Monografias.com > Filosofía
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

El marxismo del siglo XXI. Redescubriendo y repensando el marxismo




Enviado por José López



Partes: 1, 2

    Prólogo

    Este libro (de libre distribución, como todos mis
    libros y artículos, disponibles todos ellos en mi
    blog) recopila las ideas relacionadas con el
    marxismo que he ido desarrollando a lo largo de mis diversos
    escritos. Básicamente he retomado material de mis
    anteriores libros ¿Reforma o Revolución?
    Democracia
    y Manual de resistencia
    anticapitalista
    , así como de mis artículos
    Relativizando el relativismo y Democracia
    vs. Oligocracia
    . El objetivo es doble: por un lado
    divulgar el marxismo (según mi visión, que yo creo
    que es la correcta, pero reconozco que no es la única), y
    por otro, criticarlo constructivamente para intentar hacerlo
    avanzar.

    Y es que quien desea cambiar profundamente la sociedad
    actual, si practica el librepensamiento (práctica
    imprescindible para buscar la verdad y transformarla),
    inevitablemente, debe toparse tarde o pronto con el marxismo. Y
    esto es así porque el marxismo, a pesar de sus carencias y
    contradicciones, a pesar de sus aplicaciones prácticas
    distorsionadas (a las cuales también contribuyeron sus
    errores teóricos), es la mejor teoría
    revolucionaria desarrollada hasta la fecha. Y lo es porque para
    transformar la sociedad en primer lugar hay que comprenderla
    bien. Una vez que uno descubre o redescubre el marxismo comprende
    mucho mejor la sociedad humana porque el marxismo es la ciencia
    aplicada a la sociedad humana. Marxismo es ante todo
    librepensamiento y método científico. Cuando uno
    tiene ocasión de contrastar entre sí las distintas
    teorías que intentan explicar el funcionamiento de nuestra
    sociedad, uno puede comprobar que la teoría marxista
    supera con mucho a sus rivales. Concuerda mucho más con lo
    que uno vive en el día a día.

    Cuando yo empecé a escribir, allá por el
    año 2007, tras el famoso incidente verbal entre el Rey
    Juan Carlos I de España y el ya desparecido líder
    bolivariano Hugo Chávez, el famoso "¿Por qué
    no te callas?", yo sólo conocía de lejos al
    marxismo, tenía la típica imagen de él que
    tiene la mayor parte de la gente. Pero ese famoso incidente
    verbal a mí me despertó, me indignó hasta
    tal punto la manera en que fue tratado en los medios de
    "comunicación" de masas de mi país (España),
    que no pude evitar empezar a investigar por Internet. Supongo que
    tarde o pronto habría despertado de una u otra forma. A
    mí me pasó tras ver cómo trataba el
    Borbón a un jefe de Estado en una reunión
    internacional. En determinado momento, me topé con un
    libro que me disparó hasta el infinito esa ansia (que
    permanecía en estado de hibernación) por saber, por
    comprender, por conocer mejor la realidad que vivía. Ese
    libro se titula "Un Rey golpe a golpe" y es de libre
    distribución. Así, poco a poco, o no tan poco a
    poco, pues en unos pocos años he leído más
    que en toda mi vida, fui indagando, leyendo por aquí, por
    allá, hasta toparme con el marxismo. Empecé, por
    fin, a conocerlo de primera mano, en vez de por lo que se
    decía de él. Me leí muchos de los escritos
    originales (en español, obviamente, pues yo no sé
    alemán). Es decir, acudí a las fuentes originales
    del marxismo, además de leer a algunos de sus
    magníficos divulgadores. Fui descubriendo lo que era en
    verdad el marxismo. Pero no sólo esto, no me
    conformé con leer pasivamente todo lo que descargaba de
    Internet, sino que me propuse hacerlo de manera activa, de manera
    crítica. Yo, un simple

    trabajador (aunque con cierta formación), un
    ciudadano corriente, se propuso, modestamente, humildemente, pero
    sin complejos, intentar aportar algo al marxismo, intentar ver
    qué podía ser válido de él en la
    actualidad y qué había que desechar de él.
    No me conformé con repetir como un loro lo que ya se dijo
    hace más de un siglo. No me conformé con ser un
    "espectador" más de las ideas que se cuecen en pos de una
    sociedad más libre y justa, sino que me propuse participar
    en dicho proceso, aportar mi granito de arena. No sólo
    leía y leía sino que empecé a hacer
    anotaciones y a escribir. A medida que leía
    escribía, y a medida que escribía leía. Yo
    viví en primera persona el proceso dialéctico
    mediante el cual la lectura y la escritura se realimentan
    mutuamente, yo sufrí en mis propias carnes (en mi propia
    mente, mejor dicho) la conversión de la cantidad en
    calidad, mi conciencia se disparó en muy poco
    tiempo.

    Yo pienso que el marxismo no sólo puede
    revitalizarse enormemente con las aportaciones de ciertos
    intelectuales, sino que también, quizás más,
    con las aportaciones de los trabajadores, los cuales estamos
    ahora más formados que nunca (este "problema" ya
    están intentando corregirlo las élites) y tenemos,
    por primera vez en la historia, acceso fácil a cualquier
    tipo de escrito a través de Internet (este "problema"
    también intentarán corregirlo las élites,
    aunque no se ve muy bien cómo pueden lograrlo). No
    sólo puede aportar al marxismo el catedrático desde
    su cátedra, sino, incluso más, el trabajador que
    sufre a diario la explotación capitalista. Este obrero
    mental que escribe estas líneas así lo ha
    intentado. La verdad no sólo está en los libros,
    está sobre todo en la realidad que se vive. La mejor
    fuente de conocimientos, que no la única (pues la lectura
    es también esencial), es la práctica. Ésta
    es la juez suprema de toda teoría. El método
    científico podemos, debemos, practicarlo cada ciudadano,
    cada trabajador, en nuestra vida cotidiana. No es patrimonio de
    ningún sesudo científico encerrado en su
    laboratorio, es patrimonio de la humanidad entera. El mejor
    "laboratorio" es la calle, la empresa. Quienes conocemos mejor
    cómo funciona el capitalismo somos los trabajadores,
    quienes lo sufrimos cada día, cuya "cátedra" es la
    empresa capitalista. Si complementamos las diversas fuentes de
    conocimiento, recordando siempre que la realidad práctica
    es la que manda (pero que es interpretable, que podemos estar
    equivocados en su interpretación), si adoptamos una mente
    abierta, inquieta, que huya de sectarismos, de dogmatismos, de
    simplismos, si juzgamos a las ideas por sí mismas, si
    prescindimos de los prejuicios, si somos insistentes en la
    difícil búsqueda de la verdad, si…., poco a
    poco las puertas de la verdad se nos van abriendo, vamos
    comprendiendo realmente el mundo en el que vivimos y por tanto
    vamos viendo de manera concreta cómo puede irse
    transformando.

    Sin teoría revolucionaria no hay práctica
    revolucionaria decía Lenin muy acertadamente (lo cual no
    le eximió de cometer también grandes errores). Yo
    estoy convencido de que la teoría revolucionaria del siglo
    XXI se nutrirá en parte del anarquismo, de las ideas de la
    Ilustración, pero sobre todo del marxismo, el cual
    será el epicentro de dicha teoría. Ésta no
    será sólo el marxismo del siglo XXI, pero
    girará en gran parte en torno a él. Por esto es
    imprescindible, en primer lugar, pero no en último,
    comprender bien las bases del marxismo, para a
    continuación criticarlo de manera constructiva, lo cual
    significa retomar sus aciertos e intentar corregir sus errores,
    sus contradicciones. Nada (ni nadie) es perfecto, pero debemos
    aspirar a la perfección. Ésta nunca la
    alcanzaremos, pero cuanto más la busquemos, más
    avanzaremos. Parafraseando a Eduardo Galeano: La
    utopía está en el horizonte. Me acerco
    dos
    pasos, ella se aleja dos pasos. Camino
    diez pasos y el horizonte se desplaza diez pasos más
    allá. Por mucho que camine, nunca la alcanzaré.
    Entonces, ¿para qué sirve la utopía? Para
    eso: sirve para caminar.
    Cámbiese la palabra
    "utopía" por "perfección" y esta hermosa cita
    seguirá siendo válida. El camino en busca de la
    utopía deberemos recorrerlo en el mundo de la
    práctica al mismo tiempo que en el de la teoría. La
    Revolución habrá que irla pensando a medida que la
    vayamos practicando y viceversa. Pero, antes de partir (tal vez
    el camino ya lo hayamos comenzado a recorrer, aunque
    tímidamente todavía en los principios de este siglo
    XXI), como mínimo, debemos tener claro el gran objetivo a
    largo plazo, los objetivos a más corto y medio plazo, como
    etapas intermedias en el largo camino de la transformación
    social, y deberemos proveernos de cierto vehículo para
    recorrer dicho sendero hacia la utopía. El objetivo a
    largo plazo no puede ser otro que una sociedad más libre,
    más justa, donde todos los seres humanos tengan las mismas
    oportunidades de sobrevivir con dignidad, de ser felices, de
    realizarse con todo el potencial que tienen. Una sociedad
    así debe superar el sistema capitalista. Como he dicho ya
    en muchos de mis escritos, el vehículo no puede ser otro
    que la auténtica democracia, la más amplia y
    profunda posible, la cual deberá evolucionar
    continuamente. Para recorrer dicho camino no nos debe preocupar
    si tal o cual idea es "marxista" o no, sino si es correcta o no.
    Para ello deberemos aplicar el método científico,
    retocando la teoría en base a los resultados
    prácticos. La práctica se nutre de la teoría
    y al mismo tiempo la realimenta.

    Si quisiéramos sintetizar en pocas palabras
    qué es el marxismo, en una simple "ecuación",
    podríamos decir que es materialismo
    dialéctico, más determinismo
    débil, más relativismo relativo.
    Yo creo que estos tres conceptos (los cuales están
    relacionados entre sí) son los pilares en los que se
    sustenta, constituyen el "trípode" en el que se apoya,
    toda la teoría marxista. Todas sus ideas son una
    consecuencia de esta visión de la realidad que es en
    verdad el marxismo. Éste, incluso, no se limita a analizar
    la realidad humana, sino que la realidad general, el marxismo es
    también una concepción del mundo, una
    cosmovisión. Es más, el marxismo aspira a
    transformar la realidad humana. Su razón de ser es cambiar
    conscientemente la sociedad. De poco nos sirve conocer las leyes
    fundamentales de la historia humana si no intentamos
    también cambiarlas.

    Este libro está dividido en cuatro
    capítulos. En el primero se habla del materialismo
    dialéctico y del materialismo histórico (el cual es
    la aplicación a la sociedad humana del primero). El
    marxismo es casi sinónimo de materialismo
    dialéctico. Si éste no se comprende no puede
    comprenderse el marxismo. La dialéctica (materialista) es
    el principal ingrediente de la teoría marxista. En el
    segundo capítulo se habla del determinismo y del
    voluntarismo. En el tercero del relativismo. En este tercer
    capítulo yo ya empiezo a criticar al marxismo, o al menos
    a cierta interpretación del mismo. Tanto el anarquismo
    como el marxismo, aunque por distintos motivos, cometieron
    errores de fondo en cuanto a la aplicación del
    relativismo. Errores que explican en parte la mala praxis. El
    fracaso de las experiencias prácticas de
    inspiración marxista o anarquista no puede explicarse
    satisfactoriamente tan sólo por errores
    estratégicos, tácticos, por traiciones personales o
    por el contexto, también existían errores
    ideológicos profundos en la teoría revolucionaria
    en la que se basaron dichas experiencias. Finalmente, en el
    cuarto capítulo, de manera muy resumida explico el
    principal error ideológico del marxismo,
    según mi opinión: el concepto de la dictadura del
    proletariado. Este concepto, además de tener una envoltura
    lingüística inadecuada, peligrosa, en verdad atentaba
    contra las bases del propio marxismo. Usando el método
    marxista, el cual es esencialmente válido, es posible
    despojar al marxismo de sus principales contradicciones, siendo
    la madre de todas ellas la idea de la dictadura del
    proletariado.

    Te invito, lector, a que leas este libro de manera
    activa, crítica, a que contrastes suficientemente lo dicho
    por mí con las fuentes originales del marxismo así
    como con otras interpretaciones del mismo, pues yo no pretendo
    ser el guardián ideológico de ninguna
    ideología. Nada más lejos de mi intención.
    Te invito también a leer a sus críticos. Yo he
    intentado usar un lenguaje sencillo y claro, como en todos mis
    escritos. Yo no sé expresarme de otra manera. He procurado
    ser ameno en mis explicaciones, asentar bien las ideas, aun a
    costa de ser reiterativo. Lo más importante es que
    adoptemos una actitud sana de librepensamiento, de apertura de
    mente. No juzguemos a las ideas por sus etiquetas sino que por
    sus contenidos. No prejuzguemos. No nos dejemos impresionar por
    las autoridades intelectuales. Atrevámonos a leer
    directamente aquellos libros demonizados por las élites
    intelectuales. No pensemos que un simple trabajador, como quien
    escribe estas líneas, no puede aportar nada. Tú,
    lector, juzgarás si lo dicho en este libro aporta algo o
    no. Tal vez tú puedas retomar mi trabajo y mejorarlo,
    ampliarlo, corregirlo. Tal vez mi trabajo sea desechable. Por lo
    menos yo lo he intentado. Tan sólo te pido que des una
    oportunidad a este libro, que empieces a leerlo. La
    revolución social del siglo XXI, tan necesaria para
    revertir la involución que estamos viviendo, depende de
    cada uno de nosotros, los ciudadanos corrientes. La
    emancipación del proletariado debe ser obra (no
    sólo práctica sino que también
    teórica, individual y colectiva) del propio
    proletariado.

    El marxismo del siglo XXI se nutrirá en
    portentosa cuantía del marxismo original, pues éste
    sentó las bases de la ciencia social, ¡pero no
    podrá obviar todo lo acontecido en el siglo XX! Como
    decía Rosa Luxemburgo, la autocrítica
    más despiadada, cruel y que llegue al fondo de las cosas,
    es el aire y la luz vital del movimiento proletario.
    La
    ciencia no puede evolucionar sin cuestionamiento, sin considerar
    lo ocurrido en la práctica. Redescubramos y repensemos el
    marxismo. ¡Pero de manera crítica, no
    dogmática! Seamos fieles al espíritu de sus padres.
    Pues Marx y Engels fueron ante todo librepensadores,
    científicos sociales. Científicos que no se
    conformaron con estudiar la sociedad humana fríamente,
    desde la lejanía, como hacen tantos y tantos
    intelectuales, sino que intentaron cambiarla, se implicaron en la
    práctica revolucionaria. La razón de ser del
    marxismo es la transformación de la realidad en busca de
    una sociedad mejor. El marxismo es por encima de todo una
    guía para la acción revolucionaria. Es a ese
    espíritu de los creadores del marxismo, sobre todo, al que
    debemos intentar ser fieles. Es en base a ese espíritu que
    debemos criticar constructivamente al marxismo para que pueda
    avanzar y resurgir con fuerza.

    José López, Agosto de 2013

    http://joselopezsanchez.wordpress.com/

    1) El
    materialismo histórico

    La historia de todas las sociedades
    hasta nuestros días es la historia de las luchas de
    clases. Hombre libre y esclavo, patricio y plebeyo, barón
    y siervo, maestro de gremio y oficial – en una palabra,
    opresores y oprimidos en perpetua oposición – han
    llevado una lucha ininterrumpida, ya sea secreta, ya sea abierta,
    y que acababa siempre o
    bien en una
    transformación revolucionaria de toda la sociedad, o bien
    en la ruina común de las clases en lucha.

    Karl Marx & Friedrich
    Engels.

    Antes de nada, para quien no tenga nociones sobre
    materialismo dialéctico (también conocido
    como dialéctica materialista), en el
    apéndice A de este mismo libro se lo describe brevemente.
    Además, en el apéndice B he incluido el documento
    escrito por el propio Marx titulado Las tesis sobre
    Feuerbach
    , que sintetiza el pensamiento marxista, su
    método, el materialismo dialéctico. Asimismo, en el
    apéndice C se resume qué era el comunismo para el
    padre del marxismo.

    El materialismo histórico no es más que la
    aplicación del materialismo dialéctico para la
    historia humana. Si no se comprende el materialismo
    dialéctico es imposible comprender la teoría
    marxista. Aunque, paradójicamente, Marx desarrolló
    primero el materialismo histórico y luego lo
    completó con la dialéctica de Hegel puesta del
    revés (aproximadamente). Marx se desprendió del
    idealismo de su predecesor. Para la dialéctica
    materialista el pensamiento no determina la realidad, sino, al
    revés, la realidad el pensamiento. En verdad, más
    en concreto, mejor dicho, el materialismo dialéctico nos
    dice que el pensamiento forma parte de la realidad, que lo
    inmaterial está enraizado en lo material, que las ideas y
    las condiciones materiales de existencia son dos aspectos de lo
    mismo, están íntimamente relacionadas, aunque, en
    última instancia, todo viene determinado por lo material.
    Sin materia no hay ideas. Pero las ideas también influyen
    en lo material. Aunque cronológicamente hablando el
    materialismo histórico precedió al
    dialéctico, éste completó a aquél
    hasta convertirse en su base. Por otro lado, tal como afirma
    Henri Lefebvre en su libro El materialismo
    dialéctico
    : aunque Marx no prosiguió nunca
    su proyecto, de una exposición de su metodología
    dialéctica, y si bien él no empleó nunca las
    palabras "materialismo dialéctico" para designar su
    doctrina, los elementos de su pensamiento son incontestablemente
    los que expresan estos términos
    .

    Engels, en el entierro de su compañero de
    batallas y amigo, resume de esta manera la principal
    aportación de Marx:

    Así como Darwin descubrió la ley del
    desarrollo de la naturaleza orgánica, del mismo modo
    descubrió Marx la ley del desarrollo de la historia
    humana
    : el hecho tan sencillo, pero encubierto hasta ahora
    bajo una proliferación de ideologías, de que los
    hombres deben ante todo comer, beber, tener un techo y vestirse
    antes de practicar la política, la ciencia, el arte, la
    religión, etc.; que, por tanto, la producción de
    los medios materiales inmediatos para la subsistencia, y con
    ello, el grado de desarrollo económico alcanzado en
    cada
    caso por un pueblo, o en un
    determinado período, constituye la base a partir de la
    cual se desarrollan las instituciones del Estado, las
    concepciones jurídicas, el arte, e incluso las
    representaciones religiosas de los hombres, y con arreglo a la
    cual deben, por tanto, explicarse, y no al revés, como
    hasta entonces se había venido haciendo.

    Marx en el prólogo de Contribución a
    la crítica de la economía política
    nos
    describe los principales postulados del materialismo
    histórico, como así nos los compila Michael Burawoy
    en su trabajo El marxismo como ciencia:

    1) Para que haya historia, los hombres y mujeres
    deben transformar la naturaleza en medio para su supervivencia,
    es decir deben producir sus medios de existencia. "En la
    producción social de su vida, los hombres entran en
    relaciones definidas que son indispensables e independientes de
    su voluntad, relaciones de producción que corresponden a
    una etapa definida del desarrollo de las fuerzas
    productivas".

    2) La "base económica" o modo de
    producción define los límites de variación
    de la superestructura. "El conjunto de estas relaciones de
    producción constituye la estructura económica de la
    sociedad, el fundamento real, sobre el que se erige una
    superestructura legal y política y a la que corresponden
    formas definidas de conciencia social. El modo de
    producción de la vida material condiciona el proceso de
    vida social, político e intelectual en
    general".

    3) Un modo de producción se desarrolla a
    través de la interacción de las fuerzas productivas
    (cómo producimos los medios de existencia) y las
    relaciones de producción (cómo se apropia y
    distribuye el producto del trabajo). "En una cierta fase de su
    desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad
    entran en conflicto con las relaciones de producción
    existentes… De formas de desarrollo de las fuerzas
    productivas estas relaciones de producción se vuelven
    trabas suyas. Se abre así una época de
    revolución social".

    4) La lucha de clases es el motor de la
    transición de un modo de producción a otro. "Con el
    cambio del fundamento económico la entera inmensa
    superestructura es más o menos rápidamente
    transformada. Al considerar esas transformaciones debe siempre
    distinguirse entre la transformación material de las
    condiciones económicas de producción, que pueden
    determinarse con la precisión de la ciencia natural, y las
    formas legales, políticas, religiosas, estéticas o
    filosóficas -en suma ideológicas- en las que los
    hombres toman conciencia de este conflicto y luchan para
    resolverlo".

    5) Una transición exitosa sólo puede
    darse cuando se cumplen las condiciones materiales.
    "Ningún orden social perece jamás antes que se
    desarrollen todas las fuerzas productivas que caben en él.
    Y nuevas y más altas relaciones de producción nunca
    aparecen antes que las condiciones materiales de su existencia
    han madurado en el seno de la propia sociedad
    antigua".

    6) La historia es progresiva en la
    medida en que acompaña la expansión de
    las
    fuerzas productivas. "A grandes rasgos
    el modo de producción asiático,

    antiguo, feudal y moderno burgués pueden
    considerarse épocas progresivas en la formación
    económica de la sociedad".

    7) El comunismo marca el fin de los antagonismos
    sociales y el comienzo de la emancipación de los
    individuos. No hacemos ya la historia empujados desde
    atrás sino consciente y colectivamente. "Las relaciones
    burguesas de producción son la última forma
    antagónica del proceso social de producción –
    antagónica no en el sentido del antagonismo individual,
    sino del que surge de las condiciones sociales de vida de los
    individuos-. Al mismo tiempo las fuerzas productivas que se
    desarrollan en el seno de la sociedad burguesa crean las
    condiciones materiales para la solución de ese
    antagonismo. En consecuencia con esta formación social se
    cierra la prehistoria de la sociedad humana".

    Henri Lefebvre en su magnífica
    Introducción al marxismo propone sustituir
    marxismo por materialismo dialéctico,
    pues realmente lo que se llama habitualmente marxismo
    corresponde con una cierta concepción del
    mundo:

    ¿Cuáles son las grandes concepciones
    del mundo que se postulan actualmente? Son tres, y sólo
    tres.

    1) La concepción cristiana, formulada
    con gran rigor y claridad por los grandes teóricos
    católicos. Reducida a lo esencial, se define por la
    afirmación de una jerarquía estática de
    seres, actos, «valores», «formas» y
    personas. En la cima de la jerarquía se halla el Ser
    Supremo, el puro Espíritu, el Señor-Dios. Esta
    doctrina, que trata, en efecto, de dar una visión de
    conjunto del universo, fue formulada con máxima amplitud y
    rigor en la Edad Media. Los siglos posteriores agregaron poco a
    la obra de Santo Tomás. Por razones históricas que
    requerirían un estudio especial, la teoría de la
    jerarquía se adecuaba particularmente a la Edad Media (no
    porque la jerarquía estática de personas haya
    desaparecido desde entonces, sino porque era más visible,
    más oficial que posteriormente).

    Esta es la concepción medieval del mundo,
    cuya validez se postula aún en nuestros
    días.

    2) Viene a continuación la
    concepción individualista del mundo. Aparece con
    Montaigne, a fines de la Edad Media, en el siglo XVI; durante
    cerca de cuatro siglos, hasta nuestros días, muchos
    pensadores han formulado o reafirmado esta concepción con
    numerosos matices. No agregaron nada a sus rasgos fundamentales:
    el individuo (y no ya la jerarquía) aparece como la
    realidad esencial; poseería la razón en sí
    mismo, en su propia interioridad; entre esos dos aspectos del ser
    humano –lo individual y lo universal, es decir, la
    razón— existiría una unidad, una
    armonía espontánea, lo mismo que entre el
    interés individual y el interés general (el de
    todos los individuos), entre los derechos y los deberes, entre la
    naturaleza y el hombre.

    El individualismo trató de sustituir la
    teoría pesimista de la jerarquía (inmutable en su
    fundamento y cuya justificación se halla en un
    «más allá» puramente espiritual) por
    una teoría optimista de la armonía natural de los
    hombres y las funciones humanas. Históricamente, esta
    concepción del mundo corresponde
    al
    liberalismo, al crecimiento del Tercer Estado, a la
    burguesía de la belle époque. Es pues esencialmente
    la concepción burguesa del mundo (aunque la
    burguesía declinante la abandone actualmente y se vuelva
    hacia una concepción pesimista y autoritaria, y por lo
    tanto jerárquica, del mundo).

    3) Por último viene la concepción
    marxista
    del mundo. El marxismo se niega a establecer una
    jerarquía exterior a los individuos (metafísica,
    pero, por otra parte, no se deja encerrar, como el
    individualismo, en la conciencia del individuo y en el examen de
    esa conciencia aislada). Advierte realidades que escapaban al
    examen de conciencia individualista: son estas realidades
    naturales (la naturaleza, el mundo exterior); prácticas
    (el trabajo, la acción); sociales e históricas (la
    estructura económica de la sociedad, las clases sociales,
    etcétera).

    Además, el marxismo rechaza deliberadamente
    la subordinación definitiva, inmóvil e inmutable,
    de los elementos del hombre y de la sociedad entre sí;
    pero no por eso admite la hipótesis de una armonía
    espontánea. Comprueba, en efecto, la existencia de
    contradicciones en el hombre y en la sociedad humana. Así,
    el interés individual (privado) puede oponerse, y se opone
    con frecuencia, al interés común; las pasiones de
    los individuos, y más todavía de ciertos grupos o
    clases (y por lo tanto sus intereses) no concuerdan
    espontáneamente con la razón, el conocimiento y la
    ciencia. Para expresarlo con mayor generalidad: no existe la
    armonía que grandes individualistas como Rousseau creyeron
    descubrir entre la naturaleza y el hombre. El hombre lucha contra
    la naturaleza; no debe permanecer pasivamente a su nivel,
    contemplarla o sumergirse románticamente en ella; debe,
    por el contrario, vencerla, dominarla mediante el trabajo, la
    técnica, el conocimiento científico, y es de este
    modo como llega a ser él mismo.

    Quien dice contradicción dice también
    problema por resolver, dificultades, obstáculos —por
    lo tanto lucha y acción—, pero también
    posibilidad de victoria, de paso adelante, de progreso. En
    consecuencia, el marxismo escapa tanto al pesimismo definitivo
    como al optimismo fácil.

    Las contradicciones están por doquier. La
    naturaleza es en sí misma contradictoria. La ley
    dialéctica de la unidad y lucha de contrarios estipula
    precisamente esto. El ser humano es por naturaleza
    contradictorio. Es imposible no ver contradicciones en cualquier
    persona, sociedad o ideología. La única manera de
    no verlas es autorreprimiéndonos, no queriendo verlas.
    Muchos marxistas, presos del dogmatismo, parten de la
    hipótesis de que las ideas de Marx o de Engels son
    perfectas, están libres de errores. Lo cual es un grave
    error. Flaco favor le hacen al marxismo, que así se
    estanca, se apolilla. Aunque digan incluso que el marxismo no es
    un dogma, ellos, contradiciéndose a sí mismos, no
    le encuentran ningún error. Y no lo encuentran porque ni
    siquiera lo buscan. Ellos se contradicen a sí mismos
    cuando al mismo tiempo que dicen que no son dogmáticos se
    autoproclaman como "marxistas". Yo no me declaro marxista, aunque
    esté de acuerdo con muchos de los postulados del marxismo,
    con su esencia más profunda, con su concepción del
    mundo y de la sociedad humana. Pero yo tampoco me libro de las
    contradicciones. El lector podrá encontrar, con toda
    seguridad, más o menos contradicciones en este mismo
    libro. La cuestión radica en esmerarse en
    minimizarlas, o, por lo menos, en suavizarlas. Pero la
    perfección no existe. Aunque debemos aspirar a acercarnos
    a ella. En esto consiste avanzar. Y para ello es imprescindible
    practicar todo lo posible el librepensamiento, el que nos libera
    de los dogmatismos, de los prejuicios, de las cadenas mentales
    que nos limitan el pensamiento. Ese mismo librepensamiento que
    usó, en mayor o menor medida, pero desde luego un
    mínimo (más que sus contemporáneos),
    cualquier gran pensador de cualquier época, incluidos Marx
    o Engels. Ese librepensamiento que hay que maximizar, pero que
    nunca logramos del todo. Los errores de ciertas ideas o
    teorías son superados con más librepensamiento que
    sus creadores. Esa actitud es condición necesaria pero no
    suficiente. Además se necesita ciertas aptitudes y cierto
    contexto. Pero sin esa intención, no hay nada que hacer.
    Marx superó a Hegel en cuanto a la dialéctica
    porque practicó más librepensamiento que él,
    entre otros motivos (entre ellos el contexto social). Nosotros,
    en este siglo XXI, debemos superar a Marx o a Engels, practicando
    más librepensamiento que ellos. Superar no significa
    desechar sus teorías por completo, desechar por desechar,
    sino buscar imperativamente sus contradicciones e intentar
    resolverlas.

    Si no detectamos las contradicciones no podremos
    superarlas. Si no las buscamos, si partimos de la premisa de que
    no las hay, no podremos encontrarlas. El impulso por encontrar la
    verdad, por detectar y corregir contradicciones, debe ser
    suficiente, hasta el punto de superar los dogmas, de cuestionar
    las bases, las hipótesis de partida. Pero no de cualquier
    manera. Cuestionar algo no significa automáticamente darlo
    por falso. Significa, precisamente, no darlo
    automáticamente como verdadero. No darlo
    automáticamente por falso o por verdadero. Por lo menos en
    cierto momento, sobre todo cuando las aplicaciones
    prácticas basadas o inspiradas en ello han fracasado. Las
    experiencias prácticas de las ideas nos dan pistas sobre
    la necesidad de cuestionarlas. Aunque, luego, finalmente, en el
    proceso de recuestionamiento catalizado por las experiencias
    prácticas, no encontremos errores fundamentales en las
    ideologías o teorías, no podemos descartarlos de
    antemano, como así hacen muchos marxistas cuando analizan
    las experiencias prácticas. No cuestionar en lo más
    mínimo al marxismo, o cuestionarlo sólo
    superficialmente, es contradecir al método
    científico en el que se basaron sus autores, es no
    continuar su labor, es frenarla, es traicionar el mismo
    espíritu del marxismo. Al cuestionarlo, asentaremos
    algunas de sus verdades, tal vez las esenciales, y le
    despojaremos de sus errores, que seguro los tiene pues sus
    autores eran seres humanos, que nunca son perfectos. Por lo menos
    lo intentaremos. Así el marxismo se somete a la esencia de
    la dialéctica, de que todo cambia y fluye, en la cual se
    basó. Así, el marxismo, cualquier ideología,
    evoluciona, no muere. Analizando sus contradicciones internas, el
    marxismo puede resurgir con mucha fuerza, puede sufrir la ley
    dialéctica de la conversión de la cantidad en
    calidad, asimismo la ley dialéctica de la negación
    de la negación nos dice que ideas que aparentemente han
    sido desacreditadas o negadas hacen su reaparición, pero a
    un nivel superior, enriquecidas por las nuevas experiencias y
    descubrimientos. Tras haber sido negado por las experiencias
    prácticas (por cierta interpretación simplista e
    interesada de los acontecimientos históricos), pero
    también tras haberse imposibilitado su evolución
    ideológica (al haber sido adoptado como un dogma por
    muchos "marxistas", al haber convertido éstos algo vivo en
    muerto, algo dinámico en estático), puede resurgir
    con inusitada fuerza, siempre que forcemos su evolución,
    siempre que empecemos por analizar sus contradicciones. Las
    experiencias prácticas nos proporcionan la
    posibilidad de replantear la teoría marxista. No
    aprovechar esa posibilidad atenta contra los principios
    más elementales del propio marxismo: la dialéctica
    y la ciencia. ¡El marxismo tiene mucho que aportar, no
    debemos ni podemos permitir que muera!

    Muchos marxistas que dicen aplicar el método
    marxista (el materialismo dialéctico) para cualquier cosa,
    se niegan a aplicarlo para con el mismo marxismo. ¿No es
    esto una gran y profunda contradicción? Ven
    contradicciones por todos los sitios, pero no en el propio
    marxismo. Y no las ven porque no miran. Ven la paja en el ojo
    ajeno y no la viga en el propio. Acusan a los demás de ser
    contradictorios (y en esto llevan razón), pero ellos son
    también muy contradictorios. Todos sucumbimos ante nuestro
    ego, en mayor o menor medida. El principal obstáculo para
    encontrar la verdad, es la actitud, el no buscarla
    suficientemente. Todos caemos ante dicho obstáculo. Aunque
    no de la misma manera ni con la misma intensidad. La
    búsqueda de la verdad sólo puede realizarse
    colectivamente, liberándonos de nuestros
    respectivos egos. Un ego sólo puede ser combatido con otro
    ego. Si escuchamos a otros podemos superar nuestros prejuicios.
    Unos pueden tomar el relevo a otros. Algunos de los principales
    enemigos del marxismo son muchos marxistas presos del dogmatismo.
    Así como Hegel sentó las bases de la moderna
    dialéctica (moderna porque la dialéctica
    ya la "inventaron" hace tiempo los griegos), el filósofo
    alemán no pudo superar sus prejuicios idealistas y tuvo
    que ser Marx, quien partiendo del gran trabajo de Hegel, le diera
    la vuelta a su dialéctica convirtiéndola en el
    materialismo dialéctico. Y esto pudo hacerlo Marx
    porque superó los prejuicios de su antecesor, porque le
    cuestionó. Cuestionar no significa negar por completo,
    ciegamente, sino estudiar sin prejuicios para separar los
    aciertos de los errores. De manera similar, muchos marxistas,
    presos de sus prejuicios, de una interpretación
    insuficiente del marxismo, dogmática, metafísica,
    víctimas de una incomprensión de su
    filosofía más profunda, imposibilitan el avance del
    marxismo. Se convierten, sin querer, en los sepultureros del
    marxismo, de las bases de la ciencia revolucionaria. ¡La
    ciencia revolucionara debe seguir adelante! No reconsiderar la
    teoría, no tener en cuenta las experiencias
    prácticas, es estancarse, es permitir, incluso contribuir
    a, la muerte del marxismo. La única ideología que
    ha abierto seriamente las puertas de la transformación
    social.

    Conectar los efectos con las causas más
    superficiales pero también con las más profundas,
    es la esencia del método dialéctico. El
    materialismo histórico no es más que la
    aplicación del materialismo dialéctico para la
    sociedad humana, para su historia.

    Plejánov en su obra El materialismo
    histórico
    nos explica en qué consiste el modo
    de pensar metafísico:

    Un metafísico considera y estudia los objetos
    unos tras otros, e independientemente unos de otros. Cuando
    siente la necesidad de elevarse a una visión de conjunto,
    considera los objetos en su acción recíproca y
    ahí se mantiene; no va más lejos y no puede ir
    más lejos, pues los objetos siguen para él
    separados los unos de los otros por una especie de abismo, dado
    que no tiene ninguna idea del desarrollo que explica su
    origen ni de las relaciones que existen entre
    ellos.

    Engels en su trabajo Anti-Dühring nos
    resume de manera magistral lo que significa el materialismo
    dialéctico, cuando lo aplica para explicar el surgimiento
    del socialismo a partir del capitalismo:

    Por su contenido, el socialismo moderno es, ante
    todo, el producto de la toma de conciencia, por una parte,
    de las oposiciones de clase que reinan en la sociedad moderna
    entre poseedores y no poseedores, asalariados y burgueses, y, por
    otra parte, de la anarquía que reina en la
    producción. Pero, por su forma teórica, aparece en
    un principio como una continuación –que se
    quiere más consecuente– de los principios
    establecidos por los grandes filósofos de las luces en la
    Francia del siglo XVIII. Como toda teoría nueva, el
    socialismo ha debido empezar por vincularse al fondo de ideas
    pre- existentes, y tan profundamente que sus raíces se
    internan en los hechos económicos.

    Para Engels el socialismo moderno es, ante todo, el
    producto de una toma de conciencia. Es decir, las ideas
    socialistas preceden a sus realizaciones prácticas. El
    socialismo que se implementará, o se intentará
    implementar, es efecto de las ideas socialistas, que a
    su vez son efecto de la toma de conciencia de unas
    nuevas condiciones materiales (en verdad de la agudización
    de sus contradicciones al desarrollarse dichas condiciones) y que
    también son en cierta medida influidas por ideas
    que las antecedieron (la Ilustración). Las ideas
    también pueden ser causas y no siempre efectos. Las ideas
    también influyen además de ser influidas. Las
    condiciones materiales de existencia también pueden ser
    efectos y no siempre causas. Lo material también es
    influido además de influir. Pero si buscamos las causas
    últimas siempre nos topamos con los hechos
    económicos, con lo material. Todo está
    enraizado en lo material. El materialismo
    dialéctico combina el materialismo (que dice que las
    causas son las materiales) con la dialéctica (que dice que
    lo inmaterial también se convierte en causa, que todo
    está interrelacionado con todo). El idealismo decía
    que las causas eran siempre las ideas. El materialismo
    (metafísico) que las causas eran siempre las
    materiales. El materialismo dialéctico dice que las causas
    son a veces las condiciones materiales, a veces
    las ideas, la mayor parte de las veces ambas, y en
    última instancia siempre las condiciones
    materiales. En la concepción de la dialéctica
    materialista las ideas y las condiciones materiales de existencia
    no están separadas de manera estanca, no se oponen las
    unas a las otras (como así lo estaban en el modo de pensar
    metafísico), sino que ambas forman parte de la realidad,
    son dos formas en que ésta se expresa. En el pensamiento
    metafísico están separadas y confrontadas,
    son independientes. En el pensamiento dialéctico
    están íntimamente relacionadas, conforman un todo,
    estipulando el materialismo dialéctico que la
    base de todo es la realidad física,
    material.

    En Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía
    clásica alemana
    , Engels nos explica la razón
    por la cual existen leyes en la historia de la sociedad humana,
    que si bien emanan de la voluntad consciente de los seres
    humanos, por decirlo de alguna manera, también escapan al
    control absoluto de los individuos:

    La historia del desarrollo de la sociedad difiere
    sustancialmente, en un punto, de la historia del desarrollo de la
    naturaleza. En ésta —si prescindimos de la
    reacción ejercida a su vez por los hombres sobre la
    naturaleza—, los factores
    que
    actúan los unos sobre los otros y en cuyo juego mutuo se
    impone la ley general, son todos agentes inconscientes y ciegos.
    De cuanto acontece en la naturaleza —lo mismo los
    innumerables fenómenos aparentemente fortuitos que afloran
    a la superficie, que los resultados finales por los cuales se
    comprueba que esas aparentes casualidades se rigen por su
    lógica interna—, nada acontece por obra de la
    voluntad, con arreglo a un fin consciente. En cambio, en la
    historia de la sociedad, los agentes son todos hombres dotados de
    conciencia, que actúan movidos por la reflexión o
    la pasión, persiguiendo determinados fines
    ;
    aquí, nada acaece sin una intención consciente, sin
    un fin deseado. Pero esta distinción, por muy importante
    que ella sea para la investigación histórica, sobre
    todo la de épocas y acontecimientos aislados, no altera
    para nada el hecho de que el curso de la historia se rige por
    leyes generales de carácter interno
    . También
    aquí reina, en la superficie y en conjunto, pese a los
    fines conscientemente deseados de los individuos, un aparente
    azar; rara vez acaece lo que se desea, y en la
    mayoría de los casos los muchos fines perseguidos se
    entrecruzan unos con otros y se contradicen, cuando no son de
    suyo irrealizables o insuficientes los medios de que se dispone
    para llevarlos a cabo. Las colisiones entre las innumerables
    voluntades y actos individuales crean en el campo de la historia
    un estado de cosas muy análogo al que impera en la
    naturaleza inconsciente. Los fines que se persiguen con los actos
    son obra de la voluntad, pero los resultados que en la realidad
    se derivan de ellos no lo son, y aun cuando parezcan ajustarse de
    momento al fin perseguido, a la postre encierran consecuencias
    muy distintas a las apetecidas. Por eso, en conjunto, los
    acontecimientos históricos también parecen estar
    presididos por el azar. Pero allí donde en la superficie
    de las cosas parece reinar la casualidad, ésta se halla
    siempre gobernada por leyes internas ocultas, y de lo que se
    trata es de descubrir estas leyes.

    Partes: 1, 2

    Página siguiente 

    Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

    Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

    Categorias
    Newsletter