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El drama de Argentina Díaz Lozano en 1944 (página 2)




Enviado por Ariel Batres V.



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Lo que vi en El Salvador
Henos aquí en esta hermana y ahora libre Guatemala, adonde hemos llegado los
Quijotes del ideal libertario; los que poseídos de sublime locura osamos levantar los brazos
con las manos vacías en gesto de rebelión y protesta ante los dictadores centroamericanos
armados hasta los dientes y rodeados de esbirros y asesinos. 37 Cinco meses hemos pasado
los hondureños que decididamente hemos acuerpado la lucha por la libertad en
Centroamérica, cinco meses en El Salvador, refugio que también tuvimos que dejar cuando
la fuerza bruta y la sin razón se impusieron de nuevo en aquella tierra generosamente
regada con sangre de mártires. Y son de tal trascendencia para la sagrada lucha por la
democracia de nuestro Istmo, los acontecimientos que allá presenciamos, que pospongo por
ahora el drama doloroso de mi Honduras 38 para referirme únicamente en este artículo, a lo
que vi en San Salvador después de que Osmín Aguirre y Salinas 39 realizara con éxito su
«atraco» al poder. El ocho de diciembre próximo pasado, durante el tiroteo que alarmó a la
capital y en el que heroicos estudiantes y jóvenes profesionales le disputaron a los soldados
de la guardia y policía, la posesión de una oficina telegráfica; fue ultimada a balas de
«Solotur» la jovencita Altagracia Kalil, quien en su carrito particular se dirigía a recoger a
su madre que se encontraba en casa de unos amigos. Así, sin piedad para la juventud y la
belleza, y después de un perentorio «pare» tendieron sus armas hacia la aterrorizada
muchacha y la ultimaron. Horas después fui a conocerla en su cámara mortuoria;
desangrada, casi transparente en su palidez de virgen sacrificada por las balas. Por la tarde
noche de ese día, se llenaron las embajadas y legaciones con los perseguidos que lograron
escapar de la criminal diligencia de los gendarmes. Y vino lo increíble: la violación de dos
legaciones. En el corredor de la de Francia fue gravemente herido por un policía uno de los
asilados, que escapando de un pelotón había conseguido llegar hasta allí. A un amigo mío,
prominente salvadoreño perseguido que fue a buscar allí asilo, le contestó el ministro 40 con
gran desaliento en la voz y en el gesto: «Ya esta legación no es asilo seguro, doctor, vaya a
otra. Acaban de herir a uno de mis asilados». A este atropello sin precedentes siguió el
cometido en la legación del Perú. Con alarde de atrevimiento, penetraron allí los «agentes
Nótese que habla en plural de los dictadores de Centroamérica. Aunque Jorge Ubico había caído meses
antes en Guatemala, todavía continuaban en el poder los de Honduras (Tiburcio Carías) y Nicaragua
(Anastasio Somoza), y en El Salvador se perfilaba una nueva dictadura.
Observe el lector que para febrero ya había iniciado la redacción de su relato sobre el drama que junto con
su esposo y otros exiliados hondureños en El Salvador, habían vivido en Honduras. Seguramente consideró
necesario escribir el presente artículo, a manera de ?preámbulo? previo a contar dicho drama.
Osmín Aguirre y Salinas (1889-1977). Presidente Provisional de El Salvador del 21 de octubre de 1944 al 1
de marzo de 1945, en sustitución de Andrés Ignacio Menéndez a quien derrocó.
Por ?ministro? se refiere al embajador.

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del orden» (del de Osmín), y violentamente sacaron la veintena de refugiados sin prestar la
menor consideración ni al ministro ni a su esposa, a quien apartaron de un empellón.
Cuando tales hechos me fueron referidos, no los creí. «No puede ser…. no es posible» —
pensé—, «indudablemente son exageraciones de la oposición». Pero al siguiente día tuve
oportunidad de conversar con un diplomático amigo, y él me confirmó los hechos en
detallada narración.
—¿Qué actitud asumirá el cuerpo diplomático? —pregunté esperanzada.
—Nos hemos reunido ya dos veces —me repuso con aire de suficiencia y reto— y le
aseguro a usted que el señor ministro de relaciones exteriores no está pasando un buen rato.
—Entonces… tratan de arreglar lo que sólo tiene un arreglo. Pero amigo mío…
cosas semejantes no pueden quedarse así.
Sin embargo, las cosas se quedaron así. Entre el cuerpo diplomático y el ministro
de relaciones exteriores del gobierno asaltante, se entablaron pláticas y papeleos. Y el
incidente terminó tranquilamente con la devolución de los refugiados a la legación del Perú.
Envalentonados y más atrevidos que nunca, siguieron actuando los esbirros de
Aguirre y Salinas, a pesar de los inútiles pero heroicos actos de rebeldía del pueblo
desarmado; hasta culminar, unos pocos días antes de mi viaje a ésta, con el asesinato de la
señorita Suncín, hermana del doctor Suncín, a quien acribillaron a balazos en el portón de
su propia casa en los momentos en que capturaban a su hermano. Con ella cayó también
una sirvienta de la casa y su pequeño hijo.
Todos estos recuerdos han acudido a mi mente con motivo de la conferencia de
cancilleres, próxima a reunirse en México. Para nadie es un secreto el conflicto. Los
Estados Unidos de Norteamérica han deseado que el gobierno de El Salvador esté
representado en tales conferencias. El régimen de Osmín Aguirre y Salinas no ha sido
reconocido más que por dos dictadores centroamericanos. 41 El resto de los gobiernos de
América han negado su reconocimiento a un gobierno surgido del asalto a mano armada;
Tiburcio Carías de Honduras, y Anastasio Somoza de Nicaragua. El gobierno de Guatemala, representado
por la Junta Revolucionaria del 20 de octubre de 1944 al 15 de marzo de 1945, nunca reconoció a Osmín
Aguirre, según declaró el ministro de relaciones exteriores, Enrique Muñoz Meany, y sobre su sucesor el
general Salvador Castaneda Castro estaba evaluando la situación:
?Por la sencilla razón de que ese régimen es absolutamente impopular, antidemocrático y es una amenaza
para los regímenes democráticos, puesto que representa el empleo del terror en contra de las legítimas
aspiraciones del pueblo. Además, se considera […] que, incluso para el general Castaneda Castro, era un
peligro, pues bien podría, a favor de esa situación, dar un nuevo golpe que anulara la formalidad que al menos
se ha llenado de celebrar elecciones presidenciales.? En el caso del posible reconocimiento a Castaneda
Castro agregó: ?No tenemos prejuicios ningunos, pues nada sabemos de un régimen que aún no comienza a
actuar.?
El Imparcial; Guatemala como un país democrático no reconoció a Aguirre y rompió con Franco. Guatemala
: edición del sábado 3 de marzo de 1945. Páginas 1 y 10. Ver texto completo en Anexo I.

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inclusive los Estados Unidos de Norteamérica, naturalmente, ya que tal poderosa nación se
desangra y se sacrifica ahora por sostener en el mundo las cuatro libertades. 42
Antes esta «intentona» de reconocimiento hacia el régimen de Aguirre, nos
preguntamos alarmados y con nuestra fe vacilante:
¿Es que nosotros, los que hemos nacido y vivimos en esta morena y sufrida
Centroamérica somos excluidos de ese mundo justo y libre del futuro, por el que nuestros
amigos del norte se baten con tanto heroísmo?… ¿Es que se nos negará hasta el apoyo
moral en nuestra lucha santa?… ¿Es que a los centroamericanos se nos niega el derecho a
romper las cadenas de las dictaduras típicamente fascistas, que nos oprimen?
¡No!, no puede ser. Todavía queremos creer. El reconocimiento del régimen de
Osmín Aguirre y Salinas, o del candidato que descaradamente impuso, sería un tremendo
bofetón a la naciente libertad de nuestro istmo. Esperamos que ese golpe nos sea ahorrado,
y que en el futuro no existan los tales convenios internacionales que protejan a los
dictadores y tiranos, a cuya merced se nos deja. Tales convenios sólo tienen razón de existir
entre gobiernos surgidos del pueblo y apoyados por el pueblo.
Para febrero de 1945 cuando Díaz Lozano publica este artículo, ya se habían realizado elecciones en El
Salvador (en enero) y en marzo asumiría el poder Castaneda Castro. Sin embargo, cuando se efectuó la
Conferencia de Chapultepec todavía existían dudas respecto a si el régimen de este último era o no
democrático. El poeta y cuentista Francisco Méndez puso el dedo en la llaga al llamar la atención sobre si el
régimen de Castaneda Castro era una imposición de Osmín Aguirre o bien se trataba de un fantoche en manos
de los militares salvadoreños, en su columna ?Cabeza de viento? donde efectúa Una mirada sobre el
osminismo, diciendo al respecto:
?Desde que el gobierno de Castaneda Castro se instauró en El Salvador y sus representantes se sentaron a la
mesa de las conferencias de Chapultepec, con el consenso de las democracias americanas, surgió la confusión
en todos los países que se pusieron en franca pugna contra el régimen de Osmín Aguirrre y Salinas,
Guatemala a la cabeza de ellos; la confusión venía de no poder contestar de manera rotunda ninguna de las
dos fases de esta pregunta: ¿Castaneda Castro es o no es producto —imposición— del osminismo??
Méndez, Francisco; Una mirada sobre el osminismo. Guatemala : El Imparcial, edición del martes 14 de
agosto de 1945. Página 3. Ver texto completo en Anexo I.

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2. Nuestro Drama (1944) -Preliminares
Nuestro Drama corresponde a una serie de artículos donde Argentina Díaz Lozano explica
cómo con su familia tuvo que huir de Honduras de la dictadura de Tiburcio Carías,
trasladándose a El Salvador y de este país a Guatemala.
La serie está integrada en catorce partes, aunque hay un número duplicado y uno faltante –
quizá por error del editor– publicadas en las ediciones de ?El Imparcial? 1945,
correspondientes a: febrero 24 (I), 27 (II), y 28 (III); y marzo 1 (IV), 2 (V), 5 (VI), 6 (VI), 7
(VII), 8 (VIII), 10 (IX), 12 (X), 14 (XI), 15 (XII), y 17 (XIV).
Lo que especificó que sería una novela sobre lo ocurrido en Honduras y El Salvador, es
precisamente el tema de la colección de artículos que empieza a publicar en dicho
periódico, siendo los primeros donde cuenta precisamente su propio calvario como
emigrada en El Salvador, cómo llegó a dicho país y lo que ahí vivió y observó en materia

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de represión política, que le hizo salir volando hacia Guatemala.
Finaliza la serie con el
número XIV, donde colofón el editor anota:

?(Con este artículo damos fin a la publicación del extracto de algunos capítulos,
tomados del libro próximo a publicarse Nuestro Drama, y del cual es autora la
escritora hondureña Argentina Díaz Lozano. Los derechos de reproducción de estos
artículos, están prohibidos).? 44

No obstante que a partir del artículo número V, editado por ?El Imparcial? el 2 de marzo de
1945, aparece al final la expresión: ??Prohibida la reproducción?, lo cual es indicativo de
que sí tenía la intención de publicar los artículos en forma de libro, y se anticipa a evitar
alguna posible copia por parte de un tercero, la obra anunciada con el título Nuestro Drama
nunca llegó a editarse como compendio. No se saben las razones aunque pudiera ser que la
autora en 1945 no haya obtenido financiamiento para editarlo o bien que considerara que
era suficiente que estuviera en un periódico como ?El Imparcial?.

Sabido de la advertencia que el 17 de marzo de 1945 indicó ?El Imparcial?, respecto a que
?Los derechos de reproducción de estos artículos, están prohibidos?, el autor del presente
ensayo se atreve a compendiarlos y publicarlos pasados 70 años de su edición original, a
sabiendas también que en los artículos 43 y 48 de la ?Ley de derecho de autor y derechos
conexos? (Decreto No. 33-98 del Congreso de la República de Guatemala) se prohíbe la
violación de los derechos de propiedad intelectual y estos se protegen hasta por 75 años.
Empero, como el presente documento no se edita con fines comerciales sino únicamente
para difundir dos escritos de Argentina Díaz Lozano que no aparecen en los libros que en
vida ella publicó, se considera que no se están violando sus derechos sino particularmente
dando a conocer parte de su producción literaria en fuentes periódicas.

Díaz Lozano, Argentina; Lo que vi en El Salvador. Guatemala : El Imparcial, edición del martes 20 de
febrero de 1945. Página 3.
Díaz Lozano, Argentina; Nuestro drama (un relato de su lucha y su exilio) I. Guatemala : El Imparcial,
edición del sábado 24 de febrero de 1945. Suplemento. Páginas 1 y 6.
Díaz Lozano, Argentina; Nuestro drama (un relato de su lucha y su exilio) XIV. Guatemala : El Imparcial,
edición del sábado 17 de marzo de 1945. Suplemento. Página 1.

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3. Nuestro drama (un relato de su lucha y su exilio)
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Fue una luminosa mañana de agosto de 1944, que dejamos el suelo de Honduras, 46
y nos remontamos en un plateado avión con dirección hacia la vecina república de El
Salvador. El rugir de los motores, el atravesar nubes deslumbrantes de blancura, el mirar
allá abajo paisajes en miniatura; eran pruebas reales, elocuentes, de que llegaríamos al
refugio seguro donde podríamos estar libres de temor. Mientras así pensaba, miraba a los
míos, 47 con quienes iba en busca de la libertad que el pueblo salvadoreño con tan
grandioso gesto de cohesión, valor y entereza, acababa de conquistar. 48 A mi lado una
negra, pasillo de por medio, contemplaba las montañas en fuga; sonriente, gorda y
tranquila. Se volvió hacia mí y elevando un poco la voz para lograr ser oída me dijo:
?¿Para San Salvador?
?Sí…
?¿Emigrados?
Otra vez afirmé con un gesto de la cabeza y ella volvió a hablar:
?¡Qué cosas tan tremendas me han contado en Tegucigalpa! Sólo he estado allí dos
días pues soy de Belice. Gracias a Dios que han logrado salir.
Y dirigiéndome una última sonrisa alentadora, se quitó el sombrero, recostó su
cabeza sobre el espaldar del asiento y cerró los ojos para dormitar. La «stewardess», muy
elegante y bonita en su traje sastre, me ofreció «chiclets». Mis niños ya masticaban el suyo,
encantados. Yo dejé vagar mi pensamiento, me puse a repasar los amargos días pasados
como prisioneros en nuestra propia casa, bajo los ojos vigilantes de un agente de policía
que no se separaba de nuestra puerta y que no dejaba salir y entrar más que a nuestra
cocinera. Me parecía sentir de nuevo el terror de que, de un momento a otro vinieran a
llevarse a mi esposo otra vez para la penitenciaría donde había pasado siete meses. Me
indignaba de nuevo al recordar que, cuando por la noche salía a mi corredor a pasearme
para hacer algún ejercicio, la lámpara de mano del policía me seguía constante en mis idas
Díaz Lozano, Argentina; Nuestro drama (un relato de su lucha y su exilio) I. Guatemala : El Imparcial,
edición del sábado 24 de febrero de 1945. Suplemento. Páginas 1 y 6.
Exactamente el 5 de agosto de 1944.
Se refiere a su esposo Porfirio Díaz Lozano, su hijo Walter y sus dos primeras hijas, Mimí y Ruby; la
tercera hija, Trinidad, nacería en Guatemala.
El 9 de mayo de 1944 el dictador Maximiliano Hernández Martínez (1882-1966) se vio obligado a
renunciar, después de haber ocupado el poder durante el período 1931-1944; curiosamente, en iguales años
estuvo Jorge Ubico como presidente de Guatemala; ambos tiranos eran muy amigos y los dos tuvieron que
renunciar debido a la presión por medio de huelgas y manifestaciones populares y estudiantiles.

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y venidas. Y sentía estrujárseme el corazón al pensar en mi madre querida que allá solita, se
había quedado cuidando de mi casa. Y mi pena se agrandaba hasta hacérseme insoportable
al considerar que cientos de mis compatriotas estaban viviendo los mismos dolores…
Campos muy cultivados, laguna Ilopango sobre cuyas aguas me pareció que íbamos
a caer, tal el rápido descenso del avión, y un minuto después, aterrizaje sobre una tierra de
donde ya el tirano Martínez había sido expulsado. Se ensanchó mi corazón y junto a los
míos pasé a la oficina donde deberían llevarse a cabo las formalidades de regla.
—¿Emigrados hondureños? —sonrió el empleado al preguntar.
—Sí señor.
Tal afirmación hizo más amplias las sonrisas. Un hombre de unos cuarenta y cinco
años que revisaba los pasaportes, emitió la frase que no olvidaré nunca: «Los hondureños
son nuestros hermanos, como tales son tratados en El Salvador».
Los niños se movían impacientes. Porf 49 me dirigía miradas furtivas de gozosa
animación mientras ayudaba en el breve registro de nuestro equipaje. Luego, rauda carrera
de automóvil, hacia la capital que unos cuatro meses antes había sido teatro de la
demostración más viril, más unánime, de un pueblo contra su opresor. Calles asfaltadas
hirvientes de tráfico, mucha gente en las aceras.
—¿Adónde?— pregunté a mi esposo.
Nos hospedaremos en el mejor hotel siquiera por dos días. Después… ya
veremos—. Y su voz animosa y optimista me hizo admitir callada su no muy prudente
decisión.
En las calles y plazoletas movimiento de gente, reventar de cohetes, revuelo de
campanas. Entonces, nos acordamos. Las tradicionales fiestas agostinas ponían una nota de
alegría más, en la capital de la pequeña gran república. Se notaba en los rostros el goce de
vivir, el desparpajo que da la libertad, esa libertad conquistada recientemente en una
revolución y desobediencia civil, que hiciera temblar a los dictadores de la sufrida
Centroamérica, y que lograra derrocar a su tirano de trece años para proclamar a todos los
vientos la conquista de la auténtica democracia. 50
A lo largo del texto llama cariñosamente Porf, a su esposo Porfirio Díaz Lozano.
Se refiere a Maximiliano Hernández Martínez, dictador durante trece años de 1931 a 1944, al igual que
Jorge Ubico Castañeda, quien gobernó Guatemala del 14 de febrero de 1931 al 1 de julio de 1944. Respecto a
este, véase del autor del presente trabajo, los siguientes ensayos:
Jorge Ubico redivivo
8 de octubre de 2010 * http://www.monografias.com/trabajos-pdf4/jorge-ubico-redivivo/jorge-ubico-
redivivo
11 de noviembre de 2012 * http://elmundodefacundo.wordpress.com/2012/11/11/jorge-ubico-redivivo-
ensayo-de-ariel-batres-villagran/
21 de septiembre de 2010 * http://ca-bi.com/blackbox/?p=4221

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En el hotel rostros amigos nos dieron jubilosa bienvenida. Más de cincuenta
compatriotas inmigrados desfilaron por nuestro lado saludándonos, en menos de una hora.
Todos igualmente ansiosos por saber de sus familias. Por ellos nos informamos que en San
Salvador y ciudades vecinas, ascendía a más de mil el número de hondureños que sufrían
exilio por el mismo delito que nosotros: el de rebelarnos contra un régimen ilegal y
despótico. Sevilla, culto redactor de La Tribuna se acercó deferente:
—Mucha honra saludarles. Y nos presentó también a otro periodista.
—Sabemos, señora, que usted y otras damas de Tegucigalpa, organizaron el
movimiento de oposición en su país. ¿Quiere contarnos algo de eso?
—Las mujeres salvadoreñas nos mostraron el camino a seguir. Y las hondureñas lo
tomamos sin vacilar, con verdadero espíritu de sacrificio. Antonia Collier, Irene Santamaría
y humildes mujeres del pueblo fueron muertas a metralla por los esbirros de la dictadura,
durante una manifestación en la ciudad de San Pedro Sula. Ellas son símbolos de nuestra
justísima rebelión. Han sido admirables las mujeres de mi patria… En Tegucigalpa, el día
lunes veintinueve de mayo nos organizamos en la primera manifestación, pidiendo la
libertad de los reos políticos, suceso trascendental, que fue la iniciación de la abierta
oposición que se desarrolló después. La encabezaron damas como doña Emma v. de
Bonilla, doña Adela de Callejas y doña Carlota v. de Valladares. Pocas veces me he sentido
tan emocionada como ese día. Figúrense ustedes, el primer gesto de rebeldía en once años
de terror y servilismo, el primero, y realizado por más de quinientas mujeres, a quienes
durante el trayecto que media entre nuestra Catedral y el Palacio presidencial se fueron
añadiendo cientos de hombres. 51
26 de septiembre de 2010 * http://diariodelgallo.wordpress.com/2010/09/26/jorge-ubico-redivivo-por-ariel-
batres-villagran/
Tiempos de Jorge Ubico en Guatemala y el mundo –Reseña de libro–
30 de agosto de 2013 * http://www.monografias.com/trabajos-pdf5/2-tiempos-jorge-ubico-guatemala-y-
mundo-a-resena-libro/2-tiempos-jorge-ubico-guatemala-y-mundo-a-resena-libro
2 de septiembre de 2013 * http://elmundodefacundo.wordpress.com/2013/09/02/tiempos-de-jorge-ubico-en-
guatemala-y-el-mundo-resena-por-ariel-batres-villagran/
28 de agosto de 2013 * http://ca-bi.com/blackbox/?m=20130828
A semejanza de lo que empezaba a ocurrir en Guatemala contra el gobierno despótico de Jorge Ubico
Castañeda (1878-1946), el 29 de mayo de 1944, junto con Emma viuda de Bonilla, Visitación Padilla y
Carlota de Valladares, participa en Honduras en una manifestación pública, a la cual se unieron cientos de
mujeres, para demostrar al régimen dictatorial del general Tiburcio Carías Andino que su presencia en el
poder no era grata, además de pedir ?libertad para los presos políticos?, leyenda escrita en una manta que
portaban. Dicha manifestación sería reseñada por la revista ?Time?, señalando que Díaz Lozano iba a la
cabeza de la mano de doña Emma, viuda del expresidente hondureño Policarpo Bonilla.
Sobre la ?manta? véase: Villars, Rina; Para la casa más que para el mundo: Sufragismo y Feminismo en la
Historia de Honduras. Honduras : Editorial Guaymuras, 2001. Página 310. Acerca de la publicación de la

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—Supimos que su esposo estuvo preso últimamente?…
—Sí, según dice el general Carías, es un rebelde «incorregible». Lo sacó hace un
mes, con otros cuatro o cinco prisioneros conocidos, unos días después de nuestra primera
manifestación, 52 sin duda para ver si aplacaba el movimiento revolucionario que
continuaba por medio de hojas sueltas escritas a máquina, cartelones puestos en las paredes
durante altas horas de la noche, y la preparación silenciosa pero decidida de una próxima
manifestación que se anunciaba formidable como en realidad lo fue. Pero después de los
acontecimientos del cuatro de julio, día en que todo el mundo se lanzó a la calle [en
Tegucigalpa] portando banderas de los Estados Unidos de Norteamérica y demás naciones
aliadas para pedirle al dictador su renuncia, y reclamar a voces las cuatro libertades, 53 los
sostenedores de la dictadura montaron en furia. Decretaron algo así como ley marcial, se
llenaron las cárceles de gente sin excluir a las mujeres, se flagelaron estudiantes etcétera.
Pelotones de esbirros encabezados por el tristemente célebre Tomás Martínez y Calixto
Carías, sembraban el terror entre los estudiantes y jóvenes profesionales que intentaban
organizar una huelga.
Seguimos hablando sobre la dolorosa situación de mi patria, me horroricé con los
demás ante dos de las víctimas del ametrallamiento de San Pedro Sula, que vinieron
también a saludarnos. Eran ellos un joven de apellido Matute, con el brazo cercenado por la
metralla, convertido en un muñón vendado con gasa y algodones; y un obrero con un
balazo en un hombro, quien nos enseñó el vendaje sujeto con cinta adherente. Los dos
lograron escapar. El obrero huyendo a través de montañas, el muchacho por medio de un
consulado con otros refugiados. Por ellos me enteré de que un primo mío, el doctor Tulio
Bueso había sido también víctima del ametrallamiento, pues estaba herido por balas de
metralla en las dos piernas.
Allende los mares, Hitler se acercaba a su fin, la heroica Francia sería pronto
liberada, morían miles por la justicia y la libertad, se iniciaba el canto triunfal de la inmortal
Marsellesa, pero… de ese mundo justo del futuro, de esa libertad sagrada para todo ser
revista ?Time?, véase: Echeverría, Amílcar; Argentina Díaz Lozano –Estudio Biográfico Literario–.
Guatemala : Editorial Landívar, 1982. Páginas 19 a 20.
Qué extraño; ?hace un mes? quiere decir que salió en libertad en julio de 1944, pues a San Salvador el
matrimonio llega el 5 de agosto, y la primera manifestación indicada ocurrió el 29 de mayo en tanto que la
segunda el 4 de julio; quizá se confundió pues en Capítulo VII la autora indica que su ?esposo [que] estuvo
preso diez meses en 1940 y siete en 1943?.
Se trata de las ?cuatro libertades? preconizadas por Franklin D. Roosevelt el 6 de Enero de l941: 1. Libertad
de Palabra y Expresión. 2. Libertad de cada persona para adorar a Dios a su propia manera. 3. Estar libres de
necesidades (convenios económicos que aseguren a cada nación una vida saludable y pacífica para sus
habitantes. 4. Estar libres del temor (reducir mundialmente los armamentos en tal grado y en forma tan
completa, que ninguna Nación pueda cometer un acto de agresión contra ningún vecino).

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humano digno, estábamos excluidos los centroamericanos de tres repúblicas. Nada
podíamos con nuestras voces y las manos vacías, ante los dictadores poderosos. La fuerza
del espíritu y de la razón hallábase momentáneamente en derrota.
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—He encontrado en casa de una buena familia, alojamiento y alimentación por
precio razonable— me dijo Porf, dos días después. Y optimistas, con la visión de tranquilo
porvenir, metimos en un auto nuestras valijas y con ellas, atravesamos unas doce cuadras en
distintas direcciones hasta que el chófer con su voz convencional anunció: «Aquí es».
¡Cómo sentí oprimírseme el corazón al notar lo desnudo aunque muy limpio y ordenado de
nuestras dos habitaciones!… ¡Cómo suspiré por la casita querida que en mi patria
escarnecida esperaba nuestro regreso! Protestaron los niños a quienes hice callar
recomendándoles la mayor compostura, pues estábamos en «casa ajena». La niña, 55
resignada, sentóse sobre una cama y con mirada desolada quedó examinando la habitación.
El niño 56 arremangó la nariz en gesto despectivo para decir:
—Aquí no me gusta, ¿por qué no nos quedamos en el hotel?
Porf y yo nos echamos a reír, mientras tratábamos de explicar a nuestros hijos algo
sobre la economía y la previsión. Les hice ver lo confortable de las camas con blancas
colchas, lo antiguo del tocador con chapas de acero ornamentales, la brillantez del piso
desnudo de alfombras y enfrente, corredor de por medio, el pequeño cuadrado patio donde
florecía espléndida una enredadera de jazmines, algunas rosas y dos pequeñas palmeras
tropicales. Era ya la hora del almuerzo. Entramos al comedor rodeado de ventanales con
vidrios y donde en cuatro o cinco mesas largas, comían ya unas diez personas, quienes
discutían animadamente el tópico del día: la política. Cuatro meses hacía que El Salvador
se había liberado de la tiranía martinista, 57 y estaban ahora sus habitantes en la lucha
electoral. Cinco candidatos se disputaban la mayoría de adeptos, pero indudablemente, el
más popular y admirado, era el doctor Arturo Romero, a quien con orgullo proclamaban
como «el hombre símbolo». 58 Porque este hombre de mirada mansa y suave sonrisa, fue el
Díaz Lozano, Argentina; Nuestro drama (un relato de su lucha y su exilio) II. Guatemala : El Imparcial,
edición del martes 27 de febrero de 1945. Página 3.
No especifica quién de las dos hijas expresó dicho malestar a través de su mirada: Mimí o Ruby.
Se trata de su hijo Walter.
El 9 de mayo de 1944.
Siendo ?el más popular y admirado? según Díaz Lozano, en las elecciones del 14 de enero de 1945 obtuvo
apenas 55 votos, equivalente al 0.02 % del total de 313.694; el resto se distribuyó entre los otros cuatro
candidatos, así: Salvador Castaneda Castro –PUSD– 99.70%; Osmín Aguirre y Salinas –PDS– 0.22%;
Antonio Claramount Lucero –FFP– 0.05%; y, Napoleón Viera Altamirano –FRS– 0.01%.

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valiente que se irguió magnífico contra la tiranía de Martínez. Y con él estuvieron todos los
hombres dignos y valerosos de su patria, en conspiración silenciosa durante dos años para
culminar con los acontecimientos del dos de abril, grito de libertad acogido por todo el
pueblo salvadoreño 59 y sostenido heroicamente con la huelga después del fracaso del
movimiento armado. 60 Todo esto lo había leído yo en los diarios, y ahora escuchaba con
sumo interés la conversación de los otros comensales. No hay nada tan digno de
observación y análisis como el rostro humano. 61 Y obedeciendo a mi manía, me puse a
estudiar con disimulo aquellas tan diferentes fisonomías. En la mesa de enfrente, una rubia
bonita masticaba de una manera que indicaba a las claras la existencia de algunos dientes
postizos, mientras de vez en cuando emitía su opinión o dirigía a su hermana (que lo era
indudablemente, pues el aire de familia era inconfundible) algunas frases en voz baja. Era
ésta, delgada hasta el extremo, usaba lentes para corregir su miopía e incipiente estrabismo.
Lo único bello en aquel semblante rosado eran la piel suave y la sonrisa. Silenciosa, muy
ocupada en masticar despacio, la otra hermana (después averigüé que también lo era) solo
sonreía levemente al posar la mirada en su madre, una monumental señora de unos
cincuenta y cinco años que con ellas almorzaba y que era la más acalorada en la discusión.
Otra de las mesas estaba ocupada por una mujer de rostro corriente, pero muy
correctamente vestida y de modales distinguidos. Me saludó con una silenciosa sonrisa que
me hizo descubrir la bondad de su alma. Tenía todo el aire de maestra de escuela, algo de
tímido y convencional en sus maneras y modo de vestir, lo indicaba así. 62 A su lado comía
un jovenzuelo insignificante de rubio bigotillo, muy hablador y nervioso… y luego en la
mesa a nuestra izquierda, me acogió con gesto de cordialidad una muchacha simpática de
rasgos irregulares, excepto su boca, que era roja, pequeña y bien formada. Cuando se
levantó diciendo el «con permiso» de rigor, noté la esbeltez de su cuerpo espléndido y la
elegancia de su bien cortado traje semi sastre. Se acercó a nuestra mesa para preguntar en
voz baja:
—¿Hondureños?… ya he leído mucho de usted, señora.
El dos de abril de 1944 hubo un intento de golpe de estado contra Martínez, dirigido por dos militares
sublevados, quienes fueron vencidos y fusilados el 4 de ese mes.
La huelga inició el 26 de abril y fue total en el campo de la producción y servicios, obligando a la renuncia
de Martínez el 9 de mayo.
Analizar el rostro humano forma parte del tener idea acerca de la psicología de las personas, que como
manía también Díaz Lozano realizaba constantemente. De Tiburcio Carías en capítulo VII dice que su
psicología lo reflejaba como una persona ?complicada, morbosa?. En capítulo IX refiere que como no conocía
al director de la policía salvadoreña, previo a su entrevista con él, le preguntó al amigo que la acompañaba
que se lo describiera, seguramente para saber con quién iba a tratar.
Pudiera ser que la autora estuviera pensando en su señora madre, a quien describió de esa manera en
Peregrinaje (1944), una novela autobiográfica.

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—Refugiados hondureños— repuse, sonriendo.
—Yo también soy hondureña, curso aquí en la universidad salvadoreña mi cuarto
año de medicina. Me tienen a sus órdenes… ya saben, en lo que pueda servirles. 63
Yo di las gracias, Porf emitió también una frase de agradecimiento y continuamos
nuestro almuerzo en silencio.
Los dueños de casa eran familia numerosa. La señora, viuda desde hacía unos siete
años, era una dama de aire tranquilo y respetable, voz suave y gestos comprensivos, con ese
aire indulgente de quien ha vivido y sufrido mucho. Su hija, una mujercita de edad
indefinible, divorciada y con un aire de melancólica resignación. El hijo mayor, joven
abogado de bigotito hitleriano, de regular estatura y casado con una muchacha sumamente
delgada y madre de tres lindos y bulliciosos niños. Lo extraordinario en ella era la sonrisa.
Sonrisa casi constante que hacía más grande su boca de dientes blancos y bien formados.
Sonrisa buena y cordial, pródiga, gesto inherente de aquel rostro joven de buena esposa y
madre.
Poco a poco, con ese maravillo don de adaptación que Dios ha concedido a los
humanos, nos fuimos acostumbrando a nuestra vida en aquella casa para familias, cuyos
dueños según averiguamos después, eran de ascendencia honorabilísima, gente muy
apreciable y respetada. Mis hijos 64 habían hecho amistad con los niños de la casa y un
perrito juguetón. Entre risas y juegos olvidaban en parte, el pesar del hogar abandonado, de
la cariñosa abuelita que allá quedó esperándonos. El pensamiento de que cientos de hogares
hondureños estaban truncos como el nuestro, ya por la muerte, prisión o huida de alguno de
sus miembros, nos daba fuerzas para resignarnos y continuar nuestra lucha al lado de
nuestros compatriotas, por alcanzar el derrocamiento de un régimen vergonzoso para la
Centroamérica de 1944, año de victorias para las democracias. Poníamos nuestra modesta
contribución en lo que podíamos. Porf cooperando con sus compañeros de exilio, yo
escribiendo en los diarios 65 o consiguiendo entrevistas para las víctimas que más habían
sufrido.
Con el pasar de los días fui averiguando los dramas y comedias que había en las
vidas de los demás, de aquellos cuya existencia compartíamos transitoriamente. Sí, todos
llevaban su drama… como nosotros quijotes buscadores de la libertad, como la esbelta
estudiante de medicina, como la plácida joven esposa de la eterna sonrisa. Cómo vamos
A esta muchacha vuelve a mencionarla hasta en capítulo XI.
Después de esta mención sobre sus hijos, volverá a referirse a ellos hasta en capítulo X.
Cabría efectuar una incursión en la Biblioteca Nacional de El Salvador o Biblioteca Nacional Francisco
Gavidia, espacio Hemeroteca Nacional -Sección de periódicos, para ubicar los diarios donde durante el
período agosto-diciembre de 1944 o enero de 1945 haya publicado Argentina Díaz Lozano sus artículos de
apoyo a sus conterráneos hondureños.

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