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Libro sobre libertad de prensa y expresión en Paraguay



Partes: 1, 2, 3, 4

    Prologo

    LIBERTAD DE EXPRESIÓN….AL FILO DE
    LA
    NAVAJA Siempre es una honra hacer el prologo de
    cualquier trabajo, y lo es mayor, cuadno ese trabajo –como
    el presente –contiene tantas identidades cn el prologuista
    que consigue hacerlo suyo. La academia es el vehículo que
    logró conectar al autor y al prologuista, en su
    af"án mutuo de generar debate fomentar el enriquecimiento
    cultural de nuestros pueblos y trascender en nuestras fronteras,
    mediante la inestigación científica, el contraste y
    la revisión. En más honroso aún, cuando se
    trata de la dilatada carrera del Dr. Juan Marcelino
    González Garcete, que exige de quienes nos acercacamos a
    su aura, una suma de esfuerzos.

    ¿Es poco común que el prefacio y el
    prólogo de alguna obra contengan un nombre o
    mención. Esta es una de esas excepciones, pero el
    prologuista tiene la particularidad de colocar el nombre al
    prefacio y al prólogo en sus trabajos publicados. Aparte
    de esta aclaratoria nos permitimos resaltar por cómun las
    siguientes notas.

    La primera, que las líneas en las que se inscribe
    la obra del Dr. Juan Marcelino González Garcete, por su
    contenido aplican a cualquier país, no solo por explicitar
    los hechos históricos de donde vienen las figuras que
    trata en forma puntual (libertad en general, de expresión,
    de información, de prensa, entre otros), sino que interesa
    el tratamiento dado a estos derechos –a veces
    garantía –en forma de valores, lo que agrega un
    grado de universalidad estupendo. Y expresa en este trabajo es
    tan pertinente que para Nueva Zelanda, Estados Unidos, Paraguay o
    Venezuela, con la única diferencia que en países
    con "democracias" más consolidadas –que no son
    nuestros países, los mecanismos de protección
    ciudadana para el ejercicio de aquellos derechos tienen
    más vigencia, para no ser tan bruscos y decir que en
    nuestras democracias no funcionan. Ello lleva a la
    conclusión, que en aquellos regímenes no
    democráticos, no existe un pleno derecho a la
    libertad de expresión, y para nuestra, este mismo trabajo
    fuere imposible publicarlo en aquellos paises totalitarios, donde
    no existe libertad plena. Por eso, leemos del autor, que "La
    libertad, sin la libertad de palabra es inconcebible…".
    (pag. 19).

    El segundo motivo comun de este trabajo, deviene del
    hecho que así como en ciertos casos, por ejemplo, el
    editor de un periódico coloca la frase que no se hace eco
    o responsable por los comentarios, frases o conceptos emitidos
    por los distintos autores y escritores que aparecen que en su
    medio, que es parte del ejercicio de la libertad de conciencia y
    de información, en este caso el prologuista asume una
    posición homóloga con el autor, ent anto suscribe
    las frases y conceptos que emite, más, por su
    preocupación sobre los desmanes que a diario suceden en
    contra el amplio catálogo de derechos que son trasversales
    a la libertad de expresión en general.

    El tema que escogió el autor no es sencillo
    desarrollar porque genera mucho ruido y mueve muchos intereses,
    los sanos y los malsanos, los económicos, los
    políticos, los religiosos, los morales, etc. pero bien
    merece la pena adentrarse a la obra que nos ocupa, donde se
    aprende más de un tema tan sensible, como sucedió
    con nosotros. En sentido contrario de algunos sesgos y fanatismos
    de todo tipo, encontramos como la sociedad plural requiere de un
    ejercicio a la libertad de expresarr las ideas –controlado
    sí, porque lo contrario sería anarquía
    –pero siempre respetando también las libertades de
    todos, y allí radica el quid del asunto en el
    establecimiento de límites.

    Para infortunio nuestro, acompañamos la mencion
    de Libertad de Expresión la frase "al filo de la
    navaja"
    dice mucho, dado el grado de afectacion hoy
    día a este derecho; en tanto la radio de acción de
    la liberta a expresarse tiene muchas aristas, también
    mencionadas en esta obra, como muchos sus tipos,
    vehículos, así como por sus derivadas regulaciones
    (verbigracia, limitaciones, sanciones, permisología), o
    por su mal empleo o desvalorización que es el
    tema que más preocupa, aunado a las presiones gubernativas
    – unas veces implícitas o indirectas, otras veces
    concretas y directas, otras de la sociedad misma a veces en forma
    permisiva.

    Confiamos como el autor, que el derecho de la libertad
    en general es ilimitado per se, o sin causa de que pueda
    poscribirse. Lo que ocurre y aca hay una confusión general
    es que existen ciertas regulaciones (Constitucionales, legales y
    hasta morales) que son necesarias para establecer el control de
    ese derecho (de cada individuo) frente al mismo derecho (de
    libertad) de otros individuos. El que existan límites no
    relativiza su carácter absoluto, antes bien, como bien
    explita el autor "las limitaciones tienen, pues a velar por el
    ejercicio racional del derecho" (pag. 71) Pero esos
    límites lejos de cerrarse deben abrirse, porque el mundo
    va cambiando a la velocidad que avanza la tecnología y los
    vehículos comunicaciones también están
    cambiando. Es necesario examinar y cuestionar estos nuevos
    límites y sus posibles regulaciones, porque lo que yaer
    era privado por ejemplo, ya no lo es por multiples motivos que
    vienen de la mano con la tecnología. Ya lo decía
    LEW MCCREARY, en su ensayo suyo intitulado ¿Qué era
    la privacidad? "Esta versión de la privacidad se refiere a
    todo lo que sabemos sobre nosotros mismos y deseamos controlar,
    pero que la captura continua de nuestra existencia digital
    –las búsquedas Google, el tráficio de e-mail,
    las transacciones comerciales, las huellas marcadas en cookies
    que dejamos en nuestros viajes a través del ciberespacio
    –hace cada vez menos incontrolable. (…) Los
    mecanismos actuales de recopilación y divulguación
    de datos son altamente eficientes, y eso nos lleva a hacernos
    otra pregunta, una desconsoladora: ¿Qué era la
    privacidad?1

    Hacemos la reflexión de cómo ha cambiado
    la vida y el tema de la libertad de expresión, porque
    justamente al momento de escribir este prólogo suceden dos
    hechos paralelos y aparentemente descontextualizados entre
    sí, a no ser que se trata de hechos humanos y por ende,
    siempre con diferencias guardan algunas identidades. Estos hechos
    –sucesos-revelan la condición del título del
    prólogo por la que se invita a leer la obra. Hace un mes,
    en Venezuela fueron detenidas e imputadas penalmente un
    número importante de personas que sin ningún plan,
    ni pertenencia a agrupación social o política
    alguna, amén de ser ciudadanos y poseer derechos
    –incluso afectos al gobierno-, que se encontraban en las
    instalaciones de un tren subtérraneo para usar el
    servicio, hicieron una manifestación pacífica en su
    sede, donde "expresaron"(reclamaron) el pesimo servicio a que
    tienen derecho –por ser ademas un servicio
    "público"-. Más recientemente, se ha generado toda
    una polémica con el portal Wikileaks por la forma como ha
    mostrado "información" sensible en el mundo
    político, diplomático; cuyo autor está en la
    lista de solicitados por la Interpol.

    No estamos diciendo que ambos casos son iguales, ni
    estamos rasgándonos las vestiduras porque se pruebe la
    inocencia de los involocrados, ni avalando lo que dijeron y como
    lo dijeron. Nuestro punto está en que tienen derecho a
    decir, a expresar, a comunicar sus pensamientos, siempre que no
    afecten el derecho de los demás. Deben tratarse como
    inocentes y probárseles que efectivamente se encuentran
    incursos en hechos sancionables. Pero vale otra interrogante,
    ¿hasta donde querien llevar las limitaciones al derecho de
    expresarse a viva voz, y ya hasta en forma digital y remota? La
    respuesta es simple: Hasta donde lo permitimos los
    ciudadanos.

    Por ese motivo, entre los asertos de la obra que con
    gusto y honor prologamos, se encuentra su visión de que
    los políticos son otros.

    Convenimos también con el autor en que en
    desmedro de la universalidad del derecho a la libertad de
    expresión, la politización de los organismos
    hemisféricos a quienes compete supuestamente la defensa de
    estos derechos y sus relacionados, le hace un flaco favor a su
    ejercicio, cuando pierden la objetividad como razón de
    existencia (callando sucesos de sus aliados y cuestionando otros
    de quienees no piensan igual), que se desdibujan en el plano a
    que corresponde, perdiendo mayor legitimidad e influencia en su
    campo de acción.

    Por último, insistimos que no es fácil
    abordar estos temas porque la libertad –así como la
    vida -, es un valor sagrado y viene ligado a otros derechos
    trasversales y a otros de afectacion indirecta, como cuadno se
    complementan (derecho a la prensa y derecho a la
    información), como cuando se enfrentan (derecho al honor o
    intimidad y derecho a la información), lo que obliga no
    pocas veces a ponderar los valores involucrados en la
    resolución de los casos.

    A pesar de todos los inconvenientes –a veces
    abusos –que se cometen en quienes ejercen la
    expresión –que también los hay –
    evocamos a VOLTAIRE ens u afirmación: "Estaré en
    franco desacuerdo con lo estás diciendo, pero
    defenderé hasta la muerte tu derecho a
    decirlo".

    Auguramos éxitos al Dr. JUAN MARCELINO GONZALEZ
    por su interesante contribución a estos complicados temas.
    Otra vez gracias por la deferencia en esta tarea de elaborar el
    prólogo de tan pedagógica obra.

    Gracias por el honor conferido.

    LUIS ALBERTO PETTI GUERRA.

    Caracas, Diciembre 2010.

    Introducción

    Este trabajo quiero dedicárselo a todos mis ex
    profesores de la Universidad Nacional de Asunción, de
    quienes mucho he aprendido en la Ciencia del Derecho, y a todos
    quienes fueron víctimas de la dictadura, y quienes
    injustamente afrontaron procesos penales por expresar ideas y
    opiniones adversas al régimen anterior.

    Igualmente, a todos los periodistas y trabajadores de la
    prensa paraguaya, por afrontar el riesgo que representa hoy en
    día el ejercicio de su profesión, a pesar de las
    constantes intimidaciones y presiones. También a los
    familiares de esos valientes –como el caso de Santiago
    Leguizamón –que ya no se encuentran presentes, con
    el deseo de que la historia premie y dignifique sus
    nombres.

    Empecemos este trabajo, mencionando que desde antiguo se
    ha tenido la concepción de que la prensa y por sobre todo
    la libertad de prensa es una garantía de la vigencia de la
    democracia; es por eso que incluso muchos hablan inclusive de la
    terminología del "cuarto poder" cuando hacen referencia a
    la prensa.

    Algunos juristas y periodistas hablan de que "Es un
    principio indiscutido que un país puede vivir en libertad
    y democracia, solamente con una prensa libre que le sirve de
    fundamento". Y creo que en parte tienen razón, ya que a
    través de ella, se ejerce de manera inequívoca un
    control sobre las actividades del Estado, que escapan incluso a
    los sectores políticos.

    La democracia real y efectiva necesita de la libertad de
    prensa, la libertad de prensa tiene su mayor desarrollo y auge en
    los sistemas democráticos de gobierno, garantizando el
    pleno control de las actividades del gobierno
    nacional.

    La importante función que ejerce la prensa -a
    nuestro entender –es en el hecho de controlar las
    actividades de los funcionarios públicos; pues como su
    nombre lo indica son funcionarios públicos y sus
    actividades deben ser ventiladas en público, y esta es la
    misión fundamental de la prensa libre.

    En este último sentido hay que apuntar, que no
    solo el Estado puede coartar la libertad de prensa, sino que
    también lo pueden hacer los propios hombres de prensa
    (directores, gerentes, propietarios, clientes, etc.,), estos
    pueden ejercer una presión sobre el trabajador de prensa
    para que publique tal o cual información; también
    se puede dar que el propio hombre de prensa, o periodista,
    contrario a sus principios, informe de manera sesgada o
    errónea.

    Ya sabemos lo que implica la libertad de prensa y su
    importancia para el sistema democrático de gobierno, de
    hecho así lo entendieron nuestros Convencionales
    Constituyentes, y han establecido un catálogo de normas
    referentes a la libertad de prensa – más adelante
    veremos su contenido Constitucional-, lo que explica la
    importancia extraordinaria que los mismos le dieron a esta como
    uno de los fundamentos de la democracia, quizás imbuidos
    de que era la única manera de garantizar la vigencia de
    los principios democráticos y evitar el advenimiento
    nuevamente de la rémora del pasado, cual es la
    DICTADURA.

    Ahora bien, conozcamos mejor lo que implica la prensa.
    Se entiende el término "prensa" a todos los medios o
    formas de comunicar al público noticias, opiniones2,
    emociones y creencias, ya sea a través de
    periódicos, revistas, libros, transmisiones de radio,
    programas de televisión, internet o proyecciones
    cinematográficas.

    De modo pensamos que son las diversas maneras de
    comunicar ideas al público, de ahí su importancia
    fundamental, más todavía hoy que tenemos medios
    masivos de comunicación, lo cual no se observaba en los
    principios de la prensa, ya que difícilmente se lograba
    publicar unos pocos impresos.

    Un Estado democrático (o en vías de
    democratización) tiene la obligación de garantizar
    el libre acceso a la información pública,
    así como es deber ciudadano demandar ese libre acceso para
    contar con el parangón de posturas políticas,
    sociales, económicas, culturales, etc., que sirvan para la
    consecuente toma de decisiones en la sociedad.

    Un reconocido autor, nos trae la siguiente
    definición: "Reconocimiento de la posibilidad de
    manifestar ideas o los estados anímicos, de acuerdo con la
    espontaneidad individual; singularmente, cuando trasciende a lo
    público. El tema encuentra su desarrollo positivo al
    tratar la libertad de palabra y de
    pensamiento".
    3

    Aquí no hace referencia a los medios de
    comunicación masiva, sino solo a la forma en que las ideas
    toman estrado público, e implican la comunicación
    de las mismas a todas las personas que accedan a dicha
    información. Además de la mención de la
    libertad de palabra y pensamiento, que son dos esferas
    fundamentales en la libertad de prensa.

    La libertad de prensa comprende los derechos a
    expresarse a través de los medios modernos de
    comunicación: periodismo escrito, radial, televiso,
    internet, etc. Tanto la libertad de pensamiento como la de
    opinión, son presupuestos de la libertad de prensa, puesto
    que esta no hace sino que divulgarla.

    La libertad de prensa está muy vinculada con
    la libertad de pensamiento y de expresión, constituyendo
    estos en los pilares del Estado de Derecho, al estar consagradas
    en todas las Cartas Magnas de las naciones democráticas
    del mundo.

    Por otro lado, la libertad de prensa comprende
    también otros derechos sin los cuales la misma
    carecería de eficacia: la libertad de información y
    la libertad de impresión.

    Es por ello que hablábamos de la libertad de
    prensa está muy vinculada con la democracia, pues es una
    de sus bases, pero también la misma depende de la vigencia
    de la democracia, pues es un país autocrático se da
    la censura previa; que tantos ejemplos ya tuvimos en el
    transcurrir de la historia universal y de nuestra historia patria
    en particular.

    El papel crucial que en ella ocupa la
    información es el de contribuir,
    simultáneamente, al proceso de cristalización y
    sustitución de las estructuras sociales, permitiendo el
    establecimiento de la coordinación necesaria entre los
    individuos para que dicho proceso se produzca.

    Comunicarse es vincularse, poner en común,
    compartir, intercambiar. La comunicación asumida como un
    trabajo específico o relacionado con alguna otra tarea
    cultural, suele transformarse en producción de mensajes,
    manejo de instrumentos o canales, estrategias
    informativas.

    La comunicación es el proceso fundamental y
    vital por el que se trasmiten conceptos en las relaciones de
    persona a persona. Es fundamental en tanto que la
    evolución histórica de las sociedades humanas ha
    estado condicionada a la aptitud que tiene el hombre de trasmitir
    sus emociones, deseos de saber y conocimiento. Vital en cuanto a
    la oportunidad de comunicarnos aumenta las posibilidades de
    supervivencia y su ausencia se entiende como una seria forma de
    trastorno patológico de la personalidad.

    La importancia de este tema radica, en que, hoy en
    día los medios de comunicación constituyen una
    herramienta persuasiva que nos permiten mantenernos en continua
    comunicación con los distintos sucesos, ya sean sociales,
    políticos o económicos, tanto a escala nacional
    como internacional. Y consideramos más importante
    aún medir las consecuencias de estos actos de
    persuasión, y sobre todo llevándolos hacia valores
    positivos de conciencia ciudadana.

    Para ir definiendo los parámetros de esta
    investigación, conviene precisar, ad initio ciertos
    términos que iremos utilizando a lo largo y ancho de la
    obra.

    PUBLICIDAD: La publicidad es más una
    actividad que caracteriza intencionalmente el mensaje que se
    elabora, buscando el cambio de actitudes, rasgos cognitivos y
    comportamientos de los destinatarios, utilizando para ello
    diversos soportes tecnológicos.

    PROPAGANDA: Se llama propaganda, al conjunto
    de técnicas destinadas a propagar ideas, doctrinas y
    opiniones para que esos conceptos sean aceptados por la gente
    que, como consecuencia de ello, se adhieran a ellas. La finalidad
    de la propaganda es ejercer influencia en la actitud de las masas
    y aparece como una empresa organizada para influir y dirigir la
    opinión pública.

    PRENSA. La prensa periódica es el
    medio más representativo, las repercusiones
    políticas que se le atribuyen, llevaron en algún
    momento a acuñar la expresión de "Cuarto Poder",
    para referirse a su capacidad de incidir en la opinión
    pública y en última instancia, en las sociedades
    democráticas, sobre los votantes, por
    ejemplo.

    TELEVISIÓN: La revolución
    informática hace posible la destrucción de barreras
    idiomáticas y el aislamiento recíproco, ya no
    existen las fronteras nacionales para la información. La
    TV ha creado una fuerza cultural penetrante como nunca antes se
    ha visto, tanto en su intensidad como en su
    alcance.

    LA RADIO: La radio nos devuelve al
    ámbito de la noticia, pues comparte con la prensa y la TV,
    la posibilidad de facilitar el conocimiento sobre la realidad a
    través de ella.

    Concluyendo este prefacio, podría decir que
    fueron tres las razones fundamentales las que me motivaron a
    dedicarme a la tarea de escribir un trabajo relacionado con la
    libertad de expresión, lo que puedo asegurar que me
    ha resultado bastante complejo, sobre todo por tratar de
    sistematizar tantas vertientes que tiene este álgido y
    controversial derecho.

    La primera de las razones se debe a mi
    profundo convencimiento de que el derecho a la libertad de
    expresión constituye la piedra angular que toda sociedad
    democrática. Simplemente de su protección, defensa
    y concientización depende del éxito de este sistema
    de gobierno.

    Basta con revistar la historia universal para
    percatarnos con el mayor o menor grado de protección a la
    libertad de expresión del pensamiento ha sido clave para
    el mantenimiento de la institucionalidad democrática y el
    respeto del resto de los derechos fundamentales.

    Los países donde han existido las más
    crudas y brutales aberraciones frente a los derechos del hombre
    se han caracterizado, precisamente, por mantener un
    régimen basado en el terror, el miedo, la represión
    y el silencio. En la medida en que un pueblo no es capaz de
    cuestionar, denunciar y criticar libre y desinhibidamente una
    política, gestión, suceso o funcionario
    público, en esa misma medida se multiplicarán los
    excesos, la violencia, la corrupción y, lo peor de todo,
    la impunidad.4

    Pareciera que nos gusta la idea de que alguien, por lo
    general el gobernante de turno, sea el que nos diga e imponga lo
    que puede decirse y tolerarse. Me atrevo a realizar esta grave
    afirmación por el hecho mismo que en los distintos
    conflictos que han surgido con los posibles excesos de la
    libertad de expresión y en los casos de claras
    trasgresiones a la libertad de expresión, la sociedad
    civil, las universidades, la iglesia y el resto de los grupos de
    presión se han mantenido al margen de estas
    polémicas, o se han limitado a reaccionar en forma
    simplista y hasta desinteresada.5

    En segundo lugar, me preocupa de sobremanera la
    insuficiente literatura especializada en nuestro País
    sobre los temas relacionados con la libertad de expresión.
    Ello, mientras que en la gran mayoría de los países
    democráticos este tema que suele ocupar a una buena parte
    de los juristas, periodistas, filósofos, políticos,
    sociólogos y pensadores en
    general.6

    En la mayoría de los conflictos cotidianos
    relacionados con la libre expresión del pensamiento, se
    debaten con una desesperante superficialidad. Es muy común
    escuchar en cualquier discusión sobre este tema
    afirmaciones como: "aquí hay libertad de expresión
    por qué no hay periodistas presos", o "debe justificarse
    esta medida o restricción por qué ningún
    derecho es absoluto"; o "a los medios hay que subyugarlos porque
    sólo piensan en sus intereses económicos"; y
    pareciera que hasta allí llegan las opiniones
    "especializadas" relacionadas con estos
    asuntos.7

    Obviamente, este trabajo de investigación no va
    ser ese libro guía o referencia, pero al menos es un
    aporte para que se despierte la polémica. Sin embargo, se
    hace un esfuerzo por sistematizar las principales
    polémicas relacionadas con este interesante
    tema.

    La última de mis motivaciones es el
    difícil momento histórico que vivimos hoy
    día, en donde tanto a nivel nacional e internacional, se
    debería plantear un debate profundo sobre este principio
    fundamental para el pleno desarrollo de nuestra
    democracia.

    Quiero aclarar desde el comienzo, que no somos
    defensores de un liberalismo absoluto en materia de libertad de
    expresión, ni rechazamos cualquier tipo de
    intervención estatal en esta materia; pues ningún
    derecho puede considerarse absoluto. Pero si consideramos que
    cada restricción estatal dirigida a limitar la libertad de
    expresión debe ser meticulosamente escudriñada y
    analizada, con la finalidad de evitar que se utilicen ciertos
    conceptos jurídicos indeterminados, como el orden o la
    moral pública, la seguridad nacional o el honor y la
    reputación, para tratar de legitimar, sin más,
    cualquier medida desproporcionada, vaga o imprecisa.

    En fin, nuestro principal objetivo es tratar de crear
    mejores condiciones para nuestra sociedad, a través de la
    tolerancia. En la medida en que aceptemos que no todas las
    informaciones u opiniones tienen que agradarnos o atender
    nuestros intereses; en la medida en que aceptemos que cada quien
    tiene derecho a escuchar, ver o leer lo que le plazca, siempre y
    cuando ello no represente un peligro inminente para los
    demás; en la medida en que aceptemos que para defender una
    idea, a veces hay que defender a nuestro principal
    opositor.

    Por eso, se requiere de un análisis profundo y
    detallado del verdadero alcance de la libertad de
    expresión –y esta es justamente la idea de esta
    obra? y de las diversas fórmulas que buscan su
    represión. No queremos desilusionar al lector, pues
    probablemente no todas sus inquietudes se atienden en estas
    páginas, pero queremos comenzar con algo.

    En definitiva, no encontramos mejores palabras para
    describir la imperiosa necesidad de garantizar la libertad de
    expresión, que las utilizadas por el Juez Federal
    estadounidense, Robert BORK, quien afirmó que "la prensa
    americana es extraordinariamente libre y vigorosa, como debe
    serlo. Pero debe ser así, no por qué no sea
    imprecisa, superficial y parcializada, sino por el hecho de que
    la alternativa a esa libertad es peor que sus
    excesos".8

    CAPÍTULO I:

    Libertad de
    prensa, historia y generalidades

    "Estaré en franco desacuerdo con lo que
    estás diciendo, pero defenderé hasta la muerte tu
    derecho a decirlo".

    VOLTAIRE

    1. IMPORTANCIA DE LA LIBERTAD DE
    EXPRESIÓN.
    No es casualidad que del amplio
    catálogo de los derechos fundamentales establecidos en la
    Constitución, el derecho a la libertad de
    expresión, ocupe un papel estelar en la doctrina y
    jurisprudencia de todos los ordenamientos jurídicos.
    Tampoco es casualidad que la mayoría de las leyes,
    reglamentos, casos, sentencias o proyectos normativos referidos a
    estos temas de libertad de expresión9

    despierten los más feroces y radicales debates en
    los diversos medios de comunicación y en la comunidad en
    general.

    A pesar de que a veces se afirme con suelta ligereza que
    este papel protagónico de la libertad de expresión
    se debe a la afectación de los intereses económicos
    de los propietarios de los medios de que la discusión de
    los asuntos relacionados con este derecho fundamental es un tema
    de Estado, y a la vez es un asunto que interesa a todos los
    ciudadanos, pues de ello no sólo depende una de las
    garantías más elementales del ser humano (libre
    expresión del pensamiento), sino también la forma
    de gobierno más aceptada de nuestros tiempos, la
    democracia.

    Como tendremos oportunidad de demostrar en el presente
    Capítulo –en que desarrollamos la presente
    investigación?, existen diversas teorías, no
    excluyentes entre si, que demuestran la relevancia de este
    derecho fundamental para la persona humana y para el sistema
    democrático de gobierno. Por otra parte, existen
    múltiples organizaciones y normas jurídicas,
    internas e internacionales, que se encuentran destinadas a
    promocionar y proteger este derecho constitucional e, incluso,
    para darle preponderancia frente a otras garantías
    fundamentales.

    2. LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y RESPETO A LOS
    SERES
    HUMANOS.
    10

    Seguidamente, tomaremos prestado la expresión de
    Eusebio Fernández García, quien un una magistral
    conferencia en la Universidad de Madrid, abordada este tema. Y el
    mismo expresó que: "El contenido de mi exposición
    va a consistir en el intento de reivindicar, hasta el
    máximo de lo que me permita la solidez de mis
    argumentación, dos valores imprescindibles en una sociedad
    decente y abierta o libre (en el sentido que K. Popper
    desarrolló en su obra La sociedad abierta y sus
    enemigos
    ): el respeto a los seres humanos y la libre
    expresión de pensamientos, convicciones y formas de
    vida.

    del sistema jurídico de las Constituciones de los
    países de tradición liberal democrática. No
    solamente forman parte, sino que ocupan un lugar sobresaliente y
    son el fundamento de toda una gama de derechos humanos
    fundamentales. No otra cosa dispone el artículo 10 de la
    Constitución Española, en su primer apartado, al
    señalar que, «La dignidad de la persona, los
    derechos inviolables que le son inherentes, el libre desarrollo
    de la personalidad, el respeto a la ley a los derechos de los
    demás son fundamento del orden político y de la paz
    social».

    Me apresuro a indicar, ya desde el comienzo, que por
    respeto a los seres humanos voy a entender siempre, y
    básicamente, la respuesta natural al reconocimiento de que
    todos y cada uno de los seres humanos tienen un valor o
    dignidad.

    Por supuesto que Peter Singer y sus seguidores, los
    más y menos fieles como corresponde a todas esas
    cofradías a las que nos tiene acostumbrado el mundo
    académico (no me refiero a las mafias universitarias, sino
    a los escuadrones de ecologistas, analíticos,
    interculturalistas, diferencistas y generistas, a la vez que
    algunas ongs, por poner algunos ejemplos…), podrían
    objetarme con razón que la dignidad y el respeto no son
    valores que deban exigirse a los seres humanos en relación
    con otros seres humanos , sino que deben abarcar a otros seres no
    humanos (animales no humanos en expresión suya y de su
    discípula Helga Kuhse, entre otros).

    Aún reconociendo las buenas razones esgrimidas
    por P,. Singer, debo resaltar que siempre que utilizo "dignidad"
    o "respeto" estoy pensando en seres humanos, incluidos los que
    él considera que «no son personas en un sentido
    moral». También he de admitir que cuando me enfrento
    a cuestiones como las que aquí deseo plantear, mis
    argumentos teóricos se han subordinado a la defensa de
    algunos objetivos que tienen que ver con la apología de
    ciertas convicciones morales extraídas de la
    tradición cultural humanista e ilustrada y que ello me
    lleva a contemplar con profunda preocupación y rechazo un
    buen número de intentos, que bajo la excusa de adaptar la
    ética y el derecho a la sociedad actual, pretenden una
    irresponsable "desacralización" de la vida humana o un
    tratamiento frívolo de cuestiones tan básicas como
    el sexo, la familia, la vida (aborto) o la muerte (eutanasia) y
    ello aún en el caso, el mejor de los posibles, de que
    tenga lugar en una sociedad democrática y con un gobierno
    y legislativo democráticos.

    Mi idea, por tanto, en torno al concepto de dignidad
    humana es que cada uno de los seres humanos tiene un valor moral
    especial, que ha de ser reconocido y garantizado por las leyes y
    que significa, al mismo tiempo, el derecho a tener unos derechos
    básicos e inviolables.

    En cuanto a la libertad de expresión, no es
    necesario insistir en que debe comprenderse como uno de esos
    derechos sin los que es imposible pensar en una sociedad liberal
    y democrática. Tanto por razones históricas como
    filosóficas representa el triunfo de la tolerancia, la
    discusión y el pluralismo frente al fanatismo, la
    imposición de creencias y el absolutismo moral y
    político. En nuestra Constitución, artículo
    20, aparece como los derechos: «A expresar y difundir
    libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la
    palabra, el escrito o cualquier otro medio de
    reproducción», «a la producción y
    creación literaria, artística, científica y
    técnica», «A la libertad de
    cátedra» y «A comunicar o recibir libremente
    información veraz por cualquier medio de
    difusión».

    Conviene no pasar por alto que el mismo artículo
    20, en su apartado 4º,ya se adelantó a los
    inevitables y normales acontecimientos, en relación con la
    colisión entre el derecho a la libertad de
    expresión y otros derechos constitucionales, prescribiendo
    la siguiente solución, con frecuencia no tenida en
    consideración:

    «Estas libertades tienen su límite en el
    respeto a los derechos reconocidos en este Título, en los
    preceptos de las leyes que lo desarrollan y, especialmente, en el
    derecho al honor, a la intimidad, a la propia imagen y a la
    protección de la juventud y de la
    infancia».

    Finalmente, por lo que afecta a esta
    presentación, una referencia a la metodología
    aquí utilizada. El tratamiento que se presupone es el
    propio de una argumentación moral, pero pensada para su
    aplicación al mundo y al ámbito jurídico. Es
    un buen ejemplo de esa serie de problemas que se encuentran en
    ese terreno común, pero no excluyente, a la Ética y
    al Derecho.

    Por eso el Derecho de una sociedad libre, al mismo
    tiempo que incorpora algunas opciones morales, sirve para poner
    límites a otras. La disciplina académica, inventada
    desde hace siglos para tratar este tipo de problemas se llama
    Filosofía del Derecho. Sea cual sea la extensión y
    amplitud que deseemos dar al contenido de la Filosofía del
    Derecho, parece bastante claro que la creación y
    funcionamiento del Derecho en una sociedad dan lugar a la
    existencia de problemas filosóficos en torno al Derecho, y
    la Constitución no es una excepción a este
    fenómeno. 3. Las cuestiones relativas al alcance de la
    libertad de expresión y su colisión con otros
    derechos constitucionales y con ciertos valores morales (tanto de
    la moralidad crítica, como de la moral social, en el
    sentido que indicó H.L.A. Hart) son, sin duda, cuestiones
    filosófico jurídicas de gran importancia y
    complejidad, que han de ser debatidas por los profesionales en
    los ámbitos académicos y en los medios de
    comunicación, pero cuyo interés afecta a todos los
    ciudadanos.

    Decía, unas líneas antes, que el
    reconocimiento del valor o la dignidad de los seres humanos
    exigen que éstos sean tratados con respeto. Este respeto
    significa en las sociedades libres la aceptación del hecho
    de que tener o tomar a alguien como ser humano significa
    asignarle un número de derechos básicos que definen
    una vida digna. Pero también ese respeto, sin cuya
    realización los seres humanos vivirán por debajo de
    lo soportable, es fuente de otro buen número de deberes
    morales y jurídicos cuyo cumplimiento exige tanto
    omisiones (deberes negativos) como acciones (deberes
    positivos).

    En las actuales sociedades donde se ha hecho realidad el
    Estado de bienestar social (en nuestra Constitución art.
    1.1: Estado social y democrático de Derecho) nos hemos ido
    acostumbrando a vivir con una serie de derechos (más o
    menos garantizados), promesas (más o menos cumplidas),
    deberes (soportados con mayor o menor resignación, aunque
    también asumidos libremente) y una serie de prestaciones
    destinadas a ser satisfechas por los Estados, aunque recortadas,
    o en el intento de ser recortadas, en los últimos
    años.

    No está muy desencaminado quien piense que el
    buen funcionamiento del Estado social y democrático de
    Derecho representaría el haber tomado en serio, tanto la
    sociedad como el Estado, ese respeto a que nos conduce el
    reconocimiento de la igual dignidad de los seres humanos. Sin
    embargo la realidad es muy otra y está llena de
    patologías o fenómenos desintegradores.

    Aquí ni voy a plantear hipótesis que
    tengan que ver con esa realidad, a todas luces incómoda,
    ni voy a analizar una lista completa de esos fenómenos.
    Simplemente me voy a referir a dos de ellos, disculpándome
    previamente del riesgo de dejar muchas cosas importantes al
    margen.

    El primero no tiene que ver directamente con el problema
    o los problemas que deseo plantear, y que están
    contemplados en el segundo fenómeno, pero son el reflejo
    de una actitud que, si se extiende mucho, puede aumentar la
    gravedad de las patologías allí consideradas. Es
    más, una respuesta ciudadana, activa y comprometida, puede
    conducir a la búsqueda de soluciones para ellas. Se trata
    del fenómeno de la burocratización de las
    sociedades del Estado de bienestar social y la creación de
    ciudadanos dóciles, sometidos y manipulados.

    Junto al hecho positivo de ciudadanos que cuentan con
    más derechos y libertades, sin la tragedia de la
    incertidumbre y con bienestar asegurado (estoy hablando de las
    sociedades desarrolladas, aunque siempre habría que tener
    en cuenta las diferencias en la distribución de ese
    bienestar y los marginados o excluidos de él) se ha creado
    y reafirmado un tipo de ciudadano pasivo, en apariencia
    satisfecho, poco comprometido, sin iniciativas de interés,
    consumista inmoderado y nada responsable, para quien el esfuerzo
    por progresar moral y materialmente ha sido sustituido por el
    éxito inmediato y pasajero.

    No tendría mucho sentido insistir en esta poco
    optimista fotografía, si no fuera porque todo ello afecta
    muy negativamente al respeto hacia los demás y hacia uno
    mismo. Cuando la solidaridad ha pasado de ser una virtud moral
    personal dirigida hacia los otros, a convertirse en un objeto y
    contenido de políticas públicas despersonalizadas,
    cuya ejecución las convierte en algo impuesto, actuando en
    contra de la voluntad de los supuestos solidarios a la fuerza, no
    debe sorprendernos que ellos conlleve a la pérdida
    también del respeto.

    Richard Sennett, en un reciente libro, cuyo
    título es El respeto. Sobre la dignidad del hombre en
    un mundo de desigualdad
    , ha estudiado este tipo de
    sociedades con sistemas de protección social, pero sin
    respeto ni reconocimiento de los demás. Valga la cita de
    este texto: «La falta de respeto, aunque menos agresiva que
    un insulto directo, puede adoptar una forma igualmente hiriente.
    Con la falta de respeto no se insulta a otra persona, pero
    tampoco se le concede reconocimiento, simplemente no se la ve
    como un ser humano integral cuya presencia importa.

    Cuando la sociedad trata de esta manera a las masas y
    sólo destaca a un pequeño número de
    individuos como objeto de reconocimiento, la consecuencia es la
    escasez de respeto, como si no hubiera suficiente cantidad de
    esta preciosa sustancia para todos. Al igual que muchas
    hambrunas, esta escasez es obra humana; a diferencia del
    alimento, el respeto no cuesta nada».

    Espero que se vea la relación entre este
    fenómeno social y cultural de escasez de respeto, aunque
    con derechos derivados del supuesto reconocimiento de la dignidad
    humana, con los tres casos que ahora mencionaré, y que
    más tarde trataré de manera sucinta. Se trata de
    dos situaciones derivadas de un ejercicio irrespetuoso con la
    libertad de expresión (aunque llevadas a cabo al amparo de
    sus garantías constitucionales) y de una tercera que, bajo
    la excusa de que existen ciertos secretos de Estado que
    salvaguardan nuestra seguridad y nuestros derechos, actúa
    como un caso normal de censura o de recorte al derecho a la
    información.

    Los casos son, pues, los siguientes: En primer lugar la
    falta de respeto hacia la dignidad de la persona y la libertad de
    expresión que representan ciertos programas de
    televisión (sobre todo) enmarcados en el género de
    la tele-realidad, programas "basura" en los que se juega
    fundamentalmente con una marcada tendencia al exhibicionismo de
    sus actores. Cabe aquí la pregunta de si esa falta de
    respeto y de auto-respeto hacia la dignidad de las personas que
    actúan en esos programas es una razón sólida
    para poner en duda que se trata de situaciones amparadas por la
    libertad de expresión.

    En segundo lugar, se encontraría el atentado al
    respeto a la dignidad que se llevaría a cabo en aquellas
    situaciones en las que al amparo de la libertad de
    expresión se produce un fuerte ataque al derecho al honor,
    a la intimidad o a la propia imagen.

    En este caso creo que, además de enfrentarnos a
    un asunto de colisión en el ejercicio de derechos
    fundamentales, entran en juego problemas que tienen que ver con
    la prioridad o superioridad de ciertos valores morales, tema
    sobre el que siempre es oportuno definirse, ya que el desarrollo,
    al tiempo y armónicamente, de todos los valores morales
    que consideramos personal y socialmente importantes es
    infrecuente.

    El tercer caso, como ya se ha adelantado unas
    líneas más arriba, consiste en la
    limitación, en nombre de la seguridad del Estado, del
    derecho a la información, a la vez que una clara
    colisión entre la exigencia de transparencia
    democrática y la necesidad de informaciones que han de
    permanecer secretas.

    Dado que un desarrollo de cada uno de estos casos
    exigiría un tiempo muy por encima del asignado a una
    conferencia o de la extensión de un artículo, he
    considerado que lo más adecuado es exponer a modo de
    sumario, una serie de "tomas de postura" que podrían
    ayudar a enfrentarse a esas situaciones, sin doblegarse al
    pesimismo, a la conformidad interesada o al cómodo
    cinismo. En ningún caso pienso que siguiendo esa toma de
    postura se pueda llegar a las soluciones definitivas, más
    bien creo que pueden ayudar a encauzar un debate que no se puede
    hacer esperar más tiempo.

    3. LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN CUENTA CON
    "GRANDEZAS" QUE LA HACEN IMPRESCINDIBLE EN UNA SOCIEDAD
    DEMOCRÁTICA.

    La libertad de expresión contribuye a conformar
    una sociedad informada, presupuesto de toda buena decisión
    que ha de ser tomada por los ciudadanos libres en una sociedad
    democrática. El derecho a informar y a ser informados se
    convierte en el pilar de una sociedad abierta, de una sociedad
    cuyos ciudadanos han alcanzado la mayoría de edad, aquella
    que le sirvió a Kant para responder a la pregunta
    "¿Qué es la Ilustración?".

    En la tesis doctoral, posteriormente libro, de Javier
    Ansuátegui, sobre los orígenes doctrinales de la
    libertad de expresión podemos contemplar los
    obstáculos, avatares y pasos que históricamente
    desembocaron en la libertad de expresión y como este
    derecho se fue convirtiendo en una pieza fundamental de una
    sociedad libre y deliberante, tanto desde su dimensión de
    libertad negativa como de libertad positiva. No resulta
    extraño que la libre expresión del pensamiento
    apareciera claramente definida en el ámbito del
    pensamiento de la Ilustración.

    Sin embargo, también en las sociedades
    contemporáneas la libertad de expresión convive con
    sus miserias. Los medios de comunicación no solamente
    informan o reflejan, más o menos pasivamente, con mayor o
    menor objetividad, la realidad social. También la
    construyen, a la sombra de la libertad de expresión.
    Ahí radican parte de las miserias, cuando se utiliza la
    libertad de expresión de manera irresponsable,
    engañosa o sectaria. Cuando Modesto Saavedra ha
    señalado que «Los enemigos típicos de la
    libertad de expresión son la censura, el monopolio y el
    mercado» está apuntando a realidades hoy tan
    cotidianas como la supeditación de la información
    al mercado y a la denominada tiranía de la audiencia, las
    injerencias del poder social, económico y político
    en los medios de comunicación, el papel de la publicidad o
    el corporativismo de la profesión.

    Partes: 1, 2, 3, 4

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