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Cuentos – Libro de cuentos de Peten – Diez cuentos para leer en familia (página 3)




Enviado por Josè Romero



Partes: 1, 2, 3, 4

Al salir ala plaza, ya no encontró en qué y con quién irse, por lo que comenzó a caminar de regreso a su casa.

Ya había caminado la mitad de la distancia entre su pueblo y el de la fiesta, cuando a lo lejos vio que venía hacia él una persona, que por la oscuridad y la lejanía no lograba distinguir.

-Creo que es alguien que va temprano a su milpa, pensó Un poco desconfiado, puso sus manos sobre el machete.

-Si me quiere hacer algo…se va a arrepentir.

La ñieblina era espesa, no se podía ver más de cinco varas, pero sí pudo distinguir la silueta menuda y rogordeta que venía a su encuentro.

Grande fue su sorpresa cuando reconoció a su anciana madre:

-¡Mi hijo, oyó que dijo la silueta: ¿Por qué andas a estas horas de la noche?, ¿no ves que falta poco para que amanezca? -Mamá, contestó Chepe. ¡¿Si sabés muy bien a dónde fui¡? ¿Para qué me buscas?, si me vieran mis amigos en este instante contigo…¡Qué vergüenza¡ -Si, pero nunca habías llegado muy tarde, además estábamos muy preocupados por tu tardanza, contestó nuevamente la silueta, sin acercarse mucho.

-¡Pues ya ves, sé cuidarme solo, no soy un niñito para que me andés cuidando! Comenzaron a caminar rumbo al pueblo, mientras el muchacho iba atrás muy molesto, pensando en la actitud de sus padres, más en la de su madre, que se había atrevido a salir a buscarlo.

-Si ahora me vieran mis amigos, ¿¡Qué vergüenza, qué pensarían de mi!? Ya se comenzaban a ver algunas luces del pueblo, cuando la mamá dejó de platicar.

El silencio comenzó a envolverlos, la ñeblina era densa mientras que el frío calaba los huesos de Chepe.

-Por qué no me prestas un poco de tu rebozo para que yo me tape? Dices que me cuidas y dejas que yo pase este frío, dijo Chepe a su madre.

-Es mejor así –comentó la mamá.

Por azares del destino Chepe continuó atrás. De pronto empezó a sentir espesa la saliva, agria, amarga; el sudor, un sudor raro que jamás había sentido, con el frío que hacia, el empezó a sentir un sudor pegajoso, viscoso.

En el instante en que bajó la cabeza… jamás imaginó lo que vería, pues la que creía su madre, no lo era.

Comenzó a sentir que las fuerzas le faltaban, que la vista se le nublaba y que el corazón, le iba a salir del pecho.

El ser que caminaba delante de él, en realidad no lo hacía; más bien flotaba a poca distancia del suelo. El fustán largo era lo que le impidió que Chepe se diera cuenta desde el primer instante.

Sacando su filoso machete gritó:

-¡Tú no eres mi madre! Mientras decía esto, comenzó a lanzar tajos por todos lados, en tanto que corría con todas sus fuerzas, pues el diabólico ser lo perseguía, era la muchacha que había estado bailando con él esa noche, era nada menos que la Ixtabay, ya estaba por alcanzarlo cuando con un golpe rápido, le quitó una oreja al ser que tenía calavera de la cabeza de un caballo.

El muchacho era valiente, por lo que al día siguiente, regresó con sus amigos al lugar donde sucedió la extraña lucha.

En medio del trocopas, había un reguero de sangre que comenzaron a seguir, dentro del monte, encontraron hojas manchadas de sangre, hasta llegar a un Succheé donde había un bucute llamado árbol de fuego, al lado de la aguada del Bayal, encontraron manchado de sangre el tronco como que si el ser diabólico se había estado restregando de dolor, luego la sangre seguía hasta el muellecito que había en la aguada y el rastro de sangre terminaba allí.

Y Chepe, jamás volvió a salir solo a un baile.

GLOSARIO Sajalal: Pueblo antiguo de Santa Ana, ya desaparecido.

Cacicazgo: Municipio.

Itzponé: Nombre antiguo del paraje donde se ubicó el primer asentamiento de Santa Ana.

Junticholol: aldea antigua desaparecida de Santa Ana.

Andés: de andar Legua: medida de longitud de aproximadamente4 kilómetros. Ahoracado: Antiguo nombre de Santa Elena de la Cruz NojPetén: Antiguo nombre de Flores Bestia: caballo Ña: doña Danzones, chachá, twis, corridos: ritmos bailables de los años 30"s-60"s Guachiangos: ritmos bailables de época antigua.

Noyen: No oyen, de afirmación.

Guindar: colgar Comidilla: chisme, hablada Muchacha: mujer, señorita. Ñeblina:nieblina Varas: medida de longitud de menos de un metro usado antiguamente en Petén Succheé: Grupo de arboles que se encuentran en medio de la sabana. Trocopas: camino que hay en la montaña.

Bucute: árbol de bucute.

Bayal: especie de bejuco que sirve para hacer muebles, canastos, lámparas.

13.- La noche en que el duende lloró

(Cuento en Verso)

Escribió: José Antonio Romero Berges Lugar: Santa Ana, Petén Fecha: 9 de octubre de 2009

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Santana llamada así por muchos pobladores de los al redores, tiene una larga y basta historia hasta hoy jamás escrita, sus sitios especiales, como La Parroquia, La Pila de la Plaza, El Jocote de la Plaza, El Tamarindo Antañón, Las Aguadas Bayal del Bucute, de la Ceiba, Las extensas Sabanas, El Aljibe de Jocote sembrado por Don Eugenio Guzmán en el año de 1920, Alvaro Guzmán Pacheco sembró otro árbol en el año 2012, pues este jocote el de la foto fue cortado en el año 2010.

del Buena Vista… son lugares históricos que hay que recorrer y recordar… Cada pueblo tiene su historia, cada pueblo tiene sus lugares especiales en donde se cuentan historias y leyendas… Santa Ana, un pueblito de Petén, con sus casitas montadas sobre una plaza central, y en el centro de está la Iglesia Parroquial, con su campo de Futbol y su cancha de basquetbol, cual maqueta interpuesta por el Señor, para admirar, Sus callecitas cual veredas, caminitos serpenteando el trocopas, en sus orilla llena de montes y en el centro el lodazal… Con sus casitas de huano, paredes de coloche"é, embarradas de tierra blanca, con zacate y cal, sus paredes color blancas con sus puertas de color y las dos ventanas a los lados con postigos de entrecerrar… con sus cuatro calles centrales que se conectan entre sí y sus callejones de salidero se van… Desde muchos años hace existe el árbol de Jocote en la parte surpoñente de la plaza central, frente donde estuvo la primera escuela del lugar.

Ese jocote fue sembrado por Don Eugenio Guzmán según el me lo contó con sus propias palabras, cando el era muy joven.

¡Si ese jocote hablara!, contara las penas de la gente, cuando madrugaban por las noches para ir a velar el agua que usarían para subsistir… ¡Si ese jocote hablara!, ¿cuantas almas enamoradas, amor eterno se juraron bajo sus ramas…? ¡Ah! ¿Jocote viejo,! ¿¡jocote viejo diría el poeta, tu que supiste de tantas penas y alegrías también!, pues en ese viejo jocote… esto sucedió….

Hace muchos años, cuando los abuelos eran jóvenes y las abuelas también, hubo una niña tan linda, que nadie la ha de olvidar, por muchos años comentaron la historia que he de contar, aunque nadie lo ha creído, esta es la pura verdad… Esta niña linda, nació aquí en este mismo lugar, hija legítima de Itzponé y del Juntecholol, dicen que era de tez clara, con ojos color de miel, su cabello era castaño, tan largo como una crin caballar, sola que de bella potranca con su buen andar….

La niña creció rodeada de cariño y amor, nadie recuerda su nombre porque esto hace mucho tiempo sucedió…

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La niña tenía nueve años cuando, el duende la conoció, y se enamoró perdidamente de esa bella flor….

Una noche de luna nueva, el duende la visitó, vestido de buen mozo con su caballo alazán, la niña no tenia edad para esos menesteres, solo que los papás sospecharon del intruso y una trampa le pusieron… Le dijeron que lo esperara a las doce de la noche en el viejo cementerio para mirarle el valor, pero antes tenia que ir a buscar una flor blanca, de las que hay en los floreros del Altar mayor de la Iglesia de Nuestra Señora Santa Ana. El duende no sospechó de la trampa que le ponían, más no sabia que los padres de la niña, la contra le pondrían, como El duende no puede a las iglesias entrar, le dijo a uno de sus allegados que la flor blanca fuera a sacar, se fue Jocote donde lloró el duende uno de sus secuaces y la flor blanca sacó, pero todas las flores que habían curadas estaban en el altar, pues a Ña Gina les predijo que cuando estuviera en edad, El Duende la visitaría pues se la iba a llevar… Los padres siempre creyeron lo que la sabia señora les dijo y estuvieron preparados desde que la niña nació, todos los días llevaban flores blancas al altar y se la ofrendaban al Cristo al Jesús de Nazaret, y le pedían al buen Dios, que protegiera a su hijita de todas las burlas que existieran y los espantos también… El buen Dios sabía de las penas y alegrías del corazón, y esa niña dedicada a ellos y al Buen Jesús….

Llego a la hora pactada, El Duende con su blanca flor, en la entrada del cementerio se encontraba el papá, y le dijo, bueno joven mozo, entre usted a este Santo recinto y siete vueltas ha de dar, si es que quiere a mi hija desojando esa flor… así lo hizo el canijo, siete vueltas al cementerio dio, cada vez que desojaba a la bella blanca flor, el espanto iba cambiando de forma, cuerpo y color, cuando al fin terminada las vueltas en un espejo se vio, era un espejo nuevo bendecido por monseñor, al verse el duende todo feo, como en realidad es, dio un gran grito de rabia y susto y desapareció… Cuando los padres regresaron del cementerio a su casa, bajo el jocote de la plaza, vieron la figura menuda de aquel pequeño rufián, llorando desconsolado, y suspirando por su amor, y es que esta es la leyenda, del Jocote de la Plaza, en donde a moco tendido el duende lloró por primera vez…

GLOSARIO

Santana: Santa Ana Surpoñente ó surponiente: Sur occidente Ña: doña Gina: Georgina Burlas: espanto, malos espíritus

14.- El Cerro Encantado

(Cuento) Autor: José Antonio Romero Berges Lugar: Santa Ana, Petén Fecha: 9 de octubre de 2009.

 

La luna asomaba en el horizonte, eran como las siete de la noche, despacio, con cuidado, cautelosos iban aquella noche fresca del mes de marzo, Chayo (Belizario), Tono (Antonio), Nito (Benedicto), y Geño (Eugenio) caminaban por la montaña, Chayo le preguntaba a Geño, ¿ya vamos a llegar?, a lo que Geño respondía, ya mero, perate"hombre, tené pacencia dijo, Tono y Nito solo oían, no decían nada… Bordearon un cerro y entraron a una llanura especie de sabana pequeña y a lo lejos divisaron las champas que meses antes había hecho Geño con unos caguachines que habían andado con él por la chicleria, ya que habían infinidad de árboles de chicozapote, de chico, palo"tinto, cedros, caobas y ceibas;

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Dibujado por: Cecilio de Jesús Garrido Quixchán

al fin dijeron los exploradores, habían caminado todo el día para llegar al pie del cerro.

Horas antes habían tenido que caminar una infinidad, sorteando sabanas, pasando por los pucctees, por los juntechololes, por pequeñas montañas, por cerros, bordeando caminos sobre las montañas tupidas de enmarañados bejucos.

Para llegar al campamento del Juleque, que quedaba a tres leguas del pueblo de Juntecholol, tuvieron que caminar un largo trecho, llegaron a la Sabana del Juleque que estaba a tres leguas de la comunidad del Juntecholol y esta, estaba a una legua donde está ahora la cabecera municipal de Santa Ana, siguieron caminando por la sabanita que encontraron en el camino.

Llevaban escopetas y rifles, llevaban su bastimenta que consistía en tortillas, frijol volteado, queso seco, tortillas, café, azúcar, sal, en ese tiempo no existía el consomé ni nada de esos "menjurjes" llamados condimentos, en aquello tiempos la preparación de la comida era más sana, más natural.

Se preguntaran porque no llevaban carne, y ¿Para que?, si la carne la conseguían en la montaña, pues los exploradores llevaban rifles de dieciocho tiros y escopetas de doce cartuchos, llevaban sus linternas especiales que se ponían en la frente con su batería cuadrada de doce voltios que llevaban al cinto. Iban montados en sus respectivas monturas, Chayo llevaba una yegua blanca con pintas negras, Tono iba en un potro pinto café con blanco, Nito llevaba un potrillo alazan-azabache y Geño llevaba una yegua color azabache, con una crin negra tan oscura como la noche.

Habían salido del pueblo de Juntecholol a las ocho de la mañana agarraron por la sabana del Juntecholol, pasando por los Puctees de la Sabana del Ixponé doblando para el surponiente para el campamento de La Sardina subiendo la montaña del mismo nombre.

La sombra y oscuridad de la montaña hacían que las bestias fueran a paso lento, pues había lodo, bajando para el sucche`é del caobal agarrando el trocopas más al sur para el campamento del Juleque, en la montaña cazaron un faisán ave de carne de un sabor delicioso, llegando al Campamento del Juleque. Geño hizo fuego y Tono puso a quemar las plumas del animal para después desplumarlo. Desplumado el animal, Chayo le echó sal y una hoja que solo el sabía que había buscado en la montaña y se puso a asar la carne del faisan. Ese olor que emanaba la carne asada del faisan atrajo más de algún animal felino que merodeaba el campamento, pero no pasó nada, el felino no se acercó.

El campamento del Juleque, estaba formada por unas champas grandes de unas ocho varas de largo por cuatro de ancho, horconeadas, con techo de guano diunagua, frescas para esos calores de marzo y abril; hacia el noreste del campamento se encontraba un bajial o juleque en donde en tiempos de verano solo habían pocitos de agua por todo el bajío, como acababa de entrar el verano, pues todavía habían juleques ó aguadas con bastante agua.

Cuando Nito fue a buscar agua al tintalito que había en el Juleque se oyó un ruido de rifle, vaya dijeron los encampamentados, parece que Nito cazó algo; Nito era un experto tirador con rifle, con escopeta, hasta con cuchillos.

Venia Nito subiendo la ondonada con un cabrito color café sobre sus hombres y gritó: ¡Hey, muchá, traigo carne para bastimenta!, a lo que sus compañeros respondieron ¡Ta"bueno Nito, ta bueno! Nito contento llevó el cabrito, lo puso abierto en sus cuatro patas, lo amarró y lo empezó a cortar por el centro le abrió la panza, le sacó las tripas con mucho cuidado para que no se reventara la hiel, después le sacó las tripas, el hígado, el vaso, el páncreas, la panza, el gaznate, después empezó a despellejarlo, le sacó los lomitos, los lomos, cortó los brazuelos y les entregó uno a cada uno de sus amigos, repartió las costillas también, todo en partes iguales como buenos hombres de montaña que saben compartir en las buenas y en las malas, en las alegrías y las tristezas, así son los hombres del campo, así son los hombres de las montañas de Petén, así eran esos cuatro amigos; salaron la carne y caduno lo guardó en su xalbeque una bolsa de cuero que cada uno de los hombres rudos que andan en las montañas llevan para guardar su bastimenta, al llegar a la parcela de Geño iban a poner a secar la carne al sol.

Almorzaron la carne roja de faisán, que había quedado deliciosa, tan suave como las carnes de gallina de patio. Terminados de almorzar fueron a llenar sus bumbos, chuj ó chujos de agua, pusieron las monturas de sus cabalgaduras y agarraron para sursaliente del juleque rumbo a la montañas del mismo nombre para sobre el campamento de los Pelones donde estaba la parcela de Geño. Siguieron caminando sobre el trocopas bajo la montaña, de las hojas de los árboles caían gotitas que hacían más frío el ambiente, ya que eran montañas cerradas y vírgenes.

Geño, en sus conectes con los del FYDEP se había conseguido una parcela por esos rumbos, pero estaba muy lejos de donde vivían, pero a él le gustó por los montículos y ruinas que habían, por el pasto, por la tierra, por todo lo que había. Había montaña virgen para tumbar los grandes árboles de chico, de zapote, de valerio, de caobas, cedros, y muchas especies más.

Bordearon un cerro y entraron a una llanura especie de sabana pequeña y a lo lejos divisaron las champas, habían llegado a la parcela de Geño, eran las cinco de la tarde, nueve horas de camino sobre la montaña.

Bajaron de sus monturas, se las quitaron a los animales, Tono se subió a un Ramonal (árbol de ramón) y cortó hojas para que comieran los animales, les dio de beber, Geño juntó el fuego y se pusieron a hacer comida para la cena, pusieron las hamacas con sus respectivos mosquiteros, prepararon las linternas, las palas, piochas y azadones, rifles, escopetas y pistolas, eran como las cinco de la tarde.

A eso de las seis de la tarde, agarraron ajo y se lo echaron en las botas y en los pantalones remangados, decían que el ajo se lo echaban para ahuyentar a las culebras, ya que las montañas del Petén, están llenas de ellas, ya sea nahuyacas, corales y barba amarilla que es la más peligrosa de las serpientes del Petén.

Oscurecía, cuando tomaron el camino que llevaba al cerro. La luna asomaba en el horizonte, eran como las siete de la noche, aquella noche fresca del mes de marzo, Chayo, Tono, Nito y Geño caminaban por la montaña cuesta arriba, Chayo le preguntaba a Geño, ¿Ya vamos a llegar?, a lo que Geño respondía, ya mero, perate, tené paciencia dijo, Tono y Nito solo oían, no decían nada… Bordearon un cerro y entraron a una llanura especie de sabana pequeña y a lo lejos divisaron el gran montículo, imponente, silencioso, lleno de árboles, sólo verlo daba miedo, no, daba respeto, no, daba impotencia de ver esa gran ruina habían llegado al pide de la montaña, al fin dijeron los exploradores, habían caminado todo el día para llegar al pie del cerro.

Habían caminado como unos veinte minutos, sobre la montañas en la noche para llegar al inmenso cerro, descansaron, los cuatro encendieron sus respectivos cigarros Víctor y Payaso, de los cigarrillos salía un humo endeble, en la oscuridad sólo se miraban las brazas de los cigarrillos como luciérnagas y el olor a tabaco impregnaba el ambiente, todo era silencio, todo era oscuridad.

Bueno dijo Geño, vos Tono, que sos el gùechero profesional, ¿Como le vamos a entrar al cerro? Tono respondió, le vamos a entrar de saliente a poniente, empecemos por aquí dijo, señalando el plan del cerro.

Con las ansias que por primera vez iban a gûechar. Nito, dijo, le voy a dar yo, y cuando me canse, le das vos Tono a lo que tono respondió que sí.

Pasada media hora, dijo Nito, vos, Tono, te toca ahora, Tono agarró la piocha y siguió rompiendo piedra, bloques de calicanto y piedra.

Se turnaban, un rato Nito, otro rato Tono, otro rato Geño y otro rato Chayo, así se la pasaron toda la noche, fumando, descansando, tomando agua, tomando café que había preparado Tono, y comiendo pan de maíz que la mujer de Nito había echado y el pan bon que había comprado Chayo, allá en la coloña (Belice), también se estuvo comiendo carne de cabrito salado.

Pasada la media noche, agarra un sueño bárbaro y para no dormir es bueno echarse un su chancuaco (cigarro) con un pote de cafué de vez en cuando y un pedazo de Pan de maíz o pan bon.

En el reloj, dieron la una de la mañana, las dos de la mañana, las tres de la mañana, ya se llevaba avanzada la zanja, dieron las cuatro de la mañana cuando dijo, Geño, bueno muchá, vamos a dormir un rato, y poray de las cinco de la tarde subimos para seguir dándole al cerro., todos estuvieron de acuerdo, guardaron los utensilios utilizados les pusieron unas hojas para que no se mirara, y taparon la zanja con ramas y bajaron a descansar….

Todos durmieron un sueño tan profundo que hasta soñaron que habían sacado cosa buena, un collar de jade de ciento trece cuencas, con cuatro medallones con grabados del dios Chak, trece vasos y vasijas con dibujos en relieve, con dibujos de jaguares, monos, tigres, gobernantes, trece platos para comida de los Dioses del inframundo, dos muñecos, ¡já, dijero!, con esto ya nos hicimos ricos; los hueso del enterrado, no lo tocaron por respeto al dijunto, habían ollas con bellos dibujos de bajorelieve, brazaletes, tobilleras, muñequeras, aretes, un montón de chunches Mayas, infinidad de utensilios, vasos de belleza sin igual, que Tono no había visto, con eso habría comprado muchas cosas, se habían vuelto ricos, fueron a ver a Tino, a Cheo, a la Pala, al Piloto para ver quien compraba el lote a mejor postor, el gringo, dio el mejor postor, mas de un dos millones y medio de dolares, el gringo les dijo que les pagaba en dolares y los soñadores no quisieron, ese dinero no vale aquí le dijeron y era cierto, en ese tiempo, el dólar valía como noventa centavos… En eso el calor del día los despertó a todos, bueno muchá dijo Chayo, qué sueño el que tuve.., yo también dijo Nito…, será que soñaron lo mismo que yo, dijo Tono, a lo que preguntó Geño, y que soñaron pues, con las ansias de contarse el sueño todos hablaban al mismo tiempo; después de haberse escuchado unos a otros dijo Tono, muchá, aquí en este cerro no vamos a encontrar nada, ¿Por qué? Dijeron: "todos, porque todos soñamos lo mismo y eso es bien raro", bueno dijeron, nosotros sigámosle dando, de todos modos, no tenemos nada que perder.

Quehoraes?, preguntó alguien, las once de la mañana dijo otro, comieron, se echamos un baño, fueron a zocolear para sembrar, aprovechando que había animales, cazaron un par de gûeches, tres tespezcuites y dos venados, para matar el ocio y si algún chiclero ó arriero pasaba por ahí, no sospechara de lo que estaban haciendo.

Comieron carne de cabrito con frijol volteado, chile habanero del amarillo del que pica un montón, las tortillas las echaba Geño que era el más experimentado de los tres ya que había sido chiclero, y había aprendido a cocinar, tortear como todos los hombres del campo y de las montañas de aquella época. Terminaron de comer, se bañaron, en eso fueron dando las cinco de la tarde, subieron para el cerro.

Llegó Chayo de primero y dijo, bueno voy a empezar yo, fueron a buscar las palas, las piochas y los azadones, pero no los hallaron. Nito y Tono fueron a ver la zanja que horas antes habían dejado muy profunda y nada, tampoco no estaba, no lo podían creer, el destino les estaba jugando una broma, merodearon el cerro y nada, de piochas, palas, azadones, ni zanja, que broma más pesada es esta se dijeron.

La noche anterior cuando empezaron a romper el cerro, alguien les había estado tirando piedrecitas, pero no habían hecho caso, pensaron que alguno de sus compañeros les estaba tirando por molestar por lo que no hicieron caso, habían oído ruidos extraños, que Tono les había contado que iban a oír, pero que no le hicieran caso, pues eran los guardianes del bosque y de los cerros, los que siempre molestaban… Bueno muchá se dijeron, y que diantres, será que nos confundimos de cerro, no será aquel que está allá, dijo Nito, no le respondió Geño quien era el que conocía su parcela, es del otro lado, no dijo Tono, es aquí, démosle la vuelta al cerro, para buscar la zanja, le dieron vuelta y contra vueltas al cerro y no hallaron nada.

De pronto, de la cima del cerro empezaron a oír un ruido extraño, un ruido que golpeaba fuerte en los oídos, un ruido como de cadenas, como de ramas, como de cueros viejos, como de un montón de chunches, a los cuatro les entró un miedo profundo, se les heló la piel, les bajo un escalofrío de muerte por la espalda, se les pararon los pelos de punta, la boca se les puso seca, sequísima, no podían hablar, quisieron caminar, no pudieron, se miraron unos a otros horrorizados, el ruido venía tan cerca, cerquísima, las cuencas de los ojos se miraban en la oscuridad, uno a uno fue dando un paso a la vez, ya estaba el ruido sobre sus espaldas, cuando de la garganta de alguien se oyó un grito espeluznante y salieron corriendo, no pararon hasta llegar al campamento, asustados, orinados y bien zurrados.

Cuenta la gente de antes, que en los sitios sagrados de Petén se cuentan muchas historias, por lo que la gente petenera, siempre respetó estos lugares que eran tumbas de los antepasados.

Los ancianos, cuentan, que en muchas ocasiones, los gûecheros iban a escarbar, y lo que hacían en la mañana cuando llegaban en la tarde lo venían a encontrar igual como que si nunca lo habían escarbado. Por las noches era peor, no solo la desvelada del trabajo arduo y duro, pues no los dejaban trabajar, les tiraban piedras, palos, oían ruidos feos, gritos espeluznantes, que erizaban el cuerpo y entraban en pánico todos los que lo oían algunos salían huyendo, otros caían desmayados, bien asustados, orinados y zurrados. Según cuentan las malas lenguas.Chayo, Tono, Nito, y Geño empacaron sus cosas, hamacas, linternas, rifles, escopetas, sábanas, víveres, pusieron sus monturas y salieron huyendo y nunca más volvieron a ir a gûechar, al cerro encantado.

GLOSARIO Chayo: Belizario Tono: Antonio Nito: Benedicto Geño: Eugenio perate"hombre: espérate hombre tené pacencia: tener paciencia bestias: caballos caguachines: señores chicleria: andar chicleando, trabajando el chicle chicozapote: árbol de donde se extrae la resina del chicle. chico: árbol frutal de chicos palo"tinto: árbol maderable Encampamentados: permanecer en despoblado, pernoctar en un lugar Hondonada o joyanca: barranco Bastimenta: comida Panza: estómago o vientre del animal Gaznate: garganta Caduno: cada uno Xalbeque: bolsa para guardar Comida Diunagua: techo de un solo lado Pote: pocillo, recipiente de peltre o taza. Cafué: café, expresión de algunas personas de Santa Ana Tipix: Varita con varias orquetas que Sirve para poner o guindar los pocillos muchá: ustedes, vocablo usado por los peteneros para decir ustedes poray: por ahí Collar: ornamenta usada por los Mayas jade: material usado por los mayas para hacer sus bisuterías Cuencas: adornos de collares mayas bumbos, chuj ó chujos: recipientes para guardar agua, especie de cantimploras Conectes: amistades FYDEP: Empresa del Estado que manejaba todo lo concerniente a lo económico, forestal, de infraestructura de Petén Tumbar: botar la montaña Mosquiteros: pabellones Nahuyacas, corales y barba amarilla: especie de reptil o serpientes Caobas: árbol maderable ceibas: ceiba penthandra cedros: árbol maderable sucches: grupo de arboles que hay en las sabanas de Petén trocopas: camino de herradura leguas: medida de longitud equivalente a 4 kilómetros ruina: edificio antiguo de la cultura maya sos: del verbo ser gùechero: saqueador de tumbas antiguas pan bon: pan que venden en Belice medallones: enterrado: difunto ó cadáver dijunto: muerto o cadáver Quehoraes: que hora es Zocolear: limpiar un área de terreno para sembrar gûeches: armadillo tepezcuintle ó tepezcuinte: animalcomestible en peligro de extinción Chiclear: Trocopas: camino de herradura Horconeada: horcones de madera, especie de columna Faisan: ave exótica de los bosques peteneros en peligro de extinción Bajial: lugar bajo donde existe agua Tintalito: nombre de una pequeña laguneta

15.- Las Metichismosas

(Cuento)

Escribió: José Antonio Romero Berges Lugar: Santa Ana, Petén Fecha: 9 de octubre de 2009 Como en todo pueblo aquí en El Ixponé, también existen viejas interesadas en transmitir la información al instante y calientita, deso viven, como si ganaran un sueldo por andar espiando en las rehendijas de sus ventanas o de las tablas de sus casas….

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Dibujo: Cecilio de Jesús Garrido Quixchán Tampoco en el Juntecholol fue la excepción, cuentan que en el Juntecholol, había una familia de esas que les gusta andar averiguando la vida de todos, menos las de ellas, pues estas personas conocían el santo y seña la vida y muerte de cadauno de los juntecholeños y sino lo inventaban, porque para andar metidas en chismes, ¡Dios mío! Decían los vecinos y las vecinas agárrense, con estas metichismosas, hay que andar con pie de plomo, pues dentrar al chisme era fácil, la salida del era lo difícil, es como entrar a la cárcel es fácil, la salida es lo que cuesta.

Estas gentes se la pasaban de cocina en concina, de casa en casa, "de bar en bar la vida se va a cavar" dice la canción, de bar en bar no andaban, pero parecían, por todos los clavos que se les armaban, con tanto chisme inventado y por inventar, no se les escaba nadie….

Pues una noche de esas extrañas, en las que van a suceder cosas pero que nadie se percata, Doña Cupersiana, que así se llamaba la señora mayor, y las hijas una se llamaban Doña Laverintiana, laotra se llamaba Doña rehendijiana y la ventaniana. Hasta los nombres tenían bien puestos… estas viejas fondongas de la mente y del espíritu se la pasaban levantando chismes… Una noche de siempre, cuando la luna se ausentó, cuando las estrellas se escondieron, cuando los cadejos pelearon en el callejón, cuando la Ixtabay se carcajeó, cuando la llorona lloró, cuando las ánimas benditas del purgatorio salieron a su ronda nocturna, las metichismosas como siempre espiando en las rehendijas de los postigos, vieron, cuando los dos enamorados se juntaban en La Pila de la Plaza, cuando los soldados quemaron la vieja municipalidad, cuando los mapaches se robaron las campanas de la iglesia, cuando El Duende Lloró bajo El jocote de la plaza, cuando elTamarindón Antañón… se estremeció y tronó, pero no se cayó… Esa noche, noche oscura, de tinieblas, sopló un viento fuerte, fuertísimo, que el Tamarindo Antañón, La Vieja Ceiba, El Jocote de La Plaza se estremecieron, se doblaron hasta poner sus ramas y el suelo tocar, fue un viento extraño, fue una noche extraña, de las que solo suceden una vez cadaño o una vez toda la vida…, En El día de San Bartolo, cuando toda la gente de aquel tiempo, creía y respetaba…., ese día nadie salió, todo el mundo estuvo en su casa.

Con un día de antelación, todo los juntecholeños se preparaba para ese día, por lo que todos compraban sus víveres, por que el otro día era El día de San Bartolo. Esa noche llegó Santiaguito, esa noche llegó El Sombrerón y la puerta tocó, ellas asustadas, no extrañadas se preguntaron quien sería el tocador….

Doña Cupersiana, les dijo a sus hijas, no se muevan, que nadie salga del cuarto, voy a ver quienés….No amá, no salgas, quien puede ser a estohora, puede ser cosa mala Doña Cuperisiana no les hizo caso –voy a ver quienés- dijo -Vió por la rehendija de los postigos de la ventana, pero no vió a nadie, –put… muchá dijo, nohay ninguno-Ya lo vióamá le dijeron las muchachas Pero como aquellas viejas necias y tercas, Doña Cupersiana volvió a ver por la rehendija, se agachó, pues pensó, este cabrón que vienen a tocar la puerta a destar agachado…. Y cual no sería el susto que sobre la rehendijas vió unos ojos rojos como el fuego, rojos como carbones encendidos y brillantes… Se Santiguó, quiso despegarse de los postigos, no pudo…, Quiso hablar, tampoco pudo, se le puso un nudo en la garganta… Quiso caminar para su cuarto… no se movió… Entonces se le apareció… sí, se le apareció, no lo podía creer, sus abuelos y sus padres se lo habían contado, pero ella no lo había creído, pues tantos años de estar fisgoneando, espiando en las rehendijas de su casa, y nunca había visto cosa semejante… Lo miró, pequeño, menudo, con un sombrerón, a Doña Cupersiana se le heló la sangre, se puso a temblar, la vista se le nubló y al suelo cayó desmayada… Sus hijas acurrucadas en sus camas esperaban a su amá, y de tanto hablarle y de tanto insistir, con el miedo dentro del cuerpo, y el espanto en sus miradas, se levantaron de sus camas y cual no seria el peor susto de subida, al ver tirada a su madre en medio cuarto que hacia de sala y pegaron el grito….

Amá está muerta- dijo Doña Laverintiana, armando aquel alboroto, haciendo honor a su nombre….

-Estás loca replicó Doña rehendijiana solo se desmayó… -Las dos juntas dijeron: "Llevemosla a la cama…. y se la llevaron, como pudieron pues la vieja pesaba como un tonel….

Al despertar, doña Cupersiana les contó lo que le pasó y le dijo que el Sombrerón era quien la había llegado a visitar y le dijo: "Que por la eternidad, su familia, iba pasar de vida en vida, de generación en generación" espiando en las rehendijas de sus casas, buscando siempre chismes para ir a contar a las cocinas del Ixponé, del Juntecholol y de Santana…" Y hasta la fecha, hay familias y personas que se dedican sólo a andar ispiando en las rehendijas de sus ventanas y los postigos de la s ventanas o salen a los patios al no más ver algún movimiento o ruido en las calles o en las casas circunvecinas, para algún chisme levantar, pero de ellas, nada nunca se sabe nada, aunque no son mujeres de fiar… Y es así que en cada pueblo de Petén, existen familias así… Condenadas por el Sombrerón a espiar y levantar chismes hasta en la eternidad… FIN

16.- El Callejón de los Cadejos

 

(Cuento)

Escribió: José Antonio Romero Berges Lugar: Santa Ana, Petén Fecha: 18 de Septiembre de 2009 Este cuento nace de una callejuela que se encontraba entre los terrenos donde esta la casa de Don Licho Garrido y de Doña Gina Casasola, este callejón empezaba entre medio de esos terrenos, frente a la calle donde hoy se encuentra el juzgado, la calle principal que llevaba al Caserío Buena Vista, al lado noreste de la Plaza central de Santa Ana y desembocaba a un lado de la casa de doña Silvia Quixaj en la calle que en ese entonces eran terrenos baldíos, en donde hoy se encuentra la casa parroquial, este era un pasadizo oscuro rodeado de arboles donde vivía Doña Gina Casasola con sus hijos quien era partera, y sabia sus cosas para curar los espantos, el mal de ojo y otras cosas más, quiero decir que no era bruja como muchos pensaban en el pueblo.

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Don Licho vivía con su mujer doña Vilma y sus hijos y el callejón le quedaba de vecindad por el lado de atrás de su terreno.

Este callejón de día era normal, no pasaba nada, pero en las noches, para pasarlo había que pensarlo dos veces, ni los guardias rurales se atrevían a ir, mucho menos los pobladores.

Lla gente tenía miedo de pasar por ahí de noche, pues cuentan que asustaba a los que se atrevían a cruzar el callejón.

Cada noche, después de pasar la media noche se oía ruidos extraños en el callejón, aullidos, gruñidos, rasguños, peleas, y hasta unos gritos extraños, que parecían de gente…, todos comentaban que eran los espantos que se peleaban entre ellos…, otros decían que eran perros, y otros solo callaban, nadie se atrevía a ir a ver.

Los ruidos del callejón eran la comidilla de las cocinas, eran las charlas en las tertulias de la cantina, era la plática de los atardeceres, de esos atardeceres tan tranquilos, tan frescos en esas tardes calurosas del trópico santaneco, cuando la gente se tendía en el frente de sus casas sobre la fresca yerba de los anocheceres… Así pasó un buen tiempo, los vecinos ya no tenían paz, pues todas las noches, cada noche, cada media noche pasaba lo mismo, los vecinos del callejón, se santiguaban, rezaban y todas las noches se encomendaban a Dios Se acercaba la feria de la localidad, y los pobladores pusieron su atención a las fiestas que se avecinaban, quiero decirles que las ferias de antaño no eran como las de hoy, la fiesta era más religiosa que mundana, todos los pobladores esperaban con ansias estas fiestas las familias de Flores, empezando la segunda semana de julio se dejaban venir por estos lares y se estaban toda la semana en este bello pueblo, como no había salón, los bailes lo hacían en la casa de Doña Romualda Salazar y lo amenizaba la marimba de nombre "la Danta" que era propiedad de Don Adrián Luna.

También en la casa de Don Romeo Salazar y lo amenizaba la Marimba "La Diosa del Amor" de Don Carlos Requena, allí tocaban Don Carlos Requena, Don Fidencio Pacheco, Don Pablo Luna, Don Carlos Armas, Don Hipólito Cache, y otros más, primero era lo religioso, el rezo se celebraba en la mañana y la misa por las tardes, a eso de las cinco de la tarde los hombres bien planchados y almidonada la ropa se prestaban a hacer colecta para pagar la marimba y así poder bailar con las dueñas de sus corazones.

No había parroquia, ni cura párroco, pues el sacerdote venia expresamente toda la semana de Ciudad Flores, para oficiar los santos oficios de la misa, a veces se venia el Señor Obispo pero muchas veces mandaban a sacerdotes.

Empezando la feria del pueblo estaba, cuando vino el Señor Obispo con dos sacerdotes eran altos, como dos torres, para la población de ese tiempo y con una extraña pronunciación que no se entendía muy bien, estos sacerdotes los presentó el señor obispo con los nombre de Padre Antonio y Padre Dionisio originarios de España.

Pasado unos días los vecinos le informaron al señor obispo y a los sacerdotes extraños de lo sucedido en el callejón, los padres incrédulos dijeron que ese ruido lo podrían hacer algunos perros de la calle, a cual los pobladores les dijeron que no, pues aquí todos los "chuchos" tenían dueño y que ni lo canes se atrevían a ir de noche al callejón.

Viendo la insistencia de los vecinos los sacerdotes acompañaron a los vecinos al callejón y lo inspeccionaron muy bien y dijeron, que el callejón estaba tan limpio que ni una hoja de árbol había tirado en el suelo.

Los vecinos dijeron que Doña Gina o Doña Vilma quizá lo habían barrido preguntándoles y ellas respondieron que el callejón se mantenía siempre así, que antes ellas barrían, pero cuando empezaron los ruidos en la noche, ya no lo hicieron y lo más extraño era que a pesar de todo el alboroto que se armaba en la noche, al otro día aparecía limpio, como que si no había pasado nada.

Para que los pobladores no se sintieran mal, el señor obispo oficio una celebración con los presentes, bendiciendo el callejón… Esa noche, esa noche se puso oscuro, un oscuro tenebroso, un oscuro de muerte, un oscuro de espanto, un oscuro inexplicable que los pobladores no podían explicar.

Aún con la negrazón puesta, todos se reuñeron en la casa de Don Meo como llamaban al dueño de la casa donde se hacían los bailes, prendieron las lámparas de gas y las colocaron en las cuatro esquinas de la casa.

Las muchachas empezaron a llegar para danzar al compás de la marimba, para bailar aquellos danzones, aquellos guachinangos, aquellos sones, con los dueños de sus corazones.

Que tiempos aquellos dirían nuestros abuelos y abuelas, nuestros padres, que vivieron esa época, empezado el baile, algunos mirones como los hay en todo pueblo, miraban a los bailadores, otros se echaban sus guarampazos, otros fumaban aquellos cigarros victor o payaso y otros, hacían los cigarrillos de tuza de milpa, Don Taco era uno de ellos, era muy joven y ya fumaba sus cigarrillos de tuza.

La fiesta estaba en lo mejor, cuando de pronto, se empezó a escuchar los ruidos extraños, ruidos de una fiera lucha entre dos grandes animales, aullidos, ladridos, ronquidos, gritos, arrastre de cadenas, arrastre de fierros, gritos desgarradores, esos ruidos ya no solo se escuchaban en el callejón, sino que en todo el pueblo.

Las mujeres alarmadas se santiguaban y empezaron a rezar, fue peor, los ruidos aumentaron, las bestias que peleaban estaban más enojadas ahora que en otros días.

La gente se preguntaba que pasaba, pero nadie se atrevía a ir.

De entre los vecinos salió cabezón y dijo, bueno muchá ya estuvo, todos los hombres debemos de ir a ver que pasa, pues, como nos dimos cuenta, los padres bendijeron el callejón y creo que los "animales malignos" están bravos, quien me acompaña dijo.

Fue un silencio sepulcral, nadie contestó; cabezón era un muchacho muy atrevido, y por ganarse el corazón de su amada Lilian era capaz de todo.

Bueno muchá dijo, no parecen hombres, vamos, agarremos machetes, cinchos y palos y vamos a ver dijo.

Repollo dijo, muchá, vamos a buscar a los padres para que no acompañen, si lo que hay allí es cosa maligna, pues ellos nos libraran, pues ir solos nosotros no es conveniente.

Vamos dijo Nandito, Si grito Pato, vamos dijo Efraín, Sí gritó Manuel seguidos de Tono y Chico fueron a buscar a los curas.

Los curas escuchaban en silencio todo el relajo que había en el callejón, y dijeron: "esos son solo perros los que están peleando", bueno les dijo cabezón, si son solo perros, acompáñennos, o tienen miedo.

Los sacerdotes tomaron sus cosas, el rosario, la tiara, el cordel bendito, el agua bendita y pidieron a Doña Fina que les diera palma bendita de Corpus Cristi, a lo que esta señora que en ese tiempo era muchacha se los dio.

Agarraron el camino de la parte sur de la plaza y se jueron al callejón, llevaban lámparas de gas, candelas y ocotes, al llegar a la bocacalle del callejón, todos los asistentes se quedaron boquiabiertos….

En el callejón habían dos grandes perros, uno blanco y el otro negro y estaban entrelazados en una gran pelea moratal, se mordían las orejas, las colas, el cuello, las patas, de su trompa salía una baba blanca y roja, rojiblanco, no se miraba si era baba, tierra, o sangre, sus ojos brillaban como dos carbones rojos, de un rojo intenso ininarrable,… Los ojos brillaban como dos luceros rojos, la cabeza era tan grande como la de una vaca, la mirada de odio que se tenían les paró los pelos a los mirones, nadie se pudo mover, les pesaban los pies, un escalofrió recorrió el cuerpo de los presentes, nadie dijo nada, todos temblaban, estaban pálidos, hasta los padres, alguien grito, bueno padres, empiecen a rezar, y empezó a rezar, … "Padre, nuestro que estas en el Cielo, Santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase señor tu voluntad, así en la tierra como en el cielo, denos hoy nuestro pan de cada día, perdone nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden, no nos dejes caer en tentación y líbranos señor de todo mal, Amen… Alguien empezó a rezar…. "Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor está contigo, bendita sea entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre de Jesús, otro dijo Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte, Amen,. Otro empezó a rezar el Credo, "Creo en Dios padre, todo poderoso, creador del cielo y la tierra, de todo visible e invisible… todos rezaban, con los ojos desorbitados, llenos de pavor, de pánico, de terror, de miedo, pero allí estaban todos, rezando Alguien, a de ver sido cabezón empujó a los sacerdotes y los pusieron por delante, y estos empezaron a leer unas oraciones extrañas, en una lengua extraña, que los pobladores poco entendían, este idioma era latín, el libro que leían eran oraciones exorcistas para alejar a los malos espíritus de los cuerpos de personas poseídas, pero no de callejones….

Se jueron acercando poco a poco a los animales, los sacerdotes tomaron las tiaras benditas y empezaron a golpear a los perros, que mas rabiosos tiraban mordidas a diestra y siniestra, los sacerdotes eran ágiles, brincaban de un lado a otro para que no los mordieran.

Juan, Julio, Pancho, cabezón, Efraín, Don Oscar, Don Cheque, Don Tino, alguien grito, mucha, Pedro se desmayo, sáquenlo de aquí coño, grito alguien, unos estaban zurrados, otros orinados el miedo era tal, que no quisieron dejar solos a los padres, sudorosos, pero en la confianza de Nuestro Señor Jesucristo y la Bendición del Padres y del Espíritu Santo, cuereaban a los perro, estos aullaban pues cada cuerazo rasgaba sus pieles, pero de inmediato se cerraban, pasaron los segundos, los segundos se volvieron minutos, los minutos cuartos, pasada dos horas y media hora de fiero combate entre los animales y entre oraciones y oraciones, echarles agua bendita, quemar la palma bendita, se fue acabando poco a poco el fiero combate entre los dos perros, entre los sacerdotes que estaban cansados y los valientes vecinos que habían acompañado a los sacerdotes, de pronto los dos perros desaparecieron de la nada… Todos estaban sudados, zurrados, orinados, la mayoría de los acompañantes habían ido pues tenían sus guarampazos entre pecho y espalda, pero del susto se les fue la bolera.

Cuentan los vecinos que estos dos perros no eran más que los Cadejos El Blanco el bueno y el Negro el maligno.

Desde entonces ya no se volvió a escuchar los ruidos extraños en El Callejón de los Cadejos, pasado los años, los vecinos se agarraron el callejón y lo cerraron con sus cercos.

GLOSARIO Partera: persona que atiende partos, cuando la mujer va a parir Curar: aplicar remedios caseros a un paciente espantos: cuando una persona está asustada el mal de ojo: especie de enfermedad que ataca a los niños con fiebres altas guardias rurales: antigua policías rurales espantos: malos espíritus "chuchos; perros Reuñeron: reunieron, de reunión Negrazón: nublado, negro Prendieron: encender Guarampazos: tragos Empezó: empezar, comenzar, iniciar Jueron: fueron, del verbo ir en tiempo pasado Ininarrable: ininarrable, que no se puede narrar o explicar 17.- Los Pasquines

(Cuento) Escribió: José Antonio Romero Berges Lugar: Santa Ana, Petén Fecha: 12 de octubre de 2009 Ch"uuy, i" el gavilán; ch"omak, ooch la zorra, Miis yak la gata montés; t"eel el gallo, Kaaxla gallina, tunkuruchu, kulte" la búho; ch"oomel zopilote; vivían en el pucte"ede La Sabana del Llano Grande, era el pucte"ela Chan Kaah aldea más grande del cacicazgo del Ixponé, Ch"omak, ooch la zorra, uno de los animales más astutos e inteligentes del pucte"al era la más intrigante, siempre andaba buscando el chisme del día para comunicarlos a los habitantes del pucte"al, no se le escapaba nadie.

Una mañana a muy temprana hora, en la plaza central del pucteal, aparecieron unos pasquines… Ch"uuy, i" el gavilán; como todas las mañanas madrugaba para buscar su alimento y desde los aires podía vijiar todo, tenía un ojo, que, ¡jum! Había que tener cuidado, pues como buen ojo que tenía, la lengua la tenía muy suelta..

Miis yak la gata montés, era tranquila en apariencia, pero revoltosa cuando de peliar se trataba, no se dejaba y era la que siempre vivía peliando con la Chomakooch la zorra, desde pequeñas tenían rivalidad entrellas, ¿a saber porque? Esa mañana, aparecieron unos pasquines tirados en la calle de la plaza central que decía: "kaax la gallina, está embarazada de Ch"uuy i" el gavilán…", esto no podía ser nada bueno, porque t"eel el gallo se iba a enojar, ya quera marido de Kaax, la gallina… Ch"uuy, i" el gavilán bajó del cielo, recogió los pasquines y no dijo nada a nadie, pues tremendo lío se le iba a armar… recogió los pasquines y emprendió el vuelo y fue a quemar los papeles poray…. Ch"uuy, i" el gavilán, se preguntaba, quien seria el que aventó los papeles… se dijo a sí mismo que lo iba a averiguar… Esa noche, Ch"uuy, i" el gavilán, pernoctó en el árbol de Tamarindo para vijiar quien era el susodicho individuo que osaba manchar su honor, aunque era cierto lo del embarazo de kaaxl a gallina, ya que esta era mera visvirinda. Pernoctó toda la noche en el Tamarindón, y no vió nada.

Esa noche no pasó nada, estaba contento por lo menos nadie había visto los pasquines de la noche anterior.

Pasado unos días, Ch"uuy, i" el gavilán siguió durmiendo en el Tamarindo, más no se dio cuenta que en la madrugada, cuando le venció el sueño, un bulto anduvo pegando pasquines en los postes de los faroles que alumbraban las calles del pucteal… Esa mañana, muy de mañana, miis yak la gata montés al madrugar, para ir a comprar carne de kéeh el venado se topó con uno de los pasquines que decía: "tunkuruchu, kulte" el búho, el maistro del pueblo, vive con chakpolch"oom la zopilote reina", una de las bellezas del cacicazgo que había sido la reina un año anterior.

Eso indignó a tunkuruchu, kulte" el búho, el maistro del pueblo, y más a la familia de chakpolch"oom la zopilote reina" El Presidente Ayuntamental era Balancán el Jaguar, quien también era el juez de paz, llamó a tunkuruchu, kulte" el búho, chakpolch"oom el maistro de la escuela, la zopilote reina y su familia, también llamaron a Miis yak la gata montés quien había llevado el papel a su marido páayooch el zorrillo para que lo leyera, pero este se lo fue a entregar al Presidente Ayuntamental y al Comandante de Armas Báalamel tigre quien era un individuo muy duro y estricto.

En ese tiempo había una gran disciplina en todo el Virreinato, eran los tiempos de Koh el león quien era jefe supremo del Estado.

Miis yak la gata montés explicó a los presentes en el juzgado o palacio ayuntamental lo que ella había encontrado, todos le echaron la culpa a Miis yak la gata montés… Esta lloró, imploró y rogó quella solo lo había encontrado en el poste de los faroles y los despegó para que lo leyera su marido páayooch el zorrillo … Ch"omak, ooch la zorra, se reía de contenta de lo que le había pasado a Miis yak la gata montés, pues el jefe de arma, le había mandado a pegar veinticinco varasos, varas hechas de ramas del Tamarindón, y fue poquito pues, páayooch el zorrillo era amigo del comandante de armas, pobre Miis yak la gata monté, después de la gran variada delante de todo el pucteal, se encerró y no quiso salir por mucho tiempo.

"Ma"ax el mono, se robó la imagen de la virgen de oro de la iglesia y se lo llevó a la coloña, allá la vendió a la iglesia, le dieron buen pisto, y de eso se paró, más los gùeches que sacó en el pucteal…", otros pasquines a parecieron días después, esto enardeció al pueblo y enojó mucho a la gente de Chan Kaah la aldea….

Ma"axel mono, era muy querido pues era hijo de gente pudiente de la coloña y era yerno de miis yak la gata montesa, pues se había casado con su hija y se la había llevado a la coloña.

Los pasquines siguieron, apareciendo, ahora decían: "Balancán el Jaguar, Presidente Municipal vive con ch"upulpeek" la perra…" Esto conmocionó a la población del pucteal pues no solo hablaban de la gente ordinaria, sino también de las actoridades y esto ya no tenia nombre se decía en el poblado, se tenía que buscar quien era el o la culpable, y le pidieron un cabildo abierto a Balancán el Presidente Ayuntamental Junto con el Báalam el tigre Comandante de Armas, llamaron a los alguaciles xiibilpeek" el perro quien estaba bravísimo por lo que decían de su mujer y armaron un bando, para avisarle a la comunidad de la reuñon para el domingo después de la misa, a las nueve de la mañana, in so facto-SNEP-nadie debía faltar, desde el más chiquito que juera a la escuela, hasta el más grande, hasta los ancianos y ancianas deberían asistir pues querían descubrir al o la culpable.

Ch"omak, ooch la zorra le decía a los habitantes del pucteal que Miis yak la gata montesa era la que hacia los pasquines, ya quella había sido maistra de la escuela antes de casarse con páayooch el zorrillo.

Todos se preguntaban porque esos rencores y pleitos entrellas, aunque Ch"omak ooch la zorra era muy religiosa, también tenia sus cositas ocultas y eso le caía mal a Miis yak la gata montés, bueno algo tendrían de rivales, cuentan que en años pasados, páayooch el zorrillo había vivido un tiempo con Ch"omak, ooch la zorra y esos eran los pleitos….

El domingo, todos madrugaron, se jueron a misa y después de la misa a las nueve, todo el mundo estaba frente al edificio ayuntamental: tunkuruchu, kulte" la búho, ch"upulpeek" la perra, Ch"uuy, i" el gavilán, ch"omak, ooch la zorra, Miis yak la gata montés; t"eel el gallo, Kaax la gallina, tunkuruchu, kulte" la búho; ch"oom el zopilote, páayoochzorrilo, ch"omak, ooch zorra waax, ooch el zorro, todos nadie se quedó.

El pueblo era pequeño, solo habían como unas treintenas de casas, todos los vecinos se conocían, pero entre ellos existían rivalidades y envidias, por pleitos familiares antiguos.

El Presidente Ayuntamental, Balancán el Jaguar, quien también era el juez de paz, llamó a tunkuruchu, kulte" el búho quien era el secretario del ayuntamiento, chakpolch"oom el maistro de la escuela y pusieron a escribir a todos, desde el más grande hasta el más pequeño de los pobladores, para confrontar la letra… No dieron, no hallaron al o la culpable, todos se quedaron intrigados, pues nadie salió culpable… Ch"omak, ooch la zorra, se reía por sus adentros, pues nadie la iba a descubrir, ella era quien escribía los pasquine con la mano zurda… pero también podía escribir con la mano diestra, por eso no dieron con ella… La muy zorra de Ch"omak, ooch la zorra, mandaba a sus hijitos a tirar los paquines al campo de la plaza, otras veces mandaba a su marido y la mayoría de veces ella era quien los iba a pegar a los postes de los faroles en la noche o madrugada, por eso nunca dieron con ella… Nadie supo jamás quien escribió los pasquines, hasta ahora, que les cuento el cuento, y desde ese entonces, ya nadie escribió más pasquines, pues se había dado una consigna, "La que fuera o el que fuera descubierto pegando los pasquines en el pueblo, seria fusilado…" y se montó guardia las veinticuatro horas del día, para controlar al culpable… Y nunca más, se volvieron a ver los pasquines… hasta el día dehoy… GLOSARIO Ch"uuy, i" : el gavilán ch"omak, ooch: la zorra Miis yak: la gata montés t"eel: el gallo Kaax: la gallina Tunkuruchu kulte": la búho ch"oom: el zopilote pucte"e , pucte"e: grupo arbóreo dentro de la sabana Chan Kaah aldea cacicazgo del Ixponé: municipio de Santa Ana Sabana del Llano Grande: Peliar, peliando: pelear Entrellas: entre ellas kaax la gallina pasquines: papeles u hojas tirados o pegados en las calles dando una información chisme: bola, mala información, hablar mal de alguna persona aventó: aventar, tirar poray: por allí (de lugar) vijiar: mirar, observar bizbirinda: coqueta, maistro: maestro Presidente Ayuntamental: alcalde Balancán: jaguar páayooch el zorrillo Comandante de Armas: jefe del ejército Guardia Rural: grupo armado antiguo de Petén, grupo de policías rurales Báalam: el tigre Koh: león Quella: que ella Varasos, variada: golpes con varas o palos Tamarindón: tamarindo grande Ma"ax: el mono Coloña: nombre antiguo usado por los viejitos dados a Belice Gùeches: piezas arqueológicas sustraídas de tumbas antiguas Chan Kaah; la aldea ch"upulpeek" la perra Balancán el Jaguar Actoridades: autoridades xiibilpeek": el perro bando: grupo de información acompañado de algún instrumento de percusión para llamar la atención de la población.

Reuñon: reunión in so facto: a la brevedad y rapidez posible SNEP: sin excusa ni pretexto Juera: verbo ir Quella: ya que ella Maistra: maestra tunkuruchu, kulte": el búho zurda: izquierda diestra: derecha 18.- Los Pelos de la Ixtabay (Cuento) Escribió: José Antonio Romero Berges Lugar: Santa Ana, Petén Fecha: 21 de Marzo de 2013 Amaneció, el cielo estaba tenso, cerrado, nublado, grisáceo, triste, se sentía la tristeza en el cielo, la mañana era fría, tan fría que no daba ganas de levantarse.

Un chiflón de norte golpeaba las casitas humildes y sencilla hechas de techo de guano, paredes de colocheé embarrada de paredes blancas de calicanto, con sus pequeñas ventanitas con postigos de madera echas a la usanza de los antiguos pobladores Musules que los pobladores de Sajalal, aldea del cacicazgo de Itzponé habían heredado hace ya muchos años atrás.

La noche anterior había llovido como nunca, un aguacero intenso, fuerte…, la tribunada había llegado y así como vino se fue, había habido relámpagos, truenos, también había habido miedo, escalofríos, estremecimiento, los árboles, las matas, los arbustos, todo se movía como fantasmas en la noche oscura y clara por los relámpagos. Las centella cayeron y tronaron toda la noche, el chiflón sopló fuerte, la gente se santiguaba, persignaba, rezaba: "Padre nuestro que estás en el cielo… rezaba la gente buena, la que siempre tiene miedo, la que respeta, la que cree.

En los primeros minutos de la lluvia todo el mundo temblaba, no podían conciliar el sueño, al transcurrir las horas, el sueño fue venciendo poco a poco a cada uno de los moradores de Sajalal un pueblecito muy pintoresco del cacicazgo del Ixponé.

Esa madrugada, los gallos no cantaron, estaban desvelados por no haber podido dormir, pues la intensa lluvia les cayó encima a los animales, puesto que no habían podido buscar abrigo en la copa de los árboles.

Llovió a cantaros como nunca había llovido, algunas casas se inundaron, las calles se anegaron de agua, parecían puros ríos, el lodo corrió junto al agua y se metió en algunas casas, la gente que cree quemó palma bendita que bendice el padre en Semana Santa, y la lluvia empezó a calmarse adizhora de la noche.

Los campesinos que son los que siempre madrugan para ir a sus labores, despertaron algo tarde, ya eran como la seis y media de la mañana, se desesperezaron y como siempre, las mujeres son las primeras que se levantan temprano para ir a dejar el cun al molino de nixtamal, otras se levantan temprano para moler el cun en el molino de nixtamal de la casa y luego de haber molido el cun¸ y haberlo convertido en masa, lo pasaban en la piedra de moler, trabajo muy afanoso para que las toritillas salieran bien sabrosas.

En casa del presidente ayuntamental, era una algarabía como siempre, las mujeres muy deseosas por quedar bien con la patrona se afanan en hacer el quehacer bien hecho, no porque la patrona sea delicada, sino porque las mujeres les gusta hacer las cosas bien.

En casa del maistro, que era el cuenta cuentos, escritor e inventor de historias, casa que quedaba cerca de un juleque, se levantaban como siempre a las seis, él era el primero en levantarse, ponía el agua para hacer el cafue así como decía tío Laido, y se iba a bañar temprano no importaba si había frío o si había calor. Él siempre en la mañanita se levantaba a bañar. Después del baño preparaba el desayuno para todos, a las seis de la mañana levantaba a sus hijitos para que desayunaran pues tenían que ir para la escuela.

La esposa del maistro, se levantaba un poquito después de él, no era todo el tiempo pues a veces era ella la que se levantaba más temprano y preparaba siempre el desayuno y levantaba a los munifatos.

Después de que todos se iban para la escuela, la mujer muy diligente se ponía a barrer la casa, pero ese día fue diferente, empezó a barrer, y al barrer empezó a ver que dentro del polvo del piso había pelo, la mujer no le puso mucha atención.

Como cada noche, el maistro se sentaba en su vetusta máquina de escribir marca Royal, tipo pica para comenzar, terminar y seguir alguna historia que bullía dentro de su cabeza, le gustaba leer mucho y escribir era su pasión, junto como cocinar y jugar al basquetbol y volibol. En la escuela tenía la selección de básquet bol de mujeres, ya que los hombres decían que el básquet era solo para mujeres.

Pasado un tiempo, la mujer le comentó, que en la casa estaba pasando cosas extrañas, cuando ella estaba sola, se oían ruidos, si estaba en la sala, escuchaba ruidos en la cocina, cuando iba a ver a la cocina, escuchaba ruidos en la sala y así en el cuarto, en el baño y hasta en el patio escuchaba ruidos, a veces eran ruidos, a veces eran murmullos como que si hablaran en voz baja, o rezaran, el maistro pensó a de ser su imaginación.

Por las noches, los hijos miraban pasar sombras de un cuarto a otro, de la sala al cuarto, del cuarto a la cocina, pero nunca al cuarto de los esposos. Los amigos de los niños ya no les gustaban ir a dormir a la casa pues decían que espantaban… El maistro¸ no creía lo que contaba su esposa y sus hijitos, aunque le entraba sus dudas y sospechas. La mujer le insistía y casi llorando le contaba lo que sucedía en la casa, él pensaba que su mujer estaba disvariando. El maistro como siempre cada noche se sentaba en su vetusta máquina vieja a escribir sus historias, le fascinaba escribir sobre espantos, aparecidos, sobre las leyendas del pueblo que contaban los ancianos y si no él las inventaba para que hubiera historia.

Todos los días que barría, ya fuera la esposa, los hijos o hasta inclusive él, siempre salía había pelo, pero no era un pelo normal, era un pelo extraño, un pelo que no parecía humano, pero tampoco de animal, algunas veces aparecían grueso, de un grueso extraño color azabache, otras veces fino de color oscuro como la noche, otras veces entre grueso y fino, entre azul y negro, entre negro y azabache, entre noche y madrugada. Los pelos irradiaban escalofríos, sensación de miedo, sensación de espanto, sensación que alguien te vigila, te guachea, te ronda, pero sobre todo, te espera y te espanta.

Una noche, sentados los esposos, en las sala, los niños se fueron a acostar, no había pasado ni dos minutos, cuando el hijo más pequeño pegó un grito, saltó de la cama y salió corriendo llorando, asustado para donde estaban sus padres y con el miedo en los ojos, con el pesar en la cara y con los pelos de punta, les dijo, que alguien se había ido a sentar a su cama y le había puesto la mano fría, helada, congelada pero no un frio, ni congelamiento de hielo, sino uno extraño que él nunca había sentido.

Los esposos se asustaron, los hermanos se levantaron rápidamente de sus camas, esa noche, como cosa rara, todos los niños se habían ido a acostar temprano, no eran ni las ocho de la noche… La mujer fue corriendo a la cocina a hacer agua de brasa, con .hojas de limón, pues dicen que eso sirve para los curar los espantos, o para que los niños no se espanten tanto, esa noche todos rezaron, oraron y durmieron en el mismo cuarto, había una extraña sensación de miedo, de temor, de escalofrío, de espanto… Esa noche, llovido como nunca, un aguacero intenso, fuerte.., la tribunada había llegado y así como vino se fue, había habido relámpagos, truenos, también había habido miedo, escalofríos, estremecimiento, los árboles, las matas, los arbustos, todo se movieron como fantasmas en la noche oscura y clara por los relámpagos.

Los truenos tronaron toda la noche, las centellas cayeron toda la noche y los relampagos, relampaguearon toda la noche. La gente se santiguó y persignó y rezó toda la noche: "Padre nuestro que estás en el cielo… rezó la gente buena, la que siempre tiene miedo, la que respeta.

Al otro día le dijo a su mujer que iba a ir con ña Julia ya quella sabia de "cosas". Llegó a la casa de ña Julia, tocó la puerta…, pasado un ratito salió una señorona no muy vieja, ni muy joven, algo sasona, el maistro le contó lo que pasaba en su casa y ella le dijo que llegaría el martes, pues este es un buen día para hacer cualquier trabajo espiritista que tenia que hacer.

Llegado el día llegó ña Julia a la casa del maistro, eran como las nueve de la mañana, saludo a los presentes, entró a la casa, y les dijo en donde era el lugar del espanto, y les dijo a la familia que iba a hacer el trabajo, les pidió que se pusieran en círculo, empezó a rezar unas oraciones extrañas, y empezó a dar vueltas en círculos de donde estaba los miembros de la familia; cada vez que daba vueltas les echaba aguardiente, revuelta con ruda, ajo, y saber que más cosas, pues apestaba a apestilencia. Terminada la sesión, les dijo que ya estaba, que no tuvieran pena ni miedo que todo había pasado, que los espantos se había ido.

Ida la señora, la hijita del maistro se puso a barrer en la sala, y cual no sería su sorpresa, que empezó a salir más pelo que de costumbre, lo malo era que jedia a azufre, la niña se asustó y llamó a sus papás, esto intrigó más al maistro y su familia, esa noche, los ruidos fueron peor, se escuchaban el ruido de cadenas, piedras en las láminas, chillidos, chirridos, la familia empezó a rezar, y en el transcurrir del rezo los ruidos se fueron calmando.

El maistro fue a buscar al anciano sacerdote que había en Junticholol, para contarle lo que pasaba en su casa; el anciano sacerdote llamado Pepito era de la península no creía mucho en "esas cosas", pero bueno le dijo, "iré a veros en que podré ayudaros". El padre Pepito llegó una mañana fría, el cielo estaba lleno de densas nubes, había una extraña ñeblina eran, las ocho de la mañana, llegó a la casa del maistro para orar, rezar y bendecir la casa, preparó sus enseres eclesiásticos y reunió a la familia en la sala, para empezaron a rezar todos juntos.

Empezó a llover, recio, a cantaros, como si fuera el diluvio final, no más empezó el rezo y se empezaron a escuchar risas, pasos, chirridos de ventanas y puertas, pero los postigos y las puertas se mantenían intactas, se oían llantos, gritos de angustia y terror; el padre rezaba y tiraba agua bendita a diestra y siniestra.

Pasado un tiempo, se empezaron a ver las sombras, en el suelo empezó a aparecer pelos que se movían como serpientes, a los miembros de la familia les entró miedo, a cada uno les entró un extraño escalofrío de muerte, de miedo, de pánico, se querían mover y no pidan, sentían las piernas pesadas, cada paso que pegaban era como si movieran quintales de cemento, ya no sabían si rezaban, murmuraban, gritaban, o sólo lloraban, las lágrimas brotaban como ríos de agua en sus rostros, temblaban de miedo y terror, poco a poco como pudieron se fueron moviendo y salieron corriendo para la calle dejando al anciano sacerdote sólo.

El padre Pepito recorrió toda la casa rezando, exorcizando, echando agua bendita en todos lados, y los gritos, bulla, risas, llantos, y espantos no se oían en la calle, solamente en la casa; todo se empezó a calmar, como por arte de magia, salió el sol, y como que si nada hubiera pasado el cielo se puso alegre, los pajaritos salieron a volar, las nubes se escondieron, y el pueblo empezó a salir a las calles.

Uno días después de haber estado el padre Pepito, volvieron a salir los pelos en el suelo de la casa y se empezaron a ver sombras, y a escuchar ruidos… El maistro no dijo nada, montó su bestia y se jué para Itzponé, cabecera del cacicazgo del mismo nombre, un pueblecito que quedaba a poco de legua y media de Sajalal, fue a buscar a ña Gina una señora que era partera, sabia de medicina natural, de cosas que los antiguos les enseñaron de aquellos conocimientos antiguos que se enseñan de generación en generación, de hijos e hijas a hijos e hijas.

Ella era una de esas pocas gentes que sabían curar, el maldeojo, espantos, las lombrices, subir las varillas y las moyeras, y muchas cosas más.

El maistro llegó a Itzponé, a la casa de ña Gina y le contó todo lo que estaba pasando en su casa, lo de los ruidos, lo de las sombras, lo del pelo; la viejita pacientemente escuchó y le dijo que llegaría el viernes, porque ese día es buen día para hacer el trabajo. El viernes, llegó ña Gina, y le dijo al maistro que el trabajo lo iba hacer de noche y que se prepararan. Llegada la noche, ña Gina, pidió los menjurjes que con anterioridad le había pedido al maistro, sal, incienso, mirra, ajos, agua bendita y otras cosas más que ella llevó, revolvió cada cosa de acuerdo a su rito, pidió los pelos encontrados y los revolvió, solo echó los pelos en el recipiente y empezó a sentirse un fuerte olor a azufre, después de haber empezado la primera fase del rito, les dijo que se pusieran en círculo dándoles una candela blanca y una amarilla encendida a cada uno de los presentes y empezó a rezar: "padre nuestro que estás en el cielo, bendito sea tu nombre…", luego empezó el Ave María: "Dios te salve María… Bendita seas madre de Dios…", luego el Credo, "Creo den Dios Padre todo poderoso, creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible e invisible…", Los segundos se hicieron minutos, los minutos se hicieron horas, y las horas más horas y empezaron no solo los ruidos, sino las sombras a moverse dentro de la casa, ña Gina rezaba y rezaba unas oraciones inteligibles, sombra que pasaba les echaba la sal junto con el agua bendita, se escuchaban chillidos y desaparecían.

La casa temblaba y se estremecía, el zinque tronaba, la familia rezaba y rezaba, el Padre Nuestro, el Ave María, el Credo, todos tenían los ojos cerrados, el círculo no se rompía, ña Gina seguía rezando palabras que no se entendían, por más que el maistro puso atención, no entendió nada.

A media noche, los ruidos fueron ensordecedores, se oían gritos, chillidos, lamentos, ña Gina luchaba contra los malos espíritus, con los espíritus del mal que habían en la casa, eran unos espíritu demasiados fuertes, que no se querían ir.

La señora fue colocando la sal preparada, en las esquinas de cada uno de los cuartos, en las sala, en los cuartos, en la esquina del terreno, siempre rezando esas oraciones que no se entendía. Tiró sal en el techo de la casa, de la cocina, de los cuartos, del baño, del inodoro.

Ña Gina regresó a la sala, después de haber estado rezando en cada una de las estancias de la casa, hasta al patio fue, poco a poco, los ruidos se fueron calmando se empezó a sentir menos olor a azufre, la señora dijo que ya podían abrir los ojos, y empezó a preguntara los miembros de la familia que era lo que hacían en su diario vivir, lo que cada uno explicó a la señora, llegado el turno al maistro este le dijo que él escribía cuentos, leyendas y novelas de espantos y aparecidos, lo que la viejita contestó que, esa era la razón por lo que habían espantos en la casa y por eso habían estado molestando Dijo Ña Gina,"mientras hubiera alguien que creyera en los espantos y espíritus, estos aparecerían…", no había terminado de decir esto, cuando de la esquina de la casa donde esta la máquina de escribir, salió un bulto blanco, de pelo largo, tan largo que le llegaba hasta la orilla de los pies y le tapaba la cara, y salió dando gritos desgarradores que heló la sangre a los presentes, y salió entre corriendo, caminando y flotando, agarró el trocopas de la aguada que quedaba cerca de la casa, dio un grito, una carcajada y al agua se aventó. Salido el espanto, se empezó a sentir el olor a flores, olor que no habían sentido nunca, este es el olor a santidad dijo ña Gina, y terminó diciendo, estos pelos, eran, los pelos de la Ixtabay…

GLOSARIO Chiflón: aire, viento Chiflón de norte: viento de norte que trae lluvia y frío por días Sajalal: Pueblo antiguo de Santa Ana, ya desaparecido. Cacicazgo: Municipio.

Itzponé: Nombre antiguo del paraje donde se ubicó el primer asentamiento de Santa Ana.

Guano: palma que utilizaba para techar las casas en Petén.

Colocheé: varas o palos de madera rustica roisa que se usaba en la construcción de las viviendas mayas, también se usaron por lo pobladores de Petén Calicanto: tierra de cal revuelta con arena o tierra blanca y zacate de sabana Embarrar: repellar las paredes Postigos: hojas de las ventanas de madera.

Musules o Mutzules: antiguo pobladores de Santa Ana (grupo étnico desaparecido) A dizhora de la noche: media noche u horas de la madrugada.

Juleque: aguada, especie de laguneta pequeña o manto de agua ya sea natural o echa por el ser humano.

Junticholol: aldea antigua desaparecida de Santa Ana.

Munifatos: niños Península: nombre dado a los españoles en la época colonial Legua: medida de longitud de aproximadamente 4 kilómetros. Cafué: café, expresión particular de Don Maximiliano Adelaido Luna Disvariando: imaginación, locura Ñeblina: nieblina Bestia: caballo Ña: doña Danzones, chachá, twis, corridos, Guachiangos: ritmos bailables de época antigua.

Noyen: No oyen, de afirmación.

Guindar: colgar Comidilla: chisme, hablada Muchacha: mujer, señorita.

Sasona: ni muy anciana, ni muy joven, edad entre los 35 a 48 años Ñeblina: nieblina Varas: medida de longitud de menos de un metro usado antiguamente en Petén Succheé: Grupo de arboles que se encuentran en medio de la sabana. Trocopas: camino de herradura, tierra que hay en las aldeas y montaña. Bucute: árbol de bucute.

Bayal: especie de bejuco que sirve para hacer muebles, canastos, lámparas.

Guachea: ver, mirar Quella: que ella.

diestra y siniestra: de un lado a otro tronaba: ruidos 19.- El Munifato y el Duende

(Cuento) Escribió: José Antonio Romero Berges Lugar: Santa Ana, Petén Fecha: 10 de abril de 2013 El munifato lloraba, lloraba, gritaba, gritaba, "quiero a mi mamayita" Tenía ocho días que había desaparecido y no lo habían podido hallar… La comunidad de Sajalal, junto con los pobladores de Junticholol, habían ido a rastrear, por la finca La Potra, La Sabana de Llano Grande, por la Sabana del Bayal, por la sabana de Guiro, y no habían encontrado nada… El patojo, tendría unos sus nueve años, iba a cuarto grado de la escuela elemental, estudiaba en la escuela de varones.

En ese tiempo, la escuela de niñas estaba a parte, no era mixta como lo son ahora.

Los maestros preocupados por la desaparición del guiro, no habían dado clase durante ocho días, hasta los compañeros más grandes habían ido a buscar a la sabana, a los pucteés, a los chololes, a los bajiales y nada, no encontraron nada.

Partes: 1, 2, 3, 4

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