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Mañana y tarde




Enviado por Jesús Castro



  1. El
    punto de vista del Creador
  2. Observadores
    angélicos
  3. Conclusión

Este artículo pretende contestar lo más
satisfactoriamente posible la siguiente pregunta, basada en el
libro sagrado del Génesis: ¿Cómo ha de
entenderse el relato del Primer Día Creativo, cuando dice
que "llegó a haber tarde y llegó a haber
mañana, un día primero"?

Y Dios procedió a decir: "Llegue a
haber luz". Entonces llegó a haber luz. Después de
eso Dios vio que la luz era buena, y efectuó
Dios una división entre la luz y la oscuridad. Y Dios
empezó a llamar a la luz Día, pero a la oscuridad
llamó Noche. Y llegó a haber tarde y llegó a
haber mañana, un día primero.

Génesis, capítulo 1,
versículos 3 a 5.

En el artículo G017 (Luz difusa), página
6, se expone: «Supongamos que un niño, cuyo padre es
catedrático en física nuclear, desea saber
qué es el átomo, pues ha oído hablar mucho
de él a las personas que le rodean y no tiene ni la
más remota idea de lo que significa el concepto.
¿Nos imaginamos cómo respondería este padre
ante la demanda de conocimiento de su hijito? ¿Qué
vocabulario emplearía para poder ayudarle? ¿De
qué manera adaptaría la información
científica a la pequeña mente de su hijo para que
éste pudiera recibirla con la mayor claridad y exactitud
posibles?

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Lo primero que este padre habría de
tener en cuenta, sin falta, es que los niños son muy
egocéntricos por naturaleza, pero no necesariamente en el
sentido peyorativo del término. Esto se debe a que los
pequeñuelos miran el mundo a través de un prisma
sumamente subjetivo, prácticamente exento de objetividad.
Sólo más tarde en la vida, a medida que se alcanza
el estado adulto, la estructura mental de los seres humanos
jóvenes se torna lo suficientemente madura como para poder
liberarse progresivamente de la subjetividad
criteriológica inicial y dar paso al desarrollo de una
objetividad más o menos acusada. Pero, en todo caso, dicha
objetividad es limitada en el hombre y como mucho logrará
cierto nivel avanzado, notoriamente inferior a la totalidad
absoluta deseable. Esto significa que por más forzamiento
racional que un individuo terrestre o una colectividad humana se
autoimponga, siempre descubrirá a la postre que su
intelectualidad está afectada por una componente subjetiva
nada despreciable.

Pues bien, algo similar debió ocurrir en el caso
del primer hombre, Adán, y de sus descendientes
inmediatos. La infancia del conocimiento humano
conllevaría el lastre de una subjetividad necesariamente
alta, la cual iría menguando de forma natural con el
transcurso del tiempo, y sobretodo en la medida en que los nuevos
descubrimientos se acumularan e hicieran necesario el ajuste a la
realidad. Por ejemplo, las primeras impresiones del entorno
tendrían en los humanos una interpretación racional
eminentemente sensitiva, basada obligatoriamente en la apariencia
de las cosas, mediada ésta por los sentidos corporales;
pero con la experimentación, la contrastación de
hipótesis y las herramientas tecnológicas de
observación (microscopio, telescopio) tales
interpretaciones devendrían obviamente a
mejores cauces cognoscitivos y penetrantes, más
allá de los sentidos corporales, ganándose
consecuentemente en objetividad.

Por lo tanto, es lógico pensar que
el Creador facilitara a los primeros humanos una narración
de la creación adecuada a la subjetividad del
hombre primigenio. No es entonces disparatado suponer que el
relato creativo fuera dado al hombre desde la óptica de un
observador terrestre y no desde el punto de vista de un Ser
Superior extraterrestre (es decir, cuya morada pertenece a un
lugar insospechadamente alejado de nuestra Tierra), de mentalidad
inconmensurablemente elevada y cuyo conocimiento transita por
senderos absolutamente inasequibles al entendimiento
humano».

El punto de vista
del Creador.

El relato creativo del Génesis se adapta a la
forma humana de entender las cosas, pero viene dado por el Sumo
Hacedor. En consecuencia, no sería nada extraño
hallar en dicho relato alguna clase de impregnación del
punto de vista divino de los asuntos, y tal sucede cuando se
habla de "Día". La revista LA ATALAYA del
15-7-1970, páginas 437 a 440, editada por la
Sociedad Watchtower Bible And Tract, dice:

«El punto de vista de Dios […]
descuella por encima del punto de vista del hombre. Dios [carece
de] limitaciones. Nosotros somos finitos, muy limitados. Bien
dice […] Dios: "Como los cielos son más altos que la
tierra, así mis caminos son más altos que los
caminos de [vosotros], y mis pensamientos que los pensamientos de
[vosotros]"— Isaías 55: 9.

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Con razón el salmista David preguntó:
"Cuando veo tus cielos, las obras de tus dedos, la luna y las
estrellas que tú has preparado, ¿qué es el
hombre mortal para que lo tengas presente?" Apropiadamente el
profeta Isaías exclamó: "¡Mira! Las naciones
son como una gota de un cubo; y como la capa tenue de polvo en la
balanza han sido estimadas. ¡Mira! Él alza las islas
mismas como simple polvo fino"— Sallmo 8: 3, 4;
Isaías 40: 15.

Insondable como es la grandeza de […]
Dios, así también es insondable su existencia.
Él siempre ha existido. Como el "Rey de la eternidad"
él es Dios "desde tiempo indefinido hasta tiempo
indefinido." No es sin buena razón que el profeta Daniel
describe a […] Dios como "el Anciano de
Días"—1 Timoteo 1: 17; Salmo 90: 2;
Daniel 7: 9.

Claramente este Creador sempiterno,
Jehová [o Yavé por nombre, según las Santas
Escrituras], consideraría el tiempo de manera diferente de
la manera en que lo consideramos nosotros los simples mortales,
con nuestra duración de vida de setenta u ochenta
años. ¿No considera un niñito el tiempo de
manera diferente de la manera en que lo considera una persona
avanzada en años? A un niño doce meses pueden
parecerle un tiempo muy largo, pero a una persona de mayor edad
le parece que los años pasan volando. ¡Cuán
diferentemente, entonces, debe considerar el tiempo el "Anciano
de Días" de la manera en que lo consideramos nosotros los
mortales! Obviamente, cuando Jehová en su Palabra habla de
un "día" o "días," no debemos concluir que
él siempre se refiere a días de veinticuatro horas.
Es posible que se refiera a ellos y es posible que no.

Así encontramos que la palabra
hebrea para "día," yohm, se usa de una variedad de
maneras en la Biblia. En el mismísimo relato
de la creación se usa "día" para referirse a tres
diferentes períodos de tiempo. Se usa "día" para
referirse a las horas que dura la luz del día, como cuando
leemos: "Empezó Dios a llamar la luz Día, pero a la
oscuridad llamó Noche". Se usa para referirse al
día así como a la noche, como cuando leemos:
"Llegó a haber tarde y llegó a haber mañana,
un día primero". Y "día" también se usa para
referirse al entero período de tiempo envuelto en la
creación de los cielos y la Tierra: "Ésta es una
historia de los cielos y la tierra en el tiempo de ser creados,
en el día que hizo Jehová Dios tierra y
cielo"— Génesis 1: 5; 2: 4.

Por otra parte, en más de una
ocasión Jehová Dios usó un día para
representar un año. Esto lo hizo con
relación a los israelitas en el desierto y a su profeta
Ezequiel. Su Palabra dice: "Un día por un año, un
día por un año, [vosotros responderéis] por
[vuestros] errores". "Un día por un año, un
día por un año, es lo que te he dado"
(Números 14: 34; Ezequiel 4: 6). Así mismo fue
tocante a la profecía de Daniel que predijo la venida del
Mesías al fin de sesenta y nueve "semanas". Vino el
Mesías, no al fin de sesenta y nueve semanas literales,
ó 483 días, sino al fin de 483
años…

No sólo un año, sino hasta
mil años a veces se representan como un día en la
Palabra de Dios.

Como meditó el profeta Moisés: "Porque mil
años son a tus ojos solo como el día de ayer cuando
ha pasado, y como una vigilia durante la noche". El
apóstol Pedro lo expresa aun más fuertemente: "No
[vayáis] a dejar que este hecho en particular se [os]
escape, amados, que un día [griego, hemera] es para
con Jehová como mil años y mil años como un
día"— Salmo 90: 4; 2 Pedro 3: 8…

Sin embargo, muchos de la cristiandad, en particular los
llamados fundamentalistas, insisten en que los días de la
creación que se mencionan en el capítulo uno de
Génesis sólo fueron de veinticuatro horas de
duración. Por supuesto, dado que Jehová Dios, el
Creador, es sapientísimo así como todopoderoso,
bien pudo haber creado todas las cosas que se mencionan en el
relato de la creación en seis días de veinticuatro
horas. Pero por la evidencia que se encuentra en las rocas de la
Tierra y por los telescopios de los astrónomos, no parece
que él haya hecho las cosas así.

Respecto a estos días de creación dice A
Religious Encyclopædia por Schaff: "Los días de la
creación fueron días creativos, etapas del proceso,
pero no días de veinticuatro horas". De manera semejante,
Delitzsch dice en su New Commentary on Genesis: "Se quiere decir
días de Dios, para Él mil años sólo
son como un día cuando ha pasado, Salmo 90: 4… Los
días de la creación son, según el
significado de las Santas Escrituras mismas, no días de
veinticuatro horas, sino eones [(ver nota, a
continuación)]… Pues esta medida de tiempo terrestre y
humana no puede aplicar a los primeros tres
días"…

[Convendría ahora] aclarar un concepto falso
común. Ese concepto falso es que la Tierra misma fue
creada durante los seis "días" de la creación. El
registro bíblico indica que el universo, los cielos
estrellados, así como este planeta Tierra, fueron creados
antes de comenzar el primero de los días creativos de la
Tierra.

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Así, Génesis 1:1 habla de la
creación de los cielos estrellados así
como de este planeta Tierra, y dice: "En el principio creó
Dios los cielos y la tierra". Cuándo aconteció este
"principio," la Biblia no lo dice. No es sino hasta
después en la Biblia que leemos acerca de lo
que Dios creó en el primer "día". Por lo tanto, los
seis "días" creativos envuelven los actos
creativos de Dios al preparar la Tierra ya existente para
habitación humana, y no la creación de la Tierra
misma. No hay nada en el relato del Génesis, entonces, que
contradiga las conclusiones científicas de los
científicos modernos de que el universo material, incluso
la Tierra, quizás tenga muchos miles de millones de
años…».

NOTA:

Según el DICCIONARIO DE LA REAL
ACADEMIA ESPAÑOLA DE LA LENGUA, editorial Espasa
Calpe, versión electrónica de 2003, la
palabra EÓN procede del vocablo inglés EON, y
éste del término griego "a???", que significa
ÉPOCA o TIEMPO. Con él se pretende señalar a
un período de tiempo indefinido y de larga
duración. O también a una unidad de tiempo
geológico, equivalente a mil millones de
años.

Observadores
angélicos.

El tomo 1 de la obra PERSPICACIA PARA COMPRENDER LAS
ESCRITURAS, de la Sociedad Watchtower, edición de 1991,
página 572, comenta:

«Después de exponer lo conseguido durante
cada uno de los seis días de actividad creadora, en cada
caso aparece la declaración: "Y llegó a haber tarde
y llegó a haber mañana", un día primero,
segundo, tercero, etc. (Génesis 1: 5, 8, 13, 19,
23, 31). Puesto que cada día creativo
duró más de veinticuatro horas, como se explica
más adelante, esta expresión no alude a una noche y
un día literales, sino que debe entenderse en sentido
figurado. Durante la tarde, las cosas serían indistintas,
pero por la mañana podrían
distinguirse con claridad. En el transcurso de la "tarde" o
principio de cada uno de los períodos o "días"
creativos, ningún observador angélico sería
capaz de distinguir el propósito de Dios para ese
día en particular, a pesar de que Él lo conociese
perfectamente. Sin embargo, con la llegada de la "mañana",
habría plena luz con respecto a lo que Dios se
había propuesto para ese día, pues entonces ya se
habría realizado».

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Según el libro bíblico de Job,
capítulo 38, versículos 1-7, Dios interrogó
a este patriarca con el objeto de hacerle
recapacitar, ya que por causa de atravesar una dura prueba
había perdido transitoriamente parte del buen juicio y la
sensatez: «Y Jehová procedió a responder a
Job desde la tempestad de viento y decir: "¿Quién
es éste que está oscureciendo el consejo con
palabras sin conocimiento? Cíñete los lomos, por
favor, como hombre físicamente capacitado, y déjame
interrogarte, y tú dame informe. ¿Dónde te
hallabas tú cuando yo fundé la tierra?
Infórma[me], si de veras conoces el entendimiento.
¿Quién fijó sus medidas, si acaso lo sabes,
o quién extendió sobre ella el cordel de medir?
¿En qué han sido hundidos sus pedestales con
encajaduras, o quién colocó su piedra angular,
cuando las estrellas de la mañana gozosamente clamaron a
una, y todos los hijos de Dios empezaron a gritar en
aplauso?».

La obra PERSPICACIA PARA COMPRENDER LAS ESCRITURAS, tomo
1, página 880, explica lo siguiente:
«En la Biblia se hace referencia a las estrellas con un
sentido figurado y en metáforas o símiles para
representar a ciertas personas, como en el sueño de
José, en el que sus padres estaban representados por el
Sol y la Luna, y sus once hermanos, por once estrellas. En Job
38: 7 se establece un paralelo entre "las estrellas
de la mañana" que clamaron gozosamente cuando se
fundó la Tierra y los "hijos de Dios"
angélicos…».

La misma obra, en el mismo tomo, página 139,
expone: «Se creó a los ángeles mucho antes
que al hombre, ya que al "fundar la tierra", "las estrellas de la
mañana gozosamente clamaron a una, y todos los hijos de
Dios empezaron a gritar en aplauso" (Job 38: 4-7)… En cuanto a
la cantidad de huestes angelicales que hay en el cielo, Daniel
[el profeta dijo] que vio "mil millares que seguían
ministrándole [a Dios], y diez mil veces diez mil que
seguían de pie directamente delante de él" (Daniel
7: 10)».

Conclusión.

Tratándose del primer día creativo, que
tal vez duró eones de tiempo, la declaración "Y
llegó a haber tarde y llegó a haber mañana,
un día primero" (Génesis 1: 5) debería tener
otra significación diferente a la de tarde y mañana
pertenecientes al día solar de 24 horas. Si Adán
entendió que el primer día creativo
constituía por sí solo un gran espacio de tiempo,
muy superior al del día solar de 24 horas, entonces la
expresión "llegó a haber tarde y llegó a
haber mañana" le sugeriría otra cosa que,
pareciéndose analógicamente a la tarde y a la
mañana del día solar, en realidad aludía a
un fenómeno de larga duración en el tiempo que se
iniciaría tenue y oscuramente y acabaría
diáfana y claramente.

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El vocabulario primegenio que
recibió Adán de su Creador constaba, al parecer, de
un número no excesivamente grande de
elementos, con la intención de que el hombre lo ampliara
considerablemente en el transcurso de sus investigaciones y
necesidades comunicativas. Por lo tanto, el uso de figuras
retóricas, tales como la analogía o el
símil, facilitaban enormemente la expresión del
pensamiento y su memorización. A falta de mayor
objetividad en el lenguaje, la cual se adquiriría en
etapas posteriores del conocimiento humano por medio de la
elaboración de jergas especializadas compuestas de
términos portadores de alta precisión
semántica, la comunicación inicial del hombre con
su Creador estaría necesiariamente afectada de muchas
figuras retóricas. Y éste parece ser el caso de la
expresión "Y llegó a haber tarde y llegó a
haber mañana, un día primero".

 

 

Autor:

Jesús Castro

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