectualmente. ¡Ah, la
dialéctica! Pero sin perder de vista que todo está
enraizado en lo material. ¡Ah, el materialismo
dialéctico! El comunismo, el verdadero, no el esperpento
que hemos conocido en el siglo XX, es realmente el reino de la
libertad pues nos libramos incluso de los límites, o
defectos, físicos, o psicológicos, que nos
diferencian los unos de los otros, esos defectos que nos impiden
satisfacer nuestras necesidades como así hacen nuestros
prójimos, lo cual no significa que tengamos todos las
mismas necesidades. Pues, ¿qué es la
libertad sino la posibilidad de satisfacer todas nuestras
necesidades?

Quedará por ver si el comunismo será
posible o no, pero lo que está claro es que sólo
podrá serlo con el tiempo y si la sociedad es dueña
de sí misma. Lo que está claro es que si no
intentamos evolucionar no lo lograremos. Lo que ahora está
claro es que, gracias al método marxista, es decir,
gracias a la dialéctica materialista, los humanos podemos
controlar nuestro propio destino, por lo menos en gran parte. De
nosotros, aunque no sólo de nosotros, depende
nuestro futuro. El marxismo no sólo pretende devolver a la
sociedad su riqueza material, el poder político, sino que
también, por encima de todo, pretende devolverle al ser
humano el protagonismo de la sociedad humana, incluso pretende
adueñarle de su propio destino. ¡El marxismo es el
verdadero humanismo! ¡El marxismo le devuelve la esperanza
a la humanidad, pero sin perder de vista la realidad,
precisamente por eso se la devuelve! El marxismo hace posible el
Cielo en la Tierra, pero nos dice que el Cielo está
también en la misma Tierra, que podemos construirlo desde
la propia Tierra. El paraíso soñado por la
humanidad durante milenios, por fin, se nos aparece en el
horizonte, ¡pero de la propia Tierra! Lo tenemos ante
nuestras narices. Nuestro destino ya no depende de la
Providencia, sino que de la Ciencia. No depende de los Dioses,
sino que de nosotros mismos: los humanos.

El comunismo no es el futuro, sino un
posible futuro, el cual se puede vislumbrar someramente
observando el presente y conociendo la dinámica
de los acontecimientos históricos, sabiendo cómo el
pasado derivó en el presente y por tanto cómo el
presente puede derivar en el futuro. ¡El destino no
está completamente escrito! ¡Pero tampoco
está libre por completo de ciertas leyes!
Comprender en su esencia la dialéctica materialista
significa comprender cómo la historia se hace. El
comunismo no es una amenaza para la humanidad, es una
esperanza.
Mejor dicho, es una amenaza sólo para
aquellas minorías que viven a costa del resto de la
humanidad. Es una de las posibilidades que se nos presenta en el
horizonte temporal, la mejor de las que se nos presenta, pero no
la única. Nadie puede conocer exactamente
cómo será el futuro, pero tampoco esto significa
que no podamos tener ciertos indicios, que no podamos
prever algo algunos de los posibles futuros. Y esto es
así por la propia lógica del Universo, de la cual
no puede escapar la sociedad humana. Dicha lógica nos dice
que todo es dinámico, que existen múltiples futuros
posibles porque existen contradicciones que pueden resolverse de
una u otra manera. Si conocemos dichas contradicciones y
cómo pueden resolverse, entonces podremos resolverlas de
cierta manera. El método marxista nos pone en nuestras
propias manos nuestro destino. El comunismo es uno de esos
futuros, uno que tiene ciertas probabilidades de alcanzarse si
las contradicciones en la dinámica de la evolución
de la sociedad humana se resuelven de cierta manera. El conocer
las posibilidades nos brinda la oportunidad de trabajar
activamente por la realización de aquella que más
nos convenga. La voluntad humana no sólo nos sirve para
conocer, para prever, sino que también para construir. El
conocimiento de la ley fundamental de la evolución del
Cosmos, y por tanto de nuestra sociedad humana también,
nos permite construir nuestro futuro, además de
vislumbrarlo. Ésta es, sin duda, la gran aportación
de Marx.

¿Puede existir mayor conquista que el
conocimiento de la lógica general del
Universo?

El socialismo, la transición desde el
capitalismo, se conforma con menos que el comunismo, aunque ya
supone un gran paso respecto del capitalismo. No en vano el
socialismo es la etapa intermedia entre el capitalismo y el
comunismo
. El socialismo busca satisfacer a la sociedad,
busca armonizar el modo de producción social con
el reparto social, para lo cual los medios de
producción deben pertenecer a la sociedad y deben ser
gestionados socialmente. El socialismo busca resolver las
irresolubles contradicciones del capitalismo, mejor dicho, busca
establecer las bases para resolverlas, sienta las bases
del comunismo. Ni más ni menos. Con el socialismo,
lejos de lo proclamado por sus enemigos o por sus falsos profetas
(que en verdad sólo buscan sustituir a los
actuales acaparadores de la riqueza generada), la democracia,
por fin, será real
. Con el socialismo la democracia
política se complementa a, y a su vez se nutre de, la
democracia económica (¡esa omnipresente
dialéctica!). Esa contradicción del capitalismo en
la que la "democracia" política convive con la dictadura
económica se resuelve, pero no en el sentido de
desnaturalizar la democracia política (como así
ocurre con el capitalismo, que necesita mantener a toda costa el
totalitarismo económico en el que se sustenta, para lo
cual debe desposeer a la democracia de su sujeto teórico,
el pueblo, para lo cual debe vaciar de contenido a la escasa y
simbólica democracia liberal). El socialismo expropia a
los expropiadores capitalistas, tanto en lo económico como
en lo político. Con el socialismo el poder vuelve al
pueblo, la riqueza vuelve al pueblo
. En verdad que con el
socialismo, por fin, es posible el poder del pueblo, puesto que
desarrollar el socialismo es desarrollar la democracia,
desarrollar la democracia es desarrollar el socialismo. El
socialismo, como decía Hugo Chávez, es democracia
sin fin. Con el socialismo, por fin, se vislumbra la posibilidad
de una sociedad que merezca tal nombre.

 

 

Autor:

José López

Partes: 1, 2
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