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Jesús en el nuevo testamento




Enviado por Cristian Salas



Partes: 1, 2

  1. Nacimiento e infancia
  2. La
    vida pública de Jesús
  3. Camino
    del Jordán
  4. Juan
    Bautista
  5. El
    Bautismo de Jesús
  6. Las
    tentaciones del desierto
  7. Milagros de Jesús
  8. Entrada en Jerusalén y purificación
    del Templo
  9. Conclusión

Introducción

El tema que elegí fue en base a las
primeras clases de teología, donde me despertó
curiosidad los hechos que fueron adjudicando a Jesús como el
Mesías que el pueblo esperaba. Me gustaría profundizar
en la historia de Jesús y como fue reconocido como el
Mesías, desarrollando un poco su historia en parte humana y
parte divina, por así decirlo, y llegar a conocer un poco
mas sobre los milagros que realizo, sobre su vida, lo que tuvo
que pasar para liberar al hombre de sus pecados, etc.

1- Nacimiento e
infancia

La Sagrada Familia (José, María y
Jesús, con Isabel y su hijo Juan el Bautista, parientes de
Jesús según el Evangelio de Lucas)

Los relatos referentes al nacimiento e
infancia de Jesús proceden exclusivamente de los evangelios
de Mateo (Mt 1,18-2,23) y de Lucas (Lc
1,5-2,52).4 No hay relatos de
este tipo en los evangelios de Marcos y Juan. Las
narraciones de Mateo y Lucas difieren entre sí:

·
Según Mateo, María y su esposo, José, viven
(según parece, pues no se relata ningún viaje ) en
Belén. María queda inesperadamente embarazada y
José resuelve repudiarla, pero un ángel le anuncia en
sueños que el embarazo de María es obra del
Espíritu Santo y profetiza, con palabras del profeta
Isaías (Is 7,14), que su hijo será el
Mesías que esperan los judíos (Mt 1,19-21). Unos magos
de Oriente llegan a Jerusalén preguntando por el "rey de los
judíos que acaba de nacer" con la intención de
adorarlo, lo que alerta al rey de Judea, Herodes el Grande, que
decide acabar con el posible rival. Los magos, guiados por una
estrella, llegan a Belén y adoran al niño. De nuevo, el
ángel visita a José (Mt 2,13) y le advierte de la
inminente persecución de Herodes, por lo que la familia huye
a Egipto y permanece allí hasta la muerte del monarca (de
nuevo notificada a José por el ángel, que se le
presenta por tercera vez: Mt 2,19-29). Entonces, José se
instala con su familia en Nazaret, en Galilea.

· En el
evangelio de Lucas, María y José viven en la ciudad
galilea de Nazaret. La historia de la concepción de
Jesús se entrelaza aquí con la de Juan el Bautista, ya
que en este evangelio María e Isabel, madre del Bautista,
son parientes y el nacimiento de Jesús es notificado a
María por el ángel Gabriel (lo que se conoce como
Anunciación: Lc 1,26-38). El emperador Augusto ordena un
censo en el cual cada uno debe empadronarse en su lugar de
nacimiento y José debe viajar a Belén, por ser
originario de este lugar. Jesús nace en Belén mientras
se encuentran de viaje y es adorado por pastores. Lucas
añade además breves relatos sobre la
circuncisión de Jesús, sobre su presentación en el
Templo y su encuentro con los doctores en el Templo de
Jerusalén, en un viaje realizado con motivo de la Pascua,
cuando contaba doce años.

En los evangelios de Mateo y de Lucas
aparecen sendas genealogías de Jesús (Mt
1, 2-16; Lc 3, 23-38). La de Mateo se remonta al patriarca
Abraham, y la de Lucas a Adán, el primer hombre según
el Génesis. Estas dos genealogías son idénticas
entre Abrahán y David, pero difieren a partir de este
último, ya que la de Mateo hace a Jesús descendiente de
Salomón, mientras que, según Lucas, su linaje
procedería de Natam, otro de los hijos de
David. En ambos casos, lo que se muestra es la ascendencia de
José, a pesar de que, según los relatos de la infancia,
éste solo habría sido el padre putativo de
Jesús.

2- La Vida Pública de
Jesús.

Después de treinta años de vivir
una vida sencilla, de trabajo, de familia, Jesús emprende el
camino.

Deja todo atrás y comienza su vida
pública. Tres años dedicados a cumplir su misión,
predicando, curando, enseñando. Ha llegado el momento de
anunciar el Reino de Dios, de dar las pistas necesarias para
alcanzar la salvación.

Conozcamos en profundidad todo lo que
sucedió en estos tres años:

3- Camino del
Jordan

Ha llegado la hora

Jesús -un desconocido- toma el camino
del Jordán. Deja Nazaret, y todos sus recuerdos. Lo deja
impulsado por el Espíritu Santo, y consciente del gran reto
del amor, que es redimir. Sabe que tiene que comprar a gran
precio la vida de los hombres y camina decidido. Cada paso es un
acto de amor al mundo entero. El mundo abre sus caminos a los
pies de aquél que anunciará la buena nueva. La mente y
el corazón de Jesús se abren a todos. Ha llegado la
hora en que el Eterno abre la historia a un tiempo nuevo. Ha
llegado un paso más de la plenitud del tiempo. Ha llegado la
luz al mundo que se bate en las tinieblas.

Al dejar Nazaret, Jesús deja muchas
cosas. Treinta años de vida de amor intenso. Conoció un
hogar con calor de amor en todos sus rincones. Todos allí
sirven por amor. José pasó de hombre joven a maduro
hasta conocer la muerte, con el consuelo de estar con María
-esposa virgen- y el Niño, que ya es hombre, junto a su
último suspiro. María pone un toque maternal en todos
los rincones. Su maternidad virginal es tan pura, que es la madre
más madre de todas las madres. José puso el taller
donde Jesús santificó el trabajo de los hombres,
elevando el quehacer de las manos y la mente a vocación de
santidad y redención que completa el acto creador de cada
esfuerzo. Y el sudor que vino desde Adán se torna salvador;
aunque cueste, es acto de amor.

Deja Jesús en Nazaret muchas horas de
oración en silencio amoroso, en canto de salmos y
oración pública con José y con María. Deja el
suave obedecer, donde el mandato más fuerte es "por favor".
Donde todos obedecen a todos, aunque siguiendo el orden que quiso
el Padre eterno, y el Hijo quien más obedece, y está
más sujeto, pues ama con esa libertad que todo puede. Deja
de escuchar los dulces cantos de María, sus coloquios cuando
cae la tarde y al mediodía. Deja la comida familiar que,
aunque austera, es alivio del cuerpo y ocasión de encuentro
familiar, siempre nuevo. Deja el descanso cuando el cuerpo se
rinde al sueño, y reposa confiado sin miedo alguno. Deja
eso, que es familia, que es amor encarnado en la tierra, reflejo
de la vida del Eterno, para entrar en un mundo que
ofrece mil sorpresas, algunas amorosas, otras hostiles, todas
ellas difíciles. Pero camina decidido, pues el amor ha
madurado en aquella casa es el que le lleva, diciendo de nuevo:
"¿No sabéis que debe dedicarme a las cosas de mi
Padre"
(Lc).

El camino

El camino desciende por la feraz llanura de
Esdrelón; se acerca por Samaria al río Jordán, y
allí en silencio peregrino se dirige al lugar dónde
está Juan cerca de Judea, va buscando al nuevo profeta que
clama en el desierto. Juan es el pariente que, con signos de
Dios, vino a este mundo de madre estéril y fecunda por
gracia de Dios, que todo lo cuida, para bien de los hombres. La
llamada a la conversión se hace clamorosa y muchos,
conscientes de sus pecados, caminan hacia las aguas, sin saber
que junto a ellos va también un hombre joven y maduro que
quiere llevar sobre sí el pecado de todos y el pecado del
mundo. Camina Jesús abriendo el mundo a tres años que
le cambiarán de desierto en paraíso para todo aquel que
quiera amar del mismo modo que Jesús, y creer con la fe
nueva. Dios que camina entre los hombres.

4- Juan
Bautista

Y, en efecto, en el Jordán estaba
Juan, conocido también como el Bautista, porque bautizaba
con agua llamando a la purificación de los pecados y
preparando la venida del Mesías:

"He aquí que yo envío a mi
mensajero, para que te preceda, y prepare tu
camino.

Voz del que clama en el desierto: Preparad
el camino del Señor, enderezad sus sendas" (Is).

"Apareció Juan Bautista en el desierto
predicando un bautismo de penitencia para
perdón de los pecados. Y acudía a él toda la
región de Judea y todos los habitantes de Jerusalén, y
eran bautizados por él en el río Jordán,
confesando sus pecados. Juan llevaba un vestido de pelos de
camello y un ceñidor de cuero a la cintura, y comía
langostas y miel silvestre. Y predicaba diciendo: Después de
mí viene el que es más poderoso que yo, ante quien yo
no soy digno de inclinarme para desatar la correa de sus
sandalias. Yo os he bautizado en agua, pero él os
bautizará en el Espíritu Santo" (Mc).

La voz y la Palabra

Jesús camina hacia este hombre. Juan
es la voz. Jesús es la Palabra que llenará de luz el
mundo entero. Los que escuchen la voz estarán más
próximos a conocer la palabra que salva, la palabra
definitiva del Padre, el Verbo de vida, que es el Hijo.
Jesús camina junto a otros con la seguridad del que sabe que
va a cambiar el mundo aquellos días. Se mezcla entre los
peregrinos, hombres de buena voluntad, y va en silencio, pues es
mucho lo que se va a revelar el próximo día.

5- El Bautismo de
Jesús

El Evangelio de san Mateo, en el
capítulo 3, nos narra el episodio del Bautismo de
Jesús, momento en el que Él se manifiesta como enviado
del Padre y comienza su vida pública:

En aquel tiempo, fue Jesús de Galilea al
Jordán y se presentó a Juan para que lo bautizara. Pero
Juan intentaba disuadirlo, diciéndole: -Soy yo el que
necesito que tú me bautices, ¿y tú acudes a
mí-?

Jesús le contestó: -Déjalo
ahora. Está bien que cumplamos así todo lo que Dios
quiere.- Entonces Juan se lo permitió. Apenas se
bautizó Jesús, salió del agua; se abrió el
cielo y vio que el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y
se posaba sobre él. Y vino una voz del cielo que decía:
-Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto.-

Jesús se encuentra en el río
Jordán, en Galilea, con Juan el Bautista y comienzan a
hablar. Jesús le pide que lo bautice, pero Juan se resiste:
-¿y tú acudes a mí?-… No Jesús
-pensaría Juan- soy yo el que necesita ser bautizado por Ti,
soy yo el necesitado de tu perdón, el
pecador.

El Evangelio nos cuenta como continúa
el diálogo: -Jesús le contestó: -Déjalo
ahora. Está bien que cumplamos así todo lo que Dios
quiere?.- Y ya Juan no puede resistirse y lo bautiza. Y cumple
Jesús toda justicia. Él, siendo inocente, asume los
pecados de los hombres haciéndose Él mismo pecador.
Esta decisión libre, de amor hasta el extremo, le
costará la vida entregada en la cruz. Jesús no
tenía pecado, pero solamente Él era capaz de hacernos
merecedores del perdón de los pecados.

El agua simboliza la limpieza del alma.
Jesús la santificó al sumergirse en ella, sumergiendo
así todos los pecados de los hombres.

Al salir Jesús de las aguas se
manifiesta abiertamente la Santísima Trinidad: La voz es la
del Padre, eterno Amante, el que engendra al Hijo en un acto de
amor eterno, dándole toda su vida. El Hijo es el Amado,
igual al Padre según su divinidad y consustancial con el
Padre, los dos son uno en unión de amor. El Padre le dio
toda su vida, y el Hijo ama al Padre con ese amor obediente. El
Padre se complace en ese hombre que le ama con amor total y ama a
su vez a los hombres en el Hijo.

La paloma simboliza el Espíritu Santo.
Jesús es ungido por el Espíritu. Es así el
Cristo, el nuevo rey del reino del Padre.

6- Las tentaciones del
desierto

El silencio

Jesús es llevado por el Espíritu
al desierto para un gran combate; va a asumir su vocación de
Mesías con toda su plenitud humana. Jesús vive la
experiencia religiosa en una forma de espiritualidad extrema.
Muchos hombres religiosos se han sentido llamados al silencio de
modo que su espíritu se expanda en una relación con
Dios, sin que nada distraiga esa tensión. Muchos han
experimentado el ayuno como una forma de purificación en que
el cuerpo extingue sus pulsiones para que el espíritu
emerja. En el antiguo hinduismo era frecuente esa acción,
como también en el budismo aunque sin llegar a tanto
extremo. Siempre han existido eremitas, en todas las culturas
religiosas. Cristo asume la espiritualidad religiosa de los
más religiosos de los hombres.

El demonio

En esa tensión se dan las tentaciones
que se prolongarán a lo largo de su vida, pero que aquí
se plantean con gran crudeza: el diablo, como enemigo lúcido
que plantea los verdaderos problemas, será el padre de la
mentira, que intentará disuadir a Jesús de su
misión. Este agente oscuro es tan importante en la vida de
los hombres, que si se excluye no se entienden problemas como el
mal y el bien, ni mucho menos el Evangelio de Jesucristo. El
demonio es un ser vivo, creado, inteligente, pero pervertido y
pervertidor. Él se rebela contra Dios de un modo lúcido
y consciente, y encuentra en ese orgullo un gozo amargo y triste
al tiempo. En sus tentaciones, no tratará solamente de
investigar quién es Jesús, ni en un juego intelectual
habilidoso, aunque lo es, sino de plantear su propia
tentación al hombre que ha sido llamado el Hijo Amado que
trae el bautismo de fuego superior al bautismo de agua. El diablo
no cree que un hombre pueda amar más allá del amor
propio y se lo va a decir claramente a Jesús, no sin
engaños y con métodos capciosos.

El diablo tienta a
Jesús

"Entonces fue conducido Jesús al desierto por el
Espíritu para ser tentado por el diablo. Después de
haber ayunado cuarenta días con cuarenta noches, sintió
hambre. Y acercándose el tentador le dijo: Si eres Hijo de
Dios, di que estas piedras se conviertan en panes. El,
respondiendo, dijo: Escrito está:

No sólo de pan vive el hombre, sino de
toda palabra que procede de la boca de
Dios.

Luego, el diablo lo llevó a la Ciudad
Santa y lo puso sobre el pináculo del Templo. Y le dijo: Si
eres Hijo de Dios, arrójate abajo. Pues escrito está:
Dará órdenes acerca de ti a sus ángeles, para que
te lleven en sus manos, no sea que tropiece tu pie contra alguna
piedra.

Y le respondió Jesús: Escrito
está también: No tentarás al Señor tu Dios.
De nuevo lo llevó el diablo a un monte muy alto, y le
mostró todos los reinos del mundo y su gloria, y le dijo:
Todas estas cosas te daré si postrándote me
adoras.

Entonces le respondió Jesús:
Apártate Satanás, pues escrito está: Al Señor
tu Dios adorarás y a El sólo darás
culto"(Mt).

El momento adecuado

Las tentaciones se dan tras cuarenta
días y cuarenta noches de oración y ayuno. Siente
hambre, se agota, experimenta las limitaciones del cuerpo, la
mente también es influida por el cansancio y el hambre y la
soledad.

Satanás elige el momento más
adecuado para tentarle, aquel en que está debilitada la
humanidad. Ahí, en situación extrema, es donde se
verá si Cristo acepta el reto que le va a
plantear.

Es posible que la creencia en la divinidad
de Jesús lleve a pensar, que en el fondo, las
tentaciones son externas y ficticias, como de mentirijillas. Pero
no es así: real fue el dolor y la muerte, y real es el
hambre y la sed. Jesús experimenta la trepidación de la
tentación, ve el lado positivo que toda tentación
propone, y descubre lo negativo, más o menos oculto, pero
que acabará saliendo a relucir. De ahí, también,
que la victoria sea real, humana. El resultado final
confirma a Satanás que se puede ser fiel al proyecto amoroso
del Padre, que es posible cumplir la voluntad de Dios
también como hombre, a pesar de las alternativas que se le
ponen delante.

El sentido de las
tentaciones

Es cierto que las tentaciones tienen un
sentido de ejemplo para que los hombres venzan las provocaciones
al mal. Es un primer nivel no despreciable. Muchos ven en las
tentaciones las tres concupiscencias: el desorden de la
sensualidad y la carne, la llamada de la soberbia y del orgullo,
y la inquietud por el dinero y el poder. Las respuestas de Cristo
aciertan en las soluciones, el espíritu está sobre la
materia y debe regirla; la humildad lleva a confiar en Dios; y el
poder es para servir a Dios y a los demás. De hecho, es
frecuente entre los hombres que el primer obstáculo en el
que muchos quedan atrapados sea la sensualidad del comer, del
beber o la impureza. Un segundo nivel, tienta la
soberbia y el amor propio, y viene el ansia de dominar a los
demás. En un tercer nivel el mundo como fin último del
hombre, engloba todas las sugerencias del mal cuando se coloca en
lugar de Dios.

La primera tentación

Las tres tentaciones tienden a quebrar el
mesianismo de Jesús. Pero hay un nivel más profundo.
Veamos la tentación primera. Jesús tiene cuerpo en su
doble vertiente de sentido y afectividad, tiene, por tanto
necesidades sensitivas y afectivas. La tentación dice: "Si
eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes",
es decir haz un milagro con tu poder de Hijo de Dios para
satisfacer tus necesidades. El pan es el alimento para la vida;
pero, al satisfacerla, se encuentra un placer en la función
natural. Jesús nunca dice que eso sea malo. Lo mismo ocurre
con la procreación que añade a los efectos del cuerpo
la satisfacción del afecto. Nada dice el texto de la
extensión de la tentación; pero entre los hombres estas
cuestiones son universales. Jesús añade la dificultad
del ayuno y del celibato, prescindiendo libremente del uso
legítimo de esas tendencias corporales y afectivas por un
amor más alto. Ahí incide la tentación: transforma
el gozo natural en amor propio; benefíciate, búscate en
algo tan natural como estas satisfacciones, o ¿acaso son
malas?

Vivir el amor

La respuesta de Jesús es clara: no son
malas, pero "No sólo de pan vive el hombre, sino de toda
palabra que procede de la boca de Dios". Si el diablo le hubiese
propuesto algo ilícito Jesús lo habría tenido que
rechazar, de forma obligada; pero, en esta primera
tentación, Jesús rechaza algo que en sí no es
malo, pero se trata de vivir un amor que vaya más allá
del amor propio y de la satisfacción que producen cosas
buenas. Y rechaza decir que esas realidades sean malas y
pecaminosas, aunque deben someterse a un amor superior. No se
trata sólo de superar la gula y la impureza, sino de vivir
un amor espiritual superior. De hecho, el Hijo de Dios es sobrio
con naturalidad, y conviene que no tenga
descendencia según la carne, sino sólo según el
espíritu. El amor al Padre y a los hombres debe estar por
encima de cosas que en otros son buenas y
santificantes, pero a Él se le ha pedido más. El
amor a su misión debe ser superior al tirón de los
sentidos y de la afectividad, e incluso del deseo de tener una
descendencia humana. Jesús responde con una palabras del
libro de la Sabiduría en las que señala que el placer
de los sentidos no es malo dentro de su función natural,
pero no es todo. El amor sensitivo y el afectivo son buenos, pero
existe el amor espiritual. El que ama con este amor espiritual
supera las atracciones de lo sensible, sin decir que sean malas,
aunque pueden serlo por desorden o por exceso. El primer combate
ha concluido, aunque la tentación acechará a Jesús
toda la vida, especialmente en la cruz, donde el dolor será
máximo. El amor de verdad pudo más.

La segunda tentación

La segunda tentación es más
profunda y complicada. El diablo cita el salmo 91 diciendo: "Si
eres Hijo de Dios, arrójate abajo. Pues escrito está:
Dará órdenes acerca de ti a sus ángeles, para que
te lleven en sus manos, no sea que tropiece tu pie contra
alguna piedra". El demonio sigue tentando a Jesús, a
partir de lo que, en Él, forma parte de su ser: era hijo de
Dios y confía en el Padre como nadie lo ha hecho jamás
en la tierra, por eso Satanás plantea la
posibilidad de la salvación de la humanidad a través de
un milagro. Esto es posible tanto para Dios, como para el que lo
pide con fe: quiere salvar a la humanidad. Se trata de dejar
boquiabiertos a los hombres ante la manifestación de un
poder sobrenatural. La gente quedaría admirada ante el
éxito del nuevo salvador. Se creía en aquellos momentos
que el Mesías anunciaría la salvación de Israel
desde aquel pináculo del templo de altura imponente. Le
sugiere que las gentes veneran a los triunfadores y se
convertirán con esa acción milagrosa. Le oculta con
engaño que se puede introducir la vanidad de ser admirado
por lo prodigioso, y se abandona el camino de
humildad.

Jesús podía usar su poder, no sólo en los
milagros para ser admirado y admitido por todos. Pero
quedaría oculta – u oscurecida- la manifestación
del amor, un amor que no puede esconder ni un ápice de amor
propio; y es precisamente en la cruz en la que la
máxima humildad revela el mayor amor.

Tentar a Dios

La tentación es contra el mismo Dios
como se ve en la respuesta de Jesús: "Escrito está
también: No tentarás al Señor tu Dios". ¿Es
posible tentar a Dios? Sí. No porque Dios pueda pecar, cosa
imposible; sino, en el sentido de que Él se decida a cambiar
su proyecto de salvación; la tentación, esta vez, se
dirige a que Jesús rechace el camino más difícil,
que es el del dolor y la expiación, el de la muerte y el del
sacrificio, y le propone el de utilizar el de una salvación
evidentemente sobrenatural que, prácticamente, le asegure el
éxito entre los suyos. Otro camino de salvación,
sí; pero menos reveladora del amor.

Y Cristo, el Hijo, elige la sabiduría
del amor del Padre; rechaza el camino del triunfo humano lejos
del camino de la humildad, tan rodeado de piedras, persecuciones,
insultos y muerte. ¿Acaso no puede arrasar a todos los
perseguidores y aplastarlos como gusanos? Sí puede, pero el
camino humilde permite encontrar excusas a los díscolos y
tratarles con misericordia, aunque con la estricta justicia
sólo merecerían castigo e ira.

No tentar a Dios es confiar en su
misericordia y su decreto de salvación del hombre a
través de un sacrificio perfecto, oculto a los ojos del
mundo.

La tercera tentación

La tercera tentación es aún
más honda. Jesús se proclamará, como había
sido profetizado, rey de justicia, de paz, de prosperidad, de
victoria, y ahí incidirá la seducción: "De nuevo
lo llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró
todos los reinos del mundo y su gloria, y le dijo: Todas estas
cosas te daré si postrándote me adoras". Puede parecer
un acoso alocado, pero es en esta tentación donde la
frialdad de la astucia diabólica es mayor y la lucha
más frontal. Le propone un reino donde impere la justicia,
la ley buena, la paz. El diablo le dice: "somos inteligentes,
podemos organizar un reino de justicia. Toma el poder
político, impón un reino en el que todos puedan, y
deban, ser justos; y así podrán alcanzar la
salvación que tú propones. No está fuera de tus
posibilidades organizar un movimiento que llegue más lejos
que lo que realizó un hombre como Alejandro
Magno". Y ante los ojos de Cristo desfilan los reinos humanos que
se han sucedido en la historia desde las formas de
organización más rudimentarias y primitivas, en las que
tantos hombres sobrevivieron malviviendo, hasta las grandes como
Babilonia, China, India, Persia, Grecia, Roma; y el esplendor de
esos reinos refulge lleno de gloria. ¿Será posible
hacer algo mejor? Es posible, es más, es deseable para unos
hombres que suspiran por la paz, la justicia, la libertad y la
prosperidad. Si además es un reino religioso, mejor que
mejor: será nada menos que el reino de Dios entre los
hombres. Dios en las leyes, en la economía, en el arte, en
las ciencias, en la convivencia, en la familias y en toda
organización humana.

Pero hay dificultades que el diablo oculta,
y no en vano será llamado por Jesús
"príncipe de este mundo". Es fácil que los
poderosos con el poder; se cieguen, se sirvan a sí mismos,
se mundanicen en todos los sentidos de la palabra. Pero, sobre
todo, se trata de que los hombres conviertan su
corazón, que el reino de Dios anida en su interior y
después se transmita a lo exterior. Dios respeta la libertad
de los hombres, no quiere imponerse desde arriba, sino desde el
amor personal.

La respuesta de Jesús

La respuesta de Jesús es más
tajante que en los casos anteriores: "Entonces le respondió
Jesús: Apártate Satanás". Ya no puede soportar
más insidia, y hace un acto de acatamiento a la
sabiduría amorosa del Padre. Dios sabe más; el reino
será realidad en los que quieran: no será quitada la
libertad a los hombres. Cierto que la pueden usar
para burlarse de Dios, pero siempre tendrán al alcance
su misericordia. El reino se realizará en cada corazón
y a través de cada hombre en su actividad humana, y de
ahí a todas las estructuras humanas. La existencia del
pecado obstaculizará la justicia y el progreso; pero al
final el Padre me enviará como rey y como juez para los que
quieren – mal o bien- la libertad, esta es la grandeza humana y
la sabiduría del Padre. Es difícil aceptar la libertad,
pero sin ella es imposible el amor, y en este reino es esencial,
hasta

el punto de que no hay justicia posible sin
libertad; todo el engaño de la tentación está
ahí: suprimir el amor de la creación y rechazar el amor
de Dios cuya gloria es la vida amorosa del hombre, no un
engreimiento soberbio del que quiere ser admirado, "pues escrito
está: Al Señor tu Dios adorarás y a El sólo
darás culto". Esto es el reino de Dios: la justicia de Dios
entre los hombres y el que ellos veneren y acaten la
perfección del amor divino.

"Entonces lo dejó el diablo, y los
ángeles vinieron y le servían". Es el primer
triunfo en la primera batalla en el interior de Cristo y
vence. Los ángeles, que también habían vencido, se
alegran con el triunfo del Hombre, y le consuelan. Pero la suerte
está echada; las batallas seguirán de un
modo casi continuo hasta el final especialmente en la
Pasión.

7- Milagros de
Jesús

Los milagros de Jesús pueden dividirse
en cinco grupos:

1 -Sobre la naturaleza

2 -De curación física

3 -De liberación
demoníaca

4 -Victorias sobre voluntades
hostiles

5 –Resurrecciones

Milagros sobre la naturaleza: 9

· Cambia el agua en vino en Caná
(Jn 2).

· Primera pesca milagrosa (Lc
5).

· Calma la Tempestad (Mt 8; Mc 4; Lc
8).

· Primera multiplicación de panes
(Mt 14; Mc 6; Lc 9; Jn 6).

· Camina sobre las aguas (Mt 14; Mc 6;
Jn 6).

· Segunda multiplicación de panes
(Mt 15; Mc 8).

· La moneda aparece en el pez (Mt
17:27).

· Maldición de la higuera (Mt 21;
Mc 1l).

· Segunda pesca milagrosa (Jn
21).

Milagros de curación
física

Jesús hizo muchísimas curaciones
milagrosas en su vida pública. Hay referencias en los
Evangelios a muchas curaciones que no son relatadas en detalle
(Mt 4; Lc 4, 6; Mc 6), pero si se relatan 20
curaciones:

· El hijo de un funcionario real (Jn
4).

· La suegra de Pedro (Mt 8; Mc 1; Lc
4).

· El leproso (Mt 8; Mc 1; Lc
5).

· El paralítico (Mt 9; Mc 2; Lc
5).

· El paralítico de Betesda (Jn
5).

· Hombre de la mano paralizada (Mt 12;
Mc 3; Lc 6).

· El sirviente del Centurión (Mt
8; Lc 7).

· El ciego (Mt 12; Lc 11).

· La Hemorroísa (Mt 9; Mc 5; Lc
8).

· Dos ciegos (Mt 9).

· Endemoniado mudo (Mt 9).

· El sordomudo (Mc 7).

· Ciego de Betesda (Mc 8).

· Niño lunático (Mt 17; Mc
9; Lc 9).

· Ciego de nacimiento (Jn
9).

· Mujer encorvada por espíritu
inmundo (Lc 13:10-13).

· Hombre hidrópico (Lc
14:1-4).

· Diez leprosos (Lc 17).

· Ciego de Jericó (Mt 20; Mc 10;
Lc 18).

· El siervo que perdió la oreja
(Lc 22:51).

Milagros de liberación de endemoniados
(exorcismos con manifestaciones físicas). Las formulas
generales para exorcizar (Mc 1) y el pasaje de Mt 8: 16 -"le
trajeron muchos endemoniados"- demuestran que endemoniados eran
numerosos en la vida pública de Jesús. Algunos casos
fueron contados con detalle. Algunos de estos incluyen
también curación física y por eso aparecen en la
lista de arriba.

· Endemoniado en Capernaum (Mc 1; Lc
4).

· Sordomudo (Mt 12; Lc 1
l).

· Geraseno (Mt 8; Mc 5; Lc
5).

· Endemoniado mudo (Mt 9).

· Hija de la mujer Syro-Fenicia (Mt
15; Mc 7).

· Niña lunática (Mt 17; Mc
9; Lc 9).

· Mujer encorvada por espíritu
inmundo (Lc 13:10-13).

Victoria de Jesús sobre voluntades
hostiles

En algunos casos en los que Jesucristo
ejerció poder extraordinario sobre sus enemigos no está
claro si fue por intervención de poder divino o por los
efectos naturales de la ascendencia de su extraordinaria voluntad
humana sobre la de aquellos hombres. En Jn7:30, 44; 8:20 los
judíos no lo arrestan porque la hora no había llegado.
En Jn 8:59, no lo arrestan porque se escondió.
Hay dos casos en que parece que se trata del ejercicio de su
poder:

1.Cuando saca los vendedores del Templo (Jn
2; Mt 21; Mc 11; Lc 19);

2. El episodio de su escape de la turba
hostil en Nazaret (Lc 4).

Resurrecciones

Jesús respondió a los enviados de
Juan Bautista: «Id y contad a Juan lo que oís y veis:
los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y
los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia
a los pobres la Buena Nueva" (Mt 11; Lc 7). La forma general en
que habla de resurrecciones hace pensar que Jesús
resucitó a muchos mas de los tres que no aparecen en el
Evangelio:

· Hija de Jairo (Mt 9; Mc 5; Lc
5).

· Hijo de la viuda de Naim (Lc
7).

· Lázaro (Jn 11).

Milagros por intercesión de la
Virgen

El primer milagro que nos relata el
Evangelio, Las Bodas de Caná (Jn 2), ocurrió por
intercesión de la Virgen María. La Virgen también
estaba con los Apóstoles en Pentecostés, cuando se
derramó el Espíritu Santo y se dieron muchos portentos
milagrosos. La intercesión de la Virgen no se ha
interrumpido en la historia de la Iglesia, mas
bién en estos últimos tiempos está en aumento como
lo demuestran apariciones y milagros por todo el
mundo. La Iglesia no aprueba oficialmente sino unas pocas, pero
estas son suficientes para demostrar que La Virgen María
sigue haciendo milagros.

8- Entrada en Jerusalén y
purificación del Templo

Según los cuatro evangelios,
Jesús fue con sus seguidores a Jerusalén para celebrar
allí la fiesta de Pascua. Entró a lomos de un asno,
para que se cumplieran las palabras del profeta Zacarías (Zc
9:9: "He aquí que tu rey viene a ti, manso y montado sobre
un asno, sobre un pollino hijo de una bestia de carga"). Fue
recibido por una multitud, que lo aclamó como "hijo de
David" (según el Evangelio de Lucas, fue aclamado solo por
sus discípulos). En los evangelios de Lucas y de Juan,
Jesús es aclamado como rey.

Según los evangelios sinópticos,
a continuación fue al Templo de Jerusalén, y
expulsó de allí a los cambistas y a los vendedores de
animales para los sacrificios rituales (el Evangelio de Juan, en
cambio, sitúa este episodio al comienzo de la vida
pública de Jesús, y lo relaciona con una profecía
sobre la destrucción del Templo). Vaticinó la
destrucción del Templo y otros acontecimientos
futuros.

Unción en Betania y Última
Cena

En Betania, cerca de Jerusalén, fue
ungido con perfumes por una mujer. Según los
sinópticos, la noche de Pascua cenó en Jerusalén
con los Apóstoles, en lo que la tradición cristiana
designa como Última Cena. En el transcurso de esta cena
pascual, Jesús predijo que sería traicionado por uno de
los Apóstoles, Judas Iscariote. Tomó pan en las manos,
diciendo "Tomad y comed, éste es mi cuerpo" y, a
continuación, cogiendo un cáliz de vino, dijo: "Bebed
de él todos, porque ésta es la sangre de la Alianza,
que será derramada por la multitud para la remisión de
los pecados". Profetizó también, según los
sinópticos, que no volvería a beber vino hasta que no
lo bebiera de nuevo en el Reino de Dios.

Arresto

Tras la cena, según los
sinópticos, Jesús y sus discípulos fueron a orar
al huerto de Getsemaní. Los apóstoles, en lugar de
orar, se quedaron dormidos, y Jesús sufrió un momento
de fuerte angustia con respecto a su destino, aunque decidió
acatar la voluntad de Dios.

Judas había efectivamente traicionado
a Jesús, para entregarlo a los príncipes de los
sacerdotes y los ancianos de Jerusalén a cambio de treinta
piezas de plata. Acompañado de un grupo armado de espadas y
garrotes, enviado por los príncipes de los sacerdotes y los
ancianos, llegó a Getsemaní y reveló la identidad
de Jesús besándole la mejilla. Jesús
fue arrestado. Por parte de sus seguidores hubo un conato
de resistencia, pero finalmente todos se dispersaron
y huyeron.

Juicio

Tras su detención, Jesús fue
llevado al palacio del sumo sacerdote Caifás (según el
Evangelio de Juan, fue llevado primero a casa de Anás,
suegro de Caifás). Allí fue juzgado ante el
Sanedrín. Se presentaron falsos testigos, pero como sus
testimonios no coincidían no fueron aceptados. Finalmente,
Caifás preguntó directamente a Jesús si era el
Mesías, y Jesús dijo: "Tú lo has dicho". El sumo
sacerdote se rasgó las vestiduras ante lo que consideraba
una blasfemia. Los miembros del Sanedrín escarnecieron
cruelmente a Jesús. En el Evangelio de Juan, Jesús fue
llevado primero ante Anás y luego ante
Caifás. Solo se detalla el interrogatorio ante
Anás, bastante diferente del que aparece en los
sinópticos. Pedro, que había seguido a Jesús en
secreto tras su detención, se encontraba oculto entre los
sirvientes del sumo sacerdote. Reconocido como discípulo de
Jesús por los sirvientes, le negó tres veces (dos
según el Evangelio de Juan), como Jesús le había
profetizado.

A la mañana siguiente, Jesús fue
llevado ante Poncio Pilato, el procurador romano. Tras
interrogarle, Pilato no le halló culpable, y pidió a la
muchedumbre que eligiera entre liberar a Jesús o a un
conocido bandido, llamado Barrabás. La multitud, persuadida
por los príncipes de los sacerdotes, pidió que se
liberase a Barrabás, y que Jesús fuese crucificado.
Pilato se lavó simbólicamente las manos para expresar
su inocencia de la muerte de Jesús.

Crucifixión

Jesús fue azotado, lo vistieron con un
manto rojo, le pusieron en la cabeza una corona de espinas y una
caña en su mano derecha. Los soldados romanos se burlaban de
él diciendo: "Salud, rey de los Judíos". Fue obligado a
cargar la cruz en la que iba a ser crucificado hasta un lugar
llamado Gólgota, que significa, en arameo, "lugar del
cráneo". Le ayudó a llevar la cruz un hombre
llamado Simón de Cirene.

Dieron de beber a Jesús vino con hiel.
Él probó pero no quiso tomarlo. Tras crucificarlo, los
soldados se repartieron sus vestiduras. En la cruz, sobre su
cabeza, pusieron un cartel en arameo, griego y latín con el
motivo de su condena: "Este es Jesús, el Rey de los
Judíos", que a menudo en pinturas se abrevia INRI ("Iesus
Nazarenus Rex Iudaeorum", literalmente "Jesús de Nazaret,
Rey de los Judíos"). Fue crucificado entre dos
ladrones.

Hacia las tres de la tarde, Jesús
exclamó: "Elí, Elí, lemá sabactani", que en
arameo significa: "Dios mío, Dios mío, ¿por
qué me has abandonado?", según los evangelios de Mateo
y Marcos. Las palabras finales de Jesús difieren en los
otros dos evangelios. También hay diferencia entre los
evangelios en cuanto a qué discípulos de Jesús
estuvieron presentes en su crucifixión: en Mateo y Marcos,
son varias de las mujeres seguidoras de Jesús; en el
Evangelio de Juan se menciona también a la madre de
Jesús y al "discípulo a quien amaba" (según la
tradición cristiana, se trataría del apóstol Juan,
aunque en el texto del evangelio no se menciona su
nombre).

Sepultura

Un seguidor de Jesús, llamado
José de Arimatea, solicitó a Pilato el cuerpo de
Jesús la misma tarde del viernes en que había muerto, y
lo depositó, envuelto en una sábana, en un sepulcro
excavado en la roca. Cubrió el sepulcro con una gran piedra.
Según el Evangelio de Mateo (no se menciona en los otros
evangelios), al día siguiente, los "príncipes de los
sacerdotes y los fariseos" pidieron a Pilato que colocase frente
al sepulcro una guardia armada, para evitar que los seguidores de
Jesús robasen su cuerpo y difundieran el rumor de que
había resucitado. Pilato accedió.

Resurrección y
ascensión

Los cuatro evangelios relatan que
Jesús resucitó de entre los muertos al tercer día
después de su muerte y se apareció a sus
discípulos en varias ocasiones. En todos ellos, la primera
en descubrir la resurrección de Jesús es María
Magdalena. Dos de los evangelios (Marcos y Lucas) relatan
también su ascensión a los cielos. Los relatos sobre
Jesús resucitado varían, sin embargo, según los
evangelios:

· En el Evangelio de Mateo, María
Magdalena y "la otra María" fueron al sepulcro en la
mañana del domingo. Sobrevino un terremoto, y un ángel
vestido de blanco removió la piedra del
sepulcro y se sentó sobre ella. Los guardias, que
presenciaron la escena, temblaron de miedo y "se quedaron como
muertos" (Mt 28, 1-4). El ángel anunció a
las mujeres la resurrección de Jesús, y les
encargó que dijeran a los discípulos que fueran a
Galilea, donde podrían verle. Al regresar, el propio
Jesús les salió al encuentro, y les repitió que
dijeran a los discípulos que fueran a Galilea (Mt 28, 5-10).
Entre tanto, los guardias avisaron a los príncipes de los
sacerdotes de lo ocurrido. Éstos les sobornaron para que
divulgaran la idea de que los discípulos de Jesús
habían robado su cuerpo (Mt 28, 11-15). Los
once apóstoles fueron a Galilea, y Jesús les hizo el
encargo de predicar el evangelio (Mt 28, 16-20).

· En el Evangelio de Marcos, tres
seguidoras de Jesús, María Magdalena, María la de
Santiago y Salomé, fueron al sepulcro el domingo, muy de
mañana, con la intención de ungir a Jesús con
perfumes (Mc 16, 1-2). Vieron que la piedra que cubría el
sepulcro estaba removida. Dentro del sepulcro, descubrieron a un
joven vestido con una túnica blanca, quien les anunció
que Jesús había resucitado, y les
ordenó que dijesen a los discípulos y a Pedro que
fuesen a Galilea para allí ver a Jesús. Se indica que
María y sus compañeras no dijeron nada a nadie, pues
tenían miedo (Mc 16, 3-8). A continuación, se dice que
Jesús se apareció a María Magdalena (sin mencionar
a las otras mujeres), y que esta dio al resto de los seguidores
de Jesús la buena noticia, pero no fue creída (Mc 16,
9-11). Jesús volvió a aparecerse, esta vez a dos que
iban de camino: cuando estos discípulos contaron lo
ocurrido, tampoco se les creyó (Mc 16, 12-13). Finalmente,
se apareció a los once apóstoles, a los que
reprendió por no haber creído en su resurrección.
Les encomendó predicar el evangelio, y subió a los
cielos, donde está sentado a la derecha de Dios (Mc 16,
14-20).

Partes: 1, 2

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