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Descanso divino (página 2)




Enviado por Jesús Castro



Partes: 1, 2, 3

En el caso del rey Acab, hay constancia de
que éste era un individuo repugnante desde el punto de
vista moral y un gran desobediente contra Dios. El Creador le
había dado varios avisos mediante diferentes profetas,
pero él hizo caso omiso y se engañó a
sí mismo pensando que podría tener éxito en
sus campañas militares dando la espalda al
Altísimo. El relato sagrado, entonces, muestra al
Todopoderoso tendiendo una trampa mortal a este malvado rey,
usando las propias herramientas malsanas del monarca: una serie
de falsos consejeros, cortesanos y visionarios que tenían
la desvergüenza de regalarle los oídos.

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En las sagradas escrituras, por tanto, se considera un
pecado muy grave el actuar con engaño malicioso deliberado
(se hace necesario enfatizar "malicioso", y hacerlo desde el
punto de vista de Dios, el Creador, Quien es el Establecedor
natural de las normas morales; y de aquí se desprende la
importancia de conocer profundamente y aplicar
solícitamente dichas normas), pues la criatura inteligente
(física o espiritual) parece ser bastante vulnerable a
caer engañada por causa de falsas percepciones, debido a
sus limitaciones sensoriales (el humano más que el
ángel; pero todos ellos "vulnerables", a fin de
cuentas).

Por otra parte, algunos científicos
evolucionistas, basándose en la vulnerabilidad perceptiva
del ser humano, se han adelantado presuntuosamente a
tachar al sistema perceptual y al cerebro humano de " chapuza"
(Redes para la ciencia: El cerebro es una chapuza; presentado por
Eduardo Punset, quien entrevista al psicólogo neoyorquino
Gary Marcus; programa televisivo nº 34 de la serie, emitido
el domingo 14-6-2009 en TVE). Sin embargo, esta
apreciación es una afrenta al Gran Diseñador,
puesto que desacredita su obra. La refutación de esta
afrenta se obtiene considerando que forzosamente debemos
interpretar la realidad, o representarla en nuestra mente, en
armonía con lo que expone Chaitin en G064 (Repercusiones
godelianas, página 25, párrafo 3 y entorno del
mismo) y que será desarrollado y aplicado convenientemente
en línea con la perceptividad mental en G079 (Creador y
criaturas). La perceptividad puede decirse que está
asentada sobre algoritmos mentales interpretativos, y
éstos deben tener menos peso informático que el
fenómeno a representar. De otro modo, nuestra mente
tendría que contener toda la realidad de una manera
literal, y esto es imposible.

Finalmente, es conveniente tener en cuenta
que lo dicho acerca de "Los aparatos perceptuales de las
diferentes especies vivientes…", "La experiencia vivencial
anterior…" y "No atendemos a la totalidad de los
estímulos que llegan simultáneamente al
cerebro…", página 6, junto con otros aportes que a
continuación iremos exponiendo, significan un
desmantelamiento de la idea dogmática de que la
conservación intacta de un texto (eventualmente sagrado,
en el idioma original) previene fuertemente la
tergiversación de su significado en tiempos posteriores.
Este dogma, aparentemente iniciado en el judaísmo
(cábala) y en el hinduismo (mantras), luego fue
extrapolado a otros sistemas religiosos; tiende a atribuir
importancia capital y desmedida a las palabras y a los sonidos
originales, cuya pérdida o deterioro se tendrían
por fatalidad insuperable de cara al conocimiento de la verdad
revelada. Como veremos más adelante, esto es
falso.

Trastornos
perceptivos.

Las anomalías perceptivas suelen residir en la
percepción que el individuo elabora a partir de un
estímulo determinado. Las distorsiones tienen su origen en
trastornos orgánicos y pueden afectar tanto a la
recepción sensorial como a la interpretación de la
misma a nivel del sistema nervioso central. Estos efectos pueden
ser transitorios (por influjo de las drogas) o permanentes (a
causa de una lesión cerebral).

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La Agnosia es la incapacidad o
interrupción del reconocimiento cerebral de
estímulos procedentes de un sentido particular, aunque ya
hayan sido aprendidos previamente a lo largo de la
experiencia vital de la persona; sin embargo ahora ésta no
es capaz de recordarlos y carece de la habilidad para
aprenderlos. La persona con agnosia visual, por ejemplo, no puede
identificar objetos comunes, como un manojo de llaves; no
obstante, si se le permite cogerlos, puede reconocerlos por el
tacto. Por lo tanto, no ha perdido su memoria global respecto al
objeto, ni ha olvidado su nombre. El sujeto que padece este
trastorno no presenta menoscabos lingüísticos,
perceptivos o intelectuales. Por su parte, las agnosias pueden
ser: visuales, auditivas, táctiles, gustativas,
olfativas…

Las Alucinaciones son percepciones que no
tienen correspondencia con la realidad sensorial (no se
trata de ver cosas distorsionadas o erróneas, por
ejemplo, sino de ver cosas que no están o no existen), sin
embargo, la persona siente esa percepción como si fuera
real. Las alucinaciones pueden ocurrir en cualquier modalidad
sensorial: visual, auditiva, olfativa, gustativa, táctil,
o varias de ellas mezcladas. Por ejemplo, las alucinaciones
auditivas son uno de los síntomas característicos
de los trastornos paranoides, las gustativas y olfativas se dan
en la esquizofrenia, las visuales pueden ser producidas por
drogas o también por trastornos
orgánico–cerebrales, etc.

Percepción
subliminal.

Se conoce con ese nombre a la percepción que se
produce por debajo del umbral de la conciencia. De esta manera,
la persona no sabe o no es consciente de que está
percibiendo ciertas sensaciones, aunque se supone que la
estimulación a la que está sometido su cerebro
provoca efectos sobre él. Se ha utilizado esta
técnica con fines publicitarios e ideológicos.
Durante los pasados años ha circulado la siguiente
historia:

«En la década de 1950, en un cine de New
Jersey (EEUU), se llevó a cabo una experiencia sobre
percepción subliminal. Mientras se exhibía una
película, fueron proyectadas sobre la pantalla diversas
frases publicitarias, tales como "tome Coca-Cola". El tiempo de
exposición de las frases era tan corto (1/30 de segundo)
que el público asistente a la proyección no era
consciente de la percepción de dichos mensajes
publicitarios. En el descanso de la película se
cuantificaron las ventas de Coca-Cola,
comprobándose que, en relación con otras sesiones
de cine normales, las ventas se habían elevado en
más del 50%».

NOTA:

La revista Despertad del 22-8-1998, editada
por la Watchtower Bible And Tract Society,
página 6, recuadro, informa:

«A finales de los años [1950], James Vicary
dijo haber llevado a cabo un estudio en un cine de Nueva Jersey
(E.U.A.) en el que durante la proyección de la
película aparecían fugazmente en la pantalla las
palabras "Beba Coca-Cola" y "Coma palomitas de maíz". Los
mensajes salieron únicamente una fracción de
segundo, un período demasiado breve para dejar huella en
la mente consciente. Aun así, según Vicary,
hicieron que aumentara la venta de Coca-Cola y de palomitas de
maíz. Esta afirmación promovió la
opinión generalizada de que los anunciantes podían
incitar a la gente a comprar sus productos proyectando mensajes
"encubiertos". Se dice que tras firmar contratos por 4'5 millones
de dólares con las empresas anunciantes más
importantes de Estados Unidos, el señor Vicary
desapareció sin dejar rastro. Las empresas habían
sido víctimas de una estafa.

Estudios posteriores echaron abajo las afirmaciones de
Vicary. Una ejecutiva con muchos años de experiencia en el
campo de la publicidad dijo: "La publicidad subliminal no surte
efecto. De lo contrario, la habríamos
utilizado"».

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La
memoria.

La percepción presenta una limitación
importante como mecanismo de conocimiento del mundo por parte del
sujeto: se halla sometida a limitaciones estrictas en cuanto al
espacio y al tiempo. En efecto, solamente podemos percibir
aquellos objetos que están dentro de nuestro campo
perceptivo (esto es: limitación espacial) y sólo
cuando los estímulos actúan, y mientras
actúan, sobre nuestros órganos sensoriales
(limitación temporal). Percibir es, pues, tomar
consciencia fugaz "aquí y ahora". No obstante, nuestro
conocimiento es capaz de desbordar estas barreras gracias a la
"memoria". La "memoria" es una de las capacidades mentales
más importantes que posee el ser humano. Casi todas las
decisiones que se adoptan a lo largo del día se basan en
la memoria. Si no tuviéramos memoria seríamos
incapaces de percibir, aprender o pensar y, sin recuerdos, nos
resultaría imposible sobrevivir en un mundo en constante
cambio, y ni siquiera tendríamos una identidad personal.
Basta observar a una persona que padece la enfermedad de
Alzheimer para ver las innumerables limitaciones que causa la
falta de memoria.

Para el estudio de la memoria, el modelo
más aceptado es el del "procesamiento de la
información", gestión semejante a la
forma en que un ordenador codifica, almacena y recupera los
datos, considerando además los factores sociales,
emocionales y biológicos que distinguen nuestra memoria de
la de los ordenadores. La memoria se define, pues, como "el
proceso por el cual somos capaces de recuperar la
información que previamente hemos registrado en nuestro
cerebro".

Nuestros sentidos son bombardeados constantemente por
mucha más información de la que podemos procesar,
por lo que la primera etapa del procesamiento de la
información implica necesariamente la selección de
una fracción o parte del material que nos inunda para
poder pensar en él (o tomar consciencia activa del mismo)
y recordarlo posteriormente, y también la dirección
o viraje de nuestra "atención" hacia dicho
material tamizado o seleccionado. La
"atención" consiste en concentrarse en una
pequeña porción de estímulos o
sucesos. Una vez seleccionado el material (mediante la
percepción y la atención), se desarrollan tres
operaciones mentales básicas: la codificación, el
almacenamiento y la recuperación; es decir, recoger
información, guardar la información de forma
organizada y recuperarla cuando sea necesario.

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Por medio de la "atención", nos es posible
seleccionar parte de la información para su proceso
posterior: miramos, escuchamos, olfateamos y gustamos
selectivamente. Al mismo tiempo, procesamos esa
información para hacerla reconocible y manipulable por
nuestra memoria, y para ello nos valemos de códigos
verbales (palabras, números) y códigos visuales
(imágenes, figuras). De esta forma, la información
seleccionada queda registrada o codificada como una
representación mental.

Pero esta "codificación" nunca es
neutra: interpretamos la información de acuerdo a nuestras
propias ideas sobre el mundo (paradigmas). Por eso suele decirse
que construimos o personalizamos nuestros propios recuerdos, en
lugar de registrar la información de forma
automática. La memoria, por tanto, no es un proceso pasivo
sino que es un proceso activo mediante el cual relacionamos los
recuerdos con el significado que los recuerdos tienen para
nosotros. Por ejemplo, si pensamos en alguna experiencia que
hayamos tenido, como un viaje en compañía de
algunos amigos, probablemente no coincidamos al hablar de las
vivencias obtenidas: alguien recordará algunas
nítidamente, mientras que otros las pasarán por
alto; y tampoco las comunes en cuanto a relevancia fueron vividas
con la misma intensidad por todos.

Una vez codificada la información,
hay que retenerla en la memoria para su utilización
posterior. La organización de la
información se realiza mediante esquemas, unidades
estructuradas que reúnen conceptos, categorías y
relaciones, formando conjuntos de conocimientos. Ésta es
la forma en que se produce el "almacenamiento" en la memoria, y
la que permite acceder a la información guardada en dicha
memoria. Acceder a la memoria significa traer a la conciencia la
información, o hacerla consciente de nuevo. El problema
suele consistir en encontrar el camino adecuado para llegar a
ella, aunque si la información está bien guardada y
organizada será más fácil de
encontrar.

NOTA:

Todos estos procesos mnésicos y
perceptivos nos indican que es muy fácil tergiversar la
información escrita en la sagrada escritura,
sin importar cuan fiel se mantengan dichas Escrituras al
original; pues el hombre caído en el error posee la
tendencia a perpetuarse en dicho error. Hace falta una dosis muy
elevada de humildad y de deseo de agradar al Creador, así
como la bendición de Él, para evitar deslizarse
hacia senderos torcidos mediante interpretaciones acomodadas
sutilmente a favor del interés egoísta del
intérprete o los intérpretes.

Otra cosa que obra como un enorme escollo contra la
correcta interpretación de las sagradas escrituras es la
carencia de una retroalimentación polifacética
adecuada entre el intérprete y los medios disponibles de
cotejamiento y documentación, pues por mucho
interés que el estudioso tenga en alcanzar la correcta
interpretación no podrá adquirirla sin el auxilio
de dichos medios, a menos que reciba directa o indirectamente una
revelación divina. Tales medios son, entre otros, el texto
(o cantidad de texto) disponible en el lenguaje original en el
que se escribió, los datos históricos fidedignos
que rodean al relato sagrado, la coherencia interna del mensaje
contenido en el texto sagrado (o sea, la no contradicción
de una parte de la sagrada escritura con otra parte de la misma),
la coherencia externa del texto sagrado (es decir, su
concordancia con los documentos fidedignos no sagrados que
consideran el mismo tema o similar), los resultados excelentes
que deberían producirse como consecuencia de la
aplicación de las normas morales contenidas en el texto
sagrado, etc.

Los psicólogos cognitivos han
tratado de responder a la pregunta: ¿qué
estructuras permiten que se almacenen los recuerdos?, y han
desarrollado varias teorías. Aquí nos vamos a
centrar en la " Teoría multialmacén", que intenta
hacer hincapié en los distintos depósitos de la
memoria que existen en nuestro cerebro. Esta
teoría fue presentada en los años 1970 por Atkinson
y Shiffrin, tras investigaciones realizadas con humanos que
habían sufrido lesiones cerebrales y en los que
había resultado afectada la capacidad para formar nuevos
recuerdos. Para estos psicólogos existen tres almacenes
básicos de la memoria: Memoria sensorial (MS), Memoria a
corto plazo (MCP) y Memoria a largo plazo (MLP).

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La información procedente del entorno
(imágenes, sonidos, sabores, olores, tacto de las cosas)
se sitúa en el primer almacén, que es la
"memoria sensorial" (MS) y que tiene tres
características principales:

– El almacenamiento sensorial contiene toda la
información del ambiente que puede ser capturada por los
órganos de los sentidos (obviamente, dicha
información es fragmentaria; es decir, nuestros sentidos
corporales sólo pueden captar una diminuta fracción
o fragmento de la realidad circundante).

– La memoria sensorial es en general muy fugaz, a
menos que la información se transmita al siguiente
almacén (la MCP); pues la información sensorial
desaparece rápidamente y es reemplazada por otra nueva.
Esto significa que la información de este almacenamiento
va disminuyendo con el paso del tiempo, el cual va desde unas
décimas de segundo (para el almacenamiento sensorial
visual o icónico) a unos cuantos segundos (para el
almacenamiento sensorial auditivo o ecoico).

– La pequeña parte de
información que recibe atención especial por parte
de la mente se transfiere al segundo componente esencial del
sistema: el almacenamiento a corto plazo (MCP).

Particular atención merece la "memoria olfativa".
Esta memoria sensorial parece funcionar de forma distinta a la
memoria icónica (visual) o ecoica (auditiva), pues
normalmente resiste mucho más en el tiempo y además
sucede que del olor se recuerda todo el contexto sensorial y
emocional que rodea a la información. Según varias
investigaciones, parece que existen conexiones importantes entre
el sistema olfativo y el sistema límbico, de forma que
estas conexiones permiten que otros acontecimientos queden
asociados a los olores.

Parte de la información captada por la memoria
sensorial (MS) pasa a un segundo sistema: la memoria a corto
plazo (MCP), donde se produce una elaboración más
compleja de los datos sensoriales. En la MCP se organiza, analiza
e interpreta la información a través de diferentes
estructuras cerebrales. Presenta cuatro características
principales:

– La información almacenada en
la memoria a corto plazo es de la que el individuo es
consciente.

– Esta información es fácilmente
accesible. Constituye la base de la toma de decisiones o de la
realización de una tarea en cuestión de
segundos.

– La información de la memoria a corto
plazo se perderá en unos 20 segundos si no se repasa o
practica. Gracias a ello, no nos vemos abrumados (inundados
mnésicamente) por una gran cantidad de datos irrelevantes,
insignificantes o inconexos.

– En un instante dado, la memoria a
corto plazo (MCP) no puede contener un número ilimitado de
elementos o ítems. Los teóricos de la
memoria insisten en que la MCP sólo puede retener 7
ítems o unidades de información no relacionadas
entre sí semánticamente (a nivel subjetivo). Dichas
unidades son paquetes de información (letras, palabras,
números, imágenes, frases), que siempre coexisten
en un máximo de 7 bloques o ítems en la MCP; no
obstante se admite que dicha cifra puede variar, dependiendo de
la capacidad de la persona, en un número igual a 7
± 2 ítems. Por ejemplo, las cifras 2 6 0 1 7 7
pueden ocupar 6 ítems diferentes o uno solo, dependiendo
de si se decodifica esa información como un único
número que nos resulte familiar (fecha de boda: 1
ítem) o no (cifras separadas e inconexas entre sí:
6 ítems).

La relación que se establece entre
este tipo de memoria (MCP) y la de largo plazo (MLP) es
bidireccional: parte de la información elaborada por la
MCP pasa a la MLP para ser almacenada allí con
carácter indefinido; a la vez, cuando necesitamos
recuperar información del pasado, ésta se traspasa
en sentido inverso (de la MLP a la MCP). De esta forma, podemos
utilizar los recuerdos y los aprendizajes en nuestro presente
inmediato.

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La MLP (memoria a largo plazo) es como un
almacén donde la información queda registrada de
forma permanente, aunque a veces resulte difícil de
recuperar. La MLP tiene tres características
fundamentales:

1. La información se introduce en ella desde la
memoria a corto plazo, a través de varios tipos de
operaciones, entre ellas: la repetición y la
elaboración, con el objetivo de organizar el material de
una forma que sea significativa para uno mismo. La
repetición alarga el tiempo durante el cual la
información permanece en la MCP, pero para hacer que pase
a la MLP es necesario que dicha información haya sido
elaborada, es decir, que se haya organizado de tal forma que
luego le resulte al individuo más fácil recordarla;
además, esta nueva información debe conectarse con
material ya existente en la MLP (aprendizaje significativo: mapa
conceptual).

2. El tamaño de la memoria a largo
plazo es ilimitado.

3. La información que se adquiere a
partir de este almacenamiento a largo plazo (MLP) se hace
a través del proceso de recuperación, el cual
vuelve a situarla en la memoria a corto plazo (MCP),
donde se puede manipular y utilizar para desempeñar la
tarea del momento.

Dentro de la MLP podemos encontrar
diferentes tipos de recuerdos, a saber:

1. Memoria episódica: Almacena recuerdos
personales de eventos experimentados en un momento y lugar
específicos; por lo tanto, se refiere a recuerdos
personales de hechos concretos (el color de un vestido, la
canción más escuchada durante cierto verano). Es
una especie de diario mnésico que permite "retroceder en
el tiempo".

2. Memoria semántica: Es como un diccionario o
enciclopedia llena de hechos y conceptos, tales como: el
significado de la palabra empatía, dónde se
encuentra Nápoles, quién fue Colón,
etcétera. Permite realizar inferencias, elaborar
abstracciones, relacionar conceptos, conocer los significados de
las palabras o las propias reglas gramaticales,
etcétera.

3. Memoria procedimental: Formada por
hábitos y habilidades motoras.

4. Memoria emocional: Comprende las
respuestas emocionales aprendidas al recibirse varios
estímulos: todos nuestros amores y odios, temores
racionales e irracionales, sentimientos de disgusto y ansiedad,
la vergüenza por algo que se hizo o dejó de hacerse,
el miedo a las arañas, la cólera sentida como
consecuencia de un acto opresivo, etcétera.

Todo lo que aprendemos se registra en el
encéfalo, produciendo cambios en el tamaño, forma,
funcionamiento químico y conexión entre neuronas.
Cuando repasamos un tema de estudio o practicamos
algún procedimiento mecánico aprendido
previamente, se fortalecen antiguas conexiones neuronales. Desde
principios del siglo XX se ha intentado localizar, en el
encéfalo, el área donde se ubica la memoria; sin
embargo, las investigaciones recientes muestran que
no existe una única zona que se corresponda exactamente
con el "almacén" de la memoria, sino que en el proceso de
memorización se ponen en juego diversas áreas
interconectadas, cada una de ellas especializada en el
almacenamiento de ciertos recuerdos:

– La memoria a corto plazo (MCP)
parece localizarse en la corteza prefrontal y en el lóbulo
temporal.

– La memoria semántica se
localiza en los lóbulos frontal y temporal de la
corteza.

– La memoria episódica también se
encuentra en los lóbulos frontal y temporal, aunque
situada en partes diferentes de estas estructuras.

– La memoria procedimental parece
localizarse en el cerebelo y en la corteza motora.

– El hipocampo se vincula con la
memoria episódica y con la transferencia de datos desde la
memoria a corto plazo.

– La amígdala se relaciona con
la memoria emocional.

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El OLVIDO es la incapacidad de recordar. Por
extraño que nos parezca, el olvido es algo natural y
esencial para que la memoria (y con ella la inteligencia)
funcione correctamente. Si no fuéramos capaces de olvidar
los detalles insignificantes o las informaciones innecesarias de
nuestras percepciones, no podríamos tampoco generalizar y
construir conceptos, que son, al fin y al cabo, abstracciones.
Pero, ¿por qué se olvida la información?
Según muchos investigadores, puede deberse tanto a
deficiencias de codificación, de almacenamiento, de
recuperación o una combinación de estos tres
procesos. Existen varias posibles causas del olvido, y todas las
que proponemos aquí (a continuación) afectan a la
MCP:

– Codificación ineficaz: Puede
ser que la información en cuestión ni siquiera haya
sido introducida en la memoria, casi siempre debido
a falta de atención. La información no ha pasado de
la memoria sensorial a la memoria a corto plazo.

– Olvido por decaimiento: La información se
pierde por falta de uso, lo que implica que la huella
física del recuerdo se va desvaneciendo o debilitando con
el paso del tiempo. Se ha comprobado que el decaimiento afecta a
la memoria sensorial y a corto plazo, pero no se ha logrado
demostrar que afecte a la memoria a largo plazo.

– Olvido por interferencia: La interferencia tiene
lugar cuando una información de la memoria bloquea a otra
e impide que esta última sea recordada, como cuando se
trata de aprender una lista nueva de elementos
ortográficos muy similares que ha de reemplazar a otra
lista anterior (cuanto más similares los elementos de
ambas listas, más dificultad hay para la retención
mnésica). Pero no es habitual que los recuerdos anteriores
impidan nuevos recuerdos, pues a veces lo que aprendimos con
anterioridad ayuda a comprender mejor la información
nueva, y viceversa. Una nueva información puede traernos a
la memoria datos que creíamos olvidados.

– Olvido motivado: Podemos olvidar lo
que no nos interesa, que suele estar relacionado con experiencias
desagradables o dolorosas. También, parece ser, que se
tiende a olvidar lo que se considera obsoleto operativamente
(olvido voluntario).

El daño encefálico causado por accidentes,
cirugía, deficiencias en la dieta o enfermedad son causas
probables de pérdida de memoria. La amnesia es una
anomalía temporal de la memoria que tiene lugar sin que
ocurran otras patologías mentales, y consiste en la
pérdida total o parcial de la memoria con ocasión
de un determinado acontecimiento y puede durar desde unos pocos
minutos hasta varios años; suele estar provocada por una
lesión, un accidente, problemas psicológicos o el
uso de drogas.

El hipocampo está relacionado con la
formación de memoria a largo plazo. Estudios con personas
ancianas que tienen problemas para recordar el material
informativo nuevo muestran que el hipocampo es en su caso
más pequeño de lo normal. Esto ocurre en la
enfermedad de Alzheimer, trastorno neurológico que se
caracteriza por una pérdida de memoria severa. El
síndrome de Korsakoff es una forma de amnesia
causada por una deficiencia vitamínica a resultas de una
mala dieta, que, generalmente, afecta al alcohólico
crónico.

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Las lesiones en la cabeza a menudo producen amnesia
retrógrada, que impide recordar los acontecimientos
anteriores a un accidente o enfermedad; posteriormente suele
haber una recuperación progresiva de esos recuerdos,
aunque ésta no se produce de forma automática y
pueden persistir lagunas o espacios en blanco. Los
neurotransmisores también desempeñan un papel
importante en la pérdida fisiológica de la memoria
o en el proceso del olvido. Los pacientes de Alzheimer por lo
común tienen severamente dañadas las células
encefálicas productoras de acetilcolina, y, por tanto,
niveles de este neurotransmisor muy por debajo de lo normal. La
amnesia anterógrada ocasiona la pérdida de
recuerdos relativos a sucesos que han ocurrido después de
sufrirse el daño o lesión, existiendo por tanto
serias dificultades para retener la
información.

La
imaginación.

Si bien la percepción presenta una
limitación importante como mecanismo de conocimiento del
medio por parte del sujeto, al hallarse sometida a limitaciones
estrictas en cuanto al espacio y al tiempo, gracias a la
"memoria" se salva este inconveniente. La "memoria" es una de las
capacidades mentales más importantes que posee el ser
humano, pues casi todas las decisiones que se adoptan a lo largo
del día se basan en la memoria. Si no tuviéramos
memoria seríamos incapaces de percibir, aprender o pensar
y, sin recuerdos, nos resultaría imposible sobrevivir en
este mundo cambiante; tampoco tendríamos una identidad
personal (memoria acerca de uno mismo).

Pero todavía hay otro recurso que va más
allá de la memoria, el cual permite construir o crear
mundos paralelos o divergentes con respecto a la realidad que
percibimos. Se trata de la imaginación, que cumple
funciones tales como:

Función compensatoria: la
imaginación realiza a menudo una función de
compensación cuando nuestros deseos y aspiraciones no se
satisfacen en la vida real. Esto ocurre en los sueños y
también en las ensoñaciones, es decir, cuando
"soñamos" estando despiertos que hemos alcanzado el
éxito, el reconocimiento de los demás,
etcétera.

– Función lúdica: es la
fantasía asociada a los juegos. Tiene especial importancia
en los niños, como ensayo o
preparación para la vida adulta. También tiene
importancia en los juegos de los adultos, que generalmente
constituye una evasión frente a la rigidez de las reglas y
normas sociales.

– Función creadora: tiene
especial importancia en el ámbito del arte y en el campo
de los descubrimientos científicos. El artista, o el
descubridor, nos revelan aspectos de una realidad (fidedigna o
ficticia) que, a la mayoría, le pasan
inadvertidos.

– Función crítica y utópica:
esta doble función consiste en el rechazo del mundo real o
algún aspecto del mismo (función crítica) y
en la propuesta de un mundo alternativo (función
utópica). La función utópica es
especialmente importante para el pensamiento político y
suele concretarse en forma de utopías, que, en muchas
ocasiones, orientan y estimulan la acción sobre el mundo
real con vistas a transformarlo más o menos
acertadamente.

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Así, en conclusión, podemos decir que el
conocimiento del mundo físico por parte del sujeto es
posible gracias a una serie de mecanismos o recursos mentales,
como son la sensación, la percepción, la memoria
(gracias a la cual superamos las barreras espacio-temporales de
la percepción) y la imaginación (que también
nos permite alejarnos de la realidad perceptiva inmediata y
transportarnos a otras realidades subjetivas).

NOTA:

La memoria y la imaginación pueden aunarse para
producir la fantasía, la cual permite crear universos
mentales subjetivos y particulares, poco y casi nada concordantes
con la realidad que nos envuelve. Esta facultad imaginativa puede
desembocar en elaboraciones malsanas cuando el "yo
egoísta" asume el control de ella, como ocurre con el
vicio de la pornografía, especialmente peligrosa cuando el
individuo se inventa historias eróticas cargadas de sexo
más o menos grosero.

El primer pecado de la historia universal,
según las sagradas escrituras, fue cometido por una
criatura angélica que se formó su propio universo
mental egoísta, en el cual todas las demás
criaturas (humanas y espirituales) habrían de tenerlo como
dios supremo. La fantasía de su propio universo
egocéntrico lo llevó, por lo visto, a tratar de
materializar dicho engendro y entonces fue cuando dio a luz un
error imperdonable. El discípulo cristiano Santiago, del
siglo I de la EC (era común o cristiana), lo
explicó de la siguiente manera, en una carta dirigida a
todos los cristianos en general: "Cada uno es probado al ser
provocado y cautivado por su propio deseo. Entonces el deseo,
cuando se ha hecho fecundo, da a luz el pecado; a su vez, el
pecado, cuando se ha realizado, produce la muerte" (Carta de
Santiago, capítulo 1, versículos 14 y
15).

Conceptos.

El "concepto" es el elemento básico del
pensamiento. Es un almacenamiento material de información
(en neuronas o en células electrónicas).
Sócrates, el gran filósofo de la antigua Grecia,
afirmó que las ideas o conceptos son inmateriales y
eternas; pero dicha afirmación queda refutada por las
siguientes preguntas capciosas: ¿Cómo explicar la
existencia de conceptos elaborados en los últimos 100
años? ¿Dónde encasillamos las nociones de
TV, FMI o PC? ¿Cómo explicar el inexorable
advenimiento de todos los futuros conceptos? ¿Pueden haber
existido, en algún lugar ignoto, por toda la eternidad
pretérita? ¿Qué hay de los conceptos
erróneos, los cuales han sido eliminados o modificados
debido al aumento del conocimiento?

Un SI (sistema inteligente) crea conceptos, procesando
lo que sus sentidos le informan sobre su entorno. Investigaciones
científicas han demostrado que todos los SIs, incluyendo a
los humanos, perciben su entorno como: Cosas (objetos),
Relaciones entre cosas y partes de cosas, Movimiento de cosas,
Cambios en las cosas, y Cambios de relación entre las
cosas. En otras palabras, podemos decir que los SIs perciben
estructuras y transformaciones (cambios espaciales y temporales).
Las estructuras incluyen a los objetos y sus
interrelaciones.

El órgano sensorial constituye el
primer paso en el proceso de obtener la información.
Después, cuando el cerebro recibe esta
información sensorial (como impulsos nerviosos), la
procesa de tal manera que queden resaltadas las
relaciones espaciales y temporales en algunos de los impulsos. Si
esta relación es similar a una información recibida
anteriormente, el cerebro le asigna el concepto anterior a la
nueva información. En caso contrario, crea un nuevo
concepto y se lo adjudica. Éstos son, a grandes rasgos,
los mecanismos de formación de los conceptos más
elementales.

El cerebro de un SI utiliza los conceptos más
elementales para construir conceptos de un nivel superior, o
conceptos compuestos. Estos conceptos relativamente elementales y
compuestos son los que se utilizan en los procesos mentales.
Además, todos los conceptos, en la memoria, están
interrelacionados entre sí, formando una red.

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Los conceptos elementales están
relacionados con aquellos conceptos de nivel
superior de los cuales ellos mismos forman parte. Así, una
rueda es parte de un automóvil; el concepto "rueda"
está relacionado con el concepto "automóvil". A su
vez, el concepto "automóvil" es parte del concepto
"vehículo", más abarcador, con el que
mantiene su relación correspondiente. Pero los
conceptos abarcadores también manifiestan relaciones en
la otra dirección, es decir, están
relacionados con sus partes. Por supuesto, también las
partes pueden tener sus propias partes; así, el concepto
"árbol" está relacionado con sus partes, esto es,
con los conceptos "raíces, tronco, ramas y
hojas".

Otro conjunto de relaciones es el que
baraja la clasificación de los conceptos en Abstractos y
Concretos, si bien éstas son denominaciones relativas. En
realidad, todo lo más que se puede hacer es catalogar a
los conceptos como "más o menos abstractos" o como
"más o menos concretos". Por ejemplo, el concepto
"árbol" está relacionado con el concepto más
abstracto "planta" y con el concepto menos abstracto "abeto".
Vemos, también, que un árbol es un ejemplo de
planta; es decir, los conceptos también se relacionan con
sus ejemplos, que son conceptos más concretos. El concepto
"animal" está relacionado con el concepto
"mamífero", y el concepto "mamífero" está
relacionado con el concepto "ratón".

Cuando el cerebro analiza un concepto, puede actuar de 2
maneras, a saber: 1) Desglosando el concepto en partes y
utilizando las relaciones entre esas partes; en tal caso,
usaría todas las partes en lugar del concepto mismo de
manera individual; por ejemplo, en el lugar de "fruta"
utilizaría las nociones de "semillas, pulpa, piel, …".
2) Evocando ejemplos de dicho concepto, mediante utilizar
cualquiera de las relaciones del mismo con conceptos más
concretos; por ejemplo, el concepto abstracto "fruta"
sería reemplazado por cualquier concepto más
concreto como "manzana, banana, naranja, …".

Los conceptos elementales no tienen relación con
otros conceptos más concretos, pues ellos en sí ya
constituyen la información más concreta que el
cerebro posee. Tampoco tienen relación con partes, puesto
que constituyen información detallada elemental,
correspondiente a una sensación o a una acción
básica indivisible mentalmente.

Hay una enorme diferencia entre un "concepto"
(representación mental de algo) y una "cosa" (objeto del
entorno sobre el que un SI se forma un concepto). Cuando decimos
que "allí vemos una manzana sobre la mesa" lo que en
realidad estamos indicando es que "una manzana está
allí", y podemos señalarla con el dedo.

¿Pero, es realmente así? ¿No
será, más bien, que nuestros ojos nos están
induciendo a confundir la cosa en sí (el objeto sobre la
mesa) con el concepto (la representación) del
objeto?

Ésta es una cuestión que ha sido debatida
muchas veces. La " cosa misma" está ahí en nuestro
entorno, pero ¿qué pasa en el lapso que va desde
que se recibe información sobre la misma y hasta que se
transforma dicha información en un concepto? (Nota: "cosa
misma" fue un concepto acuñado por el filósofo
alemán Immanuel Kant, 1724-1804).

Esa "cosa misma", la cual podemos ver en
alguna parte allí afuera, emana radiaciones
electromagnéticas en todas direcciones y
algunas de estas radiaciones llegan a nuestros ojos. La primera
capa de la retina convierte parte de esta radiación (la
correspondiente a la llamada "luz visible") en impulsos
nerviosos. Tales impulsos nerviosos son colectados por otras
células que forman una segunda capa retiniana, situada
detrás de la primera. Esta segunda capa de células
y otras capas más son las que procesan los impulsos
nerviosos, o las comunicaciones, que se reciben por la primera
capa; por ejemplo, son las que detectan y aíslan las
figuras y las formas, o los cantos o canciones en el caso de los
impulsos auditivos generados en el tímpano). Y a esto lo
denominamos "información".

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El ojo envía todos los impulsos
nerviosos a un determinado lugar en el cerebro, que es el
responsable de la información sensorial. El
cerebro combina los diferentes impulsos nerviosos que le brindan
información sobre color, forma y otros aspectos para
formar una imagen mental coherente. Es aquí donde por
primera vez, el cerebro trata de darle una designación, o
trata de ponerle una etiqueta, a todo ese montón de
información. Esta designación es lo que denominamos
"concepto", el cual, en un cerebro humano, consiste en un
patrón de neuronas excitadas y tranquilas, pero en un
cerebro electrónico es un número. El contenido del
concepto es el montón de información al que se
refiere.

Cuando, mediante un dispositivo de laboratorio, un
impulso eléctrico es aplicado a un determinado punto de la
superficie del cerebro (por ejemplo, a la región visual),
podemos observar un objeto que recordamos o una escena completa;
Se activa, pues, el concepto correspondiente. Pero si falta una
parte del cerebro (por causa de un accidente o similar), no es
posible recordar algunas cosas o algunas acciones, pues las
neuronas que contenían la información (el concepto)
ya no existen.

Al relacionar y compactar la
información que almacena, el cerebro crea (o reconoce, si
se trata de un conocimiento anterior o previo)
aquella parte del concepto "manzana" que indica, por ejemplo,
cuál es el "aspecto" de dicha "manzana". Luego, y al tener
más experiencias con manzanas, agrega más porciones
de información al concepto "manzana". Por ejemplo,
podría agregar información sobre la piel, la pulpa
y las semillas, aún cuando éstas no son siempre
visibles cuando se identifica superficialmente una "manzana". O
puede agregar, eventualmente, información tocante a que
una manzana se puede comer, qué gusto tiene cuando
está madura, o cuando aún está verde, el
tamaño que tiene normalmente, etc. A todo esto se le puede
agregar que es factible comunicarse (en español) con
algún otro SI sobre el tema "manzana", utilizando para
ello símbolos, como las letras "m-a-n-z-a-n-a".

Es el concepto, o la etiqueta, de esta
construcción acumulativa de información, lo que
utilizamos durante el proceso de pensar en una "manzana". Este
proceso consiste, en realidad, en una cierta distribución
de impulsos nerviosos dentro del cerebro biológico, pero
en un número (esencialmente binario) en un SI
electrónico artificial.

Es muy importante tener presente que el concepto de una
manzana no es lo que está allí, sobre la mesa.
También el concepto es, en realidad, una estructura
material, es decir, un agrupamiento de la información
dentro de nuestra mente. Sin embargo, la información de
que una manzana es comestible y tiene semillas no es lo que
está sobre la mesa; solamente existe en nuestra mente;
empero, ambas son estructuras materiales. De todas formas, hay
alguna cosa allí sobre la mesa. Esta "alguna cosa" es la "
cosa en sí"; y la "cosa en sí" es lo que ha
producido lo que llamamos "ondas electromagnéticas", las
cuales sirven para determinar una parte de un concepto. Lo que
"vemos" es esa parte del concepto que resulta de la acción
de la parte visible de esas ondas electromagnéticas. No
vemos una "manzana", pues una "manzana" es mucho más que
solamente el efecto que ejercen cierto tipo de ondas
electromagnéticas de espectro visible sobre nuestra
retina.

Cuando pensamos en una "manzana", lo que
realmente hacemos es pensar (utilizar mentalmente) el concepto
"manzana" (una estructura de datos), algo que sólo existe
en nuestro cerebro. No pensamos con la "cosa misma" (el objeto
físico) que se encuentra en nuestro entorno,
evidentemente.

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Si observamos cualquier objeto con un solo
ojo y presionamos suavemente con el dedo sobre el lateral externo
del párpado de dicho ojo (esto es, sobre el lado externo
del globo ocular), veremos que al objeto saltar
frenéticamente. Es obvio que la "cosa misma", en realidad,
no salta; solamente parece hacerlo. Podemos explicar el
fenómeno diciendo que, durante este experimento, la luz
incide anormalmente sobre diferentes partes de la retina, pues
debido a la deformación que producimos con nuestro dedo
sobre el ojo los impulsos nerviosos que interpretamos como la
imagen del objeto llegan desde diferentes partes de la retina. Es
por eso que vemos que el objeto aparentemente se mueve, aunque
sabemos que esto no puede ser así.

Este experimento nos muestra algo sobre el
carácter de nuestros órganos sensoriales y
pensantes. Los órganos sensoriales reciben las
comunicaciones o estímulos (a veces en forma de ondas
electromagnéticas) y transmiten información
(impulsos nerviosos). El cerebro solamente recibe estos impulsos
nerviosos y no los objetos en sí, ni las comunicaciones o
estímulos que estos objetos han generado. En el cerebro,
estos impulsos nerviosos se almacenan como conceptos. Algunos de
estos conceptos se relacionan con la forma, otros con el color y
otros se relacionan con otros aspectos. Comparando estos
conceptos con alguna información anteriormente acumulada,
el cerebro (generalmente) encuentra un parecido y llega a la
conclusión de que la información vino de alguna
"cosa" ya anteriormente etiquetada con un concepto determinado (o
si no existe un concepto anterior, crea uno nuevo). Con estos
conceptos se define la situación presente, y esta
situación es la que "vemos", pero no es la "cosa en
sí".

Para simplificar la comunicación, el cerebro
adjudica una secuencia única de letras (m-a-n-z-a-n-a) a
cada concepto nuevo. Esta secuencia de letras determina de
qué manera transmitiremos ese concepto a la hora de usar
los medios de comunicación por escrito. También, el
cerebro almacena una secuencia sonora para utilizar cuando
hablamos del concepto. Pero debemos recordar que estos dos
elementos de la comunicación (etiqueta escrita y etiqueta
sonora) son solamente una porción de nuestro concepto
compuesto. Es decir, las letras y el sonido no son el concepto en
sí.

Cuando pensamos, utilizamos conceptos y no palabras.
Para probar esto, trabajemos en base a una situación
hipotética: Ocasionalmente, cuando tratamos de transmitir
algo, tenemos dificultad para hacerlo; es una situación en
la que, a pesar de tener claro el concepto en nuestra mente, nos
falta momentáneamente la palabra correspondiente que nos
permite transmitir ese concepto. Para esta dificultad en
particular utilizamos comúnmente la frase "lo tengo en la
punta de la lengua". Podríamos argüir que, si
pensáramos con palabras deberíamos tener siempre "a
punto" las palabras que necesitamos para comunicarnos: no
debería ser necesario buscarlas.

Cuando estamos pensando, muchas veces
expresamos las conclusiones con palabras tácitas
(subvocalizaciones). Por ejemplo, recordamos tal
conclusión de una forma escrita y/o sonora, y la
utilizamos como punto de partida o señalador para seguir
pensando y llegar a nuevas conclusiones. Se recuerda la
conclusión alcanzada sólo porque se recuerdan las
sensaciones y las acciones; y el hablar, aunque sea en forma
silenciosa, es una acción. No se puede recordar el pensar,
que es algo que se realiza con conceptos y es enteramente
inconsciente.

Hemos visto que la conexión entre
los conceptos en el cerebro y su origen en el entorno real es
bastante tenue, o bastante floja o endeble; bastante más
débil de lo que desearíamos que fuera. Esto
significa que un SI (sistema inteligente) no podría
afirmar categóricamente que su entorno es tal o cual, sino
solamente puede decir, con propiedad, que observa señales
procedentes de su entorno y puede tratar de relacionarlas,
almacenarlas y expresarlas en forma de una serie de conceptos.
Esto es sorprendentemente verdadero, tanto en los SIs
artificiales como en los naturales.

Nos queda por averiguar si estos
"conceptos" son suficientes, o no, para permitir que un SI
entienda realmente su entorno. La importancia de
esta cuestión está relacionada con el hallazgo de
que ese entendimiento del entorno es, hasta cierto punto, el que
limita la cantidad de inteligencia que un SI puede
adquirir.

Cada persona vive en su propio mundo. Cada
persona ha recibido, durante su vida, entradas sensoriales
diferentes de las de otras personas, porque, entre
otras cosas, ha tenido experiencias diferentes a las de otras
personas. De esta manera, cada individuo posee un conocimiento
distinto o particular del mundo. En base a esas entradas
sensoriales, cada cual ha creado sus propios conceptos y con
dichos conceptos representa su entorno, es decir, el mundo
externo. Pero como nuestros conceptos son algo distintos a los de
las demás personas, nuestra visión del mundo es
algo distinta de la del resto de las personas. Nosotros vivimos
en nuestro propio mundo, y las demás personas viven en su
mundo igualmente particular.

Pero resulta que podemos establecer un procedimiento
para que un SI pueda testarse a sí mismo, referente a su
entendimiento del entorno. Por ejemplo, en caso de que un SI
pueda manipular conceptos en su "imaginación" y luego
observar los resultados, podrá obtener un indicativo
acerca de si estos resultados parecen ser deseables o fidedignos,
o no. El SI puede poner en movimiento sus miembros u otros
recursos para reiterar una manipulación del entorno, cuya
finalidad es la de constatar hasta qué grado el concepto
imaginado se corresponde con la realidad. Si lo que
observa, como resultado de estas manipulaciones de su entorno,
es similar a lo que encontró como resultado
en su imaginación, entonces se puede decir que el SI
entendió su entorno. Por otro lado, si el resultado
observado es completamente diferente, el SI no entendió su
entorno; o, por lo menos, no entendió suficientemente su
entorno.

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Palabras.

En gramática tradicional, una "palabra" es cada
uno de los segmentos limitados por delimitadores en la cadena
hablada o escrita, que puede aparecer en otras posiciones, y que
está dotado de una función.
Lingüísticamente, el concepto de "palabra" es mucho
más problemático de lo que la definición
anterior sugiere; en efecto, determinar qué constituye
fonéticamente o morfosintácticamente una palabra es
un problema abierto. En la cadena hablada, ordinariamente no
existen pausas y la segmentación de palabras depende de
factores prosódicos difíciles de precisar. La rama
de la lingüística que estudia la composición y
estructura interna de las palabras es la "morfología". La
palabra puede ser estudiada desde distintos enfoques:

– Criterio fonológico:
Segmento limitado por junturas, pausas o que constituyen el
núcleo posible de un grupo
acentual.

– Criterio formal o
morfológico: Mínima forma libre, caracterizada por
la posibilidad de aparecer libremente en cualquier
posición de la cadena hablada.

– Criterio funcional: Unidad dotada
de una función, aunque hay unidades mayores y menores que
la palabra.

– Criterio semántico:
Asociación de un sentido dado, y un conjunto de sonidos
dado, dentro de una función
gramatical.

Diremos que el "Entorno" es todo lo que observamos o
registramos a partir de la excitación que reciben nuestros
sentidos. Basándonos en estas observaciones sensoriales,
formamos " conceptos primarios" para poder archivar y expresar lo
que sentimos; y basándonos en los conceptos primarios,
elaboramos todos los demás conceptos que no son primarios
(los cuales tal vez constituyan la mayoría del conjunto de
los conceptos que utilizamos para pensar). Por otra parte, los
conceptos nos sirven para expresar la situación actual y
para establecer reglas de actuación o
paradigmas.

Ahora bien, usamos "palabras" cuando queremos
transmitirle nuestros conceptos a otra persona
(comunicación) o a nosotros mismos (intración o
intracomunicación: por ejemplo, cuando anotamos un
compromiso comercial en nuestra agenda). La persona que nos sirve
de interlocutor tratará de relacionar nuestras palabras
con los conceptos que ella se ha formado en su mente y que son
"invocados" por dichas palabras.

Es conveniente tener presente que las
palabras son un medio muy económico y eficaz que adopta
el cerebro para simplificar la comunicación.
El cerebro le adjudica una secuencia única de letras (por
ejemplo: m-a-n-z-a-n-a) a cada concepto nuevo. Esta
secuencia de letras es la que determina cómo
transmitimos este concepto cuando utilizamos medios de
comunicación por escrito. También almacenamos en
nuestra memoria una secuencia sonora, que utilizamos cuando
hablamos del concepto. Pero debemos recordar que estos dos
elementos de la comunicación (palabra escrita y palabra
hablada) son solamente indicativos superficiales del pensamiento
que sirven para etiquetar a nuestro concepto compuesto (o sea,
etiquetan una noción profunda e inasequible para el
consciente, siendo esta noción de carácter
dinámico o transformable mediante el influjo de nuevas
vivencias y que aglutina todas las sensaciones y
conceptualizaciones primarias que confluyen o se relacionan, por
ejemplo, con la palabra "manzana"). Es decir, las letras y el
sonido no son el concepto en sí.

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¿Qué relación hay
entre las palabras, los conceptos y el entorno? Por
ejemplo, si tomamos las palabras "gato, manzana, coche,
orden, leyes de la naturaleza, fuerza, sistema,
frontera, ondas de luz y partículas de luz
(fotones)", todos estamos de acuerdo de que éstas son
simplemente palabras. Son palabras que expresan conceptos,
palabras que utilizamos para hablar de ciertos conceptos.
Así, "gato" indica un concepto de animal con cola larga,
mamífero, un animal doméstico, etc. Este concepto
no sólo reúne un grupo de sensaciones. Es cierto
que tenemos sensaciones relacionadas con nuestro concepto de
"gato". Pero el concepto consiste en mucho más que en una
sensación auditiva o visual. No podemos ver si un
determinado gato es un mamífero o que está
domesticado. Éstas no son propiedades que existen en el
entorno; forman parte de nuestro concepto "gato" y solamente
existen en nuestra mente.

De la misma manera, la palabra "manzana"
denota un concepto. Parte del concepto es que se trata de
una fruta, que es comestible y que tiene semillas. Muchas
veces no se ven las semillas de una manzana. El hecho de que la
manzana es una fruta no existe en nuestro entorno, sino que es
parte de nuestro concepto "manzana", el cual solamente existe en
nuestra mente.

Pues bien, cuando pensamos utilizamos los
conceptos con todas sus propiedades, y esto es algo que
ocurre en nuestra mente. Al pensar no utilizamos palabras
formadas por letras (como si estuvieran escritas en el entorno) o
formadas por sonidos (escuchadas desde el entorno).

Muchos de los conceptos que tenemos no los hemos
aprendidos por nosotros solos, son conceptos aprendidos cuando
hemos escuchado una palabra nueva y recibido una
explicación aproximada del concepto correspondiente a la
palabra. Tales conceptos, necesariamente, son muy imprecisos.
Además de todo ello, se presenta el caso frecuente de
palabras que tienen significado diferente para distintas
personas.

Un bebé puede moverse y puede usar su voz antes
de aprender a hablar. El habla es una actividad aprendida. El
moverse y el aprender requieren pensar, requieren sentir el
entorno, elegir una acción, realizarla y recordarla. Se
han realizado experimentos que demostraron que mientras pensamos,
sin hablar en voz alta, seguimos realizando movimientos
microscópicos con nuestra lengua y nuestros labios. Lo que
se siente son estos movimientos o intenciones de movimientos, o
sea, los conceptos vinculados al movimiento; el oído no
está involucrado.

Hay quien, por ejemplo, a veces acompaña sus
pensamientos con palabras en inglés, a veces en
alemán y a veces con palabras en español. A veces
hasta sin palabras, con dibujos. Pero cuando desea expresar sus
pensamientos, debe buscar la palabra apropiada. Es decir, cuando
necesita comunicarse consigo mismo (agenda, diario,
monólogo) o con otros (monólogo, diálogo),
debe hacerlo mediante palabras.

Efectivamente, no pensamos con palabras. Porque si lo
hiciéramos, deberíamos aprender de nuevo todo lo
que sabemos, así como nuestra experiencia de toda una vida
cada vez que queremos aprender un nuevo idioma. Hay quien lee
mucho en inglés, en español y en alemán:
libros, artículos, e-mails. Muchas veces, cuando trata de
recordar de dónde obtuvo una información
específica descubre que ni siquiera recuerda en qué
idioma la leyó. Pero sí recuerda la
información (como, por ejemplo, el hecho de que si se
reproducen los sonidos de una ballena en forma muy rápida
suenan como los sonidos de un canario).

Comunicación.

La "comunicación" es el proceso
mediante el cual se transmite información de una entidad a
otra. Los procesos de comunicación son interacciones
mediadas por signos entre al menos

2 agentes que comparten un mismo repertorio de signos y
tienen unas reglas semióticas (gramáticas) comunes.
Tradicionalmente, la "comunicación" se ha definido como
"el intercambio de sentimientos, opiniones o cualquier otro tipo
de información mediante habla, la escritura u cualquier
otra clase de señales".

Todas las formas de comunicación requieren un
emisor, un mensaje y un receptor o destinatario; pero el receptor
no necesita estar presente, ni siquiera consciente, del intento
comunicativo por parte del emisor para que el acto de
comunicación se realice. En el proceso comunicativo, la
información es incluida por el emisor en un
paquete y canalizada hacia el receptor a través del medio.
Una vez recibida, el receptor decodifica el mensaje
y proporciona una respuesta. El funcionamiento de las sociedades
humanas es posible gracias a la comunicación. Ésta
consiste en el intercambio de mensajes entre los
individuos.

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Existen muchos tipos de comunicación, y la
clasificación se puede hacer tan engorrosa como se quiera;
pero aquí consideraremos las siguientes:

La "intración,
intracomunicación o comunicación intrapersonal",
que es la comunicación que se efectúa con uno
mismo. Por eso puede ser reducida (teóricamente) a
procesos de pensamiento individual, que incluirían: las
voces interiores, la conciencia (capacidad de autojuzgarse
moralmente) y la consciencia (capacidad de "darse cuenta" de uno
mismo y del entorno), las interacciones imaginadas, el estudio,
la meditación o reflexión, el cálculo
matemático, etc. (ver NOTA a continuación). De esta
manera se comenzaría a sentar las bases para construir un
mundo social o intercomunicativo, al extender la
comunicación hacia individuos o entidades que están
en el exterior o fuera del sujeto que se toma como
referencia.

La "comunicación interpersonal" o
comunicación del individuo con las personas a su
alrededor, mediante la cual puede reconocer sus fortalezas y
debilidades, además de conocer la capacidad para
comunicarse. Permite de alguna forma negociar con los
demás y descubrir maneras efectivas de tomar decisiones.
Es imposible no tener este tipo de comunicación, pues
siempre se está comunicando algo: en conversaciones
escritas o habladas, con la mirada, con los gestos,
ilustraciones, apariencia, etc.

La "comunicación mediática":
es la efectuada por organizaciones especializadas en la
recopilación, análisis y
elaboración de documentos informativos, para su uso
general por parte de grupos que compran dicha información
o para el público general, el cual accede a las
informaciones elaboradas por organizaciones
especializadas.

La "comunicación intercultural": es
la comunicación entre personas de diferentes culturas. No
significa que las personas sean de diferentes lugares o muy
distantes, ya que pueden estar dentro de una misma sociedad o en
el seno de un mismo espacio geográfico. La edad,
género, religión, lugares de procedencia, etc…
Todo esto se incluye en las diferencias culturales y crea
barreras que influyen de manera significativa en la
comunicación.

NOTA:

En toda cultura y en cualquier
agrupación de individuos humanos, se hace bien patente que
los seres humanos son sociables y comunicativos por
naturaleza. Cuando dicha comunicatividad se anula o decrece por
debajo de unos niveles críticos, el individuo queda
gravemente afectado en su equilibrio mental y vital y sobrelleva
penosamente dicha carencia.

Básicamente, el acto de
comunicación entre los seres humanos comporta 5 elementos,
a saber: emisor, receptor, canal, código y mensaje. No
obstante, se puede añadir un 6º elemento, el
REFERENTE, que es la cosa u objeto al que se refiere el mensaje.
Por ejemplo, hablándose de pesca, el referente bien
pudiera ser el pescador, o los útiles de pescar, o bien
los peces

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En cuanto al proceso de
comunicación, éste puede hacerse tan complejo como
se quiera; y también se puede simplificar
hasta llegar a un límite. Un caso típico es el de
la EXTRACOMUNICACIÓN (comunicación exterior)
moderada, donde el emisor y el receptor son entidades
diferentes. En dicha extracomunicación los elementos
interventores adoptan aproximadamente la configuración
expuesta en la figura de arriba.

Simplificando este proceso, al grado de identificar al
emisor con el receptor, nos encontraríamos con lo que
pudiéramos llamar INTRACIÓN (comunicación
interior) holgada, donde el canal de comunicación es
exterior al emisor-receptor. La resolución de problemas
numéricos mediante operaciones matemáticas
relativamente complejas, en las que necesariamente se impone el
uso de lápiz y papel, podría constituir un caso
típico de intración holgada, en donde los elementos
interventores adoptarían el
siguiente esquema:

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En el límite de la simplificación, nos
encontraríamos en la INTRACIÓN estricta, donde el
canal es interno a la entidad formada por el emisor-receptor. A
esta clase de comunicación interna podría
pertenecer el pensamiento consciente o la CONSCIENCIA, y un caso
particular de la misma quizá sería la CONCIENCIA
(la voz de la conciencia y los remordimientos). El esquema
aquí sería:

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Comunicación
escrita.

La comunicación escrita, a
diferencia de la oral, no está sometida a los conceptos de
espacio y tiempo. La interacción entre el emisor y el
receptor no es inmediata e incluso puede llegar a no producirse
nunca, aunque aquello que está escrito perdure
eternamente. Por otro lado, la comunicación escrita
aumenta las posibilidades expresivas y la
complejidad gramatical, sintáctica y léxica, con
respecto a la comunicación oral entre dos o más
individuos.

El libro "Toda Escritura es inspirada de Dios y
provechosa", publicado por la Sociedad Watchtower Bible And Tract
en 1990, en español y otros idiomas, páginas 7 a
12, expone algunas ideas interesantes acerca de la
comunicación escrita más antigua del mundo, algunas
de las cuales son:

«[El] apóstol Pablo
[escribió a Timoteo, refiriéndose a las sagradas
escrituras]: "Toda Escritura es inspirada de Dios y
provechosa para enseñar, para censurar, para rectificar
las cosas, para disciplinar en justicia, para que el hombre de
Dios sea enteramente competente y esté completamente
equipado para toda buena obra" (Segunda carta a Timoteo,
capítulo 3, versículos 16 y 17). Las Escrituras
inspiradas, pues, son provechosas para enseñar la doctrina
correcta y la conducta apropiada, rectificar las cosas en nuestra
mente y nuestra vida, y censurarnos y disciplinarnos de manera
que podamos andar humildemente en la verdad y la justicia. Al
someternos a la enseñanza de la Palabra de Dios podemos
llegar a ser "colaboradores de Dios"…

Jehová Dios ha hecho muchas "cosas
maravillosas" para la humanidad en la Tierra, y entre ellas
está el comunicar su Palabra a los humanos. Sí,
Jehová es un Dios comunicativo, un Dios que se expresa
amorosamente para el provecho de sus criaturas… Nuestro Padre
celestial no es como los dioses demoníacos, que tienen que
ser representados por ídolos mudos de aspecto aterrador.
Los dioses de metal y de piedra no tienen relación
paternal con sus adoradores, que están sumidos en la
ignorancia. No les pueden comunicar nada provechoso. En realidad,
"quienes los hacen llegarán a ser lo mismo que
ellos"…

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Por la abundancia de su bondad amorosa
[Jehová Dios] ha comunicado un caudal de verdades a la
humanidad. Todas ellas son consejo sano para la guía del
hombre y abarcan profecías para iluminar las sendas de uno
a bendiciones futuras. "Porque todas las cosas que fueron
escritas en tiempo pasado fueron escritas para nuestra
instrucción, para que mediante nuestro aguante y mediante
el consuelo de las Escrituras tengamos esperanza" (Carta de Pablo
a los cristianos romanos, 15:4). De las "regiones de arriba",
desde el "cielo" mismo, ha venido comunicación confiable
para instruir a la humanidad, que se halla en las "regiones de
abajo".

Jehová nunca se ha comunicado en una lengua
desconocida, sino que siempre lo ha hecho en el lenguaje de la
humanidad… A Adán, Noé, Abrahán,
Moisés y los profetas hebreos Jehová les
habló en el primer idioma de la humanidad, conocido ahora
como hebreo. El hebreo se siguió usando por tanto tiempo
como se pudo entender, aun tan recientemente como en el tiempo de
Saulo de Tarso, [posteriormente conocido como el apóstol
Pablo]. Cuando el idioma arameo de los caldeos se impuso entre
los israelitas en el destierro, algunas comunicaciones vinieron
de Dios entonces en esa lengua, pues era la que la gente
entendía. Más tarde, cuando el griego fue el
lenguaje internacional y el idioma principal de [los creyentes],
las comunicaciones de Jehová se hicieron y se conservaron
en ese idioma. Los dichos que se conservan en la Biblia son la
comunicación de Jehová, hablada siempre en una
lengua viva para provecho de los hombres humildes y amadores de
la verdad en la Tierra.

Jehová es el Creador de la mente y de los
órganos necesarios para el habla, entre ellos la lengua,
la boca y la garganta, que forman todos los intrincados sonidos
del habla para cada uno de los muchos sistemas
lingüísticos. Por lo tanto, se puede decir que
Jehová es el Formador de todo lenguaje. Su autoridad sobre
el lenguaje de la humanidad se demostró por el milagro que
efectuó en la torre de Babel. Ningún idioma es
extraño o desconocido para Jehová. Él no
sólo le dio al hombre la lengua hebrea original, sino que
mediante su creación de la mente y de los órganos
del habla también puso la base para el arameo y el griego
y para los aproximadamente 3.000 idiomas que ahora
habla la humanidad.

Prescindiendo del sistema lingüístico humano
que Jehová haya usado, en todos los casos se ha comunicado
en el lenguaje de la verdad, no en misticismos religiosos.
Éste es un lenguaje sencillo y fácil de entender.
El hombre terrenal puede comprender fácilmente cosas
tridimensionales, es decir, objetos que tienen altura, anchura y
longitud, y que se hallan en la corriente del tiempo. Por
consiguiente, Jehová ha representado cosas invisibles
mediante el uso de representaciones típicas que la
mente del hombre puede comprender. Como ejemplo
está el tabernáculo diseñado por Dios y
erigido por Moisés en el desierto. Bajo
inspiración, Pablo empleó sus símbolos
tridimensionales para explicar realidades gloriosas y propias del
"cielo".

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Jehová, quien es [un] espíritu, no se
sienta literalmente en una silla semejante a un trono en los
cielos. No obstante, para beneficio de nosotros, que somos
simples hombres atados a realidades visibles, Dios se expresa
mediante tal símbolo visible para impartir entendimiento.
Cuando él da comienzo a los juicios del tribunal
celestial, es tal como cuando un rey en la Tierra comienza un
proceso judicial al sentarse en un trono.

Dado que la Biblia se ha escrito en esos
términos sencillos, fáciles de entender, es posible
traducir con claridad y exactitud sus
símbolos y acciones a la mayoría de los idiomas
actuales. El poder y la fuerza originales de la verdad se
conservan en todas las traducciones. Palabras sencillas de uso
diario (como "caballo", "guerra", "corona", "trono", "esposo",
"esposa" e "hijos") comunican claramente la idea exacta en todo
idioma. Esto está en contraste con los escritos
filosóficos humanos, que a menudo no se prestan a una
traducción exacta. Con frecuencia sus expresiones
complicadas y su terminología altisonante no se pueden
expresar de manera precisa en otra lengua.

El poder de expresión de la Biblia es muy
superior. Aun cuando Dios comunicó mensajes de juicio a no
creyentes, no empleó lenguaje filosófico, sino
más bien símbolos de uso diario. Esto se muestra en
Daniel 4:10-12. Ahí el reino del rey pagano que se
glorificaba a sí mismo fue descrito con algún
detalle mediante el símbolo de un árbol, y luego,
por acciones relacionadas con ese árbol se predijeron con
exactitud acontecimientos futuros. Todo esto se comunica
claramente en traducciones a otros idiomas. En despliegue de
amor, Jehová se ha comunicado así para que el
"verdadero conocimiento se haga abundante"…

Alguien quizás pregunte: ¿Qué medio
de comunicación se ha empleado? Esto pudiera ilustrarse
bien mediante un ejemplo de la actualidad. Las líneas de
comunicación tienen: 1) emisor u originador del mensaje;
2) transmisor; 3) medios por los cuales pasa el mensaje; 4)
receptor, y 5) oyente. En las comunicaciones telefónicas,
tenemos: 1) al que usa el teléfono y origina la
comunicación; 2) el transmisor del teléfono, que
convierte el mensaje en impulsos eléctricos; 3) las
líneas telefónicas que llevan los impulsos
eléctricos a su destino; 4) el receptor que reconvierte el
mensaje de impulsos en sonidos, y 5) al oyente. Así es en
el "cielo": 1) Jehová Dios origina sus declaraciones; 2)
luego su Palabra o Vocero oficial, ahora conocido como
Jesucristo, a menudo transmite el mensaje; 3) el espíritu
santo de Dios, la fuerza activa que se emplea como medio de
comunicación, lo trae a la Tierra; 4) el profeta de Dios
en la Tierra recibe el mensaje, y 5) él entonces lo
publica para provecho del pueblo de Dios. Tal como hoy de vez en
cuando se puede enviar a un correo para entregar un mensaje
importante, así Jehová a veces optó por
emplear mensajeros espirituales, o ángeles, para llevar
algunas comunicaciones desde los cielos hasta sus siervos en la
Tierra…

Las Sagradas Escrituras, como una colección de
Génesis a Revelación, forman un solo libro
completo, una sola biblioteca completa, inspirada por el un solo
Autor Supremo. No se les debe dividir en dos partes, de modo que
a una parte se le asigne menos valor. Hay una relación
esencial entre las Escrituras Hebreas y las Escrituras Griegas
Cristianas. Las últimas complementan a las anteriores para
formar el único libro completo de la verdad divina. Los 66
libros de la Biblia, todos juntos, forman la singular biblioteca
de las Santas Escrituras… Es un desacierto de la
tradición el dividir la Palabra escrita de Dios en dos
secciones y llamar la primera sección, de
Génesis a Malaquías, el "Antiguo Testamento", y la
segunda sección, de Mateo a Revelación, el "Nuevo
Testamento"…

El Autor divino le ha hablado extensamente
a la humanidad. Ha mostrado amor e interés paternal muy
profundos en lo que ha hecho por sus "hijos" en la Tierra… En
verdad [las sagradas escrituras] forman un tesoro sin igual, una
extensa biblioteca de información "insuflada divinamente",
que supera por mucho en riqueza y alcance a los escritos de
simples hombres. La devoción al estudio de la Palabra de
Dios no llegará a ser "fatigoso a la carne", sino que,
más bien, traerá beneficios eternos a los que
conocen "el dicho de Jehová [que] dura para
siempre"…».

Monografias.com

Las sagradas
escrituras.

El libro "Unidos en la adoración del único
Dios verdadero", publicado por la Sociedad Watchtower Bible And
Tract en 1983, en español y otros idiomas, páginas
20-28, presenta algunos consejos relativos a la
comunicación óptima que se puede efectuar entre el
lector de la Sagrada Escritura y la Fuente del mensaje contenido
en ella. He aquí algunos detalles al respecto:

«Aunque se utilizó a unos 40 "secretarios"
humanos para escribir la Biblia, Jehová mismo es su Autor.
¿Significa eso que él dirigió activamente la
escritura de todo lo que hay en ella? Sí. Como verazmente
dijo el apóstol Pablo: "Toda Escritura es inspirada de
Dios". Puesto que estamos convencidos de eso, instamos a la gente
de todas partes a prestar atención a la Biblia y a
edificar su vida alrededor del contenido de ésta, tal como
nosotros nos esforzamos por hacer…

Por supuesto, muchas de las personas a
quienes hablamos no tienen la convicción […] de que la
Biblia realmente es la Palabra de Dios.
¿Cómo podemos ayudar a éstas?
Frecuentemente, la manera óptima de hacer esto es abrir la
Biblia y mostrarles lo que contiene. "La palabra de Dios es viva
y ejerce poder y es más aguda que toda espada de dos filos
[…] y puede discernir pensamientos e intenciones del
corazón" (Carta del apóstol Pablo a los cristianos
hebreos, 4:12). "La palabra de Dios" es su palabra de promesa,
registrada en la Biblia. No es historia muerta, sino que
está viva y se mueve irresistiblemente hacia su
cumplimiento. Mientras hace eso, los verdaderos móviles
que hay en el corazón de las personas a quienes se pone en
contacto con la Palabra de Dios se hacen manifiestos en cuanto a
si satisfacen o no las condiciones. Su influencia es mucho
más poderosa que cualquier cosa que nosotros personalmente
pudiéramos decir.

Solamente el ver el nombre de Dios en la Biblia ha sido
el punto de viraje para muchas personas. Otras han decidido
estudiar la Biblia cuando se les ha mostrado lo que ella dice
acerca del propósito de la vida, por qué Dios
permite la iniquidad, el significado e importancia de los
acontecimientos de la actualidad o la esperanza realista que
tiene como centro el Reino de Dios. En países donde las
prácticas religiosas han hecho de la gente el blanco de
considerable hostigamiento por espíritus malos, la
explicación bíblica de la causa de esto y de
cómo obtener alivio ha despertado interés.
¿Por qué son tan impresionantes para las personas
estos puntos? Porque la Biblia es la única fuente de
información confiable sobre estos asuntos
vitales…

Además de ayudar a otras personas a creer en la
Biblia, nosotros mismos tenemos que apartar tiempo para leerla
con regularidad. ¿Está usted haciendo eso? De todos
los libros que se han producido, éste es el más
importante. Por supuesto, eso no significa que si leemos la
Biblia no necesitamos nada más. Las Escrituras advierten
contra el que nos aislemos y pensemos que podemos entenderlo todo
mediante investigación independiente. Tanto el estudio
personal como la asistencia regular a las reuniones [en las que
se imparte entendimiento genuino de las sagradas
escrituras] se necesitan para que seamos [creyentes]
equilibrados.

Para nuestro provecho, la Biblia da el relato acerca de
un funcionario etíope hacia el cual un ángel
dirigió al evangelizador cristiano Felipe cuando este
funcionario se hallaba leyendo la profecía de
Isaías. Felipe preguntó al hombre:
"¿Verdaderamente sabes lo que estás leyendo?".
Humildemente, el etíope respondió:
"¿Realmente cómo podría hacerlo, a menos que
alguien me guiara?". Instó a Felipe a explicar el pasaje
de la Escritura. Pues bien, Felipe no era simplemente un lector
independiente de la Biblia que diera allí su
opinión acerca de las Escrituras. No; el registro muestra
que él se había mantenido en estrecho contacto con
los apóstoles en la congregación de
Jerusalén y era miembro de la organización visible
de Jehová. Por eso podía ayudar al etíope a
beneficiarse de la instrucción que Jehová estaba
haciendo disponible mediante aquella organización. Hoy, de
manera similar, ¿quién de nosotros ha llegado a un
entendimiento claro y correcto de los propósitos de
Jehová por sí solo? Por el contrario, necesitamos,
y continuamos necesitando, la ayuda que Jehová provee
amorosamente mediante su organización
visible…

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¿Con qué objeto debemos leer
la Biblia? Sería un error el que nuestra meta fuera
simplemente cubrir cierto número fijo de páginas o
hasta únicamente el [anhelo puramente egoísta de]
adquirir la vida eterna. Para que nos beneficiemos de modo
duradero, tenemos que tener motivos más elevados… amor a
Dios, un deseo de conocerlo mejor, de entender su voluntad y
adorarlo aceptablemente. Nuestra actitud debe ser como la del
escritor bíblico que dijo: "Hazme conocer tus propios
caminos, oh Jehová; enséñame tus propias
sendas" (Salmo 25:4).

Mientras recibimos esa enseñanza,
nuestro deseo debe ser adquirir "conocimiento exacto". Sin
eso, ¿cómo pudiéramos aplicar
correctamente la Palabra de Dios en nuestra propia vida o
explicarla correctamente a otras personas? El adquirir
conocimiento exacto exige que leamos con cuidado, y si una
porción es profunda, quizá tengamos que leerla
más de una vez para captar el sentido de ella.
También nos será provechoso el que dediquemos
tiempo a meditar sobre la materia, y pensar acerca de ella desde
varios ángulos. [Hay] cinco valiosas sendas de pensamiento
que se pueden explorar. Muchas porciones de las Escrituras pueden
analizarse provechosamente mediante el uso de una o más de
estas sendas. A medida que usted [examine] las preguntas que se
dan [a continuación], verá cómo es cierto
eso.

1) Senda nº 1. Con frecuencia la
porción de las Escrituras que usted está leyendo da
alguna indicación en cuanto a la clase de persona que
Jehová es. Cuando meditamos con aprecio sobre lo que la
Biblia nos dice acerca de las obras de creación de
Jehová, ¿qué efecto tiene esto en nuestra
actitud para con él?…

2) Senda nº 2 . Descubra cómo el
relato contribuye a desarrollar el tema
[fundamental] de la Biblia, a saber, la
[santificación] del nombre de Jehová mediante el
Reino bajo Jesucristo[:] la Descendencia Prometida [a
Abrahán]. ¿Cómo se relacionan con este tema
las plagas que hirieron a Egipto [en los días
de Moisés]? ¿Qué se puede decir del
conmovedor relato acerca de Rut la moabita?
¿Qué papel desempeña en esto el anuncio [del
ángel] Gabriel a María acerca del nacimiento
venidero de Jesús? ¿Por qué es significativo
el ungimiento de los discípulos de Jesús con
espíritu santo en el Pentecostés [del
año 33 de la EC]?…

3) Senda nº 3. El contexto arroja luz sobre el
significado de versículos específicos [, por lo que
al leer determinado pasaje de la sagrada escritura
hay que tomar en consideración el contexto inmediato y
el contexto general del mismo y ver cómo se
relacionan entre sí]…

4) Senda nº 4 . Pregúntese cómo puede
usted dar aplicación personal a lo que está
leyendo. ¿Es simplemente de interés
histórico para nosotros el registro acerca de que
Caín matara a Abel, o hay consejo en
él para nosotros? Cuando leemos (en Éxodo
hasta Deuteronomio inclusive) acerca de las experiencias
de Israel en el desierto, ¿qué
aplicación personal debemos hacer de esto?…

5) Senda nº 5 . Medite en cómo usted pudiera
usar lo que está leyendo para ayudar a otras
personas…

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Ciertamente la lectura de la Biblia es un
desafío… un proyecto en el cual podemos trabajar
provechosamente durante toda la vida. Pero a medida que lo
hacemos nos fortalecemos espiritualmente. Sí, el hacerlo
estrechará los lazos que nos unen a nuestro Padre
[celestial] amoroso, Jehová, y a nuestros
[correligionarios que lo adoran con sinceridad de
corazón]…».

El mensaje
sagrado.

Como hemos visto anteriormente, el MENSAJE es uno de los
elementos que intervienen en el fenómeno de la
"comunicación". Pues bien, si la sagrada escritura es
realmente una comunicación escrita cuyo receptor es la
humanidad y cuyo emisor es Dios, el Creador, cabe preguntarse:
¿cuál es su mensaje?

El folleto "La Biblia y su mensaje",
editado en 2009 por la Sociedad Watchtower Bible And
Tract, página 31, expone: «El mensaje
de la Biblia [es, resumen]:

1. Jehová [Dios creó] a
Adán y Eva y les [dió] la posibilidad de vivir para
siempre en el Paraíso [terrenal]. Satanás
[insultó] el nombre de Jehová y [cuestionó]
su derecho a gobernar. Adán y Eva se [unieron] a la
rebelión del Diablo, condenando así a la humanidad
al pecado y la muerte.

Partes: 1, 2, 3
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