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Del congreso de Panamá a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños




Enviado por augustobatista



  1. Introducción
  2. Desarrollo del tema
  3. Conclusiones
  4. Bibliografía

Introducción

Este trabajo monográfico tiene la
intención de señalar históricamente los
procesos de impulsos y frenos que experimentaron los procesos de
integración latinoamericanos empezando con la gesta
bolivariana en el siglo XIX y terminando con la
instauración en el siglo XXI de la Celac. Para
después sacar las conclusiones del caso.

Desarrollo del
tema

Las ideas de unidad continental
habían germinado en la etapa emancipadora en el recinto de
comunes creencias, normas y objetivos. El idealismo
anfictiónico bolivariano no sustantivaba la
formación de un único mercado compartido. Todo lo
contrario, sus esfuerzos estaban encaminados al
plano superestructural. Este proyecto vivirá su momento de
apogeo en el Congreso de Panamá (1826) y con avances y
retrocesos caducará luego del fallido Congreso de Lima
(1864), ulterior eslabonamiento de los diversos estados del
área al mercado mundial.

En Hispanoamérica concluyen en el
siglo XIX las luchas por la independencia, sin alcanzar
aún la unidad continental. Las tensiones de
carácter centrífugo de los intereses de las
regiones exportadoras y portuarias, conspiran en contra del
proyecto unificador. Los puertos de Buenos Aires, Montevideo,
Valparaíso, el Callao, Guayaquil, Cartagena, Santos,
fueron la matriz fragmentaria a partir de los cuales se
conforman las fronteras de los países que
integran America Latina. Es la balkanización de America
Latina.

En el siglo XX Federico Seeber propuso en
1906 la conformación de un bloque aduanero como el
Zollverein alemán basado en la unión
política entre Argentina, Brasil, Chile, Uruguay,
Perú, Bolivia y Paraguay. A su vez, Ricardo Pillado,
director de comercio e industrias de la Argentina,
presentó por la misma época un proyecto diferente,
que se basaba en la defensa del libre comercio entre los
países fronterizos con la Argentina, suprimiendo las
barreras fiscales entre esas naciones.

Pero, la propuesta más importante en
aquellos años fue la de Alejandro Bunge, desarrollado en
una conferencia realizada en Mannheim, en 1909, que luego
amplió en años sucesivos y publicó como
capítulo en su libro Una nueva Argentina, de 1940. Bunge
consideraba una integración económica por etapas
que podría iniciarse entre la Argentina y Uruguay (La
"Unión del Plata"), luego Paraguay, Chile y Bolivia y
eventualmente Brasil. El Barón de Río Branco,
legendario conductor de Itamaraty, fue quien impulso el primer
intento de unión de Argentina, Brasil y Chile a
través de un tratado firmado en 1915.

Tenía, entonces la finalidad de
contrabalancear los excesos de la doctrina Monroe y las
tendencias al panamericanismo hegemonizante de la EE.UU. El
tratado del ABC (Argentina, Brasil y Chile), firmado en 1915 por
los cancilleres de los tres países dejaba abierta la
posibilidad de una "entente económica" entre los tres
países mediante un régimen de comercio preferencial
y de concesiones recíprocas A pesar de todos los
conflictos y tensiones con la Argentina impulsados en parte por
su presencia al frente de la diplomacia
brasileña.

El barón de Rió Branco
había luchado tenazmente en años anteriores para la
concreción del tratado, afín de contrabalancear el
poderío norteamericano en la región. Los
parlamentos de Brasil y Chile aprobaron el pacto, conocido como
tratado del ABC y en 1916 el congreso argentino debatió
este tratado, el cual fue aprobado en el senado pero la
cámara de diputados lo rechazó.

El planteamiento integracionista
resurgirá a nivel mundial, en la segunda postguerra. En
donde Estados Unidos proveerá cooperación en esta
dirección a Europa occidental, con el objeto de
contrarrestar el avance soviético. En los primeros
años de la década del 50 en el siglo XX el
denóminado nuevo ABC de Argentina, Brasil y Chile es
el punto más alto en el intento de unificación,
pues contemplaba una unión aduanera la creación de
zonas de libres de tránsito de mercaderías,
liberación de derechos aduaneros y creación de
entes binacionales para la industrialización de minerales.
Aquel segundo ABC, motorizado por los presidentes Juan
Perón de Argentina, Getulio Vargas de Brasil y Carlos
Ibañez del Campo de Chile, fue inspirado en la necesidad
de construir un núcleo duro, básicamente entre
Argentina y Brasil, sobre el cual se asentara la unión de
los demás estados sudamericanos.

Fracasó por las intrigas y presiones
de fuerzas ligadas a la dispersión y vinculadas a
intereses pertenecientes a los países centrales. Es decir,
la tradicional rivalidad argentino brasileña en el
ámbito regional y la influencia de Estados Unidos, fueron
en ese momento obstáculos insuperables para concretar, esa
unificación. En los años 60 del siglo XX,
bajo la influencia de las políticas desarrollistas
que se daban en la región de renovaron los intentos
integracionistas.

En la presidencia de la Argentina de Arturo
Frondizi se concretó la experiencia de la
Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC) en
1960 (Tratado de Montevideo), sobre la base de recomendaciones de
la Comisión Económica para America Latina, CEPAL.
La creación de la ALALC, en febrero de 1960 tuvo como
promotora principal de esta nueva asociación, que se hizo
realidad a través del Tratado de Montevideo, fue la CEPA
institución inspirada en las ideas del economista
argentino Raúl Prebisch, entonces su secretario
ejecutivo.

Los proyectos cepalinos constituyeron una
nueva alternativa, diferente de las otras instituciones de la
región de contenido más político, como la
OEA, tratando de producir una integración económica
interamericana que tuviera en cuenta en primer lugar los
intereses de la región. Sin embargo, luego de varios
años de negociaciones, la ALALC no pudo superar una de las
primeras etapas del proceso integracionista, es decir, la
creación de una zona de libre comercio.

En lo que respecta específicamente a
la Argentina y el Brasil los presidentes Arturo Frondizi y
Janío Quadros firmaron los acuerdos de

Uruguayana, en 1962, con una perspectiva
más política basada en la idea de reforzar el poder
de negociación de ambos países frente a los Estados
Unidos. En otra dirección que apuntaba a una mayor
cooperación basada en la vecindad, el Tratado de la Cuenca
del Plata, firmado en 1969 por la Argentina, Brasil, Uruguay,
Bolivia y Paraguay, procuró integrar físicamente
esa región para el aprovechamiento integral de los
recursos hídricos y el perfeccionamiento de la
infraestructura de transportes y comunicaciones.

Por otra parte, entre los países de
la región andina se firmó el acuerdo de Cartagena,
más conocido como Pacto Andino, que procuraba profundizar
las estrategias de integración entre aquellos que
compartían una misma zona económica. Al mismo
tiempo, las experiencias latinoamericanas continuaron. En una
tentativa para responder al agotamiento de los proyectos
integracionistas cepalinos de los años sesenta.

En Octubre de 1975 se constituyó el
Sistema Económico Latinoamericano (SELA), con fines
más políticos que económicos y apuntando a
la coordinación de las políticas de los diferentes
países antes que a su integración. Estos proyectos
trataron de consolidarse en Agosto de 1980, cuando se
firmó otro tratado de Montevideo que dio origen a la
Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI).
Esta organización tenía objetivos más
ambiciosos que la ALAC pues pretendía avanzar en forma
gradual y progresiva hacía la creación de un
mercado común latinoamericano.

Pero la ALADI pecaba de voluntarismo y sus
metas, generales y difusas, conspiraron contra la
formalización de acuerdos concretos. Quedó, sin
embargo, de todas estas experiencias, una secuela de
realidades comerciales así como un
aprendizaje sobre lo factible y lo que no lo era, en la idea de
compartir mercados y recursos de la región. En 1985 los
gobiernos de Argentina y Brasil, los primeros libremente electos
después de períodos con ausencia de
democracia, enfrentaban la necesidad de reorientar sus
economías, esto llevó a comprender que un proceso
de reconversión y expansión tendría
más ventajas si era encarado en forma
conjunta.

Sobre esta base a fines de 1985 los
presidentes Raúl Alfonsín de Argentina y
José Sarney de Brasil, ratifican la voluntad de encarar el
futuro en conjunto y con ello crean el marco político para
que se exploren caminos de acuerdo. Es así
que Noviembre de 1985 ambos países firman, en Foz
de Iguazú (Brasil), la declaración de
Iguazú, donde se destacan la idea que la
consolidación democrática en la Argentina y el
Brasil crea condiciones para estrechar
vínculos y acelerar la integración
económica.

Se firma además una
declaración conjunta sobre política nuclear, que es
percibida como otro factor atenuador de antiguas tensiones. En
Julio de 1986, en Buenos Aires, se firma un
documento que tendrá una vital importancia en
el futuro de la región : el programa de integración
y cooperación económica, integrado por un acta y
doce protocolos sectoriales. En este documento, por primera vez,
se define que el objetivo final es la construcción de un
mercado diez años más adelante, y los principios
rectores del proceso serán la gradualidad, flexibilidad,
selectividad y equilibrio cualitativo y cuantitativo. Con la
firma del tratado de integración, cooperación y
desarrollo de 1988, comienza una inflexión en la
estrategia de integración bilateral modificando la
función de varios instrumentos, en particular la columna
vertebral del proceso, que pasa a ser la liberalización
comercial en lugar de los acuerdos sectoriales.

Se define constituir un espacio
económico común en una década, adoptando
como instrumento central la eliminación de las trabas
arancelarias y no arancelarias. Ello se complementa con la
armonización de las políticas sectoriales y
macroeconómicas. Esta nueva estrategia de
integración se consolida es el Acta de Buenos Aires del
año 1990 suscrita por los presidentes, Carlos Menem de la
Argentina y Fernando Collor de Mello por el Brasil. Este tratado
se acuerda adelantar la fecha de concreción
del mercado común para Diciembre de 1994, y la
metodología para lograrlo, según se establece en el
anexo 1 del acta, será la eliminación total en
forma lineal y automática de los aranceles y las trabas no
arancelarias.

Esta estrategia implica el abandono de los
principios rectores de la integración definidos en el
acuerdo de 1986. La gradualidad, flexibilidad y equilibrio no
serán ahora condición para el avance del proceso,
en la medida que éste queda determinado por la
liberalización comercial.

El MERCOSUR es consecuencia de la
negociación bipartita de Argentina y Brasil, a la que en
1991 se suman Uruguay y Paraguay. Todo parece indicar que el
camino bipartito fue una elección expresa de Argentina y
Brasil que habían decidido comenzar con un proceso propio.
El acto fundacional fue el tratado de
Asunción (1991), creador de los principios y bases
normativas del Mercado Común del Sur
(MERCOSUR). Es decir, los presidentes Carlos Menem (Argentina),
Fernando Collor de Mello (Brasil), General Rodríguez
(Paraguay) y Luis Alberto Lacalle(Uruguay) firmaron el Tratado de
Asunción en el año 1991.

El Tratado de Asunción es un acuerdo
marco de carácter transitorio. Su objetivo es la
construcción de un mercado común al 31 de Diciembre
de 1994. En el año 1991 se produce el colapso
de la URSS y la proclamación de un nuevo orden mundial por
parte del presidente de USA Bush (padre) con predominio del
pensamiento neoliberal en un mundo conducido por USA y otros
países y actores transnacionales (FMI, BM, etc) que
influyen en America Latina. En el año 1994 los estados
miembros del MERCOSUR suscribieron el Protocolo de
Ouro Preto.

Desde de 1994 en adelante se produjeron
cambios en el mundo, en América del Sur y también
en los estados partes del MERCOSUR. Como consecuencia del fracaso
de las políticas neoliberales implementadas y de las
reacciones y resistencias que produjo en diversos países
del mundo y en América del Sur, en particular, la
visión optimista de la globalización de
los mercados se encuentra cuestionada y el "pensamiento
único" controvertido. Por otra parte, USA a partir del
suceso terrorista ocurrido en "septiembre" fomenta la prominencia
de un esquema de poder mundial que tiene su eje en la seguridad y
menos en lo económico comercial.

En caso de prevalecer un esquema de poder
que tenga su eje en lo económico-comercial, la
hegemonía se repartirá entre USA, la U.E., China,
Japón, etc. Si predomina un esquema con eje en lo
estratégico-militar, USA dispondrá de ventajas
indiscutibles. En este contexto el 8 de Diciembre del año
2004 se firmo en la ciudad de Cuzco por parte de los
países latinoamericanos la llamada "Declaración de
Cuzco" que da nacimiento a la Comunidad Sudamericana
de Naciones. En un mundo que se transforma de unipolar a
multipolar el continente latinoamericano da dos pasos de gigante
en lo que se refiere a la integración regional.

Se funda y se aprueba y se firma el tratado
constitutivo el 23 de Mayo del 2008 en la ciudad de
Brasilia donde se estructuro y se oficializo la Unión
Naciones Sudamericanas (UNASUR). Es así que, su primera
presidenta fue la chilena Michelle Bachelet. El otro paso fue que
el 23 de Febrero del 2010 se creo la Comunidad de
Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).
Es entonces que en Caracas en los días 2 y 3 de Diciembre
del 2011 quedo constituido definitivamente la CELAC.
La I cumbre de la CELAC se celebró en Chile
en Enero del 2013.

Conclusiones

De todo lo analizado sobre la
integración sudamericana y latinoamericana se desprende
que en primer lugar, hubo varios intentos de integración
continental. El primero fue el bolivariano que fracaso en el
siglo XIX pasando por el nuevo ABC en la década del 50 en
Sudamérica terminando con la CELAC que es lo más
novedoso que han hecho los gobiernos latinoamericanos. Las
experiencias integracionistas del siglo XIX han terminado en
fracaso por las presencias de fuerzas endógenas y
exógenas que tenían como meta el fracaso absoluto
de estas propuestas.

En la segunda posguerra mundial en la
década de los 50 el nuevo ABC termino en el fracaso por
razones de que el imperialismo anglosajón y las fuerzas
oligárquica criolla no quería que triunfara esta
experiencia integracionista. A su vez, las experiencias
integracionistas en el continente latinoamericano como ALADI O
ALALC terminaron su existencia en el burocratismo. Es decir,
vegetando en la realidad. Por ahora el MERCOSUR, UNASUR y CELAC
siguen teniendo vida. Es decir, viven y luchan por seguir
consolidando sus organizaciones regionales. Por ahora tienen un
futuro exitoso. Son las esperanzas del siglo XXI de que
Latinoamérica sea unida o tenga unidad como nación
que lo es.

Bibliografía

Abreu, Sergio, Mercosur e
integración, FCU (1991), Montevideo Uruguay. Abreu,
Sergio, Mercosur, una década de integración. FCU
(2000), Montevideo, Uruguay.

Bizzozero, Lincoln, Los inicios del
Mercosur y el ingreso de Uruguay.

Facultad de Ciencias Sociales (1993),
Montevideo, Uruguay.

Gros Espiel, Héctor, Mercosur. El
tratado de Asunción. Instituto de Estudios empresariales
de Montevideo (IEEM) (1991), Montevideo, Uruguay.

 

 

Autor:

Licenciado Augusto Batista
Stasiuk

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