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Epidemiología y control de las infecciones hospitalarias y la calidad de la atención médica




Enviado por Guillermo Lossa



Partes: 1, 2

    I.
    INTRODUCCIÓN

    Las Infecciones Hospitalarias (IH) constituyen un
    problema de salud tan antiguo como la existencia misma de los
    hospitales que, lejos de resolverse, continúa siendo una
    importante causa de morbimortalidad hospitalaria,
    fundamentalmente, en los países en vías de
    desarrollo.

    La IH, también denominada infección
    intrahospitalaria, nosocomial y/o asociada al cuidado de la
    salud, es una afección endemo epidémica de los
    hospitales de todo el mundo, controlable pero difícilmente
    erradicable.

    Afectan principalmente a los pacientes hospitalizados, a
    través de las prácticas de diagnóstico y
    tratamiento, y al personal de salud, a causa de los accidentes
    laborales.

    Existen establecimientos de salud que vigilan y conocen
    sus tasas de endemia, mientras que otros no tienen ningún
    registro de ellas. Aún así se sabe que las IH
    causan en la mayoría de los países una morbilidad
    que oscila entre el 5 y 15% (o más) de los pacientes
    hospitalizados, con un peso de la mortalidad hospitalaria cercana
    al 1% como causa directa, un 4 a 5% como contribuyente y una
    prolongación de la internación de 5 a 10
    días.(1)

    Según las estadísticas de la
    Organización Mundial de la Salud (OMS), una media del 8,7%
    de los pacientes de un hospital presentan infecciones
    nosocomiales. (2) Las más frecuentes son las de heridas
    quirúrgicas, las del tracto urinario (relacionadas con el
    empleo de sondas vesicales), las relacionadas a las vías
    respiratorias inferiores (asociadas a asistencia respiratoria
    mecánica) y las infecciones primarias de la sangre
    asociadas al uso de catéteres. (3) Estos datos se
    corresponden con otros autores nacionales y extranjeros (4) (5)
    (6) (7) (8) (9) (10)

    Bacterias, virus, hongos y otros patógenos
    están detrás de estas infecciones, que suelen ser
    difíciles de tratar con los antibióticos
    habituales. Puede haber contagios cruzados (cuando el agente se
    contrae de otro enfermo), endógenos (cuando procede de la
    flora del propio individuo) o ambientales (por contacto con
    material contaminado).

    No todas las personas que están ingresadas en un
    centro sanitario son igual de vulnerables frente a los
    microorganismos que causan las IH. Los pacientes
    geriátricos, los inmunodeprimidos, los que reciben
    quimioterapia y los neonatos son las dianas principales de estos
    agentes oportunistas debido a que su sistema inmune está
    debilitado, lo que facilita la colonización de los
    microorganismos.

    La Infección Hospitalaria conlleva un alto costo
    social y económico, además de una
    disminución de posibilidades de uso de camas, ocupadas por
    otra patología prevenible, lo que limita al centro de
    salud en su "eficiencia de atención".

    Para Moraes Novaes y Paganini (11), en un documento de
    OPS, la "garantía de calidad" refiere a "un subprograma de
    programación local de los servicios de salud que garantiza
    que cada paciente recibirá atención…", entre
    otras cosas, utilizando un "mínimo de recursos necesarios,
    con el nivel más bajo de riesgo de lesiones adicionales o
    incapacidades debidas al tratamiento…Esto pone en
    evidencia la responsabilidad "local" sobre la garantía de
    calidad de la atención médica; es decir, son los
    hospitales (y sus autoridades), en definitiva, los responsables
    últimos de la calidad de la atención y de la
    definición de subprogramas al efecto. Por otro lado,
    también es clara la responsabilidad "local" por buscar el
    nivel más bajo de riesgo de lesiones adicionales
    provocadas por la propia atención. En este
    sentido, la prevención y control de IH se transforma en
    una obligación para los centros de salud, en el marco de
    un programa de calidad. (12)

    De todas maneras, la "calidad de la atención
    médica", de un país, debería ser una
    preocupación de las autoridades, asumiendo estas una
    obligación de medios al respecto. En este sentido, la
    Argentina dispone desde 1992 de un "Programa Nacional de
    Garantía de Calidad de la Atención Médica"
    con el fin de "cumplimentar la política sanitaria que
    consiste en mejorar la accesibilidad, eficiencia y calidad de la
    atención médica" (Res SS 432/92).

    En lo que hace a Infecciones Hospitalarias en
    particular, la Argentina dispone de un "Programa Nacional de
    Epidemiología y Control de Infecciones Hospitalarias" (RM
    2885/83), desde 1983, que aborda específicamente la
    problemática de las IH, desde la investigación, la
    elaboración de propuestas para la normatización del
    control y la capacitación del personal para tareas de
    investigación y aplicación de normas,
    contribuyendo, de esta manera, con el primero.

    I.1.
    DEFINICIONES

    La infección hospitalaria, intrahospitalaria,
    nosocomial, o asociada al cuidado de la salud tiene diferentes
    definiciones según los distintos autores.

    A continuación se detalla una lista
    de definiciones comenzando por la del CDC de Estados
    Unidos de Norteamérica que es la más difundida y
    utilizada.

    "Toda infección adquirida durante la
    internación y que no estuviese presente o
    incubándose al momento de la admisión del paciente,
    o bien en el caso de un recién nacido, cuando ésta
    fuese adquirida durante su pasaje a través del canal del
    parto. En el caso de las heridas quirúrgicas la
    infección puede manifestarse luego del alta del paciente,
    hasta 30 días o un año dependiendo de la
    colocación o no de prótesis." CDC – Centers
    for Disease Control and Prevention (13)

    "Infección Hospitalaria es la que se adquiere
    dentro del hospital" – Comité de infecciones hospitalarias
    – San Vicente de Paul Medellín – Colombia
    (14)

    "Infecciones Hospitalarias son las adquiridas en el
    hospital por pacientes u otras personas que concurren a este (Ej.
    El personal)" – Mazzafero (16)

    "Infecciones Nosocomiales son aquellas infecciones que
    se desarrollan en un hospital o que se adquieren durante la
    hospitalización o concurrencia al hospital" – Harley
    RW, Bennett JV (34)

    "Síndrome infeccioso adquirido dentro del
    hospital por un enfermo que no lo presentaba al ingreso,
    excluyéndose aquellas patologías adquiridas en la
    comunidad con período de incubación de rango
    conocido" – Instituto de Salud Pública de Chile

    "La Infección Nosocomial, o relacionada con el
    hospital, es la que aparentemente se ha desarrollado durante la
    hospitalización, no habiendo constancia de que haya estado
    en incubación en el momento de la internación." –
    Dubay – Grubb (15)

    "Una Infección Hospitalaria es la que se
    desarrolla durante la hospitalización y no esta presente o
    en incubación en el momento de ingreso en él (por
    convenio después de 48 hs)" (17)

    "Es una infección adquirida en el hospital o la
    producida por microorganismos adquiridos durante la
    hospitalización" (18)

    "La infección hospitalaria está concebida
    como la infección que se adquiere durante la
    internación en una institución" (19)

    En conclusión, podemos decir que desde el punto
    de vista operativo la Infección Hospitalaria es "la
    infección que ocurre en los individuos que asisten a un
    centro de atención de salud, distinta del motivo que los
    llevó al mismo, hasta tanto no se demuestre lo
    contrario".

    De todas las definiciones posibles para el concepto
    "Garantía de calidad", por su especificidad en lo que hace
    a salud y su concepción desde la perspectiva y realidad
    latinoamericana, en este trabajo se toma la formulada en
    documento de OPS "Estándares e indicadores para la
    acreditación de hospitales en América Latina y el
    Caribe" (11-12), que la refiere como "un subprograma de
    programación local de los servicios de salud que garantiza
    que cada paciente recibirá atención
    diagnóstica o terapéutica específicamente
    indicada, para alcanzar un resultado óptimo, de acuerdo
    con los adelantos recientes de las ciencias médicas y en
    relación con la enfermedad principal o secundaria, la edad
    y el régimen terapéutico asociado. Para ello se
    utiliza un mínimo de recursos necesarios, con el nivel
    más bajo de riesgo de lesiones adicionales o incapacidades
    debidas al tratamiento, obteniéndose la máxima
    satisfacción de los servicios recibidos,
    independientemente de si el nivel institucional de
    atención es primario, secundario o terciario, en un
    sistema local de salud" – Moraes Novaes – Paganini
    (11-12).

    I.2. ANTECEDENTES
    HISTÓRICOS

    I. 2. a.
    Internacionales

    Es probable que muchas enfermedades hayan existido desde
    que el hombre poblase la tierra. Con el avance de la
    civilización, el contacto del hombre con el hombre fue el
    factor primordial en la diseminación de enfermedades.
    Desde sus comienzos, la humanidad ensayó una variedad de
    métodos, en ocasiones crueles y no siempre eficaces, para
    prevenir, controlar y curar las enfermedades. Sin embargo, en
    cuanto el hombre aprendía a curar una determinada
    enfermedad o a corregir algún problema por medios
    quirúrgicos, a veces, sin quererlo, creaba un trastorno
    nuevo. Muchas veces la operación resultaba exitosa, pero
    después el paciente moría de una infección
    secundaria.

    El signo de Apolo, que los ciudadanos de la antigua
    Grecia colocaban en sus puertas, poco podía proteger
    contra las enfermedades generadas por la suciedad en que
    vivían y por el agua contaminada que
    bebían.

    Los pasos más grandes de la lucha del hombre con
    las infecciones llegaron con la atención directa e
    individual del paciente, y con el control del ambiente del
    enfermo (25)

    Las Infecciones Hospitalarias están directamente
    vinculadas con el origen y desarrollo de la atención
    médica en hospitales.

    En la historia de los hospitales recordamos que, entre
    los primeros antecedentes, aparecen instituciones de origen
    religioso encargadas del cuidado de los enfermos e
    incapacitados.

    En los comienzos de la era cristiana, la gran
    participación de la Iglesia en la vida comunitaria y su
    creciente influencia en las distintas actividades de los
    países, se manifestó también en la
    importancia que las distintas órdenes religiosas tuvieron
    sobre la organización de los primeros hospitales, algunos
    de cuyos antecedentes inmediatos fueron las enfermerías de
    los monasterios. (17)

    En el año 325, y a partir del concilio de Nicea,
    existió una orden de edificar un hospital en cada ciudad
    con catedral. Desde entonces toma incremento la fundación
    de establecimientos hospitalarios, y así se organizan a
    partir del año 355 en Cesárea; por la misma
    época se erigen también hospitales en Roma y en
    todo Oriente. En el año 452 se construye en Lyón,
    primer hospital francés.

    Estos establecimientos eran construidos y mantenidos por
    reyes o personas adineradas y muy frecuentemente por
    congregaciones religiosas. En ellas se mezclaban de forma
    indiscriminada gran variedad de pacientes: enfermos
    quirúrgicos, infecciosos, ancianos niños, etc. En
    general, eran verdaderos asilos y estaban dispuestos para recibir
    enfermos indigentes. (17)

    Bajo estas condiciones, era inevitable que las heridas
    quirúrgicas se infectaran casi en su totalidad y la
    mortalidad era extraordinariamente elevada.

    Las manos de los cirujanos y los fomites (instrumental,
    ropa, etc.) utilizados en los pacientes, provocaban la
    infección en el próximo paciente
    asistido.

    Dignas de mencionar son las investigaciones realizadas
    por James Young Simpson (1811-1870), profesor de la Universidad
    de Edimburgo, quien recolecta información sobre enfermos
    amputados, 2000 hospitalizados antes y después de la
    operación y 2000 hospitalizados que permanecieron en sus
    hogares; encontró un gran incremento en la tasa de
    letalidad entre los hospitalizados. (18)

    A partir de las dispersas informaciones existentes, el
    norteamericano Oliver Wendell Holmes (1809-1894),
    sintetizó en conclusiones firmes la responsabilidad de los
    médicos, parteras y enfermeras como fuentes de
    infección en la fiebre puerperal.

    Posteriormente, Ignacio Felipe Semmelweiss (1818-1865)
    demostró clínica y experimentalmente la
    transmisibilidad de la fiebre puerperal (17.18.19),
    anticipándose en varias décadas a la
    identificación del germen causal.

    A través de instituir los lavados de manos
    clorados antes que los estudiantes y médicos explorasen a
    las parturientas, consiguió una disminución
    drástica de la mortalidad puerperal.

    Desconociendo la existencia de los gérmenes y
    siendo los exudados purulentos reconocibles por el olor, propone
    «desodorar las manos. Todo el problema radica en
    eso».

    El propio Semmelweis comprueba que es él mismo,
    el que tras reconocer a una mujer supuestamente embarazada y a la
    que diagnostica un cáncer de útero, contagia la
    fiebre puerperal a cinco mujeres en periodo de dilatación
    a las que ha reconocido después de la primera, sin haberse
    lavado las manos. (19)

    Manda preparar una solución de cloruro
    cálcico, con la que el estudiante que hubiese disecado el
    mismo día o la víspera, debía lavarse
    cuidadosamente las manos antes de reconocer a las mujeres. Aunque
    las muertes se reducen al 12%, no desaparecen. Esta causa de
    contagio era insuficiente para explicarlo todo.

    Asimismo, a Florence Nightingale (1820-1910) se le debe
    el mérito de haber promovido en la práctica las
    primeras medidas sanitarias para el control de las Infecciones
    Hospitalarias. Ella se aboca en el hospital de Scutari al
    mejoramiento de las condiciones sanitarias y de los cuidados
    prodigados a las heridas. Sus esfuerzos pueden ser evaluados, en
    relación con la caída de la mortalidad por
    infecciones, del 42% en febrero de 1855, al 2% en
    junio del mismo año. (20)

    En concordancia con las ideas sobre el contagio en los
    hospitales, fue Joseph Lister (1827-1912) quien por primera vez
    introdujo los conceptos de asepsia y antisepsia (22).

    Él difundió entre sus
    médicos la siguiente frase:

    "Ustedes deben ser capaces de ver con
    su ojo mental los fermentos sépticos,

    de forma tan diferenciada como vemos moscas u otros
    insectos con el ojo corporal. Si ustedes pueden verlos realmente
    en esta forma diferenciada con su ojo intelectual, ustedes pueden
    prevenirse adecuadamente contra ellos. Si no los ven,
    están expuestos constantemente a relajarse en sus
    precauciones" (22)

    Lister quiso evitar que los fermentos sépticos
    entrasen en las heridas para lo que recurrió al
    ácido fénico, fácilmente obtenido del
    alquitrán de hulla, que se conocía desde 1859
    (gracias a las experiencias de Come y Desonnean), su poder de
    evitar la putrefacción e incluso su utilidad en el
    tratamiento de heridas. Lemaire que había estudiado
    detenidamente el poder del ácido fénico, entre 1860
    y 1863 demostró su utilidad.

    En 1878, Robert Koch demostraba taxativamente el origen
    microbiano de las infecciones de las heridas accidentales y
    quirúrgicas. Su aporte permitió a los cirujanos
    pensar en evitar la entrada de gérmenes y no esperar a la
    desinfección una vez contaminada la herida.

    El ilustre cirujano Bergman participo en 1877, en
    calidad de consultor médico en el ejército ruso en
    la guerra contra Turquía, limitándose a limpiar la
    herida superficialmente y a cubrirlas con un apósito de
    algodón, demostrando que en las heridas infectadas era
    preferible la asepsia, al peligro de contaminarlas con la
    manipulación quirúrgica. Posteriormente, el peligro
    de las manos del cirujano fue rápidamente controlado con
    el uso de guantes de algodón (Mikuliz) y más tarde
    de goma (Halsted).

    En 1890, William Stewart Halsted (1852-1922) fue
    nombrado primer cirujano jefe del recién inaugurado
    hospital de la John Hopkins University, y en 1892, nombrado
    primer profesor de cirugía de la escuela de medicina. Su
    ayudante en el quirófano era la aristocrática
    Carolina Hampton que padecía una dermatitis que se
    veía acusada por los antisépticos que se utilizaban
    entonces. Halsted pidió a la firma Good Year que le
    fabricara unos guantes de goma. Este fue el comienzo del uso de
    los guantes en los quirófanos. De proteger a alguien que
    padecía una enfermedad, se pasó después a
    proteger el campo estéril de las manos del cirujano y de
    las de los ayudantes.

    Louis Pasteur (1822-1895) fue el descubridor de los
    gérmenes causantes de los forúnculos y la
    osteomielitis, y obtuvo la vacuna del carbunco y la rabia.
    Continuó con el desarrollo de la bacteriología y su
    relación con la enfermedad habiendo estudiado muchos casos
    de niños en cama con fiebre en los hospitales.
    Declaró ante la sociedad médica que había
    encontrado su causa y dibujó un diseño semejante a
    un rosario que conocemos como estreptococo o cadena cocos. De
    esta forma, introdujo cambios fundamentales al inducir a la
    búsqueda de antimicrobianos.

    El descubrimiento de los antibióticos
    constituyó un arma muy valiosa para el control de las
    infecciones. Pero paradójicamente este gran adelanto es
    responsable, en parte, del gran incremento de las Infecciones
    Hospitalarias por microorganismos resistentes, que caracteriza
    uno de los problemas epidemiológicos más salientes
    de la atención médica en la actualidad.

    El período terapéutico de la
    Infectología (1925-1950) pareció haber resuelto el
    problema de las enfermedades infecciosas, de hecho se erradicaron
    algunas de ellas, pero lleva al período de desconcierto
    que dura hasta la actualidad. Este surge cuando, tras el
    optimismo anterior, se comienza con un uso desmedido de los
    antimicrobianos y se empieza a evidenciar el olvido de las normas
    clásicas de asepsia y antisepsia.

    Se produce así un evidente cambio en la
    etiología infecciosa, la aparición de
    patógenos oportunistas y el creciente problema de la
    resistencia a los antibióticos configuran
    alguno de los problemas que hacen que las infecciones
    hospitalarias sean reconocidas mundialmente como uno
    de los grandes problemas de salud pública. (23)

    Ante esta situación, se hace imprescindible la
    creación de un equipo de personas cuya única
    misión esté encaminada a luchar contra la misma.
    (24)

    En la década del 50, severas epidemias de
    infecciones hospitalarias por Staphylococcus aureus en
    cirugías y en unidades pediátricas fueron
    reportadas en Europa y en Estados Unidos, siendo esto lo
    más importante para establecer la necesidad de la
    epidemiología hospitalaria y crear los sistemas de control
    de infecciones y el rol de la enfermera especializada en control
    de infecciones(23)

    En los años 60, se llevaron a cabo estudios
    más sistemáticos para acometer el problema (26)
    como resultado de los cuales se instituyeron programas más
    organizados del control de infecciones.

    El Centro de Control de Enfermedades (CDC) de Estados
    Unidos de Norte América, y otros organismos, recomiendan
    una serie de medidas de prevención y control y, a
    principios de 1970, hubo un gran aumento en el número de
    programas de vigilancia y control de infecciones
    hospitalarias.(27)

    En 1979, los hospitales que participaron en el estudio
    nacional de infecciones nosocomiales de EEUU informaron 44.785
    infecciones hospitalarias que se produjeron en 1.362.342
    pacientes hospitalizados y dados de alta durante ese
    año.

    En Inglaterra, las Infecciones Hospitalarias constituyen
    la causa de unas cinco mil muertes al año y consumen, en
    el mismo período, los recursos de aproximadamente 27
    hospitales de tipo medio. Cada caso de Infección implica
    cerca de dos semanas de internación extra, con la
    consiguiente sobre ocupación de camas y la merma en la
    eficiencia del nosocomio. En ese país, reducir las
    Infecciones Hospitalarias a la mitad equivaldría a la
    construcción, equipamiento y puesta en marcha de 13
    hospitales de 400 camas cada uno. (28,29)

    España ofrece un caso interesante pues desde hace
    quince años realiza Estudios de Prevalencia de las
    Infecciones Nosocomiales (EPINE) (30), sobre las que ha alcanzado
    una significativa reducción. El logro obedece,
    básicamente, a dos claves: un enfoque multidisciplinario
    del problema y la constante actividad a pie de cama. Con respecto
    a este último punto, resultó indispensable la tarea
    de enfermeras formadas de modo específico para combatir
    dichas Infecciones, pues llevan a cabo un continuo y exhaustivo
    seguimiento de las prácticas hospitalarias.

    Por su parte, en Suiza se realizó un estudio en
    los hospitales dependientes de la Universidad de Ginebra, que fue
    considerado de alta prioridad por las autoridades nosocomiales.
    El programa monitoreó el lavado de manos del personal y lo
    relacionó con la incidencia de las Infecciones
    Hospitalarias. Fue encabezado por un equipo multidisciplinario,
    contó con una importante campaña de difusión
    y concientización dentro de los hospitales y
    utilizó especialmente los servicios del personal de
    enfermería. Las conclusiones fueron claras: en cinco
    años, las Infecciones habían descendido
    aproximadamente un cuarenta por ciento; por otro lado, los costos
    del estudio fueron considerablemente menores a los que hubieran
    resultado de la atención de las Infecciones Hospitalarias
    evitadas. (31,32)

    El National Nosocomial Infection Survillance System
    (NNISS) es un sistema de vigilancia voluntario y de amplitud
    nacional para las infecciones hospitalarias que comenzó en
    1970 en Estados Unidos y que perdura en la actualidad, bajo el
    nombre National Healthcare Safety Network (NHSN),
    tomándose como modelo internacional en otros países
    (27).

    I. 2. b. Nacionales

    Los hospitales de Argentina no escapan a las situaciones
    antes mencionadas. Es así como por ejemplo, el Dr.
    Francisco Javier Muñiz (1795-1871) fallece tras
    contagiarse de fiebre amarilla ayudando a combatir este terrible
    mal.

    En el año 1924, la hermana Crecencia
    Pérez, perteneciente a la congregación de hermanas
    de huerto, contrae una tuberculosis pulmonar trabajando como
    enfermera en la atención de pacientes en el Hospital y
    Asilo Marítimo que fuera fundado, en Mar del Plata, por
    las Damas de Sociedad de la Ciudad de Buenos Aires para la cura
    climática de la Tuberculosis en 1893, hoy Instituto
    Nacional de Epidemiología "Dr. Juan H Jara" (INE-
    ANLIS).

    Igual suerte corrieron muchos médicos y
    enfermeras de hospitales en épocas de epidemia.

    Por esa época, la mayor preocupación
    estaba centrada en las infecciones asociadas a cirugías, a
    tal punto que las autoclaves para esterilizar y las
    pequeñas centrales de esterilización formaban parte
    de las unidades quirúrgicas. Esto aún perdura en
    algunos hospitales de nuestro país.

    En los offices de enfermería, existían
    hervidores de agujas y jeringas que se retiraban con una pinza
    especialmente diseñada para tal fin, pero al no saber cual
    se retiraba, si las que llevaban tiempo hirviendo o las
    últimas colocadas, eran causal de tétanos y
    abscesos post inyectables intramusculares.

    En la década del 60, en el Hospital Muñiz,
    se inaugura una unidad de cuidados respiratorios en pacientes
    tetánicos graves a cargo del Dr. Vicente Mazzafero quien,
    ante la situación y las prácticas realizadas a los
    pacientes que se asistían, comienza a implementar medidas
    de prevención y control de infecciones hospitalarias en
    los internados en dicha unidad.

    A fines de los 60, ante la necesidad de disminuir la
    morbimortalidad por infecciones hospitalarias, comienzan a
    funcionar comités de prevención y control de
    Infecciones en algunos hospitales, como el Sor María
    Ludovica, de la ciudad de La Plata y otros.

    Durante los años 70, se estudian desde el INE
    casos de tétanos por inyectables intramusculares en
    pacientes internados en el Hospital Mar del Plata.

    Por otra parte, los laboratorios de microbiología
    estaban muy poco desarrollados, no existían o se usaban
    escasamente, por lo que la mayoría de los tratamientos
    antibióticos eran empíricos. Algunas de estas
    costumbres han mejorado, pero aun hoy cuesta conseguir que los
    laboratorios de microbiología posean el lugar destacado
    que deben ocupar en los hospitales.

    Por la misma época, se publican casos de
    infecciones hospitalarias en distintos hospitales de Argentina y
    se trata de establecer programas de prevención y
    control.

    Dentro de los pioneros en el tema es primordial
    mencionar al Dr. Juan Carlos Pinto, quien en 1956 realizó
    estudios tendientes a desterrar el uso de tambores de
    Schimmelbusch (y similares) para esterilizar, demostrando su
    ineficacia (33). Así mismo, escribió varios
    tratados sobre preparación de materiales y
    esterilización.

    Un papel destacado fue el de los Drs. Miguel
    D´Aquino y Roberto Rezk, quienes en la década del 70
    y desde la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la
    Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA), desarrollaron
    trabajos sobre contaminación de fomites y acción de
    desinfectantes, aún en vigencia. (34)

    El Dr. Vicente E. Mazzáfero y la Dra. Leslie B.
    Saubert, fueron pioneros en el desarrollo de programas de
    prevención y control de IH en Argentina y escribieron el
    primer libro sobre el tema llamado Infecciones Hospitalarias,
    publicado en el país en 1978, por Editorial
    El Ateneo (16).

    II. ESTADO ACTUAL
    DEL CONOCIMIENTO

    El estado "actual" del conocimiento aquí
    presentado refiere a la situación de las IH en la
    Argentina al año 2003, fecha en que se propuso este Plan
    de tesis.

    En el capítulo denominado "Resultados Obtenidos",
    se actualiza el estado del conocimiento al año 2010, fecha
    en que se concluye el presente trabajo. En este sentido, puede
    observarse el impacto de las acciones tomadas respecto de la
    validación de la hipótesis y objetivos.

    II.1.
    SITUACIÓN INTERNACIONAL

    En la década de 1970, los CDC iniciaron el
    estudio sobre la eficacia de Control de Infecciones Nosocomiales
    del proyecto (SENIC) para examinar la eficacia de la vigilancia
    de las infecciones nosocomiales y los programas de control en los
    Estados Unidos (30). Los objetivos del SENIC fueron: 1) medir el
    grado en que el desarrollo de programas de control de la
    infección se había adoptado en los hospitales de
    EE.UU. y 2) determinar en qué medida estos programas
    habían reducido las tasas de infección
    nosocomial.

    La metodología SENIC incluyó una encuesta,
    en 1976, de todos los hospitales de EE.UU. para determinar la
    vigilancia específica y las características de
    control de sus programas de prevención y control de
    infecciones (en 1975 – 1976), se efectuó una
    revisión de más de 339.000 registros de los
    pacientes en 338 hospitales de EE.UU. seleccionados al azar para
    determinar la presencia de Las infecciones nosocomiales
    (35).

    SENIC encontró que los hospitales habían
    reducido sus tasas de infección nosocomial en
    aproximadamente un 32% cuando el programa de control y vigilancia
    de las infecciones incluía cuatro componentes: 1) el
    énfasis adecuado en las actividades de vigilancia y los
    esfuerzos vigorosos de control, 2) por lo menos un profesional de
    control de infecciones, a tiempo completo, por cada 250 camas y
    un epidemiólogo del hospital capacitado para la vigilancia
    de factores de riesgo y las infecciones de herida
    quirúrgica, 4) la retroalimentación de las tasas de
    infección de la herida a la práctica de los
    cirujanos. Sin embargo, los componentes necesarios para la
    prevención era variada para los cuatro tipos principales
    de infección nosocomial (es decir, infección del
    tracto urinario, infección del torrente sanguíneo,
    la infección respiratoria baja, e infecciones de herida
    quirúrgica) (36,37)

    Las infecciones por dispositivos y aparatos
    médicos utilizados en las unidades de cuidados intensivos
    (UCI) constituyen una grave amenaza para la seguridad de los
    pacientes. Según un informe del Sistema Nacional de
    Vigilancia de Infecciones Nosocomiales de los Centros para el
    Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de los
    Estados Unidos de América, las tasas medias acumuladas de
    infecciones relacionadas con el uso de aparatos de
    ventilación y catéteres venosos y urinarios fueron
    de 3,9‰; 4,0‰; y 5,4‰ días de uso,
    respectivamente. (28)

    En un informe de 79 hospitales que
    reportaron datos de 2.334 meses, sobre 196 unidades,
    desde octubre de 1986 a diciembre de 1990. La media de las tasas
    de infección fue de 9,2% con 23,7‰ días
    pacientes en riesgo. El pool de medias de tasas de
    infección asociadas a catéteres urinarios en
    pacientes adultos fue de 7,5 ‰ y en pediatría de
    5,3 ‰ Las bacteriemias asociadas a catéter central
    fueron de 6,6 ‰ y las neumonías asociadas a
    respirador de 14,0 ‰

    En neonatología las infecciones asociadas a
    catéter central y umbilical fueron: en < 1000 gr.
    12,6‰; 1001- 1500 gr. 7,8‰; 1501-2500 gr.
    5,6‰; >2500 gr. 4,8 ‰ Las
    neumonías asociadas a respirador fueron: en < 1000 gr.
    4,9‰; 1001-1500 gr. 4,0‰; 1501-2500 gr. 3,5‰
    y > 2500 gr. 2,9‰. (38)

    Las anteriores son solo algunas cifras de las conocidas
    que permiten ubicar a las Infecciones Hospitalarias según
    factores de riesgo y días pacientes en
    exposición.

    Para analizar la incidencia de infecciones asociadas con
    el uso de dispositivos y aparatos médicos en las UCI de
    países en desarrollo, se realizó un estudio
    multicéntrico de vigilancia prospectiva de este tipo de
    infecciones entre los años 2002 y 2005. En total
    participaron 55 UCI, pertenecientes a 46 hospitales de 28
    ciudades de Argentina, Brasil, Colombia, India, Marruecos,
    México, Perú y Turquía, todos miembros del
    Consorcio Internacional para el Estudio de Infecciones
    Nosocomiales (39).

    De los 21.069 pacientes hospitalizados en las UCI
    participantes, durante un total de 137.740 días, 3.095
    adquirieron infecciones hospitalarias asociadas con dispositivos
    y aparatos médicos, para una tasa de 22,5 infecciones por
    1000 días de permanencia en las UCI.

    En general, la neumonía fue la infección
    más frecuente (41,0% de los casos de infección;
    24,1 ‰ de uso del ventilador), seguida por las infecciones
    asociadas con catéteres del sistema venoso central (30,0%
    de las infecciones; 12,5 ‰ días de uso de
    catéter) y las infecciones del tracto urinario asociadas
    con el uso de catéteres (29,0%; 8,9 casos ‰
    días de uso de catéter).

    En 84,0% de los casos de infección por
    Staphylococcus aureus se aislaron cepas resistentes a la
    meticilina, 51,0% de los aislamientos de Enterobacteriaceae eran
    resistentes a la ceftriaxona y 59,0% de los de Pseudomonas
    aeruginosa
    , a las fluoroquinolonas. La tasa bruta de
    mortalidad en los pacientes con infecciones asociadas a
    dispositivos y aparatos médicos varió entre 35,2%
    (infecciones del sistema circulatorio asociadas con el uso de
    catéteres) y 44,9% (neumonía asociada con el uso
    del ventiladores).

    Las elevadas tasas de infecciones asociadas con
    dispositivos y aparatos médicos en las UCI de los
    países en desarrollo pueden deberse a la falta de
    regulaciones nacionales que exijan la realización de
    programas de control de infecciones nosocomiales y la
    acreditación hospitalaria de las instituciones sanitarias,
    así como también, la mejora de la deficiente
    higiene que predomina en una parte de esas instalaciones. Otro
    factor que puede haber influido en estos resultados es el uso de
    tecnologías obsoletas en algunas UCI. Por ejemplo, aunque
    el uso de sistemas cerrados de infusión intravenosa
    predomina en los países desarrollados, los sistemas
    abiertos se utilizan casi universalmente en los países en
    desarrollo.

    Estos datos no representan a ningún país
    en particular y es probable que las variaciones en la eficiencia
    de la vigilancia y los recursos institucionales puedan haber
    influido negativamente en las tasas encontradas.

    Uno de cada diez pacientes europeos que ingresa en un
    hospital se contagia allí. Estas infecciones nosocomiales
    causan anualmente la muerte a 50.000 personas, según un
    informe sobre enfermedades infecciosas del Centro Europeo
    para la Prevención y el Control de Enfermedades
    (ECDC), presentado en Estocolmo. (40)

    Se trata del primer informe de esta agencia comunitaria
    que analiza el estado de las enfermedades infecciosas en la
    Unión Europea (UE). El trabajo analiza los datos de 49
    patologías a lo largo de una década en los 25
    países que eran miembros de la UE en 2005, más
    Islandia, Lichtenstein y Noruega.

    De acuerdo con el documento, en las clínicas de
    la Unión Europea se contagian cada año unos tres
    millones de personas, y la tendencia está al alza. El
    comisario europeo de Salud, Markos Kyprianou, calificó
    esta cifra de infecciones nosocomiales como inaceptable. "En los
    próximos años una de las prioridades de la
    Comisión y el ECDC será combatir este problema",
    señaló. (41)

    Es de destacar el trabajo de la Asociación
    Americana de Hospitales, del Centro de Control de Enfermedades de
    Atlanta en Estados Unidos (CDC), y ciertas publicaciones
    específicas sobre control de infecciones, así como
    algunas normas que se han elaborado por consenso en el
    país (Guías para la Prevención y Control de
    las Infecciones Nosocomiales) que si bien en muchos hospitales se
    trata de aplicarlas, en otros parecería que se recurre a
    las mismas solo en casos de emergencia, observación que
    continúa hasta la actualidad.
    (41,42,43,44,45,46,47)

    II.2.
    SITUACIÓN NACIONAL

    En lo que respeta a los comités y programas de
    control de infecciones en los hospitales, la realidad en
    Argentina es muy heterogénea.

    En algunos establecimientos se presentan trabajos
    relatando las experiencias adquiridas en el tema y que muchas
    veces no pasa de una mera publicación científica,
    siendo pocas las ocasiones en que llegan a aportar una
    metodología de abordaje útil frente a la
    situación demostrada.

    También es un hecho frecuente que frente a un
    brote epidémico de determinadas afecciones, como por Ej.:
    infecciones postoperatorias, sepsis por Klebsiella
    pneumoniae
    en neonatología, etc. surjan denuncias
    periodísticas, explicaciones de las autoridades y
    esporádicamente, por inquietud de ciertos grupos
    profesionales, estudios que en la mayoría de los casos
    quedan inconclusos al pasar el episodio que los originó, o
    finalizan en una mera publicación tomándose medidas
    de prevención y control temporales, que se
    discontinúan luego en el tiempo.

    En ocasiones, se constituye a nivel hospitalario un
    comité de infecciones que funciona durante un tiempo y que
    generalmente pierde continuidad de acción por las
    obligaciones propias de cada uno de los integrantes que deben
    sumar a sus tareas habituales las del comité. Así
    como por el desaliento de los mismos ante la falta de
    políticas institucionales que avalen su
    gestión.

    En otras ocasiones, dichos comités quedan
    constituidos pero funcionan solo ante la emergencia.
    También suele ocurrir que se designe al servicio de
    infectología a cargo de las actividades de
    prevención y control de infecciones, siendo muy frecuente
    que los mismos se limiten solo a las actividades de
    prevención secundaria, como es la recuperación de
    la salud. Son escasos los comités que realmente llevan una
    labor permanente con años de experiencia en
    prevención primaria y secundaria.

    En cuanto a estudios y programas a nivel
    nacional, cabe señalar que desde

    1978 y hasta la fecha, funciona en el INE, el Programa
    de Epidemiología y Control de las Infecciones
    Hospitalarias siendo reconocido por el Ministerio de Salud de la
    Nación como Programa Nacional por Resolución
    Ministerial 2885/83

    En los años 80, se estudiaron desde el INE casos
    de Conjuntivitis y Onfalitis en recién nacidos internados
    en salas de neonatología, producidas por
    Staphylococcus aureus resistente a Meticilina.
    (48)

    En 1983, la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP)
    realiza un estudio colaborativo de Infecciones Hospitalarias en
    33 hospitales de Argentina (49).

    En la década del 90, se efectúa una
    experiencia tendiente a la implementación de un Programa
    Nacional de Vigilancia de IH, que se llamó SIVENIH
    (Sistema Intensificado de Vigilancia Epidemiológica
    Nacional de Infecciones Hospitalarias), participando 25
    establecimientos públicos y privados de Argentina durante
    el período julio de 1995 a diciembre de 1996.

    Mediante el estudio, se obtuvieron las primeras cifras
    de IH a nivel nacional, cuya tasa global superó el
    10%.

    Considerando como factores de riesgo la
    asociación a asistencia respiratoria mecánica,
    catéter central y/o catéter urinario, se obtuvo una
    tasa de un 18,7‰ días pacientes en riesgo, en
    unidades de cuidados intensivos de adultos, mientras que en
    unidades de cuidados intensivos pediátricos las cifras fue
    de 10,4‰

    En las unidades de cuidados intensivos neonatales para
    pacientes menores de 1500 gr. la tasa fue de 11,7‰ y en
    los mayores de 1501 gr. de 8,2‰ (38)

    Este estudio se implementó en modalidad "piloto",
    constituyendo el primer antecedente de Programa Nacional de
    Vigilancia de IH de Argentina.

    SIVENIH demostró que era factible implementar un
    sistema nacional de vigilancia de infecciones hospitalarias. A su
    vez, esta experiencia permitió determinar algunas
    necesidades en términos de procedimientos, herramientas y
    organización del trabajo. También demostró
    que es imprescindible abordar el problema desde una perspectiva
    amplia, que contemple tanto la capacitación, la
    investigación como la normatización y el
    asesoramiento, a fin de hacer que la vigilancia sea efectiva y
    eficiente.

    Ya en este siglo, los Proyectos Validar e IRIQ (50,51)
    realizados con el fin de corroborar la aplicación de los
    indicadores NNIS, demostraron que en Argentina es posible aplicar
    definiciones e indicadores similares a las utilizadas por los CDC
    y que las tasas de infección obtenidas en dichos estudios
    fueron superiores a las de los hospitales que reportan al
    NHSN.

    En todos los casos, y pese a los pocos antecedentes
    existentes, queda demostrado que las infecciones hospitalarias en
    general y las infecciones asociadas con dispositivos y aparatos
    en particular, tanto en las Unidades de Cuidados Intensivos
    (UCI), como en las intervenciones quirúrgicas; constituyen
    un problema prioritario de salud pública. Ergo, es
    recomendable la intervención del Estado en este
    sentido.

    II.3.
    MOTIVACIÓN PARA LA ELECCIÓN DEL
    TEMA

    Como se puede apreciar del análisis de
    situación al momento de la presentación del tema de
    tesis, no había trabajos ni antecedentes que publicaran
    indicadores respecto de las Infecciones Hospitalarias en
    hospitales de Argentina que fueran representativos de la realidad
    nacional, ni mucho menos, programas oficiales permanentes y
    consolidados, tanto a nivel jurisdiccional como nacional, que
    abordaran esta problemática en forma de vigilancia
    continua y sistemática.

    Sólo se conocían escasos datos sobre la
    existencia de algunos comités de infecciones y/o programas
    de prevención y control a nivel hospitalario y
    existía un primer intento de Programa
    Nacional de Vigilancia que permitía estimar la
    factibilidad y efectividad de su implementación siempre
    que se tuvieran en cuenta una serie de condiciones "aprendidas"
    en esa experiencia fundacional.

    Otro factor clave a la hora de considerar la importancia
    de la prevención y control de las IH es su impacto
    económico. La adquisición de una infección
    durante la internación le suma al paciente una
    patología inesperada, incrementa su estadía y puede
    dejarle secuelas, a veces irreversibles, o llevarlo al
    fallecimiento.

    Las Infecciones Hospitalarias prolongan la
    internación, como mínimo 5 días, pudiendo
    extenderse hasta los 10, 15 o incluso 30 días adicionales
    y más. Esto provoca el bloqueo en la ocupación de
    las camas para otros pacientes y el consiguiente aumento de la
    demanda insatisfecha.

    Además, debemos advertir que hay Infecciones que
    se manifiestan luego de que el paciente ha recibido el alta, en
    ocasiones hasta varios meses después, por lo que requiere
    ser internado nuevamente, y a veces ser sometido a
    cirugías (Ej. Remoción de prótesis) pudiendo
    quedar con secuelas invalidantes.

    Contemplándose el tratamiento requerido,
    más la extensión de la estadía hospitalaria
    como un costo directo, este se puede estimar entre U$S 200 y 4000
    (52,53). Al respecto un trabajo realizado en el Hospital
    Interzonal Especializado Materno Infantil (HIEMI) de Mar del
    Plata, Argentina, en pacientes pediátricos demostró
    que el 3,7 % de los 2.632 pacientes estudiados adquirió IH
    con una prolongación de la estadía promedio de 10
    días y un costo diario de 101,40 dólares por
    paciente, según el nomenclador SAMO de la Provincia de
    Buenos Aires que en general subestima los costos, no obstante
    significa un costo promedio de 1.014 dólares por paciente
    lo que multiplicado por los 98 pacientes en un año
    significaron 99.372 dólares. (54)

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